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La NASA cuenta para lograr su objetivo con las compañías privadas, menos sujetas
a los vaivenes que han lastrado la carrera espacial pública, de una Administración
a otra, en las últimas décadas. Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, fundador
de Amazon y de la empresa espacial Blue Origin, se adelantó en una semana a la
oferta de la NASA, presentando una maqueta de nave que asegura estará en
condiciones de enviar astronautas a la Luna para 2024. “Oh, deja de vacilar, Jeff”,
le respondió por Twitter, acompañado del emoticono que guiña un ojo, el también
multimillonario Elon Musk, jefe de Tesla y de SpaceX, que hace dos semanas lanzó
con éxito desde Florida la 17ª misión de su contrato de abastecimiento con la
NASA. Un cohete reutilizable Falcon, que aterrizó de pie en un barco no tripulado
después de colocar en órbita una cápsula Dragon Cargo, que se enganchó a la EEI
para llevar a los astronautas material científico y suministros. Para el año que viene
planean llevar y traer a los propios astronautas. Meta hacia la que corre casi en
paralelo con otro competidor, ULA, consorcio de Boeing y Lockhead Martin, que
ha realizado ya 120 lanzamientos desde 2006.
“Elegimos ir a la Luna no porque sea fácil, sino porque es difícil”, dijo el presidente
Kennedy en su famoso discurso de 1962, para lograr apoyo popular al programa
Apolo. Hoy son los nuevos emprendedores del espacio, ricos y visionarios, los
encargados de dotar de seducción a Artemisa.
COMPETIR Y COOPERAR
La nueva carrera espacial es más compleja que la vieja competición de la guerra fría
entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Ahora hay nuevos agentes privados, a su
vez competidores y colaboradores entre sí y con las agencias, cada uno con sus
propios planes que a menudo van más allá de los de la agencia. La NASA trabaja en
su propio cohete, el poderoso SLS, pero a la vez puede aprender de los avances de
las compañías privadas o contratar con ellas. “Igual que la Darpa (Agencia de
Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa) sirvió de ímpetu inicial para
Internet y cubrió muchos de los costes del desarrollo de la red en sus inicios, puede
ser que la NASA haya hecho esencialmente los mismo al financiar las tecnologías
fundamentales”, dijo Elon Musk, un año después de lanzar SpaceX en 2002. “Al
traer al sector comercial, podremos ver la misma dramática aceleración que vimos
en Internet”.
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