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ESPAÑA Y SALUD MENTAL INFANTO -JUVENIL

Según los últimos informes de la OMS de abril del año 2017, la prevalencia de los trastornos
mentales continúa aumentando, causando efectos considerables en la salud de las personas y
graves consecuencias a nivel socioeconómico y en el ámbito de los derechos humanos en
todos los países.

También según la OMS, “los pacientes deben tener acceso a la atención médica y los servicios
sociales que les puedan ofrecer el tratamiento que necesitan. Además, es fundamental que
reciban apoyo social. La participación de la familia en el cuidado de las personas con trastornos
del desarrollo es fundamental. Es importante conocer las situaciones y actividades que causan
tensión o reportan bienestar al individuo, así como encontrar el entorno más adecuado para el
aprendizaje. El establecimiento de rutinas diarias, fijando momentos concretos para las
comidas, el juego, el aprendizaje, el contacto con los demás y el sueño, ayuda a evitar el estrés
innecesario. También es importante que los servicios de salud hagan un seguimiento regular a
los niños y adultos que presentan trastornos de desarrollo y que se mantengan en contacto con
sus cuidadores.

Asimismo, la sociedad en general debe implicarse en velar por que se respeten los derechos y
las necesidades de las personas discapacitadas”.

Pues veamos… en España, Sanidad no ha desarrollado todavía la especialidad de psicología o


psiquiatría infanto-juvenil; no contamos con la figura del psicólogx en atención primaria y es
toda una aventura (en la jungla) conseguir un volante para ir al psiquiatra, el cual (si te toca la
lotería y consigues el volante) ya decidirá si te remite al psicólogx o te engulle a pastillas (quizá
ambas cosas).

No existen estadísticas oficiales de la prevalencia de trastornos mentales y del desarrollo en


infancia, pero se sabe que entre un 10 y un 20% de los niños y adolescentes españoles sufren
algún tipo de trastorno mental, de acuerdo al estudio “El trastorno mental grave en niños y
adolescentes en la sanidad pública española”, elaborado por un importante grupo de
profesionales que desarrollan su labor en Centros de Salud Mental españoles dependientes de
Hospitales Universitarios. Hay que tener en cuenta que este aumento también es debido a una
mejor y mayor detección y diagnóstico, pero la proporción aumenta al hablar de trastorno
mental grave (TMG) en la infancia y adolescencia, pues este concepto engloba e incluye otros
diagnósticos además del TEA, como las psicosis de inicio en la infancia, esquizofrenia,
trastornos afectivos graves, estado paranoide, trastorno límite de personalidad, trastorno de
personalidad antisocial, etc.

Según Encarnación Mollejo Aparicio, Psiquiatra del Servicio de Salud Mental de Arganda del
Rey en el Hospital Universitario del Sureste de Madrid, existe la sensación entre los
profesionales que atendemos a la población infanto-juvenil, que los pacientes con TMG tardan
mucho tiempo en llegar a los Servicios de Salud Mental, retrasándose así el inicio de la
intervención. La atención a los trastornos mentales graves (TMG) en la infancia y adolescencia
en el sistema sanitario español está insuficientemente desarrollada y dotada de recursos, a
pesar de la enorme repercusión que estos trastornos tienen en la calidad de vida de los niños y
adolescentes. El inicio de estos trastornos a una edad muy temprana y su persistencia a lo largo
de la vida comprometen el desarrollo personal y afectan gravemente a la vida familiar, la
etapa escolar, social y laboral, produciendo una importante desadaptación y sufrimiento en los
niños y sus familiares.

Un diagnóstico precoz y el tratamiento temprano intensivo, especializado, continuado,


coordinado e integrado, son factores que inciden muy significativamente en una evolución más
favorable y menos invalidante en muchos casos. El tratamiento de estos niños supone un coste
económico importante, pues requiere de una atención multiprofesional especializada y
continuada a lo largo de varios años, y a veces de toda su vida. Sin embargo, la falta de un
tratamiento adecuado puede resultar más costoso al derivar en situaciones de mayor
incapacidad y dependencia.

La atención integral a los TMG requiere de una colaboración y coordinación estrecha entre
Salud Mental y distintos servicios sanitarios, educativos, sociales.

En cuanto a educación, y me vais a permitir el sarcasmo, las aulas de infantil parecen estar
llenas de niños y niñas de 3 a 6 años que tienen que estar preparados para realizar en
cualquier momento una disertación en inglés. A los maestros y maestras se les está pidiendo
en las oposiciones un nivel de inglés B2, ¡¡es irrisorio!! Compañeros y compañeras volviéndose
locxs para aprobar el dichoso examen de inglés, personas con una gran vocación, dispuestxs a
dejarse los codos, su tiempo y su economía por poder estar en las aulas con lxs niñxs y que no
puedan acceder por este motivo o pierdan años de su vida (sí, digo años y quien ha estudiado
una oposición lo sabe) solo por el B2 de inglés.

Peeero… Algo tan importante como poder detectar un posible trastorno del desarrollo en el
aula, no se contempla como obligatorio en las oposiciones. No es que el sistema de Sanidad
esté mal gestionado, que también, es que, quienes se ocupan de Educación en este país, no
tienen ni idea de lo que engloba la EDUCACIÓN. Como sabemos, la detección temprana de
cualquier trastorno en el infante puede hacer que este tenga una evolución más favorable
(existen innumerables investigaciones en atención temprana que avalan esta afirmación).
¿¿¡Entonces!?? ¿No será prioritario que nuestrxs maestrxs sepan detectar un trastorno en lxs
niñxs antes que posean un nivel B2 de inglés?

Ahí no acaba la cosa, como decía un cerdito muy "salaó"... "No se vayan todavía que aún hay
más". Me permitiré hablar solamente de las competencias en las que me puedo manejar como
maestra y terapeuta infantil. Así que contaré mi historia, o por lo menos parte de ella,
trabajando para Consellería de Igualdad y Políticas inclusivas este verano en centros de
acogida y recepción de menores:

En uno de los centros donde trabajé me encontré con un niño de 10 años diagnosticado de
TDAH y medicado con Concerta. El niño tenía unas crisis extremadamente violentas para su
edad, agrediendo a educadores, niños y niñas y a quien se le ponía por delante cuando le daba
una crisis. Cristales, puertas, material, etc., destrozado a puñetazos y patadas, en el comedor
las sillas volaban, mesas volcadas y los demás niñxs (entre 2,5 y 6 años) llorando asustados.
Este niño, cuando estaba bien, era de lo más cariñoso, buscaba atención y conversación, pero
cuando le daba la crisis... sálvese quien pueda.
El caso es que este niño no tenía que estar en ese centro, se le tenía que haber trasladado al
centro correspondiente donde le pudieran atender. El centro donde estaba es de recepción y
de ahí, hay que remitirle al centro que corresponda.

Pues bien, por un lado el que cumplía (o debía de cumplir) con las obligaciones de dirección al
estar la directora de vacaciones, el sub-director, respondía a casi todas las preguntas: “esa no
es mi competencia, cuando venga la directora….” Y así mismo pasó cuando una compañera
(logopeda) le comentó, después de que habláramos ella y yo pensado exactamente lo mismo,
que el niño no tenía TDAH, tenía Síndrome de Cromosoma X Frágil. Hizo caso omiso.

Los que entendáis algo del tema, suministrar Concerta a un niño con Síndrome de Cromosoma
X Frágil, es cuanto menos una locura. Y sin entender mucho más sobre farmacología, es de
imaginar que, en parte, la medicación es lo que podía estar causando estas crisis violentas en
el niño, que los últimos días que pasó en el centro, nos contaba incluso que veía visiones.

Comentar que, en una de sus crisis, el niño me agredió y causé baja por el impacto de una silla
que me lanzó, y para variar, el sub-director se desentendió del tema. Eso sí, a la semana de la
agresión, el niño ya había sido derivado a otro centro.

Es también muy importante que las personas que trabajen en centros de acogida y/o
recepción de menores sepan observar y saber cuáles son las señales a tener en cuenta ante un
posible trastorno del desarrollo.

Como esto siga en esta línea, nuestro Sistema Sanitario Social, (omito la palabra “Seguridad”
porque a mí no me inspira ninguna seguridad en este sentido) no va a dar abasto para pagar
todas las discapacidades por salud mental y trastornos del desarrollo graves (entre otrxs) en
pocos años. Y no es cuestión de no tener presupuesto, es más bien de elección de dónde se
invierten los recursos, ¿qué partidas necesitan más dotación?.

En fin, lo mires por donde lo mires, España…. Va Bien!! (o eso dicen por ahí)

Amelie Súñer

Webgrafía:

https://psiquiatria.com/sin-categoria/entre-el-10-y-el-20-de-los-ninos-y-adolescentes-
espanoles-sufren-trastornos-mentales/

http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs396/es/

Bibliografía:

Rosalía Elena Aranda. (2008). Atención temprana en educación infantil. Madrid: WK Educación.

Aranda Redruello, R., & Viloria, A. (2004). La organización de la atención temprana en la


educación infantil.

Sánchez, F. A. G. (2002). Reflexiones acerca del futuro de la Atención Temprana desde un


Modelo Integral de Intervención. Siglo Cero: Revista Española sobre Discapacidad Intelectual,
33(200), 5-14.
Cuervo, A.& Ávila, A. (2010). Neuropsicología Infantil del Desarrollo: Detección e Intervención
de Trastornos en la Infancia. Revista Iberoamericana de Psicología: Ciencia y Tecnología, 3(2),
pp.59-68.

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