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Desmitificando a los enemigos de San Martín, por Enrique Díaz Araujo

SAN MARTÍN.. ¿Masón, agente inglés o Padre de la Patria?


Enrique Díaz Araujo
http://edant.clarin.com/suplementos/especiales/2005/08/15/l-1033566.htm

Antes de adentrarnos a un importantísimo Documento sobre el General DON


JOSÉ DE SAN MARTÍN y las historias negras o blancas que rodean su figura
extraordinaria, debemos de hacernos preguntas.

• ¿Fue masón SAN MARTÍN?


• ¿Fue un agente inglés o en pro de la Corona británica?
• ¿Fue un mero revolucionario?
• ¿Fue un liberal católico?
• ¿A quién benefició la Independencia del Continente, o más precisos, de
nuestro Territorio?
• ¿Quiénes fueron sus enemigos a muerte?

Autor de dicho Documento:

Para contestar las preguntas arriba expuestas, nos dirigimos a Enrique Díaz
Araujo, quién es un importante investigador acerca de la vida del General.
Díaz Araujo, es un abogado, escritor, historiador y profesor argentino.
Realizó sus estudios superiores en la Universidad de La Plata, Provincia
argentina de Buenos Aires, donde se graduó de abogado. Ha sido
funcionario judicial, juez de instrucción y camarista en lo criminal, pero su
labor más destacada ha sido como docente, historiador y escritor católico y
nacionalista. Ha publicado más de 85 obras, entre las cuales se hallan varias
biografías, sin contar sus conferencias, su participación en seminarios, y las
relaciones contenidas en Internet.
Como Araujo podemos citar a muchos más y si acá podemos, citaremos a
otros estudios más algunas apostillas que quedaron en el tintero o mejor
dicho, abandonadas en alguna estantería histórica de la Patria.

SAN MARTÍN

San Martín fue un político, militar, del siglo XIX, 1778-1850; nacido en
Yapeyú, Corrientes ahora, antes Misiones Occidentales, fue de niño a
España; en España fue militar hasta llegar a ser un jefe en el ejército
español, y luchar contra Napoleón, donde ganó sus mayores
condecoraciones, llegando a ostentar el grado de teniente coronel.
Pero, ¿por qué lo festejamos nosotros? Porque vino a su tierra natal para
realizar la campaña libertadora de América, ¿a liberarnos de quién? De la
Corona de Castilla, que estaba a cargo de José Bonaparte, puesto por
Napoleón.
Gobernaba en su lugar el Consejo de Regencia. Pero, ¿quién lo había hecho
nombrar? Nadie. La Junta Central (ubicada en Sevilla) lo hizo, pero no tenía
poderes para eso. Entonces ¿qué hizo América? Empezó a formar juntas de
gobierno autónomas en Buenos Aires, Santiago de Chile, Bogotá, para hacer
enterar que gobierna la Península en nombre del rey un Consejo de
Regencia al que no acatan; incluso Lima y México que no tenían motivos,
desconocen el Consejo de Regencia donde gobernaba el hermano de
Napoleón. Éste, a su vez, ha convocado una asamblea en Cádiz, las cortes
de Cádiz que han sancionado la constitución de 1812.
Entonces tenemos este primer cuadro: en 1812 está gobernando en Cádiz
(ya en el resto de España están entrando las tropas napoleónicas) el Consejo
de Regencia y las Cortes, que han sancionado una constitución LIBERAL,
llamada doceañista. Este es el cuadro. Pero, ¿qué tiene que ver San Martín
con esto? Y simplemente, que es un militar que está en el ejército español,
defendiendo el último espacio que queda en la península que es el istmo de
Cádiz; no está de turista; es un teniente coronel del regimiento de infantería.
Y ¿por qué deja eso y viene a procurar la libertad con la campaña libertadora
de América?
Un tema central en la vida de San Martín es este: “¿Por qué se va de
Cádiz?”. Hoy hay varios libros que dicen que se retira porque fue un
desertor. Estaba defendiendo el último espacio, y éste “se las toma”, los
abandona. Ustedes saben que San Martín ha tenido un gran historiador.
Todavía hoy, todas las explicaciones e interpretaciones se basan en la obra
de Bartolomé Mitre.
Mitre afirma que salió subrepticiamente de Cádiz, es decir, escondido, entre
gallos y media noche. No es cierto. Presentó ante el Consejo de Regencia su
retiro del ejército español, y se lo concedieron, incluso con uso del grado y
del uniforme, de manera que salió perfectamente a mediodía desde Cádiz. No
fue un desertor, no fue un perjuro como dicen hoy varios libros. San Martín
pudo llevar la guerra contra el gobierno español, porque antes había
renunciado a ser funcionario de ese gobierno y ese gobierno había aceptado
su renuncia. Pero esto ¿fue una situación individual de San Martín? Si
ustedes miran hoy los libros (y hay muchos), se pueden encontrar con que
siempre hablan de San Martín en forma aislada, como si todo esto fuera cosa
de él: no, partió con nada menos que treinta y siete oficiales americanos
como él, que habían nacido en América y habían decidido salir del mismo
modo que él. Todos, o más bien, casi todos pidiendo permiso. Otros no, pero
todos salieron.
Porque en 1811 (septiembre), cuando salieron todos ellos, el Consejo de
Regencia movió a guerra a diversas partes de América que no lo reconocían.
Así que ellos están en una situación especial: son americanos, son parte del
ejército español, pero el ejército español estaba haciendo la guerra a los
americanos, motivo más que obvio y suficiente para que ellos no siguieran
en el ejército español.
Sin embargo, a partir de lo de Mitre se construyó, en estos últimos años (30
años) que San Martín habría salido de Cádiz, porque se ha hecho miembro
de un club, de una logia secreta que se llamaría LOGIA LAUTARO. Eso dicen
ahora: que se hizo miembro de la LOGIA LAUTARO, y agregan
inmediatamente que era MASÓNICA. Ahora bien, ¿Qué es la masonería? Una
sociedad secreta, iniciática, es decir, que tiene un rito de iniciación, donde
se tiende a establecer un tipo de juramento que obliga a adherir a la doctrina
(LA MASÓNICA), que es permanente, y cuyos fines son de tipo más bien
cultural y políticos; es decir, básicamente iban CONTRA LA MONARQUÍA en
su tiempo, y aún hoy contra la IGLESIA CATÓLICA. Por eso la Iglesia
Católica la tenía condenada, perfectamente condenada por diversas bulas y
encíclicas.
Pero resulta que la LAUTARO NO ERA MASÓNICA, NO ERA INICIÁTICA; sí
exigía un juramento: guardar secreto, pero nada más; por eso dije muy bien,
sociedad secreta, lo que no significa por modo alguno que fuera masónica.
Sin embargo van a ver ustedes un debate inmenso: unos que dicen que es
masónica y otros que dicen que no. Yo les podría recomendar, si están en
tema de investigación, TRES ARTÍCULOS, DOS INGLESES y UNO
NORTEAMERICANO, hechos por masones en revistas masónicas que
afirman que ni LA LOGIA, NI SAN MARTÍN ERAN MASONES.
Pero lo más importante es que uno de los integrantes de la logia, un
dominico llamado fray Servando Teresa de Mier, que andaba por Europa,
llega a Cádiz y ve que la situación no está muy linda para los americanos (él
era mexicano), entonces se encuentra con otro religioso, el padre Ramón
Eduardo de Anchoris, y le dice:
– Mirá estoy en esta situación apurada, ¿qué es lo que hago?
– Y bueno, veníte con nosotros que tenemos una organización de
autodefensa que es la que se llama LOGIA DE LOS CABALLEROS
RACIONALES, o LOGIA LAUTARO.
– Sí, bueno, pero sabés que el Papa tiene prohibido estar en este tipo de
organizaciones masónicas.
– ¡No, pero si no es masónica!– le dice Anchoris –porque si así fuera yo
tampoco estaría.
–Bueno, voy a entrar y vamos a ver si es cierto lo que decís.
Se asocia y cuando le toca hablar durante una de las reuniones semanales,
el dominico Mier habla contra la masonería, y el único que protesta por lo
bajo es Carlos María de Alvear. Éste era americano, también correntino como
San Martín, un hombre rico que prestaba su casa para la reunión. Todos los
demás están de acuerdo con lo que dice Mier, y esto él pone en sus
memorias dos veces. Es el único testimonio desde adentro, por la cual
sabemos que la LOGIA LAUTARO no es masónica, porque Mier lo dijo allí, y
los otros no dijeron nada, estuvieron de acuerdo tácitamente. Y él lo dijo
porque en México (cuando él escribe años después) decían ya que la logia
Lautaro era masónica.
-¡NO, no, si yo nunca estuve en una logia masónica!, porque era medio
liberal el cura este, pero no tanto para violar las resoluciones del papa.
¡Cómo me voy a hacer de una logia masónica siendo sacerdote!
Entonces tenemos que la Logia esa, que dicen que es la que los impulsa, no
es masónica, no es la masonería por la que lo mandaron a América. La Logia
le servía para defenderse, porque eran atacados por ser americanos estos
oficiales (casi todos, aunque había algunos que no lo eran).
Entonces, para defenderse en un primer momento se asociaron. Pero no era
la única Logia que había en Cádiz: había 17 organizaciones secretas,
masónicas, antimasónicas, no masónicas, había de todos los gustos, y
estaba ésta, la de los americanos o sociedad secreta llamada Lautaro.
Bien, pero siguiendo a Mitre, San Martín salió porque un oficial inglés Lord
Macduff (conde de Fife) le arregló la salida con otro funcionario que se
llamaba Sir Charles Stuart. Son los ingleses los que lo hacen salir de Cádiz;
entonces los que siguen a Mitre inmediatamente dicen que era un hombre al
servicio de los ingleses. ¿Qué se puede responder a esto? El ejército del Sur
de España era anglo-español, porque los ingleses habían ido en auxilio de
los españoles del Sur que resistían a Napoleón, estaban luchando, y
lucharon hasta el final en España. Los dirigía el duque de Wellesley, futuro
Lord Wellington que era el jefe superior de San Martín. Macduff era otro
oficial como San Martín, otro teniente coronel (inglés). Ambos eran
compañeros, colegas en el ejército; nada de extraño tenía, por tanto, que
San Martín le pidiera a Macduff que le registrara la salida. ¿Por qué le tenía
que registrar la salida un inglés? Porque Cádiz es un istmo; las tropas
francesas estaban a las puertas (sitio del Mariscal Víctor); por los costados
estaba la escuadra inglesa del almirante J. F. Cunningham, y no había forma
de salir pacíficamente; no había ningún buque ni botes, ni modo de salir que
no fuera con los franceses o con los ingleses. Él estaba en el sector aliado a
los ingleses, es decir, que tenía que salir en un buque de guerra inglés, y eso
es lo que le pidió a Macduff.
Y en un bergantín de guerra partió a Lisboa. En Lisboa, que también estaba
bajo el mando luso-inglés, Charles Stuart le sella el pasaporte, no hace otra
cosa, y ahí sí, ya toma un buque americano desde Lisboa a Londres. Nada de
esto tiene de extraño, porque es lo que hicieron todos los que salieron,
todos los americanos; no tenían otro modo, así que es estúpido decir que
salió porque los ingleses lo llevaron. No se podía venir directamente; la
única vía, por supuesto que era vía acuática, era salir desde Londres, pero él
estaba en Cádiz, por tanto, tenía que llegar a Londres primero. Es el camino
lógico y natural de quien quisiera venir a América, estando en Cádiz,
entonces.

Desmitificando a los enemigos de San Martín, por Enrique Díaz Araujo


SAN MARTÍN.. ¿Masón, agente inglés o Padre de la Patria?
Enrique Díaz Araujo II PARTE

Antes de adentrarnos a un importantísimo Documento sobre el General DON


JOSÉ DE SAN MARTÍN y las historias negras o blancas que rodean su figura
extraordinaria, debemos de hacernos preguntas.

 ¿Fue masón SAN MARTÍN?


 ¿Fue un agente inglés o en pro de la Corona británica?
 ¿Fue un mero revolucionario?
 ¿Fue un liberal católico?
 ¿A quién benefició la Independencia del Continente, o más precisos, de
nuestro Territorio?
 ¿Quiénes fueron sus enemigos a muerte?

Todo lo que hizo no tiene nada de extraño o de oculto, ni de masónico o de


servicio a los ingleses. Pero también dicen que cuando llegó a Londres, a Grafton
Street 37, a la casa de Miranda, tuvo lugar la GRAN REUNIÓN AMERICANA,
siendo allí donde se asocia a la masonería inglesa y recibe instrucciones de los
ingleses. Es decir, viene directamente como un agente militar inglés.
Pues bien, Grafton Street 37 no era la casa de FRANCISCO DE MIRANDA (un
venezolano que había vivido allí y hacía un año que se había ido), era la casa de
los diputados de Venezuela, que estaban tramitando que Inglaterra reconociera
estas juntas autónomas de América, cosa que nunca hizo Inglaterra, y enseguida
veremos por qué.
Nunca hubo una GRAN REUNIÓN AMERICANA. Este es un punto central, es una
mentira galopante que digan que la LAUTARO era una logia masónica, que
pertenecía a otra logia masónica más grande que se llamaba la GRAN REUNIÓN
AMERICANA, fundada por Miranda. Ni siquiera está demostrado que Miranda
fuera masón: era un gran sinvergüenza que estaba al servicio de Inglaterra
(cobraba de la corona inglesa por pasar informes, noticias, planes y demás) sí,
pero nada más. Lo que sí es seguro, es que no existió esta GRAN REUNIÓN, de
modo que San Martín nunca se pudo encontrar con una entidad que no existía.
¿Se va viendo cómo es la avanzada ahora, en la historia argentina? Hay que ir
debatiendo punto por punto, si uno quiere saber la verdad de lo que ha pasado en
este país. Y, en definitiva, si uno quiere saber si San Martín es un prócer, un
héroe, un arquetipo al que debemos seguir, o si es un simple traidor al que
debemos detestar. Esto es lo que hay que averiguar, eso y nada menos.
Hoy nos dicen que hay que humanizarlo a San Martín, hay que sacarle el bronce a
la estatua, porque está ya tan frío; hacerlo más humano, con todos los vicios
nuestros; hoy entonces metámosle todos nuestros vicios así lo entendemos mejor,
y de paso, decir que era un cobarde como solemos ser nosotros. Esto tiene un
origen cierto: tiene que ver con 14 de junio de 1982 cuando nos rendimos en
Malvinas. La Argentina es un país derrotado. A raíz de nuestra derrota nos la
están cobrando como se cobran los vencedores las derrotas, y entonces no sólo
nos convencieron ahí, sino que los demás nos están convenciendo que somos
unos idiotas, que no tenemos identidad nacional, que esto es una diversidad de
culturas, que acá no hubo nunca un sentido espiritual, religioso, ni nada, que no
tenemos ego. Entonces, ¿por qué todos estos ataques a San Martín? Porque San
Martín es el héroe nacional por excelencia; pues entonces hay que demostrar que
no es héroe, que era un traidor, que era un masón, que trabajaba para los
ingleses, que era opiómano, que era borrachín, que andaba con mujeres de un
lado para otro, y así mil doscientas cosas para que esta estatua, en lugar de ser
una estatua de bronce que está en la plaza, termine siendo una estatua de lodo.
Ese es el sentido de todo esto, de la derrota de 1982. Todos estos que han escrito
trabajan por esa derrota, y hacen que nosotros creamos esas mentiras, esas
injurias, porque eso es lo que son: todas calumnias. Y entonces, para llegar a San
Martín, tenemos que hacer este camino: destruir las mentiras. Si es así, no
hablemos acá de ningún arquetipo, ¿Cómo vamos a rendirle tributo a ese sujeto?
Entonces ya llevamos sabiendo:
-Que no desertó, porque está el expediente del retiro del ejército español
como el de sus otros compañeros.
-Que la logia Lautaro no era una organización masónica, sino una
organización secreta de los americanos que vivían en Cádiz.
-Que no salió por servicio de los ingleses, sino porque era la única manera
de salir de Cádiz.
-Que en Londres no se hizo miembro de una masonería mayor al servicio de
los ingleses.
Todo esto lo tenemos aclarado contra los sujetos que están escribiendo contra
San Martín todos los días en folletos, artículos, enlodándolo; pues bien, contra
ellos, ya sabemos todas estas verdades.
Hagamos un alto en la historia, y volvamos al tema: es decir, el arquetipo. Los
paradigmas que necesitan las naciones son dos: los héroes y los santos. Dice bien
nuestro gran poeta, Leopoldo Marechal, que: “las naciones se construyen como
una cruz, con la horizontal de los héroes abajo, y la vertical de los santos levitando
hacia el cielo”. Si un país tiene esas dos barras que se cruzan, es un país, si no,
no. Si no tiene héroes y no tiene santos, es nada más que una muchedumbre, una
masa anómala, sin lugar en la historia, sin relevancia ninguna.
Por eso a nosotros que nos están cobrando la derrota nos dicen que no hay ni
héroes, ni santos. ¿Por qué? En función de nuestra derrota, no podemos tener
héroes, los demás sí. Pero nosotros sabemos que sí. Hay hoy en Argentina, en
esta Argentina vencida, que es un lodazal de inmoralidad pública y
gubernamental, un país misionero, que tiene cuatro órdenes religiosas (que yo
sepa), más o menos, que están misionando en el mundo, es decir, está haciendo
una vida de santidad. Los héroes son aquellos que “dan su vida por su patria”.
Son dos cosas distintas y no debemos confundirlas: una pertenece al plano
humano temporal, la otra al plano sobrenatural, que se conjugan para ser la cruz
del país, pero nunca debemos confundirlas, porque si no caemos en la estupidez
de Ricardo Rojas que tiene un libro que se llama “El santo de la espada”, el santo
héroe. ¿Puede haber un santo héroe? Sí, por ej. San Luis Rey de Francia o San
Fernando de Castilla, pero es rarísimo, y no tienen por qué estar luchando para
fundar un país, y al mismo tiempo ser modelo de virtudes sobrenaturales; son dos
actividades humanas, excepcionales, que se deben conjugar en un país, pero que
son muy distintas.
San Martín es un héroe, no es un santo. Pero ¿qué pasa con eso del “santo de la
espada”? Se cae en que era un santo masónico, un santo laico, un santo que no
creía en Dios y en nada, y entonces tenemos un santo muy especial, un santón.
Ante esto, hubo gente muy pía, muy devota que decía: “No, no, pero fíjese que iba
a misa temprano, que cuando se casó comulgó”. ¡Qué nos interesa eso! El juez no
somos nosotros, es Dios. Como dice bien mi maestro Carlos Steffens Soler: “El
ángel de la guarda de San Martín es quien se ocupa de eso”, si iba a misa
temprano o no. Nosotros podemos averiguar la política religiosa de él, si fue una
política favorable al cristianismo o no; ahora, si él personalmente tenía una
práctica de piedad o no, nos es indiferente porque no nos incumbe a nosotros
juzgarlo, no somos Dios creador para hacerlo. Hay gente que se toma en serio lo
de “San” Martín: en el Perú un cura enemigo de San Martín, realista, decía: “¿Por
qué eso de SAN?”, bueno, le respondía al Padre Zapata, que así se llamaba: “Yo
le saco el San, y usted sáquese el ZA-, yo quedo Martín y usted Pata”. Eran sus
apellidos, no tenían nada que ver con un tipo de santidad. Yo no estoy
pretendiendo en modo ninguno canonizar a San Martín: estoy tratando de
reedificar la estatua que nos han tirado abajo.

Desmitificando a los enemigos de San Martín, por Enrique Díaz Araujo


SAN MARTÍN.. ¿Masón, agente inglés o Padre de la Patria?
Enrique Díaz Araujo III PARTE

Antes de adentrarnos a un importantísimo Documento sobre el General DON


JOSÉ DE SAN MARTÍN y las historias negras o blancas que rodean su figura
extraordinaria, debemos de hacernos preguntas.

 ¿Fue masón SAN MARTÍN?


 ¿Fue un agente inglés o en pro de la Corona británica?
 ¿Fue un mero revolucionario?
 ¿Fue un liberal católico?
 ¿A quién benefició la Independencia del Continente, o más precisos,
de nuestro Territorio?
 ¿Quiénes fueron sus enemigos a muerte?

El héroe sí, tiene que tener, determinadas virtudes, es arquetipo: tiene que
tener fortaleza, tiene que tener arrojo, y tiene que tener astucia también; y
eso no se pide de un santo, que sea astuto, y sin embargo un héroe, para
fundar una nación tiene que tener astucia, porque se va a ver enfrentado a
los otros poderes de la tierra que van a tratar de que no pueda cumplir su
labor. Y entonces tiene que hacerlo en parte por ataque y en parte por
engaño a sus enemigos. Y vamos a ver que en San Martín se cumplen las
dos cosas, porque él era capaz de encabezar una carga de caballería con el
sable al frente de sus tropas, como en San Lorenzo, pero también era capaz
de engañar, con la guerra de zapa, acá en Mendoza, a los realistas en Chile, y
en toda la campaña del Perú en una guerra de movimientos falsos, de
engaños para superar un enemigo que era muy superior en términos
numéricos. En el Perú peleó con cuatro mil soldados, contra veintiocho mil
realistas, ¿cómo iba ir de frente a puro ataque de caballería? Tenía que hacer
maniobras para ir viéndolos, haciendo juegos de diversificación y engaño,
eso es lo que él llamó “guerra de zapa”, astucia. Él no solamente fue un gran
oficial de caballería, sino un gran oficial de inteligencia.
Entonces, para antes retornar a San Martín, tenemos que ver si hay héroes o
seres humanos que hacen el esfuerzo extraordinario por su país, y no se
trata de ninguna santidad, de religión natural como ésta que intenta Rojas.
Nosotros tenemos que ver por ejemplo, que esto del héroe se inspira en
Grecia: si reunía las condiciones del valor de Aquiles y de la habilidad o
astucia de Ulises.
Terminamos este paréntesis y retornamos a San Martín.
“Maitland”, es un documento que presentó el doctor Terragno hace unos
años, en el que descubrió en la Cámara de los Comunes que había allí un
escrito de un militar escocés Thomas Maitland, que anunciaba un plan
inglés para marchar sobre el Perú, y decía que el mejor camino era
desembarcar en Buenos Aires, cruzar La Pampa, llegar a Mendoza,
organizarse bien allí, cruzar la cordillera, atacar Chile, y una vez vencido en
Chile el español, entonces por vía marítima desde Chile se atacaba Perú y
Quito. Claro, obviamente había un parecido con lo que hizo San Martín,
entonces eso es lo que dijo Terragno: “Mire qué parecido es esto con lo
otro”; claro de ahí a decir que él cumplió órdenes siguiendo el plan, hay una
buena distancia. ¿Por qué? Porque cuando Maitland escribió eso en 1800,
Inglaterra estaba en guerra con España; pero cuando San Martín actuó,
Inglaterra estaba aliada a España; así que de ninguna manera Inglaterra
pensaba desembarcar en Buenos Aires, llegar a Mendoza, cruzar a Chile e ir
al Perú; todo lo contrario, Inglaterra estaba peleando con España allá en
Cádiz.
Pero el plan Maitland les ha caído de maravillas a todos los enemigos de San
Martín. Entonces ahí está la prueba. ¿Prueba de qué? De nada: porque
además Maitland lo escribió muchos años antes, y nunca nadie había dicho
que hubiera admiración de uno por el otro, ni cosa por el estilo. Pero es una
cosa ver que no se ajustó al plan Maitland: según todos éstos, San Martín
vino a Buenos Aires, y de Buenos Aires a Mendoza. No, señores: nunca vino
de Buenos Aires a Mendoza; desembarcó en Buenos Aires, allí creó el
regimiento de Granaderos a Caballo, combatió contra las tropas del Concejo
de Regencia en San Lorenzo, y después fue mandado al Norte, a Tucumán
para comandar el ejército del Norte. Así que nada de pasar por vía de Chile.
El ejército del Norte estaba enfrentado con tropas del Perú, en este caso del
Alto Perú (hoy Bolivia). Y estuvo allí unos meses dirigiendo este ejército y lo
hizo bien, pero después cayó enfermo, y de ahí que para reponerse fuera a
Mendoza.
En esto hay tres puntos que tenemos que aclarar: había una carta, supuesta
carta que todos citan de abril de 1814 de San Martín a Nicolás Rodríguez
Peña, donde le dice: “Yo estoy convencido de que la patria no hará camino
por el Norte, hay que abandonar eso. Le digo mi secreto, hay que crear un
pequeño ejército fuerte en Mendoza, y de ahí pasar a Chile, y de Chile al
Perú”. En esto los liberales encuentran la prueba de que seguía el plan
inglés ya en 1814; y si no sigue en Tucumán es porque se hace el enfermo
para ser llevado a Córdoba y luego a Mendoza.
Pero en Tucumán hizo todo lo que venía hacer para luchar por el Norte, y si
tuvo que dejar el mando del ejército del Norte fue por enfermedad real.
Todos los testigos lo afirman, además de una junta de seis médicos para
asistirlo porque se podía morir (vomitaba sangre constantemente). No era
ningún invento, no era ningún pretexto, lo mandaban a las Sierras de
Córdoba a ver si se salvaba o no, porque era un clima benigno, menos
húmedo y caluroso que el de Tucumán. Solamente un testigo de esta época
dice lo contrario. Éste fue el general Paz que en sus Memorias afirma la
mentira de la enfermedad de San Martín (es lo que toma Mitre, porque las
primeras piedras, contra San Martín las tira este gran liberal). Mitre se toma
de los dichos de Paz y evita todos los otros dichos, de todos los otros
oficiales que dicen que estaba realmente enfermo, se toma del único que
brindaba un pretexto.
Pero Paz era una persona resentida con San Martín, porque cuando se
organiza el ejército de los Andes en Mendoza, él quiere entrar y San Martín
se lo niega, y después vuelve a pedir en Lima y San Martín vuelve a
negárselo otra vez, vaya a saber por qué. Entonces él quedó para siempre
resentido y por eso miente. En la correspondencia entre el Director Supremo
Posadas y San Marín y las autoridades del ejército de Tucumán, aparece la
evidencia de que está absolutamente enfermo, y gravemente enfermo; y hoy
hay veinte estudios sobre este tema, todos coincidentes en que sí, que San
Martín padecía de una úlcera sangrante que le hacía vomitar sangre; otros
dicen que era lícito creer que tenía una lesión pulmonar de la guerra en
España. Lo cierto era que estaba ahí, al borde de la muerte porque se
quedaba anémico después de tantas hemorragias. Y como él vivía de ese
sueldo, no tenía otro ingreso, y después de estar descansando ahí unos
meses en Saldán, Córdoba, se le dio nuevo destino y el Director Supremo lo
nombra en Cuyo.

Desmitificando a los enemigos de San Martín, por Enrique Díaz Araujo


SAN MARTÍN.. ¿Masón, agente inglés o Padre de la Patria?
Enrique Díaz Araujo IV PARTE

Antes de adentrarnos a un importantísimo Documento sobre el General DON


JOSÉ DE SAN MARTÍN y las historias negras o blancas que rodean su figura
extraordinaria, debemos de hacernos preguntas.

 ¿Fue masón SAN MARTÍN?


 ¿Fue un agente inglés o en pro de la Corona británica?
 ¿Fue un mero revolucionario?
 ¿Fue un liberal católico?
 ¿A quién benefició la Independencia del Continente, o más precisos, de
nuestro Territorio?
 ¿Quiénes fueron sus enemigos a muerte?

Mendoza pasa a ser el lugar central, según los liberales. No, Mendoza era una
ranchería, era el último lugar, era el lugar más tranquilo que le podían dar, porque
no había ningún problema en Mendoza. ¿Y esto por qué? Porque en Chile estaba
el gobierno de los autonomistas chilenos, en el Norte estaba Rondeau en su
reemplazo, allá con el ejército del Norte. Entonces le dan casi a elegir entre La
Rioja y Mendoza, un poquito menos caluroso; pero eso es todo, ahí no había
ningún destino militar ni va a formar nada. ¿Saben cuánta tropa tenía San Martín
cuando llegó en el año 1814 a Mendoza? Treinta soldados en el fuerte de San
Carlos; que no eran soldados, eran milicianos llamados blandengues que estaban
en el fuerte de San Carlos para defenderse contra los indios. Esa era la tropa con
la que iba a cruzar Chile y de ahí dirigirse al Perú. ¡No! Fue por razones estrictas
de salud, para terminar de curarse, y así se lo dice el Director Supremo en el
nombramiento que le hace.
Pero después sucede que el ejército del Norte es vencido en Sipe-Sipe, y el
ejército de los chilenos es vencido en San Carlos. Entonces sí, a fines del ´14
comienzos del ´15 las cosas cambian totalmente, porque un lugar tranquilo como
era Mendoza se convierte ahora en un lugar clave, ya que los chilenos que habían
combatido se asilan en Mendoza; y es posible que los realistas que están
instalados en Chile crucen la cordillera, e invadan el antiguo territorio de las
Provincias Unidas. Entonces sí, ya empieza a haber una correspondencia de San
Martín con Álvarez Thomas, el Director Supremo, donde va enviando tropas a
Mendoza para armar una defensa, una pequeña guarnición, y empieza a ver los
boquetes de la cordillera por dónde mejor pasar. San Martín tiene una actitud
defensiva, no está pensando en invadir Chile, sino en que desde Chile no nos
invadan a nosotros, y durante todo el año 1815 la cosa es así. Pero él empieza a
armar, y ahí se ve otra virtud del héroe, casi de cero una defensa de la nación.
Una nación no necesita ser tan poderosa para defenderse si tiene a su frente
hombres de bien, hombres valientes, héroes. Por ejemplo:
España, en tiempo de la reina Isabel I, la Católica, se encontraba en una situación
difícil y apremiante. Ella heredó el trono de Castilla, y Castilla era una región
donde habían estado los reinos de taifas. Cada uno de estos nobles ordenados
por su cuenta, no obedecían al rey; las ciudades estaban llenas de bandidos y no
se podía ir de una ciudad a otra porque los bandidos estaban en los bosques; la
gente estaba alzada contra los judíos; los moros estaban cerca; el clero estaba
corrompido, infiltrado de herejías; el ejército corrupto y los nobles también. Ése es
el gobierno que recibe Isabel, y en quince años ella (realmente Dios la tenga en la
gloria), hace el Imperio Español, da vuelta a todos: limpia el clero, limpia el
ejército, limpia los bosques, termina con los moros, ataca a los musulmanes en el
África, facilita la empresa de Colón y mil cosas más. Es decir: un país se puede
dar vuelta perfectamente, si hay un héroe a su frente. La reina era una heroína.
San Martín también en Cuyo demuestra que se podían hacer de cero las cosas, si
había esa voluntad de bien.
En Mendoza no se fabricaban ni clavos, pero él consigue un fraile franciscano, fray
Luis Beltrán, y lo pone al frente de su yunque, a hacer desde clavos a cañones,
fusiles, bayonetas. En La Rioja se buscó el salitre. En Colonia Caroya otros
nitratos para armar los explosivos; se consiguieron de Catamarca, San Juan y San
Luis las telas con las cuales se elaboraron los uniformes, se los tiñeron, las botas,
las mulas, los caballos, y sobre todo los cuatro mil hombres como mínimo que
tenían que tener para poder hacer la empresa que va a ser el ejército de los
Andes. Eso recién en 1816. En esos dos años San Martín, como dicen, “ha
trabajado a lo macho”. A pesar de ser un hombre enfermo (porque la enfermedad
ya no lo va a dejar nunca) va a organizar esto desde cero, con jóvenes oficiales
que había traído de Buenos Aires, del Regimiento de Granaderos (jóvenes
aristócratas, criollos, estancieros). Consiguió de esos, unos quince, los trajo y
esos fueron sus jóvenes oficiales. De ellos, el más notable, fue Mariano
Necochea. San Martín, estaba casado con Remedios de Escalada, y tuvo una
niña, Mercedes, a pesar de que él hubiera querido tener un varón; no pudo y
Mariano Necochea fue como su hijo varón.
Lo que no consiguió fueron jefes de importancia que lo secundaran, y eso fue un
déficit para el ejército de los Andes siempre. Lo suplió como pudo con estos
oficiales. Y la tropa ¿de dónde? La tropa la puso Cuyo. De los cuatro mil soldados,
tres mil setecientos fueron cuyanos: de San Luis, de San Juan y de Mendoza.
Esa es la primera tanda, la que parte en el año ´16 y ´17. Pero luego cuando,
después de Chacabuco y de Maipú, él tiene que reorganizar su ejército si quiere
seguir, porque ha tenido muchísimas bajas, y manda a los principales regimientos
a rearmarse en Cuyo. Hay otros tres mil cuyanos que pasan a integrarse al
ejército. Es decir, que en total, se podría decir que Cuyo puso siete mil soldados. Y
esta es una causa que los cuyanos tenemos que hacer valer. Yo la hice valer
hasta donde pude, hasta que un gobernador de la provincia me trajo a uno de
estos grandes sinvergüenzas, Ignacio García Hamilton a hablar contra San Martín
en la casa de San Martín, en la biblioteca de San Martín. Entonces le dije al
gobernador:
-¡Mire, que hable lo que quiera, pero no en la casa de San Martín; es muy feo
venir a la casa de alguien a hablar en contra del dueño de casa! ¡Además,
nosotros pusimos, 7000 mil soldados! ¿Saben cuántos regresaron? Siete, que
formaron en la plaza de Mayo en 1826 al mando del Coronel Bogado. Por esos
muertos, este sinvergüenza y pro-montonero José Ignacio García Hamilton, no
debe hablar.

Desmitificando a los enemigos de San Martín, por Enrique Díaz Araujo


SAN MARTÍN.. ¿Masón, agente inglés o Padre de la Patria?
Enrique Díaz Araujo V PARTE
Antes de adentrarnos a un importantísimo Documento sobre el General DON
JOSÉ DE SAN MARTÍN y las historias negras o blancas que rodean su figura
extraordinaria, debemos de hacernos preguntas.

 ¿Fue masón SAN MARTÍN?


 ¿Fue un agente inglés o en pro de la Corona británica?
 ¿Fue un mero revolucionario?
 ¿Fue un liberal católico?
 ¿A quién benefició la Independencia del Continente, o más precisos, de
nuestro Territorio?
 ¿Quiénes fueron sus enemigos a muerte?

En 1816 se reúne en Tucumán el Congreso para la declaración de la


independencia el 9 de Julio. Ese congreso se reúne a instancias de los dos
generales: el del ejército del Norte, Manuel Belgrano, y el del ejército que se está
formando en Mendoza, el de los Andes, José de San Martín. Y naturalmente los
dos jefes son los que van a ir dando las indicaciones.
Se declara la independencia del rey de España, de Fernando VII, sucesores y
metrópolis, y de toda otra dominación extranjera. Y se declara la independencia -y
esto es muy importante- de las Provincias Unidas de América del Sur. Ahí sí,
aparece el americanismo de San Martín: no es en las Provincias Unidas del Río de
la Plata, como se llamaba el antiguo Virreinato del Río de la Plata, la futura
Argentina (aunque también ya era llamada Argentina), sino la América del Sur.
San Martín va a comandar la independencia de la América Meridional, y eso nos
muestra que ya hay un plan allí, pero no es el plan Maitland, para nada. Es un plan
que se va a ir esbozando con la experiencia: San Martín en el Sur, Bolívar en el
centro, e Iturbide en el Norte: estos son los tres libertadores de América que van a
coincidir en casi todo, estos tres héroes americanos. Y San Martín lo va a decir
veinte veces: “Mi patria es América”.
Vino a Buenos Aires porque era su terruño, su patria pequeña, su patria chica,
pero él podría haber ido a cualquier otra parte de América porque era americano, y
lo que quería fundar, lo va a decir Bolívar que era el mejor de ellos como escritor,
era la más grande nación del mundo: América; la América de Américo Vespucio.
Que no es, como dicen ahora, la América de los norteamericanos; esos son
“usanos”, no tienen nada que ver con nosotros, ni con Américo Vespucio, ni con
nada; lo que pasa es que nosotros somos tributarios de cuanta estupidez anda
dando vueltas por el mundo. Nosotros somos los americanos, no ellos, y San
Martín era un americano en el sentido cabal, de los hijos de Américo Vespucio.
También hace declarar algo que lo han ocultado con veinte toneladas de tierra, y
es que santa Rosa de Lima sea la patrona de esta América. Eso lo va a reafirmar
en Lima después, y va a hacerla proclamar ante santa Rosa; acá de santa Rosa,
lo único que sabemos es que hay una tormenta, pero otra cosa no. San Martín sí
sabía quién era santa Rosa, y con eso ya les estoy adelantando de que sí tuvo
una política religiosa. No sé si iba a misa temprano, sí sé que en el reglamento
militar, SAN MARTÍN estableció el rezo del Rosario. No sé si él (ni me
corresponde saberlo) lo hacía por razones de cálculo o porque realmente era un
creyente. Sí sé que, por ejemplo, al reglamento del ejército de los Andes en el
Plumerillo, le pone una cláusula donde dice que EL QUE BLASFEME DEL
NOMBRE DE DIOS o de su amada madre, la primera vez se le aplicarán treinta
azotes en público, y la segunda vez, se le atravesará la lengua con un fierro
caliente, y la tercera, será ejecutado directamente. Esas eran las sanciones que
preveía el reglamento militar para el Plumerillo. Y yo atribuyo a esto de atravesar
la lengua con un fierro caliente (que no nos vendría nada de mal hoy), que los
argentinos, que entre tantas miserias que tenemos, no seamos blasfemos, como
los gallegos que son muy blasfemos, y los italianos que también son blasfemos:
nosotros que somos herederos técnicamente de españoles e italianos no somos
blasfemos, tal vez porque San Martín nos dijo: “Ojo que les atravieso la lengua con
un fierro caliente”.
Cuando le pregunta Godoy Cruz qué sistema de gobierno había que adoptar en
Tucumán le dice “Cualquiera”; no importaba mucho, pero “Cualquiera que no
atente contra nuestra Santa Religión”, que eso es lo que importa. Porque nos van
a ir diciendo “Bueno, ya se acuerdan que era masón allá en Londres, acá también
la logia Lautaro que la fundó allá en Buenos Aires, la refundó en Cuyo, la volvió a
fundar en Chile”. Organismo masónico que defiende el santo nombre de la Virgen;
Virgen a la que proclama generala del ejército de los Andes, le entrega el bastón
de mando, a toda esta ceremonia famosa que hay que, por supuesto, recordarla.
Y entonces sí viene la campaña de Chile. Este plan tiene una proeza, que es la de
cruzar la Cordillera con un ejército que se enfrentará a otro superior que estaba
esperándolo allá. Entonces la astucia, no solamente el arrojo, el valor, al engañar
al enemigo. Saben los mendocinos, que hay varios pasos por la Cordillera, unos
más altos, otros más bajos; frente a San Rafael, está uno que es muy bajo que se
llama El Planchón, que como es tan bajo nunca lo usamos, en eso es lo único en
que somos sanmartinianos los mendocinos, seguimos pasando por el lugar más
alto, ¿por qué? Porque él tenía que engañar. Entonces viene y hace un
parlamento con los indios (ahora se han escrito libros enteros sobre San Martín
indigenófilo por este parlamento que tuvo con los indios en San Carlos), donde él
les dice que es como ellos y les pide que guarden un secreto: les pide permiso
para pasar por estas tierras, para pasar por El Planchón. Dice el general Espejo,
que entonces era un cadete, que San Martín le dijo esto: “Pérfidos, estos malditos
van a salir inmediatamente a decirle a Marcó del Pont que yo voy a pasar por el
Sur, por El Planchón”. Por El Planchón iba a mandar no más que un grupito, unos
treinta. Él pasó por el lugar más alto de la cordillera de los Andes, por el paso de
Los Patos, donde no ha vuelto a pasar nadie, porque los que andan haciendo
estos homenajes más o menos (no sé cómo llamarlos), no pasan por Los Patos,
porque es una locura, es de una altura de 5.500 m., donde uno se apuna, donde
no hay leña, no hay agua, de un frío terrible, Diez mil mulas llevaban, llegaron
cuatro mil, las otras al precipicio. Eso es una proeza extraordinaria, de valor,
porque él comandó el grueso del ejército por el paso de Los Patos. La artillería fue
por el Aconcagua, (Uspallata), pero mandó por diversos pasos que desembocaban
en Coquimbo, en Copiapó, por Tunuyán, todo para desorientar al enemigo. De
modo que cuando él bajó no estaban las tropas realistas esperándolo, y él pudo
reorganizarse, avanzar junto con Las Heras, que también salió con la artillería y
atacar en Chacabuco, pero necesitaba eso de poder bajar la cordillera tranquilo, y
lo consiguió gracias a su astucia.
Venció en Chacabuco, y le costó mucho vencer en el Sur las resistencias realistas.
Allí murió un pariente mío, un chico de trece años (entonces no habían chicos en
la guerra), porque de cualquier edad que fueran les decía: “Usted entra a los trece
al ejército”, “Todo bicho que camina va al cuartel”, y en Mendoza a todos les
pareció bien. Porque cuando hay un héroe mandando, los gobernados siguen y de
buena voluntad.
¿De dónde sacó el dinero? Pues expropió todo, confiscó todo, desde las joyas de
las damas hasta las mulas, los caballos; todo, todo lo sacó de la gente de acá que
no era rica, y todos contentos con eso, porque él les mostraba un fin bueno que
era construir una Patria, o construir una nación sobre la Patria dada.
Venció en Chile, sobre todo en la batalla de Maipú, que es la más grande batalla
que se libró en América, y que éstos malditos de hoy dicen que la libró borracho.
Se han olvidado que había por lo menos tres testigos ahí, dos ingleses y un
norteamericano que estaban al lado de él y dijeron que estaba, por supuesto,
perfectamente lúcido dirigiendo la batalla. ¿Cómo se va a ganar una gran batalla
como esa, ganarla, no librarla si uno está borracho? Todo eso, porque cuando
estaba enfermo en Cauquenes le mandó a pedir a su amigo Guido que le mandara
un cajón de vino mendocino, entonces así “era un borrachín”. Tomaba alguna
copita de vez en cuando, pero en general con su úlcera no podía, tenía que tomar
agua de San Carlos de Apoquindo. Pero, ¿para qué? Dicen esa ignominia de que
era borracho, como dicen que era opiómano, porque en Mendoza su médico,
Zapata le había recetado una poción que tenía láudano para los dolores terribles
que le daban sus úlceras tan grandes, y poder así seguir. Sus amigos más
íntimos, Pueyrredón y Guido, le decían que no tomara tanto de eso, pero era
imposible andar a caballo vomitando sangre.

Desmitificando a los enemigos de San Martín, por Enrique Díaz Araujo


SAN MARTÍN.. ¿Masón, agente inglés o Padre de la Patria?
Enrique Díaz Araujo VI PARTE

Antes de adentrarnos a un importantísimo Documento sobre el General DON


JOSÉ DE SAN MARTÍN y las historias negras o blancas que rodean su figura
extraordinaria, debemos de hacernos preguntas.

 ¿Fue masón SAN MARTÍN?


 ¿Fue un agente inglés o en pro de la Corona británica?
 ¿Fue un mero revolucionario?
 ¿Fue un liberal católico?
 ¿A quién benefició la Independencia del Continente, o más precisos, de
nuestro Territorio?
 ¿Quiénes fueron sus enemigos a muerte?

Independiza Chile y entonces viene el plan de ir al Perú, y aparecen ahí de nuevo


nuestros amigos anglófilos que se admiran nuevamente de cómo se cumple el
plan inglés. Y aún más, afirman que quería ir a Lima para abrir el comercio de
Lima a las empresas inglesas, porque todo de lo que se trata era de la mercadería
inglesa, pues los sinvergüenzas que hoy nos gobiernan sólo ven esas cosas
materiales y no creen en la independencia del país. Lamentablemente para ellos
San Martín hace lo contrario en Lima: cierra las puertas del comercio al inglés, y
les hace perder, dicen hoy los historiadores económicos, un millón de libras
esterlinas a los ingleses con este cierre; perfectamente anti-británico el general.
Y antes de eso ha hecho una maniobra increíble, propia de su astucia, de su
elevadísima inteligencia. Tiene que armar una escuadra para ir de Chile al Perú,
¿cómo lo va a hacer si no hay un buque, si no hay un peso? Le escribe a
Pueyrredón que le organice un préstamo de quinientos mil pesos fuertes (plata),
pero Pueyrredón le contesta que no tiene de donde sacarlo, a lo que San Martín
retruca: “Sáqueselo al comercio inglés”. Le contesta Pueyrredón que sólo han
puesto tres mil setecientos pesos de los quinientos mil. San Martín tenía espías,
entre los comerciantes ingleses, un tal Twain, que le informaba que éstos tenían
para poner más. Entonces San Martín le tira la renuncia a Pueyrredón,
“¡Renuncio!, debe conseguir el dinero o yo renuncio”. Entonces al final le saca no
los quinientos mil, sino a lo menos doscientos cincuenta mil pesos fuertes al
comercio inglés de Buenos Aires, que era muy grande. Con eso paga él la compra
que hace de buques en Inglaterra y los Estados Unidos; manda un comisionado
para que compre dos buques en cada lado. Y con esos buques y los marinos que
vienen y compran, apresan a los buques españoles de Lima, y pueden
tranquilamente después salir desde Valparaíso, en el año ´20, a Lima, o a Perú al
menos. ¡Qué maniobra de una gran astucia! Les ha hecho pagar a los
comerciantes ingleses los buques para cerrar el comercio inglés en Lima. Los
ingleses, realmente, por algo no le han hecho nunca una estatua en Inglaterra, a
pesar de lo que digan los calumniadores de aquí. Los ingleses saben muy bien
que no trabajó para ellos.
Llega a Lima sobre todo por el apoyo de las órdenes regulares, porque en España,
todos estos desde Mitre en adelante, dicen que se apoyaba en el
constitucionalismo liberal de España, en los liberales españoles. Lo primero que
hace es derogar la constitución de 1812 en Perú; pero además, aprovecha que ha
habido triduo neoliberal de 1821 a 1823, donde gobiernan los liberales en España,
que están persiguiendo a la Iglesia para que los religiosos que están en América -
y muchos de ellos son de origen español- se vuelvan contra el régimen central y
monárquico de España. Entonces son ellos los principales que abren las puertas
de Lima, lo que hoy está demostrado: los mercedarios, los dominicos, o los
franciscanos, es decir los que estaban en Lima, son los que sublevaron la
población y permitieron la entrada. Es decir, todo lo contrario a lo que se ha dicho,
nada liberal. Es más, le escribe el arzobispo de Lima, monseñor Las Heras, y le
dice que sus principios son contrarios a la revolución francesa. ¡Lindo masón!
Pero además este masonazo que presentan hoy, dicta al entrar en Lima un
reglamento provisorio con el que se va a gobernar el Perú independiente. Con el
artículo primero dice que la religión Católica Apostólica Romana es la religión
única y exclusiva del Perú. Él ya había hecho dictar algo similar en Chile. Pero
ahora le agrega una cosita, al final del artículo primero y fin, que es bastante
interesante: que para ser funcionario en el Perú hay que profesar la religión
católica. Nunca, ni en América ni en Europa se ha hecho un artículo constitucional
semejante: el que no es católico no puede ser empleado público, ¿qué tipo de
masón era éste? Y no les preguntó a los peruanos si lo querían o no, se los
impuso y listo. También dice que aquel que trafique con los extranjeros y con los
ingleses pierde la ciudadanía. Establece que la ciudadanía del Perú es una
ciudadanía americana: en Perú son peruanos todos los americanos. Este artículo
del estatuto provisorio es una maravilla, deberíamos copiarlo y establecerlo en la
Argentina ahora, pero claro, “sería un poco preconciliar”.
Pero estaba peleando con cuatro mil soldados que en el campamento de guarda,
donde él estaba, se le enfermaron de fiebres tercianas, es decir la fiebre amarilla:
la mitad quedó de baja entre muertos y desvalidos, ¿qué es lo que podía hacer?
Liberó a los esclavos, ya lo había hecho en Mendoza, a quienes pasó todos al
regimiento 11 de infantería. Decía que los criollos eran muy buenos a caballo, pero
malos como infantes, pero no los negros. A ellos los puso a todos de infantes,
quienes murieron en Chacabuco, en su mayoría. En Mendoza no hay negros
debido a que San Martín los enroló, y en el Perú lo mismo, liberó a todos los
negros de las estancias de los fundos peruanos, los pasó al ejército, pero éstos no
eran buenos soldados, cuatro mil de los cuales apenas dos mil serían
combatientes, y enfrente el virrey Pezuela primero y después el virrey La Serna,
tenían veintiocho mil veteranos.
Y aquí es donde vienen todos los sinvergüenzas y dicen ¿por qué no atacó, por
qué no libró una batalla grande? Que estas pequeñas batallas, que los juegos que
hizo Arenales por la sierra, desembarco aquí, desembarco allá, juego de ajedrez,
pero ¿por qué no libró una gran batalla como Maipú, con sus dos mil vehementes
soldados, contra los veintiocho mil de los españoles? Hay que ser idiota, como son
estos criticastros para proponer semejante cosa. Su explicación es que estaba
dedicado al opio.
Hay un libro de un muchacho de la F.U.A. (Federación Universitaria Argentina)
que ha escrito “Los amores secretos de San Martín”. Los secretos ¡nada!, porque
se basa en una mentira de Ricardo Palma, de que él tuvo amoríos con Rosita
Campusano, son cuatro líneas en el libro de los recuerdos de Palma, Tradiciones
peruanas. Después Palma dijo que eran todas mentiras, pero de eso ya nadie
quiere acordarse, y entonces éste con esas cuatro líneas hace un libro entero,
diciendo que San Martín estaría ahí en Lima, nada más que dedicado a vivir con la
Rosita, y a fumar, dice él, cigarros de opio. Quizás el muchachón éste le dé a los
porros de marihuana, y entonces cree que San Martín podía hacerlo con el opio,
pero con el opio no se puede, porque quema los labios; se fuma en una pipa larga,
lejos de los labios. No estaba dedicado al opio, ni a Rosita Campusano: estaba
simplemente maniobrando frente a un enemigo inmensamente superior, y
maniobrando bien, pero los enemigos esos sí contaban con fuerzas secretas muy
superiores a las de él, no solamente en número de tropas.

Desmitificando a los enemigos de San Martín, por Enrique Díaz Araujo


SAN MARTÍN.. ¿Masón, agente inglés o Padre de la Patria?
Enrique Díaz Araujo VII PARTE

Antes de adentrarnos a un importantísimo Documento sobre el General DON


JOSÉ DE SAN MARTÍN y las historias negras o blancas que rodean su figura
extraordinaria, debemos de hacernos preguntas.

 ¿Fue masón SAN MARTÍN?


 ¿Fue un agente inglés o en pro de la Corona británica?
 ¿Fue un mero revolucionario?
 ¿Fue un liberal católico?
 ¿A quién benefició la Independencia del Continente, o más precisos, de
nuestro Territorio?
 ¿Quiénes fueron sus enemigos a muerte?

Se crearon tres logias masónicas contra él, y ahí viene el argumento final contra la
masonería: no sólo había que ser católico para ser empleado, sino que la
masonería en el Perú luchó contra él a través de tres grandes logias:
La Logia provincial de Buenos Aires, que dirigía Bernardino Rivadavia, “el peor
hombre de América”, va a decir San Martín; Mitre va a decir “el más grande
hombre civil de la tierra de los argentinos”, por eso que el menos indicado para
hacer la historia de San Martín era Mitre, porque admiraba al hombre más
enemigo de San Martín que fue Rivadavia. Esta logia que estaba en Buenos Aires
infiltró al ejército de San Martín, y consiguió que, por ejemplo, uno de sus jefes, el
general Las Heras, se adhiriera a ellos.
En frente estaba la Logia Republicana, de los republicanos peruanos,
democráticos, liberales y demás. Como sabían que San Martín no era nada de
eso, fueron sus enemigos. Estaban dirigidos por Sánchez Carrión; ellos hicieron
asesinar a Monteagudo que era el ministro de gobierno de San Martín.
Y sobre todo estaba la Logia central de la Paz Americana que organizaba a los
masones del ejército realista, mandado por el general Gerónimo Valdés. De esto
tenemos un testimonio extraordinario que es el del coronel Tomás Iriarte, que
perteneció a esta logia, que había venido de España con ellos, y esa sí se había
formado en Cádiz por militares españoles, no americanos, sino nacidos en la
península, que se pusieron al servicio de Inglaterra. En España se los llamó,
después, los Ayacuchos, porque ellos son los que perdieron la batalla de
Ayacucho, y por la cual se terminó la guerra de América. Pero eran liberales y pro
ingleses; ellos querían que hubiera una guerra permanente en América. Se
llamaba “de la paz” pero en sentido opuesto, porque ellos lo que querían era la
guerra.
San Martín no quería la guerra con España, y ahí voy derecho contra la tesis de
Mitre: no es un anti hispánico como nos lo presentó Mitre, y siguen diciendo todos
los liberales y todos los enemigos, sino que buscó la paz con España, pero quería
la independencia de América y entonces en Miraflores, primero, con el virrey
Pezuela, y en Punchauca después con el virrey La Serna trata de establecer la
paz mediante el reconocimiento de la independencia de América, y que venga un
príncipe de la monarquía española como rey. El se declara monárquico. Entonces
Mitre dice: “ahí quedó sin salida, porque rompió con el democratismo de él”, es
decir el de Mitre.
En realidad, el estúpido de Fernando VII, por segunda vez (la primera es cuando
habían acordado en el año ´16 rendirle pleito, homenaje, reconocerlo como rey, y
éste se negó a recibir al legado) se negó a aceptar estas paces en el Perú, como
se negó a aceptar las paces en el tratado de Córdoba, de Iturbide con O’Donoj,
que ponían fin a la guerra a cambio de la independencia, y con un monarca que
podía ser su hermano menor, Francisco de Paula, o algún otro de la casa real
española.
Ese es precisamente el punto de debate que tuvo San Martín con Bolívar en
Guayaquil. Uno de los dos puntos: el primero era que San Martín se negaba a
comandar sus tropas (sólo tenía 4.000 hombres, 8.000 colombianos a lo sumo)
por estar en evidente minoría y proponía que Bolívar las comandase junto con las
suyas. Bolívar no quería eso, o no pudo entregar todo su ejército, o comandarlo
todo hasta pasados dos años, y entonces San Martín se retiró. Pero también
consta además, porque no es tan secreto lo de Guayaquil, que él pidió que el
sistema de gobierno de América fuera el monárquico, y Bolívar quería gobernar él;
quería gobernar bajo su sistema autocrático, sistema dictatorial.
Se va de Perú por eso, y pasa por Chile, llega a Mendoza y acá está un tiempo.
Ahí vienen de nuevo los infundios, las injurias, la calumnia. Dice Mitre, que se
queda acá muy tranquilamente en Los Barriales, en el departamento que hoy se
denomina San Martín, mientras que su mujer está muriéndose en Buenos Aires, y
no va a verla, porque era un desamorado, porque le había sido infiel con la Rosita,
porque ella también le había sido infiel con dos oficiales del ejército; era un muy
mal matrimonio… ¡Todo mentira! Lo de Rosita el propio Palma admitió que era
mentira; lo de ella, también. La señorita Grosso ha demostrado que esos oficiales
cuando llegaron a Mendoza hacía ya unos meses que Remedios había retornado
a Buenos Aires. Pero todas esas infamias se siguen lanzando, a ver si así se
embadurna la estatua. Pero ¿por qué no fue a verla, por cierto, no fue a tiempo
allá a Buenos Aires? Porque no podía, no porque no quería, porque no podía,
porque le avisa Estanislao López, caudillo de Santa Fe, que si va a Buenos Aires
lo van a juzgar y lo van a sentenciar a muerte. Y él le va a decir a Guido:
“Acuérdese que en ese año, si yo iba a Buenos Aires, me iban a prender como a
un facineroso, por eso no pude ir a darle el último adiós a mi esposa”. No pudo, no
es que no quiso.
Y ¿por qué esa inquina de los unitarios con él? Los unitarios (así se llamaban los
del partido de Rivadavia) creían que lo que estaba armando aquí San Martín era
nuevamente una fuerza militar para pelear contra ellos. San Martín los tenía sin
cuidado a éstos: él había mandado a pedir un apoyo para crear un nuevo ejército
del Norte, que fuera como una pinza allá en Perú. Mientras él mandaba a
Alvarado, desde Bolivia se iba a tratar de acercar al ejército realista. Para eso
mandó a un coronel peruano, Gutiérrez de la Fuente, a quién Rivadavia
despachó. Entonces cuando él vuelve a Mendoza, con el gobernador militar de
San Juan, Urdinenea, arman una pequeña unidad con quinientos hombres que
vayan al Norte a hacer, por lo menos, acto de presencia para disuadir al ejército
realista. Como está armando eso (no está tampoco plantando melones o zapallos
acá en la chacra) le dice en cartas a Guido y a Rosas: “Me interferían la
correspondencia, me abrían las cartas”. Entonces creen que está armando un
ejército contra ellos, por eso querían prenderlo como un facineroso. Al final, ¿qué
es lo que hace? Planea él también una táctica para poder ir a Buenos Aires.
Redactó una carta, que sabía que también se la iban a abrir, donde decía que el
gobierno de Rivadavia era lo mejor que había tenido la Argentina, y entonces
pararon el ataque, lo recibieron en Buenos Aires y le dieron el pasaporte porque
no lo querían en su tierra: lo querían echar. Hablan de ostracismo, palabra que
inventó Mitre, pero no hay ostracismo: es exilio, es destierro, lo mandan afuera, y
él aprovecha para colaborar con Bolívar. En Londres se encuentra con Iturbide,
ambos echados de sus países, los dos libertadores.
Y ¿qué es lo que hacen? Contratan dos buques para Bolívar. Ahí se ve que hay
un plan americano real, que no hay esas peleas que han inventado de San Martín
con Bolívar (el hijo de Iturbide pasó a ser edecán de Bolívar). Hay un acuerdo
entre ellos. Iturbide regresa a México, aunque San Martín le había dicho que no lo
hiciera, porque estaba en riesgo su vida. Efectivamente: lo fusilan. Aún en México
todavía no se lo reconoce como su libertador, a Iturbide, porque han gobernado y
siguen gobernando en México los socialistas, en el nido de todos los cristianos.
Iturbide era el más cristiano de los tres; los tres buscaron declarar a la Virgen
como patrona de América, pero Iturbide más, porque iba con la Virgen de
Guadalupe, la tri-garantía, ya que una de las tres bases de México era la religión
católica; por eso lo fusilaron y por eso lo niegan hasta el día de hoy.

Desmitificando a los enemigos de San Martín, por Enrique Díaz Araujo


SAN MARTÍN.. ¿Masón, agente inglés o Padre de la Patria?
Enrique Díaz Araujo VIII PARTE

Antes de adentrarnos a un importantísimo Documento sobre el General DON


JOSÉ DE SAN MARTÍN y las historias negras o blancas que rodean su figura
extraordinaria, debemos de hacernos preguntas.

 ¿Fue masón SAN MARTÍN?


 ¿Fue un agente inglés o en pro de la Corona británica?
 ¿Fue un mero revolucionario?
 ¿Fue un liberal católico?
 ¿A quién benefició la Independencia del Continente, o más precisos, de
nuestro Territorio?
 ¿Quiénes fueron sus enemigos a muerte?

Viene este exilio donde él pasa años. Primero quiere volver porque ha caído
Rivadavia por la guerra con Brasil, y Dorrego lo invita a venir. Cuando vuelve,
viaja de incógnito. En el año ´28 se entera en Río de Janeiro que había una
revolución decembrista encabezada por Juan Lavalle. Cuando el buque toca
puerto en Montevideo se entera que lo han fusilado a Dorrego; entonces el buque
después va al Pontón de Recalada en Buenos Aires y él no desembarca. ¿Por qué
él no desembarca? Porque él no había venido para apoyar a los gobiernos
militares, sino que llamado por Dorrego iba a encabezar la guerra contra Brasil. Es
el último servicio que él le presta a América; cuando se vuelve le dice ¡Adiós! a
América.
Queda la Argentina, a la que seguirá prestando este servicio, pero el proyecto
americano desapareció. Al mismo tiempo Bolívar le dice al presidente del Perú,
“Gobierne como peruano, porque América ya no existe más”. Y efectivamente San
Martín va a defender a la Argentina, a la Confederación Argentina, cuando los
ataques, francés de 1838 y anglo-francés de 1845, apoyando al encargado de las
relaciones exteriores de la Confederación, Juan Manuel de Rosas –otro punto
inaceptable para los enemigos-. No lo pueden admitir, porque Rosas es el
conjunto de las cosas que ellos más odian: es el gobernante fuerte, vigoroso,
católico, es el restaurador de las tradiciones argentinas. A éste San Martín, por la
cláusula cuarta de su testamento, le dona el sable, es decir, lo proclama su
heredero universal, y ese es el odio que muestran ellos (Sarmiento, Alberdi,
Varela). Todos los que lo entrevistan y discuten con San Martín esto, dicen que
estaba viejo, senil. ¡Estaba nada menos que en el centro de la contienda, en París!
Tan viejo como Sarmiento cuando asumió la presidencia, es decir, estaba
perfectamente en su lucidez y la mantuvo hasta el final de sus días.
Y ahí como se había definido monárquico en el Perú, antes de volverse desde
Montevideo, le manda a decir a Lavalle que mientras no haya aquí una dinastía
que gobierne, esto no va a tener solución. En 1846 le escribe a un militar chileno,
el general Pinto: “Ustedes han establecido un gobierno republicano en el que yo
no creí; no creí que se pudiera ser republicano hablando con la lengua española.
Pero su gobierno, el régimen de Portales, ha demostrado que puede establecer
una república vigorosa”. Es el único caso en América, y efectivamente Chile, de
1830 a 1890, no tuvo revoluciones gracias a este sistema que San Martín elogió,
como elogió el de Rosas. Todo eso no lo pueden tragar los liberales, porque es lo
contrario de lo que ellos piensan de cómo debe gobernarse.
Para mejor, en 1848, se produce la revolución socialista en París. San Martín se
va con su familia a Boulogne-sur-Mer, para poder llegar al ocaso de su vida. Y allí
transcurren sus últimos años, hasta que finalmente muere en 1850. Pero antes le
escribe al mariscal Ramón Castilla del Perú, describiendo lo que ha pasado en
Francia, diciendo que son estos malvados de los socialistas, anarquistas y
comunistas, los culpables de todo lo que está pasando en Europa. Esas cartas al
mariscal Castilla están prohibidas hoy en la Argentina, porque los que no quieren
difundirlas son, con sus más o sus menos, todos pro comunistas, y ahí San Martín
condena todas esas formas de gobierno.
El 17 de agosto de 1850 muere, de sus antiguas afecciones, porque se le habían
complicado con un reuma; tenía muchas enfermedades, que había sobrellevado
con esa paciencia estoica que tenía. Y muere, y entonces hay dos actos que ya
escapan al plano natural que yo les he tratado hasta aquí. Un argentino que lo
visitaba a diario, Félix Frías, llega después, a poco de morir San Martín, y habla
ahí con su hija Mercedes y con su yerno Mariano Balcarce. Al pasar donde lo
están velando las monjas, mira el reloj de la pared que está en la habitación de
San Martín, y lo ve parado a las tres de la tarde, le saca el reloj al general (de
bolsillo), y también se ha detenido a las tres de la tarde, le pregunta a la hija: “¿A
qué hora murió?”. “A las tres de la tarde”. Esto, racionalmente no tiene explicación,
y lo que les voy a decir ahora menos. Le dijo a la hija antes de morir: “Esta es la
tormenta que nos lleva al puerto antes de morir”. Es decir, él se había visto como
un buque que iba hacia un puerto, y ese buque y el puerto, es lo que está en el
estandarte de Pizarro. Es un lábaro pequeño, cuadradito, que había hecho bordar
Carlos V, por su madre Juana la Loca, para entregarlo a Francisco Pizarro como
símbolo de la autoridad de Pizarro en América del Sur, y se había perdido.
Cuando San Martín sale de Cádiz, y se presenta al Concejo de Regencia le dice:
“Voy a ir a Lima para encontrar mis intereses perdidos o abandonados”. Hoy los
historiadores dicen: “¿no ve que era un mentiroso profesional? No fue a Lima, ni
en Lima tenía nada perdido ni abandonado”. Cuando él fue a Lima por vía de
aproximación indirecta, lo primero que hizo fue nombrar una comisión para que
buscara el estandarte de Pizarro que estaba perdido o abandonado. Lo
encontraron, se lo hizo donar, y cuando se retira del Perú, en su proclama de
despedida a los peruanos les dice: “Diez años de lucha están de sobra pagados
con el estandarte de Pizarro.” ¿Está loco este hombre?, ¿cómo todos sus
esfuerzos, todo por ese pedacito de tela? Él lo explica: cuando vuelve del Perú, en
Valparaíso, va a la tertulia de Mary Graham, que era la amante de lord Cochrane,
y ella, enemiga suya, cuenta –como repetía las mentiras de Cochrane, de que
San Martín se había envilecido– que le dijo: “Usted se trajo muchas cosas del
Perú, ¿no?”, “Lo único que me traje del Perú –lo dice Mary Graham- fue el
estandarte de Pizarro”, sigue la dueña de casa, “Y entonces se puso de pie, cuan
alto era para aclarar, que ese estandarte es el símbolo de la autoridad moral en
América, y se sentó”.
Antes de morir le dijo a Mariano Balcarce, su yerno, que él no quería ser enterrado
con la bandera argentina, ni la peruana, ni la chilena, ni la de Ecuador, que quería
ser enterrado con el estandarte de Pizarro al que había tenido toda la vida en su
pieza. Así es enterrado, y después ordenó a sus parientes que se lo devolvieran al
gobierno del Perú. Ellos lo hicieron, mandaron el estandarte al Perú, llegó y está
otra vez perdido o abandonado. Nadie sabe más dónde está, porque con San
Martín se terminó la autoridad moral en América.
Este es el héroe del que les he hablado. Nada más.

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