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Primer teoría pulsional

Tres ensayos de una teoría sexual (1905)


Pulsiones parciales y zonas erógenas:

Primer definición de pulsión: agencia representante psíquica de una fuente de estímulos


intrasomática en continuo fluir.

A ello diferencia de estímulo, que es producido por excitaciones singulares provenientes de


afuera.

Es una fuerza interna de la cual el sujeto no puede huir. No se presenta en sí misma, lo que se
presenta es la agencia representante representativa de la pulsión, la cual se fija en una
representación. La pulsión en si no tiene cualidad, es una medida de exigencia de trabajo para la
vida anímica. Lo que diferencia a las pulsiones unas de otra y las dota de propiedades específicas
es su relación con sus fuentes somáticas y con sus metas. La fuente de la pulsión es un proceso
excitador en el interior de un órgano, y su meta inmediata consiste en cancelar ese estímulo de
órgano.

Un tipo de excitación es la específicamente sexual, y el órgano afectado es la zona erógena de la


pulsión parcial sexual que arranca de él. La pulsión se va a satisfacer siempre, por distintos
caminos.

Las exteriorizaciones de la sexualidad infantil:

Tomaremos como modelo de las exteriorizaciones sexuales infantiles el chupeteo. Aparece en el


lactante y puede conservarse hasta la madurez o persistir toda la vida. Consiste en un contacto de
succión con la boca (los labios), repetido rítmicamente, que no tiene por fin la nutrición. Una parte
de los propios labios, la lengua, un lugar de la piel que esté al alcance, son tomados como objeto
sobre el cual se ejecuta la acción de mamar. Una pulsión de prensión emerge al mismo tiempo,
puede ser un simultáneo tironeo rítmico de la oreja y el apoderamiento de una parte de otra
persona con el mismo fin.

El mamar se puede combinar con el frotamiento de ciertos lugares sensibles del cuerpo, el pecho,
genitales externos. Por esto los niños pasan del chupeteo a la masturbación.

AUTOEROTISMO: la pulsión no está dirigida a otra persona, se satisface en el cuerpo propio, es


autoerótica. La acción del niño chupeteador se rige por la búsqueda de un placer ya vivenciado y
ahora recordado. Su primera actividad y la más importante en su vida, el mamar, lo familiarizó con
ese placer. Los labios del niño se comportaron como zona erógena, y el cálido aflujo de leche fue
la causa de la sensación placentera. Al principio la satisfacción de la zona erógena se asoció con la
satisfacción de la necesidad de alimentarse. Las pulsiones sexuales nacen apuntaladas a funciones
de autoconservación, solo después se independizan.
La necesidad de repetir la satisfacción sexual se divorcia de la necesidad de buscar alimento. El
niño no se sirve de un objeto ajeno para mamar, prefiere una parte de su propia piel.

La meta sexual de la sexualidad infantil:

CARACTERES DE LAS ZONAS EROGENAS

Zona erógena es un sector de piel o de mucosa en el que estimulaciones de cierta clase provocan
una sensación placentera de determinada cualidad. El carácter rítmico produce satisfacción.

Existen zonas erógenas predestinadas, como lo muestra el chupeteo, pero cualquier otro sector de
la piel o de mucosa puede prestar servicios de una zona erógena.

Niño perverso-polimorfo: cualquier objeto le sirve al niño para satisfacerse (a diferencia del
adulto).

El niño chupeteador busca por su cuerpo y escoge un sector como zona erógena, después por
acostumbramiento este pasa a ser el preferido.

META SEXUAL INFANTIL

La meta sexual de la pulsión infantil consiste en producir la satisfacción mediante la estimulación


apropiada de la zona erógena que se ha escogido. Para que se cree una necesidad de repetirla,
esta satisfacción tiene que haberse vivenciado antes (esta vivencia no está librada al azar).

La necesidad de repetir la satisfacción se trasluce a dos cosas: un peculiar sentimiento de tensión


que posee el carácter de displacer, y una sensación de estímulo o picazón en la zona erógena
periférica.

La meta sexual puede formularse también así: procuraría sustituir la sensación de estímulo
proyectada sobre la zona erógena, por aquel estímulo externo que cancela al provocar la
sensación de satisfacción.

Fases del desarrollo de la organización sexual

El punto de llegada del desarrollo constituye la vida sexual adulta llamada normal, en ella la
consecución de placer se puso al servicio de la función de reproducción, y las pulsiones parciales
bajo el primado de una única zona erógena, han formado una organización sólida para el logro de
la meta sexual en un objeto ajeno.

ORGANIZACIONES PREGENITALES

Llamaremos pregenitales a las organizaciones de la vida sexual en que las zonas genitales todavía
no han alcanzado su papel hegemónico. Son dos: oral y sádico-anal.
Una primera organización sexual pregenital es la oral o canibálica. La actividad sexual no se ha
separado todavía de la nutrición. La meta sexual consiste en la incorporación del objeto. El
chupeteo es un resto de esta fase.

Una segunda fase pregenital es la de la organización sádico-anal. En ella se desplegó la división en


opuestos que atraviesa la vida sexual, no todavía masculino y femenino sino activo y pasivo. La
actividad es producida por la pulsión de apoderamiento a través de la musculatura del cuerpo,
como órgano de meta sexual pasiva se constituye la mucosa erógena del intestino. En esta etapa
ya son pesquisable la polaridad sexual y el objeto ajeno, todavía falta la función de reproducción
en la sexualidad.

AMBIVALENCIA

Esta forma de la organización sexual puede conservarse a lo largo de toda la vida. El predominio
del sadismo y de la zona anal en el papel de cloaca le imprimen un sesgo arcaico. Los pares
opuestos pulsionales aquí están plasmados en un grado aproximadamente igual: ambivalencia.

Ya en la niñez se consuma una elección de objeto. El conjunto de los afanes sexuales se dirigen a
una persona única, y por ella quieren alcanzar su meta. La instauración del primado al servicio de
la reproducción es la última fase por la que atraviesa la organización sexual.

LOS DOS TIEMPOS DE LA ELECCIÓN DE OBJETO

La elección de objeto se realiza en dos tiempos. La primera se inicia entre los 2 y 5 años. El período
de latencia la detiene o la hace retroceder, se caracteriza por la naturaleza infantil de sus metas
sexuales.

La segunda sobreviene en la pubertad y determina la conformación definitiva de la vida sexual.

Los resultados de la elección infantil de objeto se prolongan hasta una época tardía, o bien se los
conserva tal cual, o experimentan una renovación en la pubertad. La elección de objeto de la
pubertad tiene que renunciar a los objetos infantiles.

Pulsiones y destinos de pulsión (1915)


Definición de pulsión

“La pulsión nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un
representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma,
como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su
trabazón con lo corporal”

Caracteres de la pulsión
Freud descubre la esencia de la pulsión en sus tres caracteres principales:

-Sus fuentes de estímulo están situadas en el interior del organismo.

-Su emergencia como fuerza constante.

-Su incoercibilidad.

La pulsión es un estímulo para lo psíquico que tiene un carácter de esfuerzo constante, estos
estímulos provienen del mundo interior. El aparato psíquico tiene una tendencia a liberarse de los
estímulos que le llegan, a trabajar con una energía mínima y constante, por ello frente a muchos
estímlos del mundo exterior tiende a sustraerse de ellos. Los estímulos pulsionales que se generan
en el interior del organismo no pueden tramitarse mediante ese mecanismo. Las pulsiones
plantean exigencias mucho más elevadas, obligan al aparato a trabajar, producen un aflujo
inevitable de estímulos. El aparato psíquico está sometido al principio de placer, por eso el
sentimiento de displacer tiene que ver con un incremento del estímulo pulsional y el de placer con
su disminución.

Términos de la pulsión

Esfuerzo (Drang), Meta (Ziel), Objeto (Objekt) y Fuente (Quelle).

1-Esfuerzo (Drang): es el empuje de la pulsión, es su factor motor, la suma de fuerza o la medida


de la exigencia de trabajo que ella representa. Este carácter esforzante es una propiedad universal
de las pulsiones y “aun su esencia misma”. Toda pulsión es un fragmento de actividad.

2-Meta (Ziel): la meta de una pulsión es la satisfacción que sólo puede alcanzarse cancelando el
estado de estimulación en la fuente. Si bien la meta última permanece invariable para toda
pulsión, los caminos que llevan a ella pueden ser muy diversos. Se pueden presentar metas
próximas o intermedias, o también metas inhibidas (avanzan un trecho y luego experimentan una
inhibición pudiendo producir una satisfacción parcial). La meta pulsional como satisfacción puede
cumplirse en dos sentidos: en el trayecto o circuito (en el camino que tiene que recorrer), o en un
punto de descarga.

3-Objeto (Objekt): es aquello que permite alcanzar la meta. Es lo más variable de la pulsión, ocupa
lugar de objeto todo aquello que permite la satisfacción. Pueden ser objetos externos o una parte
del cuerpo. También un mismo objeto puede servir a la satisfacción de distintas pulsiones.

4-Fuente (Quelle): es el proceso somático, interior a un órgano o a una parte del cuerpo, cuyo
estímulo es representado en la vida anímica por la pulsión. Es la zona erógena, su borde.

Las pulsiones primordiales

No se pueden descomponer en otras por eso las llamó primordiales. Son las pulsiones yoicas o de
autoconservación y las pulsiones sexuales.
Las pulsiones yoicas o de autoconservación: están referidas a las grandes necesidades o las
grandes funciones indispensables para la conservación del individuo, sus grandes necesidades,
siendo su modelo el hambre y la alimentación (y sed también). Las pulsiones sexuales se apoyan
en estas (por ej: a nivel oral, el placer sexual encuentra su apoyo en la actividad de nutrición). Se
satisfacen en un objeto real.

Las pulsiones sexuales: son numerosas, brotan de múltiples fuentes orgánicas (de diferentes
lugares), al comienzo actúan con independencia unas de otras y solo después se reúnen en una
síntesis más o menos acabada. La meta a que aspira cada una de ellas es el logro del placer de
órgano (placer adscripto a un órgano específico del cuerpo), solo tras haber alcanzado una síntesis
cumplida entran al servicio de la función de reproducción. En su primera aparición se apuntalan,
se apoyan en las pulsiones de conservación y en el hallazgo de objeto. Fácilmente pueden cambiar
sus objetos (cambios de vía), a consecuencia de ello pueden satisfacerse con metas muy diversas y
son pasibles de sublimación.

Destinos de la pulsión

4 destinos:

El trastorno hacia lo contrario, la vuelta hacia la persona propia, la represión, la sublimación, la


angustia. (pueden verse como defensa ante las pulsiones)

1-El trastorno hacia lo contrario: implica un cambio de meta o de contenido. Freud considera en
este tópico dos procesos:

a.-Cambio de meta: implica el proceso que se resuelve por la vuelta de la pulsión de la actividad a
la pasividad, Ejemplo: sadismo-masoquismo y Voyeurismo (placer de ver)-exhibicionismo; aquí la
meta activa (martirizar, mirar) es reemplazada por la pasiva (ser martirizado, ser mirado).

b.-Cambio de contenido: mudanza de amor en odio.

2-La vuelta hacia la persona propia: ocupa un lugar esencial el cambio de objeto, manteniéndose
inalterada la meta. El masoquismo es un sadismo vuelto hacia le yo propio, y la exhibición lleva
incluido el mirarse el cuerpo propio.

“La mudanza pulsional mediante trastorno de la actividad en pasividad y mediante la vuelta sobre
la persona propia nunca afecta a todo el monto de la moción pulsional. La dirección pulsional más
antigua (activa) subsiste junto a la más reciente (pasiva).”

-En cuanto al par de opuestos “sadismo-masoquismo” se explica este proceso en tres tiempos:

a.- el sadismo consiste en una acción violenta, en una afirmación de poder dirigida a otra persona
como objeto;

b.-este objeto es resignado y sustituido por la persona propia. Con la vuelta hacia la persona
propia se ha consumado también la mudanza de la meta pulsional activa en una pasiva.
c.-se busca de nuevo como objeto una persona ajena, que, a consecuencia de la mudanza en la
meta, tiene que tomar sobre sí el papel del sujeto.

La concepción del sadismo implica infringir dolores. Una vez que el infringir dolores se ha
convertido en una meta masoquista, puede surgir retrogresivamente la meta sádica de infligir
dolores, produciéndoos en otro, uno mismo los goza de manera masoquista en la identificación
con el objeto que sufre.

-En cuanto a las pulsiones que tienen por meta el ver y el mostrarse (voyeur y exhibicionista)

Pueden distinguirse las mismas etapas que en el caso anterior

a.- ver como actividad dirigida a un objeto ajeno.

b.-la resignación del objeto, la vuelta de la pulsión de ver hacia una parte del cuerpo propio, y por
tanto el trastorno en pasividad y el establecimiento de la nueva meta: ser mirado.

c.- la inserción de un nuevo sujeto al que uno se muestra a fin de ser mirado por el. La meta activa
aparece también más temprano que la pasvida, el mirar precede al ser mirado.

Más allá del principio de placer:


CAP I:

En la teoría psicoanalítica se adopta el supuesto de que los procesos anímicos son regulados por el
principio de placer.

Cuando hay una tensión displacentera tiende a una disminución de la misma: esto es con una
evitación de displacer o una producción de placer. (punto de vista económico).

Placer y displacer refiere a la cantidad de excitación presente en la vida anímica. El displacer es un


incremento de excitación, el placer es una reducción de excitación:

Los hechos que movieron a creer que el principio de placer rige la vida anímica encuentran su
expresión también en la hipótesis de que el aparato anímico trata de mantener lo más baja posible
o menos constante la cantidad de excitación presente en él. Por tanto, cuando hay un incremento
de la cantidad de excitación se sentirá como displacentero.

El principio de placer se deriva del principio de constancia que es la tendencia a mantener


constante la excitación.

Por tanto, es INCORRECTO hablar de un imperio del principio de placer sobre el decurso de los
procesos anímicos. Si así fuera, la mayoría de nuestros procesos anímicos tendría que ir
acompañada de placer, y la experiencia más universal demuestra lo contrario.
En el alma existe una fuerte tendencia al principio de placer, pero ciertas otras fuerzas la
contrarían (esta fuerza es un empuje: el drang de la pulsión), el resultado final, por tanto, no
siempre corresponde a la tendencia de placer.

Pone como ejemplo dos casos donde se dá una inhibición del principio de placer:

El primero es con el principio de realidad, el segundo es la represión.

1- Principio de realidad: modifica al principio de placer, el principio de realidad consigue


posponer la satisfacción, renunciar a diversas posibilidades de lograrla y tolerar
provisionalmente el displacer. La satisfacción no se realiza por los caminos más cortos,
sino mediante rodeos condicionado por lo impuesto del mundo exterior.

2- Represión: es otra fuente de desprendimiento de displacer. Ciertas pulsiones se


muestran, por sus metas o requerimientos, inconciliables. Por el proceso de represión se
las retiene y se les corta la posibilidad de alcanzar satisfacción. Y si luego consiguen (como
sucede en el caso de las pulsiones sexuales reprimidas) procurarse por ciertos rodeos una
satisfacción, este éxito, que normalmente habría sido posibilidad de placer, es sentido por
el yo como displacer.

Luego menciona que le displacer es vivenciado como viniendo de afuera. La mayor parte
de displacer es displacer de percepción. Esa percepción puede tratarse de la percepción
del esfuerzo de pulsiones insatisfechas o de una percepción exterior penosa en si misma
que genere displacer en el aparato anímico por verlas como peligrosas.
La pulsión no está regida solo por el principio de placer, en la pulsión se busca una
satisfacción sin fin.

CAP II

En este capítulo explica como neurosis traumática y juego infantil van en contra del
principio de placer.

Nuerosis traumática:

Son estados que sobrevienen tras accidentes que aparejaron riesgo de muerte.
En la neurosis traumática se destacan dos rasgos: el centro de gravedad de la causa parece
situarse en el factor de sorpresa, en el terror, y que un daño físico o herida contrarresta en
la mayoría de los casos la producción de la neurosis.

Diferencia terror, miedo y angustia:

Angustia: estado de expectativa frente al peligro y preparación para él, aunque se trate de
un peligro desconocido.
Miedo: requiere un objeto determinado, en presencia del cual uno lo siente (el miedo).
Terror: estado en que se cae cuando se corre un peligro sin estar preparado: destaca el
factor sorpresa.

Utiliza al estudio del sueño como la vía más confiable para explorar los procesos anímicos
profundos. La vida onírica de las neurosis traumáticas muestra lo siguiente: reconduce al
enfermo, una y otra vez, a la situación de su accidente, de la cual despierta con un
renovado terror. El enfermo está fijado psíquicamente al trauma.
En la vida de la vigilia los enfermos de neurosis traumática no frecuentan el recuerdo de su
accidente, se esfuerzan más bien por no pensar en él.
El sueño nocturnos los traslada de nuevo a la situación patógena, cuando lo más propio
sería presentar al enfermo imágenes del tiempo en el que estaba sano o de su esperada
curación.
La tendencia del sueño es el cumplimiento de un deseo, en este caso la función del sueño
del cumplimiento de deseo resultó afectada y desviada de sus propósitos. O bien
tendríamos que pensar en tendencias masoquistas del yo.

Juego infantil: (FORT DA)

Freud hace una observación del juego en un niño de un año y medio.

Este niño pronunciaba apenas unas pocas palabras y varios sonidos significativos y
comprensibles para quienes lo rodeaban. Tenía una buena relación con sus padres, no los
molestaba por la noche, obedecía las prohibiciones de tocar determinados objetos y de ir
a ciertos lugares. Sobre todo, no lloraba cuando su madre lo abandonaba por unas horas,
a pesar de que sentía gran ternura por ella.

Explicación del juego:


Este niño tenía el hábito de arrojar objetos lejos de sí, a un rincón o debajo de la cama. Al
hacerlo decía: “o-o-o-o”, según la madre significaba “fort” (se fue). El niño jugaba a que
sus juguetes se iban.
Tenía un carretel de madera atado con un piolín, lo que hacía era arrojar el carretel, al que
sostenía por el piolín, tras la baranda de su cuna con mosquitero, el carretel desaparecía
ahí adentro, el niño entonces pronunciaba “o-o-o-o”, y luego tirando del piolín, volvía a
sacar el carretel de la cuna, saludando ahora su aparición con un “da” (acá está).
El juego entonces era entonces el de desaparecer y volver.

La interpretación del juego es: tiene que ver con el gran logro cultural del niño, su
RENUNCIA PULSIONAL (renuncia a la satisfacción pulsional) de admitir sin protestas la
partida de la madre.
Escenificaba esta situación con el juego (desaparecer y regresar).

Es imposible que la partida de la madre le resultara agradable, entonces Freud se pregunta


cómo conciliar con el principio de placer que repitiese en calidad de juego esta vivencia
penosa para él.
Entonces podría decirse que jugaba a la partida porque era la condición previa de la
gozosa reaparición. Pero lo contradice la observación de que el primer acto, el de
PARTIDA, era incomparablemente mayor que el juego integro.

(Los niños repiten en el juego todo lo que ha hecho gran impresión en su vida).

CAP III

La técnica psicoanalítica es muy distinta que cuando empezó.

Se hizo cada vez más claro que la meta propuesta es el devenir conciente de lo
inconciente. El enfermo no podía recordar todo lo que hay en él reprimido. Más bien se ve
forzado a repetir lo reprimido como vivencia presente, en vez de recordarlo. Esta
reproducción tiene siempre por contenido un fragmento de la vida sexual infantil y, por
tanto, del complejo de Edipo, y regularmente se juega en el terreno de la transferencia, de
la relación con el “médico”.
En este punto la anterior neurosis ha sido sustituida por una neurosis de transferencia. El
médico se ha empeñado por restringir en todo lo posible el campo de esta neurosis de
transferencia, por esforzar el máximo recuerdo y admitir la mínima repetición.
Esto es la compulsión de repetición que se dá en el tratamiento psicoanalítico de los
neuróticos.

Freud dice que la resistencia del analizado parte de su yo. Parte del yo conciente y
preconciente que están al servicio del principio de placer.

Se pregunta: ¿Qué relación guarda con el principio de placer la compulsión de repetición,


la exteriorización forzosa de lo reprimido?.

La compulsión de repetición en la transferencia no puede menos que provocar displacer


puesto que saca a la luz mociones pulsionales reprimidas devolviendo vivencias pasadas
que no contienen posibilidad alguna de placer, que tampoco en aquel momento pudieron
ser satisfactorias, ni siquiera de las mociones pulsionales reprimidas desde entonces. Lo
que se repite, entonces, es el intento de ligar lo imposible de ser ligado, es decir, las
mociones pulsionales reprimidas del tiempo primordial que son traumáticas.
El florecimiento temprano de la sexualidad infantil estaba destinado a sepultarse porque
sus deseos eran inconciliables con la realidad. La pérdida del amor y el fracaso dejaron
como secuela un daño permanente en el sentimiento de si.
Los neuróticos repiten en la transferencia todas estas ocasiones indeseadas y estas
situaciones afectivas dolorosas.
La compulsión a la repetición no se trata de una insistencia de lo reprimido, sino de lo no
ligado en el inconciente. Las mociones pulsionales de la infancia que nunca llevarían al
placer se las repite a pesar de todo, una compulsión esfuerza a ello y se instaura más allá
del principio de placer.
Las mociones pulsionales de la infancia son la sexualidad infantil, complejo de Edipo (que
estaba destinado al sepultamiento).
Los neuróticos repiten en la transferencia analítica ocasiones indeseadas y situaciones
afectivas dolorosas como por ejemplo los celos por el nacimiento de un hermano, el
vínculo tierno establecido casi siempre con el progenitor del otro sexo que sucumbió al
desengaño.

En la vida anímica existe realmente una compulsión a la repetición que se instaura más
allá del principio de placer.

Eterno retorno de lo igual: Se conocen individuos en quienes toda relación humana lleva a
idéntico desenlace. Es una conducta activa de estas personas donde hay un rasgo de
carácter que permanece igual, que es el de la repetición de idénticas vivencias.
La persona parece no tener control sobre esto. Ejemplo: historia de una mujer que se casó
tres veces sucesivas, y las tres el marido enfermó y ella debió cuidarlo en su lecho de
muerte.

CAP V

Este capítulo trata de la pulsión de muerte como estímulos interiores no ligados.

Las pulsiones no obedecen al tipo de proceso nervioso ligado, sino al proceso libremente
móvil que esfuerza a la descarga.
El proceso psíquico primario ocurre en el inconciente, donde afectan también las
mociones pulsionales, por tanto las pulsiones obedecen al proceso psíquico primario, el
cual tiene una investidura libremente móvil.
El proceso psíquico secundario rige en la vida de la vigilia, corresponde a las alteraciones
de la investidura ligada.

La tarea del aparato anímico es ligar la excitación de las pulsiones que entra en operación
en el proceso primario. El fracaso de esta ligazón provocaría una perturbación análoga a la
de la neurosis traumática. Sólo tras una ligazón lograda podría establecerse el imperio del
principio de placer.
Pero hasta el momento, el aparato anímico domina o liga la excitación no en oposición del
principio de placer, pero independientemente de él y en parte sin tomarlo en cuenta.

Este capítulo diferencia lo que no contradice el principio del placer y lo que está más allá
del principio del placer.

Se pregunta: ¿De qué modo se entrama lo pulsional con la compulsión a la repetición?

Una pulsión sería un esfuerzo, inherente a lo orgánico vivo, de reproducción de un estado


anterior (estado de cero tensión) que lo vivo debió resignar bajo el influjo de fuerzas
perturbadores externas.
Nos hemos habituado a ver en la pulsión el factor que esfuerza en el sentido del cambio y
el desarrollo, aquí reconocemos en ella lo contrario, la expresión de la naturaleza
conservadora del ser vivo.

Junto a las pulsiones conservadoras, que compelen a la repetición, hay otras que
esfuerzan en el sentido de la creación y del progreso (las pulsiones sexuales). Sin embargo
seguimos con la hipótesis de que todas las pulsiones quieren reproducir algo anterior.

Si todas las pulsiones orgánicas son conservadoras, adquiridas históricamente y dirigidas a


la regresión ( al restablecimiento de lo anterior ), podemos decir que lo que desvía de la
meta a la pulsión son los estímulos exteriores, que son perturbadores y desviantes.

Pulsiones conservadoras: recogen cada una de las variaciones impuestas a su curso vital,
preservándolas en la repetición, a veces la fuerza pulsional puede dar una impresión
engañosa como si aspiraran al cambio y al progreso, pero en verdad se empeñan
meramente por alcanzar una vieja meta (la muerte) a través de viejos y nuevos caminos.
Si admitimos que sin excepciones todo lo vivo muere decimos que: la meta de toda vida es
la muerte, y retrospectivamente: lo inanimado estuvo ahí antes que lo vivo.

La primer pulsión es volver a lo inanimado porque todo ser vivo tiene la tendencia a no
querer cambiar, a mantener en un todo igual la supervivencia.

En algún momento, por intervención de fuerzas, se generaron en la materia inanimada las


propiedades de la vida. La tensión generada en el material hasta entonces inanimado
pugnó después por nivelarse (el aparato psíquico tiende a lo homeostático, a mantener en
un nivel estable la tensión) : así nació la primera pulsión, la de regresar a lo inanimado.

Los fenómenos vitales son los rodeos para llegar a la muerte (pulsiones conservadoras).

Pulsiones sexuales: si bien son conservadoras en el mismo sentido que las otras, son
resistentes a lo externo, conservan al vida por lapsos más largos. Son pulsiones de vida
dado que contrarían el propósito de las otras pulsiones de llevar a la muerte. Sostienen el
mantenimiento de la especie, generan nueva vida.

La pulsión reprimida siempre aspira a su satisfacción plena, que consiste en la repetición


de una vivencia primaria de satisfacción, no se puede cancelar su tensión, hay una
diferencia entre la satisfacción que encuentra y la que pretende encontrar, as aquí donde
se da el factor pulsionante.
Por eso la repetición es un encuentro fallido porque ahí donde el sujeto espera encontrar
el objeto de su deseo solo encuentra el testimonio de la falta.

CAP VI

La pulsión de vida le hace obstáculo a la pulsión de muerte, no le permite llegar sino


mediante rodeos.

Concluye con la presentación de las dos clases de pulsiones: pulsión de vida y pulsión de
muerte. Ambas se encuentran en un movimiento de oposición dialéctica. La pulsión de
muerte es primaria y siempre gana. La pulsión de vida es secundaria y se encarga de
obstaculizar a la anterior. Desde esta nueva consideración, las pulsiones de
autoconservación se le descubren como conservadoras, orientadas por la pulsión de
muerte, y las pulsiones sexuales, que aspiran a la prosecución de la vida, orientadas desde
la pulsión de vida. Dirá: “...distinguir dos clases de pulsiones: las que pretenden conducir la
vida a la muerte, y las otras, las pulsiones sexuales, que de continuo aspiran a la
renovación de la vida y la realizan... la libido de nuestras pulsiones sexuales coincidiría con
el Eros de los poetas y filósofos, el Eros que cohesiona todo lo viviente”.

CAP VII

Resume todo lo visto anteriormente

1- El carácter general de las pulsiones es restablecer un estado anterior.


2- En la vida anímica muchos procesos se dan con independencia del principio de placer.
3- El principio de placer está al servicio de la función de hacer que el aparato psíquico
quede exento de excitación. De mantenerse constante a un nivel mínimo de
excitación.
4- La pulsión de muerte es muda.
5- Lo que permite pasar la energía libre a energía ligada es posible por el paso del
proceso primario al secundario, esto asegura el principio de placer. Lo que no puede
ser enlazado es lo que insiste en la compulsión a la repetición (es inconciente, es del
proceso primario, es decir, no ligado)
Lo inconciente (1915)
Cap I
Justificación del concepto de lo inconciente

Freud plantea que el inconciente es necesario: dice que los datos de la conciencia
son lagunosos, y en sanos y enfermos aparecen a menudo actos psíquicos cuya
explicación supone otros actos de los que la conciencia no es testigo. Aquí es
donde aparece el inconciente, hay actos psíquicos de los cuales el sujeto no tiene
conciencia. Plantea que hay ocurrencias cuyo origen desconocemos. Según Freud
es insostenible exigir que todo lo que sucede en el interior de lo anímico tenga que
hacerse notorio también para la conciencia. La conciencia no abarca todo lo
anímico, pero por la conciencia podemos saber de todos los procesos anímicos.
Los pensamientos concientes son los que podemos nombrar, la pregunta que se
hace Freud es: ¿Qué sucede con los pensamientos que son concientes y luego
desaparecen?, Estos se encuentran en un estado de latencia o inconciencia
psíquica. Plantea que estos actos psíquicos latentes con cierto esfuerzo pueden
volver a la conciencia, son actos psiquicos que llevan la marca de situaciones
traumáticas relacionadas con la sexualidad infantil, son reprimidos.

Freud plantea, también que el inconciente es legítimo: todos los actos y


exteriorizaciones que yo noto en mí y no sé enlazar con el resto de mi vida
psíquica tienen que juzgarse como si pertenecieran a otra persona. La experiencia
muestra que también esos mismos actos a que no concedemos reconocimiento
psíquico en la persona propia, muy bien lo interpretamos en otro.
A cada uno de nosotros la conciencia nos procura solamente el conocimiento de
nuestros propios estados anímicos, sabemos que otro hombre posee también
conciencia, hacemos un razonamiento por analogía.
Atribuimos a todos cuanto están fuera de nosotros nuestra misma constitución, por
tanto también nuestra conciencia, por tanto también deberíamos atribuir la
existencia de un inconciente en todos.

Cap II
La multivocidad de lo inconciente, y el punto de vista tópico

Lo inconciente abarca actos latentes (inconcientes por algún tiempo) y procesos


como los reprimidos. Desde el punto de vista descriptivo debemos discriminar: lo
inconciente latente susceptible de conciencia o también llamado preconciente, y lo
inconciente como lo no-conciente y no suceptible de hacerse conciente.

En sentido descriptivo hay dos clases de inconciente, pero en sentido


dinámico hay solo uno: lo reprimido.
Fases por las que atraviesa un acto psíquico:
Un acto psíquico en general atraviesa por dos fases de estado, entre las cuales
opera un selector: la censura. En la primera fase él es inconciente y pertenece al
sistema Icc; si es rechazado por la censura no se le permite el paso a la segunda
fase; entonces se lo llama reprimido y permanece inconciente. Caso contrario, si
pasa este “examen” entonces entra en la segunda fase y pertenece al segundo
sistema: sistema Cc. No es aún conciente, sino susceptible de conciencia, puede
emerger a la conciencia sin una particular resistencia toda vez que se reúnan
ciertas condiciones. En atención a esta susceptibilidad de conciencia llamamos al
sistema Cc también el preconciente. El sistema Prcc participa de las propiedades
del sistema Cc, la censura rigurosa está en funciones entre el paso del Icc al Prcc
(o Cc).

Concepción dinámica, tópica y económica de los procesos anímicos:


De la psicología que ha imperado hasta ahora el psicoanálisis se distingue por su
concepción dinámica de los procesos anímicos, y a ello se suma que también
quiere tomar en cuenta la tópica psíquica e indicar, para un acto psíquico
cualquiera, el sistema dentro del cual se consuma o los sistemas entre los cuales
se juega (para Freud lo tópico son regiones del aparato psíquico, nada tiene que
ver con la anatomía). A causa de esto ha recibido también el nombre de
psicología de lo profundo.

Lo dinámico, económico y tópico de lo reprimido:


Dinámica: (conflicto entre las fuerzas) el término inconciente designa el carácter
de una representación fuera de la actividad de la conciencia, cuyo acceso le está
prohibido.

Económico: (circulación y distribución, disminución o aumento de la energía


pulsional) una representación permanece latente en el sentido descriptivo en
razón de la debilidad de su intensidad (no tiene suficiente fuerza).

Tópico: (lugares psíquicos). Se dá entre representaciones no presentes


actualmente en la conciencia (preconcientes) y representaciones que
estructuralmente están excluidas de la conciencia, estás son las únicas que
merece la calificación de inconcientes en el sentido dinámico.

Trasposición de un acto psíquico del sistema inconsciente al consciente.


Supuestos tópico y funcional:

Supuesto funcional: se trata de un cambio de estado en idéntico material y en la


misma localidad.

Supuesto tópico: la fase Cc de la representación significa una trascripción nueva


de ella, situada en otro lugar.
Se enlaza un divorcio tópico entre los sistemas Icc y Cc y la posibilidad de que
una representación esté presente al mismo tiempo en dos lugares del aparato
psíquico y aún de que se traslade regularmente de un lugar a otro si no está
inhibida por la censura, llegado el caso sin perder su primer asentamiento o su
primera trascripción.
Ejemplifica el supuesto tópico: si comunicamos a un paciente una representación
que el reprimió en su tiempo y hemos logrado deducir, ello nada modifica su
estado psíquico. No cancela la represión ni hace que sus consecuencias cedan
por el hecho de que la representación antes inconciente ahora sea conciente. Por
el contrario el paciente negará lo que se le dice.
El paciente ahora tiene la representación bajo una doble forma en lugares
diferentes de su aparato anímico: posee el recuerdo conciente de la huella
auditiva de lo que le hemos comunicado, y en segundo lugar lleva en su interior el
recuerdo inconciente de lo vivenciado.
La cancelación de la representación sobreviene cuando la representación
conciente, tras vencer las resistencias, entra en conexión con la huella mnémica
inconciente. Sólo cuando esta última es hecha conciente se consigue el éxito.
En el inconciente se pone en juego la representación-cosa. En el preconciente la
representación palabra. Cuando le rep-cosa está en asociación con la rep-
palabra, entonces la rep-cosa queda al descubierto, la rep-palabra “nombra” a la
rep-cosa.

Destinos del afecto como consecuencia de la represión


Pueden ser tres: el afecto persiste –en un todo o en parte- como tal, o es mudado
en un monto de afecto cualitativamente diverso (en particular, en angustia), o es
sofocado, es decir, se estorba por completo su desarrollo. La sofocación del
desarrollo del afecto es la meta genuina de la represión, su trabajo queda
inconcluso cuando no la alcanza. En todos los casos en que la represión consigue
inhibir el desarrollo del afecto, llamamos inconcientes a los afectos que volvemos
a poner en su sitio tras enderezar lo que le trabajo represivo había torcido.

Cap V
Las propiedades particulares del sistema Icc

-Dentro de este sistema no existe negación, no existe duda ni grado alguno de


certeza.
La negación es un sustituto de la represión, de nivel más alto. Dentro del
inconciente no hay sino contenidos investidos con mayor o menos intensidad. En
el Icc hay una movilidad mucho mayor de las intensidades de investidura. Por el
proceso de desplazamiento una representación puede entregar a otra todo el
monto de su investidura, y por el de condensación, puede tomar sobre sí la
investidura íntegra de muchas otras. Estos son procesos del proceso psíquico
primario.

-Los procesos del sistema Icc son atemporales.


No están ordenados con arreglo al tiempo, no se modifican por el trascurso de
éste ni tienen relación alguna con él. (En relación con el tiempo está el sistema
Cc)

-Tampoco conocen los procesos Icc un miramiento por la realidad.


Están sometidos por el principio de placer. Se sustituye la realidad exterior por la
psíquica.

-Energía libre (las mociones pulsionales no se molestan entre sí, no ligado)

-El Icc lee en aumentos y disminuciones, no hay inscripción de la muerte, ni de lo


mascuino y femenino, no hay inscripción de la falta.
-Los procesos que se ponen en juego son el proceso primario y el de
condensación y desplazamiento.

Procesos del sistema Prcc

-Rige el proceso secundario, por tanto hay energía ligada.

-Hay una inhibición a la descarga, característica de las representaciones


investidas. Cuando el proceso traspasa de una representación a otra, la primera
retiene una parte de su investidura y solo una pequeña parte experimenta el
desplazamiento. Desplazamiento y condensaciones como los del proceso
primario están excluidos o son muy limitados.

-Hay capacidad de comercio entre los contenidos de las representaciones ya que


pueden influirse unas a otras, el ordenamiento temporal entre ellas, la
introducción de una censura o de varias, el examen de realidad y el principio de
realidad.

Cap VI
El comercio entre los dos sistemas

Es un error pensar que el inconciente está en reposo y el trabajo está en el


preconciente y que su única relación es la represión. Hay una relación de
cooperación entre ambos. Los retoños del inconciente actúan e influyen en el
preconciente.
Los retoños de las mociones pulsionales Icc, por un lado presentan una alta
organización, están exentos de contradicción, cumplen las cualidades del sistema
Cc, por otro lado son Icc (insuceptibles de devenir concientes).
Cualitativamente pertenecen al sistema Prcc, pero, de hecho, al Icc.

De esa clase son las formaciones de fantasía de los normales y de los neuróticos,
que pueden ser etapas previas en la formación del sueño y en la del síntoma, y
que a pesar de su alta organización, permanecen reprimidas y no pueden devenir
concientes. Se aproximan a la conciencia y allí se quedan imperturbadas mientras
tienen una investidura poco intensa, pero son rechazadas cuando sobrepasan
cierto nivel de investidura.
Otros tantos retoños del Icc de alta organización son las formaciones sustitutivas
que logran irrumpir en la conciencia.

Un sector muy grande de lo Preconciente proviene de lo inconciente, son sus


retoños y sufren una censura antes que pueda devenir conciente. Otro sector del
Prcc es suceptible de conciencia sin censura.
La censura ya no es solo entre Icc y Prcc ahora también es entre Prcc y Cc.

Los retoños del Icc devienen concientes como formaciones sustitutivas y como
síntomas.
Lo Icc es rechazado por la censura en la frontera con lo Prcc; los retoños pueden
sortear esa censura y se organizan en el Prcc donde crecen hasta cierta
intensidad de investidura, pero cuando la han rebasado y quieren imponerse a la
conciencia, son individualizados como retoños del Icc y reprimidos otra vez en la
nueva frontera de censura entre Prcc y Cc.
La primer censura funciona contra el icc mismo, la segunda, contra los retoños
Prcc de él.

El contenido del sistema Prcc viene por una parte de lo pulsional (mundo interno)
y por otro de las percepciones (mundo externo).

Los retoños de lo inconciente son mediadores entre los dos sistemas, son los
nexos de representación palabra y representación cosa.

Solo podemos pensar una división tajante y definitiva del contenido de los dos
sistemas en la pubertad (la última retranscripción se dá en la pubertad, carta 52).
Al principio el niño es todo ello, el Prcc se termina de formar en la pubertad.

1ERA TÓPICA: LO INCONCIENTE EN SENTIDO DESCRIPTIVO, DINÁMICO Y SISTEMÁTICO


Para Freud hay un solo inconciente, lo que no está en la conciencia (sentido descriptivo),
pero en sentido dinámico, en cuanto a funciones, hay un precc y un icc. Finalmente, el
inconciente, en el sentido sistemático, es un "sistema" que esta en relación permanente
con el preconciente y el conciente.
 Modo descriptivo: El "inconciente" son aquellas representaciones que no estén
presentes en la conciencia, las que se encuentran latentes. Y "conciente" a aquellas
representaciones que sí están presentes en la conciencia.
 Modo dinámico: Hay pensamientos que penetran a la conciencia (como en el caso
del recuerdo) y los llama preconcientes (prcc), y otros que no (como sucede en la
neurosis) y los denomina inconcientes ( icc). Es por efecto de la represión que
determinados pensamientos son excluidos de la conciencia y enviados al inconciente,
por lo cual, una vez allí les es imposible volver. Si se intenta en uno mismo hacerlos
concientes, se recibe un sentimiento de repulsión, una defensa. Si lo intenta
otra persona se recibe su resistencia. Determinadas rep que están reprimidas producen
efectos. La rep icc es eficaz a pesar de no acceder a la cc.
 Modo sistemático: Gracias a la interpretación de los sueños por Freud se hizo posible el
estudio del inconciente como "sistema" donde se reprimen al inconsciente aquellas
experiencias conscientes inaceptables o que originan un conflicto.

La represión (1915)
Cuando una moción pulsional choca con resistencias que quieren hacerla inoperante entra en el
estado de represión (es la renuncia a la satisfacción pulsional). Si se tratase de un estímulo exterior
la huída sería el medio apropiado. En al caso de la pulsión, de nada vale la huida, el yo no puede
escapar de si mismo.
¿Por qué una moción pulsional habría de ser víctima de semejante destino?

Para ello el logro de la meta pulsional debería deparar generar displacer en lugar de placer. Pero
pulsiones así no existen, una satisfacción pulsional es siempre placentera. Debería suponerse
algún proceso por el cual el placer de satisfacción se mudara en displacer.

Hay estímulos como el dolor que el aparato no reprime. El dolor no se reprime cuando la tensión
es elevada, la represión no tiene que ver con esto. La condición de la represión no es un displacer
grande: el caso de la represión no está dado cuando la tensión provocada por la insatisfacción de
una moción pulsional se hace insoportablemente grande. Los medios que le organismo dispone
para defenderse contra esto son otros.

La satisfacción de la pulsión que está sometida a la represión sería posible y siempre placentera en
si misma, pero sería inconciliable con otras exigencias. Por tanto, produciría placer en un lugar y
displacer en otro.

La condición para la represión, entonces, es que el motivo de displacer cobre un poder mayor que
el placer de la satisfacción.

La esencia de la represión es rechazar algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella, la


represión no es un mecanismo de defensa que está presente desde el origen, se engendra cuando
se haya establecido una separación nítida entre la actividad conciente y actividad inconciente del
alma.

Represión e inconciente están muy relacionados. El dato que tenemos para la existencia de lo
inconciente es lo reprimido. No se puede pensar Inconciente sin represión, pero no todo lo
inconciente está reprimido.

A una moción pulsional se le deniega el acceso a la conciencia pero nada inhibe a esta moción
pulsional buscar otros caminos bajo el estado de represión. Va a pasar a la conciencia pero de
otras formas, altamente desfigurado y condensado.

3 momentos de la represión:

1°- La represión primordial o primaria.

2°- La represión propiamente dicha.

3°- El retorno de lo reprimido (en forma de síntomas, sueños, actos fallidos, etc)

1°- La represión primordial es una primera fase de la represión que consiste en que la agencia
representante representativa de la pulsión se le deniega el acceso a la conciencia. Así se establece
una fijación: la agencia representante en cuestión permanece inmutable y la pulsión sigue ligada a
ella. Esto acontece a consecuencia de las propiedades del proceso inconciente (proceso primario).
2°-La represión propiamente dicha o esfuerzo de dar caza: Lo reprimido primordial nunca más va a
acceder a la conciencia, pero encuentra otra modalidad para procurarse su satisfacción.

La represión propiamente dicha recae sobre los retoños psíquicos de la agencia representante
reprimida, o sobre todo los pensamientos que entraron en vínculo asociativo con ella. Tales
representaciones tienen el mismo destino que lo reprimido primordial. Es un error destacar la
repulsión que se ejerce desde lo conciente sobre lo que ha de reprimirse. Se trata de la fuerza de
lo inconciente y de una contrafuerza. Debe tenerse en cuenta que lo reprimido primordial ejerce
una atracción sobre todo lo que se pueda poner en conexión con él.

La represión no impide a la agencia representante de pulsión seguir existiendo en lo inconciente,


continuar organizándose, formar retoños y anudar conexiones. La represión solo perturba el
vínculo con el sistema conciente.

La agencia representante de pulsión se desarrolla con mayor riqueza y menores interferencias


cuando la represión se sustrajo del conciente (está inconciente). Prolifera, por asi decir, en las
sombras y encuentra formas extremas de expresión, que si le son traducidas y presentadas al
neurótico le parecerían ajenas y le atemorizarían.

No es cierto que la represión mantenga apartados de lo conciente a todos los retoños de lo


reprimido primordial. Si estos se han distanciado lo suficiente del representante reprimido, sea
por las desfiguraciones que adoptaron o por el número de eslabones intermedios que se
intercalaron, tienen permitido el acceso a lo conciente.

¿Hasta dónde tiene que llegar la desfiguración, el distanciamiento respecto de lo reprimido?

La represión trabaja de manera en alto grado individual, cada uno de los retoños de lo reprimido
puede tener su destino particular, un poco más o un poco menos de desfiguración cambian
radicalmente el resultado.

La represión es en alto grado móvil. No tenemos que imaginarnos el proceso de la represión como
un acontecer que se consumaría de una sola vez y tendría un resultado perdurable. Sino que la
represión exige un gasto de fuerza constante, si cesara, peligraría su resultado haciéndose
necesario un nuevo acto represivo.

Podríamos imaginarlo así: lo reprimido ejerce una presión continua en dirección a lo conciente, a
raíz de lo cual el equilibrio tiene que mantenerse por medio de una contrapresión incesante.

En el caso de los retoños no reprimidos del inconciente, estos presentan una energía baja por esto
es que no están reprimidos, aunque su contenido podría provocar un conflicto en el conciente. Un
aumento de la investidura energética genera el acercamiento a lo inconciente, y una disminución
de la investidura un distanciamiento de lo inconciente (está más cerca de la conciencia) o una
desfiguración. Las tendencias represoras pueden encontrar en el debilitamiento de lo
desagradable un sustituto de su represión.
En la pulsión existen dos componentes: la representación y el monto de afecto.

La observación clínica nos demuestra que junto a la representación interviene algo diverso, algo
que representa a la pulsión y puede experimentar un destino de represión totalmente diferente
del de la representación. A este otro elemento de la agencia representante psíquica se lo llama
monto de afecto.

La represión de una agencia representante de pulsión tiene destinos diferentes:

1. El destino general de la representación representante de la pulsión es “desaparecer de lo


conciente si antes fue conciente, o seguir coartada de la conciencia si estaba en vías de
devenir conciente. La diferencia es desdeñable, da lo mismo, por ejemplo, que yo
despache de mi salón o de mi vestíbulo a un huésped desagradable, o que después de
individualizarlo no lo deje pisar el umbral de mi casa.
2. El factor cuantitativo de la agencia representante de pulsión o monto de afecto, tiene tres
destinos posibles: a) la pulsión es sofocada por completo, de suerte que nada se descubre
de ella, b) sale a la luz como un afecto coloreado cualitativamente de algún modo, c) se
muda en angustia. Las dos últimas posibilidades muestran el modo en que la angustia
puede ser un destino de la pulsión.

La represión tiene como propósito evitar el displacer, por esto es más importante el destino
del monto de afecto de la agencia representante que el destino de la representación. Si una
represión no consigue impedir que nazcan sensaciones de displacer o de angustia, entonces ha
fracasado. La represión fracasada va a ser de nuestro interés.

Ahora queremos saber si hay un mecanismo único de la represión o varios, y si cada


psiconeurosis tiene un mecanismo represivo propio.

Estudia la relación entre la represión y la generación de formaciones sustitutivas llegando a la


conclusión: la represión guarda relación con la creación de formaciones sustitutivas o la
formación de síntoma. No son lo mismo pues no es la represión misma la que crea
formaciones sustitutivas y síntomas, sino que estos últimos, en cuanto indicios de un retorno
de lo reprimido, deben su génesis a procesos por completo diversos.

Muestra algunos ejemplos con las tres psiconeurosis más conocidas.

De la histeria de angustia escoge el ejemplo de una fobia a los animales. La moción pulsional
reprimida es una actitud libidinosa hacia el padre, junto a una angustia frente a él. Después de
la represión esta moción desapareció de la conciencia y el padre no se presenta en ella como
objeto de la libido. Como sustituto se encuentra en posición análoga un animal mas o menos
apto para ser objeto de angustia. Aquí hubo un desplazamiento. La parte cuantitativa no
desapareció sino que se traspuso en angustia, una angustia frente al lobo en lugar de un
requerimiento de amor al padre.
Una represión como la fobia a los animales puede definirse como fracasada, la represión
consistió solamente en eliminar y sustituir la representación, pero no hubo ahorro de
displacer. Entonces la neurosis continúa en un segundo tiempo para alcanzar su meta más
importante: surge la fobia que es la formación de un intento de huida, una cantidad de
evitaciones destinadas a excluir el desprendimiento de angustia.

Otro ejemplo es la histeria de conversión (se va al cuerpo), en ella se consigue hacer


desaparecer por completo el monto de afecto. Otras veces esta sofocación no se logra tan
completa y aparecen sensaciones penosas que se anudan a los síntomas, o no puede evitarse
algún desprendimiento de angustia que pone en acción el mecanismo de formación de una
fobia. El contenido de la representación de la agencia representante de la pulsión se sustrajo
radicalmente de la conciencia y se encuentra una inervación que en los casos típicos es
somática.

La represión de la histeria de conversión es fracasada ya que fue posible gracias a las


formaciones sustitutivas, pero con respecto al monto de afecto que desapareció, logró un
éxito completo. El proceso represivo de la histeria de conversión termina en la formación de
síntoma y no necesita recomenzar en un segundo tiempo como en la histeria de angustia.

En la neurosis obsesiva una aspiración sádica se reemplaza por una aspiración tierna. Este
impulso hostil hacia una persona amada es el que cae bajo represión. El efecto es diverso en
una primera fase que en una fase posterior. Primero alcanza éxito pleno: el contenido de
representación es rechazado y se hace desaparecer el afecto, aquí como formación sustitutiva
hay una alteración del yo con aumento de la conciencia moral que no puede ser llamado como
síntoma.

El afecto desaparecido retorna mudándose en angustia social, en angustia de la conciencia


moral, en reproches sin medida; la representación rechazada se reemplaza mediante un
sustituto por desplazamiento, a menudo por desplazamiento a lo ínfimo, a lo indiferente. El
fracaso en la represión del factor cuantitativo, afectivo, pone en juego el mismo mecanismo
de la huida por medio de evitaciones y prohibiciones que hay en la fobia histérica.

El yo y el ello (1923)
I – Conciencia e inconciente

La diferenciación de lo psíquico entre conciente e inconciente es la premisa básica del


psicoanálisis. El psicoanálisis no puede situar en la conciencia la esencia de lo psíquico
(puede faltar).

Una representación no es conciente de manera duradera, el estado de conciencia pasa


con rapidez; una representación ahora conciente no lo es más en el momento que sigue,
solo puede volver a serlo bajo ciertas condiciones. Entretanto estuvo latente y fue
suceptible de conciencia, o también se puede decir que ha sido inconciente (latente-
suceptible de conciencia).

Hemos llegado al concepto de inconciente por otro camino:

Bajo una concepción dinámica anímica: existen procesos anímicos o representaciones muy
intensas (factor cuantitativo y económico) que pueden tener plenas consecuencias para la
vida anímica, solo que no devienen concientes. Tales representaciones no pueden ser
concientes porque cierta fuerza se resiste a ello, que si así no fuese podrían devenir
concientes. En la técnica psicoanalítica se han hallado medios para cancelar la fuerza
contrarrestante y hacer concientes estas representaciones. Llamamos represión al estado
en que ellas se encontraban antes de que se las hiciera concientes, y la resistencia es la
fuerza que produjo y mantuvo la represión.

Por lo tanto lo reprimido es el modelo de lo inconciente.

Tenemos dos clases de inconciente:

En sentido descriptivo: lo inconciente latente y lo inconciente reprimido. En sentido


dinámico: lo inconciente reprimido insusceptible de conciencia.

El yo es una organización coherente de los procesos anímicos en una persona, de este yo


depende la conciencia, él gobierna los accesos a la motilidad (descarga de las exitaciones
en el mundo exterior), ejerce un control sobre todos sus procesos parciales y de el yo
parte la represión.

Hemos hecho en análisis eta observación: el enfermo experimenta dificultades cuando le


planteamos ciertas tareas: sus asociaciones fallan cuando se aproximan a lo reprimido, se
encuentra bajo una resistencia, pero él no sabe nada de eso. Hemos hallado en el yo algo
que es inconciente, que se comporta como lo reprimido, exterioriza efectos intensos sin
devenir conciente, y se necesita un trabajo particular para hacerlo conciente.

Aparece una oposición entre el yo coherente y lo reprimido escindido de él.

Lo Icc no coincide con lo reprimido, todo lo reprimido es icc, pero no todo lo icc es
reprimido. También una parte del yo es icc, y esto icc del yo no es latente en el sentido de
lo Prcc.

Plantea entonces un 3er inconciente: el inconciente estructural: es no-reprimido ni


suceptible de conciencia, permanece desconocido, es imposible de ligar y queda por fuera
de lo reprimido.
II- El yo y el ello

La conciencia es la superficie del aparato anímico, es el primer sistema contando desde el


mundo exterior.

Son cc todas las percepciones que nos vienen de afuera (percepciones sensoriales), y de
adentro lo que llamamos sensaciones y sentimientos.

La diferencia efectiva entre una representación icc y una prcc es: la rep. Icc es un material
no conocido, la prcc entra en conezión con representación-palabra.

¿Cómo algo deviene preconciente?: por conexión con las correspondientes


representaciones-palabra.

Estas representaciones-palabra son restos mnémicos que pueden devenir concientes. Solo
puede devenir conciente lo que ya una vez fue percepción cc, Y exceptuados los
sentimientos, lo que desde adentro quiere devenir conciente tiene que intentar
trasponerse en percepciones exteriores.

Concebimos los restos mnémicos como contenidos en sistemas contiguos al sistema P-Cc,
por lo que pueden trasmitirse hacia adelante fácilmente.

Los restos de las palabra provienen de percepciones acústicas, la palabra es el resto


mnémico de la palabra óida. En cambio pensar en imágenes corresponde más a los
procesos inconcientes.

Si tal es el camino por el cual algo inconciente deviene preconciente, el camino por el cual
podemos hacer preconciente algo reprimido es reestableciendo mediante el trabajo
análitico aquellos eslabones intermedios prcc.

Para traer a la Cc la representación icc es preciso procurarle eslabones de conexión, lo cual


no es necesario para las sensaciones que se trasmiten directamente hacia adelante. Las
sensaciones son o bien concientes o bien inconcientes.

El yo es primero prcc y después es ello, y también se relaciona con la conciencia.

Lo reprimido es solo una parte de ello. Lo reprimido es separado del yo por las resistencias
de represión, pero lo reprimido puede comunicarse con el yo a través del ello.

El yo es la parte del ello alterada por la influencia directa del mundo exterior, con
mediación de P-Cc. Se afana por reemplazar el principio de placer (que es del ello) por el
principio de realidad. El yo es el representante de la razón y prudencia, en oposición al ello
que contiene las pasiones.
El yo suele trasponer en acción la voluntad del ello como si fuera suya propia. El yo es
sobre todo un yo-cuerpo.

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