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El sistema educativo colombiano se estructura mediante niveles, que son pequeñas etapas del
proceso de formación. Estos niveles a su vez pueden estar organizados mediante periodos,
que son etapas más largas y que agrupan grados con objetivos educativos específicos iguales.
Finalmente, los ciclos están conformados por grados, por lo que cada grado tiene un año de
duración y objetivos específicos para este corto periodo de tiempo.
Así, la educación reconocida como formal está constituida por 5 niveles: inicial, preescolar,
básica, media y superior. La educación no formal o para el trabajo y el desarrollo humano se
organiza por horas de trabajo o por créditos académicos y no se rige por el sistema anterior.
Y en cuanto a la educación informal, consecuente con su definición, no está organizada y se
refiere a personas e instituciones cuya finalidad no es principalmente educativa.
Pero todo esto hace parte de un sistema que si no tiene unos hilos conductores buenos y todo
un sistema de políticas públicas y leyes que lo impulsen y apoyen, las consecuencias de la
ausencia de política de Estado en educación nos llevará a lo que hoy en día vivimos en nuestro
país, un pobre sistema educativo en la práctica, a pesar que existen innumerable cantidad de
leyes, tratados y políticas internacionales que al no encontrar ese brazo llamado VOLUNTAD
POLITICA entre los gobernantes es muy difícil, por más que existan leyes y organizaciones como
LA UNESCO, UNICEF y otros, que propenden por que existan coherencias entre las legislaciones a
favor de la implementación de normatividad en materia de derechos de niños, niñas y
adolecentes, que optimicen y generen un sistema educativo fuerte, impulsador, generador de
nuevas generaciones, preparadas y dispuestas a trabajar y aportar para el desarrollo de la
sociedad y el cremiento de los pueblos y estados, se seguirá legislando al vacio ya que ese brazo
que mueve los hilos del hacer no cuenta con la voluntad de los políticos y gobernantes que
muevan el engranaje del estado y se vean realmente los resultados concretos de el legislar a
favor del desarrollo del sistema educativo en la Nacion
No es cierto que Colombia esté invirtiendo mucho en educación. Tampoco que haya sido una
prioridad para quienes han gobernado en los últimos 20 años. Esto es muy fácil de verificar si
tenemos en cuenta que hoy invertimos menos por cada estudiante y mucho menos de lo que
invierten nuestros vecinos.
Para los menores de 6 años la situación es muy grave. Según la UNESCO, para el año
2013, más de la mitad de los niños entre 3 y 6 años en América Latina y el 66% en el
Caribe, recibían educación inicial. Por el contrario, en Colombia la matrícula tan solo
cubría al 33% de los niños en dichas edades.
La Ley 115 de 1994 estableció tres años obligatorios de educación inicial. Hoy,
veinticuatro años después, no hemos garantizado el primero de ellos para todos los niños, a
pesar de que sabemos que es la inversión más rentable que conoce la humanidad.
Hasta el momento apenas si contemplan ideas del sentido común como incrementar la
“cobertura” o “mejorar la calidad”, pero ninguno se ha referido a los desafíos que
estableció el Plan Decenal o al acuerdo nacional por la educación inicial conocido con el
nombre de ¡NiñezYa!
En el país hay un enorme consenso en torno a la necesidad de construir una política de Estado en
educación, una política que trabaje para alcanzar resultados a largo plazo. Lo que hemos hecho
hasta el momento, es lo contrario.
Como tendencia general, los ministros de educación son economistas que llegan a conocer el
sistema, a aprender cómo funciona el sector y a establecer lógicas de racionalización y eficiencia,
como si allí estuviera el problema de la calidad en la formación de los niños, los jóvenes y los
docentes.
el país se vio enfrentado a asumir como eje de la política pública un pequeño pero muy costoso
programa educativo: Ser Pilo Paga.
Para garantizar que esto no vuelva a ocurrir, para asegurar que no primen los intereses
“politiqueros” de quienes sean designados como ministros y para impulsar el desarrollo de largo
aliento, se requiere la construcción de una política de Estado en educación.
Para seguir ampliando el derecho, como exigen las democracias, necesitamos que la
sociedad civil asuma un rol más protagónico y les exija a sus candidatos y próximos
gobernantes un compromiso serio y a largo plazo con la educación
Referencias