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ARTÍCULO

APRENDED, INDIOS POBRES...

Rebelión y poder
en la Araucanía y las pampas
(segunda mitad del siglo XVIII)
Daniel Villar y Juan Francisco Jiménez
Universidad Nacional del Sur

‘Aprended, indios pobres, esclavos, a matar españoles y a tener chapeados,


estribos de plata, chupas y calzones buenos así como nosotros
estamos hechos a hacerlo en los caminos, y no estar sujetos...’
(Palabras de seguidores del cacique corsario Llanketruz transcriptas
por el comandante de armas de Mendoza, José Francisco de Amigorena,
en carta al virrey Loreto, 1787.)

n 1771, en un documento español llamado

E Relación anónima de los levantamientos de


indios, un cronista hablaba de un desconoci-
do y dilatado territorio, ubicado en las lejanas
fronteras meridionales del imperio de Carlos III y
denominado Mamil Mapu por los nativos, al que
en su opinión mejor le cabría el nombre de Argel
disimulado. La metáfora apuntaba a lograr que
los burócratas españoles, relacionándola con la
de los corsarios berberiscos, se imaginasen la be-
licosidad de ciertos caciques de aquella comarca
y la virulencia de sus constantes ataques al vital
tránsito de caravanas que recorrían el camino en-
tre Buenos Aires y Chile pasando por Mendoza.
Dichos caciques acumularon poder y fueron capa-
ces de aunar voluntades y tejer una apretada tra-
ma de alianzas sostenida por la beligerancia de
sus conductas, la fuerza de sus lanzas y la eficaz
utilización de la ideología.

Figura 1. Toki. Hacha ceremonial, atributo de los señores


de la guerra entre los reche.

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Araucanía, la región pampeana y el norte de Patagonia. Los caldenes señalan
el Mamil Mapu y los caballos, los campos de castas. (Mapa elaborado por la
Mamil Mapu significa país del monte en mapu Lic. María Cristina Bayón (UNS), a quien los autores agradecen.)

dungum, el idioma de la Araucanía progresiva-


mente adoptado como lengua franca por las po-
blaciones indígenas del norte de la Patagonia y de
la región pampeana desde el siglo XVII en adelan-
te. Ese país del monte se correspondía con la re- le a mediados del siglo XVI, y se prolongó hasta la
gión natural de igual nombre, un área en la que primera mitad del XIX. Ocasionó la fusión y la fi-
dominan el caldén y el algarrobo (árboles del gé- sión, la desaparición y el surgimiento de grupos
nero Prosopis) y que va desapareciendo gradual- indígenas en las regiones de destino. Por ejemplo,
mente hacia el Este al hacerse prevalecientes los a ella se debe, durante la segunda mitad del siglo
pastizales de la pampa bonaerense. XVIII, la constitución del grupo conocido con el
No todos los indígenas del Mamil Mapu tuvie- nombre de ranqueles, habitantes de Mamil Mapu.
ron el mismo comportamiento ante los españoles. Los organizadores de malones o caciques corsa-
Algunos comenzaron en actitud de abierta rebe- rios (como los llamaron los hispano-criollos), ade-
lión y, cuando creyeron llegado el momento o más de sus destrezas bélicas, habilidades diplomá-
cuando las circunstancias los obligaron, pactaron ticas y manipulación con fines propagandísticos
con las administraciones coloniales de la frontera. del botín que capturaban, retornaron a un discurso
Seguramente supusieron que, de esa forma, se ideológico elaborado por los reche de siglos ante-
verían favorecidos en la puja por las hegemonías riores que les había proporcionado una justifica-
regionales. Otros persistieron en la rebeldía, inclu- ción a sus ataques contra los españoles. En ese
so al precio de su propia supervivencia. Aquellos momento, el contexto era distinto al vigente en el
y estos pagaron un alto costo en vidas, territorios siglo XVI, cuando reche y europeos se encontraron
y recursos. Aun cuando los primeros, asistidos por primera vez. Entonces el principal objetivo de
por el apoyo hispano-criollo, imaginaron que po- los nativos había sido la expulsión de los recién lle-
drían resultar vencedores en los conflictos entre gados, pero en la segunda mitad del siglo XVIII su
nativos, lo cierto es que no lo fueron, si el éxito se presencia constituía un hecho irreversible que
midiese con relación a dichos costos. cambiaba los propósitos de la rebelión.
Pero más allá de la suerte de los protagonistas,
la gesta de los rebeldes constituyó un capítulo En la Araucanía, entre la latitud del actual San-
más en el interesante y complejo proceso de mi- tiago (unos 34°) y la del golfo de Reloncaví (apro-
gración de poblaciones de la Araucanía hacia Puel ximadamente 42°), los españoles encontraron una
Mapu, el país del este, es decir, las mencionadas numerosa población indígena que les presentó
tierras del norte patagónico y de la región pam- una fuerte resistencia. Esos nativos –que los con-
peana. Esa migración existió desde antiguo, pero quistadores llamarían araucanos– eran los picun-
se intensificó cuando los españoles ocuparon Chi- che, los reche y los huilliche. La primera y la terce-

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Figura 2. Caupolican, líder rebelde del valle de Arauco,
armado con macana, lanza y arco y flecha. Siglo XVI.
Ilustración realizada por Fray Diego de Ocaña, jesuita que visitó
Chile a principios del siglo XVII.

con una sociedad con instituciones completa-


mente distintas de las nativas, que eran las pro-
pias de grupos tribales o de cazadores recolecto-
res. Una de las consecuencias de este proceso de
cambios fue la migración temporaria o perma-
nente de poblaciones de la Araucanía al norte de
la Patagonia y a la región pampeana. Se produjo
así la llamada araucanización de las pampas, un
fenómeno sobre el que, en los últimos años, se ha
actualizado el debate entre antropólogos e histo-
riadores, insatisfechos con su descripción y expli-
cación tradicionales. En la literatura especializada
más reciente, se esbozan enfoques nuevos que
esta nota intenta contribuir refiriéndose específi-
camente al caso del Mamil Mapu en la segunda
mitad del siglo XVIII, uno de los momentos de
apogeo de aquel proceso.
Durante los primeros cien años de contacto con
los españoles y en medio de un obstinado enfren-
tamiento bélico con ellos, los habitantes de la
Araucanía elaboraron –o actualizaron, si se tiene
en cuenta que antes de 1540 se habían opuesto a
la penetración imperial incaica– una ideología de
resistencia contra quienes consideraban intrusos
en su territorio. Su discurso proclamaba el odio
hacia los recién llegados, al tiempo que incitaba a
derrotarlos sin demora y descartaba actitudes
ra de esas denominaciones solo constituyen refe- conciliatorias o de negociación. Conscientes de
rencias geográficas (significan gente del norte y que se trataba de agravios insoportables para los
del sur, respectivamente). En cambio reche, que invasores, los alzados estimulaban la ofensa a los
quiere decir Los Hombres, posiblemente se aplica- cautivos y la profanación de imágenes y objetos
ra a todo el conjunto. En el siglo XVIII, ese nombre del culto cristiano. La exhibición de bienes suntua-
étnico fue perdiendo vigencia en favor de mapu- rios y sagrados arrebatados a los españoles, como
che (hombres de la tierra), al tiempo que cobraba ropas, cálices o incensarios, reforzaba el renom-
creciente importancia la reivindicación de su terri- bre de los caciques y de los grupos que protago-
torio. Por otro lado, desde tiempos muy anteriores nizaban los asaltos, al tiempo que producía temor
al arribo de los europeos, esos grupos trascordi- en la sociedad hispano-criolla. El aukan (la rebe-
lleranos mantuvieron relaciones con los pehuen- lión, la voluntad de resistir para triunfar, el objeti-
che, que vivían en los valles de ambos lados de vo de no someterse) se convirtió en patrón de
los Andes, entre los 38° y 42° de latitud, así como conducta de muchos indígenas, mantenido a lo
con los indígenas que llamaron tehuelche o puel- largo del tiempo. La condición de auka (rebelde,
che, afincados en el norte de la Patagonia y en difícil de sujetar, bravío), un calificativo negativo
sectores de la llanura pampeana. para los españoles, constituía una distinción para
Todas estas sociedades experimentaron gran- los nativos, que la ostentaban desafiantes en sus
des cambios a partir de mediados del siglo XVI incursiones y saqueos.
(desde 1536 en el Río de la Plata y 1540 en el te- Desde la perspectiva indígena, la rebelión per-
rritorio trasandino), producidos por la presencia mitía alcanzar dos objetivos. Primero, los llevaba
de los españoles y, en particular, por el ganado a sentirse liberados de las obligaciones que paula-
doméstico y los bienes manufacturados que es- tinamente pretendía imponerles la estructura co-
tos trajeron consigo y por el contacto prolongado lonial, las cuales les resultaban una gravosa carga

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económica y social y eran el origen de afrentas y
presiones agobiantes, al igual que la prédica de
los sacerdotes católicos. En segundo lugar, les da-
ba una oportunidad de resarcirse del daño que les
había sido ocasionado: en la noción indígena de
justicia, un agravio siempre generaba una deuda y
esta debía ser cancelada para restablecer el equi-
librio perdido. Por lo tanto, las afrentas de los es-
pañoles, reiteradas hasta convertirse en habitua-
les, creaban una deuda creciente, cuyo resultado
era una espiral incontrolable de violencia. Así, el
estado de guerra persistía indefinidamente y el
pueblo se transformaba, no en una horda de sal-
teadores consuetudinarios como con frecuencia
se ha querido presentarlos, sino en vindicadores o
acreedores que vivían en función del pago recla-
mado y del imperativo de hacer justicia y restable-
cer el orden trastocado por la presencia europea.
En sentido inverso, los indígenas que aceptaban la
doble carga de ser súbditos del rey y buenos cris-
tianos dejaban de ser aukas y quedaban reducidos
a la detestable condición de avasallados o someti-
dos al poder colonial. Si el aukan implicaba a un
tiempo liberación y resarcimiento de daños, su re-
presión constituía una nueva violencia que magni-
ficaba la lesión, aumentaba la deuda y daba reno-
vados motivos de resistencia. Dichos motivos se
fijaban en la memoria colectiva, viajaban en el
tiempo y en el espacio, y eran actualizados cuan-
do la oportunidad lo demandaba.

Con la llegada de los españoles a mediados del


siglo XVI, las formas de obtener, conservar, acre-
centar y transmitir el poder en las sociedades in-
dígenas de Araucanía también comenzaron a ex-
perimentar marcados cambios. Estas sociedades
tribales organizadas sobre la base del parentesco
reconocían la importancia de la figura del gran
hombre (big man), que cimentaba su prestigio en
la práctica guerrera, la habilidad oratoria, la mul-
tiplicidad de esposas y aliados y la acumulación
de bienes. Lo último le permitía realizar actos de
distribución que alimentaran adhesiones, gratitud
y renombre, no solo entre sus parientes sino,
también, en círculos más amplios.
Los grandes hombres reche recibieron la deno-
minación de ulmenes. De entre ellos surgían por
lo general los caciques que, años más tarde, a los
rasgos tradicionales del prestigio tribal, agregaron
la riqueza obtenida como botín capturado en in-
cursiones fronterizas y como resultado del inter-
cambio establecido con los hispano-criollos. Ad-
quirieron habilidad para negociar con estos últi-
mos y conocimiento de su cultura, incluso la capa-

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principal. Este, al llegar a la pubertad, recibía en-
trenamiento especial y se convertía en mensajero
o embajador de su padre, con lo cual multiplicaba
sus contactos, conocía a los aliados, se adiestraba
en el manejo de los negocios políticos y aprendía
quiénes eran los enemigos de los que convenía
cuidarse y cómo neutralizarlos.
La transformación del poder tribal y el afianza-
miento de los caciques fue visto con buenos ojos
y estimulado por los funcionarios de la corona,
pues con ellos podían negociar formas de convi-
vencia e intercambio. A su vez, los intereses eco-
nómicos, sociales y políticos en juego impulsaron
a los caciques a combatir disidencias y rebeldías
entre los indígenas, pues estas pondrían en peli-
gro los acuerdos fronterizos. La concentración de
poder por parte de ciertos linajes o familias enca-
bezadas por líderes predispuestos a transar con la
administración colonial generó la insatisfacción
de otros pertenecientes a linajes o familias menos
favorecidas, que no se hallaban en similar posi-
ción de usufructuar las ventajas que derivaban de
esas concertaciones.

Lo anterior contribuye a explicar por qué, des-


de 1750 en adelante, se advierten movimientos
migratorios hacia el este y un incremento en la
instalación de indígenas en el monte pampeano.
Mamil Mapu pasó a representar una tierra de
oportunidades alejada del control de los ulmenes
y de los hispano-criollos, aunque vecina a varias
fronteras: no solo las inmediatas –Mendoza y San
Luis– sino, también, otras más distantes pero pro-
Figura 3. El líder rebelde Lautaro armado con macana y arco y flecha, protegido metedoras, como las de Córdoba y la campaña
con casco y coleto. Siglo XVI. bonaerense rica en ganado y en bienes diversos.
Ilustración realizada por Fray Diego de Ocaña, jesuita que visitó Chile a principios del
Así, a lo largo de aproximadamente cuatro déca-
siglo XVII.
das, entre 1750 y 1790, se constituyeron y prospe-
raron en el Mamil Mapu diversos cacicazgos ca-
cidad de comprender y hablar la lengua castellana racterizados por su hostilidad para con los espa-
y hasta de comunicarse por escrito en ella. Ello re- ñoles y sus aliados indígenas. Esos caciques cor-
sultaba muy importante para los españoles que, sarios consideraban que el aukan constituía la me-
después de mantener una larga y costosa guerra, jor estrategia, a diferencia de los ulmenes procli-
optaron por ahorrar vidas y recursos procurando ves a la conciliación con los europeos. En sus co-
acordar relaciones pacíficas con los indígenas. mienzos, los aukas no disponían de los recursos
Desde mediados del siglo XVII, época del primer acumulados por los ulmenes. Solo después de
parlamento general de Quillín, hicieron lo posible consagrarse como líderes emprendedores y exito-
por encontrar interlocutores calificados entre los sos pudieron obtener muchas esposas, parientes
caciques. En ese contexto, comenzaron a desta- poderosos, grandes rebaños, relaciones y alian-
carse aquellos líderes capaces de amoldarse a la zas. La capacidad bélica fue su capital inicial más
nueva realidad y de tratar con la administración significativo, y si bien al principio era modesta,
colonial. Fue así que los caciques consolidaron su siempre encontraron mocetones dispuestos a in-
posición jerárquica y generaron mecanismos que corporarse a la empresa para escapar de la vigi-
les permitieran transmitir el poder a sus suceso- lancia de los conciliadores. Cuando comenzaban a
res, preferentemente al primogénito de la esposa circular noticias acerca de los éxitos de un cacique

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corsario en la guerra y el saqueo, su capacidad de dó a los caciques gobernadores que hiciesen lo
reclutamiento se incrementaba y los descontentos posible por evitar las incursiones, y que las pusie-
se sumaban a sus fuerzas. ran en conocimiento de las autoridades fronteri-
Los caciques aukas tendían a concentrarse en el zas si no lograban detenerlas.
ataque a convoyes que transportaban mercade- Pero por esos años, sin embargo, el conflicto en
rías desde Buenos Aires a Cuyo, con los que so- el Mamil Mapu comenzó a ceder en intensidad. Las
lían ir viajeros cargados de equipaje. Esos ataques autoridades de Mendoza y Chile habían tejido
les ofrecían inmejorables oportunidades de alzar- alianzas con algunos caciques rebeldes más pro-
se con cautivos, caballos, mulas, bueyes, aperos, pensos a pactar con ellas, y les habían prometido
ropa suntuaria, objetos de culto y bebidas. Las es- beneficios políticos y económicos. Consiguieron
tancias fronterizas, por su parte, tenían rodeos al
alcance de quien se atreviera a tomarlos. El repar-
to de las presas y los generosos festines celebra-
dos después de los saqueos, con vinos y aguar-
dientes importados capturados con el botín, forta-
lecían la fama del líder. Además, las bebidas con
alto contenido alcohólico –a diferencia de las chi-
chas locales que se avinagraban a los pocos días
de elaboradas– admitían el almacenamiento hasta
que llegase la oportunidad de distribuirlas entre
nuevos seguidores.
Ni los ulmenes ni el poder colonial podían tole-
rar que los caciques corsarios persistiesen en sus
propósitos. Los primeros veían en ello un peligro
para su propia estabilidad y los segundos, un ries-
go para la paz y los negocios de la frontera. No re-
sulta extraño, por lo tanto, que en las actas de los
parlamentos generales de Tapihue (1774), Lon-
quilmo (1784) y Negrete (1793), celebrados en la
Araucanía, se pusiera bajo la responsabilidad de
aquellos ulmenes el control de las incursiones al
este de la cordillera. Esta decisión confirma tam-
bién que buena parte de los guerreros aukas pro-
venían de las poblaciones extra-cordilleranas y
andinas, y que su actividad comprometía el pres-
tigio de los líderes conciliadores. Sin embargo, el
aukan no cesó. En el acta de dicho parlamento de
Lonquilmo se declaró enemigos de la corona a los
rebeldes, y se previeron castigos para ...los caci-
ques, capitanes de guerra, caudillos y parcialida-
des que por sí marcharen o diesen auxilio de gen-
te contra los citados pueblos de Buenos Ayres.
Tampoco este rigor dio frutos. En el parlamento
de Negrete, el gobernador de Chile, haciendo
constar expresamente que las previsiones toma-
das en Lonquilmo no habían tenido el efecto de-
seado de concluir con el problema, ordenó y man-

Figura 4. El líder rebelde Anganamon a caballo, con lanza


larga y casco. Principios del siglo XVII. Adviértase que
no solo está montado, sino que abandonó las armas que
se observan en las figuras 2 y 3, usadas en la lucha a pie.
Ilustración realizada por Fray Diego de Ocaña,
jesuita que visitó Chile a principios del siglo XVII.

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Figura 5. Portada de tres tratados sobre las guerras contra los indios
rebeldes de Chile. Siglo XVII.
(Cortesía de Empresa Editora Zig-Zag).

de esta forma, proporcionándoles el efectivo apo-


yo de unos pocos milicianos y soldados con ar-
mas de fuego, incorporarlos a su empeño por
combatir el aukan. La guerra se desplazó enton-
ces tierra adentro, con lo cual la administración
colonial evitó que los caciques corsarios conti-
nuase perturbando las actividades de la frontera e
hizo recaer el mayor esfuerzo bélico en sus alia-
dos nativos.
En 1788, una pequeña fuerza colonial aliada
con indígenas pehuenche del norte del Neuquén
y del sur de Cuyo dio muerte al cacique Llanke-
truz, quizá el más importante de los corsarios. Co-
mo consecuencia, se desarticuló el amplio siste-
ma de alianzas que este mantuvo vigente durante
más de diez años, y la violencia decreció transito-
riamente. Tal victoria constituyó un éxito de la po-
lítica colonial, que no solo utilizó la fuerza de sus
aliados contra los aukas sino que, también, apro-
vechó en su beneficio antiguos enfrentamientos

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Figura 6. Las paces de Quillín, primero de los parlamentos generales en Chile,
por las hegemonías locales, como la puja entre los 1641. Sin armadura, el gobernador, marqués de Baides, se encuentra
pehuenche y Llanketruz por el control de los pasos con el negociador indígena (el señor de la paz), que porta una rama
cordilleranos del sur de Mendoza y norte del Neu- de voye (Drymmis winteri) como símbolo de su actitud no
beligerante. Ilustrador anónimo.
quén. Por allí circulaban distintos bienes importan-

CONFLICTOS EN SOCIEDADES TRIBALES


En Blood revenge. The compensaciones. Araucanía durante la segunda bienes del enemigo. El malón
enactment and management * Las incursiones (raids), mitad del siglo XVIII, que tenía éxito si sus protagonistas
of conflicts in Montenegro and expediciones de un grupo puede ser aplicada también al no eran advertidos hasta
other tribal societies reducido que penetra caso de los grupos nativos de último momento y huían de
(University of Pennsylvania sigilosamente en territorio la pampa y norte de la inmediato con el botín. Los
Press, Philadelphia, 1993), enemigo con el fin de Patagonia en esa misma atacantes solían ser pocos,
Christopher Boehm analizó los apoderarse de personas y época. Se refirió en primer actuar por sorpresa,
conflictos en sociedades bienes y retirarse enseguida, término al tautulun, el preferentemente de noche, y
tribales y los clasificó en tres antes de que se produzca el propósito de vengar una eludir el combate. Por último
grupos: contraataque. muerte, un adulterio o un estaba weichan o la guerra,
* La represalia o vendetta * La guerra (war), un robo, equivalente a la cuya meta era la defensa de
(feud). Por ejemplo, el enfrentamiento activo y represalia de Boehm: un único un territorio o de la autonomía
asesinato de un integrante prolongado de comunidades ataque cuyas consecuencias de un grupo. En ella se
de una familia por parte de hostiles, con combates de saldan la ofensa a modo del comprometía toda la sociedad
los miembros de otra que gran escala. pago de una compensación. y se afectaban todos los
recibió una afrenta de la En Guerre et ethnogenèse Luego venía el malón o recursos disponibles. Los tres
primera. La venganza busca mapuche dans le Chili maloca, análogo a la incursión tipos de contienda,
reparar el daño y suele colonial. L’invention du soi de Boehm, realizado con el discernibles a los fines de su
ejecutarse siguiendo (L’Harmattan, París, 1998), objeto de apropiarse de análisis, no lo eran tanto en la
cuidadosamente reglas Guillaume Boccara estableció ganado y mujeres. Los realidad, y a veces se sucedían
específicas, tanto para matar una tipología similar para incursores no se proponían uno al otro en una escalada de
como para restablecer la paz explicar las contiendas en las demostrar valentía, sino violencia.
mediante el pago de sociedades indígenas de la astucia para apoderarse de

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les, demandados por los indígenas de los valles


andinos y los del otro lado de la cordillera, eran
trocados sobre todo por textiles, en tratos ventajo-
sos para los caciques del país del monte. Los ran-
queles alcanzaron el control del territorio de cas-
tas, que se extendía alrededor de 1770 desde el
sur de Córdoba hasta la costa atlántica al sur de
las sierras de Tandil, e iniciaron un activo inter-
cambio de yeguas y caballos por mantas y pon-
chos provenientes de la Araucanía y de la cordille-
ra, con los que alimentaron luego sus transaccio-
nes en la frontera cordobesa.
Las dos últimas décadas de dominación hispá-
nica se caracterizaron por un apaciguamiento del
aukan. Pero a principios del siglo XIX las guerras
Figura 7. Una caravana camino a Cuyo, en tránsito por la cordillera, según la de la independencia pusieron en crisis el poder de
ilustración de Famín. Similares a esta eran las que atacaban los los ulmenes, estrechamente ligado a la suerte de
caciques corsarios en el camino entre Mendoza y Buenos Aires. las autoridades coloniales, y abrieron nuevas
(Cortesía de Empresa Editora Zig-Zag).
oportunidades para los rebeldes. CH

tes para los pehuenche, como el trigo que recibían


a cambio de sal –un insumo crítico en el procesa-
miento de carne– extraída por ellos de salinas cu- Daniel Villar. Licenciado en
yanas. El riesgo de que los pasos andinos cayesen historia. Profesor titular regular de
en manos de Llanketruz había influido decisiva- las universidades nacionales del
mente para que los pehuenche se aliasen con la Sur y La Pampa.
administración fronteriza. dvillar@criba.edu.ar
Otro motivo de litigio pudo haber sido el acce-
so a los llamados campos de castas, al este del
Mamil Mapu, donde vagaban sin restricciones y
se reproducían en libertad numerosas manadas Juan Francisco Jiménez. Licenciado
de yeguarizos en estado ‘salvaje’, escapados de en historia. Referencista del Centro
las estancias fronterizas. Esos campos alejados de de Documentación Patagónica,
las fronteras habían sido relativamente poco fre- departamento de Humanidades,
cuentados por nativos hasta que algunos grupos Universidad Nacional del Sur.
rebeldes que recibirían el nombre de ranqueles re- Auxiliar docente en esta.
pararon en su importancia potencial. Los anima- jjimenez@criba.edu.ar

Lecturas sugeridas

BOCCARA G, 1999, ‘Etnogénesis mapuche: resistencia y reestructuración entre los indígenas del centro-sur de
Chile (siglos XVI-XVIII)’, Hispanic American Historical Review, 79, 3: 425-461.
MANDRINI RJ y ORTELLI S, 2002, ‘Los araucanos en las pampas (ca 1700-1850)’, en BOCCARA G, (ed.),
Colonización, resistencia y mestizaje en las Américas (siglos XVI-XX), Quito, Abya-Yala / Instituto Francés
de Estudios Andinos, pp. 237-257.
PALERMO MA, 2000, ‘A través de la frontera. Economía y sociedad indígenas desde el tiempo colonial hasta el
siglo XIX’, en TARRAGÓ, MYRIAM (ed), Los pueblos originarios y la conquista. Nueva historia argentina,
Buenos Aires, Sudamericana, pp. 343-382.
VILLAR D y JIMÉNEZ JF, 2000, ‘Botín, materialización ideológica y guerra en las pampas durante la segunda
mitad del siglo XVIII. El caso de Llanketruz’, Revista de Indias, LX, 220: 687-707.

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