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SÍNTESIS DE PROFETAS

SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL

NOMBRE: Armando Jhonathan Calle Muñoz


PROFETA: Ageo
PERIODO: Último periodo profético, posterior al destierro de Babilonia. Su profecía tiene lugar en el
segundo año del reinado de Darío (521-486 a.C.), concretamente de finales de agosto a mediados de
diciembre del año 520 a.C.

EL NOMBRE Y LA PATRIA
Ageo, profeta de Israel. La raíz hebrea de su nombre puede incluir un significado de “danza” o
“peregrinación”, por lo que algunos han pensado que su nombre implicaría su nacimiento en alguna de
las grandes fiestas israelitas. Algunos afirman que probablemente nació en Babilonia, durante la época
del destierro.

LA PROFESIÓN Y LA CULTURA
Si Ageo fue uno de los jóvenes desterrados en el año 587 a.C., podemos decir que en el tiempo de su
ministerio profético (año 520 a.C.) era ya de edad avanzada. Pero no sabemos si estuvo o no en el
destierro. Lo único que podemos decir es que Ageo conocía bien las condiciones del país tal como se
daban alrededor del año 520 a.C., y que las utilizó de manera convincente en su profecía.
Ageo hace abstracción de la política internacional, para centrarse en un episodio concreto, que afectaba
particularmente a su pueblo: la reconstrucción del Templo y la restauración de la dinastía davídica.
La subida de Darío al trono y sus primeros años de reinado conocieron una situación de convulsión.
Después de la muerte de Cambises (año 522 a.C.) se desataron violentos conflictos internos en el
imperio persa. Cambises, hijo y sucesor de Ciro, murió en Palestina, de vuelta de una campaña contra
Egipto. Otro hijo de Ciro, Bardía, fue asesinado, y fue Darío quien aseguró la sucesión. Los dos primeros
años de su reinado tuvo que dedicarlos a reprimir violentamente todo tipo de revueltas. No hay que
olvidar esta situación de inestabilidad que creó en Jerusalén una cierta tensión, aprovechada por Ageo
para despertar en la comunidad la espera de una intervención de Dios que hiciera temblar a las naciones
(Ag 2,7), destruyendo el poder de los reinos paganos (Ag 2,21ss), con la consiguiente liberación plena
de Judá.
En la cuestión de la repatriación, Darío siguió la misma política tolerante de Ciro. Sin embargo, los
repatriados se encontraban en una situación anímica diferente, perdidos ya los entusiasmos iniciales.
Después de un primer intento de reconstrucción del templo en el año 537 a.C. (Esd 3,7-12), los
repatriados se encontraban ahora desalentados y habían abandonado los trabajos. La pobreza de medios
y la hostilidad de los samaritanos fueron las causas principales de este abandono. Los repatriados
abandonaron la reconstrucción del Templo y se dedicaron a sus propias casas y campos.
LA VOCACIÓN Y LA MISIÓN
El primero de los profetas postexílicos fue Ageo. Su misión fue anunciar lo que Dios veía a dos
personajes de no escasa relevancia: el gobernador de Judá, Zorobabel, y el sumo sacerdote, Josué (Ag
1,1). Su primer anuncio tenía un contenido claro. Los judíos habían regresado del destierro, pero su
primera inclinación no era espiritual sino meramente material. El retorno a su solar patrio estaba
teniendo consecuencias no espirituales sino sólo materiales y éstas además resultaban frustrantes. Lo
primero era construirse la propia casa y, precisamente por ello, dejar para más adelante la reconstrucción
del Templo (Ag 1,2-4). Si se hubieran molestado en reflexionar se habrían percatado de que afanarse
en cuestiones meramente materiales no estaba dando los resultados deseados (Ag 1,6) ni siquiera en ese
terreno. Esa perversión de la acción que se espera del pueblo de Dios, a fin de cuentas, estaba teniendo
las consecuencias lógicas (Ag 1,9-11): correr tras los que se ansiaba y sacar poco en claro.
El mensaje de Ageo, práctico y directo, provocó una primera reacción que fue el temor. Quien más,
quien menos debía recordar lo que había significado no escuchar a Dios apenas unas décadas atrás. ¿Y
si Dios volvía a desencadenar un juicio sobre Su pueblo? ¿Tan poco iba a durar el tiempo de sosiego?
Pero la intención del mensaje del profeta no es amedrentar sino llevar a la reflexión y a la acción. Por
eso Ageo comunicó a los judíos que el Dios que los advertía también estaba a su lado si lo deseaban. El
espíritu de Zorobabel, Josué y el pueblo fue despertado por Dios y se dirigieron a ocuparse de las tareas
del Templo hasta ahora descuidadas. Por ello, la misión de Ageo consiste en proclamar en nombre de
Dios para el pueblo de Israel y su Templo: la restauración. Ageo llega en un momento decisivo para la
formación del judaísmo: el nacimiento de la nueva comunidad de Palestina.

LA ESTRUCTURA:
1. Reconstrucción del Templo (Ag 1,1-15).
- Exhortación a Zorobabel y a Josué para que lleven a cabo la reconstrucción (Ag 1,1-11).
- Respuesta de Zorobabel, de Josué y del pueblo a la exhortación del profeta (Ag 1,12-15).
2. La gloria del segundo templo (Ag 2,10-19): profecía dirigida a los dos jefes y al pueblo.
3. Sin la obediencia todo es impuro (Ag 2,10-19). Los sacrificios impuros son la causa de la escasez de
cosechas y frutos. Si hay cambio, habrá bendiciones.
4. Promesas a Zorobabel (Ag 2,20-30).

ORIGEN Y FORMACIÓN
Nada se conoce de sus orígenes familiares, de su edad (algunos, basándose en Ag 2,3 piensan que en
año 520 a.C. era ya de edad avanzada), de su carácter, o de otros detalles personales. En el impulso que
le dio a la reconstrucción del Templo, se reveló como un hombre eminentemente práctico.
LA LENGUA Y EL ESTILO
El texto de la profecía de Ageo, escrito en hebreo, es obra de alguno de sus discípulos que dio forma a
los oráculos del profeta. Discuten los autores si son cuatro o cinco los oráculos recogidos en este
brevísimo libro. Sin embargo, la mayoría están de acuerdo en que se trata de cuatro breves sermones
los que componen el libro.

TEOLOGÍA
Los temas del libro de Ageo son excepcionalmente claros: la reconstrucción del Templo, la restauración
de la dinastía davídica y la irrupción de la era escatológica. El profeta, hombre eminentemente práctico,
intenta interpretar los signos de los tiempos para estimular la tarea de reconstrucción: la pobreza y las
malas cosechas son el resultado del letargo espiritual en que han caído los repatriados.
Es preciso renovar el interés religioso y poner de nuevo manos a la obra en la reconstrucción de un
Templo que sea digno del Señor. De esta manera, las bendiciones se multiplicarán y podrá alborear el
tiempo de la salvación definitiva. El debilitamiento de las naciones (situación de revueltas y conflictos
en el interior del imperio persa) es ya un presagio del día del Señor (Ag 2,21-22). Reviven así las
esperanzas mesiánicas, centradas en Zorobabel.
Todavía había nuevos motivos de desánimo: el nuevo Templo no parecía una continuación del glorioso
Templo de Salomón. Ageo estimula el trabajo, convencido de que en este segundo Templo se realizará
la venida escatológica del Señor y el establecimiento de su reino. Será la morada permanente del Señor,
lugar de la efusión del Espíritu y de un culto purificado. Las naciones traerán a él todas sus riquezas. A
él descenderá la gloria del Señor, y en él Dios otorgará su paz. En esta misión de restauración participó
también el profeta Zacarías. Ambos profetas reavivaron las energías e indujeron al gobernador
Zorobabel y al sumo sacerdote Josué a proseguir los trabajos del Templo, lo que se hizo en septiembre
del año 520 a.C.
Este es el objetivo de los cuatro breves sermones que componen el libro: Dios ha echado a perder los
frutos de la tierra porque el Templo sigue en ruinas, pero su reconstrucción traerá una era de
prosperidad; a pesar de su modesta apariencia, este nuevo Templo eclipsará la gloria del antiguo, y se
promete el poderío a Zorobabel, el elegido de Dios. Así se cristaliza en torno al santuario y al
descendiente de David la esperanza mesiánica que Zacarías va a expresar con más claridad.

BIBLIOGRAFÍA
- JARAMILLO RIVAS, Pedro. El Mensaje Del Antiguo Testamento – 16. Profetas Menores. Pág. 241-
244. Editorial la casa de la Biblia. 1993. Madrid (España).
- BIBLIA DE JERUSALÉN. Pág.1053.

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