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John Schlichting 2/15/2017

Autorretrato: Re-write
Span-3403:Martinez-Saez

Tengo los pies de un vagabundo, la mente de un filósofo, el corazón de un nómada, y un

alma hecha de viento. He viajado mucho para una persona del Medio Oeste, sin embargo, cuando

bajé del avión y respiré el aire argentino, el ardor del viajero empezó dentro de mí cuerpo. Leí un

cartel escrito en Castellano y solo escuché a los fragmentos de conversaciones que no entendí.

En ese momento, me dí cuenta de que nadie me conocía y era libre para caminar, virar, y vivir

como yo deseaba. Me dí cuenta de que estaba solo en un país extranjero a punto de estar en mi

propio viaje: en ese momento, el miedo, el temor, y la emoción se apoderaron de mí. Fue el

momento más elocuente de todo el viaje. Pasaba casi más de un mes respirando el aire argentino,

hablando la lengua argentina, y sintiéndome increíble. El ardor me consumió enteramente.

Pero ahora, estoy acá con los compromisos y la carga de un estudiante de la universidad.

Me parece como he estado acá por 18 años, y aún hoy el ardor está conmigo. Quiero salir,

empacar las bolsas, y saltar estos pasillos que me han rodeado. Mi alma me sopla lejos de este

estado de maíz y fútbol americano. Mis pies anhelan caminar un sendero nuevo, mientras el

corazón late para girar al olor de pino. En mis sueños, camino por el crujido de la nieve del norte,

sudo por un gran desierto, y miro al sol hasta que una montaña lo traga. El ardor del viajero me

está consumiendo. Si pudiera enfriarlo, no lo haría; lo avivaría con el aire de todos los senderos

nuevos.

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