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¿Qué es la ingeniería? Un arte, ciencia, técnica tal vez. Seguramente los eruditos
académicos que han dedicado sus carreras a definir tal concepto han propendido
por encaminar la misma a través de las ciencias puras y aplicadas. No obstante,
Hardy Cross hubo de traer a colación - con ocasión a introducir el tema - la palabra
“arte”. Si, él consiente en que la ingeniería es el arte que resulta tras la aplicación
de diversos materiales y fuerzas materiales al servicio de la humanidad; sin
embargo, esa carga creativa no desliga de las producciones científicas, por ello
mismo, aduce una interpelación tanto de las ciencias como del arte.
Es importante para el autor, resaltar el rol que juega la ingeniería - a través del
ingeniero - en los fenómenos sociales por medio de la evolución de la historia, y
como desde la educación, se forma a ese “ser” capaz de transformar diversas
fuerzas y materiales, obtenidos a través del análisis de datos y variables, en
constantes respuestas a las vicisitudes de la humanidad.
Este artesano que nos acoge, aprovecha las producciones científicas como una
contribución a la humanidad en el camino a dar solución y análisis a los diferentes
interrogantes o fenómenos. No obstante, el ingeniero está a la vista de la actividad
humana, por lo que termina siendo más un humanista que un hombre de ciencia.
Es su tarea que las máquinas, las relaciones humanas (universo y naturaleza) y
la sociedad se interrelacionen a fin de atender la multiplicidad de varíales un poco
más allá de los habituales sendos proporcionados por los hombres de ciencia. Así,
los datos, cálculos y análisis de estos, se convierten en una guía de la pletórica
cantidad de circunstancias - importancia, probabilidades, obstáculos - con el fin
de realizar sus construcciones, en últimas, sociales (puentes, sistemas de vías,
vías férreas, conglomerados, utilización de recursos naturales).
Por ello, es indivisible que el ingeniero analice los símiles y disímiles de los
fenómenos físicos y sociales.
Ahora bien, el proceso de a través del cual se inmiscuyen sin fin de condiciones
que alteran la normalización estandarizada de los métodos y procedimientos,
ayuda al nacimiento de multiplicidad de soluciones a partir de tres puntos
fundamentales en la labor del científico creador: imaginación, visión y curiosidad.
Sin embargo, las herramientas DEBERÁN estar dispuestas incluso antes de que
sea indispensable usarlas. Es momento de innovar, y encontrar nuevas salidas a
través de la flexibilización y simplicidad; sin que novedad aclame por el
surgimiento de sistemas inútiles y fatuos, o por el contrario, implique la revaluación
de lo ya existente.
“Es más difícil enseñar reglas que entrenar el buen juicio”, expone H. Cross;
siendo ambos indispensables tanto en el periodo de educación como en el
despliegue de este en años venideros. El buen juicio, el juicio consciente solo será
fruto de la experimentación que a veces ni se logrará en las aulas o los laboratorios
dispuestos presuntamente para ello.
Es así como abstraemos que el ingeniero es un actor social que depreca tanto de
las ciencias puras y aplicadas como de las ciencias sociales para la construcción
de cultura, en últimas, de sociedad; a partir de la adaptación de fuerzas y
fenómenos naturales para el uso y conveniencia de las naciones a través de la
experticia ya adquirida, las circunstancias actuales y la evolución y canalización
de las probabilidades futuras. Es lograr que la obra “integre” la naturaleza, el
entorno, la sociedad a partir de la estética, utilidad y proporción conjunto a las
ciencias físicas en virtud de la realidad.