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Universidad de Guadalajara.

Centro Universitario de Ciencias Sociales


y Humanidades (CUCSH).

Posgrado: Maestría en Desarrollo Local y Territorio.


Materia: Investigación I
Docente: Dr. Luis Felipe Cabrales Barajas.
Alumno: Juan Carlos Díaz Herrera.
Asunto: Análisis de Lectura.
Título de Lectura: “El paisaje agavero de Tequila: un
modelo claro oscuro de gestión del patrimonio
cultural”.
Fecha de Entrega: 16 de Febrero del 2017.

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La nueva ruralidad está configurada por los esquemas de la globalización, que van
desde una transición de sistemas tradicionales a unos que favorecen los
mercados internacionales de commodities en especial los de bienes agrícolas.
Estos no pasan sin afectar las relaciones sociales productivas de aquellos
favorecidos por estos procesos económicos.

Para el caso que nos ocupa los municipios donde se encuentra la producción del
tequila son: El Arenal, Ametitán, Tequila, que son los principales y ya en baja
medida son Teuchitlán y Magdalena; cabe señalar que dichos municipios
albergaron apenas una cifra superior a los 100 mil habitantes. De hecho este
mercado está dominado por grandes compañías tequileras que en la actualidad la
mayoría ha sido comprada por capital extranjero, y los mecanismos de barrera
para ingresar al mercado son impuestos por la denominación de origen (DOT)
reconocida por EUA en 1994 y la UE en 1997, que es una forma en que estas
grandes compañías crean relaciones antagónicas dentro del territorio.

Como son estas grandes compañías excedentes en capital y recursos de todo tipo
en especial los financieros, nos permite observar como imponen un patrón de
crecimiento en el territorio que favorece sus intereses en detrimento de la
población, y este es el monocultivo de agave. En el sistema de producción del
tequila hay un nuevo factor parte de la diversificación y es el turismo, ya que este
servicio hace una mayor conexión entre una historia y conjunto de tradiciones que
nos permiten sentir conectados con ese territorio.

Las relaciones desiguales o antagónicas se basan en que en los procesos


productivos como el inicial de la plantación de agave, en este se tiende una
relación de poder que debido a fenómenos como la sobreproducción de este
insumo por la naturaleza de monocultivo favorecen a los grandes industriales, que
pueden incrementar sus ganancias de forma extraordinaria, pero lo que preocupa
es la explotación del patrimonio cultural y sus externalidades ambientales.

Hay cercanía con Guadalajara la segunda ciudad del país, lo cual favorece su
clasificación como un Sistema Agroalimentario Local (SIAL), una fórmula que ha

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sido explotada para vender mediante la ruta del tequila esta fórmula del servicio
turístico como diversificación de la industria.

El tequila no sólo forma parte de la idiosincrasia de Jalisco sino de México


también, ya que es una tradición que se remonta principalmente al período
prehispánico y con amplia difusión por los medios de comunicación nacionales en
los que se pone de relevancia significativa aquel período conocido como “la era de
oro del cine mexicano”.

El total de hectáreas que conforman el paisaje cultural del patrimonio tequilero


supera las 80,000, siendo de gran magnitud por su diversidad en suelo cultivada
ya sea superficie montañosa o de otro tipo, y la denominación de origen está
presente en 181 municipios del país, siendo obviamente Jalisco el de mayor
proporción con 125 (69.06% del total).

En el año de 1870 cuando desde hace años el clero mexicano deja de ser el
mayor poseedor de tierras debido a sus casi nulos beneficios económicos (bienes
de manos muertas), las consecuencias de las leyes de reforma configuran un
nuevo poder de terratenientes liberales donde la posesión de tierras les favorece
una relación y los industriales del tequila aparecen, dando una nueva clase
capitalista y destacando algunos por ser de los más acaudalados de la región.

Lo que desarticula este hacendado tequilero fue la revolución mexicana de 1910 y


los procesos económicos sociales, estos se dieron con el cardenismo que fue una
medida igual de progresista que las de Roosevelt en EUA, en la que la creación
del ejido significó más de 50,000 hectáreas que cambiaron de manos. Hay unos
pocos beneficiados menores a 5,000 personas y unos cuantos pequeños
burgueses propietarios de la tierra con dichas reformas.

Las relaciones de poder desigual siguieron mediante estrategias comerciales


como la intermediación o la compra del insumo por adelantado, como se dijo las
multinacionales en especial de Gran Bretaña y los Estados Unidos son las que
ejercen gran influencia mediante compras o acuerdos con las empresas tequileras

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mexicanas más grande, cabe señalar la importancia de México la séptima
potencia en el mercado de bebidas alcohólicas.

El tipo de mercado de acuerdo a su participación en él, podemos analizarlo como


de alta concentración ya que son sólo nueve empresas las que tienen gran poder
de mercado el 84% del total, dejando el resto a micro y pequeñas empresas, las
grandes producen más de tres millones de litros anuales, y las pequeñas menos
de 300 mil litros anuales, la institución encargada de regular el carácter formal de
esta industria es la Cámara Nacional de la Industria del Tequila (CNIT) fundada en
el año de 1959 y donde se logra hasta 1974 la famosa “Denominación de Origen”.

Las situaciones en las que se beneficia el campesino productor de agave son


pocas, en especial aquellas donde se celebran contratan donde el industrial tiene
que adquirir toda la cosecha, en esta situación las pérdidas se minimizan, de
hecho sorprende el hecho de que el mayor productor Casa Cuervo sólo tenga
pocos campos y la mayoría se rente a terceros.

Es un mercado con precios muy volátiles que ocasiones ha sufrido de un bajo


costo del insumo que es el agave, hasta precios más altos, de hecho esto fue
producto de la escasez que hubo en el año de 1999, llegando al pico de entre 16 y
14 pesos por kilo, actualmente el mayor input produce que este insumo tenga un
precio bajo en la actualidad. En ocasiones cuando hubo la escasez se optó
principalmente por la importación de agave, esto fue en gran medida para
preservar los márgenes de rentabilidad que necesitan los industriales en especial
las empresas grandes.

Desde el 2006 se vive un superávit en la producción del agave, que es producto


de una mala planeación en cuanto a su producción, teniendo en cuenta lo volátil
que resulta en especial los mercados de commodities a nivel global y nacional;
cosa que no es ajena a lo regional y local. El auge hizo crear escenarios a futuro
demasiado optimistas, esta sobreproducción ha hecho también dar más poder a la
relación desigual, en medida que también las políticas públicas destinadas a

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ayudar a los productores de agave han permitido un control y al fin un subsidio a
las empresas más grandes del ramo.

En contraparte el beneficio fue que los contratos de los productores de agave


aumentaron hasta la proporción del 70%, lo que resulta en mayores beneficios
económicos, para entender la volatilidad del precio del agave este se basa en ser
un insumo que no es bien básico de consumo, en términos económicos la
elasticidad de su demanda no siempre es constante, y esto es perjudicial para los
pequeños productores de agave que tienen que asumir dichos costos.

Las normas fitosanitarias han creado también conflictos ambientales que ponen en
riesgo el patrimonio del paisaje; ya que los químicos suponen un grave riesgo a
pesar de proteger los cultivos de agave de ciertas bacterias e insectos, además de
la baja rentabilidad, hay un gran abandono de la producción que ha pasado de 25
mil productores a 7 mil en el año 2012, lo criticable es que esto puede terminar en
escenarios peores en futuros cercanos.

Cuando se examina el turismo como una alternativa para el desarrollo local, este
apenas tiene implicaciones para los habitantes, ya que la ruta del tequila que es el
proyecto formal consolidado a partir de una serie de políticas públicas y privadas,
ha sido captada por el carácter oligopólico lo que algunos no dudan señalar como
una transición de un latifundio agrario a uno más sofisticado que se recibe el
nombre de “latifundismo financiero”, en esta el capital adquiere los derechos que
le da el patrimonio cultural y aparte del producto que es el tequila explota en su
gran parte este paisaje cultural, lo que da otra rentabilidad extra aparte de como
manipula el mercado (guardan grandes stocks de litros de tequila para mantener
un precio que favorezca ingresos más elevados).

Muchas compañías tequileros en este proceso del turismo cuentan con otros
servicios como hoteles, museos y otros. Pero han puesto un elemento natural
espontáneo del paisaje agavero en un instrumento mercantilizado, ya se montan
escenarios prefabricados con miras a tener beneficios económicos lo que erosiona

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el paisaje natural perjudicando la categoría de patrimonio cultural de la humanidad
otorgado por la UNESCO:

Es interesante ver en la medida, como este proceso despoja a los habitantes del
territorio de la mayor parte de los beneficios, siendo éstos captados por la
estructura de mercado hacia las grandes empresas tequileras controladas por la
jerarquía financiera por empresas transnacionales.

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