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ZUBIRI UN FILÓSOFO CLÁSICO

La Filosofía Española en el Siglo XX: Unamuno, Ortega, Zubiri

Paulino Garragori
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1. EN EL LABERINTO DE LA FILOSOFÍA pensamiento -el expresivo testimonio Homenaje a Xavier Zubiri,


(Cinco lecciones de filosofía) editado por la Revista Alcalá (Madrid, 1953) principalmente, o las
referencias contenidas en algunos libros, no suplían la ausencia de
Tradición y expectativa sus propios escritos. Pero otros factores más impersonales y
sociales también colaboran en la magnitud de esa expectativa en
Contrasta el silencio, el escaso eco que en la sección crítica de torno a un libro de filosofía.
revistas y diarios ha obtenido el más reciente libro de Xavier Zubiri, Cinco
lecciones de filosofía (Madrid, 1963), con la llamativa resonancia que rodeó La posición de esta disciplina en las letras españolas es,
a su anterior estudio Sobre la esencia (1962). por especiales razones, enteramente singular. Es consecuencia de
la actuación de Unamuno y, más aún, de Ortega, por virtud de la
El contraste sorprende porque, además, envuelve la paradoja de ser cual los libros de filosofía pueden contar, en principio (máxime si se
el nuevo libro muy merecedor de comentario y difusión para que llegue a vinculan a la tradición que ellos promovieron), con un caudal de
cuantas manos gusten de la filosofía, y en cambio, el precedente tenía lectores superior relativamente al que acoge a libros semejantes en
asegurado el arribar a las mesas de los estudiosos, mas era ocioso señalarlo otros países. Para obtener esa vasta audiencia, Ortega como
a quienes no forman en esa reducidísima cofradía. El hecho, sin embargo, Unamuno contaban (según queda señalado en páginas anteriores),
no es casual, sino que responde a la compleja e insólita instalación de los por lo pronto, uno y otro con grandes dotes de escritor, y ambos
temas filosóficos en la vida intelectual española. también con su condición de hombres públicos debida a sus
intervenciones en la vida y la política nacional; pero además era
La situación particular del propio Zubiri contribuyó, sin duda, a la fruto de otras causas intrínsecamente intelectuales: la
extensa acogida que obtuvo tan metafísico estudio. Su primer libro, preocupación central de Unamuno, su agonía religiosa, es un tema
Naturaleza, Historia, Dios (Madrid, 1944), se había publicado hacía casi que se considera propicio para muchas conciencias ibéricas, por
veinte años, y entre tanto, acrecentado el prestigio de su autor por sus tradición inveterada y por el consabido imperio de la Iglesia en la
excepcionales cursos privados, que congregaban a selectos grupos atraídos sociedad española; y respecto a Ortega, ocurre que éste se
por la amplitud temática de sus conocimientos y las calidades personales de propuso -por motivos filosóficos- conformar su filosofía mediante
la exposición, más las dificultades de la presura de sus modos expositivos y una tentativa de pensamiento no sólo académica sino nacional y
la imposibilidad de consultar un texto correspondiente, iban suscitando una aun popular (decisión que se ha visto, ciertamente, oscurecida por
expectativa que tenía que desbordarse a la aparición de un nuevo libro suyo. la confusión reinante en este como en tantos otros aspectos de
Por otra parte, los contados comentarios entonces disponibles acerca de su nuestra cultura), y quiso, en consecuencia, hacer filosofía «en la
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plazuela que es el diario» y, según escribió, «seducir hacia la filosofía por Una entre las virtudes mayores del pensamiento de Xavier
medios líricos». El logro de esa aventura es patente, pero, a la vez -era Zubiri es, sin duda, su valía como historiador. Quienes recuerdan
inevitable-, la experiencia acarreó también efectos negativos con los que, su labor docente en su cátedra madrileña de Historia de la Filosofía
ulteriormente, sería menester enfrentarse. La insólita tesitura técnica y y el contenido de bastantes páginas del libro Naturaleza, Historia,
austera que Ortega quiso dar al libro La idea de principio en Leibnitz y la Dios, el cursillo profesado en la primavera del año 1963 y luego
evolución de la teoría deductiva, escrito en el año 1947, y que en 1958 recogido en el volumen Cinco lecciones de filosofía, constituye la
hemos publicado, inconcluso, entre sus obras póstumas, ¿obedeció quizá al renovación de una experiencia muy fértil y orientadora. La relación
deseo de cultivar una clientela más reducida y de compensar la .entre las doctrinas y su historia ofrece en el campo de la filosofía,
«vulgarización» quizá deformadora de su filosofía? Esta posibilidad, aunque como es sabido, una dependencia más estrecha y enteramente
problemática, parece verosímil. También las páginas de Origen y epílogo de distinta a la que mantiene en otras disciplinas. Ya en otro anterior
la filosofía (1960) tienen análogos caracteres. escrito suyo, «El saber filosófico y su historia» (incluido en
Naturaleza...), se refería Zubiri a esa interpenetración y subrayaba
Pero el hecho al que tratan de situar estas consideraciones es la que la «historia de la filosofía no es extrínseca a la filosofía
resonante acogida del libro Sobre la esencia, de Zubiri. y temo que vino a misma... La filosofía no es su historia; pero la historia de la filosofía
colmar por exceso esa pendulación hacia la «profesionalidad» en los temas es filosofía». Y esas consideraciones le conducían precisamente al
filosóficos. Para los numerosos lectores de habla castellana que agotaron problema en que consiste el núcleo argumental del nuevo libro, que
sus primeras ediciones se trataba de un alimento probablemente indigesto no es otro sino el escándalo de la discordia entre los filósofos. La
por su extremada concentración. Y acaso en algunos de entre los filosofía carece de un reconocido objeto propio, tal como lo definen
«seducidos hacia la filosofía» -es decir, de entre los que requerían «ser para sí cada una de las ciencias particulares, y en consecuencia, el
seducidos» para aproximarse a ella- se haya producido el desconcierto y la presente, la actualidad de la filosofía, se caracteriza, en primera
desilusión al reconocerse situados extramuros de la ciudadela filosófica. aproximación, por el contenido de su pasado conservado; es decir,
Pues bien: las Cinco lecciones del propio Zubiri son el adecuado y por su propia historia.
homeopático remedio para esa crisis de confianza ante la filosofía. Para
quienes estamos empeñados, con las fuerzas grandes o chicas de cada uno, De suerte que al representarnos la historia de la filosofía
en sembrar con razones filosóficas la mollera de nuestros compatriotas, tan penetramos, a la vez, en la existencia actual de la filosofía misma.
remisa para la teoría, el asunto tiene sensible importancia.
Pero el espectáculo de la filosofía en su historia por fuerza
sobrecoge, porque semeja al de unos náufragos que se debaten
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expulsándose unos a otros de un flotante asidero que, al cabo, carece Pero los motivos de la divergencia dentro de una disciplina
siempre de dueño. Las contradicciones entre los filósofos parecen una lucha pueden ser muchos y de muy variable importancia. Ya he advertido
en que los contendientes mutuamente se destruyen. Así, Kant, en el prólogo que la perspectiva del estudio de Zubiri se sitúa en profundidad,
a la primera edición de su Crítica de la razón pura, pudo escribir que «el tanta que es condición previa a la posible polémica doctrinal, pues
campo de batalla de una pendencia sin término es a lo que llamamos procura esclarecer la distinta idea que de la filosofía misma se
Metafísica». Pues bien, el intento de este libro de Zubiri no es exponer esa hacían cada uno de esos pensadores. Mas tampoco esta
polémica doctrinal sino algo más subterráneo: investigar el previo supuesto afirmación es suficientemente precisa. No se trata de distinciones
que la anima; es decir, la divergente idea' que de la filosofía misma han del orden de las que, por ejemplo, el propio Zubiri ha formalizado
tenido algunos de los más grandes pensadores: Aristóteles, Kant, Comte, en otros escritos suyos: la señalada entre la filosofía concebida
Bergson, Husserl. Bajo la apariencia de una denominación idéntica -filosofía- como un saber teorético acerca de lo que las cosas son, o como un
ocurre que los filósofos se forjan un objeto diferente de " ese viejo y, al saber rector del mundo y de la vida, o como una forma de vida
parecer, imprecisable tema y problema al que dedican su labor y aun su personal; análisis que podemos hallar en las páginas del ensayo
existencia personal. «Nuestra situación intelectual» (recogido en Naturaleza...). No; se
trata de una distinción fundada en el 'diverso «objeto» sobre el que
Al comenzar su primera lección nos anunciaba Zubiri que su se hace recaer a la indagación filosófica; es decir, en las distintas
propósito era suscitar la compleja impresión que, originada «por el choque «cosas» investigadas preferentemente por cada filósofo, por
de esas concepciones tan diversas de la filosofía», se produciría en cada considerar cada cual personalmente que tal es el preciso tema de
uno de sus oyentes. Y en el apartado siguiente intentaré a mi vez bosquejar la filosofía.
al lector el proceso de su ejemplar excursión por el laberinto de la filosofía.
Aristóteles, Kant, Comte, Bergson y Husserl,
sucesivamente, son sometidos por Zubiri a la perentoria pregunta:
El laberinto y su salida ¿Qué se entiende por filosofía en su pensamiento? y las
respuestas manifiestan inequívocamente una gran disparidad. Para
El propósito de Zubiri es, paladinamente, exponer las divergentes Aristóteles, el objeto de la filosofía es alcanzar una «ciencia
concepciones filosóficas de los aludidos filósofos; se trata, pues, de demostrativa del ente», donde ente significa cuanto es y en tanto
introducir al lector, sin ambages, en el seno de la discordia, en pleno que es. Para Kant, filosofía es la «ciencia de la razón», entendida
laberinto de la filosofía. ésta como fundamento de la inteligibilidad de las cosas. Comte, a
su vez, considera que el objeto propio de la filosofía es obtener un
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conocimiento de «el hecho en cuanto tal», según aparece en el sistema cuando en rigor no lo ha logrado. Y este malentendido sobreviene,
global de la moderna ciencia positiva. Bergson, difícil de resumirse en con frecuencia, por el defecto de un esquema introductorio en el
fórmula, cree que la filosofía consiste en el logro de una compenetración con que se adelante y declare qué es lo que allí se ha pretendido,
«el hecho inmediatamente dado»; por tanto, en un efectivo «saber de la cuáles son -por así decirlo- las concretas reglas de juego a que se
realidad». atiene el autor de la doctrina. Y, ciertamente, ningún espectáculo
resulta más desconcertante que el de las acciones de una
Y Husserl, por su parte, asimila la filosofía a una «ciencia estricta y competición cuyas normas ignoramos, pero ello es lo que
rigurosa» del mundo y de la vida considerados como «esencia fenoménica)). exactamente suele acontecer en las aproximaciones ingenuas a la
filosofía. Pues bien: estas «lecciones» se proponen hacer explícito,
Pero llegar a configurar en términos breves y concretos la idea de la al neófito en filosofía, «qué idea se forjaron de aquello a que se
filosofía propia a esos autores, sin ser nada fácil, no es ciertamente lo más han dedicado», cuál era el «objeto» sobre el que hacían recaer su
valioso del libro sino el plano y el itinerario construidos y ofrecidos en cada investigación los representantes de la filosofía analizados por
caso y en el conjunto del cursillo. En su «Advertencia preliminar» Zubiri Zubiri.
presenta su libro como unas páginas de «carácter elemental, meramente
expositivo y docente; me he abstenido en ellas de toda discusión o reflexión Para arribar a las frases antes citadas, que consignan la
crítica», escribe. Mas estas afirmaciones son demasiado restrictivas. Zubiri fórmula propia a cada uno, y entenderlas rectamente es menester
escribe la" Historia cum ira et studio -con pasión y aplicación- porque ello es al principiante partir de ese previo esclarecimiento. Pero lo difícil,
la condición precisa para introducirse en la efectividad de otras vidas claro está, es no perderse en el trayecto que establezca el
humanas. De hecho, la exposición es, en algunos puntos, crítica y aun itinerario. El acierto y el mérito de este libro residen especialmente
polémica; pero lo que ahora pretendo subrayar es la esclarecedora en el planteamiento y justificación' del desarrollo de ese camino.
interpretación del autor al elaborar el argumento del libro y en la articulación Destacando primero algunos expresivos rasgos históricos en el
de los conceptos particulares de los pensadores mencionados. entorno de los filósofos, Zubiri sitúa el horizonte singular con el que
cada uno, se enfrentó; luego, asistimos a la formalización del
El principal tropiezo que en el trato con la filosofía suele producirse problema individualmente planteado ante cada filósofo y, a partir de
es la difícil inteligencia del recto sentido de los textos conforme al propio ese problema, vemos constituirse los conceptos con los que él lo
pensamiento de su autor; pero, por lo regular, ello no acontece porque la define e intenta dominarlo, y cómo labra después la construcción
opacidad del escrito deje al lector al exterior de su significación, sino porque del sistema ideológico que 'sustentará la buscada solución. En
éste malentiende lo que lee; es decir, porque cree haber comprendido algún caso, como el de Kant, los rasgos históricos reaparecen para
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referirse a la recepción social de su doctrina y a la penosa humillación del impresión -en tal sentido- por él provocada en el lector se apoya en
libre pensamiento del filósofo ante el arrogante despotismo de las escuelas, las características de los filósofos seleccionados para el
las iglesias y la política cultural -llamémosla así- de los gobernantes que le experimento. Afirma el autor que su determinación ha sido casual,
correspondió padecer. Al término de su lectura las páginas de estas «cinco incluso «arbitraria»; pero esta expresión parece excesiva, a menos
lecciones de filosofía», sintéticas y nutridas, tan adecuadas para su de haberse procedido al azar; de hecho, salvo Bergson, los
inmediato objetivo, resultan por añadidura incitantes para una más extensa restantes filósofos pertenecen a la familia de los de temple
penetración en la obra total de esos grandes filósofos, pues la clave «científico». Si los estudiados fueran, por ejemplo, Platón,
facilitada por Zubiri en sus esquemas resulta singularmente orientadora para Descartes, Hume, Hegel y -directamente- el mismo Dilthey, la
avanzar en la temática y en el sistema de pensamiento de cada uno de ellos. discordia final aparecería con muy distinto aspecto en el ánimo del
lector. Aunque el «experimento» resultaría no menos esclarecedor
Sin duda, el juicio o la mera inclinación personal hallarán razones y perturbador.
para apreciar especialmente determinados capítulos del libro. Así, el
dedicado a Aristóteles se destaca, a mi entender, por el rigor y la minuciosa A la pregunta antedicha, Zubiri responde precisando que,
exposición, en. la que, pese a su brevedad, Zubiri ofrece una imagen que en efecto, «los filósofos no se entienden porque no están de
parece casi insuperable de la complejísima filosofía del fundador de «una acuerdo..., pero que en el fondo (aunque no estén de acuerdo) se
ciencia verdaderamente demostrativa»; la agudeza en la interpretación y la entienden entre sí». Y agrega: «y esta unidad extraña entre
riqueza de conceptos aristotélicos puesta en juego colaboran ajustadamente entenderse y no estar de acuerdo en nada, es lo que positivamente
en la síntesis. constituye un conflicto»; del cual, afirma, «no puede salirse por
combinaciones dialécticas, sino poniendo en marcha cada uno
En cambio, las incursiones finales en el pensamiento de Dilthey y de dentro de sí mismo... el esfuerzo de la labor filosófica». Cuestión,
Heidegger resultan problemáticas en cuanto complementos de la exposición por cierto, que contiene la aclaración del «escándalo de la
de Husserl. Si las alusiones a Heidegger pueden, en definitiva, sumarse al discordia entre los filósofos» y en este libro merecería algún mayor
conjunto, las fecundas ideas de Dilthey comparecen principalmente sólo tratamiento. (Es, a mi juicio, la cuestión de la inexorable
como ocasión para recordar su presunta descalificación por el propio «personificación» del «hacer» filosofía.)
Husserl.
Porque ¿es tan exclusivamente sólo personal el esfuerzo
En definitiva, y como conclusión, se pregunta Zubiri: ¿Es tanta la que sostiene la elaboración de una filosofía? Pienso que cabría
discordia que existe entre los filósofos? Señalemos, primero, que a mitigar el «conflicto» considerando que es inimaginable que no se
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hubiera producido, porque el nivel histórico desde el que en cada tiempo se en su prólogo se dice, a su labor universitaria -desde 1926 a 1942-,
hace filosofía y, en consecuencia, el horizonte de lo posible e imposible en y, por tanto, contiene los sumandos que su actuación personal
cada caso, es diverso en su concreta determinación. Pero esta reserva aportaba por entonces a la filosofía de nuestro país y nuestro
vendría a agregar un punto de posible discordia en la estimación del propio tiempo. Quisiera enunciar algunos de los rasgos más relevantes y
conflicto, y lo que me he propuesto destacar ahora no es la conclusión en analizar el que, según veremos, ofrece actualidad y originalidad
que rematan estas ejemplares lecciones de historia de la filosofía, sino los conjuntamente.
valores del argumento y método que tan diestramente nos conducen a ella.
Mas conviene no omitir algunas afirmaciones generales: en
El segundo libro de Xavier Zubiri, su magno estudio Sobre la esencia el año de su publicación, el grueso volumen de Zubiri -casi
(1962), apareció como el inicial de una serie de «Estudios filosóficos». La seiscientas páginas- era, aparte las Obras de Ortega en aquella
publicación de estas «lecciones» (1963), que los continúan parece confirmar fecha aparecidas (Editorial Espasa-Calpe, Madrid 1943, 3." edición,
esa decisión de romper un largo silencio como escritor y aportar su corregida y aumentada, 2 vols.), el libro de filosofía strictu senso de
contribución, con frecuencia y normalidad, al cultivo de la filosofía en mayor calidad y rigor publicado entre nosotros. y no sólo eso,
España. Y con un nuevo libro que resulta tan valioso para el aficionado o el porque, ciertamente, figurar entre los pares de los cultivadores de
estudioso como para el estudiante que se interne por el laberinto de la una disciplina donde ésta se halla en barbecho tampoco es
filosofía. demasiado, sino que el valor de sus páginas permite al libro
competir con holgura con lo mejor que por esas fechas aparecía en
los países de mayor tradición filosófica. La excepcionalidad del
2. EL PROBLEMA DE DIOS Y EL NUEVO ATEISMO libro quede, pues, señalada.
(Naturaleza, Historia, Dios)
Sumandos y un tema central Los sumando s que contiene son diversos por razón de su
heterogeneidad temática, pero en su tratamiento no resultan
La obra escrita por Zubiri, no abundante y dispersa, pudo llevar su distantes, porque los vincula, implícita o explícitamente, una
influencia sobre el curso de la filosofía española en el ambiente exterior a la dominante preocupación: el hondo problema que liga a los estudios
Universidad mediante la mencionada recopilación Naturaleza, Historia, Dios.. que el libro recopila es sólo uno: elaborar un conocimiento filosófico
Su aparición en 1944 coincidió además con el comienzo de las lecciones y capaz de integrar y dar razón de las ciencias físiconaturales, a la
cursos privados (antes aludidos) que iniciaban una nueva fase de su vez que del proceso del pensamiento filosófico en su historia, pero
biografía intelectual. Pero el contenido representa precisamente, conforme todo ello en forma congruente con una teología -la católica -de la
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que, al cabo, la propia filosofía del autor parece, como antaño, ancillar. Los nuestro tiempo, en el orden teórico y en sus consecuencias
tres términos del título de su libro -Naturaleza, Historia, Dios- hacen pragmáticas: la extensión del ateísmo. Que el mundo actual
inequívocamente ostensibles esos sucesivos polos temáticos de sus cambia a una velocidad desconcertante es cosa obvia; que son,
páginas; que no se corresponden, sin embargo, con las tres partes del por ejemplo, grandes y decisivos factores para esas mutaciones el
contenido, en las que se atiende a los hechos en su concreta complicación. desarrollo tecnológico -la bomba atómica es sólo una de sus
Los capítulos de historia de la filosofía son páginas muy precisas, consecuencias mayúsculas- y la promoción de la mujer a su
orientadoras e innovadoras; así como sus esfuerzos por conceptuar los actuación social en paridad con el varón, resulta indudable. Pero
descubrimientos de la nueva física que, aunque corresponden a lo que Kant ambos factores, mayores, presumo, que cualesquiera otros, son
llamaba el «seguro camino de la ciencia», se hallan en constante Y profunda menos radicales que el eclipse de Dios y la propagación del
rectificación, pues, paradójicamente, el conocimiento científico, por su propia ateísmo, sin duda el suceso de máximo calado y consecuencias en
índole progresivamente perfectible, sin cesar remueve y renueva sus el ámbito de la cultura contemporánea y en la orientación de las
revocables exactitudes, sus definiciones y conceptos metódicos. vidas por ella influidas; aunque, ciertamente, el hecho ofrece una
extensión e intensidad muy diversas.
Va insinuado en lo antedicho que Zubiri, como Unamuno, a quien
apenas se asemeja, salvo su condición de vascongados -que no es leve-, es
también un «pensador religioso»; es decir, un filósofo para quien lo Actualidad del ateísmo
fundamental habita en la región de la religiosidad. Circunstancias de orden
personal confirman esa instalación de su mentalidad, pero queden aquí En su más visible apariencia, esa novedad presenta ciertos
supuestas para enfrentarnos con sus resultados. avances espectaculares que, sin embargo, resultan de
problemática interpretación. Si se nos dice que los centenares de
La quinta edición de Naturaleza, Historia, Dios (1963) se incrementó millones de chinos se han convertido del confucianismo budista al
con un ensayo, «Introducción al problema de Dios» -escrito quince años ateísmo beligerante por obra del marxista Mao, temo que ese
antes, 1948-, de gran oportunidad en ese libro, pues se articula con su otro hecho, en su histórica realidad, sea algo de lo que es difícil hablar
precedente estudio «En torno al problema de Dios» (y también con los en forma debidamente responsable. Aparte el grado de efectiva
capítulos finales, procedentes de un curso sobre «Helenismo y sustitución de una por otra doctrina en las conciencias, ¿no es el
cristianismo»). Y en esta ocasión voy a limitarme a algún comentario a este budismo una religión sin divinidad concreta? Más inequívoco
conjunto, que al singular valor y originalidad de sus páginas suma la más parece el dato, reconocido en el aula del Concilio Vaticano II, de
viva actualidad, pues contiene un enfrentamiento con una cuestión capital de que el número de cristianos decrece proporcionalmente en el
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mundo desde hace ya bastantes generaciones. La crisis de otras Un conjunto de escritos igualmente representativos puede
confesiones religiosas -la árabe, japonesa o hindú, por así denominarlas-, hallarse en el volumen que reproduce las intervenciones de la
ofrece, relativamente, análogos caracteres. Al parecer, es la impregnación «Semana de los Intelectuales Católicos», dedicada en París al
occidental contemporánea la que produce o colabora en ese alejamiento de tema Mundo moderno y noción de Dios (Valencia, 1966): el
Dios. Mas, por otra parte, ¿es el término «ateísmo» el adecuado para cardenal Feltin abundó en pronósticos sombríos en su alocución de
caracterizar a ese histórico fenómeno? El a-teo es el que niega al Dios, pero clausura y afirmó que «Suponer otra cosa sería esperar un milagro.
ese Dios negado será el previamente afirmado en el ámbito donde la No seamos ingenuos -agregó-, nuestra generación no volverá a
negación acontece. El alcance significativo del término se contrae, pues, al encontrar repentinamente la noción de Dios» (pág. lo). Entre las
del panteón del pueblo del ateo. Sin embargo, afirmar que la significación del aportaciones que el libro contiene destaca la de Jean Lacroix,
hoy llamado ateísmo -por ejemplo, entre los más explícitos, el de Feuerbach, quien precisamente desarrolla un análisis de los valores filosóficos
Marx, Freud, Wells, Russell o Sartre -se define- según pudo ocurrir a Vanini - y religiosos que el «ateísmo contemporáneo» ha sabido manifestar;
como una negación condicionada por la previa afirmación de un particular y otro sorprendente testimonio del agostamiento de la propia
theós, o la del inventariable panteón de las confesiones históricas, sería inspiración religiosa se contiene en la intervención de Albert Beguin
demasiado literal. El ateísmo contemporáneo implica, ciertamente, un acerca de la actual literatura cristiana, pues llega a la conclusión -
enfrentamiento -en parte polémico- con las religiones positivas, pero aún que reconoce, en apariencia, absurda- de que sólo «existe una
más, una decisión o actitud afirmativa de contenido significativamente literatura cristiana: la de los no creyentes» (pág. 329).
positivo. y su extensión ha crecido hasta el extremo de que el obispo
anglicano de Woolwich, John A. T. Robinson, en su reciente libro The New Mas para comprender debidamente la estructura y el
Reformation?, incluya una singular conferencia en la que, de acuerdo con el estado de una situación en la que «Dios se ha convertido en el
título de la misma, desarrolla el tema «¿Puede no ser ateo un hombre ausente» (página 11) se requiere tener a la vista el precedente
auténticamente contemporáneo?». Y Zubiri frente al nivel ascendente del curso secular de tal retraimiento. Ciertas páginas de Ortega -la
actual ateísmo, ya escribía en 1935: «El mundo actual es tiempo de ateísmo, conferencia sobre Vives (O. c., IX) y los apéndices a la misma (O.
es una época soberbia de su propio éxito. El ateísmo afecta hoy, primo et c., V), así como el curso «En torno a Galileo» (O. c., V)- facilitan,
per se, a nuestro tiempo y a nuestro mundo. Los que no somos ateos, por ejemplo, precisas síntesis de ese proceso y muestran que el
somos lo que somos, a despecho de nuestro tiempo como los ateos de otras fenómeno ocurre menos por el empuje de la secularización cuanto
épocas lo fueron a despecho del suyo» (obra citada, pág. 395). por el descaecimiento histórico de la religiosidad en Europa, pues
las creencias de contenido religioso -como toda convicción
humana, entendida la creencia en el sentido del concepto
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orteguiano- se transforman y crecen o declinan en el curso integral de la el momento en que cabe situar ese paso del tema al problema
inquieta Historia humana, pero estas alusiones, que podrían multiplicarse, ofrece profundas diferencias. Situados en nuestro, propio
sólo tienen por objeto destacar aquí la profundidad de la cuestión de la horizonte, el del mundo occidental definido por la tradición en que
actualidad del ateísmo que, en el nivel de la estricta filosofía, vamos a ha brotado lo que llamamos cultura judeo-greco-latina-occidental,
confrontar en las madrugadoras páginas de Xavier Zubiri. la cuestión se centra, al menos principalmente, en los
acontecimientos del cristianismo.

Una distinción preliminar Para el cristiano, como para todo confeso, el tema de Dios
recibe la forma de una revelación: Dios es aquello que su
La importancia y complejidad del problema no requieren ser revelación enuncia. Pero sobre este tema, así recibido, indiscutido
ponderadas, pero sí es oportuno el subrayarlo. y así mismo, para intentar e indiscutible, cabe reflexionar. Esa reflexión tiene por objeto
reducir los inevitables malentendidos que se desprenden de una cuestión tan entender más y mejor a su Dios; por tanto, el estudiarlo en sus
enorme como la abordada, el adelantar algunas metódicas precisiones. concretas vertientes, posiblemente problemáticas. En la historia, el
paso a este planteamiento problemático puede ir movido por esa
Conviene distinguir previamente entre el tema de Dios y el problema pretensión de adquirir más conocimiento, pero, de hecho, ha solido
de Dios, y no por inoportuno respeto a los términos, sino a su origen, es ir animado de una intención polémica, en rigor, defensiva. El
decir, al lugar que a esoS conceptos corresponden en la experiencia hombre ha tratado de comprender más y mejor a su Dios cuando
humana. El hecho es que Dios aparece en la conciencia de los hombres se ha visto precisado a defenderlo frente a los hombres que
como un dato del mundo -en verdad, su complemento-, esto es, como un servían a otros Dioses. y en torno a esa teo-logía racional se ha ido
específico tema. y una vez instalado el tema -el objeto Dios- en la conciencia constituyendo un tratamiento intelectual, filosófico del problema de
de los hombres, conforme una adecuada historia de ese particular tema nos Dios.
mostraría -la mencionada «Introducción...» de Zubiri contiene un escorzo de
esa historia-, surge el problema de Dios; es decir, el problema que plantea el Pero en este estadio se cruzan diversos niveles que no
tema, el tema visto en su dimensión problemática. siempre quedan suficientemente de manifiesto. En la discusión
entre individuos que pertenezcan a diferentes confesiones --o que
En cada una de las diversas tradiciones y mentalidades que en su se sean mutuamente herético s- se parte de una diferencia entre
curso distinto nos conserva la Historia, la génesis del tema y aun la sus distintos temas, pero esta divergencia es con frecuencia
configuración que el mismo recibe son bastante heterogéneas. E igualmente, omitida para poder contender en el orden puramente especulativo
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del «problema». Y acaso convencido el oponente en el nivel problemático, En este horizonte, en el que ya predomina o sólo aparece
quisiera llevársele al acuerdo en el nivel temático, sin advertir que éste tiene el problema racional de Dios, es en el que se configura el ateísmo
su fundamento propio. contemporáneo. El cual consiste, según veremos, en un nuevo
paso que lleva a negar la validez del propio problema de Dios. En
La constitución de un pensamiento enteramente secularizado vino a el nuevo horizonte de ese ateísmo no hay tal problema. Se trataría
alterar tales planteamientos. El deísmo, el teísmo, la «religión natural», de un pseudoproblema que, como tantos otros, se ha ido
resorben el tema en el problema, o bien lo ubican en una región que, de desvaneciendo ante los nuevos planteamientos sólo racionales;
forma paradójica, se define razonablemente como extra-racional o como sería, por tanto, una hipótesis ociosa. No se desconoce que lo que
incognoscible. En este último caso, la razón, que ya no reconoce unos el hombre conscientemente ignora es inmenso Y que sobre ese
fueros propios a la fe de las confesiones religiosas, sin embargo, reconoce conocimiento no alcanzado caben, y aun proceden, hipótesis
un allende sus propios límites, sólo dentro de los cuales se afirma como heurísticas, pero tan irreductibles a lo adelantado por los teísmos
soberana. Un caso análogo -aunque inverso- pero representativo de este bajo la significación «Dios», que se considera preferible no
proceso de distanciamiento lo constituye el llamado fideísmo, que asume las utilizarla. Como concepto hueco, en una función meramente
verdades «de fe» pero reconoce la impotencia de la razón para llegar a ellas. estructural, pudiera resultar expresivo, mas con ello sólo se daría
Pierre-Daniel Huet (1630-1721) es autor de una excelente y atrevida lugar a una equivocidad creciente del vocablo más bien
exposición de esa tesis, que sólo apareció póstumamente: Traité desorientadora, pues los conceptos deben servimos para
philosophique de la faiblesse de l'esprit humain (Amsterdam, MDCCXXIII); esclarecer la realidad y no para interponerse inercialmente en
atrevida porque la reconocida faiblesse del humano entendimiento no puede nuestra investigación de ella misma.
dejar de proyectar su fragilidad a las creencias de ese mismo hombre. Por
ejemplo, cuando escribe: «Puisque toutes choses sont sujettes au
changement, il faut que j'y sois sujet moi-meme, et que je change d'heure en El camino hacia Dios
heure, et de moment en momento Pendant que je parle, je deviens un autre
homme; et encore que ce changement ne s'apper oive pas aisement dans si ¿Cómo se ordena la cuestión en estos textos de Zubiri? En
peu de temps, on le reconnoit aisément quelque temps apreso Comment forma resueltamente distinta a la habitual en las posiciones
donc un homme, qui est si changeant, si variable, et si peu constant en lui- tradicionales. Recordemos que al envite del ateísmo, desde esas
meme, pourra-t-il juger assurément de toutes les autres choses?» (pág. 62). actitudes, se replicaba ofreciendo «pruebas» razonadas de la
existencia de Dios.
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La multiplicación y heterogeneidad de tales pruebas constituía, como esencialmente, a mi entender, el planteamiento y análisis de la
es obvio, su más eficaz contraprueba. La dogmática católica, por su parte, primera de ellas.
afirma que mediante la luz de su razón el hombre puede conocer a Dios,
pero, prudentemente, no ha declarado irrebatible a ninguna de las pruebas
de los apologistas y sólo afirma dogmáticamente esa posibilidad. Obvio es Desde un nivel básico
que no se puede pretender más y a la vez decir menos.
El trabajo de Zubiri se sitúa, pues, muy explícitamente, en
El terreno en que deliberadamente se sitúa Zubiri es previo y el nivel del problematismo filosófico: «No trato sino del problema de
diferente al del planteamiento de tales presuntas pruebas. En su Dios, no de Dios mismo; sería absurdo pensar -afirma- que
«Introducción al problema de Dios» ofrece un esquema general del abordaje pretendo dar una demostración de la existencia de Dios... No se
de la cuestión, que es el siguiente: Habría «tres estadios en el trata sino de fijar la línea en que tanto la "demostración" como la
descubrimiento intelectivo de Dios» (pág. 359); en el primero ocurriría la "aprensión mediata" y racional de Dios puedan producirse; la línea
«mostración» de la «deidad»; el segundo conduciría al descubrimiento de la en que también -dice- se mueve, negativamente, el ateísmo» (pág.
«divinidad»; el tercero, a «Dios»; a cierta noción de «Dios» excluyente de las 363).
«concepciones de Dios que no satisfagan a [una] condición de
inteligibilidad» (pág. 360) en esas páginas defi.qida; y luego, ante la La primera interrogante que Zubiri se plantea es: «¿Existe
diversidad de posibles religiones susceptibles de que ese Dios habite en un problema de Dios para la filosofía?» y recuerda tres posibles
ellas, vendría «una decisión que ya no es cuestión de pura inteligencia, sino actitudes: la de quienes aspiran a probar la existencia de Dios, la
de fe» (ibídem). Entre esas posibilidades abiertas al hombre «hay una - de quienes niegan validez a tales concretas pruebas, la de quienes
escribe Zubiri- que consiste en que en la donación personal y libre de rechazan a priori su mera posibilidad. A su vez, esa última
realidad al mundo y a las cosas hubiera una donación en que Dios se diera afirmación puede tener un dual fundamento: el ateísmo, o bien la
personalmente al mundo: es el orto del cristianismo», concluye (ibídem). convicción de que la vía hacia Dios no es el tratamiento racionalista
de las teologías, sino otra vía sentimental o intuitiva. y advierte
Por tanto, el curso de la especulación filosófica tiene un largo camino seguidamente que su propósito va a consistir en esclarecer «el
que recorrer por sus propios medios antes de llegar a la frontera del acto de supuesto de toda "demostración" lo mismo que de toda "negación",
fe y a una confesión determinada. Ese camino impone, según Zubiri, las tres e incluso de todo sentimiento de la existencia de Dios» (pág. 364).
etapas apuntadas, y el estudio «En torno al problema de Dios» contiene Se trata, pues, de prima philosophia.
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A título de metódica introducción al argumento de su estudio, Zubiri Las tres cuestiones aludidas -mundo «exterior»,
resume el ejemplo análogo del logro alcanzado en la filosofía especificidad de la existencia humana y crisis de la noción de ser-
contemporánea en orden al problema del mundo «exterior», se refiere luego centran, en efecto, los logros de una nueva situación de la filosofía
al del esclarecimiento de la especificidad de la existencia humana y, más desde la que llegará a su tesis: el concepto de religación. Pero
adelante, a la crisis del concepto de ser. Ciertamente, tres asuntos capitales precisemos los análisis y los escalones por los que nos lleva y con
en la filosofía de nuestro tiempo. Esta acomodación de Zubiri es los que ilumina a esa noción.
explícitamente aludida por el autor en una nota al pie, en la que advierte:
«No soy sospechoso de falta de entusiasmo por la filosofía actual. Estas a) Mundo exterior.-«La filosofía actual ha logrado -escribe
mismas líneas son el testimonio más elocuente de ello; algunos de los Zubiri- por lo menos plantearse en estos términos el problema de la
supuestos que implican pertenecen formalmente a aquélla: quien conozca la realidad de las cosas: no son ni "hechos" ni "añadidos", sino un
filosofía de nuestro tiempo podrá identificarlos a primera vista» (pág. 395). Y, constitutivum formale y, por tanto, un necessarium del ser humano
en efecto, así es; aparte el nombre de Blondel, que aparece para ser en cuanto tal» (pág. 336). De esta suerte, el problema de la
eludido, y la fenomenología, más bien como antecedente, son los distintos y realidad del mundo exterior, cuestión siempre disputada en la
no lejanos planteamientos filosóficos de Ortega y de Heidegger -más filosofía -salvo para el realismo ingenuo-, queda sustancialmente
formalmente los de éste- los que me parecen sobreentendidos. transformado. El mundo exterior deja de parecer externo para
integrarse entretejido con los «mundos interiores» subjetivos en la
La importancia del ejemplo análogo adelantado por Zubiri es previa unidad de la existencia de la vida humana. «La exterioridad
esencial, pues, a mi juicio, el singular valor de su tesis consistirá en del mundo no es un simple factum, sino la estructura ontológica
descubrir, mediante el nivel logrado en esos nuevos planteamientos, una formal del sujeto humano». (pág. 365). Así, pues, «la existencia de
inexplorada posibilidad de enfrentarse con el problema de Dios. Lo que un mundo exterior no es algo que le adviene al hombre desde
Zubiri hace en este caso es, pues, lo mejor que cabe hacer en la inexorable fuera; al revés: le viene desde sí mismo» (ibidem), donde «sí
continuidad de la historia: asumir una herencia y promover nuevos frutos. mismo» no significa, como ocurría en el idealismo, la raíz de la
Sumar y seguir. posición de las cosas, sino que esa «posición es el ser mismo del
hombre. Sin cosas, pues, el hombre no sería nada» (ibidem),
concluye Zubiri tras estas consideraciones.
Los ejemplos metódicos
Pero las tesis de la filosofía actual, al transformar la
comprensión del llamado «mundo exterior», lo hacen
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transformando al mismo tiempo el planteamiento de la comprensión de la al humano existir. Entonces, el "sí mismo" no entra en aquel "es".
singularidad propia al modo de ser del viviente humano. Esto hace caer en la cuenta de que la dialéctica ontológica no es
una mera aplicación de "un" concepto ya hecho, el concepto del
b) La existencia humana.-La idea del hombre experimenta una ser, a nuevos objetos. No es evidente que haya un "es" puro y
esencial mutación. Ya no es concebido como una cosa -bien que abstracto que sea "uno". Por ello, la dialéctica del ser no es una
privilegiada- entre las cosas; ni tampoco como un ser cuya sustantividad simple aplicación ni una ampliación de una idea del ser a diversas
reside en la conciencia, la cual, por tanto, ocupaba una situación regiones de entes, sino una progresiva constitución del ámbito
fundamentadora. El nuevo análisis de la existencia humana lleva al mismo del ser, posibilitada, a su vez, por el progresivo
descubrimiento de un modo de ser que puede así caracterizarse: «La descubrimiento de nuevos objetos o regiones, que obligan a
existencia humana, se nos dice hoy -escribe Zubiri-, es una realidad que rehacer ab initio el sentido mismo del ser, conservándolo, pero
consiste en encontrarse entre las cosas y hacerse a sí misma, cuidándose absorbiéndolo en una unidad superior. Si se mantiene la idea de la
de ellas y arrastrada por ellas. En este su hacerse, la existencia humana analogía, habrá que decir que la analogía no es una simple
adquiere su mismidad y su ser; es decir, en este su hacerse es ella lo que es correlación formal, sino que envuelve una dirección determinada:
y como es» (pág. 368). La existencia humana revela además otra específica se parte del "es" de las cosas para marchar in casu al "es" de la
condición: «El hombre es llevado a conocer por su propio ser» (pág. 378). existencia humana, pasando por el "es" de la vida, etc. Como este
Mas, como veremos, lo conocido en el conocer se vincula al ser. La "es" no puede ser simplemente transferido a la existencia humana
ambigüedad del ser requiere, por fuerza, su propio análisis. desde el universo material, resulta, por lo pronto, absolutamente
problemática la ontología de aquélla» (pág. 380). Se ha llegado,
c) El concepto de ser.-«Como el hombre está abierto "hacia" las pues, a una crisis -por enriquecimiento- en el concepto del ser.
cosas, el "ser" que el entendimiento entiende primariamente es el ser de las
cosas... La filosofía debe -escribe Zubiri- interpretar este "hecho". Y a desde En este horizonte va a elaborar Zubiri su concepto de
antiguo se viene diciendo que el primer objeto adecuado del conocimiento «religación», y frente a esa crisis, a una calificación del ateísmo,
son las cosas externas. Y forzoso es añadir que esta adecuación se funda que primero trataré de exponer para luego analizar su
en que la existencia humana "consiste", en una de sus dimensiones, en estar confrontación con la actualidad del tema.
abierta, y, por tanto, constitutivamente dirigida hacia ellas. Por esto, todo
conocimiento de sí propio es constitutivamente un retorno desde las cosas
hacia sí mismo. La máxima dificultad de este conocimiento estriba en la Un cotejo metódico
forzosa inadecuación de ese "es" de las cosas, aplicado a lo que no es cosa:
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Se trata, pues, de filosofía. Pero de una filosofía planteada en un


histórico horizonte, que queda mencionado. Una mejor comprensión del Parejamente, en su relevante artículo «Dios a la vista»
condicionamiento de ese horizonte nos la procura siempre -y así lo hace (1926) (O. c, II), Ortega interpretaba el agnosticismo
Zubiri- un cotejo metódico con otras situaciones diferentes. «Nuestra contemporáneo juzgándolo como la actitud que, faltando «a la ley
situación -escribe- tiene un signo específico de época. Basta comparar la elemental de la perspectiva», se instala en «un paisaje [que] no
nuestra con lo que acontecía, por ejemplo, en la Edad Media. El hombre tiene últimos términos», que «renuncia... a las cosas
medieval se hallaba instalado generalmente no sólo en una fe, sino también "fundamentales" y se mantiene [en] un mundo sin fundamento, sin
en una teología: judía, musulmana o cristiana. Veía en primer plano la asiento, sin cimiento, islote que flota a la deriva sobre un misterioso
divinidad. Entonces fue una grave cuestión (para resolver la cual se elemento»; frente al gnosticismo, en el cual por el contrario, «las
necesitaron unas cuantas centurias) crear el área intelectual dentro de la almas tienen una acomodación a lo ultramundano sorprendente por
cual las cosas, dependientes de Dios, poseyeran, sin embargo, una lo extremada y exclusiva. Sólo existe para ellas lo divino; es decir,
verdadera realidad y actividad propias. Fue la idea de la causalidad lo que por esencia es distante, mediato, trascendente». Ortega
segunda, que permitió la constitución de una verdadera filosofía de la señala luego una emergente tendencia hacia la contemplación de
naturaleza que fuera algo más que una vaga metáfora teológica. Hoy, por el «una línea intermedia, precisamente la que dibuja la frontera entre
contrario, el hombre se halla ya en plena posesión de estas realidades uno y otro mundo. Esa línea en que "este mundo" termina le
naturales. Su ciencia y su técnica son su legítimo orgullo. pertenece y es, por tanto, de carácter "positivo". Mas, a la vez, en
esa línea comienza el ultramundo y es, en consecuencia,
Pero, con todo, es innegable que el hombre moderno se siente trascendente. Todas las ciencias particulares, por necesidad de su
aplastado y agobiado por el peso de sus conquistas sobre las cosas con que interna economía, se ven hoy apretadas contra esa línea de sus
trabaja. A diferencia de lo que acontecía en la Edad Media, de lo que se propios problemas últimos, que son, al mismo tiempo, los primeros
halla necesitada la inteligencia contemporánea es de una reversión hacia los de la gran ciencia de Dios». «Dios» al que Ortega considera como
problemas y las razones últimas el universo y de sí mismo» (pág. 346). Pero «asunto profano», «Dios laico» y no asunto de religión, y, en fin,
esa reversión, o cuando menos su sentida necesidad, estima Zubiri que según queda dicho, tema de ciencia y de filosofía "positiva". Y poco
también pertenece al momento contemporáneo: «En medio de la agitación después, Ortega volvería sobre el tema del fundamento y del
de nuestro tiempo, puede afirmarse, sin miedo a errar, que por afirmaciones gnosticismo en su curso ¿Qué es filosofía? (1929), donde
o por negaciones o por positivas abstenciones, nuestra época, queriéndolo o afirmaba: «Es el mundo un objeto insuficiente y fragmentario, un
sin quererlo, o hasta queriendo todo lo contrario, es quizá una de las épocas objeto fundado en algo que no es éL.. Ese algo tiene, pues, una
que más sustancialmente viven del problema de Dios», concluye (pág. 343). misión sensu stricto fundamentadora, es el ser fundamental. En las
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religiones aparece bajo el nombre de Dios esto que en filosofía surge como refiere a la vida en cuanto tal, sino a la persona. Mientras la vida
el problema (del ser fundamental o fundamento del mundo»> (VII, 333-34). transcurre y pasa, el hombre "es" lo que queda de "suyo", después
Idea de Dios, no desemejante, a mi entender, de la que, según vamos a ver, que le ha pasado todo lo que le tiene que pasar. Gracias a esta
Zubiri enuncia con precisión bajo el término de «deidad». trascendencia del ser del hombre respecto de su propia vida,
puede la persona humana volverse contra la vida y contra sí
mismo» (pág. 388). Las acciones del hombre, define Zubiri,
El concepto de religación y su justificación intelectual retomando una fórmula de la escolástica, lo son del supuesto, es
decir, de la persona. El ser del hombre «está, en algún modo,
Su punto de partida es, pues, el análisis de la existencia, y «todo el allende su existencia entendida en el sentido de "vida". La
sentido de lo que va a seguir -escribe Zubiri- consiste en tratar de hacer ver personalidad es el ser mismo del hombre: actiones sunt
que no está descrita la existencia humana con suficiente precisión si no se suppositorum, porque el supuesto es quien propiamente "es"»
dice sino que el hombre se encuentra existiendo» (pág. 368). Haciendo suya (pág. 369). Pertenece, 'v pues, el ser del hombre a la persona.
la interpretación de la vida humana según la cual el ser del hombre está
«abierto» constitutivamente, Zubiri afirma que «existir es existir "con" -con La persona se encuentra implantada en el ser..., mas -
cosas, con nosotros mismos-. Este "con" pertenece al ser mismo del agrega Zubiri, dando un decisivo y propio paso hacia adelante- «tal
hombre, no es un añadido suyo. En la existencia va envuelto todo lo demás vez fuera poco decir que el hombre está implantado en el ser»
en esta peculiar forma del "con"» (pág. 373). Mas ¿hay en la existencia algo (pág. 370). Pues es a través de la noción de persona como el
humano, que a juicio de Zubiri, no sea reducible a ella? En efecto, «El concepto de religación va a justificarse La argumentación de Zubiri
hombre -afirma- no es su existencia, sino que su existencia es suya. Lo que -mostración, según sus palabras- se explana a través de diez tesis,
el hombre es no consiste en el decurso efectivo de su vida, sino en este "ser que en síntesis afirman:' La persona se nos revela como un existir
suyo". Tratándose del [caso] humano, este "ser suyo" es algo tato coelo ya, en el sentido de ser un ente cuya entidad consiste en tener que
distinto a la manera como un atributo es propiedad de la sustancia. El "ser realizarse como persona. El hombre recibe, pues, la existencia
suyo" del hombre es' algo que, en cierto modo, está en sus manos, dispone como algo impuesto a él, de carácter misiva; no es que la vida
de él. El hombre asiste al transcurso de todo, aun de su propia vida, y su tenga misión, sino que es misión. La vida, en su totalidad, no es,
persona "es" allende el pasar y el quedar. En su virtud, el hombre puede por tanto, un simple factum. Esa imposición o impulso no procede
modificar el "ser suyo" de la vida. Puede, por ejemplo, "arrepentirse" y de las cosas, de éstas recibe el hombre estímulos y posibilidades;
rectificar así su ser, llegando hasta convertido en otro. Tiene también la el impulso es algo anterior. El hombre no sólo tiene que hacer su
posibilidad de "perdonar" al prójimo. Ninguno de estos "fenómenos" se ser con las cosas, sino que, para ello, se encuentra apoyado a
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tergo en algo, de donde le viene la vida misma. El hombre no sólo no es pues, así como la exterioridad de las cosas pertenece al ser mismo
nada sin cosas sino que, por sí mismo, no «es». Necesita la fuerza de estar del hombre (sin que por esto las cosas formen parte de él), así
haciéndose. Necesita que le hagan hacerse a sí mismo. Su propia nihilidad también la fundamentalidad... "pertenece" al ser del hombre...,
ontológica es radical. «No puede decirse -escribe Zubiri en el párrafo porque constituye parte formal de él el "ser fundamentado", el ser
decisivo- que esta fuerza seamos nosotros mismos. Siendo lo más nuestro, religado» (pág. 376). Pues bien, aquello «otro» a que el hombre en
puesto que nos hace ser, es, en cierto modo, lo más otro, puesto que nos este análisis se descubre religado es, para Zubiri, según antes
hace ser» (pág. 372). anunciamos, la deidad. «La religación -afirma- no nos coloca ante
la realidad precisa de un Dios; pero abre ante nosotros el ámbito
¿Qué carácter tiene ese «otro» que ahí aparece? El hombre, al de la deidad y nos instala constitutivamente en él. La deidad se nos
existir -según la tesis de Zubiri-, no sólo se encuentra con cosas que «hay» y muestra como simple correlato de la religación; en la religación
con las que tiene que hacerse, sino que se encuentra con que «hay» que estamos "fundados", y la deidad es "lo fundante" en cuanto tal»
hacerse y «ha» de estar haciéndose. Por tanto, que también hay lo que hace (pág. 375).
que haya. Pues bien, al vínculo con eso «otro» que nos hace ser es a lo que
Zubiri denomina religación. El tema de Dios no queda, por tanto, ni siquiera
propiamente encarado, ya que, afirma Zubiri, «no me propuse
«Estamos religados a lo que nos hace existir. Ese vínculo ontológico tratar de Dios, sino esclarecer la dimensión en que su problema se
del ser humano es "religación"» (pág. 372). Frente, pues, a las tesis que encuentra y está ya planteado: la constitutiva religación de la
afirman la autonomía ontológica del ser humano, Zubiri considera que la «la existencia humana» (pág. 386). No se trataría, pues, de un
religación nos hace patente y actual lo que... pudiéramos llamar la problema que puede o no aparecer, sino de una cuestión que está
fundamentalidad de la existencia humana» (ibidem). ya planteada por la realidad de la fundamentalidad que la religación
patentiza. «El problema de Dios no es una cuestión que el hombre
La religación, por tanto, no aparece como algo que adviene, sino que se plantea como pueda plantearse un problema científico o vital, es
el hombre consiste en religación. «La religación es una dimensión decir, como algo que, en definitiva, podría o no ser planteado,
formalmente constitutiva de la existencia» (pág. 373). Y sintetizando la según la urgencia de la vida o la agudeza del entendimiento, sino
analogía que orienta su argumentación, escribe: «Así como el estar abierto a que es un problema planteado ya en el hombre por el mero hecho
las cosas nos descubre, en este su estar abierto, que "hay" cosas, así de hallarse implantado en la existencia. Como que no es sino la
también el estar religado nos descubre que "hay" lo que religa, lo que cuestión de ese modo de implantación» (pág. 376). Por ello, afirma,
constituye la raíz fundamental de la existencia» (pág. 374). «En cierto modo, «el hombre está religado a la ultimidad porque en su propia índole
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es realidad absoluta en el sentido de ser algo "suyo". Y en cuanto religante, Honest to God, el antes citado obispo anglicano de Woolwich, John
la ultimidad es justo esa orla de ultimidad que llamamos "deidad"» (pág. A. T. Robinson, notable por la «honestidad» con que afronta la más
356). viva actualidad histórica, se puede leer: «La teología tradicional se
ha edificado sobre las pruebas de la existencia de Dios.
El análisis de Zubiri muestra, pues, que por la propia índole de la Psicológicamente, ya que no lógicamente, estas pruebas
vida humana el problema de la ultimidad se nos da ya como ineludiblemente presuponen que Dios tanto podría existir como no existir. La
planteado. Sin embargo, denominar a esta ultimidad o fundamentalidad con argumentación parte de algo cuya existencia todos admitimos (el
el término deidad envuelve interpretada como la primera de unas etapas que mundo), y apunta a un Ser situado allende el mundo, que tanto
llevarían al problema de la divinidad y, ulteriormente, al de una determinada podría como no podría hallarse allí. Tal argumento se propone
divinidad, lo que orienta este filosófico planteamiento al orden religioso; demostrar que Dios ha de estar allí, que su existencia es
cuyos problemas son ya otros que los aquí abordados, y que sería menester "necesaria"; pero la presuposición última es que existe un ente o
haber justificado o tratado por sí mismos. un ser "afuera", cuya existencia es problemática y ha de ser
demostrada. Empero, un ente así, incluso si pudiera ser probado
Lo comprobado en este penetrante análisis filosófico es, en sin discusión posible, no sería Dios: sería un mero pedazo de
definitiva, que hay lo fundamental, es decir, que entre lo que patentemente existencia, más distante que los demás, del que sería
hay como ese ente está su fundamentalidad. Es decir, que es menester perfectamente concebible que hubiera podido no estar allí, puesto
respetar la ley de perspectiva e integrar al paisaje todos sus términos que, de lo contrario, no hubiera precisado ninguna demostración...
incluyendo y reconociendo la efectividad de los más remotos como la de los Es preferible que procedamos en sentido inverso. Por definición,
más próximos. Y aún más, la ley de perspectiva, requiere, a mi juicio, el Dios es la realidad última. y no es posible poner a discusión la
atenimiento al principio ΰστερον προτερον, lo último lo primero; entendiendo existencia de la realidad última. Sólo podemos preguntar qué es la
por «último» el visible confín envolvente de cada horizonte. realidad última; si, por ejemplo, lo que en último análisis yace en el
corazón de las cosas y rige su marcha, ha de ser descrito en
categorías personales o impersonales. Así, pues, la cuestión
Tillich y Bonhoeffer teológica fundamental no consiste en establecer la "existencia" de
Dios como un ente separado, sino en avanzar por nuestros últimos
Pero el interés del esclarecedor ensayo de Zubiri se halla hoy arcanos hacia lo que Tillich llama "el fondo de nuestro ser"»
incrementado por su relación con actitudes y pensamientos de máxima (página 61 de la versión castellana Sincero para con Dios,
actualidad. En uno de los libros más justamente famosos en estos años, Barcelona, 1967). En efecto, las novedosas tesis del teólogo Paul
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Tillich (1886-1965), en la línea de la actual desmitificación religiosa, tras el descubrimiento de unas leyes según las cuales el mundo vive y
renunciar a un Dios situado en lo alto -el cielo-, y luego al situado en un fuera se basta a sí mismo en los dominios de la ciencia, de la vida social
del mundo, insiste en una visión según la cual «Dios no es una proyección y política, del arte, de la ética y de la religión) ha alcanzado en
"afuera", no es un Otro situado allende los cielos y de cuya existencia nos nuestros días una cierta culminación. El hombre ha aprendido a
hemos de convencer, sino que es el fondo de nuestro mismo ser» (ibíd., 47). componérselas solo en todas estas cuestiones importantes sin
«Fondo» que no ha de entenderse como alusión a los senos de la recurrir a Dios como "hipótesis de trabajo". Eso es ya evidente en
conciencia, sino en el más amplio sentido: «El nombre de [la] profundidad las cuestiones científicas, artísticas e incluso éticas, y ya nadie
infinita e inagotable y el fondo de todo ser es Dios. Esta profundidad -escribe osaría ponerlo en duda; pero de un centenar de años a esta parte
Tillich- es lo que significa la palabra Dios. Y si esta palabra carece de ha ido haciéndose asimismo cada vez más válido en las cuestiones
suficiente significación para vosotros -agrega-, traducidla y hablad entonces religiosas; hoy día resulta obvio que sin "Dios" todo marcha ahora
de las profundidades de vuestra vida, de la fuente de vuestro ser, de vuestro tan bien como antes. Igual como en el campo científico, también en
interés último, de lo que os tomáis seriamente sin reserva alguna. Para el dominio humano "Dios" va siendo rechazado cada vez más lejos
lograrlo, quizá tendréis que olvidar todo lo que de tradicional hayáis y más fuera de la vida: en ella está perdiendo terreno» (citado por
aprendido acerca de Dios, quizá incluso esta misma palabra. Pero si sabéis Robinson, ibíd., pág. 68).
que Dios significa profundidad, ya sabéis mucho acerca de él. Entonces ya
no podréis llamaros ateos o no creyentes. Porque ya no os será posible
pensar o decir: la vida carece de profundidad, la vida es superficial, el ser Ateísmo «simpliciter» y diversos ateísmos
mismo no es sino superficie. Si pudierais decir esto con absoluta seriedad,
seríais ateos; no siendo así, no lo sois. Quien sabe algo acerca de la Esta alusión final nos conduce de nuevo a la cuestión del
profundidad, sabe algo acerca de Dios» (ibíd., 47). ateísmo. ¿Cuál es la imagen del ateísmo que frente a la noción de
deidad se configura en las páginas de Zubiri? Ya he adelantado
La analogía entre las páginas de Zubiri y estas tesis de Tillich, tan algunas referencias al tema; pero Zubiri lo aborda directamente,
expresivas del momento presente, parece abonar el acierto de aquéllas. Y dando del ateísmo la siguiente interpretación:
no menos recuerdan al planteamiento que dejamos citado (pág. 346 del libro
de Zubiri) estas consideraciones de otro teólogo hoy muy relevante, Dietrich «Conviene dejar consignado -escribe- que un verdadero
Bonhoeffer (1940-1945): «El movimiento que se inició poco más o menos en ateísmo es cosa por demás difícil y sutil» (pág. 391). Elimina Zubiri
el siglo XIII (no voy a perderme ahora en una discusión acerca de su época seguidamente de su consideración el caso del «ateísmo práctico»,
exacta) y que tendía al logro de la autonomía humana (entendiendo con eso es decir, presumo, el de quienes en la práctica de su vida se
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comportan como si Dios no existiese, aunque quizás aseguren creer en Dios que él es Dios, que se basta totalmente a sí mismo. Pero entonces
si se les demanda; y elimina igualmente el ateísmo del que niega al no se trata propiamente de negar a Dios, sino de ponerse de
determinado Dios de una determinada confesión, para investigar el ateísmo acuerdo sobre quién es el que es Dios. Es posible que se diga -
simpliciter, el «verdadero ateísmo». Aceptemos, para los efectos de esta adelanta Zubiri- que hay quien renuncia de tal modo a Dios, que no
exposición, que, como hace Zubiri, pueda hacerse análoga la deidad con la admite ni el endiosamiento de la vida. Mas ¿de dónde recibe su
más determinada noción de «Dios». Y así mismo que dada la equivocidad fuerza y su posibilidad esta actitud sino de ese omnímodo poder de
del concepto ateísmo, a que antes he aludido, quepa referirse a un ateísmo negar, tras el cual se oculta la omnipotencia misma del negador y
simpliciter, al «verdadero ateísmo». de la negación? Negar, en el ateísmo, el endiosamiento de la vida
es expeler la vida fuera de sí misma y quedarse solo, sin su propia
La deidad, Dios, son, según hemos visto, el fundamento de la vida. No se ha endiosado la vida, pero sí la persona. El ateo, en
existencia, y el ateísmo, para Zubiri, va a consistir en el «olvido» o la una u otra forma, hace de sí un Dios. El ateísmo no es posible sin
negación del vínculo de la religación que establece el fundamento de la vida un Dios» (pág. 393). En definitiva, pues, para Zubiri el «ateísmo»
personal. Pero, ¿cuál es el modo de producirse tal distanciamiento? «En la es siempre y por fuerza a-teísmo, una actitud de negación o
medida en que se está disuelto en la complicación de la vida, se está sustitución, por tanto, consecutiva a una preexistente posición de
próximo a sentirse desligado y a identificar su ser con su vida. La existencia afirmación.
que se siente desligada es una existencia atea, una existencia que no ha
llegado al fondo de sí misma. La posibilidad del ateísmo es la posibilidad de En el actual horizonte de la problemática del ateísmo, ese
sentirse desligado. Y lo que hace posible sentirse desligado es la carácter «consecutivo», «secundario», es constantemente afirmado
"suficiencia" de la persona para hacerse a sí misma oriunda del éxito de sus desde las posiciones religiosas. Y aún más, el a-teísmo actual es
fuerzas para vivir. El éxito de la vida es el gran creador del ateísmo... interpretado como una negación, concretamente, del Dios cristiano.
Asíel cardenal Koenig, presidente del Secretariado para los No-
Así desligada, la persona se implanta en sí misma en su vida, y la Creyentes, recién creado por la Iglesia Católica -de título ya
vida adquiere un carácter absolutamente absoluto... De aquí resulta que la expresivo-, ha declarado que su objeto es estudiar las raíces del
forma fundamental del ateísmo es la rebeldía de la vida» (pág. 392). Sin «ateísmo poscristiano», por considerar que tal es el carácter del
embargo, se pregunta Zubiri, «¿puede llamarse a esto un verdadero que hoy obtiene creciente manifestación.
ateísmo? Lo es, en cierto modo, en el sentido que acabo de indicar. Pero, en
el fondo, tal vez no lo sea. Es más bien la divinización o el endiosamiento de Pero sospecho que sólo parcialmente puede afirmarse el
la vida. En realidad, más que negar a Dios, el soberbio -el rebelde- afirma carácter negativo y poscristiano del nuevo ateísmo contemporáneo.
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Pues el cristianismo no ocupa todo el horizonte de nuestra historia y en el


desarrollo del pensamiento se han producido otras visibles mudanzas en la [El posterior libro Fede cristiana e materialismo storico
polarización de las convicciones fundamentales. Y, por ejemplo, los primeros (Roma, 1977) del propio Giulio Girardi es ya un ejemplo de esa
cristianos padecieron, en su hora, la acusación de ser a-teas, αθεοι, respecto «fascinación» y «recepción» a que me referí al término de la nota
de los dioses ya entonces consagrados: En los padres apologistas griegos precedente; si bien su valor intelectual es harto escaso, la
aparece una y otra vez el testimonio. Justino se queja de que se llama ateos influencia político-social de estas corrientes en los países de
a los cristianos; pero a la vez reconoce que lo son, aunque no del Dios tradición católica -Italia, Francia, España y, sobre todo,
αληθέστατον (el más verdadero), dice, con singular superlativo; y Hispanoamérica- es un importante factor de la situación
Atenágoras, igualmente, hace constar que «tres son las acusaciones que se contemporánea. No faltan, sin embargo, otros testimonios de
propalan contra nosotros: el ateísmo, los convites de Tiestes y las uniones mayor alcance intelectual, como el libro de José P. Miranda, Marx y
edipeas», a lo que replica que quienes les acusan de ateos tampoco la Biblia (Salamanca, 1972). La reacción de la jerarquía romana
convienen entre sí acerca de los verdaderos dioses, de suerte que «si, pues, ante las actuales muestras de insubordinación, sean «integristas»
nosotros, por no practicar la religión como ellos, somos impíos, todas las o «progresistas», es, como suele, cautelosa. En su larga historia, la
naciones son impías, pues todas reconocen a diferentes dioses». Iglesia católica tiene probada su flexibilidad ante los signos de los
tiempos.]
Aunque en la actualidad el ateísmo implique oposición a la teología
cristiana, conviene integrar en el fenómeno otras significaciones precedentes Este argumento, que, recordando los tropas de Agrippa,
o divergentes, pues el término ateo pertenece a la literatura y el pensamiento pudiera denominarse diafonia ton theon (de la discordancia de los
griego muy anterior a Cristo; ocurre que el primer filósofo –Tales de Mileto- dioses) y, por tanto, el hecho de la inevitable impiedad o ateísmos
fue ya calificado de ateo, y, sobre todo, la especulación ateísta de Epicuro y diferenciales, es bastante consistente. Mas, sin embargo, de
Lucrecio y aun la de otras culturas ajenas a nuestra tradición han de ser perfecta inactualidad, pues la Iglesia Católica, como es sabido, ha
contempladas en un planteamiento suficiente. Sobre el problema de integrar abandonado su «espléndido aislamiento» para buscar e! concierto
al concepto de ateísmo nociones exteriores al pensamiento de tradición con las demás Iglesias cristianas y aun las demás grandes
occidental, véanse, en el libro Mito e Pede (Padova, 1966), que reúne las confesiones del mundo. Y la razón de ello está precisamente en el
exposiciones y discusiones de un Colloquio sobre el tema titular celebrado auge del ateísmo, frente al cual se impone e! menospreciar las
en la Universidad de Roma, las intervenciones del P. Raimundo Panikkar en diferencias y llegar a un consenso que suspenda toda teomaquia.
el diálogo que siguió a la conferencia del P. Giulio Girardi (S. D. B.) sobre Por cierto, según anticipadamente escribía Zubiri: «Como época,
«Démythisation et athéisme». nuestra época es época de desligación, de desfundamentación.
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Por eso e! problema religioso hoy no es problema de confesiones, sino el de mi vida, sino cuando esa persona es su fuente, también su
problema religión-irreligión» (pág. 395). creación. Si no es mi propia creación, mi vida tiene necesariamente
el fundamento fuera de sí misma. De suerte que la idea de
creación es, pues, una idea difícil de eliminar de la conciencia
Un ateísmo primario popular. Esta conciencia es incapaz de concebir que la Naturaleza
y el hombre puedan existir por sí propios, porque tal tipo de
Pero la cuestión reside en la singularidad del actual ateísmo. Los existencia contradice todos los hechos tangibles de la vida práctica.
conceptos de Zubiri, tan esclarecedores en otras vertientes, ¿son válidos Ciertamente, la idea de la creación ha recibido un duro golpe con la
ante el ateísmo de hoy? «Cada vez más -reconoce Henri de Lubac, S. l., en ciencia de la Geognosia, es decir, de la ciencia que explica la
1943- el ateísmo contemporáneo se torna positivo, orgánico, constructivo». formación y el desarrollo de la tierra como un proceso de
autodeterminación (als Selbsterzeugung). La generatio aequivoca
La dificultad para entender su índole positiva es, ciertamente, es la única refutación práctica de la teoría de la creación. Es fácil
grande, y Friedrich Engels cuenta que ya en los años cuarenta del pasado decir al individuo particular lo que ya afirmó Aristóteles: Tú has sido
siglo «los socialistas franceses a lo Louis Blanc, que no sabían engendrado por tu padre y tu madre; en consecuencia, es el
representarse a un individuo sin religión salvo como un monstruo, nos acoplamiento de dos seres humanos, un acto genérico del hombre,
decían: "Por tanto, el ateísmo es vuestra religión"», es decir, que lo que ha producido al ser humano. Puedes así apreciar que
interpretaban la profesión de ateísmo como una sustituyente convicción de incluso en un sentido físico e! hombre debe su existencia al
índole religiosa. hombre. Pero, no basta con tener en cuenta sólo una de las dos
posibles vertientes, la regresión infinita, y preguntar: ¿Y quién
Sin embargo, por aquellos años redactaba Carlos Marx unas engendró a mi padre y a mi abuelo, etc.? Tienes también que
reflexiones -monodiálogos- cuya publicación y actuación histórica ha sido observar el movimiento circular, sensible en esa progresión
reciente (1932), donde formula una concepción del ateísmo en la que regresiva, y de acuerdo con el cual el hombre, en el acto de la
precisamente la imputada negación es negada. Marx escribía: generación, se reproduce él mismo; y permanece siempre como
sujeto [creador]. Pero me replicarás: Concedo lo del movimiento
«Un ser no se considera independiente si no es dueño de sí mismo, circular; mas debes concederme, en reciprocidad, la regresión que
y sólo es dueño de sí mismo cuando su existencia se debe a sí mismo. Un nos lleva más y más lejos, al momento en que pregunto: ¿Quién
hombre que vive del favor de otro se considera un ser dependiente pero vivo creó al primer hombre y a la Naturaleza?» y ahora llegamos a lo
totalmente del favor de otra persona cuando le debo no sólo la conservación más importante: «A esto tengo que responder: La pregunta misma
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es un producto de la abstracción. Pregúntate cómo llegas a formularla. de afirmar la existencia del hombre; pero el socialismo no requiere
Pregúntate si esa interrogación no parte de un punto de vista al que no se ya de esta mediación, pues parte de la conciencia teórica y
puede responder, porque es un punto de vista invertido (ein verkehrter). prácticamente sensible del hombre y la Naturaleza como seres
Interrógate si esa progresión existe como tal para el pensamiento racional. Si esenciales. Tiene la conciencia de sí positiva propia del hombre, no
haces una pregunta acerca de la creación de la Naturaleza y del hombre, ya una conciencia mediatizada por una negación de la religión.»
haces abstracción de la Naturaleza y del hombre. Les supones no existentes (Manuscritos economico-filosóficos, III, 5.) De esta suerte, al negar
y quieres que yo considere que sí existen. Por tanto, respondo: Renuncia a la «negación de Dios»(o sea el a-teísmo), al eliminarla, la vida
tu abstracción y, al mismo tiempo, abandonarás esa interrogación. O, por el humana se descubre a sí misma como la posición primaria del
contrario, si quieres mantener tu abstracción, muéstrate consecuente contigo hombre histórico –hacedor de sí mismo- en su praxis. Así, pues, en
mismo, y si piensas en el hombre y la Naturaleza como no existentes, piensa esta tesis el ateísmo, igual que el teísmo, son resultados de una
que tú tampoco existes, porque tú también eres hombre y Naturaleza. ¿O abstracción no necesaria sino secundaria, y el no contar con un
eres tan egoísta que concibes todo lo demás como inexistente y quieres, sin Dios, el llamado impropiamente «ateísmo» es vivido y profesado
embargo, existir tú mismo? Puedes responderme: No quiero concebir la primaria y positivamente sin intermisión de negación o sustitución
inexistencia de la Naturaleza, etc., sólo te interrogo acerca del acto de su ninguna.
originación, así como pido al anatomista que me explique la formación de los
huesos, etc. Mas ocurre que para el hombre socialista el total de lo que se La validez de esta argumentación marxista se prueba
llama historia del mundo no es más que la producción del hombre por la invocando las convicciones del «hombre socialista»; mas, ¿le es
labor humana, el devenir de la Naturaleza para el hombre, y, por tanto, éste acaso privativa la convicción que enuncia: «El total de lo que se
tiene la prueba evidente e irrefutable de su generación por sí mismo, del llama historia del mundo no es más que la producción del hombre
proceso de su propia originación. Una vez que la esencia del hombre y de la por la labor humana»? Tal tesis (aparte otros alcances del párrafo
Naturaleza se ha hecho patente, a través de la vida práctica y en la transcrito) es más bien la conclusión a que direcciones dominantes
experiencia sensible, el hombre, en cuanto existencia por la Naturaleza, y la en la filosofía contemporánea han llegado por sus particulares
Naturaleza en cuanto existencia para hombre, la busca de un ser extranjero, caminos, y entre ellas, singularmente, el propio pensamiento de
un ser por encima del hombre y la Naturaleza (una busca que sería el Ortega, en quien humanidad e historia son indisolubles,
reconocimiento de la inesencialidad del hombre y la Naturaleza), se vuelve congéneres. Pero lo esencial es la validez -aparte la extensión- del
prácticamente imposible.» Y por fin desembocamos en nuestro tema: «El argumento, que reside, a mi entender, en la oportuna negación de
ateísmo, en cuanto negación de esa inesencialidad, no tiene ya sentido, valor absoluto a lo expresado mediante lo que cabe llamar la
porque el ateísmo es una negación de Dios y, mediante esta negación, trata «abstracción utópica», en rigor «abstracción fingida» (es decir,
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intermitente), que Marx denuncia como punto de vista «invertido». En efecto, alcanzado, el principio de los principios consiste en el
el hombre no puede -en serio- hacer una pregunta tal que la posibilidad de reconocimiento de que toda obtención mediante una abstracción es
cuya respuesta exija la de su propia anulación, como lo sería la sólo una abstracción, es decir, algo inane si se pretende hacer
interrogación: ¿Cuál es el origen del mundo independientemente de cuanto abstracción de quien efectúa la abstracción; él es el faktum
el hombre sabe acerca del mundo?, o, dicho en otros términos, ¿cuál es el umbilical que la realiza, que la presta y origina su concreta
principio aparte del principio?, a menos que, según irónicamente el joven realidad.
Marx advierte, el interrogador resuelva ser tan egotista que sea capaz de
concebir a todo lo demás como inexistente sin perjuicio de persistir - A mi juicio, la dificultad aparentemente insoluble que en
subrepticia e inconfesamente- él mismo; egolatría que, forzoso es este caso se ofrece es la de la pretensión de pensar «lo absoluto»,
reconocerlo, no ha sido infrecuente en la cofradía filosófica. Esa persistencia es decir, un algo enteramente solutus, suelto, aparte de mí, que
no reconocida es, sin embargo, la que da concreta realidad a la falaz resulta contradictoria, impensable. Considero, por ello, que se
pregunta. debiera substituir la expresión «lo absoluto» por «lo entero». El
hombre sabe y comprende que él no es algo «entero» sino parte
Este nuevo ateísmo (si por inercia continuamos llamándole así), al de un Todo que es su complemento y del que depende. Pero mi
estimar que lo primero es la posición de la realidad del mundo humano, no lo complemento no es algo «ab-soluto» sino siempre relativo a mí en
hace transfiriéndole o atribuyéndole una sustantividad, no lo hace cuanto yo pueda referirme a él.
apoyándose, aunque sea negativamente, en la divinidad, sino en un primario
reconocimiento de que ello -esa posición- es lo inmediatamente dado como Ciertamente que desde esta posición, y justificándolas a
lo más fundado. Como es sabido, según el llamado argumento ontológico partir de ella, caben muy diversas conclusiones respecto al
(cuya buena fortuna en la Historia de la filosofía obedece más que a la idea «hecho» religioso. Y como resultado de esas justificaciones cabe
de Dios, a que él se ejemplifica en su núcleo el concepto de Ser), el hombre imaginar que se llegue a adoptar una convicción que tanto pudiera
que piensa en Dios no puede concebirlo, por fuerza, sino como existente -ya ser teísta, deísta, cristiana o de otra confesión positiva, o de
que un Dios no existente no sería Dios , pues bien, análogamente, cabría indiferentismo, etcétera, o deliberadamente agnóstica; expresión,
razonar el primado del Mundo la posición hay mundo (un Mundo que integra esta última, en la que no debe verse una tesis, sino una
al hombre) como la primaria reconociendo que la afirmación de Dios como suspensión del juicio, una suerte de prudente o metódica epokhé
algo previo al hombre es también inconcebible: si se hace abstracción del ante toda afirmación cuyo contenido exceda a lo efectivamente
abstraedor se anula la efectividad de su acción, o si no se la reconoce como cognoscible, o, dicho en otros términos, a todo atentado a la
mera abstracción fundada en el hombre. Si no yerro, en el horizonte hoy autonomía de la razón; pues el agnóstico no niega sino que tan
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sólo se niega a resolver sobre lo que no comprende y en tanto en cuanto Dieu» (Ibidem. lII, 605 y 121). ¿No significa esto una endiosada
que, a pesar de su razonable presión sobre lo desconocido, no logra superbia mentís?
extender su certeza. Tal actitud general corresponde a la responsabilidad del
intelectual, entre cuyos deberes está el ser veraz, el decir la verdad, pero no ¿Incluso cierto «satanismo» en este tan insumiso
menos el de guardar silencio sobre lo que desconoce; en este caso la teologizar? O, como decía Montaigne: «11 faut que cela soit party
verdad se expresa precisamente con el silencio. d'une merveilleuse yvresse de l'entendement humain» (Essais, II,
XII; Pleiade, pág. 576).
Pues bien, la crítica de Zubiri no parece afrontar esta nueva situación
del problema del ateísmo, que, por otra parte, reobrará sobre el mismo Y, por otra parte, tampoco advierto, propiamente, un
planteamiento del problema y aun del tema de Dios. endiosamiento de la vida, sino precisión filosófica, en afirmaciones
como la de Ortega cuando' escribe que «Dios mismo, para serme
Una de las precisiones de Zubiri consiste en definir el ateísmo como Dios, tiene que revelarse a mí, tiene que manifestarse, epifanizarse
«endiosamiento de la vida». Pero este concepto adolece, a mi juicio, de de alguna manera» en la realidad radical que es mi vida (IX, 208).
grave ambigüedad. Pues ¿hay más soberbia en la aceptación, en el
atenimiento a que la realidad del mundo humano es lo primaria e Así pues, aunque el hombre recibiera la visita de un ser
inmediatamente dado al hombre que en la afirmación –normal en el partícipe sobrenatural que le dijese «Yo te he creado», el cual sería, por
de una concreta confesión religiosa- de que tal determinada concepción que fuerza, su fundamento, tal aparición (que es el caso de los místicos
el creyente en su conciencia personal hace suya responde absolutamente al o iluminados), no dejaría de ser un hecho interno y, a su vez,
Dios alethestaton, como le denominaba Justino? fundado en la vida-misma del sujeto así favorecido, es decir, que
incluso tal «descubrimiento» radicaría en ella. Esta índole, a todo
Leibniz y Malebranche, en su correspondencia, parecen moverse en hipogea, de la realidad en que consiste la vida-humana, el ser por
la más inmediata compañía «racional» de la Divinidad (Leibniz: Die ello «la realidad radical», es decir, «mi realidad radical», radicante
philosophischen Schriften, I, 315 y ss.); que en Leibniz llega a considerar respecto de todo lo en ella radicado, es, precisamente, el factum al
que él está en disposición de probar verdades generales «qui ne dependent que con todas sus consecuencias epistemológicas y prácticas trata
point des faits, mais qui sont pourtant encore, a mon avis, la clef de la de esclarecer la filosofía de Ortega.
science qui juge des faits», pretensión no injustificada, pues, piensa que hay
hombres, entre los que ciertamente se incluye, que son: «ceux qui en Este «ateísmo» no negativo, que estamos exponiendo,
dechifrent les raisons secretes, et qui sont, pour ainsi dire, du conseil de responde al estado del mundo contemporáneo Y se desprende de
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la situación anunciada por Nietzsche en su libro La gaya ciencia (1882): Esa tesis nos devuelve a un tema que dejamos ya aludido en el
«Dios ha muerto.» Desde la fecha en que esa frase azorante se escribió -en trabajo de Zubiri: me refiero a las afirmaciones del «análisis lógico»
un capítulo que tiene los acentos de una vidente profecía-, hasta estos años en relación con la crisis la noción de ser.
en que se incorpora al título de unos estudios teológicos, Teología radical y
muerte de Dios (Barcelona, 1967), de los cristianos protestantes Thomas J. El P. F. C. Copleston inició el diálogo con estas palabras:
Altizer y William Hamilton, quienes pretenden insertar el ateísmo entre las «Como vamos a discutir aquí la existencia de Dios, quizá sería
posibilidades del cristianismo, o en que ha saltado a la cubierta de la revista conveniente llegar a un acuerdo provisional en cuanto a lo que
Time (abril de 1966), la creciente secularización de la vida parece entendemos por el término "Dios". Presumo que entendemos un
incontenible y se diría que, en efecto, Dios se ha desterrado de los hombres ser personal, supremo, distinto del mundo y creador del mundo»,
y éstos le van olvidando. con lo cual daba por supuesto muchísimo más de lo que Russell
considera que puede tener algún sentido. A juicio de éste, el
Olvido, ciertamente, nada llano. La ausencia, el hueco de algo análisis del mundo no puede exceder sus propios límites, y la sola
habitual puede seguir constituyendo una poderosa influencia, y el ateísmo afirmación irrebatible es «que el mundo existe», y, por otra parte,
conducir a la desesperanza o desesperación. El teatro de Samuel Beckett niega que él «afirme dogmáticamente que no haya Dios. Lo que
me parece consistir en una suerte de auto sacrílego del ateísmo sostengo -dice- es que no sabemos que lo haya». Para Russell el
contemporáneo, cuyo fruto puede ser el nihilismo. En En attendant Godot, término «Dios», en cuanto designación de algo existente, es
Estragón dice: «Rien ne se passe», y es sabido que su otra pieza, no menos inverificable si Dios es enteramente distinto del mundo, pues toda
lograda en esos alcances, Fin de partie, estaba sembrada de alusiones proposición necesaria ha de ser rigurosamente analítica.
bíblicas que luego omitió en la versión definitiva (Alfred Simon: Beckett,
París, 1983). Las tendencias filosóficas dominantes en el pensamiento
anglosajón, que se amparan bajo las denominaciones de
«positivismo lógico» y «análisis» (oriundas del Círculo de Viena),
El caso Russell se alimentan bajo sus novedosas apariencias de dos tendencias
bien conocidas: el tradicional empirismo inglés y la tentación -en el
Pero el ateísmo contemporáneo es además resultado de otra sentido pecaminoso- hacia la simplicidad cientificista una y otra vez
influencia diferente de la que dejamos bosquejada. En una famosa sufridas por la filosofía. Hume, uno de los más grandes
conversación radiofónica con el P. Copleston, S. l., Bertrand Russell llegaba pensadores, el que despertó a Kant de su «sueño dogmático», de
a una posición agnóstica, mas por otras razones distintas a las precedentes. nuevo es invocado tutelarmente por estos filósofos, que de nuevo
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tratan de demostrar que la metafísica es una ilusión transmundana. La lógica radical», el esclarecer el valor del lenguaje mismo, partiendo del
-o ilógica- del lenguaje y el lenguaje de la lógica son los temas que, por lo análisis de la función interpretativa constante en la vida humana,
regular, atraen a sus cultivadores. y es indudable que la oportunidad de una pues el lenguaje no es sino el instrumento -capital sin duda- pero al
reflexión sobre el lenguaje -el primario instrumento con el que el hombre (el servicio de esa previa interpretación. Mas, tras recordar la
animal «venido a más») se humaniza- es urgente en la cultura tendencia ejemplificada en Russell, volvamos a la crisis de la
contemporánea, con frecuencia extraviada en sus enormes riquezas noción de ser y, por tanto, de la metafísica, antes planteada en el
«verbalizadas». Una vez pasado el sarampión de un ingenuo imperialismo texto de Zubiri.
«lingüístico», el «análisis» se insertará, como una saludable revisión más, en
la historia de la filosofía. Cierta parte de los problemas filosóficos inveterados Pues esta crisis del concepto fundamental de la metafísica
consiste posiblemente en supersticiones larvadas en el lenguaje, mediante inveterada en el pensamiento europeo pertenece, precisamente, a
las que se han sustantivado vacuas suposiciones, convertidas luego en nuestra situación y ello, por otra parte, ha hecho posible el
sólidas e inertes creencias sociales, a las que el «análisis» y el principio de florecimiento de esa nueva filosofía anglosajona del análisis y la
verificación discretamente aplicado (pues, como es sabido, dicho principio, expansión de sus tesis,
así como el criterio escéptico, se destruye a sí mismo) pueden resolver
desvaneciéndolas. Por ejemplo, la exposición de Gilbert Ryle, T he Concept
of Mind (1949), es un valioso libro de filosofía contemporánea además de un Ambigüedad y necesidad del fundamento
expresivo testimonio de las tendencias del grupo de Oxford; y también, Word
and Objet (1960), de W. V. D. Quine, cuyo título resalta como uno de los Téngase ahora presente la cita de Zubiri que dejamos
más acuciantes problemas de la actual crisis en todas las ciencias, aunque, transcrita en la página 129, La dirección y la reversión de la
dados los nacionalismos doctrinales al comienzo de este libro aludidos, no dialéctica del ser obligan, pues, «a rehacer ab initio el sentido
sabe valerse de lo que sobre su tema ya se ha pensado. Bergson, en 1904, mismo del ser» al pasar de los seres materiales al «sí mismo» del
escribía: “Aristoteles procede par analyse des concepts plutôt que par humano existir (pág. 381). Por ello, «vistas las cosas desde el
synthese. Sa méthode consiste a prendre les idées emmagasinées dans le punto de vista de la existencia humana, nos encontramos con que
langage, a les redresser ou a les renouveller, a les circonscrire dans une ésta nos fuerza a conservar el "es" de ellas, eliminando, sin
définition, a en decouper l'extension et la compréhension selon ses embargo, lo que es peculiar a la "coseidad" en cuanto tal» (pág.
articulations naturelles.” (La pensé e et le mouvant, París, 1934, pág. 284). 382). «Pues bien -escribe Zubiri-: el entendimiento se encuentra no
La ardua cuestión de las dependencias verbales del pensar no es tan nueva. sólo con que "hay" cosas, sino también con eso otro que "hay", lo
Pero corresponderá a la filosofía, interpretada como «ciencia de la realidad
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que religa y fundamenta a la 'existencia: Dios. Pero es un "hay" en que su honda problematicidad del concepto de ser. Pues si «la existencia
contenido es un problema.» religada es una "visión" de Dios en el mundo y del mundo en
Dios», resulta que «al ser problema Dios, lo es también a una el
En efecto, si «fue radical el retorno que nos llevó desde las cosas a mundo» (pág. 385), De esta suerte el problema teológico (es decir,
entendernos a nosotros mismos, es todavía más radical aquel retorno en el problema del conocimiento de la fundamentalidad o deidad, para
que, sin pararnos en nosotros mismos, somos llevados a entender no lo que nuestros efectos ahora) «no significa que se trate de una mera
"hay", sino lo que "hace que haya"» (ibíd.), y por tanto, precisa Zubiri, aplicación o simple ampliación del concepto de ser. Se trata de
llegando al nudo de esta cuestión, «;oda posibilidad de entender a Dios algo más: de descubrir una nueva ratio entis que lo vuelve
depende, pues, de la posibilidad de alojarlo (si se me permite la expresión) problemático todo: las cosas mismas, los hombres y la propia
en el "es"» (página 383). Y seguidamente reconoce la dificultad del caso: persona. De ahí que el problema que [el problema de] Dios plantea
«No se trata simplemente de ampliar el "es" para alojar en él a Dios. La no se refiere sólo a El, como si fuera un ente yuxtapuesto y
dificultad eS más honda. No sabemos, por lo pronto, si ese alojamiento es agregado a los otros, sino que se refiere también a todo lo demás,
posible. y ello en forma mucho más radical que tratándose de la existencia pues a su luz adquiere todo un sentido distinto, sin por eso dejar de
humana. Porque el "es" se lee siempre en lo que "hay", y con todas sus ser lo que antes era» (pág. 384). De esta suerte, la mostración de
peculiaridades, la existencia humana es de "lo que hay". Dios, en cambio, no la deidad a través del análisis de la religación resulta ser una nueva
es, para una mente finita, "lo que hay", sino lo que "hace que haya algo". Es vía -entre otras contemporáneas- que lleva a la crisis de la noción
decir, no es que, de un lado, haya existencia humana, y de otro, Dios, y que de ser.
"luego" se tienda el puente por el cual "resulte" ser Dios quien hace que haya
existencia. No; el modo primario como para el hombre "hay" (si se quiere En definitiva y en su menor expresión, nuestro concreto
emplear la expresión) Dios, es el fundamento mismo; mejor aún: desde el problema se contrae a la pregunta -formulada en los términos de
punto de vista humano, el estar fundamentando es la deidad. De aquí que Zubiri-: ¿Se puede hablar de la deidad? Pero la respuesta del
sea un grave problema la posibilidad de encontrar algún sentido del "es" ateísmo primario que hemos bosquejado es ninguna, porque no se
para Dios» (ibíd.), y Zubiri concluye: «Dios es incognoscible, Y está allende hace la pregunta. Sin embargo, como Ortega postulaba y según el
el ser, en la' medida en que no se le puede alojar en él..: sabemos que hay análisis de Zubiri muestra, las últimas cuestiones son interrogantes
Dios, pero no lo conocemos; tal es el problema teológico» (página 384). ineludibles: si hay algo, por minúsculo que sea- y en la cosmovisión
alcanzada en nuestros días el hombre, toda su historia y su planeta
Por tanto, el problema no sólo ofrece tamaña dificultad al razonar, particular son algo minúsculo-, hay su fundamento, y su
sino que, además, su solución -el enunciado de su solución- lleva a una más investigación se impone a todo sistema de pensamiento filosófico.
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Y éste estudio de Zubiri que hemos analizado es, en suma, un valioso


ejemplo del esfuerzo filosófico por caminar, razonando, hacia él. Pues bien, el descubrimiento de la nueva interpretación del
hombre que en la filosofía contemporánea se hace camino, parece
Y para dar fin a estas reflexiones quisiera todavía destacar un rasgo introducir un alejamiento de Dios, pero, paradójicamente, a la vez,
expresivo del nivel actual del problema. Entre Dios y el hombre se ha venido una utilización de las nociones teológicas en la comprensión del
produciendo una relación cuyo argumento se construye, por fuerza, con hombre mismo. En Historia como sistema Ortega así lo hace: «Una
elementos extraídos de la experiencia humana. «Nadie tiene una intuición vez más tropezamos con la posible aplicación de conceptos
adecuada de Dios -confiesa Zubiri-, sólo tenemos conceptos humanos» teológicos a la realidad humana», escribe (VI, 41). Y Zubiri
(pág. 422). El hombre ha ido figurándose a su Dios mediante la exaltación reconoce que «el estado actual de nuestras preocupaciones
indefinida de las cualidades positivas que le eran conocidas: así Dios se filosóficas descubre en la teología griega intuiciones y conceptos
hace omnisciente, todopoderoso, etc. Esas virtudes son humanas, pero de fecundidad insospechada, que hasta ahora han quedado casi
potenciadas hasta resultar sobrehumanas. Cabe decir, pues, que el hombre inoperantes y dormidos porque no les había llegado su hora» (pág.
se ha ido representando a su Dios mediante su propia condición. Mas en 403) 32. Otros ejemplos, en pensadores de especies diversas,
menor escala también se ha producido una versión distinta -humilde y no creyentes e incrédulos, pueden multiplicarse fácilmente en la
soberbia-, una teología negativa, es decir, una teología que al hablar de Dios literatura de nuestros días. ¿Significa ello un endiosamiento de lo
sólo cree poder referirse a él como, precisamente, lo otro que cuanto la humano? En rigor, éste sería meramente metódico, heurística,
experiencia nos enseña, como lo que no es nada de lo mundano, pues no pues, a pesar de tales apariencias, la idea de la propia posición del
sólo excede sino que absolutamente difiere de toda experiencia del hombre. hombre en el mundo no ha sido nunca, probablemente, tan
La doctrina bíblica (en la que existieron los adonaístas), en el plano de las modesta como en nuestros días. Al testimonio de su prodigiosa
religiones reveladas, también altera el consabido planteamiento al enunciar capacidad para dominar los recursos de la Naturaleza y de acrecer
que Dios hizo al hombre a su propia imagen y semejanza, confiriéndole, los de su propio ingenio va unida la incuestionable evidencia de
pues, algo divinal; y luego al humanizar en Cristo al Hijo de Dios. que en la escena cósmica su papel es por ahora muy frágil y cosa
menor y que está aún muy lejos de ser siquiera el traspunte de su
En todo caso, las teologías se han extenuado en conjeturar lo que a propia historia en el seno de una enigmática e indefinida realidad.
Dios puede atribuirse, precisamente porque el hombre sólo piensa ideas Quizá la tarea que nuestra época impone al pensamiento del
conformadas por su experiencia humana; aunque, ciertamente, el repertorio hombre contemporáneo sea, precisamente, la de ensayar
de nociones teológicas es prueba del poder de la imaginación ---cumbre sostenerse en la inseguridad*.
abierta de la inteligencia- para adecuarse a la noción de un ser extranatural.
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* [Mas, ¿acaso es posible? Quizás -advierto al revisar esta nueva Philipp (Leibnitz: Die Pbilosopbischen Schriften, IV, 281 y ss.). En
edición- al lector de este «libro de viaje», esa inseguridad le retrotraiga a las conversación un día con Ortega, le argÜía un interlocutor, de
páginas anteriores donde Unamuno se aferraba a la doctrina de la «feliz empecinado optimismo, la antes aludida referencia al Génesis: que
incertidumbre». Pero no; se trata de otra incertidumbre de inspiración menos al término de los días de su laboriosa semana de trabajo, Yahvé
«romántica». Aunque en las páginas precedentes no haya tenido ocasión de contempla su obra y afirma «que (lo hecho) es bueno», es decir,
comparecer, en Ortega y como una cuestión última, consta un planteamiento que para Dios el Mundo es bueno.
del problema: que no es sino el final del optimismo «metafísico» en el que ha
vivido el hombre occidental. La cuestión fue sólo iniciada por Ortega, pero A lo que Ortega, con irónico sosiego, precisó: «Sería en un
corresponde a un tema esencial. Escribe: «En remotas regiones de este momento de distracción». (Por cierto que la distracción fue luego
estudio (el Leibnitz, mas que no llegó a redactar) verá el lector con qué reconocida por Yahvé pues en el capítulo VI,6 del Génesis, una y
radicales modos me revuelvo contra el optimismo tradicional de la filosofía» otra vez se arrepiente de haber creado al hombre: «Pesó al Señor
(VIII, 296); y en el diálogo que siguió a su conferencia «Pasado y porvenir porque el omne en el mundo fiso, y atristóse en su corazón..., por
para el hombre actual» (1951) también aludió al tema: Hombre y cultura en cuanto arrepentido sso que lo fize», se lee en la prosa de la Biblia
el siglo XX, Madrid, 1957, página 351. La pregunta -todo problema no es de Alba. Y ante la violenta conducta de los misteriosos hijos de
sino el brote, la aparición del hueco o vacío que provoca una inesperada Dios, las seductoras hijas de los hombres, y los gigantes y héroes
cuestión que queda, por lo pronto, sin respuesta- surge nada menos que de que engendraron, todos, al parecer, inclinados al mal, Yahvé
la duda entre creer que el «ser» es bueno o que es malo: «Aunque parezca resuelve su total exterminación mediante un diluvio que anegue
otra cosa, de eso se está tratando hoy, si bien más activa que teóricamente, «todo aliento de vida bajo el cielo». Aunque de nuevo luego
en todas las dimensiones del mundo humano», afirma (VIII, 343). Y la arrepentido conservó a la prole de Noé. Ciertamente que, al menos
fórmula en que luego Ortega cifra la cuestión, «¿es lo "real" posible?», hasta ahora, se diría que si este mundo fue fabricado con
supone «invitar a una reforma radical de la noción misma de ser y trastornar deliberación no parece que su autor pueda estar del todo
de arriba abajo la ontología tradicional» VIII, 351). satisfecho de su obra, y se comprende que como los maestros de
la pintura incurra en algunos pentimenti.)
La «bondad del ser», el inconmovible optimismo helénico reaparece
en el optimismo cristiano que el valde bona del Génesis proclama, y que ha Las fuentes del Pentateuco -y, por tanto, del Génesis-
sido objeto de bastantes especulaciones filosóficas: Descartes, en sus corresponden a tres tradiciones o ciclos, la elohísta, la yahveísta y
respuestas a las «Sextas objeciones» (cap. VIII) afronta el tema, y sus la sacerdotal, y ésta sola, de formación posterior, incluye el relato
juicios dieron ocasión al debate que en su correspondencia tuvo Leibniz con de la cosmografía genetlíaca. Parece explicable que la tradición
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sacerdotal, por su finalidad reglamentista, aportara ese complemento que el horizonte de la creación. En este sentido, es una filosofía que no
remata el cabo inicial. Véase la versión del Génesis (La Genese, por R. de es pura filosofía; dejémoslo consignado muy taxativamente.
Vaux, O. P., de la Escuela Bíblica de Jerusalén, París, 2." edición, 1962) que Movilidad y nihilidad: he aquí, pues, los dos horizontes de la
permite una lectura «histórica» del texto. Pero, ¿de dónde procede esa filosofía europea.» Dos consecuencias se pueden extraer de este
complacencia del hacedor para con su obra? El ingenioso análisis de texto y me parecen esenciales. Una, el taxativo reconocimiento de
Theodor Reik sobre la costilla de Adán (La création de la femme. Essai sur le que toda la filosofía «moderna», desde el obispo de Hipona al
mythe d'Eve, Pads, 1975), ensaya la posibilidad de entreabrir orígenes aprendiz de teólogo en Tubinga, no es «pura filosofía» sino que
profundamente enterrados. tiene -aunque, ciertamente, en muy diversos grados- una decisiva
dimensión religiosa y por tanto ancillar, teologal o como quiera
Pero quisiera concluir este capítulo dedicado a un ensayo de Zubiri denominársela.
refiriéndome a otro texto suyo que también enuncia, a mi juicio, los
supuestos del problema planteado. En su prólogo a la tercera edición de sus Y otra, que la filosofía contemporánea consiste, a mi juicio,
antes comentadas Cinco lecciones... (1980), escribe: «La filosofía tiene ante en la emergencia de un tercer horizonte, en el cual el residuo de
todo un horizonte de intelección. De hecho, en la filosofía europea estos esa básica nihilidad se ha convertido o transformado en nihilismo, y
horizontes han sido dos. Uno fue el horizonte de la filosofía griega: el del que actualmente la antes aludida «muerte de Dios» es su
movimiento, el cambio. concreta manifestación. Pero, ¿cuál puede ser el nuevo problema
fundamental -horizonte de intelección- en este iniciado tercer
Toda la filosofía griega está concebida sobre el hecho, a primera horizonte? Si cabe atreverse a enunciar tan magna síntesis, pienso
vista asombroso, de que las cosas que de veras son, sin embargo, cambian, que lo constituye: negativamente, el rechazo de toda fuga hacia y
y recíprocamente que todo cambio está determinado por lo que apoyada en algo Absoluto (y benéfico) y, en consecuencia la
verdaderamente es. A diferencia de este horizonte, a partir del cristianismo pérdida del optimismo a que Ortega aludía en los lugares antes
se constituye un horizonte de la filosofía muy otro. citados; y, positivamente, la aceptación afirmativa, constructiva de
las limitaciones manifiestas en la vida humana, es decir, el
Lo asombroso no es que las cosas sean y cambien, sino que lo reconocimiento de que si bien el hombre es patentemente parte de
asombroso es que haya cosas: es el horizonte de la nihilidad. Las cosas son un todo -un íntegro- que nos contiene y al que estamos -y concreta
un reto a la nada. Es un horizonte determinado por la idea de la creación. y realmente sólo a él- atenidos inadmisiblemente, ese «todo» ya no
Toda la historia de la filosofía europea post-helénica, desde san Agustín a es visto como una entidad de raíz religiosa, transmundana, como lo
Hegel, no es más que una metafísica en la nihilidad; se mueve por tanto en significan el optimismo o la nihilidad mencionados, en cuanto tanto
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uno como otro dan por supuesto un Algo trascendente que los llamar a eso que brota en la conciencia «única» de cada individuo.
complementaría, sino como el concreto «íntegro» o «entero» del que En una fase primeriza fue la relación entre este Mundo y los
evidentemente somos una minúscula aunque privilegiada parte. Lo cual no complementarios Dioses o espíritus superiores que no parecían,
implica tampoco la arrogante presunción de que lo que hay es únicamente precisamente, cosa de este mundo, pero que lo complementaban.
este mundo que hoy nos es «científicamente» conocido, sino la humilde En una segunda fase, y ya interiorizado el espíritu, la relación entre
asunción de que el progreso humano en el conocimiento de la total Realidad el cuerpo y el alma (el cómo entra y sale el espíritu en el cuerpo del
(dados los admirables logros obtenidos y precisamente por ello) se halla, hombre al nacer y morir), que llevó a la insoluble cuestión de su
probablemente, en sus meros comienzos. «paralelismo». Pero actualmente -desde la conciencia histórica- el
problema ya no es saber cómo cuerpo y alma coinciden sino, muy
Así, el problema intelectual de la filosofía a la altura de nuestro al contrario, cómo puede habérselos separado tanto como según el
tiempo, en este nuevo horizonte de intelección -el horizonte de la abstraccionismo espiritualista parecía. Y de ahí, por ejemplo, el
integralidad-, reside en intentar entender esa positividad; sólo en apariencia nombre doble pero uno, de razón viviente en Ortega, de
restrictiva o negativa, pues, en rigor, nos libera de un espejismo, de juzgar inteligencia sentiente en Zubiri (véase pág. 188 de este libro).
real un ilusorio complemento exterior a nuestro efectivo íntegro mundo. Mas
la recta acomodación a este horizonte requiere, indispensablemente, una Pero -dicho en inciso- los nombres son siempre una
reforma de la idea de razón humana y por consiguiente de su recto uso, un peligrosa comodidad, un cepo o lazo del que hay que
nuevo modo de pensar correspondiente a ese nuevo modo de ser, que en desprenderse, pues no es el nombre sino lo que con él se pretende
vez de sacar al hombre de su Mundo, de situar sus raíces fuera de él, lo nombrar aquello que hay que entender. Y la prueba óptima de que
encaje positivamente en los insalvables límites que concreta, es decir, se ha entendido a un pensador es el saber reproducir -o revivir- su
realmente lo definen: en la integridad -lo Entero- de que es sólo parte pensamiento con otras palabras que las por él usadas. Cierto que a
minúscula aunque -repito- comparativamente a otras partes del mundo, veces tales precisos nombres no son denominaciones sino
privilegiada criatura. conceptos, es decir, construcciones teóricas que orientan e
iluminan el camino mental hacia... aquello que hay que entender: el
Mas quizá este tema, el tema impuesto a la filosofía de nuestro factum que es el humano vivir con el mundo, con el que cada cual
tiempo -el lugar de la razón- no es sino, en buena medida, transformación se encuentra a la vez -a una- que consigo mismo. Así, pues, si el
del tema nuclear que en el curso espiral de la historia reaparece una y otra lector lo tolera, le aconsejaré que para entender a los autores
vez en nuevas perspectivas: la relación entre las cosas a la vista y ese citados, elimine los nombres mencionados, que use, por ejemplo,
diablo inquieto del no se sabe bien qué que es el Espíritu, o como se quiera los de pensamiento o «noésthesis» u otros, precisamente para no
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dejarse hipnotizar por las palabras, que es el escollo mayor y permanente en práctico, no se trata de especular sobre la miseria del hombre sino
que se naufraga durante el aprendizaje de las filosofías. Si al cabo de sobre su insuficiente goce y disfrute, en suma, el mal como
estudiar a un filósofo no podemos hablar de lo que él nos ha llevado a ver problema práctico a abolir de este mundo; lo que, ciertamente,
con otras palabras que las suyas, ello prueba que no nos ha llevado a revela, a mi juicio, la permanencia del tradicional utopismo religioso
ninguna parte, que no nos ha enseñado a ver cosas desde o en su propia (véase la nota 13 en la pág. 196 de este libro).
realidad sino que sólo nos paseamos por las internas alamedas de su
cacumen. Lo que no se sabe explicar «con otras palabras» es que no se ha El mundo es algo que está ahí, enigmático y maravilloso, y,
llegado a entender, repito, si por entender entendemos un saber algo más por fuerza, es un resultado de acciones a su vez obra de un poder
allá de lo que el filósofo por su cuenta, él por sí pensó. La filosofía, si se la cuyo modo de ser ignoramos y al que por tanto no sabemos ni
toma en serio, si se aspira a que nos procure propia seguridad (cosa insólita, podemos dar un nombre. El hecho es que lo hay y que, al parecer,
pues requiere haberla perdido, a lo que el hombre se resiste como gato se esfuerza en persistir. Pero decir que el empuje que lo mantiene
panza arriba y se cuenta a sí mismo los cuentos que haga falta para es obra de un poder único omnipotente parece demasiado
engañarse) incluye inexorablemente su personificación, el que sea tal aventurado. Más bien, se diría, que son varios los poderes que lo
necesidad una cuestión personal individualmente asumida. El alcance de los sostienen. Al menos dos, en colisión: la teología de Ormuz y
nombres de las realidades concretas es, en rigor, siempre un nombre Ahrimán, que hizo su camino, o el maniqueísmo que en parte la
«nuevo» del que cada conciencia tiene una vivencia en buena parte reitera, parece una hipótesis más adecuada para explicar la dicha y
intransferible. la miseria que se reparten la escena de la vida humana, y para, en
fin, resignarse a aceptar la vida en la inseguridad, en este pequeño
Mas volvamos al tema inicial. Que este Mundo es bueno, que ha planeta que gira alrededor de una mediana estrella situada en los
sido engendrado por un Dios omnipotente y benévolo, en suma, que éste es suburbios de una galaxia, una entre las innumerables que nos
el mejor de los mundos (como creía el, en rigor, pesimista Leibnitz), es algo vincula al Todo enigmático y, en rigor, innominable.
que, a mi juicio, el decirlo parece una broma demente dotada -quizá sin
quererlo- del más negro humor. (Sabido es que en los siglos en que la
religión cristiana ha sido personal y socialmente dominante, la teología no ha
tenido problema más insoluble que la incompatibilidad entre un
Todopoderoso creador y benévolo y el Mal tan patente en su creación. Pero,
también sabido es, que para el cristianismo mundanizado que hoy se
difunde, el primer problema ya no es el problema teórico sino el caso

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