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China y el futuro de los BRICS

Lic. María Celeste Alcalde1

Introducción

En los últimos años de la década de 1990 y principios del nuevo siglo, se ha configurado una
situación internacional nueva propia de la posguerra fría. La desaparición de los dos bloques
que dividían el mundo en la era bipolar y el actual proceso de globalización económica y
financiera, plantean nuevos actores y reglas de juego en el escenario internacional.
De esta manera, algunos teóricos como Richard Haas (2008) consideran que la bipolaridad
ha dado paso a una era de no polaridad en la que el poder es difuso o disperso y presenta una
multipolaridad atípica. Esta ausencia de polaridad se basa especialmente no sólo en el hecho
de que actualmente existe una gran cantidad de Estados con poder sino también debido a que
el poder ya no reside exclusivamente en ellos, aludiendo de esta forma al mayor rol de los
actores no estatales. Siguiendo a Almeida (2011):
“O estado de ausência de polaridade deve-se, segundo Haass, a duas outras razões: por um lado
devido ao fator da globalização enquanto intensificador deste fenómeno, no sentido em que o
poder de muitos Estados fica enfraquecido por não conseguirem controlar alguns fenómenos da
globalização; e por outro lado a ausência de rivalidade entre as grandes potências, pois a maioria
depende do sistema internacional para conseguirem manter a estabilidade económica e política”
(2011:8)
Por su parte, autores como Di Paolo y Broitman – siguiendo a Huntington – sostienen que
estamos ante la presencia de un sistema internacional unimultipolar en el que conviven una
superpotencia, cuya hegemonía absoluta se ve hoy erosionada, y varias potencias principales
o emergentes que intentan desafiar el predominio (económico, militar, diplomático,
ideológico, tecnológico y cultural) estadounidense en el ámbito internacional.
“La actualidad no cumple con las características de un puro modelo de sistema unipolar, ya que
sí existen potencias primarias que desafían o intentan desafiar el poder de EEUU. EEUU

1
Licenciada en Ciencia Política. Coordinadora del Área Asia – Pacífico del Ateneo de Estudios Internacionales
(AEI) y miembro graduado del CEGRA en su nodo de estudios de Asia y África. Ambos pertenecientes a la
Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Río Cuarto
preferiría un sistema unipolar con poder hegemónico y extremadamente exclusivo; y las potencias
principales (bloque europeo, China, Japón, India, etc.) desearían en cambio el modelo multipolar,
donde puedan conseguir sus intereses en forma unilateral y colectivamente sin las restricciones
de una superpotencia como EEUU” (Di Paolo y Broitman, 2002: 21).
En este contexto mundial de transición, la emergencia de nuevas potencias en la posguerra
fría ha tenido consecuencias visibles en los primeros años del nuevo siglo. Estos “poderes
emergentes” o “poderes medios emergentes2” buscan rediseñar las estructuras de poder
mundiales en los que aún hoy predominan los intereses y agendas impuestas por las potencias
tradicionales. De esta manera, el creciente poder económico de los países emergentes ha
permitido que países tales como China, India, Rusia3, Brasil y Sudáfrica, mediante la
conformación de alianzas, tuvieran un mayor margen de acción y negociación en organismos
internacionales como el FMI, Banco Mundial y OMC.
En este sentido, la creación de mecanismos alternativos de participación para los países
emergentes – BRICS, IBSA, OCS (Organización de Cooperación de Shanghai), etc –debe
ser entendido como el intento de los nuevos centros decisores de la política y economía
mundial, de obtener un mayor protagonismo en el ámbito internacional. Esto no significa la
elaboración de una pormenorizada agenda común entre las nuevas potencias o un intento de
revocar las reglas de juego que rigen el sistema mundial. El objetivo de la creación de estos
nuevos organismos consiste en la oportunidad de morigerar el monopolio de las potencias
tradicionales en la toma de decisiones que pueden afectar la gobernanza global, sin que esto
implique desestimar los propios intereses nacionales.
Cabe preguntarse entonces cuál es el rol de los BRICS en el actual sistema internacional, así
como sus potencialidades y debilidades a futuro. Por este motivo, el presente trabajo buscará,
en un primer momento, dar cuenta del surgimiento y las características de la mencionada
instancia de negociación multilateral. Posteriormente, se intentará dilucidar el papel de la

2 Según Giacaglia: “poder medio emergente puede ser definido como aquel Estado que sobre la base de
significativas capacidades materiales desarrolla un creciente activismo internacional en ámbitos multilaterales,
tanto en su entorno regional más próximo como en sucesivas y simultáneas negociaciones globales. Asimismo,
se auto-percibe y es percibido por otros agentes como diferente tanto de las restantes unidades estatales
(pequeñas o iguales) como de las grandes potencias tradicionales (Giacaglia, 2016:28)
3
Para Giacaglia (2016) Rusia debe ser considerada como país re-emergente ya que configuró, a través de la
Unión Soviética, una de las superpotencias durante el orden mundial bipolar en la Guerra Fría.
República Popular de China en los BRICS a través del análisis de dos instrumentos
financieros internacionales: por un lado en Nuevo Banco de Desarrollo de BRICS y el Banco
Asiático de Inversión en Infraestructura (Asian Infraestructure Investement Bank) creado a
instancias de China.

Nacimiento de BRICS: características y potencialidades

El acrónimo creado por el economista Jim O´Neill de Goldman Sachs a principios del nuevo
siglo estuvo destinado a reconocer a los países que, siendo potencias emergentes, tendrían
probabilidades de convertirse en economías dominantes antes del 2050. En sus orígenes el
término solamente tuvo en cuenta a Brasil, Rusia, India y China como potencias en ascenso4,
y sólo a los fines de destacar los mercados con más proyección en los años venideros.

Pese a surgir del mundo financiero, la acuñación del término BRICS tuvo su corolario
práctico cuando los líderes de estos Estados advirtieron que sus países comenzaron a ser
percibidos como potencias emergentes, no ya por su evolución económica, social y política,
sino también por su capacidad de liderazgo en sus respectivas regiones. Al respecto Almeida
(2011:1) sostiene que los BRICS “Trata-se de potências que mais do que se destacarem por
via do seu novo desenvolvimento, destacam-se sobretudo porque começam a ter capacidade
de liderança regional”.

En consonancia con lo anterior, siguiendo a Rui Paiva (2016) se puede analizar la evolución
de BRICS mediante tres fases o estadios. En primer lugar, su nacimiento como concepción
teórica y analítica en el ámbito financiero aludiendo al rol desempeñado por O´Neill (2001).
En segundo lugar, el momento en que comienza a institucionalizarse formalmente BRICS
como instancia de diálogo multilateral a partir de 2009. Finalmente, la etapa de consolidación
del grupo desde 2014 se caracteriza por el surgimiento de medidas concretas tendientes a
generar alternativas económicas y financieras distintas a las propuestas por el FMI o el Banco
Mundial para los países miembros de BRICS. Así, el Nuevo Banco de Desarrollo de BRICS

4
Sudáfrica ingresa al grupo BRICS recién a partir de 2011, reconociendo así su capacidad de liderazgo regional
en el África Subsahariana.
y el Acuerdo de Reservas de Contingencia son iniciativas creadas en este contexto con el fin
de generar esquemas financieros propios frente a aquellos liderados por las potencias
tradicionales.

Cabe destacar que entre la primera y la segunda fases de evolución mencionadas acaecen dos
fenómenos que coadyuvan a la consolidación definitiva de BRICS como institución
multilateral. Por un lado, la crisis financiera global de 2008 obligó a las potencias emergentes
a asumir un rol más preeminente en detrimento a las potencias tradicionales. Éstas últimas,
débiles ante sus desajustes económicos, dieron paso a la incorporación de los emergentes en
el G-20, quienes consiguieron impulsar medidas para modificar “las estructuras financieras
ya existentes, por medio de la reforma de las cuotas de poder y de la estructura de gobierno
tanto en el Banco Mundial como en el FMI” (Giacaglia, 2016:32). Por otro lado, la cada vez
mayor relevancia de BRICS en el ámbito internacional debilitó la consolidación de IBSA
5
(India, Brasil y Sudáfrica) como organismo multilateral basado en la cooperación sur-sur y
en valores compartidos entre gobiernos democráticos provenientes de tres continentes. La
ausencia de China en este organismo facilitó que sus tres integrantes negociaran en pie de
igualdad, sin que ninguno asumiera una posición clara de liderazgo, pese a las disímiles
capacidades económicas entre sus miembros. No obstante, la incorporación de Sudáfrica en
BRICS a partir de 2011 evidenció las intenciones chinas en debilitar cualquier intento de
conformación de un organismo multilateral que pudiera competir con BRICS, en el cual la
República Popular ha asumido una posición predominante respecto a Brasil, Rusia, India y
Sudáfrica.

No existen dudas que los BRICS en mayor o menor medida han experimentado durante los
últimos años un fortalecimiento económico y geopolítico que han sabido aprovechar ante la
debilidad de las potencias tradicionales en el ámbito internacional. Esto ha permitido que las
mencionadas potencias emergentes obtuvieran un mayor margen de negociación y
maniobrabilidad como conjunto, sin que deba entenderse por ello la existencia de valores
comunes u objetivos compartidos. La realización de acciones conjuntas en el ámbito BRICS
se limita al logro de intereses coyunturales. Esto implica que tienen prioridad los intereses

5
IBSA, a diferencia de BRICS nace a instancias de la iniciativa gubernamental de los países miembros y aún
hoy su accionar consiste en la coordinación de políticas en múltiples foros multilaterales (Lechini y Giacaglia,
2014). En cambio, BRICS no tiene como objetivo último la cooperación tal como es concebida por IBSA.
individuales de cada uno de los miembros y no la coordinación y puesta en común de
principios mancomunados entre los mismos.

Lo anterior sugiere la existencia de grandes diferencias entre los integrantes de BRICS. Si


bien se tratan de países con gran desarrollo demográfico (destacándose China e India) y con
recursos y estabilidad suficientes para mantener un crecimiento económico sostenido6, más
allá de su potencialidad económica y poder en sus respectivas regiones, no existen similitudes
(cultural y políticamente son muy diversos). Mientras que Brasil posee un sector agrícola
consolidado, la economía rusa recae principalmente en sus recursos de gas y petróleo. Por su
parte, India ha fortalecido su sector de servicios, software y telecomunicaciones mientras que
China basa su economía en su sector industrial. Sudáfrica es comparativamente la economía
más pequeña de los BRICS y posee sectores mineros, agrícolas y de servicios que la colocan
entre los países más desarrollados de África7.

Por consiguiente, los BRICS no pueden ser considerados como bloque u organización
propiamente dicha como es el caso de ASEAN o Unión Europea cuyo desarrollo ha
evolucionado hasta el punto de compartir estrategias en común e instituciones propias. El
accionar de BRICS se fundamenta en acuerdos esporádicos o metas concretas tales como la
reforma de las reglas de juego en organizaciones como FMI, Banco Mundial y ONU (sin
socavar las estructuras vigentes) y, en alguna medida, comparten una visión acerca de cómo
debe evolucionar el mundo hacia la multipolaridad. En este sentido Karen Smith sostiene:

“A pesar de las convergencias en referencia a su deseo de reformar el sistema, claramente hay


muchas diferencias entre los Estados del BRICS, particularmente entre India, Brasil y Sudáfrica
por un lado, y entre Rusia y China por otro. Los Estados del BRICS continúan impulsados por

6
O´Neil (2015) sostiene que si la ralentización económica de Rusia y Brasil perduran hasta el 2019, el término
BRIC acuñado por él en 2001 se transformaría en IC – Sudáfrica nunca fue considerado por el autor como
miembro de este grupo – al no reunirse las condiciones suficientes para seguir catalogando a los mencionados
países como mercados emergentes capaces de atraer inversiones.
Asimismo, la reciente crisis institucional de Brasil pone en jaque su capacidad de liderazgo regional y debilita
su rol dentro del conjunto BRICS.
7
Esto evidencia que la incorporación de Sudáfrica a BRICS se ha basado en su capacidad de liderazgo regional
en África y no en su capacidad económica como potencia media emergente. En tal sentido, Almeida (2011: 63)
sugiere: “A entrada da África do Sul no grupo dos BRICS não seguiu os mesmos parâmetros que definem as
atuais potências emergentes (…) A verdade é que, com o convite endereçado à África do Sul para integrar o
grupo em 2011, os BRICS já não são apenas representativos das potências emergentes, mas também, e cada
vez mais, do crescimento do regionalismo”
distintos objetivos y un entendimiento entre los cinco miembros sobre la naturaleza y al alcance
exacto de las reformas todavía difiere sustantivamente” (2015:32).

La ausencia de una agenda común y objetivos compartidos a largo plazo, resulta en una falta
de cohesión y produce que los miembros de BRICS prioricen sus intereses por sobre los del
colectivo. En este contexto, los países dentro del mismo con mayores capacidades materiales
respecto de sus pares asumen una posición de liderazgo frente a los mismos raramente
discutido. Más aún, Almeida (2011) argumenta que la verdadera fuerza de BRICS radica en
el papel que ocupa China: “fica igualmente bem patente que o poder real dos BRICS se centra
fundamentalmente no crescimento da China. Os BRICS, sem a China, dificilmente
conseguiriam adquirir tanto protagonismo e exigir tantas mudanças na estrutura das
organizações internacionais” (2011:86).

De esta manera la República Popular China, cuyo poder de negociación dentro de los
organismos multilaterales tradicionales es mucho mayor por sus dimensiones y capacidades,
termina asumiendo un rol protagónico convirtiéndose en el representante de BRICS. Este
fenómeno, junto con la falta de consolidación de BRICS como bloque, hace que las
iniciativas o mecanismos que surgen en el seno de éste no sean lo suficientemente sólidas
frente a aquellas iniciativas que pudieran surgir de miembros como China o Rusia.

En particular, esto se muestra en el caso del NBD frente al AIIB. El Nuevo Banco de
Desarrollo (NBD) constituye un mecanismo financiero – con sede en Shanghai –
institucionalizado por los países BRICS durante su quinta reunión en Fortaleza (Brasil) en el
mes de Julio de 2014. El capital inicial aportado por el consorcio BRICS asciende a 50 mil
millones de dólares para luego alcanzar los 100 mil millones. Asimismo, cada miembro posee
el mismo porcentaje de acciones y derecho a voto. De esta forma, cada país se encuentra en
pie de igualdad frente al resto de los miembros de BRICS.

Este nuevo banco tiene como principal objetivo el financiamiento de infraestructura y


proyectos de desarrollo sustentable tanto en los países BRICS como en otros países en
desarrollo, llenando así un vacío dejado por las tradicionales instituciones de financiamiento
internacionales tales como el FMI y Banco Mundial. En este sentido, el documento del NBD
que contempla la estrategia general 2017-2021 declara:
“NDB’s Articles of Agreement mandate that it will mobilize resources for infrastructure and
sustainable development projects in BRICS and other EMDCs8. The Bank will make use of the
proven financial model of multilateral development banks (MDBs)—financial institutions
created by governments to leverage capital for development purposes—to contribute to the
investment needs of the founding members and other EMDCs” (NBD´s General Strategy: 2017-
2021: 3)

De manera secundaria, el NBD estipuló la creación de un Acuerdo de Reservas de


Contingencia como herramienta para garantizar que los países miembros de BRICS pudieran
contar con un mecanismo ante eventuales problemas en sus respectivas balanzas de pago
(Iqbal, 2016). Para ello, China aportará 41.000 millones de dólares al fondo, Rusia, Brasil e
India, 18.000 millones respectivamente y Sudáfrica 5.000 millones.

Por su parte, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) creado por iniciativa
de China a finales de 2014 – con objetivos similares a los expresados para el NBD – como
institución financiera alternativa a las tradicionales, se encuentra mejor posicionada para
lograr un rol más preponderante que su análogo. Esto sugiere que China asume entre los
pares de BRICS un papel de liderazgo sin que ello implique limitar su accionar al contexto
de negociaciones de dicho mecanismo multilateral. Puede aseverarse que BRICS necesita el
impulso que le aporta el liderazgo chino para su consolidación al no existir una cohesión o
agenda común entre sus miembros; pero China podría prescindir del marco institucional de
BRICS sin que ello perjudique su capacidad de negociación bilateral con algunos de los
países que lo componen.

La falta de valores compartidos entre los BRICS da pie a que sigan primando los intereses
individuales de cada Estado mermando así la posibilidad de aunar esfuerzos y lograr cambios
significativos en las estructuras internacionales. En efecto, la debilidad de BRICS como
conjunto pone en jaque sus posibilidades de negociación frente a las potencias tradicionales.

8
Mercados emergentes y países en desarrollo
El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y la política exterior
china

El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB en sus siglas en inglés) ha sido


creado a instancias de la República Popular China y deja entrever su consolidación no sólo
como potencia emergente sino como líder regional con proyección global. La creación de
esta nueva institución financiera internacional, administrada principalmente por China, fue
anunciada por Xi Jinping en octubre de 2014. Su objetivo principal es el financiamiento de
obras, tales como caminos, puertos y ramales ferroviarios, a lo largo y ancho del continente
asiático.

Durante el transcurso del primer mes del AIIB, un total de 21 países asiáticos se adhirieron
a esta iniciativa, incluidos India, Vietnam, Singapur y Tailandia. Asimismo, se estipuló que
el Banco poseería un capital inicial de cincuenta billones de dólares – con la posibilidad de
llegar a 100 billones – siendo China el principal accionista. Ya a comienzos del año 2015 se
unieron las principales potencias europeas (Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Suiza,
Austria, etc). Todos ellos con la intención de ser considerados como miembros fundadores.
Para inicios del mes de mayo de ese año eran 57 los países interesados en formar parte del
AIIB9. El gran éxito inicial del Banco sugiere que el softpower chino ha evolucionado,
logrando la aquiescencia de países alrededor de todo el mundo para el cumplimiento de sus
objetivos nacionales. En efecto, China es actualmente percibida como uno de los polos
decisores en este orden mundial en transición.

Cabe destacar que la celeridad en la adherencia de aquellos países al AIIB se debe a la


existencia de beneficios para todos aquellos miembros fundadores. Si bien todos los socios
poseen capacidad de voto, sólo aquellos que son fundadores adquieren la habilidad de
establecer mancomunadamente las reglas de procedimiento por medio de las cuales el Banco
se regirá a futuro. En este sentido, la República Popular planeó la creación de una junta
directiva de entre 15 a 20 miembros de entre los miembros fundadores, de allí la urgencia de

9
En la actualidad el banco cuenta con 37 países miembros de la región asiática y 19 no regionales. Además,
son 29 (entre regionales y no regionales) los países que buscan formar parte del Banco Asiático de
Infraestructura Asiática. (Datos disponibles en la página oficial del AIIB: https://www.aiib.org/en/about-
aiib/governance/members-of-bank/index.html)
aquellos interesados en formar parte de este nuevo organismo. En la actualidad son 12 los
miembros del directorio.

Tanto las condiciones para la membresía como el marco regulatorio del Banco Asiático (su
estatuto) han sido objeto de una discusión entre los 57 miembros fundadores en mayo de
2015 en Singapur. En dicha oportunidad los Estados acordaron un Memorándum de
Entendimiento cuya firma y aceptación fue realizada en el mes de junio de ese año;
ratificándolo cada Estado según sus propios procedimientos legales internos. Posteriormente,
el Banco inició sus operaciones a fines de 2015.

La puesta en funcionamiento del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura significó


para China ocupar un rol más importante en la economía internacional que aquel que le ha
sido adjudicado en organismos como el FMI o el ADB (Banco de Desarrollo Asiático). A
pesar de ser la actual segunda potencia económica mundial, China ha sido relegada de los
mecanismos de decisión de organismos internacionales tradicionales. Tal como sostiene Jin,
en el FMI el derecho a voto de EEUU es el 16.75%10, el de Japón un 6.23% y China un
3.81%. De acuerdo con las reformas estipuladas para ese organismo en 2010, el porcentaje
de votación adjudicado a la República Popular podría alcanzar el 6% pero dichas reformas
no han sido puestas en práctica. De la misma manera, en el Banco de Desarrollo Asiático,
China tiene menos poder de voto (5,4%) que Japón (12,8%) y Estados Unidos (12,7%).

En consonancia, Subacchi establece que el cuestionado rol de organismos tales como el FMI
o el Banco Mundial han coadyuvado al surgimiento y establecimiento de instituciones
regionales como el AIIB. “For years, many around the world have called for reforms to the
IMF’s governance to give other countries a greater voice in decision-making. To date, those
efforts have been largely stymied. As a consequence, both the IMF and the World Bank
continue to be seen as an extension of US economic and geopolitical influence” (Subacchi,
201511).

10
Los Estados Unidos es el mayor accionista en el FMI. Su contribución asciende a 65 billones de dólares
aproximadamente. Esto le confiere a Washington poder de veto por sobre otros Estados.

11
https://www.chathamhouse.org/expert/comment/17391
Por lo anterior, la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura responde a
varios factores. En primer lugar, la necesidad de China como potencia emergente, de una
mayor participación en el esquema financiero global ante la falta de reformas en organismos
financieros internacionales. En segundo término, la existencia de un vacío financiero para
sustentar grandes obras de infraestructura en la región asiática ya que éstas superan las
posibilidades del FMI, el ADB o el Banco Mundial12. Finalmente, el AIIB sugiere la creciente
necesidad de la República Popular de ocupar una posición en la región que propenda a lograr
sus metas tanto de política económica interna como externa.

En este sentido, la política económica de China necesita de un crecimiento económico


sostenido para seguir ocupando una posición de preeminencia en el actual orden
internacional. Esto se asienta, en gran medida, en la posibilidad de la obtención permanente
de recursos que lo hagan factible. Tal como argumenta Rajiv Sikri:

“China is growing impressively and seemingly inexorably, but its economic miracle could son
run out of steam. Its model of economic development requires an ever-expanding availability of
raw materials and commodities that cannot be taken for granted. Global resources are likely to
run out sooner rather than later. China´s growing demands will also eventually bring it into
conflict with competing consumers including the US. China´s dilemma is that the political
legitimacy of the Communist Party of China´s monopoly on power depends on its ability to
deliver a high level of economic growth” (Sikri, 2009: 8).

Es en este contexto que el presidente chino ha enunciado la nueva doctrina concerniente a la


necesidad de consolidar lazos de integración y cooperación económicas. La “Nueva ruta de
la seda” (The Silk Road Economic Belt) y la “Nueva ruta de la seda marítima” (Maritime
Silk Road) constituyen los intentos de la República Popular para establecer un contacto más
estrecho con socios comerciales alrededor del mundo (tanto países asiáticos como africanos
y europeos).

12
Tanto el Banco Mundial como el Banco de Desarrollo Asiático han priorizado proyectos atenientes a la
reducción de la pobreza, así como una variedad de programas destinados a paliar necesidades sociales,
ambientales o económicas. Esto ha limitado su capacidad de financiamiento en lo referente a proyectos de
infraestructura.
El concepto de la Ruta de la seda marítima fue puesto de manifiesto por primera vez durante
un discurso mantenido por Xi Jinping en el parlamento indonesio en octubre de 2013. Por su
parte, el medio estatal Xinhua ha revelado en mayo de 2014 el nuevo mapa que reflejaría los
planes para las nuevas rutas de la seda, tanto en su componente terrestre como marítimo.

Fte:http://thediplomat.com/2014/05/chinas-new-silk-road-vision-revealed/

De acuerdo al mapa, la ruta de la seda, uniría: Xi´an en China central para luego dirigirse
hacia el Oeste a la Ciudad de Lanzhou (provincia de Gansu). Posteriormente Urumqi y
Khorgas (en Xinjiang) cerca del límite con Kazajistán. Así la Ruta de la Seda se dirige desde
Asia Central hacia la parte Norte de Irán pasando por Irak, Siria y Turquía. Desde Estambul,
la Ruta atraviesa el Estrecho de Bósforo y se direcciona al Noroeste a través de Europa,
incluyendo Bulgaria, Rumania, República Checa y Alemania. De Alemania se conduce a
Holanda y cambia de dirección hacia el Sur, a Italia, donde se interconecta con la Ruta de la
Seda Marítima.

Mientras tanto, la Ruta de la seda Marítima conectaría: Quanzhou (provincia de Fujian),


Guangzhou (Guandong), Beihai (Guangxi) y Haikou (Hainan) antes de dirigirse hacia el sur
por el Estrecho de Malacca. Desde Kuala Lumpur (Malasia) la Ruta conecta Calcuta, cruza
el Océano Índico y llega a Kenia. Desde Nairobi se conduce hacia el Norte a través del Mar
Rojo hasta el Mediterráneo, pasando por Atenas antes de encontrarse con la extensión
terrestre de la Ruta de la Seda en Italia. (Tiezzi, 201413)

El mapa da cuenta de la envergadura del proyecto de las nuevas rutas de la seda planteadas
por China. Éstas establecerían una trayectoria circular que vincularía tres continentes. Este
ambicioso plan, según los dirigentes chinos, busca un mayor desarrollo para China y sus
socios, quienes se verán beneficiados con un aumento en los intercambios económicos y
especialmente con grandes inversiones en infraestructura (puertos, vías férreas, puentes, etc).
Es en este punto que adquieren especial relevancia la creación no sólo del nuevo Banco
Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) sino el Fondo de la Ruta de la Seda (Silk
Road Fund) financiado y gerenciado exclusivamente por China.

Sin embargo, las implicancias de esta nueva doctrina de la ruta de la seda (más comúnmente
conocida como Road and Belt) no se limitan solamente al plano económico sino también al
estratégico, al político y al concerniente a la seguridad en la zona. Así, Tiezzi sostiene que la
planificación de las Rutas de la Seda:

“are often understood primarily as infrastructure projects. Indeed, that will be the main focus in
the early stages, as Chinese leaders have repeatedly spoken of infrastructure as a “bottleneck”
preventing further economic cooperation. But there’s more to the Belt and Road than simply the
construction of roads, railways, and ports. Even on the infrastructure front, China’s vision to
“form an infrastructure network connecting all sub-regions in Asia, and between Asia, Europe
and Africa” includes energy and communications infrastructure as well and transportation.”
(Tiezzi, 201514)

De acuerdo a lo anterior, la etapa primigenia del Belt and Road - consistente en la


construcción de infraestructura - es la parte que más rápida aceptación obtuvo de la
comunidad internacional dado a la gran cantidad de países que, a lo largo de la Ruta de la
Seda, están ávidos de fondos e inversiones externas. Sin embargo, la República Popular
China avizora un objetivo mucho más ambicioso con el mencionado proyecto: que los países
involucrados logren coordinar sus políticas internas para que el desarrollo económico
individual de cada uno de ellos colabore a un desarrollo regional. Esto incluye áreas de libre

13
http://thediplomat.com/2014/05/chinas-new-silk-road-vision-revealed/)

14
http://thediplomat.com/2015/03/where-is-chinas-silk-road-actually-going/
comercio, tanto bilaterales como regionales y una futura integración financiera como es el
caso de la FTAAP15 incentivada por Beijing y demás acuerdos de libre comercio negociados
bilateralmente por China.

El proyecto One Belt One Road también acarrea importantes consecuencias para la economía
interna China. Por un lado, significa una salida para la sobreproducción que afecta industrias
chinas relacionadas a la infraestructura tales como las del cemento, hierro y acero a través
del AIIB; así como la posibilidad de generalizar el Renminbi como moneda para los
intercambios comerciales. Por otro, alienta las inversiones y el desarrollo en zonas como
Xinjiang y Tíbet, siempre amenazadas por colectividades étnicas propias de dichas regiones
autónomas. Uniendo las economías de Asia Central con la región occidental de China,
Beijing busca que las zonas antes mencionadas sean prósperas económicamente y estables
políticamente. De esta manera, el Partido Comunista intenta coartar cualquier apoyo
potencial por parte de las poblaciones musulmanas en Asia Central hacia los grupos
disidentes Uigures.

Estratégicamente, la nueva Ruta de la Seda conlleva una notable disminución de la


vulnerabilidad china respecto a la dependencia que este país posee con aquellos países
exportadores de materias primas esenciales para continuar con su gran crecimiento
económico:

“The SREB/MSR Project (…) spreads the risk by multiplying access routes, thus reducing
China’s vulnerabilities. The system of ports, railways and roads (…) will enable China to
diversify the routes by which it can secure the transport of oil and gas and other essential goods
needed to sustain China’s economy. It enhances the country’s energy and economic security and
mitigates the risks attendant to transporting fuel and goods through unstable, unsecured or
unfriendly channels (…) [The project] will enable China to reduce its dependency on the Strait
of Malacca chokepoint”. (Blanco Pitlo III, 2015)16

Por lo anterior, cabe destacar la importancia que para China posee la nueva Ruta de la Seda.
En ella radica la posibilidad de dejar de depender enteramente de las rutas marítimas (líneas
de comunicación marítimas) del Mar Meridional de la China, donde las tensiones se han
intensificado en recientes años. De la misma manera, el apoyo que Estados Unidos le ha

15
Free Trade Area of the Asia - Pacific
16
http://thediplomat.com/2015/02/chinas-one-belt-one-road-to-where/
brindado a sus aliados del Pacífico respecto a dichas disputas marítimas ha resaltado la
importancia de la ruta de la seda en su componente terrestre (Silk Road Economic Belt).

En definitiva, la creación de instituciones financieras como el AIIB a instancias de China


buscan no sólo llenar el vacío dejado por tradicionales organismos internacionales de
préstamo en la región de Asia – Pacífico sino que posicionan a China como el gran líder
regional en el área. Mientras que internacionalmente la República Popular intenta erigirse
como un gran centro de poder económico y financiero a través de la consolidación del Banco
de Inversión en Infraestructura; también su política interna hace uso de este mecanismo en
pos de lograr la estabilidad económica necesaria para la consecución de sus intereses
nacionales.

Conclusión

En los últimos años de la década de 1990 y principios del nuevo siglo, se ha configurado una
situación internacional nueva gracias a la desaparición de los dos bloques que dividían el
mundo en la era bipolar. La aparición de un nuevo contexto mundial en transición juntamente
con un cada vez más marcado proceso de globalización económica y financiera, plantean
nuevos actores y reglas de juego en el escenario internacional.
Es en este contexto que adquieren visibilidad los poderes emergentes que, con su gran
capacidad de crecimiento durante las últimas décadas, buscan afianzarse en el sistema
internacional. Es así que países como China, India, Rusia, Brasil y Sudáfrica han sabido
conformar alianzas con el fin de obtener un mayor margen de negociación en conjunto para
rediseñar las estructuras de poder mundiales en los que aún hoy predominan los intereses y
agendas impuestas por las potencias tradicionales.
La búsqueda de una mayor participación en la determinación de las reglas de juego
internacionales condujo a estos países a conformar mecanismos multilaterales de diálogo
como es el caso de BRICS. Sin embargo, este organismo en particular no ha logrado elaborar
una agenda común que permitiera una mayor efectividad del mismo frente a la preeminencia
que las potencias tradicionales conservan aún hoy respecto a la toma de decisiones en los
asuntos globales.
La ausencia de objetivos compartidos a largo plazo, resulta en una falta de cohesión y
produce que los miembros de BRICS prioricen sus intereses por sobre los del colectivo.
Como resultado, instituciones surgidas en el seno de BRICS como es el caso del NBD siguen
siendo instrumentos débiles frente a iniciativas que persiguen la consecución de los intereses
individuales de los miembros mejor posicionados en el sistema internacional.

Este es el caso del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura cuya creación ha sido
prácticamente simultánea al NBD pero con una proyección que supera a éste. Como
instrumento financiero creado a instancias de China, el AIIB responde a las necesidades
crecientes de este país amen de los beneficios que puede traer aparejado su operatoria para
el resto de los países asiáticos.

Como se ha señalado en el presente trabajo, el AIIB cumple propósitos de los más variados.
Para China, no obstante, la puesta en funcionamiento de este banco garantiza en buena
medida el éxito de su proyecto de las rutas de la seda marítima y terrestre. Asimismo,
posiciona al país como líder regional indiscutido, dejando vislumbrar sus aspiraciones
globales.

No cabe duda que los países emergentes, frente a la incipiente erosión del poder de las
potencias occidentales, se encuentran ante una oportunidad histórica para mejorar su posición
en el sistema internacional. Para lograrlo, sin embargo, necesitan trabajar de forma
mancomunada de manera que las grandes diferencias existentes entre los miembros BRICS
no eviten la puesta en común de objetivos que beneficien al conjunto. De ello depende la
posibilidad de alcanzar un mundo realmente multipolar.

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