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“Mi nombre es Alicia, y todavía no sé
porque las cosas malas le suceden a las
personas buenas, pero en fin...Tampoco sé
porque las cosas buenas le suceden a le
gente mala.
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Sinopsis
¿Qué escogerá?
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Y fue justo en ese momento cuando lo vi, una maraña de pelo negro se iba
acercando a donde yo estaba y unos ojos azules se encontraron con los
míos en solo un pequeña fracción de segundo, el llevaba el uniforme del
colegio totalmente desarreglado y la mochila de medio lado mientras toda
la población femenina de estudiantes nos quedábamos pasmadas en nuestro
sitio mientras semejante dios pasaba caminando por el pasillo del colegio.
Me tuve que forzar a respirar mientras aún seguía en ese pasillo. Y Bianca
no aguantaba las ganas de hacerme bromas de ello, apenas el cruzó el
pasillo en dirección al pasillo derecho para ir a su clase de inglés su boca se
inclinó hacia un lado de tal manera que una sonrisa torcida cruzó su boca y
miré nerviosa mis nudillos.
--¿Qué—
Asentí.
--¿Nos veremos más tarde? Necesito tu ayuda con una tarea de bioquímica
avanzada. Mi madre me está metiendo en tantos cursos avanzados que creo
que haré combustión en alguno de estos días—dijo con una carcajada tan
sin humor que tuve que quedarme mirándola un rato con los ojos
entrecerrados.
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--No creo que haya problema con eso—dijo Bianca mientras me miraba
fijamente y me abrazaba de tal manera que todo el aire salía de mis
pulmones.
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población femenina que se dedicaban a rodear a Gabriel durante la clase. El
ruido de la sala nublaba cualquier otro pensamiento que tuviere por lo que
saqué mi libreta de inglés y comencé a garabatear círculos en la hoja trasera
con un lapicero de tinta roja, la mirada de un par de chicas se posó sobre mí
inmediatamente. Las conocía apenas, eran las presidentas del club de fans
de Gabriel.
--¿Bien?
Ella y yo sabíamos que ella estaba en esta clase por simple acoso a Gabriel,
sus padres eran norteamericanos, había pasado algunos veranos en el país,
por lo que este idioma de no era nada difícil para ella. Le pasé mi libreta y
algunas hojas con ejercicios resueltos.
En un par de asientos delante de mí, estaba Gabriel, que tenía los ojos
azules y cuerpo muy atlético que me hacía perder la concentración en la
clase, casi podía sentir las mariposas revoloteando dentro de mi estomago.
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Hannah volvió con mis apuntes y no intenté pensar en Gabriel. Hannah
seguía con su voz nasal al frente de mí hablando y hablando, pero Gabriel
se intentó para de su asiento en mi dirección cuando Ashley se le abalanzó
a los brazos de tal forma que tuvo que mantenerse sentado un rato más.
El se giró cuando vio que no le estaba prestando atención a él, pero era algo
casi imposible. Era como que estaba más consciente de lo que él hacía que
de lo que yo hacía en el aula. De sus subidas y bajadas del pecho mientras
respiraba, de cómo movía lentamente cada uno de sus dedos contra la mesa
de su pupitre y en como jugaba con su labio inferior mientras miraba
fijamente a la profesora, tal vez estaba concentrado en clase. Pero algo me
decía, que el también estaba con la mente en otra parte.
Mire en ambas direcciones, la chica tímida del salón creo que tenia por
nombre Mirian me señalo su cuaderno e hizo con sus dedos un cinco y un
tres, mire de reojo mi cuaderno y le leí con magnificencia el párrafo que
allí decía. Leí el párrafo con tal magnificencia que todos en el salón me
miraban sorprendidos, que les podía decir, en el verano pasado me había
leído y releído el libro de esta asignatura lo suficiente para saber pronunciar
un perfecto inglés en clases. Me agradecí mentalmente el haberlo hecho, si
no, en este momento, estaría pasando la vergüenza de mi vida.
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Según mi padre yo era hermosísima, pero los padres están genéticamente
dispuestos a decir eso, si dijeran lo contrario se estarían diciendo que sus
genes no son lo suficientemente buenos para engendrar belleza, y eso nadie
lo podría decir. Mi piel era amarilla en un color pálido, casi aceitunado y
mi cabello era en un café chocolate que caía en bucles en mi espalda de
manera desarreglada, si llegaba a medir un metro sesenta antes de cumplir
dieciocho me consideraría alta ahora solo medía un metro cincuenta y siete,
algo promedio para mi gusto.
Del resto de mi parte física, delgada y con prominente frente, que tapaba
estratégicamente con un flequillo de medio lado. Nariz fina, y labios
delgados. Nada del otro mundo, se podría decir que estaba entre los
estándares de la gente normal. No como Hannah o Ashley que eran rubias
naturales con ojos claros, busto grande (naturales) y rasgos finos y
elegantes.
Veinte minutos después sonó la campana y deseé que todos salieran rápido
de clases para poder levantarme e irme, como era muy delgada era
propensa a que me empujaran con sus cuerpos al salir por el umbral al
cafetín que por no decir, parecía una feria en días como hoy.
Baje la mirada al punto exacto donde me había tocado, y si, las mariposas
se estaban intensificando. Levanté la vista hacia donde él se encontraba y
desee no haberlo hecho, la figura atlética y perfectamente marcada de él se
inclinaba levemente hacia mí, un obvio indicativo de interés en los
hombres según un artículo que había leído un una revista de Vogue. Me
mojé los labios con mi saliva y mi boca se secó de repente.
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--Ese es mi nombre. ¿Cómo lo sabes?—recorrí el aula con la mirada algo
nerviosa y él se hecho a reír simpáticamente. Ahora ya no había nadie en el
salón.
--¿Qué clase de sitio? Quiero decir, eres lindo y todo, pero no suelo ir a
cualquier clase de sitios—casi me ahogue con mi propia saliva, nerviosa.
¿Cómo pude decir eso? Definitivamente mi boca no estaba coordinada con
mi cerebro. Me pasé la mano por el cabello quitando unos mechones que
habían caído en mi rostro.
--Mmm, iremos poco a poco. ¿Qué tal un helado?—dijo mientras sus cejas
perfectas se elevaban un poco y en su frente se formaron pequeñas arrugas
que dejaban demarcado la sorpresa.
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--Tengo algo que hacer—dije recordando que me iba a reunir con Bianca
después de clases-- Y para ser honesta no te conozco lo suficientemente
bien—ahora estaba jugando con mi labio un poco, pestañeaba de vez en
cuando y no sabía porque no dejaba de comportarme como una chica a la
cual nunca habían invitado a salir. Ah sí. Tal vez era porque nunca me
habían invitado a salir.
Y él solo estaba ahí parado, en medio del pasillo con la camisa del
uniforme un poco desarreglada y la corbata un poco suelta, su brazo que
estaba tocándose el cabello como pensativo de repente estuvo frente a mi
cara como pidiendo algo.
Valla combinación.
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La forma en que caminaba, por Dios. Hacia derretir los corazones con solo
darle una mirada penetrante a cualquier chica en la escuela, incluidas a las
docentes. Me susurró algo al oído antes de guiñarme el ojo. Su piel pálida,
cabello oscuro de desenfadado, ojos azules muy penetrantes, en fin el era
un adonis perdido en este mundo de simples mortales. Hasta Ginebra se
hubiese decantado por Gabriel si lo hubiere visto y dejaría plantado a sus
amores sin pensárselo. Pero no, ni Ginebra ni nadie podría mirar a Gabriel
con los mismos ojos que yo lo veo. Casi se me paraliza mi corazón cuando
escuché lo que me estaba susurrando en el oído.
El se detuvo de su andar
--¿Quiénes?
--Ellos
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--No me uní a su jueguito de pelota y están molestos por eso—dijo con
toda la naturalidad del mundo.
--¿Qué?
Le miré con los ojos como platos y llegué hasta el primer puesto de comida
saludable, tomé un bol lleno de fresas y un zumo de papaya, y nada más
para mí, con semejante espécimen frente mío me sorprendería que pudiera
tragar algo de comida. Gabriel estaba detrás de mí en la fila y no me
apartaba la mirada de encima, tomo un plato de espárragos con salsa
bechamel y una coca cola de dieta. Pagamos y me dirigía a sentarme con
Bianca en una mesa de atrás cuando unos largos dedos se posaron en mí
ante brazo. Todos en la cafetería habían dejado lo que estaban haciendo
para mirarnos fijamente, hasta algunos que no se tragaban lo que estaba
pasando nos grababan con sus blackberrys y Iphones. Gabriel estaba detrás
de mí y pronto volví a sentir el contacto con su piel.
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--Pensaba que tal vez querrías comer afuera—dijo Gabriel con una voz
aterciopelada casi como un susurro.
--¿Afuera?—repetí
--¿Por qué eres tan amable conmigo de repente? Es decir, antes en clases ni
me mirabas.
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Ahora el miraba entretenido en dirección a Bianca, seguí su mirada cuando
hizo conexión con ella y ambos se dieron una larga mirada entre ellos. El
se giró en mi dirección nuevamente.
El me hacía enfurecer tan rápido que era ridículo todo. Solo quería terminar
mi comida e ir a clases, tal vez hablar de esto con Bianca luego e ir por
comida chatarra.
Lo miré nuevamente, ¿Cómo era posible que alguien tan guapo terminara
siendo un idiota?
Me miraba entretenido, casi como que sabía que era lo que estaba pensando
sobre él.
Arrugué mi entrecejo.
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Le respondí rápidamente.
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nuevamente en mi asiento mirando hacia el frente, tal ver era la novia, que
ridícula me sentía al pensar que el me había invitado por ser bonita. Tal vez
solo quería mis apuntes de una materia difícil, eso es la mayoría de las
interacciones que tenía con la gente como él.
Para cuando él había terminado de hablar con quien fuere que estaba
hablando ya había acabado mi comida y estaba a punto de levantarme. No
necesitaba un amigo nuevo de todas maneras, solo me quedaban unos
cuatro meses más en el instituto y en la universidad tal vez podría ser un
poco más popular.
Mis piernas seguían caminando detrás de él, aún cuando mi cerebro les
decía que parasen, que caminaran en la dirección contraria, que se
detuvieran y corrieran en la dirección contraria, pero nada de eso les hacia
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detenerse. El viento frio del invierno se paseó por mis piernas y temblé, por
lo menos el pensamiento inconsciente lo podía manejar.
Era hermoso pero esto tenía que ser una ilusión ¿cierto?
Ahora Gabriel estaba detrás de mí, podía sentir su mirada en mi nuca. ¿En
qué momento lo hizo? Puso dos de sus dedos en mi nuca justo en mi espina
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dorsal y de repente todo se volvió negro. Caía en espiral por un agujero
negro sin fondo y todo mi ser simplemente estaba horrorizado.
¿Daño?
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--Me han mandado a comprobar un par de cosas—dijo mientras examinaba
todo mi rostro
¿Eh?
Ok, tal vez si preguntaba muchas cosas. Pero esta vez iban en serio. El
debía responderlas.
Tal vez las historias de súper héroes no eran tan fantasiosas como yo creía.
Si existían seres humanos así. ¿Dónde estaban?
--No los hay, solo aparece un caso de ellos cada mil millones de años. Por
eso es que me han mandado a corroborar—dijo mientras me tomaba de la
mano dulcemente.
--Lo lamento
--Alicia—casi suplicó
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tales condiciones. El estaba un poco lejos de mí sentado en uno de los
asientos de hierro forjado mirándome atentamente, y pronto se movió en
otra posición para colocar mi cabeza en su hombro musculoso mientras me
acariciaba el cabello. Estiro sus piernas y me seque las lágrimas, lo intente
ver a la cara, pero su expresión no me tranquilizo, ¿era acaso dolor?
--Explícame que me hiciste ¿Qué fue todo eso? ¿Arcángeles? ¿Eso acaso
existe?—dije mientras me secaba los ojos con el dorso de mi mano.
--No lo sé, los arcángeles no son de esos que cuentan sus planes tan
fácilmente—dijo mirándome directamente a los ojos—Los caminos de
Dios son misteriosos—dijo con una leve sonrisa en su rostro.
El se encogió de hombros.
--¿Estas bien?—dijo con una voz que no me transmitía ninguna calma, casi
como si él estuviera aguantando las lágrimas también—Me importas
Alicia—dijo como si nada y ahora me miraba con preocupación en sus
ojos.
Me humedecí los labios con saliva y el caer de las hojas del otoño nos
encerraba en nuestro pequeño mundo perfecto.
Me paré del suelo con brusquedad y de repente sentí sus fuertes brazos
alrededor de mí antes de caerme al suelo, mi torpeza me acompañaba en
mis peores momentos. Pronto quedamos mirándonos fijamente a la cara, el
con dolor en la suya y yo con que era…ah sí, rabia.
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Me besó tiernamente y mis manos impidieron que él se alejara, al contrario
apretaron su cabeza contra la mía de tal manera que cada parte que nuestro
cuerpo se tocaba se iba encendiendo algo dentro de mí que pedía a gritos
ser liberado, el deseo subía y subía mientras más duraba nuestro beso.
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frustrada en el césped del parquecito, no porque quisiese sino porque mis
piernas no me darían para más.
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2
Todos los años para estas fechas papá me llevaba a ver los juegos de
baloncesto de la temporada en el estadio de fútbol de la ciudad, pero debido
a su nuevo trabajo eso era algo casi imposible en estos días. Lo extrañaba
como loca, y odiaba el hecho de que tuviera su nuevo empleo fuera de la
ciudad y casi no pasara tiempo con nosotras. Mi cabeza palpitaba con
ferocidad y casi podía sentir cada mínimo latido de sangre en mi cabeza al
intentar respirar con brusquedad, me pasé la mano por mis pesados ojos y
la imagen de mi padre cuidando de mí en mi cabeza, cada vez se iba
desvaneciendo más y más.
Volví a pasar mis dedos por mi tabique nasal intentando empujar fuera el
malestar que tenía y cuando me gire de donde estaba pude apreciar las
luces amarillas y rojas jugaban a mezclarse en donde sea que estuviere, una
brisa cálida me abrigaba como si viviera a la orilla de una playa, era divino
sentir esa brisa. De repente el dolor se apodero de mi a lo que diagnostique
como un leve dolor de cabeza, pero algo dentro de ella palpito apenas me
intente poner en pie, era como un proceso migrañoso que iba en aumento.
Toda rosa con muñecos de felpa en todos lados, no sabía cómo había
regresado a ella, no después de…af…el dolor no me dejaba pensar.
Fue al baño de abajo por algunos analgésicos y vi que la casa estaba sola,
mi madre estaba en el trabajo de enfermera y esta noche tenia guardia de 24
horas y papa era médico pero siempre tenía que atender alguno de sus
congresos de médicos fuera de la ciudad, no recordaba donde. Debajo de
mi la madera crujía debajo de mis pies.
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--Gracias a Dios que estas bien, pensé, pensé lo peor Alicia ¿Por qué no
contestas tu teléfono celular?—grito por la bocina del teléfono
Había colgado.
***
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El ruido de la sala de emergencia ya no era un dolor de cabeza, ahora de
repente mis intestinos se movieron violentamente. No había comido desde
hace mucho según mi estómago. Intente abrir mis pesados parpados con
fuerza, la luz me cegó por unos instantes, pero cuando se adaptaron a la luz
allí estaba mi madre, con su uniforme de enfermera hablando con Bianca
quien le daba ánimos mientras yo estaba aquí tirada en la camilla.
--Ya veo, tu madre y tu amiga han estado preocupadas ¿las llamo por ti?—
dijo mientras quitaba la aguja y me enterraba otra en el antebrazo
--Por favor—
--Si mama—
--Me has dado el susto de la vida Alicia, estoy muy molesta contigo
ahora—dijo mientras entrecruzaba los brazos y fruncía el ceño.
--Lo siento—dije
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Pero pronto dejo lo mala y me dio un fuerte abrazo que impedía que mis
pulmones obtuvieran el suficiente oxigeno.
--¿Cuál?—
Mi madre entro con un medico alto y guapo que me evaluó los signos
vitales y me hizo un par de preguntas. Tenía el cabello rubio y ojos grises,
era increíblemente guapo dije para mis adentros.
--Ya veo que estas mejor Alicia, espero que regreses a tu casa bien—dijo el
médico.
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--¡Alicia!—reprendió
--No recuerdo—
--No—
Si lo hacía.
¿Pero que le iba a decir? Que vi plumas caer del cielo mientras estaba con
Gabriel y luego nada. El sueño. El dolor. Todo era confuso. Y dolía intentar
recordarlo.
--Cuéntame—
Bianca llevaba aun el uniforme de la escuela solo que con un suéter por
encima, su cabello rubio caía por su rostro todo despeinado y el tono de
verde oscuro de sus ojos se acentuaba cuando le pegaba la luz.
Respiré profundo.
--Entiendo—
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dieron de alta y Bianca no me había dirigido la palabra en lo que había
quedado de noche.
Nos montamos en el auto de Bianca y nadie dijo nada hasta llegar a casa.
Mi casa era una casa blanca de dos pisos con algo de estructura antigua en
ella, a mi madre le encantaba que fuera una casa antigua, aun recuerdo su
frase cuando nos mudamos aquí hace un año.
Recuerdo que en esa época tenía yo solo quince años, y odiaba esta ciudad
como nada en este mundo. El frio que hacía era horrible, me ponía el
cabello con un frizz horrible, papa tendría que viajar para ir al trabajo todos
los días lo que significaba que tendría que verlo menos tiempo y de paso, a
mi perro Hunter no podía dejarle libre como en la vieja casa de campo, aquí
tendría que cumplí reglas por el bien de los vecinos.
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--¿Estas bien Alicia?—dijo mama
--Si—suspiré
--Bianca—dije en un susurro
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--Eh…hola papa soy Alicia—dije lentamente
--Lo siento tanto por no estar allí cariño, prometo llegar rápido, estoy ya de
camino a casa—añadió el
--Si tenía, además eres mi única hija. Y yo soy médico, que clase de padre
seré si no estoy contigo en estos momentos—añadió el
Y eso fue todo, comí algo y me di una ducha con agua caliente y jabón.
Pero en mi mente solo quedaba algo dándome vueltas, plumas blancas
cayendo del cielo y ojos azules penetrando en mi subconsciente.
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3
Siete días y siete noches pasaron sin ver rastro de Gabriel, se había
esfumado de la escuela. Pasaba todo el día con la sensación de estar siendo
observada y en las noches era perseguida por alguien que venía a mí con la
intención de matarme, no quería que eso me pasara, me despertaba de
golpe con el pulso acelerado y mirando siempre por la ventana, era algo ya
casi mecánico.
Colgó
A los diez minutos estaba Bianca entrando a mi casa como perro por su
casa con bolsas de compras en ambas manos
--¿Qué?—
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Saco unas mini faldas y unos tacones de las bolsas
--¿Qué?—
La tome en el aire
Decía Carolina Martínez, 19 años, soltera. Con una foto algo retocada mía,
parecía mayor a lo que soy.
--¿Cómo lo sobornaste?—
--Oh, lo lamento—añadí
Dos horas después que terminamos de arreglarnos Bianca llevaba una mini
falda roja y una blusa con escote negra tacones de aguja negros y cinco
capas de maquillaje sobre su rostro, el cabello rubio lo llevaba en un moño
alto muy bien alisado. Yo por mi parte llevaba un mini vestido de
lentejuelas rojo y tacones de color crema e iba igual de maquillada que ella,
con miles de capa de maquillaje, tanto así que tapaba cualquier rastro de
juventud en nosotras, llevaba el cabello castaño suelto con una raya a
medio lado. Parecíamos mayores a veinte.
¡Increíble!
Le deje una nota a mi mama en la cocina solo por precaución que estaría en
casa de Bianca, y salimos totalmente bañadas en perfume de mama y con
solo el dinero para ambos taxis.
Pensé, hasta aquí llegamos. El gorila medía casi los dos metros de alto,
llevaba camisa manga larga negra y corbata roja, junto con unos lentes
oscuros y su piel morena, inspiraba miedo.
--¿Kiara?—repitió el gorila
--Si—afirmo Bianca
Era muy buena mentirosa. Entrelacé mis dedos con los de ella un poco
nerviosa
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--¿Nos dejaras pasar o qué?—grito Bianca mientras posaba una mano en su
cadera en modo de enfado
Mi estómago se revolvió.
Asco.
Una vez dentro del lugar las luces de neón opacaron mi vista y el humo
falso en mis pulmones ¿esto era todo? Un montón de gente bailando en la
zona central con máscaras en sus rostros, otro sector donde proporcionaban
bebidas alcohólicas y otra donde caían grandes cortinas de terciopelo roja,
creo que era la zona vip o algo así. Bianca me arrastro hasta el bar y pidió
dos cocteles de nombres estrambóticos, que ni siquiera yo podía
mencionar, el mío era en un tono azul con algo de rojo flotando encima de
lo azul, el de ella era burbujeante a la vista en tono amarillo con una linda
sombrillita en el. Bianca me miraba expectante
Puse la copa entre mis labios entre abiertos y empuje la bebida por mi
garganta, era quemante al principio mientras bajaba luego refrescante y
luego me sentí un poco mareada, al principio no me gusto el sabor pero con
el calor que hacía en ese lugar ese líquido pareció haber sido sacado del
mismísimo cielo. Pronto Bianca fue por otro.
Me gire para verlo, era Gabriel quien llevaba la máscara después de todo.
El llevaba traje gris y corbata azul marino, su cabello negro estaba echado
hacia un lado con una sonrisa medio torcida y dientes perfectos. Varias
chicas con cuerpos perfectos estaban subiendo hacia el escenario.
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Subimos por las escaleras traseras al lugar rápidamente, ya arriba habían
cuatro chicas mas, una morena con un vestido azul despampanante y curvas
perfectas, una rubia con el cabello corto por las orejas y vestido verde con
encajes, una pelo rojo con piel blanca como la cal y muy delgada y otra que
ante nosotras nos dejaba en ridículo, era hermosa con su piel morena y
cabello rizado con curvas perfectas.
Nos unimos a ellas y el anfitrión soltó un grito y luego llamo a uno de los
DJs del sitio, todas comenzamos a bailar como podíamos, de repente la
chica de cabello rojo fue eliminada y luego la rubia despampanante. Menos
mal no era un concurso de belleza porque si no la primera en irse seria yo,
o en su defecto Bianca.
Bianca movía el trasero como una diosa y me guiño el ojo para que
mostrara mis mejores pasos, los que ella me había enseñado hace tiempo.
Busque con la mirada al Gabriel pero había desaparecido, de repente
cuando me voltee a mitad de un paso sexi allí estaba él pasmado.
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Si, si parecíamos adolescentes. Menos mal no había nadie que nos viere en
ese momento.
--¿Te fijaste que use ese paso que me enseñaste la otra vez? Fue de lo más
emocionante—dije y me calle inmediatamente, el anfitrión de la fiesta nos
llevaba para reclamar nuestro premio nos señalo con el dedo la entrada a
una puerta trasera del edificio, caminamos por varios pasillos de ladrillos
encementados y cruzamos varias veces por portones eléctricos, allí al final
estaban los autos.
Los Audis A4 estaban allí, uno color perla, otro en plata y el otro en negro.
Kimberly ya estaba encima del Audi A4 negro así que Bianca escogió el
perla y yo me quede con él plata. Eran hermosos.
Bianca quedo en enviar los abogados de su padre para arreglar todos los
problemas “legales” con el anfitrión, ya que dado, no habíamos entrado
legalmente al lugar ni éramos mayor de 21.
--Le estoy marcando a un abogado de papá, el siempre sabe qué hacer con
estos líos legales—dijo mientras se concentraba más en su teléfono
Los ojos de Bianca se abrieron como platos y su boca formó una perfecta o.
Tal vez tendía razón, tal vez era hora de pedirle explicaciones a ese ser.
Bianca termino su llamada y se giró hacia mí.
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--Conseguiré esos autos, aunque tenga que sobornar a media ciudad—dijo
Bianca mientras pasaba su peso a una de sus caderas—Y será mejor que tu
consigas ciertas respuestas de cierto jovencito—dijo Bianca guiñándome
un ojo
--Volvamos al bar—
El bar tender me pasa una bebida transparente con una aceituna en el fondo
de una copa triangular, creo que un Cosmopolitan, me sorprendo a mi
misma sabiendo el nombre del trago. Es refrescante y seco. El chico de la
máscara no pudo apartar la vista de mí. Primero mira el escote pronunciado
de mi vestido y luego a mis largas piernas, devorándome de arriba abajo.
De no saber que era el chico con el que no he parado de soñar durante estos
benditos siete días y siete noches, y reí para mis adentros cuando recordé
que el lugar también se llamaba SIETE.
Irónico, pensé.
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caminamos hasta el final de un pasillo en las afueras del club. Pensé en
enviarle un mensaje de texto a Bianca si sucedía cualquier cosa.
Bianca me miraba perpleja desde el otro lado del club y levanto una copa
en mi dirección, ella estaba disfrutando esto.
El vapor del club salía por debajo de una de las puertas por las que
habíamos salido, un hombre de contextura gruesa estaba recostado detrás
de una pared del pasillo fumándose un puro y haciendo bocanadas de humo
para nosotros, levantó el puro y nos hizo una reverencia. Seguimos
caminando un poco más.
Tenía miles de preguntas que hacerle, muchísimas, sobre todo ¿Qué había
sucedido ese día? Después de salir al patio con el ya nada estaba en mi
memoria, si me había desmayado o algo merecía saber. Además como
había sabido mi dirección de casa, o incluso haber entrado. Era
espeluznante.
--¿Qué fue lo que sucedió ese día? El día que te acompañe fuera. Creo que
merezco una explicación—dije valientemente
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Intente quitarle el antifaz con mis dedos, pero me detuvo en el proceso, en
vez de eso tomo dos respiraciones y sostuvo mis manos junto a su cara
acariciándose con ellas las mejillas. Algo dentro de mí se despertó, en
realidad me gustaba que me tocara, me gustaba tocarle, me sentí perdida y
encontrada al mismo tiempo. Pero el me miró y me soltó ambas manos.
--Lo siento—dijo ahora miraba mis ropas como si fuesen impuras, que en
realidad no es que hubieran sido para lo contrario.
Ahora sus ojos azules se intensificaron en color, ya no eran azul cielo eran
un azul muy brillante casi eléctrico. Pensé que era mi vista que me
engañaba pero allí estaba él, un reflejo de la perfección con los ojos más
increíbles que había visto en toda mi vida. Brillaban como las luces de
navidad, aún mejor que eso.
Eran preciosos.
Me giré para ver quién me podría ayudar en caso de que intentara algo que
no querría. Hasta el señor que fumaba se había ido. Inmediatamente recibí
un mensaje de Bianca a mi blackberry.
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“AVISAME SI NECESITAS UNA SALIDA DE EMERGENCIA” decía el
mensaje de Bianca en cuanto lo revisé, tecleé algo de vuelta mientras
Gabriel me miraba con gesto asombrado.
Me besó los labios tan tiernamente que hasta mis piernas temblaron debajo
de mí y un suspiro salió de mis labios, le deseaba como nunca antes había
deseado a alguien. Pasé mi mano por su cabello negro y liso y lo enrede
con mis dedos para mantenerlo más cerca de mí, el gimió un poco al ver
que intenté profundizar el beso.
Allí estaba él, la figura perfecta de un hombre con la cara desfigurada por
el dolor. Ahora la camisa de vestir estaba por fuera y el cabello un poco
despeinado por la brisa fría de la noche.
--¡No!—dije
--No—repetí
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--Deberías simplemente alejarte de mí. No sabes cuánto autocontrol tengo
que tener para simplemente no tomarte en este callejón oscuro y hacerte
mía—
--No soy bueno para ti, aléjate y sigue con tu vida por favor—dijo mientras
me presionaba contra la pared con una de sus manos y con la otra sostenía
mi mentón para que pudiera mirarle a los ojos, mi entrepierna sintiendo
perfectamente todo su cuerpo.
--¿Por qué?—dije ya con lágrimas en los ojos, y me sentí estúpida por estar
llorando frente a él.
Me miró con sus ojos y sentí que me atravesó el alma, luego detrás de él
apareció un ala enorme como la de un ángel pero esta no tenía plumas
blancas como las que había visto antes, eran diferentes, mucho más
hermosas.
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--¿Quiénes? ¿Los arcángeles?—dije pasándole los dedos por el reborde de
sus perfectos labios en forma de corazón.
--¡Hey Alicia! ¿Qué haces aquí sola? Ven adentro esto se esta poniendo
bueno—agito su mano sobre su cabeza y entró en el club nuevamente.
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4
Ese mismo día cuando regresamos del club SIETE, Bianca venía medio
dormida y un poco prendida porque no decirlo, su cabello rubio ahora era
una maraña y justamente me sentía como una niñera en estos momentos.
Le pague el dinero al del taxi y ayude a bajar a Bianca del automóvil poco
a poco, metí la llave en la puerta delantera y me entró el pánico cuando la
llave giró sin problemas, estaba abierta.
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--Solo vine a matarte—dijo mientras sacaba un arma nueve milímetros y la
apuntaba directamente a mi cara.
Era blanca casi rosada con cabello rubio corto por las orejas, ojos rosados
cosa que me hacía desconcentrar totalmente, eso no era natural. Delgada
como una femme fatale con enormes pechos y cintura pequeña, toda una
modelo en su complexión. Mi cuerpo estaba tenso y no reaccionaba ante
mis estímulos, no otra vez, pensé. Miré nerviosa a Bianca.
Caí un par de metros detrás no sin girar sobre la grama y rasparme las
rodillas un poco.
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Tenía que llegar a la pistola, sin importar como, tenía que llegar. Si no,
estaría acabada.
No entendía que me decía. ¿Algo que era de ella? Eso era absurdo.
Ella me miró con ojos expectantes y casi pude ver el alivio recorrer su
rostro. Luego cuando se giró hacia detrás de mi casa y se giró en mi
dirección pude verlo, ese iba a ser mi final. Ella cargó el arma, apuntó el
gatillo y disparó en mi dirección. La bala pasó muy cerca de mí y me
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cuerpo se heló al escuchar el ruido de la bala, me cubrí el rostro para evitar
así el impacto de bala, siguió disparando para verme allí acorralada y
asustada pero esta vez hacia el cielo, como si se estuviera burlando de los
demás ángeles al hacer eso. Se le acabaron las balas y se apresuró a
recargar, el estuche de balas nuevo se le cayó inmediatamente y al verme
allí me comenzó a golpear con olas de aire, primero fueron más violentos y
luego fueron disminuyendo.
Gabriel.
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Me crucé de brazos.
Una respiración fuerte fue tomada por él, y yo sentía que me inundaba en la
vergüenza.
--No era una ladrona porque no se llevó nada, pero me dejo intrigada
porque dijo que yo tenía algo que le pertenecía—añadí al ver que su rostro
palidecía mientras yo hablaba—Y dijo que tú eras su novio—añadí
nuevamente.
--No, esto debe ser un error—dijo más para sí mismo que para mí—Y no
soy su novio, soy su ex prometido—dijo tan a la ligera que casi olvidé
respirar.
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--No deberías de estar celosa de ella, eso es lo de menos en este
momento—dijo el mirando por la ventana el amanecer con la mirada ida.
Me acerqué detrás de él y le abracé un poco y él se tensó, pensé en alejarme
pero en vez de eso suspiro y me abrazo tiernamente.
Palidecí instantáneamente.
Gabriel me miraba mientras hacía círculos con sus largos dedos alrededor
de cintura y cadera, el también pensaba en la muerte, y en cómo cada vez
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más se aproximaba hacia mí. Aplicó un poco de pomada para el dolor en
mis costillas y en las demás zonas donde me había golpeado y sentía el
alivio venir a mi poco a poco, el me estaba cuidando, y deseaba que se
quera un poco más para sentirme protegida .Pero al pensar en la rubia entre
él y yo queriendo reclamarle toda esperanza se iba por la borda.
Cerré los ojos esperando a caer en los brazos de Morfeo, mientras Gabriel
me besaba haciendo un camino de besos de mí frente a mi cuello, iba y
venía con lentitud.
***
Un pensamiento patético.
Cuando volví a abrir los ojos habían pasado varias horas, y ya el sol estaba
en su cima, gire hacia el reloj de pared de Hello Kitty y decía que eran las
once, me quede dormida.
Nadie respondió, se había ido. Una ola de lágrimas se apoderó de mis ojos,
no quería estar sola, no quería que él se fuera. Pero allí estaba yo, llorando
a mares.
¡Oh no!
--Aja—dije, no le iba a decir que casi fui asesinada anoche y que pase la
noche con Gabriel en mi habitación.
Drogas, pensé.
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¿Le tendría que decir eso? Claro, pero en otra oportunidad, una en la que
esté lucida y pudiera pensar la forma en que se lo diría.
Ella tomo otro sorbo de su jugo y se paso las aspirinas por su garganta
lentamente.
--¡No puede ser!, tú consigues un ligue que está como Dios manda y yo no
puedo recordar nada después de lo de los autos—dijo casi con un puchero
en sus labios
--No es un ligue—añadí
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--Pero te gusta ¿no?
Bianca era brutalmente honesta a veces, y la amaba por eso, pero esta
ocasión me hizo sentir aún más insegura de mí misma.
--Lo sé, añadí. Aun no puedo creer que yo le llame la atención. No es nada
común—agregué—Además anoche nos topamos con su ex prometida—dije
rápidamente.
Mi cara palideció.
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--Pensé que tal vez ya habías decidido perder tu sabes que—dijo en un tono
muy bajito y casi cómplice.
Me ruboricé inmediatamente.
Bianca se estaba mordiendo el labio allí donde estaba y sabía que el tema
ya le incomodaba. Jugueteó con el vaso de cristal entre sus dedos y me
miró en forma de disculpa, miré el suelo en señal de vergüenza. No éramos
buenas con el tema del perdón. Bianca se agachó en el sofá para buscar
entre su mini bolso de Chanel su teléfono celular y marcar varios textos,
luego se despeinó un poco su flequillo y me miró un poco aturdida.
***
Mamá llamo dos horas después que deje a Bianca en su casa, estaba
preparando panqueques con fresas, mis favoritos. Rompí varios huevos,
leche, esencia de vainilla agregue el azúcar y luego la harina, me encantaba
preparar panqueques para cenar. Los amaba. Preparé el sartén especiales
para panqueques y le unté un poco de mantequilla, adoraba el olor de la
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mantequilla derretida y bailaba por toda la cocina como loca mientras iba al
refrigerador por jugo de naranja y algunas fresas frescas.
--¿Aló?—dije deliberadamente
--Oh, hola Alicia, voy camino a casa ¿quieres que compre algo para
cenar?—dijo mamá a través del auricular del teléfono
Suspiré nuevamente.
--Querida, solo para que sepas. Llevare a alguien a casa—dijo con algo de
recelo en su voz y una carcajada se escucho por el auricular.
¿Un amigo? Mi madre no tenía amigos varones, solo a mi tía Isabella pero
vivía en otra ciudad y casi nunca se veían. Termine los panqueques y fui a
darme una ducha en el baño, me peiné con una cola de caballo alta y me
puse unos leggins negros y una camiseta holgada, estaba cómoda. Me
interrogue entre los converse y las zapatillas, a la final de decidí por unas
botas de cuero que mi mama odiaba, pero yo las adoraba.
--Un gusto—agregué.
El iba bien vestido, con camisa de vestir en un tono gris y pantalón negro
con zapatos que se veían algo costosos para cualquier persona promedio. El
me miraba con aprecio, me abrazó por los hombros al pasar por el umbral
de la puerta.
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--Este es mi último año—dije alegremente
--Aún no, estoy esperando un poco más para revisar mis opciones—dije
mirando a mamá que estaba algo nerviosa en su silla
--Ya veo, en el hospital están dando becas a hijos de médicos para que
estudien medicina—dijo ahora con su mirada fija en mí
Al irse el doctor Samuel no noté nada extraño, solo que mamá estaba como
revoloteando de la sala a la cocina. Como si mi presencia no fuera
bienvenida en esa habitación de repente me sentí como una intrusa en mi
propia casa, y me despedí del doctor y subí lentamente por las escaleras de
madera, solo para esconderme detrás de la pared para escuchar que
hablaban esos dos. Papá ya tenía tiempo sin venir a casa, y mamá tiene esta
nueva amistad tan de repente, no quise darle más vueltas al asunto. Un
posible casi de infidelidad de parte de mi madre era lo menos que me hacía
falta en estos momentos.
Fui al baño nuevamente y me lave el rosto con agua helada, me puse crema
hidratante y me cepille el cabello con un cepillo de cerdas naturales me
hice unas trenzas y me cambie a mi piyama favorita, una camiseta negra
ancha y unos shorts cortos de algodón de conejitos.
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Pero cuando llegue a mi cuarto, todo el peso del día anterior recayó sobre
mis hombros y no pude conciliar el sueño hasta pasadas las doce. Los
párpados los tenía pesados, pero la sensación de ser observada no se iba,
era horrible, casi exasperante. Gire en la cama y me cubrí con la sábana de
la cama, volví a girar y de repente mis pensamientos estaban dispersos, caí
en un sueño profundo.
Soñé con Gabriel, esto ya era recurrente, pero esto sueño era diferente, se
sentía diferente.
Yo llevaba un vestido rosado que me llegaba hasta los tobillos era suelto, y
tenían pequeños diamantes incrustados en él, el solo llevaba pantalón de
vestir de cuero y se le podían ver los bóxers ya que el pantalón le daba un
poco mas debajo de su cadera.
Me llevo hasta lo más alto que pudo y allí me hizo levantar el rostro con su
dedo.
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--Te protegeré—solo con esas palabras me dejo maravillada, era increíble
como dos palabras me hacían sentir tantas emociones juntas, alivio, paz.
--Tal vez, pero reglas son reglas. Tendré que pagar por esto algún día, y lo
que no quiero es que tu tengas que pagar también—dijo frunciendo el
entrecejo
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Negué con la cabeza. La literatura religiosa no era mi fuerte, ni siquiera
cuando mi madre me había obligado a ira a clases de religión aún cuando
vivíamos en el campo. Me besó tiernamente en los labios y casi olvidé
respirar, continuó hablando.
--Es real para ti y para mi, como un pequeño cielo que podemos
compartir—dijo ahora bajándome de su regazo y tirándome a las
profundidades del lago
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Caí como ocho metros pero no me paso nada malo, ni siquiera me moje al
entrar al lago. El bajo un poco para ver mi expresión de asustada, se rió un
poco y me ayudo a salir del agua nuevamente.
--¡Malo!—reprendí
Se hecho una carcajada y me depositó unos besos en la cuenca del ojo, los
cerré lentamente para darle chance a que los besara con calma. Pero cuando
los volví a abrir él ya no me miraba con la misma mirada tierna de
momentos atrás, ahora depositó una de sus manos detrás de mi cintura y me
mantenía presionada contra su torso desnudo. Me sonrojé con violencia.
--¿Qué sucede?—dije
¡No! Quise gritar por dentro. Quería que se quedara. Permanecer así por
mucho más tiempo, junto a él. Creo que una vida con el no me bastaría.
--¿Lo prometes?—
65
5
Me pasé de nuevo el bolso por una de las asas al ver como se aproximaba a
mí el bus, le saqué la mano para que se detuviera pero como es uno de mis
días normales no lo hizo. La rabia fluyó por mis venas, miré mi reloj de
pulsera y vi que me quedaban diez minutos para entrar a clases y si iba
corriendo de aquí a la escuela, llegaría solo en quince minutos. Tarde, pero
no tanto.
No me importó.
Ahora Bianca estaba mirándome fijamente con sus ojos verdes esmeraldas.
Y ambas reímos.
--Pero tú no, papá dijo que no podré usarlo por un mes. Pero no dijo nada
sobre el tuyo. ¿Ya conseguiste pasar el examen de conducción?—
--Aún no—
Caminamos por los largos pasillos hasta que una vez dentro me hicieron
sentar en una de las sillas de plástico.
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En el entierro había miles de personas que nunca llegue a conocer, amigos
de la familia, compañeros de trabajo de papá, todos me miraban con caras
de compasión y me decían palabras de aliento pero ninguno de ellos era
realmente cercano a mí. ¿Cómo era eso posible? Bianca me abrazaba
mientras sollozaba en la tumba de mi padre y me ayudó a tomar fuerza para
lanzar tierra sobre el enorme cajón de madera donde estaba mi padre.
Odiaba eso… ¿Por qué la muerte caía sobre la gente buena?
--Hola—solté
--¿Estas bien?
Me miraba fijamente con sus ojos azules y sentí una opresión incipiente en
el cuerpo.
Quería llorar y desahogarme con todo lo que tenía, quería hacer muchas
cosas, pero mi padre.
El era mi roca en estos momentos, como se supone que podré continuar con
todo sin él. Ni siquiera le di chance de asistir a un baile padre e hija, había
tantas cosas que quería vivir con él, y ahora que simplemente no estaba.
69
Escuchaba a los lejos como los autos se iban a alejando del lugar donde lo
habían enterrado, y subí la mirada para encontrarla con la de Gabriel.
--¿Mejor?
Asentí levemente.
***
El me miraba tiernamente.
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El muy sinvergüenza trataba de no reírse ante mi cara embobada. Fallando
catastróficamente por cierto.
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estaba luchando por no perder el control conmigo, no el día que mi padre
había muerto.
Me tomó entre sus brazos y me arrullaba como lo hacían con los bebés, mi
respiración se iba controlando y ahora él jugaba con mechones de mi
cabello lentamente.
--Te quiero Alicia, no tenía idea que esto que siento se llamaba amor. Pero
tengo la constante angustia por ti quiero, protegerte contra todo, te extraño
en todos los momentos del día. Lo siento si no soy muy original, pero es la
primera vez que me enamoro—dijo mientras besaba la parte superior de mi
cabeza.
--Quiero que sea especial, además no será la primera vez para ti nada
más—añadió con cierta vergüenza
--¡Oh!—
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--Digamos que tengo poco tiempo siendo mitad humano—dijo mientras
aparecía esa sonrisa pícara en su rostro.
Esa noche nos besamos tiernamente hasta que me dormí en sus brazos.
***
Eran las seis de la mañana y ella estaba con la cara pálida y sudorosa
mirándome como si fuera una especie de fantasma, afortunadamente
Gabriel se había ido. La veía correr de la cocina a la sala con un teléfono en
su oreja y casi la oía gritar por la bocina del teléfono en inglés, mi madre
era canadiense de nacimiento. No entendía ni la mitad de las cosas que
decía, tal vez porque estaba medio dormida mientras bajaba las escaleras o
porque mi diccionario lo había quemado a los doce años cuando me decidí
73
que un idioma para mí era más que suficiente. Me miraba hecha una furia
cuando terminé de bajar a la cocina.
Las palabras banco, abogados, casa en una misma frase no era buena señal.
--El banco más cercano queda a dos horas y si me voy ahora podré quedar
entre los primeras que atiendan—dijo mirando el reloj que ahora daban las
6:34 AM
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--Ya llamé a la escuela cariño te dieron el resto de la semana, la comida
está en el refrigerador y cierra las puertas. Te amo—soltó antes de encender
el auto e irse por la fría calle— ¡Volveré a eso de las cinco!—gritó con la
ventanilla bajada del auto y aceleró a todo dar.
Esa era mi madre, tan fría y paranoica. La quería, ahora más, que mi padre
no estaba. Me volví hacia la casa que ahora parecía increíblemente vacía, y
me tiré a llorar en los suaves sofás de la sala. Allí me quede dormida hasta
las doce del medio día.
Lo cogí al rato.
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Bianca. No podría perderlos a ambos. No podía con ello. Muchos autos
pasaban ahora lentamente al frente mío incluso bajando la ventanillas de
sus autos para preguntarme si estaba bien.
Me sequé las lágrimas con el dorso de mi mano y sollocé por última vez.
Llevaba un mini vestido blanco con listones en rosa y tacones con trenzas
en ellos. Ahora su cabello le daba por la cadera, increíblemente largo. Y
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sus interrogantes ojos rosados subestimaban cualquier mínimo intento de
que yo me levantaría a pelear con ella.
El dolor de nuevo.
--No lo necesito para acabar contigo—dije tan ferozmente que hasta estuve
a punto de creérmelo. Ella por otro lado bufó mi intento de valentía
¡Oh no!
--¿Por qué me haces esto?—grité con el poco oxigeno que quedaban en mis
pulmones
Este era el fin. Pero me negué a darle el placer de verme llorar y grité a
todo pulmón.
77
6
--¡Lo sé! Pero a diferencia de ti, yo tengo toda la eternidad para que me
perdone—dijo mientras se lanzaba una breve risa y se deleitaba de mi
dolor.
--Por eso tengo que matarte, aquí y ahora—dijo mientras hacía un puchero
con sus perfectos labios rosados—por el bien de ambos—dijo mientras
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jugaba con la pistola que tenía entre las manos y me la ponía en la sien de
mi cabeza.
Entre abrí mis ojos para ver a la perfecta silueta de Gabriel plantada frente
a mí. Pero ahora había mucha sangre derramada en el lugar, no era mía, era
de él.
La mujer rubia nos miraba con culpa en sus ojos, no sabía qué hacer. Ella
dejó caer la pistola y se agachó en donde estábamos los dos.
De repente me sentí una intrusa, y sentí una punzada de celos al ver como
abrazaba a Gabriel como si él le perteneciera. El no la apartaba tampoco, se
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mantuvieron abrazados por varios segundos hasta que Gabriel la soltó y
salió corriendo en mi dirección.
No sabía que me dolía más en este punto. Me recosté contra un árbol con
su ayuda. La mirada preocupada de Gabriel era única y solo en estos
momentos podía apreciarla detalladamente, era como si yo de verdad le
importase. Me pasó la mano por la mejilla en una caricia y luego me
comenzó levantar el suéter con una de sus manos mientras retenía la
hemorragia con su otra mano a sí mismo, inspeccionó mi costado y según
su expresión pude ver que estaba más grave de lo que yo misma creía. Me
rozó con la yema de sus dedos el costado y sentí como me quemaba y
devastaba su roce. El se apartó inmediatamente de mí y me depositó varios
besos en la frente siempre susurrando palabras de aliento. Luego me colocó
en posición semi acostada en el suelo no antes de decirme:
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--¡Regresa conmigo Gabriel! ¡Aun hay tiempo!—dijo mirando a Gabriel
con los brazos entrecruzados, Gabriel le miraba con desprecio.
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--Ella está bien. Tú también lo estarás—dijo mientras me tomaba en brazos
y me llevaba a otro sitio
Estaba cien por ciento segura que había muerto, o eso pensé…
***
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Les devolvería la sonrisa a muchos niños y niñas. Tal vez hasta una
esperanza de vida aún más larga.
El dolor eclipsaba cualquier otra cosa que podía pensar o sentir en ese
momento. La mano de mi madre rodeaba a la mía a tal punto que dolía, le
apreté un poco su mano y ella despertó un poco de su sueño. Al verme
despierta ella comenzó a llorar nuevamente.
Ella llevaba el cabello amarrado en una cola alta su corto pelo castaño y sus
ojeras me hacían sentirme aún más mal de lo que me sentía. ¿Cómo podía
ser tan desconsiderada?
El chico pequeño a mi lado abría los ojos cada vez más asombrado, me
miraba como si de mi cabeza hubieran salido sapos azules o algo. Y no lo
culpaba, menos mal que la habitación estaba desalojada, todos estaban
durmiendo y solo estábamos él y yo.
Revisé cada una de mis heridas, la del muslo, la del costado, incluso la de
la bofetada ni siquiera había quedado rastro alguno de ellas. Fue como si
nunca me hubieran disparado, mi piel más bien brillaba como si estuviera
en una especie de circo, y ahora podía ver cada pequeña imperfección en el
techo del hospital y en las micro gotas de sangre en las camillas de los
demás pacientes. ¿Acaso tenía visión biónica o algo? Me había curado en
tiempo record pero esto era demasiado, incluso para mí.
El niño pequeño con la pañoleta en su cabeza me miraba con los ojos como
platos, le dediqué una sonrisa y el sonrió inmediatamente.
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Por mi mente pasó lo de su cáncer y me entristeció inmediatamente.
--Eres bonita, si me recupero del cáncer me gustaría casarme con una chica
como tú—dijo e inmediatamente me sonroje—no como la enfermera de
allá que siempre busca maneras de cambiarme la aguja del brazo—dijo
mientras señalaba a una enfermera que iba entrando al sitio con varias
jeringas y ampollas.
--Marcus
Dijo suavemente.
85
Los doctores me examinaron de nuevo y se quedaron perplejos que había
mejorado mágicamente. Sin necesidad de miles de estudios médicos ni
fármacos.
***
--Espero que el jugo sea para ti—dije intentando sonar normal, mi voz se
escuchaba rara como más aguda y perfecta que lo usual.
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--Te amo Alicia, es solo que la muerte de tu padre, los bancos, y tu
internada en un hospital muriendo, es como rebasar la cuota de demasiado.
Estuve a punto de volverme loca cuando supe que habías tenido un
incidente en el parque de la escuela. ¿Me dirás que hacías en el parque de
la escuela?—dijo ahora en un tono acusatorio. Genial, ellos nunca estaban
en casa y ahora se ha tomado a pecho el papel de buena madre… ¡Justo
ahora!
Tragué lentamente.
--Yo solo…--mi explicación fue detenida por una voz que nos llamaba
afuera del auto.
Gabriel estaba inclinado afuera del auto con una sonrisa deslumbrante,
llevaba una camisa de vestir con un jean y zapatos de diseñador
perfectamente combinados. El cabello negro caía ahora casi cubriéndole el
rostro y sus hermosos ojos azules, estaba increíblemente en ese momento.
Mi madre miraba entre Gabriel y yo como intentando que dos piezas
cuadradas encajaran en un molde redondo, casi podía escuchar los
engranajes de su cabeza procesando la información. Tomé varias
respiraciones y Gabriel ya estaba del lado del pasajero abriéndome la
puerta con preocupación, me tomó por los brazos y me ayudo hasta entrar
en la casa. Mi madre nos seguía lentamente mientras bajaba las maletas del
auto, Gabriel me sentó en uno de los sillones y regreso afuera rápidamente
para ayudar a mi madre con las maletas y bolsos del hospital.
Apartó su mano de la mía y ahora jugaba con sus dedos haciendo pequeños
círculos con ellos en el sillón y yo solo deseaba que hiciera esos mismos
círculos sobre mi piel y no el sillón. Cerré los ojos con brusquedad. Debía
mantener la cabeza serena si quería salir del interrogatorio de mi madre,
pero estar a su lado, simplemente no me ayudaba. El como si pudiere leer
mis pensamientos se dio una leve carcajada casi como una pequeña brisa y
mi madre ahora nos miraba con atención.
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--¿Se estaban viendo a escondidas?—dijo como si no se estuviera creyendo
ni una pizca de ello.
--Pero como veo que ya está bien, es hora de que me valla—dijo mientras
se levantaba y me dirigía hacia la puerta trasera de la casa.
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busque con mi mirada el hermoso rostro de Gabriel, mirar su grado de
perfección siempre me hacía sentir como si no estuviera en este mundo. Me
hacía sentir esperanzada por el mañana, pero su extraño silencio me hizo
presagiar que cosas buenas no iban a caer en nosotros.
--Nada—dijo de la manera más fría que pudo haber dicho para mí.
El se levantó de la mecedora con tal brutalidad que me tuve que aferra a las
cadenas de hierro del asiento para no sentir miedo, el caminaba frustrado de
la casa a mí y regresaba. Estaba pensando en algo mientras caminaba pero
no sabía qué. El desespero se apoderó de mí y me levante del asiento para
encontrarle en el camino, el dio dos pasos hacia atrás al ver lo que estaba
intentando hacer y dio un suave respingo con su nariz al ver que me había
acercado lo suficientemente a él para que pudiera sentirme. Puse una mano
en su rostro y el la apartó inmediatamente, me sentí herida pero solo lo
disimule con mi cara de indiferencia y lo intenté de nuevo, puse la mano en
su rostro y ahora el no la apartó, simplemente me miraba con sus hermosos
ojos azules con una intensidad que hacían que mis piernas temblaran con
tan solo verme.
Suspiré levemente.
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--No—dijo y sentí que mi médula espinal sufría un ataque—He venido a
terminar contigo—dijo apartando mi mano de su rostro nuevamente y
ahora era yo la que no podía mirarle a los ojos, no ahora.
Era obvio que era cuestión del momento para que el me dejara, siempre que
había estado con él lo había supuesto que sucedería así. El simplemente
diciéndome que no era lo suficiente buena para él, y yo quedaría devastada
y llorando en lo patético que quedaría de mi existencia. El agujero en mi
pecho se iba abriendo conforme el seguía allí mirándome con sus perfectos
ojos azules.
--No—
Y solo esa simple frase bastó para hacerme salir de mi ensueño y ser
catapultada hasta lo más profundo de mí ser. Me había arrancado algo
dentro de mi alma y ahora no podía siquiera respirar. El se iba alejando más
y más de mí como si fuera una leprosa y él una persona completamente
sana.
Las lágrimas brotaban de mis ojos como un torrente de agua fresca que
acababa de ser descubierto y solo las sequé para poder seguirle un par de
pasos detrás, lo toqué con brusquedad en su hombro y él se giró hacia
donde yo estaba.
--Han sido los arcángeles los que te han pedido que termines conmigo
¿cierto?—dije casi en un tono de súplica
92
7
Los días posteriores a esos fueron de mal en peor, las noches se convertían
en días y los días en noches. El ruido del televisor era mi único
acompañante mientras me comía enormes helados de chocolate con vainilla
y solo deseaba desaparecer lentamente de la faz de la tierra. Había faltado
ya muchos días a clases y mi madre había hablado con el director de la
escuela para hacer una especie de “arreglo”; ya que era mi último año y
faltaban solo un par de meses para la graduación, recibiría en casa las
asignaciones y tareas y podría recibir los pocos créditos que me faltaban
para obtener mi título.
No quería saber nada del mundo real. Ya había perdido a dos personas
importantes para mí. No podía siquiera pensar en nada más. Prácticamente
pasaba el día encerrada en mi habitación leyendo basura sin sentimientos o
viendo televisión sin sentido.
A mí por ejemplo, me habían dejado hace un par de días y quien sabe que
estaba haciendo él en estos momentos. Tal vez estaba con esa rubia, o tal
vez simplemente había otra que lo había cautivado. No sabía cuál de las
dos era menos dolorosa para mí, pero lo único que sabía era que lo amaba
con todo mi corazón y lo único que hizo fue romperme en mil pedazos e
irse.
Despertar, ver televisión basura, limpiar la casa, hacer mis deberes, llorar,
dormir y volver a despertar.
Llevaba una camiseta holgada verde oscura con una falda de un tono más
claro que este.
--¿Qué dices?—me froté los ojos con una de mis manos para apartar las
lágrimas.
--Algo así—mentí
Mi madre me miraba como sin saber qué hacer y luego volvió a sonar la
blackberry con el tema de “MILEY CYRUS WREKING BALL” hasta
ahora no había distinguido la melodía que sonaba y supuse que era Bianca.
Lo tomé rápidamente.
Y no es para menos.
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Me paré de la cama de un salto y fui por mi remera favorita de “One
direction” y mis converse negras. Me peiné con esmero y me puse un poco
de brillo de labios.
¿Ahora se iba a poner estricta conmigo? Tenía que ser una broma.
--Si
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Camine mientras iba esculcando la habitación, abrí el cerrojo de la puerta
trasera y allí estaba Bianca jugando con su gatita Mariand. Ella primero se
alegró al verme pero luego retrocedió con sospecha.
El jardín de su casa era hermoso, tenían una pequeña piscina con jacuzzi y
un área que Bianca llamaba “la sección de las fiestas” porque era perfecto
para hacer un picnic y una fiesta con chicos. Me senté a su lado.
--Me dirás algún día quien era ella y porque hizo lo que hizo ¿cierto?
Ambas suspiramos.
97
Y dejamos que el tiempo pasara.
--¡Oh!
--Entonces, ¿quieres decir que todo lo que hizo fue por celos?—la
incredulidad nubló la voz de Bianca.
--Si
--¡Increíble!
Aunque ninguna de las dos estaba segura de estar bien, por lo menos nos
teníamos la una a la otra. Ninguna soltó la mano de la otra durante el resto
de la tarde.
98
***
--Lo sé
99
--Han pasado por mucho, es hora de que te quite el castigo—dijo el señor
Collins mientras le lanzaba un llavero a Bianca quien lo agarro en el aire.
Miré el reloj sobre la nevera y daban las 5pm todavía tenía chance.
Bianca abrió la puerta del garaje y miró sus ropas de colegiala y se detuvo
en seco.
--¿Me ayudas a escoger algo de ropa?—dijo con los ojos de perrito que
tanto me mataban.
Bianca pronto estuvo vestida con un mini short de tela de jean que le daba a
la cadera y una blusa blanca con estampado playero que hacía ver su
ombligo travieso, unas botas de terciopelo marrón y un par de aretes largos
de plumas. Además de eso se soltó la coleta y ahora llevaba el cabello
suelto sobre un hombro, muy impresionante para haberse arreglado en
cinco minutos.
100
Uno de ellos era extrañamente parecido a él, llevaba el cabello negro
azabache oculto en un gorra de beisbol roja con azul y fue de todos los
chicos en el grupo, el único que no se había animado a lanzarnos piropos en
cuando íbamos llegando al puesto para estacionar. Sus ojos se encontraron
con los míos una leve fracción de segundo y un escalofrío muy familiar
recorrió mi cuerpo. Tal vez mi mente me estaba jugando malas pasadas.
Me giré para ver si los chicos seguían allí, una camioneta Charger negra
vino por ellos y desaparecieron en la distancia. El chico de la gorra no se
giró para verme antes de montarse e irse, me detuve mientras cerraba de un
portazo la puerta del auto, odiándome por querer atrapar su atención.
¿Qué?
101
había salido un tornillo de tanto pensar en ángeles y arcángeles, todo en
realidad parecía sacado de una mala broma para mí.
--Lo sé pero digo, ¿lo dejarás ir tan fácilmente?—ahora tenía ambas manos
en sus caderas y agaché la vista de ella.
102
No había notado que tanto lo estimaba como persona, no en voz alta por lo
menos.
¿El todavía me querrá? ¿Qué pasa si voy tras él? ¿Los arcángeles se
interpondrán?
7:05 pm.
***
103
¿Debería llamar al padre de Bianca para que confirme?
Genial.
--Es mío—
En la pequeña salita estaba el doctor Samuel con su hija menor Sofía, quien
colgaba de su cuello como una pequeña monita. Ambos al verme entrar
sonrieron abiertamente.
--Un gusto verte Alicia—dijo mientras me miraba con los ojos más
expectantes del mundo.
La niña de cabello castaño claro me miraba con sus enormes ojos azules
esperando para acercarse a mí.
--Tu debes ser Sofía—le tendí una mano y ella saltó inmediatamente en mi
regazo
104
--Además de eso, vine a entregarte esto—me pasó una planilla de solicitud
de becas y mi memoria viajó hace un par de semanas cuando habíamos
hablado de ello
--Oh, Gracias
--Se que has pasado por mucho, pero la universidad ya está más cerca.
Podría ser un nuevo comienzo para ti—dijo suavemente mientras cogía a
Sofía nuevamente en los brazos
Eran adorables.
105
Al finalizar la visita me quedé en la cocina para lavar los platos y mi madre
salió a despedir al doctor.
Puse un plato en su sitio y comencé a restregar una olla enorme. Puse más
jabón en la esponja y tomé un plato con cuidado, el ruido en la sala había
disminuido y me sorprendí al escucharlos susurrar en la salita.
¿Matrimonio?
Uno de los platos había quedado mal puesto de lugar y cayó por los suelos,
rompiéndose.
Mi madre regresó con el semblante pálido y los ojos abiertos como platos.
Me di la vuelta para no tener que verle el rostro e intenté recoger las
pequeñas piezas de vidrios rotas, me corté inmediatamente.
--¿Escuchaste?—simplemente dijo.
106
Me dedo había comenzado a sangrar gravemente. Y no podía siquiera
levantarme del suelo y enfrentarme a ella.
¿O sí?
Mi estómago se revolvió.
--¡Dímelo madre!
107
--¡Eres tan hipócrita!—solté a los cuatro vientos y mi madre ya tenía su
mano levantada para darme una bofetada que nunca llego.
Las dos nos quedamos en esa pequeña cocina y de repente todo parecía
hacerse demasiado incómodo para ambas.
Esto era más que suficiente. Me odiaba a mí misma, la odiaba a ella que
parecía que no tenía sentimientos, tan frívola y calculadora.
108
8
Un par de día después me encontré con que todas las necesidades básicas
para mí no estaban siendo demandadas exactamente por mi cuerpo. Podía
pasar muchas horas sin dormir, sin necesariamente estar fatigada o
abruptamente somnolienta, ni siquiera mi apetito había aumentado desde
que comencé a sentir que eso ya no era necesario para mí. Mi madre ya no
me hablaba estaba molesta conmigo, pero no me importaba, estaba
entretenida viendo como este nuevo sentimiento emergiendo de mi cuerpo
me hacía sentir incluso más viva.
Me miré en el espejo por quinta vez esa mañana y mi piel que siempre
había tenido un aspecto amarillento nada saludable y ahora brillaba y los
rastros del acné juvenil había desaparecido, mis ojos que eran
anteriormente de un color marrón opaco ahora tenían pequeñas franjas
doradas en ellos y los hacían lucir incluso más vivos.
Habían pasado más de doce horas desde que había salido corriendo hasta el
pequeño parquecito y en mi llegada al hospital, según los doctores y mi
madre, pero algo en ese lapso de tiempo me había ocurrido. Porque ahora,
me sentía fuerte, y viva.
¿Qué mierda?
Tome con cuidado el pomo y lo apreté suavemente con mis dedos y este se
doblaba con facilidad en ellos, casi como magia pura.
109
No puede ser.
Me puse una camisa de cuadros roja con blanco y unos vaqueros, junto a
unas converse roja. Me amarré el cabello en una cola de caballo. Me
coloqué en el marco de mi puerta y sabía dentro de mí ser que esto era una
locura, pero tenía que intentarlo.
Miré hacia abajo, casi siete metros de alto. Mis nudillos aferrados al marco
de la ventana con fuerza.
Si no funcionaba…
Cerré los ojos con fuerza y puse uno de mis pies arriba del marco de la
ventana y luego el otro. La brisa de la mañana se pegaba a mí como un
viento gélido.
¡Tres!
110
brinco mientras me aferraba del marco de mi ventana, una mano pudo
quedarse enganchada y luego la otra.
Casi que sin esfuerzo me levanté con mis manos y entré rápidamente por
mi ventana. Tomé un libro justamente segundos antes de que mi madre
entrara en mi habitación para supervisarme por octava vez ese día.
--Mmm…
--Alicia—reprendió
--Lo lamento
Suspiré pesadamente.
111
***
Esa noche no pude dormir, no porque estuviera emocionada por mis nuevos
talentos, bueno, en parte así era, pero tampoco era como que necesitara
dormir todo el tiempo.
Miré como un par de chicos me pasaban por el lado con su ropa deportiva e
incredulidad en el rostro. Continuaron trotando cuesta arriba y me amarré
las trenzas de los zapatos nuevamente.
Los dos chicos anteriores estaba al lado de un árbol con hojas amarillas,
creo que era un araguaney sus miradas pasaron de mi ropa deportiva a mi
rostro y uno de ellos se atoró con su bebida energética al verme intacta.
Al llegar a la cima de la montaña dejé salir un poco del aire que había
mantenido en mis pulmones y miré hacia abajo. La vista era increíble, el
cielo estaba un poco nublado y el azul normal del cielo se estaba
mezclando con un morado casi negro y vi como las miles de casitas debajo
de este se iban encendiendo, era algo increíble ante mis ojos. Revisé como
estaba mi respiración y mi pulso, todo normal.
Me sentía viva.
113
“¿DONDE ESTAS? TENGO TODO EL DÍA LLAMANDOTE”
Revise el siguiente.
***
Esa noche Bianca quedó en pasar por mí para ir al cine, según ella la
partida de Gabriel era algo que tendría que ser superado por mí más
temprano que tarde. Al llegar a casa me di una ducha lenta no podía dejar
de pensar en las nuevas habilidades que ahora tenía y en cómo me hacían
sentir. El agua caía sobre mi rostro y en poco segundos estuve empapada de
pies a cabeza y pasé algo de champú de fresas sobre mi cabello y luego
pasé una esponja exfoliante sobre cada parte de mi cuerpo quería
permanecer debajo de la ducha un poco más de tiempo, quería tiempo para
pensar con claridad.
Su cara se llenó de dudas y entrecerró los ojos pero no dijo nada hasta que
entré en el asiento del copiloto de su auto.
--¿Que sucede?
Lance la pregunta.
114
Ella por alguna extraña razón no me podía mirar y mis vellitos del cuerpo
se erizaron en respuesta.
--No
--Mmm
¿Por qué sentía que conocía ese nombre? Aunque me era completamente
ajena, creo.
Seguía pensando mientras en la radio del auto ponían una canción de Pink
“TRY” sentía el nudo en mi garganta de nuevo.
Lo apagué inmediatamente.
Cerré los ojos con fuerza, y espere que ella me atacara. ¿Era a lo que venía
cierto?
Nada sucedía.
Ella ahora había dado un par de pasos y estaba tan cerca de mí que pude
percibir su aroma, olía a café recién hecho y a dulce de vainilla.
--Alicia
Di dos pasos hacia atrás, recordé que ahora era fuerte. No tenía por qué
temerle.
115
--Ya veo que te ha sentado bien “el toque”
¿Qué?
--Hay algo que vengo a pedirte, y tú amiga esta de acuerdo con ello
Me giré donde Bianca estaba y su postura era rígida al igual que la mía.
¿Qué diablos?
--Es sobre Gabriel, los arcángeles lo tienen y es por tu culpa. Tenemos que
hacer algo
Sus ojos rosados me llenaban de amargura, ¿Por qué tenía que confiar en
ella? Y mucho menos después de haber amenazado mi vida y la de Bianca
en muchas ocasiones.
--No creo que estés muy segura de lo que eres Alicia, pero te aseguro que
humana no es el término
Temblé levemente.
¡No!
116
Negué con la cabeza y Bianca se acercó a mí lentamente poniendo ambos
brazos alrededor de mí.
--Explíquense
Continué hablando.
--Ally, yo también soy un ángel pero al contrario de ellos yo soy una caída.
O mejor dicho un ángel caído—dijo mientras me penetraba con su mirada.
¿Qué?
--No—dije suavemente.
--¡Elena!—reprendió Bianca.
--¿Cómo?
Parecía disfrutarlo.
Bajó el rostro hasta sus zapatos. Estaba molesta con ella, por haberme
mentido, por haberme hecho pasar por toda esa cosa sola, por muchas cosas
más.
Dijo Elena mientras se arreglaba su cabello rubio con sus dedos, ella
llevaba un top blanco de licra y vaqueros con sandalias tejidas. ¿Era posible
que ella me estuviera mintiendo?
Tome aire hasta llenar mis pulmones, había algo que quería preguntar
desde hace rato.
--Para ser muy inteligente no pareces pensar mucho en las cosas—dijo con
repruebo--El toque de un ángel es un tipo de bendición que recaen en algún
ser humano normal, por lo general el ángel que bendice se ata eternamente
con el alma del bendecido, aportándole fuerzas que antes no tenía, ni suerte
que antes el humano no disponía, pero en tu caso….
118
--El ángel que te ofreció el toque no es más y nada menos que Miguel
ángel—dijo mientras miraba fijamente el suelo.
--¿Eh?
--¿Por qué?
Dije suavemente.
--El no es de ese tipo de ángeles dadores, es un poco más receloso con esas
cosas—dijo Bianca mientras retocaba su labial
--No entiendo
Mis razonamientos no estaban del todo errados. ¿Por qué un ángel de ese
calibre se había tomado la molestia en darme su bendición? No es que me
estuviera quejando es solo que me parecía todo muy extraño en este punto
de la vida. Miré hacia el cielo en busca de respuestas y nada, estaba
completamente sola y con poderes inimaginables a mi disposición. A mi
lado Elena seguía explicándome lo que era recibir una bendición de ese
calibre pero yo solo escuché las palabras, inmortalidad, poderes, y fuerza
extrema.
Era como un grupo de palabras que en toda mi vida nunca pensé que me
llegaran a definir.
Ahora que sabía que no era completamente humana, sabía que podía ir y
rescatar a Gabriel, podía usar estas nuevas fuerzas y habilidades. Podría
verle de nuevo.
119
Algo de esperanza comenzó a crecer dentro de mí.
--Yo puedo…
Elena me interrumpió.
--Ya sabes, tengo un rastreador que me sigue a todos lados—dijo con una
sonrisa de medio lado. Y la verdad es que no la entendía para nada. Si ella
no iba a poder ayudarnos, esto solo se resumía en dos personas, Elena y yo.
120
9
¿Por qué no me fije en un chico de los del equipo de fútbol como todas las
demás de mi colegio?
Salí del baño con una toalla alrededor de mi cuerpo y fui por algo de ropa
limpia.
Me puse una blusa de seda rosa y un mini short a conjunto que mi madre
me había puesto en la cama como ofrenda de paz, miré la etiqueta de las
prendas y decía “VICTORIA SECRET”.
Mierda, esto debía haberle costado una fortuna. Espera. ¿No teníamos
problemas de dinero? Esto debía ser obra del señor doctor perfecto.
121
Las luces de la noche se filtraban por mi ventana y de repente un sordo
dolor de cabeza iba emergiendo en mi frente, porque tenía que ser todo tan
complicado, porque no podía simplemente dar vuelta atrás en el tiempo y
regresar a mi vida anterior, mis padres ausentes todo el tiempo, Bianca
llevándome de compras al supermercado y al cine, yo intentando tener altas
notas ara poder ir a la universidad. Todos mis sueños anteriores parecían
inexistentes ante esta nueva premisa. Solo quería que Gabriele estuviera de
vuelta conmigo, el siempre sabía qué hacer en momentos así…
--¿Quién eres?
Escupí las palabras con tanta fuerza que casi olvidaba donde me
encontraba, mi madre se iba a despertar si escuchaba un ruido raro.
122
--¿Qué quieres?
Ahora sus ojos negros se posaban en mi cuerpo, y por primera vez me sentí
violada.
--¿Qué?
--¿Quién te mando?
Dijo mientras se llevaba las manos a los bolsillos de sus jeans rotos, llevaba
camisa con cuello de tortuga de tela militar en verde y negro y zapatos
deportivos verdes manzana.
Era extraño.
--¿Observador de qué?
123
--Los arcángeles tienen un ojo en ti y vine a ver el porqué de ello
--Aunque…
Me aparté de él de un manotazo.
--¡Suéltame!
--Vale, lo lamento. Es que con las chicas lindas tengo una debilidad secreta
Se carcajeó en su sitio.
--¿Qué quieres?
--¿Por qué eres tan valiosa para los arcángeles? ¿Por qué han mandado a
varios co-capitanes a vigilarte?
¡Lo sabía!
--No lo sé—mentí
--Bueno, eso esta por verse pequeña enana. Ellos no observan a cualquier
chica promedio porque sí. Cualquier cosa, estoy residenciado en los
apartamentos sub-urbanos en la zona industrial, si necesitas alguna clase de
favor….
124
Sus ojos oscureciéndose mientras hablaba.
***
Me rasqué la cabeza y fui por un plato de cereal con leche. Vi como caían
en el bol miles de colores y se comenzaban a desintegrar con la leche
mientras los revolvía con una cuchara de aluminio, mi mente divagaba
mucho estos días. Como era posible que estuviera siendo observada todo el
tiempo, y que para el colmo de todos tenían apresado al chico dueño de mis
afectos.
Sorbí un poco de leche con la cuchara, y pensé que tal vez estaba siendo
paranoica.
125
Pensé en Gabriel y en cómo había terminado conmigo, y en cómo ni
siquiera se había girado para darme la cara mientras me terminaba. El dolor
crispó mi rostro y de repente ya no tenía más hambre, tal vez después de
todo. El era demasiado para mí. Lave el bol con agua fría que salía del
fregadero y un poco de jabón y lo deje escurriéndose en el fregadero boca
abajo. Me recosté con ambas manos en él y me quedé mirando como una
pequeña gota de agua caía de la llave y mojaba la cuchara.
Tal vez…
Mi padre decía que una acción valía más que mil palabras. Me enjuague las
manos y subí corriendo a mi habitación saltando de dos en dos cada
escalón.
Me cepillé los dientes con esmero y me di una ducha rápida. Me puse unos
leggins grises y deportivas negras, junto a una camiseta negra con un logo
de AC/DC me peiné con una cola de caballo alta y salí disparada por la
puerta.
***
126
indigente que cualquier otra cosa, menos mal había dejado mis pertenencias
más valiosas en casa, de lo contrario sabía que las perdería en el camino
hasta ese apartamento.
Bloqueé su golpe con mis codos y lo arrastré hasta un callejón sin salida.
--Lo lamento
--Si
--¿Entonces?
Una de sus cejas se alzó y pudo casi atravesarme con su mirada gélida.
El viejo anciano escupió un poco de chimó que tenía entre sus dientes, la
saliva negra olía a putrefacción en su boca.
Decidí subir por un costado del edificio por las escaleras de incendios. Más
rápido y sencillo que tener que esperar que me abrieran la puerta. Me colé
por una ventana del cuarto de al lado, tal vez sería el 3B o EL 2b…la
verdad eso no tenía importancia.
La habitación estaba vacía por lo que mientras salía de esta toqué varias
veces en el cuarto de al lado.
--Viniste
Asentí.
La casa era un nombre que le quedaba grande a ese pequeño espacio de dos
por dos. La cocina, el baño y la habitación eran una sola, con la única
diferencia era que el baño tenía puerta propia. El se sentó en su cama sin
vestir de mala gana.
128
Estaba increíblemente amable el día de hoy. Me senté en una vieja silla de
madera. El me miraba mientras se daba un trago de su cerveza.
--Continúa
Ambos nos miramos por más tiempo del debido y su teléfono celular sonó
por lo bajo.
Colgó.
129
--Lo lamento pequeña enana, tengo cosas que hacer
--A menos que quieras ir conmigo, pero te seguro que no será placentero
para ti.
Me alisé los vaqueros y salí de la habitación con él. Aún tenía cientos de
preguntas que hacerle, no iba a desaprovechar esta situación ni un poco.
Bajamos corriendo por las escaleras del lugar y él se montó en una Harley
del 86 una motocicleta negra con detalles en color plata muy bonita. Me
senté en el asiento de atrás y me aferré a su cintura.
--¿Primera vez?
Asentí.
--Vale, sujétate a mis costados con la fuerza suficiente para que tengas el
equilibrio correcto. Iré despacio en los primeros metros.
Esto se sentía como una paz interna muy severa, solo escuchaba el rugir del
motor y luego nada más.
130
--Ya llegamos Alicia
--¿Qué es?
Mire el edificio que estaba enfrente de mí, sabía que pertenecía a una vieja
empresa que había quebrado una tal compañía Maxwell para la venta de
artículos para el hogar. Miré nerviosa a Tomas quien se lanzaba una leve
carcajada.
El edificio al que entramos era más pequeño que el anterior, pero era igual
de desagradable visualmente hablando, miles de ladrillos rojos cubrían las
paredes y el moho se estaba haciendo dueño de la mayoría de la
infraestructura.
Me mordí el labio.
--¡Tomas!
131
--¿Ella es tu chica?—dijo codeando un poco a Tomas y este enrojeciendo
levemente.
Dijo Tomas mientras les lanzaba a ellos una cadena de plata con varias
iniciales en el. Ahora todos los hombres me ignoraban y contaban historias
sobre los arcángeles y los ángeles sin inmutarse por mi presencia. Era como
si pensara que no iba a contar nada de esto, luego.
El me amaba.
--Y el muy tonto se entregó por una humana—dijo el jefe mientras daba un
trago a su tequila con limón.
--Les hemos ido a dar latigazos tres veces por día desde hace un par de
semanas y en las noches le negamos el agua y el alimento. Yo no soportaría
ni una pizca de tortura por la vida de una simple humana debilucha—dijo
132
uno de los rubios mientras mordía con fuerza un muslo de pollo asado y me
miraba—disculpa—añadió.
Había sido suficiente, ahora quería correr a mi cama y sollozar por Gabriel,
en la estaba pasando mal por mi culpa y yo muy relajada en el mundo
exterior. Nos levantamos de nuestras sillas de madera y nos despedimos
con la manos, el daba grandes apretones de manos a sus compañeros y
felicitaba a uno de ellos por la captura de un caído en estos días. A esto era
lo que se refería Gabriel, a ellos, eran los que debería temerles.
Tomas me llevo de la mano a las afueras del sitio y puso ambas manos
sobre mis hombros.
--¿Qué?
133
--Lo lamento, supongo que ha sido mucho a lo que te he expuesto. No lo
pensé—dijo mientras se rascaba la cabeza con molestia.
--Gracias
***
--¿Qué sucede?
134
--¿Por qué hoy eres amable conmigo? Es decir, anoche fuiste un imbécil
total
--Gracias nuevamente
--De nada, ten cuidado con los arcángeles. Siento que te estarán observando
con más cuidado a partir de ahora.
Asentí.
Entré en la casa con pasos regañados, lo sabía, sabía que rescatarle no iba a
ser algo fácil, que tendría que vencer muchas cosas antes de eso.
Pero la culpa pesaba en mi interior de tal manera que mi cuerpo con sus
escasos 49 kilogramos se sentía como tener una hectárea de terreno en mis
espaldas.
***
Mi madre llevaba una blusa de seda color azul cielo y mini falda plisada de
lino negra con tacones de aguja en el mismo tono. Atrás de ella estaba el
doctor Samuel con traje elegante en tono negro y camisa de vestir gris
pálido.
135
Ambos con los ojos abiertos como platos y un poco cabreados conmigo.
Explotó mi madre.
--Lo lamento
Mi madre gritaba histérica por toda la casa. El doctor solo estaba recostado
contra una de las paredes sin saber qué hacer.
--Intente llamar a Bianca para ver si estabas con ella, pero lo negó todo.
Asentí levemente.
--Lo lamento
Repetí.
Me detuve en seco.
136
--¿Estoy castigada?
Dijo finalmente.
Era de Elena.
Púdrete Elena, cerré los ojos y di varias vueltas en la cama esperando caer
dormida.
Y así fue…
137
10
Elena me miraba con furia desde el otro lado del acantilado, ella llevaba
una blusa de tirantes amarilla con volantes muy hermosos y elegantes y una
mini falda blanca casi vaporosa ante la suave brisa de otoño, llevaba botas
de cuero en tono café y su cabello esta vez estaba un poco corto sobre sus
hombros delgados y finos. Apagué el motor de auto y sudé en si me bajaba
o no, hacia esto por Gabriel, internalicé en mi cabeza pero aún así me
aterraba la idea de confraternizar con la chica que había intentado
asesinarme en varias ocasiones. Cuando se topo con mi mirada su ceño se
frunció levemente, la vi tomar un par de respiraciones y se acercó a mí casi
refunfuñando.
Me encogí de hombros.
138
--No—dijo mientras se lanzaba una de sus risitas personalizadas, casi deseé
que se atorara con su saliva mientras reía.
139
En lo profundo del agua podía apreciar lo hermoso que era todo debajo del
agua y casi pude esclarecer como los peces se acercaban a mí como si yo
fuera un bicho raro, miles de peces dorados y en tonalidades de naranjas se
acercaban a mí, ahora podía aguantar la respiración más que antes. Mis
pulmones funcionaban a la perfección y ahora deseaba permanecer allí
abajo por más tiempo, solo que una fuerte ola que se estrelló contra el
arrecife me pareció tan maravillosa que hizo que mi cuerpo
involuntariamente saliera para ver como estas se estrellaban contra él.
Apenas me giré otra ola venía en proceso llevándome con ella y haciendo
me chocar contra el arrecife. Pero en vez de catapultar mi cuerpo en una ola
de dolor fue más como un ligero cosquilleo a mi espalda.
La seguí inmediatamente.
--¿Te piensas levantar de allí algún día?—dijo entrecerrando los ojos otra
vez.
141
--¿Qué? ¿Pensé que habíamos acabado?—dije mientras me levantaba con
pesar del suelo.
142
Minutos después continuamos con la caminata como si nada hubiere
pasado y de vez en cuando Elena nos hacía detener para un descanso de
cinco minutos.
Así fueron pasando las semanas y comenzaba a notar que mis músculos
estaban ahora más tonificados y más definidos. La energía que mantenía
ahora era otra, casi como si una nueva yo estuviera dentro de mi cuerpo. La
inmortalidad me sentaba bien, mi cabello castaño que antes era medio liso
ahora estaba en unas perfectas ondas y con brillo en mi cabeza. Mis ojos
cafés antes de un tono aburrido y opaco, estaba ahora con pequeños reflejos
dorados como miel y la vista se me había agudizado un montón. Mi piel
antes seca y con pecas ahora era una perfección de piel, sin cicatrices ni
pecas. Era como si de repente yo fuera otra persona.
Casi me alegré al ver el rubor natural de mis mejillas y podía divisar como
la circulación pasaba por mi piel justamente por mí yugular cada segundo.
Era como si el ejercicio me hubiera revivido en muchos sentidos.
La miré con los ojos como platos, me puse una camiseta blanca de algodón
y un par de vaqueros, unos zapatos deportivos y me amarré el cabello en
una cola alta. Caminé detrás de ella hasta una mini van negra, nos
montamos y solo deseaba que esta operación saliera bien. Ella manejaba
sin apuros pero tampoco tan lento como para dejar que me arrepintiera de
ello, miles de imágenes se pasaban por mi mente en esos momentos, la vez
143
que su mirada se cruzó con la mía en el salón de clases de inglés, la vez que
me besó por primera vez, y así fueron pasando por mi mente todas y cada
una de las situaciones con las que me había visto involucrada con él. Casi
como un sentimiento de culpa se iba ensanchando en mi cuerpo como si el
mereciera vivir y yo no, casi como si en vez de el haberme afectado a mí,
era yo la que lo había afectado a él.
***
Anduvimos en el camino casi más de dos horas sin paradas para ningún
tipo, la tensión en el auto era tal que si pudiera tener un cuchillo afilado
podría cortarla y venderla por pedacitos. Pero no, Elena parecía que estaba
muy concentrada en manejar y seguía cada pequeña señalización al pie de
la letra. El edificio donde residían los arcángeles era parte de la compañía
Maxwell, una empresa dedicada a la venta de artículos para el hogar que
había quebrado hace un par de décadas atrás y algunos de sus edificios
estaban desalojados, aparentemente.
Caminamos hasta la entrada trasera del edificio y ella me hizo señas para
que entrásemos por uno de los ductos de ventilación del edificio. Este nos
llevaría según el plan hasta el sector de mantenimiento en la planta del
sótano, pero era más seguro que entrar por la puerta, obviamente.
Elena fue primero y espere afuera un par de segundos antes de entrar, tomé
impulso y forcejeé con el ducto, estaba más delgada que antes pero el pasar
por un espacio tan cerrado tenía sus desventajas. Caí en un suelo
polvoriento casi ahogándome con él, y Elena me tapó la boca para que
evitara hacer ruido.
El lugar estaba desolado y había unas escaleras de hierro al final del cuarto.
Caminamos en silencio, siempre con cuidado y viendo a ambos lados antes
de cruzar de una habitación a otra. Iba en mi mente rememorando los
planes que habíamos hecho, seguramente Gabriel estaba en el cuarto piso
rodeado de una mínima escolta y a eso debíamos conseguir. Llegar allá sin
ser descubiertas y rescatarle.
Pero al llegar al tercer piso una alarma de incendios fue activada, Elena me
miró con los ojos abiertos como platos y me empujo con ella hasta un mini
locker que tenía unas ranuritas para dejar ver, un montón de hombres de
mediana edad, tal vez de unos veinte años de edad pasaron corriendo con
armas en sus manos. Uno de ellos era alto con el cabello oscuro llevaba una
chaqueta tipo militar y ojos negros, era el que dirigía a los demás a que
revisaran las plantas de abajo.
145
Un tipo con piel oscura y hermosos ojos cafés estaba hablando.
Cinco minutos después yo iba corriendo a todo lo que daban mis piernas
mientras subía por las escaleras laterales del edificio, unas viejas escaleras
de incendio estaban en las afueras y las aproveché al pasar. Me aferré a
ellas, así podría subir el último piso sin ser descubierta y llegar a Gabriel
rápidamente.
¿Gabriel?
Corrí con todas mis fuerzas hasta que caía de rodillas a su lado. Gabriel
estaba inconsciente y amarrado con unas cadenas de oro forjado a la pared
de ladrillos y cemento atrás de él. Llevaba nada más que un par de jeans
desgastados y el torso desnudo .Y se me heló aún más la sangre al ver que
no respiraba.
146
Pero sus labios encontraron los míos casi como una respuesta instintiva.
Nos besamos con desespero mientras las lágrimas comenzaban a brotar por
mis ojos inmediatamente.
Me separé de él bruscamente.
--Nos tenemos que ir—dije mientras rompía las cadenas de oro con dos
golpes secos que había aprendido semanas atrás.
--¿Así que piensan que pueden entrar al edifico y llevarse al preso así de
fácil?—dijo mientras señalaba a Elena que era traída por otros dos
hombres, ellos medían más de dos metros de alto y tenían las misma
mirada de maldad que su jefe. Levantaron a Elena fácilmente en el aire
como dando a entender que ella era su presa, el jefe nos miró con
desapruebo otra vez.
147
--¡Al parecer ahora tendremos tres presos en vez de uno!—dijo el jefe
pavoneándose frente a los demás hombres y levantando las manos como
dando por sentado que nos rendiríamos.
Temblé involuntariamente.
Elena me miraba con los ojos como platos desde el otro lado de la
habitación.
¿Qué?—pensé.
--No lo es según los arcángeles, ella es una que ha recibido el toque divino.
Con ella podemos realizar nuestros experimentos más novedosos—dijo
148
mientras se acercaba más a nosotros y Gabriel le acertaba un puñetazo
limpio en su quijada.
El hombre moreno tenía una musculatura muy bien definida. Aún más que
Gabriel pero no era tan guapo en comparación con él. Se acercó a nosotros
nuevamente y le hizo señas a Gabriel para que se mantuviera quieto.
149
Recordé el plan de Elena rápidamente. Y me abalance con una patada al
rostro del jefe, quien sin siquiera voltear tomo mi pie y me lanzó hacia atrás
con menos fuerza que la que había requerido yo para golpearle.
***
Aunque ellos habían acabado con el resto de los hombres, sentía que el
mayor peso había caído sobre mis hombros. El asesinato de uno de ellos
era algo pasable, los hombres controlados por los arcángeles siempre tienen
a tener precio por sus cabezas en el mundo real, pero al que yo había
asesinado era uno de los jefes. La mafia de los arcángeles me iba a pasar
factura pronto, y ante este pensamiento temblé de nuevo y Gabriel suspiró
detrás de mí.
Le seguiría a él hasta al fin del mundo. Solo asentí con la cabeza y di dos
pasos antes de encerrarme en sus brazos a sollozar. El me pasaba su mano
por los cabellos desenredando algunos y metiéndolos detrás de mi oreja.
No sé cuanto lloré ese día, pero tampoco era lo único que pasaba por mi
cabeza en esos momentos. Elena a mi lado solo se limitó a mirarnos. Me
giré a donde estaba ella y le abrace con fuerza, al principio no me abrazaba
pero hizo un leve esfuerzo y me dio un par de palmaditas en la espalda.
Ya había pasado por mucho, necesitaba una vida más sencilla. Una donde
los arcángeles no estuvieran tras mi cabeza, una donde mi mejor amiga
fuera la misma de siempre, y una donde mis padres, ambos estuvieran
vivos y me amaran. Pero esa ya no era mi vida, era mi antigua vida y la
había dejado aún antes de haber tenido que tomar mis propias decisiones.
De basar mis sentimientos sobre mí destino. Había escogido, o en su
defecto, se me había impuesto esta vida. Me restregué los ojos y miré a lo
único que me quedaba en la vida.
151
Salimos de la azotea sin paso apresurado pero tampoco con una lentitud
amorfa, Gabriel me llevaba rodeada con uno de sus brazos y me miraba con
cara de preocupación mientras yo me despedía visualmente de ese edificio.
Existía la posibilidad de que muchos de ellos hubieran escapado y ahora
estaban informando a los arcángeles lo sucedido, un pensamiento oscuro
vino sobre mí, tal vez este no era el final. Gabriel me besaba en la sien de
mi cabeza para calmarme pero yo simplemente pensaba que tal vez, el
también estaba pensando en lo mismo.
Elena nos condujo en silencio hasta la mini van sacando primero un par de
litros de gasolina y lanzando un encendedor a este. La mini van
representaba evidencia para nosotros ante la justicia, y los arcángeles
podían usarlo para inculparnos tantas malas acciones que ellos había
cometido. Solo miraba como el fuego consumía el auto y pensaba que el
infierno se asemejaba a esto, una vida llena de culpas y peso. Besé por
primera vez a Gabriel con suficientes ganas para hacerle saber que le
necesitaba, me estaba olvidando de estúpidos tabúes de la sociedad, años de
inculcación de respeto propio y me abalancé con anhelo a los labios de
Gabriel.
No intenté eso más el resto del camino, Elena rompió con su puño la
cerradura de uno de los autos que allí estaban estacionados, era un Honda
del 2000 y Gabriel le apartó inmediatamente.
--¡Que mal gusto tienes para los autos!—dijo y ambos se echaron una
carcajada.
--Un placer, aunque sabes que sigo sintiendo cosas por ti—dijo mientras se
lanzó una pequeña carcajada—Aun no entiendo cómo pudo gustarte una
chica como Alicia—dijo mientras arrastraba mi nombre suavemente, y noté
que era la primera vez que me llamaba por mi nombre de pila y no Bennett
como las demás veces.
--Es una chica estupenda, todavía no puedo creer que haya venido a
salvarme—dijo Gabriel casi estupefacto.
153
***
El ahora ya respiraba pero con gran dificultad diría yo. Me subí la blusa de
seda que tenía por la cabeza tirándola a la esquina de la habitación
quedando completamente en sostén y él me miraba como si toda yo fuera
un gran espectáculo que ver. Me aproximé a sus labios e hice presión sobre
ellos en gran manera y él respondió a mis besos de manera feroz, primero a
154
lo bruto y luego fue tomando el ritmo de mis besos hasta que nos
apartamos en busca de aire.
Mi cabello castaño estaba hecho una maraña y estaba vestida con solo un
sostén de encaje rosado y pantaloncillos de seda del mismo tono, en cambio
el, llevaba el torso desnudo enseñando sus perfectos músculos bien
delimitados y un pantalón de jean de lino negro que dejaba muy poco a la
imaginación por lo ceñido del asunto. Suspiré al terminar de inspeccionar
todo su cuerpo, el era perfecto. Ahora me miraba con cara divertida.
Le necesitaba. Y él lo sabía.
155
***
Mi teléfono celular sonaba como música de fondo con el tema que tenía
cuando Bianca me llamaba “WREKING BALL DE MILEY CYRUS” y
cuando iba por la mitad de la canción colgaron, luego de pasados un par de
minutos volvieron a llamar.
Mis ojos todavía no enfocaban con facilidad, pasados unos tres segundos
puse medio leer la pantalla de mi blackberry.
--Dime—soné incluso más dura de lo que quería ser con ella y la verdad es
que lo merecía, eso que ella hizo, creo que necesitaría años para superarlo.
Gabriel estaba casi desnudo mirando por mi ventana, solo llevaba una
toalla amarrada en su cintura y casi pude ver como mi mandíbula caía en
picada hasta el piso y mi corazón se detenía abruptamente. El se giró a
donde yo estaba y me dedicó una de sus sonrisas patentadas contra el mal
humor y sentí que mi nariz comenzaría a gotear sangre si seguía en modo
156
pervertida. Me arropé con las sábanas y salí corriendo al baño a darme una
ducha caliente, si es que podía concentrarme con Gabriel rondando en mi
casa en toalla.
Al salir del baño vi sobre la cama una ropa doblada aún llevaban la
etiquetas puesta, era de una tienda llamada FOREVER 21, constaba de un
vestido casual con estampados florales y ropa interior blanca, junto a unas
sandalias trenzadas muy bonitas. Me imaginé a Gabriel intentando
comprarme ropa interior y le cabeza me comenzó a dar vueltas. Decidí no
pensar en ello y me encerré de nuevo en el baño, sequé mi cabello con la
toalla y me puse espuma para peinar. Además me puse un poco de brillo de
labios en tono naranja muy leve, casi perfecto con mi nuevo estado de
humor.
Suspiré pesadamente y tomé un bolso de tela blanco, mis llaves del auto,
blackberry y credenciales. Salí por la puerta delantera casi tan rápido que
pensé que me urgía salir de ese sitio más que antes.
Me sequé las lágrimas que ahora estaban brotando por mis ojos y seguí mi
camino al Rancho de Fred, un puesto de hamburguesas y patatas fritas que
157
me encantaba comer con Bianca todos los martes por la noche. En las
afueras de mi casa estaba mi nuevo auto Audi A4 en color plata presioné el
botón de abrir las puertas y casi tuve un deja vu al montarme en él. Amaba
esa sensación de auto nuevo.
Ella llevaba un mini vestido rojo pasión con encajes rosados y tacones de
aguja rosados también, y el cabello rubio lo llevaba aún más corto que
antes casi como estilo militar. Me miró con una ceja levantada.
--Lo sé, solo quería hablar contigo primero—dijo mientras pasaba su peso a
su cadera haciendo un movimiento casi hipnótico.
158
--¿Considerarías esa posibilidad?—dijo mirándome fijamente con sus ojos
rosados.
Me quedé a mitad de la calle con ganas de seguir conversando con ella. Era
muy sabia.
Y agradecía todo lo que había hecho por mí y por Gabriel. No sabía que
pronto tenía que tomar la decisión, tome las llaves de mi auto y me puse en
marcha para ir a ver a Bianca.
159
11
¿Nerviosa acaso?
Ella tomo uno de los menús con delicadeza y me dedicó una sonrisa
temblorosa.
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--¿Qué pedirás?—dijo mirando fijamente su menú con tanta concentración
que era ridícula.
Ni siquiera necesitaba ver el menú, me sabía todos los platillos que tenía y
ella también.
Sus rulos rubios estaban amarrados en una coleta alta con una cinta rosa y
llevaba un vestido ceñido al cuerpo en tono crema con encajes, estaba tan
arreglada como siempre.
Me miraba por encima del menú con los ojos verdes esmeraldas como con
miedo.
¿Para qué me había llamado? Tenía ya dos meses sin dirigirme palabra. La
escuela había terminado y según mis cálculos, ella estaba por recoger
maletas e irse a la universidad en un par de días.
Le miré dubitativamente.
Asintió.
--Ya veo.
Nuestra amistad se había resumido a esto, una despedida que duraría para
siempre.
Ella me miraba con sus ojos verdes casi rogándome que no me fuera. Yo
también la extrañaría.
162
Negué con la cabeza y caminé hasta mi auto. No podía con tanto, cerré la
puerta del piloto y aceleré hasta que no tuve vista del restaurante ni de
Bianca.
***
Manejé sin un rumbo fijo por horas, no quería regresar a casa aún, estaba
totalmente destrozada por dentro. Extrañaría a Bianca incluso más que a mi
querida madre, iba casualmente pasando frente al instituto y una figura
grácil y pálida me llamó la atención, era un chico con fuertes músculos
marcados y cabellera corta con un tatuaje en el hombro derecho. Era
Tomas, frené de golpe al reconocerlo.
Tomas era uno de los pocos arcángeles que había podido conocer
anteriormente, y su mirada me dijo que él me estaba esperando allí en las
escaleras de la escuela.
Me sonrojé inmediatamente.
--¿Quién te contó?
Odiaba que me dijera enana. Un metro cincuenta no era ser enana ¿cierto?
163
--¿Un precio?—dije imaginándome a todos los arcángeles de la sociedad de
ángeles levantándose y yendo tras de mí. Temblé ante la imagen.
El asintió.
--No lo sé Ally, déjame ver que soluciono. A los ángeles no les gustará que
te esté ayudando pero creo que te lo debo—dijo Tomas mientras me
colocaba un mechón de cabello detrás de la oreja, cosa que antes era
cómodo entre los dos, ahora era incómodo que estaba con Gabriel de
nuevo.
Me retorcí en mi sitio.
El me miraba con sus ojos negros oscureciéndose cada vez más. ¿Me iba a
besar? Di un paso hacia atrás involuntariamente.
Asentí.
--Vale. Aún así te ayudaré. No eres tan fastidiosa como antes enana—dijo
mientras me daba un puñetazo leve en el hombro.
--¿En serio?
--Venga que no eres totalmente suya, tampoco es como que eres su esposa
o algo así
164
Esto de alguna forma, era mi culpa.
¿Qué quería?
Bajé la ventanilla con cuidado, no dejándola tan abierta para que pudiere
intentar algo conmigo, pero si para hablar.
--Lo tendré
Y así fácilmente aceleré hasta que nos perdimos en la multitud de autos que
corrían en la avenida. Los dos veníamos en silencio.
165
12
Aparqué el auto en las afueras de la ciudad, justo al frente de una vieja casa
de playa al frente de la playa de la ciudad que Gabriel había sugerido
visitar antes de partir y comenzar a vivir huyendo. Ambos estaban de
acuerdo en que eso no era tener vida alguna, pero si querían mantenerse
juntos era lo correcto para hacer. La casa de playa era simplemente
acogedora, tenía las paredes en un blanco marfil con encanto sureño y
enormes ventanales de vidrio en ellos. Una escalera de madera adornaba la
entrada y estaba rodeada por dos pares de mini jardines con palmeras y
plantas de playa, la casa constaba con dos pisos y era pequeña, pero se veía
acogedora.
Miraba de la casa a Gabriel como si ninguna de las dos tuviera algún tipo
de conexión entre ambas. Gabriel me miraba entretenido y pasó uno de sus
largos dedos por debajo de mi labio inferior, haciéndome estremecer ante
su contacto.
¿Qué?
--Querías conocer mi casa, y pensé que tal vez querías conocerla antes de
que empecemos nuestro viaje—dijo aún en el auto sin mirarme
detenidamente.
Si quería conocer su casa, su espacio. Tocar sus sábanas y jugar con sus
cosas personales. Nunca pensé que llegaría a hacerlo.
Asentí.
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--Lo lamento, es mi primera vez llevando a una chica a casa. No sé que se
supone que debo hacer o pensar—dijo suavemente.
Era una primera edición de “La piel de Onagro” “Cantaclaro” y “La Ilíada”
todas eran primeras ediciones y escuché una pequeña risa mientras el
miraba mi cara de asombro.
--Pensé que te gustaría tener con que entretenerte si alguna vez venías a mi
casa, pero cuando empecé a comprar, luego ya no pude parar—dijo con
desenfado en su voz
Era la cosa más tierna que alguien había hecho por mí.
No lo sabía.
Seguimos paseando por la casa, y vi que casi toda estaba amueblada con
madera de arce y de pino previamente pintada en blanca. Casi no tenía
muebles, solo los estrictamente necesarios. Una pantalla plana del tamaño
de la pared, mucha música en Cd, y un violonchelo descansaba en una de
las esquinas de la pequeña salita.
167
Me giré en dirección a Gabriel.
Tragué.
Levanté la mirada y sentí que mis piernas temblaban, sus ojos azules me
miraban con tanto deseo que mi corazón comenzó a trabajar con esfuerzo.
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Seguí caminando fuera del baño, entrando a un pequeño saloncito que
parecía ser una habitación, puesto que tenía una cama en él. Gabriel me
siguió fácilmente.
--Mmm, ¿Por qué quería impresionar a la única chica que amo? No lo sé,
me gusta impresionarte. Pones caras divertida al impresionarte—dijo
seriamente mientras se sentaba en una butaquita de madera blanca.
Me tensé al tocarla.
--No es lo que crees. Eso de la cuna, también fue una compra impulsiva—
dijo suavemente en mi oído.
Asintió.
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--Tal vez podríamos adoptar algún día, darle felicidad a un niño sin
hogar—dije suavemente contra sus labios—pero no ahorita, ahora quiero
tenerte para mí sola por un par de años. Disfrutarnos mutuamente, no sé si
me entiendes
--¿En serio?
Asentí.
--¿Cuál?
El se tensó en respuesta.
Se acostó sobré mi impactando sus suaves labios contra los míos y escuché
como un gruñido se escapaba de su boca. El me deseaba a mí y pasé mis
170
dedos por su cabello negro azabache entrelazándolos y enredándolos
suavemente para ayudarlo a profundizar el beso, nos besamos cada vez más
intenso hasta que ya los dos estábamos sin aliento.
Me quité el vestido floreado con una sola mano y lo lance fuera de la cama,
luego mis zapatillas y me olvidé del mundo exterior.
Nos apartamos un poco para respirar, y sus ojos azules ahora estaban de un
tono oscuro, casi salvaje al mirarme, me estremecí debajo de él. Y solo
quería sentir su piel contra la mía nos besamos nuevamente y rodamos por
la enorme cama tamaño King que estaba cubierta con tela de seda blanca y
con miles de almohadas en ella. El momento y el lugar eran simplemente
perfectos, si esta iba a ser nuestra primera vez.
Cerré mis ojos y me dejé llevar por sus besos hasta que el comenzó a dar
un camino de besos por todo mi abdomen me di cuenta de lo que esto
significaba, el se apartó nuevamente y detuvo su incesante camino de
besos.
¡No!
--Alicia
Bajé mi mentón hacia donde estaba él, al otro lado de la enorme cama y me
levanté de golpe.
¿Qué?
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--Me dirán anticuado pero quiero casarme contigo primero—dijo
mirándome con sus ojos azules tan penetrantemente que me pareció una
burla.
¿Era en serio?
--¿Matrimonio?—dije lentamente.
A las únicas cosas a las que tenía miedo era a las alturas, y al compromiso.
Cualquiera de las dos me parecía un ultraje en contra de mi voluntad.
A lo de las alturas era fácil huirle, simplemente tendría que evitar sitios
altos.
Pero al compromiso…
--Algún día, cuando estés lista—dijo besando mis labios con delicadeza.
--¡Oh!
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Esa noche dormí plácidamente con el abrazándome por la espalda en la
cama. No me había dado cuenta de cuánto lo extrañaba hasta que lo tenía
junto a mí.
Cerré los ojos y me dejé caer a los brazos de Morfeo, al fin y al cabo, había
tenido un largo día.
***
Al día siguiente estaba lista para comenzar mi aventura con Gabriel, eso de
vivir corriendo de un lado a otro alrededor del mundo me aterraba. Pero
pensaba en los hermosos lugares que iba a conocer, a compartir con él el
resto de mi infinita existencia y en que a pesar de todo lo que estaba
abandonando para estar con él. Solo era algo que tendía que dar a cambio
por la maravillosa aventura que me deparaba el destino, mi madre estaba
felizmente casada ahora y aunque sé que me extrañaría, se que donde sea
que estuviere ella estaba feliz. Mi mejor amiga Bianca estaba cumpliendo
su sueño de ir a la universidad más prestigiosa del país y que por más que
me extrañara, también, se que iba a surgir como periodista en cualquier
momento y tendría un futuro esplendoroso. La única de las tres que no
sabía qué hacer con su vida hasta finales de la escuela era yo, y aquí estaba
durmiendo plácidamente con el amor de su vida mientras observaba el
amanecer en una casa de playa, el ruido de las olas, las gaviotas, la
respiración suave de Gabriel, estaba en mi pequeño cielo solo creado para
mí.
173
--Sigues aquí—dijo con una sonrisa en más grande en sus labios.
Cerré mis ojos intentando memorizar su olor, olía como a menta fresca y a
suavizante de ropa.
La esencia más tierna y atrayente que podía oler, pero también olía a
Gabriel. Eso me enloquecía internamente.
Asentí.
--Gabriel
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--Me esforzaré para merecerte Alicia Bennett—dijo mientras besaba mis
labios tan lentamente que casi pude derretirme en sus brazos y permanecer
allí para siempre.
Lo amaba. Y él a mí.
Supe que estaríamos juntos para siempre, porque no nos unía algo trivial en
esta vida, simplemente nos encantaba compartirnos mutuamente y si fuera
por mí, permanecería en esta cama junto a él por toda la eternidad.
Allí estaba Gabriel friendo tocino y huevos en una sartén tan impecable que
dudé en que esa cocina hubiese sido usada anteriormente. Me senté en una
butaca de la mesa de la cocina, el jugaba con los tocinos mientras los servía
en un plato de cerámica con bordeado de oro, y cuando se percató de mi
presencia se sintió tímido delante de mí.
Verlo allí en la cocina, me hacía desearlo aún más que antes. El me miraba
apenado.
--Así esta bien para mí—dije devorando los huevos con devoción.
El me miraba entretenido.
175
Asentí.
Ambos comimos en silencio y él me miraba por ratitos aun sin creerse que
me estuviera comiendo lo que había preparado.
--¿Estuvo bueno?
Asentí levemente.
--Te prometo que aprenderé a cocinar, me gusta verte comer. Me hace feliz
de una manera extraña—dijo mientras me guiñaba un ojo.
--Lo sé
Ninguno de los dos dijo nada más. Y me levanté de la mesa hasta la ducha,
necesitaba una urgentemente.
Miré la tina de oro y me sentí ridícula al entrar encendí la llave del agua
caliente y la del agua fría y apliqué sales marinas que tenía Gabriel en una
ollita tapada y jabón líquido con olor a menta.
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Me recosté en la tina y lavé con una esponja cada una de las partes de mi
cuerpo, enjabonando y tallando hasta que estuve limpia. Al salir de la tina
me enrollé una toalla y salí en busca de ropa limpia.
Gabriel me esperaba en las afueras del baño con una camiseta grande de él
en sus manos.
La camiseta me quedaba holgada pero amaba que olía a él, toda yo olía a
él. A menta fresca y a suavizante de ropa. Era en un tono azul cielo de seda.
Sabía que para un ángel sus alas eran su identificativo, algo de lo que estar
orgullosos, pero en cambio para él. Ya no significaba nada delante de los
demás ángeles, eran como un hijo bastardo. Y me aferré aún más fuerte a
él.
Miré su rostro solo para ver como se crispaba de dolor al recordar que ya
no las tenía, era un caído desde el momento en que las había perdido y él lo
sabía.
--Tú
El llevaba nada más que un traje de baño tipo short negro y resaltaba casa
uno de sus músculos en la parte inferior de su cuerpo, casi babeo ante su
imagen idílica con la playa al fondo.
Ese hombre era mío, y casi pude dar volteretas ante ese pensamiento.
¿Princesa?
--Siempre en mi rescate
Los dos nos mirábamos con ternura, ese era mi lugar favorito en el mundo.
Allí junto a él.
--Gabriel
Dije suavemente.
--Dime
178
--Me mojaste la camiseta
El bajó la mirada para examinar que tan cierto era, estaba empapada.
El me detuvo inmediatamente.
El fue a la tienda por algo de ropa extra para mí, al regresar escuché como
se aparcaba un auto en el frente de la casa, pero como pensé que era
Gabriel no le di más vueltas al asunto y terminé de devorar la tortilla de
huevo que me había preparado.
Lavé los platos y subí hasta la habitación principal, pero una extraña
sensación de ser vigilada me recorrió toda la médula espinal y temblé ante
los posibles asechadores.
Un fuerte manotazo fue sentido por mis mejillas haciéndome rodar contra
el suelo de madera y pegar mi cabeza contra una esquina de la cama. El
dolor eclipso mis pensamientos, un figura musculosa y morena apareció
delante de mis ojos aún antes de que pudiera diferenciar su rostro.
Rodé nuevamente por el suelo y casi choqué contra una de los ventanales
de vidrio de la casa.
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Y distinguí su rostro, era uno de los compañeros de los que tenían preso a
Gabriel en esa celda. Uno de los que había escapado antes de que
pudiéramos hacer algo.
180
--Te necesito con vida, esto solo es una pequeña advertencia.
--Si no funciona con Gabriel de seguro que podré venderte a buen precio.
No estas tan mal
--¡Imbécil!
Grité.
Gimió de dolor.
Me giré para ver que ya no me perseguía pero tampoco era como que
quería regresar a esa casa.
Iba ya a los dos kilómetros corriendo cuando visualicé el Audi que venía en
mi dirección. Gabriel frenó de golpe. Sus ojos azules posaron en mí y dio
un giro con el auto lo suficientemente bien para que me pudiera montar en
él. Y aceleró.
181
Mi corazón seguía su ritmo acelerado y simplemente quería olvidar todas
las cosas que me había dicho ese chico, si eran ciertas, tal vez esto de los
dos no funcionaría la largo plazo.
***
Una lágrima se escapó de mis ojos cayendo lentamente por una de mis
mejillas y lo miré, él sabía lo que estaba pensando. Como el miedo se
apoderaba de mi sistema en cada minuto, y en como lo iba a dejar ir, no
importa si nunca encontraba a alguien que me hiciera feliz como él. Lo
besé tan fuertemente que su boca se mantuvo un rato aprehensiva a
corresponderme el beso, pero una vez que pasé los dedos por detrás de su
cabeza enredando mis dedos por su cabello, todo cayó en su lugar.
Nuestros labios hacían una danza tan fuertemente que él no notó cuando
había comenzado a llorar.
182
Lágrimas y plumas, las palabras habían venido a mi memoria y en realidad.
Odiaba el hecho de haberlo conocido, con el había experimentado dolor,
amor, odio, todo tipo de emociones que antes nunca había experimentado
tan profundamente que ahora todo venía a mí como un golpe contra mi
costado dejándome sin aire.
--¿Qué?
El me miraba escéptico.
--Princesa
--¡No!
El intento sujetarme con sus brazos pero me solté con fuerza de su abrazo y
me aparté de él.
Lo amaba.
183
--Me estas dejando—no era una pregunta, era una afirmación.
--Lucharemos Ally
--No
--Lo lamento
--Por favor
--No
--Ally
--Lo lamento
184
***
185
13
186
corrupción solo tendría que asentir con la cabeza e irme con él, nunca en mi
vida había estado tan segura de algo. De lo único que me preocupaba era
que su amor no fuera genuino, y todo se acabare antes de siquiera
comenzar.
Pero por amor, le deje de besar y su rostro fue casi de súplica y terror. Casi
como si pudiere leer mi mente, se arrodilló frente a mí, la lluvia ya había
comenzado a caer y sus ropas se estaban empapando totalmente. Ni
siquiera recordaba haber comenzado a llorar, solo cuando sentí mis mejillas
mojadas y me palpé con acuciosidad me dije que era cierto, estaba
llorando. Él se agachó y sacó una cajita de terciopelo negra de su bolsillo
trasero de su pantalón y todo en mi se detuvo. La abrió con sus largos
dedos y me mostró la perfecta gema que allí se encontraba, un diamante
rosa de más de cinco quilates con un bordeado de pequeños diamantes era
enorme, aún para mí. Pero al verlo allí tan frágil, mi corazón se detuvo.
Ahora ambos estábamos empapados y las gotas de agua bajaban por todas
mis ropas, increíblemente a ello no tenía frío, ni siquiera recordaba todas
las cosas anteriores a las que habíamos vivido. Lo amaba, esta cien por
ciento segura de ello, pero cuando vi al arcángel detrás de un par de autos
con la mirada directamente hacia nosotros, sentí miedo, miedo porque yo
no fuera lo suficientemente buena para él, miedo de que lo castigaran por
mi culpa, todo en mi ser oscureció de repente, solo quería correr.
Correr lejos de sus brazos, para que por lo menos él, pudiere ser feliz.
Y así lo hice.
FIN
187
CONTINUARA….
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¡UN BESO!
Génesis L. Pantoja.
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