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Prólogo Andrés Salgado / Ilustraciones Jhon Mora

Jorge Urrea
Carmesí
Microcuentos

Ilustraciones
Jhon Mora

Prólogo de Andrés Salgado

Editorial
Torre de Palabras
EDITORIAL TORRE DE PALABRAS

Carmesí
Jorge Eduardo Urrea Giraldo - @jorgeurrea
Ilustraciones
Jhon Mora

Esta obra está bajo licencia


Creative Commons atribución 4.0 internacional

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carmesi@jurrea.com

Editor: Juan Felipe Gómez Cortés


Concepto y foto de caratula: Jorge Urrea
Ilustración caratula : Jhon Mora
Diagramación: Melissa Lozano

1ª edición: Julio 2017


ISBN:
Impreso en Colombia / Printed in Colombia
Impresión: Real Editores
Armenia, Quindío, Colombia
Editado por Torre de Palabras

Carmesí en PDF y más microcuentos en


jurrea.com
A María José, Martín y María Antonia,
mis tres mejores cuentos.
CONTENIDO

Prólogo 9

DESPEDIDAS 17

Adiós 18
Promesas Rotas 20
Colorín Colorado 22
Sin miedo 24
Sentimiento oceánico 26
Azar 28
Perfección 30
El Primer día 32
Descuido 34
Suerte echada 36
21 gramos 38

ENCUENTROS 41

Veneno 42
Gloria eterna 44
Pallor mortis 46
Tiquete mágico 48
El túnel 50
Comandante 52
¿Me amas? 54
Placeres 56
Sino 58
DIVERGENCIAS 61

Sobrenatural 62
Letra muerta 64
Dispareja 66
Miedo 68
Pertinaz 70
Magia Negra 72
Compañeros de viaje 74
Sin rastro 76
Metamorfosis 78
Murmuraciones 80
Cautiva 82
Soledad 84
Desesperación 86
Jardinera 88

QUIMERAS 91

Blancos 92
Inconformidad 94
Touché 96
Muertos 98
Fantasía 101
Mundos Paralelos 103
Para todos hay 105
Reino 107
Errante 109
Navidad 111
Paseo Nocturno 113
Maridaje 115
Año nuevo 117
Hogar 119
En Color 121
Carmesí 123
Prólogo

Irremediablemente, cuando leía estos


bocados escritos por Jorge Urrea - pedazos
de escritura que deambulan por los caminos
de lo dulce, lo absurdo, lo divertido, lo
existencial y lo sorpresivo- no pude dejar de
pensar en la muerte como sentimiento
aglutinador y motor de este libro. Cuando
Epicuro habla de la muerte, dice: “cuando tú
eres, tu muerte todavía no es; y cuando tu
muerte sea, tú ya no serás”

Y esto me ocurrió principalmente porque


creo que lo que conecta a Jorge con Epicuro
es quizás el hecho de asumir un tema tan
complejo y reverencial, en algo natural,
divertido y comprometedor.

Desde que el nuevo ser humano, o cualquier


organismo vivo, empieza a respirar, inaugura
su propio recorrido hacia la muerte. Hacia la
sentencia de cada existencia. Por este
mundo, ha pasado gente como arroz y
aunque pocos han dejado huellas
memorables, todos, incluso los llamados
inmortales, han muerto.

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Pero siendo la muerte algo tan natural y tan
cotidiano, ¿en qué momento se convirtió en
una experiencia tan trascendental y mítica? Si
soy honesto, yo preferiría no dar mi opinión
porque seguramente, se levantarán ampollas.
Sin embargo, entrado en gastos, creo que la
muerte cambió su sentido desde el instante
mismo en que la religión la tomó bajo su
falda y la convirtió en su dildo preferido para
justificar su negocio. Y no sé si es
exactamente la muerte lo que lucra la
religión, pero al menos sí sirve de pasillo,
para la obtención de sus diezmos.
Robustecer la fábula de que al morir,
empezamos una vida nueva en una especie
de lugar ideal llamado “paraíso” y que
dependiendo de nuestros actos, terminamos
accediendo a él o a otro lugar opuesto
llamado “infierno”, hace que vivamos
ansiosos alrededor de un hecho que ya deja
de ser lo que biológicamente es: una
transformación desprevenida.

Y es paradójico porque los devotos de la


religión, que siempre están tan convencidos
de ese paraíso y de la bondad de su Dios,
sufren

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mucho ante la muerte y no quisieran irse de la
vida ¿Por qué? Si después de la muerte es
cuando el devoto se verá con Dios en el
paraíso más dichoso, ¿por qué entonces le
teme a ese momento o peor aún, sigue vivo?
En otras palabras, si yo fuera religioso y me
presentaran la muerte como la vía para la
felicidad eterna y superior, no dudaría un
segundo en buscar la forma de suicidarme
para llegar a ese paraíso. Pero no. El religioso
se aferra a la vida como el perro de
parqueadero se aferra a un hueso carnudo de
sancocho. Algo extraño habita en ese
contrasentido dentro de la mente del
religioso. Quizás ocurra por haber
moralizado la muerte y haberla convertido en
un acto de fe.

Por eso creo que los textos de Urrea son


saludables. Porque manosean la muerte, la
reverencia y todos los sentimientos que la
acompañan, sin pudores, sin tanto respeto.
Eso sí: no es únicamente la muerte el tema
central del que habla el autor. No quiero ser
injusto. Urrea también habla de amor, de
nostalgia, de deseo, de risas, de lejanías… o

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dicho en otras palabras y para resumir: Urrea
habla de la muerte.

En este libro, volvemos a lo básico. A lo que


nos hace bien: quitarnos la ropa, disfrutar de
un dibujo, sentarnos en la acera de la calle
para ver el agua deslizarse hacia la alcantarilla,
mirar a los ojos de quien amamos, sacarnos
los zapatos para caminar sobre el cemento;
volver a ese niño interior, mirar al coco de
frente; entender que los monstruos somos
nosotros mismos. Que somos vísceras e
ideas llenas de luz, respirando para encontrar
respuestas.

El ejercicio que llevó a cabo Jorge para


trasladarnos a lo breve, a lo sintético, a lo
práctico, me genera mucho agradecimiento.
En estos tiempos en donde el escritor busca
ser cada vez más complejo, creyendo que así,
acaricia las gónadas de la intelectualidad, un
texto como este es saludable para la mente.
Jorge nos hace una invitación. Así como esos
líderes espirituales freaks que llevaron gente a
matarse con cianuro para ser recogidos por
un OVNI, Urrea, en este texto, nos conduce
sin pretensiones a la tierra prometida: a

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simplezalandia. De sobra está dicho que por
simpleza no compramos banalidad. Lo
simple, conectado con la nostalgia, hace que
esa sencillez evoque sentimientos de
inocencia. Esa inocencia libre de carga moral,
esa inocencia que está dentro de cada uno de
nosotros y que a veces, solemos olvidar en un
rincón de la prevención de los años; una
inocencia contundente que a veces aparece y
nos hace llorar. Una inocencia despojada de
miedo, audaz. La inocencia con la que
venimos al mundo y con la que
inevitablemente, nos iremos al morir.

Andrés Salgado

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DESPEDIDAS

17
18
Adiós

-¿Mamá, qué suena?


-Es el viento, Susana... El de tu alma-,
susurró la madre y cerró la tapa del
ataúd mojada por sus lágrimas.

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20
Promesas rotas

Aquella madrugada, acurrucada


en el suelo, no hallaba consuelo
en el silencio sordo de la habitación.

Ella había prometido cambiar, pero por


más que intentó no tuvo éxito, y así
perdió su tesoro, perdió su amor.

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22
Colorín colorado

-Hasta pronto- dijo ella


-¡Hasta nunca!- él respondió

Después bebieron la poción y sus


almas tomaron caminos opuestos.

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24
Sin miedo

Ángel no le tenía miedo a morir, cada


mañana daba gracias a Dios por un día
menos de vida.

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Sentimiento oceánico

El puerto estaba desolado cuando el


vampiro, enfurecido, salió del viejo navío.

Buscaba a su amor que se perdía en el mar.

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28
Azar

Yacía el payaso inerte en la morgue.


Junto a él su paraguas, su algodón de
azúcar y su roja nariz: todo su botín.

Mísero azar.

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Perfección

- No soporto tu perfección-, dijo irónica.


- Ya no es como antes. ¡Mira!, no
puedo volar- respondió.

Y saltó al vacío.

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32
El primer día

No estaban acostumbradas a decirse


adiós, por eso, la mañana de aquel lunes
fue el peor día de la vida de Lucía

...y el bus del cole, el culpable de su


primera separación

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Descuido

-¿Por qué lo hiciste?


-Tú me obligaste
- ¡Pero… yo no hice nada!
-Por eso.
Y sola se quedó.

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Suerte echada

Cuando sonó el teléfono aquella noche,


la voz de odio de su pareja dejó claro su
deseo y cuál sería su final: La tumba.

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21 gramos

- ¿Cuánto pesa el alma?


- 21 gramos

Entonces él soltó un suspiro profundo


y miró al cielo - Si tan solo pudiera
alcanzarte en la eternidad -

- Vení, alza vuelo- Retumbó una voz en


la cabeza del hombre.

- Es mucha distancia y vos 21 gramos


más ligera.

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ENCUENTROS

41
42
Veneno

Y la mariposa se posó en sus labios


creyendo que eran néctar, pero al volar de
nuevo se sintió pesada, adormecida,
enajenada.

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44
Gloria eterna

El vapor flotaba sobre el suelo donde


Victoria yacía sin pudor. Hacía calor y
estaba cubierta de sudor.

Ella quiso demostrar rebeldía y encontró


su muerte en un momento de gloria.

De gloria eterna.

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46
Pallor mortis

-Hola-, dijo la parca un atardecer.


Yo, sin mirarla, le respondí con una
diatriba etérea sobre la soledad.

-¿Me provocas?- Masculló.

Entonces, perdí mis colores y un poco


más.

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48
Tiquete mágico

De los labios brotó la magia, y el cuerpo


inerte se levantó llevándose con una
caricia al hechicero que le había devuelto
el amor.

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50
El túnel

Algo tibio bajaba por su garganta.


Algo ferroso empapaba su paladar.
Algo rojo manchaba su camisa.
Algo blanco nublaba su vista.

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52
Comandante

-Aticen la hoguera- ordenó el diablo de


servicio al conocer la noticia.

-Aún no termina de arder el chamo-


respondió el parrillero.

-Ni lo hará, a ambos les gusta la


perpetuidad.

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54
¿Me amas?

-¿Me amas?
-Estoy muerto
-¿Y por eso no puedes amar?
-No, no puedo
-¿Y entonces por qué estás nervioso?
-¿Cómo lo sabes?-
-Tu corazón late fuerte. ¿Me amas?.

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56
Placeres

Para Ana, ver caer la lluvia de los cielos de


invierno era un placer, un placer sin
besos, sin amor, pero placer al fin y al
cabo.

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58
Sino

Dos almas juegan ajedrez en el purgatorio,


dos almas apuestan su eternidad.

Ninguna de las dos se acercará al Rey.

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DIVERGENCIAS

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62
Sobrenatural

Devuélveme el corazón y el alma, grité al


viento en el momento justo en que el sol
me quemaba.
Fue tarde, es verdad, soy un vampiro.

63
64
Letra muerta

-Te extraño- se leía en una lápida


perdida en el olvido.

Que ironía, en vida todo fue sueño y


fantasía, hoy solo son letras sobre el
mármol.

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66
Dispareja

-¡Machista! Le gritaba.
-¡Eres un arrogante!-, le decía, mientras
él, con un taco en la garganta, planchaba
su camisa.

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68
Miedo

- Asómate, verás que no es tan malo- dijo


una voz ronca bajo la rendija de la puerta.
- No quiero, hay gente viva allí afuera-
respondió con voz temblorosa.

69
70
Pertinaz

La rutina se repetía, una y otra vez.


Lola recordaba el dolor de su muerte al
caer el ocaso.

Por más que ella luchó no logró


sobrevivir.

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72
Magia negra

Desde el armario, Julia se asomaba con


curiosidad. Pequeñas gotas tocaban una
melodía que contrastaba con los rayos del
sol.
-Es magia- pensaba.
Y permanecía, resignada, confinada en la
oscuridad.

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74
Compañeros de viaje

Se resignaron a ser extraños que habitan el


mismo espacio.
-Bla, bla, blaaaa, blauaua- (sonaba como
un eco)
Solo compañeros de viaje que no se
terminaron de conocer.

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76
Sin rastro

Eduardo planeó detalladamente su


muerte: compró una tumba, su cofre y
escribió el epitafio.

Mas un día desapareció en el mar.

77
78
Metamorfosis

El camino se hizo árido para ambos y los


pasos livianos pero huecos.

El rumbo y la motivación se fundieron


con el polvo.

Ahora Mario, es solo un caparazón.

79
80
Murmuraciones

Desde su ataúd, con una sonrisa


dibujada, escuchaba las conversaciones
de los deudos.

-Hice bien- pensó y se acercó a la luz.

81
82
Cautiva

Celia recorría descalza selvas y ríos. Entre


marañas dejaba enganchados sus sueños
y a cada paso las espinas dolían más en el
corazón que en la piel.

83
84
Soledad

Su mente en blanco y los pies fríos le


recordaban que le faltaba vivir

-Pobre infeliz- (murmuraban)

Él se sentía fenomenal.

85
86
Desesperación

Abría y cerraba los ojos, los apretaba


fuerte tratando de borrar lo que tenía en
frente, pero no lo lograba.

Todo estaba en su cabeza.

87
88
Jardinera

Rosario cuida su jardín como a un tesoro.


Con frecuencia siembra flores muertas y
las riega, mientras tanto, les cuenta de su
eterno abandono.

89
QUIMERAS

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92
Blancos
-Papá,
¿los esqueletos se lavan los dientes?

-Si hija, siempre...

Antes del sueño eterno.

93
94
Inconformidad

Cada noche Margarita intenta huir de su


morada.

Está asfixiada, tres metros de tierra se


interponen entre ella y los demás
cuerpos.

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96
Touché

El príncipe blandió su espada y, sin


querer, de un tajo cortó la garganta de la
dama.

El dragón volteó y partió.


Ya había ganado.

97
98
Muertos

Los muertos no matan a sus muertos


porque ya lo están; Los muertos cuidan a
sus vivos porque saben lo que pronto
vendrá.

99
101
Fantasía

Una risa contagiosa brotaba de una grieta


en un árbol, la de un hada, que leía en un
libro sobre las travesuras de una niña.

102
103
Mundos paralelos

Aquella mañana Raquel notó algo


extraño en su imagen reflejada en la
vidriera del Gran Hotel. Lucía diferente.
-como debería ser- pensó; como no
podría de este lado del reflejo.

104
105
Para todos hay

Andando entre la gente todos eran


mezquinos

Aquí, bajo la tierra, es distinto: los seres


comparten mi carne, sin egoísmo.

106
107
Reino

Había una vez un reino donde no había


más obstáculos que el horizonte y el hielo
brotaba de entre las nubes.

108
109
Errante

El sonido de las hojas secas rompió el


silencio del cementerio.

No había pasos, solo el frío sepulcral que


dejaba el rastro del inerte.

110
111
Navidad

Tras los parpadeos de las luces navideñas


se esconden en las penumbras del espeso
follaje los demonios de almas
intranquilas.

112
113
Paseo nocturno

Eventualmente Lucas salía de su tumba a


pasear por el cementerio. Prefería las
noches de luna, pues desde que los
gusanos comieron uno de sus ojos
tropezaba fácilmente.

114
115
Maridaje

Ella pensaba en princesas y hadas. Él, en


princesas asadas.

Hicieron un buen equipo, ella las


conseguía y él las cocinaba.

116
117
Año nuevo

Mientras ardían los pequeños


hombrecillos de tela, volaban con sus
cenizas los demonios de su verdugo,
quien, esperanzado, pensaba que
limpiaba su alma.

¡Ilusos!, desconocían que los demonios


de sus vecinos buscaban un nuevo hogar.

118
119
Hogar

Andar con el ataúd al hombro me ha


garantizado un hogar por los siglos de los
siglos.

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121
En color

Jorge solo puede ver dos colores del arco


iris, pero sueña en tecnicolor.

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123
Carmesí

En el pecho de Magda no se encontró el


corazón, en cambio había un universo
carmesí que dejó al forense sin palabras.

-Prefiero cerrar este cuerpo- pensó el


galeno, mas sucumbió a la curiosidad y
exploró hasta descubrir un jardín de rosas.

124
127
Jorge Urrea es un contador de
historias, lo hace desde la
fotografía o el audiovisual, ha
pasado por la crónica, el reportaje,
el documental y el
cortometraje de ficción, ha sido
reportero, realizador y productor,
pero sobre todo un narrador que se apasiona por la imagen,
por eso estos microcuentos son visuales, recrean espacios
y personajes que dejan ver la atmosfera de su universo
narrativo.

Urrea ha sido profesor de producción audiovisual en varias


universidades, ha escrito columnas sobre: Arte,
Comunicación y medios audiovisuales, temas sobre los
que también ha producido artículos para revistas
académicas.

Jorge Urrea es un contador de historias, lo hace desde la


fotografía o el audiovisual. Ha escrito crónica, realizado
reportajes, documentales y cortometrajes de ficción. Ha
sido reportero, realizador y productor, pero sobre todo un
narrador que se apasiona por la imagen, por eso estos
microcuentos son visuales, recrean espacios y personajes
que dejan ver la atmosfera de su universo narrativo. Urrea
ha sido profesor de producción audiovisual en varias
universidades y publicado artículos académicos y columnas
sobre arte, comunicación y medios audiovisuales en La
Crónica del Quindío, Diario del Otún, Revista Lasallista de
Comunicación, su blog jurrea.com entre otros.
Carmesí es su primer libro de cuentos, pero no su primera
aproximación a la muerte como universo y estética

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Este libro se terminó de imprimir en los talleres
de Real Editores de Armenia, Quindío
en Julio de 2017, cincuenta y ocho años después
de que Augusto Monterroso publicara
El Dinosaurio.
CC- BY

130
Creo que estos textos de Jorge Urrea son
saludables. Porque manosean la muerte,
la reverencia y todos los sentimientos que
la acompañan, sin pudores, sin tanto
respeto. Eso sí: no es únicamente la
muerte el tema central del que habla el
autor. No quiero ser injusto. Urrea
también habla de amor, de nostalgia, de
deseo, de risas, de lejanías… o dicho
en otras palabras y para r esumir :
Urrea habla de la muerte.

Andrés Salgado.

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