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Con el toque de un ángel

Por Génesis.L. Pantoja


2014-08-14

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“Mi nombre es Alicia, y todavía no sé
porque las cosas malas le suceden a las
personas buenas, pero en fin...Tampoco sé
porque las cosas buenas le suceden a le
gente mala.

Lo único que sé es que él era un ángel y yo


caí perdidamente enamorada de él”.

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Sinopsis

Alicia nunca se había enamorado tan perdidamente de un chico. Mucho


menos de su clase, el tenía el cabello oscuro y ojos claros, todo un galán.
Pero hay un pequeño secreto oscuro de Gabriel que volteará el mundo de
Alicia y la hará escoger entre él, o el resto del mundo.

¿Qué escogerá?

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--Cuéntame Alicia ¿qué se siente ser la única en el instituto con su


virginidad intacta?—dijo Bianca sin escrúpulos casi a mitad del pasillo de
la escuela donde casi cualquiera podía oírnos.

--Shhh—rogué mi cara se había puesto en un tono carmín y lo sabía por la


cara de burla que había puesto mi mejor amiga, quien ahora estaba casi
revolcada de la risa en el suelo.

Un grupo de chicos del equipo de natación pasaba justamente en que el


comentario de Bianca salió de sus labios, mi cara estaba roja como un
tomate. Y Bianca, ella se burlaba de mi virginidad tantas veces que ya
había perdido la cuenta de cuantas eran.

Mordí mi labio inferior haciendo un puchero y cerré de golpe mi casillero


de la escuela.

--No seas tímida Ally ¿Vamos a comer algo después de clases?—dijo


Bianca mientras se untaba un poco de lápiz labial rosa en los labios y los
presionaba de tal manera que quedaban uniformemente esparcidos.

Los chicos del quipo de natación me comenzaron a hacer ojitos desde el


otro lado del pasillo. Me recosté en el casillero para no tener que verles a la
cara directamente, y comencé a tamborilear mis dedos contra el dorso de
mi muslo lentamente.

Y fue justo en ese momento cuando lo vi, una maraña de pelo negro se iba
acercando a donde yo estaba y unos ojos azules se encontraron con los
míos en solo un pequeña fracción de segundo, el llevaba el uniforme del
colegio totalmente desarreglado y la mochila de medio lado mientras toda
la población femenina de estudiantes nos quedábamos pasmadas en nuestro
sitio mientras semejante dios pasaba caminando por el pasillo del colegio.
Me tuve que forzar a respirar mientras aún seguía en ese pasillo. Y Bianca
no aguantaba las ganas de hacerme bromas de ello, apenas el cruzó el
pasillo en dirección al pasillo derecho para ir a su clase de inglés su boca se
inclinó hacia un lado de tal manera que una sonrisa torcida cruzó su boca y
miré nerviosa mis nudillos.

Mi obsesión con ese chico, no era para nada saludable.


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Desde que él se había trasladado de Europa a mitad del año por uno de esos
programas de intercurso el y yo compartíamos dos o tres clases en el
instituto. El por su lado era totalmente ausente de mi existencia y yo solo le
miraba durante clases para asegurarme de que mis sentimientos por el eran
más que un simple capricho de adolescente.

Cuando lo veía, mi corazón comenzaba a bombear sangre tan rápido que


olvidaba respirar, y en medio de una clase casi me hiperventilé solo con ver
que cruzaba su mirada con la mía por más de cinco minutos. Mordí mi
labio para evitar que el recuerdo me opacara el día, Bianca me miraba
como si estuve ausente de su conversación mucho tiempo.

--¿Qué—

--Te perdiste totalmente después de que pasó Gabriel en aquella


dirección—dijo evitando reírse a carcajadas y me miraba cómplice—Te
perdiste mi maravillosa explicación de por qué la señorita Pérez no debería
dar clases a estudiantes en formación, quiero decir, ella habla inglés
perfectamente pero a la hora de la práctica, no es tan buena, ¿verdad?

Asentí.

--¿Qué? –dije mientras ella mi daba un pellizco para salir a la realidad.

--¿Nos veremos más tarde? Necesito tu ayuda con una tarea de bioquímica
avanzada. Mi madre me está metiendo en tantos cursos avanzados que creo
que haré combustión en alguno de estos días—dijo con una carcajada tan
sin humor que tuve que quedarme mirándola un rato con los ojos
entrecerrados.

--Tendré que avisarle a mis padres—dije mientras cerraba mi mochila de


tela de jean.

Ambas reímos ante mi comentario, mis padres no estaban ni la mitad de


pendientes de mí de lo que deberían. Podría irme al polo opuesto del país y
ellos ni lo notarían. Pasaban todo el día en sus empleos, literalmente. Ya
había olvidado lo que era tener ambos padres en casa, para examinar que
no llevara un chico a casa, o que me preguntaran si había hecho la tarea.

A mi corta edad, ya era un poco más independiente que la mayoría de los


chicos del instituto.

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--No creo que haya problema con eso—dijo Bianca mientras me miraba
fijamente y me abrazaba de tal manera que todo el aire salía de mis
pulmones.

--Yo tampoco, ¿nos vamos a clases?

Bianca me miro expectante y levantó una de sus cejas perfectamente


sacadas y estuvo a punto de decirme algo, pero señaló al gentío a nuestro
alrededor, ya casi no había nadie. Habían pasado ya diez minutos desde que
habían tocado la campana para ir a clases, pero Bianca como siempre
odiaba llegar de primera al salón de clases, en cambio llegaba de última,
ganándose siempre muchas multas y castigos en la dirección. Me giré en
dirección a Bianca.

--Cariño, será mejor que nos apresuremos en volver a clases—dijo Bianca

--Nos veremos en el almuerzo, creo que hoy darán pizza vegetariana—

Vi como el entrecejo de Bianca se profundizaba, ella odiaba todo lo que


llevara vegetariana en el nombre. Era una carnívora por naturaleza. Me
meneó su cabellera rubia en el rostro antes de empujarme ligeramente con
su hombro.

Sabía que le estaba tomando el pelo.

--Anda a comerte con los ojos a Gabriel de nuevo—dijo Bianca


descaradamente y caminamos casi al trote a nuestras clases al ver que ya
casi no quedaban estudiantes en el pasillo, Bianca a clases de química y yo
a la de inglés instrumental. Bianca me acompaño hasta mi aula y me guiño
el ojo antes de darse una media vuelta y pavonearse hasta su aula.

Esa chica era mi mejor amiga.

Nota mental, patearle el trasero a Bianca por hacer comentarios sobre mi


vida privada en voz alta.

El aula de la clase de inglés era pequeña, solo había un escritorio de madera


reluciente en el medio con muchos pupitres de madera y un enorme
pizarrón acrílico donde había algo grabado en él con letra cursiva que
ocupaba un tercio del total del enorme pizarrón de clases. Había un par de
asientos disponibles en la parte trasera del salón ya que “misteriosamente”
los asientos de adelante siempre estaban ocupados, mayormente por

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población femenina que se dedicaban a rodear a Gabriel durante la clase. El
ruido de la sala nublaba cualquier otro pensamiento que tuviere por lo que
saqué mi libreta de inglés y comencé a garabatear círculos en la hoja trasera
con un lapicero de tinta roja, la mirada de un par de chicas se posó sobre mí
inmediatamente. Las conocía apenas, eran las presidentas del club de fans
de Gabriel.

Eran Hannah y Ashley.

Dos rubias de bote que siempre se apoderaban de los asientos laterales a


Gabriel y este simplemente las ignoraba. Ellas se pararon de su asiento y
me dieron un leve golpe en la hoja que me obligo a levantar el rostro.

--Alicia ¿Cómo estas?—dijo meciéndose de un lado a otro la que era


conocida como Hannah.

--¿Bien?

Entrecerré los ojos ante su pregunta. ¿Qué querían?

--¿Nos puedes prestar los apuntes de inglés? Olvidamos los nuestros—dijo


de nuevo Hannah con una sincera disculpa en sus labios.

Ella y yo sabíamos que ella estaba en esta clase por simple acoso a Gabriel,
sus padres eran norteamericanos, había pasado algunos veranos en el país,
por lo que este idioma de no era nada difícil para ella. Le pasé mi libreta y
algunas hojas con ejercicios resueltos.

--Eres un amor de persona, déjame copiar y te los devuelvo.

Asentí levemente, y mis ojos se encontraron con la perdición en carne y


hueso.

En un par de asientos delante de mí, estaba Gabriel, que tenía los ojos
azules y cuerpo muy atlético que me hacía perder la concentración en la
clase, casi podía sentir las mariposas revoloteando dentro de mi estomago.

Un chico de beisbol le tiró una bolita de papel en el cabello y ambos rieron


ante ese acto. Su mirada se encontró con la mía ante ese acto, me había
descubierto espiándole.

Bajé la mirada inmediatamente.

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Hannah volvió con mis apuntes y no intenté pensar en Gabriel. Hannah
seguía con su voz nasal al frente de mí hablando y hablando, pero Gabriel
se intentó para de su asiento en mi dirección cuando Ashley se le abalanzó
a los brazos de tal forma que tuvo que mantenerse sentado un rato más.

La señorita Pérez estaba por comenzar su clase, dio un par de toques a la


mesa de su escritorio y todos regresaron a sus asientos. Hasta Hannah. La
profesora llevaba una camisa blanca con un lazo rojo en el cuello con una
gargantilla de oro macizo, falda de tubo hasta el muslo color café y zapatos
de tacón del mismo tono. El cabello de ella estaba recogido en un moño
alto con un par de broches para el cabello.

Gabriel seguía con la mirada puesta en mí, aunque la profesora había


indicado que todos se voltearan de sus asientos en los pupitres y prestaran
la debida atención a la clase.

Será que…le resulté interesante.

En medio de ese pensamiento mi sangre se heló, él estaba a dos puestos de


distancia de mi con la mirada agachada pero ahora se había girado y me
estaba viendo directamente entre divertido y algo más, curiosidad. Aparte
la mirada inmediatamente de él.

El se giró cuando vio que no le estaba prestando atención a él, pero era algo
casi imposible. Era como que estaba más consciente de lo que él hacía que
de lo que yo hacía en el aula. De sus subidas y bajadas del pecho mientras
respiraba, de cómo movía lentamente cada uno de sus dedos contra la mesa
de su pupitre y en como jugaba con su labio inferior mientras miraba
fijamente a la profesora, tal vez estaba concentrado en clase. Pero algo me
decía, que el también estaba con la mente en otra parte.

La parte ególatra de mí deseaba que estuviera pensando en mí, si quiera


que alguno de sus pensamientos fuera destinado hacia mí y me consideraría
afortunada.

No subí mas la mirada por el resto de la clase, aunque la señorita Pérez


seguía con su muy mal hablado ingles diciendo frases como puerta, ventana
y silla en una forma tan mala que hasta el de la propaganda de open english
se hubiera reído de su mal ingles. ¿Por qué estaba tan nerviosa? De repente
el salón entero quedo en silencio y no me había dado cuenta que la señorita
Pérez estaba al frente mío con el ceño fruncido.
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--Alicia ¿entonces?—dijo con evidente molestia

--Lo siento, ¿Qué?—añadí mientras mi lapicero rojo caía al suelo


estrepitosamente y todos los demás compañeros guardaban silencio y
miraban ahora en mi dirección, algunos entretenidos y otros horrorizados,
por ejemplo Gabriel quien ahora me veía y hasta se había girado en su silla
para mirarme de arriba abajo con su mirada escrutadora.

Mire en ambas direcciones, la chica tímida del salón creo que tenia por
nombre Mirian me señalo su cuaderno e hizo con sus dedos un cinco y un
tres, mire de reojo mi cuaderno y le leí con magnificencia el párrafo que
allí decía. Leí el párrafo con tal magnificencia que todos en el salón me
miraban sorprendidos, que les podía decir, en el verano pasado me había
leído y releído el libro de esta asignatura lo suficiente para saber pronunciar
un perfecto inglés en clases. Me agradecí mentalmente el haberlo hecho, si
no, en este momento, estaría pasando la vergüenza de mi vida.

Miré en dirección a Mirian quien levanto los dos pulgares en señal de


aprobación. Y le agradecí con una leve sonrisa. De repente todos se habían
girado en sus asientos y miraban la pizarra sin titubear.

La señorita Pérez entrecerró los ojos dubitativos.

Pronto se dio media vuelta y siguió con su clase, me relaje en el asiento y le


agradecí a Mirian por ayudarme nuevamente.

No volví a perder la concentración en clase nunca más. Pero de vez en


cuando subía la mirada a la silla de él y deseaba que se girara y me mirara,
pero como no lo hacía seguí garabateando muñecos de palitos en mi hoja.
Se me rompió la punta del lápiz y se me ocurrió la brillante idea de ir y
pedirle su sacapuntas. ¿Se vería eso muy desesperado? Presté atención aún
más a la clase después de eso.

Justo a dos sillas de distancia el chico de ojos azules Gabriel no me volvió


a mirar en toda la clase, y lo agradecí internamente, porque cuando un
chico tan atractivo como él te mira y bueno…tú no eres igual de atractiva,
sientes que algo pasa, o se esta jugando contigo o tienes algo entre los
dientes, creo que mi cinismo no me dejaría ver mas allá de esas dos
opciones. No es que sea fea, solo que los chicos como el no solían fijarse
en chicas como yo.

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Según mi padre yo era hermosísima, pero los padres están genéticamente
dispuestos a decir eso, si dijeran lo contrario se estarían diciendo que sus
genes no son lo suficientemente buenos para engendrar belleza, y eso nadie
lo podría decir. Mi piel era amarilla en un color pálido, casi aceitunado y
mi cabello era en un café chocolate que caía en bucles en mi espalda de
manera desarreglada, si llegaba a medir un metro sesenta antes de cumplir
dieciocho me consideraría alta ahora solo medía un metro cincuenta y siete,
algo promedio para mi gusto.

Del resto de mi parte física, delgada y con prominente frente, que tapaba
estratégicamente con un flequillo de medio lado. Nariz fina, y labios
delgados. Nada del otro mundo, se podría decir que estaba entre los
estándares de la gente normal. No como Hannah o Ashley que eran rubias
naturales con ojos claros, busto grande (naturales) y rasgos finos y
elegantes.

Comencé a garabatear círculos de nuevo en la parte trasera de mi cuaderno.

Veinte minutos después sonó la campana y deseé que todos salieran rápido
de clases para poder levantarme e irme, como era muy delgada era
propensa a que me empujaran con sus cuerpos al salir por el umbral al
cafetín que por no decir, parecía una feria en días como hoy.

Recogí mis libros y me acomode la falda plisada del uniforme, estaba


guardando las cosas en mi bolso cuando un lapicero rojo se me cayó,
inmediatamente me agache a buscarlo y una mano pálida se topo con la
mía.

--Eres Alicia Bennett ¿no?—dijo Gabriel con una voz aterciopelada


mientras me colocaba el lapicero rojo en mi pequeña mano. Sentí el leve
contacto y di dos pasos hacia atrás en respuesta. ¿Qué me pasaba? Intenté
controlarme pero una gota de sudor se resbaló por mi sien y cayó como una
gota pesada hasta el borde mi camisa.

Baje la mirada al punto exacto donde me había tocado, y si, las mariposas
se estaban intensificando. Levanté la vista hacia donde él se encontraba y
desee no haberlo hecho, la figura atlética y perfectamente marcada de él se
inclinaba levemente hacia mí, un obvio indicativo de interés en los
hombres según un artículo que había leído un una revista de Vogue. Me
mojé los labios con mi saliva y mi boca se secó de repente.

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--Ese es mi nombre. ¿Cómo lo sabes?—recorrí el aula con la mirada algo
nerviosa y él se hecho a reír simpáticamente. Ahora ya no había nadie en el
salón.

--Eres mi compañera de clases—dijo como si fuese lo más obvio del


mundo--¿Tienes prisa?—añadió mientras me seguía fuera del salón de
clases. Tomó su hoja de apuntes y lapicero, era tan seguro de sí mismo que
siempre dejaba los libros en casa, igualmente siempre sacaba las
calificaciones más altas. Era casi perfecto.

Ni siquiera la señorita Pérez estaba en el pasillo merodeando, esta tarda


más de diez minutos en recoger todas las guías de ingles de su escritorio.
Genial, pensé sarcásticamente. El me seguía como un halcón a su presa. Me
sujetaba los hombros con ambas manos mientras caminábamos y sentía el
rubor correr por mi rostro ahora que estábamos solos. Ni siquiera mi mejor
amiga Bianca andaba merodeando para ver donde estaba. Me tomó
suavemente por el hombro y me giró para quedar frente a él. Casi podía
sentir su aliento mentolado en mi rostro, miré sus labios perfectos y ya, fue
mi perdición total. El olía a menta fresca, miel y a suavizante de ropa; una
combinación embriagadora.

Miré directamente a sus ojos azules.

--¿Te gustaría acompañarme a un sitio más tarde después de clases?—dijo


con los ojos azules brillándoles de gran manera.

Un sitio, repetí en mi cabeza… ¿A qué clase de sitio me estaba hablando?


¿Sería eso como una cita? Me ruboricé al pensarlo.

--¿Qué clase de sitio? Quiero decir, eres lindo y todo, pero no suelo ir a
cualquier clase de sitios—casi me ahogue con mi propia saliva, nerviosa.
¿Cómo pude decir eso? Definitivamente mi boca no estaba coordinada con
mi cerebro. Me pasé la mano por el cabello quitando unos mechones que
habían caído en mi rostro.

Nota mental, no ahogarse con saliva mientras un chico guapo te invita a


salir.

--Mmm, iremos poco a poco. ¿Qué tal un helado?—dijo mientras sus cejas
perfectas se elevaban un poco y en su frente se formaron pequeñas arrugas
que dejaban demarcado la sorpresa.

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--Tengo algo que hacer—dije recordando que me iba a reunir con Bianca
después de clases-- Y para ser honesta no te conozco lo suficientemente
bien—ahora estaba jugando con mi labio un poco, pestañeaba de vez en
cuando y no sabía porque no dejaba de comportarme como una chica a la
cual nunca habían invitado a salir. Ah sí. Tal vez era porque nunca me
habían invitado a salir.

Y él solo estaba ahí parado, en medio del pasillo con la camisa del
uniforme un poco desarreglada y la corbata un poco suelta, su brazo que
estaba tocándose el cabello como pensativo de repente estuvo frente a mi
cara como pidiendo algo.

La movió incesantemente de nuevo. Y ahora todos en el colegio nos


miraban entretenidos, seríamos la cotilla del día, el chico guapo y la nerd
que se sienta de último en el salón.

Valla combinación.

Volvió a mover su mano a escasos centímetros de mi rostro.

--¿Qué?—dije mirándole embobada.

--Tu bolso, te acompañare a clases—dijo casi como una orden

--Puedo ir sola—dije un poco intrigada.

--¿Me dejarías el honor de ser tu acompañante en las horas de tu almuerzo


y posterior a eso acompañarte a clases?—soltó sarcásticamente

--¿Y por qué haría tal cosa?—dije inmediatamente

Okey esto no iba en buen camino, pensé.

Su uniforme azul marino estaba un poco desarreglado, le daba ese toque


rebelde que me hacía temblar por dentro. La camisa de vestir blanca estaba
con dos botones sueltos y el resto del uniforme azul estaba perfectamente
planchado y sin arrugas. Para ser un chico eso resaltaba.

Se lo entregue en sus manos y el paso una de las asas de mi bolso y luego


camino detrás de mí por todo el pasillo, podía sentir miradas en todas
direcciones, esto no era mi estilo. Obviamente él era el chico más guapo de
la escuela, que escuela, de la ciudad, su belleza no se comparaba ni lo con
la de los chicos de los catálogos de revista.

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La forma en que caminaba, por Dios. Hacia derretir los corazones con solo
darle una mirada penetrante a cualquier chica en la escuela, incluidas a las
docentes. Me susurró algo al oído antes de guiñarme el ojo. Su piel pálida,
cabello oscuro de desenfadado, ojos azules muy penetrantes, en fin el era
un adonis perdido en este mundo de simples mortales. Hasta Ginebra se
hubiese decantado por Gabriel si lo hubiere visto y dejaría plantado a sus
amores sin pensárselo. Pero no, ni Ginebra ni nadie podría mirar a Gabriel
con los mismos ojos que yo lo veo. Casi se me paraliza mi corazón cuando
escuché lo que me estaba susurrando en el oído.

--Hoy estas muy hermosa, por cierto—

Me ruborice como tonta. Esto no esta pasando, me repetía internamente.


Me tensé cuando vi que me estaba sujetando la puerta para entrar a la
cafetería. Era un perfecto caballero, y yo era la chica más afortunada en
todo el mundo.

--Adelante -- soltó antes de dejarme pasar

Caminé nerviosa adentro de la cafetería de la escuela, inmediatamente


todos se giraron para verme entrar con Gabriel y si, algunos ni siquiera
hacían un mínimo esfuerzo en disimularlo. El grupo de porrista ya estaba a
mitad de una sesión de cotilleo intenso y miré hacia el techo en busca de
ayuda.

Los deportistas ni siquiera me miraban a mí, miraban a Gabriel con envidia


por su tonificado cuerpo y le lanzaban miradas asesinas desde el otro lado
de la cafetería. Miré a Gabriel que los miraba con indiferencia.

--¿Qué problema tienen contigo?

El se detuvo de su andar

--¿Quiénes?

Miré por encima de mi hombro en dirección a la mesa de los deportistas.

--Ellos

El sin girarse ya sabía quiénes estaban allí sentados, una mueca de


indiferencia se posó en su rostro.

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--No me uní a su jueguito de pelota y están molestos por eso—dijo con
toda la naturalidad del mundo.

Me quede boqui abierta.

--Nadie rechaza un puesto en el equipo de fútbol americano

Seguí caminando un poco más hasta colocarme detrás de la última persona


en la fila de la cafetería.

El me seguía como un perrito a su dueño.

--Yo lo hice, les rechacé. No es la gran cosa

Ahora si tenía completamente mi atención, además de ser increíblemente


guapo, inteligente y ahora atleta. Era como una especie de súper humano,
ni siquiera podía verle si tenía poros sucios o espinillas. El bajó la mirada
hasta mí con una sonrisa de medio lado.

--¿Qué?

--¿Acaso eres humano?

Se tensó y me dio un empujoncito para que avanzara en la cola.

--Eso importa—dijo en un susurro.

Le miré con los ojos como platos y llegué hasta el primer puesto de comida
saludable, tomé un bol lleno de fresas y un zumo de papaya, y nada más
para mí, con semejante espécimen frente mío me sorprendería que pudiera
tragar algo de comida. Gabriel estaba detrás de mí en la fila y no me
apartaba la mirada de encima, tomo un plato de espárragos con salsa
bechamel y una coca cola de dieta. Pagamos y me dirigía a sentarme con
Bianca en una mesa de atrás cuando unos largos dedos se posaron en mí
ante brazo. Todos en la cafetería habían dejado lo que estaban haciendo
para mirarnos fijamente, hasta algunos que no se tragaban lo que estaba
pasando nos grababan con sus blackberrys y Iphones. Gabriel estaba detrás
de mí y pronto volví a sentir el contacto con su piel.

--¿Qué ocurre?—dije al sentir el contacto de sus dedos en mi brazo


quitándome la bandeja de las manos y cargándolas ahora, las coloco las dos
en pilas en sus brazos y me miraba como si fuera algo comestible.

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--Pensaba que tal vez querrías comer afuera—dijo Gabriel con una voz
aterciopelada casi como un susurro.

--¿Afuera?—repetí

--Podríamos tener algo de privacidad--dijo mirando en todas direcciones


como si de repente él estuviera siendo observado y ello le incomodara.

--No sé Gabriel creo que…—balbuceé algo como un no pero no me hizo


caso alguno, era como si estuviera hechizada por su presencia y ni siquiera
mi lengua podía articular una respuesta negativa a él. Luego de ahí perdí
cualquier control que ejercía sobre mí misma. Temblé ante ese
pensamiento.

--Esta bien, podemos comer algo aquí primero ¿no?—ahora la sonrisa


angelical de él me hizo sentirme aún más perdida de lo que ya estaba.

Me humedecí los labios y le señalé una mesa que estaba desocupada a


escasos centímetro nuestro. El tomó ambas bandejas de comida y las
depositó en ella.

Casi como zombie me senté a su lado. Ni siquiera tenía hambre en ese


punto, solo me limité a tomar un poco de jugo de papaya mientras él me
estudiaba el rostro en cada segundo, volteé a ver si encontraba a Bianca
sentada en la lejanía y allí estaba su mirada era igual de incrédula que la de
los demás, y me sorprendió que no se acercó en ningún momento a
interrumpir nuestro almuerzo. Di un par de sorbos más a mi jugo en cartón
y le miré impasiblemente.

--¿Qué?—dijo mientras se tomaba un poco de su coca cola nuevamente.

--¿Por qué eres tan amable conmigo de repente? Es decir, antes en clases ni
me mirabas.

El estrechó sus ojos como si estuviera sospechando de mí.

--Ya te lo dije, haces demasiadas preguntas.

--¿Y eso qué?—respondí a regañadientes.

--No has escuchado el dicho, la curiosidad mató al gato

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Ahora el miraba entretenido en dirección a Bianca, seguí su mirada cuando
hizo conexión con ella y ambos se dieron una larga mirada entre ellos. El
se giró en mi dirección nuevamente.

--Podrías dejar de hablar en clave, eso me sería de gran ayuda—dije


mientras mordía una de mis fresas y le quitaba el tallo con los dientes.

Dejé el montón de pequeños tallitos en el mismo bol de las fresas.

--Si lo hiciera, simplemente me dejarías aquí hablando solo y eso, no me


conviene para nada.

¿Qué rayos significaba eso?

El me hacía enfurecer tan rápido que era ridículo todo. Solo quería terminar
mi comida e ir a clases, tal vez hablar de esto con Bianca luego e ir por
comida chatarra.

Lo miré nuevamente, ¿Cómo era posible que alguien tan guapo terminara
siendo un idiota?

Me miraba entretenido, casi como que sabía que era lo que estaba pensando
sobre él.

Arrugué mi entrecejo.

--¿Se te ha perdido algo?—dije evidenciando que lo había visto mirándome


por el rabillo de su ojo, casi no había tocado su comida tampoco.

--Todos nos miran—dijo mientras se llevaba un trago de su coca cola de


dieta entre sus labios.

--Aja—dije evidenciando lo obvio. ¿Es que acaso no se había mirado a un


espejo últimamente? El era increíblemente guapo, casi tanto que su figura
no encajaba con la de los demás estudiantes promedios que venían a esta
escuela. Me fijé que algunos ya se habían olvidado de nosotros dos y
habían continuados con sus vidas, pero Bianca no dejaba de mirarme desde
el otro lado del comedor la miré texteando algo en su blackberry y me
agaché debajo de la mesa para contestarle.

“OMG ME TENDRAS QUE CONTARME LOS DETALLES JUGOSOS


LUEGO” había escrito Bianca.

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Le respondí rápidamente.

“NI SIQUIERA YO PUEDO CREERMELO, HABLAMOS DESPUES DE


ALMUERZO” tecleé en mi blackberry y lo puse en vibrador
inmediatamente.

El me miraba como si yo fuera un pedazo de carne, y tuviera mucha


hambre.

--¿Eres vegetariano?—dije e inmediatamente me tapé la boca con una


mano.

Una mueca se formó en su boca.

--No, pero a veces prefiero una buena ensalada a un bistec—dijo e


inmediatamente sus pupilas se habían dilatado. ¿Podría ser efecto de la luz?
Había leído una vez en un artículo por internet que ese efecto también solía
ocurrir cuando instintivamente nos vemos rodeados de algo que nos gusta o
nos llama la atención, era algo casi animal en nosotros.

Tomé otro trago a mi jugo para evitar que se secara mi garganta.

--¿Qué significa eso? Quiero decir, la mayoría de los hombres prefiere la


carne sobre las hojas y eso está comprobado científicamente—dije
mirándole nuevamente.

--Yo no soy como la mayoría—dijo mientras su mirada se iba oscureciendo


lentamente a un azul casi negro.

--¿Eh?—mi voz salió como un susurro

--Quiero decir, soy un hombre, técnicamente. Pero no comparto las


costumbres que la mayoría adopta en su comportamiento, no es por
creerme superior a los demás solo que—dijo y su voz se fue apagando,
ahora miraba detrás de mí con el ceño fruncido.

--¿Qué sucede?—dije girando mi rostro en la dirección en la que estaba


mirando él.

--Nada, solo un pequeño inconveniente—dijo mientras se paraba del


asiento y caminaba hacia un par de mesas atrás de nosotros. Me paré un
poco de la mesa para divisar una maraña rubia de cabello en la dirección en
la que se había dirigido él. Pero me sentí como una intrusa, y me senté

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nuevamente en mi asiento mirando hacia el frente, tal ver era la novia, que
ridícula me sentía al pensar que el me había invitado por ser bonita. Tal vez
solo quería mis apuntes de una materia difícil, eso es la mayoría de las
interacciones que tenía con la gente como él.

Adinerada y genéticamente favorecidos. Bien por ellos.

Para cuando él había terminado de hablar con quien fuere que estaba
hablando ya había acabado mi comida y estaba a punto de levantarme. No
necesitaba un amigo nuevo de todas maneras, solo me quedaban unos
cuatro meses más en el instituto y en la universidad tal vez podría ser un
poco más popular.

Me giré y casi me hizo caer de bruces al suelo, mi bandeja se cayó de mis


manos.

--Lo siento—dijo mientras se agachaba a recoger los cubiertos junto a la


bandeja.

--¿Con quién hablabas?—dije y mi voz cayó inmediatamente, tal vez había


quedado ahora como una cotilla y él me miraba con el ceño fruncido.

--No tienes que decirme si no deseas, es solo que…--dije intentando


remediar la situación—Olvídalo, ya me iba a mi clase—dije tomando la
mochila del suelo y caminando en dirección a la salida.

--¡Aguarda!—dijo mientras posaba su mano en mi hombro.

Inmediatamente sentí que algo de helaba en mi interior, ¿era miedo? Una


corriente eléctrica se apoderó de mi médula espinal y algo me decía que
corriese en dirección contraria a la que fuere él. Deseé parar el tiempo

Algo en las pupilas de Gabriel pasaba, cuando me di cuenta estaba afuera


caminando detrás de él hacia las afueras de la escuela. No llevaba ni si
quiera la bandeja y el llevaba puesta una chaqueta de cuero italiana negra
con algo inscrito en la parte de atrás, pero estaba en italiano o algo así, no
pude saber que decía.

Mis piernas seguían caminando detrás de él, aún cuando mi cerebro les
decía que parasen, que caminaran en la dirección contraria, que se
detuvieran y corrieran en la dirección contraria, pero nada de eso les hacia

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detenerse. El viento frio del invierno se paseó por mis piernas y temblé, por
lo menos el pensamiento inconsciente lo podía manejar.

El ambiente estaba tenso, muy raro por cierto. No se escuchaba ni el piar de


las aves, ni los autos, ni nada. Casi como si se hubiera congelado el tiempo
y solo Gabriel y yo pudiéramos atravesar la barrera del tiempo y del
espacio.

Caminamos hasta unas viejas estatuas de unos arcángeles que estaban


detrás de la escuela, esta fue construida en 1972 justo al lado de lo que era
una iglesia anglicana que fue cerrada para ubicarse en el casco central de la
ciudad, y ahora las ruinas de ella estaban detrás de nuestra escuela.

El ángel en la estatua me miraba fijamente, temblé ante ese pensamiento,


ya estaba temblando demasiado el día de hoy.

--¿Qué quieres?—dije con la mejor valentía que pude acumular en mi voz,


aunque por dentro sabia que algo no andaba bien, algo…estaba a punto de
pasar.

--Alicia—dijo mientras se sentaba bajo la sombra de un roble y me miraba


fijamente, casi como si yo fuera su presa.

--Estas actuando muy extraño—dije imposible a moverme a voluntad

¿Qué me iba a hacer? Mi cuerpo no reacciona como debería, que se supone


que haga si intenta algo conmigo, marcar al 911, correr, gritar…no todo en
ese orden pero eso es lo que sabía.

Una brisa helada pasó en ese momento y un montón de plumas blancas


pasó con ella, eran grandes no como las de cualquier animal que yo hubiese
visto antes, eran brillantes y muy grandes casi perfectas, una majestuosidad
se escondía detrás de ellas, pero al tocar el sucio asfalto se desaparecían.

Me frote los ojos con el dorso de mi mano.

Seguían apareciendo y desapareciendo, simultáneamente.

Era hermoso pero esto tenía que ser una ilusión ¿cierto?

Ahora Gabriel estaba detrás de mí, podía sentir su mirada en mi nuca. ¿En
qué momento lo hizo? Puso dos de sus dedos en mi nuca justo en mi espina

19
dorsal y de repente todo se volvió negro. Caía en espiral por un agujero
negro sin fondo y todo mi ser simplemente estaba horrorizado.

Al llegar al fondo no había más que oscuridad.

Estaba rodeada de plumas blancas, eran hermosas y muy brillantes pero


cuando las intentaba tocar se volvían negras y se incendiaban
inmediatamente casi como si yo fuera algo toxico con algo de fósforo en
los dedos, el fuego se acrecentó alrededor de mi y pronto me vi atrapada en
mi propia destrucción y no había nadie, solo yo y la inmensa oscuridad. La
situación se me había ido de las manos y me sentía cada vez más asfixiada,
quería escapar, el humo llenaba mis pulmones y me asustó lo real que se
estaba tornando el sueño, un poco de hollín salió de mi boca al intentar
toser y me sequé el sudor de la frente con mi mano, era irremediable.
Parecía que estaba en mi propio infierno, y no había escapatoria alguna.
Solo quería huir de ese lugar cuando un dolor precordial me despertó
inmediatamente.

No me había dado cuenta que estaba dormida, ni recordaba el porqué de las


lagrimas que brotaban de mis ojos, solo sentí alivio al ver que el sueño no
era real y que Gabriel estaba en su momento abrazándome mientras
sollozaba en su chaqueta de cuero. Me aferré a su chaqueta para evitar que
viera mis lágrimas derramarse.

--Lo lamento—dijo él—te prometo que te lo explicare todo, no quería


hacerte daño Alicia—dijo él mientras me pasaba la mano por los cabellos
desenredándolos lentamente.

¿Daño?

¿De qué estaba hablando este sujeto?

--¿Qué ha sido eso?—dijo ahogando un sollozo—Era muy real—dije


nuevamente intentando que mi respiración entrecortada volviera a la
normalidad.

--Ha sido una ilusión—dijo suavemente mientras acariciaba mi cabello

--¿Ilusión?—solté con ira en mi voz, él se paró de mi lado para sentarse en


una silla de hierro no muy lejos de donde me encontraba.

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--Me han mandado a comprobar un par de cosas—dijo mientras examinaba
todo mi rostro

--¿Qué cosas?—dije secándome el rostro con el dorso de la mano--


¿Quiénes?—dije nuevamente.

--Los arcángeles—dijo mirando ahora el suelo del lugar—Creen que eres


material para sus investigaciones, pero tranquila, no eres una de los
“tocados”—

¿Eh?

--¿Qué son los “tocados”?—me iba incorporando lentamente en mi misma-


-¿Cómo sabes esas cosas?

Ok, tal vez si preguntaba muchas cosas. Pero esta vez iban en serio. El
debía responderlas.

--Los tocados son personas bendecidas por Dios indirectamente, son


personas las cuales un ángel les da la bendición y tienen directamente
beneficios como la vida eterna y algún súper don que los demás humanos
no tienen

--¿Cómo qué tipo de dones?

Tal vez las historias de súper héroes no eran tan fantasiosas como yo creía.
Si existían seres humanos así. ¿Dónde estaban?

El respondió a mi pregunta sin formular.

--No los hay, solo aparece un caso de ellos cada mil millones de años. Por
eso es que me han mandado a corroborar—dijo mientras me tomaba de la
mano dulcemente.

--Lo lamento

Me alejé la mano de un sopetón.

--Alicia—casi suplicó

Me alejé de brazos cruzados mientras la imagen del infierno se apoderaba


de mi mente, todo se volvió oscuro y lágrimas corrían por mi rostro .El
tiempo pasaba y de repente las subidas y bajadas de mi tórax se iban
disminuyendo, ya no sollozaba, pero me daba vergüenza que me viera en

21
tales condiciones. El estaba un poco lejos de mí sentado en uno de los
asientos de hierro forjado mirándome atentamente, y pronto se movió en
otra posición para colocar mi cabeza en su hombro musculoso mientras me
acariciaba el cabello. Estiro sus piernas y me seque las lágrimas, lo intente
ver a la cara, pero su expresión no me tranquilizo, ¿era acaso dolor?

--Explícame que me hiciste ¿Qué fue todo eso? ¿Arcángeles? ¿Eso acaso
existe?—dije mientras me secaba los ojos con el dorso de mi mano.

Tomó un par de respiraciones lentas y suspiró levemente.

--Lo lamento Alicia—dijo mientras besaba la parte anterior a mis brazos


secando las lágrimas que allí quedaban—me he precipitado—dijo
nuevamente—Los arcángeles si existen, como verás yo soy un ángel y
tengo que corroborar todas las sospechas que tengan ellos sobre cualquier
humano—dijo jugando con mis dedos con su pulgar y luego con su dedo
corazón, no paraba de enviar caricias a mi cuerpo y de repente todo se
tensó dentro de mí.

--Soy una humana normal, cuéntame más—dije incorporándome un poco


de su lado.

--No lo sé, los arcángeles no son de esos que cuentan sus planes tan
fácilmente—dijo mirándome directamente a los ojos—Los caminos de
Dios son misteriosos—dijo con una leve sonrisa en su rostro.

--Eso lo sé, pero ¿Por qué la ilusión?—dije ya respirando normalmente.

Se pasó una mano por su perfecto cabello negro y me hizo suspirar


nuevamente.

--Solo soy un mensajero Alicia, no sé ni la mitad de las cosas que me


envían a hacer—dijo mientras acariciaba levemente mi mejilla con sus
largos dedos.

--¿Eso fue un mensaje?—el sarcasmo no pudo evitar salir de mis labios y él


semblante de él cayó en picada al ver mi expresión.

--¿Qué viste en tu ilusión?—dijo ahora mirándome con los ojos como


platos.

--El infierno—dije suavemente—O algo parecido a ello—dije mientras su


rostro se crispó de dolor.
22
Quise tocarle con caricias en la mejilla para aliviar su dolor pero mi cuerpo
ya no era mío. Todo dolía, pero quería incesantemente borrarle esa
expresión de dolor del rostro.

--¿Qué significa eso?—dije mirando fijamente el suelo—Ver el infierno

El se encogió de hombros.

--Las ilusiones son solo pequeños pedazos de tu futuro—dijo ahora mucho


más serio que antes.

¿El infierno era mi futuro?

El me miraba con completo interés ahora.

--¿Estas bien?—dijo con una voz que no me transmitía ninguna calma, casi
como si él estuviera aguantando las lágrimas también—Me importas
Alicia—dijo como si nada y ahora me miraba con preocupación en sus
ojos.

--¿Te importo?—el dejó caer su mano de mi cabello y ahora se había


girado su rostro en dirección contraria a la mía al momento en que se giró
nuevamente en mi dirección nuestras miradas se entrecruzaron como
nunca. Me sentí en otra dimensión, una creada especialmente para los dos.

Me humedecí los labios con saliva y el caer de las hojas del otoño nos
encerraba en nuestro pequeño mundo perfecto.

--Mientes—solté, evitando así su respuesta, que nunca llegaba por cierto.

Me paré del suelo con brusquedad y de repente sentí sus fuertes brazos
alrededor de mí antes de caerme al suelo, mi torpeza me acompañaba en
mis peores momentos. Pronto quedamos mirándonos fijamente a la cara, el
con dolor en la suya y yo con que era…ah sí, rabia.

--¡Suéltame!—grite, el no lo hizo porque si lo hacía iba a caer


inmediatamente al suelo, al contrario me mantenía apretada contra su
cuerpo y de repente su boca invadió la mía. Nuestras lenguas se
entrelazaron haciendo una pequeña guerra y de repente todo mi cuerpo se
tensó ante su toque. Me apretó contra un árbol y subió su mano por mi
pierna jugando con subir mi falda un poco hacia atrás.

23
Me besó tiernamente y mis manos impidieron que él se alejara, al contrario
apretaron su cabeza contra la mía de tal manera que cada parte que nuestro
cuerpo se tocaba se iba encendiendo algo dentro de mí que pedía a gritos
ser liberado, el deseo subía y subía mientras más duraba nuestro beso.

De repente una barricada de pensamientos nubló mi mente. ¿Qué había


pasado minutos antes?

Plumas. Gabriel. Sueño. Lágrimas

Nada tenía sentido para mi…

¿Me había desmayado? ¿Qué era lo que había sucedido exactamente?


Suspiré al soltar sus sedosos labios en forma de corazón y ahora sus
hermosos ojos me estudiaban de pies a cabeza. Mi respiración seguía
acelerada por lo intenso de nuestros besos y desee que él no se apartara más
de mí, era un anhelo secreto. Me ruboricé al levantar la mirada de nuevo.

El me miraba como si yo fuera la causa de un dolor interno muy severo.

--¿Por qué me dices que te importo? Y al otro momento te quedas


callado—dije con su rostro a escasos centímetros del mío, mis piernas
temblaban por nuestra cercanía.

--Alicia—dijo mientras me besaba suavemente el borde la boca y


frunciendo el ceño mientras se alejaba, casi como si le doliera alejarse de
mí.

--Gabriel, dime por favor—dije mientras intentaba respirar, no me había


dado cuenta que estaba aguantando la respiración durante el casi beso. Y
mis pulmones ya demandaban del oxigeno--¿Es que acaso no soy lo
suficientemente buena para ti?—alce un poco la voz en la última palabra y
él se giró totalmente a mí para luego volver a presionarme con su cuerpo
con su cuerpo.

El llevaba el cabello negro un poco despeinado y los ojos azules de un tono


casi sombrío, muy oscurecidos. Sus labios en forma de corazón estaban a
escasos centímetros de mi boca y por primera vez en toda mi vida había
deseado tener unos labios encima de los míos. Quería sentir su sabor, y
morderlos un poco. Pero él como que me leyó el pensamiento y se alejó de
mí lo suficiente para que no pudiere besarle, me sentí indefensa y un poco

24
frustrada en el césped del parquecito, no porque quisiese sino porque mis
piernas no me darían para más.

Me había rechazado, mi corazón dolía de una manera que nunca había


experimentado, le odiaba por hacerme esto. Sabía que no era tan linda
como las demás chicas, pero esto, era simplemente demasiado.
Prácticamente me le lancé encima con un cartel de “bésame” y
simplemente se apartó de mí.

--Lo lamento—dijo antes de que todo se volviera negro de nuevo.

Miles de plumas siguieron apareciendo en mis subconsciente.

25
2

Todos los años para estas fechas papá me llevaba a ver los juegos de
baloncesto de la temporada en el estadio de fútbol de la ciudad, pero debido
a su nuevo trabajo eso era algo casi imposible en estos días. Lo extrañaba
como loca, y odiaba el hecho de que tuviera su nuevo empleo fuera de la
ciudad y casi no pasara tiempo con nosotras. Mi cabeza palpitaba con
ferocidad y casi podía sentir cada mínimo latido de sangre en mi cabeza al
intentar respirar con brusquedad, me pasé la mano por mis pesados ojos y
la imagen de mi padre cuidando de mí en mi cabeza, cada vez se iba
desvaneciendo más y más.

Volví a pasar mis dedos por mi tabique nasal intentando empujar fuera el
malestar que tenía y cuando me gire de donde estaba pude apreciar las
luces amarillas y rojas jugaban a mezclarse en donde sea que estuviere, una
brisa cálida me abrigaba como si viviera a la orilla de una playa, era divino
sentir esa brisa. De repente el dolor se apodero de mi a lo que diagnostique
como un leve dolor de cabeza, pero algo dentro de ella palpito apenas me
intente poner en pie, era como un proceso migrañoso que iba en aumento.

De repente me percate que estaba en mi habitación.

Toda rosa con muñecos de felpa en todos lados, no sabía cómo había
regresado a ella, no después de…af…el dolor no me dejaba pensar.

Fue al baño de abajo por algunos analgésicos y vi que la casa estaba sola,
mi madre estaba en el trabajo de enfermera y esta noche tenia guardia de 24
horas y papa era médico pero siempre tenía que atender alguno de sus
congresos de médicos fuera de la ciudad, no recordaba donde. Debajo de
mi la madera crujía debajo de mis pies.

Tome un vaso de agua y un analgésico.

El dolor incremento cuando sonó el teléfono de la casa, el ruido me llenaba


los tímpanos como una avalancha cubre las casas. Respondí rápidamente,
no soportaba el dolor.

--¡Alicia!—dijo Bianca con preocupación

--Bi..an..ca…--arrastré su nombre debido al dolor

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--Gracias a Dios que estas bien, pensé, pensé lo peor Alicia ¿Por qué no
contestas tu teléfono celular?—grito por la bocina del teléfono

Alejé el teléfono de mi oreja un momento para visualizar la hora, habían


pasado muchas horas desde que el almuerzo había acabado.

--Ehn…Bianca. ¿Puedes venir a mi casa? No me estoy sintiendo bien—dije


mientras me recostaba contra un taburete de la salita.

--Voy para allá—dijo Bianca

Deje de escuchar su voz y un fuerte bip bip bip.

Había colgado.

Apresuradamente busque asiento en uno de los muebles favoritos de papa,


uno con un acabado hecho a mano o algo así, sentí leves arcadas venir a mí
y me acurruque en el mueble rogándole a Dios que llegara Bianca
rápidamente, necesitaba un médico, lo necesitaba ahora.

Veinte minutos después llego Bianca quien me vio temblando en el


mueble, tuve pequeños periodos de lucidez en el camino al hospital, cuando
me monte en el auto, cuando me hacían preguntas, de repente recosté la
cabeza contra el cabezal de una camilla y sentí un pinchazo en mi
antebrazo, vi como goteaba un frasco de solución 0.9 y una enfermera
ponía en ella algo con una jeringa, no soportaba el dolor, mucho menos ver
cómo me colocaban algo para ello.

Voltee a otra dirección.

Bianca tenía ojeras y no paraba de llamar a alguien por el teléfono y mirar


su reloj de muñeca.

Me imagine que estaba llamando a mis padres.

Cerré los ojos y simplemente me dejé llevar.

***

27
El ruido de la sala de emergencia ya no era un dolor de cabeza, ahora de
repente mis intestinos se movieron violentamente. No había comido desde
hace mucho según mi estómago. Intente abrir mis pesados parpados con
fuerza, la luz me cegó por unos instantes, pero cuando se adaptaron a la luz
allí estaba mi madre, con su uniforme de enfermera hablando con Bianca
quien le daba ánimos mientras yo estaba aquí tirada en la camilla.

Ya el frasco de solución 0,9 se había acabado y una enfermera, no


recuerdo si era la misma o era otra a la anterior me lo cambio por otro. Y
me miro con los ojos abiertos como platos.

--¿Ya te sientes mejor querida?—dijo casi en un susurro

--Mmm, si—dije con la poca voz que pudo salir de mi garganta

--Ya veo, tu madre y tu amiga han estado preocupadas ¿las llamo por ti?—
dijo mientras quitaba la aguja y me enterraba otra en el antebrazo

--Por favor—

Gire el rostro mientras me cambiaba el frasco.

Mi madre me lleno de besos toda la cara, nunca la había visto tan


preocupada. Ella estaba a mitad de guardia cuando llegue yo como
paciente, pensé. La culpa la tenia etiquetada en el rostro. A su lado Bianca
apreciaba el espectáculo de besos en silencio.

--¿De verdad ya te sientes mejor?—dijo mi mama mientras me besaba la


frente las mejillas y todo lo que hubiera en mi rostro

--Si mama—

--Esta bien, déjame arreglar eso con el médico de guardia—

Mama desapareció por las enormes puertas giratorias blancas.

Bianca se acerco nerviosa.

--Me has dado el susto de la vida Alicia, estoy muy molesta contigo
ahora—dijo mientras entrecruzaba los brazos y fruncía el ceño.

--Lo siento—dije

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Pero pronto dejo lo mala y me dio un fuerte abrazo que impedía que mis
pulmones obtuvieran el suficiente oxigeno.

--Solo te perdonare si me llevas a comer a ese nuevo sitio—dijo mientras se


secaba unas lágrimas que evidentemente no quería que yo viera que se le
habían escapado.

--¿Cuál?—

--El de comida mexicana, me deberías invitar por lo menos un par de


tacos—dijo con la sonrisa fresca de siempre

La amaba por eso, se contentaba fácil conmigo.

--Esta bien, hasta te dejare robarme la salsa—dije inmediatamente

Mi madre entro con un medico alto y guapo que me evaluó los signos
vitales y me hizo un par de preguntas. Tenía el cabello rubio y ojos grises,
era increíblemente guapo dije para mis adentros.

--¿Sientes esto?—dijo el médico mientras me golpeaba ligeramente con un


pequeño martillo, mi pierna se elevo involuntariamente.

Luego me evaluaron las pupilas y la presión arterial.

--Ya veo que estas mejor Alicia, espero que regreses a tu casa bien—dijo el
médico.

--Me tomare el resto de la noche doctor, si no es molestia. Quiero


acompañar a Alicia el resto de la noche—dijo mi madre

El médico y mi madre se apartaron de nosotras e intercambiaron números.

Era extraño, pero Bianca me saco de mis pensamientos nuevamente.

--¿Y entonces?—dijo como recriminación

--Y entonces ¿Qué?—dije

--¿A dónde se supone que fuiste después del almuerzo?—dijo cruzándose


de brazos y sus ojos verdes acentuándose mientras me miraba.

--No recuerdo—dije mirando en todas direcciones, era una terrible


mentirosa.

29
--¡Alicia!—reprendió

--No recuerdo—

--Me estas ocultando algo—dijo ella ofendida

--No—

Si lo hacía.

¿Pero que le iba a decir? Que vi plumas caer del cielo mientras estaba con
Gabriel y luego nada. El sueño. El dolor. Todo era confuso. Y dolía intentar
recordarlo.

--Bueno si…pero fue algo demasiado extraño Bianca—dije finalmente

--Cuéntame—

Bianca llevaba aun el uniforme de la escuela solo que con un suéter por
encima, su cabello rubio caía por su rostro todo despeinado y el tono de
verde oscuro de sus ojos se acentuaba cuando le pegaba la luz.

Respiré profundo.

Estaba a punto de sonar como una loca.

--Gabriel me pidió que lo acompañara afuera—dije

--Eso lo vi—dijo ella

--Cuando estábamos afuera, algo raro pasó—dije nuevamente

--Entiendo—

Respire profundo, de nuevo.

--Mi cuerpo no reaccionaba, no podía moverme, me llevo a las ruinas de la


iglesia anglicana y vi como empezaban a caer plumas blancas del cielo e
inmediatamente como tocaban el suelo desaparecían—

Al final le conté todo a Bianca, exceptuando la parte en la que casi bese a


Gabriel, pero eso no lo sabrá nunca, me haría quedar como una patética
delante de ella. Bianca solo asentía con la cabeza cuando debía y decía
leves aja y ujum cuando debía. Eran ya las seis de la mañana cuando me

30
dieron de alta y Bianca no me había dirigido la palabra en lo que había
quedado de noche.

El himno nacional sonaba de trasfondo mientras mi madre firmaba los


últimos papeles de mi alta en el hospital y Bianca me ayudaba a vestirme
con un suéter de lana blanco.

Nos montamos en el auto de Bianca y nadie dijo nada hasta llegar a casa.

Mi casa era una casa blanca de dos pisos con algo de estructura antigua en
ella, a mi madre le encantaba que fuera una casa antigua, aun recuerdo su
frase cuando nos mudamos aquí hace un año.

--Aquí viviremos para siempre—dijo con alegría mientras se bajaba del


auto corriendo como una niña pequeña.

Recuerdo que en esa época tenía yo solo quince años, y odiaba esta ciudad
como nada en este mundo. El frio que hacía era horrible, me ponía el
cabello con un frizz horrible, papa tendría que viajar para ir al trabajo todos
los días lo que significaba que tendría que verlo menos tiempo y de paso, a
mi perro Hunter no podía dejarle libre como en la vieja casa de campo, aquí
tendría que cumplí reglas por el bien de los vecinos.

Hunter salto de mis brazos en dirección a la casa y yo le seguí con los


brazos entrecruzados y con rabia.

Pronto conocí a Bianca en una convención del libro en un centro comercial


de la ciudad, yo comprando libros y ella acosando a él que es ahora su ex.
Es un tema difícil ahora, así que ya no hablamos de ese ser.

Mi vida fue mejorando, ya tenía una amiga.

Quien saliendo de mis recuerdos un poco, me miraba de vez en cuando en


el auto como preguntándose si mi cordura estaba bien o estaba mal. Tal vez
pensaba que me habían puesto suficientes narcóticos en el hospital para que
dijera cuentos extraños, pero aún así trate de ignorarle. Miraba por la
ventanilla del auto durante todo el viaje, y me acurruque en mi suéter la
lana cuando me pegó el frío pensamiento que tal vez Gabriel si era malo, y
me estuvo a punto de hacer daño. Miré con desconfianza ese pensamiento,
el no era malo.

Mama estaciono frente a la casa y apago el motor.

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--¿Estas bien Alicia?—dijo mama

¿De verdad estaba bien? No, no lo creo.

--Solo cansada—baje del auto inmediatamente

--Te acompaño—dijo mamá sujetándome por el hombro

Bianca nos acompaño hasta mi habitación en silencio.

--Iré a preparar algo de desayunar y llamare a la escuela cariño ustedes


faltaran hoy a clases, deberías llamar a tu padre en cuanto puedas, estaba
muerto de preocupación —dijo mama antes de cerrar la puerta detrás de
ella

La habitación quedo en silencio

--¿En verdad eso fue lo que paso?—añadió Bianca rápidamente

--Si—suspiré

Bianca parecía no tragarse mi historia, y no la culpaba, sonaba como una


locura

--Bianca—dije en un susurro

Bianca había cerrado la puerta de la habitación antes de irse y las fuertes


pisadas de sus pies se escucharon mientras bajaba por las escaleras, un
portazo de la puerta y luego silencio.

Mama abrió lentamente la puerta y me tendió un teléfono celular y vi en


sus ojos algo, como preocupación.

--¿Sucede algo con Bianca?—pregunto mama

--Solo esta molesta—dije

--Oh cariño, llama a tu padre mientras preparo algo de comer. No deberías


pelear con tu única amiga—dijo mama antes de irse

Única amiga…repetí en mi cabeza

Marque a papa quien atendió a la tercera repicada

--¿Amor? ¿Todo esta bien con Alicia?—dijo papa con preocupación

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--Eh…hola papa soy Alicia—dije lentamente

--Ah, hola cariño ¿Cómo te sientes?—dijo el

--Fuerte como un roble—dije alegremente

--Lo siento tanto por no estar allí cariño, prometo llegar rápido, estoy ya de
camino a casa—añadió el

--No tenias que cancelar lo del congreso papa—

--Si tenía, además eres mi única hija. Y yo soy médico, que clase de padre
seré si no estoy contigo en estos momentos—añadió el

La verdad un poco dramático, pero me amaba como a nadie.

--Nos vemos en unas horas cariño, estoy en el tráfico—

--Está bien papa, te amo—

--También te amo mi niña—

Y eso fue todo, comí algo y me di una ducha con agua caliente y jabón.
Pero en mi mente solo quedaba algo dándome vueltas, plumas blancas
cayendo del cielo y ojos azules penetrando en mi subconsciente.

33
3

Siete días y siete noches pasaron sin ver rastro de Gabriel, se había
esfumado de la escuela. Pasaba todo el día con la sensación de estar siendo
observada y en las noches era perseguida por alguien que venía a mí con la
intención de matarme, no quería que eso me pasara, me despertaba de
golpe con el pulso acelerado y mirando siempre por la ventana, era algo ya
casi mecánico.

Soñar, despertar, mirar por la ventana. Ya me estaba dando miedo la cosa.

Bianca me perdono, pero no del todo y yo lo sabía. Ella pensaba que le


había mentido, y no era así, ¿pero como explico que eso era verdad y no
una mentira? Mi padre pasaba casi todo el día trabajando solo le oía llegar
a eso de 11 pm e irse a eso de 5 am, y a mi madre la habían transferido a
una clínica en el centro de la ciudad, allí le pagaban mejor pero si antes no
la veía, ahora menos. Además se estaba comportando de manera extraña,
ahora usaba mas perfume del habitual para ir al trabajo, se ponía un poco
mas de maquillaje…era raro

Pasaba todo el día sola en casa sintiéndome sola, valga la redundancia de


palabras.

Cuando me di cuenta ya era sábado, limpie la casa con esmero, primero el


baño y luego cada una de las demás habitaciones a eso de las cinco de la
tarde llame a Bianca varias veces. A la segunda atendió.

--¿Dime que no tenemos plan para esta noche?—grito con alegría

--No tenemos plan para esta noche—alegue rápidamente

--Pues ya tenemos, vístete que voy para tu casa en diez—

Colgó

A los diez minutos estaba Bianca entrando a mi casa como perro por su
casa con bolsas de compras en ambas manos

--¿A que no adivinas que haremos hoy?—dijo

--¿Qué?—

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Saco unas mini faldas y unos tacones de las bolsas

--Iremos a nuestra primera noche a un bar—dijo ella

Mi cara fue de shock

--¿Qué?—

--Fiesta nena, fiesta—dijo mientras terminaba de sacar las cosas

--Necesitaríamos credenciales falsas, recuerda. Tenemos apenas diecisiete,


no podemos ni siquiera beber legalmente—dije

--Novata—dijo mientras me tiraba una credencial falsa en el rostro

La tome en el aire

Decía Carolina Martínez, 19 años, soltera. Con una foto algo retocada mía,
parecía mayor a lo que soy.

--¿De dónde la sacaste?—dije

--Un amigo de papa—dijo ella mientras se bajaba los pantalones y se ponía


una mini falda negra

--¿Cómo lo sobornaste?—

Ella era buena en eso.

--Digamos que papa no debe enterarse que el intento coquetear conmigo o


si no estará despedido—dijo mientras se quitaba el sujetador y la blusa que
cargaba y se ponía un sujetador con encaje rojo con piedras

--Oh, lo lamento—añadí

Se volteo en mi dirección haciendo un puchero

--Tranquila nena, yo fui la que estaba coqueteándole en primer lugar, pero


papa no se tiene por que enterar. Además el me cree más a mí que a
cualquiera--

--¿Y que es todo eso?—dije mientras tomaba un sujetador de encaje negro


de una de las bolsas

--Ropa ¿o crees que te dejare ir a tu primer bar vestida así?—dijo mientras


señalaba a mis viejos vaqueros, converse negras y camiseta holgada gris.
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--Ehn…pero esta ropa esta…--

--Sexi—dijo ella alegremente

--Póntela—dijo mientras me lanzaba un vestido corto de lentejuelas rojo

Dos horas después que terminamos de arreglarnos Bianca llevaba una mini
falda roja y una blusa con escote negra tacones de aguja negros y cinco
capas de maquillaje sobre su rostro, el cabello rubio lo llevaba en un moño
alto muy bien alisado. Yo por mi parte llevaba un mini vestido de
lentejuelas rojo y tacones de color crema e iba igual de maquillada que ella,
con miles de capa de maquillaje, tanto así que tapaba cualquier rastro de
juventud en nosotras, llevaba el cabello castaño suelto con una raya a
medio lado. Parecíamos mayores a veinte.

¡Increíble!

Le deje una nota a mi mama en la cocina solo por precaución que estaría en
casa de Bianca, y salimos totalmente bañadas en perfume de mama y con
solo el dinero para ambos taxis.

Al llegar al lugar la emoción recorrió mi cuerpo, estaba a punto de hacer


algo prohibido. Caminamos hasta la fila para entrar al sitio que tenía un
gran letrero de SIETE el gran sitio de moda de la ciudad y en cuanto el
portero nos vio trague disimuladamente, Bianca se hizo pasar por ebria y
nos miro de reojo por un par de segundos.

--Credenciales por favor—demando el gorila de la puerta con vehemencia

Pensé, hasta aquí llegamos. El gorila medía casi los dos metros de alto,
llevaba camisa manga larga negra y corbata roja, junto con unos lentes
oscuros y su piel morena, inspiraba miedo.

Bianca entrego la de ella primero con un toque coqueto

--¿Kiara?—repitió el gorila

--Si—afirmo Bianca

Era muy buena mentirosa. Entrelacé mis dedos con los de ella un poco
nerviosa

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--¿Nos dejaras pasar o qué?—grito Bianca mientras posaba una mano en su
cadera en modo de enfado

--Solo quería ver el nombre de la diosa de mi corazón—dijo el gorila

Mi estómago se revolvió.

Asco.

--Por supuesto señoritas, pasen adelante—dijo mientras se comía con la


mirada a Bianca.

Una vez dentro del lugar las luces de neón opacaron mi vista y el humo
falso en mis pulmones ¿esto era todo? Un montón de gente bailando en la
zona central con máscaras en sus rostros, otro sector donde proporcionaban
bebidas alcohólicas y otra donde caían grandes cortinas de terciopelo roja,
creo que era la zona vip o algo así. Bianca me arrastro hasta el bar y pidió
dos cocteles de nombres estrambóticos, que ni siquiera yo podía
mencionar, el mío era en un tono azul con algo de rojo flotando encima de
lo azul, el de ella era burbujeante a la vista en tono amarillo con una linda
sombrillita en el. Bianca me miraba expectante

--Tómatelo a la cuenta de tres. Necesitamos toda la experiencia de hoy, y


cuando digo toda es toda—dijo ella

Puse la copa entre mis labios entre abiertos y empuje la bebida por mi
garganta, era quemante al principio mientras bajaba luego refrescante y
luego me sentí un poco mareada, al principio no me gusto el sabor pero con
el calor que hacía en ese lugar ese líquido pareció haber sido sacado del
mismísimo cielo. Pronto Bianca fue por otro.

Nos lo tomamos mientras mirábamos como la gente para entrar a la zona de


baile se colocaban máscaras con plumas de todos colores. Un chico en
especial atrajo mi atención. Llevaba traje negro y máscara blanca con
lentejuelas, sabía que lo conocía de algún sitio, de donde no sabía. Pero de
repente cuando sus ojos se entrecruzaron con los míos, me sentí desnuda y
vulnerable. Bianca me arrastro hasta la pista de baile. Donde nos dieron a
ambas un par de mascaras. La de Bianca era morada intenso y la mía, negra
con plumas del mismo tono.

Bailamos un rato de manera despreocupada, cuando a mitad del baile la


música se detuvo.
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Sentí que alguien me tomaba por los hombros.

--¿Qué se supone que haces aquí?—dijo la voz aterciopelada con algo de


enfado en ella, él estaba detrás de mí. Sentí la alegría recorrer todo mi
cuerpo ante su contacto.

Me gire para verlo, era Gabriel quien llevaba la máscara después de todo.

-- Suéltame, no tienes derecho a pedirme explicaciones—demandé mientras


recordaba su falta de tacto la última vez que nos vimos. Las plumas, las
caricias, y también recordaba perfectamente como me había hecho
desmayarme por segunda vez antes de llevarme a mi casa. La rabia iba
ascendiendo en mí como cuando lanzas un fósforo a un tanque de
gasolina— ¡Suéltame!—repetí ferozmente alentada por el alcohol.

No me soltó, sus manos posesivamente ahora estaban en mis caderas.


Empujé sus manos de ellas inmediatamente.

La música ahora estaba detenida y un hombre con traje gris increíblemente


guapo se poso en la cabina de DJ, puso una tonada lenta y grito a cuatro
vientos:

--¿Alguna damisela quiere bailar en el escenario?—

Mi piel se helo al ver Bianca levantar la suya e instintivamente levanto la


mía.

--Wow, ya tenemos a las dos primeras chicas. ¿Alguien más? Se podrían


ganar un Audi A4 cada una si quedan como finalistas así que anímense
chicas—dijo el anfitrión de la fiesta

El llevaba traje gris y corbata azul marino, su cabello negro estaba echado
hacia un lado con una sonrisa medio torcida y dientes perfectos. Varias
chicas con cuerpos perfectos estaban subiendo hacia el escenario.

--Alicia, ¿Qué se supone que estas haciendo?—dijo Gabriel antes de que


Bianca me empujara hacia el escenario. Lo último que lo vi cruzarse de
brazos y evidentemente tenía el ceño fruncido, su frente se arrugo detrás de
la máscara.

Mi cabeza iba de Gabriel a Bianca.

¿Cómo se atrevía a enfurecerse conmigo?

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Subimos por las escaleras traseras al lugar rápidamente, ya arriba habían
cuatro chicas mas, una morena con un vestido azul despampanante y curvas
perfectas, una rubia con el cabello corto por las orejas y vestido verde con
encajes, una pelo rojo con piel blanca como la cal y muy delgada y otra que
ante nosotras nos dejaba en ridículo, era hermosa con su piel morena y
cabello rizado con curvas perfectas.

Nos unimos a ellas y el anfitrión soltó un grito y luego llamo a uno de los
DJs del sitio, todas comenzamos a bailar como podíamos, de repente la
chica de cabello rojo fue eliminada y luego la rubia despampanante. Menos
mal no era un concurso de belleza porque si no la primera en irse seria yo,
o en su defecto Bianca.

Seguimos bailando, ahora el ritmo era más intenso, tocaban la canción de


“David Guetta TITANIUM” mi favorita y comencé a mover el cuerpo
como toda una profesional, Bianca me miraba de vez en cuando para
hacerme reír e intimidar a las demás concursantes. De repente todos los
presentes comenzaron a enloquecer y a lanzarnos billetes mientras ellos
también empezaban a bailar.

Varios reflectores se posaron sobre mi cabeza y me sentí como una estrella


famosa, la música se detuvo y empezó una canción de “SKRILLEX” que
no sabía cómo se llamaba solo sé que me encantaba como sonaba y en
cómo cada una de las partes de mi cuerpo se movía frenéticamente.

Bianca movía el trasero como una diosa y me guiño el ojo para que
mostrara mis mejores pasos, los que ella me había enseñado hace tiempo.
Busque con la mirada al Gabriel pero había desaparecido, de repente
cuando me voltee a mitad de un paso sexi allí estaba él pasmado.

Parecía que había visto un fantasma. Me miraba de arriba abajo con su


mirada penetrante y lo vi ponerse incluso ¿nervioso?

Decidí ignorarle y seguir bailando, a lo último quedamos de finalistas


Bianca, la chica con piel oscura que tenia por nombre Kimberly y yo.
Todas nos ganamos un Audi A4. Bajamos del escenario apenas pudiendo
respirar, y gritamos con la emoción.

--¡Oh por Dios ah sido tan emocionante!—grito Bianca

Gritábamos y bailábamos como adolescentes que éramos.

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Si, si parecíamos adolescentes. Menos mal no había nadie que nos viere en
ese momento.

--¿Te fijaste que use ese paso que me enseñaste la otra vez? Fue de lo más
emocionante—dije y me calle inmediatamente, el anfitrión de la fiesta nos
llevaba para reclamar nuestro premio nos señalo con el dedo la entrada a
una puerta trasera del edificio, caminamos por varios pasillos de ladrillos
encementados y cruzamos varias veces por portones eléctricos, allí al final
estaban los autos.

Los Audis A4 estaban allí, uno color perla, otro en plata y el otro en negro.
Kimberly ya estaba encima del Audi A4 negro así que Bianca escogió el
perla y yo me quede con él plata. Eran hermosos.

Bianca quedo en enviar los abogados de su padre para arreglar todos los
problemas “legales” con el anfitrión, ya que dado, no habíamos entrado
legalmente al lugar ni éramos mayor de 21.

--Pequeños detalles—bufó Bianca mientras marcaba un par de teclas de su


blackberry rosa

--Le estoy marcando a un abogado de papá, el siempre sabe qué hacer con
estos líos legales—dijo mientras se concentraba más en su teléfono

--Vale, oye Bianca—dije y Bianca subió la mirada inmediatamente--¿Has


visto al tío de la máscara?—dije ahora con vergüenza en mi rostro Bianca
me estudiaba con el ceño fruncido.

--Aja—dijo lentamente a la espera de mi explicación a mi pregunta.

--Es Gabriel—dije ahora mirándole nuevamente.

Los ojos de Bianca se abrieron como platos y su boca formó una perfecta o.

--¡Vale eso es genial!—exclamo Bianca—Ahora puedes preguntarle donde


se había metido en estos sietes días—dijo ella mientras terminaba de
atender una llamada a su blackberry, los abogados de su padre parecían no
dormir, eran más de las doce de la noche.

Tal vez tendía razón, tal vez era hora de pedirle explicaciones a ese ser.
Bianca termino su llamada y se giró hacia mí.

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--Conseguiré esos autos, aunque tenga que sobornar a media ciudad—dijo
Bianca mientras pasaba su peso a una de sus caderas—Y será mejor que tu
consigas ciertas respuestas de cierto jovencito—dijo Bianca guiñándome
un ojo

--¿O si no que?—dije riéndome un poco tonta.

--¡O iré yo personalmente y le robare algo más que información!—agregó


Bianca, y es que ella era buena con los chicos, es decir, había perdido su
virginidad a los trece con un chico siete años mayor que ella. Tenía labia.

Pero la idea de Bianca coqueteando con Gabriel me repudió, en vez de


pensar en eso dije:

--Tengo sed—añadí rápidamente mientras me tocaba la garganta

--Volvamos al bar—

Caminamos contoneando las caderas como habíamos practicado miles de


veces cuando de repente el chico de la máscara se encontraba en uno de los
laterales de la barra tomando un poco de soda con el ceño fruncido. Me le
acerco lentamente, me siento en el taburete a su lado de manera coqueta y
pido otro trago. Gracias a Dios esta noche era barra libre, sino el dinero
para el taxi lo hubiera dejado solo en un trago.

El bar tender me pasa una bebida transparente con una aceituna en el fondo
de una copa triangular, creo que un Cosmopolitan, me sorprendo a mi
misma sabiendo el nombre del trago. Es refrescante y seco. El chico de la
máscara no pudo apartar la vista de mí. Primero mira el escote pronunciado
de mi vestido y luego a mis largas piernas, devorándome de arriba abajo.

No lo hubiere hecho de no saber quien se encontraba detrás de la máscara.

De no saber que era el chico con el que no he parado de soñar durante estos
benditos siete días y siete noches, y reí para mis adentros cuando recordé
que el lugar también se llamaba SIETE.

Irónico, pensé.

El chico de la máscara dejo que terminara mi trago y me llevó a la afueras


del lugar de manera rápida, creo que estaba molesto, pero detrás de una
máscara es muy difícil ver si alguien esta realmente molesto o no. Solo

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caminamos hasta el final de un pasillo en las afueras del club. Pensé en
enviarle un mensaje de texto a Bianca si sucedía cualquier cosa.

Bianca me miraba perpleja desde el otro lado del club y levanto una copa
en mi dirección, ella estaba disfrutando esto.

El vapor del club salía por debajo de una de las puertas por las que
habíamos salido, un hombre de contextura gruesa estaba recostado detrás
de una pared del pasillo fumándose un puro y haciendo bocanadas de humo
para nosotros, levantó el puro y nos hizo una reverencia. Seguimos
caminando un poco más.

Llegamos finalmente al final de un callejón, una ambulancia pasó


instantáneamente a nuestro lado, llevaba algún herido, iba a gran velocidad.
El chico de la máscara tenía sus ojos clavados en mí, al punto que sentí que
mi piel quemaba en su presencia.

Tenía miles de preguntas que hacerle, muchísimas, sobre todo ¿Qué había
sucedido ese día? Después de salir al patio con el ya nada estaba en mi
memoria, si me había desmayado o algo merecía saber. Además como
había sabido mi dirección de casa, o incluso haber entrado. Era
espeluznante.

--¿Qué fue lo que sucedió ese día? El día que te acompañe fuera. Creo que
merezco una explicación—dije valientemente

--No quieres oírla, además, tengo sentimientos egoístas. Te quiero cerca de


mí, por lo menos por el momento—dijo acercándose a mí cuerpo, puso su
boca cerca de mi oído lentamente

--¿Qué es lo que planeas hacer exponiéndote así? Tan provocativa—


demandó él con furia. Subió su mano por mi muslo y todo mi cuerpo se
tensó al contacto.

--¿Exponerme?, ¡soy joven puedo exponerme cuanto quiera!—casi soné


como una adolescente malcriada, le aparté de mi con una mano, me
sorprendió que use toda mi fuerza y apenas se movió un centímetro

--De verdad me frustras Alicia—sus ojos azules oscureciéndose cada


minuto

Y allí estuvo de nuevo

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Intente quitarle el antifaz con mis dedos, pero me detuvo en el proceso, en
vez de eso tomo dos respiraciones y sostuvo mis manos junto a su cara
acariciándose con ellas las mejillas. Algo dentro de mí se despertó, en
realidad me gustaba que me tocara, me gustaba tocarle, me sentí perdida y
encontrada al mismo tiempo. Pero el me miró y me soltó ambas manos.

--Lo siento—dijo ahora miraba mis ropas como si fuesen impuras, que en
realidad no es que hubieran sido para lo contrario.

--Toma—me pasó su chaqueta por encima de los hombros y la cerro por el


frente con uno de los botones.

De repente en medio de ese callejón el tiempo se volvió a detener para mí,


solo que ahora no había plumas cayendo ni nada fuera de lo normal solo él
y yo mirándonos impasiblemente. Quería besarle, tomar su rostro entre mis
manos y juntar mis labios con los suyos. Nunca había sentido esto, deseo.
Pero allí estaba haciéndome sentir devastada y aliviada al mismo tiempo.

--¿Podrías por favor regresar a casa y ponerte a salvo?—dijo casi en tono


de súplica.

--Pero si no estoy en peligro—alegue rápidamente

--Alicia he estado observándote toda la noche, es cuestión de tiempo que


alguno de los tipos en el club te inviten un trago y quieran propasarse
contigo—dijo con el ceño fruncido

Ahora sus ojos azules se intensificaron en color, ya no eran azul cielo eran
un azul muy brillante casi eléctrico. Pensé que era mi vista que me
engañaba pero allí estaba él, un reflejo de la perfección con los ojos más
increíbles que había visto en toda mi vida. Brillaban como las luces de
navidad, aún mejor que eso.

Eran preciosos.

--¿Cómo sabes eso?—dije

--Porque yo he estado evitando que varios de ellos se te acercaran, además,


no me gusta compartir—dijo en un tono sombrío me heló hasta los huesos.

Me giré para ver quién me podría ayudar en caso de que intentara algo que
no querría. Hasta el señor que fumaba se había ido. Inmediatamente recibí
un mensaje de Bianca a mi blackberry.
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“AVISAME SI NECESITAS UNA SALIDA DE EMERGENCIA” decía el
mensaje de Bianca en cuanto lo revisé, tecleé algo de vuelta mientras
Gabriel me miraba con gesto asombrado.

“TODO BIEN” tecleé casi sin respirar, el no apartó ni un segundo su


mirada de mí mientras escribía.

Me besó los labios tan tiernamente que hasta mis piernas temblaron debajo
de mí y un suspiro salió de mis labios, le deseaba como nunca antes había
deseado a alguien. Pasé mi mano por su cabello negro y liso y lo enrede
con mis dedos para mantenerlo más cerca de mí, el gimió un poco al ver
que intenté profundizar el beso.

Se apartó un poco, ahora me veía diferente, algo de culpa se presentó en


sus ojos.

--No, no eres capaz de hacerme daño. Tu eres bueno—dije acercándome a


él, quien para evitar mi contacto se recostó aún más de la pared que estaba
tras suyo. No había mucho espacio en el callejón pero hay estaba yo,
deseando que me tocara, aun cuando me había dicho que me iba a lastimar,
mi cabeza estaba ya dando vueltas por el alcohol y mis pies comenzaban a
doler por los tacones.

Allí estaba él, la figura perfecta de un hombre con la cara desfigurada por
el dolor. Ahora la camisa de vestir estaba por fuera y el cabello un poco
despeinado por la brisa fría de la noche.

--Vete—dijo mientras se tocaba el tabique de la nariz con los largos dedos


que tenía como para reprimir un instinto.

--¡No!—dije

--Que te vayas—dijo mirándome con furia

--No—repetí

Ahora me miraba aun mas enfurecido

--No me tienes miedo ¿cierto?—dijo el

--No--repetí, aunque por dentro estaba aterrada algo instintivo en mi estaba


mal, mi cuerpo me decía que corriera cincuenta metros lejos de él pero mis
piernas no obedecían.

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--Deberías simplemente alejarte de mí. No sabes cuánto autocontrol tengo
que tener para simplemente no tomarte en este callejón oscuro y hacerte
mía—

Ante esta revelación la sangre se drenó de mi rostro.

--Y no, no seré ni dulce ni paciente con la última virgen de la escuela—dijo


metiendo las manos en sus bolsillos y mordiéndose el labio fuertemente.

--¿Cómo sabes que soy?—dije

No me dejo terminar la frase

--¿Qué? ¿Virgen? Eso se te nota en la cara, y bueno…también tienes esa


aura especial de las vírgenes, que con ojos normales simplemente no…--
dejo en suspenso su frase, ya mis ojos estaban abiertos de par en par

--Oh, Gabriel—dije su nombre en un susurro

--No soy bueno para ti, aléjate y sigue con tu vida por favor—dijo mientras
me presionaba contra la pared con una de sus manos y con la otra sostenía
mi mentón para que pudiera mirarle a los ojos, mi entrepierna sintiendo
perfectamente todo su cuerpo.

--¿Por qué?—dije ya con lágrimas en los ojos, y me sentí estúpida por estar
llorando frente a él.

Me miró con sus ojos y sentí que me atravesó el alma, luego detrás de él
apareció un ala enorme como la de un ángel pero esta no tenía plumas
blancas como las que había visto antes, eran diferentes, mucho más
hermosas.

Suspiré mientras observaba eso.

--Tu no eres humano ¿y qué?—dije casi en un susurro

--No se supone que deberías saber eso, pero--dijo mientras miraba en


dirección a la calle ahora transitada por un par de borrachos con uniforme
de oficina—Siempre estamos siendo observados Alicia, ya sabes más de lo
que deberías. Solo es cuestión de tiempo de que me vengan a buscar—dijo
mirando el suelo con tristeza.

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--¿Quiénes? ¿Los arcángeles?—dije pasándole los dedos por el reborde de
sus perfectos labios en forma de corazón.

--Ellos mismos—ahora él miraba con ferocidad mis labios como si deseara


arrancármelos.

Me presionó contra la pared nuevamente y ahora pude escuchar un gemido


ahogado en su garganta mientras me besaba con ferocidad, devorando mi
boca con evidente salvajismo y jugueteando con mi lengua mientras me
subía el mini vestido y tocaba con rapidez mis muslos y espalda. Estaba
totalmente perdida, acalorada, y deseosa de que él me hiciera suya en ese
asqueroso callejón subí mis piernas alrededor de él para acercarlo más a mí
y me comenzó a abrir el vestido por la cremallera lentamente, mis dedos
entre su cabello negro aprisionándolo aún más y queriendo acercarlo aún
más de lo que ya estábamos. Le deseaba. Quería que fuera él el
primero…Le besé con más fuerza y se apartó bruscamente de mí. Su
respiración forzada y entrecortada, y su mirada de dolor me recorrió de
arriba abajo con el vestido casi caído y con el cabello revuelto. Ambos
estábamos en las mismas condiciones, acalorados y con ganas de llegar al
clímax de esta tensión sexual.

--Alicia no puedo sobrepasarme contigo—dijo mientras yo me subía la


cremallera de mi vestido. Ya era la segunda vez que me rechazaba.

Inmediatamente lo dijo se abalanzó sobre mí, cerré los ojos y de repente el


ya no estaba, solo había una pequeña pluma negra en el suelo, que
inmediatamente se desvaneció al tener contacto con el suelo frío.

Bianca salió apurada por la puerta trasera.

--¡Hey Alicia! ¿Qué haces aquí sola? Ven adentro esto se esta poniendo
bueno—agito su mano sobre su cabeza y entró en el club nuevamente.

Pero ahí me había quedado yo, helada.

El chico que me gustaba no era humano y me había rechazado,


nuevamente.

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4

Ese mismo día cuando regresamos del club SIETE, Bianca venía medio
dormida y un poco prendida porque no decirlo, su cabello rubio ahora era
una maraña y justamente me sentía como una niñera en estos momentos.

--¿Ally?—dijo Bianca mientras se estiraba en el asiento del taxi--¿Ya


llegamos?—dijo nuevamente.

--Ya casi—dije casi en un susurro el taxista nos miraba de vez en cuando


por el vidrio de su taxi para asegurarse que Bianca no se vomitara dentro de
él.

Le pague el dinero al del taxi y ayude a bajar a Bianca del automóvil poco
a poco, metí la llave en la puerta delantera y me entró el pánico cuando la
llave giró sin problemas, estaba abierta.

La casa estaba en oscuras, el miedo apoderándose de mi sistema. Dejé a


Bianca afuera e intente despertarla con movimientos bruscos y nada pude
hacer para despertarla, ella estaba fuera de combate, tendría que hacer esto
sola. Busque en la cesta que estaba lateral a la escalera y saque una
sombrilla que había sido de mi abuela anteriormente, de madera maciza. Si
era un ladrón tendría con que defenderme.

Una pisadas en el piso de arriba y lo supe, marque al 911. Cerré la puerta


de la casa y me devolví por la puerta de entrada de la casa, una figura alta y
curvilínea se apareció detrás de mí y me empujó contra la grava del patio
de la casa, Bianca estaba inconsciente por el alcohol y me giré para
enfrentar a mi agresor.

Una mujer de veinte tantos me miraba con desprecio.

--¿Tu quien eres?—grité

--Eso debería preguntarte yo a ti—dijo escupiendo cada palabra delante de


La rubia entrecerró los ojos con fiereza y algo dentro de mí se estremeció


con violencia. Todos los vellitos de mi cuerpo se erizaron en respuesta.

--¿Qué haces en mi casa?—dije arrastrándome hacia atrás

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--Solo vine a matarte—dijo mientras sacaba un arma nueve milímetros y la
apuntaba directamente a mi cara.

El miedo se apoderó de mí. Y la golpeé en la entrepierna con todo lo que


podía. Me ayude a levantar del suelo y la empujé contra la grava
fuertemente. La pistola salió disparada en dirección a la puerta de la casa.
Un fuerte quejido salió de la boca de esa extraña mujer.

Bianca seguía dormida, era imposible. Pensé rápidamente en todas la vías


escapatorias de esta situación, descartando una a una al ver que no podía
dejar sola a mi mejor amiga. Si no ella estaría muerta también. Se
revolcaba del dolor mientras se levantaba del suelo y me asesinaba con la
mirada.

--Me ha dolido eso—dijo mientras se levantaba del suelo

Era blanca casi rosada con cabello rubio corto por las orejas, ojos rosados
cosa que me hacía desconcentrar totalmente, eso no era natural. Delgada
como una femme fatale con enormes pechos y cintura pequeña, toda una
modelo en su complexión. Mi cuerpo estaba tenso y no reaccionaba ante
mis estímulos, no otra vez, pensé. Miré nerviosa a Bianca.

¿Ahora qué hago?—pensé.

--No te preocupes por ella, le he puesto algo en la bebida—dijo señalando a


Bianca con su uña perfectamente arreglada

--¿Drogaste a mi amiga?—soné muy molesta, mi voz se elevo dos tonos

--Tenía que tenerte para mi solita—dijo mientras me daba un fuerte golpe


que me hizo irme un poco para atrás

Caí un par de metros detrás no sin girar sobre la grama y rasparme las
rodillas un poco.

--Y deleitarme como te destruía de a poco—dijo mientras me pateaba un


costado del tórax

Giré del dolor de nuevo.

--Duele—dije entre dientes

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Tenía que llegar a la pistola, sin importar como, tenía que llegar. Si no,
estaría acabada.

Otro golpe fue recibido ahora por mi estómago.

--¿Por qué me quieres asesinar? ¿Qué represento para ti?—solté


rápidamente el dolor era insoportable ya. Escupí sangre.

--Tienes algo que es mío, lo quiero de vuelta—

No entendía que me decía. ¿Algo que era de ella? Eso era absurdo.

--No es cierto, te has equivocado de persona—alegué inmediatamente, solo


era cuestión de tiempo en que llegaran los policías y podría salvarme de
esta situación. Escupí otra bocanada de saliva con sangre al recibir otro
golpe, este iba directamente a mi rostro y caí a varios metros de distancia.
Si seguía así me iba a terminar de nuevo en el hospital. Tenía que hacer
algo para detenerla.

Me levanté de la grava y ella me miraba con aún más desprecio.

--¡El es mío! ¿Oíste?—dijo mientras sacudía su imponente dedo frente a mi


rostro.

Miré en dirección al arma y luego hacia ella. Aún quedaba la posibilidad de


que la pudiere alcanzar. Ella pareció leerme el pensamiento porque se
abalanzó sobre el arma antes que yo, alcanzándola y empujándome de
nuevo contra la grava y el césped de la casa.

--¡No se de que estas hablando!—le alce la voz

--Gabriel—dijo como que si eso me sacara de todas las dudas—Es mi


novio ¿entiendes?—dijo mientras comenzaba a cargar la pistola de nuevo,
era evidente que estaba disfrutando ese momento porque una sonrisa
maléfica se posó en su rostro.

--¿Y eso qué?—escupí las palabras—El no me quiere—dije mientras me


tapaba la boca para evitar escupir más sangre

Ella me miró con ojos expectantes y casi pude ver el alivio recorrer su
rostro. Luego cuando se giró hacia detrás de mi casa y se giró en mi
dirección pude verlo, ese iba a ser mi final. Ella cargó el arma, apuntó el
gatillo y disparó en mi dirección. La bala pasó muy cerca de mí y me

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cuerpo se heló al escuchar el ruido de la bala, me cubrí el rostro para evitar
así el impacto de bala, siguió disparando para verme allí acorralada y
asustada pero esta vez hacia el cielo, como si se estuviera burlando de los
demás ángeles al hacer eso. Se le acabaron las balas y se apresuró a
recargar, el estuche de balas nuevo se le cayó inmediatamente y al verme
allí me comenzó a golpear con olas de aire, primero fueron más violentos y
luego fueron disminuyendo.

Cuando se apresuró a golpearme nuevamente ya mi cuerpo dolía por todas


partes, cuando iba a pegar el grito de mi vida, apareció quien menos
esperaba.

Gabriel.

Detuvo con una mano a mi agresora y la empujó contra los rosales de mi


casa.

Se paró delante de mí y ahora pude enfocar que iba sin camiseta y se le


denotaba todo el tórax desnudo y en una parte de su hemitorax derecho
sobre salía algo como un ala, hecho con material transparente como
material espiritual, me había dicho que no era humano pero esto era
increíble. Si no lo estuviera viendo no lo creería.

Era un ángel en realidad.

Miles de plumas caían del cielo mientras él estaba dándome la espalda, yo


yacía en el suelo derribada y era algo majestuoso para ver. Si acaso los
ángeles existían, esto era una prueba irrefutable de ello.

Me levante del suelo en busca de mi amiga, la empuje a la casa y cerré


todas las cerraduras. Me asomé por la ventana para ver el combate pero
solo llegue a la parte en que la chica estaba de rodillas a Gabriel con
lágrimas en los ojos, se acercó a él y le besó en los labios, me relajé al ver
que él no le devolvía el beso y le mandaba a irse antes de que llegasen los
policías.

Sentí como una puñalada en el corazón.

Minutos después Gabriel estaba solo, sentado en el patio trasero de mi casa.


Le abrí la puerta con cuidado, el entró directamente a la cocina, sacó una
bolsa de hielo del refrigerador y tomo un par de analgésicos que estaban en
la encimera de la cocina. Ahora me miraba con el ceño fruncido.
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--Alicia—dijo lentamente, con obvio dolor en su rostro

Me miraba de arriba abajo con cautela como si lo que estuviera viendo no


era de su agrado, el pensamiento me torturaba incluso más que los golpes
de la mujer de hace rato. Se acercó a mí y me hizo caminar a la salita, allí
yacía acostada Bianca con una frazada que le puse para el frío, era
increíble, pero aunque estaba Bianca sentía que solo estábamos él y yo en
esa habitación.

Gabriel me tomó por la cintura y me dio un suave beso en los labios. No


me lo esperaba.

--¿Estás bien?—dijo examinando de nuevo mis heridas.

Una de ellas se estaba convirtiendo en un enorme hematoma alerté.

--Mmm, ahora estoy mejor—

Sus ojos me atravesaron con ese azul eléctrico. Me pasó un par de


analgésicos y la bolsa de hielo y fue por un vaso de agua, lo sabia porque
estuvo revisando un par de gabinetes y luego se escucho la llave del agua
abrirse. A los pocos segundos regreso con el vaso de agua y se cruzo de
brazos mientras me tomaba mi analgésico. No recordaba el dolor hasta que
tragué con fuerza, y lo sentí, en mi estómago y en varias partes más de mi
cuerpo. Suprimí un quejido de dolor en mi garganta.

El me ayudó a subir las escaleras a mi habitación y de repente me quede


helada, él estaba en mi habitación. Mi corazón se aceleró al pensar que él
tal vez intentaría algo conmigo, que él y yo…

No podía ser cierto.

El se dio cuenta que me quede helada y acomodó las sábanas de la cama, y


se sentó lo más apartado de la cama en una mesita de madera que estaba
llena de mis novelas favoritas, Romeo y Julieta y Cumbres Borrascosas.
Les aparto y se sentó, solo mirándome mientras me recostaba en la cama.

--No intentare nada contigo Alicia, ya te lo he dicho—dijo mientras miraba


por la ventana como observando algo, pero allí no había nada solo el
amanecer que ya hacía su entrada.

Me giré para ver también el amanecer un poco agitada y disgustada.

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Me crucé de brazos.

--¿Qué? ¿Por qué?—mi inconsciente me traicionó, esas palabras salieron


de mi boca casi como un rayo y me avergoncé de ellas apenas las escuchó.

Una respiración fuerte fue tomada por él, y yo sentía que me inundaba en la
vergüenza.

Oh por Dios, pensé.

--Alicia—dijo casi como una súplica

--Lo siento—dije inmediatamente--No he pensado lo que he dicho—


agregue

--Eso es obvio—dijo algo pensativo

--Gracias, por salvarme—añadí inmediatamente recordando lo que había


vivido minutos atrás—Ella evidentemente iba a matarme—dije
revisándome las heridas y los hematomas, el también l hacía
disimuladamente claro está.

--No era una ladrona porque no se llevó nada, pero me dejo intrigada
porque dijo que yo tenía algo que le pertenecía—añadí al ver que su rostro
palidecía mientras yo hablaba—Y dijo que tú eras su novio—añadí
nuevamente.

--No, esto debe ser un error—dijo más para sí mismo que para mí—Y no
soy su novio, soy su ex prometido—dijo tan a la ligera que casi olvidé
respirar.

Se pare de la cama para ver por la ventana, apoyando amabas manos en el


marco de mi ventana.

Tenía el ceño fruncido.

--¿Un error?—me levante de la cama muy rápido y el dolor en mis costillas


me hizo mantenerme en ella un momento más del usual, al ponerme un mis
dos pies levante la mirada a Gabriel—Esa clase de cosas no se ocultan–-
alegue.

--¿Debería ponerme celosa?—entrecruce los brazos con indignación.

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--No deberías de estar celosa de ella, eso es lo de menos en este
momento—dijo el mirando por la ventana el amanecer con la mirada ida.
Me acerqué detrás de él y le abracé un poco y él se tensó, pensé en alejarme
pero en vez de eso suspiro y me abrazo tiernamente.

--Hay algo que no me estas diciendo

-- Alicia, ella es el ángel de la muerte—dijo él con su mirada


oscureciéndose a cada minuto.--Creo que ha venido por tu alma—

Palidecí instantáneamente.

Estuve a punto de morir de eso estaba segura. Tragué fuertemente y el


clavó su mirada en mí.

Hice lo mismo con él.

--¿Qué quiere?—dije sabiendo evidentemente la respuesta.

--Le han mandado los arcángeles estoy seguro—dijo mientras besaba


suavemente mis labios

--¿Qué podemos hacer entonces?

Mi voz salió como un susurro y el viento golpeó mi ventana con fuerza.

Ambos nos quedamos mirándonos en silencio y casi podía cortar el aire


con un cuchillo.

Bajé la mirada a mis pies.

¿Por qué me ponía tan nerviosa con él?

Un suspiro se escapo de mi boca y el entre abrió la suya para recibirme


mejor.

Nos enredamos en besos hasta que estuvimos tirados en mi cama, aunque


adoraba besarle no podía sacar ese pensamiento de mi cabeza. Donde miles
de arcángeles venían a por mí y una curvilínea rubia con una Oz en su
brazo, siempre había pensado en como moriría pero esto se estaba tornando
mucho más real que cualquier otra cosa.

Gabriel me miraba mientras hacía círculos con sus largos dedos alrededor
de cintura y cadera, el también pensaba en la muerte, y en cómo cada vez

53
más se aproximaba hacia mí. Aplicó un poco de pomada para el dolor en
mis costillas y en las demás zonas donde me había golpeado y sentía el
alivio venir a mi poco a poco, el me estaba cuidando, y deseaba que se
quera un poco más para sentirme protegida .Pero al pensar en la rubia entre
él y yo queriendo reclamarle toda esperanza se iba por la borda.

Me estaba dando cuenta que me estaba enamorando de Gabriel y abrí los


labios para decirle cuanto lo quería pero un pinchazo de celos me hizo
mantener la boca cerrada. ¿De verdad esto que sentía era amor?

Cerré los ojos esperando a caer en los brazos de Morfeo, mientras Gabriel
me besaba haciendo un camino de besos de mí frente a mi cuello, iba y
venía con lentitud.

Lo único que me molestaba, era que mi pregunta quedó en el aire sin


respuesta alguna.

***

Esa noche no pude dormir, Bianca se quedo en el sofá de la sala dormida y


me fue imposible moverla, estaba pesada. Las luces de la mañana ya
estaban comenzando a asomarse por la ventana cuando Gabriel se recostó
un poco de mi cama, tal vez pensó que me había quedado dormida después
de tanto rato pero él me miraba fijamente lo podía sentir en mi espalda
mientras me observaba, era complaciente y tierno que no me hubiera
dejado sola esa noche anterior, le había rogado que no se fuera y hasta le
había hecho una cama provisional en el suelo con sábanas y unas
almohadas de mi madre.

Se me tensó el cuerpo al ver que el intento tocarme, hacia breves círculos


con la yema de sus dedos en mi tobillo como pensativo. Pero la descarga
eléctrica que sentía en mi piel era otra cosa, casi deseé que hiciera algo
más, para poder levantarme y dejar de fingir que dormía. En vez de eso
54
cerré con más fuerza los ojos, y pensé, es mejor eso a que se valla y no me
deje tocarle nunca más.

Un pensamiento patético.

Cuando volví a abrir los ojos habían pasado varias horas, y ya el sol estaba
en su cima, gire hacia el reloj de pared de Hello Kitty y decía que eran las
once, me quede dormida.

--¿Gabriel?—grité en todas direcciones

Nadie respondió, se había ido. Una ola de lágrimas se apoderó de mis ojos,
no quería estar sola, no quería que él se fuera. Pero allí estaba yo, llorando
a mares.

Quince minutos después, baje a la cocina secándome las lágrimas de los


ojos y fijándome en mis ropas, llevaba piyama no recordaba haberme
cambiado, y la imagen de él intentando desnudarme me paso por la mente,
con sus largos dedos quitándome el vestido.

¡Oh no!

Tropecé con un escalón ante ese pensamiento.

--¿Alicia?—dijo Bianca arrastrando las palabras.

Terminé de bajar las escaleras.

--¿Estas bien?—dijo mientras se quitaba los rellenos del sostén y los


miraba de forma que parecían divertidos para ella.

--Si—dije parada en el umbral de la puerta de la cocina.

--¿Nos divertimos anoche?—dijo mientras se veía las ropas nuevamente.

--Aja—dije, no le iba a decir que casi fui asesinada anoche y que pase la
noche con Gabriel en mi habitación.

Traque ante el recuerdo.

--¿Y porque me duele tanto la cabeza?—dijo mientras se volvía a recostar


en el sofá lentamente.

Drogas, pensé.

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¿Le tendría que decir eso? Claro, pero en otra oportunidad, una en la que
esté lucida y pudiera pensar la forma en que se lo diría.

--Necesitas una aspirina y un jugo de naranja—dije mientras iba a la


cocina.

--Que sean dos, por favor—dijo ella.

No podía mentirle a mi mejor amiga, no en cosas tan serias como esas.

Me odiaba a mi misma por no decirle la verdad, pero una cosa a la vez,


primero tendría que solucionar lo de la parca y luego lo demás era diminuto
al lado de eso.

Temblé ante el recuerdo.

--Toma—dije mientras le tendía un jugo de naranja y unas aspirinas

--Estas rara, ¿paso algo anoche?—dijo casi instantáneamente mientras


tragaba un poco de jugo por su garganta

--Oh, sí. Me encontré con Gabriel el de la escuela—dije ayudándola a


sentarse.

--¿Y?—dijo señalando lo obvio. Su cerebro casi pude oírlo mientras caía en


cuenta sobre todo.

--Creo que le gusto—dije

Bianca escupió el poco jugo de naranja que tenía en la boca y ahora me


miraba con los ojos como platos.

--¿Gabriel? ¿El chico de tu clase de inglés?

Asentí con la cabeza.

Ella tomo otro sorbo de su jugo y se paso las aspirinas por su garganta
lentamente.

--¡No puede ser!, tú consigues un ligue que está como Dios manda y yo no
puedo recordar nada después de lo de los autos—dijo casi con un puchero
en sus labios

--No es un ligue—añadí

56
--Pero te gusta ¿no?

Sentí mis mejillas llenarse de rubor al recordarlo sin camiseta, en mi


cuarto, y en el callejón

--¡Lo sabia!—dijo y se recostó—Pero para ser honestas, él es como mucho


para ti Ally, no es que seas fea pero él es…--dejó la frase sin terminar

Bianca era brutalmente honesta a veces, y la amaba por eso, pero esta
ocasión me hizo sentir aún más insegura de mí misma.

--Lo sé, añadí. Aun no puedo creer que yo le llame la atención. No es nada
común—agregué—Además anoche nos topamos con su ex prometida—dije
rápidamente.

--¿Qué?—Bianca tenía los ojos abiertos como platos.

Al parecer no era la única sorprendida de ello.

--¿Cómo así?—repitió lentamente mientras se daba masajes con las yemas


de sus dedos en su sien--¿Simplemente se la toparon? Eso es extraño—dijo
mientras jugaba con sus dedos perfectamente simétricos y se rascaba la
cabeza desenredando los mechones de cabello rubio en su cabeza.

--Fue algo muy extraño, prometo contártelo mejor cuando te recuperes—


dije ayudándola a recostarse de nuevo en el sillón. Ella me miraba entre
agradecida y sospechando, pero igual me hizo caso y se recostó sin
quejarse.

--¿Lo prometes?—dijo levantando el dedo meñique hacia mí

--Lo prometo—dije entrelazando el dedo meñique hacia ella.

Los unimos y cantamos nuestra canción de amigas y luego los soltamos.

--¿Te acostaste con él?—dijo mirándome de arriba abajo

Mi cara palideció.

--¿Qué?--dije con los ojos como platos.

--Lo vi mientras salía—dijo mirando el suelo tímidamente.

--Por Dios, ¡no!—dije un poco más nerviosa de lo que debería.

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--Pensé que tal vez ya habías decidido perder tu sabes que—dijo en un tono
muy bajito y casi cómplice.

Me ruboricé inmediatamente.

Bianca se estaba mordiendo el labio allí donde estaba y sabía que el tema
ya le incomodaba. Jugueteó con el vaso de cristal entre sus dedos y me
miró en forma de disculpa, miré el suelo en señal de vergüenza. No éramos
buenas con el tema del perdón. Bianca se agachó en el sofá para buscar
entre su mini bolso de Chanel su teléfono celular y marcar varios textos,
luego se despeinó un poco su flequillo y me miró un poco aturdida.

--Es mejor que llame al abogado de papá si queremos nuestros autos, y tu


jovencita, nada de ligues con chicos que están para morirse sin mi
permiso—dijo ahogando una carcajada

De repente estábamos las dos muertas de risa en la pequeña salita de mi


casa.

Pensé en Gabriel y en lo guapo que era, y en cómo me había venido a


salvar esa noche. A pesar de todo lo que había dicho anteriormente, sus
actos hablaban por sí solo, era obvio que le importaba, y en lo tonta que era
al estarme enamorando de alguien como él.

Suspiré de nuevo y Bianca se carcajeaba ahora por mi cara de tonta le lance


una almohada como señal de repruebo y Bianca ahora se reía mas
estruendosamente.

Lo extrañaba, y eso que se acababa de ir.

***

Mamá llamo dos horas después que deje a Bianca en su casa, estaba
preparando panqueques con fresas, mis favoritos. Rompí varios huevos,
leche, esencia de vainilla agregue el azúcar y luego la harina, me encantaba
preparar panqueques para cenar. Los amaba. Preparé el sartén especiales
para panqueques y le unté un poco de mantequilla, adoraba el olor de la

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mantequilla derretida y bailaba por toda la cocina como loca mientras iba al
refrigerador por jugo de naranja y algunas fresas frescas.

Saqué varios platos del estante de madera de roble de la cocina y un par de


manteles blancos para la mesa, estaba bailando en la cocina mientras
sacaba los panqueques uno a uno y los iba sirviendo en un platillo especial
decorado con avecillas azules y crisantemos en él. De repente el teléfono de
la casa comenzó a sonar y todo el episodio que había vivido la anterior
noche vino a mí, como un frío recuerdo que necesitaba ser erradicado de mi
mente. Caminé despacio hasta la pequeña salita y le bajé la llama a la
cocina.

Marqué la tecla para contestar y casi solté un suspiro de alivio cuando


escuché la voz al otro lado de la bocina.

--¿Aló?—dije deliberadamente

--Oh, hola Alicia, voy camino a casa ¿quieres que compre algo para
cenar?—dijo mamá a través del auricular del teléfono

Suspiré nuevamente.

--Estoy preparando panqueques—dije tratando de que mi voz sonara lo más


relajada posible, como iba a ser posible que una experiencia cercana a la
muerte me iba a mantener en tensión por tanto tiempo. Tal vez terminaría
necesitando terapia. Arrugue el entrecejo ante ese pensamiento.

--Querida, solo para que sepas. Llevare a alguien a casa—dijo con algo de
recelo en su voz y una carcajada se escucho por el auricular.

--¿Quién vendrá mama?—dije entrecerrando los ojos.

--Un amigo querida, pronto lo conocerás—

¿Un amigo? Mi madre no tenía amigos varones, solo a mi tía Isabella pero
vivía en otra ciudad y casi nunca se veían. Termine los panqueques y fui a
darme una ducha en el baño, me peiné con una cola de caballo alta y me
puse unos leggins negros y una camiseta holgada, estaba cómoda. Me
interrogue entre los converse y las zapatillas, a la final de decidí por unas
botas de cuero que mi mama odiaba, pero yo las adoraba.

Prepare la mesa, y me fui a la salita a ver un poco de televisión. No quería


dejar que mi cerebro pensara por sí solo, si no terminaría pensando en
59
Gabriel o en la parca. Cualquiera de las dos era un mal necesario, pero
definitivamente no quería pensar, no hoy.

Estaban pasando un episodio repetido de América Next Top Model en la


tele y disfrutaba como esas chicas las sujetaban con un arnés y les tomaban
fotografías en la cima de un edificio, pobres chicas modelos, por lo que
tienen que pasar.

Cuando iba terminando el capitulo escuche el auto de mama estacionarse al


frente, dos portazos después y ella ya estaba en la entrada de la casa con
una sonrisa en el rostro. Apagué el televisor instantáneamente.

--Querida ven a saludar—dijo.

Me levante del sofá.

Un señor alto y rubio estaba en mi puerta, una electricidad recorrió mi


médula espinal.

--Oh, hola—dije tendiéndole la mano.

--Es el doctor Samuel el que te atendió el otro día en la emergencia—dijo


mi madre tendiéndole la mano para que le permitiera su maletín de mano y
su chaqueta.

--Un gusto—agregué.

--El gusto es mío—dijo él.

El iba bien vestido, con camisa de vestir en un tono gris y pantalón negro
con zapatos que se veían algo costosos para cualquier persona promedio. El
me miraba con aprecio, me abrazó por los hombros al pasar por el umbral
de la puerta.

Mamá nos seguía con paso vigilante.

En la mesa él se porto muy caballerosamente con ambas, era muy educado


y fino. Pero aun mi cerebro con hacía conjeturas de porque ese doctor tan
fino era amigo de mamá, tal vez se conocían del trabajo, tal vez no. Probé
otro trozo de mi panqueque antes de que él me dirigiera la palabra
nuevamente.

--¿Por qué año vas en el colegio?—dijo el

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--Este es mi último año—dije alegremente

--¿Ya has escogido a que universidad iras?—dijo él

--Aún no, estoy esperando un poco más para revisar mis opciones—dije
mirando a mamá que estaba algo nerviosa en su silla

--Ya veo, en el hospital están dando becas a hijos de médicos para que
estudien medicina—dijo ahora con su mirada fija en mí

--¿Te gustaría tener una?—dijo con su voz aterciopelada

Mamá se atoró con una fresa y tomó un trago de vino blanco

--¿Yo?—el asombro no salía de mi voz

--Claro, no es obligado—dijo levantando el rostro hacia mi madre

--Mi hijo Jorge ya esta en la universidad con beca completa estudiando


medicina, y mi otra hija Jessica estudia radiología con beca parcial
también. No querría desperdiciar mi beca de este año—dijo el

--¡Por supuesto que me gustaría!—dije con verdadero aprecio en mi voz.

A mamá se le ilumino el rostro inmediatamente, y luego de eso hasta sacó


otra botella de vino del sótano.

Fue una velada encantadora.

Al irse el doctor Samuel no noté nada extraño, solo que mamá estaba como
revoloteando de la sala a la cocina. Como si mi presencia no fuera
bienvenida en esa habitación de repente me sentí como una intrusa en mi
propia casa, y me despedí del doctor y subí lentamente por las escaleras de
madera, solo para esconderme detrás de la pared para escuchar que
hablaban esos dos. Papá ya tenía tiempo sin venir a casa, y mamá tiene esta
nueva amistad tan de repente, no quise darle más vueltas al asunto. Un
posible casi de infidelidad de parte de mi madre era lo menos que me hacía
falta en estos momentos.

Fui al baño nuevamente y me lave el rosto con agua helada, me puse crema
hidratante y me cepille el cabello con un cepillo de cerdas naturales me
hice unas trenzas y me cambie a mi piyama favorita, una camiseta negra
ancha y unos shorts cortos de algodón de conejitos.

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Pero cuando llegue a mi cuarto, todo el peso del día anterior recayó sobre
mis hombros y no pude conciliar el sueño hasta pasadas las doce. Los
párpados los tenía pesados, pero la sensación de ser observada no se iba,
era horrible, casi exasperante. Gire en la cama y me cubrí con la sábana de
la cama, volví a girar y de repente mis pensamientos estaban dispersos, caí
en un sueño profundo.

Soñé con Gabriel, esto ya era recurrente, pero esto sueño era diferente, se
sentía diferente.

Jugaba en las sombras hasta que el aparecía. Tenía el torso desnudo y me


miraba desde el otro lado del lago, camine para alcanzarle pero me estaba
hundiendo, el se acercó a mí y me ayudo a flotar sobre el agua. La luz de la
luna estaba en todas partes, la brisa de la noche, todo parecía real. Hasta él.

Me tocó el rostro y lo sentí.

Era casi real.

Me abalance a sus brazos y el voló haciéndonos despegar el suelo ahora


estábamos a metros del suelo y una sonrisa se dibujo en sus labios.

--No me digas que le tienes miedo a las alturas—dijo en un susurro en mi


oído

Me aferré más a él, y se lanzó una pequeña risa.

Oh, su risa era angelical.

Yo llevaba un vestido rosado que me llegaba hasta los tobillos era suelto, y
tenían pequeños diamantes incrustados en él, el solo llevaba pantalón de
vestir de cuero y se le podían ver los bóxers ya que el pantalón le daba un
poco mas debajo de su cadera.

--¿Esa chica, vendrá por mí ahora? Quiero decir, era el ángel de la


muerte—dije intentando no recordar el arma justo frente a mi rostro pero
no lo conseguí, temblé al recordar.

--En realidad, me temo que sí—dijo mirando la lejanía

Me llevo hasta lo más alto que pudo y allí me hizo levantar el rostro con su
dedo.

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--Te protegeré—solo con esas palabras me dejo maravillada, era increíble
como dos palabras me hacían sentir tantas emociones juntas, alivio, paz.

Me aferré a él con más fuerza. Y fueron sobrevolando el lago hasta quedar


recostados sobre la arena suave que era brillante como los diamantes, era
impresionante.

--¿Qué tienes?—dijo él, ahora me pasaba la mano por los cabellos


suavemente

--¿Por qué te has ido en la mañana?—dije contra su pecho un poco


avergonzada

--Tenia cosas que hacer y no quería que tu amiga me viera bajar de tu


habitación, ya te he ocasionado bastantes problemas—dijo el

--Solo con el hecho de estar cerca de ti te he traído suficientes problemas,


se supone que las personas como yo—se interrumpió un momento, tragó y
siguió hablando—no debería de intentar salir con personas como tú—dijo
él.

Su pensamiento tenía lógica, pero había algo en él que me impedía


alejarme.

Pasé mis dedos suavemente por su cabello y él se tensó ante mi toque.

--Pero no quiero alejarme de ti—dije un poco recelosa mientras él jugaba


con mi cabello

--Tal vez, pero reglas son reglas. Tendré que pagar por esto algún día, y lo
que no quiero es que tu tengas que pagar también—dijo frunciendo el
entrecejo

Nos manteníamos suspendidos en el aire todavía y la brisa fresca se topaba


con mi piel, era perfecto.

--¿Qué tipo de precio?—dije suavemente

Me miró como interrogante, de verdad el no pensaba que de verdad no


fuese obvio.

--Alicia, no sabes nada sobre ángeles ni arcángeles ¿cierto?—reprimió un


sonrisa de medio lado

63
Negué con la cabeza. La literatura religiosa no era mi fuerte, ni siquiera
cuando mi madre me había obligado a ira a clases de religión aún cuando
vivíamos en el campo. Me besó tiernamente en los labios y casi olvidé
respirar, continuó hablando.

--Todo lo que se hace en la tierra, en la tierra se paga—dijo lentamente—


Así que estar con una chica humana y desafiar las reglas de Dios, supongo
que tendrá algún castigo en cuanto regrese al cielo—dijo mientras veía la
expresión aterrada de Alicia

--Los ángeles, ¿son todos como tú?—dijo Alicia—Quiero decir,


hermosos—la vergüenza recorrió su cara nuevamente.

--Nosotros somos, como decirlo, somos entidades Alicia. No poseemos


cuerpos propiamente dicho, aunque según el creador. Somos mucho más
atractivos que los seres humanos, naturalmente—dijo ahora besando cada
hoyuelo que se formaba en las mejillas de Alicia

--Presumido—dije riendo un poco mientras era besada por él.

Su mirada se oscurecía poco a poco.

Tomó un puñado de aire en sus pulmones e inclinó su cabeza hacia uno de


los lados, mirándome con diversión.

--Eres hermosa Alicia—dijo él y sentí que todo mi ser se desplomaba ante


sus pies

¿Cómo podía decir esas cosas y esperar que yo continuara respirando


normalmente? Mi corazón palpitaba frenéticamente. El me sonreía
abiertamente enseñando sus perfectos dientes blancos hacia mí.

Me dio un par de besos en la frente.

--Esto es real, ¿cierto?—dije señalándole el resto del sueño

El paisaje estaba simplemente perfecto, como si un eterno sueño nos


rodeara. Nunca había visto algo más hermoso que esto anteriormente.

--Es real para ti y para mi, como un pequeño cielo que podemos
compartir—dijo ahora bajándome de su regazo y tirándome a las
profundidades del lago

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Caí como ocho metros pero no me paso nada malo, ni siquiera me moje al
entrar al lago. El bajo un poco para ver mi expresión de asustada, se rió un
poco y me ayudo a salir del agua nuevamente.

Sus brazos musculosos tensándose ante mi agarre.

--¡Malo!—reprendí

Se hecho una carcajada y me depositó unos besos en la cuenca del ojo, los
cerré lentamente para darle chance a que los besara con calma. Pero cuando
los volví a abrir él ya no me miraba con la misma mirada tierna de
momentos atrás, ahora depositó una de sus manos detrás de mi cintura y me
mantenía presionada contra su torso desnudo. Me sonrojé con violencia.

De repente, el me colocó un mechón de cabello detrás de la oreja y soltó un


breve suspiro.

--¿Qué sucede?—dije

--No quiero irme, pero estás a punto de ser despertada—dijo mientras me


examinaba el rostro

¡No! Quise gritar por dentro. Quería que se quedara. Permanecer así por
mucho más tiempo, junto a él. Creo que una vida con el no me bastaría.

Cerré los ojos y presioné mi cabeza contra su pecho desnudo, intentando


ocultar las lágrimas.

--Tranquila, no es que me iré para siempre—dijo alegremente

--¿Lo prometes?—

Ahora sonaba más adolescente de lo usual.

El se rió un poco antes de besarme los labios tiernamente.

--Lo prometo—Sellamos el trato con un beso y de repente me sentí cada


vez más lejos de Gabriel, la neblina entre lo real y lo ficticio se estaba
rompiendo y cada vez más podía sentir el calor y el ruido que hacía mi
teléfono celular cuando recibía un mensaje de texto. Odie tener que
apartarme de él.

Desperté con una sonrisa en el rostro esa mañana

65
5

A la mañana siguiente todo fue más y más catastrófico, el mensaje de texto


que había recibido no era sino de mi mejor amiga Bianca, decía que los
abogados de su padre estaban en líos por la reclamación de los autos
ganados esa noche y que habían castigado a Bianca por andar sola en la
noche y sin autorización de sus padres. Creo que la palabra “atrapada”
redundaba en la frase. Luego de despertar fui por el desayuno a la cocina,
me puse el uniforme de la escuela y me peiné con delicadeza mi cabello
castaño pero como era costumbre mi cabello no era de esos que amanecían
tratables y terminé haciéndome una trenza francesa, ni siquiera trate con el
maquillaje era una causa perdida, las ojeras por dormirme tarde el estrés,
todo estaba pagando factura frente a mis ojos y con el poquito de paciencia
que me quedaba me puse un poco de corrector de ojeras y salí así a la calle.

No tenía apetito para desayunar y decidí esperar el bus para ir al colegio.


Todos los demás en el colegio los iban a llevar sus padres en sus hermosos
autos, pero los míos vivían en el trabajo y como no había logrado pasar el
examen de conducción solo me quedaba como el resto de chicos sin
licencia, el bus.

Me pasé de nuevo el bolso por una de las asas al ver como se aproximaba a
mí el bus, le saqué la mano para que se detuviera pero como es uno de mis
días normales no lo hizo. La rabia fluyó por mis venas, miré mi reloj de
pulsera y vi que me quedaban diez minutos para entrar a clases y si iba
corriendo de aquí a la escuela, llegaría solo en quince minutos. Tarde, pero
no tanto.

Comencé a trotar el camino a la escuela, al momento en que llegué ya no


tenía aliento y estaba prácticamente destruida, con varios mechones de
cabello fuera de lugar y el sudor por toda mi frente. Distinguí a Bianca
entre tantas cabecitas de estudiantes, algunos me miraban con reprobación
mientras me veían sudar pero otros ni siquiera si dignaban a mirarme. Me
acerqué a Bianca quien se estaba aplicando su quinta capa de rímel en sus
pestañas.

Se giró para mirarme.


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--¿Fuiste a correr un maratón antes de venir a clases?—dijo con repruebo

--El autobús me dejó—dije mientras me recostaba de la pared de ladrillos


rojos

Todos los demás a nuestro alrededor nos miraban con desapruebo, y


algunos hasta me estaban tomando fotografías para luego comentarlo en la
hora del almuerzo.

No me importó.

Ahora Bianca estaba mirándome fijamente con sus ojos verdes esmeraldas.

--Ya no tendremos ese problema—dijo mientras me pasaba lo que creía que


era, los papeles de los autos.

Ahora Bianca estaba aplicándose brillo de labios en sus gruesos labios. Y


los esparcía con sus mismos labios como en las propagandas de lápiz de
labios, juntándolos y luego haciendo boca de pez lanzando besos al aire.

--¿Lo conseguiste?—mi voz expresaba asombro e incredulidad

--Papá no puede resistirse a mis encantos—

Hizo una pequeña reverencia.

Y ambas reímos.

--Pero estás castigada—dije con tristeza en mi voz

--Pero tú no, papá dijo que no podré usarlo por un mes. Pero no dijo nada
sobre el tuyo. ¿Ya conseguiste pasar el examen de conducción?—

--Aún no—

--Vale, tenemos que trabajar en eso—

Tecleaba algunas cosas en su blackberry con delicadeza mientras tarareaba


una canción de “One Direction”.

El timbre de la campana sonó y todos ya estaban entrando a sus clases.


Bianca se despidió mientras iba a su primera clase del día, deportes. Hoy
no era mi día, pero el de ella estaba incluso peor. Me acerqué a los
laboratorios de química para mi primera clase, química avanzada. La clase
pasó de lo más normal, hasta que un anunció fue dado en la puerta de mi
67
aula de clases, la señorita Fiona llevaba lentes y mini falda a medio muslo
cosa que desentonaba con que tenía más de 49 años, era la secretaria del
director de la escuela secundaria. Intercambio varias palabras con mi
profesor de química y ambos me miraron inmediatamente. Me dijeron que
me trasladara a la oficina del director.

Caminamos por los largos pasillos hasta que una vez dentro me hicieron
sentar en una de las sillas de plástico.

El director tenía el cabello ya grisáceo y ropa de vestir totalmente


descombinado, la corbata de cuadros no iba bien con la camisa de lunares
naranjas que tenía. Se paso el pulgar por el bigote antes de hablar.

--Alicia tenemos malas noticias que darte, son sobre tu padre—dijo


mientras me examinaba con sus angostos ojos verdes casi cafés.

Luego de eso, sentí que mi cerebro se desconectaba de mi cuerpo. Era


como si de repente yo no estuviera en mi cuerpo, lo de las manifestaciones
extra corpóreas las estaba evidenciando. Veía mi cuerpo llorando en la
oficina del director y lo veía a él pasándome pañuelos desechables uno a
uno mientras la señorita Fiona corría por un té de manzanilla para mí. El
mar de lágrimas que veía a mi otra yo eran increíbles, era como ver una
escena de mi misma desde otra perspectiva. Luego de eso muchas cosas
pasaron, llegué a casa, aún con aturdimiento. No sabía si había regresado a
pie o en bus no sabría decirlo, de repente estaba tirada en mi habitación
boca abajo sollozándole a la almohada y mi madre entraba desesperada a
mi habitación.

Definitivamente no era mi día.

Mi padre murió ese día en horas de la madrugada mientras hacía una


esplenectomía, según los demás doctores se había debido a una aneurisma
que había estallado en su cerebro durante la operación, causándole un
derrame cerebral e instantáneamente la muerte. Estaba sentada con mi
madre en la morgue del hospital esperando el cuerpo de mi padre, llevaba
un vestido turquesa que nunca me ponía pero con lo deprimida que estaba
ni siquiera recordaba cómo me lo había colocado.

No recuerdo mucho después de eso.

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En el entierro había miles de personas que nunca llegue a conocer, amigos
de la familia, compañeros de trabajo de papá, todos me miraban con caras
de compasión y me decían palabras de aliento pero ninguno de ellos era
realmente cercano a mí. ¿Cómo era eso posible? Bianca me abrazaba
mientras sollozaba en la tumba de mi padre y me ayudó a tomar fuerza para
lanzar tierra sobre el enorme cajón de madera donde estaba mi padre.
Odiaba eso… ¿Por qué la muerte caía sobre la gente buena?

Me enjuague algunas lágrimas ya que no tenía más para sacar y de pronto


lo miré, estaba detrás de toda esa gente con un hermoso traje negro con
corbata blanca. Se pasaba su cabello negro en contra de la brisa y se
sentaba en una de las tumbas que había a lo lejos. Camine sin decirle nada
a Bianca o a mamá. Gabriel lucía idílicamente perfecto para un día de
entierro.

--Hey—dijo mientras miraba en mi dirección

--Hola—solté

--¿Estas bien?

Pasó una de sus manos por mis hombros suavemente.

Negué con la cabeza.

--Estoy aquí para ti, ¿vale?

Me miraba fijamente con sus ojos azules y sentí una opresión incipiente en
el cuerpo.

Quería llorar y desahogarme con todo lo que tenía, quería hacer muchas
cosas, pero mi padre.

El era mi roca en estos momentos, como se supone que podré continuar con
todo sin él. Ni siquiera le di chance de asistir a un baile padre e hija, había
tantas cosas que quería vivir con él, y ahora que simplemente no estaba.

Puse ambas manos en mi rostro para ocultar mi dolor.

Gabriel me tenía apretada en un fuerte abrazo y mi pecho subía y bajaba


con velocidad mientras sollozaba. Pasé así un par de minutos, ni siquiera
sabía cuánto tiempo.

69
Escuchaba a los lejos como los autos se iban a alejando del lugar donde lo
habían enterrado, y subí la mirada para encontrarla con la de Gabriel.

--¿Mejor?

Su voz melodiosa era como néctar fresco para mis oídos.

Asentí levemente.

Como sospechaba, quedábamos pocos en el lugar.

Mi madre vino a buscarme, ya era hora de regresar a casa, y miraba entre


Gabriel y yo como confundida luego que me aparté de él, y mi madre me
llevaba de la mano hasta el auto, Gabriel seguía mirándome en la distancia.

***

Esa noche no soñé nada.

Me desperté a media noche llorando, cuando una sombra se colaba por mi


ventana y se acercaba a mi cama lentamente. Casi estuve a punto de gritar
cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad y reconocí su silueta. Era
Gabriel.

Sus ojos azules ahora estaban como cautelosos, tratando de no asustarme


más de lo que ya estaba. Se recostó de mi cama y esperó que me terminara
de despertar.

Estaba sin camiseta y podía ver como cada músculo de su cuerpo se


tensaba cuando respiraba, estaba divino. Solo llevaba un pantalón de cuero
negro un poco entre abierto por el cierre, junto con botas tipo militar que de
por sí casi hacía que se parase mi corazón al verle. Su cabello estaba un
poco húmedo y pude evidenciar que en las afueras de mi habitación había
lloviznado un poco esa noche.

El me miraba tiernamente.

--Hola—miré juguetonamente su torso desnudo y luego su rostro

70
El muy sinvergüenza trataba de no reírse ante mi cara embobada. Fallando
catastróficamente por cierto.

--¿Estas bien?—ahora miraba mis ropas de dormir cautelosamente, llevaba


un brasier de encaje rosa y pantalones de seda del mismo tono. Casi tuve el
instinto de arroparme hasta el cuello de no ser porque me gustaba su
expresión en la cara, ¿deseo tal vez?

Me aproximé al final de la cama para estar más cerca de él y me miraba


como si en cualquier momento me fuera a romper entre sus dedos,
jugueteaba con ellos en mi espalda e instintivamente sentía oleadas de
electricidad por todo mi cuerpo, era como si solo su toque encendiera
partes de mi cuerpo que ni siquiera sabía que podía controlar. Me presioné
contra su cuerpo en un abrazo y supe que todo su control se estaba yendo
por la borda, lo único cuando me di cuenta él estaba sobre mí en la cama
sus labios en forma de corazón sobre mis delgados labios, primero
tanteando el terreno con ellos y luego cuando entreabrí mis labios un breve
suspiro salió de su boca, presionó aun más fuertemente sus labios con los
míos y ahora era yo la que estaba a punto de explotar.

Tantas emociones, el sabor de su boca. Eran el mejor afrodisíaco que había


probado jamás. Su mano bajó lentamente por el borde de mi abdomen y
hacía ligeras caricias por mi muslo y luego ascendía por ellos, era
torturante ese movimiento. Sabía perfectamente que mi autocontrol se
había ido por la borda desde el momento en que me había besado, pero
luego sentí un deseo tan intenso que todo se desapareció a mí alrededor.

Sus manos iban ahora a su pantalón para bajarlos un poco, ya no pensaba


solo quería ser liberada de este deseo que corría por mis venas. Lentamente
subió su mano para apresar mis dos manos arriba de mi cabeza, el ahora
besaba de mi cuello hasta mis labios lentamente y creo que fue imaginación
mía cuando le oí susurrar un te quiero.

Luego cuando dejo de besarme me miró a los ojos con ternura.

--Eres hermosa Alicia, no tienes idea de cuánto—dijo casi en un susurro.


Me besó otra vez pero esta vez era más profundo, casi como si su vida
dependiera de eso, subí mis caderas para acomodarme mejor y él se apartó
de mí inmediatamente. Su respiración entrecortada y rápida me decía que

71
estaba luchando por no perder el control conmigo, no el día que mi padre
había muerto.

De repente me sentí desilusionada y rechazada por él, y me abrigué en mi


sábana y comencé a llorar en silencio. Las lágrimas salían solas por mis
ojos, y mis mejillas se vieron inundadas por ellas rápidamente.

La mirada de dolor de su rostro se acentuó al verme.

Me tomó entre sus brazos y me arrullaba como lo hacían con los bebés, mi
respiración se iba controlando y ahora él jugaba con mechones de mi
cabello lentamente.

--No puedo, no así—dijo una vez que me calmé

Lo entendía, creo que me hubiese odiado a mi misma si perdía mi


virginidad de esta manera, y menos el día de la muerte de mi padre. Me
aferré a él.

--Te quiero Alicia, no tenía idea que esto que siento se llamaba amor. Pero
tengo la constante angustia por ti quiero, protegerte contra todo, te extraño
en todos los momentos del día. Lo siento si no soy muy original, pero es la
primera vez que me enamoro—dijo mientras besaba la parte superior de mi
cabeza.

--¿No quieres hacerlo conmigo?—enterré mi rostro en la almohada para


que no viera mi vergüenza. Me odiaba cuando hablaba sin pensar, era como
si mi lengua tuviera vida propia a veces.

--¡Por supuesto que sí!—soltó en una exclamación

Una sonrisa de medio lado se poso en su rostro. Y me besó de nuevo.

--¿Entonces?—definitivamente parecía una niña pequeña a la cual le


acababan de negar un dulce.

--Quiero que sea especial, además no será la primera vez para ti nada
más—añadió con cierta vergüenza

Sentía mi cara llenarse de rubor.

--¡Oh!—

72
--Digamos que tengo poco tiempo siendo mitad humano—dijo mientras
aparecía esa sonrisa pícara en su rostro.

--¿Cuándo exactamente?—mi curiosidad no tenía límites evidencié.

--Un par de meses—dijo mientras pasaba ambos brazos por detrás de su


cabeza

--¿En serio?—mi voz se volvió aguda de repente

--No mentiría sobre ello—dijo en un tono casi divertido—algún día te


explicaré eso de ser mitad ángel, pero solo conlleva con haber muerto aún
siendo joven e inocente—dijo de nuevo mientras una sonrisa sarcástica se
posaba en su perfecto y esculpido rostro de ángel.

--¿Moriste a temprana edad?—dije ahora en su regazo

--Si—dijo acariciándome la espalda—Creo que tendría como diecisiete


años de edad cuando paso, no es que recuerde mucho de mi vieja vida—
dijo con evidente tristeza y yo por instinto me senté encima de él con las
piernas a cada lado y ahora mis labios estaban en los suyos. El me sujeto
por las caderas y me quitaba la sábana para poder apreciarme mejor,
prácticamente mi brasier de encaje no dejaba mucho a la imaginación.

--¡Cuan difícil es mantenerse puro!—dijo mientras reprimía una carcajada.

Esa noche nos besamos tiernamente hasta que me dormí en sus brazos.

***

¡Mi madre me despertó de golpe!

Eran las seis de la mañana y ella estaba con la cara pálida y sudorosa
mirándome como si fuera una especie de fantasma, afortunadamente
Gabriel se había ido. La veía correr de la cocina a la sala con un teléfono en
su oreja y casi la oía gritar por la bocina del teléfono en inglés, mi madre
era canadiense de nacimiento. No entendía ni la mitad de las cosas que
decía, tal vez porque estaba medio dormida mientras bajaba las escaleras o
porque mi diccionario lo había quemado a los doce años cuando me decidí

73
que un idioma para mí era más que suficiente. Me miraba hecha una furia
cuando terminé de bajar a la cocina.

--¿COMO HAS PODIDO HACERME ESTO?—gritó ella, mi instinto me


decía que corriera a mi habitación a refugiarme.

--¿Qué? ¡No! ¡Absolutamente no! Un momento…--dijo ella, mientras me


miraba con el ceño fruncido.

--Eh ¿Qué sucede mamá?—dije mordiéndome un poco el labio

--Son las aseguradoras, como todo está a nombre de tu padre quieren


cancelar todo—

Me froté los ojos cuando dijo todo. No entendía de qué me estaba


hablando. La cabeza aún me daba vueltas por haberme levantado de golpe
de la cama. El estupor se apoderaba de mí mientras seguía bajando la
escalera escalón a escalón, mis pantuflas de conejito rechinaban mientras
pisaba.

--Estoy hablando con mi abogado Jackson, ¿lo recuerdas cielo?—dijo


mientras tapaba el audífono con una mano—Bueno, dice que tendremos
que desalojar la casa ya que no la hemos terminado de pagar y que mientras
se hacen papeleos para traspasar los bienes a mi nombre tendremos que
vivir en otra parte—dijo suavemente como si yo tuviera cinco años de
edad.

Las palabras banco, abogados, casa en una misma frase no era buena señal.

--¿Iras al banco a estas horas?—

--El banco más cercano queda a dos horas y si me voy ahora podré quedar
entre los primeras que atiendan—dijo mirando el reloj que ahora daban las
6:34 AM

--Demándales, no nos pueden hacer esto—dije alzando la voz

--Lo estoy intentando cariño—dijo mi madre mientras entraba en sus


zapatos de tacón y se untaba lápiz labial rojo. Estaba vestida para ir a un
banco, colgó la llamada antes de que se le rompiera el tacón y soltara una
mala palabra. Luego fue por otro par de zapatos y cogió las llaves del auto.

74
--Ya llamé a la escuela cariño te dieron el resto de la semana, la comida
está en el refrigerador y cierra las puertas. Te amo—soltó antes de encender
el auto e irse por la fría calle— ¡Volveré a eso de las cinco!—gritó con la
ventanilla bajada del auto y aceleró a todo dar.

Esa era mi madre, tan fría y paranoica. La quería, ahora más, que mi padre
no estaba. Me volví hacia la casa que ahora parecía increíblemente vacía, y
me tiré a llorar en los suaves sofás de la sala. Allí me quede dormida hasta
las doce del medio día.

El rugido de mi estómago me obligo a levantarme y el teléfono ahora no


paraba de sonar, me paré de mi sofá con pesadez en todo mi cuerpo y algo
de una ligera punzada en el estómago como hambre, supuse. Me levanté
finalmente examinando todo a mí alrededor.

¿Dónde estaba el bendito teléfono?

Lo cogí al rato.

--¿Si?—dije un poco somnolienta

--¡Ven al parque de tu escuela ahora mismo! ¡O ella se las verá


conmigo!—dijo la misma voz de mujer que había estado noches atrás a
punto de matarme.

La sangre se me heló inmediatamente

El grito de Bianca se escuchó por el auricular del teléfono.

--¡Bianca! No le hagas daño, ¡yo soy a la que quieres!—casi grité por el


auricular del teléfono

Me puse un suéter y un vaquero junto a mis converse negras. Y tomé las


llaves de la casa y salí al trote hacia el parque de la escuela. Solo me
tomaría quince minutos si corría a toda prisa. Pero de repente el pánico se
apoderó de mí. Tal vez debería llamar a la policía. Y si lo hago lastimaría a
Bianca.

¿Estará armada esta vez?

El miedo hizo que mis piernas se detuvieran en medio de la calle. Odiaba


admitirlo pero comencé a llorar y me recosté contra uno de los postes de
luz de la calle. Estaba agotada emocionalmente, primero mi padre y ahora

75
Bianca. No podría perderlos a ambos. No podía con ello. Muchos autos
pasaban ahora lentamente al frente mío incluso bajando la ventanillas de
sus autos para preguntarme si estaba bien.

¿En serio parecía que lo estaba?

Me sequé las lágrimas con el dorso de mi mano y sollocé por última vez.

Me armé de valor y llegue al sitio en menos de cinco minutos. El


parquecito de mi escuela estaba extrañamente solitario, las hojas de los
árboles ya comenzaban a caer por el otoño y sentía debajo de mis pies el
crujir de las hojas. Una gota de sudor se resbaló por mi frente y la sequé
inmediatamente. Mi boca estaba seca y apenas podía controlar mi
respiración después de trotar un largo trayecto, el viento frío se topo con mi
maraña de pelo y lo terminó de enredar antes de que me pudiese voltear
escuché como disparaban al cielo.

Mi piel se heló y solo deseaba que mi agresora, no hubiera estado con


Bianca en estos momentos. ¿Ella se encontraba bien? Mi respiración se
entrecortó al verla, llevaba un arma entre sus manos y venía con una
sonrisa de lado como si yo fuera la presa. Todo en mi ser palpitó
inmediatamente. Intenté alejarla de mi cuerpo pero me era imposible, ella
se había abalanzado sobre mí con total rapidez y unas alas negras salieron
detrás de ella eclipsando todo mi campo de visión.

Era maravillosamente trágico.

El ángel de la muerte en sus mejores momentos, sus ojos rosados se


afilaron al verme y pude ver como intentaban traspasarme con su filo entre
abrió su boca para decir algo pero era imposible. El dolor eclipso todo lo
demás que me rodeaba.

El parque estaba extrañamente solo y sentí que el tiempo se detenía a mí


alrededor sentí un fuerte golpe en mi cabeza y de repente todo comenzó a
doler en todo mi cuerpo. Era increíble como un golpe ponía en perspectiva
todo lo demás. Me revolqué del dolor en el suelo y deseé haber llamado a
la policía, la rubia estaba delante de mí con un bate beisbol y una sonrisa
malévola.

Llevaba un mini vestido blanco con listones en rosa y tacones con trenzas
en ellos. Ahora su cabello le daba por la cadera, increíblemente largo. Y

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sus interrogantes ojos rosados subestimaban cualquier mínimo intento de
que yo me levantaría a pelear con ella.

--¿Y ahora que tu amiguito no está como pretendes defenderte?—dijo


mientras lanzaba un golpe con el bate a mis costillas.

El dolor de nuevo.

Me incliné un poco para pararme del suelo.

--No lo necesito para acabar contigo—dije tan ferozmente que hasta estuve
a punto de creérmelo. Ella por otro lado bufó mi intento de valentía

--¿Dónde está mi amiga?—grite

--Esta donde se merece estar, a tres metros bajo tierra—dijo la psicópata


señalando un sitio donde se veía que había removido la tierra
anteriormente.

¡Oh no!

--¿Qué le hiciste?—dije empujándola hacia atrás

Ella se balanceó en sus tacones levemente y me tomó por el cuello de mi


suéter haciéndome permanecer a varios metros sobre la tierra y
empujándome a casi diez metros de longitud. Rodé sobre mí varias veces y
ahora el dolor en mi costado se intensificó. Escupí sangre esta vez. Sentía
que me asfixiaba, tal vez mis pulmones se habían lastimado.

--¿Por qué me haces esto?—grité con el poco oxigeno que quedaban en mis
pulmones

--¿Aún no lo sabes niña? ¿O es que el no te lo dijo?—dijo lentamente


mientras cargaba la pistola que tenía escondida debajo de su vestido. Las
lágrimas corrían ya por mis ojos.

Este era el fin. Pero me negué a darle el placer de verme llorar y grité a
todo pulmón.

--Es mi trabajo, ahora reza tus últimas plegarias—dijo mientras apuntaba la


pistola a mi rostro y escuchaba el sonido que indicaba la liberación de la
bala.

77
6

La situación se estaba colocando fuera de control, mi mejor amiga estaba a


tres metros bajo tierra (literalmente) y ahora esta psicótica me estaba
amenazando con un arma de fuego por segunda vez en menos de un par de
semanas. El miedo se apoderó de mí e intenté correr, pero no pude. Intenté
luchar pero tampoco pude.

Solo me quedaba estar ahí, y ser presente de mis últimos momentos de


vida, y apestaban.

La bala traspasó mi tórax en la parte derecha, un montón de sangre y


líquido comenzó a salir a borbotones de él y ella iba recargando la pistola
nuevamente mientras me veía retorcerme del dolor, apuntó nuevamente y
ahora me disparó en el muslo izquierdo, ella no iba a detenerse hasta que
me viera muerta, las lágrimas salían de mis ojos a gran velocidad pero algo
dentro de mí, tal vez el orgullo no iba a darle ese gusto a ella. Me tragué las
lágrimas y la miré ferozmente mientras me levantaba del suelo, toda mi
ropa y piel estaban cubiertas de tierra y barro evidencié.

--¡Si me matas, Gabriel nunca te lo perdonará!—escupí las palabras antes


de recibir una bofetada por parte de la rubia.

Caí de bruces al suelo. Mi mejilla ardía como nunca antes, me pregunté si


me había dejado la mano marcada en el rostro y una sonrisa victoriosa se
apoderó de su cara.

--¡Lo sé! Pero a diferencia de ti, yo tengo toda la eternidad para que me
perdone—dijo mientras se lanzaba una breve risa y se deleitaba de mi
dolor.

Tragué ante la imagen mental que me había imaginado, él y ella siendo


felices por el resto de la eternidad, sentí algo de celos de esa imagen, ella
podía ofrecerle algo que yo no, era la compañera ideal para él.

--Por eso tengo que matarte, aquí y ahora—dijo mientras hacía un puchero
con sus perfectos labios rosados—por el bien de ambos—dijo mientras

78
jugaba con la pistola que tenía entre las manos y me la ponía en la sien de
mi cabeza.

Cerré los ojos mientras ella presionaba el gatillo de la pistola y esperaba


silenciosamente que la bala traspasara mi cráneo, pero ninguna cosa
ocurría. Juraría que el arma había sido disparada, mis oídos no me
engañarían con tal cosa, y creía que tal vez ella se había arrepentido, había
disparado a otro sitio o simplemente no me había disparado a mí por error.
No esa última era casi imposible.

Entre abrí mis ojos para ver a la perfecta silueta de Gabriel plantada frente
a mí. Pero ahora había mucha sangre derramada en el lugar, no era mía, era
de él.

Me abalancé sobre él quien ahora yacía en el suelo tocándose el sitio donde


la bala había entrado. Mis lágrimas estaban sobre él incluso antes de que él
se girara para verme.

--¡Gabriel!—deje la voz en un sollozo

La mujer rubia nos miraba con culpa en sus ojos, no sabía qué hacer. Ella
dejó caer la pistola y se agachó en donde estábamos los dos.

--¿Estas bien?—le dijo a Gabriel suavemente

La rubia se abalanzó sobre él empujándome un par de centímetros hacia


atrás, Gabriel la atravesó con su mirada. Y ella le besaba la frente y las
mejillas intentando borrar su error. El cabello de él caía un poco sobre su
rostro tapándole un poco sus hermosos ojos azules, y el lugar de repente
estaba cubierto de mucha sangre. Me sentía mareada y un poco asustada,
pero aún permanecía en shock a escasos centímetros de él.

--Déjame—dijo él— ¿Cómo te atreves a tocarme después de lo que


estuviste a punto de hacer? ¡Teníamos un trato por el amor de Dios!—gritó
Gabriel nuevamente, la sangre salía de su herida cada vez más rápido.

--Lo siento, yo solo estaba celosa. ¡Perdóname!—dijo arrodillándosele a


Gabriel ahí mismo—Tu sabes que te amo—añadió la rubia

De repente me sentí una intrusa, y sentí una punzada de celos al ver como
abrazaba a Gabriel como si él le perteneciera. El no la apartaba tampoco, se

79
mantuvieron abrazados por varios segundos hasta que Gabriel la soltó y
salió corriendo en mi dirección.

Me maravillé al ver que el pronunciaba mi nombre y empujaba con su


mano libre a esa rubia, nuevamente. Se levantó de donde se encontraba y
corrió hasta estar de rodillas frente a mí.

--¿Estas bien?—dijo en tono preocupado.

El estaba bañado en sangre pero yo, simplemente no podía respirar. Me


dolía mucho el costado. Asentí a su pregunta.

No sabía que me dolía más en este punto. Me recosté contra un árbol con
su ayuda. La mirada preocupada de Gabriel era única y solo en estos
momentos podía apreciarla detalladamente, era como si yo de verdad le
importase. Me pasó la mano por la mejilla en una caricia y luego me
comenzó levantar el suéter con una de sus manos mientras retenía la
hemorragia con su otra mano a sí mismo, inspeccionó mi costado y según
su expresión pude ver que estaba más grave de lo que yo misma creía. Me
rozó con la yema de sus dedos el costado y sentí como me quemaba y
devastaba su roce. El se apartó inmediatamente de mí y me depositó varios
besos en la frente siempre susurrando palabras de aliento. Luego me colocó
en posición semi acostada en el suelo no antes de decirme:

--Iré a buscar ayuda—dijo mientras me besaba los labios tiernamente—Y


tú, más te vale que no vuelvas a intentar algo así próximamente o te
destruiré—dijo el dirigiéndose a la rubia que estaba a escasos metros de
nosotros.

--¡Eres siempre tan injusto!—exclamo la rubia— ¡Ni siquiera es bonita!


¿Cómo puedes preferirla a ella sobre mí?—dijo la rubia evidenciando lo
obvio. Con mis ojos entrecerrados pude imaginarme a Gabriel y a la rubia
corriendo de la mano por un hermoso prado de flores y tulipanes, ellos
serían la pareja más hermosa de todas. En cambio yo, era como comparar la
leche con la magnesia, una era de gran importancia para la nutrición y otra
simplemente sabía mal. Tosí un poco al intentar pensar en eso.

La rubia me miraba ferozmente desde apenas dos metros de distancia con


los ojos entrecerrados y una mueca de burla en sus labios.

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--¡Regresa conmigo Gabriel! ¡Aun hay tiempo!—dijo mirando a Gabriel
con los brazos entrecruzados, Gabriel le miraba con desprecio.

--No regresaré ¡y tú lo sabes! Aun si me dejaran regresar sabes que me


convertirían en burla—dijo Gabriel sin chistar

--Yo hablaré con los arcángeles, me deben una grande—dijo la rubia


pasando un dedo de su mano por el labio de Gabriel—Solo tienes que
regresar conmigo—dijo nuevamente la rubia

--¡Que no Elena! ¡Déjame en paz!—dijo ahora Gabriel totalmente


enfurecido y elevando las manos hasta golpear un árbol y destrozarlo en
dos, el fuerte sonido de su golpe alejó a todas las avecitas que estaban
alrededor del lugar y de repente un silencio sepulcral se llegó al sitio. Tosí
nuevamente y sentía que todo el sitio me daba vueltas, mis pulmones ardían
como el mismo infierno y evidenciar esa pelea entre Gabriel y la rubia, que
ahora sabía que se llamaba Elena me daba vueltas la cabeza. Me sentía
fatal. Como si fuera a desmayarme nuevamente, Gabriel se giró en mi
dirección nuevamente y su furia se convirtió en dolor al verme en el suelo
moribunda, sabía que estaba a punto de morir. Lo podía ver en sus ojos y él
en los míos, mis pulmones estaban destruidos y los sabía. Tomé un par de
respiraciones y fue un esfuerzo casi forzado, luego de eso, no pude respirar
más.

No quería estar allí en ese momento. Me estaba quemando por dentro, la


falta de oxigeno me estaba mareando ya y solo quería que él me besara, que
pusiera sus suaves labios sobre los míos y que si estas iba a ser la manera
en la que iba a morir, que por lo menos fuera a su lado. Cerré los ojos para
no mirarle el dolor era cada vez más intenso y mis respiraciones cesaron
por un par de minutos. Tomé dos bocanadas de aire nuevamente.

Gabriel se acercó en mi dirección y tecleó algo en su teléfono celular.

--Lo lamento mi vida, ya te dejará de doler. Lo prometo—dijo él, y con


esas palabras me concentré intentando inhalar y exhalar lentamente para
evitar que el dolor agudo volviera.

Pero de repente me acorde de Bianca.

--¿Y Bianca?—dije con dificultad intentando articular cada sílaba en cada


respiración

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--Ella está bien. Tú también lo estarás—dijo mientras me tomaba en brazos
y me llevaba a otro sitio

Un fuerte golpe lo sentí en mi pecho y mis respiraciones cesaron


totalmente, no respiré más de allí en adelante iba sintiendo los parpados
más y más pesados y simplemente me dejé caer en los brazos de Morfeo.

Estaba cien por ciento segura que había muerto, o eso pensé…

***

Las experiencias extra corpóreas se estaban manifestando en mí con más


frecuencia. Ahora me encontraba en una camilla de hospital totalmente
entubada y conectada a una máquina para respirar y con miles de tubos
entrando y saliendo de mi cuerpo. Allí estaba yo, o mejor dicho la otra yo
totalmente destruida, a mi lado estaba mi madre sollozando y era evidente
que llevaba allí varios días. Llevaba una maleta de mano negra que solo
usaba para viaje de negocios y su falda estaba arrugada, ella nunca salía
con la ropa arrugada. Me crucé de brazos al ser la causante del sufrimiento
de mi madre. No debe ser fácil perder a su esposo y que su hija este metida
en un hospital a cada rato.

Me odié en ese instante.

A mi lado una enfermera estaba atendiendo a un niñito a mi lado, el se veía


incluso más joven que yo y me di cuenta por su falta de cabello que tal vez
era paciente de quimioterapia, el no pasaba de los siete años de edad y su
madre sollozaba en silencio en el baño de los familiares. Un dolor agudo se
sintió en el medio de mi alma, yo era aparentemente sana y tenía incluso
más edad que ese pequeño chico y no lo aprovechaba, no vivía al máximo
mi día. Ni siquiera había tenido una relación cercana con mi padre ni mi
madre, y ese pequeño chico ya me había superado en muchas cosas en su
corta existencia. Quise hacerle un regalo a él y a su madre, quería darle
palabras de aliento, pero a las personas con cáncer supuse que eso era algo
normal en sus vidas. Si tan solo pudiera descubrir la cura contra el cáncer.

82
Les devolvería la sonrisa a muchos niños y niñas. Tal vez hasta una
esperanza de vida aún más larga.

Me moví hacia su lado y le rodee su mano con la mía, el pequeño niño


tenía unos hermosos ojos cafés verdosos y la piel algo pálida y amarillenta,
pero al sentir mi mano en la suya sus ojos se abrieron en gran manera y de
repente, el ya no se sentía solo. Ninguno de los dos lo estaba. Fui feliz por
ese momento, dándole apoyo moral desde el anonimato.

De repente la neblina que rodeaba mi cuerpo era como que me obligaba a


regresar a mi cuerpo material. Justo ahora que estaba dominando esto de
experiencias extra corpóreas. Regresé a mi cuerpo en un abrir y cerrar de
ojos, metafóricamente hablando.

El dolor eclipsaba cualquier otra cosa que podía pensar o sentir en ese
momento. La mano de mi madre rodeaba a la mía a tal punto que dolía, le
apreté un poco su mano y ella despertó un poco de su sueño. Al verme
despierta ella comenzó a llorar nuevamente.

--¡Oh, querida!—me lleno el rostro de besos

Ella llevaba el cabello amarrado en una cola alta su corto pelo castaño y sus
ojeras me hacían sentirme aún más mal de lo que me sentía. ¿Cómo podía
ser tan desconsiderada?

No le aparté porque me sentía devastada, físicamente como internamente.


Me mordí el labio para no llorar. Y ella comenzó a llorar nuevamente. Le
pasé una mano por su cabeza como si ella fuese la que necesitase consuelo.
Minutos después llego una enfermera con muchas medallas en su vestido
blanco y cambió mi camilla de posición y luego regresó a sus demás
labores. El tubo que tenía por la garganta me impedía tragar con facilidad y
era casi molesto que una máquina respirar por mí. Intenté descansar la
cabeza para quedarme dormida pero luego ya no pude.

Intenté hablar, preguntar por Bianca o por Gabriel, pero simplemente no


podía. Estaba devastada y todo en mi interior dolía exasperantemente. Mi
vista se estaba comenzando a agudizar significativamente y de repente toda
partícula de polvo podía ser capturada por ellos era algo majestuoso, miré
la intravenosa en mi brazo izquierdo como goteaba y en cómo cada
pequeña gota caía en milisegundos por la vía. Mi boca comenzó a secarse y
pronto ya no tuve sed, humedecí mis labios con un poco de saliva mientras
83
me arrancaba la mascarilla para respirar y el tubo de mi garganta ya no les
necesitaba para respirar y era algo que me aterró y encanto al mismo
tiempo.

El chico pequeño a mi lado abría los ojos cada vez más asombrado, me
miraba como si de mi cabeza hubieran salido sapos azules o algo. Y no lo
culpaba, menos mal que la habitación estaba desalojada, todos estaban
durmiendo y solo estábamos él y yo.

Era como si me hubieran inyectado algún tipo de droga en mi sistema y


todo mi interior ahora hervía dentro de mí, estaba convulsionando pero por
dentro sentía que todos mis tejidos muertos se estaba reconstruyendo solos,
el aire entró de golpe a mis pulmones dejando aturdida por un par de
segundos, mis pulmones se estaba curando con una velocidad increíble. De
repente mis pulmones funcionaban perfectamente y el dolor en mi costado
estaba disminuyendo mágicamente. El dolor se fue y me senté en la camilla
rápidamente, la enfermera que estaba al frente mío casi se desmaya al
verme allí sentada, su rostro palideció rápidamente y fue corriendo en
busca de el doctor de guardia según lo que pude escuchar de sus alaridos.

Me paré en un golpe seco de la camilla.

Revisé cada una de mis heridas, la del muslo, la del costado, incluso la de
la bofetada ni siquiera había quedado rastro alguno de ellas. Fue como si
nunca me hubieran disparado, mi piel más bien brillaba como si estuviera
en una especie de circo, y ahora podía ver cada pequeña imperfección en el
techo del hospital y en las micro gotas de sangre en las camillas de los
demás pacientes. ¿Acaso tenía visión biónica o algo? Me había curado en
tiempo record pero esto era demasiado, incluso para mí.

Me alejé de mi camilla en mis dos pies, primero un pie y luego el otro. Me


sorprendí a mi misma cuando al pararme no sentía ni el más deje de dolor
en mi cuerpo, incluso salté un par de veces para corroborar mi teoría,
estaba completamente sana.

El niño pequeño con la pañoleta en su cabeza me miraba con los ojos como
platos, le dediqué una sonrisa y el sonrió inmediatamente.

--¡Las chicas son increíbles!—exclamo el pequeñín—Ingresaste hace un


par de días y ya te has curado—dijo nuevamente

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Por mi mente pasó lo de su cáncer y me entristeció inmediatamente.

--Las mujeres de todo podemos hacer—dije sentándome a su lado para


hacerle compañía y su sonrisa se ensanchó inmediatamente--¿Cómo te
llamas?—dije suavemente para no despertar al resto de los pacientes que
dormían.

--Marcus—dijo con entusiasmo—Tengo dos años con leucemia—dijo


examinando el resto de mi cuerpo

--¿Cómo lo has hecho?—dijo tocando con su pequeño dedo el punto exacto


donde había estado mi herida de bala en el costado--¿No te duele?—
empujó un poco más su dedo al costado

Negué con la cabeza.

--¡Es increíble!—exclamo a los cuatro vientos

--Lo sé ¿verdad?—dije sonriéndole de oreja a oreja

--Eres bonita, si me recupero del cáncer me gustaría casarme con una chica
como tú—dijo e inmediatamente me sonroje—no como la enfermera de
allá que siempre busca maneras de cambiarme la aguja del brazo—dijo
mientras señalaba a una enfermera que iba entrando al sitio con varias
jeringas y ampollas.

La enfermera se nos quedo viendo y luego regresó a su labor.

--Mi nombre es Alicia, pero tú puedes llamarme Ally—dijo extendiéndole


una mano y la estrechó débilmente.

--Marcus

Dijo suavemente.

Todos los médicos se quedaron helados al verme allí parada hablando


normalmente con el otro paciente.

--Es hora de salir de aquí—dije guiñándole un ojo a Marcus.

Era mágico y desconcertante lo que me estaba pasando.

85
Los doctores me examinaron de nuevo y se quedaron perplejos que había
mejorado mágicamente. Sin necesidad de miles de estudios médicos ni
fármacos.

Me dieron de alta ese mismo día. Y por no decir excelente, me sentía de


maravillas.

***

El camino a casa fue en silencio. Mi madre manejaba lentamente y de vez


en cuando volteaba en mi dirección para asegurarse que estaba bien, se
detuvo un momento en una gasolinería y regresó con un paquete de seis
cervezas y un jugo de manzana.

--Espero que el jugo sea para ti—dije intentando sonar normal, mi voz se
escuchaba rara como más aguda y perfecta que lo usual.

Mi madre solo me pasó el jugo en silencio y manejo a casa del mismo


modo. Se cercioraba de que no hubiera nada que viniera en dirección a
nosotras cuando cruzaba una avenida y eso desesperaba a los demás
conductores, quienes pasaban a nuestro lado haciendo señas con los dedos
y diciendo obscenidades. Me limité a no comentar nada hasta llegar a casa.

Al llegar a casa no podía con la curiosidad.

--Mamá—dije suavemente. En serio ¿esta nueva voz de donde la había


sacado? ¿Del catálogo de voces perfectas? No era como mi vieja voz un
poco ronca y carrasposa.

--Dime Ally—mi madre ahora me miraba como un ciervo a punto de ser


asesinado

--¿Esta todo bien?—mi voz aterciopelada de nuevo ¿Qué había en esas


drogas en el hospital?

Mi madre también se había dado cuenta.

86
--Te amo Alicia, es solo que la muerte de tu padre, los bancos, y tu
internada en un hospital muriendo, es como rebasar la cuota de demasiado.
Estuve a punto de volverme loca cuando supe que habías tenido un
incidente en el parque de la escuela. ¿Me dirás que hacías en el parque de
la escuela?—dijo ahora en un tono acusatorio. Genial, ellos nunca estaban
en casa y ahora se ha tomado a pecho el papel de buena madre… ¡Justo
ahora!

Tragué lentamente.

--Yo solo…--mi explicación fue detenida por una voz que nos llamaba
afuera del auto.

Gabriel estaba inclinado afuera del auto con una sonrisa deslumbrante,
llevaba una camisa de vestir con un jean y zapatos de diseñador
perfectamente combinados. El cabello negro caía ahora casi cubriéndole el
rostro y sus hermosos ojos azules, estaba increíblemente en ese momento.
Mi madre miraba entre Gabriel y yo como intentando que dos piezas
cuadradas encajaran en un molde redondo, casi podía escuchar los
engranajes de su cabeza procesando la información. Tomé varias
respiraciones y Gabriel ya estaba del lado del pasajero abriéndome la
puerta con preocupación, me tomó por los brazos y me ayudo hasta entrar
en la casa. Mi madre nos seguía lentamente mientras bajaba las maletas del
auto, Gabriel me sentó en uno de los sillones y regreso afuera rápidamente
para ayudar a mi madre con las maletas y bolsos del hospital.

El se sentó a mi lado al ver que mi madre no emitía ningún juicio.

Mi madre nos miraba con el ceño fruncido.

--Ally es mi novia señora Bennett. Es un placer por fin conocerla, quería


venir otro día pero es que en el hospital no me han dejado verla y creo que
como buen novio me tocaba venir a cerciorar que ella estuviere bien
¿no?—dijo Gabriel casi sin respirar.

Mi madre asintió con la cabeza aún dudando de mí principalmente, ella


jugaba con el mechón de su cabello cosa que hacía mientras estaba
pensando cosas precipitadamente. Ya me imaginaba lo que me iba a
preguntar apenas Gabriel se fuera si es que si iba a ir rápido, tomó con
delicadeza el mango del sillón tratando de apartarme un poco de ellos dos
pero Gabriel me atrajo más hacia él y casi uniendo nuestras manos al frente
87
de mi madre, entrelazó un par de dedos conmigo hasta que vio que estaba
muerta de nerviosa.

Apartó su mano de la mía y ahora jugaba con sus dedos haciendo pequeños
círculos con ellos en el sillón y yo solo deseaba que hiciera esos mismos
círculos sobre mi piel y no el sillón. Cerré los ojos con brusquedad. Debía
mantener la cabeza serena si quería salir del interrogatorio de mi madre,
pero estar a su lado, simplemente no me ayudaba. El como si pudiere leer
mis pensamientos se dio una leve carcajada casi como una pequeña brisa y
mi madre ahora nos miraba con atención.

--¿Desde cuándo salen?—dijo mi madre nuevamente.

--Hace un par de semanas—dije levantándole la mirada a mi madre quien


me fulminaba con sus ojos verdes casi cafés.

Volví a mirar a mis tenis avergonzada.

Ahora mi madre fue a la cocina y puso a hervir agua en la cocina. Yo


miraba aterrada a Gabriel, le presioné su mano con la mía y el entrelazó sus
dedos con los míos. Cinco minutos después mi madre regresó con dos tazas
de té de tilo y varias bolsitas de endulzantes sin calorías junto a unas
cucharillas de plata con bordado de oro blanco. Nos miraba desde el otro
lado de la mesita para café de la sala.

--¿Tu fuiste el que llevo a Ally al hospital?—dijo mi madre mientras


destapaba una cerveza caliente y le daba un sorbo.

--Así es señora—dijo Gabriel mientras intentaba beber un poco del té de


tilo.

Mi madre llevaba el cabello en un moño alto y enrollado con varios Bobby


pins y su típico traje de enfermera. Era la viva imagen mía con un par de
décadas encima. Ella tomó otro trago de su cerveza.

--¿Qué hacia Alicia en ese parquecito?—dijo mi madre mientras se sentaba


con las piernas cruzadas en una de las sillas de madera de mi padre y nos
miraba con los ojos entrecerrados.

--Fue a verme—dijo Gabriel y mi mirada casi nos delató, reprimí mi


respuesta cuando él me oprimió la mano con la suya.

88
--¿Se estaban viendo a escondidas?—dijo como si no se estuviera creyendo
ni una pizca de ello.

--Así es, creo que lo del incidente es totalmente mi culpa. No debimos de


haber ido a ese sitio en primer lugar—dijo suavemente mientras miraba a
los ojos a mi madre, ella asintió enérgicamente y luego ella le sonreía
amablemente.

Las pupilas de mi madre se estaban dilatando rápidamente. Alguna especie


de truco de ángel supuse, ya que mi madre no era amante a que yo
compartiera con chicos de mi edad. Pensaba que todos solo buscaban una
cosa de las chicas.

Mi boca se torció por el cinismo.

--Pero como veo que ya está bien, es hora de que me valla—dijo mientras
se levantaba y me dirigía hacia la puerta trasera de la casa.

Mi madre se levantó también de su asiento.

--¿Qué se supone que haces?—susurré mientras me empujaba hacia las


afueras de la casa

--Un placer conocerla señora Bennett—dijo mientras le extendía una mano


a mi madre, esta se la estrechó y se dio por despedido.

--Vuelve pronto—dijo mi madre antes de irse a su habitación en el piso de


arriba.

Caminamos en silencio hasta el jardín trasero. En mi casa los matorrales le


daban un aspecto descuidado a la casa, teníamos una vieja fuente de agua
que ya no servía con matas de enredaderas colgando de ella y un pequeño
asiento mecedoras de madera de cerezo que me gustaba para sentarme en
las tardes tranquilas para una buena lectura. El me tomó por la cintura
apenas salimos de la casa y ya podía sentir mis piernas temblar ante su
tacto, el era increíble, creo que había engañado a mi madre con un truco
mental o algo, porque ella por lo general hacia mucho más preguntas de las
que le hizo a Gabriel. Su mano me guio hasta la pequeña mecedora de
madera de cerezo y ambos nos sentamos inmediatamente.

La tarde ya había caído y el sol desdibujaba en el cielo las tonalidades de


rojos, naranjas y amarillos. La brisa seca del otoño me pegó en el rostro y

89
busque con mi mirada el hermoso rostro de Gabriel, mirar su grado de
perfección siempre me hacía sentir como si no estuviera en este mundo. Me
hacía sentir esperanzada por el mañana, pero su extraño silencio me hizo
presagiar que cosas buenas no iban a caer en nosotros.

Me mecí un poco al ver que el no daba comienzo a la charla. ¿Debería yo


decir algo?

Jugué con la tela de mi pantalón y me mordí el labio levemente. El se giró


de su asiento y me dio un suave beso en los labios y le miré buscando así
algún presagio de lo que estaba pensando.

--¿Todo esta bien?—dije suavemente como si alguien nos pudiere escuchar

--Mas que bien—dijo y una sonrisa sarcástica se posó en sus labios


mientras se despeinaba un poco su perfecta cabellera negra y miraba hacia
el horizonte como si algo estuviera dando vueltas en su cabeza desde hace
rato.

--¿Qué sucede?—dije intentando acercarme más a él en el asiento.

--Nada—dijo de la manera más fría que pudo haber dicho para mí.

--Gabriel—casi dije en tono de súplica

El se levantó de la mecedora con tal brutalidad que me tuve que aferra a las
cadenas de hierro del asiento para no sentir miedo, el caminaba frustrado de
la casa a mí y regresaba. Estaba pensando en algo mientras caminaba pero
no sabía qué. El desespero se apoderó de mí y me levante del asiento para
encontrarle en el camino, el dio dos pasos hacia atrás al ver lo que estaba
intentando hacer y dio un suave respingo con su nariz al ver que me había
acercado lo suficientemente a él para que pudiera sentirme. Puse una mano
en su rostro y el la apartó inmediatamente, me sentí herida pero solo lo
disimule con mi cara de indiferencia y lo intenté de nuevo, puse la mano en
su rostro y ahora el no la apartó, simplemente me miraba con sus hermosos
ojos azules con una intensidad que hacían que mis piernas temblaran con
tan solo verme.

Suspiré levemente.

--¿Ahora si me dirás que ocurre?—dije en un tono como se le hablaban a


los animales que están completamente acorralados.

90
--No—dijo y sentí que mi médula espinal sufría un ataque—He venido a
terminar contigo—dijo apartando mi mano de su rostro nuevamente y
ahora era yo la que no podía mirarle a los ojos, no ahora.

--¿Qué he hecho mal?—dije en un susurro

--Primero que nada enamorarte de mí, segundo, desafiar a la muerte en


persona; ¿creo que con esas dos tienes suficientes puntos para ganarte el
gran premio en una feria no?—añadió cínicamente mientras se alejaba de
mi.

Era obvio que era cuestión del momento para que el me dejara, siempre que
había estado con él lo había supuesto que sucedería así. El simplemente
diciéndome que no era lo suficiente buena para él, y yo quedaría devastada
y llorando en lo patético que quedaría de mi existencia. El agujero en mi
pecho se iba abriendo conforme el seguía allí mirándome con sus perfectos
ojos azules.

--¿Ya no me quieres?—dije alejándome un poco de él.

--No—

Y solo esa simple frase bastó para hacerme salir de mi ensueño y ser
catapultada hasta lo más profundo de mí ser. Me había arrancado algo
dentro de mi alma y ahora no podía siquiera respirar. El se iba alejando más
y más de mí como si fuera una leprosa y él una persona completamente
sana.

Las lágrimas brotaban de mis ojos como un torrente de agua fresca que
acababa de ser descubierto y solo las sequé para poder seguirle un par de
pasos detrás, lo toqué con brusquedad en su hombro y él se giró hacia
donde yo estaba.

--¿Qué quieres?—dijo en un tono amenazante

Tome un par de bocanadas de aire para poder enfrentarle.

--Han sido los arcángeles los que te han pedido que termines conmigo
¿cierto?—dije casi en un tono de súplica

Y él me miraba como si quisiera arrancarme la cabeza y lanzarla en contra


de un volcán en erupción, en vez de ese suspiró pesadamente y se paso una
mano por el cabello desenredándolo aún más.
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--He terminado contigo ¿vale? No tengo por qué darte explicaciones de
ningún tipo—añadió rápidamente.

Se entrecruzó de brazos y me miraba fijamente. Vacilé al mirarle


nuevamente.

--¿Qué pasará conmigo? ¿Vendrá de nuevo por mí la muerte?—dije


mientras me tragaba lo poco de valentía que me quedaba.

--Ya no—dijo mirando el suelo en vez de mi rostro—Puedes estar tranquila


de que nada malo te va a pasar—dijo volviéndose sobre sus talones y
caminando hasta las afueras de la casa, atravesando el patio lateral con
rapidez y no volviéndose nunca más hacia donde estaba yo.

Lo intenté tomar de la mano para detenerle pero apartó de un manotazo el


agarre y ni siquiera se giró para verme a la cara.

--No me sigas, no me intentes buscar. Simplemente no soy feliz contigo


Alicia—dijo siseando la última frase y lo poco que quedaba de mi corazón
fue desgarrado en mil pedazos.

El frío y el vacio se ganaron un espacio en mi corazón desde ese día y solo


pude recordar su paso vacilantes hasta que ya no pude mirarle más, el
desapareció entre los autos y edificios que se divisaban a lo lejos en el
horizonte.

92
7

Los días posteriores a esos fueron de mal en peor, las noches se convertían
en días y los días en noches. El ruido del televisor era mi único
acompañante mientras me comía enormes helados de chocolate con vainilla
y solo deseaba desaparecer lentamente de la faz de la tierra. Había faltado
ya muchos días a clases y mi madre había hablado con el director de la
escuela para hacer una especie de “arreglo”; ya que era mi último año y
faltaban solo un par de meses para la graduación, recibiría en casa las
asignaciones y tareas y podría recibir los pocos créditos que me faltaban
para obtener mi título.

Cuando mi madre entró en mi habitación solo asentí cuando me entrego los


libros y tareas.

No quería saber nada del mundo real. Ya había perdido a dos personas
importantes para mí. No podía siquiera pensar en nada más. Prácticamente
pasaba el día encerrada en mi habitación leyendo basura sin sentimientos o
viendo televisión sin sentido.

Nada de comedias, y muchos menos romances.

Toda esa basura simplista donde el Romeo iba a buscar a su Julieta me


parecía cínica y un poco surrealista. Esa clase de cosas no sucedían en la
vida real.

A mí por ejemplo, me habían dejado hace un par de días y quien sabe que
estaba haciendo él en estos momentos. Tal vez estaba con esa rubia, o tal
vez simplemente había otra que lo había cautivado. No sabía cuál de las
dos era menos dolorosa para mí, pero lo único que sabía era que lo amaba
con todo mi corazón y lo único que hizo fue romperme en mil pedazos e
irse.

Mi madre no omitió ningún comentario en las veces que me había visto


llorar desconsoladamente en mi habitación o en el baño de la casa mientras
me duchaba, ella solo se limitaba a prepararme algo de comida y jugar con
mi cabello hasta que me dormía, pero eso me recordaba a él.

El dolor en el pecho se iba haciendo más y más grande conforme pasaban


los días. Me di cuenta que no sabía nada del aunque él sabía mucho de mí,
93
ni su número de teléfono ni si dirección, no sabía dónde buscarle. Me tiré
de cabeza a mi cama e intente reprimir un sollozo con mi almohada, hasta
que mi madre entró a mi habitación con sus ojos cafés totalmente
asustados.

Volví a querer sollozar en mi almohada y mi madre se acercó lentamente a


mi cama. Esa noche durmió conmigo y jugueteaba con mi cabello hasta que
me quedaba dormida.

Al día siguiente se iba al trabajo y no regresaba hasta las seis de la tarde.


Era casi como una rutina.

Despertar, ver televisión basura, limpiar la casa, hacer mis deberes, llorar,
dormir y volver a despertar.

Odiaba esto. El vacio en mi corazón se ensanchaba cuando cualquier


mínimo estímulo de la vida me lo recordaba a él. Su sonrisa, su perfecto
cuerpo o sus palabras tan arrolladoras que me hacían suspirar.

Así pasó una semana hasta que mi madre interrumpió mi continuo


tormento.

Tocó la puerta y entró frunciendo el ceño, mi habitación era un desastre


espantoso, las camisetas estaban por todo el suelo y los libros que antes
amaba estaban en una pila con algunas hojas arrancadas, especialmente el
de Romeo y Julieta, ahora me parecía inapropiado para mí. No recordaba la
última vez que me había duchado ni cambiado de ropas, pero su mirada
aclaro mis dudas. Había sido hace mucho tiempo.

Llevaba una camiseta holgada verde oscura con una falda de un tono más
claro que este.

Para nada estaba a la moda. Ya no me importaba ninguna de esas


trivialidades que antes me importaban, algo dentro de mí había cambiado
cuando él se había ido. Cuando mi padre había muerto. Incluso cuando esa
psicópata me había apuntado con un arma, sabía certeramente que no iba a
volver a ser la misma chica con una visión fresca del mundo. De por sí
ahora, ya no soportaba la música.

Por eso cuando sonó la música de mi teléfono solo quería tomarlo y


arrojarlo por la ventana, pero en vez de eso, me tapé los oídos con la
almohada.
94
Mi blackberry sonaba como música de fondo en el suelo de mi habitación
pero yo estaba tan en depresión que no tenía fuerzas para ir a atender a
quien sea que estuviere llamando.

Buscaba en la habitación un sitio para sentarse pero como era típico, no


había sino una esquina de mi cama sin pilas de ropa y libros clásicos.
Suspiró y se mordió el labio sin saber que decir.

--Ally, esto que estas pasando no es bueno—dijo mientras intentaba


tocarme el tobillo con su mano

--¿Qué dices?—me froté los ojos con una de mis manos para apartar las
lágrimas.

--Es por tu padre ¿cierto?—dijo casi en un susurro y sentí como mi alma se


iba a mis pies inmediatamente

¿Cómo había podido olvidarme de mi padre tan fácilmente? Y haberlo


catalizado porque extrañaba a un chico. Definitivamente estaba loca.

--Algo así—mentí

Mi madre me miraba como sin saber qué hacer y luego volvió a sonar la
blackberry con el tema de “MILEY CYRUS WREKING BALL” hasta
ahora no había distinguido la melodía que sonaba y supuse que era Bianca.

Miles de imágenes de ella vinieron a mi mente inmediatamente.

¡Oh, pobre Bianca! Debe estar muerta de preocupada. Y yo siendo la


misma chica egoísta de siempre.

Mi madre atendió por mí el blackberry.

--Hola Bianca, soy la madre de Ally. Si esta bien….oh….ya te la paso—


dijo mi madre mientras me extendía el blackberry en señal de disculpa.

Lo tomé rápidamente.

--¿Hola?—dije tímidamente, sabía que estaría cabreada conmigo.

--VEN A MI CASA AHORA—su voz entrecortada me dijo que sí, estaba


tan cabreada como nunca.

Y no es para menos.

95
Me paré de la cama de un salto y fui por mi remera favorita de “One
direction” y mis converse negras. Me peiné con esmero y me puse un poco
de brillo de labios.

¿Qué tan cabreada estaba?

Mi madre me detuvo en la puerta con su mirada interrogativa.

--¿Iras a ver a ese chico?—dijo con los brazos entrecruzados impidiéndome


salir por la puerta delantera de la casa

¿Ahora se iba a poner estricta conmigo? Tenía que ser una broma.

--Bianca quiere que vaya a su casa—dije rápidamente mientras más rápido


salía de esto más rápido saldría de la casa.

--¡Oh!—la voz de mi madre cayó en picada y supe que había ganado--


¿Llevas tu blackberry?—dijo mirando mis bolsillos.

--Si

--Vale, regresa antes de las siete—dijo antes de que yo cerrara la puerta


detrás de mío y pegara la carrera al trote hasta su casa. Ella sospechaba de
mi, pero esto estaba ya tildando en lo ridículo.

Bianca vivía a un par de manzanas de mi casa por la Avenida principal


mantuve el trote y en menos de diez minutos ya estaba al frente de su casa
con la respiración totalmente normal. ¿Desde cuándo tenía tan buena
actitud física? Ignoré todos mis pensamientos y llamé a la puerta. Minutos
después el padre de Bianca el señor Collins abrió la puerta con energía, era
un señor cuarentón con la barba y anteojos más extraños que había visto en
mi vida, pero era buena persona.

Sus ojos se iluminaron al verme.

--¡Oh! Alicia ¿has venido a ver a Bianca?—dijo con una sonrisa en su


rostro, se marcaron los hoyuelos al sonreírme y supuse que Bianca los
había heredado de él.

--Así es. ¿Puedo pasar a su habitación?

--Ella no está ahí, esta en el jardín trasero jugando con Mariand—hijo


mientras señalaba la puerta trasera

96
Camine mientras iba esculcando la habitación, abrí el cerrojo de la puerta
trasera y allí estaba Bianca jugando con su gatita Mariand. Ella primero se
alegró al verme pero luego retrocedió con sospecha.

--¡Te quiero arrancar la cabeza!—dijo mientras me daba un abrazo pero


luego hacia un puchero con sus labios—Estaba tan preocupada por ti y no
contestabas el teléfono—dijo mientras levantaba los brazos en señal de
protesta.

--Lo lamento—dijo mientras le daba mimos a su gatita, era blanca con un


listón rosa alrededor de su cuello.

--Ya luego fui a tu casa en un par de ocasiones y tu madre no me dejaba


verte—tomó aire y continuó con su charla—Pensé que esa loca te había
hecho algo malo—dijo antes de sentarse de mala gana en el suelo de
madera de su porchecito.

Me recosté de uno de los pilares de madera de su casa y observé como su


gatita jugaba a cazar palomitas en el patio.

Ninguna de las dos dijo nada.

--Lo lamento—repetí y ella ya ni me miraba a la cara.

El jardín de su casa era hermoso, tenían una pequeña piscina con jacuzzi y
un área que Bianca llamaba “la sección de las fiestas” porque era perfecto
para hacer un picnic y una fiesta con chicos. Me senté a su lado.

--¿Estas bien?—dije suavemente

--Eso creo, papá me ha llevado a terapia—dijo mientras se subía las medias


blancas del uniforme

Me fije en ella, llevaba el uniforme completo con la falda plisada azul y


blusa blanca, con un pequeño dije de oro alrededor de su cuello y zapatos
negros. No había regresado a la escuela en días.

Ella me miraba con preocupación.

--Me dirás algún día quien era ella y porque hizo lo que hizo ¿cierto?

Asentí con la cabeza no muy segura de que ella quisiese saberlo.

Ambas suspiramos.

97
Y dejamos que el tiempo pasara.

--Ella me enterró viva Ally, fue la experiencia más aterradora de todas.


Unió mi pequeña claustrofobia y mi miedo de ser sepultada viva. En
general era como si hubiese vivido mi peor pesadilla—soltó un suspiro
mientras se sentaba en el suelo, no me había fijado que ahora ella estaba
temblando.

Me senté a su lado y le daba pequeños estímulos en su mano, para que


supiera que no estaba sola.

--Lo sé, perdona es todo culpa mía—dije suavemente.

Ella me miraba ahora atentamente.

Me mordí el labio e intenté mirar hacia otro lado.

¿Cómo se supone que le iba a explicar esto?

--Ella es la ex prometida de Gabriel—dije suavemente sin pensar que su


nombre todavía picaba en mi lengua.

--¡Oh!

--Se quería deshacer de mí porque quería a Gabriel para ella sola.

Bianca asintió levemente.

--Entonces, ¿quieres decir que todo lo que hizo fue por celos?—la
incredulidad nubló la voz de Bianca.

--Si

--¡Increíble!

--Lo lamento—dije nuevamente.

--Estoy bien Ally—dijo ella nuevamente.

Aunque ninguna de las dos estaba segura de estar bien, por lo menos nos
teníamos la una a la otra. Ninguna soltó la mano de la otra durante el resto
de la tarde.

Nos mantuvimos así por un buen tiempo.

98
***

Me quedé en casa de Bianca por un rato más, no me había dado cuenta


cuanto extrañaba a mi mejor amiga y estar con ella me hacía olvidar el
dolor así fuese por un par de minutos. La adoraba. Era muy buena cocinera,
preparó unas tortas de chocolate que estaban para morirse y la ayudé
decorándolas con fresas y crema batida, mi favorita. Ambas reímos un buen
rato hasta que la realidad me pegó de golpe en el estómago.

Me puse helada mientras masticaba una fresa.

--¿Todo bien?—preguntó Bianca con sus enormes ojos verdes mientras


escudriñaba mi rostro.

Asentí con la cabeza

--Vale—continuó sacando una de sus tortas del horno--¿Y dónde está el


príncipe de brillante armadura? Ni siquiera le has mencionado—continuó
Bianca y se horrorizó al verme dejar la fresa a medio morder en la mesada
de la cocina.

Me puso una de sus manos en el hombro.

Ya no quería llorar más, ya no me quedaban lágrimas que derramar.

--Estoy bien, disculpa—dije mientras me paraba de la silla y continuaba


con la decoración de la torta

Bianca me miraba con el ceño fruncido y se giró a empotrar las tortas en


varias bandejas de plástico, eran hermosas.

--Soy tu mejor amiga Ally—dijo sin siquiera mirarme—Puedes


contarme—añadió mientras observaba a lo lejos pensativa.

La culpa se comenzó a formar en mi estómago como una masa enorme que


iba creciendo cada vez más. Mordí mi labio inferior antes de volverla a
mirar a los ojos.

--Lo sé

Ambas nos quedamos en silencio

Y el padre de Bianca, el señor Collins entró en la cocina con su fuerte vibra


alegre con dos llaveros en sus manos. Ambas lo miramos confundidas.

99
--Han pasado por mucho, es hora de que te quite el castigo—dijo el señor
Collins mientras le lanzaba un llavero a Bianca quien lo agarro en el aire.

Me dio el mío son suavidad en la mano.

--¿Son de los autos?—dijo Bianca con alegría en su voz

--Aja—dijo mientras se pasaba una mano por su hermoso cabello cobrizo y


se reajustaba los lentes--¿Qué tal si dejan la cocina un rato y salen a dar un
paseo?—dijo nuevamente cargado de energía

Miré el reloj sobre la nevera y daban las 5pm todavía tenía chance.

Asentí enérgicamente hacia Bianca quien dio un respingo de felicidad y


ambas salimos al trote por la puerta delantera.

Bianca abrió la puerta del garaje y miró sus ropas de colegiala y se detuvo
en seco.

--¿Me ayudas a escoger algo de ropa?—dijo con los ojos de perrito que
tanto me mataban.

--Vale—dije instándola a que se apurara con una señal de la mano.

Bianca pronto estuvo vestida con un mini short de tela de jean que le daba a
la cadera y una blusa blanca con estampado playero que hacía ver su
ombligo travieso, unas botas de terciopelo marrón y un par de aretes largos
de plumas. Además de eso se soltó la coleta y ahora llevaba el cabello
suelto sobre un hombro, muy impresionante para haberse arreglado en
cinco minutos.

Salimos corriendo por la casa y el señor Collins se atoraba con su café


mientras atendía una llamada y nos veía correr hasta donde estaban
nuestros autos.

Bianca abrió la puerta de su garaje y allí estaban, eran perfectos. Un Audi


A4 plata y otro color crema. Las dos brincamos de felicidad hasta que cada
una estuvo montada en sus autos.

Decidimos ir a un mirador que quedaba cerca de casa. Porque ninguna


teníamos todavía los permisos para conducir, aún. Condujimos despacio en
caravana y varios chicos se nos quedaron viendo, pero siempre acababa
comparándoles con Gabriel, el recuerdo me agrio la tarde.

100
Uno de ellos era extrañamente parecido a él, llevaba el cabello negro
azabache oculto en un gorra de beisbol roja con azul y fue de todos los
chicos en el grupo, el único que no se había animado a lanzarnos piropos en
cuando íbamos llegando al puesto para estacionar. Sus ojos se encontraron
con los míos una leve fracción de segundo y un escalofrío muy familiar
recorrió mi cuerpo. Tal vez mi mente me estaba jugando malas pasadas.

Tragué lentamente. ¿Ahora me estaba poniendo paranoica?

Sentía su mirada aún cuando llevábamos un par de metros de distancia. El


mirador estaba un poco vacío cuando llegamos, eso se solía llenar más que
todo en las noches por parejitas que venían a besuquearse, pero ahora solo
había una familia de tres jugando con una pelota de fútbol, una señora rubia
sostenía a su hija de aparentemente dos años de edad y el padre les lanzaba
la pelota para que jugasen. Sentí celos inmediatamente.

Me giré para ver si los chicos seguían allí, una camioneta Charger negra
vino por ellos y desaparecieron en la distancia. El chico de la gorra no se
giró para verme antes de montarse e irse, me detuve mientras cerraba de un
portazo la puerta del auto, odiándome por querer atrapar su atención.

¿Qué pasaba conmigo? Bianca se lanzó una de sus risitas al ver mi


reacción.

Bianca ya estaba estirándose al bajarse del auto.

--Son hermosos si papa me dejara, dormiría con él—dijo Bianca dando


saltitos como niña de kínder y por un momento tuve que enfocarme en lo
que ella decía.

¿Qué?

Ella se sorprendió y soltó una risotada.

--Me refería a los autos—dijo mientras me guiñaba un ojo.

Ambas miramos el atardecer en el mirador, era simplemente hermosos.


Todas las cosas que habían vivido en las semanas anteriores no era nada
comparado con esto, era maravilloso ver como los colores naranjas se
mezclaban con el cielo hasta llegar a un morado y luego negro. La
oscuridad nos llegó tan rápido que me asusté. Esa oscuridad no era normal,
Bianca parecía no notar la diferencia y pensé que era mi cabeza que se la

101
había salido un tornillo de tanto pensar en ángeles y arcángeles, todo en
realidad parecía sacado de una mala broma para mí.

Bianca me miraba con los ojos bien abiertos.

--¿Dónde esta Gabriel?—dijo sin más

Una brisa fría me recorrió la médula espinal. Solo su nombre me hacía


temblar.

--No me dijo a donde iría Bianca—dije ignorando a Bianca y mirando las


miles de casitas que había abajo en el valle, parecían un nacimiento de
navidad.

Bianca pasó su peso a una de sus piernas.

--Lo sé pero digo, ¿lo dejarás ir tan fácilmente?—ahora tenía ambas manos
en sus caderas y agaché la vista de ella.

--Supongo, eso es lo que él quería que hiciese—dije tan suavemente que


dudé que ella me hubiera escuchado una lágrima se deslizo por mi rostro

Pero si, ella luego me estaba abrazando y reposé mi cabeza sobre su


hombro.

--¿Estas bien?—dijo de nuevo

--No, lo extraño a cada rato. Han sido un par de semanas duras—dije


agachando la cabeza para evitar su mirada

Bianca me apartó un poco de su hombro.

--¿El tuvo que ver con el incidente en el parque?—dijo Bianca escogiendo


las palabras como si yo fuera una niña pequeña y entrecerró los ojos

Negué con la cabeza.

--El vino en nuestra ayuda—dije mientras me retiraba un mechón de mi


cara

--El fue el que me ayudo a salir de ese hoyo—recordó Bianca—Pero


siempre me pareció sospechoso

--No lo culpes, el es buen chico

102
No había notado que tanto lo estimaba como persona, no en voz alta por lo
menos.

--¿Lo sigues queriendo?—dijo nuevamente mi amiga Bianca quien me


miraba como si fuera una cómplice de asesinato.

Asentí levemente y Bianca suspiró pesadamente.

Levantó una roca del suelo y la lanzó por los aires.

--¡Ve tras él!—dijo mientras lanzaba otra roca por el valle

Mi mente maquinaba mil y un cosas mientras esa pequeña roca rodaba y


rodaba cuesta abajo.

¿El todavía me querrá? ¿Qué pasa si voy tras él? ¿Los arcángeles se
interpondrán?

Mi cabeza daba vueltas.

Justo cuando la alarma de mi teléfono vibro como loca no me había dado


cuenta de lo tarde que era.

7:05 pm.

Mi madre iba a matarme si no regresaba a casa para la cena.

--Nos tenemos que ir—dije suavemente y Bianca asintió con la cabeza

Ella manejaba delante de mí y como su casa quedaba más cerca la vi


estacionar en su casa y maneje hasta la mía.

Cuando estacioné mi madre ya me esperaba con los brazos cruzados.

***

Mi madre no era una madre modelo, ella se exasperaba por cualquier


mínima cosa en esta vida. Pero cuando me bajé del Audi y cerré la puerta
del piloto su entrecejo se profundizo aún más.

No había pensado como le diría que había ganado un auto.

103
¿Debería llamar al padre de Bianca para que confirme?

Suspiré y seguí caminando hasta la puerta de la casa. Mis converse se


vieron sumergidas en un charco y se llenaron de barro hasta la mitad de
ellas.

Genial.

--¿Y ese auto?—soltó sin más al verme llegar

--Es mío—

¿Por qué estaba tan nerviosa?

Soltó un bufido y me hizo señas para que entrara a la casa.

En la pequeña salita estaba el doctor Samuel con su hija menor Sofía, quien
colgaba de su cuello como una pequeña monita. Ambos al verme entrar
sonrieron abiertamente.

El doctor se zafó de Sofía y me tendía una mano para estrechármela.

--Un gusto verte Alicia—dijo mientras me miraba con los ojos más
expectantes del mundo.

Me sentí acorralada. El llevaba un hermoso traje elegante azul marino con


su corbata desabrochada y un par de zapatos negros, Sofía llevaba un
pequeño vestido rosa con encajes y medias blancas con encajes. Los dos
parecían sacados de una revista de la familia perfecta, si así eran esos dos,
no quería saber que tan guapos eran los hijos mayores del doctor.

La niña de cabello castaño claro me miraba con sus enormes ojos azules
esperando para acercarse a mí.

--Tu debes ser Sofía—le tendí una mano y ella saltó inmediatamente en mi
regazo

Era una niña hermosa.

--Están de visita—dijo mi madre mientras iba a la cocina por un té de


manzanilla y un par de pastelillos.

104
--Además de eso, vine a entregarte esto—me pasó una planilla de solicitud
de becas y mi memoria viajó hace un par de semanas cuando habíamos
hablado de ello

--Oh, Gracias

--Se que has pasado por mucho, pero la universidad ya está más cerca.
Podría ser un nuevo comienzo para ti—dijo suavemente mientras cogía a
Sofía nuevamente en los brazos

Mamá ya había regresado con los pastelillos y el té. Ambos me miraban


entretenidos.

¿Tenía monos en la cara o qué?

--En un par de días es la reunión en Miami ¿no?—dijo nuevamente el


doctor Samuel y el semblante de mi madre cayó por el suelo

--¿Qué reunión?—dije jugando un poco con la planilla de mis manos.

Mi madre me miró temerosa.

--Lo lamento debí haber olvidado cancelarla—dijo mi madre mientras


buscaba su agenda de papel en uno de los cajones de la salita

El doctor me miraba con una hermosa sonrisa. ¿No se cansaba acaso?

--Si, no, quiero cancelarla—dijo mientras llamaba por el teléfono a su jefa


del hospital

Colgó y ambos nos miramos sin decir nada.

--No pude cancelarles cariño—dijo mi madre a mí.

--Ve tranquila, me quedaré con Bianca el fin de semana—dije mirándole


fruncir el ceño.

--Su padre nos vigilará—acoté nuevamente.

--Todo arreglado—dijo el doctor Samuel mientras devoraba con anhelo su


pastelillo

Sofía también devoraba su pastelillo con fiereza.

Eran adorables.

105
Al finalizar la visita me quedé en la cocina para lavar los platos y mi madre
salió a despedir al doctor.

Solo escuchaba pequeñas partes de su conversación, pero no es que eran de


mi importancia ninguna de ellas. Hablaban de pasteles, cosas del hospital,
yo solo quería terminar con los platos y subir a mi habitación y dormir
plácidamente unas ocho horas.

Puse un plato en su sitio y comencé a restregar una olla enorme. Puse más
jabón en la esponja y tomé un plato con cuidado, el ruido en la sala había
disminuido y me sorprendí al escucharlos susurrar en la salita.

--¿Cuándo le dirás?—dijo el doctor suavemente creyendo que no le


escucharía.

--Pronto, es que han sido demasiadas cosas Jack, la muerte de su padre


todavía está fresca—dijo y me helé en el lavadero de platos, dejé los platos
y me acerqué más a la salita. Casi en mis rodillas mientras me secaba las
manos con mis ropas, pegué mi oído más a la puerta para escuchar mejor.

--Esperaré pacientemente, pero ya quiero que seas mía. Legalmente—dijo y


escuché como el sonido de un suave beso.

¿Qué? Santa mierda…

¿Matrimonio?

Uno de los platos había quedado mal puesto de lugar y cayó por los suelos,
rompiéndose.

Maldecía para mis adentros.

Fui corriendo a la cocina a recoger los restos.

Mi madre regresó con el semblante pálido y los ojos abiertos como platos.
Me di la vuelta para no tener que verle el rostro e intenté recoger las
pequeñas piezas de vidrios rotas, me corté inmediatamente.

--¿Escuchaste?—simplemente dijo.

Asentí con la cabeza.

--Lo lamento—dijo mientras me ayudaba a limpiar los restos de platos

106
Me dedo había comenzado a sangrar gravemente. Y no podía siquiera
levantarme del suelo y enfrentarme a ella.

¿O sí?

¿Qué se supone que debería decirle?

--Lo de Jack y yo ha sido tan repentino, el me dio su apoyo después de la


muerte de tu padre. Tan caballeroso y amable, sé que es demasiado rápido
pero es que también ha sido tan intenso—dijo con un tono de voz tan
melodioso que literalmente sentí náuseas.

Mi estómago se revolvió.

--¡Detente!—mi voz salió más afilada de lo que había querido pero mi


madre dejaba la escoba en su sitio mientras me miraba.

--Hija, lo lamento—repitió suavemente.

--¿Qué lamentas en realidad? Mi padre murió y ¡ya tienes novio!—dije


evitando decir cosas de las cuales me podría arrepentir, me mordí la lengua
y un poco de sangre salió de ella.

No iba a llorar. Hoy no.

--Eso no es así Alicia, no sabes nada sobre nosotros—dijo con la mirada


encendida en un tono carmín.

--¿Y qué debo saber exactamente?

Las pupilas de mi madre se dilataban debajo de las luces de neón de la


cocina su cara se tornaba roja mientras me miraba.

--Olvídalo, eres muy pequeña para saber de estas cosas—dijo en tono


condescendiente mientras se cruzaba de brazos ante mí.

Eso solo me hizo poner más rabiosa aún.

--¡Dímelo madre!

--Alicia—arrastró la palabra dándole un significado de peligro


inmediatamente.

Todo mi cuerpo se erizó en respuesta.

107
--¡Eres tan hipócrita!—solté a los cuatro vientos y mi madre ya tenía su
mano levantada para darme una bofetada que nunca llego.

Las dos nos quedamos en esa pequeña cocina y de repente todo parecía
hacerse demasiado incómodo para ambas.

--Vete a tu habitación—repuso mi madre nuevamente.

Mi madre había quedado pasmada en su sitio y le pasé por un lado camino


a mi habitación.

Esto era más que suficiente. Me odiaba a mí misma, la odiaba a ella que
parecía que no tenía sentimientos, tan frívola y calculadora.

Ella tocaba la puerta de mi habitación sin cesar.

Me lance de cabeza a mi cama y cerré de un portazo la puerta de mi


habitación. Me puse los cascos y escuché una y otra vez la canción de
“SAY SOMETHING, DE A GREAT BIG WORLD” en mi ipod.

Las lágrimas ya picaban en mis ojos pero decidí no pensar en eso


nuevamente, no iba a llorar nuevamente.

108
8

Un par de día después me encontré con que todas las necesidades básicas
para mí no estaban siendo demandadas exactamente por mi cuerpo. Podía
pasar muchas horas sin dormir, sin necesariamente estar fatigada o
abruptamente somnolienta, ni siquiera mi apetito había aumentado desde
que comencé a sentir que eso ya no era necesario para mí. Mi madre ya no
me hablaba estaba molesta conmigo, pero no me importaba, estaba
entretenida viendo como este nuevo sentimiento emergiendo de mi cuerpo
me hacía sentir incluso más viva.

Me miré en el espejo por quinta vez esa mañana y mi piel que siempre
había tenido un aspecto amarillento nada saludable y ahora brillaba y los
rastros del acné juvenil había desaparecido, mis ojos que eran
anteriormente de un color marrón opaco ahora tenían pequeñas franjas
doradas en ellos y los hacían lucir incluso más vivos.

En cuanto a mi cabello tenía un brillo saludable y antes era un cabello liso


medio ondulado ahora estaba perfectamente arreglado en rulos naturales,
era como si fuera una muñeca de plástico viviente. Solo miraba mis
cutículas con miedo.

¿Qué había pasado entre el atentado de asesinato y la llegada del hospital?

Habían pasado más de doce horas desde que había salido corriendo hasta el
pequeño parquecito y en mi llegada al hospital, según los doctores y mi
madre, pero algo en ese lapso de tiempo me había ocurrido. Porque ahora,
me sentía fuerte, y viva.

Subí los escalones de dos en dos hasta mi habitación, giré el pomo de la


puerta y la cerré levemente, pero esta casi se rompió cuando la lancé. Me
quede helada en mi sitio.

¿Qué mierda?

Tome con cuidado el pomo y lo apreté suavemente con mis dedos y este se
doblaba con facilidad en ellos, casi como magia pura.

Tiré el pomo doblado a la esquina de mi habitación y me senté llena de


pánico en la silla de madera de mi habitación.

109
No puede ser.

Me puse una camisa de cuadros roja con blanco y unos vaqueros, junto a
unas converse roja. Me amarré el cabello en una cola de caballo. Me
coloqué en el marco de mi puerta y sabía dentro de mí ser que esto era una
locura, pero tenía que intentarlo.

Miré hacia abajo, casi siete metros de alto. Mis nudillos aferrados al marco
de la ventana con fuerza.

Si no funcionaba…

Negué con la cabeza, intentando alejar esos pensamientos. Necesitaba


probar mi teoría.

Cerré los ojos con fuerza y puse uno de mis pies arriba del marco de la
ventana y luego el otro. La brisa de la mañana se pegaba a mí como un
viento gélido.

Conté hasta tres, uno, dos…

¡Tres!

Di un paso de fe y salté de mi ventana. No sabía que esperar, solo sentía


que mi peso me atraía contra el suelo rápidamente y primero mis pies
tocaban la superficie y luego el resto de mi cuerpo.

Rodé sobre mi cuerpo rápidamente.

Con miedo abrí un ojo a la vez, mi corazón palpitaba fuertemente contra mi


pecho pero aún seguía viva. Revise mis piernas y brazos rápidamente,
ningún raspón ni moretón, miré nuevamente hasta mi ventana y mis manos
fueron rápidamente a mi boca.

Si una persona intentare hacer algo así, terminaría en graves condiciones,


tal vez con muchos huesos rotos, pero allí estaba yo. Intacta.

¿Qué había pasado conmigo?

¿Desde cuándo tenía estas habilidades?

El coche de mi madre se escuchó en la acera de enfrente y tuve pánico.


Intenté escalar por la pared poniendo un pie en el suelo y dando un fuerte

110
brinco mientras me aferraba del marco de mi ventana, una mano pudo
quedarse enganchada y luego la otra.

Casi que sin esfuerzo me levanté con mis manos y entré rápidamente por
mi ventana. Tomé un libro justamente segundos antes de que mi madre
entrara en mi habitación para supervisarme por octava vez ese día.

Ella me miraba buscando el motivo de mi silencio y yo le enseñé mi libro y


ella cerró la puerta con delicadeza.

La puerta no cerró. Volvió a entrar en la habitación lentamente, mirando el


sitio donde había quedado el pomo de la puerta.

Sus ojos cafés se posaron en los míos.

--¿Qué pasó con tu picaporte?

Lo miró doblado en la esquina de mi habitación.

Los nervios en aumento.

--Mmm…

--Alicia—reprendió

--Lo lamento

Ella entrecerró sus ojos con sospecha.

¿Qué se supone que debo decirle?

Ambas intercambiamos miradas y ella se fue hasta la cocina de nuevo.

Suspiré pesadamente.

Mañana cuando ella se fuera al trabajo, tenía que probar mi teoría en un


espacio abierto.

111
***

Esa noche no pude dormir, no porque estuviera emocionada por mis nuevos
talentos, bueno, en parte así era, pero tampoco era como que necesitara
dormir todo el tiempo.

Me paré de la cama apenas había escuchado el auto de mi madre salir del


garaje y me puse unas zapatillas de correr grises, pantalón deportivo negro
y sudadera gris. Si iba a ser esto, iba a ser algo intenso. Necesitaba
presionarme para ver hasta dónde podía llegar. Salí por la ventana saltando
como el día anterior solo que ahora con los ojos abiertos y muy alerta, en
vez de rodar me mantuve en mi sitio y sentí como mi cuerpo se sentía
incluso más fuerte que el día anterior.

Comencé a correr en dirección a la playa y conocía varios senderos de


entrenamiento que solo eran usados por profesionales en maratones, eran
casi veinte kilómetros trotando en subida con baches y el sendero era de
tierra con piedras.

Miré como un par de chicos me pasaban por el lado con su ropa deportiva e
incredulidad en el rostro. Continuaron trotando cuesta arriba y me amarré
las trenzas de los zapatos nuevamente.

Tomé aire en mis pulmones antes de comenzar la escalada. Primero intenté


llevar un ritmo lento para ver si el cansancio podría atropellarme en los
primeros dos kilómetros pero continuaba en el trote y ni una pizca de sudor
era emanada de mi cuerpo, miré el reloj de mi blackberry y me parecía
absurdo que ni siquiera estaba con la respiración acelerada, llevaba más de
dos horas corriendo en subida.

Los dos chicos anteriores estaba al lado de un árbol con hojas amarillas,
creo que era un araguaney sus miradas pasaron de mi ropa deportiva a mi
rostro y uno de ellos se atoró con su bebida energética al verme intacta.

Al parecer hasta a ellos este sendero se les hacía todo un reto.

Intenté ignorarlos y seguir mi camino, salté un par de rocas filosas que


había en el camino y ahora me fijaba que me estaba adentrando más y más
en la montaña y las hojas de los árboles hacía muy poco placentera la vista,
me detuve en cuanto vi un anuncio que indicaba que ahora empezaba el
112
terreno para profesionales y les indicaban el camino de hacia un puesto de
transporte que los llevaría de regreso a la base de la montaña.

Lo ignoré y me amarré de nuevo las trenzas de los zapatos.

Me estaba poniendo nerviosa, me amarré de nuevo la cola de caballo y


comencé a trotar con más intensidad, tal vez así me cansaría más rápido.
Mis pies se aceleraban cada vez más y ahora los miles de árboles pasaban a
mi lado como un eterno borrón de algo verde y amarrillo, me sentía
poderosa y fuerte.

Nunca en mi vida me había sentido así.

Al llegar a la cima de la montaña dejé salir un poco del aire que había
mantenido en mis pulmones y miré hacia abajo. La vista era increíble, el
cielo estaba un poco nublado y el azul normal del cielo se estaba
mezclando con un morado casi negro y vi como las miles de casitas debajo
de este se iban encendiendo, era algo increíble ante mis ojos. Revisé como
estaba mi respiración y mi pulso, todo normal.

Ni siquiera parecía humana. La brisa tibia se estaba tornando un poco fría y


me pasé la capucha de mi suéter por la cabeza, miré en dirección al camino
que había ascendido como esperando que los chicos anteriores me pudieren
alcanzar pero nunca aparecieron, en cambio yo, había ascendido veinte
kilómetros sin siquiera fatigarme.

De notaba que si estaba un poco sudada y hambrienta, pero para el esfuerzo


que había supuesto, no sentía gran cosa. Un par de mechones de mi cabello
estaban sobre mi cara y los pasé detrás de mi oreja antes de carcajearme.

Me sentía viva.

O incluso más que eso, me sentía extraordinaria. Tomé un par de


respiraciones y disfrute del momento, me sentía como la reina del mundo.

Algo dentro de mi bolsillo vibró inmediatamente.

Revisé mi blackberry de nuevo y la hora me despejó un poco la mente. 7:38


PM

Mi mamá debería de estar regresando a casa en estos momentos, tenía dos


mensajes de texto de Bianca y varias llamadas perdidas.

113
“¿DONDE ESTAS? TENGO TODO EL DÍA LLAMANDOTE”

Revise el siguiente.

“DIME QUE ESTAS BIEN, LLAMAME”

Bianca siempre se preocupaba por mí, tenía varias llamadas perdidas de


ella en buzón de voz. Y le marqué de regreso.

***

Esa noche Bianca quedó en pasar por mí para ir al cine, según ella la
partida de Gabriel era algo que tendría que ser superado por mí más
temprano que tarde. Al llegar a casa me di una ducha lenta no podía dejar
de pensar en las nuevas habilidades que ahora tenía y en cómo me hacían
sentir. El agua caía sobre mi rostro y en poco segundos estuve empapada de
pies a cabeza y pasé algo de champú de fresas sobre mi cabello y luego
pasé una esponja exfoliante sobre cada parte de mi cuerpo quería
permanecer debajo de la ducha un poco más de tiempo, quería tiempo para
pensar con claridad.

Pero al aclararme el acondicionador del cabello me pasé una toalla por el


cuerpo y salí disparada a mi habitación, me puse una falda corta de lino y
una blusa con cuello en v de seda color crema, con bailarinas del mismo
tono y me puse un cintillo de flores en el cabello dejando que mis nuevos
rulos naturales hacer su magia.

Bianca ya me esperaba en las afueras de mi casa.

Su cara se llenó de dudas y entrecerró los ojos pero no dijo nada hasta que
entré en el asiento del copiloto de su auto.

Prendió el motor y ambas quedamos en silencio.

--¿Que sucede?

Lance la pregunta.

--Nada, ¿conoces a una tal Elena?

114
Ella por alguna extraña razón no me podía mirar y mis vellitos del cuerpo
se erizaron en respuesta.

--No

--Mmm

Arranco de golpe el auto y pronto estuvimos sumergidas en la tortura del


tráfico. Ella puso algo de música en la radio pero mi cabeza no paraba de
dar vueltas…Elena…Elena….

¿Por qué sentía que conocía ese nombre? Aunque me era completamente
ajena, creo.

Seguía pensando mientras en la radio del auto ponían una canción de Pink
“TRY” sentía el nudo en mi garganta de nuevo.

Lo apagué inmediatamente.

Nunca lo había escuchado en realidad, me parecía ilógico que ese nombre


me tendría que sonar de alguna manera. Ella aparcó el auto en el
estacionamiento del cine y al cerrar la puerta supe que todo había
terminado.

La muerte estaba parada delante de mí y me mirada con fiereza. Bianca a


mi lado se mantuvo estable, ¿acaso ella no le tenía miedo? La había
intentado enterrar viva y no sentía nada.

Cerré los ojos con fuerza, y espere que ella me atacara. ¿Era a lo que venía
cierto?

Nada sucedía.

Ella ahora había dado un par de pasos y estaba tan cerca de mí que pude
percibir su aroma, olía a café recién hecho y a dulce de vainilla.

Sus ojos rosados me escanearon de pies a cabeza.

--Alicia

Su voz salió filosa al escupir mi nombre.

Di dos pasos hacia atrás, recordé que ahora era fuerte. No tenía por qué
temerle.

115
--Ya veo que te ha sentado bien “el toque”

¿Qué?

--¿De que estas hablando?

Mi voz salió como un susurro, tragué nuevamente. No dejaría que ella me


intimidara de nuevo.

Se acercó con un par de pasos y me metió un mechón de cabello detrás de


mi oreja.

--Hay algo que vengo a pedirte, y tú amiga esta de acuerdo con ello

Me giré donde Bianca estaba y su postura era rígida al igual que la mía.

¿Qué diablos?

--Es sobre Gabriel, los arcángeles lo tienen y es por tu culpa. Tenemos que
hacer algo

Su rostro que antes era severo pasó a indulgente contra mí.

Sus ojos rosados me llenaban de amargura, ¿Por qué tenía que confiar en
ella? Y mucho menos después de haber amenazado mi vida y la de Bianca
en muchas ocasiones.

--¿Qué esperas que yo haga? Soy una simple humana

Ella me miraba de arriba abajo.

--No creo que estés muy segura de lo que eres Alicia, pero te aseguro que
humana no es el término

Temblé levemente.

--¿Eso qué significa?

Ella ya estaba caminando en dirección a Bianca, e intercambiaron miradas.

--Creemos que eres una “tocada”

Sus miradas gélidas se posaron en mi rostro. Esperen… ¿Qué?

¿Creemos? Eso significa que Bianca…

¡No!
116
Negué con la cabeza y Bianca se acercó a mí lentamente poniendo ambos
brazos alrededor de mí.

--Explíquense

Continué hablando.

Ambas se miraron entre ellas. Bianca suspiró y se llevó ambas manos


detrás de espalda.

--Ally, yo también soy un ángel pero al contrario de ellos yo soy una caída.
O mejor dicho un ángel caído—dijo mientras me penetraba con su mirada.

Las palabras se iban posicionando en mi mente.

¿Qué?

--No—dije suavemente.

--Ella es como nosotros—dijo la muerte mientras se posaba las manos en


las caderas—No seas tonta.

--¡Elena!—reprendió Bianca.

Ambas se miraron de nuevo.

--¿Cómo?

Fue lo único que pude decir a partir de allí.

--Verás, antes de que tu llegaras a la ciudad un grupo de ángeles vinimos a


probar suerte en la tierra. Algunos por aburrimiento, otros por curiosidad,
otros, como Gabriel simplemente porque sus trabajos anteriores les
parecían crueles y sin significado—dijo Bianca mientras se arreglaba la
falda de su uniforme—Lo que importa es que estamos aquí y créeme que si
no hacen algo para ayudar a Gabriel, su historia no terminará bien—dijo
ella nuevamente.

Elena, quien en realidad era la muerte disfrazada disfrutaba haciendo


pequeños trucos con sus dedos e inmediatamente sucedían accidentes de
autos en la avenida cercana.

Parecía disfrutarlo.

Bianca en mi frente tenía cara de arrepentimiento.


117
--Lo lamento Ally

Bajó el rostro hasta sus zapatos. Estaba molesta con ella, por haberme
mentido, por haberme hecho pasar por toda esa cosa sola, por muchas cosas
más.

Gabriel vino a mi mente.

--¿Qué sucedió con Gabriel?

Elena dejó de jugar con sus dedos.

--Fue arrestado, los grandes arcángeles lo suponían como un factor de


riesgo para la seguridad nacional o algo…No sé que planeaban pero
Gabriel estaba envuelto en ello

Dijo Elena mientras se arreglaba su cabello rubio con sus dedos, ella
llevaba un top blanco de licra y vaqueros con sandalias tejidas. ¿Era posible
que ella me estuviera mintiendo?

¿Cómo se supone que deba confiar en ellas?

Ambas resultaban increíblemente capaces de decir una mentirita frente a


mis ojos.

Tome aire hasta llenar mis pulmones, había algo que quería preguntar
desde hace rato.

--¿Qué es eso de ser “tocada”?

Elena frunció el ceño.

--Para ser muy inteligente no pareces pensar mucho en las cosas—dijo con
repruebo--El toque de un ángel es un tipo de bendición que recaen en algún
ser humano normal, por lo general el ángel que bendice se ata eternamente
con el alma del bendecido, aportándole fuerzas que antes no tenía, ni suerte
que antes el humano no disponía, pero en tu caso….

Dejo la frase inconclusa.

--En mi caso ¿qué?

Miraba nerviosa a Bianca y a Elena.

118
--El ángel que te ofreció el toque no es más y nada menos que Miguel
ángel—dijo mientras miraba fijamente el suelo.

--¿Eh?

No sabía nada de ángeles ni arcángeles pero…

--Miguel ángel, es uno de los arcángeles supremos en nuestra orden y


bueno que él te haya concedido el toque es extraño

Su voz iba disminuyendo gradualmente.

--¿Por qué?

Dije suavemente.

--El no es de ese tipo de ángeles dadores, es un poco más receloso con esas
cosas—dijo Bianca mientras retocaba su labial

--No entiendo

Dije levantando las manos al aire.

--Nosotras tampoco, solo sabemos que sucedió en algún punto entre mi


ataque—dijo Elena intentando evitar una sonrisa y fallando potencialmente

--Y tu salida del hospital—concluyó Bianca.

Mis razonamientos no estaban del todo errados. ¿Por qué un ángel de ese
calibre se había tomado la molestia en darme su bendición? No es que me
estuviera quejando es solo que me parecía todo muy extraño en este punto
de la vida. Miré hacia el cielo en busca de respuestas y nada, estaba
completamente sola y con poderes inimaginables a mi disposición. A mi
lado Elena seguía explicándome lo que era recibir una bendición de ese
calibre pero yo solo escuché las palabras, inmortalidad, poderes, y fuerza
extrema.

Era como un grupo de palabras que en toda mi vida nunca pensé que me
llegaran a definir.

Ahora que sabía que no era completamente humana, sabía que podía ir y
rescatar a Gabriel, podía usar estas nuevas fuerzas y habilidades. Podría
verle de nuevo.

119
Algo de esperanza comenzó a crecer dentro de mí.

--¿Cuándo iremos por Gabriel?—dije eufórica con mi nueva voz


aterciopelada.

--No es tan fácil—dijo Bianca— hay miles de sus hombres rodeándole y


para llegar a ellos hay que tener una técnica distractora mientras la otra va a
rescatarle, una de nosotras no está apta para ir.

Ambas se miraron y supuse que me había perdido de algo.

--¿Dos de nosotras?—dije intentando pensar con más claridad.

¿Se referían a mí?

Algo de orgullo comenzó a crecer dentro de mí.

--Yo puedo…

Elena me interrumpió.

--Bianca es la que no puede ir, ella es fácil de rastrear—dijo Elena


mirándola fijamente y esta sentía con la cabeza.

--Ya sabes, tengo un rastreador que me sigue a todos lados—dijo con una
sonrisa de medio lado. Y la verdad es que no la entendía para nada. Si ella
no iba a poder ayudarnos, esto solo se resumía en dos personas, Elena y yo.

No sabía porque pero no quise preguntar de todas maneras, ya tenía


suficientes cosas que procesar esta noche. Sobre todo que mi mejor amiga,
era una de los caídos.

120
9

Cuando regresé a casa mi cabeza comenzaba a zumbar como un abejorro y


me quité los zapatos y la ropa y los tiré en una cesta cerca de la lavadora,
encendí el agua caliente de la ducha y luego el agua fría, me metí debajo
del agua hasta que todos mis músculos comenzaron a relajarse cerré los
ojos por un par de minutos. Mi vida se estaba comenzando a tornar
peligrosa y arriesgada, y todo ello por estar tras un chico, uno que amaba
con locura y del cual no podía sacarme de la cabeza tan fácilmente.

¿Por qué no me fije en un chico de los del equipo de fútbol como todas las
demás de mi colegio?

Tal vez él y yo estábamos destinados a conocernos, a estar juntos y


enamorarnos locamente. La imagen de sus ojos azules se apoderaron de mi
mente y cerré la llave del agua, varias gotas comenzaron a caer de mi
cabello hasta el suelo y me di cuenta que estaba llorando solo hasta el
momento en que mi cuerpo se estaba moviendo violentamente hacia
adelante como con pequeñas convulsiones mientras sollozaba.

Me puse un poco de champú en las manos y comencé a frotar todo mi


cuero cabelludo haciendo perfectos círculos, luego me apliqué jabón y me
enjuagué todo de una sola vez.

Salí del baño con una toalla alrededor de mi cuerpo y fui por algo de ropa
limpia.

Me puse una blusa de seda rosa y un mini short a conjunto que mi madre
me había puesto en la cama como ofrenda de paz, miré la etiqueta de las
prendas y decía “VICTORIA SECRET”.

Mierda, esto debía haberle costado una fortuna. Espera. ¿No teníamos
problemas de dinero? Esto debía ser obra del señor doctor perfecto.

Tiré una almohada a mi cama y enrollé mi cabello en unos rulos de plástico


y comencé a pasarles el secador un poco lejos de mi cabello. Cuando
estuvo seco los solté en cascada sobre uno de mis hombros.

Me puse humectante en toda la cara y me dispuse a dormir, pero mi cabeza


no paraba de pensar.

121
Las luces de la noche se filtraban por mi ventana y de repente un sordo
dolor de cabeza iba emergiendo en mi frente, porque tenía que ser todo tan
complicado, porque no podía simplemente dar vuelta atrás en el tiempo y
regresar a mi vida anterior, mis padres ausentes todo el tiempo, Bianca
llevándome de compras al supermercado y al cine, yo intentando tener altas
notas ara poder ir a la universidad. Todos mis sueños anteriores parecían
inexistentes ante esta nueva premisa. Solo quería que Gabriele estuviera de
vuelta conmigo, el siempre sabía qué hacer en momentos así…

Pensé en el encerrado en un calabozo siendo azotado y todo dentro de mí


comenzó a temblar nuevamente, una corriente de aire estaba entrando por
mi ventana. Me paré a cerrarla cuando una sombra negra golpeó contra ella
y me haló contra el frío césped trasero de mi casa.

Un par de segundos pasaron y me puse en posición para defenderme, ya no


era la misma chica de antes, ahora un sentimiento emergía dentro de mi
pecho y solo lo podía relacionar con la valentía.

La figura delante de mí sonreía con prepotencia. Era un chico alto con


cabello corto estilo militar en un tono rubio cenizo, de piel clara y ojos
negros amenazantes. Llevaba un par de piercings y tatuajes en sus hombros
y ropa estilo militar.

Me tendió una mano para ayudarme a levantar.

Dudé en tomarla, e inmediatamente pateé fuerte en su dirección. Un


quejido de dolor salió de su boca.

Ahora estaba encima de él presionando sus manos sobre su cabeza, con


tanta fuerza que sus ojos estaban abiertos como platos.

--No espere que fueras del tipo agresiva—dijo en tono burlón.

--¿Quién eres?

Escupí las palabras con tanta fuerza que casi olvidaba donde me
encontraba, mi madre se iba a despertar si escuchaba un ruido raro.

El chico me miraba entre divertido y asustado.

--Mi nombre es Tomas, eh venido en son de paz

Dijo como si estuviéramos en una película de la televisión.

122
--¿Qué quieres?

Mi voz salía amenazante.

--¿Ahora? Un beso tuyo me bastaría…

Le planté una bofetada en su rostro al ver que intentaba acercarse a mí


rápidamente.

--¡Aléjate de aquí y de mi casa!—dije tan bajo que sonó a una amenaza.

El chico se levantaba del suelo con pesadez.

Ahora sus ojos negros se posaban en mi cuerpo, y por primera vez me sentí
violada.

--¿Qué?

Escupí las palabras.

--Nada, es solo que…no estas mal

Algo en sus palabras hizo que se me revolviera el estómago de una manera


positiva.

¿Ahora me gustaban los elogios?

Negué con la cabeza.

--¿Quién te mando?

La sola idea de estar siendo supervisada por los arcángeles me aterraba,


¿ahora también me estaban mandando a vigilar?

--Nadie, solo soy un observador

Dijo mientras se llevaba las manos a los bolsillos de sus jeans rotos, llevaba
camisa con cuello de tortuga de tela militar en verde y negro y zapatos
deportivos verdes manzana.

Era extraño.

--¿Observador de qué?

El viento frío de la noche me topó con fuerza y me estremecí. El me miraba


con algo de amenaza en sus ojos.

123
--Los arcángeles tienen un ojo en ti y vine a ver el porqué de ello

Dijo dando dos pasos hacia mí.

Di dos pasos hacia atrás.

--Pero solo pareces ser una humana cualquiera

Ahora me miraba con más atención.

--Aunque…

Dijo mientras se acercaba a mí de repente y pasaba uno de sus largos dedos


por mi mandíbula hasta mi cuello dibujando pequeños círculos en él.

--Te ves apetitosa

Me aparté de él de un manotazo.

--¡Suéltame!

Levantó ambas manos al aire. Y me relajé visiblemente.

--Vale, lo lamento. Es que con las chicas lindas tengo una debilidad secreta

Se carcajeó en su sitio.

--¿Qué quieres?

Repetí la pregunta apartándome lo suficiente del sitio.

--¿Por qué eres tan valiosa para los arcángeles? ¿Por qué han mandado a
varios co-capitanes a vigilarte?

¡Lo sabía!

Si estaba siendo vigilada después de todo.

--No lo sé—mentí

Una mueca se posó en su rostro.

--Bueno, eso esta por verse pequeña enana. Ellos no observan a cualquier
chica promedio porque sí. Cualquier cosa, estoy residenciado en los
apartamentos sub-urbanos en la zona industrial, si necesitas alguna clase de
favor….

124
Sus ojos oscureciéndose mientras hablaba.

Ahora sus ojos estaban clavados en mí y se iban oscureciendo cada vez


más. La luz de la cocina se encendió detrás de mí dentro de la casa y
cuando miré en la dirección me fije que mi madre se había levantado,
cuando volví el rostro en dirección a el chico que se hacía llamar Tomas, el
ya no estaba.

El viento frío de la noche me hizo castañear los dientes y trepé por mi


ventana nuevamente.

Mis conclusiones eran ciertas, estaba siendo observada.

***

Al día siguiente mi cabello estaba totalmente arreglado y brillante como si


hubiera ido a una peluquería recientemente, varios reflejos rojizos
comenzaron a aparecer en las raíces y el tono castaño caoba se estaba
mezclando perfectamente. Mi madre se había ido al trabajo en la mañana,
pero hoy no tenía trabajo. Miré la agenda de la cocina y si, ella tenía el día
libre.

Me rasqué la cabeza y fui por un plato de cereal con leche. Vi como caían
en el bol miles de colores y se comenzaban a desintegrar con la leche
mientras los revolvía con una cuchara de aluminio, mi mente divagaba
mucho estos días. Como era posible que estuviera siendo observada todo el
tiempo, y que para el colmo de todos tenían apresado al chico dueño de mis
afectos.

Si mi padre estuviere vivo el tal vez me enseñara el camino que debería


seguir, el era muy recto en cuanto a las tomas de decisiones. Por un
momento pensé que su muerte tal vez no había sido como habían dicho los
forenses, tal vez había algo detrás de ello.

Sorbí un poco de leche con la cuchara, y pensé que tal vez estaba siendo
paranoica.

125
Pensé en Gabriel y en cómo había terminado conmigo, y en cómo ni
siquiera se había girado para darme la cara mientras me terminaba. El dolor
crispó mi rostro y de repente ya no tenía más hambre, tal vez después de
todo. El era demasiado para mí. Lave el bol con agua fría que salía del
fregadero y un poco de jabón y lo deje escurriéndose en el fregadero boca
abajo. Me recosté con ambas manos en él y me quedé mirando como una
pequeña gota de agua caía de la llave y mojaba la cuchara.

Tal vez…

Si le rescatara el podría volver a estar conmigo, o por lo menos se lo debía,


era por mi culpa que estaba allí encerrado.

Mi padre decía que una acción valía más que mil palabras. Me enjuague las
manos y subí corriendo a mi habitación saltando de dos en dos cada
escalón.

Pero primero, quería asegurarme de unas cosas.

Subí a mi habitación y cerré con cuidado la puerta, mi madre había


mandado a cambiar la cerradura. Y tome algo de ropa y salí disparada al
baño.

Me cepillé los dientes con esmero y me di una ducha rápida. Me puse unos
leggins grises y deportivas negras, junto a una camiseta negra con un logo
de AC/DC me peiné con una cola de caballo alta y salí disparada por la
puerta.

Aún no tenía mi licencia, Bianca estaba justo hoy tratando de conseguirnos


a ambas unas de esas. Así que decidí comenzar el trote hasta los
apartamentos de la zona industrial, si quería respuestas necesitaba ir allí.

***

La serie de apartamentos que ante mí se visualizaban no eran entre los más


confortables de la ciudad ni siquiera sabía cómo había tomado el valor en
adentrarme en la zona más peligrosa de la ciudad pero allí estaba. No tenía
una dirección en concreto, solo tenía un nombre grabado en mi mente y
solo con eso me bastaba. Seguí caminando hasta toparme con un anciano
de unos ochenta años de edad y por sus vestimentas parecía más un

126
indigente que cualquier otra cosa, menos mal había dejado mis pertenencias
más valiosas en casa, de lo contrario sabía que las perdería en el camino
hasta ese apartamento.

Me acerqué hasta lo que parecía ser su refugio y dentro había miles de


gatos y perros en malas condiciones, un olor fétido pegó contra mi nariz y
el anciano salió de repente con una cacerola entre sus manos.

Bloqueé su golpe con mis codos y lo arrastré hasta un callejón sin salida.

El me miraba como si fuera el anticristo en persona.

--Lo lamento

Dije mientras lo soltaba.

El me miraba como si estuviera loca de remate.

--¿Conoce a un tal Tomas?

Dije mirando como sus rodillas estaban peladas y sangrantes.

--Si

Me crucé de brazos ante él.

--¿Entonces?

Una de sus cejas se alzó y pudo casi atravesarme con su mirada gélida.

--Mira niñita, no me das miedo. Si quieres información tendrás que pagar


por ella

El viejo anciano escupió un poco de chimó que tenía entre sus dientes, la
saliva negra olía a putrefacción en su boca.

No era absolutamente necesario que implementara mi fuerza, pero no vine


a perder el tiempo. Di un fuerte golpe contra uno de los muros de ladrillo y
este cedió ante mi puño resquebrajándose en miles de pedazos y su quijada
casi toca el suelo del miedo.

Di dos pasos para acercarme a él.

--¿Tomas dijiste? El vive en el apartamento 4B

Dijo mientras señalaba un apartamento a un par de manzanas de aquí.


127
Levanté una de mis cejas y comencé a trotar en esa dirección, ahora sentía
culpa por manipular a ese viejo ancianito, pero quería respuestas y las
necesitaba rápido.

Toqué el timbre de su puerta miles de veces.

4B….Miré en la guía telefónica que había al lado. Tenía un par de páginas


arrancadas pero me tendrían que servir.

Su nombre no aparecía en las listas….

Decidí subir por un costado del edificio por las escaleras de incendios. Más
rápido y sencillo que tener que esperar que me abrieran la puerta. Me colé
por una ventana del cuarto de al lado, tal vez sería el 3B o EL 2b…la
verdad eso no tenía importancia.

Entré de todos modos.

La habitación estaba vacía por lo que mientras salía de esta toqué varias
veces en el cuarto de al lado.

El mismo joven de la otra noche mi miraba con autosuficiencia.

--Viniste

Dijo él mientras la comisura de su boca se elevaba lentamente. Llevaba una


camiseta ceñida al cuerpo que dejaba ver un par de tatuajes en sus hombros
y espalda, jeans decolorados y rotos y deportivos en tono blanco con líneas
verdes.

Asentí.

Y lo metí de un puño dentro de su casa.

La casa era un nombre que le quedaba grande a ese pequeño espacio de dos
por dos. La cocina, el baño y la habitación eran una sola, con la única
diferencia era que el baño tenía puerta propia. El se sentó en su cama sin
vestir de mala gana.

Me miró con sus ojos oscuros eternamente antes de hablar.

--Viniste por respuestas.

Me tendió una botella de agua saborizada.

128
Estaba increíblemente amable el día de hoy. Me senté en una vieja silla de
madera. El me miraba mientras se daba un trago de su cerveza.

--¿Qué necesitas saber?

Su mirada pasó a comprensiva en pocos instantes y me sentí de repente


muy tímida ante él.

--Bueno, dijiste algo sobre los arcángeles. ¿Ellos están observándome


incluso ahora?

Su cabeza se inclinó hacia uno de los lados con vehemencia.

--Pues sí, dado que yo soy uno de ellos

Dijo tan sencillamente que de repente me sentí inmutada delante de él.


Ambos brazos tensándose a mí alrededor.

¿El era uno de ellos? Eso significaba que…

El dio un leve resoplido.

--Pero ya no trabajo para ellos, ahora estoy por mi cuenta.

Dio otro trago a su cerveza.

--Continúa

Miré el suelo con timidez.

¿Debería hacerle estas preguntas a él? ¿Era de fiar esta persona?

Fruncí en ceño y seque varias gotas de sudor de mi nuca con cuidado.

--¿Cómo puedo saber cuándo me están observando y cuando no?

Ahora él jugaba con un piercings de su ceja. Era de plata y muy brillante.

--No lo sabes, eso es lo divertido.

Ambos nos miramos por más tiempo del debido y su teléfono celular sonó
por lo bajo.

Atendió inmediatamente sin disculparse por atender frente a mí.

Colgó.

129
--Lo lamento pequeña enana, tengo cosas que hacer

Se levantó de su cama y se puso una chaqueta de cuero negra por ambos


brazos y me señaló la puerta.

Estaba tiesa en mi sitio.

El giró la cabeza hacia mí.

--A menos que quieras ir conmigo, pero te seguro que no será placentero
para ti.

Me alisé los vaqueros y salí de la habitación con él. Aún tenía cientos de
preguntas que hacerle, no iba a desaprovechar esta situación ni un poco.
Bajamos corriendo por las escaleras del lugar y él se montó en una Harley
del 86 una motocicleta negra con detalles en color plata muy bonita. Me
senté en el asiento de atrás y me aferré a su cintura.

¿Debería dejar mis manos allí?

El me miraba con evidente diversión en sus ojos.

--¿Primera vez?

Asentí.

--Vale, sujétate a mis costados con la fuerza suficiente para que tengas el
equilibrio correcto. Iré despacio en los primeros metros.

Dijo antes de girarse en u por la autopista e ir acelerando gradualmente en


ella. El estaba siendo amable conmigo traté de no darle muchas vueltas al
asunto.

Esto se sentía como una paz interna muy severa, solo escuchaba el rugir del
motor y luego nada más.

Las figuras a mi lado pasaba como un eterno borrón de colores mientras


íbamos acelerando y deseé que el tiempo se mantuviera como estaba ahora,
como suspendido.

Al llegar al sitio me mantuve en mi silla tanto tiempo aferrada a él que mis


nudillos estaban blancos por la presión.

El se giró a mí y me dedicó una sonrisa completa.

130
--Ya llegamos Alicia

Me bajé con dificultad.

--¿Qué es?

Mire el edificio que estaba enfrente de mí, sabía que pertenecía a una vieja
empresa que había quebrado una tal compañía Maxwell para la venta de
artículos para el hogar. Miré nerviosa a Tomas quien se lanzaba una leve
carcajada.

--Allí está tu novio

Dijo señalando uno de los edificios laterales. Me quedé embobada mirando


el edificio, parecía una prisión ahora que la veía bien. Pero el me había
tomado de la mano y llevado en dirección contraria.

Quería zafarme de su mano y correr en la otra dirección, eso era por lo


menos lo más justo para mí. Pero seguí caminando como si nada. El me
miraba de vez en cuando para asegurarse que estaba respirando.

El edificio al que entramos era más pequeño que el anterior, pero era igual
de desagradable visualmente hablando, miles de ladrillos rojos cubrían las
paredes y el moho se estaba haciendo dueño de la mayoría de la
infraestructura.

Me mordí el labio.

Miles de hombres estaban reunidos en un círculo antes de darse la vuelta


para vernos, uno de ellos corpulento de tez morena oscura y ojos negros
como la noche y de denotados músculos en todo su cuerpo, al parecer era el
jefe. El resto de hombres eran desafiantes en cuanto a su tono muscular
pero a pesar que se veían jóvenes superaban los dos metros de altura sin
dificultad.

Cuando terminamos de entrar las miradas se posaron en mí y luego en


Tomas.

--¡Tomas!

El jefe gritó por los cuatro vientos.

Este se abalanzó en un abrazo y luego volvió la mirada sobre mí.

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--¿Ella es tu chica?—dijo codeando un poco a Tomas y este enrojeciendo
levemente.

--Ella es Ally, es humana—dijo Tomas levantándome del suelo como si


fuera una reina.

Todos clavaron sus ojos en mí.

Esperaba que ninguno me reconociera, no deberían ¿o sí?

--Te estábamos esperando para un trabajo en las afueras de la ciudad,


varios caídos se están auto proclamando independientes y sabes cómo eso
nos ralentiza el trabajo—dijo uno de ellos que tenía el cabello rojo como si
su cabeza estuviera encendida en fuego.

--¿A qué no?

Dijo Tomas mientras les lanzaba a ellos una cadena de plata con varias
iniciales en el. Ahora todos los hombres me ignoraban y contaban historias
sobre los arcángeles y los ángeles sin inmutarse por mi presencia. Era como
si pensara que no iba a contar nada de esto, luego.

Me mordí el labio mientras escuchaba como contaban la historia sobre


cómo le dieron caza a Gabriel, y decían palabras groseras sobre él. Y en
como se había entregado por protegerme a mí.

Algo dentro de mí se revolvió de dolor.

El me amaba.

Uno de los hombres se levantó y enseñó cómo le hizo un par de llaves a


Gabriel para hacerlo derribar contra el suelo. Una mueca de asco se dibujo
en mi rostro.

--Y el muy tonto se entregó por una humana—dijo el jefe mientras daba un
trago a su tequila con limón.

Al ver mi cara me ofreció un poco.

Negué con la cabeza y ellos continuaron con su plática.

--Les hemos ido a dar latigazos tres veces por día desde hace un par de
semanas y en las noches le negamos el agua y el alimento. Yo no soportaría
ni una pizca de tortura por la vida de una simple humana debilucha—dijo

132
uno de los rubios mientras mordía con fuerza un muslo de pollo asado y me
miraba—disculpa—añadió.

Le di una sonrisa temblorosa.

¿Qué debería decir a eso?

--Por más que este buena una humana, no es como si no estuviéramos


dotados para conseguir otra más adelante—dijo un morenos con rizos
despeinados que estaba detrás del jefe y que bebía cerveza de raíz.

Otro hombre asintió con su cabeza ante ese comentario y el resto de la


reunión fue de burlas hacia el pobre Gabriel y en cómo se habían llevado a
la cama a más mujeres humanas que las que yo podía haber conocido en
toda mi vida.

Tomas se había sentado en mi regazo y pasó su mano detrás de mis


hombros, más que una señal de coqueteo era una señal de dominio. Así
ninguno se iba a atrever algo conmigo, por lo menos. Miré nerviosa a
Tomas y me dedicó una sonrisa leve.

Continuaron hablando hasta más de las seis de la tarde y le di un suave


pellizco a Tomas para irnos.

Había sido suficiente, ahora quería correr a mi cama y sollozar por Gabriel,
en la estaba pasando mal por mi culpa y yo muy relajada en el mundo
exterior. Nos levantamos de nuestras sillas de madera y nos despedimos
con la manos, el daba grandes apretones de manos a sus compañeros y
felicitaba a uno de ellos por la captura de un caído en estos días. A esto era
lo que se refería Gabriel, a ellos, eran los que debería temerles.

Tomas me llevo de la mano a las afueras del sitio y puso ambas manos
sobre mis hombros.

Sus ojos clavándose en los míos.

--¿Qué?

--Nada, ¿segura que estas bien?

Dijo él con evidente miedo.

Asentí con la cabeza.

133
--Lo lamento, supongo que ha sido mucho a lo que te he expuesto. No lo
pensé—dijo mientras se rascaba la cabeza con molestia.

--Me has ayudado, no tienes porque disculparte

Le rocé su hombro con uno de mis dedos y se tensó ante mi toque.

--No, si ellos hubieren descubierto quien eras tú….

Un pensamiento sombrío cayó sobre nosotros. Pude haber muerto, y lo


sabía.

Lo abracé tan fuertemente que el aire de mis pulmones salió a borbotones


por mi boca. El en cambio se tensó por él, y luego sus músculos se iban
relajando mientras pasaban los segundos.

--Gracias

Repetí con una sonrisa. Ahora en realidad sabía a lo que me enfrentaba, y


en donde podría venir a rescatar a Gabriel. Me monté en el asiento trasero
de su motocicleta y me dejé llevar por la brisa de nuevo, volviendo a
encontrar mi sitio de paz.

***

Eran las 8:34 PM.

Me dejo justo al frente de mi casa, no era necesario que le diera la


dirección de todas maneras. Pero allí seguía yo, sin poder bajarme de la
motocicleta de todas maneras y el riendo con una pequeña carcajada.

--¿Todo bien allá atrás?

Dijo ahogando una risa.

Me bajé de la moto intentando no caerme. Me sentía cansada, pero no


físicamente, sino emocionalmente. Lo miré con ojos de cachorro.

--¿Qué sucede?

Sus ojos negros mezclándose con la noche.

134
--¿Por qué hoy eres amable conmigo? Es decir, anoche fuiste un imbécil
total

Una mirada triste pasó por su rostro.

--No lo sé, es que me recuerdas a alguien, es todo.

Se aferró con más fuerza a su motocicleta. ¿A alguien? Mi boca se había


quedado seca.

--Gracias nuevamente

Un sonrisa sincera se deslizo por mi boca, era la primera en semanas.

--De nada, ten cuidado con los arcángeles. Siento que te estarán observando
con más cuidado a partir de ahora.

Asentí.

El aceleró su motocicleta y se perdido con el trafico de la avenida principal


que quedaba a varias manzanas.

Entré en la casa con pasos regañados, lo sabía, sabía que rescatarle no iba a
ser algo fácil, que tendría que vencer muchas cosas antes de eso.

Pero la culpa pesaba en mi interior de tal manera que mi cuerpo con sus
escasos 49 kilogramos se sentía como tener una hectárea de terreno en mis
espaldas.

Cerré los ojos y me deslice con el contrario de la puerta, solo contando


hasta tres…

Un quejido me despertó de golpe, mi madre me veía con mala cara.

***

Mi madre llevaba una blusa de seda color azul cielo y mini falda plisada de
lino negra con tacones de aguja en el mismo tono. Atrás de ella estaba el
doctor Samuel con traje elegante en tono negro y camisa de vestir gris
pálido.

135
Ambos con los ojos abiertos como platos y un poco cabreados conmigo.

--¿Me puedes decir que son estas horas de llegadas tuyas?

Explotó mi madre.

Sus ojos cafés inyectados en sangre.

--Lo lamento

Dije aún recostada contra la puerta y sin ánimos de levantarme, si me iba a


castigar por un mes o por un año, no me importaba. Ya me sentía como
basura andante.

Levanté la mirada para desafiarle.

--¿Y ni siquiera te llevaste tu blackberry? ¿Tienes idea de cuan


preocupados estábamos?

Mi madre gritaba histérica por toda la casa. El doctor solo estaba recostado
contra una de las paredes sin saber qué hacer.

--Intente llamar a Bianca para ver si estabas con ella, pero lo negó todo.

Puse los ojos en blanco.

--¿Tienes idea de cuan preocupada estuve las últimas cuatro horas de mi


vida?

Asentí levemente.

--Lo lamento

Repetí.

Ambos se quedaron fríos en sus posiciones mientras mi madre que estaba


totalmente cabreada ahora me miraba como si quisiera arrancarme los ojos
y dárselos de comer al perro del vecino. No tenía ánimos de nada.

Me pare del suelo y subí las escaleras de dos en dos.

Mi madre me detuvo por un brazo tan fuertemente que comencé a


sospechar que ella tenía súper fuerza o algo.

Me detuve en seco.

136
--¿Estoy castigada?

Me miraba con intensidad.

El doctor le puso una mano en su hombro y esta soltó su agarre.

--Castigada hasta nuevo aviso

Dijo finalmente.

Cerré la puerta de mi habitación y caí de cabeza en mi cama de hierro.

No quería pensar más. No por hoy por lo menos.

Mi blackberry comenzó a vibrar con un tono de esos que vienen


predefinidos revisé el mensaje.

Era de Elena.

“MAÑANA COMENZAREMOS A ENTRENAR”

Otro más abajo decía esto.

“POR CIERTO, SI PIENSAS CAMBIAR A GABRIEL POR UN


ARCANGEL REBELDE ME LO PUEDES CEDER SIN PROBLEMAS”

Arrugué el entrecejo y lance el blackberry hasta la cesta de ropa sucia.

Púdrete Elena, cerré los ojos y di varias vueltas en la cama esperando caer
dormida.

No lo necesitaba, físicamente. Pero solo quería desconectar mi cabeza un


rato.

Y así fue…

137
10

Elena me miraba con furia desde el otro lado del acantilado, ella llevaba
una blusa de tirantes amarilla con volantes muy hermosos y elegantes y una
mini falda blanca casi vaporosa ante la suave brisa de otoño, llevaba botas
de cuero en tono café y su cabello esta vez estaba un poco corto sobre sus
hombros delgados y finos. Apagué el motor de auto y sudé en si me bajaba
o no, hacia esto por Gabriel, internalicé en mi cabeza pero aún así me
aterraba la idea de confraternizar con la chica que había intentado
asesinarme en varias ocasiones. Cuando se topo con mi mirada su ceño se
frunció levemente, la vi tomar un par de respiraciones y se acercó a mí casi
refunfuñando.

--¡Llegas tarde!—escupió las palabras mientras se cruzaba de brazos ante


mí.

Me encogí de hombros.

--Primera lección del día, nada de tener miedo—dijo mientras señalaba el


acantilado detrás de nosotras, temblé antes de si quiera asomarme a ver qué
tan alto estaba. Casi treinta metros.

Suspiré y me volví hacia ella

Una sonrisa torcida se apodero de su rostro. ¿Acaso pensaba que? No me


dejo si quiera terminar mi pensamiento.

--Vas a saltar—dijo mientras se miraba las manicure de sus uñas y luego


me clavó su mirada fijamente, el rosa de sus ojos se estaba convirtiendo en
morado casi rojizo al imaginarse a mi siendo lanzado por el acantilado.

--¡Podría morir en el intento!—dije con la voz hecho añicos, la verdad es


que era una cobarde sin remedio

--No lo harás ahora “tienes el toque” y lo que eso signifique—dijo mientras


posaba su peso sobre su otra cadera—lo que significa que aunque lo
intentes no morirás—una mueca se dibujo en su rostro, al parecer esa idea
no le era grata en los absoluto.

--¿Estas segura?—dije mirando de nuevo al acantilado y de nuevo a ella.

138
--No—dijo mientras se lanzaba una de sus risitas personalizadas, casi deseé
que se atorara con su saliva mientras reía.

Todo el peso de la realidad se apodero de mí y sentí mis piernas flaquear.


Ella también lo notó aunque trato de no burlarse de mí. Si queríamos pasar
esto juntas necesitaba que yo también colaborara más temprano que tarde
pos supuesto.

Tome un par de respiraciones antes de acercarme a la orilla y dejar atrás a


mi suéter con capucha y mis tenis, quedando solo en leggins y una camiseta
con estampado de mi banda favorita AC/DC .ella tenía su mirada clavada
en mi nuca, lo podía sentir

Se aproximo a la orilla y casi pude presentir que me empujaría, en cambio


se acerco y me puso una mano en el hombro, protectoramente.

--¿Estas bien?—la voz suave de ella hizo eco en la soledad donde


estábamos

--Aja—fue lo único que alcance a decir presa del pánico

--Si no puedes hacer esto, mucho menos podrás ir a rescatar a Gabriel—


dijo mientras se apartaba hacia mi auto, la vi recostarse de él y cruzarse de
brazos nuevamente

--¡No tengo todo el día!—grito a lo lejos y ya había vuelto a ser la misma


chica odiosa de siempre.

Casi podía sentir la sangre bombeando en mis oídos antes de lanzarme, de


repente nada mas pasaba por mi cabeza y casi me sentí libre. No pensaba
en mi padre, ni en Gabriel, ni en mi madre ni si quiera en mi mejor amiga
Bianca. Solo en mí y en la fuerte marea que me esperaba abajo, casi como
si me estuviera sacarificando para algo di un paso adelante y simplemente
me olvide de todo. Un vacio en mi cabeza apareció rápidamente, el aire que
me mantenía suspendida ahora era mi enemiga atrayéndome contra la
superficie del agua y haciéndome sacar todo el poco oxigeno que todavía
tenía dentro, abrí los ojos y vi como entraba en el agua todo mi cuerpo y
veía salir de mi boca las miles de burbujas de agua casi instantáneamente.

Me fascinaba todo ello.

139
En lo profundo del agua podía apreciar lo hermoso que era todo debajo del
agua y casi pude esclarecer como los peces se acercaban a mí como si yo
fuera un bicho raro, miles de peces dorados y en tonalidades de naranjas se
acercaban a mí, ahora podía aguantar la respiración más que antes. Mis
pulmones funcionaban a la perfección y ahora deseaba permanecer allí
abajo por más tiempo, solo que una fuerte ola que se estrelló contra el
arrecife me pareció tan maravillosa que hizo que mi cuerpo
involuntariamente saliera para ver como estas se estrellaban contra él.
Apenas me giré otra ola venía en proceso llevándome con ella y haciendo
me chocar contra el arrecife. Pero en vez de catapultar mi cuerpo en una ola
de dolor fue más como un ligero cosquilleo a mi espalda.

Supuse que un humano normal, no podría aguantar aquello y me pasé la


mano por mi cabello ondulado antes de salir del agua apresuradamente.
Elena me esperaba con una toalla en la mano.

--¿Te has divertido?—dijo casi cínicamente mientras me tiraba la toalla en


la cara y se giraba sobre sus botas en dirección al auto.

La seguí inmediatamente.

--Iremos al paso dos, defensa—dijo mientras sacaba unas vendas de boxeo


de su mini bolso de Gucci y señalaba a un hombre de gran tamaño que
estaba en un lado del auto.

--¿Pelearé con él?—dije casi escéptica

Elena se giró de nuevo para mirarme de arriba abajo.

--¿Qué pensabas? ¿Qué yo arruinaría mi manicure?—dijo mientras me


quitaba la toalla que ahora estaba empapada y me daba ropa seca.

Me pasó un mono deportivo gris y una camiseta sin mangas negra. Me


coloqué las vendas en ambas manos como se supone que debería, y me las
apreté hasta que mis manos pudieron moverse más cómodamente. El
grandulón era un peleador profesional, medía un metro ochenta y su piel
morena oscura estaba cubierta por tatuajes con simbologías extrañas para
mí y con alguna que otra cicatriz de guerra.

Tragué completamente nerviosa y Elena se sentó lejos de nosotros mientras


nos miraba entrar a un pequeño ring improvisado con piedras y cocos que
delimitaban el terreno. Ella era buena organizando cosas, y en menos de un
140
segundo de comenzar la pelea ya estaba yo fuera del ring y volando por los
aires.

Toda la arena se me metió por la ropa interior mientras rodaba sobre mi


cuerpo violentamente.

Elena ahogaba una carcajada mientras se pintaba los labios a lo lejos.

--¿Eso es todo?—gritó a lo lejos—Pensé que durarías más de dos segundos


dentro del ring—añadió para molestarme.

Me metí al ring nuevamente.

Ahora el grandulón acercaba sus cejas concentrándose y me comenzó a


lanzar golpes con su puño derecho, los cuales esquivé rápidamente, pero
los siguientes golpes fueron directamente a mis costillas, rostro y dientes.
Agradecía la voluntad de ser inmortal pero esto era ridículo, en realidad si
podía sentir todo, y comenzaba a preocuparme que el efecto de esto se
estuviera pasando.

Me lanzó un par de golpes y luego otro par, ahora le estaba comenzando a


agarrar el truco a esto. No era tanto de lanzar golpes si no de saber esquivar
los del oponente y saber aprovechar los momentos en los que se debilitaba
su defensa.

Justo en el momento en que me lanzó otro golpe lancé uno mío a su


clavícula y con todas las fuerzas que tenía lancé al grandulón al otro lado
del ring. Elena ahora tenía palomitas de maíz y refresco entre sus manos.

¿En qué momento compraba todo eso?

La práctica concluyó conmigo moribunda en el suelo de la playa y Elena


dándole indicaciones al grandulón para que quedaran para una cita. Luego
de eso Elena se acercó a mí con una gaseosa de cereza en su mano y
entrecerrando los ojos. Yo todavía seguía tendida en la arena boca arriba.

--¿Te piensas levantar de allí algún día?—dijo entrecerrando los ojos otra
vez.

Negué con la cabeza.

--Si apenas estamos empezando—dijo con una sonrisa sarcástica en sus


labios.

141
--¿Qué? ¿Pensé que habíamos acabado?—dije mientras me levantaba con
pesar del suelo.

--Terminamos la práctica de boxeo, ahora viene la de escalada, luego


natación y por último carrera a larga distancia—dijo mientras se peinaba un
par de mechones de su cabello rubio y lo volvía a colocar en su sitio.

--¿Estas de broma?—dije con el ceño fruncido

--No—dijo y se cruzó de brazos--¿Vas a hacer esto o no? ¡Por qué puedo ir


por Gabriel perfectamente sola!—dijo con la mirada perdida aun sabiendo
que era mentira, no se retractó en lo absoluto.

Sentí mi alma caer ante mis pies.

--Esta bien—dije mientras tiraba la por la borda toda esperanza de dormir


al regresar a casa.

El entrenamiento fue de mal en peor, me dolía cada miserable músculo de


mi cuerpo y ahora jugaba con la posibilidad de renunciar en mi cabeza. El
oxígeno faltante en mis pulmones me quemaba como el fuego en cada
inhalación de oxígeno y en su demanda, casi deseé estar muerta en vez de
tener que pasar por todo esto. El sudor corría por mi frente como nunca y
Elena me seguía el paso durante los último cinco kilómetros de distancia de
la playa en la que estábamos hasta mi casa y cuando giramos por la
manzana al frente del viejo apartamento de Gabriel sentí mis motivaciones
caer al suelo.

Lo extrañaba como loca. La simple idea de que estuviera encarcelado por


mi culpa me mataba durante las noches y en los días me hacía querer
arrancar a correr a sus brazos y rescatarle, pero según Elena para poder
pasar por la seguridad del sitio donde estaba el recluido tendría que estar en
forma, mínimamente para sobrevivir. El poco oxígeno que entraba a mis
pulmones era expelido por ellos casi tan rápido como entraba y casi me
podía sentir como si me estuviera ahogando.

Me detuve apenas no pude más.

Y ahora la poca comida que había mantenido en mi estómago estaba


saliendo a chorros por mi garganta. Elena a mi lado me recogía el cabello
mientras lo hacía.

142
Minutos después continuamos con la caminata como si nada hubiere
pasado y de vez en cuando Elena nos hacía detener para un descanso de
cinco minutos.

Así fueron pasando las semanas y comenzaba a notar que mis músculos
estaban ahora más tonificados y más definidos. La energía que mantenía
ahora era otra, casi como si una nueva yo estuviera dentro de mi cuerpo. La
inmortalidad me sentaba bien, mi cabello castaño que antes era medio liso
ahora estaba en unas perfectas ondas y con brillo en mi cabeza. Mis ojos
cafés antes de un tono aburrido y opaco, estaba ahora con pequeños reflejos
dorados como miel y la vista se me había agudizado un montón. Mi piel
antes seca y con pecas ahora era una perfección de piel, sin cicatrices ni
pecas. Era como si de repente yo fuera otra persona.

Ni siquiera esa mañana cuando me fui al baño a verme, me había


reconocido yo misma.

Casi me alegré al ver el rubor natural de mis mejillas y podía divisar como
la circulación pasaba por mi piel justamente por mí yugular cada segundo.
Era como si el ejercicio me hubiera revivido en muchos sentidos.

Elena estaba de brazos cruzados mientras yo me examinaba frente al


espejo.

--Impresionante ¿no?—dijo y mi piel se heló inmediatamente ¿Cuándo


había llegado? Su mirada amenazante comencé a pensar que era parte de su
personalidad y no una de sus actitudes, seguí mirándome en el espejo
porque su mirada me intimidaba, y ella lo sabía.

Suspiré para restarle importancia a ese hecho.

--Mucho—dije casi en un susurro--¿Ya es hora?—dije y ella clavó sus


perfectos ojos rosas en mí.

--Es hora—dijo casi sin benevolencia.

La miré con los ojos como platos, me puse una camiseta blanca de algodón
y un par de vaqueros, unos zapatos deportivos y me amarré el cabello en
una cola alta. Caminé detrás de ella hasta una mini van negra, nos
montamos y solo deseaba que esta operación saliera bien. Ella manejaba
sin apuros pero tampoco tan lento como para dejar que me arrepintiera de
ello, miles de imágenes se pasaban por mi mente en esos momentos, la vez
143
que su mirada se cruzó con la mía en el salón de clases de inglés, la vez que
me besó por primera vez, y así fueron pasando por mi mente todas y cada
una de las situaciones con las que me había visto involucrada con él. Casi
como un sentimiento de culpa se iba ensanchando en mi cuerpo como si el
mereciera vivir y yo no, casi como si en vez de el haberme afectado a mí,
era yo la que lo había afectado a él.

No sabía ni recordaba haber sentido lo que sentía por Gabriel, pero si


tuviera que dar mi vida por alguien, esa sería una buena razón para morir.
Imaginé la última escena de Julieta con Romeo y si la tragedia era parte de
la vida de ellos, ¿Por qué no podía ser de la mía? Mi padre estaba muerto,
mi madre me había abandonado por un hombre casándose con él y mi
mejor amiga me odiaba. Todas las cosas que había creído seguras en la
vida ya no estaban y el vacío me comenzó a llenar cuando me di cuenta que
sin Gabriel, me encontraba realmente sola.

***

Anduvimos en el camino casi más de dos horas sin paradas para ningún
tipo, la tensión en el auto era tal que si pudiera tener un cuchillo afilado
podría cortarla y venderla por pedacitos. Pero no, Elena parecía que estaba
muy concentrada en manejar y seguía cada pequeña señalización al pie de
la letra. El edificio donde residían los arcángeles era parte de la compañía
Maxwell, una empresa dedicada a la venta de artículos para el hogar que
había quebrado hace un par de décadas atrás y algunos de sus edificios
estaban desalojados, aparentemente.

Nos estacionamos a un par de cuadras del edificio y no estaba segura de


querer bajarme del auto. Elena me miraba con una mueca en su rostro.

--¿Ya te entró el miedo?—dijo mientras veía a ambos lados para ver


señales de actividad sospechosa, no vio a nadie y se quitó su cinturón de
seguridad y bajó rápidamente a abrir mi puerta del copiloto.

Se mantuvo en la puerta con mirada pensativa.

--Si no puedes hacerlo lo entenderé—dijo mientras me miraba de arriba


abajo.
144
Ella llevaba un pantalón de yoga con estampados florales, botines de piel y
chaqueta de la misma piel de cocodrilo, pero le quedaba estupendo, sus
pechos sobresalían aun estando detrás de una chaqueta tan gruesa y su
cabello rubio estaba atado en una trenza francesa con una pequeña liga en
el.

Tomé un par de respiraciones antes de desabrochar mi cinturón de


seguridad y bajarme.

El edificio era de cuatro pisos con su fachada en granito y piedra molida


con pequeñas ventanas de vidrio pero con aspecto descuidado. Las puertas
habían sido reforzadas con candados dobles, no me sorprendería que allí
guardaran algo más que viejos artículos de casa. Forcejeamos uno de los
candados pero era algo casi imposible de lograr.

Caminamos hasta la entrada trasera del edificio y ella me hizo señas para
que entrásemos por uno de los ductos de ventilación del edificio. Este nos
llevaría según el plan hasta el sector de mantenimiento en la planta del
sótano, pero era más seguro que entrar por la puerta, obviamente.

Elena fue primero y espere afuera un par de segundos antes de entrar, tomé
impulso y forcejeé con el ducto, estaba más delgada que antes pero el pasar
por un espacio tan cerrado tenía sus desventajas. Caí en un suelo
polvoriento casi ahogándome con él, y Elena me tapó la boca para que
evitara hacer ruido.

El lugar estaba desolado y había unas escaleras de hierro al final del cuarto.
Caminamos en silencio, siempre con cuidado y viendo a ambos lados antes
de cruzar de una habitación a otra. Iba en mi mente rememorando los
planes que habíamos hecho, seguramente Gabriel estaba en el cuarto piso
rodeado de una mínima escolta y a eso debíamos conseguir. Llegar allá sin
ser descubiertas y rescatarle.

Pero al llegar al tercer piso una alarma de incendios fue activada, Elena me
miró con los ojos abiertos como platos y me empujo con ella hasta un mini
locker que tenía unas ranuritas para dejar ver, un montón de hombres de
mediana edad, tal vez de unos veinte años de edad pasaron corriendo con
armas en sus manos. Uno de ellos era alto con el cabello oscuro llevaba una
chaqueta tipo militar y ojos negros, era el que dirigía a los demás a que
revisaran las plantas de abajo.

145
Un tipo con piel oscura y hermosos ojos cafés estaba hablando.

--La muerte está en el edificio, puedo sentirlo—dijo mientras miraba a


todos lados— ¡no dejen un espacio sin revisar! Manden a los hombres a
que revisen desde el sótano hasta la cuarta planta—dijo en tono autoritario
y varios de ellos salieron corriendo en todas direcciones.

¡El edificio estaba minado de hombres!

Elena me miraba con determinación.

--Vas a hacer esto—dijo mientras me miraba con sus enormes ojos


rosados—No lo repetiré—dijo nuevamente.

Cinco minutos después yo iba corriendo a todo lo que daban mis piernas
mientras subía por las escaleras laterales del edificio, unas viejas escaleras
de incendio estaban en las afueras y las aproveché al pasar. Me aferré a
ellas, así podría subir el último piso sin ser descubierta y llegar a Gabriel
rápidamente.

Subí como si no necesitase respirar, y rompí con mi codo una pequeña


ventana de vidrio para entrar por ella. Alejé varios restos de vidrio con un
puntapié y me lance de cabeza por la ventana, aterricé en mis dos pies
mientras daba una voltereta y caí en el enorme salón del juicio como me
había dicho Elena. Las luces estaban apagadas menos una, una pequeña
lámpara de kerosene estaba al final del salón al lado de un cuerpo.

Me helé al ver de quien se trataba.

¿Gabriel?

Corrí con todas mis fuerzas hasta que caía de rodillas a su lado. Gabriel
estaba inconsciente y amarrado con unas cadenas de oro forjado a la pared
de ladrillos y cemento atrás de él. Llevaba nada más que un par de jeans
desgastados y el torso desnudo .Y se me heló aún más la sangre al ver que
no respiraba.

--Gabriel—casi dije en un sollozo

Sus ojos azules me enfocaron rápidamente y pasaron de alivio a


preocupación inmediatamente.

146
Pero sus labios encontraron los míos casi como una respuesta instintiva.
Nos besamos con desespero mientras las lágrimas comenzaban a brotar por
mis ojos inmediatamente.

--Te amo—soltó a mitad del beso y mi corazón se ensanchó de gran


manera. Sabía que el todavía me seguía queriendo, algo dentro de mi
devastación anterior me decía que el me quería más de lo que me había
demostrado anteriormente. Yo solo estaba allí besándole y amándole como
nunca.

Deseaba que el tiempo no se acabara, pero al tomar un poco de aire recordé


donde estábamos y que necesitábamos salir de allí inmediatamente.

Me separé de él bruscamente.

--Nos tenemos que ir—dije mientras rompía las cadenas de oro con dos
golpes secos que había aprendido semanas atrás.

Gabriel se había quedado helado al verme romper las cadenas pero no


omitió ningún comentario. Solo asintió y me tomó de la mano. Agradecí el
gesto pero al ver que estábamos rodeados toda esperanza cayó en picada.

Eran más de veinte hombres armados quienes nos rodeaban y seguían


llegando, el hombre que había visto minutos atrás era quien más se
acercaba a nosotros con rapidez mientras los demás le daban el paso libre
apartándose unos de otros. El moreno de piel oscura llevaba botas tipo
militar vaqueros desgastados y una camiseta de huequitos, para nada
elegantes, pero al parecer él era el jefe.

Se acercó aún más a nosotros y le miré con desprecio mientras Gabriel me


resguardaba detrás de él.

--¿Así que piensan que pueden entrar al edifico y llevarse al preso así de
fácil?—dijo mientras señalaba a Elena que era traída por otros dos
hombres, ellos medían más de dos metros de alto y tenían las misma
mirada de maldad que su jefe. Levantaron a Elena fácilmente en el aire
como dando a entender que ella era su presa, el jefe nos miró con
desapruebo otra vez.

Gabriel me cubría protectoramente.

147
--¡Al parecer ahora tendremos tres presos en vez de uno!—dijo el jefe
pavoneándose frente a los demás hombres y levantando las manos como
dando por sentado que nos rendiríamos.

--¡Púdrete!—escupió Gabriel mirando fijamente al jefe.

El jefe ahora me miraba con completa atención y sus pupilas se dilataron.

--¿Quién es esta hermosa jovencita?—dijo mientras movía un poco su


cabeza hacia un lado y su humedecía los labios.

Temblé involuntariamente.

--Déjala fuera de esto—continuó Gabriel quien ahora me tomaba de la


mano protectoramente.

--¡No!—exclamó el jefe al hacerle señas a un par de sus hombres,


comenzaron a cargar sus armas rápidamente. Y ahora nos apuntaban con
ellas.

--Ya he pagado mi deuda, ¡no sé porque todavía me tienen aquí los


arcángeles!—dijo Gabriel casi enfurecido, nunca le había visto así.

Elena me miraba con los ojos como platos desde el otro lado de la
habitación.

--Todo en esta vida tiene su razón de ser—dijo el moreno mientras clavaba


sus ojos oscuros en mí—Y la razón de ser de eso se llama Alicia Bennett—
dijo mientras surcaba una sonrisa sarcástica en sus labios.

¿Qué?—pensé.

--Deja a Alicia fuera de esto—reclamó Gabriel

--Imposible, la orden de los arcángeles era la de tener su captura sin


forzamientos—escupió las palabras el moreno mientras me devoraba con
su mirada.

--¿Y para que quieren ustedes eso?—reclamó Elena—Ella es una simple


humana debilucha—aclaró mientras me miraba desde el otro lado de la
habitación.

--No lo es según los arcángeles, ella es una que ha recibido el toque divino.
Con ella podemos realizar nuestros experimentos más novedosos—dijo

148
mientras se acercaba más a nosotros y Gabriel le acertaba un puñetazo
limpio en su quijada.

Todos los demás hombres apuntaron sus armas inmediatamente a Gabriel.

--¡Esperad!—chilló el moreno mientras se levantaba del suelo frotándose la


quijada—Si le disparan a la chica todos aquí van a estar muertos
¿entienden?—dijo nuevamente el moreno mientras todas las miradas se
incrustaban en mi rostro.

¿Por qué era yo tan importante para ellos?

El hombre moreno tenía una musculatura muy bien definida. Aún más que
Gabriel pero no era tan guapo en comparación con él. Se acercó a nosotros
nuevamente y le hizo señas a Gabriel para que se mantuviera quieto.

--Calma caballero—dijo mientras le hacía una especie de hechizo a


Gabriel, sus extremidades se sintieron más pesadas de repente. Y el hombre
moreno se acerco peligrosamente a mí tomándome por sorpresa.

Me tenía el rostro sostenido entre sus largos dedos y me hacía mover el


rostro en varias direcciones, como si de una muñeca de trapo se tratase.
Examinando cada uno de mis rasgos como si algo en ellos fuera diferente
del resto de personas. Exhale con temor.

--Aun no entiendo que tienes de diferente—alegó inmediatamente

--Yo tampoco, así que mejor déjennos ir—dije intentando apartarme de él


pero sus dedos eran incluso más fuertes que todo mi cuerpo. Me mantuvo
en mi lugar sin chistar.

--No. Tú te quedas con nosotros—dijo mientras besaba el borde mi cuello y


vi como Gabriel se tensaba a mi lado.

--No la toques—grito Gabriel de manera tan salvaje que hasta yo misma


me asusté.

Todos en la habitación se quedaron helados.

Y sentí como de un empujón era liberada de él, me había empujado para


atacar a Gabriel quien estaba inmóvil. ¡Debía de ayudarle!

149
Recordé el plan de Elena rápidamente. Y me abalance con una patada al
rostro del jefe, quien sin siquiera voltear tomo mi pie y me lanzó hacia atrás
con menos fuerza que la que había requerido yo para golpearle.

Me vi suspendida en el aire y caí sobre un montón de ladrillos. Un


puñetazo fue interceptado por Gabriel por parte del jefe y toda mi sangre
comenzó a hervir con ira, luego vi como le asestaba un par de patadas y
apuntaba ferozmente con un arma en la sien de Gabriel.

Elena se había soltado de su agarre y había golpeado a más de dos hombres


en pocos segundos, una daga bañada en sangre de un primogénito y una
virgen estaba guardada en mi bolsillo interno del pantalón la saqué y a toda
velocidad me abalancé sobre el jefe de ellos, cortándole con ella la yugular.

Apenas le había rasgado la arteria y todo él comenzó a agrietarse, casi


como si fuera de cemento, las extremidades que estaban siendo secadas se
iban desmoronando a pedazos tornando su piel en un tono grisáceo casi
turquesa mientras iban ascendiendo las grietas por su piel. Y en menos de
dos minutos solo quedaba polvo donde había estado parado el jefe.

Todos los hombres restantes se habían vuelto locos, literalmente. Algunos


huyeron de la escena y otros intentaron atacar a Elena y a Gabriel, pero al
liberarse de toda opresión acabaron con ellos inmediatamente.

Al cabo de unos minutos solo quedamos tres.

***

Odiaba admitirlo. Pero había matado a un hombre el día de hoy, la sangre


continuaba bombeando en mis orejas debido al torrente de adrenalina que
redimía de mi cuerpo, giré mi cabeza para ver por la ventana del edificio y
el sol se estaba comenzando a salir, era majestuoso. A mi lado Gabriel me
tomaba de la mano y me daba palabras de aliento, aunque no me había
dado cuenta que estaba temblando el me abrigo con sus brazos intentando
darme lo más parecido al calor humano. Elena estaba de rodillas a mi otro
150
lado viendo el amanecer jugar con las tonalidades de naranjas y azules era
hermoso, ella solo se limitaba a mirar al horizonte y en no mirarme a la
cara.

Aunque ellos habían acabado con el resto de los hombres, sentía que el
mayor peso había caído sobre mis hombros. El asesinato de uno de ellos
era algo pasable, los hombres controlados por los arcángeles siempre tienen
a tener precio por sus cabezas en el mundo real, pero al que yo había
asesinado era uno de los jefes. La mafia de los arcángeles me iba a pasar
factura pronto, y ante este pensamiento temblé de nuevo y Gabriel suspiró
detrás de mí.

--Vámonos—solo se limitó a decir extendiéndome una de sus grandes


manos.

Le seguiría a él hasta al fin del mundo. Solo asentí con la cabeza y di dos
pasos antes de encerrarme en sus brazos a sollozar. El me pasaba su mano
por los cabellos desenredando algunos y metiéndolos detrás de mi oreja.

No sé cuanto lloré ese día, pero tampoco era lo único que pasaba por mi
cabeza en esos momentos. Elena a mi lado solo se limitó a mirarnos. Me
giré a donde estaba ella y le abrace con fuerza, al principio no me abrazaba
pero hizo un leve esfuerzo y me dio un par de palmaditas en la espalda.

Ya había pasado por mucho, necesitaba una vida más sencilla. Una donde
los arcángeles no estuvieran tras mi cabeza, una donde mi mejor amiga
fuera la misma de siempre, y una donde mis padres, ambos estuvieran
vivos y me amaran. Pero esa ya no era mi vida, era mi antigua vida y la
había dejado aún antes de haber tenido que tomar mis propias decisiones.
De basar mis sentimientos sobre mí destino. Había escogido, o en su
defecto, se me había impuesto esta vida. Me restregué los ojos y miré a lo
único que me quedaba en la vida.

Gabriel me miraba preocupado como era su costumbre y me depositaba una


serie de besos en la frente, mandíbula y mejillas intentando secar mis
lágrimas con sus dedos y abrazarme al mismo tiempo. Su torso desnudo
estaba muy lastimado, las heridas que le habían realizado estaban muy
profundas pero como supuse no era ninguna molestia para él.

El solo estaba allí, abrazándome.

151
Salimos de la azotea sin paso apresurado pero tampoco con una lentitud
amorfa, Gabriel me llevaba rodeada con uno de sus brazos y me miraba con
cara de preocupación mientras yo me despedía visualmente de ese edificio.
Existía la posibilidad de que muchos de ellos hubieran escapado y ahora
estaban informando a los arcángeles lo sucedido, un pensamiento oscuro
vino sobre mí, tal vez este no era el final. Gabriel me besaba en la sien de
mi cabeza para calmarme pero yo simplemente pensaba que tal vez, el
también estaba pensando en lo mismo.

Elena nos condujo en silencio hasta la mini van sacando primero un par de
litros de gasolina y lanzando un encendedor a este. La mini van
representaba evidencia para nosotros ante la justicia, y los arcángeles
podían usarlo para inculparnos tantas malas acciones que ellos había
cometido. Solo miraba como el fuego consumía el auto y pensaba que el
infierno se asemejaba a esto, una vida llena de culpas y peso. Besé por
primera vez a Gabriel con suficientes ganas para hacerle saber que le
necesitaba, me estaba olvidando de estúpidos tabúes de la sociedad, años de
inculcación de respeto propio y me abalancé con anhelo a los labios de
Gabriel.

El me besaba igual de desesperado, como si de verdad también me


necesitara y por fin caí en cuentas que nuestro amor era recíproco. El de
verdad me deseaba como yo le deseaba a él. Pero la imagen de Elena vino a
mi mente y me aparté, al mirarla ella negó con la cabeza y la agachó. Eso le
debió de haber dolido, aunque sea un poco a su enorme orgullo femenino.

No intenté eso más el resto del camino, Elena rompió con su puño la
cerradura de uno de los autos que allí estaban estacionados, era un Honda
del 2000 y Gabriel le apartó inmediatamente.

--¡Que mal gusto tienes para los autos!—dijo y ambos se echaron una
carcajada.

Era la primera vez que ambos reían frente a mí y de repente ellos


parecieron haber hecho “click”. Recordé lo que me había dicho Elena
semanas atrás durante uno de nuestros entrenamientos:

--El y yo nacimos para estar juntos—dijo suavemente Elena mientras se


cepillaba su cabellera rubia.

--¿En serio?—dije casi intentando controlar mis celos.


152
--El mismo creador me lo dijo una vez—añadió la rubia guiñándome un
ojo—Así que no entiendo el porqué se alejo de mi, para encontrarte a ti—
dijo casi déspota.

El pequeño flash de memoria se disipó casi instantáneamente.

Parpadeé varias veces y vi que Gabriel me llevaba de la mano hasta una


Hummer negra con vidrios polarizados anti balas. ¿Cómo la había abierto?
Ni idea…solo sé que tenía los párpados pesados y solo quería regresar a
casa.

El camino a casa yo iba en el asiento de atrás con una manta mientras


dormía y escuchaba pequeñas frases de la conversación de Gabriel con
Elena.

--Muchas gracias Elena—dijo Gabriel sinceramente—No había podido


escapar sin tu ayuda—dijo mientras miraba el por la ventana del copiloto

Supuse que Elena estaba manejando.

--Un placer, aunque sabes que sigo sintiendo cosas por ti—dijo mientras se
lanzó una pequeña carcajada—Aun no entiendo cómo pudo gustarte una
chica como Alicia—dijo mientras arrastraba mi nombre suavemente, y noté
que era la primera vez que me llamaba por mi nombre de pila y no Bennett
como las demás veces.

--Es una chica estupenda, todavía no puedo creer que haya venido a
salvarme—dijo Gabriel casi estupefacto.

--Lo sé, se ve más débil de lo que aparenta. Es una mujer fuerte—dijo


Elena suavemente—Aunque no tan guapa como yo—añadió con orgullo.

Pasaron un par de minutos y no escuché nada más.

Elena continuó hablando.

--¿Así que te gustan morenas?—añadió con picardía Elena

Y ambos se carcajearon por un rato. Después de eso me quedé dormida en


el asiento trasero de la Hummer.

153
***

Me desperté de golpe entre los brazos de Gabriel casi gritando antes de


darme cuenta que estaba en mi vieja habitación. Nada había cambiado en
esa casa desde que mi padre había muerto y mi madre se había vuelto a
casar. Bueno, nada lo más estéticamente posible en ella. Gabriel me miraba
preocupado pero pronto comenzó a cantar suavemente en mi oído una de
esas canciones que le cantan a los bebés para dormir, casi como si supiera
que hacer exactamente en caso de que yo no pudiera conciliar el sueño me
comenzó a besar la sien de la cabeza dando pequeño toques con sus largos
dedos en mi nuca, haciendo círculos y dibujando lo que sería el recorrido
de la arteria carótida no mucho antes de empezar a darme besos por todo el
rostro.

No sabía si era de noche o era de día, tampoco me importaba. El estar con


él era más que suficiente para mí, me sentía completa y acompañada, era
todo lo que necesitaba para mantener una razón para vivir. Y por su mirada
sabía que yo también era su razón de vivir. El continuaba acariciándome la
espalda en su baile de lenta tortura, y al ver que estaba completamente
despierta y ansiosa por él se reía por lo bajito.

Me levanté para darle un pequeño pellizco en las costillas.

--¿Podrías dejarme dormir un poco más?—reclamé mientras él se


carcajeaba de la risa en mi cama.

Y me di cuenta de lo obvio, el me amaba y disfrutaba verme dormir. De


pronto estaba yo sentada a horcadas sobre él y su respiración paso de
dificultosa a casi nula. Sus ojos azules me miraban expectantes como si yo
fuera la que le iba a arrebatar su preciada virginidad, casi reí ante lo irónico
de la situación, pero no iba a dar marcha atrás a mi actuación. No era hora
de acobardarse.

El ahora ya respiraba pero con gran dificultad diría yo. Me subí la blusa de
seda que tenía por la cabeza tirándola a la esquina de la habitación
quedando completamente en sostén y él me miraba como si toda yo fuera
un gran espectáculo que ver. Me aproximé a sus labios e hice presión sobre
ellos en gran manera y él respondió a mis besos de manera feroz, primero a

154
lo bruto y luego fue tomando el ritmo de mis besos hasta que nos
apartamos en busca de aire.

Mi cabello castaño estaba hecho una maraña y estaba vestida con solo un
sostén de encaje rosado y pantaloncillos de seda del mismo tono, en cambio
el, llevaba el torso desnudo enseñando sus perfectos músculos bien
delimitados y un pantalón de jean de lino negro que dejaba muy poco a la
imaginación por lo ceñido del asunto. Suspiré al terminar de inspeccionar
todo su cuerpo, el era perfecto. Ahora me miraba con cara divertida.

--¿Te gusta lo que ves?—dijo y sentía ya el rubor extendiéndose por mi


rostro.

El me besó suavemente los labios.

--Te amo Alicia Bennett, y para colmo de todos. Me siento como la


princesa en apuros—dijo pasando su pulgar por mi costado haciendo
pequeños círculos con él hasta que subió a mi mentón y me hizo recostarme
para un suave beso en los labios.

Me reí de él y él me lleno la cara de besos.

--Yo también te amo Gabriel, siempre estaré para rescatarte mi adorado


príncipe—le dije mientras le besaba suavemente los labios y él me tomó
por la cintura y me tiró boca abajo en la cama.

Ahora el estaba arriba de mí.

--Extrañaba tu rápida boca—dijo apretando mis manos sobre mi cabeza con


una de sus manos y torturándome con caricias con la otra primero en mi
abdomen y luego en mi cuello iba y regresaba.

Mi respiración se aceleró inmediatamente.

Le necesitaba. Y él lo sabía.

Nos besamos en mi cama hasta el día siguiente, mientras me arrullaba en


sus brazos como si fuera un bebé. Dormí plácidamente.

155
***

Mi teléfono celular sonaba como música de fondo con el tema que tenía
cuando Bianca me llamaba “WREKING BALL DE MILEY CYRUS” y
cuando iba por la mitad de la canción colgaron, luego de pasados un par de
minutos volvieron a llamar.

Enfurecí inmediatamente y me giré sobre mi barriga para tomar la llamada.

Mis ojos todavía no enfocaban con facilidad, pasados unos tres segundos
puse medio leer la pantalla de mi blackberry.

¡Bianca me estaba llamando!

--¿Bianca?—dije con la voz como un hilo prensado y estrujándome los ojos


antes de pararme de mi cama.

--¿Ally? Tu voz suena hecha añicos—dijo señalando lo obvio--¿Podemos


hablar unos minutos?—dijo mientras yo todavía no terminaba de asimilar
sus palabras.

¿Ella quería hablar conmigo?

--Dime—soné incluso más dura de lo que quería ser con ella y la verdad es
que lo merecía, eso que ella hizo, creo que necesitaría años para superarlo.

--Mmm…mejor hablemos en persona. ¿Te parece si nos vemos en el


Rancho de Fred en veinte minutos?—dijo un poco nerviosa.

Me pregunté que le sucedía a ella. Nunca se comportaba así.

--Está bien—dije y colgué la llamada.

Ni siquiera Gabriel me podría ayudar con ella. Nuestra amistad estaba


totalmente destruida. Casi se me humedecieron los ojos cuando divisé una
sombra en mi ventana.

Gabriel estaba casi desnudo mirando por mi ventana, solo llevaba una
toalla amarrada en su cintura y casi pude ver como mi mandíbula caía en
picada hasta el piso y mi corazón se detenía abruptamente. El se giró a
donde yo estaba y me dedicó una de sus sonrisas patentadas contra el mal
humor y sentí que mi nariz comenzaría a gotear sangre si seguía en modo

156
pervertida. Me arropé con las sábanas y salí corriendo al baño a darme una
ducha caliente, si es que podía concentrarme con Gabriel rondando en mi
casa en toalla.

Me despojé de mis ropas y las lancé a la cesta de ropa sucia encendí el


chorro de agua fría y la de agua caliente y me metí apresuradamente. Me
pasé la esponja con gel de baño y el champú por la cabeza, luego el
acondicionador. Y estuve lista en menos de quince minutos.

Al salir del baño vi sobre la cama una ropa doblada aún llevaban la
etiquetas puesta, era de una tienda llamada FOREVER 21, constaba de un
vestido casual con estampados florales y ropa interior blanca, junto a unas
sandalias trenzadas muy bonitas. Me imaginé a Gabriel intentando
comprarme ropa interior y le cabeza me comenzó a dar vueltas. Decidí no
pensar en ello y me encerré de nuevo en el baño, sequé mi cabello con la
toalla y me puse espuma para peinar. Además me puse un poco de brillo de
labios en tono naranja muy leve, casi perfecto con mi nuevo estado de
humor.

Al salir del baño de nuevo Gabriel me miraba con la boca abierta.

--¡Estas hermosa!—dijo mientras me besaba la frente de forma protectora.

Él llevaba una camisa de vestir blanca y pantalón y zapatos de vestir


negros, muy formal. Me dio un suave beso en los labios antes de seguir con
la charla.

--Iré con Elena en un rato—dijo y sentí que mi semblante cambiaba


inmediatamente—Nos vemos a las cinco nena—dijo antes de irse por la
puerta de mi habitación.

Suspiré pesadamente y tomé un bolso de tela blanco, mis llaves del auto,
blackberry y credenciales. Salí por la puerta delantera casi tan rápido que
pensé que me urgía salir de ese sitio más que antes.

A mitad de escalera me detuve a analizar cuanto había cambiado mi vida.


Mi padre no estaba, mi madre estaba lejos llevando sol en la costa de
California junto a su nuevo marido el doctor Samuel, y yo estaba aquí sola
en esta casa tan vacía pero tan llena de recuerdos.

Me sequé las lágrimas que ahora estaban brotando por mis ojos y seguí mi
camino al Rancho de Fred, un puesto de hamburguesas y patatas fritas que
157
me encantaba comer con Bianca todos los martes por la noche. En las
afueras de mi casa estaba mi nuevo auto Audi A4 en color plata presioné el
botón de abrir las puertas y casi tuve un deja vu al montarme en él. Amaba
esa sensación de auto nuevo.

Retrocedí en mi garaje lentamente y casi choco con una figura esbelta y


rubia que conocía perfectamente, Elena. Estaba parada con las piernas
cruzadas y una mueca en su rostro, tan típico de ella.

Salí del auto para salir a su encuentro.

--Linda ropa—dijo Elena al verme--No la compraste tu ¿cierto?—dijo


volviendo a tener ese aire de prepotencia que la caracterizaba.

--Gracias, eh…Gabriel salió a buscarte—dije intentando desviar la


conversación hacia ella.

Ella llevaba un mini vestido rojo pasión con encajes rosados y tacones de
aguja rosados también, y el cabello rubio lo llevaba aún más corto que
antes casi como estilo militar. Me miró con una ceja levantada.

--Lo sé, solo quería hablar contigo primero—dijo mientras pasaba su peso a
su cadera haciendo un movimiento casi hipnótico.

--¿Sobre qué?—dije casi a la defensiva mirando hacia el suelo.

Se estaba mordiendo el labio.

--Sobre Gabriel—dijo suavemente--¿De verdad lo quieres?—dijo sonando


casi insegura y pude ver a través de su pantalla de humo que era su
personalidad explosiva.

Ella también lo amaba.

Asentí con la cabeza.

--Pues deberás escogerlo antes de escoger a tu amiga, madre y lo que sea


que te quede en tu patética vida—dijo entrecruzándose de brazos—los
arcángeles te están buscando, eres la única esperanza para los experimentos
que están haciendo. Si quieres estar con él, lo mejor será que te fugues con
él a un sitio apartado. Vivir huyendo también se considera vivir—dijo
nuevamente.

158
--¿Considerarías esa posibilidad?—dijo mirándome fijamente con sus ojos
rosados.

Miré mis dedos nerviosa.

¿En serio haría algo así por él?

--Decídete rápido—dijo mientras se iba por detrás de unos matorrales y


desaparecía.

Me quedé a mitad de la calle con ganas de seguir conversando con ella. Era
muy sabia.

Y agradecía todo lo que había hecho por mí y por Gabriel. No sabía que
pronto tenía que tomar la decisión, tome las llaves de mi auto y me puse en
marcha para ir a ver a Bianca.

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11

El rancho de Fred estaba frente a mí, tomaba con fuerza el volante de mi


Audi con tanta fuerza que mis nudillos se habían puesto blancos por la
presión en ellos y recosté mi frente con el volante. ¿Por qué había dejado
que todo el daño colateral de mis acciones hubieren afectado mis
decisiones con Bianca?, nuestra amistad estaba rota, lo sabía y ahora tenía
que vivir con el resultado de mis acciones. Miré por el parabrisas
nuevamente y una cabellera rubia estaba recostada contra uno de los postes
de luz mientras movía un pie con deliberada fuerza.

¿Nerviosa acaso?

Supongo que esto sería todo para nosotras dos.

Ella seguiría su camino hasta la universidad y yo terminaría con Gabriel


ocultándome con él del mundo por el resto de los años, que por cierto,
serían muchos ya que ambos ahora éramos inmortales. Ella se casaría y
tendría hijos a los cuales nunca conoceré, y lo peor de todo, era que la iba a
extrañar como loca.

Era mi mejor amiga, y siempre lo seguiría siendo aunque ella no lo pensara


igual.

Me bajé del auto y caminé en dirección a donde estaba ella. Al verme su


mirada fue de alivio y un poco de preocupación. Le señalé el restaurante
con mi dedo y entramos en silencio.

El rancho de Fred había sido el restaurante que había marcado mi infancia,


allí había pasado casi todos mis cumpleaños comiendo pollo frito y papas
mientras mi padre y madre se mantenían en el trabajo. Antes de Bianca
solía venir sola, pero luego de que le conociere, ella me acompañaba y
hasta me pedía una orden de papas fritas extra. No me había dado cuenta de
cuánto la quería, era excelente amiga. Estaba conmigo en las buenas y en
las malas desde hace muchos años. No iba a encontrar tan buena amiga tan
fácilmente.

Ella tomo uno de los menús con delicadeza y me dedicó una sonrisa
temblorosa.

160
--¿Qué pedirás?—dijo mirando fijamente su menú con tanta concentración
que era ridícula.

Ni siquiera necesitaba ver el menú, me sabía todos los platillos que tenía y
ella también.

¿Qué tanto pensaba?

--Lo de siempre—dije con mi voz aterciopelada y perfecta.

Sus rulos rubios estaban amarrados en una coleta alta con una cinta rosa y
llevaba un vestido ceñido al cuerpo en tono crema con encajes, estaba tan
arreglada como siempre.

Me miraba por encima del menú con los ojos verdes esmeraldas como con
miedo.

--¿Qué te hiciste?—dijo mientras bajaba el menú a la altura de la mesa y


supuse que ahora se notaba más mi cambio, es decir, ya no era humana del
todo.

La inmortalidad se había asentado en mí de manera que lucía perfecta y


atractiva. Como si una nueva yo hubiera emergido de las cenizas como el
fénix.

Ondeé mi cabeza hacia un lado y sonreí.

--Corte de cabello y ejercicio—dije mirando al suelo

Ella asintió levemente con su cabeza.

¿Para qué me había llamado? Tenía ya dos meses sin dirigirme palabra. La
escuela había terminado y según mis cálculos, ella estaba por recoger
maletas e irse a la universidad en un par de días.

Se mordía su labio suavemente.

--Te llamé para hablar contigo antes de irme—dijo mientras la camarera


colocaba dos vasos de agua frente a nosotras.

Le miré dubitativamente.

--No podía irme sin hacerlo—dijo nuevamente.

Yo tampoco habría podido aceptar que lo hiciere, eso era seguro.


161
--¿Ya te aceptaron en la UCV?—dije con una sonrisa en el rostro

Asintió.

--Estarían locos si no lo hicieran, tienes un increíble promedio—repetí


suavemente mientras le veía tomar un poco de su agua.

--¿Y tu que harás?—dijo ella—Tu nuevo padrastro te consiguió una beca


para medicina ¿cierto?

Me mordí la uña de mi pulgar.

Mierda. Había olvidado esa beca.

--No lo sé todavía, quiero hacer un par de cosas antes de empezar las


clases.

--Ya veo.

Las dos quedamos en silencio mientras la camarera venía y nos tomaba la


orden. Ella pidió papas fritas con salsa de tomate, refresco de cereza y pollo
frito con aderezo al lado, yo solo pedí una soda y pollo frito. Medio mordí
el pollo mientras la veía devorar toda su comida.

No podía comer con tantas cosas en la cabeza.

Al terminar de comer los dos fuimos hasta la salida y nos quedamos


mirándonos hasta que fuimos al estacionamiento, que por cierto, estaba
increíblemente vacío. Ella disminuyó el paso hasta quedar atrás mío y me
gire para despedirme, si iba a tomar el camino difícil con Gabriel no podría
regresar a esta ciudad, y mucho menos ir hasta su universidad y hablarle,
sería un blanco fácil de cazar.

Nuestra amistad se había resumido a esto, una despedida que duraría para
siempre.

Ella me miraba con sus ojos verdes casi rogándome que no me fuera. Yo
también la extrañaría.

--Te extrañare Ally ¿Nos veremos para las vacaciones de navidad?—dijo


casi en súplica, pero creo que ella sabía que camino tomaría en mi vida.

Lo sabía incluso más que yo misma.

162
Negué con la cabeza y caminé hasta mi auto. No podía con tanto, cerré la
puerta del piloto y aceleré hasta que no tuve vista del restaurante ni de
Bianca.

Mi amistad con ella había terminado para siempre.

***

Manejé sin un rumbo fijo por horas, no quería regresar a casa aún, estaba
totalmente destrozada por dentro. Extrañaría a Bianca incluso más que a mi
querida madre, iba casualmente pasando frente al instituto y una figura
grácil y pálida me llamó la atención, era un chico con fuertes músculos
marcados y cabellera corta con un tatuaje en el hombro derecho. Era
Tomas, frené de golpe al reconocerlo.

Tomas era uno de los pocos arcángeles que había podido conocer
anteriormente, y su mirada me dijo que él me estaba esperando allí en las
escaleras de la escuela.

¿Cómo sabía que iba a pasar por aquí?

Estacioné en la orilla de la acerca y me bajé de golpe, me abrazó al verme.


El medía casi los dos metros de alto y llevaba ahora un piercings en su
labio y uno en la ceja, eran de plata con oro blanco. Estaba ahora más
tonificado que antes, recordé esa vez que me salvó de esos ángeles y le
abracé nuevamente.

--Hola enana, me enteré de lo que hiciste por tu novio. Bien hecho—dijo


mientras me guiñaba un ojo y besaba la parte superior de mi cabeza.

Me sonrojé inmediatamente.

--¿Quién te contó?

--Eres el boom en la sociedad de ángeles. Además, han puesto precio por tu


cabeza pequeña enana

Odiaba que me dijera enana. Un metro cincuenta no era ser enana ¿cierto?

163
--¿Un precio?—dije imaginándome a todos los arcángeles de la sociedad de
ángeles levantándose y yendo tras de mí. Temblé ante la imagen.

El asintió.

--¿Qué puedo hacer?

--No lo sé Ally, déjame ver que soluciono. A los ángeles no les gustará que
te esté ayudando pero creo que te lo debo—dijo Tomas mientras me
colocaba un mechón de cabello detrás de la oreja, cosa que antes era
cómodo entre los dos, ahora era incómodo que estaba con Gabriel de
nuevo.

Me retorcí en mi sitio.

El me miraba con sus ojos negros oscureciéndose cada vez más. ¿Me iba a
besar? Di un paso hacia atrás involuntariamente.

Lo apreciaba como amigo, pero…

--¿Estas con él de nuevo?

Asentí.

Una mueca se dibujó en su rostro.

--Vale. Aún así te ayudaré. No eres tan fastidiosa como antes enana—dijo
mientras me daba un puñetazo leve en el hombro.

--¿En serio?

Una amplia sonrisa se puso en su rostro ahora.

--Venga que no eres totalmente suya, tampoco es como que eres su esposa
o algo así

Una mano se posó en mi hombro y Tomas palideció inmediatamente. Me


giré para ver el porqué.

Gabriel estaba detrás de mí con su mano sobre mi hombro posesivamente.

--Pero pronto lo será—dijo Gabriel mientras posaba sus suaves labios en mi


sien y casi pude ver como Tomas se contenía para no darle un puñetazo en
la boca a mi novio.

164
Esto de alguna forma, era mi culpa.

Me aparté de Gabriel inmediatamente y Tomas me miraba con ojos


divertidos.

--¿Hablaste con Elena?—dije mirando a Gabriel, Tomas sabía de mis celos


hacia Elena con Gabriel así que él estaba aguantando las carcajadas en
estos momentos.

--Si, todo arreglado—dijo con mucha seguridad.

Tomas y Gabriel se miraban como si estuvieran teniendo una charla en sus


mentes sobre quien me tenía. Y Tomas parecía estar perdiendo el control.
Los músculos de Tomas se estaban tensando y Gabriel se estaba levantando
la camisa manga larga hasta los codos como si en cualquier momento iba a
lanzar un golpe en dirección a Tomas. No quería que pelearan, me
importaban los dos. Esto era ridículo.

Tomé de la mano a Gabriel hasta mi auto haciéndolo caminar conmigo.

Tomas me miraba fijamente.

--¡Nos vemos enana! Trata de cuidarle el trasero a tu novio.

Vi a Gabriel tensarse a mi lado antes de irnos. No quería más peleas, así


que me monte en mi Audi y encendí el motor, Tomas estaba ahora dándole
la vuelta al auto para quedar en la ventanilla del conductor.

¿Qué quería?

Gabriel se tensaba a mi lado.

Bajé la ventanilla con cuidado, no dejándola tan abierta para que pudiere
intentar algo conmigo, pero si para hablar.

--Ten cuidado Ally—dijo él suavemente, y era la primera vez que me


llamaba por mi nombre.

--Lo tendré

Y así fácilmente aceleré hasta que nos perdimos en la multitud de autos que
corrían en la avenida. Los dos veníamos en silencio.

165
12

Aparqué el auto en las afueras de la ciudad, justo al frente de una vieja casa
de playa al frente de la playa de la ciudad que Gabriel había sugerido
visitar antes de partir y comenzar a vivir huyendo. Ambos estaban de
acuerdo en que eso no era tener vida alguna, pero si querían mantenerse
juntos era lo correcto para hacer. La casa de playa era simplemente
acogedora, tenía las paredes en un blanco marfil con encanto sureño y
enormes ventanales de vidrio en ellos. Una escalera de madera adornaba la
entrada y estaba rodeada por dos pares de mini jardines con palmeras y
plantas de playa, la casa constaba con dos pisos y era pequeña, pero se veía
acogedora.

Miraba de la casa a Gabriel como si ninguna de las dos tuviera algún tipo
de conexión entre ambas. Gabriel me miraba entretenido y pasó uno de sus
largos dedos por debajo de mi labio inferior, haciéndome estremecer ante
su contacto.

--Esta es mi casa—dijo Gabriel sacándome de mi ensueño.

¿Qué?

--Querías conocer mi casa, y pensé que tal vez querías conocerla antes de
que empecemos nuestro viaje—dijo aún en el auto sin mirarme
detenidamente.

Si quería conocer su casa, su espacio. Tocar sus sábanas y jugar con sus
cosas personales. Nunca pensé que llegaría a hacerlo.

--¿Nos bajamos?—dijo suavemente.

Asentí.

Gabriel me llevaba de la mano por la entrada de la casa y subimos en dos


en dos los escalones de su casa, al llegar a la entrada noté que su mano
temblaba un poco.

¿Estaba nervioso? Nunca pensé que llegaría a ver eso.

Se giró para verme directo a los ojos.

166
--Lo lamento, es mi primera vez llevando a una chica a casa. No sé que se
supone que debo hacer o pensar—dijo suavemente.

Le abracé por la espalda.

--Está bien, es mi primera vez también

Su mirada se alegró inmediatamente.

Caminamos por toda la casa admirando la maravillosa estructura de la casa,


y aunque era pequeña estaba finamente decorada con pinturas de arte que
podrían superar los cien mil dólares cada una, alfombras que tapizaban toda
la sala y cerámica blanca cubría gran parte de la cocina y el patio trasero.
Me encantaba que tenía esculturas del siglo pasado en toda su sala, y una
gran biblioteca apareció frente a mis narices, llegaba hasta el techo su
pequeña colección de libros y tomé el primero que pude reconocer.

Era una primera edición de “La piel de Onagro” “Cantaclaro” y “La Ilíada”
todas eran primeras ediciones y escuché una pequeña risa mientras el
miraba mi cara de asombro.

--Pensé que te gustaría tener con que entretenerte si alguna vez venías a mi
casa, pero cuando empecé a comprar, luego ya no pude parar—dijo con
desenfado en su voz

Era la cosa más tierna que alguien había hecho por mí.

Miré la enorme colección de libros, definitivamente tenía suficiente libros


para una vida. Sonreí ante la imagen de una vida larga con Gabriel, donde
podríamos envejecer juntos, tener hijos, nietos. Pero aún no entendía el
hecho de la inmortalidad. ¿Podríamos tener todas esas cosas?

No lo sabía.

El me abrazó por la espalda quitándome el libro de las manos y tirándolo a


una mesita de café.

Seguimos paseando por la casa, y vi que casi toda estaba amueblada con
madera de arce y de pino previamente pintada en blanca. Casi no tenía
muebles, solo los estrictamente necesarios. Una pantalla plana del tamaño
de la pared, mucha música en Cd, y un violonchelo descansaba en una de
las esquinas de la pequeña salita.

167
Me giré en dirección a Gabriel.

--No, hoy no—dijo mientras me besaba los labios—Algún día me


escucharas tocar el chelo mi amor, pero hoy tengo planes diferente—dijo
mientras me estremecía debajo de sus brazos.

Seguimos caminando hasta que subimos al segundo piso, un baño pequeño


con una tina de oro forjado y piedras preciosas y vi como mi quijada se iba
literalmente al suelo, sabía que él tenía dinero pero esto, era absolutamente
ridículo. El reía ante mi expresión.

--Lo sé, es que simplemente soy un adicto compulsivo. Me gusta comprar


cosas—dijo nuevamente al ver que mi expresión no cambiaba.

Tragué.

--¿Eh? ¿Te gusta comprar?—dije casi en un tono burlista y me arrepentí


porque él comenzó a fingir indignación.

--¿Acaso un chico no puede comprar sin culpas?—dijo mientras besaba una


de mis mejillas.

--¿Oro? ¿En serio?—dije mientras me adentraba más en el baño.

El me seguía como un halcón a su presa.

--Me gustan las cosas hermosas. Como tú

Levanté la mirada y sentí que mis piernas temblaban, sus ojos azules me
miraban con tanto deseo que mi corazón comenzó a trabajar con esfuerzo.

--Tal vez algún día puedo usarla—dije en un tono distraído, el me ponía


nerviosa en los peores momentos.

--Tal vez—dijo mientras me besaba la sien suavemente—De toda mi casa,


solo te ha sorprendido la tina de oro. Tal vez debería tapizar todo de oro
entonces—dijo en tono burlón

Pero cuando lo miré estaba tan serio. Mirándome fijamente.

--¿Por qué querías hacer eso?

168
Seguí caminando fuera del baño, entrando a un pequeño saloncito que
parecía ser una habitación, puesto que tenía una cama en él. Gabriel me
siguió fácilmente.

--Mmm, ¿Por qué quería impresionar a la única chica que amo? No lo sé,
me gusta impresionarte. Pones caras divertida al impresionarte—dijo
seriamente mientras se sentaba en una butaquita de madera blanca.

Seguí inspeccionando el cuarto, y vi que tenía una cuna en el.

Me tensé al tocarla.

¿El había comprado eso antes de conocerme? ¿O esperaba que todavía


fuese humana para poder embarazarme y tener hijos? Ninguna de las dos
me gustaba.

El me tomó por la cintura levemente.

--No es lo que crees. Eso de la cuna, también fue una compra impulsiva—
dijo suavemente en mi oído.

Me volteé para verle a los ojos.

--¿Impulsivamente compraste una cuna de bebé?

Asintió.

--Bueno…--dejó la palabra en suspenso.

¡Lo sabía! ¡Quería tener hijos!

Me besó en los labios mientras me acorralaba contra la pared con su


cuerpo.

--Esperaba que algún día pudiese tener un hijo o hija—dijo evitando mi


mirada.

Yo no podría dárselo, no ahora que era inmortal y todo mi sistema


reproductivo estaba como suspendido en el tiempo. La teoría de un
embarazo, era relativamente improbable.

El me seguía sin ver, y le abracé por los hombros.

Se tensó ante mi agarre.

169
--Tal vez podríamos adoptar algún día, darle felicidad a un niño sin
hogar—dije suavemente contra sus labios—pero no ahorita, ahora quiero
tenerte para mí sola por un par de años. Disfrutarnos mutuamente, no sé si
me entiendes

El levantó la mirada con su mirada oscureciéndose a cada instante.

--¿En serio?

Casi parecí un niño pequeño al cual le habían ofrecido un dulce.

Asentí.

--Pero, hay un pequeño detalle—dijo mirando por uno de los grandes


ventanales de su casa.

Su ceño se profundizaba cada vez más.

Lo rodeé con mis brazos mientras él se cruzaba de brazos y miraba hasta el


horizonte.

--¿Cuál?

Mi voz salió en un susurro.

El sabía que lo deseaba, es más me había rechazado un par de veces con


anterioridad, y si iba a pasar el resto de mi existencia con él, los pequeños
tabúes de la sociedad tendrían que desaparecer. Es más, estábamos en el
siglo 21, que viviéramos juntos no quería decir nada.

Le besé la espalda suavemente.

El se tensó en respuesta.

Me tomó por lo hombros y me levantó con cuidado, me veía pequeña y


frágil en sus brazos.

Me acostó en su cama y miré como se quitaba la camisa de vestir


lentamente, me iba recostando más y más de la cama. Esta iba a ser la
primera vez para los dos, y deseaba por todos los cielos que empezara
rápido pero los nervios estaban eclipsando todos mis demás pensamientos.

Se acostó sobré mi impactando sus suaves labios contra los míos y escuché
como un gruñido se escapaba de su boca. El me deseaba a mí y pasé mis

170
dedos por su cabello negro azabache entrelazándolos y enredándolos
suavemente para ayudarlo a profundizar el beso, nos besamos cada vez más
intenso hasta que ya los dos estábamos sin aliento.

Me quité el vestido floreado con una sola mano y lo lance fuera de la cama,
luego mis zapatillas y me olvidé del mundo exterior.

Todo lo que me importaba estaba allí, era él.

Nos apartamos un poco para respirar, y sus ojos azules ahora estaban de un
tono oscuro, casi salvaje al mirarme, me estremecí debajo de él. Y solo
quería sentir su piel contra la mía nos besamos nuevamente y rodamos por
la enorme cama tamaño King que estaba cubierta con tela de seda blanca y
con miles de almohadas en ella. El momento y el lugar eran simplemente
perfectos, si esta iba a ser nuestra primera vez.

No podría pedir algo mejor que esto.

Cerré mis ojos y me dejé llevar por sus besos hasta que el comenzó a dar
un camino de besos por todo mi abdomen me di cuenta de lo que esto
significaba, el se apartó nuevamente y detuvo su incesante camino de
besos.

Casi me detuve a gritar.

¡No!

No quería que se detuviera, lo deseaba y él me deseaba a mí. ¿Entonces


cual era el problema?

--Alicia

Su voz aterciopelada me golpeó duro en el estómago.

Bajé mi mentón hacia donde estaba él, al otro lado de la enorme cama y me
levanté de golpe.

Me miraba confundido y apenado.

--No quiero hacerlo así—dijo suavemente.

¿Qué?

171
--Me dirán anticuado pero quiero casarme contigo primero—dijo
mirándome con sus ojos azules tan penetrantemente que me pareció una
burla.

¿Era en serio?

No podía articular ninguna palabra.

--¿Matrimonio?—dije lentamente.

A las únicas cosas a las que tenía miedo era a las alturas, y al compromiso.
Cualquiera de las dos me parecía un ultraje en contra de mi voluntad.

A lo de las alturas era fácil huirle, simplemente tendría que evitar sitios
altos.

Pero al compromiso…

No estaba tan segura.

Miré nerviosamente a Gabriel y él me respondió con una sonrisa.

--¡No ahora! pequeña tonta—dijo mientras yo soltaba de golpe todo el aire


de mis pulmones.

--Algún día, cuando estés lista—dijo besando mis labios con delicadeza.

--¡Oh!

--¿Solo entonces lo haremos?—dije de nuevo con imprudencia

El me miraba entre horrorizado y divertido.

--¿Desde cuándo eres un pequeña pervertida?—dijo ahogando una


carcajada.

Me quedé muda en mi posición en la cama.

Me besó suavemente en los labios y supe que la conversación había


acabado. Ninguno de los dos iba a opinar nada más del tema, el había
puesto las cartas sobre la mesa y con él, aceptaría lo que fuere aunque por
dentro me estuviera muriendo de miedo por el compromiso.

172
Esa noche dormí plácidamente con el abrazándome por la espalda en la
cama. No me había dado cuenta de cuánto lo extrañaba hasta que lo tenía
junto a mí.

Cerré los ojos y me dejé caer a los brazos de Morfeo, al fin y al cabo, había
tenido un largo día.

***

Al día siguiente estaba lista para comenzar mi aventura con Gabriel, eso de
vivir corriendo de un lado a otro alrededor del mundo me aterraba. Pero
pensaba en los hermosos lugares que iba a conocer, a compartir con él el
resto de mi infinita existencia y en que a pesar de todo lo que estaba
abandonando para estar con él. Solo era algo que tendía que dar a cambio
por la maravillosa aventura que me deparaba el destino, mi madre estaba
felizmente casada ahora y aunque sé que me extrañaría, se que donde sea
que estuviere ella estaba feliz. Mi mejor amiga Bianca estaba cumpliendo
su sueño de ir a la universidad más prestigiosa del país y que por más que
me extrañara, también, se que iba a surgir como periodista en cualquier
momento y tendría un futuro esplendoroso. La única de las tres que no
sabía qué hacer con su vida hasta finales de la escuela era yo, y aquí estaba
durmiendo plácidamente con el amor de su vida mientras observaba el
amanecer en una casa de playa, el ruido de las olas, las gaviotas, la
respiración suave de Gabriel, estaba en mi pequeño cielo solo creado para
mí.

Gabriel tenía un brazo a mí alrededor acurrucándome contra él como si


esperara que en el cualquier momento pudiere salir corriendo en dirección
contraria y dejarle, como si eso fuere posible. Ya me había dejado una vez
y fue devastador. Temblé en la cama al recordar las semanas más
miserables de mi existencia.

Gabriel se despertó rápidamente y al verme un suspiro salió de sus labios.

173
--Sigues aquí—dijo con una sonrisa en más grande en sus labios.

--No me iré, tranquilo

Besé sus labios mientras me enredaba con su perfecto cuerpo y notaba


como su respiración volvía a la normalidad mientras me tenía allí abrazada,
se volvió a quedar dormido.

Cerré mis ojos intentando memorizar su olor, olía como a menta fresca y a
suavizante de ropa.

La esencia más tierna y atrayente que podía oler, pero también olía a
Gabriel. Eso me enloquecía internamente.

El abrió uno de sus ojos para verme estremecerme debajo de él.

--Nunca pensé que te volvería a tener Ally—ahora sonaba más despierto


que antes.

Asentí.

--No es en serio, mientras me tenían los hombres de los arcángeles solo


pensaba en ti. Quería romper las cadenas y huir de una buena vez por todas
pero me amenazaron con perseguirte si lo intentaba si quiera. Soporté
incalculables formas de tortura solo para que estuvieras bien, y las
soportaría nuevamente solo para ver que estas sana.

Me giré para verlo directamente a los ojos.

Yo también lo había extrañado, y no tenía ni las más mínima idea de cuánto


lo amaba.

--Gabriel

--No, déjame terminar. Y finalmente cuando te escuché gritar mi nombre y


entrar en ese cuarto de tortura, fue simplemente perfecto—dijo mientras sus
ojos azules escaneaban cada pequeña parte de mi rostro.

--Lo supe Alicia, supe que te amo—dijo suavemente—también sé que son


solo palabras, y que tengo que ganarme el derecho de ser tu novio porque te
dejé por una estupidez—dijo nuevamente

El dolor me dio en el pecho como una punzada al recordar cuando me


había dejado.

174
--Me esforzaré para merecerte Alicia Bennett—dijo mientras besaba mis
labios tan lentamente que casi pude derretirme en sus brazos y permanecer
allí para siempre.

Lo amaba. Y él a mí.

Supe que estaríamos juntos para siempre, porque no nos unía algo trivial en
esta vida, simplemente nos encantaba compartirnos mutuamente y si fuera
por mí, permanecería en esta cama junto a él por toda la eternidad.

Lo besé castamente y nos dormimos nuevamente.

El hambre me despertó de la cama, un leve olor a comida venía de la planta


baja y como casi instintivamente bajé a la cocina.

Allí estaba Gabriel friendo tocino y huevos en una sartén tan impecable que
dudé en que esa cocina hubiese sido usada anteriormente. Me senté en una
butaca de la mesa de la cocina, el jugaba con los tocinos mientras los servía
en un plato de cerámica con bordeado de oro, y cuando se percató de mi
presencia se sintió tímido delante de mí.

--¿Que sucede? No te inmutes por mí—dije mientras me mordía un labio.

Verlo allí en la cocina, me hacía desearlo aún más que antes. El me miraba
apenado.

--Lo lamento—dijo mientras servía un par de huevos y tocino frente a mí.

¿Eh? Arrugué el entrecejo.

--Solo se cocinar huevo y tocinos—dijo con una sonrisa tan encantadora


que casi morí en el sitio.

--¿En serio?—dije casi en tono de burla.

--Si, aquí solo comía en restaurantes y lugares de comida rápida. Me


planteé contratar a una doméstica pero tampoco es como que pasara el día
en casa—se encogió de hombros en respuesta.

--Así esta bien para mí—dije devorando los huevos con devoción.

El me miraba entretenido.

--También tengo pan y jugo de naranja si quieres.

175
Asentí.

Ambos comimos en silencio y él me miraba por ratitos aun sin creerse que
me estuviera comiendo lo que había preparado.

Cuando terminamos de comer el me miraba divertido.

--¿Estuvo bueno?

Asentí levemente.

--Te prometo que aprenderé a cocinar, me gusta verte comer. Me hace feliz
de una manera extraña—dijo mientras me guiñaba un ojo.

Secretamente sabía que también me gustaría que preparase platillos para


mí, al fin y al cabo, nadie nunca me había mimado como él. Ni siquiera mi
madre.

Suspiré de nuevo y el dejó los platos en su sitio.

--¿Todo bien?—sus ojos azules clavándose en mi rostro buscando que


estaba mal conmigo.

--Extrañaré a mi madre—dije suavemente.

El se encogió de hombros y me dio la espalda.

--Lo sé

Ninguno de los dos dijo nada más. Y me levanté de la mesa hasta la ducha,
necesitaba una urgentemente.

Miré la tina de oro y me sentí ridícula al entrar encendí la llave del agua
caliente y la del agua fría y apliqué sales marinas que tenía Gabriel en una
ollita tapada y jabón líquido con olor a menta.

¡Allí estaba el secreto para que siempre oliera así!

Me regocijé en la tina con el agua caliente mientras cada uno de mis


músculos iba aflojándose lentamente. Casi es como si pudiera tomar una
siesta y una ducha al mismo tiempo, hacer ambas, era simplemente perfecto
al igual que todo lo que tuviera que ver Gabriel.

176
Me recosté en la tina y lavé con una esponja cada una de las partes de mi
cuerpo, enjabonando y tallando hasta que estuve limpia. Al salir de la tina
me enrollé una toalla y salí en busca de ropa limpia.

Pero recordé que no tenía.

Gabriel me esperaba en las afueras del baño con una camiseta grande de él
en sus manos.

--Es provisional, nunca pensé que necesitaría tener ropa de mujer en mi


closet—dijo ocultando una risita.

Me sonrojé y me fui a cambiar al baño.

La camiseta me quedaba holgada pero amaba que olía a él, toda yo olía a
él. A menta fresca y a suavizante de ropa. Era en un tono azul cielo de seda.

El miraba a través de uno de los grandes ventanales como si pidiere volar


por los aires de un momento a otro, imaginé que extrañaba tener sus alas
para volar.

Casi como si pudiera leer todos mis pensamientos, dijo:

--Mis alas fueron completamente arrancadas

Le abracé por la espalda.

Sabía que para un ángel sus alas eran su identificativo, algo de lo que estar
orgullosos, pero en cambio para él. Ya no significaba nada delante de los
demás ángeles, eran como un hijo bastardo. Y me aferré aún más fuerte a
él.

No quería que se sintiera así, tan desolado.

Miré su rostro solo para ver como se crispaba de dolor al recordar que ya
no las tenía, era un caído desde el momento en que las había perdido y él lo
sabía.

Me miró mientras lo miraba, y una sonrisa lleno su rostro.

--Tú

Me besó suavemente los labios.

--Eres mejor que las mejor de las alas


177
Mis ojos se nublaron por las lágrimas pero parpadeé rápidamente para
apartarlas, no iba a llorar, no ahora.

Nos besamos tiernamente mientras íbamos de camino a la playa.

El llevaba nada más que un traje de baño tipo short negro y resaltaba casa
uno de sus músculos en la parte inferior de su cuerpo, casi babeo ante su
imagen idílica con la playa al fondo.

Era el paraíso, literalmente.

Ese hombre era mío, y casi pude dar volteretas ante ese pensamiento.

Me miró con sus ojos azules clavándose en mi rostro y me atrajo hasta


donde estaba besándome cada vez más tiernamente.

Me tomó por la cintura y me lanzó de un solo golpe contra la marea. La


rabia eclipso mis pensamientos.

Odiaba que me hiciera eso, que me besara y me apagara inmediatamente.


Salí del agua a pasos de bebé y el moría de carcajadas fuera del agua.

--Te ves hermosa cuando estás molesta, princesa

Me quedé estupefacta en mitad del océano.

¿Princesa?

Se acercó para apretarme contra su pecho desnudo y levantó mi rostro con


uno de sus largos dedos.

--Siempre en mi rescate

Los dos nos mirábamos con ternura, ese era mi lugar favorito en el mundo.
Allí junto a él.

Nos besamos otra vez y un pequeño suspiro salió de sus labios.

--Gabriel

Dije suavemente.

Sus ojos azules atravesándome tan profundamente que me había olvidado


el respirar.

--Dime
178
--Me mojaste la camiseta

El bajó la mirada para examinar que tan cierto era, estaba empapada.

--Se puede arreglar, además con la camiseta pegada te ves encantadora

Me ruboricé al recordar lo pálida que era la camiseta y traté de taparme el


cuerpo con mis manos.

El me detuvo inmediatamente.

--Deja, no debes sentir vergüenza conmigo

Miré nerviosa el suelo.

--Si debo—dije suavemente.

El me llevaba cargada en brazos ahora hasta la casa nuevamente, y supe


que eso sería todo. Al llegar a la casa me cambie de ropas nuevamente y
comencé a preparar algo para comer inmediatamente, tenía más hambre de
los usual.

El fue a la tienda por algo de ropa extra para mí, al regresar escuché como
se aparcaba un auto en el frente de la casa, pero como pensé que era
Gabriel no le di más vueltas al asunto y terminé de devorar la tortilla de
huevo que me había preparado.

Lavé los platos y subí hasta la habitación principal, pero una extraña
sensación de ser vigilada me recorrió toda la médula espinal y temblé ante
los posibles asechadores.

¿Podrían ser los arcángeles?

Un fuerte manotazo fue sentido por mis mejillas haciéndome rodar contra
el suelo de madera y pegar mi cabeza contra una esquina de la cama. El
dolor eclipso mis pensamientos, un figura musculosa y morena apareció
delante de mis ojos aún antes de que pudiera diferenciar su rostro.

Me clavó otro golpe en seco en mi espalda al intentar levantarme.

Rodé nuevamente por el suelo y casi choqué contra una de los ventanales
de vidrio de la casa.

Mis ojos se adaptaron a la luz rápidamente.

179
Y distinguí su rostro, era uno de los compañeros de los que tenían preso a
Gabriel en esa celda. Uno de los que había escapado antes de que
pudiéramos hacer algo.

Sabía que habíamos tenido que ir tras ellos.

Pero con Gabriel tan débil y yo tan inexperta, suspiré pesadamente


mientras me recostaba contra el vidrio enorme.

Sus ojos marrones se profundizaban más en mí que antes.

--Permíteme presentarme, mi nombre es Balthazar uno de los seguidores de


Caín mi antiguo jefe y el hombre al cual tu asesinaste—dijo con leve filo
en su voz.

Todo dentro de mí se tensó.

Esto era una venganza. Ojo por ojo.

Le clavé mi mirada en sus ojos. No me intimidaría tan fácilmente.

--¿Esperabas vivir huyendo para siempre?

Soltó con una carcajada y algo dentro de mí tembló.

--Eres una presa fácil, pequeña mocosa.

Clavó un golpe en la pared a mi lado, rompiendo el vidrio en miles de


fragmentos.

--Los arcángeles tenemos poder en todos lados, y el hecho de que tú te


fugues con un caído pone en más riesgo al tonto de Gabriel. Su precio a
pagar será más alto y tu pequeña niña desaparecerás como el polvo en
cuanto el toque del ángel desaparezca.

¿Esto de la inmortalidad era por un tiempo?

Me mordí la lengua, esto era lo que él quería, intimidarme. No se lo dejaría


tan fácil.

--¿Y porque no me eliminas ahora?

Mi voz salió filosa y potente.

El inclinó su cabeza hacia un lado.

180
--Te necesito con vida, esto solo es una pequeña advertencia.

Me tomó por el cuello de la camisa levantándome del suelo.

Su mirada paso de mi cara apretada a mi cuerpo de manera pervertida, y


sonrió en cuanto vio mi pánico.

--Si no funciona con Gabriel de seguro que podré venderte a buen precio.
No estas tan mal

Chasqueó con su lengua.

Lo golpeé en el rostro con toda la fuerza que pude con mi puño.

El gemía de dolor mientras se llevaba ambas manos a su rostro.

--¡Imbécil!

Grité.

La mirada gélida de ese hombre que se hacía llamar Balthazar me


perturbaba, esto no iba a acabar tan fácilmente, ellos me darían caza hasta
que los dos estuviéramos pagando por ello. Le pateé el costado con fuerza
y el salió suspendido en el aire hasta darse un fuerte golpe contra una de las
paredes.

Gimió de dolor.

Era momento de escapar. Di un gran salto desde la ventana del segundo


piso y comencé a correr en dirección a la avenida, solo en sentido contrario
por si me topaba con Gabriel en el camino. El joven se lanzó detrás de mí
con una mirada maligna y se lanzó una carcajada que me erizó todos los
vellitos del cuerpo.

Me giré para ver que ya no me perseguía pero tampoco era como que
quería regresar a esa casa.

Iba ya a los dos kilómetros corriendo cuando visualicé el Audi que venía en
mi dirección. Gabriel frenó de golpe. Sus ojos azules posaron en mí y dio
un giro con el auto lo suficientemente bien para que me pudiera montar en
él. Y aceleró.

Lo habíamos dejado atrás, pero ninguno de los dos omitió ningún


comentario el resto del camino.

181
Mi corazón seguía su ritmo acelerado y simplemente quería olvidar todas
las cosas que me había dicho ese chico, si eran ciertas, tal vez esto de los
dos no funcionaría la largo plazo.

***

Aparcamos en la lejanía de la ciudad, justo al frente del océano en una


pequeña playa con forma de media luna y las olas comenzaban a batirse
contra la orilla cada vez más abatida. Desabroché mi cinturón de seguridad
y él seguía sumergido en sus pensamientos, lo sabía, sabía que él me amaba
y que yo lo amaba. Pero algo dentro de mí me decía que esto simplemente
no podía funcionar.

Las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos con violencia y las


intenté alejar con una sonrisa de medio lado. Mi madre se iba a casar de
nuevo, nunca iba a volver a ver a mi mejor amiga, y lo único que me
mantenía con las suficientes ganas de vivir, era él. Y sabía que estar juntos
era una carrera demasiado peligrosa con la cual vivir por el resto de
nuestras existencias.

Miles de enemigos, arcángeles, ángeles.

Una lágrima se escapó de mis ojos cayendo lentamente por una de mis
mejillas y lo miré, él sabía lo que estaba pensando. Como el miedo se
apoderaba de mi sistema en cada minuto, y en como lo iba a dejar ir, no
importa si nunca encontraba a alguien que me hiciera feliz como él. Lo
besé tan fuertemente que su boca se mantuvo un rato aprehensiva a
corresponderme el beso, pero una vez que pasé los dedos por detrás de su
cabeza enredando mis dedos por su cabello, todo cayó en su lugar.

El era perfecto a mi lado, y yo simplemente era una chica tonta que lo


besaba como si nunca antes hubiere besado a alguien.

Nuestros labios hacían una danza tan fuertemente que él no notó cuando
había comenzado a llorar.

182
Lágrimas y plumas, las palabras habían venido a mi memoria y en realidad.
Odiaba el hecho de haberlo conocido, con el había experimentado dolor,
amor, odio, todo tipo de emociones que antes nunca había experimentado
tan profundamente que ahora todo venía a mí como un golpe contra mi
costado dejándome sin aire.

Si esto era enamorarse, no quería volver a experimentarlo nunca más.

Me alejé bruscamente de sus labios y sus ojos azules se entrecruzaron con


los míos.

--Lo lamento, no podré irme contigo—

El se permanecía estático en su posición.

--¿Qué?

--No puedo, no puedo arriesgar la vida de mi madre, ni la de mi mejor


amiga—me mordí la lengua con fuerza, eso me hacía regresar a mi
realidad—Tu y yo sabemos que no nos dejaran en paz—

El me miraba escéptico.

--Princesa

--¡No!

El intento sujetarme con sus brazos pero me solté con fuerza de su abrazo y
me aparté de él.

--Esto es demasiado para mí Gabriel, no puedo vivir huyendo. Me estas


pidiendo que deje demasiadas cosas—mentí

Dejaría todo por estar con él.

Lo amaba.

Pero no podía pensar siquiera en que alguien le lastimara por estar


rompiendo las reglas, o en que alguien lastimara a mis seres queridos por la
misma razón. No tenía ningún plan, pero alejarme de él, debería ser
suficiente para evitar esas dos opciones.

El me besó suavemente y al ver que no le correspondía, el dolor crispó su


rostro.

183
--Me estas dejando—no era una pregunta, era una afirmación.

Entrecerró los ojos con dolor.

--Te amo—dijo mirándome fijamente—Yo sé qué me amas, no sé porqué


estas haciendo esto Ally—

Me dolió que pensara eso.

Si iba a dar marcha a mi plan, este era el momento.

--No vale la pena

Di dos pasos hacia atrás alejándome de él.

--Lucharemos Ally

--No

--Podemos darles pelea o podemos dejarlos ganar sin pelear, pero no me


dejes—un hilo de su voz salió casi como una súplica.

--Lo lamento

Di dos pasos más hacia atrás.

El se arrodilló frente a mí.

--Por favor

Esa imagen de él rogando, me iba a atormentar por el resto de la eternidad.

--No

--Ally

--Lo lamento

Corrí para montarme en mi auto y dejarlo parado en medio de la nada.

184
***

Pasaron dos semanas y no supe nada más de Gabriel, no sabía si se había


rendido, lo único que sabía era que estaba empacando mis maletas para
mudarme a casa de mi tía Isabella. No necesitaba esto, merecía una vida
normal, o eso pensaba…

185
13

Al final ya había terminado la escuela secundaria, mi tía Isabella me iba a


pasar buscando en las afueras de mi instituto para llevarme de regreso a mi
vieja casa. El día estaba nublado casi grisáceo por la temporada de invierno
y deseaba que no lloviera antes de que ella pasase buscándome. Me refugie
debajo de la parada de autobuses que contaba con un mini techito de hierro
forjado por si comenzaba a lloviznar, me recosté en la baranda de hierro
intentando contar mis respiraciones, una, dos, tres…Contar siempre me
ayudaba a controlar mis sentimientos, porque la verdad estaba un poco
nerviosa.

Un auto se aproximaba en mi dirección y dejé atrás toda esperanza de irme


inmune a mi vieja casa. ¿Por qué él tenía que aparecer después de todo y
llevarse lo poco que quedaba de mí? Una camioneta Hummer negra se
detuvo frente a mí, se abrió de repente la puerta del conductor y yo seguía
mirando la acera como si la escena que estaba a punto de montarse no fuere
conmigo. A mi lado una vieja señora, creo que tendría unos sesenta se
escondió debajo de su chal su billetera y joyas mientras un niño de uno seis
años se escondía debajo de su falda plisada. Encerré mi cara entre mis
manos, intentando reprimir un sollozo y ya que no tenía fuerzas para
levantarme e irme, por lo menos me secaría las lágrimas de ira antes de que
me viera completamente. Una figura masculina perfectamente tallada en
músculos se detuvo frente a mí, casi podía sentir su mirada penetrante en
mi cráneo pero aun así no pude levantarle la mirada. En mi mente solo
contaba…ahora iba del uno al cien.

El se arrodilló frente a mí y puso sus abrazos alrededor en un abrazo, mis


piernas se sintieron como si colapsaran aunque estaba perfectamente y su
olor me pegó de golpe en mi nariz, olía a canela y a gel de baño, olía a
Gabriel. Le busqué el rostro con los dedos y alcancé a tocar sus perfectos
labios con los dedos y posterior a eso me lancé sobre él con mis labios y
nos dimos un beso tan profundo que casi había olvidado respirar. Siempre
anhelándonos rebuscando, nuestro afán por besarnos no se saciaba,
mientras más le besaba más quería estar allí entre sus brazos. Si elegía el
bien tendría que irme con mi tía a una casa vacía pero con esperanzas de
tener una vida, si es que mi vida pudiese llamarse así sin él. Y si elegía la

186
corrupción solo tendría que asentir con la cabeza e irme con él, nunca en mi
vida había estado tan segura de algo. De lo único que me preocupaba era
que su amor no fuera genuino, y todo se acabare antes de siquiera
comenzar.

Pero por amor, le deje de besar y su rostro fue casi de súplica y terror. Casi
como si pudiere leer mi mente, se arrodilló frente a mí, la lluvia ya había
comenzado a caer y sus ropas se estaban empapando totalmente. Ni
siquiera recordaba haber comenzado a llorar, solo cuando sentí mis mejillas
mojadas y me palpé con acuciosidad me dije que era cierto, estaba
llorando. Él se agachó y sacó una cajita de terciopelo negra de su bolsillo
trasero de su pantalón y todo en mi se detuvo. La abrió con sus largos
dedos y me mostró la perfecta gema que allí se encontraba, un diamante
rosa de más de cinco quilates con un bordeado de pequeños diamantes era
enorme, aún para mí. Pero al verlo allí tan frágil, mi corazón se detuvo.

--Se mía Alicia Bennett, te prometo que te amaré por el resto de la


eternidad—dijo con su perfecta voz aterciopelada

Ahora ambos estábamos empapados y las gotas de agua bajaban por todas
mis ropas, increíblemente a ello no tenía frío, ni siquiera recordaba todas
las cosas anteriores a las que habíamos vivido. Lo amaba, esta cien por
ciento segura de ello, pero cuando vi al arcángel detrás de un par de autos
con la mirada directamente hacia nosotros, sentí miedo, miedo porque yo
no fuera lo suficientemente buena para él, miedo de que lo castigaran por
mi culpa, todo en mi ser oscureció de repente, solo quería correr.

Correr lejos de sus brazos, para que por lo menos él, pudiere ser feliz.

Y así lo hice.

FIN
187
CONTINUARA….

Alicia Bennett se ve en la encrucijada más temible para ella, no solo la vida


de ella pende de un hilo, sino la de su madre y la de su mejor amiga Bianca,
Gabriel quien al verse rechazado por Alicia se une al clan de los arcángeles
en busca de lo más deseado para él, que todos los recuerdos que tuvo con
Alicia sean borrados. Tomas por su lado, intentará proteger a Alicia de
miles de arcángeles van a venir contra ella. Elena regresará y seducirá
nuevamente a Gabriel, y nuevos personajes aparecerán e irán a la caza de
Ally, quien es la ofrenda perfecta para los retorcidos planes de los
arcángeles.

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¡UN BESO!

Génesis L. Pantoja.

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