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LA POLÍTICA EXTERIOR DE “REINCORPORACIÓN AL PRIMER MUNDO” Felipe

A. M. de la Balze.

Introducción
Según el autor, Argentina en los últimos catorce años (1983-1997), dio un
vuelco en la política exterior, revertiendo alianzas externas y con una firme decisión
de reinserción al país en la nueva economía global, reinvirtiendo el espíritu
aislacionista que hasta entonces imperaba. Llamando a esta nueva política exterior,
“de reincorporación al Primer Mundo1”.
Los elementos en los que debe basarse Argentina para su “reinserción el Primer
Mundo”, es en lo interno, la consolidación de un proceso económico sostenido,
liderado por el sector privado; el fortalecimiento de un marco institucional
democrático; y el desarrollo de un aparato estatal moderno y bien organizado. En lo
externo, la reinserción de la economía argentina en la economía global y la creación
de relaciones internacionales políticas y económicas que faciliten el proceso de
transformación de Argentina en una potencia respetada.
La “nueva política exterior”, se propone como objetivo estratégico, favorecer la
reinserción de la Argentina en el “Primer Mundo”, sin dejar de reconocer su atraso,
tanto en lo económico, social e institucional, ya que la Argentina pasó de ser una
potencia regional importante y reconocida y uno de los países más prósperos en los
inicios de la década de 1940, a una posición de segundo rango, tanto en lo económico
como en lo político. La política exterior del período anterior (1943-1983) murió
después de una crisis gravísima de aislamiento internacional generada por las
consecuencias de la guerra de las Malvinas, los problemas de derechos humanos, la
crisis de la deuda externa y la gravísima crisis hiperinflacionaria de fines de 1980.
El elemento dinámico que aceleró el surgimiento de la “nueva política exterior”
se centró en los resultados políticos, económicos y diplomáticos alcanzados por
Argentina después de 1943, a través de un modelo de desarrollo económico cerrado y
una trama de orientaciones políticas y estratégicas que desconocían los cambios
ocurridos en el nuevo escenario mundial a partir de 1945.
La “nueva política exterior” genera un posicionamiento diferente de la
Argentina, ya que esta opta por insertarse en la nueva economía global, abandona la
tradicional política del “no compromiso”, se acerca políticamente y económicamente
a los países desarrollados y sustituye la “geopolítica”2 por la “integración”, como guía
en su accionar diplomático subregional. Esta “nueva política exterior” contempla
también la conveniencia de construir procesos de alianzas políticas y de relaciones
económicas preferenciales con un grupo de países, como el medio diplomático más
adecuado para facilitar la incorporación económica y diplomática de la Argentina al
Primer Mundo. Siendo una respuesta más coherente, en las circunstancias
internacionales actuales.3

Los orígenes de la “política exterior de reincorporación al Primer Mundo”

1
Con Primer Mundo, se refiere a un selecto grupo de países más avanzados, con instituciones políticas
democráticas consolidadas, niveles de desarrollo económico altos y aparatos estatales relativamente
modernos y bien organizados.
2
La visión geopolicista que tanto incidió entre los años 1983-1989, privilegiaba la adquisición de
autonomía (independencia) enfatizando cualquier crecimiento de la capacidad de ejercer acciones
independientes (cuanto más confrontativos más “independientes”) y minimizando los costos de ejercer
esa capacidad de confrontación. Es decir que se maximizaban los gestos y se despreciaban los costos:
como por ejemplo la guerra de las Malvinas.
3
Nota: para el autor.
1
Durante los 40 años post-Segunda Guerra Mundial, Argentina sufrió situaciones
de aislamiento en su accionar diplomático internacional. La derrota militar en la
guerra de las Malvinas y sus secuelas diplomáticas, el embargo económico europeo
(1983); el rechazo internacional por problemas de derechos humanos por represión
del terrorismo (1973-1983); y el aislamiento económico y financiero debido a la deuda
externa y el descontrol fiscal y monetario que caracterizó las etapas finales del
modelo económico proteccionista e intervencionista entre los años 1982-1990, fueron
algunas de las causas que forzaron a la clase dirigente a revisar la política exterior del
ciclo anterior.
El surgimiento de esta “nueva política exterior” tiene sus orígenes en los
cambios económicos, políticos y sociales internos de la Argentina, acompañados de
un escenario internacional propicio. Un nuevo escenario internacional a partir del fin
de la Guerra Fría (1989), consolida y acelera el proceso, pero la gestación de la
“nueva política exterior” tiene orígenes domésticos y es anterior a esta etapa.
Entre los años 1983-1989, se consolida el sistema político democrático post
dictadura; se abandona el aislacionismo económico internacional (1985-1991); se
debilita el aparato estatal intervencionista creado en 1930 (entre 1989-1992); se
revaloriza el rol del mercado y de la iniciativa privada como métodos de asignación de
recursos; surgen crecientes demandas en materia de libertad de prensa y derechos
humanos; protección del medio ambiente; mayor eficacia estatal (1983-1997),
generando determinantes para un nuevo accionar en materia de política exterior.
Surge así un proceso que duró casi quince años, en donde la clase dirigente elaboró
una visión más realista y pragmática de insertar al país en la política y la economía
global.
La “nueva política exterior” se inició con el acaecimiento de la democracia a
fines de 1983. El nuevo gobierno radical intentó normalizar la situación internacional
del país a través de diversas iniciativas políticas:
En el ámbito subregional se resolvió el conflicto con Chile sobre el canal Beagle
(que casi produjo una guerra entre 1978/79), firmándose un Tratado de Paz y Amistad
en 1985. Con Brasil se dio el puntapié inicial para la política de integración económica
y de cooperación política, a través de los acuerdos económicos entre Alfonsín y
Sarney en Foz de Iguazú 1985.
En la dimensión mundial, el gobierno radical normalizó la relación de la
Argentina con EEUU. Asimismo recuperó prácticas tradicionales de política exterior
nacionales, revalorizando el rol del derecho internacional y de las instituciones
internacionales (la ONU, la Corte Internacional de Justicia), y promovió un
acercamiento diplomático con el resto de los países de América Latina. También tuvo
un diálogo interregional muy fuerte con EEUU, a través de una participación activa en
un mecanismo de consultas y coordinación de políticas, formado por un selecto grupo
de países, el Grupo de Río. También se buscó su reinserción internacional a través de
una pol ext que promovía principios políticos y morales (democracia, control civil de
las fuerzas armadas, la resolución pacífica de los conflictos, el desarme mundial).4
Se inició una política de mayor inserción en la economía internacional con el
lanzamiento del Plan Austral en 1985, el inicio de la apertura comercial (“apertura
Canitrot” 1987), y los acuerdos de cooperación económica con España e Italia
(1987,1988). Si bien a largo plazo no fueron exitosos.
El gobierno justicialista posterior consolidó y profundizó el acercamiento con
Brasil y Chile, y se inició un amplio viraje en la relación con EEUU (envío de naves al
Golfo Pérsico, el cambio de orientación del voto argentino en las UN, la intervención

4
Política que fue considerada por algunos como demasiado retórica y exagerada en sus formas e
inconsistente en su instrumentación.
2
argentina por razones de derechos humanos en la deposición del presidente Cedras
en Haití, su retiro del Movimiento de Países No Alineados, la ratificación de los
tratados de No Proliferación Nuclear y de Tlatelolco, la condena a Cuba en las UN por
no respetar los derechos humanos, la cancelación del proyecto misilístico Cóndor y la
alianza militar “extra OTAN”), y se lanzó una audaz y exitosa política económica (el
Plan de Convertibilidad), cuyo pilares más importantes eran la apertura comercial y
financiera, y la reinserción de la economía argentina a la eco internacional. La
apertura comercial incluyó reducciones sustanciales de los niveles arancelarios, y
además se abolieron la mayoría de las restricciones y medidas no arancelarias a la
importación. La apertura financiera, incluyó la abolición de los controles de cambios y
una política que igualó el tratamiento al inversor extranjero respecto al inversor local
y que favoreció la integración de los mercados monetarios y de capitales nacionales a
los internacionales. También se atrajo inversiones extranjeras directas por las
privatizaciones, las desregulaciones y las mejoras en las normas económicas.

La “arquitectura diplomática” de la “política exterior de reincorporación al


Primer Mundo”
En la dimensión mundial, las facetas más importantes de la “nueva política
exterior” son la decisión de insertar plenamente a la Argentina en la economía global,
el desarrollo de una “relación especial” con EEUU y un acercamiento político y
económico con los países más avanzados y con los países “emergentes” de rápido
crecimiento.
En la dimensión subregional, se promueve la integración económica y la
cooperación política y estratégica con Brasil, se impulsa la creación de una “zona de
paz” en el Cono Sur y se favorece la integración económica y la cooperación política y
militar con los países vecinos.
En la dimensión hemisférica, se abandona la tradicional política de competencia
con EEUU y se desarrolla una nueva política de prestigio, que encuentra su sustento
en la promoción de ciertos “principios” y en una activa política de “integración y
cooperación” con el resto de los países de América Latina.
La concepción estratégica de la “nueva política exterior” se origina en cinco
ideas o pilares fundamentales:

1. El primer pilar de la “política exterior de reincorporación al Primer Mundo”,


en la dimensión mundial, es la decisión de reinsertar la economía argentina en la
economía mundial.
El diseño de la pol exterior en la dimensión económica parte de dos premisas
fundamentales.
La primera premisa sostiene que para un país como la Argentina, atrasado en lo
económico, periférico geográficamente y sin los atributos materiales de una gran
potencia (población, poderío militar o interés estratégico para las demás grandes
potencias), un proceso de crecimiento económico sostenido, es un requisito
imprescindible para acumular poder, prestigio y mayor independencia.
La segunda premisa, sostiene que el país enfrenta una economía mundial en
proceso de globalización (crecimiento del comercio mundial y de libre movimiento de
capitales), a la cual Argentina debe integrarse.
Se asume que la inserción de la economía argentina en la economía mundial, en
conjunto con un marco institucional interno democrático sólido y estable, contribuirá a
reducir las probabilidades de intromisión extranjera en los asuntos internos de la
nación, ya que una trama de intereses privados transnacionales, comprometidos con
el desarrollo del país, ayudarán a limitar el potencial intervencionismo de gobiernos
extranjeros y generarán en un futuro un espacio de libertad de acción.
3
Se reconoce que la globalización económica involucrará peligros y una mayor
vulnerabilidad de la economía interna, pero se apuesta a que los beneficios de una
mayor interdependencia económica sean muy superiores a los inconvenientes.
La política exterior generará una creciente participación en el comercio mundial,
la apertura de nuevos mercados nacionales, un aumento de la capacidad de atraer
capitales externos y tecnologías modernas, y el desarrollo de intereses privados
transnacionales comprometidos con el progreso argentino.
Estas políticas le permitirán asertivamente instrumentar una estrategia
internacional que permita a la Argentina ampliar el tamaño de su mercado, algo que
ha sido un gran obstáculo para la construcción de economías de escala y
especialización, y tal vez una de las causas del fracaso del modelo de sustitución de
importaciones.
En el área de comercio, la “nueva política exterior” prioriza el objetivo de
ampliar el tamaño de mercado y lo instrumento a través de una apertura gradual de
la economía a la competencia internacional, una activa participación en la OMC, una
dinámica integración económico subregional en el marco del MERCOSUR, y la
negociación futura de Zonas de Libre Comercio con el resto de los países de América
Latina, con los países del NAFTA y con la Unión Europea.
Otro objetivo económico de “la nueva política exterior” es aumentar el flujo de
inversiones externas directas hacia el país, con el doble propósito de incrementar la
tasa de inversión y contribuir a la modernización de la estructura productiva de la
economía nacional a través de la incorporación de nuevas tecnologías y métodos de
gestión.
En lo interno, promover un paquete de reformas estructurales con el propósito
de aumentar el nivel y la calidad de las inversiones dentro del país, y que se provea el
marco institucional necesario para favorecer los potenciales aumentos de la
productividad. La política de estabilización macroeconómica (la Convertibilidad), las
reformas estructurales (privatizaciones, desregulaciones y reforma del Estado) y la
estrategia de inserción económica internacional (apertura, integración subregional,
acuerdos interregionales, acceso a los mercados de capitales internacionales e
inversión extranjera directa), son ítems para el esfuerzo de la modernización de la
economía nacional.

2. El segundo pilar de la “política exterior de reincorporación al Primer


Mundo”, en la dimensión mundial, es el desarrollo de una alianza o “relación especial”
con los EEUU.
El acercamiento político con Washington se origina en un reconocimiento por
parte de la diplomacia argentina de la “excepcionalidad” de los Estados Unidos en el
nuevo escenario internacional5 y, por otro lado en las nuevas oportunidades que
brinda el escenario regional para que la Argentina desarrolle una “relación especial”
con dicho país.
Según Balze Argentina necesita, durante las próximas décadas, contar con el
apoyo norteamericano para:
i. Ganar acceso preferencial para las exportaciones argentinas a los
mercados de EEUU y de sus socios del NAFTA.

5
El fin de la Guerra Fría, la creciente preeminencia de lo eco en el cálculo internacional de las grandes
potencias, el crecimiento del “regionalismo abierto” y la consolidación de “polos” regionales de
integración eco, prefiguran los elementos determinantes de una nueva configuración del poder, el
prestigio y la distribución de la riqueza a nivel mundial. En este contexto los EEUU mantienen una
incontestable preeminencia en los aspectos económicos, de comercio internacional, poder militar e
inclusive su lengua como lengua franca en el mundo de los negocios, en la actividad académica,
científica y tecnológica, y en el mundo de la informática y entretenimiento.
4
ii. Atraer hacia la Argentina una cuota importante de las inversiones directas
norteamericanas en las economías emergentes y una porción relevante
de los fondos que administran los inversores institucionales
norteamericanos (fondos de pensión, compañías de seguros, etc.).
iii. Obtener apoyo oficial de los EEUU en temas regionales de interés
estyratégico para la Argentina (como por ej. Malvinas).
iv. Avanzar en la creación de una zona de paz en el Cono Sur y
simultáneamente desarrollar, con su apoyo, fuerzas armadas modernas y
profesionales.
v. Desarrollar un diálogo bilateral provechoso, particularmente en temas
regionales, que favorezcan un incremento de la influencia argentina en el
proceso decisorio norteamericano y minimicen las consecuencias de
decisiones norteamericanas que puedan afectar adversamente los
intereses argentinos.

Desde una perspectiva estratégica, para la Argentina la relación “especial” tiene


sus fundamentos “realistas” en la búsqueda de un equilibrio necesario en su política
subregional y regional. Una Argentina que ha declinado tanto durante los últimos 50
años, en términos ecos, militares y estratégicos, necesita una buena relación con los
EEUU para poder mantener ciertos grados de libertad de acción y ciertos espacios de
autonomía política en su accionar subregional y regional.
La nueva relación encuentra sus fundamentos “idealistas” en una visión
compartida por los países respecto de la organización política y económica deseable
tanto al nivel nacional como internacional. En lo político, la democracia, el respeto de
los DDHH y la libertad de prensa como principios básicos de la organización política
interna. El repudio al terrorismo y al narcotráfico internacional; la no proliferación y el
control de armas nucleares, químicas y bacteriológica; el sostenimiento de los
principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas, y el desarrollo de
políticas de seguridad cooperativas en el ámbito regional, como principios básicos de
la política de defensa nacional.
En lo eco, la promoción del comercio internacional más abierto a través del
fortalecimiento del sistema multilateral y la integración regional “abierta”.
Es así que valores compartidos y la asimetría de poder entre ambos países
favorecen, la posibilidad de que la Argentina pueda gradualmente desarrollar una
“relación especial” con EEUU, y dejar de lado las tradicionales políticas de
competencia en la dimensión regional.
Argentina ya no puede competir por la hegemonía regional o crear una coalición
latinoamericana antagónica a las políticas de EEUU. No se necesita ser anti
norteamericano para ser pro latinoamericano. Por su parte, EEUU ha dejado de liderar
posiciones proteccionistas frente a temas de comercio internacional que afectaban a
la región (como temas de comercio internacional agropecuario) favoreciendo la
relación comercial.
En el nuevo escenario post Guerra Fría, los EEUU necesitan aliados y amigos en
el hemisferio para hacer frente a conflictos militares interregionales (como por ej el
conflicto bélico Ecuador Perú), a disputas diplomáticas por diferendos sobre límites
fronterizos o control de recursos eco, y amenazas regionales (terrorismo, narcotráfico,
migración ilegal, entre otros). Por lo que su necesidad de encontrar aliados en la
región brindará la oportunidad para que la Argentina busque fortalecer una buena
relación con los EEUU.
En conclusión, esa “relación especial”, será producto de una creciente confianza
entre ambos países fundada en una estrecha cooperación política bilateral en varios
temas regionales e internacionales; en una creciente relación económica bilateral; y
5
en una visión compartida sobre la organización política y eco deseable tanto en el
plano interno como en el mundial. Dicha relación estaba basada en el largo plazo en
conveniencias geopolíticas, en intereses ecos bilaterales y en la inexistencia de
conflictos mayores que bloquearan el desarrollo de la relación.

3. El tercer pilar de la “política exterior de reincorporación al Primer Mundo”,


es el desarrollo de un proceso de integración eco, de cooperación política y de alianza
estratégica con Brasil que, a su vez, desencadena un amplio proceso de integración
económica subregional (el Mercosur) y genera las condiciones para avanzar
conjuntamente en la negociación de zonas de libre comercio con otros países o
regiones.
Una política de integración eco y cooperación política con los principales vecinos
es un elemento clave para redefinir una nueva estrategia de inserción internacional.
Anteriormente el “cálculo geopolítico” es el que caracterizaba las políticas
exteriores y de defensa de los países de la subregión. Tanto Argentina como Brasil
ambicionaban ser líderes de esta parte del Cono Sur. Chile, por su parte aspiraba solo
a ser “primus inter pares”, buscando impedir la consolidación de una hegemonía
subregional. Paraguay y Uruguay, trataron de asegurar su independencia y promover
su posición, contraponiéndose a los intereses entre los países más importantes de la
región.
En la “nueva política exterior”, el “cálculo geopolítico” se sustituye por el
“cálculo de la integración”, con la esperanza de que la creación de intereses ecos y
políticos subregionales, lograrán avances tanto en el orden eco, de seguridad, como la
capacidad negociadora de la subregión respecto al resto del mundo. La cooperación
eco/integración eco subregional acelerará la tasa de crecimiento eco de los países y
potencialmente aumentará su capacidad de atraer inversiones y negociar acceso a
mercados de exportación.
Por lo que la dirigencia argentina reconoce que los pasos imprescindibles para
avanzar hacia una mayor integración y solidaridad latinoamericana son el desarrollo
de intereses ecos intrarregionales, la resolución definitiva de los conflictos limítrofes
pendientes y el desarrollo de políticas de comercio exterior y de defensa cooperativas
con los vecinos de la subregión.
El primero paso hacia esto, es el establecimiento de una alianza eco y política
de largo plazo con Brasil, país que fue históricamente percibido como principal
competidor y potencial adversario regional. Esto es indispensable para completar y
equilibrar la relación con EEUU, ya que asegura el equilibrio y la funcionalidad de la
“nueva política exterior” y le da una dimensión subregional.
La integración eco es también otro paso necesario, proceso que se profundizará
con la creación y funcionamiento del Mercosur. El Mercosur crea la oportunidad de
extenderse hacia otros países de América del Sur, negociar preferencias y aumentar
el comercio y las condiciones de esta, a su vez que permite negociar de forma
unilateral preferencias con los mercados comerciales de otros países.

4. El cuarto pilar de la “política exterior de reincorporación al Primer Mundo”,


es una política de seguridad y defensa orientada a crear una Zona de Paz en el Cono
Sur de América.
Además de los objetivos económicos, la “nueva política exterior” debe
garantizar, la paz y fortalecer la seguridad argentina en el ámbito subregional. El
propósito es apalancarse en el proceso eco subregional para gradualmente desarrollar
una creciente cooperación estratégico/militar entre Argentina y Brasil, que incluya
más adelante a Chile.
6
En el marco dominado por la competencia geopolítica que caracterizo a los años
anteriores, las relaciones con los países vecinos se analizaban bajo la luz de un
nacionalismo competitivo y conflictivo (“realpolitik”). Esta visión geopolítica en el
área subregional, contribuyó a atrasar el desarrollo de la infraestructura de transporte
y comunicaciones en las áreas fronterizas, lo que aumentó los costos y redujo las
posibilidades de acelerar los flujos de comercio bilateral entre los vecinos.
La sustitución de la tradicional diplomacia subregional de “realpolitik” por una
nueva diplomacia orientada hacia la integración, requiere la resolución de conflictos
territoriales.
Con Brasil las disputas fronterizas fueron resueltas a fines del siglo XIX, pero la
competencia geopolítica por el liderazgo regional generaba una conflictiva relación
bilateral que se agravó entre los años 1960 y 1980.
La política exterior hacia la integración, consolidando la integración eco y el
proceso de cooperación político/militar con Brasil, en conjunto con las políticas de
extensión comercial del Mercosur, contribuirá a minimizar las suspicacias y roces que
existieron entre Arg y Brasil.
La creación de un ámbito subregional de paz y de seguridad concertada, no es
solamente un objetivo estratégico de pol ext, sino que está relacionada con el
proyecto de crecimiento eco.
La mejor forma de fortalecer la seguridad argentina es creando una Zona de
Paz, que una el interés argentino de seguridad con el de los principales vecinos.
Construyendo de forma gradual un núcleo de políticas de seguridad cooperativas
intrarregionales, que sirvan de fundamento para la creación gradual de un marco de
confianza y cooperación militar amplia en la subregión.
Por lo que en una etapa preliminar, Argentina debe estar dispuesta a desarrollar
una relación militar con EEUU, en categoría de aliado privilegiado “extra OTAN”.
A continuación se buscará afirmar la creación de una Zona de Paz subregional,
ya que reduce el riesgo país y región y contribuye a aumentar la tasa de inversión y el
crecimiento potencial de los países de la subregión. Fortaleciendo los intereses
económicos comunes y el proceso de la paz subregional.
Entre Arg y Brasil, el proceso de acercamiento estratégico tuvo sus primeros
pasos entre 1979/80 cuando se resolvió el conflicto de la explotación de recursos
hidroeléctricos del río Paraná, y luego se firmó un acuerdo bilateral de cooperación
para el desarrollo y aplicación de la energía nuclear. En 1991 se firmó un tratado
bilateral sobre el uso de la energía nuclear, se creó una agencia entre ambos países
para una supervisión conjunta y se firmó un Acuerdo para la Prohibición de Armas
Químicas y Bacteriológicas. En 1994, ambos países más Chile ratificaron el Tratado de
Tlatelolco para la no proliferación de armas nucleares en América Latina.
Todo esto para consolidar la Zona de Paz, a través de políticas de seguridad
cooperativa, a través del aumento de la confianza entre los países vecinos en
seguridad y defensa.
También para esto, ha sido necesario buscar una solución definitiva para los
temas pendientes fronterizos con Chile. En 1991 el trabajo conjunto entre ambos
países logró resolver 22 de los 24 puntos donde había conflictos limítrofes
pendientes.6 Esto y sumado a un creciente flujo comercial y de inversiones entre Arg y
Chile, ha logrado avances en la integración física y energética entre los dos países,
creando una creciente interdependencia entre ambas naciones. No obstante esto 7, si
bien Argentina ha abandonado la tradicional visión geopolítica, no ha ocurrido lo
mismo con Chile lo cual dificulta, llevar a cabo la política de la Zona de Paz. Sin
6
Si los otros dos se resolvieron no habla ya que me parece que no es muy nuevo el texto, porque todo
el tiempo habla de loq eu tiene que hacer en un futuro Argentina entre los años 90 y 2000.
7
Cuando se escribió el artículo.
7
embargo, con el pasar del tiempo Balze cree que, Chile y Arg desarrollarán políticas
de seguridad cooperativas y que Chile se integrará gradualmente a una Zona de Paz
subregional.
En esta configuración, la Argentina debe estar dispuesta a actuar como
“amistoso componedor” o “garante” en todas las situaciones de conflicto entre países
de América Latina y debe estar dispuesta a prestar su cooperación.

5. El quinto pilar de la “política exterior de reincorporación al Primer Mundo”,


es el desarrollo de una “política de prestigio” fundada, en lo mundial, en la
reafirmación de ciertos “principios universales” y, en lo regional, en el desarrollo de
un sostenido esfuerzo de “cooperación y solidaridad” con el resto de los países de
América Latina.
Esta “política de prestigio” encuentra su sustento en dos vertientes
tradicionales de la diplomacia argentina: la tradición “principista” de la política
nacional previa a 1930, que promocionaba ciertos “principios universales” y el énfasis
al derecho internacional como principio rector de las relaciones interestatales; y una
política de “solidaridad y cooperación” latinoamericana. La “nueva política exterior
rescata los objetivos de estas dos vertientes, pero las adapta a las circunstancias del
escenario internacional contemporáneo.
La antigua tradicional diplomática, utilizaba dichos “principios” como un
instrumento de la “realpolitik”, la nueva pol ext trata más bien de sostener en forma
coherente y sistemática “valores universales” compartidos por Argentina y con el
resto de los países del Primer Mundo y Latinoamérica.
Valores como la democracia, protección de los DDHH, la libertad de prensa,
protección del Medio Ambiente, repudio del narcotráfico y el terrorismo internacional,
rechazo a la agresión militar como método para dirimir diferendos internacionales, y
brindar apoyo a las instituciones multilaterales en espacial las Naciones Unidas y las
operaciones de paz.
En lo multilateral es necesario participar en los temas globales que afectan a
todos, como el sistema de comercio multilateral, la reducción del peligro nuclear, la
protección del medio ambiente, la capa de ozono, la contaminación marina, etc. A su
vez se debe apoyar la labor internacional de Naciones Unidas, estando dispuestos a
ofrecer colaboración en las operaciones de mantenimiento de la paz.
Todo esto, será reconocido en el escenario internacional y redundará en
beneficios de largo plazo para la diplomacia argentina.

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