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En los años 60 y principios de los 70, el desarrollismo económico Período histórico Entreguerras, Segunda
mejoró de forma notable, aunque desigual, el nivel de vida de la guerra mundial, Guerra
mayoría de la población, que formó una clase media hasta entonces casi Fría
inexistente. El nivel de libertad personal y política no aumentó del • Guerra civil 1936-1939
mismo modo. Empezaron las movilizaciones de oposición a la
dictadura por parte de trabajadores y estudiantes. • Fin de la guerra 1 de abril de 1939
• Concordato con la Santa
Juan Carlos de Borbón fue el sucesor designado por Franco para la 27 de agosto de 1953
Sede
Jefatura del Estado, a título de príncipe de España, y a la muerte de
• Pactos de Madrid 23 de septiembre de 1
este, en su proclamación como rey, juró acatar los principios del
• Ingreso en las Naciones
Movimiento Nacional destinados a perpetuar el régimen franquista. Sin 14 de diciembre de 19
Unidas
embargo, no lo hizo, aunque se basó en el entramado institucional
• Independencia de
franquista para promover la Ley para la Reforma Política, ratificada en 6 de abril de 1956
Marruecos
referéndum. Su resultado, 94 % a favor de la reforma, inició la
• Aprobación del Plan de
transición a la democracia. 28 de julio de 1959
Estabilización
• Independencia de
12 de octubre de 1968
Guinea Ecuatorial
Índice • Asesinato de Carrero
20 de diciembre de 19
Blanco
Características
• Muerte de Franco 20 de noviembre de 19
Historia
• Transición democrática 1975-1978
El primer franquismo (1939-1959)
El franquismo de 1939 a 1945 Moneda Peseta (₧., ESP)
El franquismo de 1945 a 1950
Miembro de: ONU, OCDE, OSCE
El franquismo de 1950 a 1959
El segundo franquismo (1959-1975)
El franquismo de 1959 a 1969
El tardofranquismo (1969-1975)
Sociedad y cultura
Costumbres y usos sociales: del nacionalcatolicismo a
la sociedad de consumo de masas
Las mujeres durante la dictadura franquista
Propaganda, censura y medios de comunicación
Memoria histórica
Condenas internacionales
Véase también
Notas
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
Características
Véase también: Franquismo
El principal rasgo definitorio del régimen franquista fue que una única persona, el Generalísimo Franco —de ahí el nombre con el que se
conoce—, acumuló en sus manos unos poderes omnímodos28 como ningún otro gobernante había gozado jamás en la historia de
España.29 La Ley de Reorganización de la Administración Central del Estado, promulgada por el propio Franco solo cuatro meses
después del final de la Guerra Civil Española, así lo confirmó al atribuir al Caudillo, «invicto y providencial», todos los poderes
ejecutivos y legislativos:15 30
Artículo 7. Correspondiendo al Jefe del Estado la suprema potestad de dictar normas de carácter general,
conforme al artículo 17.º de la Ley de 30 de enero de 1938, y radicando en él de modo permanente las funciones
de gobierno, sus disposiciones y resoluciones, adopten la forma de Leyes o Decretos, podrán dictarse, aunque
no vayan precedidas de la deliberación del Consejo de Ministros, cuando razones de urgencia así lo aconsejen,
si bien el Jefe del Estado dará después conocimiento de a aquél de tales disposiciones o resoluciones.
Como ha señalado Stanley G. Payne, «Franco siempre consideró su propio mandato como “vitalicio”: en uno de sus momentos más bajos,
declaró enfáticamente a un destacado general en una conversación privada: “Yo no haré la tontería de Primo de Rivera. Yo no dimito, de
aquí al cementerio”. Creía que su victoria absoluta en una guerra civil desesperada le había dado un cierto derecho de conquista, de modo
que podía aspirar a un mandato histórico, incluso divino, para conservar su posición de Caudillo mientras se lo permitiesen sus
condiciones físicas».31
En principio, la legitimidad del poder del general Franco provenía de su designación por parte de los generales que habían encabezado la
sublevación militar contra la República como «Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire» y como «jefe del Gobierno del
Estado Español» al que se conferían «todos los poderes del Nuevo Estado». De esa manera Franco personificaba la autoridad del Ejército,
«símbolo efectivo de la unidad nacional», como se afirmaba en uno de los decretos que promulgó.32
Pero enseguida el general demostró su intención de superar esa categoría de mero dictador militar para asumir otras fuentes de
legitimación de su poder y, en efecto, muy pronto demostró su voluntad de emular a los dictadores fascistas al proponerse a sí mismo
como el Caudillo de una España «Una, Grande y Libre». Y al mismo tiempo se fue forjando la tercera fuente de legitimidad: la de ser una
persona enviada por la Providencia divina para la «redención» y «salvación» de la «nación» y de su religión, el catolicismo. El caudillaje
como principio de autoridad se basaría, pues, en el carisma excepcional de un dirigente ejemplar por sus dotes y capacidades demostradas
en una coyuntura específica: la guerra civil española.33
Así cuando ésta terminó el 1 de abril de 1939, la legitimidad de su poder quedó plenamente confirmada, por lo que desde entonces, la
victoria en la guerra se convertiría en la fuente última y suprema de su autoridad indiscutida y de su derecho a ejercer el poder de modo
vitalicio. Franco era la persona que, efectivamente, había «salvado» a España de su «destrucción», por lo que tenía derecho a regir con
plenos poderes sus «destinos» durante el resto de su vida. La inscripción «Francisco Franco, Caudillo de España, por la gracia de Dios» se
imprimió en las monedas que portaban su efigie.34
La segunda característica que se mantuvo a lo largo de la Dictadura fue que ésta se apoyó en tres «pilares»: el Ejército, la Iglesia y el
partido único15 Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Como el mismo Franco reconoció en privado, «la Falange, el Ejército y
la Iglesia» son las tres «fuerzas» que constituyen «la base del Movimiento Nacional».15
Los militares, al menos durante el primer franquismo, ocuparon cerca del 40 % de los altos cargos de la administración y de las empresas
estatales, y siempre habrá entre cuatro y siete ministros militares.35 Además el Ejército siempre actuó como el garante último de la
continuidad del franquismo y durante mucho tiempo fue el instrumento principal en la represión de cualquier movimiento u organización
de oposición a la dictadura franquista.15 36 La Iglesia católica proporcionó la justificación ideológica, militante y beligerante, del
franquismo.15 El partido único FET y de las JONS fue «el instrumento clave para organizar a los partidarios del régimen, suministrar
fieles servidores administrativos y encuadrar y controlar a la sociedad civil a través de sus órganos dependientes (Organización Sindical,
Sección Femenina, Frente de Juventudes)».15 35
Una tercera característica fue que no se dotó del equivalente a una
Constitución de los regímenes liberales o democráticos porque Franco
siempre se mostró reacio a promulgar leyes que pudieran obligarle a él
mismo, ya que lo que más le importó durante su larga dictadura fue
conservar intacto todo su inmenso poder del que sólo era responsable
«ante Dios y ante la Historia» —y ante nadie más—.37 Así bajo el
franquismo la fuente de autoridad fue el propio Franco, no las
instituciones y el Caudillo sólo fue promulgando las llamadas «leyes
fundamentales» de su régimen cuando lo creyó necesario para afianzarlo. Moneda de 5 pesetas acuñada en 1949. En el
anverso la efigie del general Franco con la
«La estructura definitiva del sistema de Franco se creó, en consecuencia,
inscripción Francisco Franco Caudillo de España
lentamente, en el periodo comprendido entre los años 1942 y 1947. […]
por la G. [Gracia] de Dios. En el reverso el nuevo
En 1943 se constituyeron unas Cortes totalmente controladas, basadas en escudo de España.
el corporativismo; en 1945 se promulgó un conjunto muy limitado de
derechos llamado Fuero de los Españoles, y finalmente, en 1947, se
instituyó una monarquía de carácter meramente nominal».38
Una cuarta característica fue que desde el punto de vista institucional, el órgano más importante fue el Gobierno, pues éste se constituyó
en el «lugar» de representación de las «familias» que integraban la coalición derechista franquista —falangistas, carlistas, monárquicos y
católicos—, sin olvidar la presencia de los mandos militares, como corresponde al origen del régimen. El propio Franco lo reconoció en
privado: «los gobiernos deben tener una representación de las fuerzas que han contribuido a la victoria».15 Como ha señalado el
historiador Enrique Moradiellos «la habitual reunión de los viernes del Consejo de Ministros habría de ser el decisivo foro de encuentro y
debate franco y reservado entre las fuerzas de la coalición franquista; el mismo foro que en un régimen liberal y democrático desempeña
el Parlamento o los órganos de la prensa libre». Y además «Franco tuvo la gran habilidad de ejercer un continuo arbitraje moderador entre
todas ellas,... contraponiendo a unas "familias" contra otras para evitar el excesivo crecimiento de una única opción que pudiera hacer
sombra a su poder personal y a su condición arbitral».15
Una última característica fue que la ideología —o mentalidad— franquista se basaba en cinco sencillas y genéricas «ideas motrices» «que
recogían el universo doctrinal compartido por todas las instituciones y "familias" de la derecha española por igual y sin conflicto»:39
1. El antiliberalismo, que se reflejaba en su rechazo a todos los principios e ideas propias de los regímenes liberales y
democráticos, identificados con la masonería. Al principio este antiliberalismo fue acompañado del anticapitalismo
propio de la retórica fascista.
2. El anticomunismo, en el que el franquismo incluía no sólo al comunismo propiamente dicho, sino a todas las ideas y
organizaciones obreristas, incluidas las socialistas y anarquistas. Además el franquismo al igual que los fascismos
identificaba el «comunismo» —o «bolchevismo»— con el «Judaísmo».
3. El radical nacionalismo españolista uniformista y centralista, que tachaba de «separatista» cualquier idea o proyecto
diferente por moderado que fuera.
4. El catolicismo integrista, que dará nacimiento al «nacionalcatolicismo».
5. El conservadurismo social tradicional y reaccionario que puso fin a las medidas secularizadoras y modernizadoras
republicanas (como la ley de Divorcio, los cementerios civiles, la coeducación, la educación laica, etc.) al entregar de
nuevo al clero católico el control de las costumbres civiles y de la vida intelectual del país.
Así por ejemplo, en el libro de texto de 1939 Catecismo patriótico español se decía que «los enemigos de España son siete: «el
liberalismo, la democracia, el judaísmo, la masonería, el capitalismo, el marxismo y el separatismo».40
Historia
Al compás de los éxitos militares del Eje el régimen franquista aceleró su proceso
de fascistización, es decir, de adopción del ideario fascista y de sus formas
específicas de organización política y social, siguiendo sobre todo el modelo de la
Italia fascista, que había comenzado en la zona sublevada en plena guerra civil.48
La inspiración y dirección del proceso corrió a cargo del cuñadísimo Ramón
Serrano Suñer. Así se puso en marcha el encuadramiento y la movilización social a
través de tres organizaciones sectoriales del «partido único» FET y de las JONS (el
Frente de Juventudes, el Sindicato Español Universitario (SEU) y la Sección
Femenina, cuya finalidad era «formar a la mujer con sentido cristiano y
Visita a Berlín de Ramón Serrano Suñer, nacionalsindicalista») y un extenso entramado «nacionalsindicalista», llamado
acompañado del general Sagardía, siendo
Organización Sindical Española (OSE), en el que estaban obligados a afiliarse
recibido por Himmler.
todos los «productores» (empresarios y trabajadores).49
Sin embargo, el proceso de fascistización provocó serios temores entre los otros dos pilares del franquismo, la Iglesia católica y el
Ejército.51 Las tensiones con el «partido único» acabarían estallando en agosto de 1942 con el atentado de Begoña que provocó una grave
crisis política que el general Franco resolvió destituyendo al «cuñadísimo» Serrano Suñer que fue sustituido por el general monárquico
Francisco Gómez-Jordana que volvía a hacerse cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores.52 53
En noviembre de 1942 tropas británicas y norteamericanas desembarcaban en el norte de África para desalojar de allí al Afrika Korps de
Rommel y a las tropas italianas. Para Franco era el fin de sus sueños imperiales y un posible riesgo de invasión por parte de los aliados
dado su alineamiento con Alemania e Italia.46 54 Pero no fue hasta después de la caída de Mussolini en julio de 1943 tras el desembarco
aliado en Sicilia, cuando el general Franco volvió a la «estricta neutralidad» en contra de sus propios deseos55 y en noviembre ordenaba
la retirada del frente ruso de la «División Azul» además de la paralización del proceso de fascistización.56
El cambio en el signo de la guerra propició la más grave crisis que vivió el poder dictatorial del Generalísimo Franco. El 8 de septiembre
de 1943, recibió una carta firmada por ocho de los doce tenientes generales en la que le pedían que considerase la restauración de la
monarquía, tal como le había reclamado don Juan de Borbón, heredero legítimo de Alfonso XIII, en una carta enviada al Generalísimo
unos meses antes —será la única vez en 39 años que la mayoría de los generales le pedían a Franco que renunciara—. Pero Franco no hizo
la más mínima concesión y se limitó a esperar y a situar en los puestos claves a militares fieles a su persona.50
Los tres gobiernos, sin embargo, se sienten obligados a declarar que, por su parte, no apoyarán ninguna
solicitud de ingreso (en la ONU) del presente Gobierno español, el cual, habiendo sido establecido con el apoyo
de las potencias del eje, no posee, en razón de sus orígenes, su naturaleza, su historial y su asociación estrecha
con los países agresores, las cualidades necesarias para justificar ese ingreso.
La probable victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial había suscitado enormes expectativas entre la oposición republicana, lo
que había dado lugar a la creación de la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas67 y al recrudecimiento de la actividad guerrillera (el
«maquis»), cuyo hecho más destacado fue el intento de invasión del Valle de Arán en octubre de 1944 por parte de un contingente de unos
6000 guerrilleros comunistas, pero que constituyó un sonoro fracaso.68
Mientras, en agosto de 1945, se celebró una sesión especial de las Cortes republicanas en México en la
se nombró un gobierno presidido por José Giral, del que quedaron excluidos los negrinistas y los
comunistas.69 Sin embargo, el gobierno republicano no fue reconocido por ninguna de las potencias
vencedoras ni por la ONU, por lo que José Giral acabaría presentando su dimisión en febrero de
1947.70 Además la oposición republicana se dividió entre los partidarios de aliarse con los
monárquicos y aceptar un referéndum sobre la forma de Estado, y los que siguieron defendiendo la
legitimidad republicana.69
Al mismo tiempo la cuestión de las sanciones a imponer al régimen franquista fue debatida en la ONU a lo largo de ese año, 1946,
siempre con la negativa de Gran Bretaña y de Estados Unidos a acordar medidas económicas o militares. Finalmente, el 12 de diciembre
de 1946, la Asamblea General de la ONU acordó por 34 votos a favor, seis en contra y trece abstenciones, la condena del régimen
franquista en la que se decía que «por su origen, naturaleza, estructura y comportamiento general, el régimen de Franco es un régimen
fascista, organizado e implantado en gran parte merced a la ayuda de la Alemania nazi y de la Italia de Mussolini», lo que «hace imposible
que este pueblo participe con los de las Naciones Unidas en los asuntos internacionales… hasta que se forme en España un gobierno
nuevo y adecuado… cuya autoridad emane del consentimiento de los gobernados». A continuación recomendaba la inmediata retirada de
los embajadores acreditados en Madrid. Esta última medida fue aplicada por la gran mayoría de los países.79
El régimen franquista organizó el 9 de diciembre de 1946 una gran manifestación de «indignación nacional» en la Plaza de Oriente de
Madrid bajo el lema «¡Franco sí, comunismo no!» y desde el balcón principal del Palacio Real el Caudillo se dirigió a la multitud y
atribuyó el aislamiento del régimen a una conjura de la masonería y el comunismo.80 Además el mismo día que la Asamblea General de
la ONU condenaba al régimen, las Cortes franquistas aprobaban acuñar nuevas monedas con la efigie de Franco con la leyenda:
«Francisco Franco Caudillo de España por la Gracia de Dios».75 Otra vía para hacer frente al aislamiento fue buscar el apoyo
internacional de los círculos católicos y anticomunistas en todo el mundo, especialmente entre los países latinoamericanos —donde
encontró el apoyo del general Juan Perón en Argentina—.78
Sin embargo, la estrategia principal del franquismo para sobrevivir fue buscar la legitimación
monárquica. Así, en marzo de 1947 se dio a conocer la «crucial» Ley de Sucesión en la
Jefatura del Estado (quinta «ley fundamental»), en cuyo artículo 1° se definía la forma del
régimen político español como «un Estado católico, social y representativo, que, de acuerdo
con su tradición, se declara constituido en Reino». El artículo 2° otorgaba de modo vitalicio
la «Jefatura del Estado» al «Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los
Ejércitos», convirtiendo así a Franco en regente de hecho y de por vida en esta «monarquía
sin rey». El artículo 6° confería a Franco el derecho a designar sucesor «a título de Rey o de
Regente» «en cualquier momento» y con plena capacidad de revocación de su decisión.81
Al no hacerse mención a ningún derecho dinástico de sucesión, la respuesta de don Juan fue
una nueva declaración —el Manifiesto de Estoril del 7 de abril de 1947— en la que rechazó
la Ley y defendió los derechos hereditarios de sucesión al trono, que recaían en su persona.
Este mensaje no se hizo público en España, donde la prensa lanzó una campaña contra «el Llegada de Evita Perón a España
pretendiente».82 Como ha señalado Paul Preston, a partir de la promulgación de la Ley de (1947). La Argentina de Juan
Sucesión, Franco actuó «al modo de un monarca en el recientemente proclamado reino de Perón fue uno de los pocos
España» y «tomó para sí las prerrogativas reales hasta el punto de crear títulos apoyos con que pudo contar la
dictadura franquista durante su
nobiliarios».83 Para buscar la legitimidad «democrática» del régimen, la ley fue primero
aislamiento internacional.
aprobada por las Cortes el 7 de junio, y luego sometida a referéndum el 6 de julio de 1947,
produciéndose una altísima participación y el voto afirmativo del 93 % de los votantes como
resultado de la propaganda oficial —la única que se permitió— y de otras medidas de presión —por ejemplo, la presentación y sellado de
la cartilla de racionamiento como forma de identificación electoral—.82
A finales de 1947 aparecieron las primeras pruebas de que el inicio de la guerra fría estaba cambiando la actitud de las potencias
occidentales hacia el régimen de Franco al tener España un valor estratégico para el bloque del «mundo libre» ante un posible «ataque
comunista» sobre Europa Occidental. A principios de 1948 Francia reabría la frontera con España y a principios de 1949 el régimen
franquista recibía el primer crédito concedido por un banco norteamericano con la aprobación de su gobierno —por valor de 25 millones
de dólares—.84
El proceso de «rehabilitación» de la dictadura franquista se completó formalmente en 1950, después de que en junio de ese año estallara la
guerra de Corea. El 4 de noviembre de 1950 la Asamblea General de la ONU revocó por amplia mayoría —gracias al apoyo
norteamericano y a la abstención francesa y británica— la resolución de condena del régimen franquista de diciembre de 1946. Así en los
meses siguientes regresaron a Madrid los embajadores occidentales y se aprobó la entrada de España en los organismos internacionales
especializados de la ONU.85
Después del acuerdo de la Asamblea General de 1950, España pudo integrase progresivamente en los organismos especializados de la
ONU, y finalmente (en diciembre de 1955) fue admitida como miembro de pleno derecho de la ONU. Era el final del aislamiento del
franquismo.85
En febrero del año siguiente se produjeron unos incidentes violentos en la
Universidad de Madrid como resultado del enfrentamiento entre estudiantes que se
estaban manifestando a favor de elecciones libres al SEU y un grupo de falangistas
que venían de celebrar la ceremonia anual del «Día del estudiante caído». Como
resultado de la reyerta hubo un estudiante falangista gravemente herido de un
balazo en el cuello (probablemente por disparo de uno de sus compañeros, que iban
armados).93 94
En este contexto se produjo la independencia de Marruecos y la guerra «secreta» de Ifni. En marzo de 1956, Francia otorgó la
independencia a la zona de Marruecos que estaba bajo su Protectorado, lo que obligó a hacer lo mismo un mes después al gobierno
español —al producirse también en su zona disturbios independentistas—. Y a continuación el nuevo Estado de Marruecos reclamó
también la soberanía sobre el enclave de Ifni, un territorio en la costa atlántica marroquí bajo soberanía española que no formaba parte del
Protectorado español en Marruecos, por lo que no fue cedido en el momento de la independencia. La guerra de Ifni fue silenciada por la
prensa y hasta febrero de 1958 no se consiguió restablecer la normalidad en Ifni y en el Sahara Occidental.96
Una nueva crisis política tuvo lugar en 1957 a raíz de proyecto del falangista José Luis Arrese de institucionalizar el franquismo a partir
de reforzar los poderes del «partido único» falangista, que desató una gran oposición en el seno del Ejército, en la Iglesia católica, en el
resto de «familias» del régimen y en el propio gobierno (Carrero Blanco incluido).97 Los monárquicos franquistas tildaron el proyecto de
«totalitario» y la jerarquía eclesiástica lo denunció por estar «en desacuerdo con las doctrinas pontificias» y por no tener «raíces en la
tradición española», defendiendo, en cambio, que se promoviera una «verdadera representación orgánica» en vez de una «dictadura de
partido único, como fue el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania o el peronismo en la República Argentina». Ante tal
cúmulo de protestas, y ante la prioridad que comenzó a dar a los problemas económicos, el Generalísmo decidió en febrero de 1957
archivar sine die el proyecto de Arrese. Del mismo sólo vería la luz al año siguiente el proyecto de Ley de Principios del Movimiento
Nacional, totalmente remodelado por Carrero Blanco.98 En esta sexta «ley fundamental» del franquismo se definía al Movimiento no
como un partido o una organización, sino como una «comunión» (al modo carlista) y el régimen franquista era caracterizado como una
«monarquía tradicional, católica, social y representativa», un principio «permanente e inalterable por su propia naturaleza». Además se
reiteraba la confesionalidad «Católica, Apostólica y Romana» del Estado español y su compromiso con la «la participación del pueblo» en
las tareas de gobierno a través de la «representación orgánica» de las «entidades naturales de la vida social: familia, municipio y
sindicato».99
Ante el serio agravamiento de la situación económica, Carrero Blanco convenció a Franco para que renovara el gobierno dando entrada en
los Ministerios económicos a dos «técnicos» que tenían en común pertenecer a un instituto secular católico llamado Opus Dei (Alberto
Ullastres, que se haría cargo del Ministerio de Comercio, y Mariano Navarro Rubio, del de Hacienda). Carrero Blanco había entrado en
contacto con este grupo a través de un joven catedrático de derecho, Laureano López Rodó, también miembro del Opus Dei, al que
Carrero acababa de nombrar para un alto cargo en su ministerio, la Subsecretaría de la Presidencia. Su objetivo era poner en marcha un
programa de racionalización y liberalización económica conectada a una reforma de la Administración del Estado.100 101
A partir de 1958 volvieron a aparecer las huelgas —que continuaban siendo un delito—, sobre todo en Asturias y en Cataluña, centradas
en las reclamaciones salariales ya que la inflación estaba provocando la caída de los salarios reales. En particular, la minería de la hulla
asturiana fue escenario de recurrentes huelgas que aportaron un nuevo mecanismo de representación obrera que iba a tener singular éxito
en el futuro: la comisión de obreros elegida entre los huelguistas, al margen de los «enlaces sindicales» y de los «vocales jurados de
empresa» de la Organización Sindical franquista, para plantear sus reclamaciones directamente a la dirección de su empresa o a los
patronos. La intensidad del movimiento huelguístico asturiano fue tal que llevó a Franco a decretar el 14 de marzo de 1958 la segunda
suspensión del Fuero de los Españoles y el estado de excepción en la región por cuatro meses.102
Los años cincuenta se cerraron con dos acontecimientos bastante importantes en la
historia del franquismo: la inauguración el 1 de abril de 1959 —20 años después del
final de la guerra civil— del Valle de los Caídos, el monumento conmemorativo del
«Generalísimo» a su victoria en la Guerra Civil y que iba a acoger sus restos
cuando muriera; y la breve visita a Madrid del presidente de los Estados Unidos, el
general Eisenhower, en diciembre de 1959, nada menos que el excomandante en
jefe de los ejércitos aliados que habían derrotado a las potencias fascistas en la II
Guerra Mundial.103 Esta visita, según Moradiellos, «probablemente constituyó la
apoteosis internacional de la dictadura de Franco».96 103
El general Franco con el presidente
Eisenhower (1959).
El segundo franquismo (1959-1975)
El segundo franquismo (1959-1975), también llamado franquismo desarrollista, fue
la segunda gran etapa de la dictadura del general Franco, durante la cual se produjo un crecimiento económico espectacular —se habló del
«milagro económico español»— que dio lugar a una «gran transformación» social, pero que no estuvo acompañada de cambios políticos.
Se suele dividir en dos subetapas: la primera, de 1959 a 1969, caracterizada por los fracasados intentos de «apertura» del régimen y que
termina con el triunfo de los «inmovilistas» encabezados por el almirante Carrero Blanco; y la segunda, de 1969 a 1975, también llamada
«tardofranquismo», que ocupa los años finales de la dictadura, marcados por el asesinato de Carrero Blanco en diciembre de 1973 y la
enfermedad final del Generalísimo Franco que moriría el 20 de noviembre de 1975.
Los objetivos del Plan fueron alcanzados con bastante rapidez —estabilización de los
precios, tipo de cambio de la peseta mantenido, saneamiento de la balanza de pagos, al
combinarse la caída de las importaciones con el aumento de los ingresos por turismo y las
primeras inversiones extranjeras— y así se conjuró el peligro de la suspensión de pagos.106
A partir de ese momento la economía española experimentó un crecimiento sin precedentes
Franco y su esposa Carmen Polo
que acabó transformando radicalmente la estructura social del país.106 La razón de este (1968).
crecimiento hoy no ofrece dudas. Gracias a las medidas liberalizadoras puestas en marcha, la
economía española pudo aprovechar, por fin, las favorables condiciones del mercado
internacional y los impactos positivos del «hipercrecimiento» que se estaba produciendo en las economías occidentales desde el final de la
II Guerra Mundial.107
Así pues, se puede decir que el crecimiento de los «dorados sesenta» fue el resultado de una recuperación de oportunidades anteriormente
perdidas a causa de las limitaciones que imponían la política autárquica e intervencionista, ya que a partir de 1959 se pudieron aprovechar
cuatro componentes esenciales: los bajos precios de las materias primas, en general, y de los productos energéticos en particular,
especialmente el petróleo; la mayor disponibilidad de nuevas fuentes de financiación exterior, nutrida ahora de remesas de emigrantes
(6000 millones de dólares entre 1960 y 1975),108 divisas de turistas (de 6 millones de visitantes en 1960 se pasó a más de 34 millones en
1973)108 y entradas de capital (cerca de 7000 millones de dólares entre 1960 y 1973),108 a modo de elementos compensadores de los
fuertes déficits comerciales registrados en el periodo; la fácil adquisición, en un mercado internacional expansivo, de la tecnología y de los
productos necesarios para secundar los cambios que el propio crecimiento impone en los patrones de la demanda de bienes de producción
y de consumo; y las abundantes disponibilidades de mano de obra, que tenía sus dos grandes reservas en la población femenina y en la
población agraria deseosa de incorporarse a puestos de trabajo industriales, con la válvula de
seguridad adicional que permitía desviar hacia mercados laborales de otros países europeos la
mayor parte de la fuerza de trabajo excedente (alrededor de dos millones de emigrantes), lo
que hizo posible que la tasa de desempleo se mantuviera en unos niveles muy bajos —
alrededor del 2 % a lo largo de la década de los 60—.108
Durante este periodo de enorme crecimiento —entre 1960 y 1973 fue superior al 7 % anual y
en la industria cerca del 10 %— se produjo un cambio estructural en la economía: España
El crecimiento de la población
dejó de ser un país predominantemente agrario para convertirse en un país industrial—la
española entre 1950 y 1981 tuvo
participación del producto agrario en el PIB bajó del 22,6 % en 1960 al 11,6 % en 1973 y la una distribución geográfica
población activa agraria pasó del 39,8 % en 1960 al 24,9 % en 1970—.109 extremadamente desequilibrada
Ante el ascenso de los «tecnócratas» los falangistas se «atrincheraron» en la Organización Sindical franquista promoviendo una
«apertura» de la misma hacia los trabajadores que la convirtiera en un grupo de presión en el seno del franquismo. Ese fue el proceso que
dirigió el ministro José Solís Ruiz y que culminó con las elecciones sindicales de «enlaces» y de «vocales jurados» de finales de 1966, que
gozaron de una relativa libertad. Pero estas elecciones no reforzaron las posiciones falangistas, sino todo lo contrario, ya que sirvieron
para que la oposición de izquierda a través del movimiento clandestino de las «comisiones obreras» copara muchos de los puestos
elegidos.112
El proyecto «aperturista» falangista de Solís se complementaba con la creación de «asociaciones» dentro del Movimiento, para dotar al
régimen franquista de un cierto nivel de «participación» popular en el llamado «contraste de pareceres». Pero su proyecto fue aparcado
por la oposición «inmovilista» de los «tecnócratas» y de Carrero —que contaron además con el apoyo total del propio general Franco—,
ante el temor de que las «asociaciones» pudieran ser la vía para la reaparición de los partidos políticos.116 117
En realidad los dos únicos éxitos apreciables que lograron los «aperturistas» fueron la aprobación de la Ley de Prensa e Imprenta de
marzo de 1966, y la Ley de Libertad Religiosa de junio de 1967. La primera fue promovida por el joven ministro falangista, Manuel Fraga
Iribarne, y supuso un notable avance al suprimir la censura previa y autorizar a las empresas editoras a designar libremente al director del
diario o de la revista.118 119 120 Sin embargo, la ley imponía unas duras sanciones administrativas, civiles y penales, si se sobrepasaban
los numerososos límites que imponía el artículo 2.º.121
La segunda ley fue promovida por los católicos franquistas, concretamente por el ministro de asuntos exteriores Fernando María Castiella,
de acuerdo con las nuevas orientaciones del Concilio Vaticano II, pero al final impuso fuertes restricciones a las confesiones no católicas.
Cómo dijo Carrero: «toda práctica que no sea católica compromete la unidad espiritual de España».118 122
Tras la promulgación de la Ley Orgánica del Estado, la posición de Carrero Blanco se vio reforzada al ser nombrado por Franco en
septiembre de 1967 vicepresidente del gobierno.123 Eso le permitió poner en marcha la «Operación Príncipe»124 cuyo objetivo era que el
general Franco designara como su sucesor al hijo de don Juan de Borbón, el príncipe Juan Carlos de Borbón, que desde 1948 estaba bajo
la «tutela» de Franco.125 126 El 22 de julio de 1969 Franco lo propuso a las Cortes como «mi sucesor» al frente de una «Monarquía del
Movimiento Nacional, continuadora perenne de sus principios e instituciones» y asumiendo el título de Príncipe de España, y aquéllas lo
aprobaron por 491 votos a favor, 19 en contra y 9 abstenciones.127
El triunfo incontestado de Carrero con el nombramiento de don Juan Carlos como sucesor acentuó el enfrentamiento en el seno del
gobierno entre los «tecnócratas» y los «aperturistas», cuyo episodio final lo constituyó el «escándalo Matesa» que estalló a mediados de
1969, ya que en él se vieron implicados dos ministros del Opus Dei, lo que intentó ser aprovechado por los ministros «aperturistas», Solís
y Fraga, para desbancar a los «tecnócratas» del gobierno —difundiendo los hechos en la prensa del Movimiento que ellos controlaban—.
Sin embargo, el resultado final fue el contrario al esperado: el Opus Dei salió reforzado al aceptar Franco las demandas de Carrero a favor
de un «gobierno unido y sin desgaste».128 129 Así nació en octubre de 1969 el «gobierno monocolor», un término que fue acuñado por
sus adversarios al estar integrado casi exclusivamente por «tecnócratas» del Opus Dei o por personas afines o leales a Carrero Blanco o a
López Rodó.130 Carrero fue ratificado en la vicepresidencia pero ejerciendo las funciones de presidente real, pues el almirante recibiría
en adelante a los ministros y despacharía semanalmente con ellos, y los tres ministros «aperturistas» —Fraga Iribarne, Solís y Castiella—
salieron del gobierno.130
Por otro lado, los cambios sociales provocados por el acelerado crecimiento económico de la «década prodigiosa» revivificaron viejos
conflictos y abrieron otros nuevos, lo que propició el resurgimiento de la oposición antifranquista que puso fin a su larga «travesía del
desierto» desde finales de los años 1940.131
El primer y más importante desafío al que tuvieron que hacer frente los gobiernos franquistas fue el retorno de la conflictividad obrera que
arrancó con la huelga minera de Asturias de 1962132 y que dio nacimiento a las «comisiones obreras» que surgieron espontáneamente
para negociar directamente con los patronos los convenios colectivos al margen de la Organización Sindical oficial.133
Un segundo frente del que tuvo que ocuparse el régimen fueron las protestas estudiantiles en la Universidad134 que obtuvieron el apoyo
de algunos catedráticos —como José Luis López Aranguren, Enrique Tierno Galván y Agustín García Calvo, que fueron expulsados de la
Universidad de Madrid por esa causa— y que lograron la disolución del SEU.135 136
Un tercer ámbito de oposición, que fue el que mayor desconcierto causó en el régimen y en el propio Franco, fue la aparición de sectores
católicos que se oponían al franquismo, un fenómeno directamente relacionado con el nuevo rumbo pastoral y democratizador del
Concilio Vaticano II. Así numerosos católicos progresistas —y también sacerdotes— participaron en las protestas obreras y estudiantiles,
además de servir las iglesias como centros de reunión, aprovechando la inmunidad de la que gozaban gracias al Concordato de 1953.
Como resultado de esas actividades de oposición, unos cien sacerdotes y frailes pasaron por la cárcel concordataria de Zamora entre 1968
y 1975.137
También resurgieron las reivindicaciones culturales y políticas en Cataluña y en el País Vasco. El acto de protesta que suele señalarse
como el inicio del renacimiento del nacionalismo catalán fueron los sucesos del Palau de la Música al que siguieron la fundación de la
primera organización cultural catalanista, Omnium Cultural y la primera convocatoria desde la guerra civil para celebrar la (ilegal) «diada
nacional» del 11 de septiembre.138
Precisamente fue sobre estas organizaciones de la izquierda obrera sobre las que se cebó
la represión franquista, siendo el caso del dirigente comunista Julián Grimau, ejecutado
en abril de 1963 por unos presuntos crímenes cometidos durante la guerra civil, el que
levantó una mayor oleada de protestas en toda Europa. Como consecuencia de ellas los
«delitos políticos» pasaron de la jurisdicción militar a la civil, al crearse el Tribunal de
Orden Público (TOP). El TOP en los cuatros primeros años de actividad incoaría más de
4.500 sumarios por delitos de «propaganda ilegal», «asociación ilícita», «reunión ilegal»,
«manifestación ilegal», «difamación del Jefe del Estado», etc.141
Fuera del ámbito de la izquierda obrera, también surgieron algunos grupos encabezados
Santiago Carrillo, secretario general por personalidades destacadas, como los demócrata-cristianos de José María Gil Robles
del PCE. —el antiguo líder de la CEDA—, de Manuel Giménez Fernández —también exmiembro
de la CEDA— o del exministro Joaquín Ruiz Giménez —que en 1964 fundó la revista
Cuadernos para el Diálogo, que pronto se convertiría en el principal órgano de expresión
«tolerado» de la oposición antifranquista—, los socialdemócratas del antiguo falangista Dionisio Ridruejo, o los monárquicos de Joaquín
Satrústegui —que seguían fieles a don Juan de Borbón—.142 El acto de mayor repercusión de estos grupos tuvo lugar en junio de 1962
con motivo de la celebración en Múnich del IV Congreso del Movimiento Europeo en el que se opusieron a la entrada del régimen
franquista en la Comunidad Económica Europea (CEE), por lo que la prensa franquista la llamó el «contubernio de Múnich». La CEE ya
había declarado que «los estados cuyos gobiernos carecen de legitimidad democrática y cuyos pueblos no participan en las decisiones
gubernamentales ni directamente ni mediante representantes elegidos libremente, no pueden pretender ser admitidos en el círculo de los
pueblos que forman las Comunidades Europeas».143
Por otra parte, en el ámbito internacional, la dictadura franquista hizo frente durante este período por una parte a las demandas por aparte
de la ONU con respecto a los territorios de la Guinea Española. En noviembre de 1965, la IV Comisión de la Asamblea de la ONU,
aprobó un proyecto de resolución en el que se pedía a España que fijase lo antes posible la fecha para la independencia de Guinea
Ecuatorial. En diciembre de 1966 el Consejo de Ministros del Gobierno español acordó preparar una Conferencia Constitucional sobre el
tema. En octubre de 1967 se inauguró dicha Conferencia, presidida por Fernando María Castiella, ministro español de Asuntos Exteriores.
Los trabajos de la Conferencia llevaron a la independencia de Guinea Ecuatorial en octubre de 1968, y a la crisis diplomática entre España
y Guinea Ecuatorial de febrero de 1969. Por otra parte, como producto de otra crisis diplomática con el Reino Unido, en junio de ese
mismo año se inició el cierre de la Verja de Gibraltar.
El tardofranquismo (1969-1975)
Durante los cuatro años que estuvo en el poder el gobierno «monocolor» de 1969, se fue
acentuando la ruptura entre los «inmovilistas», a cuyo frente se situó ya claramente el
almirante Carrero, con el respaldo del propio general Franco, y los «aperturistas».144 145
Estos últimos, conforme se ahondaron sus diferencias con los «inmovilistas», fueron
adoptando una postura cada vez más decididamente «reformista» al convencerse de que
la única salida posible al franquismo era la democracia, aunque «de imprecisos
contornos» y «tutelada» desde el poder, mientras que los «continuistas inmovilistas»
reafirmaron su negativa a introducir el más mínimo cambio en el régimen franquista, por
Plaza de la Cibeles de Madrid en
lo que también se les llamó «ultras» o «búnker».146
1968.
El gobierno «monocolor» de Carrero fue
perdiendo en gran medida el control de
la situación ante el recrudecimiento de la conflictividad laboral y estudiantil, frente a la
que sólo supo responder con el empleo de las fuerzas de orden público.147 148 «Como
medida de escarmiento público, en 1970 el Gobierno decidió que 16 personas detenidas
por su presunta militancia en ETA (entre ellas, dos sacerdotes) fueran juzgadas
conjuntamente en consejo de guerra». Pero el efecto que se logró fue exactamente el
contrario del que se pretendía, ya que el anuncio del juicio sumarísimo que finalmente se
celebraría en diciembre en Burgos levantó una ola de solidaridad en el País Vasco y en
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Documental británico de 1971 sobre Navarra que fue un revulsivo clave para que el nacionalismo vasco recuperara su
la España de Franco. Incluye el implantación social.148 149 Además, el «juicio de Burgos» suscitó una campaña
desfile de la Victoria de 1970 o 1971, internacional de solidaridad con el pueblo vasco y a favor del restablecimiento de las
la disolución de una manifestación libertades democráticas en España. Como respuesta el Movimiento organizó una gran
de estudiantes de la Universidad de
manifestación de apoyo a Franco en la Plaza de Oriente de Madrid. Asimismo, el «juicio
Madrid por la Policía Armada a
de Burgos» supuso un nuevo jalón en el distanciamiento entre la Iglesia católica y el
caballo con motivo del juicio de
Burgos y el nombramiento del franquismo, ya que motivó una crítica pastoral conjunta de los obispos vascos y un
príncipe Juan Carlos como sucesor pronunciamiento de la Conferencia Episcopal Española a favor de la clemencia y las
de Franco (Duración: 10 minutos). garantías procesales. Al final, en vista del eco despertado y de las numerosas peticiones
de clemencia llegadas de todas partes, el general Franco optó por conmutar las seis penas
de muerte que dictó el tribunal militar.150
A mediados de 1973 era cada vez más evidente el fracaso político del «continuismo inmovilista» de Carrero y los «tecnócratas».151 Así
lo denunció al mismo Franco el ministro de la Gobernación, Tomás Garicano Goñi, cuando presentó su dimisión en mayo de 1973. Sin
embargo, de esta crisis salió aún más reforzado Carrero Blanco, al ser nombrado por Franco presidente del Gobierno, cargo que «el
Caudillo» nunca había querido ceder en treinta y siete años de dictadura. Sin embargo, el nuevo gobierno de Carrero sólo iba a durar seis
meses.152
En la mañana del 20 de diciembre de 1973 ETA detonó una bomba colocada bajo el asfalto en una céntrica calle de Madrid cuando pasaba
el coche oficial del almirante Carrero Blanco causándole la muerte. La rápida asunción del poder por el vicepresidente Torcuato
Fernández Miranda, ante el aturdimiento de Franco al recibir la noticia, impidió que se pusieran en marcha medidas extremas por parte de
los sectores «ultras» del régimen y el Ejército no fue movilizado —al final del funeral hubo un intento de agresión del cardenal Tarancón
que había oficiado la ceremonia—153 . Se abrió así la crisis política más grave de todo el franquismo ya que había sido asesinada la
persona que había designado Franco para asegurar la supervivencia de su régimen después de su muerte.154
Por influencia de su entorno familiar, Franco nombró en enero de 1974 a Carlos Arias
Navarro presidente del Gobierno, lo que supuso que los «tecnócratas» del Opus Dei
quedaran excluidos. En su lugar, Arias recurrió a las «familias» del régimen, intentando
guardar un cierto equilibrio entre «continuistas» y «reformistas». Pero Arias Navarro
carecía de proyecto político propio.155
Conforme se veía más cercana la muerte del general Franco, se fue registrando un paulatino reforzamiento de la oposición antifranquista
que al mismo tiempo fue convergiendo hacia la unificación de sus diversas propuestas para acabar con dictadura.163 El modelo que se
siguió fue el de la Assemblea de Catalunya, creada en noviembre de 1971 cuyo lema reivindicativo «Llibertat, Amnistía i Estatut
d'Autonomia» seria adoptado por toda la oposición.164 Así en julio de 1974 Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista
de España, presentó en París la Junta Democrática, el primer fruto del proceso de convergencia de la oposición de ámbito estatal, y cuyo
programa se basaba en la «ruptura democrática» con el franquismo mediante la movilización ciudadana.165 Sin embargo, el PCE no
consiguió integrar en su «organismo unitario» a las fuerzas de oposición que no estaban dispuestas a aceptar la hegemonía comunista —
con el PSOE a su frente— y que además discrepaban con los integrantes de la Junta Democrática en un asunto fundamental: que estaban
dispuestas a aceptar la monarquía de Juan Carlos si ésta conducía al país hacia un sistema político plenamente representativo. Estos
grupos acabarán constituyendo su propio organismo unitario en junio de 1975, llamado Plataforma de Convergencia Democrática.165
El inicio de la crisis económica en 1974, que se agravó en 1975 con el consiguiente aumento de la inflación y del desempleo, alimentó la
oleada de huelgas y de movilizaciones obreras más importante de la historia del franquismo.166 Además, la actividad terrorista aumentó,
tanto de ETA —18 víctimas mortales en 1974 y 14 en 1975— como del FRAP—tres atentados en 1975 con resultado de muerte—, lo que
a su vez recrudeció la represión, llegándose a aprobar en agosto de 1975 un decreto-ley «de prevención y enjuiciamiento de los delitos de
terrorismo y subversión contra la paz social y la seguridad personal» que revalidaba la jurisdicción militar como en el primer franquismo.
Esta espiral represiva se cebó especialmente en el País Vasco.167
En aplicación de la legislación antiterrorista, entre el 29 de agosto y el 17 de septiembre de 1975 fueron sometidos a distintos consejos de
guerra y sentenciados a muerte tres militantes de ETA y ocho del FRAP, lo que provocó una importante respuesta popular y de rechazo en
el exterior, así como peticiones de clemencia por parte de los principales dirigentes políticos europeos —incluido el Papa Pablo VI—.168
A pesar de ello, Franco no conmutó las penas de muerte a dos de los tres militantes de ETA y a tres de los ocho del FRAP, y los cinco
fueron fusilados el 27 de septiembre de 1975. Este hecho, calificado como «brutal» por la mayor parte de la prensa europea, no hizo sino
acentuar el rechazo internacional al franquismo y dio lugar a que se produjeran numerosas manifestaciones antifranquistas en varias
ciudades europeas. Asimismo, los embajadores de los principales países europeos abandonaron Madrid, con lo que el régimen franquista
volvía a experimentar un aislamiento y reprobación muy similares a los que había sufrido en la inmediata posguerra mundial.169
Como respuesta, el 1 de octubre de 1975 el Movimiento organizó una concentración de apoyo a Franco en la plaza de Oriente de Madrid.
En su discurso un Franco muy débil y casi sin voz volvió a hablar de que existía una «conspiración masónico izquierdista» en «contra de
España».170 Doce días después el general Franco caía enfermo. El 30 de octubre, consciente de su gravedad —ya había sufrido dos
infartos— traspasó sus poderes al príncipe Juan Carlos. El 3 de noviembre era operado a vida o muerte en un improvisado quirófano en el
mismo palacio de El Pardo, siendo trasladado a continuación al hospital La Paz de Madrid, donde fue sometido a una nueva intervención
quirúrgica.171 172
Mientras esto sucedía el príncipe Juan Carlos, jefe del Estado interino, tuvo que hacer
frente a la gravísima crisis que se estaba gestando en la colonia del Sahara Occidental,
como consecuencia de la Marcha Verde de civiles marroquíes que había organizado el rey
de Marruecos, Hassan II, para forzar a España a que le entregara el control del territorio
que reclamaba como integrante de su soberanía. El día 14 de noviembre se alcanzaba el
Acuerdo Tripartito de Madrid por el que España se retiraba de la colonia y cedía su
administración a Marruecos —la mitad norte— y a Mauritania —la mitad sur—.173 174
Sociedad y cultura
Véase también: Arte y cultura en el franquismo
Una sociedad reprimida porque «las nuevas autoridades se propusieron erradicar todo lo que la sociedad liberal del medio siglo de
restauración y todo lo que la sociedad democrática de cinco años de República había, mal que bien, visto surgir». Sobre la clase media y la
clase obrera «cayó un terror sistemático, administrado sin tasa por consejos de guerra hasta bien entrados los años 1950».179 Una
sociedad regimentada porque todas las actividades económicas y sociales fueron sometidas a un estricto control del «partido único»
Falange Española Tradicionalista y de las JONS y de sus organismos dependientes como la Organización Sindical Española, el Frente de
Juventudes o la Sección Femenina que formaron una «penetrante red de jefaturas de todo tipo que se extendía sobre el cuerpo de la
sociedad».180 Una sociedad recatolizada porque la Iglesia católica con el apoyo del Nuevo Estado, especialmente tras la derrota de los
fascismos en la Segunda Guerra Mundial, emprendió una vasta empresa de recuperación de la influencia social perdida a través del
control total del sistema educativo y del dominio de los espacios públicos, «escenarios permanentes de magnas ceremonias cívico
religiosas y de procesiones».181 Una sociedad autárquica, aislada del mundo exterior,
en la que se rompieron «todos los vínculos que durante los decenios anteriores había
establecido un esforzado núcleo de la intelligentsia española», y cuyo resultado fue en
el terreno económico «un largo periodo de hambre y miseria que se tradujo para
millones de españoles en un descenso hasta alcanzar el nivel de subsistencia».182 «Ésa
fue la sociedad que instauró la dictadura. Medir el daño es imposible; pero es indudable
que fue infligido a conciencia y con pleno éxito», concluye Santos Juliá.183
La reanudación de la «gran transformación» se produjo a partir de 1960 como consecuencia del «milagro económico español»,
produciéndose así, como ha destacado Enrique Moradiellos, la paradoja del franquismo: que «el régimen político que había interrumpido
literalmente durante veinte años el proceso de modernización económica y social iniciado en España a finales del siglo XIX [en 1950 el
porcentaje de la población activa agraria seguía siendo superior al de 1930]» fue a partir de la puesta en marcha del Plan de Estabilización
de 1959 su «nuevo promotor y patrocinador».111 Así, «durante los años sesenta fue conformándose una nueva sociedad española cada vez
más próxima a sus homólogas de Europa occidental en su estructura, composición, características y grado de desarrollo y diversificación.
Una sociedad progresivamente instalada en la cultura del consumo masivo y el disfrute del ocio, con una renta per cápita de 1042 dólares
en 1960 que se convirtió en 1904 al término de la década (Italia pasó entonces de 1648 a 2653 dólares)».112
Se pusieron innumerables obstáculos al trabajo de las mujeres, especialmente de las casadas, estableciéndose restricciones para su
inscripción en los registros de colocación y la autorización del marido para poder ser contratadas. Además en numerosas ordenanzas
laborales se estipulaba que la mujer en cuanto se casaba tenía que dejar su trabajo, siendo compensada con una dote. Cumplía una función
similar el llamado «plus familiar», establecido en 1945, que era una ayuda económica cuya finalidad era «fortalecer la familia y su
tradición cristiana, la sociedad perfecta y el cimiento de la Nación». Además se impidió por ley el acceso de las mujeres a buena parte de
los cuerpos de la Administración pública, especialmente a los superiores como abogado del Estado, juez, fiscal, diplomático, registrador
de la propiedad, notario, inspector de trabajo, agente de cambio y bolsa, etc.188
Sin embargo, estas medidas no pudieron evitar que las mujeres trabajaran, por «evidentes razones de subsistencia familiar», pero siempre
cobrando salarios más bajos que los de los varones —entre un 30 y un 50 %—. Y también participaron en los conflictos laborales a las
que, según un delegado provincial de la OSE, «por razones de su sexo y especial manera de reaccionar, es dificilísimo el convencer con
razones, ni discutirlas con argumentaciones».189 Por otro lado, muchas recurrieron al estraperlo, cambiando productos, manufacturados
por ellas mismas, por alimentos. El estraperlo estaba considerado un delito y acarreaba penas de cárcel y multas.
En 1937 se creó el Servicio Social de la Mujer, liderado por Mercedes Sanz Bachiller y Javier Martínez de Bedoya, para conseguir mano
de obra femenina gratuita, y era obligatoria para mujeres de edades comprendidas entre los 17 y los 35 años de edad, eso sí, que estuvieran
solteras, y trabajarían en hospitales, comedores… Las mujeres de clase media y alta trabajaban en la Acción Católica, asistiendo a los
desfavorecidos de la clase obrera, y visitando a los vencidos en la guerra.
El comportamiento y la actitud de las mujeres fue objeto de especial vigilancia y no fueron infrecuentes las condenas de mujeres por
conductas consideradas «moralmente inaceptables», lo que conllevaba normalmente la humillación y la marginación. Y no sólo eran
excluidas las mujeres «adúlteras» o las que habían abortado, sino también las que habían sido víctimas de violaciones o de abusos
sexuales. Para llevar a cabo esta labor de control de la moralidad femenina se creó el llamado Patronato de Protección a la Mujer, dentro
del Ministerio de Justicia, cuyo objetivo era defender «las buenas costumbres» y atender a «las víctimas del vicio», buscando su
«arrepentimiento y recristianización».188 Asimismo desempeñó un papel importante en la fijación del estatus subordinado de las mujeres
la Sección Femenina.189 La revista de la Sección Femenina, liderada por Pilar Primo de Rivera, enseñaba a las mujeres a comportarse,
siempre supeditadas al hombre, sin derechos, sin opiniones, solo sumisión.
La Iglesia católica por su parte se esforzó en imponer los valores tradicionales tanto en el ámbito privado como público, preocupándose
especialmente por vigilar y condenar cualquier comportamiento o actitud de las mujeres que pudiera dar lugar a «pecaminosas
intenciones». Así aplaudió la abolición de la coeducación en las escuelas, y también se propuso, y en parte lo logró, la separación por
sexos en las piscinas y en las playas y que se utilizaran determinados tipos de bañadores y albornoces después del baño —en 1951 se llegó
a celebrar el primer «Congreso Nacional de Moralidad en Playas, Piscinas y márgenes de ríos»—. También fueron objeto de preocupación
de los eclesiásticos el vestido femenino —para lo que dieron severas instrucciones sobre faldas, mangas, escotes o medias— y los bailes
«modernos», «raíz de incontables pecados y ofensas contra Dios», según el obispo de Ibiza, y «feria predilecta de Satanás», según el
cardenal Pedro Segura, arzobispo de Sevilla.190
La situación de las mujeres comenzó a cambiar en la década de los 50 y sobre todo en los años 1960 como consecuencia de las
transformaciones económicas y sociales que se produjeron en esos años y que supusieron «un progresivo incremento del trabajo asalariado
legal de las mujeres, así como un mayor acceso a los niveles medios y altos de la educación. Y todo ello comportó cambios en las propias
estructuras familiares, el incremento de la presencia de las mujeres en las esferas públicas y una mayor difusión de modelos alternativos
sobre la condición femenina, que contrastaban claramente con los valores propiciados por el discurso oficial franquista».191
En 1961 se aprobó la Ley sobre Derechos Políticos, profesionales y Laborales de la Mujer, que acababa con la discriminación salarial y de
acceso al trabajo, aunque continuaba en vigor la necesidad de la autorización del marido. Esta obligación se mantuvo hasta 1976, cuando
entró en vigor la Ley de Relaciones Laborales. En 1973, como preparación al Año Internacional de la Mujer 1975 llegó la excepción
discriminatoria: el gobierno dio el cargo de jefas locales de movimiento (actual alcaldesas) a siete mujeres, las primeras y únicas
alcaldesas de la dictadura.
Durante el primer franquismo (1939-1959) el medio de mayor difusión fue la radio que tuvo
un desarrollo espectacular en la inmediata posguerra —se pasó de 300 000 receptores en 1936 a cerca de un millón de 1943—. La cadena
privada más importante fue la Sociedad Española de Radiodifusión (Cadena SER) con 45 emisoras en 1965. Los programas de mayor
audiencia eran los seriales, los concursos, las retransmisiones deportivas de los domingos y los shows de fin de semana.198 Sus objetivos,
como los del conjunto de la cultura de masas del franquismo, fueron, «vía el entretenimiento y la evasión, la integración social y la
desmovilización del país».200 De entre los programas de radio destacaron en la época El consultorio de Elena Francis, Ama Rosa, La
sangre es roja o Lo que no muere.
En el segundo franquismo (1959-1975) la televisión desplazó a la radio como el medio de comunicación de masas de mayor difusión pero
con el mismo objetivo desmovilizador. Nació en 1956 cuando empezó a emitir Televisión Española, un organismo público financiado con
la publicidad y que a partir de 1966 puso en marcha un segundo canal.201 Los programas líderes de audiencia televisiva fueron Estudio 1,
Bonanza, Historias para no dormir, los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente o Los Chiripitifláuticos. En el Festival de la
Canción de Eurovisión 1961, España debutaba, pero fue en la edición de 1968 en la que España con Massiel logró la victoria. En 1969,
España fue el país anfitrión del festival repitiendo triunfo, junto con otros tres países, por segundo año consecutivo.
De entre las publicaciones que, no sin problemas y censuras, consiguieron mantener cierta independencia se encontraba La Codorniz,
fundada en 1941 por Miguel Mihura, una revista de humor de tirada semanal. Contó con colaboradores como Mingote, Chumy Chúmez,
Serafín, Tono, Jardiel Poncela, Ramón Gómez de la Serna, Gila, José Luis Coll, Carlos Luis Álvarez, Cándido y Máximo entre otros
muchos. En 1944 la dirigió Álvaro de Laiglesia y desapareció en 1978. Al final de la dictadura hubo otras revistas satíricas como
Hermano Lobo, El Papus y Por Favor y también otras directamente críticas con el Régimen Franquista, que bordeaban continuamente el
límite de lo tolerado, como Cuadernos para el Diálogo, Triunfo, Índice, SP y Cambio 16. Entre la prensa diaria fueron sin duda los
periódicos vespertinos madrileños Informaciones y Madrid los que, a partir de finales de los años 60, presentaron líneas editoriales menos
oficialistas.
Memoria histórica
En 2018 se decide comenzar el procedimiento para hacer públicos los archivos secretos de la Guerra Civil y Franquismo hasta 1968.202
Condenas internacionales
El 17 de marzo de 2006 la Comisión Permanente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (entidad supraestatal que engloba a
un total de 47 países europeos incluyendo a Turquía) recomendó203 al Consejo de Ministros del Consejo de Europa adoptar una
declaración oficial de condena internacional del régimen franquista y declarar el 18 de julio de 2006 como día oficial de condena de dicho
régimen. Asimismo, urgió al Gobierno de España a cumplir las siguientes recomendaciones: creación de un comité nacional que
investigue las violaciones de los derechos humanos durante el régimen de Franco que envíe sus informes al Consejo de Europa, facilitar a
todos los investigadores el acceso a todos los archivos civiles y militares que contengan documentos que puedan establecer la verdad
sobre la represión, erigir una exhibición permanente en la basílica subterránea del Valle de los Caídos —donde Franco está enterrado—
explicando cómo fue construida por prisioneros republicanos y eliminar símbolos de la dictadura, tales como, estatuas y nombres de
calles.
La Asamblea Parlamentaria, en la citada Recomendación 1976, condenó unánimemente las «graves y múltiples violaciones de Derechos
Humanos cometidas en España por el régimen franquista, entre 1939 y 1975».
Entre las conclusiones del documento de trabajo sometido a discusión en la Comisión Permanente "hay suficientes evidencias para probar
que los abusos contra los derechos humanos bajo el régimen de Franco fueron extensivos y sistemáticos" y propone a la comisión que cree
un comité de expertos con el objetivo de recoger y evaluar toda la información posible.
El 3 de mayo de 2006 el Consejo de Ministros del Consejo de Europa, en su 963.ª reunión respondió204 a la Asamblea Parlamentaria con
tres puntos en los que remarcó su condena al régimen de Franco como a todos los regímenes totalitarios por sus violaciones a los derechos
humanos y la necesidad de recordar dichos crímenes para evitar repetir los errores del pasado. También apuntó que la transición española
es un ejemplo para todos los países que siguen el mismo proceso de cambio a un régimen democrático. Y en lo que respecta a la
recomendación específica de un día internacional de condena al régimen de Franco señaló que todos los regímenes totalitarios merecen
ese tratamiento, y que singularizar uno en concreto podría crear la impresión equivocada de que unos regímenes totalitarios merecen más
la condena que otros.
Véase también
Causa General Depuración franquista del Política exterior franquista durante
Concordato entre el Estado magisterio español la Segunda Guerra Mundial
español y la Santa Sede de 1953 Lemas del franquismo Simbología del franquismo
Cronología del franquismo Oposición al franquismo Tribunal Especial para la
Represión de la Masonería y el
Comunismo
Notas
1. En los tratados, convenios y acuerdos internacionales, la forma común para denominar a la nación fue Estado
Español1 2 3 o, simplemente, España.4 5
2. A pesar de no tener a un rey por jefe de Estado, el gobierno de Franco declaró oficialmente al país reino, ante la
incongruencia que habría sido considerarlo república. Reino es la denominación que aparece en las Leyes
Fundamentales del Reino.8 9
3. Aunque a partir de septiembre de 1943 el régimen exigía que los medios se refirieran al partido único del régimen como
un "Movimiento", que rechazaba la categoría de partido, en la práctica el mismo, la Falange Española Tradicionalista y
de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS), actuaba como tal.
4. El intervalo de tiempo (1939-1975) se refiere a un período histórico preciso de la historia de España, a pesar que el
período de vigencia de las instituciones de la dictadura, con su creación y extinción, es más amplio.
Referencias
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oficial. Nadie será molestado por treinta y dos más desaparecidos después de
sus creencias religiosas, ni el Camboya.» (http://www.diariodelalt
ejercicio privado de su culto. No se años
oaragon.es/NoticiasDetalle.aspx?Id
permitirán otras ceremonias, ni evolucionando =796901) Diario del Alto Aragón, 1
manifestaciones externas que las de marzo de 2013.
de la Religión Católica.» como un
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franquismo continúan sepultadas
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junio de 1947 por el que se somete blico.es/441527/al-menos-88-000-vi
"posfascista",
a referéndum de la Nación el ctimas-del-franquismo-continuan-se
Proyecto de Ley aprobado por las aunque no pultadas-en-fosas-comunes)
Cortes Españolas, que fija las consiguió Público, 30 de agosto de 2012.
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social y representativo que, de
fascismo. comparativamente los factores de
acuerdo con su tradición, se
orden internacional e interno que
declara constituido en Reino.»
llevaron a los gobiernos de
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español. constituido en Reino, es la
16. «La ausencia de un ideario definido menos profundos operados en el
suprema institución de la
le permitió transitar de unas franquismo durante su larga
comunidad nacional.»
fórmulas dictatoriales a otras, existencia, hubo un elemento
10. « "¿Totalitario o autoritario? Franco rozando el fascismo en los permanente que nunca sufrió
fue por encima de todo un cuarenta y a las dictaduras menoscabo alguno: el enorme
superviviente" » (http://www.abc.es/ desarrollistas en los sesenta». , grado de concentración de la
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había sido ningún gobernante en la
lo incluyó en su taxonomía de colaboró con Hitler en las
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Historia de España de Alianza nco-Hitler-deportaciones-espanoles
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dicho dossier puede sintetizarse
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con estas palabras:
21. González Madrid, 2012, p. 14. 2000]], p. 14.
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Entre 1937 y no tardó en cambiar la frase a
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franquismo memoria.» (http://politica.elpais.co España por una gracias de Dios"
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constituyó un 81322308_843838.html) 36. Payne, 1997, p. 15-16.
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fascista", pero "excesiva atención" de la ONU a los
desaparecidos del franquismo.» (htt 38. Payne, 2000, p. 252.
nunca un 39. Moradiellos, 2000, p. 22.
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régimen gobierno-se-queja-porque-onu-pon 40. Moradiellos, 2000, p. 23.
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muchos conceptos, el de los 78. Moradiellos, 2000, p. 97. 134. Moradiellos, 2000, p. 163.
cincuenta puede ser considerado
79. Moradiellos, 2000, p. 98. 135. Moradiellos, 2000, p. 163-164.
como el decenio bisagra entre el
estancamiento del primer 80. Moradiellos, 2000, p. 103. 136. Mateos y Soto, 1997, pp. 82.
franquismo y el conjunto de 81. Moradiellos, 2000, p. 107-108. 137. Moradiellos, 2000, p. 164-165.
sobresalientes impulsos y cambios 82. Moradiellos, 2000, p. 108. 138. Moradiellos, 2000, p. 165.
que la economía registrará en los
últimos tres lustros del régimen, a 83. Preston, 1998, p. 713. 139. Moradiellos, 2000, p. 165-167.
partir de 1960" 84. Moradiellos, 2000, p. 98-99. 140. Moradiellos, 2000, p. 167-168.
42. Moradiellos, 2000, p. 63-64. 85. Moradiellos, 2000, p. 100. 141. Moradiellos, 2000, p. 167.
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44. Moradiellos, 2000, p. 66. 87. Payne, 1997, pp. 78-80. 143. Moradiellos, 2000, p. 166-167; 169-
45. Payne, 1997, p. 30. 88. Payne, 1997, p. 106. 170.
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49. Moradiellos, 2000, p. 70-74. 92. Moradiellos, 2000, p. 100-101. 147. Moradiellos, 2000, p. 176.
50. Moradiellos, 2000, p. 78-79. 93. Moradiellos, 2000, p. 112. 148. Moradiellos, 2000, p. 179.
51. Moradiellos, 2000, p. 74; 76. 94. Gallo, 1971, p. 258-260. 149. Mateos y Soto, 1997, pp. 85.
52. Moradiellos, 2000, p. 77-78. 95. Moradiellos, 2000, p. 113. 150. Moradiellos, 2000, p. 179-180.
53. Payne, 1997, p. 38. 96. Moradiellos, 2000, p. 102. 151. Moradiellos, 2000, p. 175.
54. Payne, 1997, p. 40-42. 97. Moradiellos, 2000, p. 129-130. 152. Moradiellos, 2000, p. 180-181.
55. Moradiellos, 2000, p. 68. 98. Moradiellos, 2000, p. 130-131. 153. De Riquer, 2010, p. 705.
56. Moradiellos, 2000, p. 68-69. 99. Moradiellos, 2000, p. 134. 154. Moradiellos, 2000, p. 182-183.
57. Barciela, 2002, p. 355-357. La 100. Moradiellos, 2000, p. 130-133. 155. Moradiellos, 2000, p. 183.
defensa de la autarquía suponía 101. De Riquer, 2010, p. 420-423. 156. Moradiellos, 2000, p. 183-184.
una aberración desde el punto de 102. Payne, 1997, p. 131-132. 157. Mateos y Soto, 1997, pp. 87.
vista económico. Para un país 158. Moradiellos, 2000, p. 185.
pequeño como España, pretender 103. Payne, 1997, p. 132.
un desarrollo basado en el mercado 104. García Delgado, 2000, p. 147-148. 159. Moradiellos, 2000, p. 186.
interior y en sus propios recursos 105. García Delgado, 2000, p. 145. 160. De Riquer, 2010, pp. 711.
revelaba una ignorancia palmaria 161. Moradiellos, 2000, p. 186-187.
106. Moradiellos, 2000, p. 137.
de los más elementales principios
107. García Delgado, 2000, p. 150-152. 162. Mateos y Soto, 1997, pp. 87; 92.
económicos… Igualmente absurda
resultaba la pretensión de intervenir 108. Moradiellos, 2000, p. 138. 163. Moradiellos, 2000, p. 192.
de manera totalitaria, y hasta en 109. Moradiellos, 2000, p. 137; 139. 164. Moradiellos, 2000, p. 195.
sus más mínimos detalles, en la 165. Moradiellos, 2000, pp. 192-195.
110. Juliá, 1999, pp. 186.
actividad económica… Todo ello,
111. Moradiellos, 2000, p. 135. 166. Moradiellos, 2000, p. 188.
en definitiva, se tradujo en una
pésima asignación de los recursos 112. Moradiellos, 2000, p. 147. 167. Moradiellos, 2000, p. 188-190.
económicos" 113. Moradiellos, 2000, p. 149-150. 168. Suárez Fernández, 2007, pp. 797.
58. Barciela, 2002, p. 339-340. 114. Moradiellos, 2000, p. 151-152. 169. Moradiellos, 2000, p. 190; 199.
59. Moradiellos, 2000, p. 82. 115. Moradiellos, 2000, p. 152. 170. Moradiellos, 2000, p. 190.
60. Barciela, 2002, p. 342-343. 116. Moradiellos, 2000, p. 157. 171. Moradiellos, 2000, p. 191.
61. Moradiellos, 2000, p. 84-85. 117. Mateos y Soto, 1997, pp. 50-56. 172. Tusell, 1997, pp. 294-295.
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63. Barciela, 2002, p. 351-352. 119. Mateos y Soto, 1997, pp. 59-60. 174. Mateos y Soto, 1997, pp. 106-108.
64. Barciela, 2002, pp. 337-338. 120. Payne, 2007, p. 206. 175. Suárez Fernández, 2007, pp. 800-
65. Barciela, 2002, pp. 354-355. 8011.
121. Moradiellos, 2000, p. 158-159.
66. Moradiellos, 2000, p. 96. 176. Preston, 1998, p. 961; 967.
122. De Riquer, 2010, pp. 510-511.
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123. Payne, 2007, p. 210.
sociedad agraria en transformación,
68. Moradiellos, 2000, p. 92-93. 124. Payne, 2007, p. 213. unas ciudades en crecimiento, una
69. Moradiellos, 2000, p. 93. 125. Moradiellos, 2000, p. 153-154. industrialización basada en
70. Juliá, 1999, p. 168. 126. Mateos y Soto, 1997, pp. 64-65. empresas de pequeño y mediano
71. Moradiellos, 2000, p. 104. tamaño sin ausencia de las
127. Moradiellos, 2000, p. 154-155. grandes, una clase obrera con
72. Moradiellos, 2000, p. 107. 128. Moradiellos, 2000, p. 159-160. potentes sindicatos, unas clases
73. Payne, 1997, p. 74. 129. Mateos y Soto, 1997, pp. 66-67. medias en expansión: ésa era, a
74. Moradiellos, 2000, p. 105. 130. Tusell, 1997, p. 267. grandes trazos, la sociedad
75. Moradiellos, 2000, p. 106. española de los años treinta"
131. Mateos y Soto, 1997, pp. 81.
76. Juliá, 1999, p. 161-162. 178. Juliá, 2000, p. 73.
132. Moradiellos, 2000, p. 161.
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estaba basada en la perversa doble 203. Need for international
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moral que hacía caer en las
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bloqueó el proceso de profundas responsabilidades en los posibles 606124818/http://assembly.coe.int/
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primera generación intelectual que 192. Gil Pecharromán, 2008, pp. 212-
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había establecido, más que Ministers about Need for
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Enlaces externos
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Predecesor:
Períodos de la historia de España Reinado de Juan Carlos
Segunda República
Dictadura de Francisco Franco I
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