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Mujer y Alquimia
Mujer y Alquimia
"Solo un hombre no podrá alcanzar esa meta: debe tener una compañera".
(Gustav Meyrink)
La obra de autores tan importantes como Titus Burckhardt, René Guénon, Fulcanelli,
Julius Evola y Mircea Eliade, ha servido, entre otras no menos fundamentales
cuestiones, para desentrañar lo que fue realmente la Obra Alquímica. Ellos han
demostrado que la Alquimia fue más que un mero antecedente de la química y
muchísimo más que la búsqueda de la transformación del oro .
Podemos decir que la Alquimia es ante todo la ciencia tradicional que busca lograr la
transformación de la naturaleza y del hombre, a través de procesos cuya semántica se
caracteriza por la utilización de conceptos y símbolos ante todo metalúrgicos.
Así, por ejemplo, en sus grabados será motivo frecuente la utilización de mujeres que
ayudan al alquimista -en especial entregándole los elementos del Ars Regia- en la
realización de la Opus Alchymicum; pero también podemos apreciar a través de sus
textos el gran misterio que significa el Matrimonio Químico, y cuyo fin es la creación
del Rebis, símbolo alquimista que se ha de identificar con el andrógino.
Pero no nos adelantemos. Tratemos con mayor profundidad algunas ideas esenciales.
Hemos dicho en primer término que es una ciencia tradicional. En efecto, tanto los
símbolos como significaciones esenciales de la Alquimia corresponden a un saber no
meramente intelectual. Es más, como saber tradicional su fuente no es siquiera humana.
Además, es conocimiento que se transmite, es decir forma un todo ininterrumpido e
inalterado; pues, como toda verdad, no puede sufrir alteración.
Ahora bien, para la Alquimia tanto lo femenino como la mujer son esenciales. Y
reduciendo aún más, podemos decir con precisión: la mujer es esencial (pues ella ya
incluye el elemento femenino).
Evola señala con relación a este asunto que "la Mujer de los Filósofos (símbolo de la
fuerza de vida) en cierto momento dejó de ser <<conocida>>: entonces la mujer
terrestre fue utilizada como un medio para alcanzarla de nuevo, gracias al vértigo y al
éxtasis que el eros puede producir entre los seres de los dos sexos" Esta "captura" de lo
femenino es justamente uno de los mayores logros realizados por la ciencia (ciencia
tradicional) hermética, la cual valorizó a la mujer de forma tan elocuente como lo
hicieron en su tiempo los Fieles de Amor, sociedad esotérica a la que perteneció entre
otros Dante, quien, según algunos, la habría presidido al renunciar Guido Cavalcanti
Su amor, entonces, se manifiesta en todos los pasos que ha de dar el iniciado en la Opus
Magnun. Ella lo inicia. Ella lo acompaña. Ella le permite cerrar el ciclo, completar en sí
mismo el símbolo de Ouroburos.
III.- EL MATRIMONIO QUÍMICO O LA GÉNESIS DEL ANDRÓGINO
Ya hemos visto que la mujer ocupa no sólo un papel en la Opus Alchymica, sino
muchos. Analicemos ahora con mayor amplitud el paso final, aquel que le permite al
iniciado ser más de lo que era en su etapa profana. Veamos el sentido oculto del
matrimonio químico.
La unión, o mejor, el acercamiento de dos fuerzas puede generar una tercera. Decimos
puede, ya que también es posible que las dos existentes se neutralicen o se extingan en
el momento del enfrentamiento. Si no ocurre esto, se crea una tercera fuerza. Si
trasladamos lo señalado a un terreno plenamente metafísico, y las fuerzas
comparecientes son mujer y hombre y ha de darse un resultado positivo (es decir, no
negativo, que no se trate de la anulación de los contrarios), este ha de ser el andrógino.
El tercer principio. El logro de la unidad primigenia. La concreción del momento
anterior a la Caída. Es el retorno al Paraíso. Es la mujer que alcanza la plenitud. Es,
también, el hombre pleno.
En cuanto a símbolos se refiere en los tratados alquimistas, así como en sus copiosos
grabados, la mujer es representada por el mercurio, y el hombre por el azufre. Ellos han
de realizar el matrimonio químico, es decir la muerte que nos permite la resurrección.
Tal es la importancia de este acto supremo -donde se unen los opuestos
complementarios, los principios universales de masculino y femenino- que Titus
Burckhardt dirá: "El casamiento del azufre y el mercurio, el Sol y la Luna, el rey y la
reina es el símbolo principal de la alquimia" . Tales palabras no carecen de razón, ni son
tampoco exageradas. Pues, si hemos sido capaces de darnos a entender, ha podido
captarse que si algo es la Alquimia es antes que cualquier otra cosa, la reunión de las
fuerzas naturales, a objeto de lograr un ser nuevo; lo cual sólo ha de lograrse a través de
la confrontación que ha de llevar a la muerte de un estado, para luego realizar el
misterio de la resurrección. Así ya no se es más el que se era, pues ahora hay en uno
nuevos elementos y, lo que es primordial, una nueva conciencia. Así, "los dos principios
-el Sol y la Luna, el Rey y la Reina- se unen en el baño mercurial y mueren (ésta es la
nigredo); su alma les abandona para volver más tarde y dar nacimiento al filius
philosophorum, el ser andrógino (Rebis) que anuncia la inminente obtención de la
Piedra Filosofal" . Sí, Luego de la muerte, es necesaria la resurrección.
En primer lugar es preciso indicar que éste es, como todo verdadero símbolo, algo
universal. No es privativo de un país o lugar determinado. Ni siquiera es propio del
Cristianismo, pues hallamos a esta deidad en el Egipto faraónico, y en la India milenaria
a través de Kali. Tampoco es signo que denota un exclusivismo racial.
Los asuntos que deben estudiarse de este símbolo, son, al menos, los que siguen:
a) El significado de lo virginal;
Respecto del primer punto hemos de decir que representa lo no expuesto, lo no visible,
la Naturaleza no tocada. En pocas palabras: la pureza y el misterio.
V.-CONCLUSIÓN
No hemos pretendido agotar un tema tan primordial como el que aquí hemos tratado.
Seríamos ingenuos si quisiéramos hacerlo. Nuestra intención, en verdad, es mucho más
sencilla; pero implica una tarea no menos valiosa. Lo que deseamos al entregar estos
cortos capítulos, es señalar desde una perspectiva tradicional aquello esencial que quiere
decirnos sobre la mujer (o el principio femenino) la simbología alquimista, y como
según los alquimistas ella puede ayudar al estudioso de la Vía del Espíritu a develar el
aspecto femenino de Dios. La comprensión de tal Verdad nos acercará cada vez más a
Su Luz.