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002 Parte01
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Arte del
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miento que, si bien es cierto que nada promete, mucho menos
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historica y propiamente moderna No se trata solo del
tema clasico de la renuncia a los deseos La nostalgia de
ese paraíso de la inaccion que es el nirvana budico
introduce en el interior de la
( 1 ) V ease las versiones posteriores al Fausto de Goethe
Charnisso Lenau
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juras >, senor de su tiempo l de sus fuerzas y puede decir
cada manana Ea jornada es mia > (`Tease Arte del
buen vivir pagina 87) Es cierto que su
desconfianza ante la historia le
1 ) S c h op e nha u er Li Mundo como V oluntad Rcpresentac ton L III
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DOLORFS CASTRiLLO N11RAF
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sujeto ni controla. ni abarca, n/ comprende La
subjetividad romantica, a pesar de que se presente
en no pocas ocasiones balo la or-
(11 Etwento 1 nas Cono er G oet he Ed Dopesa Barcelona
1980 pa nas 112 113
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ARTE DEL BUEN VIVIR
INTRODUCCIÓN
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C A P Í T U L O P R IM E R O
DIVISIÓN FUNDAMENTAL
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1 S I I PP EN HAU E R
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i manera a los bienes exteriores, que en realidad un men-
(1) Pueblo y lacayo conquistador —reconocen cada vez
li t —que el supremo bien de los mortales —es sólo la perso-
nalidad.—El Diván.
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ARTE DEL BUEN VIVIR.--CAP.
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ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. 1 i
y___ por consiguiente, de todo interés objetivo que pueda
hacerles _aptos para una- -ocupación intelectual. Porque
lo que la riqueza puede proporcionar, aparte de la sa-
tisfacción de las necesidades reales y naturales, ejerce
una mínima influencia sobre nuestro verdadero bien-
estar ; esto es, al contrario, perturbado por las verdade-
ras e innumerables inquietudes que trae consigo la con-
servación de una gran fortuna. No obstante, los hombres
que se ocupan mil veces más de adquirir la riqueza que la
cultura intelectual, aunque seguramente lo que uno es
contribuye mucho más a nuestra felicidad que lo que
uno tiene. ¡ Cuántos vemos, diligentes como hormigas,
y ocupados desde la mañana hasta la noche en au-
mentar una riqueza ya adquirida! No conocen nada
más allá del limitado horizonte que encierra los medios
de conseguir eso ; su espíritu está vacío, y, en conse-
cuencia, inaccesible a cualquier otra ocupación. Los
goces más elevados, los goces intelectuales son inabor-
dables para ellos ; en vano tratan de reemplazarlos por
goces fugitivos, sensuales, ligeros, pero costosos de ad-
quirir, que se permiten de cuando en cuando. En el
término de su vida se encuentran como resultado, cuando
la fortuna les ha sido favorable, un gran montón de
dinero, que dejan a sus herederos, encargándose éstol,
de aumentarlo o de disiparlo. Esa existencia, aunque 1
en apariencia sea muy seria y muy importante, es Mil
insensata como lo sería la que enarbolase por enseña
el centro de la locura.
Así, pues, lo esencial para la felicidad de la vida es..
lo-que uno tiene—elt-Si —M'uno. Únicamente porque la -
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CAPITULO II
DE LO QUE UNO ES
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ARTE DFL BUEN VIVIR.—CAP. II
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es la alegría. Para eso sabido es que deben evitarse to-
dos los excesos y desenfrenos, toda emoción violenta o
penosa, así como toda satisfacción excesiva o muy pro-
longada ; ha„yque tener cada día dos horas, por lo me-
nos, de ejercicio rápido al aire libre, darse -baños fre-
cuentes de agua fría y otras medidas dietéticas del
mismo género. No hay salud si no se hace todos los
días suficiente movimiento ; todas las funciones de la
vida, para efectuarse adecuadamente, exigen el movi-
miento de los órganos en los cuales se verifican y del
cuerpo en conjunto. Por eso ha dicho Aristóteles, con
razón : la vida está en el movimiento. La vida con-
siste en el movimiento, y en él tiene su esencia. En el
interior de todo organismo reina un movimiento ince-
sante y rápido ; el corazón, en su doble movimiento,
tan complicado, de sístole y de diástole, palpita impe-
tuosa e infatigablemente ; veintiocho pulsaciones le bas-
tan para precipitar la masa entera de la sangre en el
torrente de la circulación grande y pequeña ; el pulmón
da a la bomba sin cesar como una máquina de vapor ;
las entrañas se contraen continuamente en un movi-
miento peristáltico (motos peristálticus); todas las glán-
dulas absorben y secrecionan sin interrupción ; el mis-
mo cerebro tiene un doble movimiento para cada latido
del corazón y para cada aspiración del pulmón. Si,
como ocurre en el género de vida completamente seden-
tario de tantos individuos, el movimiento falta casi en
absoluto, resulta una desproporción notable y perniciosa
entre el reposo exterior y el interior tumulto. Porque
este perpetuo movimiento' en el interior exige que sea
ayudado en parte por el del exterior ; este estado des-
proporcionado es análogo al en aue nos encontramos
cuando nos vemos forzados a no manifestar nada al exte-
rior mientras una emoción cualquiera nos hace hervir in-
teriormente. Hasta los árboles, para florecer, necesitan ser
agitados por el viento. Ésta es una regla absoluta que
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ARTE DEL BUEN VIVIR.---,CAP. II
se puede enunciar de una manera más concisa en latín:
Omnis motus, quo celerior, eo manis motus (1).
Para darnos cuenta de cómo nuestra felicidad depen-_
de de una alegre disposición de ánimo, y ésta del estado_
de salud, no tenemos más que comparar la impresión
que producen sobre nosotros las mismas circunstancias -
exteriores o los mismos acontecimientos durante los
días de salud y de vigor, con la que se produce cuando .un
estado de enfermedad nos dispone a estar torpes e
inquietos. No es lo que son objetivamente y en realidad
las cosas, sino lo que son para nosotros, en nuestra per-
cepción, lo que nos hace felicel o desgraciados. Esto
lo expresó bien Epicteto: Commovent Nomines non res,
sed de rebus opiniones (2Mi general, las nueve déci-
mas partes de nuestra felicidad se fundan en la salud.
Con ella, todo se convierte en manantial de placer ;
sin ella, por el contrario, no podríamos disfrutar de un
bien exterior, de cualquier naturaleza que sea ; hasta los
demás bienes subjetivos, tales como las cualidades de
la inteligencia, del corazón, del carácter, disminuyen y
se echan a perder por el estado de enfermedad. Así,
pues, no sin razón, nos informamos mutuamente del
estado de nuestra salud y nos deseamos recíprocamente
el estar bien ; porque eso es, en realidad, lo más impor-
tante que hay para la felicidad humana. Síguese, pues,
de aquí que es la más grave locura sacrificar la salud a
zualquier cosa : riqueza, carrera, estudios, gloria y, es-,
pecialmente, a la voluptuosidad y a los goces fugitivos;
nor el contrario, todo debe cederle el puesto.
Por grande que sea la influencia de la salud sobre
esa alegría tan esencial a nuestra felicidad, sin embargo,
esta no depende únicamente de la primera, porque, con
.una salud perfecta, se puede tener Un temperamento
(1) "Un movimiento, cuanto más acelerado, tanto más
movimiento es".
(2) "Conmueven a los hombres no las cosas, sino sus
.preciaciones sobre las cosas"
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