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Cuando el ex mariscal de los Atlanta Falcons, Michael Vick fue condenado por cargos federales
relacionados con peleas de perros en el 2007, este deporte cruel, sangriento y clandestino fue
llevado al foco de la atención pública. Los cargos de Vick revelaron el perturbador maltrato
hacia los perros, quienes son enfrentados y alentados a desgarrarse en pedazos el uno al otro
en una pelea a muerte, mientras los espectadores celebran y apuestan por un «ganador».
Cuando a los perros en la propiedad de Vick no se les obligaba a pelear, los mantenían
encerrados y encadenados a ejes de carros enterrados. Cuando ya no les eran útiles a los
organizadores de peleas, los mojaban y electrocutaban, ahorcaban, golpeaban, ahogaban, les
disparaban, los azotaban contra el suelo o asesinaban de alguna otra manera atroz.
El caso de Vick es uno entre muchos – expertos estiman que decenas de miles de personas
están involucradas en peleas de perros profesionales, mientras que cientos de miles estarían
participando en las llamadas «peleas callejeras» o peleas informales de perros. Hoy en día, los
50 estados consideran el participar en peleas de perros un delito grave.