Está en la página 1de 3

El águila en el gallinero

Un campesino crio un aguilucho junto con sus gallinas. Lo trataba de la misma forma

como lo hacía con las gallinas, de modo que él estaba convencido que era una de ellas. Le

daba la misma comida en el suelo, la misma agua en un bebedero y lo soltaba en el campo

para complementar su alimentación, igual que si fuese una gallina. El águila creció y se

comportó como si fuera una gallina. Cierto día pasó por la su casa un ecologista que, al ver

al águila escarbando en el suelo, fue a hablar con el campesino. Esto no es una gallina, ¡es

un águila! El campesino contestó: ahora ya no es más un águila porque se crio con las

gallinas, aprendió a vivir como ellas y por lo tanto se cree gallina.

El ecologista dijo: —No, un águila es siempre un águila. Hagamos una prueba.

Se subió con el águila al techo de la casa del campesino y la tiró a volar, mientras le decía:

“¡Vuela tú eres un águila! Asume tu naturaleza. Pero el águila no voló, batió torpemente

sus alas como una gallina, y cayó al gallinero otra vez. Entonces, el campesino replicó: Le

dije que ella era ahora como una más de mis gallinas. Mañana veremos, dijo el ecologista.

Al otro día fueron a una montaña cercana con el águila. El ecologista levantó el ave y le

dijo: ¡Águila! ¡Mira ese horizonte, mira el sol allá a lo lejos, los campos verdes allá abajo,

mira, todas esas nubes pueden ser tuyas! ¡Despierta tu naturaleza y vuela como águila que

eres! El águila comenzó a ver todo esto y fue quedando maravillada con la belleza de las

cosas que nunca había visto, estuvo confusa al principio sin entender por qué había estado

tanto tiempo alienada. Entonces sintió su sangre de águila correr por sus venas, sintió

tensarse los músculos de sus alas y partió en un hermoso vuelo hacia el horizonte azul.

A muchos nos educan como gallinas porque con una mentalidad de gallina nos controlan

más fácil. Por eso nos creemos gallinas y vivimos con la cabeza agachada y muertos de

miedo. Pero podemos volar tan alto como queramos y cuando queramos.

Camina con tu cabeza erguida en la vida, respetando a los demás, pero sin miedos.
Una carrera de sapos

Érase una vez una carrera de sapos en el país de los sapos. El objetivo consistía en llegar a

lo alto de una gran torre que se encontraba en aquel lugar. Todo estaba preparado y una

gran multitud se reunió para vibrar y gritar por todos los participantes.

En su momento se dio la salida y todos los sapos comenzaron a saltar. Pero como la

multitud no creía que nadie llegaría a la cima de aquella torre-pues ciertamente era muy

alta-todo lo que se escuchaba eran frases como “no lo van a conseguir”. “qué lástima, está

muy alto”, “es muy difícil, no lo van a conseguir”. Así, la mayoría de los sapitos

empezaron a desistir. Pero hubo uno que persistía pese a todo y continuaba subiendo en

busca de la cima.

La multitud continuaba gritando: ¡es muy difícil, no lo van a conseguir”, y todos los

sapitos se estaban dando por vencidos, excepto uno que seguía cada vez con más fuerza.

Finalmente, fue el único que llegó a la cima con todo su esfuerzo.

Cuando fue proclamado vencedor muchos fueron a hablar con él y al preguntarle cómo

había conseguido llegar al final y alcanzar semejante proeza, cuál sería la sorpresa de todos

los presentes al darse cuenta que ese sapito era sordo.


"Tú eres el resultado de ti mismo"

No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie porque fundamentalmente Tu has

hecho tu vida. Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo y el valor de acusarte en

el fracaso para volver a empezar, corrigiéndote. El triunfo del verdadero hombre surge de

las cenizas del error. Nunca te quejes del ambiente o de los que te rodean, hay quienes en

tu mismo ambiente supieron vencer, las circunstancias son buenas o malas según la

voluntad o fortaleza de tu corazón. No te quejes de tu pobreza, de tu soledad o de tu suerte,

enfrenta con valor y acepta que de una u otra manera son el resultado de tus actos y la

prueba que has de ganar. No te amargues con tu propio fracaso ni se lo cargues a otro,

acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño, recuerda que cualquier momento es

bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar. Deja ya de engañarte,

eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu fracaso. Si Tú has sido el ignorante, el

irresponsable, Tú únicamente Tú, nadie pudo haberlo sido por ti. No olvides que la causa

de tu presente es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente. Aprende de los

fuertes, de los audaces, imita a los valientes, a los enérgicos, a los vencedores, a quienes no

aceptan situaciones, a quienes vencieron a pesar de todo. Piensa menos en tus problemas y

mas en tu trabajo y tus problemas sin alimento morirán Aprende a nacer del dolor y a ser

mas grande, que es el más grande de los obstáculos. Mírate en el espejo de ti mismo.

Comienza a ser sincero contigo mismo reconociéndote por tu valor, por tu voluntad y por

tu debilidad para justificarte. Recuerda que dentro de ti hay una fuerza que todo puede

hacerlo, reconociéndote a ti mismo, mas libre y fuerte, y dejaras de ser un títere de las

circunstancias, porque Tu mismo eres el destino y nadie puede sustituirte en la

construcción de tu destino. Levántate y mira por las montañas y respira la luz del

amanecer. Tu eres parte de la fuerza de la vida. Nunca pienses en la suerte, porque la suerte

es el pretexto de los fracasados

También podría gustarte