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ADMINISTRACIÓN DE LA SOCIEDAD CONYUGAL.

La administración puede ser de tres tipos:


I.- Administración ordinaria: la que ejerce el marido en calidad de “jefe de la SC”, según dice la
ley.
II.- Administración extraordinaria: aquella que ejerce un curador que puede ser la mujer o un
tercero, en los casos de inhabilidad del marido.
III.- Administración accidental: la que ejerce la mujer por impedimento del marido,
impedimento que no debe ser de larga e indefinida duración, en los casos y condiciones del art.
138 del CC. Cabe señalar que algunos autores no tratan esta de manera especial, sino que a
propósito de la adm. ordinaria, y la denominan “administración ordinaria que ejerce la mujer”.
Así, al adm. ordinaria es la que ejerce el marido y las otras dos son las que no ejerce el
marido.

Administración ordinaria de la Sociedad Conyugal.

Constituye la RG en materia de adm. de la SC. Y lo importante de ésta es determinar las


facultades del marido. PRG señala que las siguientes son sus características:
1.- El marido más que administrador es dueño de los bienes sociales. Sin embargo, PRG
considera que con las modificaciones introducidas por las leyes 10.271, 18.802 y 19.335 esto de
que el marido es señor y dueño de los bienes sociales, es sólo una reminiscencia histórica, por la
gran cantidad de restricciones y limitaciones, por lo que la mujer se ha ido convirtiendo en una
“coadministradora”.
2.- Le corresponde al marido de pleno derecho, por el sólo hecho del matrimonio (si se celebró
en Chile), y no es necesario estipulación que la establezca. Es una norma de orden público, por
lo que no se podría encomendar esta adm. a la mujer ni a un tercero.
3.- El marido la ejerce en la medida que sea plenamente capaz.
4.- En general se prolonga por lo que dure la SC.
5.- El marido no está obligado a rendir cuenta de su adm.
6.- El marido responde por delitos y cuasidelitos cometidos en esta adm.
7.- La mala adm. del marido puede llevar a la disolución de la SC, por sentencia judicial que
decrete la separación de bienes (separación judicial que es siempre total).
Para el estudio de las facultades del marido, seguiremos el orden que sugiere sra. Inés:

I.- En los bienes sociales.

a) Bienes muebles sociales:


La regla general es que el marido puede administrar con completa libertad los bienes
muebles, puede celebrar todo tipo de actos. Según algunos, la mujer no tiene mayores medios
para controlar la adm. en estos bienes sociales, a menos que se pudiere configurar una causal de
separación judicial de bienes.
No obstante, el marido tiene excepcionalmente las siguientes limitaciones:
1.- No puede donar entre vivos bienes sociales, aun cuando sea respecto de muebles, salvo el
caso del art. 1735, es decir, a menos que se trate de donaciones de poca monta o con objeto de
beneficencia, siempre que no cause grave menoscabo (1742). Norma que es necesario relacionar
con el art. 1749 inc. 4º.
En este caso, para que se lleve a cabo una donación (1735), o acto de disposición a título
gratuito (1749), que no sea de poca monta (o con objeto de beneficencia que cause grave
menoscabo), requiere de autorización de la mujer.
Si el marido igual celebra el acto sin autorización de la mujer, a la mujer le quedan dos
salidas:
- O se solicita la nulidad del acto, por no contar con la autorización requerida, de acuerdo con
el art. 1757.
- O se hace efectiva la correspondiente recompensa que debe el marido a la SC.
Obviamente no se podría hacer ambas cosas, pues habría enriquecimiento injusto para la SC.

2.-La del 1749 inc.3°, en cuanto a que el marido no puede el marido si autorización de la mujer
enajenar o gravar, ni prometer gravar o enajenar los derechos hereditarios de la mujer. Sra. Inés
señala que esto es un reconocimiento a la teoría de Leopoldo Urrutia en cuanto a que a los
derechos hereditarios se les aplica el estatuto de los bienes muebles.

3.- El marido no puede caucionar con derecho de prenda respecto de un bien mueble social a
favor de un tercero, sin autorización de la mujer.
4.-No puede disponer entre vivos a título gratuito de bienes muebles sociales, sin autorización
de la mujer, salvo el caso del art. 1735.

b) Administración del marido en bienes inmuebles sociales.

1.- En lo que respecta a los actos de administración propiamente tales, el marido cuenta con
plenas facultades, con una excepción la del art. 1749 inc. 4°, en cuanto a dar en arriendo o ceder
la tenencia de bienes raíces sociales urbanos por más de 5 años, ni rústicos por más de 8 años,
sin autorización de la mujer, incluidas las prórrogas.
Por ejemplo, ceder la tenencia sería un comodato.
Con esta modificación que incluye las prórrogas, se terminó una larga discusión que se
producía precisamente en este punto. Lo curioso, es que la falta de esta autorización de la mujer
no acarrea la nulidad del acto, sino que el art. 1757 inc. 1°, segunda parte, dice que es la
inoponibilidad, sin embargo, se ha señalado que más que eso, es una terminación anticipada del
contrato.

2.- En cuanto a los actos de disposición, art. 1749 inc. 3°, el marido no puede sin autorización
de la mujer, enajenar o gravar ni prometer gravar o enajenar bienes raíces sociales. (gravar:
usufructo, habitación, censo, hipoteca, etc.
Se incluye la hipoteca, pero se refiere a hipotecas otorgadas para garantizar deudas
sociales, del marido o de la mujer, pues en este caso la ausencia de dicha autorización trae
aparejada la nulidad, según art. 1757; pero la hipoteca para garantizar deudas de terceros se sujeta
a otro estatuto, cual es que sólo se ven gravados los bienes del marido.
Recordemos lo relativo al contrato de promesa, en cuanto a que, si bien no es enajenación
ni principio de enajenación, se estableció la limitación, para evitar que el marido se salte la
autorización de la mujer supliéndola con la del juez (en el incumplimiento del contrato de
promesa).
Tampoco puede el marido, sin autorización de la mujer, disponer a título gratuito de
bienes raíces sociales, salvo el caso del art. 1735.

En todo caso, PRG llama la atención respecto de una serie de aspectos que se producen
respecto de la autorización, así, se ha discutido si la mujer puede revocar la autorización dada,
antes que el acto se celebre. Frigeira estima que ello es posible, sin embargo, PRG considera que
ello no es procedente, pues de dicha autorización se generaría un derecho a favor del marido que
no queda a disposición de la mujer, de lo contrario, se generaría una grave incertidumbre en las
relaciones jurídicas y se podría también afectar derechos de terceros. Así, por ejemplo, si la mujer
otorgara la autorización por instrumento privado, y luego se revoca por la misma vía, cómo se
enterarían los terceros de dicha revocación.

¿Qué pasa si los actos se celebran sin cumplir con la autorización de la mujer?
Por regla general, la sanción será la nulidad relativa, la cual deberá ser impetrada en el
cuadrienio respectivo, que se cuenta desde la disolución de la SC, o desde que cese la incapacidad
de la mujer o sus herederos. Agrega la norma que en ningún caso podrá ejercerse pasados 10
años desde la celebración del acto o contrato. PRG, agrega, sin embargo, que igual pasados los
10 años desde la celebración del acto y una vez disuelta la SC, la mujer o sus herederos pueden
demandar al marido por culpa grave o dolo en le celebración de dicho contrato, pues lo que
extingue la ley es la acción de nulidad en beneficio del tercero que contrató con él, pero no
extingue la responsabilidad del marido, a que alude el art. 1748.
Ello, además se ve corroborado porque después de disuelta la SC, se puede demandar al
marido por la mujer o sus herederos por culpa grave o dolo en una mala administración, ello una
vez disuelta la SC, incluso se ha fallado que un acto doloso de mala administración constituye
un delito civil (RDJ, tomo LXIV, segunda parte, secc 1ª, p. 265).

La nulidad opera, salvo en el caso del contrato de arrendamiento o cesión de la tenencia


de bienes raíces sociales, en que la sanción es la inoponibidad, aunque en realidad es una
terminación anticipada del contrato.

¿Puede la mujer renunciar a la nulidad relativa durante la SC?, PRG considera que dicha
renuncia carece de valor. Ello, pues el derecho de impetrarla surge una vez disuelta la SC, antes
no, por lo que no se puede renunciar lo que no se encuentra radicado en su patrimonio.

Antes de continuar, estudiemos una especial situación que se produce en el caso que la
mujer al casarse era socia de una sociedad de personas:
En este punto, dichos derechos ingresan al haber relativo de la SC, por lo que la
administración de los mismos va a corresponder al marido, por lo que si no se pactó en la
sociedad civil que se pondrá fin a ella si la mujer se casa, rige la norma del art. 1749 inc. 2º, en
todo caso el marido administrará esos derechos sociales que eran de la mujer, no en calidad de
representante de ella, sino que de administrador de la SC.
En todo caso, si antes del matrimonio, la mujer soltera era la administradora de la
sociedad, ella continúa, aunque se contraiga matrimonio, pues es un mandato que no se extingue
por el hecho del matrimonio, lo que queda corroborado por la derogación del Nº8 del art. 2163,
por la ley 18.802.
El art. 1749 inc. 2º, dice “sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 150”, y los autores se
preguntan en qué caso, pues el patrimonio del 150 se genera con los ingresos que la mujer genere
por el producto del trabajo, durante la vigencia de la SC, y el caso que analizamos, ella era soltera
cuando se celebró el contrato de sociedad. Fernando Rozas señala que podría darse, por ejemplo,
si la mujer es socia de una sociedad profesional, y luego contrae matrimonio y sigue trabajando
en la sociedad en su profesión, en este caso ella seguiría ejerciendo los derechos sociales sin
solución de continuidad, por lo que, al disolverse la SC, se le aplicaría a esos derechos las reglas
del art. 150.

El otro aspecto que es necesario analizar, es qué pasa si casada la mujer celebra un
contrato de sociedad. Caso distinto al que reglamenta el art. 1749 inc. 2º, por lo que se podrían
presentar 3 hipótesis:
a) Actuando dentro del patrimonio reservado ella celebra un contrato de sociedad, se aplica el
art. 150, no hay problema.
b) Si no tiene patrimonio reservado, ella perfectamente puede celebrar el contrato, pues es
capaz, sin embargo, como ella no administra nada, para efectos de cumplir con los aportes
convenidos, deberá estar a que el marido consienta, en caso contrario, entrará a operar el art.
2101, según el cual, si uno de los socios falta por hecho o culpa suya a la obligación de hacer
los aportes, los otros socios tendrán derecho a dar la sociedad por disuelta.
c) Si la mujer tiene los patrimonios del 166 ó 167, tampoco hay problema.

Cabe agregar que Fernando Rozas considera que, si el marido consiente en que la mujer
aporte un bien propio de ella, el marido es socio en proporción al valor de su aporte. Sin
embargo, Ramos Pazos considera que no es así, pues los socios no contrataron con el marido
sino con la mujer, además el bien no es del marido, ni de la SC, sino propio de la mujer.

II.- En los bienes de la mujer.

Acá el marido es sólo administrador. Sin embargo, PRG llama la atención respecto al por
qué si la mujer es capaz, por el hecho del matrimonio y de la SC ella pierde el derecho a
administrar sus bienes. La única razón, piensa, por la cual se justificaría, es porque el marido
adquiere un derecho legal de goce respecto de los bienes propios de la mujer. Pero, salvo esta
razón, es difícil encontrar una justificación de peso, sin perjuicio que con las restricciones que
tiene el marido en esta administración, la mujer se ha transformado casi en una coadministradora.
Claudia Schmidt considera que esta pérdida de la facultad de la mujer de administrar sus
propios bienes es inconstitucional, atenta contra el principio de igualdad ante la ley (referirse a
la desigualdad y arbitrariedad- igualdad y no discriminación), agrega que perfectamente la CS
podría declarar la inconstitucionalidad de estas normas, conociendo de un recurso de
inaplicabilidad por inconstitucionalidad.
PRG no está de acuerdo, pues considera que estas limitaciones que tiene la mujer para
administrar sus bienes han sido aceptadas voluntariamente por la mujer al momento de contraer
matrimonio bajo este régimen. Además, este mismo hecho, que los esposos puedan seleccionar
el régimen que se les va a aplicar, aunque éste consagre algunas diferencias, ellas son justificadas
en relación con los derechos y deberes que pesan sobre ellos, especialmente en relación a la
familia común. Por ello, no cree que el art. 1754 sea inconstitucional.

Para efectos de analizar estas facultades del marido, nuevamente seguiremos el esquema:
1.- Actos de administración propiamente tales:
Por regla general, el marido tiene amplias facultades en actos de mera administración,
por ejemplo: interrumpir prescripciones, contratar seguros, ejecutar mejoras menores, etc.
El marido tiene algunas limitaciones en este tipo de actos:
a) El marido no puede provocar la partición en aquellas comunidades en que la mujer tenga
derechos comprometidos, sin autorización de ésta si fuere mayor de edad y no estuviere
imposibilitada de prestarlo, o el de la justicia en subsidio, art. 1322. Por tanto, frente a la sola
negativa de la mujer, el marido no podría recurrir a la justicia en subsidio.
b) Nombramiento de partidor, igual regla, art. 1326.
c) Arrendamiento o cesión de la tenencia de predios de la mujer, art. 1756, que hace aplicable
los incs.7 y 8 del 1749. Se critica pues es posible que le marido recurra a la justicia frente a la
negativa de la mujer, lo que no es lógico si los bienes son de ella. Por otro lado, algunos
opinan que no es sustentable la crítica, pues esas rentas, por ejemplo, ingresan al haber
absoluto de la SC, por lo que la negativa de la mujer perjudicaría a la SC.

2.- Actos de disposición propiamente tales:


El marido tiene facultades más restringidas.
a) En lo que respecta a bienes muebles: Aceptación o repudiación de una herencia o legado,
art. 1225. Requiere autorización de la mujer. Igual regla se aplica respecto de las donaciones
hechas a la mujer, en virtud de lo dispuesto en el art. 1411 inc. final.

Del mismo modo, el art. 1755, se refiere a la enajenación de bienes muebles que el marido
esté obligado a restituir en especie, en este caso, bastará el consentimiento de la mujer, que
podrá ser suplido si la mujer estuviere imposibilitada de manifestar su voluntad. ¿Qué bienes
el marido está o pudiere estar obligado a restituir en especie?: Ramos Pazos da como ejemplo,
aquellos que la mujer aporta a la SC en las capitulaciones, debidamente tasados, para que el
marido se los restituya en especie o en valor, a elección de la mujer, considera que es una
estipulación válida.

b) En lo que respecta a bienes inmuebles: Art. 1754. El marido no puede enajenar o gravar
bienes raíces de la mujer, sino con su voluntad. Cabe precisar que acá, la autorización judicial
supletoria, sólo opera si la mujer se encuentra impedida de otorgarlo, no si se niega a
otorgarlo. Del mismo modo, se observa que la ley nada dice respecto de la promesa de
enajenación o gravamen.

Ausencia de cumplimiento de la autorización de la mujer o de la justicia en subsidio:


Nuevamente, el art. 1757 establece la sanción, indicando que dichos actos adolecen de
nulidad relativa. Con la excepción del art. 1756, en que la sanción será la inoponibilidad, con el
comentario ya hecho.
Sin embargo, PRG, para el caso del art. 1754 y 1755, como las normas hablan de
“voluntad”, en el caso del 1754; y de “consentimiento”, en el caso del 1755, considera que la
ausencia de la voluntad de la mujer o de su consentimiento, trae aparejado la inexistencia del
acto. En efecto, la sola voluntad del marido es insuficiente para que el acto nazca a la vida del
derecho, requiere el concurso de la voluntad de la mujer. Por ello las normas indicadas utilizan
esa terminología y no hablan de autorización, como en los demás casos. Ello, es lógico, pues se
trata de bienes muebles o inmuebles que son de la mujer. Agrega que es indudable que para los
redactores del art. 1754 y 1757, la sanción debía ser la nulidad relativa, pero agrega que la norma
se independiza de su creador, adquiere vida propia, por lo que hay que interpretarla de acuerdo
a la estructura lógica y jurídica de todo acto jurídico.

Finalmente, es necesario analizar una norma relacionada, cual es la del art. 1754 inc. final,
en relación con los arts. 138 y 138 bis. En particular, el art. 138 bis. Esta norma fue repuesta por
la ley 19.335, y constituye un cambio en el espíritu del legislador, al otorgarle más facultades a la
mujer incluso en la administración ordinaria ejercida por el marido (porque el art. 138 bis, no es
referido ni a la administración extraordinaria, ni a la administración accidental).

3.- En los bienes propios del marido.


La ley guarda silencio, pero obviamente que tiene amplias facultades.

Administración extraordinaria de la Sociedad Conyugal.

Es la que ejerce la mujer o un tercero en razón de haber sido nombrado uno u otro
curador del marido debido a que él tiene una incapacidad que le impide administrar sus propios
negocios. Definición de Sra. Inés.

Características de esta adm.:


- Es ejercida por un curador.
- El curador deberá rendir cuenta de su cometido, lo cual no ocurre en la adm. ordinaria.
- El curador responde de culpa leve, a diferencia del marido que responde de culpa grave o
dolo.
Causales que dan lugar a esta administración:
1.- Marido menor de edad. Art.139.
2.- Marido declarado en interdicción por cualquier causa (demencia, sordomudez o
prodigalidad). Art. 138 y 1758.
3.- Impedimento de larga o indefinida duración, como su desaparición o ausencia sin
comunicación con su familia.

Cabe señalar, que no siempre existe la opción de la mujer o un tercero, pues, por ejemplo, en el
caso de la interdicción por prodigalidad el art. 450 CC le impide a uno de los cónyuges ser
curador del otro.

I.- Administración ejercida por la mujer.

Casos en que la mujer puede ejercer esta adm.:


a) Demencia del marido. Art. 462.
b) Sordomudez del marido. Art. 470 hace aplicable expresamente los arts. 462 y 463, por lo que
la mujer es llamada preferentemente a la guarda.
c) Larga ausencia del marido. Art. 475 hace también aplicable el art. 462, además que el art.
1758 también lo señala. Estas normas deben ser complementadas por el art. 473 CC. que
establece que no se sepa de su paradero o que por lo menos haya dejado de estar en
comunicación con los suyos y que de lo anterior se originen perjuicios graves al ausente o a
un tercero.
d) Minoría de edad del marido, art. 139. PRG señala que el art. 367 no llama a la mujer a la
curaduría, por lo que, si la mujer es designada curadora, será una curaduría dativa y no
legítima. En todo caso PRG considera que la mujer no podría ser curadora del marido menor
de edad, entre otras razones, porque existe una incompatibilidad natural que emana del art.
438. Se aplicarían los arts. 430, 433 y 434, todos los cuales resultan incompatibles con el
estado de matrimonio, además, entre guardador y pupilo existe una relación de
subordinación que es aberrante y contrario a la naturaleza del vínculo matrimonial.

En todos estos casos, puede la mujer no aceptar el cargo de curadora, y si además no


acepta someterse a la administración de un tercero, puede pedir la separación judicial de bienes,
art. 1762. Sin embargo, los autores están contestes en que ello no se puede si la causa de la
curaduría es la menor edad del marido, se señala que no existe un texto expreso que la contemple,
como los arts. 463, 470, 477 en relación con arts. 1762 y 1758. Además, la minoría de edad del
marido es temporal, por lo que no existe perjuicio a la mujer, además el tercero que administre
deberá rendir cuenta de su gestión al final; agrega que el art. 1762 parece que se está refiriendo
al art. 1758 en que no se menciona a la minoría de edad. En este caso, entonces, la mujer casada
con un menor de edad deberá someterse a la administración de un tercero, salvo que a la mujer
se le defiera la curaduría dativa, posición que PRG no comparte.

Facultades de la mujer si es curadora:

1.- Bienes sociales:


Art. 1759. Iguales facultades que el marido. Por tanto, requiere autorización judicial en
todos los casos que la necesita el marido, por lo que no puede enajenar o gravar ni prometer
enajenar o gravar sin ella; ni arrendar o dar la tenencia de bienes raíces rústicos o urbanos por
más del tiempo señalado, sin esa autorización; ni disponer a título gratuito de bienes sociales,
excepto art. 1735. Si es aval, o codeudora solidaria, fiadora u otorga otra caución a terceros, art.
1759 y 1761.

2.- Bienes del marido:


Se aplican las normas de la curaduría, art. 1759 inc. final. Por tanto, la mujer deberá
responder de culpa leve, rendir cuenta de sus actos y solicitar autorización judicial para los actos
señalados en el Título XXI del Libro I.

3.- Bienes de la mujer.


Administra libremente, sin restricción, pues la ley no le impone ninguna limitación.

Efectos de los actos ejecutados por la mujer. Art. 1760.

II.- Administración ejercida por un tercero.


La asume si la mujer no es llamada a la curaduría del marido (prodigalidad, o menor edad,
según opinión de PRG), y cuando llamada la mujer, se excusa de hacerlo.
En este caso, las facultades del tercero corresponden a los guardadores, se sujeta a las
restricciones señaladas para ellos, debe llevar cuenta exacta y documentada de sus actos, y
responde hasta de la culpa leve.

Término de la administración extraordinaria.

Termina cuando la causa que la produjo cesa. Es decir, si el marido fue interdicto, si es
rehabilitado; o pone fin a su ausencia, o llega a la mayor edad, o muere en cualquiera de estos
casos, o se concede la posesión provisoria de los bienes del desaparecido, etc.
Para que el marido recobre la adm. Se necesita de decreto judicial previo, art. 1763.
Si la causa es la minoría de edad no se necesita resolución judicial, pues de acuerdo con
el antiguo art. 298 derogado la habilitación de edad de producía por el solo ministerio de la ley.
Además, el art. 1763 dice “de que hablan los arts. Precedentes” y la minoría de edad no se
encuentra tratada en esas normas, sino que en el art. 139.
Concluida la adm. Extraordinaria, se debe rendir cuenta de su gestión. PRG considera
que esto es también aplicable a la mujer.

Administración accidental de la Sociedad Conyugal.

Es la que ejerce la mujer previa autorización judicial, con conocimiento de causa. La pide
la mujer por impedimento del marido que no sea de larga e indefinida duración, y siempre que
de ello se siga perjuicio. Sra. Inés.
PRG la trata como la administración ordinaria ejercida por la mujer.
Se considera que ella es peligrosísima, por la amplitud de los términos y vaguedad de
estos, art.138. (no se sabe cuál impedimento sería, no establece limitaciones para el actuar de la
mujer, no se señala cuándo termina, ni cuando se restablece al marido en la adm.)

Estamos ante un caso, entonces, de impedimento transitorio o temporal, imputable o no


al marido. No se alteraría la adm. Pero la mujer puede actuar respecto de los bienes de la SC,
siempre que se cumplan los requisitos del art. 138, y 1que el marido no haya dejado mandatario
habilitado.
PRG considera que esta norma que se introdujo con la 18.802, es concordante con la
plena capacidad de la mujer. Estima igualmente que para actos de mera administración puede no
contar con la autorización judicial, caso en que estaría actuando como un agente oficioso, y se le
aplicarían las normas de ese cuasicontrato.
Del mismo modo, considera que en el caso de la autorización judicial ella no podría ser
genérica sólo específica. Por lo anterior, como no sería procedente una autorización genérica,
estima PRG que la mujer nunca se transformará es administradora ordinaria de la SC.

DISOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD CONYUGAL.

La SC termina por cualquiera de las causas señaladas en el art. 1764, obviamente, se


puede distinguir causales que suponen la extinción del matrimonio. Y causales en que el
matrimonio no se extingue sino sólo la SC, perviviendo el matrimonio. Por tanto, hay causales
por la vía consecuencial o por la vía principal.

I.- Causales por la vía consecuencial:

1.- Muerte natural de cualquiera de los cónyuges. 1764 N°1 y 42 N°1 de la Ley de matrimonio civil.
Se pone fin al matrimonio y consecuentemente a la SC.

2.- Por declaración de nulidad del matrimonio, art. 1764 N°4.


En este caso, en la medida que estemos ante un matrimonio putativo, pues si es
simplemente nulo, no se dará lugar a la formación de SC, ya que la declaración de nulidad opera
con efecto retroactivo.

3- Sentencia que declara el divorcio de los cónyuges. Esta causal, está contemplada en el número 1 del
artículo 1764, que alude a la “disolución del matrimonio”. Terminado el matrimonio, se entiende
que ha expirado también la sociedad conyugal. Recordemos que de conformidad al artículo 60
de la Ley de Matrimonio Civil, “El divorcio pone fin a las obligaciones y derechos de carácter
patrimonial cuya titularidad y ejercicio se funda en la existencia del matrimonio…”, y entre ellos,
están los derivados de la sociedad conyugal.

4- Sentencia firme que acoge solicitud de rectificación de sexo y nombre por razón de identidad de género, Ley N°
21.120.

II.- Causales por la vía principal:

1.- Declaración de muerte presunta de uno de los cónyuges.


Art. 1764, N°2. La declaración de muerte presunta no trae aparejado la disolución del
matrimonio necesariamente, ello sólo ocurre en las hipótesis del art. 43 de la LMC. Es decir,
puede declararse la muerte presunta de una persona y no necesariamente extinguirse el
matrimonio, por lo cual se debe relacionar esta materia con lo dispuesto en el art. 84 CC. (es
decir, el decreto de posesión provisoria disuelve la SC). En los casos en que no hay decreto de
posesión provisoria, sino directamente de posesión definitiva, con mayor razón debe entenderse
disuelta la SC.
En los casos en que el matrimonio se disuelve por muerte presunta, ello siempre ocurre
previa concesión de la posesión definitiva de los bienes del desaparecido. Por ello, según PRG
concurren dos causales de disolución de la Sc: decreto judicial que concede la posesión definitiva
de los bienes y la terminación del matrimonio. Acá se produce una discusión en la doctrina: ¿qué
pasa si el desaparecido reaparece antes que se dicte el decreto de posesión definitiva de los bienes
y después de dictado el de posesión provisoria?, ¿se reanuda la Sc?. Sergio Rossel Saavedra
considera que la SC debe reanudarse, pues ese decreto es un estado transitorio del patrimonio
del desaparecido.
PRG considera que no, pues la estabilidad de la SC no sólo mira a los cónyuges sino
también a terceros; además, el art. 165 establece que una vez producida la separación, ésta es
irrevocable, con esta norma, considera que la SC una vez disuelta no puede reanudarse en caso
alguno; además, si bien es efectivo que el decreto de posesión provisoria no produce efectos
permanentes, en algunos aspectos sí que los produce, por ejemplo, respecto de los frutos, art. 89
y la disolución de la SC, art. 84, entre otros.
2.- Sentencia de separación judicial de los cónyuges. Establece el art. 1764 Nº 3 que la sociedad conyugal
se disuelve por la sentencia de separación judicial. Dispone al efecto el artículo 173 del Código
Civil, que “Los cónyuges separados judicialmente administran sus bienes con plena
independencia uno del otro, en los términos del artículo 159” (más adelante aludiremos a este
último precepto). A consecuencia de esta sentencia, entonces, se restituyen a la mujer sus bienes
(sus bienes propios que el marido estaba administrando) y se dispone de los gananciales como
en el caso de la disolución por causa de muerte (bienes sociales).

3.- Sentencia de separación total judicial de bienes. Establece el art. 1764 Nº 3 que la sociedad conyugal
se disuelve por la sentencia de separación total de bienes. Conforme a lo dispuesto en el art. 158,
inc. 2º, se procederá a la división de los gananciales y al pago de recompensas. Al igual que en el
caso anterior, el régimen de sociedad conyugal será reemplazado por el de separación total de
bienes.

3.- Pacto de participación en los gananciales. Señala el art. 1764 Nº 5 (en su actual texto, modificado
por la Ley Nº 19.335), que la sociedad conyugal se disuelve por el pacto de participación en los
gananciales y en el caso del art. 1723. Conforme a lo preceptuado en el inc. 1° de este último
artículo, durante el matrimonio los cónyuges mayores de edad podrán sustituir el régimen de
sociedad de bienes por el de participación en los gananciales. La condición de mayoría de edad
es sine qua non, no pudiendo suplirse de modo alguno. El pacto deberá otorgarse por escritura
pública y no surtirá efectos entre los cónyuges ni respecto de terceros, sino desde que se
subinscriba al margen de la respectiva inscripción matrimonial, dentro de los 30 días siguientes
a la escritura. En la escritura pública en que se pacte participación en los gananciales, podrán los
cónyuges liquidar la sociedad conyugal o celebrar otros pactos lícitos. Lo anterior sólo producirá
efectos entre las partes y terceros, si se efectúa la subinscripción a que precedentemente se aludía,
en tiempo y forma.

4.- Pacto de separación total de bienes. Establece el art. 1764 Nº 5 que la sociedad conyugal se disuelve
por el pacto de separación total de bienes, en el caso del art. 1723. Al respecto, rigen los mismos
requisitos señalados en el caso anterior.
EFECTOS DE LA DISOLUCIÓN DE LA SC.

1.- Se genera una comunidad entre los cónyuges o entre el cónyuge supérstite y los herederos del
otro.
2.- Cesa la administración de la SC, pasa a manos de los comuneros.
3.- Nace la facultad para la mujer de aceptar o renunciar a los gananciales (si no se hizo por
capitulaciones).
4.- Nace la acción de partición, debe procederse a la liquidación.

DE LA RENUNCIA DE GANANCIALES.

Acto jurídico unilateral mediante el cual la mujer manifiesta su voluntad de no llevar parte alguna
de los gananciales habidos durante la sociedad conyugal.
La mujer tiene dos oportunidades para renunciar a los gananciales: en las capitulaciones
matrimoniales y después de disolverse la sociedad conyugal (art. 1719). Mientras ésta se
encuentre vigente, no podrá hacer tal renuncia.
Cabe señalar que, si la sociedad conyugal expira por el pacto previsto en el artículo 1723
del Código Civil, una opinión es que la renuncia a los gananciales no podrá hacerse sino una vez
subinscrita la escritura en el plazo de 30 días corridos previsto en dicho precepto. En efecto, el
orden de los instrumentos debiera ser:
1. Escritura en virtud de la cual los cónyuges pactan separación total de bienes, conforme al art.
1723 del Código Civil.
2. Proceder a subinscribirla, dentro del plazo previsto en el citado artículo.
3. Otorgar una escritura pública mediante la cual la mujer renuncie a los gananciales. En esta
escritura, si fuere el caso, deben singularizarse los inmuebles que ella adquirió en virtud del art.
150 del Código Civil. La renuncia debe hacerse después del paso 2, pues el art. 1719 dice que la
mujer podrá renunciar “después de la disolución de la sociedad”, y ésta quedará disuelta una vez
subinscrita la escritura señalada en el punto 1 (el art. 1723, inc. 2º, deja en claro que la escritura
de separación de bienes sólo surtirá efectos una vez subinscrita; por ende, antes de ello no está
disuelta la sociedad conyugal y no podría la mujer renunciar a los gananciales).
Sin embargo, otra opinión se ha sustentado en nuestra doctrina. En efecto, señala René
Ramos Pazos que sería posible renunciar a los gananciales en el mismo pacto previsto en dicho
artículo, fundado su opinión en el inc. 3º del art. 1723, que dice “En la escritura pública de
separación total de bienes, o en la que se pacte participación en los gananciales, según sea el caso,
podrán los cónyuges liquidar la sociedad conyugal o proceder a determinar el crédito de
participación o celebrar otros pactos lícitos, o una y otra cosa; pero todo ello no producirá efecto
alguno entre las partes ni respecto de terceros, sino desde la subinscripción a que se refiere el
inciso anterior”. Señala Ramos Pazos que “El ejemplo que siempre se pone sobre estos otros
pactos lícitos es la renuncia de gananciales, que en esa oportunidad podría hacer la mujer. La
misma opinión sostiene Rodrigo Barcia Lehmann, al señalar que “La mujer o sus herederos
pueden renunciar a los gananciales en los siguientes instantes: (…) b) En la escritura pública en
que los cónyuges sustituyen el régimen de sociedad conyugal, por el de separación total de bienes,
o de participación en los gananciales”.
En virtud de la renuncia a los gananciales, la mujer pierde todo derecho a participar en
las utilidades producidas por la administración del marido. Por eso, si la renuncia se hiciere en
las capitulaciones matrimoniales, el marido será dueño de los bienes sociales no sólo respecto a
terceros, sino también respecto a la mujer (art. 1783). El derecho a renunciar a los gananciales
compete solamente a la mujer o a sus herederos. Así lo ha entendido la mayoría de nuestra
doctrina y nuestra jurisprudencia.

2.- Requisitos y características de la renuncia.


a) Es solemne, si se efectúa antes del matrimonio: la renuncia efectuada antes de contraer
matrimonio constituye una capitulación matrimonial y dado que ésta debe constar por escritura
pública, concluimos que en este caso la renuncia es un acto solemne. Consistirá la solemnidad
en el otorgamiento de escritura pública y en su inscripción al margen de la inscripción del
matrimonio, al momento de su celebración o dentro de los 30 días siguientes. Es consensual, si
la renuncia se efectúa después de disuelta la sociedad conyugal, dado que la ley no ha establecido
una solemnidad especial. Idealmente, la renuncia debiera constar en una escritura pública (que,
según dijimos, no puede ser en nuestra opinión aquella que contiene el pacto de separación total
de bienes, sino que una otorgada después que dicho pacto sea subinscrito) especialmente
otorgada para estos efectos. De esta forma, se evitan las dificultades probatorias que pudieren
ocasionarse ante una renuncia que no consta documentalmente.
b) Debe ser pura y simple. Ello se desprende –refiere Ramos Pazos, aplicando por analogía el
art. 1227 del Código Civil, relativo a la repudiación de las asignaciones testamentarias.
c) Debe ser hecha por persona capaz. En consecuencia:
● La mujer mayor, renuncia libremente;
● La mujer menor o sus herederos menores requieren autorización de la justicia (art. 1781);
● Si la mujer fuere incapaz por otra causa que la menor edad, deberá proceder por medio de
curador. Recordemos que, si la renuncia se efectúa en las capitulaciones matrimoniales, la menor
debe proceder con aprobación de la persona o personas cuyo asenso es necesario para contraer
matrimonio y con autorización judicial (art. 1721).
d) Debe ser oportuna: la renuncia puede hacerse en las capitulaciones matrimoniales celebradas
antes del matrimonio o después de disuelta la sociedad. En este último caso, se podrá
renunciar siempre que no haya entrado al patrimonio de la renunciante parte alguna del
haber social a título de gananciales (art. 1782, inc. 1º).
e) Debe ser total, si quien renuncia es la mujer. La mujer no puede renunciar a los gananciales
por partes. Los herederos de la mujer, en cambio, pueden efectuar una renuncia parcial (art.
1785). Algunos herederos pueden renunciar a los gananciales y otros no; la parte de los que
renuncian acrece a la porción del marido. En realidad, usualmente, la renuncia de los
herederos será parcial, pues si entre ellos se encuentra el viudo, éste no podrá jamás
renunciar a los gananciales. En cuanto a los restantes herederos (normalmente, los hijos),
podrán renunciar todos o sólo alguno o algunos de ellos.
f) No hay plazo legal para renunciar, mientras no se proceda a liquidar la sociedad conyugal.
g) Es irrevocable. La mujer o sus herederos que renuncian, no pueden revocar dicho acto,
entendiéndose que, de manera definitiva, la totalidad de los gananciales se han radicado en el
patrimonio del marido. Ello, sin perjuicio de que la renuncia se deje sin efecto en virtud de una
sentencia judicial, según veremos, si se demanda su rescisión.
h) No implica donación. Cabe señalar –siguiendo a Arturo Alessandri- que la renuncia a los
gananciales hecha por la mujer o sus herederos, no es una donación. Para que haya donación, es
menester que exista disminución del patrimonio del donante y aumento del patrimonio del
donatario (art. 1398). Esto no ocurre cuando la mujer renuncia a los gananciales en las
capitulaciones matrimoniales, porque mediante ella no se desprende de un bien existente en su
patrimonio, sino de un derecho futuro e incierto, de una mera expectativa. Lo mismo ocurre si
la mujer o sus herederos renuncian a los gananciales después de disuelta la sociedad conyugal,
pues en tal caso, debemos entender que los gananciales siempre pertenecieron al marido o viudo
y nunca a la mujer o a los herederos de ésta. En efecto, según consignaremos en el numeral que
sigue, la renuncia opera retroactivamente, y sus efectos se retrotraen a la época de la disolución
de la sociedad conyugal.

3.- Efectos de la renuncia.


A consecuencia de la renuncia, los bienes de la sociedad conyugal y del marido se
confunden, aun respecto de la mujer.
La mujer pierde todo derecho a los gananciales y en general a todos los bienes sociales, incluso
los frutos de sus bienes propios que se entienden conferidos al marido para el mantenimiento
de la familia común (art. 1753). Este efecto se produce desde la disolución de la sociedad, aunque
la renuncia de los gananciales sea posterior. Pero si bien es cierto que, por la renuncia, la mujer
pierde todo derecho a los frutos de sus bienes propios, ello no significa:
● Que pierda el dominio de tales bienes, los que oportunamente deberán ser restituidos por el
marido; ● Tampoco pierde el dominio de sus bienes reservados ni los frutos que tales bienes
produzcan, ni los bienes adquiridos con dichos bienes reservados; ● Tampoco pierde el derecho
a cobrar las recompensas que le adeude la sociedad (art. 1784). Desde otro punto de vista, con
la renuncia la mujer se desliga de toda responsabilidad en el pasivo social, que sólo será cubierto
por el marido, sin derecho a reintegro alguno contra la mujer.
Lo anterior no significa que la mujer se libere: ● De sus deudas personales; ● De las deudas que
afecten sus bienes reservados; y ● De las recompensas que adeude a la sociedad o al marido.

4.- Rescisión de la renuncia. Si bien la renuncia de gananciales es irrevocable, puede rescindirse


en los siguientes casos:
a) Si la renuncia se obtuvo por engaño, o sea dolosamente;
b) Si hubo error al renunciar: reglamenta y califica el error el art. 1782, estableciendo que basta
para rescindir la renuncia un justificable error acerca del verdadero estado de los negocios
sociales;
c) Si hubo fuerza: aunque nada dice al respecto el art. 1782, viciaría la renuncia por tratarse de
una declaración de voluntad como cualquier otra.
d) Si la renuncia se hace sin las formalidades establecidas por la ley respecto de la mujer incapaz.
La acción para pedir la rescisión prescribe en 4 años, contados desde la disolución de la sociedad
(art. 1782, inc. 3º). Apunta Rossel que tal plazo es curioso, pues la renuncia puede hacerse mucho
después de la disolución de la sociedad. Podría ocurrir, entonces, que, si la mujer o sus herederos
renuncian después de transcurridos los cuatro años contados desde la disolución, no habría
acción para intentar rescindir dicha renuncia, aunque ella se hubiere obtenido por dolo, fuerza o
a consecuencia del error. En realidad, más lógico habría resultado que el plazo se hubiese
contado desde la renuncia, pues en tal momento se produjo el vicio que afectó la voluntad.

IV.- DE LA ACEPTACION DE LOS GANANCIALES.

Conforme al art. 1767, única norma que la regula, a diferencia de la renuncia, la mujer que no
haya renunciado a los gananciales, se entenderá que los acepta con beneficio de inventario. A
pesar de que el Código Civil no reglamenta la aceptación de los gananciales y sus efectos (dado
que se trata de la situación normal), pueden señalarse las siguientes reglas:
a) La aceptación puede ser expresa, tácita o presunta (art. 1767). Puesto que la aceptación expresa
no es un acto solemne, aplicando por analogía las reglas de la herencia, se podrá hacer en escritura
pública o privada o en un acto de tramitación judicial (art. 1242). La aceptación tácita resulta de
la ejecución de actos que presupongan la calidad de socio de la sociedad conyugal, como por
ejemplo si los cónyuges o excónyuges venden en conjunto un bien de la comunidad; o si
cualquiera de ellos pide la liquidación de la misma; también implica aceptación tácita la
incorporación al patrimonio de cualquiera parte de los gananciales (art. 1782). La aceptación
presunta resulta del solo hecho de no renunciar a los gananciales en las oportunidades
establecidas por la ley; esta actitud negativa se presume aceptación (art. 1767). b) La aceptación
de los gananciales no requiere autorización judicial. En todo caso, si la mujer fuere menor o
incapaz por otra causa, no podrá aceptar los gananciales por sí misma; deberá actuar en la
liquidación de la sociedad conyugal representada por su respectivo curador
c) La aceptación debe ser pura y simple y referirse a la totalidad de los gananciales: se desprende
lo anterior del art. 1782, que establece que, si entra al patrimonio de la mujer cualquier parte del
haber social, ya no podrá renunciar a los gananciales. En otras palabras, se entienden totalmente
aceptados.
d) La aceptación opera retroactivamente: se entiende hecha el día de la disolución de la sociedad
(lo mismo ocurre tratándose de la aceptación de una herencia: artículo 1239).
e) Los gananciales se entienden siempre aceptados por la mujer con beneficio de inventario: art.
1767. La mujer responde de las deudas sociales hasta el monto de lo que recibe a título de
gananciales (art. 1777). Esta limitación de responsabilidad se denomina “beneficio de
emolumento”.
f) La aceptación de los gananciales es irrevocable: salvo que adoleciere de un vicio de la voluntad.

Efectos de la renuncia a los gananciales:


a) Se pierde el derecho por la mujer o sus herederos, a los bienes que comprenden los
gananciales.
b) Los bienes sociales se confunden con los bienes del marido, aún respecto de la mujer, art.
1783.
c) Los efectos de la renuncia operan retroactivamente, por lo que el marido se reputa único
dueño de los bienes sociales durante el tiempo de indivisión.
d) La mujer no responde de las deudas sociales, todas las cuales serán del marido (1778). Si la
mujer pagó alguna de ellas con recursos propios el marido le debe restituir.
e) La mujer conserva responsabilidad por sus deudas personales, contraídas antes del
matrimonio o durante él.
f) La mujer conserva su derecho a recompensa.
g) Permanecen en el dominio pleno de la mujer los bienes del patrimonio reservado y los frutos
del patrimonio del art. 166.

Efectos de la aceptación de los gananciales:

a) 1767.
b) 1777, no necesariamente cuando se refiere a los instrumentos auténticos éstos deben ser
públicos, sino que pueden ser autentificados, reconocidos o mandados tener por
reconocidos, art. 346 CPC.
c) Aceptación opera con efecto retroactivo.
d) Es irrevocable, pero rescindible, por error, fuerza o dolo.
e) La mujer puede oponer el beneficio de emolumento, pero ojo, la responsabilidad no se
circunscribe sólo a los bienes que recibe por concepto de gananciales, sino que también a los
propios.
LIQUIDACIÓN DE LA SC

Somarriva define liquidación como: el conjunto de operaciones que tienen por objeto
establecer si existen o no gananciales, y en caso afirmativo, partirlos por la mitad entre los
cónyuges, reintegrar las recompensas que la sociedad adeude a los cónyuges o que estos adeuden
a la sociedad; y reglamentar el pasivo de la SC.
PRG señala que los bienes de la Sociedad quedan integrados de pleno derecho en una
comunidad de la cual participan los cónyuges en un 50% cada uno, salvo que por capitulaciones
hayan acordado distribuirse los gananciales en otro porcentaje. De ahí que el art. 1776 haga
aplicable las normas de la partición.
PRG se pregunta si pueden los cónyuges o herederos acordar distribuirse en forma
distinta los gananciales después de disuelta la SC, art. 1774. PRG considera que ellos son posible,
pero sin que ese pacto altere la responsabilidad dada por la ley. Ello, por el art. 1777, por lo que
el beneficio de emolumento tiene un límite preestablecido por la ley (mitad de gananciales), es
decir, la mujer o herederos quedarán siempre afectos a esa responsabilidad mínima establecida
por la ley. El marido o sus herederos no tienen el beneficio de emolumentos, art. 1778, por lo
que esta limitante no tiene sentido.
Del mismo modo, PG señala que la mujer puede perfectamente renunciar parcialmente
a los gananciales por capitulaciones. En este caso, señala que carece del beneficio de
emolumentos, pero se le aplica el beneficio de inventario. Sin embargo, si renuncia en forma
parcial después de disuelta la SC, no puede oponer a terceros este beneficio para limitar su
responsabilidad por debajo del 50% de los gananciales.
PRG tomando lo que señala Alessandri, señalan que hay una serie de diferencias entre el
beneficio de inventario y el de emolumentos.

Llegando a la liquidación, nos encontramos con un proceso complejo destinado a fijar


los derechos de cada uno de los cónyuges o de sus herederos, asignándole (adjudicación) los
bienes que les corresponden en razón de recompensas y gananciales a que tienen derecho. PRG.

Fases de la liquidación.

1.- Inventario y tasación de los bienes.


INVENTARIO: Art. 1765 CC., por lo que se aplican los arts. 1253 y 1255., los que remiten al
CPC. No se establece plazo para practicar el inventario y tasación, sin perjuicio que la ley señala
que debe hacerse inmediatamente, pero no se ha fijado sanción si no se hace. En todo caso, se
ha señalado por la jurisprudencia que los responsables del perjuicio deberán responder por los
perjuicios que de la demora se sigan para los terceros, T.33, secc.2ª, pág.51.

Deben inventariarse 1765, es decir, los bienes sociales, los propios de cada cónyuge, los
reservados (a menos que se renuncie a los gananciales), y todos los que a la disolución de la SC
estaban en poder del marido. Además, las deudas sociales, y las provenientes del patrimonio
reservado. No los bienes del 166 y 167, pero sí sus frutos.

El inventario puede ser solemne y no solemne (o simple o privado). El solemne es


aquel que se realiza previo decreto judicial por funcionario competente y con los demás
requisitos que establece la ley, art. 858 CPC), el que no cumple con estas características es
privado.

El art. 1766, inciso segundo, establece cuando debe hacerse solemne, y señala la sanción
por su incumplimiento. Cabe precisar que en todo caso la omisión no invalida la liquidación de
la SC, según se ha fallado.

Del mismo modo, cabe observar que según Ramón Domínguez Aguila, el art. 1766 no
se aplica en el caso del pacto y liquidación del art. 1723. Ello, pues el art. 1766 es anterior a la
incorporación del 1723, además porque el objetivo de esta última norma es facilitar la liquidación.
En todo caso, es recomendable hacer inventario solemne, de conformidad a lo
establecido en el art. 1766 inc. 1º. Por lo que no es oponible a acreedores que no lo hubieren
firmado. Además, es recomendable para que la mujer goce del beneficio de emolumento, pues
debe probar el exceso, por ejemplo, a través de inventario, para ella es fundamental contar con
un inventario solemne.

De ahí la importancia del inventario solemne, pues si sólo hay inventario simple, la mujer
no podría invocar el “beneficio de emolumento” que le confiere el art. 1777, sino sólo
respecto del acreedor que hubiere aceptado el inventario. En cambio, si se hizo inventario
solemne, podría oponerlo respecto de cualquier acreedor. Además, si el inventario fuere
solemne, y se embargaren bienes adjudicados a uno de los cónyuges por las deudas del otro de
los cónyuges, el primero podrá oponer eficazmente la respectiva tercería, en el juicio ejecutivo
de que se trate. En cambio, si el inventario hubiere sido simple, tal tercería no prosperará. En
efecto, revisemos el tenor del art. 1766 del Código Civil: “El inventario y tasación, que se
hubieren hecho sin solemnidad judicial, no tendrán valor en juicio, sino contra el cónyuge, los
herederos o los acreedores que los hubieren debidamente aprobado y firmado”. ¿En qué se
traduce la frase “El inventario y la tasación…no tendrán valor en juicio…? Se ha entendido
que no podría el cónyuge adjudicatario de ciertos bienes, oponer una tercería de dominio
o de posesión, frente al embargo obtenido por los acreedores del otro de los cónyuges.
Es decir, a pesar de que los bienes se adjudicaron al cónyuge no deudor, serán igualmente
subastados, si formaban parte del patrimonio de la sociedad, al tiempo en que el cónyuge deudor
contrajo su obligación. La cuestión se vincula también con lo dispuesto en el inc. 2° del art. 1723,
referido al pacto sustitutivo del régimen de sociedad conyugal por el de separación total de bienes
o por el de participación en los gananciales, en cuanto ahí se advierte que “El pacto (…) no
perjudicará, en caso alguno, los derechos válidamente adquiridos por terceros respecto del
marido o de la mujer …”. Considerando lo expuesto, Claro Solar dice que “Si los cónyuges se
hallaban casados bajo el régimen de sociedad conyugal y pactan separación total de bienes, los
bienes que correspondan a la mujer y que formaban parte del haber social podrán ser perseguidos
por los acreedores como si la separación de bienes no se hubiere pactado; ya mujer no podrá
oponerles el nuevo pacto e invocar el nuevo régimen de bienes en él pactado para liberarse de la
responsabilidad que afectaba a estos bienes, ni para desconocer los derechos reales que sobre
ellos se hubieren constituido por el marido a favor de los terceros”. Esta postura de la doctrina
implica permitir el embargo de los bienes de la mujer, cuando se le han adjudicado, como si el
pacto del art. 1723 no existiese. Ello, supone entender la inoponibilidad del pacto a los
acreedores del marido como una sanción que opera de pleno derecho A dicha conclusión arriba
también Ramos Pazos: “Conveniencia de practicar inventario solemne. Estando claro que sólo
cuando hay incapaces debe realizarse inventario solemne, no se crea que en los demás casos da
lo mismo realizar uno u otro. Claramente no da lo mismo, puesto que el inciso 1° del artículo
1766 señala que (…) De manera que el inventario simple no es oponible a los acreedores que no
lo hubiesen firmado. Y existe variada y reciente jurisprudencia que ha desechado tercerías de
dominio interpuestas por la mujer, cuando la tercería se funda en adjudicaciones hechas en una
liquidación practicada sin inventario solemne. Dados los términos en que está redactada la norma
‘no tendrá valor en juicio’, pensamos que la oponibilidad (sic)81 opera de pleno derecho.
Finalmente conviene precisar que la ‘sanción de inoponibilidad establecida en el inciso 1° del
artículo 1766 del Código Civil sólo beneficia a aquel que tenga la calidad de acreedor al momento
en que se efectúe el inventario y tasación de los bienes, que formaban parte del patrimonio de la
sociedad conyugal’. También se ha fallado que ‘la acción deducida por la tercerista será
desestimada, por considerar que el pacto de separación de bienes y liquidación de la sociedad
conyugal en que se funda le resulta inoponible al acreedor y ejecutante en estos autos, quien
podrá perseguir el cobro de la deuda en los bienes embargados, como si no se hubiere celebrado
el pacto y adjudicación mencionados”

Además, es necesario agregar que el art. 1768 establece sanción en caso de distracción u
ocultamiento de alguna cosa de la sociedad (incluye los reservados si no se renuncia a los
gananciales). Distracción se produce si el cónyuge o heredero sustrae un bien para apropiárselo
o exclusivamente en perjuicio del otro, de sus herederos o de acreedores sociales. Hay
ocultamiento, si el mismo objeto se hace desaparecer o se esconde o se niega su existencia, no
obstante que la conoce o lo tiene en su poder. Se necesita intención dolosa.
La sanción que se aplica es que el cónyuge pierde su porción en el bien y debe restituirlo
doblado, por lo que el bien debe devolverse y además restituirse otro tanto en dinero. Por lo
anterior, el cónyuge inocente, tendrá el dominio exclusivo del bien.

TASACIÓN: Deben tasarse los mismos bienes que se inventariaron, según 1766, se aplica el
1335 es decir, debe hacerse por peritos, salvo que los coasignatarios hayan convenido otra forma.
En todo caso, debe ser complementado por el art. 657 CPC, por lo que si bien, en general cuando
hay incapaces se necesita tasación por peritos, no se requiere en los siguientes casos:
- Si sólo se trata de liquidar bienes muebles.
- Cuando en los autos existen antecedentes que justifiquen la apreciación hecha por las partes.
- Cuando sólo se trata de fijar un mínimo para licitar bienes raíces con admisión de postores
extraños.
Se aplica, además, lo dicho respecto del inventario, en cuanto al valor del mismo.
2.- Formación del acervo bruto:

Está representado por todos los bienes sociales (muebles, inmuebles, corporales,
incorporales, embargables, inembargables, etc.); los bienes propios de los cónyuges, los
reservados, los frutos de los arts. 166 y 167, los adquiridos en el caso del 1736 inc. final, lo que
los cónyuges deban a la sociedad por recompensas, los del art. 1737, etc.

Para liquidar, es necesario llegar al acervo líquido, o partible. El CC no señala las


operaciones que deben realizarse para llegar a dicho acervo, pero es posible determinarlas por
distintas normas.
Se deben deducir:

A.- Los bienes propios de cada cónyuge, sean muebles o inmuebles, de acuerdo con el
art. 1770. Y se aplica además el art. 1771.
i. Cabe observar que el retiro se hace a título de dueño, por lo que no se trata de una
adjudicación (ya que ello supone una comunidad previa y no hay comunidad en los
bienes propios).
ii. Los bienes se restituyen en el estado en que se encuentran, aprovechando al cónyuge los
aumentos naturales que experimentaron los bienes (los del hombre generan recompensa
a la sociedad), y sufriendo los deterioros, salvo que sea por culpa grave o dolo del otro
cónyuge, pues en tal caso se debe resarcir perjuicios por este. Se restituye además con
los frutos pendientes, y además con los percibidos desde la disolución de la SC.
iii. La ley no fija plazo para la restitución, sólo se señala que debe hacerse tan pronto como
fuere posible después del inventario y avalúo.
iv. Estos bienes no pueden adjudicarse al otro cónyuge pues podría generarse venta entre
cónyuges, art. 1796., salvo que: si el cónyuge sobreviviente es heredero del otro cónyuge,
art. 1337; y si los bienes sociales son insuficientes para pagar a la mujer. Art. 1773 inc.
2º.

B.- Deducciones que corresponden a los cónyuges.


Art. 1770 inc. 1º. Es decir, la norma se refiere a las recompensas.
Por tanto, estas deducciones las hace el cónyuge en su calidad de acreedor de la sociedad;
las hace efectivas pagándose directamente con bienes sociales, en el siguiente orden: dinero,
bienes muebles, a falta bienes inmuebles; este derecho a cobrarse directamente de los bienes
sociales puede ser renunciado, exigiendo que se vendan los bienes sociales para pagarse del
resultado del remate, según las reglas generales de la partición, también pueden acordar que no
se respete el orden de prelación del 1773; sólo puede hacerla el cónyuge cuando se le adeude una
recompensa, por lo que los créditos extraños a la indivisión no autorizan esta deducción; estos
pagos deben hacerse dentro del año siguiente contado a la terminación del inventario y avalúo,
plazo que puede ampliarse o restringirse por el partidor.

Concuerda la doctrina que el liquidador debe computar las deducciones que se deben al
cónyuge y las que éste debe, formando una verdadera cuenta corriente que se compensará hasta
la de monto menor, para determinar el saldo que resulte a favor y en contra de cada cónyuge.
En todo caso, Alessandri indica que este procedimiento no es obligatorio, las partes pueden
prescindir de él liquidando separadamente las recompensas de que son deudores y de que so
acreedores.
Si los cónyuges resultan ser deudores de la sociedad, esta suma se acumula imaginariamente al
haber bruto de la sociedad, art. 1769.

La mujer tiene un derecho preferente de retiro y pago: art. 1773, ello en el caso que tanto marido
como mujer tengan recompensas que hacer valer. Resguardo que se explica porque ella no
administró la SC. Y la hace también de acuerdo con el orden que establece la misma norma, con
la agregación que, si los bienes de la sociedad son insuficientes, puede cobrar las recompensa en
los bienes propios del marido, eligiéndolos de común acuerdo, en caso contrario, deberá decidir
el juez. La mujer goza además de un privilegio de cuarta clase, que le permite pagarse antes que
los acreedores del marido, art. 2481 N°3.

Título a que se reciben las recompensas: Depende, hay que distinguir:


*Si las recompensas se hacen valer en bienes sociales, dan lugar a una verdadera adjudicación,
pues el pago de hace con bienes que son del dominio de ambos cónyuges, así piensa PRG,
Alessandri, César Frigeiro y Manuel Somarriva.
*Si las recompensas se hacen valer sobre bienes propios del marido, en el caso de la mujer, dan
lugar a una dación en pago, lo cual es un título translaticio de dominio.

Deducción del pasivo social:


Corresponde deducir del acervo bruto, las deudas contraídas por la SC que no estén
pagadas. No se trata de pagarlas, señala PRG, sino que de restarlas del activo a fin de determinar
el monto de los gananciales o la insolvencia de la sociedad. En este caso, continúa, es aplicable
lo señalado en los arts. 1336 y 1286, es decir, el partidor debería formar un lote o hijuela pagadera
de deudas. No obstante, es posible que no se deduzca el pasivo común en este momento,
pudiendo quedar las deudas pendientes, caso en el cual los acreedores no pueden resultar
perjudicados por estos actos.

3.- Distribución de los gananciales:

La regla general es que los gananciales se distribuyen por partes iguales, es decir, 50%
para cada uno. Art. 1774. Excepciones:

a) Si los esposos o cónyuges distribuyeron de otra forma la distribución. Ya sea en


capitulaciones matrimoniales o después de disuelta la SC.
b) Si hubo de parte de alguno de los cónyuges o herederos ocultación o distracción de una o
más especies de la SC, art. 1768.
c) Si uno o más de los herederos de la mujer renuncia a la porción de los gananciales que
corresponden a ella, caso en el cual esta porción acrece al marido (1785).

4.- Distribución de las deudas sociales.

Esta situación se presenta, si las deudas sociales no se pagaron en el proceso de la


partición, y ellas queden pendientes.
Para determinar, es necesario nuevamente distinguir entre la obligación a la deuda y la
contribución a la deuda.
Con respecto a la obligación a la deuda, el marido se encuentra obligado frente a los
acreedores, además que hay que tener presente que la mujer goza del beneficio de emolumento.
Por ello, todas las deudas sociales pesan sobre la sociedad, aun cuando los cónyuges deban
afrontarlas en forma definitiva. Por tanto, respecto de los terceros las deudas son sociales, es
decir, son deudas del marido, y la mujer sólo puede ser perseguida hasta el valor de sus
gananciales. Sin embargo, los acreedores pueden perseguir a la mujer, en los siguientes casos:
- Si son obligaciones personales de la mujer.
- Si se trata de una obligación indivisible.
- Si la obligación ha sido caucionada con una hipoteca o prenda y n la liquidación de la SC se
ha adjudicado el bien a la mujer. 1779.

Con respecto a la contribución a la deuda, ello genera un crédito a favor de aquel de los
cónyuges que paga totalmente una deuda que no le corresponde.

Comentarios respecto del beneficio de emolumentos:


Es el derecho de la mujer o sus herederos para limitar su contribución al pago de las deudas
de la SC hasta la concurrencia del valor de los bienes que ha recibido a título de gananciales. La
responsabilidad se mide conforme al valor de los bienes, no a los bienes mismos.
Características del beneficio:
- Es irrenunciable en las capitulaciones, según Alessandri.
- Es una especie de beneficio de inventario, con reglas particulares, pero tienen en común el
hecho de ser limitativo de responsabilidad.
- Para gozar de él, se debe probar el exceso de la contribución que se demanda, sea por medio
del inventario y tasación, u otros documentos auténticos.
- Puede oponerse al marido y a los acreedores de la sociedad conyugal, pero no puede
oponerlo a los acreedores personales de ella.
- Alcanza sólo hasta el 50% de los gananciales, y no varía si a la mujer le corresponde un
porcentaje menor de gananciales.

5.- Adjudicación de bienes.


Se singularizan los derechos de cada cónyuge, tiene efecto declarativo, art. 1344.

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