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(CRÓNICAS)

Día 1: XV Muestra Regional de Teatro Peruano Lima, Ica y Callao 2017

Martes 1 de Agosto.

La Muestra Regional de Teatro Peruano, es un esperado evento que se realiza


cada dos años, donde diversos grupos de teatro independiente se reúnen para
confrontar y compartir sus trabajos escénicos. Este encuentro se da desde 1974 y
desde ahí se ha establecido en una oportunidad para que el público de esta región
acceda de manera gratuita al trabajo de estos grupos; fundado por la querida y
recordada Sara Joffré, dramaturga y crítica teatral, con la objetivo de crear un
espacio artístico que lleve teatro a varias partes del país.
La XV Muestra Regional de Teatro Peruano, se llevó a cabo la primera semana de
agosto del presente año, gracias a la organización del grupo Molinos de Viento
Teatro y la Agrupación Teatral Carpe Diem, quienes llevaron consigo el gran
compromiso de seguir manteniendo vivo esté importante evento. Con mucho
esfuerzo y dedicación nos brindaron una agenda teatral muy rica y diversa, que
contó con dieciséis puestas en escena entre participantes, invitados y
organizadores; además de dos talleres a cargo de los maestros Ernesto Ráez y
Guadalupe Vivanco. Cabe acotar, también, que la propuesta de la presente
edición se llevó a cabo de manera descentralizada, contando con cuatro sedes: la
Asociación de Artistas de Aficionados (para los talleres), el Centro Cultural
España, en el Salón de Teatro de la Universidad de Ciencias y Humanidades, y en
el Auditorio Dai Hall del Centro Cultural Peruano Japonés.
El primero de agosto arrancó la Muestra Regional, en la Asociación de Artistas
Aficionados. Una pizarra blanca y un plumón fueron nuestros cómplices durante el
desarrollo del “Taller de Poética Escénica”, dictado por el maestro Ernesto Ráez
que desarrolló la premisa: “¿Cómo crear en el escenario?”
Nueve participantes reunidos en el escenario, para tener una mayor cercanía con
el maestro y se pueda generar un espacio más íntimo, generaron un espacio
donde las ideas y el conocimiento empezó a compartirse. Se comenzó
aprendiendo sobre “el comportamiento”; conceptualizándolo como la manera de
conducirse del ser humano en sociedad, el cual es un punto importante dentro de
la actuación. En palabras de Ernesto Ráez “el teatro es el arte del
comportamiento”.
Para el maestro Ráez, además, es un error realizar la construcción del personaje
en base a lo que éste piensa o siente; en su lugar, se deberían utilizar elementos
más visibles como el modo de caminar, de hablar, de vestir, y sobre todo, de
respirar, para finalmente llegar a la pregunta: “¿Cómo se ve el comportamiento?”
Para ello, existen dos tipos de indicadores, los actanciales y los ambientales.
Los actanciales, corresponden al actor como sujeto. Ahí encontramos el hacer
visible al Yo Subjetivo a través de gestos, actitudes, ademanes y el decir, que
deben hacer uno la parte corporal y oral. Mientras que los indicadores ambientales
están conformados por el Yo Social, en donde encontramos las relaciones
humanas intersubjetivas y de roles, y el Yo Material, la extensión del personaje en
los objetos.
Los signos actanciales son la gesticulación que define el carácter, la oralidad, el
movimiento, los útiles y accesorios personales y ambientales, los arreglos
personales, el vestuario y el peinado. Los lenguajes que encontramos son el
kinésico, conformado por la gesticulación, el lingüístico, el paralingüístico, la
proxémica o desplazamientos, y el icónico. Finalmente, los signos espaciales
están conformados por el ambiente, donde el lenguaje es la ubicación
escenográfica, la decoración, los arreglos, los mobiliarios, los adornos y los útiles
de ambiente; y la atmósfera, que comprende la iluminación, la música y los efectos
sonoros.
Otros conceptos trabajados por el maestro durante el taller fueron: la situación
dramática, que se diferencia de la situación cotidiana en que es conflictiva y
transgrede la relación social. El conflicto, que es lo que mueve la obra y que puede
ser: semántico, ideológico, caracterial y estructural. El tiempo real, que es el
tiempo que pasa dentro de la obra teatral, y el tiempo histórico, el contexto en el
que se desarrolla la obra.
Ya finalizando el taller, y para complementar nuestro aprendizaje, se llegó a la
práctica. Los talleristas, con mucha emoción y concentración, formaron tres grupos
que trabajaron a partir de tres textos cortos, entregados con anticipación;
identificando el comportamiento y los indicadores actanciales y espaciales que se
consideraron convenientes para la construcción de la obra. Durante el trabajo
grupal, los participantes y el maestro, intercambiaron preguntas, opiniones,
propuestas y conclusiones, esperando dar lo mejor de cada uno y logrando un
trabajo óptimo. De esta experiencia, queda el aporte de conocer el
comportamiento del personaje para nuestros futuros trabajos. Concluimos el taller
con cálidos aplausos hacia nuestro querido maestro, fotos grupales, firma de
autógrafos y el regalo de su sonrisa y alegría que tanto lo caracterizan.
Luego de unas horas de descanso, continuamos con las actividades del día en el
Centro Cultural España, que nos recibió en su cálido local. Uno a uno fueron
llegando un aproximado de cien personas, entre niños y adultos recogieron su
ticket y eligieron su ubicación. Llegada la hora, de manera ordenada fuimos
conducidos por el equipo organizador al auditorio. Una vez ubicados se dio inicio a
la primera función de la Muestra. La Asociación Centro Cultural Teatro de Cámara
nos dio la bienvenida con su obra ¨Entre ollas y Cañones”, escrita y dirigida por
Rafael Sánchez Mena.
La obra es un homenaje a Ricardo Palma, ilustre personaje de nuestras letras,
quien es personificado y traído al escenario para narrar, acompañado de la
dramatización, cinco de sus tradiciones peruanas: “Historia de un cañoncito”,
donde Ramón Castilla nos deja de moraleja que un regalo siempre trae un
entripado, tiene puntería fija y siempre hará ¡boom!; “Al pie de la letra”, una historia
llena de ternura que llevó de las risas a un sentimiento de conmoción al ver a
Paiva dando su vida por su patria; “Carta canta”, que nos muestra la creencia
antigua de que las cartas podían observarnos y contar todo lo que habíamos
hecho sin que nada se les escapa; y finalmente dos tradiciones en una, “Con días
y ollas venceremos” y “Padre Pata”, que mostraron la astucia de nuestro libertador
para lograr proclamar la tan ansiada Independencia del Perú. Cada tradición
estuvo condimentada con las risas, carcajadas y gestos de emoción tanto de niños
como de adultos.
Terminada la función, el mayor crítico fue el público, quien llenó de aplausos a sus
actores, y tras el agradecimiento del grupo teatral, estos nos compartieron un
momento muy íntimo: la celebración del onomástico de uno de los actores.
Luego de una pausa y la misma dinámica de sacar tickets y elegir ubicaciones,
recibimos a la Agrupación Teatral Carpe Diem, grupo organizador del evento, que
presentó la obra “La lección”, del dramaturgo francés Eugenio Ionesco, dirigida y
protagonizada por Sofía Palomino.
La obra empieza con la llegada de una joven, simpática y sobresaliente estudiante
que va a tomar la lección con un reconocido maestro, quien quedará asombrado
ante algunas respuestas y decepcionado por otras, por lo que intentará explicarle
con ejemplos muy didácticos temas que para la estudiante se vuelven
complicados. Esto lleva a una incomprensión entre ellos, que irá subiendo dejando
ver una fuerte relación de dominio del maestro sobre su estudiante, llevando esta
situación a un final fatídico y a un mayordomo que tratará de evitarlo con simples
advertencias, “la filología lleva a lo peor”, pero… ¿Qué es lo peor? Finalmente,
descubrimos que este mismo mayordomo ayudará a su amo a salir de su
“problema”, pero no por primera, ni segunda, si no por cuadragésima. Este tipo de
violencia, trabajada de manera absurda, captó la atención del público por el grado
de suspenso de la situación y su, lamentable y desafortunada relación, con
acontecimientos similares en nuestro contexto social. Es sorprendente ver como
una obra escrita hace casi un siglo siga teniendo tantas repercusiones y pueda
generar aún este tipo de reflexiones.

Clara Figueroa
Prensa Escrita – TEATRO CLUB

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