HaciaunderechosostenibleofactibleSenent1 PDF

También podría gustarte

Está en la página 1de 32

“Hacia un Derecho sostenible o factible de la humanidad”

 Autores: Juan Antonio Senent de Frutos


 Localización: ¿Es sostenible el mundo en que vivimos?: un enfoque interdisciplinar /
Carlos Alonso Bedate (ed. lit.) , 2013, ISBN 978-84-8468-489-3 , págs. 259-292
 Recoge los contenidos presentados a: Asociación Interdisciplinar José de Acosta (39.
2013. Madrid)

1
Hacia un Derecho sostenible o factible de la humanidad1

Prof. Dr. Juan Antonio Senent de Frutos

1. Introducción.

Tratamos en este trabajo de proponer un ideal o criterio global de orientación,


interpretación y evaluación para los sistemas jurídicos vigentes y del futuro que busca
ser una integración o síntesis de los diversos procesos de lucha por sistemas jurídicos
que responden a las necesidades del conjunto de pueblos y personas, de su correcta
inserción en la sociedad mundial y en el conjunto de la realidad natural y que buscan
hacer viable, justa y factiblela continuidad de la actividad humana en la Tierra para las
presentes y siguientes generaciones.

1
Reelaboración del texto presentado en las 39 Jornadas ASINJA: ¿Es sostenible el mundo que vivimos?
Un enfoque interdispiciplinar, Madrid, 20-22 de septiembre de 2012, en Mayo de 2013. Un resumen de
la contribución, titulada “Derecho sostenible” apareció en Revista d e Estudos Jurídicos, a.16, n.23, 2012.

2
Para ello, la reflexión teórica sobre el derecho hoy en el contexto de los desafíos
globales de la humanidad tiene que tratar de reconstruir la idea de derecho,
cuestionando no sólo sus insuficiencias prácticas en cuanto a los modos de respuestas
vigentes para el desarrollo de la actividad humana en su contexto socio-natural, sino su
misma comprensión intelectual por parte de los actores de los sistemas jurídicos, a la
vez que reconocer esa nueva idea e ideal del derecho presente en las propias luchas
socio-jurídicas. En esta línea, para la tarea de reconstrucción social y teórica del
derechopuede ser útilproponer un marco metodológico en el que situar los sistemas
jurídicos en orden a su orientación, interpretación y evaluación en relación al ideal o
criterio mayor de las prácticas jurídicas. Ese marco metodológico puede inspirarse en
ese ideal que formulamos como unDerecho sostenibleo factible. Cadasector, sistema o
el conjunto de sistemas jurídicos de la humanidad puede orientarse en función de su
posible contribución a la sostenibilidad sistémica final entendida como la posibilidad de
reproducir plural y convivencialmente la actividad humana en la Tierra a largo plazo.
En función de ese criterio puede evaluarse si un sistema jurídico, o sus sectores o
instituciones cumplen o no con lasdiversas exigencias de la sostenibilidad, entendida de
un modo complejo, amplio e inclusivo. A partir del mismo, se pueden reconocer,
integrar y especificar criterios o principios particulares que desarrollen y articulan las
diversas dimensiones de la sostenibilidad en los sectores del derecho así como su
relación y tratamiento de las diversas dimensiones o esferas de las prácticas sociales.
Ese desarrollo, no lo vamos a realizar aquí, sino que vamos a tratar de proponer y de
visualizar un marco general de comprensión del mismo.

Para esta tarea, formulamos ese ideal como un Derecho sostenible, factible o ajustado
de la humanidad. Aun cuando el término “sostenibilidad” o “sustentabilidad” es
discutido por su capacidad real de orientar la transformación de las modos de vida y las
prácticas sociales ecológicamente inviables en tanto que no supere los supuestos
culturales desintegradores propios de la Modernidad, lo entenderemos aquí en un
sentido sistémico e integrador de los diferentes esfuerzos de la humanidad por reconocer
y reorientar reflexivamente los límites sociales, culturales, políticos, tecnocientíficos y
ecológicos de las prácticas inviables legitimadas por el derecho, más allá de mero
paradigma del “desarrollo sostenible o sustentable”. Si se prefiere, y para evitar
equívocos, propongo igualmente la categoría de factibilidad en el sentido en que es

3
asumida en el pensamiento de autores como Franz Hikelammert 2 .En este sentido,
entendemos la condición de factibilidad como la cualidad de aquella acción o actividad
que puede ser reproducida o mantenida en cuanto no socaba o anula por sí misma las
propias condiciones de posibilidad de esa acción humana. Ello también conecta con el
análisis ellacuriano de la posibilidad de universalización material de la acción como
criterio reflexivo de corrección. Igualmente podemos usar la categoría de “ajustado”3 .
Esta categoría también incluye las dimensiones de corrección formal y material así
como el adecuado tratamiento de la interdependencia sistémica como posibilidad de
seguir actuando de un modo integrado.

La otra referencia clave del ideal consiste en que tiene como término a la humanidad.
Por ello, nos referimos al emergente del derecho ajustado, factible o sostenible
sistémicamente considerado en el conjunto de la humanidad, entendida también en su
dimensión natural. En tanto que los sistemas particulares de prácticas socionormativas
están en la actualidad sistémicamente posibilitadas por un conjunto socionatural de
carácter planetario o global, y a su vez, favorecen o no la continuidad de ese sistema
socionatural global surge la necesidad de evaluar y orientar las mismas desde un ideal
acorde a las exigencias de la mutua interdependencia planetaria, y por su capacidad de
contribución al bien común de la humanidad.

En este contexto, este marco metodológico, a nuestro juicio, debe entender el Derecho
en el contexto de las prácticas sociales que trata de orientar por medio de sus
mecanismos de validación, legitimación o coacción en su caso. Sin embargo, las
prácticas jurídicas en tanto que representan una acción social, no pueden ser
consideradas únicamente desde el punto de vista de su conformidad o no con la validez
y legitimidad definidas por los mecanismos vigentes de producción y mantenimiento del
Derecho. Si las prácticas jurídicas, y los actores que las ejercen se quieren mantener en
un horizonte temporal y material de reproducción a largo plazo, tienen que asumir
2
Cf. Crítica de la razón utópica, ed. Desclée de Brouwer, Bilbao, 2002. Por poner un ejemplo, el suicidio
es una acción posible pero no factible. Su realización cumplida elimina la posibilidad de seguir actuando.
Igualmente suele hablarse de procesos que tendencialmente provocan suicidios colectivos, que pueden
estar promovidos por prácticas sociales válidas, legitimadas y posibilitadas por las distintas esferas o
subsistemas sociales pero que socaban la continuidad de la vida y de la actividad de la humanidad. Hay
posibilidades o modos de realización que cuando se realizan o apropian cierran o impiden el futuro de la
capacidad humana de realizarse y de seguir apropiándose de posibilidades, por ello, pueden cerrar la
historia personal, comunitaria, o incluso social de la humanidad.
3
Un análisis sistemático de esta categoría la he realizado en “El ajuste o desajuste de la prácticas
normativas en Ignacio Ellacuría: hacia una nueva dimensión de lo normativo” en Anuario de Filosofía del
Derecho, Tomo XXVII, 2011, pp. 247-279.

4
reflexivamente las condiciones de posibilidad de su actuar. Ello implica la necesidad de
ir ampliando el círculo de reflexión del espacio de lo jurídico más allá del ámbito de su
validez y en su caso de su legitimidad culturalmente mediada, para conside rarlo también
como posibilitado, en su caso, por las instituciones políticas, por el sistema económico,
por el sistema tecnocientífico de la sociedad en la que se practica (que ya no son
sociedades aisladas sino globalmente interconectadas) y por el conjunto de sus
miembros personalmente considerados que actúan posibilitados por el medioambiente
del que participan.

No se trata sólo de que debamos evaluar la sostenibilidad de las distintas instancias


en función del sector que regulan del Derecho que les asiste. Así podríamos evaluar
parcialmente la sostenibilidad del derecho político, del económico, del tecnológico, el
derecho penal de la sociedad, medioambiental, etc. Si no que dado que cualquier acción
social requiere una posibilitación de todas las instancias (todo el sistema socionatural)
para poder ser ejercidas por los actores, no hay compartimentos estancos o inmunes a la
necesidad de contribuir al sostenimiento sistémico, al menos a medio o largo plazo, por
lo que el ajuste del derecho sostenible en su conjunto viene dado por la so stenibilidad de
sus fragmentos y por la refluencia benefactora entendida en el sentido de poder seguir
actuando, que tuviera en el conjunto o sistema. Ello también exige evaluar la adecuada
prelación o dominancia que ocupen cada subsistema o instancia de ese sistema, en
función de su contribución a la final y primaria sostenibilidad socionatural.

El hecho de que hoy podamos reconocer desde una perspectiva compleja múltiples
instancias que están sosteniendo las prácticas jurídicas, no significa que éstas sirvan
siempre para la reproducción de todas ellas, y en este sentido, de que se hallen
integradas correctamente unas con otras.Antes bien, podemos ir reconociendo cómo
puede haber prácticas jurídicas sostenidas por instancias políticas, económicas,
tecnológicas, sociales o personales desajustadas que pueden generar malestar o el
fracaso de parte de sus subsistemas o del conjunto del sistema en el que se integran las
acciones sociales. Ello implica, desde nuestro presente si queremos asumir nuestra
responsabilidad para posibilitar el futuro, que el criterio de sostenibilidad del derecho se
oriente por el mantenimiento de la capacidad de actuar del conjunto de la humanidad en
la Tierra a largo plazo.

2. La sostenibilidad como e mergente crítico.

5
La sostenibilidad es una idea muy presente en la actualidad. La continua apelación a la
misma es un claro indicio de que experimentamos su ausencia en múltiples
dimensiones. Hay hasta una cierta moda en usarlaadjetivando cualquier campo de
actividad social, así se habla de economía sostenible, finanzas sostenibles, crecimie nto
sostenible, desarrollo sostenible… Ello ha generado un cierto uso ideológico amplio e
indiscriminado, a pesar de que empezó al final de la década de los 80 sobre todo a partir
del Informe Brundtland (1987) a emplearse como concepto crítico con el modelo
económico, social y cultural globalizado por el proceso de modernización del mundo
occidental y proyectado también en los contextos no occidentales. Frente al utopismo
moderno que persigue y cree en un progreso y crecimiento ilimitado, el Informe al Club
de Roma sobre los límites del crecimiento (1972) supuso una confirmación del despertar
de la conciencia crítica sobre los límites materiales de la actividad humana sobre la
Tierra y con ello abrió el caminos a la idea de sostenibilidad o sustentabilidad como
criterio para la evaluación y revisión de las actividades e instituciones humanas. Esta
perspectiva permitía empezar a reconocer la imperfección del sistema de desarrollo
occidental, y por tanto, suponía considerarlo como modelo que tenía un déficit de
racionalidad, por cuanto debía introducir en su planificación dos variables hasta ahora
no consideradas relevantes. En primer lugar, frente a la naturaleza como fuente ilimitada
para los procesos productivos, se debía pasar a considerarla como un “proveedor” de
recursos limitados, y con ello, la cuestión de la escasez se amplía desde el espacio social
del mercado, hasta incluir al entorno natural. La naturaleza no podía considerarse ya
como una despensa natural siempre disponible para un aprovechamiento ilimitado. En
segundo lugar, aparece también la idea de que la “salud” del medio ambiente puede
afectar también a la salud y a las condiciones de vida de los seres humanos. Es decir, el
bienestar o malestar del ser humano es visto ahora como una variable directamente
dependiente del bienestar o malestar del medio natural. La vida del ser humano está
integrada en un circuito natural que condiciona y posibilita su propia vida. La diferencia
“ontológica” con el resto de seres existentes en el mundo físico no le salva de esta
dependencia.
Ello implicaba que si la actividad humana productivaquería ser racional tendría
que preguntarse si los efectos de la misma sobre el medio natural son sostenibles, y ello
se verifica desde dos criterios; primero, si son procesos renovables, es decir, si no
suponen un agotamiento de los recursos; y segundo, si no rompen el equilibrio

6
medioambiental con desórdenes que terminen afectando negativamente a las
condiciones de vida humana.
Sin embargo, dada su fuerza persuasiva y actualidad de la idea de sostenibilidad ha sido
también reorientado ideológicamente, “ideologizado” en sentido marxiano, para ser
empleado al servicio de la legitimación de prácticas y modelos que entran en
contradicción con la idea crítica de sostenibilidad, siendo así sobre todo reconducida a
presentarse como un objetivo económico, entend iendo que un sistema económico está
bien orientado y fundamentado cuando puede crecer de forma “sostenida”. Si la idea
crítica de sostenibilidad, obliga a una cambio de paradigma; este uso ideológico permite
un uso subparadigmático del concepto perdiendo la energía transformadora frente al
modelo vigente.

Así por ejemplo, cuando se evalúa por los especialistas de los organismos económicos
el funcionamiento del sistema económico de un país o de una región, lo principal a
contrastar es si sufre o no estancamiento o retroceso. La prueba de la bondad de
cualquier economía es que su balance macroeconómico anual supere al anterior. Una
buena economía es aquella que crece, año tras año, de forma sostenida. Y su estado es
óptimo, si crece más que otras economías y es previsible que ese crecimiento siga
siendo sostenido. Pero esta idea de sostenibilidad implícita en este tipo de juicio
económico es meramente “interna”, es decir, no tiene en cuenta el entorno “externo”.
Las llamadas “externalidades” de un proceso económico tales como el deterioro
medioambiental o la generación de exclusión social, tienen este carácter porque aunque
estos procesos materialmente operen a partir de la naturaleza y de los seres humanos, la
incidencia negativa sobre los mismos es un efecto no intencional. Es decir, la lógica
actual del sistema económico hace abstracción de esos condicionamientos materiales y
sociales operando intencionalmente al margen de ellos. La racionalización del
comportamiento económico consiste justamente en tratar de optimizar los resultados en
sí mismos. Por ello, la racionalidad de un comportamiento económico no se juzga por
su sostenibilidad sistémica, sino por el éxito de sus acciones o s ubsistema,
fragmentariamente considerados.

Sin embargo, el emplazamiento al que nos confronta el criterio de la sostenibilidad en


sentido crítico no ideologizado, tiene un alcance sistémico o civilizatorio: si el modelo
material o económico sobre el que se sustenta el resto de actividades humanas no es
sostenible tampoco es sostenible el sistema cultural, político y social que lo inspira y

7
posibilita. Es decir, la no sostenibilidad del conjunto implica una estricta crisis
civilizatoria, y con ello, surge el imperativo de la transformación de la civilización que
vivimos para que podamos seguir viviendo en el futuro.

Ignacio Ellacuría ya hizo es diagnóstico holístico del nuestra civilización en los años 80
del siglo XX:

“[L]a oferta de humanización y de libertad que hacen los países ricos a los países
pobres no es universalizable y, consiguientemente, no es humana, ni siquiera para
quienes la ofrecen. El agudo planteamiento de Kant podría aplicarse a este problema:

Obra de tal modo, que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre, al mismo
tiempo, como principio de una legislación universal 4 .

Si el comportamiento y aun el ideal de unos pocos no puede convertirse en


comportamiento y en realidad de la mayor parte de la humanidad, no puede decirse que
ese comportamiento y ese ideal sean morales y, ni siquiera, humanos; cuánto más, si el
disfrute de unos pocos se hace a costa de la privación de los más. En nuestro caso el
ideal práctico de la civilización occidental no es universalizable, ni siquiera
materialmente, por cuando no hay recursos materiales en la tierra para que todos los
países alcanzaran el mismo nivel de producción y de consumo, usufructuado hoy por los
países llamados ricos, cuya población no alcanza el 25 % de la humanidad”5 .

Por todo ello, este concepto emergente es el correlato de un problema real, no ideal.
Bybee (1991) habló de una situación de “emergencia planetaria”, como situación
insostenible que amenaza gravemente el futuro de la humanidad. En este contexto real
es donde hay situar esta idea, según él, como “la idea unificadora más necesaria en este
momento de la historia de la humanidad”6 . Y es unificadora, a mi juicio, porque permite
y exige un aumento de la reflexividad del ser humano y de la sociedad sobre su
actividad. Ello implica el paso de una reflexividad en sentido moderno centrada en el

4
I. Kant, Crítica de la razón práctica, Madrid, 1975, p. 50.
5
“Utopía y profetismo desde América Latina. Un ensayo concreto de soteriología histórica” en La lucha
por la justicia. Selección de textos de Ignacio Ellacuría (1969-1989). Juan Antonio Senent (ed.), p. 414.
6
Bybee, R. W, “Planet Earth in crisis: how should science educators
respond?”TheAmericanBiologyTeacher, 53 (3),146-153. Cita tomada de VILCHES, A., GIL PÉRE Z, D.,
TOSCA NO, J. C. y MACÍAS, O. (2012). «La sostenibilidad o sustentabilidad como [r]evolución
cultural, tecnocientífica y política». OEI. ISBN 978 -84-7666-213-7 [Fecha de consulta: 5/09/12].
http://www.oei.es/decada/accion.php?accion=000.

8
sujeto del conocimiento, o en la dialéctica sujeto-objeto, a una reflexividad contextual y
posmoderna 7 que busca ir rehaciendo el camino de la reintegración cultural de lo que es
estructuralmente respectivo y por consiguiente interdependiente. Por ello, se trata de ir
conociendo y encargándose de asumir el cuidado del contexto de su actuar, de las
condiciones de posibilidad de las acciones sociales para ir haciéndose como humanidad
viable y ajustada. Por ello, este modo de reflexividad en la línea propuesta por a utores
como Franz Hinkelammert, es una vuelta lúcida y despierta hacia la propia humanidad
que se descubre atravesada y constituida por una red de relaciones posibilitantes. Por
ello, no puede afirmarse ni realizarse en oposición a lo real ni a las otras subjetividades,
sino que descubre que ”yo soy si tú eres” 8 , donde ese “tú” incluye tanto al conjunto de
la humanidad presente y futura como al conjunto de la naturaleza. Por el contrario, la
ruptura de la interdependencia posibilitante y la afirmación unilateral a costa de la
destrucción o malestar de los otros y de la naturaleza, es en última instancia un modo de
empobrecimiento, deshumanización y de suicidio. Por ello, el despotismo que rompe la
coexistencia y la vida en común para afirmar una particular unidad o un conjunto social,
o incluso una única especie, como centro único de valor, de respeto, de intereses y
derechos, define lo esencial de los modos de vida insostenibles que generan dinámicas
de ruptura de la solidaridad tanto al interior del género humano como hacia la Tierra en
la que coexiste.

Por ello, la actividad humana no puede ser ejercida de modo solipsista validándose o
legitimándose por la persecución de diversos fines en cuanto internamente queridos o
elegidos.En este sentido, tiene que confrontar la corrección de lo decidido o realizado
con sus efectos en el mundo, ya quepuede producir consecuencias dañosas, no previstas
o inesperadas que trascienden a la propia actividad en cuanto realización del fin
buscado. Así, los efectos reales de nuestras acciones en el mundo, cuando empiezan a
ser conocidos y previstos obligan a una revisión de la propia actividad humana en el
mundo: surge la pregunta por la condiciones de posibilidad que sostienen la acción
humana, y cómo una acción humana razonable tiene que asumir las “condiciones
externas” de la acción humana, no sólo tiene preguntarse y decidir los fines que
perseguirá y los medios que empleará sino que tiene que hacerse viable o sostenible en
7
Entendiendo aquí la condición “posmoderna” en el sentido del intento de superación de las rupturas
fundantes de la modernidad hegemónica entre la propia humanidad (que es dividida entre individuos y
naciones civilizadas frente a sujetos y pueblos des -humanizados como bárbaros o salvajes) y entre lo
humano y naturaleza que lo constituye.
8
Cf. Solidaridad o suicidio colectivo, Ed. Universidad de Granada, Granada, 2005.

9
el conjunto de la realidad para actuar y poder seguir actuando en el futuro. Pasamos así
del clásico “conatus esse conservandi” de Spinoza 9 , de la persecución de la
conservación del ser; al “conatus faciendum conservandi in mundus”: al intento de
conservación y posibilitación del hacer y del hacer-se en el mundo. Por tanto, de la
simple lucha por la supervivencia ontológica individual (o de grupo, clase, nación,
bloque geoestratégico, de especie…), a la lucha porla supervivencia dinámica e
integrada. Por ello, no sólo hay un descubrimiento, o mejor, una actualización de la
procesualidad dinámica del ser humano y de la humanidad real en la que participa, sino
una actualización de su apertura e instalación posibilitante en el mundo de modo
interdependiente.

3. Excurso sobre la provocación de la reflexividad en la teoría jurídica


moderna: la cuestión del Sábado y la superación del universo
autopoiético de la ley.

En la teoría jurídica contemporánea las discusiones sobre la ley giran sobre todo a partir
de las posibles relaciones, conflictos, o en su caso de la posible identidad, entre dos
dimensiones fundamentales: de un lado, la validez de la ley; y del otro, la legitimidad o
justicia de la ley. Las discusiones entre las d iversas posiciones del positivismo jurídico
y las diversas posiciones iusnaturalistas, recaen fundamentalmente en torno al par
validez/legitimidad de la ley. Las dimensiones fundamentales de la ley son esas 10 , y
sobre ellas debe girar el universo de la ley. Este universo autocentrado en la
Modernidad (la fuerza de la ley, de un lado o la ley racional en su versión integradora de
la legimitidad) en última instancia se pretende que reposa en sí mismo. Los seres
humanos y las sociedades son vistos como piezas de ese mundo que los totaliza, al igual
que la naturaleza externa.

Sin embargo, hay otras discusiones sobre las dimensiones de la ley que puede
tener su proyección en la teoría jurídica, por parte de algunos autores que tratan de
pensar críticamente los fenómenos jurídicos desde el contexto latinoamericano en las

9
Cf. Dussel, E., Hacia una filosofía política crítica, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2002, pp. 171-181.
10
Otros aspectos materiales de esas dos dimensiones pueden ser considerados como
manifestaciones empíricas de éstas, y en este sentido como algo derivado de ellas, aunque no
en un sentido causal sino como sus supuestos. Junto a la legitimidad, estarían los procesos de
legitimación del derecho, y junto a la validez, están los procesos de eficacia material de las
normas, lo que en última instancia dotaría de existencia a las normas (aunque esa existencia
tuviera su primera instancia en otro “lugar”).

10
últimas décadas, y que introducen nuevos elementos analíticos y conceptuales que
permiten, a mi juicio, ampliar la discusión sobre las dimensiones de la ley, y con ello,
dar paso a unareconceptualización crítica y ampliada de la ley. Es el caso, por ejemplo
de Franz Hinkelammert, Enrique Dussel o Ignacio Ellacuría. En este momento,
simplemente trataremos de plantear, a partir del primero de estos autores, un problema
bosquejado en su libro El grito del sujeto11 .

Si tomamos en serio la afirmación de Jesús frente a los fariseos en el contexto de


su crítica a la ley, habría que reformular la teoría jurídica común, porque desde ella no
puede ser inteligible: “¿No es Moisés el que os dio la Ley? Y ninguno de vosotros
cumple la Ley” (Jn. 7, 19).

Los fariseos se decían fieles servidores de la ley, por tanto reconocían su


“validez” y la acataban y cumplían. También defendían la santidad y la justicia de la
Ley de Moisés, hoy diríamos que para ellos era una ley absolutamente “legítima”. Éstos
imputaban a Jesús, su violación, haber roto la validez de la ley del Sábado por haber
curado a un hombre en Sábado. También el haber tratado de deslegitimarla.

Sin embargo, Jesús pretende a su vez ser auténtico cumplidor de la ley de


Moisés, la cual la consideraría, por decirlo con nuestros términos, “válida” y “legítima”.
Es más, él se presenta no como quien pretende abolir la ley, sino como su cumplidor y
“perfeccionador”. Aquí no hay en primer término un problema de reforma del Derecho,
es decir, de la diacronía de la ley, el de una ley mejor que sustituya a la previa con
contenidos más emancipadores; sino de sincronía de la ley, no de cambios de leyes sino
de habérselas con las leyes en ese momento existentes que están operando ya y
sometiendo el mundo de las interacciones humanas. Ello implica, que hay un conflicto
de fondo entre dos visiones del Derecho, entre dos “teorías”, no elaboradas, pero sí
presentes de alguna manera en sus juicios.

Jesús transgrede la ley de Sábado, y viola su tenor literal y la interpretación que


de la misma hacen sus administradores. Pero sin embargo, Jesús violando esta ley, no se
reputa a sí mismo ni como delincuente, ni como hoy podríamos pens ar “desobediente
civil” (quien viola una ley injusta a sabiendas y públicamente para que en el futuro esa

11
Franz J. Hinkelammert, El grito del sujeto. Del teatro-mundo del evangelio de Juan al perro-mundo de
la globalización, ed. DEI, San José, 1998. Un desarrollo de esta perspectiva la elaboré en “Sujeto libre
ante la Ley. Contexto actual y posibilidad de recuperaci ón” en VV. AA., Teoría Crítica dos Direitos
Humanos no Seculo XXI, ediPUCRS, Por to Alegr e, 2008., pp. 69-97.

11
ley sea derogada y cambiada por otra que incorpore los aspectos reivindicados). Sin
embargo, para Jesús los que guardan su validez y legitimidad son s us incumplidores. Él
se entiende a sí mismo como su perfeccionador. Pero para ello, establece el juicio de
reflexividad sobre la ley, que supone un discernimiento para otro tipo de cumplimiento.
Para ello, rompe el universo autopoiético de la ley, descentrándolo a favor del universo
de los seres humanos concretos y del pueblo. Para poder “cumplir” en un sentido nuevo,
no en un cumplimiento literal, ritual y mortal de la ley es necesaria otra relación con la
ley, donde la ley no sea un ídolo violento sino un instrumento al servicio de aquellos.

Como señala Hinkelammert en este contexto, “la ley es para la vida, en


consecuencia hay que suspenderla para que sirva la vida” 12 . Ahora bien, insistimos en
que esta suspensión no supone para Jesús una pretensión de anulación o de derogación
formal, en suma de cuestionamiento de su validez, ni tampoco de su legitimidad. Ello
implica, para no ser autocontradictorio en su posición, otra idea de validez, y otra idea
de legitimidad.

Si teorizamos esta perspectiva, diríamos que hay dos dimensiones de la ley no


presentes en la teoría hegemónica, que podríamos denominar, una primera de
“factibilidad social”, y una segunda de “factibilidad personal” 13 .

Jesús interpela la aplicación de la ley que supone un yugo insoportable para el


pueblo. Para Jesús no puede haber un cumplimiento de la ley que respete a los seres
humanos, si es a costa del malestar y de la vida del pueblo en el que opera. Hoy
podríamos ver ese juicio de factibilidad social 14 , por ejemplo, con respecto al
cumplimiento de las leyes que obligan al pago de las deudas externas.

12
Ib., p. 36.
13
En estas instancias materiales, el pueblo y sus miembros o cualquier persona está ya
implicada la dimensión ecológica. En la antropología judía, y la que defiende y vive Jesús, el
sujeto no es mero “espíritu”, sino carne espiritual. Pero sin carne, si perdemos el cuerpo, se
produce la muerte “del todo”. Por ello, la resurrección es resurrección de la carne o no hay
verdadera resurrección; no es pervivencia fantasmagórica del espíritu ad eternitatem. Por
tanto, la persona y el pueblo, tienen una dimensión corporal y natural que si se desatiende
lleva al fracaso al ser humano, y por tanto, a la muerte.
14
La estabilidad y subsistencia, es decir, la factibilidad de un sistema político está también
tensionada, condicionada y posibilitada en su caso por la propia factibilidad del conjunto
social. La factibilidad social no se plantea con ello como a-política. Pero dicho sea de paso,
tampoco la factibilidad personal está ajena al campo de la factibilidad política, pudiendo, en
ocasiones cuestionar un sacrificio personal la aceptación de una instancia política.

12
Pero también, asume el punto de vista de la “factibilidad personal”. Aunque sólo
sea un ser humano particular el sometido, y por tanto su vida sea impedida con ocasión
de la ley, esta debe ser suspendida. Jesús cura a un enfermo en Sábado transgrediendo
esa ley pero pretendiendo que con ello le hace su auténtico reconocimiento (a la ley)
como posible instrumento de humanización.

Ahora bien, si la visión de Jesús es consistente, estos otros momentos o


dimensiones de la ley que surgen a partir del discernimiento y por tanto de la relación
libre frente a la ley, y partiendo de su propio juicio (y continuando esa lógica implícita
en la situación práctica descrita), tienen que estar integrados sistemáticamente unos con
otros. Podríamos así considerar desde esta perspectiva:

1Validez 2Legitimidad 3Factibilidad social 4Factibilidad personal 15

En este contexto, desde el juicio de reflexividad unos niveles perfeccionan a los


anteriores, sin derogarlos sino integrándolos en una unidad más compleja, en un
universo plural anclado en un horizonte a servicio de los seres humanos.

No se trata por ello, meramente de una apelación al sentido de la ley, aunque lo


incluye (lo cual podría entenderse como una interpretación teleológica), o del
reconocimiento de un principio jurídico que cambie el sentido de la aplicación de una
norma (principios jurídicos vs. normas), ni de un juicio moral externo al derecho que lo
desacredita y propugna por su sustitución, sino en última instancia de tomar las leyes
como supeditadas al proceso de reproducción de la sociedad y de sus integrantes; y por
ello que el juicio de validez y en su caso de legitimidad, integre los otros momentos de
factibilidad social y personal.

Si se toman como niveles integrables, entonces surge otra idea de validez donde
ésta se “perfecciona” desde el nivel 2, 3 y 4 16 . Si la ley se aplica sólo desde los niveles 1

15
Hay que hablar en este contexto de otra dimensión de “factibilidad ecológica” resul tante de
un sistema jurídico y social, pero dejamos esto lo trataremos en los siguientes apartados. Ya
hemos apuntado antes que lo ecológico está ya implicado desde la dimensión corporal y
natural de los sujetos.
16
Desde la perspectiva contraria, pueden darse a su vez esquemas de la legalidad que
prescindan de una o varias dimensiones. Por ejemplo, desde el esquema de legalidad que
postula el realismo político (por ejemplo, en Caifás), se prescinde del nivel de factibilidad
personal para pretender asegurar la factibilidad política y social y la continuidad de la ley y la
institución (“Conviene que un hombre muera para que el pueblo viva”). Un sistema de

13
y 2, pueden ocasionar el fracaso de la vida colectiva y personal. Dada una ley vigente y
legítima, como las que obligan al pago de las deudas, si no se toman en consideración
los niveles 3 y 4, ésta deja de “servir”. El grado de bien común habría que considerarlo
en relación a la integración de los niveles 3 y 4 en el universo legal- institucional que
pretende girar exclusivamente alrededor de los niveles 1 y 2. O dicho de otra manera, el
centro de gravedad de una sociedad en donde reinara el bien común, como bien de todos
y del todo, se asienta sobre la potenciación de la factibilidad social y personal que aspira
a la utopía de una sociedad en la que quepan todos, y tengan vida en abundancia. Ello
supone otra prelación dominancia de las instancias implicadas. En la visión farisaica la
dominancia debe estar en la instancia de ley, aunque ello produzca la destrucción de la
vida de la persona. Desde la perspectiva de Jesús se reorienta esa prelación para ponerla
al servicio de la sociedad y de las personas.

Si los niveles están desintegrados se da lugar a diversas formas de despotismos y


de totalitarismos.

4. Del Derecho de la sostenibilidad ambiental al Derecho sostenible: hacia


un cambio civilizatorio

La emergencia de la conciencia de la crisis ecológica como resultado del modelo de


desarrollo moderno de la actividad humana, implica la amenaza de la continuidad de la
vida humana en la Tierra. Ello está provocando un intento de reajuste del modelo que ha
conducido a la producción en las últimas décadas de un derecho específico, el derecho
ambiental o de la sostenibilidad. Este derecho trata de proveer de normas e instituciones
específicas para proteger el medioambiente del impacto negativo que las dive rsas
actividades humanas pueden tener sobre el medio natural y así preservarlo para las
presentes y futuras generaciones. Ello ha producido un cuerpo complejo y muy
especializado de regulaciones que se integran prácticamente en todos los sectores de los
sistemas jurídicos occidentales; así en el Derecho Internacional, en el Derecho
Constitucional, el Derecho Administrativo, el Derecho Penal, el Derecho Procesal, en el
Derecho Privado… En esta línea, también está surgiendo una jurisprudencia ambiental,
que establece un cuerpo de doctrinal y de principios que profundizan y armonizan estos
sectores jurídicos; así como un cuerpo de especialistas en los diversos sectores del

legalidad como el nazi, se desentiende de la factibilidad personal, social y de la legitimidad (o


la subsume en la validez).

14
Derecho Ambiental; y cómo no, una especialización de los profesores de Derecho en
este campo que se visualiza en la creciente oferta académica de cursos sobre el mismo.

Todo ello representa un fenómeno creciente en los sistemas jurídicos actuales, pero sin
embargo, a mi juicio, no se trata de un mero crecimiento de un nuevo campo jurídico,
inexistente anteriormente en la historia del Derecho en la Modernidad; sino que se
puede interpretar como el inicio de un proceso a medio y largo plazo que es expresión
de un cambio más profundo de carácter civilizatorio y por tanto integral y holístico, que
supone unas nuevas bases para la autocomprensión de la actividad humana en el mundo,
y por ello, un profundo cambio con respecto a la comprensión del Derecho en la
Modernidad. Por ello, la sostenibilidad no puede ser entendida meramente como un
nuevo contenido del derecho que se agota en una región concreta del mismo, sino que
hay dar un salto reflexivo para poder llegar a entenderla en última instancia como una
cualidad necesaria y posible del sistema jurídico y de cualquiera de sus elementos para
posibilitar la continuidad de la actividad humana, pudiendo así trascender del mero
Derecho de la sostenibilidad al Derecho sostenible o factible, informando cualquier
práctica jurídica.

El Derecho ambiental que se está desarrollando específicamente en cada uno de los


sectores jurídicos trata de hacer compatible y viable la actividad humana con la
continuidad saludable del medio natural; el Derecho sostenible (del cual el Derecho
Ambiental podría ser un fragmento) trataría de hacer viable y sostenible el sistema
cultural, político, social, a los miembros de las sociedades y al medio natural en el que
se desenvuelve la actividad humana. Si el derecho regula la acción humana, tiene que
incorporar la reflexividad necesaria para posibilitar tanto la continuidad del sistema
jurídico como de la acción humana que pretende orientar y garantizar.

Pero así como se está dando un cierto de proceso de reajuste en las instituciones
centrales del derecho moderno, que sin embargo no parece que alcance suficiente éxito
para contrarrestar los efectos adversos del actual proceso de desarrollo de la actividad
humana a nivel global; a su vez, se dan otros procesos que implican también una lucha
por la sostenibilidad global desde sistemas jurídicos tradicionales que parten de otros
supuestos culturales en línea con la integración y respeto a la interdependencia
socionatural desde las sabidurías tradicionales que tratan de articular un paradigma de
“buen vivir”, como alternativa al esquema desintegrado de desarrollo moderno. Ello

15
está generando un tiempo nuevo en el constitucionalismo latinoamericano, al ser
incorporadas ahora estas tradiciones culturales al interior de los sistemas jurídicos
vigentes, cuando habían sido secularmente marginadas en sus propias sociedades
originarias por la implantación de un derecho moderno colonial, como puede el caso de
Bolivia o Ecuador 17 . Cabe también señalar la reciente propuesta de “Declaración
Universal del Bien Común de la Humanidad” 18 . Esta se articula en el plano de actores y
movimientos sociales que buscan tener una incidencia global en la denuncia y
transformación del sistema jurídico moderno y capitalista en cuanto es experimentado
como negación de otros modos de definición jurídica de los pueblos colonizados,
socialmente inequitativo y ecológicamente insostenible. En este sentido, cabe destacar
la propuesta como parte de un amplio proceso social de recuperación y reivindicación
de bienes comunes de los pueblos y de la humanidad en crisis ante el proceso de
mercantilización y apropiación exclusivista de los mismos. En esta línea, se recupera
también como ideal integrador la idea de Bien Común 19 , de una larga tradición cultural
e histórica pero finalmente marginada por la modernidad liberal, entendiendo ahora este
bien común a la altura del proceso de unificación de relaciones fácticas entre los
pueblos de la humanidad.

Se trata de procesos que pueden y deben ser tenidos en cuenta ya que ayudan a
conformar un cambio paradigmático en la idea e ideal del derecho.

5. Sostenibilidad jurídica

La pretensión de alcanzar la sostenibilidad jurídica no es algo evidente en todos los


momentos de la historia, y mucho menos en la historia de la Modernidad; sino una
17
Sobre este proceso, cabe destacar: Gudynas, Eduardo, El mandato ecológico. Derechos de la
naturaleza y políticas ambientales en la nueva Constitución, Ed. Abya-Yala. Universidad Politécnica
Salesiana, Quito, 2009; Medici, Alejandro, La constitución horizontal. Teo ría constitu cional y giro
decolonial, Pról. Sánchez Rubio, David, ed. Centro de Estudios Jurídicos y Sociales Mispat, A. C. y
Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis de Potosí, 2012; Martínez de Bringas,
Asier, “ Naturaleza de la(s) autonomía(s) indígena(s) en el marco de la Constitución boliviana. Una
reflexión sobre el contenido de los derechos indígenas” en REDHES. Revista de Derechos Hu manos y
Estudios Sociales, Año III, nº 6, Julio-Diciembre 2011.
18
Presentada en proyecto en el Foro Mundial de Alternativas a las organizaciones presentes en la
“Cumbr e de los pueblos” de Río de Janeiroen junio de 2012, y como propuesta en el Foro Social Mundial
de Túnez de marzo de 2013. Está recogida en VV. AA., Derechos y bien común frente al despojo.
Afrontado retrocesos, recobrando perspectivas, ed. Mundubat, Bilbao, 2013, pp. 225-239.
19
En las últimas décadas diversas autores críticos han tratado de recuperar esta necesaria referencia. En
los últimos años, cabe destacar los aportes en esta línea de François Houtart, El camino a la utopía y el
bien común de la humanidad, Ruth Casa Editorial, La Paz, Bolivia, 2011; Houtart, François, De los Bienes
Comunes al Bien Común de la Humanidad, Ruth, Panamá, 2012; y Birgit Daiber y François Houtart, Un
paradigma poscapitalista: el Bien Co mún de la Humanidad, Ruth Casa Editorial, Panamá, 2012.

16
cualidad del sistema de orientaciones normativas de un sistema social que surge de la
necesidad de hacerse cargo del cuidado de las condiciones de posibilidad de la vida
humana. Puede surgir ahora, por un aumento de la reflexividad como respuesta ante la
crisis ecológica de la actividad humana en la Tierra. No basta ya que el hacer humano
esté validado jurídicamente, legitimado culturalmente, políticamente respaldado,
tecnológicamenteposibilitado, socialmente reproducido sino que surge el
cuestionamiento añadido por su sostenibilidad sistémica final, y que ésta sólo se alcanza
si incluye finalmente su sostenibilidad ecológica 20 .

Por ello, si bien no se trata ahora de elaborar una teoría social, sí podemos tratar de
reconocer o tematizar, aun en sus rasgos más globales las dimensiones o niveles de la
sostenibilidad jurídica que, en su caso, incorporarían de modo integrador y sucesivo las
siguientes dimensiones: dimensión de validez (1); de justicia, razonabilidad o de
legitimación según el sistema cultural (2); de sostenibilidad política (3), ya que la
práctica del Derecho está sostenida por las instituciones que respaldan y mantienen su
vigencia. Pero las instituciones que sirven al Derecho con su poder, no son última
instancia de éste (aunque desde el positivismo imperativista de corte hobbesiano o
austiniano, y desde el realismo político cínico se prete nda que son última instancia del
derecho); sostenibilidad del subsistema económico (4) que permite una cierta
satisfacción de necesidades e intercambios materiales operados entre los miembros de la
sociedad; posibilitado por la tecnología y conocimientos disponiblesque operan para el
manejo del entorno humano y aun incluso con el propósito de manejo de la propia
humanidad(5);estas instancias señaladas son las condiciones de posibilidad del
mantenimiento en su casodel sistema social (6): el derecho válido se sostiene por su
fuerza legal u obligatoria, por las justificaciones mediante las cuales el derecho válido
tiene “sentido y es respetado por su valor”, pero a su vez, por las instituciones políticas
o instancias centralizadoras de la definición de lo jurídico y de su mantenimiento ante la
sociedad y mediante el mantenimiento de la vida de los operadores jurídicos a través del
subsistema económico y tecnocientífico. Sin embargo, ni la institucionalidad política ni
el subsistema económico o el tecnocientífico pueden erigirse en instancias centrales ya
que se encuentran en un medio social. Las instituciones se dana partir de lo social y
para lo social, por ello pueden ser trascendidas, reguladas y posibilitadas por lo social,
aun cuando sabemos que esto no está asegurado de antemano y por tanto la situación

20
Después expresaremos esta nueva perspectiva de modo gráfico.

17
puede ser la inversa. Ahora bien, el sistema social no es última instancia de lo humano,
la “totalidad” social puede ser en su caso “sostenible” prescindiendo de la
posibilitación de la vida de parte de sus miembros o de las personas que participan de la
relación social, y en ese sentido, hacerse parcialmente “totalitaria”. Por ello, es
necesario incluir expresamente la dimensión de la sostenibilidad personal (7): un
sistema social sería sostenible cuando posibilita materialmente la reproducción del
mismo a largo plazo, pero esta sostenibilidad social está tensionada por los miembros o
personas que participan en una interacción social, cuando sus miembros pueden
mantener su vida larga digna gracias al sistema de condiciones de posibilidad de la vida
humana personal (dimensiones de la sostenibilidad) entonces se daría la sostenibilidad
personal posibilitada jurídicamente por el disfrute de derechos humanos
universalizables.

Todas esas dimensiones serían a su vez posibilitadas, en su caso, por la sostenibilidad


ecológica (8). Un sistema integrado de Derecho sostenible es aquel que se sitúa
idealmente en la intersección de todos los niveles con el nivel 8. Implica así asumir el
principio de reflexividad en un grado superior, pues no es posible un mundo humano de
prácticas sociales desintegrado ambientalmente y no posibilitado por el medio natural.
Por ello, estos niveles de la sostenibilidad “humanos”, no son autosuficientes, s ino que
están sostenidos. Ello supone un replanteamiento radical de la antropología moderna, en
cuanto a su carácter activista, autorreferencial, y pretendidamente desvinculado del
mundo. La sostenibilidad es una tarea humanade cuidado de la vida común, pero que en
última instancia, está atravesada por la pasividad que le otorga su propio estar y su ser,
y tiene que renunciar a una cierta pretensión de omnipotencia en cuanto a que en su
constitución radical la vida es dada, es don, y somos sostenidos por la totalidad de lo
real.

Pero a su vez, esta intersección posibilitante o no en la instancia material, donde se


inserta a su vez la acción tecnocientífica humana (y económica)está mediada
culturalmente.El ser humano no es sólo un ser natural que necesita y depende para su
salud del medio ambiente “adecuado o saludable” para su vida, sino que la actividad
humana consiste también en intervenir en el medio natural para atender a sus
necesidades y sueños. Y esto mismo, es lo queexige además unareflexión sobre los
límites de la actividad humana en el medio que pretende dominar. Frente al utopismo
moderno del progreso infinito del conocimiento y de la técnica, que busca

18
incasablemente la superación de los límites físicos y naturales de la actividad humana;
el reconocimiento de los límites, también tecnocientíficos de la acción humana, implica
el imperativo de reorientar reflexivamente la acción transformadora del mundo natural
por el mundo humano buscando la sostenibilidad e integración de ambos mundos, y por
tanto orientando reflexivamente la tecnociencia y la economía hacia este objetivo. Esta
praxis técnica y económica sobre lo natural, mediada por los propios supuestos
culturales 21 , implica también la necesidad de cuestionar las opciones culturales y
antropológicas que se definieron en la constitución del mundo moderno que nos ha
situado en una profunda crisis de sostenibilidad de la actividad humana en la Tierra.
Para ello, podemos y debemos realizar un diálogo intercultural donde otras tradiciones
culturales y espirituales, occidentales y no occidentales, que nos permiten acceder a
reconstruir normativamente el sistema de derechos y deberes humanos en búsqueda de
una mejor intelección y respuesta de los diversos sistemas normativos que orientan y
legitiman los comportamientos sociales.

Hay que indicar que la sostenibilidad en términos de la acción humana, en sentido


estricto, constituye una referencia utópica, y como tal sólo puede haber aproximaciones
de los proyectos que surgen para realización. Esta es la funcionalidad de la referencia
utópica en relación con las prácticas sociales, pues les muestra una orientación. La
sostenibilidad en su caso se alcanza siempre provisionalmente, de este modo puede y
debe darse una lucha por alcanzarla, que no es otra cosa que poder seguir actuando en el
tiempo. El disfrute provisional de la sostenibilidad implica que se ha expulsado
temporalmente la muerte, o lo que es lo mismo, que se puede seguir disfrutando de la
capacidad de actuar. En este sentido, lo que limita la sostenibilidad es la muerte
inducida humanamente(o “naturalmente”),y su disfrute su superación temporal. Por ello,
la viabilidad sistémica, la vida personal, colectiva y social, permitir o posibilitar la vida
de las próximas generaciones son conquistas parciales frente a la amenaza constante del
colapso y la muerte.

Una sociedad puede guiarse por el criterio de vida, buscando reflexivamente aquellos
comportamientos y mediaciones que la mantienen o puede guiarse por prácticas y
21
En esta línea, creo muy enriquecedor la crítica intercultural de la sostenibilidad entendida al interior
del mundo moderno realizada por Raúl Fornet-Betancourt: “¿Es la sostenibilidad una perspectiva
interculturalmente sostenible? Elementos para una crítica de un concepto bien intencionado pero
insuficiente” en Revista Pasos, nº 129, Segunda época, 2007. Enero-Febrero.
Aquí entendemos la sostenibilidad en la línea de las reconstrucciones posmodernas frente al “progreso
moderno”.

19
modelos que llevan al colapso o al suicidio colectivo, a la muerte. Son opciones
colectivas y no hay ninguna “necesidad” de una u otra orientación. Actualmente,
solemos afirmar nuestro “derecho” a seguir por este camino de desarrollo no
sustentable. Estamos en nuestro “derecho” de suicidarnos, pero como recordaba
Wittgenstein, si el suicidio está permitido, entonces todo está permitido; o dicho de otro
modo, si desaparece el juicio sobre la realidad, nuestro pretendido derecho es
perfectamente nihilista. Y entonces, nuestro “derecho” se convierte en el “derecho de un
club de suicidas”, como señalaba Herbert Hart 22 , siendo como tal perfectamente
efímero. En este sentido, cabe recordar a Dennis Meadow, el coordinador del Informe al
Club de Romasobre los límites del crecimientocuando respondió a la pregunta de si no
quería hacer hoy un trabajo de importancia parecida: “Suficiente tiempo he tratado de
ser un evangelista global, y he tenido que aprender que no puedo cambiar el mundo.
Además, la humanidad se comporta como un suicida, y no tiene sentido argumentar con
un suicida una vez que ha saltado por la ventana”23 . Según Meadow, estaríamos en un
punto de no retorno, y por tanto, camino de un colapso seguro, ya que la humanidad ha
elegido el camino del suicidio colectivo. Si hemos saltado por la ventana, o estamos
todavía tomando impulso, es una cuestión sobre la que el debate científico no es
unánime. Aunque los pronósticos empeoran a medida en que avanzamos en el proceso
de destrucción 24 socio ambiental. No obstante, el camino de la sostenibilidad, sea a
corto plazo o a largo plazo, siempre es un camino de resistencia y de rebeldía ante la
muerte segura pero incierta en plazo. Por ello, aunque hayamos entrado o vayamos a
entrar en un punto de no retorno de la reparación de los desórdenes medioambientales
provocados por las actividades humanas, la racionalidad de la lucha por la

22
El concepto de Derecho (1961), trad. Genaro Carrió, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, p. 239.
23
Entrevista en Der Spiegel, nº 29/1989, p. 118. Cita tomada de Franz J. Hinkelammert, Crítica de la
razón utópica, ed. Desclée, Bilbao, 2002, p. 290.
24
Sobre estas cuestiones es muy relevanteel nuevo informe al Club de Roma“2052. A Global
ForecastfortheNextFortyYears”, presentado en mayo de 2012 y dirigido por Jorgen Randers, co-autor del
primer informe de 1972. Según este nuevo Informe, la causa fundamental de los problemas futuros es el
horizonte temporal excesivamente corto de los modelos políticos y económicos predominantes. El autor
en la presentación del estudio señaló: “Es poco probable que los gobiernos pasarán las
reglamentaciones necesarias para obligar a los mercados de adjudicar más dinero hacia soluciones más
amigables con el clima. No debemos asumir que los mercados trabajarán para el beneficio de la
humanidad.Ya vivimos de una manera que no se puede continuar por generaciones más sin cambios
fundamentales. La humanidad ha sobreexplotado los recursos de la tierra y en algunos casos vamos a
ver colapsos locales antes de 2052 – estamos emitiendo el doble de CO2 cada año de lo que océanos y
bosques del mundo pueden absorber” (http://cambioclimatico-bolivia.org/pdf/cc-20120521.
Consultado 5-09-2012).

20
sostenibilidad persiste. Es la lucha por la vida y por sus condiciones de posibilidad lo
que impulsa la búsqueda de la sostenibilidad.

5.1.Inte rculturalidad de la sostenibilidad jurídica

Hay que tener en cuenta el carácter unitario pero actualmente en parte dialéctico del
sistema social mundial. Si en última instancia, la interacción social hoy tiene un carácter
planetario o global, ello no obsta a que persistan diversos modos de integración de
grupos sociales fundamentalmente en naciones o estados o incluso desde corporaciones
privadas con mayor poder que muchos pueblos y estados en la actualidad. Al interior de
estas estas sociedades o incluso desde corporaciones puede lucharse, de hecho, por la
supervivencia y el éxito de su bloque o colectivo, aun a costa de una interacción
maléfica o simplemente insolidaria con otros grupos humanos o con la naturaleza. A
partir de esta estrategia, surge un modo de practicar el propio derecho que no tiene en
cuenta su corrección con respecto a los otros afectados por sus prácticas. Así por
ejemplo, los pueden excluir de sus territorios, privar del acceso y decisión sobre sus
recursos naturales, negando para ello su propia capacidad normativa, de invisibilizar su
modo de vivir políticamente, su propia cultura, sus saberes y técnicas y sus medios y
modos de vida, que pueden pasar a ser poblaciones irrelevantes, sin futuro abocadas a la
extinción o a la muerte rápida o lenta, excluidas o explotadas en un intercambio
desigual y neocolonial. Esto nos revela una dimensión transversal de la sostenibilidad
jurídica: su carácter intercultural, entendido en el sentido de que las plurales prácticas
normativas y sus respectivas instituciones y subsistemas tienen, para contribuir a la
sostenibilidad sistémica, que ser universalizables materialmente o al menos, no impedir
otros modos de vida y de practicar el Derecho a otros grupos humanos y sociales, y por
tanto ser respetuosos con los procesos de autodeterminación colectiva de la plural
constitución de la humanidad. Ello implica la necesidad de no impedir la pluralidad
normativa de las sociedades, pero a su vez que este carácter de pluralidad, se articule
normativamente por la convivialidad que genera, tanto a otros pueblos como en cuanto a
la universalidad de sus miembros. Un subsistema jurídico puede ser interculturalmente
denunciado o enjuiciado por el carácter excluyente o imposibilitante de otros modos de
vida, o por la desigualdad de sus propios miembros relegados o excluidos, teniendo en
cuenta que esos otros modos de vida, tienen que ser para pretender legitimidad,
universalizables materialmente y por tanto, tendencialmente compatibles con el respeto
del ejercicio y la continuidad la vida humana y no humana en la Tierra.

21
Los plurales modos de vivir jurídicamente, cuando presentan esta cualidad intercultural
de las prácticas jurídicas y sociales, integrarían el Derecho sostenible de la humanidad.

6. Casos de sistemas normativos insostenibles y representación del


Derecho sostenible

Trataremos ahora de visualizar ahora la figura del Derecho sostenible, complejizando


los niveles identificables e implicados, con un gráfico que permite ubicar en diversos
lugares del mismo las prácticas sociales, según el grado de integración o de
desintegración 25 que presenten. A su vez, hemos de señalar que la disposición que
presenta este gráfico expresa la posibilidad de una creciente integración de las prácticas
en distintos niveles en su caso, tendiendo finalmente a su centro de gravedad en la
intersección de todos los niveles con la sostenibilidad ecológica.Lo describiremos de
modo sucesivo, pues pueden presentarse habitualmente como dimensiones
desconectadas o integradas sólo parcialmente, e incluso con una diversa dominancia o
prelación entre ellas. Hay que tener en cuenta que sólo al final (con todos los niveles
integrados) podría hablarse en sentido estricto de un Derecho sostenible de la
humanidad.Pero antes vamos a considerar antes algunos ejemplos de desintegración de
niveles o de integración parcial, como modo de ir aproximándonos finalmente a la
representación ideal del Derecho sostenible. La fenomenología de las prácticas
normativas humanas es tan amplia como el propio desarrollo de los pueblos de la
humanidad. Aquí tomaremos algunas articulaciones que consideramos hoy centrales por
su impacto en los sistemas jurídicos actuales. Pero estos ejemplos, como decimos,
implican de hecho niveles de integración insuficientes y por tanto so n tendencialmente
insostenibles:

-Nivel 1: Validez o existencia del Derecho. Si se considera como única


instancia, o la instancia central de la vida social, entonces e l derecho válido expresaría
el carácterautopoiético de la ley que hace abstracción de todas sus condiciones de
posibilidad. Es la pretensión de la cultura jurídica del positivismo formalista
morekelseniano, que enlaza con una vieja tradición que defiende la supremacía de la
Ley sobre la vida humana, y que por tanto, está prescindiendo de su contexto

25
Los diversos tipos de desintegración entre niveles presentes podrían representarse también
específicamente, pero no lo haremos en este momento.

22
posibilitante. De esta perspectiva el derecho válido puede tener cualquier contenido 26 , y
por tanto no precisa de incorporar ningún contenido fruto de la reflexión social sobre el
sentido y la función del Derecho. Se tratan así los sistemas jurídicos como si fuera
universos autoreferenciales y autosostenidos 27 .

-Nivel 1 y 2. Derecho válido (1) y además en su caso legitimado (2). También


puede concebirse, como en el derecho moderno, que lo central para las prácticas
jurídicas sea su existencia o validez y su legitimidad o racionalidad. Dado un derecho
válido y racional, puede pretender que opera y está más allá tanto de la sociedad, de sus
miembros, o de su propia factibilidad material. Por ello, si sólo se consideran estas dos
dimensiones de validez y legitimidad puede ser insostenible si se atiene únicamente a
ellas. Pongamos un ejemplo: si el pago de las deudas externas es una obligación legal y
además hay buenas razones para pagarlas, podría pensarse pues en la necesidad del
cumplimiento universal de esta norma. Sin embargo,en su caso extremo su
cumplimiento, puede generar el colapso de la institución política, del sistema
económico de una sociedad, del sistema social y de sus miembros.

-Nivel 1, 2 y 4. Derecho válido (1), legitimado (2) y centrado únicamente en la


reproducción o mantenimiento del sistema económico (4).En la actualidad, como se
pretende desde el sistema de gobernanza liberal del mundo, lo decisivo para el derecho
válido y legitimado incluso por instituciones de origen democrático, es la viabilidad
económica del sistema jurídico reconocido, este es el declarado arbitrariamente “límite
de lo posible”, como la única vía o alternativa para la humanidad. Por tanto, la
“economía sostenible”, es reducida y entendida como comúnmente se hace desde los
postulados económicos neoliberales, en tanto que mantenimiento de un sistema jurídico

26
“Las normas jurídicas pueden tener cualquier tipo de contenido” (KELSEN , H., General Theory of Law
and State, 1945, p. 113 -cito por H. HART, El concepto de derecho, op. cit., p. 256).
27
Es sumamente inter esante recoger la aguda crítica de Ortega y Gasset, quien es uno de los
precursores intelectuales del horizonte de la praxis histórica como lugar adecuado de intelección de los
fenómenos humanos y sociales, frente a las derivas idealistas que se producen en la primera mitad del
siglo XX en la teoría jurídica más influyente, tanto por parte del neokantismo como del positivismo
formalista: “El derecho no se funda últimamente en algo, a su vez, jurídico, como pretendía la
extravagancia de Kelsen, extravagancia oriunda de haber entendido mal a mi maestro de Marburgo,
como ya lo entendió mal Stammler (…) La teoría del derecho de Kelsen, de que se han empapuzado los
juristas y filósofos del derecho de todo el mundo, sólo podía terminar donde ha terminado con un
palinodia. El derecho –digo- no se funda en algo, a su vez, jurídico, como la cien cia no se funda
últimamente en nada científico, sino que a mbos se fundan, cuando los hay, en cierta situación total de la
vida humana colectiva” (“Una interpretación de la historia universal” en Obras Completas, Alianza Ed.,
Madrid, 1983, vol. IX, p. 144, sub. mío).

23
subsumido en unas estructuras de mercado “libres” de interferencias políticas, sociales,
culturales, personales o ecológicas.Así, la última instancia sería, el subsistema
económico practicado y entendido desde la construcción cultural del mismo defendida
por el neoliberalismo de las últimas décadas 28 .Pongamos el caso actual de los “Planes
de Ajuste Estructural” o “Reformas” en un país, que puede llevar al fracaso o a la
pauperización y exclusión creciente de otros niveles (institución política, sociedad,
personas) cuando son invisibilizados y tenidos en cuenta como límites para estos
“ajustes” o “reformas”.

-Nivel 1, 2, 3 y 4. Pero también podemos considerar el juego entre c uatro


dimensiones principales, también en el contexto de la gobernanza liberal. El tercer
nivel, expresa el de la institucionalidad política. Pongamos el caso del “rescate a los
países” o planes de ayuda financiera a los estados, como es el caso de algunos de los
estados miembros de la Unión Europea, en los que supuestamente se trataría salvar de la
crisis política- institucional ante la nosostenilibilidad de un sistema jurídico-social,
legitimado democráticamente, pero cuyas instituciones políticas ya no pueden
mantenerse por falta de recursos financieros. Con esta estrategia, se estaría produciendo
un modo concreto de articulación y jerarquización entre los niveles implicados.Ello
genera una prelación del subsistema financiero-económico, heterodeterminado por
instituciones regionales en función de intereses oligárquicos y externos a los propios
países “rescatados”. Esta prelación se da así sobre el sistema político estatal y de
legitimidad y sobre el conjunto del sistema jurídico vigente, que entra en crisis y es
redefefinidojurídicamente en función de sus posibilidades financieras (definidas al
parecer por el “mercado global”). Ello permite el mantenimiento provisional de la
institución política o del “orden político y social” (entendido como el orden de una
sociedad de mercado), pero puede a su vez, ser insostenible en su caso al
cumplirseproduciendo una crisis del sistema social y de algunos/muchos de sus
miembros. Podría ser el caso del mantenimiento rígido, irreflexivo e insolidario de la
aceptación de los planes de “rescate” como lo que se proponen en la actualidad en la
Unión Europea, y que como podemos ver en el caso de Grecia o Portugal, en el caso de
España ante las exigencias de la “consolidación fiscal”, lo único que asegura es el
funcionamiento de las reglas de mercado capitalista, sostenidas por la institucionalidad

28
Sobre esto puede consultarse, entre otros, Christian Laval y Pierre Dardot, La nueva razón del mundo.
Ensayo sobre la so ciedad neoliberal, Gedisa, Barcelona, 2013.

24
política a costa del mal vivir social y de una creciente fragilidad y exclusión de sus
miembros peor situados para la lucha social, pero a su vez, junto con una creciente
erosión de la institucionalidad política, en forma de desafección, deslegitimación,
oposición o incluso el resurgimiento de tendencias políticasultranacionalistas,
totalitarias, fascistas o xenófobas como alternativas a la debilidad y fracaso de los
estados democráticos, que comienzan a declararse impotentes de gestionar la
integración social en sus territorios, y en este sentido pueden llegar a ser considerados
como “fallidos”.

-Niveles 1, 2, 3, 4 y 5.Podemos incluir el reconocimiento de otra instancia


posibilitante de la acción social, que es nivel tecnocientífico (5) disponible en una
sociedad. Cada sociedad necesita emplear unas técnicas y conocimientos que le
permiten hacerse viable en el contexto material y natural donde se hallan. Estas
acciones, en sí mismas consideradas o como medios para otros derechos, pueden estar
validadas, legitimadas, política y económicamente sustentadas y sin embargo ser
insostenibles sistémicamente a medio o a largo plazo. Es el caso de las tecnologías
modernas de producción de energía apartir de recursos no renovables, y que a su vez,
causan desórdenes ambientales y para la salud humana.

-Nivel 1, 2, 3, 4, 5 y 6. El sexto nivel expresa e incorpora la posible


sostenibilidad del sistema social.Una práctica jurídica puede ser válida, legitimada,
funcional al sistema económico y al mantenimiento de la institución política,
tecnológicamente posibilitada y funcional mantenimiento del sistema social, pero
reduciendo sus componentes por medio de la exclusión social, por lo que puede
presentar carencias en su sostenibilidad. La sociedad sigue, visibilizada en los miembros
que triunfan o tienen éxito económico, al margen de sus pérdidas y transformaciones en
el sistema de organización social.

-Los niveles 7, 6, 5, 4, 3 y 2 pueden participar todos del nivel 1, pero este nivel
de la validez, en parte, puede excluir los otros niveles. Mientras mayor es la exclusión,
mayores serían las dificultades en orden a su subsistencia. Del mismo modo, la
integración de 1 y 2, puede excluir a 3 y otros, y así en adelante. Por ejemplo, un
sistema legal puede funcionar produciendo casualties personales (n. 7), subsistiendo el
sistema social e institucional donde se desarrolla el sistema legal, como pretende el
realismo político cínico. En ese supuesto el sistema legal tiene elementos de

25
irracionalidad (sin sentido) y de no factibilidad para las víctimas del mismo y para
quienes son capaces de verlas. Si el desenvolvimiento y cumplimiento de un sistema
legal pone en crisis las estructuras de mantenimiento y rep roducción del conjunto social,
podemos decir que se trata de un orden inestable, abocado a su propio fracaso (por
ejemplo, sistema nazi), incluyendo el propio sistema político. Si un sistema legal no
tiene en cuenta de modo suficiente la necesidad de legitimación y de la legitimidad de
un sistema legal puede tener problemas eficacia.

-Podemos ver ahora un ejemplo “idealmente” antropocéntrico en términos


modernos o de progreso humano entendido como progresiva y final emancipación de la
humanidad de su propia dependencia como ser natural inmerso y sujeto a los procesos
naturales. En el mejor de los escenarios modernos, superando su secular constitución
antagonista y colonial de su propia agencia y potencia sobre los otros pueblos del
mundo, veríamos en su caso una integración creciente de niveles e instancias y por tanto
un mayor nivel de sostenibilidad del conjunto. Sería la idea de que el desarrollo
moderno sería un camino de realización apropiable para todos los pueblos del planeta,
como por ejemplo pretenden hoy las “potencias emergentes”. Así, la flecha apunta a un
centro de gravedad que atravesando todos los niveles llegaría hasta el 7 o de la
sostenibilidad personal o de los sujetos concretos que sostienen sus vidas en este
sistema integrado y antropocéntrico en sentido estricto; por tanto no centrado en el mero
cumplimiento de la ley, aunque sea legítima, mercadocéntrica o simplemente funcional
al sistema económico, ni mantenedora del orden político y del sistema social en su caso
a costa del sacrificio de sus miembros individuales que pueden ser preteridos en función
del mantenimiento del orden. Un conjunto de prácticas sociales así, podría expresar en
principio ideal de la protección de derechos humanos universalizables, y centrados
normativamente en los sujetos humanos únicamente. Por ejemplo, incluiría el derecho
humano a la calidad de vida, comúnmente entendido como el derecho a mantener el
“nivel” de vida alcanzado en las minorías elitistas de la humanidad, que podría ser
emulado por las mayorías del planeta que históricamente no lo han alcanzado, a partir
de su propio desarrollosegún los supuestos fundamentales del esquema moderno. Este
derecho, aunque se disfrute y entienda de modo generalizable o no excluyente, choca
los límites ecológicos de la Tierra, y por tanto puede ser finalmente insostenible porque
su persistencia haga entrar en crisis al conjunto del sistema humano y de s u propio
contexto ecológico, lo cual mostraría en última instancia su carácter inhumano,

26
desajustado materialmente, y racionalmente inconsistente. Si lo representamos
resultaría:

Figura 1:Esquema ideal de integración antropocéntrica moderna de las prácticas


jurídicas.

N.1
Nivel 2

Nivel 3

Nivel 4

N. 5
6

7
x
x

x
27
Podemosahora, tras los ejemplos anteriores, plantear un esquema de integración utópica
final en la línea del Derecho sostenible o factible de la humanidad. El universo de la ley
en sus plurales expresiones, y todas las instancias que lo sostienen es descentrado a
favor de los sujetos que se erigen en centro 29 de la estabilidad del sistema legal, pero
justamente en la intersección con la continuidad de la vida de la naturaleza en la que el
ser humano desarrolla su vida. Tenemos por tanto, un centro descentrado, o mejor,
integrado en el sistema natural y por tanto compatible con él, lo que supone
utópicamente un Derecho sostenible de la humanidad que podría situarse en el gráfico
inferior en el centro de la barra horizontal que es donde todos los niveles se
intersectarían posibilitándose sistemáticamente unos a otros.

Figura 2 30 :Esquema de un Derecho sostenible o factible de la humanidad.

N.1

N.2

Nivel 3

5
n.6

29
Integrados en un circuito natural, y por tanto dependientes a su vez de la factibilidad ecológica del
conjunto del sistema de acciones y orientaciones normativas de la sociedad.
30
Nivel 1: Validez-existencia; Nivel 2: Legitimidad-legitimación en el contexto de la factibilidad cultural;
nivel 3: factibilidad económica; nivel 4: Factibilidad política; nivel 5: Factibilidad tecnocientífica; nivel 6:
Factibilidad social; nivel 7: Factibilidad personal; nivel 8: Factibilidad ecológica a lar go plazo.

28
Nivel 8

Este esquema ideal y simplificado, muestra dos ejes de integracióny de orientación.Un


eje de integración material, sincrónica, sucesiva y final donde el centro de gravedad de
las prácticas jurídicas se va desplazando inferiormente(de arriba a abajo) hacia la
sociedad y los sujetos humanos concretos sostenidos en una red de
interdependenciabenefactora con el conjunto de la biosfera. Esta interdependencia es
asumida y traducida jurídicamente como límite de lo posible en el sentido normativo
mayor de las prácticas jurídicas sostenibles. Y un segundo eje temporal abierto al
futuro, horizontal, que define su actuar en el tiempo, y por tanto, también va buscando
la corrección de las prácticas jurídicas por la viabilidad temporal que ofrecen, y que por
ellose acompasa al ritmo de regeneración de recursos naturales del medioambiente
planetario que son necesarios para el mantenimiento y reproducción de actividades y de
las propias vidas humanas. Para ello, se trata de volver a insertar normativamente el
tiempo humano y en sus coordenadas temporales naturales para hacer sostenible sus
propias acciones. Si el progreso temporal humano devora el tiempo de los ciclos
naturales, termina aniquilando el futuro de la humanidad sobre la Tierra.

7. Conclusión.

La tarea de repensar y de rehacer los sistemas jurídicos ante los diversos desafíos de la
humanidad para que puedan favorecer y tratar de garantizar la continuidad de las
plurales prácticas sociales en la Tierra exige:

1. Traducir jurídicamente la interacción entre sistemas sociojurídicos en la línea de


una articulación plural de las experiencias jurídicas de la humanidad que pueden
y deben configurarse equitativamente, superando los continuos procesos de
dominación colonial y por tanto asimétricos, entre sistemas jurídicos
globalizados y hegemónicos frente a sistemas jurídicos locales minorizados y
subalternos, que niegan la creatividad y la secular experiencia normativa e
institucional de los pueblos de la humanidad.

Lo que se experimenta muchas veces en los diversos lugares, es más bien la


violencia de unos sistemas sobre otros, que produce su irrealizabilidad o
imposibilidad social de ejercicio, además de la privación material al ser
excluidos muchos del acceso a las condiciones materiales para su práctica. Por

29
ello, no se puedeejercer el derecho reconocido o socialmente producido, pero no
porque no sea factible en última instancia, sino porque otros se lo impiden. Ello
exige reconocer el pluralismo jurídico constituyente desde la diversidad social y
cultural de la humanidad.

2. Para salir de las experiencias de negatividad e ir reconstruyendo socialmente y


transformando el no derecho vivido por muchos, esto es, tanto la dificultad o
imposibilidad de disfrutar del derecho fruto de los procesos de
autodeterminación de los pueblos de la humanidad, o incluso el nuevo derecho
heterodeterminado por otros, pero que igualmente puede ser experimentado
como un derecho no vivible o reproducible en cuanto que no existen las
condiciones sociales, culturales y ecológicas para su disfrute, es necesario
además,articular unacapacidad de respuesta inclusiva no sólo de las necesidades
sociales y ecológicas no sólo de cada sistema sociojurídico particular, sino
también en función de su corrección desde la interacción con otros sistemas así
como por su correcta integración en el medio natural planetario. Ello exige un
discernimiento desde los propios actores entre los sistemas jurídicos (o de sus
sectores) concurrentes, o por instituir,en función de los emplazamientos ante los
que tiene que responder las propias prácticas sociales. Los sistemas jurídicos, si
se orientan reflexivamente desde las propiasinteracciones sociales, son
respuestas no contrarias o enfrentadas unas a otras sino para las sociedades y los
sujetos y para su correcta inserción en el conjunto de la realidad.
3. Pero los sistemas jurídicos en su dinamicidad y continua probación pueden de
hecho experimentarse como desajustados, insuficientes en cualquiera de sus
dimensiones e interacciones, ello obliga a un permanente proceso de revisión y
reorientación desde el conjunto de los actores implicados en función de su
contribución al bien común particular, de la humanidad o de su sostenibilidad
sistémica integral y final.La crítica y transformación tanto de los sistemas
jurídicos globalizados como de los tradicionales y subalternos, viene exigida
igualmente por la dinamicidad constitutiva de los sistemas jurídicos y por los
emplazamientos ante los que tiene que responder. Ello obliga a un permanente
proceso de revisión y reorientación desde el conjunto de los actores implicados
en función de su contribución al bien común de la humanidad o de su
sostenibilidad sistémica integral y final. Así, los actores sociales pueden

30
mantener, en su caso, con respecto al derecho pretendido o postulado como
idealmente válido, como indicó Ellacuría un “proceso negativo, crítico y
dialéctico”. Dada hoy la interdependencia e interacción entre los diversos
sistemas, este proceso crítico se puede articular en función del horizonte
hermenéutico ampliado en vista de su corrección en el conjunto de la humanidad
donde se sitúen los actores. Por ello, este proceso crítico y transformador de los
sistemas normativos presentes, es un camino para la construcción de un Derecho
sostenible o factible para la humanidad en función del modo reflexivo en que se
articule la relación con respecto al derecho. S i se mantiene o se da el
compromiso con su mejora, por medio de la negación de la negatividad, de la
crítica del carácter falaz e inviable del derecho y de la búsqueda continua de su
superación; entonces se podría dar ese dinamismo real total, que no es sólo
lógico y utópico, porque no se refiere únicamente a un mundo idealmente
perfecto, sino que va buscando la vivencia real y disfrutada y compartible del
derecho buscado. El derecho buscado no tiene sino como término la propia
humanidad, que puede luchar por su redefinición para que la debilidad, la
esclavitud o la opresión no tengan la última palabra en su dar de sí histórico,
aunque también puedan y deban reconocerse otras alteridades con las que nos
humanizamos y realizamos ante las que podemos reaccionar normativamente 31 .
4. Por ello, el dinamismo de superación del derecho dado, puede cuestionar
normativamente en su caso la pretensión moderna de erigirse en centro único de
reconocimiento, cuando un antropocentrismo cerrado produzca nuevas formas
de opresión, como hoy empezamos a detectar. Ese cierre normativo que hoy se
presenta como problemático e insuficiente implicauna concreta posición de
autoafirmación cultural de la humanidad como instancia única para el
reconocimiento de deberes o derechos; a partir de lo cual, no cabe articular
posiciones de respeto, de limitación o de reconocimiento de deberes o derechos
ante lo no humano con lo que interactúa la humanidad. Por ello, hoy, los
intentos de encaminar a la humanidad hacia un derecho sostenible o factible
viene también marcado por el intento de buscar nuevos y antiguos horizontes

31
He tratado esta cuestión en “Ecología y problemas medioambientales. Orientaciones para la praxis
desde otro marco cultural”, Revista de Fomento Social , 64(2009), pp. 699-708; y en “La cuestión de los
fundamentos de la legislación en el actual Estado de Derecho”,Revista de Fo men to Social , 66 (2011) pp.
557-559.

31
culturales en diálogo para buscar la corrección del derecho pretendido en
función también del correcto tratamiento que da a la realidad no humana.
5. Estos procesos sociales indicados que pueden vehicular en sus propias prácticas
la tensión normativa por vivir derechos factibles en sus múltiples dimensiones,
puede ser potenciados por las revisiones desde las teorías críticas del derechode
la teoría jurídica hegemónica, en cuanto éstada por supuesto como realizados por
el propio discurso de la ley el carácter de verdad o de validez, de justicia y de
corrección material del derecho, lo que equivale a reconocer la plenitud del
ordenamiento jurídico por su mero dinamismo lógico, no por la interacción
posibilitante y benefactora de los actores en la realidad y por tanto por su
participación en el dinamismo de la realidad histórica, integralmente
considerada. El derecho no es míticamente causa sui, como en última instancia
se concibe en la Modernidad, y en cuanto todo lo que se pretende reconocer o es
reconocido y practicado desde los diversos sistemas jurídicos tiene que
pretender y conseguir en cierto grado ser ajustado materialmente, si la
humanidad quiere seguir actuando en el futuro. En este sentido, no todo derecho
particular o globalizado tiene asegurada su factibilidad. Es más, el modelo
socionormativo hegemónico globalizado, como nos indica el estado actual del
conocimiento científico sobre los límites ecológicos del planeta, nos indica que
este modelo tiene graves deficiencias en cuanto a su factibilidad. Por ello, la
lucha por hacer viable el derecho, exige también la lucha por reconstruir la
teoría jurídica para introducir en ella la necesaria reflexividad en línea con los
desafíos hoy planteados a las prácticas sociales de la humanidad actual.

32

También podría gustarte