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DESCRIPCIÓN BREVE

La Obesidad Infantil puede afectar la salud


del niño durante el resto de su vida. Está
directamente asociada con la obesidad adulta,
la cual está ligada a varios problemas de salud.
Para poder llevar a cabo medidas de
prevención, es preciso comprender bien las
causas y las consecuencias de este problema.
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN
INFANTIL (V) SEMESTRE

LA OBESIDAD ADRIANA MARCELA MONTIEL OSORIO


INFORMATICA

INFANTIL
OBESIDAD EN NIÑOS Y NIÑAS EN EDAD
TEMPRANA
Tabla de contenido
La Obesidad Infantil ............................................................................................................................ 4
¿Por qué es importante la obesidad infantil? ............................................................................... 5
Causas de la obesidad infantil: ............................................................................................................ 5
Causas sociales de la epidemia de obesidad infantil: .................................................................. 6
Complicaciones de la obesidad infantil:...................................................................................... 6
Síntomas de la obesidad infantil: ........................................................................................................ 7
Prevención de la obesidad infantil: ..................................................................................................... 8
Niños en edad escolar.......................................................................................................................... 9
¿Cómo calcular el peso que debe tener un niño? .............................................................................. 11
El tratamiento de la obesidad infantil:............................................................................................... 11
¿Qué se puede hacer para luchar contra la epidemia de obesidad infantil? ...................................... 15
¿Qué sabemos de obesidad infantil? ................................................................................................. 15
¿Qué podemos hacer para prevenir la obesidad infantil? .................................................................. 17
Referencias Bibliográficas: ............................................................................................................... 18
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MAPA CONCEPTUAL

Familia

Prevencion Salud Alimentacion

Actividad Fisica

La Obesidad Infantil

Baja Autoestima

Consecuencia Salud Deficiente

Discriminacion

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La Obesidad Infantil es uno de los problemas más graves de salud pública, que a lo largo del
tiempo ha ido ganando importancia, debido que muchos años atrás el concepto de gordura
era sinónimo de belleza, por lo que no se tomaban medidas preventivas para evitar las
diferentes complicaciones futuras, a razón de lo anterior, a nivel mundial se ha incrementado
la prevalencia de esta patología en los niños, generando un impacto negativo a corto y largo
plazo por la presencia de comorbilidades que repercuten en el deterioro de la calidad de vida
por el alto riesgo de mortalidad. Se considera que desde la primera infancia los niños obesos
sin ningún tratamiento se mantendrán en esa condición hasta la adolescencia y edad adulta
desarrollando prematuramente patologías crónicas cardiovasculares.
La obesidad se define como una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, que suele
iniciarse en la infancia causada por una interacción genética y ambiental, caracterizándose
por desórdenes metabólicos y aumento de la grasa corporal, cuya magnitud y distribución
condicionan la salud del individuo. Siendo el principal factor de riesgo para diferentes
enfermedades crónicas.
Existen múltiples factores hereditarios, hormonales, psicosociales, ambientales que
intervienen en la presentación de esta entidad. Su alta prevalencia en niños y adultos es el
resultado de diversos cambios demográficos y culturales de nuestra sociedad como horarios
laborales de los padres, incremento de las familias monoparentales y reducción del número
de hermanos que han repercutido en el comportamiento de las familias, incluyendo la
actividad física y hábito alimentario, predisponiendo a la aparición de la obesidad a edades
tempranas.
A todos estos trastornos físicos hay que sumarles los problemas psicológicos provocados por
la discriminación social y las dificultades para relacionarse con los demás que sufre una
persona cuya figura desborda los límites de la silueta saludable. En la infancia, puede generar
baja autoestima, bajo rendimiento académico, introversión, matoneo, ausentismo escolar, así
como riesgos en su salud y bienestar en etapas posteriores de la vida.
A su vez, es necesario considerar que para la sociedad, la obesidad implica no solo el alto
costo de la atención en salud, sino una disminución en la productividad y la calidad de vida
de la población. Siendo una situación no exclusiva de países ricos en recursos naturales y
económicos debido a que su prevalencia se ha aumentado en forma alarmante en países en
desarrollo, independiente de raza, sexo y estrato socioeconómico. Convirtiéndose en la
enfermedad crónica no transmisible y prevenible más prevalente en el mundo.
Desde 1998 la OMS considera a la obesidad como una epidemia global que constituye un
importante problema de salud pública en los países desarrollados e incluso también en los
países en vías de desarrollo. Los estudios epidemiológicos sugieren que las causas
principales están relacionadas con los cambios ambientales y de los estilos de vida, ocurridos
en las últimas décadas. La rapidez del cambio de prevalencia de la obesidad ocurrido en sólo
25 años, excluye una base genética como única causa, ya que el pool de genes responsables
de la susceptibilidad a la obesidad no puede variar en períodos de tiempo tan corto (2, 3). El
aumento del nivel de vida en los países desarrollados ha conllevado una mayor disponibilidad
de nutrientes y de los medios para adquirirlos y además se han modificado los hábitos de
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Conducta de las personas que han reducido su actividad física. Aunque la obesidad es un
trastorno multifactorial, la ingesta excesiva de energía y el sedentarismo se consideran los
principales desencadenantes y, en consecuencia, la prevención del sobrepeso y la obesidad
deben basarse en las modificaciones de estos factores.
La epidemia de obesidad afecta, especialmente a niños y adolescentes, en los que las tasas
de incremento de la prevalencia son superiores a las de los adultos. En EEUU, se ha pasado
en el grupo de los 6 a 11 años de una prevalencia del 4% en 1971 al 13% en 1999 y en el
grupo de 12 a 19 años del 6% al 14%. En España el incremento de la obesidad ha sido también
manifiesto, al pasar en el grupo de edad entre 6 y 12 años del 4.9% en 1984 al 16.2% en el
2000 (PAIDOS’84, en kid 2000) (4, 5) este dato sitúa a España entre los países de la UE con
mayor porcentaje de población infantil con obesidad. Existen estudios que analizan el
impacto económico de la obesidad sobre el gasto sanitario teniendo en cuenta el coste directo
de su tratamiento y los gastos indirectos que ocasiona y ponen de manifiesto lo elevado de
éste. En España este gasto corresponde al 7% del gasto sanitario (6). Sin embargo, el
presupuesto destinado a la prevención del problema es muy limitado en la mayor parte de los
casos.
La obesidad en la infancia y adolescencia es un síndrome con demostradas implicaciones
físicas, psíquicas y sociales. En la actualidad, existen evidencias sólidas, que asocian la
obesidad con una mayor prevalencia de procesos crónicos, tales como enfermedades
cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, diabetes mellitus, problemas particulares etc.,
configurándose como un importante factor de riesgo en la edad adulta. Algunos autores han
sugerido que la obesidad en la etapa infantil puede repercutir en términos de morbilidad y
mortalidad en la edad adulta, incluso cuando la obesidad no persista en esta etapa. Estudios
longitudinales han permitido constatar que los niños obesos, presentan un mayor riesgo de
ser adultos obesos, sobre todo aquellos en los que la sobrecarga ponderal persiste en la
segunda década. Hasta un 20 % de los niños prepuberales y hasta un 80% de los adolescentes
obesos se convierten en adultos obesos.
Por tanto, la prevención de la obesidad es una estrategia prioritaria de salud pública que debe
comenzar desde la infancia y que requiere la participación activa y comprometida de los
pediatras junto con otros sectores. Cuanto más temprano sea su inicio los beneficios a corto,
medio y largo plazo serán más importantes, manifiestos y duraderos.
Colombia no es ajena a esta situación, observándose a través de la Encuesta Nacional sobre
la Situación Nutricional y de Consumo de Alimentos en Colombia (ENSIN) del 2005 y 2010
un incremento en su prevalencia. Por todo lo mencionado anteriormente se considera de suma
importancia ampliar el conocimiento a través de la identificación, valoración y análisis de las
causas, factores de riesgo, comorbilidades y abordaje medico integral que se debe llevar a
cabo en la población infantil vulnerable de padecer esta patología, por lo que es relevante
concientizar y hacer partícipe a las autoridades de salud pública, alcaldes, gobernadores,
medios de comunicación, establecimientos educativos y padres de familia de los diferentes
entes territoriales acerca de las complicaciones que se generan por la obesidad desde la

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Infancia, y de este modo evitar las enfermedades crónicas asociadas a través de estrategias
multidisciplinarias.
Es una enfermedad que consiste en la acumulación de grasa en el cuerpo y afecta a la
población infantil Se trata de una de las enfermedades más extendidas en la actualidad en el
mundo entero, podríamos sin temor a exagerar ponerle el mote de flagelo como consecuencia
de la cantidad de vidas que se lleva año a año, a causa de las complicaciones que normalmente
derivan de su padecimiento, enfermedades cardiovasculares, diabetes, entre otras.

La Obesidad Infantil
La obesidad es una enfermedad crónica que puede ser causada por una multiplicidad de
factores y que se caracteriza especialmente por la acumulación excesiva de grasa o hipertrofia
general del tejido adiposo en el cuerpo humano.
La obesidad infantil puede afectar la salud del niño durante el resto de su vida. Está
directamente asociada con la obesidad adulta, la cual está ligada a varios problemas de salud.
Para poder llevar a cabo medidas de prevención, es preciso comprender bien las causas y las
consecuencias de este problema.
¿Cómo podemos prevenir la obesidad infantil?
La mejor manera de prevenir la obesidad infantil es empezar antes del nacimiento, y tener en
cuenta cualquier problema prenatal o genético.
Los profesionales de la salud pueden hacer lo siguiente:
• Ayudar a las mujeres con sobrepeso, antes del embarazo y durante, a modificar su dieta y
sus hábitos. Esto puede reducir el riesgo de obesidad y diabetes en el útero.
• Realizar seguimientos de las mujeres embarazadas y de los bebés para comprobar si ganan
peso, especialmente en los casos en los que hay condiciones genéticas que puedan hacerlos
más vulnerables a la obesidad.
• Ofrecer formación a los nuevos padres para promover buenos hábitos alimentarios y de
sueño en sus niños.
• Los padres también pueden animar, y pueden ser buenos modelos a seguir para una
alimentación sana y actividad física, incluyendo limitar el tiempo frente al ordenador o el
televisor y el acceso a alimentos de alto contenido calórico. Asimismo, las escuelas pueden
integrar tiempo durante la jornada escolar para jugar activamente.
Todas estas estrategias deberían basarse en sus beneficios para la salud, más que en la pérdida
de peso.

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¿Por qué es importante la obesidad infantil?


La obesidad infantil se ha vuelto una pandemia, con más de mil millones de personas
afectadas a nivel mundial. Durante los últimos 30 años, la frecuencia de niños con sobrepeso,
definido como aquellos con índice de masa corporal, IMC (BMI, por sus siglas en inglés)
superior al percentil 85 por edad y sexo, se ha triplicado. Los datos recabados por la Comisión
Internacional sobre Obesidad (International Obesity Task Force) indican que 22 millones de
niños en el mundo, menores de cinco años de edad, tienen sobrepeso o son obesos. La
obesidad infantil incluso ha desplazado a la desnutrición como el principal problema de
nutrición en algunas zonas de África, siendo ahora ésta, en conjunto con el sobrepeso, cuatro
veces más común que la desnutrición.
Los primeros años de vida son un período crucial para el desarrollo de los sabores y las
preferencias de los alimentos, así como para el autocontrol de la ingesta alimentaria, la
transmisión de las creencias familiares y culturales sobre los alimentos y la alimentación,
además de las posibilidades de tener sobrepeso y ser obeso en la vida adulta. El sobrepeso de
los bebés tiende a aumentar este riesgo en la niñez y éste parece aumentar con la edad. La
obesidad a los cuatro o cinco años de edad constituye una preocupación importante porque
tiende a ser persistente.
A medida que la incidencia de obesidad infantil ha aumentado, se han identificado más
secuelas de este trastorno en los niños, incluyendo apnea obstructiva del sueño (episodios de
cese de la respiración durante el sueño debido a la obstrucción de las vías respiratorias),
problemas ortopédicos, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Los problemas
psicológicos, tales como la depresión y la disminución de la calidad de vida, son también
consecuencias graves de la obesidad. Por otra parte, la predisposición negativa, los prejuicios
y la discriminación, son parte de la vida cotidiana de los niños con sobrepeso. Más aún, las
consecuencias de estos prejuicios, tales como el aislamiento o la hostilidad social, podrían
contribuir a exacerbar la obesidad debido a las vulnerabilidades psicológicas, que aumentan
las posibilidades de sobrealimentación y vida sedentaria.

Causas de la obesidad infantil:


Los problemas relacionados con el estilo de vida (como hacer muy poca actividad y consumir
alimentos y bebidas con muchas calorías) son los principales causantes de la obesidad
infantil. Sin embargo, algunos factores genéticos y hormonales también podrían tener un
papel importante. Por ejemplo, en investigaciones recientes, se ha descubierto que los
cambios en las hormonas digestivas pueden afectar las señales que te hacen sentir que estás
satisfecho.
Factores de riesgo:
Muchos factores, que generalmente funcionan conjuntamente, aumentan el riesgo de que tu
hijo tenga sobrepeso:
 Dieta. Si tu hijo come alimentos con alto contenido calórico, como comidas rápidas,
productos horneados y bocadillos de máquinas expendedoras, puede aumentar de
peso. Los dulces y los postres también pueden causar aumento de peso, y cada vez

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Hay más evidencia que apunta a las bebidas azucaradas, inclusive los jugos de fruta,
como culpables de la obesidad en algunas personas.
 Falta de ejercicio. Los niños que no hacen mucho ejercicio tienen más probabilidades
de aumentar de peso porque no queman muchas calorías. También contribuye al
problema, pasar demasiado tiempo dedicado a actividades sedentarias, como mirar
televisión o jugar videojuegos.
 Factores hereditarios. Si tu hijo proviene de una familia de personas con sobrepeso,
es más probable que suba de peso. Esto es especialmente cierto en un entorno donde
siempre hay alimentos disponibles que son ricos en calorías y no se fomenta la
actividad física.
 Factores psicológicos. El estrés personal, parental y familiar puede aumentar el riesgo
de un niño de padecer obesidad. Algunos niños comen en exceso para enfrentar los
problemas o para lidiar con las emociones, como el estrés, o para combatir el
aburrimiento. Sus padres pueden presentar tendencias similares.
 Factores socioeconómicos. Las personas de algunas comunidades tienen recursos
limitados y acceso limitado a los supermercados. Como resultado, es posible que
compren comidas semi preparadas que no se echen a perder rápidamente, como las
comidas congeladas, las galletas saladas y las galletas dulces. Además, puede que las
personas que viven en vecindarios de bajos ingresos no tengan acceso a un lugar
seguro para hacer ejercicio.
Causas sociales de la epidemia de obesidad infantil:
La OMS reconoce que la prevalencia creciente de la obesidad infantil se debe a cambios
sociales. La obesidad infantil se asocia fundamentalmente a la dieta malsana y a la escasa
actividad física, pero no está relacionada únicamente con el comportamiento del niño, sino
también, cada vez más con el desarrollo social y económico y las políticas en materia de
agricultura, transportes, planificación urbana, medio ambiente, educación y procesamiento,
distribución y comercialización de los alimentos.
El problema es social y por consiguiente requiere un enfoque poblacional, multisectorial,
multidisciplinar y adaptado a las circunstancias culturales.
Al contrario de la mayoría de los adultos, los niños y adolescentes no pueden elegir el entorno
en el que viven ni los alimentos que consumen. Asimismo, tienen una capacidad limitada
para comprender las consecuencias a largo plazo de su comportamiento. Por consiguiente
necesitan una atención especial en la lucha contra la epidemia de obesidad.
Complicaciones de la obesidad infantil:
La obesidad infantil puede tener complicaciones para el bienestar físico, social y emocional
de tu hijo.

Complicaciones físicas:

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 Diabetes tipo 2. Esta enfermedad crónica afecta la forma en que el cuerpo de tu hijo
utiliza el azúcar (glucosa). La obesidad y un estilo de vida sedentario aumentan el
riesgo de diabetes tipo 2.
 Síndrome metabólico. Este grupo de enfermedades puede poner a tu hijo en riesgo de
enfermedad cardíaca, diabetes u otros problemas de salud. Las enfermedades
incluyen presión arterial alta, azúcar en la sangre alta, triglicéridos altos, colesterol
de lipoproteínas de alta densidad bajo ("bueno") y exceso de grasa abdominal.
 Colesterol alto y presión arterial alta. Una mala alimentación puede hacer que tu hijo
desarrolle una o ambas enfermedades. Estos factores pueden contribuir a la
acumulación de placas en las arterias, lo cual puede hacer que las arterias se estrechen
y se endurezcan, lo que podría conducir a un ataque cardíaco o un accidente
cerebrovascular en el futuro.
 Asma. Los niños con sobrepeso u obesos pueden tener más probabilidades de sufrir
asma.
 Trastornos del sueño. La apnea obstructiva del sueño es un trastorno potencialmente
grave en el que la respiración de un niño se detiene y vuelve a comenzar
repetidamente durante el sueño.
 Enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD). Este trastorno, que
generalmente no causa síntomas, hace que se acumulen depósitos de grasa en el
hígado. La enfermedad del hígado graso no alcohólico puede conducir a cicatrización
y daño hepático.
 Fractura de huesos. Los niños obesos tienen más probabilidades de sufrir quebraduras
de huesos que los niños con un peso normal.
Complicaciones sociales y emocionales:
 Baja autoestima y ser objeto de intimidaciones. Los niños muchas veces se burlan de
sus compañeros con sobrepeso o los hostigan y, como resultado, estos sufren una
pérdida de la autoestima y tienen un mayor riesgo de sufrir depresión.
 Problemas de comportamiento y aprendizaje. Los niños con sobrepeso tienden a tener
más ansiedad y menos habilidades sociales que los niños de peso normal. Estos
problemas podrían ocasionar que los niños que tienen sobrepeso se comporten mal y
causen alboroto en el aula o que se aíslen socialmente.
 Depresión. La baja autoestima puede crear sensaciones abrumadoras de desesperanza
que pueden provocar depresión en algunos niños que tienen sobrepeso.

Síntomas de la obesidad infantil:


No todos los niños con kilos de más tienen sobrepeso u obesidad. Algunos niños tienen
estructuras corporales más grandes que la estructura promedio. Además, los niños
normalmente almacenan diferentes cantidades de grasa corporal en las distintas etapas de

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Desarrollo. Por lo tanto, es posible que no sepas a simple vista si el peso es un problema de
salud para tu hijo.
La prevalencia del sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes se define de acuerdo con
los patrones de crecimiento de la OMS para niños y adolescentes en edad escolar (sobrepeso
= el IMC para la edad y el sexo con más de una desviación típica por encima de la mediana
establecida en los patrones de crecimiento infantil de la OMS, y obesidad = el IMC para la
edad y el sexo con más de dos desviaciones típicas por encima de la mediana establecida en
los patrones de crecimiento infantil de la OMS).
Es una enfermedad grave que afecta a niños y adolescentes. Los niños obesos están por
encima del peso normal para su edad y estatura. La obesidad infantil es particularmente
problemática debido a que el peso adicional suele provocar que los niños comiencen a tener
problemas de salud que antes se consideraban exclusivos de los adultos, como diabetes,
presión arterial alta y colesterol alto. Muchos niños obesos también tienen obesidad en la
adultez, especialmente si uno o ambos padres son obesos. La obesidad infantil también puede
generar baja autoestima y depresión.
Una de las mejores estrategias para reducir la obesidad infantil es mejorar los hábitos de
alimentación y ejercicio de toda la familia. El tratamiento y la prevención de la obesidad
infantil ayudan a proteger la salud de tu hijo tanto ahora como en el futuro. El índice de masa
corporal (IMC), que proporciona una referencia de peso en relación con la altura, es la medida
aceptada del sobrepeso y la obesidad. El médico de tu hijo puede usar las tablas de
crecimiento, el IMC y, si es necesario, otras pruebas para ayudarlo a determinar si su peso
puede plantear problemas de salud.
Cuándo consultar al médico:
Si estás preocupado porque tu hijo está aumentando demasiado de peso, consulta con su
médico. El médico tendrá en cuenta los antecedentes de crecimiento y de desarrollo, los
antecedentes familiares de la relación entre peso y altura, y la ubicación de tu hijo en las
tablas de crecimiento. Esto puede ayudar a determinar si el peso de tu hijo se encuentra dentro
de un rango no saludable.

Prevención de la obesidad infantil:


El sobrepeso y la obesidad son en gran medida prevenibles. Las políticas, los entornos, las
escuelas y las comunidades son fundamentales, pues condicionan las decisiones de los padres
y los niños, y pueden hacer que los alimentos más saludables y la actividad física regular
sean la opción más sencilla (accesible, disponible y asequible), previniendo, así, la obesidad.
En el caso de los lactantes y los niños pequeños, la OMS recomienda:
 El inicio inmediato de la lactancia materna durante la primera hora de vida;
 la lactancia exclusivamente materna durante los seis primeros meses de vida; y
 la introducción de alimentos (sólidos) complementarios nutricionalmente adecuados
e inocuos a los 6 meses, manteniendo al mismo tiempo la lactancia materna hasta los
2 años o más.
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Los alimentos complementarios deben ser ricos en nutrientes y deben tomarse en cantidades
adecuadas. A los 6 meses, deben introducirse en pequeñas cantidades, que aumentarán
gradualmente a medida que el niño crezca. Los niños pequeños han de tener una alimentación
variada que incluya alimentos como la carne, las aves, el pescado o los huevos, que deben
tomar tan a menudo como sea posible.
La comida del niño puede prepararse especialmente para él o bien a partir de los alimentos
que se preparen para la familia, con algunas modificaciones. Deben evitarse alimentos
complementarios ricos en grasas, azúcar y sal.
Los niños en edad escolar y los adolescentes deben:
 Limitar la ingesta energética procedente de grasas y azúcares;
 aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales
y frutos secos;
 Realizar actividad física con regularidad (60 minutos al día).
 Come en familia tanto como sea posible.
 Limita la cantidad de veces que comen fuera de casa, en especial en restaurantes de
comida rápida; cuando lo hagan, enseña a tu hijo a elegir las opciones saludables.
 Adapta los tamaños de las porciones según la edad.
 Limita las horas frente a la televisión o a una pantalla a menos de 2 horas al día para
los niños mayores de 2 años y no permitas que los niños menores de 2 años vean
televisión.
 Asegúrate de que tu hijo duerma lo suficiente.

Niños en edad escolar


Desarrollo y crecimiento del niño
Los niños de 6 a 12 años se encuentran en la etapa escolar, considerada fundamental en la
formación del ser humano para su crecimiento y desarrollo, en la cual debe recibir una
correcta alimentación en cantidad, calidad, adecuación y armonía, además del necesario
afecto, estímulos y cuidados. La buena nutrición contribuye a evitar o disminuir la incidencia
de patologías agudas y crónicas, alcanzar el desarrollo del potencial físico y mental y aportar
reservas para las circunstancias de esfuerzo.
Los niños en edad escolar, tienen el desarrollo básico de su cerebro y en general de su cuerpo
y poseen amplia capacidad para razonar y comunicarse. Necesitan una alimentación
suficiente y equilibrada porque dedican entonces toda su energía y todo su interés a aprender,
jugar y descubrirse en relación con los demás, que son las tres actividades esenciales para su
desarrollo físico y cognitivo. Suele decirse que los niños de esta etapa, están en la edad
Escolar porque es la etapa de la vida, cuyo eje es el aprendizaje, que se logra en las clases,
en los juegos y en las relaciones con los demás.
Entre los niños de este rango de edad, habrá diferencias considerables en estatura, peso y
contextura física. Es importante recordar que los antecedentes genéticos, al igual que la
nutrición y el ejercicio, pueden afectar el crecimiento del niño.

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Por lo tanto, los hábitos sedentarios están ligados a un riesgo de presentar obesidad,
enfermedades metabólicas y cardíacas en su vida adulta.
Existen tres períodos asociados al incremento del tejido adiposo en el niño, el primero de
ellos se da a los 8 a 9 meses de vida, cuando se prepara para afrontar el destete, el siguiente
es alrededor de los 5 o 6 años de edad y el tercer período se produce en la pre-adolescencia
y en el estirón puberal. El mayor riesgo de padecer obesidad infantil es en el segundo período
denominándose a este fenómeno “rebote adipocitario”. Éste coincide con el inicio de la
escuela primaria, etapa de mayor responsabilidad y autonomía. Cuanto más precoz es el
rebote adipocitario mayor es la probabilidad de obesidad en la edad adulta.
Alimentación del niño en edad escolar:
La alimentación no solamente es una de las necesidades fisiológicas primordiales de las
personas, es también el pilar fundamental del crecimiento, el desarrollo y la condición
Fundamental de bienestar, equidad y desarrollo social. Los patrones alimentarios de las
familias argentinas, fueron cambiando a lo largo de las últimas dos décadas, y se basan en
cada vez más en alimentos ultra procesados. Como consecuencia genera un deterioro en la
calidad de la dieta, con el aumento del consumo de azúcares simples y grasas saturadas.
En particular, la dieta de los escolares (niños de 6 a 12 años) argentinos se caracteriza por
muy bajo consumo de verduras frescas y frutas; progresivo reemplazo de leche por bebidas
azucaradas y exceso en la ingesta de productos con alta concentración de azúcares y grasas.
Estos cambios han determinado que la ingesta energética resulte superior a la recomendada,
lo que sumado a la actividad física inadecuada, han conducido a un aumento en la prevalencia
de sobrepeso y obesidad.
En los escolares:
Las galletitas, snacks, panificados con grasa y las bebidas azucaradas son los alimentos que
aportan mayor tenor graso y azúcar a la dieta.
Sumado a los patrones alimentarios argentinos, muchos niños crecen en entornos obesos
génicos, que favorecen el incremento de peso y la obesidad, y va en aumento tanto en los
países de ingresos altos como en los de ingresos bajos y medianos y en todos los grupos
socioeconómicos. Además, se han reducido las oportunidades de participar en actividad
física en la escuela y en otros lugares, y ha aumentado el tiempo dedicado a actividades de
recreo sedentarias y que suponen estar ante una pantalla. En la etapa escolar, se imitan
algunas preferencias alimentarias de personas que los niños de esa edad consideren modelo
para la alimentación, con efectos en el patrón de alimentación que pueden contribuir a riesgos
Para la nutrición y a un compromiso del estado de salud. La influencia de la madre, el padre
o quien sea el cuidador del niño, es bastante fuerte en esta etapa, porque es quien decide los
alimentos que se compran y preparan de acuerdo con su capacidad económica, la
disponibilidad de tiempo y los conocimientos y preferencias que tenga para la selección de
alimentos. En la etapa escolar el mundo del niño se amplía, al igual que las oportunidades de

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Comer fuera del ambiente familiar, y se expone a diferentes alimentos y diversas formas de
prepararlos, con distintos horarios y lugares.
Por lo tanto, esta etapa es el mejor momento para instaurar hábitos alimentarios saludables,
fomentar la actividad física de forma regular, prácticas que no deben perderse en la
adolescencia ni en la etapa adulta. Si los padres están comprometidos con éste concepto
pueden transmitirlo a sus hijos

¿Cómo calcular el peso que debe tener un niño?


Desde 1998 la OMS considera la obesidad una epidemia global. En la infancia y adolescencia
constituye el trastorno metabólico más prevalente, así como la principal enfermedad no
declarable. La prevalencia en los países desarrollados, se ha triplicado en los últimos 15 años.
La obesidad tiene una etiología multifactorial, donde la libre disponibilidad de alimentos, los
cambios en los hábitos alimentarios, el sedentarismo ó los factores psicológicos y sociales
tienen una importancia fundamental. No obstante, está claro que hay factores genéticos que
predisponen a la obesidad, como ha podido comprobarse en estudios en familias ó gemelos
Univitelinos y bivitelinos. De todas formas, sólo un pequeño número de obesidades son mono
génicas y la gran mayoría tiene una base poligénica.
La determinación del IMC es un método muy específico con la medición de la grasa corporal
y es sencillo de aplicar en nuestras consultas. Hoy en día se considera por consenso:
IMC > 85: SOBREPESO
IMC > 95: OBESIDAD
Para poder conocer cuál es el peso ideal que debería observar un niño que se encuentra entre
los 2 y 5 años de edad, se debe multiplicar la edad en años por dos más ocho. Por ejemplo, si
la niña tiene 4 años debes hacer el siguiente cálculo: 4x2+8= 16 kg; 16 kg. Es lo que debería
pesar esa niña, si supera esa media estamos ante un caso de sobrepeso.
Un flagelo que crece día a día y se lleva vidas humanas a su paso
En las últimas décadas, ha sido una realidad contante y sonante el aumento de los índices de
obesidad en el mundo entero como ya indicamos; adultos y niños padecen de la misma
manera las consecuencias de esta afección, la cual, de no ser debidamente tratada y
controlada puede acarrear severos trastornos para la calidad de vida.
En el preciso caso de la obesidad infantil, el tratamiento no resulta ser una tarea fácil sino
muy por el contrario, ya que el mismo supone tanto para el niño como para su entorno
inmediato, es decir, los padres, un rotundo cambio en los hábitos de vida, en lo que concierne
A lo físico, y por supuesto en lo alimentario. Y el problema se acrecienta cuanto más grande
es el niño ya que es más complejo torcer sus costumbres.

El tratamiento de la obesidad infantil:


No es una tarea fácil, ni para los médicos, ni para la familia, ni para los niños ya que hoy en
día el tratamiento se basa en la modificación de los estilos de vida, lo que implica en la

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alteración de sus hábitos alimentarios y físicos. Cuanto mayor sea el niño, más difícil será
practicar esos cambios, pero no imposible. En la última investigación acerca del sobrepeso
en la infancia, entre otras cosas, se constató que el 8% de los niños españoles acuden a la
escuela sin haber desayunado.

Tratamiento: dieta + actividad física + contención familiar - sedentarismo


El método más usado para combatir la obesidad infantil se basa en la combinación de una
dieta limitada, acompañamiento de actividad física, y lo más importante, que es un constante
refuerzo en lo anímico, un apoyo y contención constante por parte de los adultos que rodean
al niño en cuestión, a partir del apoyo incondicional, por ejemplo, compartiendo las mismas
comidas y enviando mensajes positivos en los momentos más angustiantes y que reporten
mayor ansiedad durante el proceso.
La actividad física deberá sí o sí aplicarse en paralelo a la dieta y lo ideal será buscar una
actividad que sea atractiva para el niño en cuestión y empezarla de a poco para evitar grandes
esfuerzos que generen rechazos. Por ejemplo si al niño le gusta muchísimo el fútbol hay que
incentivarlo para que lo practique, si en el colegio no lo hace, o por lo pronto no es suficiente,
se recomienda anotarlo en algún club donde se pueda jugar este deporte, lo ideal es que la
actividad sea constante en el tiempo para generar el hábito en el niño y también para que
haga efecto en materia de baja del peso excesivo.
Si solamente se practica durante algún tiempo no será efectivo, además es importante que el
niño internalice la actividad, que se comprometa con su práctica porque ello generará que no
quiera faltar o dejar de hacerla. Por otra parte, es un buen espacio para hacerse de amigos,
para tirar lazos de amistad nuevos, porque debemos mencionar que normalmente los niños
obesos Suelen sufrir discriminación por parte de sus pares y entonces ello los vuelve niños
más retraídos a los que les cuesta mucho socializar. Y ya sabemos lo que ocurre cuando nos
discriminan sistemáticamente, puede surgir un estado de depresión crónico que lleve al niño
a desarrollar acciones extremas que lo lastimen.
Al mismo tiempo, se recomienda la reducción de aquellas actividades que implican
sedentarismo, tal es caso del contacto con la computadora y la televisión por muchas horas.
Es una realidad de estos tiempos que los niños pasan horas y horas con las nuevas tecnologías,
computadoras con internet, tablets y celulares inteligentes, entre otros dispositivos, que claro,
le restan tiempo a otras actividades intelectuales y ni hablar de aquellas que implican
movimientos.
Los padres deben estar atentos a estas cuestiones y tratar de animar a los niños para que
puedan equilibrar estas preferencias y más si hay casos de obesidad. Por lo tanto, los hábitos
sedentarios están ligados a un riesgo de presentar obesidad, enfermedades metabólicas y
cardíacas en su vida adulta.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay más niños y adolescentes
obesos en el mundo.

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Las cifras presentadas por la OMS están en sintonía con la tercera Encuesta Nacional de
Situación Nutricional de Colombia (ENSIN), que destaca que en la primera infancia (niños
de 0 a 4 años) el exceso de peso –que incluye tanto sobrepeso como obesidad– subió de 4.9%
en 2010 a 6.3% en 2015.
“La condición nutricional de los niños depende directamente de sus prácticas de
alimentación. Los padres deben ser conscientes y asumir hábitos responsables a la hora de
suministrar las comidas a los menores, además deben conocer qué tantos dulces, comidas
rápidas o ‘paquetes’ pueden suministrar a los pequeños”, explica Yixel Córdoba González,
Medico Docente de Salud familiar y Comunitaria de la Facultad de Medicina, de la
Fundación Universitaria San Martín.
Córdoba, recomienda que se ingieran alimentos como lácteos, verduras, frutas, granos,
cereales no azucarados, carnes, huevo y micronutrientes, cuando es necesario (hierro, zinc,
vitamina A, ácido fólico y cobre, entre otros).
El consumo diario de frutas y verduras contribuye a prevenir enfermedades cardiovasculares,
disminuye las lipoproteínas de baja densidad y cuida la presión arterial, siendo un alimento
que directamente disminuye la adiposidad en personas adultas con sobrepeso debido al mayor
aporte de fibra.
Es claro que la ‘comida chatarra’ tiene una mala reputación cuando se piensa saludablemente,
ella está asociada con el aumento de sobrepeso y obesidad.
Estos productos son excesivamente ricos en grasa, directos responsables de la disminución
del consumo de vegetales y de la actividad física.
Asimismo, hay una relación entre los ingresos económicos y el consumo de estos alimentos:
a menores ingresos, mayor tendencia al consumo de comidas rápidas. También se asocia el
consumo de 1 a 3 comidas rápidas a la semana con el sobrepeso y obesidad.
Están las bebidas azucaradas, las cuales son un factor determinante en el aumento de peso en
niños y adultos. “Analizando en detalle, al ingerir bebidas azucaradas de 12 onzas hay un
aumento de 0,06 unidades en el IMC en niños y adolescentes. En el caso de adultos el
incremento del peso es de 0,12-0,22 Kg en un año”, aseveró la experta.
Datos para una nutrición adecuada
Córdoba explicó que -como se escucha frecuentemente- el desayuno es una comida vital para
desarrollar una alimentación balanceada. Existe evidencia la cual sugiere que niños y
adolescentes que no toman el desayuno tienen un riesgo de sufrir sobrepeso y obesidad.
En el desayuno:
Es elemental ingerir nutrientes esenciales en la cantidad y frecuencia adecuadas a lo largo
del día (dependiendo de la edad). Se habla que un niño debe cubrir al menos el 25-30% de
sus necesidades nutritivas al desayuno. “Es importante que los padres organicen el desayuno

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de forma saludable. Deberían incluir al menos un lácteo con pan, tostadas, cereales o galletas;
una fruta o zumo; y, en ocasiones, jamón o algún fiambre”.
En el almuerzo:
Los platos deben alternar tanto verduras, pastas, legumbres, arroces y sopas, además de
carnes y pescados. El postre debe ser normalmente una fruta o un lácteo. La merienda no
debe ser desmesurada. Esta comida del día suele ser aceptada por los niños y complementa
adecuadamente su dieta, porque permite incluir alimentos nutritivos y evita que los chicos
lleguen a la cena con demasiada hambre.
La cena:
Tiene como alimentos recomendados los purés, sopas o ensaladas y, como complemento,
carnes, huevos y pescados. En porciones más racionales que el almuerzo.
Desde el primer año hasta los 5, los pequeños deben consumir entre mil y 1.400 calorías
diarias. Entre el 5 y el 20%, debe provenir de las proteínas, 45 y 65% de los carbohidratos, y
30 a 40% de las grasas. No se recomienda dar lácteos descremados a niños menores de 5
Años.

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¿Qué se puede hacer para luchar contra la epidemia de obesidad infantil?


El sobrepeso, la obesidad y las enfermedades no transmisibles conexas son en gran medida
prevenibles. Se acepta que la prevención es la opción más viable para poner freno a la
epidemia de obesidad infantil, dado que las prácticas terapéuticas actuales se destinan en gran
medida a controlar el problema, más que a la curación. El objetivo de la lucha contra la
epidemia de obesidad infantil consiste en lograr un equilibrio calórico que se mantenga a lo
largo de toda la vida.
Recomendaciones generales:

 aumentar el consumo de frutas y hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos


secos;
 reducir la ingesta total de grasas y sustituir las saturadas por las insaturadas;
 reducir la ingesta de azúcares, y mantener la actividad física: un mínimo de 60
minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea
adecuada para la fase de desarrollo y conste de actividades diversas. Para controlar el
peso puede ser necesaria una mayor actividad física.
Recomendaciones para la sociedad:
Para frenar la epidemia de obesidad infantil es necesario un compromiso político sostenido
y la colaboración de muchas partes interesadas, tanto públicas como privadas. Los gobiernos,
los asociados internacionales, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el
sector privado tienen un papel fundamental en la creación de entornos saludables y de
condiciones de asequibilidad y accesibilidad de opciones dietéticas más saludables para los
niños y los adolescentes. Por consiguiente, el objetivo de la OMS consiste en movilizar estos
asociados e involucrarlos en la aplicación de la Estrategia mundial sobre régimen alimentario,
actividad física y salud.

¿Qué sabemos de obesidad infantil?


El desarrollo del sobrepeso y la obesidad durante los primeros años de vida, se ve
influenciado tanto por las características del niño, como por factores relativos a los padres y
al ambiente familiar. La obesidad infantil se desarrolla cuando el sistema auto regulatorio del
cuerpo no logra ajustar las influencias ambientales relativas a los antecedentes genéticos de
la persona. Debido a que el patrimonio genético no puede modificarse en menos de una
generación, es posible que los cambios en la nutrición y el estilo de vida sean factores
decisivos de la epidemia actual de obesidad.
Esta enfermedad se produce por un desequilibrio entre la ingesta energética y el gasto de
energía: la reducción de la actividad física y el aumento de la ingesta alimentaria
(especialmente de alimentos con un alto contenido en grasa, ricos en energía como las
golosinas y dulces, bebidas edulcoradas y comida chatarra) son las causas principales de este

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Trastorno En los niños pequeños, realizar actividad física por menos de los 60 minutos diarios
Recomendados y ver televisión por más de dos horas al día, son factores que pueden causar
efectos adversos para el sistema óseo y cardiovascular e influyen en la función cognitiva y el
desarrollo socioemocional.
Entre los factores prenatales que pueden producir sobrepeso en los niños, desde el nacimiento
hasta los cinco años de edad, se incluye el tabaquismo y la diabetes materna, y el sobrepeso
de la madre antes y durante el embarazo. Sin embargo, la Lactancia materna puede proteger
a los niños de la obesidad. Los posibles mecanismos de este efecto protector incluyen la
programación metabólica y el autocontrol de la ingesta alimentaria, adquirido a edad
temprana. Otra explicación posible es que la lactancia puede influir en el control de los padres
sobre los patrones de consumo del niño. Además, los bebés amamantados experimentan
diversos sabores a través de la leche de la madre, lo que puede permitirles una mayor
aceptación de aquellos alimentos generalmente rechazados, como las verduras.
La introducción de alimentos complementarios (cereales, frutas, verduras o carne) en la
alimentación del bebé antes de las 16 semanas de edad, en conjunto con un período de
lactancia breve (menos de 20 semanas), ha sido asociada al aumento de peso durante el
primer año de vida. Los estudios realizados sobre este tema, sugieren que la introducción
tardía de alimentos sólidos (no antes de las 15 semanas de edad) puede tener un efecto
beneficioso en la obesidad infantil y reducir el riesgo de reacciones alérgicas. El aumento
rápido de peso de bebés y niños pequeños parece constituir factores de riesgo de obesidad
posterior.
Los padres juegan un papel decisivo para ayudar a sus niños a desarrollar hábitos de
alimentación saludables y estilos de vida activos. Puesto que los niños imitan lo que ven, no
es extraño que la propia conducta alimentaria de los padres esté asociada con el
comportamiento alimentario y el peso de los niños. Ellos prefieren, de modo natural, los
sabores dulces y salados y no necesitan aprender a aceptar estos alimentos. Sin embargo,
cuando tienen la oportunidad de probar reiteradamente nuevos alimentos, como frutas y
verduras, adquieren el gusto por comidas que antes habían rechazado. Los estudios han
mostrado que este proceso puede tardar entre 5 y 16 intentos, antes que el niño acepte un
nuevo alimento.
Pese a que es recomendable que los padres limiten el consumo de snacks o colaciones poco
saludables por parte de sus hijos, y que los estimulen a consumir más frutas y verduras, la
restricción o presión excesiva respecto de la alimentación puede, en la práctica, producir
impactos negativos en la ingesta y el peso de los niños, pues altera su capacidad para controlar
naturalmente su consumo alimentario. La insistencia de los padres para que los niños coman
ciertos alimentos puede reducir las preferencias de los niños hacia ellos, en tanto que una
restricción excesiva puede reforzar el sobre consumo de los productos restringidos cuando
los pueden conseguir fácilmente.
Finalmente, los factores psicosociales que aumentan potencialmente el riesgo que un niño se
vuelva obeso, incluyen la condición socioeconómica, ser hijo único y tener una familia
monoparental.
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¿Qué podemos hacer para prevenir la obesidad infantil?


La prevención de la obesidad infantil debería estar en el primer lugar de tratamiento. Esto
requiere de un extenso programa de salud pública.
A la vez, se requiere de servicios de salud y educación para vigilar más efectivamente el
sobrepeso y la obesidad infantil, una identificación más precisa de niños con obesidad y
sobrepeso, y un apoyo mayor y más efectivo a las familias tanto para prevenir y como para
tratar este trastorno.
Los médicos pediatras son estimulados para que promuevan la prevención de la obesidad,
mediante la identificación y calificación de especialistas (profesionales de la salud,
nutricionistas, y especialistas del desarrollo infantil) para educar sobre el tema. Ellos también
deberían, en su trabajo diario, estimular, apoyar y proteger la lactancia, a la vez de promover
hábitos de alimentación saludables, fomentar la actividad física y limitar el tiempo que los
niños ven televisión. Además, deben recomendar buenos hábitos de sueño, dado que la
literatura reciente indica que dormir menos horas de las necesarias está asociado con
sobrepeso/obesidad, particularmente en los niños.
Las intervenciones deberían enfocarse hacia aquellas conductas modificables que pudieran
mejorar la salud o el desarrollo infantil, y hacia las conductas importantes para el desarrollo
y mantención de un peso saludable (por ejemplo, menos tiempo frente al televisor, mayor
tiempo de lactancia, reducción de refrescos e ingesta de azúcar, mayor actividad física).
Los padres y cuidadores deberían ser modelos positivos para las conductas alimentarias y
físicas de los niños. Deberían modelar conductas alimentarias saludables y hacer que los
alimentos saludables estén al alcance de sus niños, para reducir el riesgo de obesidad de éstos.
Al respecto, el conocimiento insuficiente sobre nutrición saludable, las conductas
alimentarias poco saludables y una reducida actividad física de los padres, puede conducir a
malos hábitos de alimentación y de actividad física de sus niños. De ahí que existen más
posibilidades para que un tratamiento sea efectivo si la familia (no sólo el niño obeso) es el
centro de la intervención, si se estimula a la familia a realizar los cambios necesarios en su
estilo de vida, si el tratamiento supone una duración significativa y si se centra en la
modificación de la conducta sedentaria y en una dieta adecuada.
Sin embargo, es probable que no se logre prevenir la obesidad si el ambiente del niño no se
orienta en este sentido. Por ejemplo, las investigaciones en la materia sugieren que la
reducción de la publicidad de golosinas ayuda a prevenir una conducta alimentaria
perjudicial. También debería mejorarse la calidad nutricional de las comidas y refrescos que
se sirven y venden en las escuelas. Los niños debieran ser estimulados para que bajen su
consumo de refrescos y otras bebidas azucaradas, aumenten su actividad física y reduzcan el
tiempo que ven televisión. Es necesario que a la brevedad se fomenten cambios macro
ambientales que promuevan la actividad física y el juego, para tratar profesionalmente la
epidemia de la obesidad.

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Referencias Bibliográficas:
Pérez Rodrigo C, Aranceta Bartrina J, Ribas Barba L, Serra Majem L. Ejercicio físico y
obesidad en niños y adolescentes en: Serra Majem L, Aranceta Bartrina J, eds. Obesidad
Infantil y Juvenil. Estudio enkid. Barcelona: Masson 2001; 139-148
Martul P, Rica I, Vela A. Tratamiento de la obesidad infanto-juvenil. An Esp Pediatr 2002;
56:17
Informe de la Unión Internacional de Promoción de la Salud y Educación para la Salud
para la Comisión Europea. Parte dos: La Evidencia de la Eficacia de la Promoción de la
Salud. Capítulo 7, 83-94. Disponible en http://www.msc.es/
Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI).La mesa Argentina en las últimas dos
décadas: cambios en el patrón de consumo de alimentos y nutrientes 1996-2013. Buenos
Aires, Argentina. 2016.
Organización Mundial de la Salud. Obesidad y Sobrepeso. [Internet] [Citado 2017 Abr 06].
Disponible en: http://www.who.int/mediacentre/f
Organización Mundial de la Salud (OMS); Establecimiento de áreas de acción prioritarias
para la prevención de la obesidad infantil en la población: conjunto de herramientas para
que los Estados Miembros determinen e identifiquen áreas de acción prioritarias, 2016.

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