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Algo de historia, golpes, traiciones y

aviones ilusorios con cupo limitado


10 Julio 2019

Por Carlos Fonseca Terán

La democracia no depende de que tal o cual partido gobierne; la Revolución sí. Por eso
la defensa de nuestro gobierno es antes que todo la defensa de nuestra Revolución,
que dignificó a nuestra patria. No se puede concebir Nicaragua sin Sandino y por eso
no se puede concebir la bandera azul y blanco sin la bandera roja y negra que la
rescató.

La lucha sandinista no empezó ayer, sino hace casi cien años; el Comandante Daniel
Ortega no salió de la nada, sino que es la historia viva de la lucha sandinista desde
hace casi setenta años. La Revolución Sandinista no nació con este buen gobierno,
sino que triunfó hace ya cuarenta años.

La lucha de seis años de Sandino, que derrotó a las mismísimas tropas


norteamericanas que habían invadido Nicaragua; la lucha guerrillera de dieciocho años
del FSLN contra la dictadura somocista; el enfrentamiento victorioso a la guerra de
agresión impuesta por el imperialismo norteamericano durante la primera etapa de la
Revolución; la lucha popular contra el neoliberalismo, encabezada por el FSLN; la
segunda etapa de la Revolución; el enfrentamiento victorioso al intento de golpe de
Estado fraguado por el imperialismo a través de sus insectos vendepatria: eso y mucho,
muchísimo más es la historia del sandinismo, cargada de heroísmo y de dignidad;
historia de triunfos y de derrotas convertidas en victorias, de momentos difíciles
superados por nuevos triunfos; historia de hazañas inéditas, como el hecho de ser la
única revolución triunfante por la lucha armada en este hemisferio después de la
Revolución Cubana, o el hecho de ser el sandinismo la única fuerza revolucionaria que
habiendo perdido el poder lo recupera, y que llega al poder por las balas primero y por
los votos después; historia en la que el Comandante Daniel Ortega ha sido protagonista
desde su adolescencia, en todas las etapas de la lucha revolucionaria desde la
fundación del FSLN.

En tiempos de Somoza, para ser sandinista había que vivir en las catacumbas, como
decía Leonel Rugama; si un sandinista era descubierto por la Guardia Nacional, era
asesinado o capturado y torturado, y no había amnistía ni indulto; para salir de la cárcel
había que hacer audaces operaciones militares, como el asalto a la Casa de Chema
Castillo en 1974 o al Palacio Nacional en 1978. Y eran torturas de verdad las que
recibían los presos, tan evidentes que hasta en las fotos oficiales de los presos eran
notorias las huellas de los golpes en el rostro. El Comandante Daniel Ortega aún
conserva una cicatriz en la frente de un culatazo con fusil Garand que le dieron sus
torturadores. Durante la insurrección del pueblo nicaragüense preparada, organizada y
dirigida por el FSLN, la Guardia somocista bombardeó las ciudades de Nicaragua,
causando 50,000 muertos. Eso, señores golpistas hipócritas y mentirosos... Eso era
una dictadura.

Y esa dictadura, la dictadura somocista, al igual que el intento de Golpe de Estado el


año pasado, fueron impuestos por el imperialismo norteamericano. La dictadura
somocista fue la prolongación de la intervención norteamericana derrotada por Sandino,
cuyo triunfo fue frustrado con su asesinato, planificado por Somoza bajo órdenes de la
Embajada de Estados Unidos, que lo instaló como gobernante mediante otro Golpe de
Estado, después de que ya había sido impuesto por los gringos como Jefe de la Guardia
Nacional, institución armada ilegítima que tuvo como primer jefe a un general de las
tropas invasoras norteamericanas. El somocismo inculcaba el odio, torturaba,
asesinaba, desaparecía personas, mentía, robaba, explotaba, todo con el apoyo y bajo
las órdenes de Estados Unidos; todo de idéntica manera que como ocurre ahora con el
golpismo, que es el somocismo de estos tiempos.

Los golpistas y algunos idiotas a quienes hasta ese calificativo les queda grande, se
asustan de que los sandinistas digamos PLOMO, sin saber que son las iniciales de
Patria Libre O Morir, la consigna que proclamó Sandino como respuesta a la insolente
exigencia de rendición hecha por los invasores yanquis, así como el militante sandinista
y poeta Leonel Rugama respondió a los guardias somocistas que lo llamaban a
rendirse: ¡Que se rinda tu madre!

Quién nos iba a decir que tantos años después, y luego de tantas guerras, ya con dos
décadas de paz, íbamos a tener que seguir cargando ataúdes de nuestros compañeros
muertos; muchos de ellos veteranos de dos guerras, ya entrados en años, y que
debieron volver a tomar el fusil revolucionario para defender una vez más su patria y su
Revolución frente a los peleles serviles del Imperio que pretendieron destruirla.

Los autollamados renovadores, traidores a la causa sandinista, fingen ignorar que todo
de lo que ahora ellos nos acusan haciendo coro con sus antiguos enemigos de la
derecha es lo mismo de lo que esa misma derecha vendepatria nos acusaba cuando
ellos, los traidores "renovadores", pertenecían a nuestras filas y no sólo eso, sino que
formaban parte de nuestra dirigencia política. Según su lógica y su cinismo sin límites,
cuando ellos mandaban esas acusaciones eran falsas, pero como ahora no son ellos
los que mandan, eso que a ellos mismos les decía antes la derecha esta vez es verdad;
esa misma derecha que por muchas ilusiones que se hagan esos traidores, no los va a
perdonar jamás, porque a los reaccionarios el odio no les permite perdonar, además de
que en todo caso, son ellos quienes causan agravio mediante la explotación y la
opresión, y todas las formas de violencia que ellas engendran; aunque eso lo deberían
saber bien los traidores, ahora que son de derecha y que comparten con ella el mismo
odio hacia el sandinismo.

Pero esa traición no es de ahora, sino que tiene su origen a inicios de los años noventa,
desde que ellos renunciaron al socialismo, al antimperialismo, a la lucha popular y al
carácter de vanguardia del FSLN. Desde entonces se sacaron el puñal que luego nos
quisieron enterrar por la espalda, pero no pudieron ni podrán. Pasaron de la renuncia a
los principios revolucionarios y la identificación con el reformismo socialdemócrata a la
más abominable identificación contrarrevolucionaria con la ultraderecha.
Hay quienes dicen (a veces de buena fe), que lo del año pasado fue un intento de
derrocamiento del gobierno y no un intento de Golpe de Estado, reduciendo este
término al hecho de que una parte del Estado derroque a la otra de forma ilegítima, e
ignorando así que un Golpe de Estado es en su significado más general, el
derrocamiento forzoso de un gobierno legítimamente constituido, estando la disyuntiva
en cuándo un gobierno es legítimo y cuándo no lo es. En el caso nuestro, lo es porque
fue resultado de elecciones conforme al ordenamiento político-jurídico de nuestro país.
El gobierno de Somoza no lo era, porque no se constituyó por voluntad popular, sino
por la de un gobierno extranjero, y en consecuencia no respetaba los derechos sociales
ni políticos, razón por la que en esa época ser sandinista era considerado un crimen;
igual que lo considera ahora la derecha golpista neosomocista.

Pero no sólo es eso. Ahora existe lo que se puede considerar como Golpe de Estado
de nuevo tipo, también conocido como Golpe Suave, para cuya aplicación hay un
formato elaborado por Gene Sharp y expuesto en un manual cuyo estudio fue
recomendado por el descerebrado Miguel Mora, mientras que apenas meses antes del
intento de Golpe, Félix Maradiaga lamentaba la muerte del creador de ese manual del
odio, a quien llamó su maestro que le cambió la vida.

En base a todo lo antes dicho, ahora los Golpes de Estado son llevados a cabo no
necesariamente por los Poderes del Estado institucionales, sino por los llamados
Poderes Fácticos, como los medios de comunicación, la empresa privada, los ONGs
financiados por agencias extranjeras (desestabilizadoras de gobiernos insubordinados
al poder mundial) e instituciones religiosas como la Iglesia Católica, que fueron en
nuestro país quienes se confabularon para el intento de Golpe, que además incluyó (por
si hiciera falta otra evidencia) llamados al Ejército para que tomara en sus manos el
poder, apostando en este caso los golpistas a que aún hubiera en el seno de nuestras
fuerzas armadas presencia de ex sandinistas traidores; pero se equivocaron y se
seguirán equivocando.

Es imposible que personas cultas, inteligentes y algunas que incluso en algún momento
fueron lúcidas, no sean capaces de identificar la descomunal manipulación mediática
que se llevó a cabo el año pasado en las redes sociales a través de las fakenews y todo
tipo de maniobras manipuladoras, que sin embargo suelen ser exitosas frente a
personas desinformadas, ignorantes y predispuestas a creer todo lo malo que se diga
de un gobierno contra el cual se les ha inculcado toda una serie de falsedades de
manera sistemática y sostenida en el tiempo, haciéndose uso para ello de las más
avanzadas técnicas científicas de manipulación de la mente humana.
Y aunque la cultura, inteligencia y lucidez mental no es lo que más abunda en las filas
golpistas, lo antes dicho hace evidente que las escasas cabezas pensantes del Golpe
y alguno que otro seguidor espabilado, están muy claros de que la razón no está de su
lado, pero eso es lo que menos les interesa, porque su objetivo no es que prevalezca
la razón, sino el derrocamiento del mejor gobierno que ha tenido la historia de Nicaragua
(en unos casos por odio de clase, en otros por viejos y mezquinos resentimientos
personales palaciegos de cuando ellos mandaban en el FSLN), importándoles muy
poco si en el intento despedazan el país, porque para eso ellos ya tienen la seguridad
(quizás ilusoria para los traidores) de que el Imperio los acogerá con los brazos abiertos,
pero esos planes sólo pueden hacerlos quienes alcancen en el avión, si es que llegan
a montarse en una eventualidad semejante, que de todos modos no ocurrirá, porque no
lo permitirá la militancia sandinista al frente del pueblo y en defensa de la paz, la patria
y la Revolución.

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