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Universidad Viña del Mar

Dirección de Postgrado y Educación Continua


Curso de Naturopatía Holística

Cuando el hombre, por traumatismos u otras causas empezó a


transgredir las leyes naturales, o comenzó a experimentar
dolencias y a sentir en su organismo los efectos de la
enfermedad, rápidamente buscó soluciones para paliar sus
males en los recursos que la propia naturaleza le ofrecía
(remedios de origen animal, vegetal o mineral que poseían
propiedades curativas).

La diversidad geográfica y las fluctuaciones históricas propias de


cada zona, dieron lugar a la creación de diferentes medicinas. El
modo de cuidar su Salud difería bastante en algunos pueblos
primitivos respecto de otros, pues tan sólo se conocían ciertos
remedios específicos. Otros en cambio desarrollaron todo un sistema teórico y práctico que les
permitió entender, interpretar y tratar las enfermedades. Es entonces cuando surge una medicina
como en el caso de la antigua China, Grecia o India.

Ya desde la antigüedad se distinguen dos corrientes:

 El arte de curar (o Medicina)


 El arte de vivir (o Vitalismo)

En la antigua Grecia incluso existía el Dios de la Medicina Arclepios (o Esculapio) y la Diosa de la


Salud Higea (o Higia) de quien se originaron las palabras higiene, higiénico, higienismo para
designar todo aquello que favorece las condiciones necesarias para el desarrollo de la Salud. Así
pues, el Arte de Vivir constituía un modelo de vida para prevenir la aparición de la enfermedad
mientras que el Arte de Curar o Medicina, era empleado cuando fracasaban las medidas higiénicas
por un modo de vida inadecuado. Estas dos corrientes complementarias servían tanto para el
mantenimiento de la salud (el Arte de Vivir) como para la recuperación de este don cuando surgía la
enfermedad (el Arte de Curar). Estas dos corrientes inicialmente
caminaban juntas, pero con el transcurso del tiempo se separaron
teniendo cada una de ellas una evolución distinta.

El médico más célebre de la antigüedad fue Hipócrates (Isla de


Cos, Grecia 460 – Larisa, Tesalia, 377, a.C.). Fue el primero en
abandonar los factores religiosos y sobrenaturales en la etiología de
las enfermedades. Formuló las reglas del verdadero arte de curar
cuya clave expresada en su clásica frase “Natura Medicatrix” o sea
“la Naturaleza es la que cura” ha sido olvidada por los profesionales
con su actuación antinatural que conduce al “embotamiento” y

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mutilación del cuerpo. Desde su punto de vista naturalista, entendió la enfermedad como un proceso
que había que combatir estableciendo un adecuado diagnóstico y una terapéutica apoyada en la
fuerza curadora de la naturaleza.

Con Hipócrates se da el gran salto desde una medicina que entendía la enfermedad, al enfermo y la
curación desde la superstición, la religión o la magia a otra forma de ver las cosas, que se atiene
exclusivamente a las causas naturales de la enfermedad.

Hipócrates explicó la fisiología y patología humana, sobre la base de los que él llamó los
cuatro humores cardinales del organismo: sangre, pituita (flema o linfa), bilis amarilla y bilis
negra (o atrabilis).

La sangre tenía su origen en el corazón; la pituita en el cerebro, la bilis amarilla en el hígado y la bilis
negra en el bazo (o suprarrenales, según otras versiones). Esta teoría ulteriormente fue desarrollada
por Galeno y los árabes, fue utilizada para explicar los diversos tipos constitucionales humanos, así
como todas las enfermedades. La gente era supuestamente sanguínea (optimista), flemática
(indolente), biliosa (o colérica), o atrabiliario (melancólica) en función del humor que predominaba.

Estos temperamentos responden a


la constitución elemental de la
naturaleza terrestre: tierra, aire,
fuego y agua. La materia orgánica
está constituida por una molécula
compuesta de cuatro elementos
químicos fundamentales: carbono,
que da la estabilidad; el hidrógeno,
que da la movilidad; el nitrógeno,
que da la intensidad (frena la
combustión), y el oxígeno, que da la
extensión (porque quema).

Se llama Temperamento al carácter


físico y psíquico resultante del
predominio o equilibrio de los cuatro
principios constitutivos de la
personalidad humana: cuerpo, vida,
sentimiento y mente. El carácter temperamental se da, por añadidura, sobre el carácter fundamental
de cada uno de los tipos indicados.

La salud es el normal funcionamiento de todos los humores, tanto en cantidad como en calidad, así
como en su perfecta mezcla. Por su parte, la enfermedad aparecía como resultado del predominio
de un humor sobre los demás, generando una serie de síntomas físicos y psíquicos (mal humor).

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