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ANALISIS
ANALISIS
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Este capítulo es una versión extendida de la ponencia “El problema de la selección de teorías y métodos en
análisis del discurso”, presentada en el V Coloquio Nacional de Análisis del Discurso, celebrado en Maracaibo
entre el 20 y el 23 de junio de 2005, auspiciado por la Universidad del Zulia y la Asociación Latinoamericana
de Estudios del Discurso.
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y explicar problemas cognitivos, sociales y culturales más que lingüísticos. En se-
gundo lugar, nos encontramos con analistas que traen diferentes concepciones de
lo que significa discurso, y eso nos lleva a comprender por qué se habla de discurso
como “técnica”, “método” y/o “teoría del lenguaje”. Esto nos conduce directa-
mente a la definición de lenguaje que los analistas manejan, porque el concepto
de lenguaje puede incluir lo verbal y también otros lenguajes como el gestual, el
visual, el musical, etc. La discusión puede tocar el terreno de la multimodalidad
donde se trabaja con textos complejos en los que se mezclan y entrecruzan distin-
tos tipos de lenguajes. Todo ello requiere un aparato descriptivo más complejo y
de mayor alcance. De ahí que el problema se complique cuando se trata de estu-
diar un problema social en el que el criterio para la escogencia de textos son las
acciones realizadas y no sólo los tipos de textos en sí mismos.
En tercer lugar, los problemas de la selección de teorías y métodos surgen
porque, además de tener objetivos diferentes, los analistas del discurso se han
formado en disciplinas distintas en las que se favorecen teorías y métodos basados
en supuestos sobre la realidad desde variados ángulos y con sustentación en sabe-
res diferentes (véase Titscher et al., 2001) en los que las categorías de análisis
pueden ser pre-determinadas o emergentes (el dilema de lo ítico y lo ímico), con
diferentes actitudes ante el conocimiento, porque para algunos puede ser una
realidad “objetiva”, estática, y para otros “subjetiva”, dinámica y cambiante, o
ambas cosas. La situación se complica cuando agregamos a lo anterior que todos
los analistas tienen una visión de mundo que difícilmente pueden evadir, particu-
larmente si se dedican al análisis crítico del discurso.
Una primera mirada a las grandes teorías y métodos en discurso nos acerca al
libro de Titscher et al. (2001) que reúne un total de doce enfoques en las ciencias
sociales, unos desde el punto de vista de la sociedad y la cultura y otros desde la
lingüística. Por un lado, las teorías sociológicas, antropológicas, psicológicas, filo-
sóficas y, por otro, las teorías lingüísticas. A su vez las teorías lingüísticas ofrecen
un amplio marco de opciones que, en sí mismas muestran diferentes enfoques.
Por ejemplo, bajo lingüística estructural se incluye al estructuralismo cultural de
Levi-Strauss, la lingüística estructural de Saussure, el formalismo ruso de Todorov
y Propp, y la Escuela de Praga representada por Jakobson. Todas ellas sirven de
base para el método de la semiótica narrativa (Greimas) (véase Titscher at al.,
2001:51). También encontramos los aportes de la lingüística cognitiva, represen-
tada por Shank y Abelson, que sirve de apoyo a la lingüística textual y a una
vertiente del análisis crítico del discurso (Wodak, van Dijk). Además de lo ante-
rior, en este cuadro se incluye a la lingüística sistémica propuesta por Halliday,
que sirve de fundamento a otra vertiente del análisis crítico (Fairclough, y en
parte Wodak).
Como hemos visto, no todas las teorías sobre el discurso tienen una base
lingüística. Después de realizar una investigación bibliométrica, Titscher et al.
(2001:217), reportan que los métodos más citados por los investigadores en las
ciencias sociales, según el Social Science Citation Index (SCCI) de 1991 a 1998,
fueron los siguientes, en orden decreciente: la teoría fundamentada (“Grounded
Theory”), la etnografía de la comunicación, el análisis crítico liderado por Fair-
clough, el análisis de contenido estándar (cuantitativo), el análisis de la conversa-
ción y el MCDA (“Membership Categorization Device”), ambos ubicados en la
etnometodología. También se mencionan otros como el SYMLOG (“System for
the Múltiple Level Observation of Groups”), el análisis de contenido abierto (cuan-
titativo), la semiótica narrativa, la hermenéutica objetiva, el análisis crítico en la
corriente de Wodak, y la pragmática funcional. Es interesante notar dos cosas
sobre la fuerza de las teorías y los métodos en el mundo académico. Primero, que
estos datos llegan hasta el año 1998 y, por lo tanto, no se conoce el estado de la
cuestión en los últimos años. Segundo, que algunos nombres no aparecen men-
cionados, tal vez porque se trata del SCCI, o porque se han dejado afuera por
otras razones.
Vale la pena destacar, en todo caso, que en cualquiera de las disciplinas de las
ciencias sociales se debe tomar en cuenta, desde el inicio, que la selección de
textos para el análisis puede abordarse con diferentes propósitos y, al menos, des-
de tres perspectivas: a) como objetos de estudio en sí mismos, cuando se estudian,
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por ejemplo, las conversaciones, las entrevistas, las noticias, etc.; b) como rasgos
de grupos investigados, y los textos pasan a ser enunciados en un contexto parti-
cular o “componentes manifiestos de una comunicación” que permiten decir algo
sobre las personas que los produjeron; y c) como rasgos de una situación particu-
lar que se documenta mediante textos (véase Titscher et al., 2001:32).
Uno de los manuales más útiles desde el punto de vista de los métodos y
técnicas para practicar el análisis del discurso se encuentra en el campo de la
psicología (Wetherell et al., 2001). Estos autores incluyen en sus enfoques prefe-
ridos al análisis de la conversación, la lingüística interaccional y la lingüística de
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corpus (mencionada muy poco en otros manuales), el modelo de acción discursi-
va (Edward y Potter), el análisis crítico del discurso (Fairclough) y el análisis ge-
nealógico (Faucault). Lo atractivo de este libro es que, junto con cada enfoque, se
presentan investigaciones que lo ilustran y muestran el método y las técnicas de
investigación empleadas. Los analistas pueden encontrar respuestas a sus pregun-
tas sobre cómo generalizar, cómo legitimar la investigación en discurso, cómo
abordar datos en el plano micro y macro. Como se puede inferir rápidamente, no
se contemplan algunos de los enfoques incluidos en Titscher et al., (2001), pero
se presenta un método para aplicar los principios de Foucault, con el foco en la
historia (que tampoco se ven con esta precisión en otros textos). Queda claro en
este libro que la meta no es desarrollar la teoría lingüística, pero sí ofrece herra-
mientas lingüísticas fundamentales para interpretar los textos. En español tam-
bién se han publicado manuales que resumen en parte esta perspectiva (véase
Iñiguez Rueda, 2003). Para complementar el análisis de datos vale la pena con-
sultar a Silvermann (2001).
Lo que nos queda claro de este libro es que la psicología discursiva reconoce
el papel fundamental del análisis lingüístico y, aunque los autores expresan en la
introducción que “our book is intended for social scientists but surely language is
the province of linguists” (Whetherell et al., 2001:i)2, también admiten que el
nuevo foco en el lenguaje ha hecho que se introduzcan transformaciones impor-
tantes en la teoría social.
2
Trad. de la autora: nuestro libro está dirigido a los científicos sociales pero sin duda el lenguaje es el campo
de los lingüistas.
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Como hemos visto, todos los manuales favorecen algunas teorías más que
otras y dan cabida a algunos nombres, pero no a todos. En este libro de Phillips y
Jørgensen (2002) se hace patente cómo el conocimiento se construye en el mun-
do de la academia. Por ejemplo, ellos hacen una diferencia entre el análisis crítico
del discurso (originalmente propuesto por Norman Fairclough en 1985) y un
“movimiento crítico” en el que, según ellos, se encuentran una variedad de enfo-
ques “no siempre muy bien definidos”. Se hace muy evidente la crítica a los ma-
nuales de análisis crítico del discurso que no incluyen a la psicología discursiva, a
pesar de que “cumple con todos los requisitos para pertenecer al club” (Phillips y
Jørgensen, 2002:60), pero se reconoce que esta “exclusión” puede deberse al he-
cho de que la psicología discursiva se basa más en la retórica que en la lingüística
(algo que supuestamente practican los analistas críticos). La razón por la que
Fairclough es escogido como el analista crítico más completo es que, según ellos,
su propuesta se basa en premisas filosóficas, propone un método y técnicas espe-
cíficas de análisis lingüístico.
Es evidente que en la decisión de teorías y métodos opera un componente
personal o individual en el que se cruzan diversos factores: la formación en cada
disciplina, el acercamiento o alejamiento de las líneas existentes o disponibles, el
grado de relevancia que se otorgue al lenguaje y al uso de los textos como material
de investigación y, también, la forma de concebir el compromiso social.
El análisis crítico del discurso (ACD) es uno de los desarrollos del análisis del
discurso que ha tomado mucha fuerza en los últimos años porque los analistas
reconocen abiertamente su compromiso social y político, lo cual genera discusión
en el campo de las ciencias sociales y la lingüística, especialmente en cuanto a los
métodos empleados. Por consiguiente, debemos abordar la discusión sobre lo que
significa practicar el análisis crítico con el propósito de orientar a aquellos que
deseen incursionar en el estudio y análisis de los textos desde esta perspectiva. El
ACD se ha extendido de tal modo que ya existen varias publicaciones y manuales
traducidos al español, en los cuales se recogen los orígenes, los principios y los
enfoques más empleados por autores europeos (e.g.Wodak y Meyer, 1997, 2001).
En dichos manuales casi no se mencionan los estudios llevados a cabo en América
Latina, lo que genera un gran vacío en el momento de proponer un proyecto de
investigación en nuestro contexto social, político y cultural. Las obras que dan
atención al análisis crítico de problemas en el mundo hispano y América latina
son raras excepciones (van Dijk, 2003).
Los estudios en América Latina sí existen, como se puede constatar en los
artículos de este libro, pero son menos conocidos y menos aplicados porque mu-
chos de ellos tienen sus orígenes en las teorías imperantes, de modo que los in-
vestigadores prefieren volcar sus esfuerzos en las teorías originales. No obstante,
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creemos que muchos de estos trabajos aportan una mirada diferente y pueden
servir de base para desarrollos del ACD en América Latina3.
3
Los capítulos que siguen recogen una amplia bibliografía de las investigaciones realizadas en Venezuela,
especialmente los trabajos de Barrera Linares, Adriana Bolívar, Irma Chumaceiro, Frances D. De Erlich,
Lourdes Molero y Julián Cabeza, Maritza Montero, María Fernanda Madriz.
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con el papel del discurso en la constitución del mundo nos encontraríamos con
que unos se inclinan más hacia un lado o hacia otro, como se ve en el diagrama 1
que sigue, adaptado de Phillips y Jørgensen:
Diagrama 1
El papel del discurso en la constitución del mundo
(Phillips y Jørgensen, 2002:20)
(Faucault) (Althusser)
(Gramsci) Materialismo histórico
paradigma
enfoque
método analítico
ni método ni teoría
perspectiva crítica
una actitud
teoría y método
momento (elemento)
agenda
programa
programa de análisis social
La noción de contexto
Puesto que el objeto de estudio del discurso son los textos en contexto, lo
primero que hay que hacer es definir el alcance del contexto. La definición deter-
minará en muchos casos si el estudio será de tipo micro (como en el análisis de la
conversación) o macro (por ejemplo, en el análisis crítico cuando se trabaja con el
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cambio social o político). Es importante también tener claro de qué tipo de con-
texto se está hablando: físico, cognitivo, social, cultural, político, histórico.
La noción de texto
De lo anterior se deriva que es necesaria una definición de texto, que depen-
derá de la teoría sobre los textos y de la concepción de lenguaje que se adopte. En
todo caso, se debe pensar si al hablar de texto se trata de: el objeto físico texto, de
un constructo teórico, de un producto de la interacción social, o de ambas cosas.
La noción de ideología
Esta es una definición difícil, pero ineludible, incluso para quienes solamen-
te se deciden por describir modos de organización de los textos o tipologías, sin
hacer referencia explícita al aspecto ideológico. Es así porque las definiciones más
generales de ideología la describen como un sistema de creencias y valores com-
partidos por un grupo. Es difícil, entonces, interpretar cualquier texto sin tomar
en cuenta lo que los actores involucrados piensan o sienten en un contexto y
cultura particular.
La noción de interacción
Casi todos los analistas hablan de interacción. Así tenemos referencias a la
interacción entre los niveles de análisis (por ejemplo, gramática, semántica y prag-
mática), la interacción entre hablantes, entre lectores y textos, entre escritores y
lectores, para no seguir mencionando otros usos. Es de gran relevancia no usar el
término de manera general porque la decisión sobre qué tipo de interacción se
estudiará tiene consecuencias en los modelos de análisis para explicarla. Por ejem-
plo, no es lo mismo explicar cómo un lector interpreta un texto que cómo un(a)
escritor(a) compone un texto, porque se trata de dos tipos de interacción que
ameritan conceptos de base y métodos específicos (véase Bolívar, 1998).
La gramática de base
Los analistas necesitan usar una gramática de base para poder analizar los
textos, obtener credibilidad, y hacer generalizaciones con base empírica. Hay que
tener cuidado con la gramática escogida pues cada gramática se basa en supuestos
teóricos sobre como funcionan las lenguas. No es lo mismo una gramática que
busca universales lingüísticos pensando en hablantes homogéneos, que una gra-
mática que busca explicar los significados en distintos contextos, de acuerdo con
lo que los hablantes mismos dicen y hacen con los textos. Por eso es importante
seleccionar una gramática que tome en cuenta el lenguaje en contexto de situa-
ción y de cultura. La gramática sistémica funcional (Halliday, 1994) es a menudo
escogida en diferentes ámbitos (enseñanza de lengua y literatura, traducción, in-
teligencia artificial, análisis crítico) porque permite explicar el significado toman-
do en cuenta tres grandes dimensiones: la experiencia del mundo, las relaciones
interpersonales y la organización de los textos. Para algunos autores, esta gramá-
tica es esencial en el análisis crítico del discurso, como lo plantea Wodak (2003:7):
Tanto si los analistas con un enfoque crítico prefieren centrarse en las caracte-
rísticas microlingüísticas, las macrolingüísticas, las textuales, las discursivas o
las contextuales, como si su ángulo de aproximación es fundamentalmente
filosófico, sociológico o histórico, en la mayoría de los estudios se hace referen-
cia a la gramática funcional sistémica de Halliday. Esto indica que una com-
prensión de las afirmaciones básicas de la gramática de Halliday y de su enfo-
que del análisis lingüístico resulta esencial para una adecuada comprensión del
ACD.
La noción de conocimiento
Hablamos permanentemente de conocimiento sobre el mundo, sobre mate-
rias, sobre fenómenos, sobre eventos, sentimientos, etc. Es necesario, entonces,
comprender qué significa “conocimiento”, cómo se construye en la interacción
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social, de qué manera los factores sociales, culturales, ideológicos, afectan el co-
nocimiento del mundo, y cómo este conocimiento opera en la construcción de
realidades en la vida cotidiana, en las instituciones. Todavía más, se necesita saber
de qué manera se usa el conocimiento en la lucha por el poder, en cualquier
contexto.
La noción de “crítica”
Esta noción necesita un estudio profundo, particularmente en el caso del
análisis crítico, porque la teoría crítica se manifiesta en las ciencias sociales, donde
la lingüística ha hecho aportes importantes con la lingüística crítica (Fowler et al.,
1979). Por eso, se hace necesario aclarar el término desde una perspectiva inter y
multidisciplinaria. Los estudios críticos, por consiguiente, deberían realizarse en
grupos multidisciplinarios de manera que los lingüistas y los no lingüistas com-
partan teorías y métodos para analizar los problemas que se planteen.
9. ¿CÓMO PROCEDER?
Esta es la pregunta más frecuente, junto con ¿por dónde debo empezar? No
hay receta posible porque la investigación es biográfica (en el sentido de que cada
persona trae su visión de mundo, sus propósitos y metas), pero sí es posible seña-
lar algunos pasos necesarios para iniciar el análisis.
Esta breve introducción en los primeros problemas que enfrentan los inves-
tigadores en estudios del discurso nos hace ver que el análisis del discurso va más
allá de ser UNA técnica o UN método para estudiar la comunicación humana,
porque hemos vislumbrado que existe una amplia variedad de teorías y métodos
en las ciencias sociales y en la lingüística. En consecuencia, la primera tarea es
ubicarse en este campo de conocimiento para tener una idea más clara de lo que
se quiere hacer, por qué y para qué, porque de otro modo se estarían desconocien-
do los avances en esta disciplina y los debates epistemológicos que se dan en su
seno (véase Taylor, 2001).
En esta introducción también se hace evidente el papel central del lenguaje
en las investigaciones sobre el discurso porque, aunque los intereses de los filóso-
fos, psicólogos, sociólogos, comunicadores sociales, historiadores, antropólogos,
y otros interesados en la comunicación humana, puedan ser diferentes, ninguno
puede prescindir de los textos y del habla para explicar los problemas que estudia.
Es por esta razón que la contribución de los lingüistas se hace fundamental para
comprender e interpretar mejor los problemas sociales, cognitivos y culturales.
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