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Onganía, que actuaba más como monarca absoluto que como árbitro, dividió
su plan de gobierno en tres etapas sucesivas: el tiempo económico, en él se
produciría la reorganización de la economía; luego vendría el tiempo social, en
ese período se pensaba mejorar los salarios; al que le seguía el tiempo político,
en él se transferiría el gobierno a los civiles, total o parcialmente.
Las Fuerzas Armadas no constituían un bloque homogéneo tal como lo
demostraron los enfrentamientos entre azules y colorados. O’Donnell señaló
la existencia de una corriente interna paternalista, liderada por el general
Onganía, que se identificaba con la idea de construir una comunidad a imagen
de la organización militar e instaurar un orden político semejante al
franquismo. La corriente nacionalista, encarnada en el general Roberto M.
Levingston, aspiraba al populismo nacional con la movilización del pueblo y las
Fuerzas Armadas. La orientación liberal representada en los generales Julio
Alsogaray y Alejandro A. Lanusse mantenía estrechos vínculos con las clases
dominantes y su proyecto político-económico.
En los primeros documentos los golpistas proclamaban su voluntad de actuar
contra los extremismos, “neutralizar la infiltración marxista y erradicar la
acción del comunismo”. Unos días después, el general Onganía dio a conocer
el texto de la “Directiva para el planeamiento y desarrollo de la acción de
gobierno” donde explicaba sus objetivos: Combatir el estado general de
descreimiento de la población; la infiltración comunista; el desequilibrio
económico regional y el individualismo. El presidente aclaró también que las
Fuerzas Armadas no gobernaban ni cogobernaban, esto significaba que los
militares debían permanecer en sus cuarteles, sin inmiscuirse en las cuestiones
políticas. Estas se reemplazarían por acuerdos entre los técnicos del Estado y
los gerentes de las grandes empresas.
asegurar la subordinación de la sociedad a los intereses de la gran burguesía;
restablecer el orden en la economía; excluir de la participación a los sectores
populares para poder retomar el proceso de transnacionalización; suprimir la
ciudadanía y la democracia política; garantizar la acumulación de capital en
beneficio de las unidades monopólicas u oligopólicas; y asegurar la
despolitización del conflicto social .