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En vista de esto y como consecuencia del desarrollo del conocimiento, del progreso
social y de la toma de conciencia en el ámbito internacional de las consecuencias, que
puede conllevar la explotación indiscriminada de los recursos naturales; se ha ido
generando, modificando e introduciendo en los académicos, y en los organismos
preocupados por el ambiente, nuevos conceptos de la economía, como una manera de
establecer vínculos entre crecimiento económico y desarrollo que sea sustentable y/o
sostenible en el tiempo.
En relación con esto, se puede señalar, que las condiciones para el desarrollo
sostenible, no sólo se definen por la acumulación de conocimiento y capital físico en un
territorio; que va más allá de eso, ya que trata de crear los instrumentos para gestionar
los procesos de ordenamiento social, y las instituciones y el marco regulatorio, que
permitan potencializar, las diferentes expresiones del capital en las regiones. Como
consecuencia de ello, la acumulación de capital físico, el conocimiento, las
potencialidades del territorio, y el marco institucional fortalecerán el desarrollo tanto
endógeno como exógeno, que se requiere para estimular la construcción de un tejido
social basado en los valores y en el desarrollo del ser humano.
2) El desarrollo sostenible acepta que, de todos modos, deberán existir algunos trade –
offs si se contempla un concepto restringido de crecimiento económico, en donde se
destaca el hecho que el crecimiento, está en conflicto con el medio ambiente, porque
se pone poco esfuerzo en integrarlo dentro de las inversiones de capital y de otras
decisiones de producción. De ambas cuestiones se resalta el hecho que no se pretende
cuestionar si se crece o no, sino de cómo se crece. En este proceso, los economistas
neoclásicos, consideran, que, mediante la innovación tecnológica, se puede reducir el
consumo energético, o salvar recursos, al tiempo que continuar el proceso de
crecimiento.
La relación centro-periferia viene dado por un sistema colonial en el que los recursos
(trabajo, capital, materias primas y bienes intermedios) fluyen de la periferia al centro,
y en el que la tasa y la pauta de desarrollo de la periferia están controladas por el
centro con el fin de lograr sus objetivos económicos, políticos y sociales (Richardson,
1986, pág. 117), teniendo en cuenta que las regiones centro son subsistemas de la
sociedad organizados sobre una base territorial que tienen una gran capacidad para
generar y absorber cambios innovadores; mientras que las regiones periféricas son
subsistemas cuya senda de desarrollo está determinada fundamentalmente por las
instituciones de la región centro, con respecto a la cual se encuentran en una relación
básica de dependencia (Friedman, 1973, pág. 67).
Ciudad compacta
Ciudad compacta se asocia, en muchos casos y de forma simplista, a ciudad vertical, a
ciudad construida con edificios altos (grandes o pequeños rascacielos). Siendo esta
asociación de ideas muy intuitiva y realidad en algunos casos, como el paradigma de
Nueva York, más exactamente Manhattan, no existe una relación obligada, unívoca,
entre compacidad y gran altura de la edificación. Ciudad compacta sí tiene una
referencia clara a un desarrollo urbano continuo y denso. Compacidad y densidad sí es
una asociación correcta y necesaria en la concepción de esta ciudad.
Ciudad inteligente
La teoría dice que una ciudad inteligente es aquella que hace uso de los avances
tecnológicos para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. La práctica, sin
embargo, sugiere que este concepto tiene múltiples matices e interpretaciones. "Una
ciudad inteligente es una urbe única que tiene un valor identitario", según Aina Calvo.
"En los tiempos que corren es una ciudad capaz de hacer mucho con menos. Es
necesario una buena gestión de los recursos para mantener la calidad de los servicios",
añadió la regidora de Palma de Mallorca.
Iñaki Azkuna advirtió del peligro de simplificar este concepto. Una ciudad inteligente,
bajo su prisma, no es Silicon Valley [área de California con alta concentración de
empresas tecnológicas] sino aquella donde la inteligencia "se pone al servicio del
ciudadano". El alcalde de Bilbao reflexionó también acerca del necesario equilibrio que
deben tener las urbes: "Si tenemos una ciudad para turistas, con un casco histórico
precioso, pero con la mayoría de sus barrios destrozados, esa ciudad no sirve para
nada. Hay que buscar un equilibrio y las tecnologías de la información deben de estar
al servicio de toda la ciudad".
En los espacios urbanos del futuro la colaboración público-privada se abre hueco para
reducir costes y mejorar la eficiencia. En este nuevo binomio Ferrovial ya tiene
experiencia. La compañía española firmó un contrato con el Ayuntamiento de
Birmingham en virtud del cual asume la gestión y el mantenimiento de las carreteras y
otras infraestructuras públicas de la ciudad británica. El acuerdo supone una inversión
de 2.700 millones de libras (3.200 millones de euros) en 25 años y tiene como objetivo
mejorar en un 30% la productividad y un 20% la eficiencia.
"Las ciudades las transforman los alcaldes, y las empresas servimos de catalizadores
para que se produzcan esos cambios. El sector privado puede ayudar a financiar a los
ayuntamientos y también puede contribuir a la gestión de la eficiencia. Las
administraciones deben dar un paso adelante aclarando el marco jurídico", reflexionó
Rafael del Pino. La compañía que preside ha alcanzado un acuerdo con el
Massachusetts Institute of Technology para impulsar iniciativas de ciudades
inteligentes por el que invertirá cinco millones de dólares (3,7 millones de euros)
durante los próximos cinco años.
Durante décadas las infraestructuras civiles han solucionado los problemas de las
ciudades y ahora parece que llega el momento de que la tecnología digital dote de más
eficiencia a las infraestructuras civiles. Pero, ¿cómo aplicar en la práctica los avances
tecnológicos? David del Val cree que el concepto de ciudad inteligente hay que
circunscribirlo al conocimiento en tiempo real de lo que ocurre en las ciudades,
interpretar los datos y dar el mejor servicio a los ciudadanos. "Para saber lo que ocurre
en una localidad lo que hacen falta son sensores que puedan medir determinados
parámetros (estado del tráfico, concentración de personas...) y enviar esa información
a centros de procesamiento de datos. En este sentido, para las empresas de
telecomunicaciones en el futuro va a ser más negocio la comunicación entre máquinas
que entre personas", indicó el directivo de Telefónica.
Del Val explicó que también funcionarán como sensores de lo que ocurre en la ciudad
los propios teléfonos móviles o la información que intercambian las personas a través
de las redes sociales. "Con todos estos instrumentos vamos a ser capaces de tener
información en tiempo real que servirá para mejorar la calidad de vida de los
ciudadanos", aseguró.
En el ámbito universitario también hay proyectos para la ciudad digital del futuro. Un
ejemplo es la Universidad de Alcalá. "Es necesario lograr una integración completa
entre los sensores que puedan existir en una ciudad inteligente y los sistemas de toma
de decisión. La aplicación de la tecnología servirá para lograr mejoras energéticas,
ecológicas...", describió Gutiérrez de Mesa, vicerrector de este centro.
Los expertos coinciden en que uno de los retos de la ciudad del futuro será aligerar la
burocracia y aumentar la transparencia en la toma de decisiones. "Debemos tener una
gestión transparente, que dé garantías jurídicas en la concesión de licencias", señaló
Calvo. "Cuanta más estructura generamos peor nos va. Es cierto que muchas veces las
administraciones locales asumimos competencias que no son nuestras, pero también
debemos entonar el mea culpa porque muchas veces somos los propios ayuntamientos
los que gestionamos de más o duplicamos servicios", añadió. Para la alcaldesa de
Palma de Mallorca otro de los aspectos clave será el civismo. "Es importante recuperar
el sentido de pertenencia, hacer corresponsables a los ciudadanos y alentar el
cumplimiento de las reglas del juego", comentó Calvo.
El modelo fue presentado por Francois Perroux (“Los Polos de Desarrollo”) en 1955; seis
años más tarde fue adecuado a las te-orías de la economía espacial por Jaques
Boudeville (“Los Espacios Económicos”, 1966). En resumen, la teoría dice que si una
nueva industria se localiza en una región determinada, se producirán efectos
“negativos” y “positivos” tanto en la región propiamente dicha como en las que se
encuentran al otro lado de sus fronteras, pero que el resultado neto será positivo. Este
resultado neto de efectos positivos evitará que la nueva industria localizada conforme
un enclave y, por el contrario, se establezca un Polo de Desarrollo. La creación del polo
de desarrollo asume que la región es homogénea en sus recursos y potencialidades.
Los efectos positivos se concretan en el hecho de que la nueva industria transforma los
insumos locales y tener la capacidad de atender el mercado regional y también los
externos, sin olvidar los eslabonamientos hacia atrás y hacia delante a los que nos
referimos en el caso de Hirshman. Las tecnologías deberán ser intensivas en mano de
obra, para crear empleos y la población debe garantizar un nivel de demanda mínimo
para que la empresa siga su evolución natural. Sobre el particular, diremos que cuando
presentemos el modelo de Desarrollo Local para Bolivia, estas dos condiciones no serán
consideradas como necesarias. Lo que sí deberá quedar en claro es que deberá haber
un proceso continuo de reinversión por parte de las empresas, reinversión que no
necesariamente se orientarán a las actividades propias sino a la creación de otras
complementarias. La participación del Estado y de la población asentada en la región
debe ser fomentada y promovida. Según las nuevas perspectivas, las empresas
localizadas no tienen que ser forzosamente de tipo industrial, pues una de servicios
también puede lograr los efectos positivos deseados.
A partir de lo anterior, es claro que el análisis de Von Thünen sobre localización de las
actividades agrícolas en las de áreas de abastecimiento se basa en un juego de
oposición de contrarios. De un lado, se considera a la renta como el factor que presiona
la dispersión de las actividades económicas; y del otro, el costo de transporte como
aquel factor que presiona la concentración de actividades alrededor del mercado de
consumo.
El equilibrio final entre estas fuerzas deriva en una distribución de uso de la tierra, cuyo
estudio es el propósito central la teoría de la localización de Von Thünen. Una
Característica importante del modelo es el nivel de agregación del análisis propuesto,
lo cual conduce a definir la distribución global de un conjunto de actividades
competitivas en un área geográfica determinada.