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TUTORIA ANTIGUO TESTAMENTO I

¿EL PUEBLO DE DIOS RECIBE MALDICIONES?

NOMBRE: ALEXANDRA ORRALA TIGRERO

PRIMER SEMESTRE 2019

MATERIA: ANTIGUO TESTAMENTO I

PROFESOR: CRISTIAN SIGUENCIA

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INDICE

1. Libro de estudio: Números …………………………………………………….3

2. Autor.............................................................................................................4

3. Fecha de Escritura ………………………………………………….………….4

4. Propósito …………………………………………………….………………...5

5. ¿El pueblo de Dios recibe maldiciones? .......................................................6

6. Personajes Principales………………………………………………………....9

7. ¿Dónde se encontraba el pueblo de Dios en ese entonces? …………………9

8. ¿Por qué es importante éste tema y que enseñanza podemos

aplicar en la actualidad?………………………………………………….... 10

9. Glosario……………………………………………………………………….11

10. Conclusión…………………………………………………………………..12

11. Bibliografía………………………………………………………………….13

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1. LIBRO: NÚMEROS

Este cuarto libro de la ley es llamado Números porque contiene la historia del censo de
los hijos de Israel en dos diferentes ocasiones. Al principio de los 40 años en los cuales
el pueblo de Israel anduvo errante por el desierto, en el monte Sinaí (Cap. 1) y en Moab
(Cap. 26). Su nombre es tomado de la frase Hebrea que aparece en el primer verso del
capítulo uno “En el desierto”. Este libro nos da el registro de la preparación del pueblo
de Israel para ir a la guerra, y para marchar hacia la frontera de Canaán, el reporte
negativo de los espías, y la fidelidad de Josué y Caleb, las serpientes venenosas, Balaam
y el regreso a Canaán, cubriendo en todo esto unos 38 años (Núm. 1:1; Dt. 1:3). Es un
libro de dolor, cual historia puede ser escrita en tres palabras: Descontento, desastre, y
disciplina.

Este es un libro importante dado a que Jehová muestra en el la necesidad de ser


obedientes a Él y las consecuencias de ser desobedientes. Dios le dio Su ley al pueblo,
les dio el tabernáculo, el sacerdocio, y Su presencia para traerlos a la tierra prometida,
donde, si obedecieren sus mandamientos, todos estarían bien y vivirían por muchos
largos días.

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2. AUTOR

El autor de este libro en Moisés (Números 1:1 y 33:2)

Moisés significa el que es salvado de las aguas. Fue el primer profeta hebreo.

Moisés es el hombre encomendado por Dios para liberar al pueblo hebreo de la


esclavitud en Egipto y conducir el Éxodo hacia la Tierra prometida, siendo por ello el
primer profeta y legislador de Israel. Según la tradición bíblica, Moisés era descendiente
de Leví, transmitió la Ley al pueblo hebreo y sentó las bases para el sacerdocio y el
culto israelita. La tradición judeocristiana atribuye a Moisés la autoría de los cinco
primeros libros bíblicos (Pentateuco). Moisés figura junto a Abraham y David como
uno de los tres más grandes personajes del Antiguo Testamento.

3. FECHA DE ESCRITURA
El libro de Números fue escrito aproximadamente 1407 a.C.

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4. PROPÓSITO
Números fue escrita para registrar la historia de Israel desde su partida del monte hasta
su llegada a Moab en el lado oriental del rio Jordán. Números prosigue el relato de la
fidelidad de Dios en hacer de Abraham una gran nación. La tierra de Canaán sería de
Israel, a pesar de este registro de incredulidad y de infidelidad por parte de Israel.

Relatar la historia de cómo Israel se preparó para entrar en la tierra prometida, cómo
pecaron y fueron castigados, y cómo se prepararon para intentarlo de nuevo.

La lección central de este libro es que la incredulidad impide la entrada a la abundante


vida y esperanza en el cielo (He. 3:7-19). La incredulidad ha sido el pecado más común
en cada generación de los seres humanos (He. 12:1). Por medio de la manera de cómo
Dios lidio con el pueblo de Israel, este pueblo aprendió a obedecer a Dios y servirle con
reverencia a Sus mandamientos.

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5. TRASFONDO Y DESARROLLO DEL TEMA

¿EL PUEBLO DE DIOS RECIBE MALDICIONES?

Balaam era un adivino o adivinador cuya reputación de hombre que pronunciaba


maldiciones y bendiciones eficaces se había extendido mucho más allá de las fronteras
de su país natal. Él vivía en Petor, un pueblo situado en la parte superior del valle del
Éufrates cerca del río Sajur. No lejos de allí está Harán, donde en un tiempo habían
vivido hombres temerosos de Dios como Abrahán, Lot y Jacob. Este hecho puede
explicar por qué el adivinador Balaam sabía acerca del Dios verdadero y hasta se refirió
a él como “Jehová mi Dios.” (Núm. 22:18).

Cuando los israelitas estaban a punto de entrar en la Tierra Prometida, el rey moabita
Balac y su pueblo se sobrecogieron de pavor al ver la vasta multitud, que quizás
ascendía a cerca de 3.000.000 de personas. Los representantes de la nación moabita
consultaron con los ancianos de Madián y decidieron que Israel era una amenaza al
bienestar de ellos. (Núm. 22:1-4). Estaban bien enterados de lo que Jehová Dios había
hecho a favor de la nación de Israel al liberarla de Egipto y también sabían que Dios les
había concedido una victoria aplastante sobre los poderosos reinos amorreos que
estaban al este del río Jordán. Por lo tanto, no tenían esperanza alguna de vencer a Israel
en batalla, por esta razón el rey Balac se propuso buscar los servicios de Balaam, con la
mira de adquirir ventaja sobre Israel.

Al poco tiempo partió hacia Petor una delegación de ancianos o príncipes moabitas y
madianitas. El mensaje que llevaron a Balaam fue el siguiente: “¡Mira! Un pueblo ha
salido de Egipto. ¡Mira! Han cubierto la tierra hasta donde alcanza uno a ver, y están
morando directamente en frente de mí. Y ahora dígnate venir, por favor; de veras
maldíceme a este pueblo, porque es más poderoso que yo. Quizás pueda herirlo y pueda
expulsarlo del país; porque bien sé yo que aquel a quien tú bendices es bendito y aquel a
quien tú maldices es maldito.”(Núm. 22:5-7).

Entonces Balaam pidió a la delegación que se alojara con él aquella noche y les
prometió que a la siguiente mañana les referiría la palabra de Jehová. ¿Cuál fue la
revelación divina que se le dio a Balaam? “No debes ir con ellos. No debes maldecir al
pueblo, porque son benditos.” (Núm. 22:8, 12). En vista de esto, Balaam dijo a los
hombres: “Vayan a su país, porque Jehová ha rehusado dejarme ir con ustedes.” (Núm.
22:13).

El rey moabita razonó que no conseguiría a Balaam por menos del precio que Balaam
considerara aceptable, y él estaba resuelto a traer al adivinador al lugar de los
acontecimientos para que se pudiese pronunciar una maldición más potente. Por
consiguiente, el rey envió una delegación mayor y más honorable para darle seguridad a
Balaam de que sería honrado en gran manera por execrar a Israel. (Núm. 22:15-17).

¿Qué haría Balaam ahora? “Si Balac me diese su casa llena de plata y oro,” dijo él, “no
pudiera yo pasar más allá de la orden de Jehová mi Dios, para hacer cosa pequeña o

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grande.” (Núm. 22:18) Balaam sabía muy bien que cualquier intento de maldecir a
Israel iba en contra de la voluntad de Jehová. Sin embargo, no despachó a los hombres,
sino que aparentemente acarició la idea de que quizás Jehová le permitiera marcharse
con los mensajeros. Así que les dijo: “Y ahora ustedes también dígnense permanecer
aquí, por favor, esta noche para que yo sepa qué más hablará Jehová conmigo.” (Núm.
22:19) Aun cuando dijo que ningún precio podría lograr que él maldijese a Israel,
Balaam realmente quería la recompensa.

Aquella mismísima noche consiguió lo que deseaba... permiso de Dios para acompañar
a la delegación. Pero esto incluyó la estipulación divina: “Solo la palabra que yo te
hable es lo que podrás hablar.” (Núm. 22:20) Balaam no se demoró. Por la mañana
aparejó su asna y se dirigió hacia Moab con los príncipes que Balac había enviado.
Ahora que tenía permiso para ir, Balaam estaba determinado a maldecir a Israel y de ese
modo recibir la recompensa prometida.

A Jehová Dios no le agradó que Balaam se fuera con aquellos hombres, dispuesto a
maldecir a Israel a pesar de que se le había dado el mandamiento de no hacerlo. A
Balaam le esperaba una gran sorpresa. Su asna comenzó a comportarse de manera muy
extraña. ¿Por qué? Un ángel de Jehová se había plantado en el camino, cerrando el paso.
A Balaam se le mostró vigorosamente que el resistir la voluntad de Dios significaría
muerte para él. De nuevo se le recordó que únicamente estaba autorizado para decir lo
que Jehová deseaba que dijera. (Núm. 22:22-35).

Más tarde, Balac llevó a Balaam a un lugar elevado, desde el cual el adivinador podía
tener una buena vista del campamento de los israelitas. Sin pérdida de tiempo Balaam
trató de lograr lo que se le había pedido que hiciera. Solicitó que Balac erigiera siete
altares y ofreciera sobre ellos siete toros y siete carneros. Entonces, Balaam se retiró
solo a una colina pelada, evidentemente para efectuar allí ritos con el propósito de “dar
con agüeros de mala suerte.” Pero en este lugar Jehová obligó a Balaam a pronunciar
una bendición sobre Israel. Otros dos intentos de maldecir a Israel, el pueblo de Dios,
también fracasaron miserablemente. (Núm. 23:1-24:9).

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Balac se encendió contra Balaam. Balaam trató de excusar su fracaso diciendo: “¿No
fue también a tus mensajeros que me enviaste que hablé, diciendo: “Si Balac me diese
su casa llena de plata y oro, no pudiera yo pasar más allá de la orden de Jehová para
hacer cosa buena o mala de mi propio corazón. Cualquier cosa que Jehová hable es lo
que yo hablaré”? (Núm. 24:12, 13).

Balaam todavía deseaba la recompensa y se esforzó por obtenerla de la manera que le


fuera posible. Puesto que no podía maldecir a Israel, ideó un plan por medio del cual los
mismos israelitas podrían acarrearse la maldición de Dios. Instruyó a Balac en cuanto a
cómo éste podía usar mujeres madianitas y moabitas para lograr que varones de entre
los israelitas participaran en idolatría y fornicación. (Núm. 31:16; Rev. 2:14) El plan
tuvo algún éxito, pues miles sucumbieron a la atracción de la adoración licenciosa del
sexo. Esto resultó en que 24.000 hombres de Israel perecieran. (Núm. 25:1-9).

Pero ¿resultó remuneradora la desafiante resistencia que Balaam presentó a la voluntad


de Dios? No, de ninguna manera. Cuando Jehová mandó a los israelitas que se vengaran
de los madianitas por la participación que éstos habían tenido en entrampar a los
israelitas, Balaam todavía estaba en medio de ellos y por lo tanto fue alcanzado por la
espada de ejecución. (Núm. 31:7, 8) Sí, Balaam pagó con su vida por su acción
obstinada.

Así, pues, el adivinador de Petor queda como ejemplo amonestador para todos los que
insisten en pasar por alto la voluntad de Dios y que, en cambio, van en pos de ganancia
egoísta. (2 Ped. 2:15, 16; Jud. 11) Eso debería estimularnos a estudiar las Santas
Escrituras, para averiguar cuál es la voluntad de Dios para nosotros y entonces hacerla,
y nunca adoptar un proceder necio como el de Balaam.

El pueblo de Israel, escogido por Dios, no recibe maldiciones, Dios está de su parte, Él
lo protege de todo mal, el pueblo de Dios no puede ser maldecido porque es bendito.
(Núm. 22:8, 12). Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se
arrepienta. ¿Lo ha dicho El, y no lo hará?, ¿ha hablado, y no lo cumplirá? Mira, he
recibido orden de bendecir; si Él ha bendecido, yo no lo puedo anular (Números 23:19-
20). El propósito de Dios siempre se cumple, no hay maldición que lo pueda evitar.
Dios es soberano, el único capacitado para emitir juicio.

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6. PERSONAJES PRINCIPALES
Balaam, Balac,

7. ¿DONDE SE ENCONTRABA EL PUEBLO EN ESE ENTONCES?


Los hijos de Israel acamparon en los llanos de Moab, al otro lado del Jordán, frente a
Jericó.

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8. ¿PORQUE ES IMPORTANTE ESTE TEMA Y QUE
ENSEÑANZAS PODEMOS APLICAR EN LA ACTUALIDAD?
Este tema es muy importante porque podemos ver que el pueblo de Dios siempre está
bajo su amparo, Dios es inmutable y no cambia de idea como hacen los hombres, por lo
tanto bendeciría a Israel dándole fuerza irresistible para derrotar a sus enemigos. Dios
no veía lo malo en Israel pues veía a los israelitas a través del pacto, y las maldiciones y
adivinaciones no surtirían efecto contra su pueblo (Números 23:18-24).

De igual manera nosotros como hijos de Dios, podemos apoderarnos de estas promesas,
Dios no ve como somos sino que nos ve a través de la justicia provista por su Hijo. Con
los justos no tienen poder las maldiciones de los espiritistas y adivinos.

Esto nos enseña que nada puede prevalecer contra los propósitos de Dios ni contra su
pueblo.

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9. GLOSARIO BÍBLICO

Agüeros: Presagio o señal supersticiosa de un acontecimiento futuro favorable o


desfavorable.

Aparejó: Preparar, disponer, vestir con esmero.

Bendición: Invocación de la protección de Dios y su espíritu santificador sobre una


persona, un lugar o una cosa.

Entrampar: Hacer a una persona víctima de un engaño o una burla.

Erigiera: Atribuir a una persona o una cosa una función preeminente o más
importante de la que antes tenía.

Execrar: Condenar o maldecir a alguien o algo.

Maldición: Expresión o conjunto de palabras con la que se invoca o se desea el mal


para una persona.

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10. CONCLUSIÓN
El enemigo no puede maldecir lo que Dios ha bendecido, el cristiano ha nacido de
nuevo como una nueva persona en Jesucristo (2 Corintios 5:17), y estamos con la
constante presencia del Espíritu Santo que vive dentro de nosotros y bajo cuya
protección existimos (Romanos 8:11). No necesitamos preocuparnos por nadie que
lance alguna clase de maleficio sobre nosotros. El vudú, la hechicería, los maleficios y
las maldiciones no tienen poder sobre nosotros porque ellos vienen de Satanás, y
sabemos que “… mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1
Juan 4:4). Dios los ha vencido, y hemos sido liberados para adorar a Dios sin temor
(Juan 8:36). “Jehová es mi luz y salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de
mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1).

Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para
posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable. 1 Pedro 2:9

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11. BIBLIOGRAFIA

Libro: Conociendo las Sagradas Escrituras por Willie Alvarenga

Libro: El Pentateuco por Pablo Hoff

Panorama del Antiguo Testamento por Paul N. Benware

https://es.wikipedia.org

https://www.gotquestions.org

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