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A. M. de la Balze.
Introducción
Según el autor, Argentina en los últimos catorce años (1983-1997), dio un
vuelco en la política exterior, revertiendo alianzas externas y con una firme decisión
de reinserción al país en la nueva economía global, reinvirtiendo el espíritu
aislacionista que hasta entonces imperaba. Llamando a esta nueva política exterior,
“de reincorporación al Primer Mundo1”.
Los elementos en los que debe basarse Argentina para su “reinserción el Primer
Mundo”, es en lo interno, la consolidación de un proceso económico sostenido,
liderado por el sector privado; el fortalecimiento de un marco institucional
democrático; y el desarrollo de un aparato estatal moderno y bien organizado. En lo
externo, la reinserción de la economía argentina en la economía global y la creación
de relaciones internacionales políticas y económicas que faciliten el proceso de
transformación de Argentina en una potencia respetada.
La “nueva política exterior”, se propone como objetivo estratégico, favorecer la
reinserción de la Argentina en el “Primer Mundo”, sin dejar de reconocer su atraso,
tanto en lo económico, social e institucional, ya que la Argentina pasó de ser una
potencia regional importante y reconocida y uno de los países más prósperos en los
inicios de la década de 1940, a una posición de segundo rango, tanto en lo económico
como en lo político. La política exterior del período anterior (1943-1983) murió
después de una crisis gravísima de aislamiento internacional generada por las
consecuencias de la guerra de las Malvinas, los problemas de derechos humanos, la
crisis de la deuda externa y la gravísima crisis hiperinflacionaria de fines de 1980.
El elemento dinámico que aceleró el surgimiento de la “nueva política exterior”
se centró en los resultados políticos, económicos y diplomáticos alcanzados por
Argentina después de 1943, a través de un modelo de desarrollo económico cerrado y
una trama de orientaciones políticas y estratégicas que desconocían los cambios
ocurridos en el nuevo escenario mundial a partir de 1945.
La “nueva política exterior” genera un posicionamiento diferente de la
Argentina, ya que esta opta por insertarse en la nueva economía global, abandona la
tradicional política del “no compromiso”, se acerca políticamente y económicamente
a los países desarrollados y sustituye la “geopolítica”2 por la “integración”, como guía
en su accionar diplomático subregional. Esta “nueva política exterior” contempla
también la conveniencia de construir procesos de alianzas políticas y de relaciones
económicas preferenciales con un grupo de países, como el medio diplomático más
adecuado para facilitar la incorporación económica y diplomática de la Argentina al
Primer Mundo. Siendo una respuesta más coherente, en las circunstancias
internacionales actuales.3
1
Con Primer Mundo, se refiere a un selecto grupo de países más avanzados, con instituciones políticas
democráticas consolidadas, niveles de desarrollo económico altos y aparatos estatales relativamente
modernos y bien organizados.
2
La visión geopolicista que tanto incidió entre los años 1983-1989, privilegiaba la adquisición de
autonomía (independencia) enfatizando cualquier crecimiento de la capacidad de ejercer acciones
independientes (cuanto más confrontativos más “independientes”) y minimizando los costos de ejercer
esa capacidad de confrontación. Es decir que se maximizaban los gestos y se despreciaban los costos:
como por ejemplo la guerra de las Malvinas.
3
Nota: para el autor.
1
Durante los 40 años post-Segunda Guerra Mundial, Argentina sufrió situaciones
de aislamiento en su accionar diplomático internacional. La derrota militar en la
guerra de las Malvinas y sus secuelas diplomáticas, el embargo económico europeo
(1983); el rechazo internacional por problemas de derechos humanos por represión
del terrorismo (1973-1983); y el aislamiento económico y financiero debido a la deuda
externa y el descontrol fiscal y monetario que caracterizó las etapas finales del
modelo económico proteccionista e intervencionista entre los años 1982-1990, fueron
algunas de las causas que forzaron a la clase dirigente a revisar la política exterior del
ciclo anterior.
El surgimiento de esta “nueva política exterior” tiene sus orígenes en los
cambios económicos, políticos y sociales internos de la Argentina, acompañados de
un escenario internacional propicio. Un nuevo escenario internacional a partir del fin
de la Guerra Fría (1989), consolida y acelera el proceso, pero la gestación de la
“nueva política exterior” tiene orígenes domésticos y es anterior a esta etapa.
Entre los años 1983-1989, se consolida el sistema político democrático post
dictadura; se abandona el aislacionismo económico internacional (1985-1991); se
debilita el aparato estatal intervencionista creado en 1930 (entre 1989-1992); se
revaloriza el rol del mercado y de la iniciativa privada como métodos de asignación de
recursos; surgen crecientes demandas en materia de libertad de prensa y derechos
humanos; protección del medio ambiente; mayor eficacia estatal (1983-1997),
generando determinantes para un nuevo accionar en materia de política exterior.
Surge así un proceso que duró casi quince años, en donde la clase dirigente elaboró
una visión más realista y pragmática de insertar al país en la política y la economía
global.
La “nueva política exterior” se inició con el acaecimiento de la democracia a
fines de 1983. El nuevo gobierno radical intentó normalizar la situación internacional
del país a través de diversas iniciativas políticas:
En el ámbito subregional se resolvió el conflicto con Chile sobre el canal Beagle
(que casi produjo una guerra entre 1978/79), firmándose un Tratado de Paz y Amistad
en 1985. Con Brasil se dio el puntapié inicial para la política de integración económica
y de cooperación política, a través de los acuerdos económicos entre Alfonsín y
Sarney en Foz de Iguazú 1985.
En la dimensión mundial, el gobierno radical normalizó la relación de la
Argentina con EEUU. Asimismo recuperó prácticas tradicionales de política exterior
nacionales, revalorizando el rol del derecho internacional y de las instituciones
internacionales (la ONU, la Corte Internacional de Justicia), y promovió un
acercamiento diplomático con el resto de los países de América Latina. También tuvo
un diálogo interregional muy fuerte con EEUU, a través de una participación activa en
un mecanismo de consultas y coordinación de políticas, formado por un selecto grupo
de países, el Grupo de Río. También se buscó su reinserción internacional a través de
una pol ext que promovía principios políticos y morales (democracia, control civil de
las fuerzas armadas, la resolución pacífica de los conflictos, el desarme mundial).4
Se inició una política de mayor inserción en la economía internacional con el
lanzamiento del Plan Austral en 1985, el inicio de la apertura comercial (“apertura
Canitrot” 1987), y los acuerdos de cooperación económica con España e Italia
(1987,1988). Si bien a largo plazo no fueron exitosos.
El gobierno justicialista posterior consolidó y profundizó el acercamiento con
Brasil y Chile, y se inició un amplio viraje en la relación con EEUU (envío de naves al
Golfo Pérsico, el cambio de orientación del voto argentino en las UN, la intervención
4
Política que fue considerada por algunos como demasiado retórica y exagerada en sus formas e
inconsistente en su instrumentación.
2
argentina por razones de derechos humanos en la deposición del presidente Cedras
en Haití, su retiro del Movimiento de Países No Alineados, la ratificación de los
tratados de No Proliferación Nuclear y de Tlatelolco, la condena a Cuba en las UN por
no respetar los derechos humanos, la cancelación del proyecto misilístico Cóndor y la
alianza militar “extra OTAN”), y se lanzó una audaz y exitosa política económica (el
Plan de Convertibilidad), cuyo pilares más importantes eran la apertura comercial y
financiera, y la reinserción de la economía argentina a la eco internacional. La
apertura comercial incluyó reducciones sustanciales de los niveles arancelarios, y
además se abolieron la mayoría de las restricciones y medidas no arancelarias a la
importación. La apertura financiera, incluyó la abolición de los controles de cambios y
una política que igualó el tratamiento al inversor extranjero respecto al inversor local
y que favoreció la integración de los mercados monetarios y de capitales nacionales a
los internacionales. También se atrajo inversiones extranjeras directas por las
privatizaciones, las desregulaciones y las mejoras en las normas económicas.
5
El fin de la Guerra Fría, la creciente preeminencia de lo eco en el cálculo internacional de las grandes
potencias, el crecimiento del “regionalismo abierto” y la consolidación de “polos” regionales de
integración eco, prefiguran los elementos determinantes de una nueva configuración del poder, el
prestigio y la distribución de la riqueza a nivel mundial. En este contexto los EEUU mantienen una
incontestable preeminencia en los aspectos económicos, de comercio internacional, poder militar e
inclusive su lengua como lengua franca en el mundo de los negocios, en la actividad académica,
científica y tecnológica, y en el mundo de la informática y entretenimiento.
4
ii. Atraer hacia la Argentina una cuota importante de las inversiones directas
norteamericanas en las economías emergentes y una porción relevante
de los fondos que administran los inversores institucionales
norteamericanos (fondos de pensión, compañías de seguros, etc.).
iii. Obtener apoyo oficial de los EEUU en temas regionales de interés
estyratégico para la Argentina (como por ej. Malvinas).
iv. Avanzar en la creación de una zona de paz en el Cono Sur y
simultáneamente desarrollar, con su apoyo, fuerzas armadas modernas y
profesionales.
v. Desarrollar un diálogo bilateral provechoso, particularmente en temas
regionales, que favorezcan un incremento de la influencia argentina en el
proceso decisorio norteamericano y minimicen las consecuencias de
decisiones norteamericanas que puedan afectar adversamente los
intereses argentinos.