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Ministra de la Condición de la Mujer

Instituto Nacional de las Mujeres

Actitudes masculinas hacia la paternidad: entre las contradicciones del mandato


y el involucramiento

Mauricio Menjívar Ochoa

1
306.874.2
M534a Menjívar Ochoa, Mauricio
Actitudes masculinas hacia la paternidad: entre las contradicciones
del mandato y el involucramiento / Mauricio Menjívar Ochoa. 1 ed.-
San José: INAMU, 2002 (Colección Teórica, n.2)
150 p.: gráfs.; 14 x 21 cm.

Con la colaboración de Roger Esquivel y Mikel Otxotorena


Auspiciado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas.

ISBN 9968-25-035-X

1.Paternidad responsable. 2.Sociología. 3. Paternidad-Psicología.


4. Género. I. Título

Equipo de Investigación:
Mauricio Menjívar Ochoa

Con la participación de
Roger Esquivel Salas
Mikel Otxotorena

2
PRESENTACIÓN

El Instituto Nacional de las Mujeres, en el cumplimiento de su mandato relativo a la


promoción de la igualdad y la equidad entre los géneros, desarrolla una línea de acción
dirigida al fomento de la corresponsabilidad de los hombres y las mujeres, en la
atención de las necesidades afectivas, materiales y de desarrollo personal de sus hijas
y hijos.

En este contexto y con la aprobación de la Ley No. 8101 sobre Paternidad Responsable
(marzo del 2001), la cual ha representado un avance significativo en la protección
efectiva de los derechos sociales y económicos de la niñez, la adolescencia y de las
mujeres, se abre a
l necesidad de profundizar con relación al conocimiento sobre las
formas que asume la paternidad en la sociedad costarricense.

En tal marco, el INAMU se complace en presentar los resultados de este estudio, que
explora las diversas prácticas de la paternidad en la sociedad costarricense. Los
resultados llaman la atención acerca de la persistencia de brechas de género en la
atención, el cuidado y la crianza de las hijas y los hijos, que se refuerzan a través del
aprendizaje social sobre lo masculino y lo femenino, y que se cristalizan en el papel de
proveedor de los padres; a pesar de que hoy más que nunca, las mujeres también
contribuyen a satisfacer las necesidades materiales de sus hijas e hijos.

Un importante desafío social derivado del estudio, consiste en desarrollar un modelo de


convivencia social que promueva activamente paternidades más involucradas con la
satisfacción de las necesidades integrales de las niñas y los niños. Para impulsar un
cambio sustantivo en esta dirección, se requiere del concurso activo y comprometido de
diferentes actores sociales, a saber:

Los hombres, con el propósito de que estos comprendan las ganancias personales y
sociales que obtienen al participar de un modo permanente en la vida de sus hijas e
hijos mediante prácticas paternas más involucradas, en beneficio de la calidad de vida
de madres, padres, sus hijas e hijos.

3
La institucionalidad del Estado, que a través de la educación, las leyes y las prácticas,
generen condiciones que faciliten el ejercicio integral de la paternidad, como por
ejemplo las licencias parentales para atender las necesidades de las hijas y los hijos en
materia de salud, educación, recreación, entre otros. Dicha licencias, pueden ser
utilizadas por las madres o los padres que requieran asistir a reuniones escolares,
acompañar a una hija o un hijo a una cita médica, sin que ello afecte sus condiciones
de trabajo o la valoración de su desempeño en el empleo.

Las organizaciones de empleadores y trabajadoras(es), comunales y sociales diversas,


que promuevan espacios para la discusión sobre las maternidades y las paternidades
corresponsables, como un factor sustantivo para alcanzar el desarrollo humano
sostenible.

La academia y otras instituciones productoras de conocimiento, que puedan mantener


una mirada crítica sobre los factores económicos, sociales, culturales y políticos que
pueden potenciar un cambio hacia la construcción de la igualdad y la equidad de
género, desde la corresponsabilidad en el cuidado y la crianza de las niñas y los niños.

El estudio fue realizado por el Área Especializada de Información del INAMU, en apoyo
a la Comisión de Paternidad Responsable, cuya Secretaría Técnica contribuyó a su
impulso. De manera muy especial, agradecemos al Registro Civil y al Fondo de
Población de las Naciones Unidas, su valiosa contribución.

Les invito a asumir el desafío de promover paternidades más plenas y comprometidas


como un factor sustantivo para el logro de la equidad de género en la sociedad
costarricense.

Ingra. Esmeralda Britton


Ministra de la Condición de la Mujer
Presidenta Ejecutiva
Instituto Nacional de las Mujeres

4
Agradecimientos y Reconocimientos

Este trabajo de investigación es, ante todo, un producto colectivo. Muchas

personas han participado en diferentes momentos y de muy diferentes formas las que

es necesario señalar.

Dio un apoyo decisivo para el arranque y el desarrollo del estudio la Dra. Xinia

Carvajal, quien fungiera como Ministra de la Condición de la Mujer y Presidenta

Ejecutiva del INAMU entre septiembre de 2001 y mayo de 2002. La Licda. Ana Isabel

Fernández, Directora del Registro Civil abrió sus puertas a la iniciativa, lo mismo que el

Lic. Luis Bolaños, Jefe de Inscripciones de la misma Institución. Las personas

encargadas, así como las funcionarias y funcionarios de las Oficinas Regionales del

Registro Civil de Limón, Cartago, Heredia, Puntarenas, Alajuela y Guanacaste

brindaron su entera disposición para la realización de las entrevistas. Sin el concurso y

colaboración comprometida de funcionarias y funcionarios del Registro Civil, no hubiese

sido posible realizar el trabajo de campo.

Contamos con la colaboración del sociólogo Juan José Hernández y la socióloga

Biryana Reyes, quienes en el marco de su Práctica Universitaria en la Universidad

Nacional de Heredia, fungieron como asistentes de investigación y, durante el trabajo

de campo, como entrevistador y entrevistadora. Las también sociólogas Gabriela

Gutiérrez, Rebeca Espinoza, Francis Cruz y Rebeca Álvarez, colaboraron en la labor

de entrevista. El aporte de la psicóloga Evelyn Piedra, retroalimentó el instrumento de

entrevista en su período de prueba. Las observaciones y críticas hechas por Lorena

5
Camacho, Coordinadora del Área de Construcción de Identidades y Proyectos de Vida

del INAMU, fueron de gran utilidad para enriquecer a este documento así como al

cuestionario. El apoyo decidido del Fondo de las Naciones Unidas para la Población es

el que ha permitido la publicación de la investigación.

Mikel Otxotorena, integrante del equipo principal de la investigación, contribuyó

comprometidamente en el marco de su práctica de Master en Cooperación

Internacional por la Organización Hegoa, del País Vasco, en la elaboración del diseño

de investigación y del cuestionario, lo mismo que en el encuestamiento y procesamiento

de los resultados. Roger Esquivel, investigador de la Unidad de Investigación

perteneciente al Área Especializada de Información del INAMU y también miembro del

equipo principal, además de participar en las diferentes fases del estudio aportó desde

su hermosa e involucrada paternidad elementos indispensables para darle al estudio un

enfoque más humano.

6
Indice de Cuadros y Figuras

Cuadros

Cuadro 1. Mandato masculino de la proveeduría.

Cuadro 2. Elementos que fragilizan el involucramiento paterno en la crianza.

Cuadro 3. Hombres que están de acuerdo y en desacuerdo con prácticas evasoras de


la paternidad.

Cuadro 4. Costa Rica: Proporción de Hombres que nunca o muy pocas veces realizan
tareas domésticas, según el tipo de trabajo de su compañera o esposa.

Cuadro 5. Acuerdo y desacuerdo en la reproducción de roles de género relativos al


cuido de hijos e hijas.

Cuadro 6. Decisión sobre a quién corresponde la compra de bienes para la satisfacción


de necesidades de hijas e hijos, según si el hombre provee.

Cuadro 7. Decisión sobre a quién corresponde la compra de bienes para la satisfacción


de necesidades de hijas e hijos, según si la mujer provee.

Cuadro 8. Decisión sobre a quién corresponde la compra de bienes para la satisfacción


de necesidades de hijas e hijos, según si hombre y mujer proveen.

Cuadro 9. Significado de ser un buen padre.

Cuadro 10. Formas en que se demuestra a un hijo o a una hija que se le quiere.

Cuadro 11. Lo que más gusta de ser padre.

Cuadro 12. Formas en que demuestra a hijo o hija que se le quiere.

Cuadro 13. Momentos que los padres disfrutan más con hijos e hijas. Primera opción.

Cuadro 14. ¿Les nace a los hombres decirles a los hijos e hijas que les quieren?.

Cuadro 15. Forma más corriente en que saluda o saludaría a hijos e hijas.

Cuadro 16. Circunstancias en las que besaría a su hijo y a su hija.

Cuadro 17. Cálculos de los porcentajes de nacimientos sin padres declarados según la
versión INEC y según la versión Registro Civil.

Cuadro 18. Tiempo transcurrido desde el nacimiento de niñas y niños según tipo de
trámite que realiza.

7
Cuadro 19. Razones por las que no se inscribió a hija/hijo con anterioridad.

Cuadro 20 . Tipo de aporte económico a hijos e hijas de la madre del niño/a que
inscribe y de niños y niñas de otras relaciones por edad de niñas y niños, adolescentes
y jóvenes.

Cuadro 21. Frecuencia con la que ve a hijos e hijas de la relación actual, por edad de
las niñas, niños y adolescentes.

Cuadro 22. Frecuencia con la que ve a hijos e hijas de otras relaciones, por edad de las
niñas, niños y adolescentes.

Figuras

Esquema 1. Actitudes hacia la paternidad. Construcciones desde las masculinidades


Esquema 2. Variables utilizadas para la medición de actividades relativas
a las funciones del involucramiento paterno

8
INTRODUCCIÓN

La paternidad de nuestra época está en serio cuestionamiento. Aquellas críticas

hechas desde el feminismo y desde el movimiento de mujeres desde hace ya varios

lustros, hoy posicionadas en la agenda pública, llevan a comprender que este

cuestionamiento no es injustificado. Los estudios del uso del tiempo realizados en

diversas partes del orbe han demostrado la mayor carga de trabajo que enfrentan las

mujeres, medida tanto en horas de trabajo como en intensidad de labores,

especialmente cuando tienen hijas e hijos pequeños (PNUD;1995). Esto ha tenido como

correlato la escasa contribución masculina al trabajo reproductivo, bajo el amparo del

trabajo remunerado. Por otra parte, en nuestro tiempo el crecimiento de la población

femenina que asume la jefatura de hogar (MIDEPLAN, 2002) va acompañada de una

mayor vulnerabilidad a caer bajo la línea de la pobreza debido a la existencia de un

único ingreso: el de las mujeres mismas. Las dificultades de hacer efectivo el cobro de

la pensión alimentaria, la falta de reconocimiento paterno de los hijos e hijas, el uso

abusivo del poder por parte de muchos hombres, entre otros tantos aspectos,

contribuyen a delinear genituras masculinas y paternidades que a todas luces aparecen

como insuficientes para las aspiraciones que apuntan a una cultura de igualdad de

oportunidades entre mujeres y hombres y, en definitiva, al desarrollo humano pleno y

sin cortapisas.

Aunque es abundante la evidencia en el sentido anotado, también es posible

señalar que en el ámbito nacional son pocos los estudios que buscan entender la

paternidad desde la propia vivencia de los hombres, lo cual nos brinda un panorama

9
necesariamente parcial sobre el tema1. En un contexto signado por la aprobación de la

Ley de Paternidad Responsable (No. 8101), que establece la obligatoriedad de

“formular y ejecutar políticas públicas y campañas relativas a la paternidad sensible y

responsable, que promuevan la corresponsabilidad de mujeres y hombres en la crianza

y educación de los hijos y las hijas” 2, para el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU),

que conduce la Secretaría Técnica de la Comisión de Paternidad Responsable, es

imperativo avanzar en el conocimiento de las concepciones culturales y prácticas

relativas al ejercicio de la paternidad y al ausentamiento paterno. De tal suerte, la

presente investigación forma parte de los compromisos institucionales asumidos por el

INAMU en el cumplimiento de la política pública sobre paternidad.

En este marco, y con la finalidad de retroalimentar dicha política, el presente

estudio tiene un doble propósito: en primer término, presentar una discusión al respecto

de algunos factores culturales que resultan útiles para la comprensión de las distintas

formas en que los hombres se representan la paternidad, así como identificar algunos

factores que inciden en prácticas paternas diferenciadas. Para tales efectos la presente

investigación parte del concepto de involucramiento paterno que se esboza más

1
Existen referencias documentadas sobre la producción nacional de investigaciones que parten de un
análisis sobre la masculinidad que reflejan la necesidad de llevar a cabo indagaciones sobre el tema de la
paternidad, debido a la escasa producción al respecto. Una de estas referencias es la realizada por
Carlos Garita (2001:21-22), en la que reseña de los contenidos generales de las investigaciones llevadas
a cabo en nuestro medio. Un análisis menos detallado pero que recoge una mayor cantidad de
producciones se puede encontrar en Campos y Salas (2002:118). Mención especial requieren dos
estudios directamente relacionados con el tema de la paternidad. El primero de ellos es “Paternidad
Irresponsable en Centroamérica”, realizado por Enrique Gomáriz y otros/as y el segundo es de la
Falcultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Costa Rica). Mientras que el primero fue
publicado al momento de ser terminado nuestro informe de investigación, el segundo todavía se
encontraba en proceso, razones por las que no serán encontradas referencias sobre estos estudios.
Otros valiosos estudios sobre el tema, como el de María Elena Rodríguez (2001) son retomados en el
cuerpo de este texto.
2
Ley 8101, Artículo 6, La Gaceta No.81, Viernes 27 de Abril de 2001.

10
adelante. En segundo lugar, y aunque de manera muy general, el estudio persigue

aclarar, desde la perspectiva de los hombres, algunos elementos que rodean el proceso

de inscripción de sus hijos e hijas ante el Registro Civil. Mientras que en la primera

parte del estudio se abordarán los elementos de tipo cultural, la segunda parte se

abocará a la exposición tanto de los aspectos relativos a las prácticas paternas como

del proceso de inscripción.

El involucramiento paterno en la crianza

Dado el estado de la cuestión, la pregunta de la cual parte nuestra investigación

es, por demás, básica. De ahí que el punto de partida sea la interrogación al respecto

del significado que tiene la paternidad para los hombres entrevistados y la forma en que

éstos se involucran en las diferentes funciones paternas.

De esta suerte, el concepto involucramiento paterno en la crianza se convierte en

el eje de la búsqueda con relación a la forma en que los hombres se representan la

paternidad. El término involucramiento alude a la posibilidad de los hombres de

implicarse o estar incluidos en las diversas funciones paternales y significa a la vez

participación y compromiso. Se trata de un concepto que pretende conducir la

indagación acerca de cuáles son los aspectos en que los hombres se ven como

partícipes en relación con la crianza de los hijos y las hijas y, por exclusión, en cuáles

no se ven a sí mismos implicados.

11
El concepto involucramiento-paterno-en-la-crianza, como es entendido aquí,

sirve para dar cuenta de tres funciones paternas básicas: a) la proveeduría, b) la

crianza y, c) la función afectiva, las cuales responden a la construcción social de la

masculinidad (ver Esquema 1). Al respecto de estas funciones caben varias precisiones

que pasamos a mencionar.

Esquema 1:
Actitudes hacia la paternidad:
Construcciones desde las masculinidades

Masculinidades
o
Paternidades

i
Actitudes en relación al

INVOLUCRAMIENTO
PATERNO

Proveeduría Crianza Afecto

Llevar el dinero Cuido Formación/ Provisto Disfrute


Educación a hijos/as Paterno

Toma de decisones Participación


en el objeto del gasto en la ejecución
del gasto

a) la proveeduría

12
La función de la proveeduría, alude al hecho de llevar el dinero al hogar que

servirá para solventar las necesidades de niñas y niños, así como de la familia, es decir,

hace referencia al significado más básico que se le ha dado al término. Para entender

más adecuadamente el sentido acotado que en se emplea aquí el término, cabría

señalar que dentro de una parte de la literatura feminista 3 la proveeduría es un

componente del trabajo productivo, pero no lo agota, pues el trabajo productivo abarca

al trabajo realizado por mujeres y hombres por un pago no sólo en dinero, sino en

especie (Moser;1992:55).

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que en la división patriarcal del trabajo,

son los hombres quienes fundamentalmente se benefician del pago en dinero. Esto no

significa en lo más mínimo que los hombres sean ni los únicos generadores de ingresos

ni los únicos proveedores en el marco familiar, pues “en todo el Tercer Mundo la

mayoría de las mujeres de bajos ingresos tiene un rol productivo importante”

(Moser;1995:56). Sin embargo, la ideología patriarcal ha asignado como mandato

masculino la generación de ingresos y la proveeduría, al tiempo que enmascara el

aporte de las mujeres.

Como podrá constatarse a lo largo de esta investigación, el tema de la

proveeduría es un referente tanto fundamental como profundamente contradictorio en

la configuración de la paternidad. Efectivamente, mientras que la proveeduría por una

parte se constituye en mandato que configura la identidad masculina y paterna, por otra

3
Una referencia sobre la discusión en torno al dualismo existente entre lo reproductivo y lo productivo se
encuentra en Moser;1995:56.

13
parte, y al mismo tiempo, contiene en su misma constitución, elementos que conducen

a la evasión de esta función. Sin duda alguna, y como veremos, la proveeduría tiene

un fuerte peso simbólico como función netamente masculina (lo cual es referente tanto

para hombres como para mujeres), a pesar de que no necesariamente todos los

hombres la cumplen y que cada vez más las mujeres tienden a asumirla parcial o

totalmente. Esta es una contradicción cultural que necesariamente debe tomarse en

cuenta al utilizar el término.

El papel que tiene la proveeduría dentro de las funciones de la crianza y el

afecto, son elementos adicionales que nos hablan de la importancia que cobra dentro

de la paternidad. De ahí que sea un eje transversal en la discusión de este documento,

aunque con un particular énfasis en el Capítulo 1.

Un último aspecto necesario a tomar en cuenta al hablar de la proveeduría, más

allá de cualquier definición, es que se constituye en un deber de los adultos y, por lo

tanto en un derecho social y económico de la niñez imprescindible para cumplir con su

adecuada protección.4

b) La crianza

Otro de los grandes aportes que ha hecho el debate feminista en relación con la

visibilización del trabajo de las mujeres es la noción de trabajo reproductivo. Como

4
El que se constituya en un deber de los adultos y adultas no significa la existencia de arreglos de pareja
en donde el hombre asume labores de tipo reproductivo, mientras que la mujer asume la proveeduría.

14
también ha señalado Moser “el rol reproductivo comprende las responsabilidades de

crianza y educación de los hijos y las tareas domésticas emprendidas por la mujer,

requeridas para garantizar el mantenimiento y la reproducción de la fuerza de trabajo.

Con este término se logra captar no sólo el alumbramiento (reproducción biológica) sino

“el cuidado, la socialización y el mantenimiento de individuos a lo largo de sus vidas

para asegurar la continuación de la sociedad a la siguiente generación” (reproducción

del trabajo). De esta manera, la reproducción del trabajo “incluyen el cuidado, la

socialización y el mantenimiento de los individuos...” (Moser;1995:52).

Herederos de esta línea de pensamiento, nos interesa profundizar sobre las

actitudes masculinas en nuestro medio en relación con su involucramiento hacia este

tipo de labores, a sabiendas que históricamente las labores de tipo reproductivo han

sido, y siguen siendo, fundamentalmente asumidas por las mujeres a la vez que

excluidas de la definición de lo que los hombres piensan que ellos deben hacer. Esto es

explicable en el marco de construcciones de paternidades y maternidades con

características excluyentes y ámbitos separados en el marco del sistema sexo-género

patriarcal, lo cual tiende a persistir aún cuando las mujeres cumplan un papel relevante

en el ámbito de la proveeduría.

En esta investigación el involucramiento paterno en el trabajo reproductivo será

estudiado a partir del concepto de crianza, mismo que se encontraría definido por dos

componentes: en primer término por el cuido, que es entendido como la atención de

necesidades tales como la salud, la elaboración de alimentos, dar de comer, vestir,

velar por el aseo, entre otras tareas de mantenimiento y atención personal.

15
Dentro de las labores de cuido se encuentra, adicionalmente, la toma de

decisiones en lo relativo a la adquisición de aquellos bienes y servicios que se deben

comprar para la satisfacción de las necesidades reproductivas de niños y niñas, por una

parte y, por otra, la ejecución el gasto mismo, esto es, la participación en la compra de

tales bienes y servicios. Si bien estos dos aspectos se derivan de la proveeduría, con la

división sexual del trabajo pasan a formar parte del trabajo reproductivo. Investigar al

respecto de estos dos factores resulta importante en la medida que nos habla de

distintos niveles de implicación de los padres en la atención de las necesidades

materiales de niñas y niños.

La formación, segundo componente de la noción “crianza”, es entendida tanto

por el interés en la transmisión de valores, así como por el interés de propiciar que

niños y niñas tengan acceso a la educación formal. Es decir, el concepto hace

referencia al involucramiento de los padres en los procesos de socialización de niñas y

niños.

Como discutiremos en el Capítulo 2, resulta muy difícil entender la falta de

involucramiento en las labores de crianza (y particularmente en el cuido) si no se

analiza este aspecto a la luz de la visión patriarcal que escinde la función paterna al

erigir una división sexual del trabajo estereotipada y excluyente.

Ahora bien, debemos dejar claro que al respecto del involucramiento paterno en

la formación, este estudio se ha centrado fundamentalmente en si los hombres piensan

16
que deben o no involucrarse en determinadas tareas de cuido y formación así como en

brindar explicaciones tentativas que contribuyan a una mejor comprensión al respecto.

Esto significa que no se ha puesto particular atención en los contenidos o mensajes de

tal formación o socialización. Sin embargo, en el capítulo relacionado con la función

afectiva (Capítulo 3) se esbozarán algunos mensajes (socializadores) de género que los

padres transmiten diferencialmente a niños y a niñas, por medio del afecto. En otros

términos se analizará como el mensaje afectivo convierte en uno de los “sellos propios”

de la sociedad patriarcal, que contribuyen en el proceso de afirmación diferenciador de

la identidad social5 de niñas y niños y que, por lo tanto, abonan a la creación de

desigualdades de género.

c) El afecto

El último foco de atención dentro del involucramiento-paterno, es la función

afectiva. La expresión y vivencia del afecto es un tema recurrente dentro de la teoría

sobre masculinidad, centrando su atención en la manera que la sociedad patriarcal

minimiza su relevancia al momento en que los hombres se relacionan con los otros y

otras, entre ellos los hijos e hijas.

5
Cabe recordar que la socialización es un proceso de definición de la identidad personal al mismo tiempo
que de la identidad social de las personas en un contexto histórico. Es un proceso de desarrollo de la
identidad personal en la medida que “la persona se va configurando, va llegando a ser, en su desarrollo
en y frente a la sociedad, como afirmación de su particular individualidad” (Martín Baró;1992:115). Sin
embargo, y de manera interrelacionada, “la socialización marca al individuo con el ‘carácter’ o sello propio
de la sociedad y grupo social en el que históricamente se realza su proceso de socialización”, así como a
su etnia, sexo, etc. (Martín Baró;1992:117)

17
Con miras a profundizar el conocimiento sobre el papel que el afecto juega en la

relación de los padres con sus hijos e hijas, hemos considerado realizar una distinción

con fines meramente analíticos que considerará el afecto en una doble vía; por una

parte se buscará indagar en la forma que los padres consideran que se demuestra

afecto a sus hijas e hijos, y por otra qué es lo que los hombres disfrutan más, de la

relación que establecen con sus hijas e hijos. Es decir, se trata de comprender mejor el

hecho paterno de brindar el afecto, así como lo referente al disfrute de la paternidad. Si

bien se podría pensar que esta es una distinción excesivamente forzada, puesto que el

afecto es uno e individisible, nuestra investigación arroja evidencia que apunta a que la

forma en que los hombres consideran que deben demostrar afecto está mucho más

marcada por mandatos de género que cuando se considera las cosas que los padres

más disfrutan de la relación.

Este segundo elemento de la relación afectiva ha sido poco considerado y sin

embargo, pareciera crucial cuando se emplea el término relación. Efectivamente, el

carácter de paternidad es básicamente relacional, en la medida que tiene implicaciones

por partida doble, esto es, tanto para las hijas e hijos como para los padres. Lo anterior

cobra especial interés en la medida que el fomento de una paternidad involucrada

debiera pasar por dos vías: tanto la de dar como la del disfrutar. A la discusión de estos

aspectos nos abocaremos en el Capítulo 3.

Variables para la medición del involucramiento paterno

18
Teniendo clara esta panorámica conceptual sobre cada una de las tres funciones

del involucramiento, y para efectos de contribuir con el debate, mostramos en el

siguiente esquema (Esquema 2), las variables que en que hemos desagregado cada

una de las funciones del involucramiento paterno (proveeduría, crianza y afecto) a

manera de actividades. Al respecto de tales actividades debe señalarse que no

pretende agotar todas las posibilidades de involucramiento, sino brindar un marco que

propicie la comprensión del tema, a la vez que facilitar la medición del involucramiento

paterno en la etapa de trabajo de campo.

Como se apreciar en dicho Esquema 2, las diferentes funciones del

involucramiento pueden intersecarse. En este sentido, y especialmente en el caso de la

función del afecto, se han considerado actividades que tienen que ver con la crianza y

con la proveeduría lo que, según se analizará en el curso de este texto, y

especialmente en el Capítulo 3, habla de la complejidad y la diversidad de las

paternidades.

19
Esquema 2
Variables utilizadas para la medición de actividades relativas
a las funciones del involucramiento paterno
1. Proveeduría 2. Crianza 3. Afecto
Tipo de aporte económico a hijas/os de la relación 2.1. Labores de Cuido: Se mide a) cómo se le demuestra cariño al hijo o hija
actual y a hijas/os de otras relaciones: q Llevar al médico. y b) qué es lo que los hombres disfrutan más:
1.1. No aporta q Cambiar pañales.
1.2. Aporta por medio de pensión q Atender a bebés cuando lloran en la noche. 3.1. Muestras verbales:
1.3. Aporta de forma regular (se trata de un q Brindar medicinas. q Saludo verbal.
aporte cotidiano) q Asistir a reuniones de “padres de familia”. q Decir que se quiere.
1.4. Aporte de forma eventual (se trata de un q Alistar a los hijas/os. q Verbalización de mensajes positivos o de
aporte esporádico, cuyo espaciamiento q Acompañar a actividades deportivas. crecimiento.
varía de padre a padre)
1.5. Monto del aporte (no fue medido en esta 2.2. Labores formativo-educativas 3.2 Muestras gestuales:
investigación) q Modelaje paterno/dar ejemplo q Dar abrazo.
q Apoyar en tareas escolares. q Dar beso.
q Acciones correctivas de conductas q Dar palmadas.
percibidas como inadecuadas. q Apretón de manos.
q Toma de decisiones sustantivas para el
proceso de crianza. 3.3. Proveeduría:
q Preocupación por procurar educación q Trabajar para que no falte nada.
formal. q Darles regalos.

2.3. Toma de decisiones en el objeto del gasto para 3.4. Formación y crianza:
q Satisfacción de necesidades alimentarias de q Preocupación por procurar educación
los hijos formal.
q Compra de ropa q Brindar valores para la vida.
q Compra de útiles e implementos escolares q Acciones correctivas de conductas
q Gastos personales de hijos e hijas percibidas como inadecuadas.
q Apoyar en tareas escolares.

2.4. Participación directa en la ejecución del gasto 3.5. Recreación y juego:


para: q Paseos y salidas juntos .
q Satisfacción de necesidades alimentarias de q Diferentes tipos de juegos.
los hijos
q Compra de ropa 3.6. Cuido
q Compra de útiles e implementos escolares q Bañarles.

20
q Gastos personales de hijos e hijas q Darles de comer.
q Llevarles a la escuela.
q Enseñarles a vestirse.

3.7 Otras muestras


q Brindar cariño.
q Comp artir/pasar tiempo juntos
q Conversar
q Protección
q Preocupación por proyecto de vida

Frecuencia con la que se demuestra afecto:


ü Cada vez que ve a hija o hijo.
ü De vez en cuando.
ü En ocasiones especiales.
ü Pocas veces.
ü Nunca.

Lugares privilegiados en los que se demuestra


afecto:
ü En cualquier lugar
ü En ámbitos privados
ü En lugares públicos
ü Ninguno

21
Sobre las actitudes y las prácticas de involucramiento paterno

Ahora bien, es necesario señalar que el análisis que se efectúa en los capítulos

1, 2 y 3 de este documento está fundamentalmente referido a las actitudes masculinas

hacia el involucramiento paterno. Siguiendo a Ignacio Martín Baró (1992: 247-248),

aunque con algunas variantes, hemos adoptado el concepto de actitud para el análisis

de las representaciones culturales de los hombres en relación al involucramiento

paterno, teniendo en cuenta que la actitud no es visible, ni directamente observable,

sino que se trata más bien de una estructura hipotética, una forma de pensar propia de

la persona, pero que no se trata, al menos no necesariamente, de una acción

ejecutada. Se trata entonces, de una indagación de lo que los hombres entrevistados

piensan sobre los temas relativos al involucramiento paterno y no necesariamente

sobre lo que han hecho al respecto 6.

Por otra parte, en el Capítulo 4 se presentan los resultados de la indagación

sobre cómo los hombres se involucran con los hijos e hijas que tienen, y por lo tanto si

se trata de un análisis de lo que hacen o han hecho (o dejado de hacer). Aquí el interés

estará puesto en tres variables: a) el tipo de aporte económico, si es que lo realiza; b) el

tipo de cosas que los hombres hacen, especialmente en el plano de lo reproductivo y c)

la frecuencia con que los hombres ven a sus hijos e hijos. En ambos casos se busca
6
En relación con las estructuras hipotéticas es importante tener en cuenta que no todos los entrevistados
parten de la misma experiencia. Algunos de los hombres, particularmente los que ya eran padres al
momento de la entrevista, respondieron algunas de las preguntas de manera bastante fluida, basándose
en su propia experiencia como padres. Otros, especialmente los que eran padres por primera vez,
tuvieron que hacer un esfuerzo adicional para contestar acerca de lo que ellos pensaban en relación con
los temas planteados.

22
establecer las particularidades que tiene el involucramiento o ausencia del mismo,

cuando se trata de hijos e hijas de diferentes relaciones de pareja.

El análisis tanto de las actitudes como el de las prácticas, busca brindar un

panorama más amplio sobre el involucramiento paterno, así como sobre las

incoherencias que guarda el discurso hegemónico de la masculinidad.

Adicionalmente, el capítulo 4 hace una indagación sobre los trámites que

realizaron los entrevistados en el Registro Civil, especialmente lo relativo a los motivos

para inscribir o para solicitar pruebas de ADN, los tiempos que duraron en inscribir y las

razones para no inscribir con anterioridad.

Apuntes sobre la masculinidad hegemónica

Como se habrá apreciado, este estudio tiene como punto de partida elementos

planteados por algunas teóricas feministas en relación al tema del trabajo. Por otra

parte, nuestra investigación pretende contribuir a la discusión desde un análisis de las

masculinidades. Ello significa tener como referencia algunos de los estudios sobre

masculinidad que en la última década han cobrado relevancia en nuestro medio,

particularmente aquellos que han abordado los temas del afecto, la proveeduría y la

reproducción, útiles para nuestros efectos y que serán contrastados con la evidencia

empírica recabada para los propósitos de esta indagación.

23
Si bien en cada capítulo se realizará una discusión a partir de estos aportes, por

lo cual resultaría redundante reseñarlos aquí, es importante señalar cuál es la noción de

masculinidad de la cual partimos. Habría que apuntar que una de las definiciones más

atractivas por su sencillez, contundencia y aceptación, es aquella brindada por Robert

Brannon (citada por Kimmel; 1997:51). Esta definición reduce la masculinidad

hegemónica, es decir aquella compartida prácticamente por todos los hombres, a cuatro

afirmaciones:

1. “Nada con asuntos de mujeres. Uno no debe hacer nunca algo que

remotamente sugiera feminidad. La masculinidad es el repudio implacable de

lo femenino.”

2. “¡Sea el timón principal!. La masculinidad se mide por el poder, el éxito, la

riqueza y la posición social...”.

3. “¡Sea fuerte como un roble. La masculinidad depende de permanecer

calmado y confiable en una crisis, con las emociones bajo control...”

4. “Mándelos al infierno. Exude una aura de osadía varonil y agresividad...”

Siguiendo a Conell (1997:34), estas afirmaciones funcionan a manera de

definición normativa, es decir como “norma social” a la que se acercan los hombres en

diversos grados. Sin embargo Conell ha señalado que este tipo de definiciones tiende

al esencialismo, en la medida que plantea abstracciones que no siempre son

cumplidas. En otras palabras, tienden a abstraerse de cualquier contexto y momento

histórico. De esta manera, si bien la definición tiene un carácter orientador en un nivel

muy general, su utilidad pierde fuerza al realizarse análisis específicos de carácter

24
empírico, es decir, cuando se ve contrastado con la diversidad de la experiencia

masculina.

Por esta razón es necesario señalar, nuevamente con Conell, que “la

masculinidad hegemónica no es un tipo de carácter fijo, el mismo siempre y en todas

partes” (Conell;1997:38). Se trata de una práctica de género que responde a la

legitimidad del patriarcado y “que garantiza la posición dominante de los hombres y la

subordinación de las mujeres”, siendo, en todo caso, una “posición siempre disputable”

(Conell;1997:39) así como modificable. De esta suerte, si bien en los hombres

concretos sin duda alguna se encuentran fuertemente elementos de esa masculinidad

hegemónica que propone Brannon, la vivencia de la masculinidad no se agota ahí y

puede llegar a trascenderla. Tener una noción sobre algunos de los elementos que los

hombres, en el ejercicio de su paternidad, reproducen de esta masculinidad

hegemónica, es otro de los propósitos de esta investigación.

Aspectos de Orden Metodológico

La aprobación de la Ley de Paternidad Responsable ha tenido un impacto de

gran relevancia a en el ámbito nacional, pues ha implicado necesariamente pensar

sobre un tema que permanecía, en términos generales, en el ámbito de lo privado. Se

trata precisamente del cuestionamiento de genituras y paternidades profundamente

contradictorias y carenciales en lo afectivo, en lo económico y en la crianza, que se

encuentran arraigadas en formas hegemónicas de la masculinidad pero cuyas

características en buena parte todavía permanecen en la penumbra.

25
Y si bien todavía el conocimiento sobre la paternidad no es suficiente, existen

muchos elementos para considerar que algo sucede con los padres (nacimientos de

padre no declarado, pensiones alimentarias, relaciones poco afectuosas, etc.) y que las

expectativas sociales sobre lo que debe ser la paternidad han cambiado.

Así, pues el contexto de debate propiciado por la Ley de Paternidad

Responsable, resulta fecundo para interrogarnos sobre las características de la

paternidad y, en el caso de este estudio, sobre el involucramiento paterno 7. También en

este mismo marco, resultó de gran conveniencia para el trabajo de campo de esta

investigación, contar con la participación de la Sección de Inscripciones del Registro

Civil, como espacio para entrevistar hombres que se presentaron a realizar algún tipo

de trámite. Esto requiere una breve explicación para comprender mejor a la población

entrevistada.

Según Bolaños (2002) a la Ley pueden acogerse las madres de los hijos

menores cuyo nacimiento aún no se encuentre inscrito, independientemente de la fecha

en que ocurrió el nacimiento 8. La solicitud de investigación de paternidad que hacen las

madres de hijos fuera del matrimonio lleva a un proceso para determinar la presunta

paternidad. Bolaños señala que “el Registro Civil, una vez inscrito el nacimiento con los

apellidos de la madre, debe darle traslado al presunto padre por el término de diez días.
7
Sin duda alguna, las características de la paternidad trascienden en concepto de involucramiento
paterno en la crianza. Un tema de gran relevancia que no es tratado aquí, es el del abuso del poder y el
ejercicio de la violencia por parte de los padres.
8
Al mes de julio de 2002, habían ingresado al Registro Civil 8368 casos correspondientes a la Ley de
Paternidad Responsable. En el Anexo 2 se presenta una información desglosada al respecto de estos
casos.

26
De no apersonarse se consignará como tal en la inscripción de nacimiento del o la

menor. El padre señalado, puede dentro de ese término, presentarse a solicitar que se

le realice la prueba de marcadores genéticos, o bien, a reconocer la paternidad”.9

A estos mecanismos para asegurar la inscripción se une la forma usual que

consiste en que los padres, por su propia cuenta 10, se presentan al Registro Civil a

reconocer a sus hijos e hijas.

Teniendo claro este panorama podemos anotar que del total de los 71 hombres

que fueron entrevistados en el Registro Civil para efectos de esta investigación, el 62%

(45 casos) llegaron a inscribir por su propia cuenta. El 36.6% restante (26

entrevistados)11, estaba constituido por aquellos a quienes el Registro Civil envió un

citatorio solicitando su presencia ante dicha oficina pues habían sido declarados como

padres12 por mujeres que se acogieron a la Ley de Paternidad Responsable. Del total

de estos hombres, el 65.4% (17 casos) inscribió a sus hijos o hijas, mientras que un

34.6% (9 casos) solicitó una prueba de ADN.

9 Los mecanismos establecen que “si solicita prueba de ADN, se le otorgará a él, a la madre y al o la
menor, una única cita para que se presenten en el laboratorio de la Caja Costarricense del Seguro Social.
En caso de que no se presente el presunto padre, se consignará como tal en la inscripción de
nacimiento”. Otras interesantes referencias sobre el procedimiento, así como la historia y objetivos del
Registro Civil se pueden encontrar en Bolaños;2000. En el Anexo 1 se presenta un documento que
señala el procedimiento seguido por la Sección de Inscripciones de dicha institución para la aplicación de
este instrumento jurídico.
10
La aprobación de la Ley de Paternidad Responsable marca un nuevo momento histórico en el proceso
de inscripción de niños y niñas. En este nuevo contexto existen hombres, tanto en unión libre como en
matrimonio, que realizan la inscripción de sus hijos e hijas aún cuando sus compañeras o esposas no se
hayan acogido a esta Ley. Es en este sentido que se utiliza el término “por su propia cuenta”.
11
Únicamente uno de los entrevistados (1.4% del total) no dio información del trámite que realizaba.
12
La declaración es presuntiva en tanto no se realice la prueba de ADN o hasta que el hombre acepte ser
el padre del niño o la niña al inscribirle.

27
Las entrevistas a estos hombres fueron realizadas durante el mes de marzo del

2002 en las Oficinas Regionales del Registro Civil de las siete cabeceras de provincia.

Los hombres que serian entrevistados tuvieron que ser esperados en las Oficinas de

esta institución, por las y los entrevistadores del equipo de investigación. Así, se

entrevistó a todos los hombres que se presentaron durante los días de encuestamiento.

Es importante señalar que las entrevistas fueron aplicadas una vez que los trámites

ante el Registro habían sido realizados, contando con la anuencia de prácticamente

todas las personas a la que se solicitó ser informantes. Efectivamente, de 72 personas

sólo una no quiso ser entrevistada.

Las entrevistas fueron realizadas por dos integrantes del equipo principal, con la

colaboración de seis estudiantes de sociología del nivel de bachillerato de la

Universidad Nacional de Heredia, los y las cuales fueron instruidas en la aplicación del

cuestionario.

Debe anotarse que a pesar de que se garantizó confidencialidad y las

condiciones de privacidad que las oficinas del Registro Civil permitían, no tenemos una

adecuada ponderación de si el contexto incidió en la forma en que respondieron

aquellos hombres a los que fue aplicada la Ley de Paternidad Responsable. Pero con

seguridad el contexto de la entrevista no afectó la respuesta de aquellos hombres que

realizaron trámites de inscripción por su propia cuenta, es decir, fuera del marco de la

Ley mencionada (45 casos).

28
Siendo un estudio de carácter exploratorio, los 71 casos que representan la

población de estudio no tienen representatividad estadística. Sin embargo el estudio

puede brindar algunas pistas sobre la forma en que los hombres conciben que debe ser

el involucramiento paterno, a explicar algunas de las contradicciones que este

involucramiento tiene así como enunciar algunas explicaciones tentativas que nos

permitan avanzar en un mejor conocimiento de las características que tiene la

paternidad en nuestro contexto cultural.

También en el ámbito de lo metodológico hay que señalar que se utilizó la

técnica de la encuesta estructurada, combinando preguntas cerradas (con opciones

predeterminadas) y preguntas abiertas (de libre contestación). La utilización de las

preguntas abiertas es fundamental pues permite a los entrevistados elaborar por si

mismos, disminuyendo la ingerencia de las nociones del equipo investigador sobre las

respuestas. El formulario de la encuesta se presenta en el Anexo 3.

Por último, conviene mencionar que el procesamiento de la información fue

realizado con la versión No. 11 del programa SPSS.

Del perfil de la población entrevistada

Antes de comenzar el análisis de los resultados, conviene tener en cuenta


algunos aspectos de tipo socioeconómico de los entrevistados que contribuya a ubicar
sobre quiénes se habla en el presente texto.

En primer lugar, la gran mayoría de la población entrevistada (78.9%) era


costarricense, mientras que el 16.9% era nicaragüense. Sólo un 4.2% tenía otras

29
nacionalidades. La mayoría de la población era joven: el 61% de los entrevistados tenía
edades entre los 18 y los 29 años13. Por otra parte, el 24% entre los 30 y los 39 años y
el 15.4% más de 40 años.

La mayoría contaba con baja escolaridad: el 18.6% tenía primaria incompleta, el


32.9% primaria completa, y el 22.9% secundaria incompleta. Por otra parte el 10%
había cursado la secundaria de manera completa y el 15% tenía estudios universitarios,
de los cuales sólo una tercera parte los había completado.

Se trata de una población que inició a trabajar a tempranas edades, pues el


47.8% inició antes de los 15 años, otro 42% lo hizo entre los 15 y los 19 años. El
restante 10% comenzó después de los 19 años.

Las ocupaciones de estos hombres son, en su mayoría, de baja calificación.


Efectivamente, el 24% es artesano y operario; el 19% comerciante, vendedor o
dependiente, el 15% trabajador del campo o pescador, el 11.3% trabajador en servicios
personales (“guardas”, cocineros, cuidadores de parqueo, panaderos), el 10% es
chofer, el 4.2% empleado de oficina. Únicamente el 5.6% es profesional o técnico.

La mitad de los entrevistados tenía ingresos inferiores a los 95.000 colones, otro
21.4% ganaba entre 95.001 y 148.000 colones, el 18.6% tenía ingresos superiores a los
148,000 y el 8.6% no tenía ingresos. Al momento de la entrevista del total de los
entrevistados un 11.3% no tenía trabajo.

En suma, se trata, en su mayoría, de hombres con bajos niveles de educación


formal, que tuvo que iniciar a trabajar a tempranas edades, y que, por tanto, poseen
puestos poco calificados con ingresos tendencialmente bajos.

13
Dentro de este 60.6%, el 28% tenía entre los 18 y los 24, el 32% entre los 25 y los 29 años y el

30
Un último aspecto a considerar en relación a las características
sociodemográficas de los hombres, tiene que ver con el estado civil. Sin embargo
debemos señalar que muy posiblemente la información brindada por estos hombres en
este aspecto en particular no sea de la mejor calidad. Esto se debe a que se pudo
detectar varios casos en que los entrevistados estaban separados o divorciados, pero al
momento de la entrevista se encontraban en unión libre, siendo su declaración de
estado civil la de “unión libre” y no “separado en unión libre” como debía ser. Por otra
parte, otros hombres que se encontraban en unión libre se declararon como “solteros”.
Esta constatación a posteriori, nos impidió contrarrestar este sesgo. Teniendo en
cuenta esta limitación debe señalarse que el 53.5% de los entrevistados señaló
encontrarse en unión libre o solteros en unión libre, seguidos por los que declararon ser
solteros (21%). Otros hombres se estaban separados en unión libre (4.2%), separados
(2.8%) y divorciados (1.4%) Unicamente el 14.1% de los entrevistados señaló estar
casado.

31
Primera Parte: Actitudes Hacia el Involucramiento Paterno

Capítulo 1. La Masculinidad y el mandato de la proveeduría

La discusión y posterior aprobación de la denominada “Ley de paternidad

responsable”, ha contribuido a develar la problemática expresada en el hecho de que

muchos hombres son genitores sin cumplir una función paterna alguna, entendiendo la

genitura como mera aportación biológica a la gestación.

Al volverse la paternidad centro del debate, también se ha puesto en

evidencia una cierta diversidad de criterios y estereotipos en relación con la función

paterna, muchos de los cuales develan un gran desconocimiento sobre la temática y la

incipiente investigación sobre una base empírica.

En términos generales existe una tendencia a definir la paternidad a partir de un

desfase entre el padre socialmente requerido y lo que los hombres de nuestra época

están dispuestos a cumplir. En esta dirección, algunos han señalado que “los hombres”

están fallando pues “no han sabido comprender cuál es su lugar en el mundo actual en

relación con este tema”, (La Nación, miércoles 17 de mayo del 2000, pág.8A).

Otras posiciones tienden a equiparar el “machismo” al fenómeno de la

“paternidad irresponsable” (La Prensa Libre, 31 de agosto de 2001, pág.13), lo cual

pareciera asociar la “responsabilidad” con un rasgo que se desprende de nuevas

formas de ejercicio de la paternidad o formas “no machistas”

32
¿Guardan este tipo de ideas una relación con la forma en que los hombres

entienden su paternidad? ¿Están los hombres malinterpretando las exigencias

societales del sistema con relación a la paternidad? ¿En qué clave social debe

entenderse la problemática de la paternidad responsable? O, más aún, considerando

las aspiraciones en relación con el deber ser de la paternidad: ¿Es la paternidad

concebida a partir del término responsable, la solución acabada al tema de la genitura

disociada de la función paterna?

Desde el punto de vista adoptado en este estudio, una perspectiva

necesaria para el abordaje de estas cuestiones y para la comprensión de la dinámica

de la paternidad, se encuentra referida al análisis de la masculinidad desde una

perspectiva de género, tal y como se aborda a continuación.

1. Mandatos de la masculinidad y paternidad

El antropólogo David Gilmore (1994) en su sistemático intento por explicar la

forma en que es construida la masculinidad en diversas culturas, encontró que en la

concepción que hombres y mujeres de diferentes pueblos tienen al respecto de la

“verdadera virilidad”, adquieren especial relevancia “tres requerimientos morales”. Estos

requerimientos, si bien podían variar en intensidad, cobran el carácter de imperativos.

Según Gilmore (1994:217) “para ser un hombre en la mayoría de las sociedades (...)

uno debe preñar a la mujer, proteger a los que dependen de él y mantener a los

familiares”.

33
Si bien la existencia de esta tríada, que lleva a definir al sujeto que la ejerce

como “el varón preñador-protector-proveedor”, tiene implicaciones más profundas en

relación con la perpetuación del orden social (ver Gilmore pág. 217 y subs.), para

nuestros efectos esta gran constatación empírica ameritaría varias observaciones más

restringidas. En primer término, que esta definición de virilidad se sustenta en la división

sexual del trabajo que asigna a mujeres y a hombres funciones sociales excluyentes,

con las consabidas desigualdades de género. En segundo lugar que, dada esta

división social del trabajo, esta tríada debe entenderse como una construcción que las

sociedades erigen como una inducción de los hombres en función de la sobrevivencia

del grupo14. Es decir, la virilidad, bajo este punto de vista y como tendencia general, no

se ocupa de preñar como un fin en sí mismo (es decir, como mera genitura), sino que

se encuentra también vinculada a la producción económica y, con ella, a la

proveeduría 15. Lo anterior lleva a plantear la preeminencia que dentro del proyecto

asignado socialmente a la masculinidad tienen, tanto la paternidad como la

proveeduría. En otros términos, estos son rasgos imbricados y constitutivos en el hecho

de ser hombre en sociedades patriarcales. La línea explicativa del estudio de Gilmore

no tiene como propósito indagar el fenómeno de la genitura sin involucramiento paterno

14
Sin duda alguna, se trata de un aporte a la sobrevivencia desde un ángulo distinto al desarrollado
desde la feminidad que, si bien tradicionalmente se encuentra centrado en lo reproductivo, cada vez más
se desplaza a lo productivo.
15
En este estudio el tema de la “protección”, segundo componente de la tríada, no aparece con tanta
fuerza.

34
entre un sector de la población de hombres, lo cual plantea que esta es, para los

efectos de este estudio, una explicación parcial para la comprensión de la paternidad16.

Sin embargo, y teniendo presente tales reservas, los datos de nuestra

investigación aportan algunos elementos para considerar que entre una parte de la

población de hombres existe una tendencia concordante con lo señalado por Gilmore.

En este sentido, para algunos de los entrevistados existen dos hitos estrechamente

vinculados y que resultan definitorios para “sentirse un hombre”. En primer lugar se

encuentra el hecho de ser padre, así como la conformación de su propia familia.

Efectivamente una importante proporción de los hombres entrevistados (28.6%) sintió

que ya era hombre cuando nació el primer hijo, cuando supo que iba a ser padre o en

un sentido similar, cuando tuvo la responsabilidad de ser padre. Para otro 4.3%, formar

un hogar fue un hecho de gran relevancia en esta dirección.

El segundo hito de gran importancia para otra parte de los hombres es el tema

del trabajo: el 18.8% se sintió hombre cuando comenzó a trabajar o a aportar

económicamente al hogar, y otro 5.8% cuando asumió completamente la

responsabilidad económica del hogar17.

16
Parte de las reservas que tiene el estudio de Gilmore para contribuir con la comprensión de la
paternidad es que si bien estudia sociedades occidentales “modernas”, presta mayor interés en
sociedades no occidentales consideradas por cierta rama de la antropología como “primitivas”.
17
Otros hitos en el paso a sentirse hombre son la primera relación sexual o de pareja (8.7%), la
autonomía personal (4.3%) y la vida militar para algunos hombres nicaragüenses (4.3%).

35
Una segunda indagación al respecto de lo que hace a una persona ser hombre,

esta vez hecha por medio de preguntas cerradas18, ofrece un resultado similar: aquello

que en primera instancia19 hace a una tercera parte de los hombres entrevistados ser

definidos como hombres es formar una familia, mientras que ser padre lo es para otro

17%. Para otro 17%, si bien estos elementos no representaban aspectos de primer

orden de prioridad, si eran elementos valorados. Estos dos factores ocupaban un

segundo orden de importancia para otro 17% en ambos casos, en el hecho de ser

hombre.

Por otra parte, para más de una tercera parte de los entrevistados, un elemento

de primer orden de importancia que lo hace a uno ser hombre es el primer trabajo o el

éxito laboral, mientras que para otro 25% este era un segundo elemento de prioridad,

sumado a otro 9% que consideraba que ganar el primer sueldo era definitorio en este

sentido. En otras palabras, desde la concepción cultural de los entrevistados el hecho

de hacerse hombre está marcado por ser padre o tener un hijo 20, la formación de una

familia y el trabajo, son elementos fundamentales y definitorios de la masculinidad.

18
Como mencionamos, las preguntas con opciones predeterminadas por quien investiga (“preguntas
cerradas”) tienen la utilidad de contribuir a contrastar hipótesis. Sin embargo tienen la limitación de
encasillar a las personas entrevistadas y pueden, eventualmente, pasar por alto cuestiones sustantivas
en la percepción de los entrevistados. Por esta razón la presente investigación combina “preguntas
abiertas” –aquellas en donde no existen preguntas precodificadas- en cuestiones claves sobre lo que
significa ser hombre y padre, con preguntas cerradas.
19
Se le solicitó a los entrevistados que establecieran un orden descendente de prioridades entre aquellos
elementos que ellos consideraban más importantes en el hecho de ser hombre. De ahí que se hable de
elementos de un primer orden de importancia o que en primera instancia son importantes y así de
manera sucesiva.
20
En algunos casos los entrevistados señalaron que ser padre hace a una persona ser hombre, mientras
que otros apuntaron que “tener un hijo”. No es posible dentro de los márgenes de esta investigación
determinar si existe o no algún matiz simbólico en esta distinción. Sin embargo podría resultar de interés
indagar al respecto.

36
Este tipo de consideraciones pueden llevar a preguntarse si algunos estudios

realizados sobre el tema de la masculinidad no habrán dado un peso

sobredimensionado a la actividad ocupacional como “fuente principal de la identidad del

hombre moderno” (Gomariz; 1997:33). En este sentido, en una encuesta nacional sobre

familias realizada en Chile (citado por Gomariz;1997) se preguntó a hombres y mujeres

“cuál es el área más importante de su vida”, ante lo cual se detectó una respuesta

masculina “notablemente diferente a la femenina: la proporción más alta de varones se

refirió a su trabajo o estudio, mientras la más alta de mujeres se refirió a la vida

familiar”. De lo anterior se colige la existencia de dos tipos de aspiraciones distintas,

entre lo que destaca que el área familiar no es de tanto interés para los hombres.

Sin embargo, una interpretación distinta a la expuesta en el párrafo precedente,

consideraría que el trabajo o actividad ocupacional entre una parte de los hombres,

debe dimensionarse a la luz del proyecto familiar y de relación de pareja, en la medida

que culturalmente el trabajo remunerado está en función de la sobrevivencia del grupo

familiar. Si bien este pareciera una especie de matiz, en realidad tiene implicaciones

importantes pues no plantearía el tema de la identidad ocupacional de los hombres

como factor que está exclusivamente en función de su propio proyecto individual-

ocupacional, como si estuviera en función de sí mismo. Es fundamental entender,

siguiendo nuevamente a Gilmore (1994:220) que “los códigos y normas morales de la

cultura animan a la gente (a veces con premios y castigo psicológicos, en vez de

materiales) a perseguir unos fines sociales, al mismo tiempo que satisfacen sus propios

deseos personales”. Es decir, que la cultura patriarcal plantea mecanismos que

reconcilian las metas individuales con las del grupo, de forma tal que a la vez que los

37
hombres obtienen reconocimiento público y capacidad de dominio a partir de su

actividad ocupacional, también se encuentran en función de la sobrevivencia familiar

mediante lo que se ha designado como proveeduría. Esta se plantea como una forma

de estar en función de los otros, si bien claramente distinta a la socialmente asignadas

a las mujeres.

Podría parecer contradictoria esta afirmación a la luz de la gran cantidad de

hombres que evaden la pensión alimentaria, sobre lo cual hablaremos en el capítulo

siguiente. Sin embargo, como podrá verse en el Capítulo 4, existe alguna evidencia

empírica para sostener que el mandato de la proveeduría se cumple especialmente con

aquellas personas cubiertas por la relación de pareja actual de los hombres. Es decir, al

menos una buena parte de los hombres tiende a involucrarse económicamente con

niños y niñas acogidas en el marco de la relación de pareja en las que ellos se

encuentran inmersos. Como se verá, esto significa que tienden a quedar más

desprotegidos los niños y niñas de relaciones de pareja anteriores, los cuales ya no

parecieran encontrarse cubiertos por el término de familia en este sentido restrictivo.

Esta incongruencia dentro del mandato masculino de la proveeduría pareciera ser un

factor fundamental a tomar en cuenta al momento de promover paternidades

involucradas.

2. El papel de la responsabilidad en la paternidad

Teniendo clara esta paradoja, y considerando a la familia en sentido restringido,

uno de los mecanismos sociales que pareciera operar entre algunos hombres como

38
código de conducta que vincula la genitura y la proveeduría, a la vez que reconcilia las

metas individuales con las grupales, es el concepto de responsabilidad. Para poner este

concepto en perspectiva histórica habría que señalar que las sociedades occidentales,

especialmente desde el siglo XIX, han impuesto que los hombres se vean “forzados a

trabajar durante todo el día fuera de la casa...” (Badinter,1993:148), reduciendo

notablemente el contacto entre los padres de familia urbanos y sus hijos. Esto convierte

a los padres en personajes comparativamente más lejanos que en períodos previos,

cuyos quehaceres, la mayor parte de las veces, son un misterio para sus hijos. En este

modelo se encuentra por un lado, “la mujer, madre y ama de casa; por otro, el hombre

(...) encargado de la alimentación (Badinter; 1993, p.148), ubicándolo como

responsable de la proveeduría ante su familia.

En este sentido no es casual que la característica más difundida dentro de la

valoración que los entrevistados tienen con relación a su personalidad como hombre

sea la responsabilidad: es la primera característica más valorada para un 23.2% y la

segunda característica más valorada para otro 10.3%21.

Cabe mencionar que dentro de aquellos entrevistados que no se encontraban

casados (solteros, separados en unión libre) era más alto el porcentaje de los que se

adherían a la responsabilidad como código actitudinal masculino (aproximadamente el

21
Existen otras características altamente valoradas como ser trabajador (14.5%), la seriedad (7.2%) y
ser entregado a la familia (5.8%). Si bien cabe una mayor indagación sobre la forma en que los hombres
están entendiendo el término “seriedad”, la evidencia arrojada por nuestra investigación sugiere que es
muy posible que, como código de conducta masculino, la seriedad implica no tomarse las cosas a la
ligera en la vida, sino que asumirse de manera sensata y formal. Otros códigos de conducta que
resultaría interesante estudiar son la sinceridad (7.2%), la humildad (7.2), la honestidad (15.4% como
segunda opción altamente valorada) que parecieran valores culturales socialmente apreciados que
complementen la autoimagen masculina sobre lo que poco se sabe en nuestro medio.

39
50%), que entre los que se encontraban casados (30%). De hecho, la mayoría de los

que llegaron a inscribir a sus hijos o hijas se encontraban en Unión Libre. Esto aporta

evidencia que demuestra que no todos los hombres tienen la idea de que “los niños

nacidos fuera del matrimonio, y aún en unión libre, son responsabilidad de las mujeres”
22
como algunos han afirmado (La Nación, miércoles 17 de mayo del 2000, pág.8A).

Por otra parte, la mayoría de los hombres entrevistados comenzó a trabajar a

muy temprana edad: un 41.8% entre los 10 y los 14 años y un 43.3% entre los 15 y los

19 años. Esta situación de trabajo a edad temprana es especialmente acentuada entre

aquellos que valoran de su personalidad de hombres el hecho de ser trabajadores y ser

responsables. Según el testimonio de algunos de los entrevistados, las condiciones

adversas en las que han comenzado a laborar también tienen incidencia en la

construcción de estos valores. Una parte de los hombres entrevistados, que en su

mayoría tienen ocupaciones de baja cualificación, con baja escolaridad y bajos salarios,

han salido a trabajar a temprana edad impulsados por la familia, ante el requerimiento

de la sobrevivencia, lo cual pareciera incidir en el reforzamiento de su papel de

responsabilidad en cuanto a la proveeduría 23.

Ante lo anotado en relación con las concepciones sobre la responsabilidad, no

extrañará que de aquellos entrevistados que dijeron haber escuchado sobre la Ley de

Paternidad Responsable (59.2%), prácticamente la totalidad estuviese de acuerdo con

22
Debe recordarse que el marco de la aplicación de la Ley es precisamente los hijos/as nacidos de una
unión libre o de una relación no cubierta bajo el matrimonio.
23
Debe aclarase que esto no significa necesariamente que hombres de otro perfil sociodemográfico no
puedan adherirse a estos códigos masculinos.

40
ella. La mayoría planteó su acuerdo señalando simplemente que le parecía “muy bien

(53.3%); sin embargo otros plantearon su acuerdo porque era una ley que favorecía ya

sea a los niños y niñas (6.7%), a la las mujeres (8.9%) tanto a niñas y niños como a las

madres (2.2%), o incluso a los hombres para demostrar su paternidad (2.2%). Otros

señalaron que esta era una ley “para que el hombre se haga o lo hagan más

responsable” (15.6%).

Lo anterior se ve confirmado por dos encuestas realizadas por el Instituto de

Investigaciones sobre Población (IDESPO) de la Universidad Nacional de Heredia24,

durante la fase de discusión del proyecto de ley de Paternidad Responsable en la

Asamblea Legislativa. Según estos resultados, una gran proporción de hombres estaba

“muy de acuerdo” o “de acuerdo” con el proyecto de ley: el 88.5% en el Gran Área

Metropolitana y un 96% en el Área Metropolitana de San José, frente al 78.7% y el

87%, respectivamente, en el caso de las mujeres (IDESPO; 2000, p.59). Esto

nuevamente da pie a pensar que dentro de una importante proporción de hombres la

responsabilidad es un código actitudinal anclado socialmente.

Ahora bien, cuando una parte de la población de hombres huyó del mandato de

la responsabilidad, es decir de la proveeduría económica, se designó a este tipo de

hombres como padres irresponsables. Es fundamental avanzar en el estudio de este

tipo de masculinidades, al respecto de lo cual discutiremos algunos aspectos en el

Capítulo 2. Sin embargo, aquí resulta interesante señalar el caso de uno de los

24
Se trata de una encuesta telefónica a 400 personas en el Gran Área Metropolitana y otra personal a
200 personas en el Área Metropolitana de San José (IDESPO;2000)

41
entrevistados, que se presentó al Registro Civil a solicitar una prueba de ADN por

supuesta duda de paternidad. Sin embargo, durante la entrevista correspondiente a

esta investigación este hombre dio a entender, no sin cierto cinismo, que en realidad el

niño del cual estaba solicitando prueba de ADN, realmente era hijo suyo. Su motivo

para solicitar la prueba consistía en una venganza con la madre del niño por haberse

acogido a la Ley de Paternidad Responsable, por una parte, y por no haber invertido en

su destino final el dinero que él le daba para que ella planificara (y de ahí el nacimiento

del niño). Aún más, este hombre señaló que “seguro ahorita le caía otra notificación”,

pues además de este hijo de cinco meses, tenía otro de dos meses. Solamente se

encontraba a la expectativa de que la madre de este otro hijo decidiera acogerse a la

ley. En ninguno de los casos había hecho aporte económico alguno, no conocía al niño

de dos meses, mientras que a aquel por el cual se encontraba en el Registro, apenas lo

había visto tres veces en sus cinco meses de vida.

Resulta sumamente importante señalar que este hombre valora altamente ser

“perro” o “noviero” y pelear, como características definitorias de su personalidad de

hombre. Para este hombre con fuertes características de la masculinidad hegemónica,

las concepciones de masculinidad no pasan por los códigos actitudinales relacionados

con la responsabilidad o la seriedad, ni con el interés en la familia. En casos como este

es evidente la existencia de una disociación entre el ejercicio de la sexualidad y sus

implicaciones sobre la reproducción, así como entre la reproducción y el ejercicio de la

función paterna. Parte del resultado de esta disociación es la transferencia de las

consecuencias de las propias prácticas reproductivas a la mujer, la cual “no se cuidó”,

42
muestra de un claro ejercicio irresponsable, no sólo de su sexualidad, sino de las

consecuencias sobre la genitura.

Estos códigos de conducta masculina contrastan notablemente con algunos

hombres que se consideran a sí mismos del tipo “responsable”. Uno de estos, al ser

inquirido en relación con las características que más valoraba de su personalidad como

hombre sentenció: “La responsabilidad es la base: quien no es responsable no es

hombre”.

Debe señalarse que el discurso de la responsabilidad como principio de

autoidentificación identitaria de los hombres todavía tiene, desde nuestra perspectiva,

algunos vacíos de conocimiento en relación con sus verdaderos efectos prácticos y

cotidianos. En este sentido cabe señalar que uno de los elementos que este estudio

buscaba indagar estaba referido a si aquellos hombres que solicitaban pruebas de ADN

al Registro Civil funcionaban con las características del hombre genitor que rehuye la

responsabilidad sobre su conducta reproductiva. Sin embargo, esto no fue posible

determinar con toda seguridad. Llama la atención que tres de los entrevistados se

autodefinieron como “responsables” y, al mismo tiempo, señalaron como motivo de

solicitud de la prueba de ADN “no estar seguros de que el hijo fuera suyo”. Este parece

ser un pretexto, no poco común, entre quienes rehuyen su responsabilidad paterna, sin

embargo no fue posible saber los resultados de las pruebas de ADN y determinar si

eran o no los padres. En todo caso, tal posibilidad nos plantea la necesidad de estar

atentos ante la diversidad que existe en las construcciones masculinas; lo cual es una

confirmación de la necesidad de hablar de masculinidades (en plural), así como de

43
profundizar la investigación que parta de esta diversidad para descifrar adecuadamente

los códigos culturales que les subyacen.

3. A manera de cierre

Uno de los elementos que sobresale entre la evidencia mostrada, alude

directamente a que la responsabilidad es parte de las concepciones identitarias de un

segmento considerable de los hombres entrevistados. También resulta claro que estas

concepciones se encuentran afincadas en la construcción tradicional (patriarcal) de la

masculinidad. Por ello, la responsabilidad pareciera ser uno de los mecanismos

sociales que vincula la genitura y la función económica del padre, por lo que la

proveeduría se encuentra a la base de la imagen paterna de una parte importante de

los entrevistados.

Todo pareciera apuntar a que una parte de los hombres han entendido

claramente cuál es el mandato que la época le impone y, a partir de este, han asimilado

su lugar en el mundo actual, de ahí que Joseph-Vicent Marqués (1997:22) plantee que

“el sentido de la responsabilidad es oficialmente masculino”, o al menos de un tipo

preponderante de masculinidad. De igual manera existen otros hombres que, sin

esgrimir el discurso de la responsabilidad cumplen con su papel de proveedor.

Sin embargo, como veremos posteriormente, es conveniente tomar en cuenta

que entre otros hombres este mandato tiende a poseer límites muy claros, los cuales

son definidos por la concepción de “familia” que estos manejan. Desde esta concepción

44
la familia pareciera estar restringida a la relación de pareja en la que se encuentran,

diluyendo su importancia cuando se trata de niños, niñas y mujeres de relaciones

anteriores. Esto significa que estos hombres tienden a involucrarse considerablemente

como padres, dejando descubiertas las necesidades de sus hijos e hijas y, por lo tanto,

sobrecargando a las mujeres quienes asumen la crianza de niños y niñas. Lo anterior

podría llevar a pensar que el sentido de la responsabilidad masculino desde este

mandato, además de contradictorio, brinda a muchos hombres una gran libertad para

establecer nuevas relaciones, sin tener que sobrellevar las consecuencias de la

genitura.

Otra parte de la población de hombres, difícil de cuantificar, responde a un

discurso masculino que tiende a disociar sexualidad y genitura, así como genitura y

función paterna, engrosando las filas de la denominada “paternidad irresponsable”.

Esta heterogeneidad existente en cuanto a códigos masculinos, es un punto

medular que debe ser ponderado al momento de definir acciones tendientes al fomento

de paternidades cumplidoras en lo económico. Podría pensarse que el discurso de la

paternidad responsable es parte del acervo cultural de una parte de la población de

hombres, lo cual amerita un abordaje diferenciado en relación con el que se daría a

hombres con concepciones culturales afincadas en la doble disociación antes

planteada. La indagación al respecto de este tipo de masculinidad resulta fundamental

para avanzar en su conocimiento.

45
Sin embargo, existe evidencia que permite sostener que el mandato masculino

de la responsabilidad, bajo los márgenes que tiene la definición de familia, adquiere

culturalmente un matiz economicista, en la medida en que tiende a centrarse en la

proveeduría, ante lo cual cabe preguntarse ¿Qué implicaciones tiene tal sesgo sobre la

percepción que tienen los hombres acerca de la paternidad?. Por otra parte, de existir

un sobredimensionamiento del papel de proveedor en la función paterna, caben al

menos otras interrogantes. En primer término: ¿Qué consecuencias tiene tal

sobredimensionamiento en relación con otras funciones paternas como la del cuido?, y

en segundo lugar ¿Qué sucede cuando los hombres no pueden cumplir

adecuadamente con la proveeduría? En el siguiente capítulo nos abocamos a discutir

estas y otras cuestiones relativas a la proveeduría.

46
Capítulo 2. Proveeduría vrs. Crianza en la Función Paterna

Una de las premisas básicas de la división de trabajo que han propuesto las

feministas es la que sostiene que “la división entre el hombre proveedor económico y la

mujer ama de casa está basada en una percepción complementaria de roles para

hombres y mujeres, que son <<diferentes pero iguales>>” (Moser; 1995: 52). Caroline

Moser (Idem), siguiendo a Mackintosh, señala que la “penetración del capitalismo

occidental con su separación histórica de la producción y la reproducción es la que ha

producido esa división artificial y su refuerzo ideológico”.

Esta división y su peso sobre la cultura, contribuyen a explicar la importancia que

ha tenido el mandato de la proveeduría en la conformación de la identidad masculina de

una buena parte de los hombres. Este fenómeno tiene dos implicaciones que interesa

destacar aquí. En primer lugar debe mencionarse que al ser la identidad masculina

elemento fundante de la identidad paterna, se produce un fuerte ligamen entre la

paternidad y la proveeduría a grado tal que esta última sirve en una parte de la

población entrevistada como parámetro evaluador de la paternidad y la masculinidad.

En esta dirección, este capítulo plantea elementos de carácter cultural que muestran

este ligamen. Sin embargo, teniendo claridad al respecto de la existencia de patrones

que fomentan en los hombres la genitura sin involucramiento paterno, se exponen

algunos elementos de orden cultural que fragilizan tal involucramiento.

47
En segundo lugar, según lo anotado por Moser, el mandato de la proveeduría

tiende a desligar a los hombres de las tareas del cuido. Precisamente ubicándonos en

el terreno de lo reproductivo, la segunda parte de este capítulo indagará en las

actitudes de los entrevistados hacia algunas de las tareas del cuido en que los padres

tienden a involucrarse en mayor o menor medida. Esta revisión será vista a partir de

una perspectiva crítica a la concepción patriarcal de la complementariedad, que justifica

la división sexual del trabajo en la que los hombres se ubican en el plano de la

proveeduría y las mujeres en el ámbito reproductivo, concepción cultural que se

mantiene a pesar de que estas últimas han operado cambios sustantivos mediante su

incorporación al mercado de trabajo.

1. El mandato de la proveeduría en la función paterna

Como ha quedado de manifiesto en el capítulo anterior, la proveeduría es una

función fundamental dentro del involucramiento paterno de muchos hombres, en tanto

deviene en elemento constitutivo de su masculinidad. La Encuesta Nacional sobre

Masculinidad realizada por el Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia

en el año de 1997 constató, entre otros elementos, que el 31.2% de los hombres

costarricenses consideraba que llevar el dinero al hogar era una situación que le hacía

sentir plenamente hombre. En el caso de las mujeres, esta situación hacía sentir

plenamente mujer a apenas un 8.9% de la población, tendiendo la mayoría dela

población femenina a reforzar el mandato masculino de la proveeduría (CMF, 1997.

p.46).

48
En este sentido como se puede apreciar en el Cuadro 1, casi un 60% de los

entrevistados en el marco de nuestra investigación, consideraron que la función más

importante de un padre dentro de la familia es llevar el dinero. Sin embargo, el dinero

no sólo define una parte medular de la función paterna en el marco del patriarcado sino

que define o, más aún, mide la calidad de la paternidad misma. En esta dirección el

capitalismo patriarcal establece una relación directa entre cantidad de dinero y calidad

de la paternidad. Efectivamente, desde una definición “positiva”, a mayor cantidad de

dinero aportada por los padres al hogar, mejor paternidad. De ahí que

aproximadamente la tercera parte de los hombres entrevistados señalaran que cuanto

más dinero lleve al hogar un padre, mejor padre se es.

49
Cuadro 1
Mandato masculino de la proveeduría

De acuerdo En desacuerdo No responden


abs rel Abs rel abs rel
En la familia el hombre debe llevar el dinero
y la mujer criar a los hijos 35 49,3 35 49,3 1 1,4

Un hombre que no tiene trabajo


no puede ser un buen padre 16 22,5 55 77,5 0 0

La función más importante de un padre dentro


de la familia es llevar dinero 40 56,3 31 43,7 0 0

Cuanto más dinero lleve al hogar un padre,


este es mejor 22 31 49 69 0 0

50
Sin duda alguna, la posibilidad de generación de ingresos tiene un peso

desmedido en la autoestima paternal, pues desde una definición negativa, más de la

quinta parte de los entrevistados considera que un hombre que no tiene trabajo no

puede ser un buen padre.

También es posible observar que otros entrevistados están en desacuerdo con la

rigidez de este rol, lo que muy posiblemente se encuentra asociado a los cambios que

han venido gestando las mujeres a partir de su inserción laboral. Si bien es cierto que

tal inserción ha significado una doble y hasta una triple jornada de trabajo con

profundas implicaciones sobre las mujeres (Moser; 1995: 50-63), también ha generado

una resignificación de la división del trabajo. Parte del resultado de esta resignificación

es que el aporte económico de una gran cantidad de mujeres al hogar no sea

subestimado o devaluado pues, según constató la Encuesta Nacional de Masculinidad

(1997: 30-31) para el 66.4% de los hombres los ingresos que aportan las mujeres son

“muy importantes” y para otro 23.4% son “importantes”, sucediendo algo muy similar

con relación a la valoración que las mismas mujeres hacen de su aporte 25.

25
Cabría preguntarse si, muchos hombres visualizan el aporte de sus esposas o compañeras como un
reparto de la carga de la proveeduría y, siendo así relativicen la visión rígida que define al padre a partir
de la cantidad de su aporte económico. Sin embargo, existen indicios de que en lo afectivo se presenta
una cierta diversificación de las posibilidades, pues la afectividad no se centra exclusivamente en la
proveeduría, lo que contribuye a entender porqué otra gran cantidad de los padres entrevistados no
consideran que si un padre no tiene empleo no es un buen padre o que no necesariamente la cantidad de
dinero está asociada a una mejor paternidad. En este sentido, la preocupación que muchos hombres
depositan en la formación de valores, en la espiritualidad y en ser un padre ejemplar, parecieran actuar
como agentes que compensan el obsesivo y enorme peso cultural que tiene la proveeduría en el
involucramiento paterno, como se discutirá en el capítulo siguiente.

51
1.1 Factores culturales que fragilizan el involucramiento paterno

Ahora bien, la claridad cultural del mandato de la proveeduría “no significa que la

función proveedora de la paternidad esté exenta de contradicciones y confusiones”

como bien señalan Rodríguez y Lázaro en un estudio realizado para la CEPAL

(2001:18). Una de estas contradicciones radica, siguiendo la argumentación de estos

autores, en el incremento de las demandas por pensión alimentaria en Costa Rica. En

1990, el número de demandas por pensión alimentaria en vigencia ascendía a 23,805,

adicionándose otras 8,396 ese mismo año. Ya para 1998 “las demandas vigentes

sumaban 41,890 y se presentaron 15,383 nuevas. En otras palabras, sólo en este

último año había en curso 57,273 pensiones alimentarias” (Rodríguez y Lázaro, 2001:

19). Bajo el supuesto que de que existiera un solo caso de pensión alimentaria por

familia, Rodríguez y Lázaro estiman que en el año de 1998 “habría por lo menos 6.59%

de hogares costarricenses en los que se registra una pensión alimentaria demandada o

en ejecución”. (Idem)

Mientras que para muchos hombres la proveeduría es un mandato

incuestionable, para otra parte no pareciera ser un asunto automático con el que se

cumple sin más, existiendo la necesidad de mecanismos coercitivos que procuren

garantizarla. En vista de esta situación, nos interesa señalar algunos elementos de tipo

cultural que fragilizan el involucramiento paterno.

Uno de estos elementos que fragilizan el involucramiento paterno se produce

cuando el desmedido peso de la proveeduría como función paterna no da cabida a otro

52
tipo de funciones en las que los padres se podrían involucrar. Efectivamente, la

afirmación que prescribe que a mayor cantidad de dinero se lleve al hogar mejor padre

se es, o la que afirma que el hombre que no tiene trabajo no es un buen padre, como

señalamos con anterioridad, encierran una equiparación entre proveeduría y

paternidad, que convierte a ambos términos en sinónimos. Siguiendo esta lógica

patriarcal, para los entrevistados no tiene sentido hacerse cargo de sus hijos cuando los

hombres no pueden cumplir con el mandato de la proveeduría, de ahí que algunos

(8.4% de los entrevistados) consideren que estar sin empleo es una buena razón para

que los hombres no vean por sus hijos (Cuadro 2).

En este mismo sentido, Muñoz y Calderón (1998: 129) encontraron en su estudio

sobre embarazo adolescente en comunidades pobres, que “asumir la paternidad es

problematizado por las dificultades que encuentran los adolescentes para ejercer su

papel de proveedores y protectores”, pues el temor de no poder asumir adecuadamente

este encargo “provoca que los hombres prefieran evadir su responsabilidad antes de

enfrentarse al fracaso”, lo cual se constituye en una suerte de privilegio masculino.

53
Cuadro 2
Elementos que fragilizan el involucramiento paterno en la crianza

De acuerdo En desacuerdo No responden


Abs Rel Abs Rel Abs Rel
Estar sin empleo es una buena razón
para que los hombres no vean por sus hijos/as 6 8,4 65 91,5 0 0

Si el hombre no ama a la madre de su hijo/a,


se comprende que no se haga cargo de él 8 11,2 63 88,7 0 0

El hombre no debe hacerse cargo de los/as


hijos /as que nacen de una aventura 8 11,3 60 84,5 3 4,2

El hombre no debe dar dinero para sus hijos


si la madre ya tiene otro hombre 9 22,5 62 77,5 0 0

54
Un segundo elemento que fragiliza el involucramiento paterno en la crianza de

los hijos e hijas alude a la ya mencionada desvinculación que hacen algunos hombres

entre su comportamiento sexual y las consecuencias de este comportamiento sobre la

genitura, por una parte, y entre la genitura y el involucramiento paterno, por otra. En

este sentido, como se observa en el Cuadro 2, poco más de un 10% de los

entrevistados consideran que el hombre no debe hacerse cargo de los hijos e hijas que

nazcan de una aventura sexual.

Un tercer elemento que fragiliza el involucramiento deriva de la incapacidad que

tienen algunos (alrededor de un 10% de los entrevistados) de deslindar la propia

paternidad respecto de la relación que tienen con la madre de su hijo o hija.

Efectivamente, estos hombres consideran que si el hombre no ama a la madre de su

hijo o hija, es comprensible que no se haga cargo de ellos/as. Esta concepción se

produce al visualizar a la madre y al hijo como una sola unidad, respecto de la cual el

hombre se relaciona de manera marginal o simplemente no se relaciona, lo que

contribuye a precarizar o a anular la relación paternal. Esta misma incapacidad de

deslindar las relaciones se refleja en que para aproximadamente una cuarta parte de

los entrevistados el hombre no debe de dar dinero para sus hijos si la madre ya tiene

otra relación.

Resulta importante señalar que en principio manejamos la hipótesis que tendía a

apuntar a que estas concepciones se hallarían especialmente difundidas entre aquellos

hombres que llegaron al Registro Civil a solicitar pruebas de ADN por duda o por

55
rechazo de paternidad26, si se les comparaba con los que llegaron a inscribir a sus hijos

e hijas, ya sea por que fueron citados27 o porque llegaron a inscribir a sus hijos por su

propia cuenta. Sin embargo se ha podido constatar que es precisamente entre los que

llegaron a inscribir donde se encuentran especialmente ancladas (Cuadro 3). Así, el que

un hombre inscriba a su hijo o hija no es sinónimo de que vaya a ejercer una paternidad

plenamente involucradas si se presentasen circunstancias como las que se han venido

analizando

La presencia de estos tres tipos de concepciones culturales pareciera apuntar a

la existencia de condiciones paternales poco maduras con un gran potencial destructivo

respecto del involucramiento paterno en una parte de la población entrevistada. Este

es un nuevo indicador de la necesidad de reforzar en la socialización masculina la

posibilidad de establecer vínculos paternos más allá de la relación que los hombres

tengan con la madre de sus hijos e hijas.

26
Debe tomarse en cuenta que en total se entrevistaron 8 hombres que solicitaron pruebas de ADN por
duda de paternidad y únicamente a un hombre que solicitó prueba de ADN por rechazo de paternidad.
27
Debe señalarse que el citatorio es un mecanismo ideado por el Registro civil, previo a la notificación
que establece la Ley de Paternidad Responsable.

56
Cuadro 3
Hom bres que están de acuerdo y en desacuerdo con prácticas evasoras de la paternidad
Cifras relativas

Estar sin empleo es Si un hombre no ama El hombre no debe


una buena razón para a madre de sus hijos/as hacerse cargo de
Tramite que realizó que hombres no vean comprensible que no hijo/a producto de
por sus hijos se haga cargo aventura sexual
Acuerdo Desacuerdo Total Acuerdo Desacuerdo Total Acuerdo Desacuerdo Total

Inscripción citatoria 11,8 88,2 100 17,6 82,4 100 11,8 88,2 100
Inscripción por su cuenta 6,8 93,2 100 9,1 90,9 100 11,9 88,1 100
Prueba ADN por duda 12,5 87,5 100 0 100 100 0 100 100
Prueba ADN por rechazo 0 100 100 0 100 100 100 0 100

57
2. La Función paterna de la crianza: involucramiento en las tareas del cuido

Como se señaló al principio de este capítulo el que la identidad de una buena

parte de los hombres entrevistados esté signada por la proveeduría, tiene como

correlato la concepción de que las mujeres deben procurar las condiciones

reproductivas y las tareas de cuido. De ahí que prácticamente la mitad de los

entrevistados consideren que en la familia el hombre debe llevar el dinero y la mujer

criar a los hijos.

Y ni aún la tendencia a la creciente incorporación de las mujeres al trabajo

remunerado ha logrado, hasta hoy, hacer que para los hombres se rompa esta división

de esferas. Es decir muchas mujeres tienen que enfrentar la doble jornada mientras que

una buena proporción de los hombres sigue sin involucrarse mayor cosa en las labores

reproductivas. En este sentido, según el propio testimonio de las tres cuartas partes de

los hombres y del 80% de las mujeres entrevistadas por la Encuesta Nacional de

Paternidad, (CMF, 1997. pp.34-38), los hombres participan muy poco o simplemente no

participan en las tareas domésticas, incrementándose levemente su participación

únicamente en el caso de que su compañera o esposa trabaja remuneradamente. En

este sentido, según dicha encuesta, entre el 89.6% y el 92%28 de los hombres nunca o

muy pocas veces participa en el lavado de la ropa; entre el 72.8% y el 82.7% nunca o

muy pocas veces cocina y entre el 84% y el 91.7% nunca o muy pocas veces plancha

28
La proporción más alta de los que nunca o muy pocas veces realizan tareas domésticas son hombres
cuya compañera o esposa no trabajaba remuneradamente

58
(Cuadro 4), siendo todas estas actividades de gran importancia en la creación de

condiciones adecuadas no solo para la propia sobrevivencia sino para la de hijos e

hijas. Aún más, entre 58 y 68 hombres de cada 100 nunca o muy pocas veces cuida a

los niños y niñas de sus hogares. Sólo en las tareas de la compra del diario y la

reparación de la casa los hombres se incorporan en mayor medida (Cuadro 4). 29

Cuadro 4
Costa Rica: Costa Rica: Proporción de Hombres que nunca o muy pocas veces realizan
tareas domésticas, según el tipo de trabajo de su compañera o esposa 1/
-cifras relativas

Tarea doméstica Compañera o esposa Compañera o esposa


trabaja remuneradamente no trabaja remuneradamente

Lavar la ropa 89,6 92,0


Planchar 84,0 91,7
Tender Camas 76,0 85,4
Cocinar 72,8 82,7
Lavar Platos 63,2 84,7
Cuidar los/as niños/as 58,2 68,5
Reparar la casa 29,6 35,9
Comprar el diario 21,8 19,1

1/ Declaración de los mismos hombres


Fuente: CMF. Encuesta Nacional sobre Masculinidad 1997.

Joseph-Vincent Marqués (1997:28), en su abordaje sobre la teoría patriarcal de

la complementariedad, contribuye a explicar esta fuerte tendencia a la segmentación de

labores. Según Marqués, la teoría de la complementariedad, influida por formas “menos

29
En el caso concreto de las compañeras o esposas de los entrevistados de nuestra investigación, es importante
señalar que el 64.8% se dedicaba al trabajo en el hogar como actividad exclusiva, y sólo un 19.7% tenía una
ocupación remunerada, lo cual reafirma la división sexual del trabajo desde la óptica tradicional La información
relativa al 12.7% de las mujeres no fue suministrada por los entrevistados. Otro 2.8% de las mujeres era estudiante.

59
abiertamente misóginas del cristianismo oficial o institucionalizado”, al menos como

discurso deja de poner énfasis en la culpabilización de la mujer por la entrada del mal al

mundo y deja de insistir en la inferioridad de la mujer. Ahora, “hombre y mujer serían de

igual dignidad pero diferentes. Esa diferencia supondría precisamente una mutua

necesidad resuelta por la complementariedad de las cualidades de uno y otro sexo”

(Marqués; 1997: 28). Pero la lectura que se hace de esta supuesta complementariedad

es “que la mujer es el complemento del hombre y no que éste deba ser, o deba ser

también, el complemento de la mujer” (Marqués; 1997:29). La teoría de la

complementariedad lleva, entre otras cosas, a que el hombre espere que una mujer

realice aquellas tareas de las que él no puede ocuparse en tanto que a él le

“corresponde” la proveeduría.

Como puede apreciarse en el Cuadro 5, existen una serie de tareas de tipo

reproductivo que corresponden a la función del cuido, que una parte de los hombres

considera que no les corresponde desempeñar, pues son de responsabilidad materna.

En este sentido, según el 30% de los entrevistados, los hombres no deben cambiar

pañales, mientras que alrededor de una quinta parte piensa que no es responsabilidad

de los hombres alistar a los niños y niñas para ir a la escuela. Otro tanto considera que

es asunto de las madres asistir a las reuniones de “padres” de familia, llevar a los hijos

y a las hijas al médico o levantarse en la noche cuando las y los bebés lloran.

Algunas de las tareas del cuido en que una mayor proporción de los

entrevistados piensa que los hombres deben involucrarse tienen que ver con dar

60
medicinas (según el 81.7% de los entrevistados), ayudar a hijos e hijas en las tareas

escolares (84.5%) y acompañarles a las actividades deportivas (87.3%).

Es preciso anotar que la posibilidad de que los hombres realicen en mayor

medida unas tareas (dar medicinas, ayudar en tareas escolares o acompañar a las

actividades deportivas) sobre otras (levantarse en la noche cuando los bebés lloran o,

peor aún, cambiar pañales) no resulta de la mera casualidad. Pierre Bourdieu (2000:

48), en su estudio sobre La dominación masculina, ha señalado que existe una

disposición que inclina a los hombres “a dejar a las mujeres las tareas inferiores y las

gestiones molestas y mezquinas”. En este sentido, el desvelo y, aún más el manejo de

la materia fecal de los bebés, tienen una clara diferencia en relación con otras

actividades como la recreación y la formación de valores que, como veremos en el

Capítulo 3, son en las que los hombres más se visualizan involucrados.

61
Cuadro 5
Acuerdo y Desacuerdo en la reproducción de roles de género relativos al cuido de hijas e

De acuerdo En desacuerd
Roles de género relativos al cuido de hijas/os Abs. Rel. Abs. Rel.

Los hombres no deben cambiar pañales 21 29,6 49


No es responsabilidad de los hombres alistar a los niños y a las niñas para ir a la escuela 16 22,5 52
Llevar a los hijos e hijas al médico le corresponde a las madres 15 21,1 56
Es asunto de las madres asistir a las reuniones de padres de familia de la escuela o colegio 15 21,1 56
Acompañar a los hijos varones a las actividades deportivas es algo que sólo los padres deben hacer 15 21,1 56
Cuando en la noche los bebés lloran son las mujeres las que deben atenderles 14 19,7 56
Darles las medicinas a los hijos les corresponde a las madres 13 18,3 58
Es a las mujeres a quienes corresponde ayudarles a hijos e hijas en las tareas escolares 11 15,5 60
Acompañar a las hijas a las actividades deportivas es algo que sólo las madres deben hacer 9 12,7 62

62
Es necesario señalar, por otra parte, que durante el proceso de entrevista, a

muchos hombres les era difícil tomar una posición en lo relativo a si era sólo asunto de

las mujeres llevar a hijos e hijas al médico y llevarles a la escuela. Efectivamente, al

solicitárseles tomar una de dos opciones opuestas (estar de acuerdo o en desacuerdo)

con relación a estos temas, estos hombres señalaron que ellos lo harían si el horario de

su trabajo se los permitiera; sin embargo estas actividades (cuido y trabajo) por lo

general chocaban. A este respecto si bien algunos hombres tienden a justificar su falta

de involucramiento en el cuido con la necesidad de cumplir su rol de proveedor,

tampoco puede negarse que en ciertos casos el horario laboral es un referente objetivo

que imposibilita a algunos hombres a participar en ciertas tareas de orden reproductivo.

En este sentido, no es de extrañar que muchos hombres para garantizar la

sobrevivencia de su familia deben laborar fuera de su casa extensas jornadas. A este

respecto debe señalarse, sin embargo, que las mujeres siguen trabajando mayor

cantidad de horas (PNUD;1995).

La anterior situación genera una importante contradicción cuando se considera la

creciente expectativa social de que los hombres se involucren en el ámbito doméstico.

En este sentido, retomando a Rodríguez y Lázaro en el estudio supracitado (2001: 19)

“por una parte, se sigue considerando a la proveeduría, tanto por hombres como por

mujeres, como el valor fundamental de la paternidad y del ser hombre, pero

simultáneamente ésta (la proveeduría) se ha convertido en un antivalor asociado al

abandono y a la despreocupación por los hijos y por el hogar”. Resulta claro que resulta

necesario resolver estas contradicciones que surgen cuando, como señalan Rodríguez

63
y Lázaro “la función proveedora sirve como medida para evaluar la función paterna”

(Idem).

En relación con el cuido es importante destacar, por último, la importante

proporción de hombres, que al menos en el plano de las actitudes, considera que las

tareas de cuido de los hijos no son asunto exclusivo de las mujeres. Como puede

observarse en el Cuadro 5, dependiendo del tipo de tareas existe entre un 69% y un

87.3% de los hombres que visualizan a su género involucrándose en el cuido. Tal

pareciera que a la par del combate de la proveeduría como única medida para evaluar

la función paterna, debe de explorarse entre los hombres la posibilidad de este otro tipo

de involucramiento paterno.

2.1. El involucramiento paterno en la decisión acerca del objeto del gasto y en la

compra de bienes de primera necesidad

Otro tipo de tareas de orden reproductivo y que alude a la satisfacción de las

necesidades de niñas y niños, tiene que ver con el acto mismo de decidir a que se

destina el dinero y al hecho de ir a comprar los bienes y servicio que satisfarán tales

necesidades. Sobre esto haremos algunas anotaciones.

Habría que señalar que si bien los hombres tienen el mandato de la proveeduría,

tiende a existir una disociación entre el hecho de llevar el dinero en el hogar y participar

64
en la decisión al respecto del objeto del gasto 30. Es esta disociación lo que

precisamente ha llevado a ubicar esta tarea en el orden de lo reproductivo y no en el de

la proveeduría, por lo que alrededor del 40% de los entrevistados considera que cuando

el hombre provee en el hogar, es la mujer quien debe decidir sobre la compra de la

comida, los útiles escolares y la ropa de los hijos (Cuadro 6). Sólo alrededor de un 12%

y un 17% de los entrevistados consideraron que son los hombres los que debían tomar

la decisión, mientras que más del 40% de los entrevistados consideraba que debía ser

una decisión conjunta de mujeres y hombres.

Cuadro 6
Decisión sobre a quién corresponde la compra de bienes para la satisfacción de
necesidades de hijas e hijos, según si el hombre provee
Cifras relativas
Si el hombre provee, quién decide sobre:
Persona a la que Compra comida compra útiles Compra de ropa Dinero que se
Corresponde la para hijos/as escolares para hijos/as da a hijos/as
compra para sus gastos

Madre 40,8 38,6 38 15,5


Padre 16,9 12,9 12,7 35,2
Madre+Padre 42,3 47,1 47,9 49,3
Madre+Hijos/as 0 1,4 0 0
Hijos 0 0 1,4 0
TOTAL 100 100 100 100

Por otra parte, desde la visión patriarcal, la proveeduría asumida por las mujeres

no las exime de seguir ocupándose de las decisiones relativas a la compra de los

artículos básicos de niños y niñas, subiendo incluso la proporción de los hombres que

30
Debemos anotar que existe una importante distinción analítica entre la proveeduría y el uso de los recursos
familiares que no ha sido abordada en esta investigación, pero que debe ser tomada en cuenta y tiene que ver con la
decisión masculina en relación con el monto de los ingresos que entrega a la familia ya que es sólo sobre ese monto
que la esposa o compañera puede disponer, y no necesariamente sobre el monto total.

65
consideran que son las mujeres que deben decidir al respecto. Al mismo tiempo, baja la

cantidad de entrevistados que consideran que son los hombres los que deberían

ocuparse de estas tareas si la mujer proveyera, lo cual apunta claramente al

reforzamiento de la doble jornada femenina.

Cuadro 7
Decisión sobre a quién corresponde la compra de bienes para la satisfacción de
necesidades de hijas e hijos, según si la mujer provee
Si la mujer provee, quién decide sobre:
Persona a la que Compra comida Compra útiles Compra de ropa Dinero que se
Corresponde la para hijos/as escolares para hijos/as Da a hijos/as
compra para sus gastos

Madre 50,7 45,1 45,1 43,7


Padre 7 5,6 2,8 11,3
Madre+Padre 40,8 45,1 49,3 43,7
Mujer no debe trabajar 1,4 1,4 1,4 1,4
Hijos 0 1,4 0 0
Toda la familia 0 0 1,4 0
No responde 0 1,4 0 0
TOTAL 100 100 100 100

Solamente cuando tanto la mujer como el hombre proveen es que tienden a

equipararse las responsabilidades al respecto de la toma de decisiones en el objeto del

gasto (Cuadro 8). Si bien continúa existiendo una mayor proporción de hombres que

asigna a las mujeres este tipo de responsabilidades reproductivas, aún cuando ellas

son co-proveedoras, también es notoria la proporción de hombres que considera que

cuando tanto mujeres como hombres proveen, ambos deben de decidir en lo relativo al

objeto del gasto para la satisfacción de necesidades de hijos e hijas.

66
Cuadro 8
Decisión sobre a quién corresponde la compra de bienes para la satisfacción de
necesidades de hijas e hijos, según si hombre y mujer proveen
Si ambos proveen, quién decide sobre:
Persona a la que Compra comida compra útiles Compra de ropa Dinero que se
Corresponde la para hijos/as escolares para hijos/as da a hijos/as
compra para sus gastos

Madre 16,9 16,9 16,9 11,3


Padre 11,3 8,5 7 14,1
Madre+Padre 70,4 73,2 74,6 73,2
Mujer no debe trabajar 1,4 1,4 1,4 1,4
TOTAL 100 100 100 100

Por otra parte, también existe una fuerte tendencia a que los hombres visualicen

que son las mujeres, y no los hombres, quienes deben ir a comprar aquellos bienes que

satisfagan las necesidades reproductivas de niños y niñas (alrededor de una tercera

parte de los entrevistados). La mayoría (entre un 50 y un 60%) considera que es una

tarea compartida y sólo alrededor de un 6% considera que son tareas de los padres.

3. A manera de cierre

Como hemos anotado es importante tener en cuenta que las concepciones que

configuran el mandato mediante el cual una gran proporción de los hombres se erige en

proveedor, es un mandato que paralelamente produce una exclusión masculina de las

tareas del cuido. Este mandato tiene un fuerte anclaje en la identidad masculina (es

decir, sobre la manera en que se perciben como hombres), impregnando fuertemente la

forma en que muchos de los hombres viven su paternidad. En otros términos, el

mandato patriarcal de una paternidad centrada en la proveeduría lleva aparejado el

mandato de exclusión de los hombres de las tareas del cuido. Adicionalmente debe

67
tomarse en cuenta que el hecho de que muchos hombres no asuman la proveeduría no

se acompaña necesariamente de un involucramiento en la esfera reproductiva, lo cual

redunda en mayores cargas de trabajo para las mujeres.

El efecto perverso del desmedido peso de la proveeduría en la identidad paterna

de algunos hombres se manifiesta cuando tal mandato va en detrimento de otro tipo de

vínculos. Estas condiciones que fragilizan el involucramiento paterno es lo que hemos

designado preliminarmente como inmadurez de las condiciones paternas, para señalar

la falta de construcción de otros vínculos que permitan un involucramiento paterno de

carácter más integral.

La falta de madurez se refleja en el hecho de que la relación padre-hijo/hija se

encuentra supeditada a los vaivenes de la relación de pareja (padre-madre), de la cual

pareciera depender en alto grado. La necesidad de independizar estos dos tipos de

relaciones se hace necesaria para que una eventual ruptura en la relación de pareja y

un eventual reemparejamiento de la mujer, no conduzcan a una ruptura del vínculo que

los padres tienen con sus hijos e hijas.

La falta de madurez de las condiciones paternas parecieran estar asociadas a

una concepción existente entre algunos hombres, tendiente a visualizar a mujeres y

niños y niñas como una especie de unidad en la que él se presenta no plenamente

involucrado en todas las funciones paternas, sino más bien como un sujeto marginal.

Esta inmadurez puede ser atribuible en buena medida al desmedido peso que tiene la

68
proveeduría en la identidad paterna, la cual no va acompañado de un mayor desarrollo

de otro tipo de vínculos.

Un reto más complejo para el involucramiento paterno se puede visualizar

aquellos casos en los que niños y niñas son producto de relaciones catalogadas como

de “aventura sexual” por sus genitores. Tanto entre aquellos hombres con condiciones

paternas de poca madurez como entre los que disocian su sexualidad de sus

consecuencias sobre lo reproductivo, las vías para el involucramiento paterno pasan

por la reeducación y, en cualquier caso, por el reforzamiento de la normativa existente

en materia de Paternidad Responsable y Pensiones Alimentarias.

Como se podrá ver en el capítulo siguiente la proveeduría no deja de tener un

peso sustantivo incluso en la forma en que los hombres visualizan su relación afectiva

con hijos e hijas. Esto apuntaría a la existencia de una paradoja a la que habría que

prestar atención: por una parte la proveeduría como función sobredimensionada dentro

de la identidad masculina tiene un potencial desestructurador, mientras que por otra

parte permite el establecimiento de vínculos afectivos. Sin embargo, como

analizaremos, no sólo mediante la proveeduría establecen los hombres vínculos

afectivos con sus hijos. Al respecto también versará el siguiente capítulo.

69
Capítulo 3: Afectividades paternas: ¿la expresión coartada?

Las posibilidades afectivas, tanto del dar como la del disfrute, se configuran en la

parte mutilada de la identidad masculina, según han sostenido algunos de los teóricos

de la masculinidad. Precisamente el reconocido autor canadiense Michael Kaufman

(1997:70) ha llamado la atención acerca de los efectos que tiene el mandato masculino

sobre el control de las emociones, señalando que limita las posibilidades de expresión y

vivencia de los afectos. En este sentido, según Kaufman “la adquisición de la

masculinidad hegemónica es un proceso a través del cual los hombres llegan a suprimir

toda gama de emociones (...) la receptividad, la empatía y la compasión

experimentadas como inconsistentes con el poder masculino”. Según este autor, estas

emociones y necesidades, en tanto humanas, no desaparecen sino que son

sistemáticamente reprimidas de manera tal que no juegan un papel fundamental en las

vidas de los hombres.

Debido a la forma en que se ejerce el poder de dominio, Kaufman (1997: 72)

sostiene que “la masculinidad se ha convertido en una especie de alienación. La

alienación de los hombres es la ignorancia de nuestras emociones, sentimientos,

necesidades y de nuestro potencial para relacionarnos con el ser humano y cuidarlo”.

Siguiendo a Jeff Heran, Kaufman afirma entonces que “Nuestra alineación aumenta la

solitaria búsqueda del poder y enfatiza nuestra convicción de que el poder requiere la

capacidad de ser distante” (Kaufman; 1997:72. Las cursivas son nuestras).

70
Esta posición esbozada por Kaufman pareciera cobrar especial relevancia si se

considera la evidencia relacionada con el peso que adquiere la proveeduría en la

identidad paterna, según lo expusimos en el capítulo anterior. Sin embargo, dado que

la afectividad masculina en el ámbito de la paternidad ha sido tan poco estudiada en

nuestro medio, con este capítulo buscamos comenzar a discutir sobre las diversas

formas que puede cobrar la afectividad paterna, buscando contrastar los resultados con

planteamientos como los de Kaufman. Para estos efectos se ha buscado indagar, en

primer término, sobre la forma en que los hombres demuestran su afecto a sus hijos e

hijas, partiendo del supuesto de que la afectividad puede expresarse por diferentes

vías. En segundo término se indaga al respecto del propio disfrute paterno,

componente fundamental del vínculo que igualmente ha sido poco considerado como

elemento en la construcción de mejores formas paternales.

1. Las concepciones acerca del significado de lo que es ser un “buen padre”

Un primer acercamiento a las afectividades paternas nos ha llevado a indagar en

torno al significado que tiene para los hombres “ser un buen padre”, sobre lo que

pudimos ubicar tres grandes grupos de concepciones. Un primer grupo de

concepciones en torno al que se agrupa una tercera parte de los entrevistados, tiene

que ver con aspectos de carácter afectivo en la definición de lo que es un buen padre,

tales como “dar afecto”, “dar un buen trato”, “dedicar tiempo a pasar con hijos e hijas”,

“apoyarles y respaldarles” (Cuadro 9).

71
Un segundo grupo de significados, al cual se adhirió aproximadamente la cuarta

parte de los entrevistados, gira alrededor de la transmisión de valores y la procura de la

formación de hijos e hijas, como partes definitorias del papel que debe jugar un buen

padre (Cuadro 9).

Cuadro 9
Significado de ser un buen padre

Primera opción Segunda opción


Significado Abs. Rel. Abs. Rel.

Dar buen ejemplo, valores,


formación. 17 25,9 5 11,4
Apoyo, respaldo,
acompañamiento. 4 5,9 2 4,5
Ser responsable 8 11,8 3 6,8
Solventar necesidades
Materiales, trabajar 2 2,9 2 4,5
Dar afecto, amor, cariño 6 8,8 7 15,9
Dedicar/pasar tiempo con
el/ella 4 5,9 3 6,8
Dar buen trato 2 2,9 2 4,5
Buena relación familiar 6 8,8 4 9,1
Darle todo, que no le falte nada 14 20,6 5 11,4
Otros 5 7,4 2 4,5
Dar estudios 9 20,5
Total 68 100 44 100
No contesta 3 27
Población total 71 71

Un tercer y último elemento que resulta de gran relevancia en la definición de

ser un buen padre para poco más de una tercera parte de los entrevistados (35.3%) es

el de llevar el dinero al hogar. Ya sea que se lo planteen como primero o segundo factor

72
de importancia dentro de esta definición, para estos hombres es fundamental, “ser

responsables”, “solventar las necesidades materiales” o “trabajar”, así como “ver por

que no les falte nada” a sus hijos e hijas.

Como profundizaremos a continuación, tanto la expresión del afecto por vías

convencionales, como la función de la crianza (expresada en la formación y el cuido de

niños y niñas), así como la función de la proveeduría, adquieren gran relevancia

también cuando se trata de la demostración de afecto a niños y niñas, al igual que

cuando alude a la propia vivencia afectiva por parte de los padres.

2. Involucramiento paterno en lo Afectivo: las vías de la demostración del

afecto

Así como la evidencia nos lleva a sostener que entre los hombres no hay un

punto de vista homogéneo frente a lo que significa ser un buen padre, también nos lleva

a indicar que tampoco lo hay respecto de aquellas vías utilizadas para la expresión de

afecto.

En este sentido, de manera consistente con lo mencionado en los párrafos

anteriores en relación con lo que significa ser un “buen padre”, los hombres

entrevistados consideraron que la forma en que se les demuestra a los hijos e hijas que

se les quiere, tiene que ver con la función de la proveeduría, con la función de la

73
crianza, y no sólo con la con la demostración del afecto por vías gestuales (abrazos,

besos...) y verbales (decir que se le quiere).

Ciertamente, la proveeduría tiene una gran importancia como código de

demostración de afecto, según lo consideró el 34.3% de los entrevistados (Cuadro 10).

Sin embargo, para una proporción similar de hombres (34.2%) la demostración del

afecto está asociada a la crianza. Finalmente, casi otra tercera parte de los

entrevistados (31.4%) consideró que para demostrarle a un hijo o hija que se le quiere,

la primera vía es la expresiva, esto es “siendo cariñosos” (7.1% del total de los

entrevistados), “abrazándoles y besándoles” (10%) y compartiendo actividades

recreativas y de diversión (10%) (Cuadro 10).

Cuadro 10
Formas en que se demuestra a un hijo o a una hija que se le quiere

Formas de demostración Primera opción Segunda opción Tercera opción


Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel.

Trabajando para que no le falte


nada 24 34,3 4 5,8 11 16,4

Dándole buenos estudios 8 11,4 17 24,6 8 11,9

Dándole buenos valores para la vida 15 21,4 11 15,9 9 13,4

Siendo cariñoso 5 7,1 10 14,5 7 10,4

Abrazándole y besándole 7 10 9 13 7 10,4

Expresándoles con palabras 3 4,3 6 8,7 1 1,5

Estando pendiente de trabajos


escolares 1 1,4 5 7,2 7 10,4

74
Compartiendo actividades
recreativas 7 10 5 7,2 13 19,4

Castigándolo para que sea personas


de bien --- --- 1 1,4 4 6

Concediendo lo que pidan 1 1,4

Total 10 100 62 100 67 100

No contesta 1 2 4

Población total 71 71 71
---: no hay respuestas

Debemos señalar que, si bien en un inicio pensamos que encontraríamos a una

mayor proporción de hombres inclinándose hacia la proveeduría como forma de

demostrar a los hijos y a las hijas que se les quiere, lo cierto es que existen

proporciones similares de hombres que consideran como factores de primer orden la

expresión del afecto y la crianza.

Aún más, cuando se pidió a los entrevistados que mencionaran cual era el factor

en segundo orden de prioridad31 por medio del cual le demostraría a su hijo o hija que le

quiere, solamente un 7.2% de los entrevistados optó por la proveeduría, de manera que

dicha función dejó de tener la importancia que tenía como elemento de primer orden.

Mientras tanto, el 49% de los entrevistados señaló a la crianza como vehículo de

demostración y el 43.4% al afecto (Cuadro 10). Algo similar sucede cuando los

entrevistados señalaron el factor de tercer orden de demostración. Tal pareciera que

31
Para indagar cuál sería la forma en que los entrevistados demostrarían a su hijo o hija que le quiere se
solicitó a los entrevistados que especificaran tres opciones en orden de prioridad, es en esta dirección
que se habla de primero, segundo y tercer orden de prioridad o de importancia.

75
otro tipo de relaciones adquiere mayor importancia, una vez que es cubierta la

proveeduría.

2.1. El cuido: un factor muy poco considerado por los padres como forma de

demostración del afecto

Como ya apuntamos, dentro de la función paterna de la crianza hemos

considerado dos componentes: en primer lugar el cuido, que se halla referido a la

atención de necesidades reproductivas (elaboración de alimentos, dar de comer, vestir,

bañar, etc.), y en segundo lugar la formación (transmisión de valores y educación

formal).

A este respecto, es importante hacer notar que el cuido aparece como un factor

que tiene menor importancia al momento en que los padres demuestran su afecto, si se

le compara con la relevancia que tiene la formación de valores y la educación.

Efectivamente, entre los que señalan como factor de primer orden la función de la

crianza, prácticamente la totalidad (aproximadamente el 96% o 23 casos) consideró que

la demostración de afecto pasa por la vía de la formación y sólo un caso (4% del total)

por la vía del cuido.

Tal situación nos muestra que en la demostración de sus afectos los

entrevistados reproducen una clara división sexual de roles que los autoexcluye de las

labores reproductivas, mismas que parecieran ser subestimadas dentro de su función

paterna. Efectivamente, es posible notar que el cuido tiene una menor prioridad desde

76
la perspectiva de los hombres; en este sentido, sólo un 1.4% de los entrevistados

pensaba que el cuido era un asunto de primera prioridad. Cuando se trata de un asunto

de segunda prioridad esta proporción subió al 7.2% de los entrevistados y, finalmente,

cuando se le visualiza como un factor de tercer orden lo mencionó un 10.4% de los

entrevistados. En otras palabras, el cuido tiende a ser menos importante que otros

factores.

Resulta importante poner atención a estas diferencias de género desde al menos

dos perspectivas: en primer término, la relativamente poca presencia del cuido entre los

hombres se asienta en la reproducción de las diferencias de roles, poniendo de relieve

las cargas diferenciadas de trabajo entre mujeres y hombres. En segundo término, debe

tenerse en cuenta que la subestimación de los hombres hacia este tipo de tareas,

reduce el contacto físico que tienen con sus hijos e hijas32. Potenciar un acercamiento

mediante las labores de cuido podría incidir en nuevas forma de disfrute afectivo tanto

para los hijos y las hijas como para los padres que todavía no las practican.

32
Es importante señalar que entre los factores que imposibilitan entre los hombres propiciar el contacto
físico se encuentra el temor hacia el tabú del incesto, particularmente cuando se trata de bañar o cambiar
pañales a una niña.

77
Dentro de la función de la crianza, el balance apunta hacia una mayor

preocupación por la formación de niños y niñas. En tal sentido los entrevistados

consideran que procurarles buenos estudios a hijas y a hijos es una forma de demostrar

su cariño, lo cual denota la preocupación por su desarrollo intelectual, muy

posiblemente asociado con la sobrevivencia a futuro. Esto es concordante con la

concepción de que la educación es un mecanismo de movilidad social.

3. La otra cara del involucramiento paterno en lo afectivo: el disfrute de los

padres

Ahora bien, como señalamos con anterioridad, la función del afecto es un asunto

de doble vía pues se trata de una relación de reciprocidad; de forma tal que alude tanto

a la manifestación afectiva como al propio disfrute de la relación. Este segundo aspecto

resulta de sumo interés en la medida que la posibilidad de disfrute paterno puede

significar el establecimiento de relaciones más empáticas entre los padres y los niños y

niñas. Para aquellos hombres que cumplen un rol paterno más apegado a la

proveeduría y con menor capacidad expresiva en lo gestual, también significa revalorar

o redimensionar la figura tradicional del padre lejano que ha producido la modernidad al

separar el espacio doméstico del espacio de trabajo.

Igualmente es interesante constatar que el disfrute paterno guarda algunas

diferencias respecto de la forma en que los hombres demuestran a sus hijos e hijas que

se les quiere. En primer lugar hay que anotar que existe una mayor proporción de

hombres que disfruta del cuido, al establecer una comparación con aquellos que

78
consideraron el cuido como un medio para demostrar afecto. Efectivamente, mientras

que sólo para un 1.4% de los hombres el cuido era un factor de primer orden para la

demostración, aproximadamente el 20% de los entrevistados el cuido era lo que más le

gustaba de su paternidad. Entre estos últimos, más de la mitad disfrutan o disfrutaron

particularmente el cuido de sus hijos e hijas cuando eran bebés, mientras que el resto

señaló actividades de cuido en general (Cuadro 11). Entre las actividades del cuido que

más disfrutan los hombres se encuentran bañar y dar de comer a niños y niñas cuando

son bebés, llevarles a la escuela y enseñarles a vestirse. Como factor lúdico del afecto,

otros hombres dan importancia al juego (18.3%), lo cual significa llevar a hijos e hijas al

parque o a lugares de juego y jugar fútbol. Otra proporción menor de los entrevistados

(2.8%) privilegió las expresiones de afecto y amor.

Cuadro 11
Lo que más gusta de ser padre

Abs. Rel.

Cuido cuando son bebés 9 12,7


Cuido 5 7
Juego 13 18,3
Proveeduría 27 38
Formación, transmisión
valores 13 18,3
Expresiones de afecto 2 2,8
Otros 2 2,8
Total 71 100

La situación antes mencionada apunta a que en una buena parte de hombres

existe una diferencia entre la forma en que se considera debe demostrarse el afecto y

79
la forma en que los hombres disfrutan su paternidad. Mientras que la demostración está

más asociada al cumplimiento de un rol rígido, el disfrute flexibiliza este mandato,

permitiendo la participación de algunos hombres en tareas de cuido que pueden ser

gratificantes. En esta dirección es crucial señalar que los mandatos de género no han

significado la supresión del cuido como forma de vinculación afectiva y, aún más, de

disfrute paterno (al menos no entre algunos hombres). Esto muestra el asidero que

existe para promover el cuido de los hijos e hijas entre los hombres, ya no desde el

deber ser o desde el mandato, sino desde las posibilidades de disfrute de la relación

padre-hijo/a.

Por otra parte, aproximadamente una quinta parte de los hombres señaló que lo

que más le gusta de ser padre está referido a la formación y la transmisión de valores

(18.3%), especialmente contándoles sus propias experiencias para que aprendan de

ellas; buscando que aprendan a ser mejores personas y, finalmente, enseñarles a

“buscar a Dios”.

No es posible obviar que la proveeduría es aquello que a una gran proporción de

los hombres entrevistados (38%) les gusta más de ser padres, esto es: cumpliendo en

llevar la plata a la casa o cuidando que no les falte nada a sus hijos e hijas (Cuadro 11).

Es importante destacar que la proveeduría no es la única forma de demostración

de afecto dentro del horizonte de posibilidades y que, sin embargo, es el medio por el

cual una importante proporción de los hombres más disfruta su paternidad. Siguiendo

esta línea, si bien es cierto que muchos padres podrían tener mayores limitaciones para

80
expresar el afecto de manera corporal o verbal (razón por la cual el afecto no siempre

es recibido por un interlocutor como un mensaje claro y directo), esto no quiere decir

que el afecto no exista; tampoco significa que los padres no quieran hacerlo llegar.

Como señala el psicólogo canadiense Guy Corneau (1991. p.13), “muchos de nuestros

padres debieron responder a necesidades materiales y, por ende, su conciencia se

define en mucho en función de su necesidad de garantizar la supervivencia física.

Hablan a través de sus gestos y callan su amor como su dolor. Les cuesta trabajo

desprender su individualidad de sus funciones como padre (...) y se sienten torpes

cuando les pedimos que expresen sus estados interiores”.

Ciertamente buscar la diversificación de las posibilidades expresivas entre los

hombres constituye un reto fundamental al momento de dirigir acciones de fomento de

paternidades sensibles y afectuosas, pues en la medida que los padres tengan mayores

posibilidades de disfrute y de expresión, los códigos de comunicación serán mucho más

claros y directos para los hijos e hijas.

4. La demostración del afecto y el disfrute paternos siguen patrones de género

Debe tenerse en cuenta que la forma en que los hombres experimentan el cariño

tiene claros matices de género, pues no lo demuestran a sus hijas de la misma manera

que a sus hijos. De igual manera el propio disfrute paterno es diferenciado dependiendo

si se trata de un hijo o una hija.

4.1 De la demostración del afecto

81
En lo que a la demostración se refiere puede observarse que una de las

diferencias de género más significativas es que una parte de los hombres considera

que la demostración del afecto a sus hijas radica en cuidarlas y protegerlas más o

darles un trato diferenciado por el hecho de ser mujeres; puede observarse en el

Cuadro12 que así lo manifestó el 10% de los hombres que lo planteó como primer

factor de importancia en la demostración de afecto. Si bien la diferencia no es tan

notoria, también existe una percepción de que es importante el acompañamiento y el

respaldo a las hijas, como un factor de primera importancia para otra parte de los

entrevistados (5.9%), más que con los hijos (2.8%). De igual manera, existe cierta

tendencia hacia la trasmisión de valores, de manera más fuerte hacia las mujeres que

hacia los hombres.

Cuadro 12
Formas en que demuestra a hijo o hija que se le quiere

Primera opción Segunda Opción


Formas de demostración A un hijo A una hija A un hijo A una hija
Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel.

Dar afecto/expres. de amor/cariño 22 31 19 27,9 6 15,4 6 18,8


Dar buen ejemplo, valores 10 14,1 7 10,3 9 23,1 5 15,6
Recreación y Juego 8 11,3 3 4,4 2 5,1 1 3,4
Dedicar Tiempo 7 9,9 4 5,9 2 5,1 3 9,4
Comunicación 4 5,6 3 4,4 8 20,5 5 15,6
Buen Trato 3 4,2 3 4,4 1 2,6 2 6,3
Decir, expresar que se les quiere 3 4,2 4 5,9
Respetar 3 4,2 3 4,4 1 2,6 2 6,3
Apoyo, respaldo, acompañamiento 2 2,8 4 5,9 5 12,8 3 9,4
Cuido 2 2,8 2 2,9 2 5,1 1 3,1
Que no les falte nada 1 1,4 2 2,9 1 2,6 3 9,4
Más protección /trato diferenciado x
ser mujer 7 10,3 1 3,1
Otros 6 8,5 7 10,3 2 5,1
Total 71 100 71 100 39 100 32 100

82
No responden 32 39
Población total 71 71 71 71

Este tipo de factores parecieran hablar del ejercicio de un mayor control (tanto

físico como simbólico) sobre las niñas que sobre los niños, ya sea mediante la

"protección" o mediante la formación de valores, lo que habla de una socialización de

género diferenciada y diferenciadora. Es muy posible que el mayor acompañamiento de

las hijas radique en el reconocimiento y en la reproducción y legitimación de las

diferencias que ponen en desventaja a las mujeres. Es importante profundizar en el

conocimiento de los procesos de inferiorización e invisibilización que muy seguramente

desarrollan los padres con sus hijas y que tienen repercusiones en su desarrollo como

personas sujetas de derecho. Otra posible hipótesis, no necesariamente excluyente

con la anterior, apuntaría a que en este contexto de desventajas que enfrentan las

mujeres, los padres procuren una mayor protección hacia sus hijas.

Un segundo factor de diferenciación, consiste en que otra parte de los hombres

entrevistados tiende a visualizar la recreación y el juego como un elemento de

demostración de cariño hacia los hijos en mayor medida que hacia las hijas. De igual

manera, si bien las diferencias no son tan notorias entre los entrevistados, también

existe una leve tendencia a que la comunicación sea un medio que se visualiza como

demostración de afecto hacia los hombres en mayor medida que hacia las mujeres.

4.2 Del disfrute paterno

83
Ya no desde la demostración del afecto, sino desde la perspectiva del propio

disfrute de los padres, la brecha de género en materia de recreación y juego se abre

aún más. Efectivamente, más de la mitad de los entrevistados (56%) señaló que los

momentos que más disfrutan los padres con sus hijos tienen que ver con este aspecto,

mientras que una proporción menor (aproximadamente el 36%) consideró que la

recreación y el juego era lo que más disfrutaba con sus hijas (Cuadro 13).

Lo anterior marca la existencia de otro factor que produce un importante

contraste en la relación que tienen los hombres con sus hijas respecto del que tienen

con sus hijos que conviene profundizar en la medida que, de igual manera, tiene un

efecto de género diferenciador en el desarrollo de niños y niñas. Tal diferenciación

pareciera ser especialmente cierta si se considera que el tipo de juegos que los padres

tienden a practicar con sus hijos implican una mayor actividad física que aquellos

juegos que realizan con sus hijas.

Cuadro 13
Momentos que los padres disfrutan más con hijos e hijas. Primera opción

Hijos Hijas
Momentos que más disfrutan Abs. Rel. Abs. Rel.
Recreación y juego 37 56,1 23 35,9
Pasar tiempo juntos 17 25,8 16 25
Conversar 2 3
La vida en familia 1 1,5 1 1,6
Cuando ve sus éxitos y triunfos 2 3 1 1,6
Satisfacción por adquisición de capacidades 1 1,5 6 9,4
En todos los momentos 2 3 6 9,4
Cuido 1 1,6
Con expresiones de afecto, amor 2 3,1
Dar buenos ejemplos, valores, formación 2 3,1
Otros 4 6,1 6 9,4
Total 66 100 64 100

84
No contesta 5 7
Población total 71 71

En una línea similar, existen investigaciones que han mostrado las implicaciones

que tienen los distintos juegos que practican niños y niñas sobre su desarrollo. Ibarra

(1999, 131), a partir de una investigación sobre expresiones sexistas en la cultura de

dos escuelas costarricenses, señala que los niños ejercen un mayor dominio sobre

espacios más amplios a partir de la práctica de juegos como el fútbol, “mientras que las

niñas deben conformarse con juegos que suponen una menor territorialidad “. Según

Ibarra (1999, 136) “esta desigual distribución espacial y la división en los juegos,

obedece a los procesos de socialización experimentados por los niños y las niñas”.

De manera consistente con las prácticas paternas analizadas en nuestra

investigación, Ibarra encuentra que “las niñas reciben una educación para tener un

mayor control de su cuerpo, en el sentido de los desplazamientos tanto dentro del aula

como en otros espacios, mientras que los niños para ser más activos y expansivos”.

Esta situación de segregación y utilización del espacio físico, según Ibarra, tiene

repercusiones sobre el desarrollo cognoscitivo de las niñas, “en la estructuración de las

características de género y del proyecto de vida de mujeres y hombres” (Ibarra, 1997:

136-137)

Por otra parte, algunos estudios (Grugeon; 1995; 25) han encontrado datos sobre

“el carácter cooperativo de la actividad lúdica de las niñas a través de toda una gama

de juegos que se observaron que incluyen canciones, rimas, palmas y juegos

85
dinámicos. Por el contrario, el rasgo predominante en el juego de los niños era la

rivalidad y una tendencia a la pugna y al enfrentamiento que puede fácilmente

degenerar en pelea”, lo cual estaría contribuyendo con la conformación de

masculinidades de tipo hegemónico.

En suma y si bien haría falta una mayor profundización, la evidencia sugiere que

las prácticas de juego que los padres impulsan con sus hijos e hijas, tienden a

reproducir modelos tradicionales de masculinidad y feminidad, los cuales son

reforzados más allá de los límites del ámbito familiar, con las consecuencias anotadas.

5. La gestualidad del afecto

Si bien con anterioridad hemos sostenido la importancia de revalorar aquellas

formas de demostración de afecto en las que no media la gestualidad corporal o verbal,

también es importante considerar que la expresión, entendida como declaración

manifiesta del afecto, tiene gran importancia en la medida que es una forma más

“directa” (aunque no menos vital) de vivenciar el vínculo, si se le compara con la

proveeduría.

En nuestro medio no existe mayor evidencia empírica en relación con las

actitudes masculinas hacia la gestualidad del afecto de los padres, que permita hacer

aseveraciones tajantes. Por esta razón, este estudio busca brindar algunas pistas sobre

el tema, y llenar vacíos en el conocimiento sobre el papel que cumplen la gestualidad

86
corporal (abrazos, besos, u otras en las que exista una mediación física) y la

gestualidad verbal en el vínculo paterno.

En primer lugar habría que señalar, en el plano de las actitudes, que una parte

de los entrevistados considera que la verbalización del afecto no se encontraría vedada

para los padres, pues a estos si “les nace”

decirle a sus hijos e hijas que les quieren (Cuadro 14). Resulta interesante señalar que

los hombres remiten las razones de esta situación a la biología y a la naturaleza, pues

según los entrevistados verbalizar el cariño es algo que, además de nacer, “es natural”,

o simple y sencillamente lo dicen porque “ellos son sus padres”. En otros términos, la

verbalización, desde la perspectiva de estos hombres, va aparejada o es inherente al el

hecho de ser padre.

Sin embargo, otros hombres respondiendo a las orientaciones de la masculinidad

hegemónica, consideran que no deben expresar verbalmente su cariño de manera

indiferenciada, sino que se debe establecer una distinción dependiendo de si se trata de

un hijo o de una hija. Efectivamente, entre algunos hombres esta posibilidad expresiva

sólo es permitida cuando se trata de una hija “por que es mujer” (según lo manifestó el

8.5% de los entrevistados). En esta misma dirección otros entrevistados consideraron

que a las mujeres se les puede decir que se les quiere porque son “más sensibles,

apegadas y tiernas” (8.5%). Entre algunos de los entrevistados, (4.2%) hay un

reconocimiento explícito de la imposibilidad cultural de expresar a sus hijos varones que

los quieren debido al “machismo”.

87
Por diversas circunstancias, otros hombres (5% de los entrevistados) consideran

que no debe decírsele ni a hijos ni a hijas que se les quiere. Estos hombres consideran

que la expresión afectiva va en detrimento de la fortaleza de niños y niñas para afrontar

la vida.

Cuadro 14
¿Les nace a los hombres decirles a los hijos e hijas que les quieren?

Hijos Hijas
Abs. Rel. Abs. Rel.
Para hacerles ver que se les quiere 8 11,3 7 9,9
Porque es el padre/ son sus hijos/as 14 19,7 14 19,7
Eso nace, es natural 21 29,6 18 25,4
Depende si se les quiere 4 5,6 2 2,8
Se demuestra de otras formas 2 2,8 2 2,8
No le avergüenza como hombre 2 2,8 1 1,4
No por cultura/machismo 3 4,2
Si, porque es varón 2 2,8
Son más sensibles, apegadas, tiernas 7 9,9
Porque es mujer 6 8,5
No (otros) 3 4,2 4 5,6
Si (otros) 12 16,9 10 14,1
Total 71 100 71 100

Volviendo a la distancia expresiva que establecen una parte de los padres con

sus hijos varones, debe anotarse que tal brecha no sólo se puede ubicar en la

manifestación por vías verbales, sino que se extiende al tipo de saludos cotidianos que

los hombres consideran adecuados (Cuadro 15). Efectivamente, una mayor proporción

de los entrevistados prefiere saludar a sus hijos con un abrazo o con un apretón de

manos (50.7% y 10% respectivamente) que con un beso (21.7%). Por otra parte, y en

un sentido inverso, cuando se trata de una hija, una mayor proporción privilegia el beso

88
sobre el abrazo (53% y 21.7% respectivamente), mientras que el apretón de manos no

aparece como código de saludo. Adicionalmente, algunos hombres condicionan el tipo

de saludo que le dan a sus hijos varones a la edad que tengan.

Cuadro 15
Forma más corriente en que saluda o saludaría a hijos e hijas

Manera en que saludaría a


Forma de saludo Un hijo Una hija
abs. rel. abs. rel.
Dándole un abrazo 35 50,7 22 31
Dándole un beso 15 21,7 38 53,5
Dándole unas palmadas 1 1,4
Saludo verbal 2 2,9 4 5,6
Apretón de manos 7 10,1
Combinación de
expresiones 4 5,8 7 9,8
Depende de la edad 4 5,8 0
Depende del hijo 1 1,4 0
Total 69 100 71 100
No contestan 2 0
Población Total 71 71

Así el beso, como expresión de afecto paterno tiende a estar más restringido

entre los hijos que entre las hijas. Como se puede apreciar en el Cuadro 16, casi una

quinta parte de los hombres (18.3%) consideró que nunca besaría a sus hijos porque

los hombres no se besan.

Cuadro 16
Circunstancias en las que besaría a su hijo y a su hija

Circunstancia Hijos Hijas


Abs. Rel. Abs. Rel.

89
En cualquier lugar y circunstancia 42 59,2 56 78,9
Sólo en la casa 7 9,9 6 8,5
En lugares públicos 3 4,2 4 5,6
Nunca porque los hombres no se
besan 13 18,3
Nunca porque a las niñas no se
les besa 1 1,4
Sólo cuando son “carajillos” 2 2,8
No lo acostumbra hacer 1 1,4
Cuando sale de la escuela 1 1,4
En momentos especiales 1 1,4 2 2,8
Cuando está enfermo 1 1,4
No sabe 2 2,8
Total 71 100 71 100

Aunque otra parte importante de los entrevistados (59%) señaló que besaría a

sus hijos en cualquier lugar y circunstancia, persiste una clara distinción de género,

pues una mayor proporción (80%) haría esto mismo con sus hijas. Esta evidencia

estaría mostrando que la gestualidad corporal se encuentra más permitida cuando se

trata de las hijas que de los hijos.

También es posible apreciar que otra menor cantidad de hombres tienden a

restringir la práctica del beso paterno a lugares y circunstancias más específicas como

lo son: la casa, cuando niñas y niños salen de la escuela o en momentos especiales.

Existe pues, una diferenciación de género en cuanto a la expresión del afecto

por vías gestuales. Al menos en una parte de los hombres la escogencia de un abrazo

o un apretón de manos en vez de un beso, pareciera configurarse en más que la simple

escogencia aleatoria de un saludo. Este acto esconde una significación social compleja

90
y que tiene que ver con el saludo entre dos varones más que con el saludo entre un

padre y un hijo. Siguiendo a Robert Brannon, Michael Kimmel (1997: 51) ha señalado

que una de las premisas de la conformación de la virilidad hegemónica versa “¡nada

con asuntos de mujeres! Uno no debe hacer nunca algo que remotamente sugiera

feminidad... ”.

Desde esta concepción, resulta fundamental evitar la identificación con lo

femenino, pues “deviene profundamente sospechosa...” (Kimmel; 1997:56). Siguiendo

esta argumentación, tal pareciera que algunos padres buscan evitar el beso con sus

hijos en la medida que tiene una significación femenina que cuestiona su propia

virilidad. Y es precisamente el padre el “primer hombre que evalúa el desempeño

masculino del muchacho, el primer par de ojos de varón frente a los cuales él se trata

de probar a sí mismo” (Kimmel; 1997, 56), de forma tal que la negación de este tipo de

contacto resulta necesaria para marcar la pauta viril ejemplificante, coartando una

gestualidad afectiva con mayores posibilidades de desarrollo.

91
Segunda Parte: Prácticas Paternas

Capítulo 4. Inscripción de niños y niñas y Prácticas Paternas

En los capítulos anteriores hemos analizado una serie de elementos que aporten

a la comprensión de las actitudes masculinas en relación con el involucramiento

paterno, lo que ha significado necesariamente partir de la construcción de las

identidades masculinas, en tanto la paternidad es una manifestación de la forma

específica en que tales identidades se construyen socialmente.

De esta manera, la primera parte nos muestra un mapeo de tipo cultural al

respecto del involucramiento paterno de los hombres entrevistados. Sin embargo, es

conveniente complementar esta visión con una breve descripción de las prácticas

paternas con relación al involucramiento paterno que nos sirva de contraste. Esto

significa desplazarse desde las predisposiciones (actitudes) con relación al

involucramiento paterno hacia la constatación de las cosas que los hombres

efectivamente hacen con sus hijos e hijas33.

Parte de estas prácticas, no sólo pasan por cómo los hombres se involucran en

la crianza, sino que comienzan en los procesos de reconocimiento de sus hijos e hijas

al brindarles su apellido con todas las implicaciones que en el plano simbólico y de los

derechos tiene tal acto.

33
Debe mencionarse que las preguntas sobre prácticas paternas se realizaron en primera instancia,
pasándose posteriormente a las preguntas sobre actitudes. Sin embargo para efectos expositivos se ha
invertido este orden.

92
Además de las prácticas, se abordarán una serie de aspectos que aluden a los

trámites de inscripción y de solicitud de pruebas de ADN que los hombres que

conforman la muestra de este estudio realizaron ante el Registro Civil. Con ello

esperamos brindar una visión más completa del involucramiento paterno.

1. Inscripción de niñas y niños ante el Registro Civil

1.1. Los trámites realizados por los entrevistados ante el Registro Civil

Antes de señalar algunos aspectos que favorecen y dificultan el proceso de

inscripción de los niños y las niñas por parte de los hombres entrevistados, es

necesario tener en cuenta que a partir de los trámites realizados por los entrevistados

ante el Registro Civil pueden establecerse dos grandes grupos. En el grupo más grande

se encuentran los hombres que por su propia cuenta llegaron a inscribir a su hijo o hija

ante la oficina del Registro Civil; en este se encuentra el 62% de los entrevistados (45

casos).

El segundo grupo lo conforma el 36.6% restante (26 casos)34, a quienes el Registro

Civil envió un citatorio solicitándoles presentarse ante dicha oficina. Estos hombres

habían sido declarados como padres por mujeres que se acogieron a la Ley de

Paternidad Responsable. De estos hombres, el 65.4% (17 casos) inscribió a sus hijos o

34
Únicamente uno de los entrevistados (1.4% del total) no dio información del trámite que realizaba.

93
hijas; un 30.8% (8 casos) solicitó una prueba de ADN por “duda de paternidad” y el

3.8% solicitó prueba de ADN por rechazo de paternidad (un caso).

1.2. La inscripción de niños y niñas: aspectos relevantes

Un factor que debe tenerse en cuenta para comprender la relevancia que reviste

la Ley de Paternidad Responsable, es la posibilidad que brinda para el cumplimiento de

los derechos de niñas y niñas con situaciones familiares distintas. Efectivamente, dentro

de los entrevistados que llegaron al Registro Civil a realizar inscripción a partir del

citatorio, el 43.8% no vivía con la madre del niño o niña, mientras que el restante 56.3%

sí vivía con ella. Por esta razón es posible afirmar que el citatorio funcionó como un

“motivador” para que los hombres que no vivían con la madre llegaran a inscribir a sus

hijos e hijas. Sin embargo, este motivador también funcionó con aquellos hombres que

tenían una convivencia con la madre.

Por otra parte, entre los entrevistados que inscribieron por su propia cuenta

(fuera de los mecanismos ideados para ejecutar la Ley de Paternidad Responsable), la

gran mayoría (el 82.9%) vivía con la madre de los niños y niñas, y solamente el 17.1%

no vivía con ella. En este sentido es importante señalar que existen hombres que no

viviendo con la madre de sus hijos, llegaron a inscribir por su propia cuenta. En todos

los casos mencionados, existe una importante ganancia para los derechos de niñas y

niñas en materia de reconocimiento paterno.

1.3. Los tiempos de inscripción que emplearon los hombres entrevistados

94
Uno de los factores que ha brindado elementos para problematizar la paternidad

en nuestro medio, son las cifras proporcionadas por el Instituto Nacional de Estadística

y Censos. Estas cifras, han apuntado a altas proporciones de padres “no declarados”.

Según estas cifras, en el año 2000, del total de nacimientos el 31.1% correspondía a

padres no declarados, fenómeno que se denominó entre algunos círculos como

“paternidad irresponsable”.

Sin embargo, nuevas estimaciones realizadas por la Sección de Inscripciones del

Registro Civil, señalan que es considerablemente menor la proporción de los padres

que en realidad no inscriben a sus hijos e hijas. Si bien no se cuenta con agregados

anuales, Luis Bolaños jefe de la Sección de Inscripciones, ha medido cuántos de los

nacimientos han sido inscritos sin los apellidos del padre durante los meses de enero

de varios años, lo cual sería a grandes rasgos la tendencia anual. Como puede

apreciarse en la Columna B del Cuadro 17, las cifras de nacimientos sin padres

declarados para el mes de enero del año 2000 es del orden del 17%, lo cual es una

proporción considerablemente menor que la referida por las Estadísticas Vitales del

Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Esta diferencia se debe, según Bolaños35, a la forma en que se realizan los

cálculos. Las cifras brindadas por el INEC son calculadas con las declaraciones hechas

en el hospital al momento del nacimiento del niño o la niña, mientras que el cálculo del

Registro Civil se ha hecho a posteriori, cuando los padres se han presentado a dicha

35
Entrevista realizada el 17 de Septiembre de 2002.

95
institución a reconocerles. Esto hace que las proporciones bajen sensiblemente. Por

esta razón las cifras brindadas por el INEC no deben ser leídas como “nacimientos de

padre no declarado”, sino como “nacimientos de padres que no reconocieron al

momento de la declaración de la madre en el hospital”, aclarando que el que no hayan

reconocido en ese momento no significa necesariamente que no lo harán

posteriormente en las oficinas del Registro Civil.

También cabe recalcar que los datos del INEC no son erróneos, de hecho tanto

el INEC como el Registro Civil realizan estas estadísticas con la misma información. Sin

embargo las estadísticas del INEC son una fotografía del momento de la declaración en

el hospital, mientras que el Registro Civil puede realizar nuevas estimaciones una vez

que los padres van haciendo reconocimientos.

Cuadro 17
Cálculos de los porcentajes de nacimientos sin padres declarados según
la versión INEC y según la versión Registro Civil

A B
% de nacimientos % de nacimientos
de padre que no había declarado inscritos sin padre
Cifras Estadísticas Vitales Cifras Sección de Inspecciones
INEC Registro Civil
Año (datos anuales) (datos del mes de enero de cada año)
2001 17,7
2000 31.1 17,0
1999 30,3 14,4
1998 27,8 13,2
1996 27,1 12,1
1994 24,8 10,6

Fuente de columna A: de 1994 a 1999: Presidencia de la República y otros/as.


Ley de Paternidad responsable. 2da. Ed. San José: INAMU, 2001.
(Colección Legislación; no.8). Año 2000: Unidad de Investigación INAMU, con base

96
en INEC. Estadísticas Vitales.
Fuente de columna B: Bolaños, Luis. El Registro Civil en el Marco de las
investigaciones de paternidad. Ponencia presentada en el Encuentro
Internacional de Paternidad, Costa Rica, 2002

Precisamente, en esta misma dirección, nuestra investigación pudo constatar

que los tiempos que demoran los entrevistados en inscribir a sus hijos e hijas son muy

variables, como puede observarse en el Cuadro 18, llegando en algunos casos a

exceder los 5 años después del nacimiento. Este fenómeno, denominado por Bolaños

como “inscripción tardía”, tenderá a ser cada vez más contrarrestado con la aplicación

de la Ley de Paternidad Responsable.

Entre los hombres entrevistados para efectos de nuestro estudio, parecieran

existir algunas diferencias si se compara a los que inscribieron por su cuenta respecto a

aquellos que lo hicieron por citatorio. La tercera parte de los que realizaron los trámites

de inscripción por su cuenta inscribieron a sus hijos o hijas antes de que estos

cumplieran los 16 días de nacidos/as, mientras que sólo el 17.6% de los que

inscribieron por citatorio hicieron lo mismo (Cuadro 18). La mayoría de los que

inscribieron al ser citados lo hicieron cuando su hijo o hija tenía entre los 16 días y los

dos meses de nacido/a (47%, contra el 35% de los que inscribieron por su cuenta). El

citatorio se convierte, muy posiblemente, en un mecanismo que agiliza un trámite que

los hombres postergarían o, incluso dejarían de hacer por distintos motivos.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que, legalmente, los nacimientos

deben inscribirse “dentro del término de un mes de nacida la persona” (Bolaños;2002).

97
Siguiendo este criterio, las diferencias son pocas, puesto que el 39.5% de los

entrevistados que llegaron a inscribir por su propia cuenta se encontraban dentro de

este margen, sucediendo lo mismo con el 35% de los que recibieron citatorio.

Cuadro 18
Tiempo transcurrido desde el nacimiento de niñas y niños
según tipo de trámite que realiza

Trámite que Realiza


Tiempo transcurrido desde el Inscripción por notificación Inscripción por su propia
nacimiento cuenta
Abs. Rel. Abs. Rel.
De 0 a 15 días 3 17,60% 13 30,20%
De 16 días a un mes 3 17,60% 4 9,30%
De 1 mes y 1día a 2 meses 5 29,40% 11 25,60%
De 2 meses y 1 día a 3 meses 1 5,90% 3 7,00%
De 3 meses y 1 día a 6 meses 3 17,60% 4 9,30%
De 6 meses y 1 día a 1 año 1 5,90% 2 4,70%
De 1 año y 1 día a 4 años 3 7,00%
De 5 años a 12 años 1 5,90% 3 7,00%
Total 17 100,00% 43 100,00%

1.4. Lo que motiva a inscribir a niños y a niñas

Efectivamente, el citatorio enviado a los hombres por el Registro Civil, como

mecanismo que facilita los procesos de inscripción, ha sido un mecanismo que se

presenta eficaz, pues el 30% de los hombres entrevistados a los que le fue enviado,

señaló que esta había sido la razón fundamental por la que llegó a realizar los trámites

de inscripción. Por otra parte, de los otros hombres a los que también fue enviado el

citatorio, el 23.5% señaló que lo motivó a realizar los trámites el hecho de garantizarle

estabilidad legal a su hijo, así como tener derechos como padre; mientras que apeló a

su propia responsabilidad o al hecho de ser el padre otro 17.6% respectivamente.

98
Entre los hombres entrevistados que llegaron a inscribir por su propia cuenta, la

razón más mencionada para realizar tales trámites fue la responsabilidad (26.2%),

seguida por el hecho de ser el padre (19%), dar sus apellidos (14.3%), querer

reconocer a su hijo o hija (9.5%) y que este o esta no crezca sin un padre (9.5%).

Los motivos señalados por los padres que realizaron los trámites de inscripción

por su propia cuenta, remiten fuertemente a un vínculo de filiación paterna, ya sea

desde lo simbólico (dar apellidos), el deber ( responsabilidad) o el cumplimiento de

derechos. La fuerza de esta relación no pareciera hallarse tan presente entre aquellos

hombres que señalaron como motivo fundamental para inscribir a sus hijos/as el hecho

de ser citados por el Registro Civil. Ante tal situación surge la gran interrogante de si

existen o no razones vinculares que les llevaran a reconocer en el caso de que tal

citatorio no les hubiese llegado, lo cual reafirma la importancia que tiene el mecanismo

del citatorio, de la notificación y de la prueba de ADN, para hacer cumplir el derecho al

apellido paterno de los hijos e hijas de estos hombres.

1.5. Motivos por los que no se inscribió a los hijos e hijas con anterioridad

No todos los hombres realizan el reconocimiento de sus hijos o hijas al momento

del parto en el hospital, razón por la cual posteriormente deben presentarse en el

Registro Civil, lo cual se hace especialmente patente con aquellas parejas que se

encuentran en unión libre. Esto significa, en algunos casos, que la inscripción de niños

y niñas con el apellido del padre se ve postergada por algún tiempo, como ya

99
señalamos. La razón más frecuente por la que los hombres no realizaron los trámites

de inscripción con anterioridad es la dificultad del horario de su trabajo: fue así para el

38.5% de los entrevistados que a los que fue enviado citatorio o llegaron por su cuenta

(Cuadro 19). En un sentido similar otros hombres (7.7%) señalaron que no habían

realizado la inscripción “por falta de tiempo”. En otras palabras, la inscripción se ve

postergada por la función de la proveeduría. Sin embargo, cabe mencionar que la gran

mayoría de estos hombres realizaron los trámites ante el Registro Civil antes de los 3

meses de nacimiento de su hijo o hija, y, dentro de estos, buena parte antes de los 15

días.

Otros hombres (11.5% del total de entrevistados que realizaron trámites de

inscripción), señalaron que habían tenido problemas de inscripción que ellos atribuían al

Registro Civil o al mismo hospital. Otros señalaron como razón para postergar la

inscripción el desconocimiento de los trámites que debían realizar (9.6%), el no tener la

cédula o los papeles en regla (7.7%), la distancia geográfica (11.5%) o la imposibilidad

de coincidir con la madre del niño o niña (3.8%). Lo anterior pareciera apuntar a la

necesidad de establecer mecanismos institucionales que faciliten aún más los proceso

de inscripción.

Resulta importante destacar, por otra parte, que existen hombres que han

inscrito a sus hijas e hijos biológicos, después del año de su nacimiento, existiendo un

entrevistado que inscribió a su hijo cuando éste tenía 4 años de edad. Estos hombres

señalaron que los problemas que ellos tienen con la madre del niño o niña, o con otros

familiares maternos, son el motivo para no haber realizado los trámites de inscripción

100
con anterioridad. Sin duda alguna, estos plazos se verán acortados con los

mecanismos que brinda la Ley de Paternidad Responsable. Por otra parte, debe

destacarse que otros hombres que igualmente tuvieron problemas en la relación de

pareja no han durado más de dos meses en realizar la inscripción, lo que nos habla de

una gran heterogeneidad de las condiciones paternales.

Cuadro 19
Razones por las que no se inscribió a hija/hijo con anterioridad
Abs. Porcentaje Porcentaje
Total Total de
Razones entrevistados Inscriptores
.
Por razones laborales 20 28,2 37,7

Por problemas de inscrip. en 6 8,5 11,3


of. Reg.Civ. u Hospital

Desconocimiento de los 5 7 9,4


trámites de inscripción

Por no tener cédula, 5 7 9,4


documentación o papeles en
regla

Por desavenencia con madre 5 7 9,4


del niño u otros/as familiares

Por distancia geográfica 6 8,5 11,3

Por falta de tiempo 4 5,6 7,5

Imposibilidad coincidir con 2 2,8 3,8


pareja para hacer trámite

Total 53 74,6 100

No contesta 18 25,4

Total 71 100

101
1.6. Motivo para solicitar la prueba de ADN

Entre los hombres que solicitaron prueba de ADN, el 75% (6 casos) dijo tener

dudas de ser el padre por creer que la madre del niño o niña anduvo con otros hombres

o por su “vida desordenada”. Otro entrevistado dijo que simplemente rechazaba ser el

padre, mientras que uno más señaló que la madre del niño había roto un pacto que

condicionaba el no hacer público la existencia del niño a cambio de un aporte

económico regular. Sin embargo al acogerse a la Ley de Paternidad Responsable hacía

pública la relación, lo que “afectaba” su matrimonio con otra mujer, razón por la que

solicitó la prueba de ADN.

2. Prácticas de involucramiento paterno

Existen varios elementos fundamentales para avanzar en el estudio y la

comprensión de las características que tienen las prácticas de involucramiento paterno.

Además de las que hemos señalado en capítulos anteriores (edad y sexo de niños y

niñas, concepciones culturales ligadas a la masculinidad, entre otros) es fundamental

comprender que las relaciones de pareja ( y con ellas las familias) se encuentran en

102
constante reconfiguración36. En este sentido, entre los entrevistados existen hombres

con condiciones muy diversas: en cuanto al estado civil hay hombres divorciados en

unión libre, separados en unión libre, solteros, separados, divorciados, etc.; además, los

hombres tienen una cantidad muy distinta de hijos e hijas, que va desde una hasta

once; aproximadamente la mitad de los entrevistados (50.7%) sólo tenia un hijo o hija

de la relación actual, mientras que el 29.5 tenía más de un hijo en el marco de la misma

relación37; también es fundamental señalar que en algunos casos estos hijos han

nacido en el marco de hasta cuatro relaciones de pareja

Esto se traduce en una aún mayor diversidad en la conformación de los hogares

pues:

a) El 63.6% de los hombres que inscribieron a sus hijos o hijas vivían con

ellos y con la madre (además de con otros hijos de la misma relación en

algunos casos). Además de vivir con la pareja y sus hijos e hijas, otro

4.5% de los entrevistados que hicieron trámites de inscripción vivía con

otros familiares. Por otra parte, los hijos e hijas de otro 24.2% de los

inscriptores vivía sólo con la madre y no con él, lo cual significa que los

hombres entrevistados no necesariamente vivían con la madre de los

niños y las niñas que inscribieron38.

b) Por otra parte, del total de entrevistados que inscribieron su hijo o hija,

el 31% dijo tener hijos/as de otras relaciones. En el 78% de estos

36
La importancia de la reconfiguración de las familias en la comprensión de las prácticas paternas es una
idea que debemos a María Elena Rodríguez.
37
El restante 19.7% no contestó o había solicitado prueba de ADN
38
Un 5.6% no dio información al respecto.

103
casos, los niños y niñas vivían sólo con la madre; en el 5.3% con la

abuela; en el 5.3% de los casos, los hijos se encontraban repartidos,

viviendo algunos con la madre y otros con la abuela, y sólo en el 5.3%

de los casos, algunos de los hijos e hijas del entrevistado vivían con él,

mientras que otros vivían con la madre.

Si bien en el marco de esta investigación no podremos captar la diversidad de

prácticas paternas que se derivarían de tal conformación de los hogares, existe un

criterio que nos ayudará a establecer una distinción, ciertamente general.

Este criterio distingue las prácticas paternas que los entrevistados tienen con

hijos e hijas de la madre de la niña o niño inscrito al momento de la entrevista, respecto

de aquellas prácticas con los hijos e hijas de otras relaciones. Para efectos de

comodidad, designaremos a los niños y niñas del primer tipo de relación como “hijos e

hijas de la relación actual”, sin que tal designación signifique necesariamente que los

padres viven con esta mujer, por los motivos que ya hemos señalado. Sin embargo, ha

sido posible constatar que la gran mayoría de los entrevistados sí viven estas mujeres,

mientras que en la gran mayoría de las “otras relaciones” se hallaban disueltas al

momento de la entrevista, por lo que ya no vivían con estas mujeres.

Debemos señalar que consideraremos tres aspectos, a manera de indicadores

generales, para acercarnos al estudio de las prácticas de involucramiento paterno: en

primer lugar, si los hombres aportaban económicamente o no a la manutención de hijas

e hijos, en segundo lugar, la frecuencia con que les veían al momento de la entrevista y,

104
por último, el tipo de actividades que realizaban con ellas y ellos cuando se

encontraban juntos.

2.1. El aporte económico a la manutención

En el marco de la indagación sobre las prácticas de involucramiento paterno, nos

ha interesado contrastar si los hombres aportaban económicamente a los hijos e hijas

con mayor vulnerabilidad y dependencia de las funciones paternas. Para estos efectos

hemos considerado el aporte hecho por los padres a niñas, niños, adolescentes y

jóvenes menores de 24 años39. Más aun interesa comparar este aporte con el aporte

hecho a hijos e hijas de otras relaciones para indagar si existía algún tipo de diferencia.

El Cuadro 20, brinda información sobre el aporte económico que hacen los

padres a los tres primeros hijos tanto de la relación actual como de otras relaciones de

pareja. A partir de este Cuadro pueden establecerse varias constataciones:

a) En primer lugar, existen hombres que no aportaban económicamente a la

manutención, tanto si se trata de hijas e hijos de la relación actual como de

otras relaciones. Sin embargo, proporcionalmente 40 esta tendencia pareciera

ser más acentuada en el caso de los hijos e hijas de otras relaciones.

39
Como bien es sabido, la pensión alimentaria puede cubrir hasta los 25 años en el caso de que las y los
jóvenes estudien.
40
Es importante recalcar que para efectos comparativos estamos utilizando cifras relativas y no
absolutas, puesto que el número de hijas e hijos de la relación actual es mayor que el número de hijas e
hijos de otras relaciones.

105
b) En segundo lugar, la proporción de hombres que aportaba regularmente 41 a la

manutención es considerablemente mayor (86.7%) cuando se trataba de las

hijas e hijos de la relación actual, que cuando se trataba de las hijas e hijos de

otras relaciones (46.7%).

c) Por otra parte, es considerablemente mayor la proporción de hombres que

aportan a la manutención de las hijas e hijos de otras relaciones por medio de

la pensión, lo cual habla de la necesidad de un mecanismo legal que garantice

el aporte económico cuando la relación de pareja se disuelve, como bien es

sabido.

d) De igual manera es mayor la proporción de hombres que sólo aportaba

eventualmente 42 a los hijos e hijas de otras relaciones, si se le compara con el

aporte hecho en el marco de la relación actual.

Considerando esta evidencia, es posible señalar que en lo económico, los hijos e

hijas de otras relaciones tienden a estar en condiciones de mayor vulnerabilidad, puesto

que el aporte recibido es menos regular y más eventual, o simplemente no es recibido.

No fue posible medir si existen diferencias en la cantidad de dinero que recibían en los

hijos e hijas de las actuales relaciones respecto de los hijos e hijas de otras relaciones;

sin embargo es posible pensar, según lo descrito, que podría existir una brecha que va

en detrimento de los hijos e hijas de otras relaciones.

41
El concepto “regularmente”, tal y como fue utilizado con los entrevistados, está referido al aporte
cotidiano a la manutención. Tuvo la intención de diferenciarlo del aporte “eventual”, que no tiene
periodicidad ni constancia.
42
El aporte “eventual” pareciera estar sujeto a la propia voluntad de los hombres. No es un aporte ni
regular ni regulado legalmente, como en el caso del aporte por medio de pensión.

106
Esta evidencia nos reafirma lo señalado en el Capítulo 1: los hijos que no se

encuentran cobijados bajo la relación de pareja actual, tienden a estar excluidos de la

definición que los hombres hacen de la familia, y por lo tanto tienden a ser menos

cubiertos por la proveeduría.

107
Cuadro 20
Tipo de aporte económico a hijos e hijas de la madre del niño/a que inscribe y de niños y niñas de otras relaciones
por edad de niñas y niños, adolescentes y jóvenes /1
Tipo de aporte económico a Tipo de aporte económico a
Hijos e hijas de la madre del hijo/a que inscribe Hijos e hijas de otras relaciones
Aporta Aporta Aporta Pensión Aporta
No aporta Eventualmente Regularmente Total No aporta Eventualmente Alimentaria Regularmente Total
Edad Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel.
Hijo/a #1
Menor de 1año 2 3,3 4 6,7 29 48,3 35 58,3
1 a 4 años 1 1,7 8 13,3 9 15,0 1 6,7 1 6,7 2 13,3
5 a 9 años 11 18,3 11 18,3 1 6,7 1 6,7 2 13,3 4 26,7
10 a 14 años 4 6,7 4 6,7 1 6,7 0,0 2 13,3 3 20,0
15 a 19 años 0,0 0,0 1 6,7 2 13,3 3 20,0
20 a 24 años 1 1,7 0,0 1 1,7 1 6,7 2 13,3 0,0 3 20,0
Total 4 6,7 4 6,7 52 86,7 60 100,0 1 6,7 3 20,0 4 26,7 7 46,7 15 100
Hijo/a #2
Menor de 1año 10 50,0 10 50,0
1 a 4 años 4 20,0 4 20,0 1 9,1 1 9,1
5 a 9 años 3 15,0 3 15,0 1 9,1 1 9,1
10 a 14 años 2 10,0 2 10,0 1 9,1 1 9,1 2 18,2
15 a 19 años 1 5,0 1 5,0 1 9,1 2 18,2 1 9,1 4 36,4
20 a 24 años 2 18,2 1 9,1 3 27,3
Total 20 100,0 20 100,0 3 27,3 1 9,1 4 36,4 3 27,3 11 100,0
Hijo/a #3
Menor de 1año 5 71,4 5 71,4
1 a 4 años 2 28,6 2 28,6
5 a 9 años 1 11,1 1 11,1 2 22,2
10 a 14 años 1 11,1 1 11,1 2 22,2
15 a 19 años 1 11,1 2 22,2 3 33,3
20 a 24 años 2 22,2 2 22,2
Total 7 100,0 7 100,0 2 22,2 1 11,1 2 22,2 4 44,4 9 100
/1: se trata de niños, niñas, adolescentes y jóvenes menores de 25 años

108
2.2. Frecuencia con la que los hombres ven a sus hijas e hijos

Otro indicador para acercarse a la medición de las prácticas de involucramiento

paterno es la cantidad de veces que los hombres ven a sus hijas e hijos. Sin duda, este

indicador no nos habla de la “calidad” de la relación, sin embargo, es posible que exista

un vínculo más cercano y estrecho a mayor número de encuentros43. Por si mismo este

indicador nos diría poco, por lo que es necesario verlo en conjunto con los otros

aspectos (el aporte económico y las cosas que hacen los hombres con y para sus hijas

e hijas que veremos adelante), para tener una mejor noción.

Con relación a la frecuencia con que los hombres ven a sus hijas e hijos es

posible hacer varias constataciones44 (Cuadro 21 y Cuadro 22). En primer lugar debe

señalarse que no cabe duda alguna que existe una dramática diferencia en cuanto a la

frecuencia que los hombres ven a los hijos e hijas dependiendo de si estos son de la

relación actual o de si se trata de hijos e hijas de otras relaciones. Efectivamente, la

gran mayoría de los hombres entrevistados ven a diario o casi a diario a hijos e hijas de

la relación actual: el 81% lo hace así con su hijo o hija mayor; el 90% con el o la

segunda y el 100% con el o la tercera.

Por otra parte, cuando se trata de los niños y niñas que estos hombres han

tenido con otras relaciones de pareja, es considerablemente menor la cantidad de los

43
Esto no es necesariamente cierto, especialmente en el caso de padres agresores, tema que escapó a
esta investigación.
44
En cuanto a la frecuencia que ve a hijas e hijos, hemos considerado a los hombres que tenían hijos e
hijas entre los 0 y los 19 años de edad.

109
entrevistados que los ve a diario o casi a diario. Efectivamente, ninguno de los

entrevistados veía a diario o casi a diario a sus hijos o hijas mayores (Gráfico 1); sólo

un 25% de los entrevistados veía con esta frecuencia a los segundos hijos o hijas y un

42.9% veía cotidianamente a su tercer o tercera hija.

Gráfico 1
Frecuencia con la que los padres ven a hijos e hijas de otras relaciones

100%

80%
Porcentaje

60%

40%

20%

0%
Hijos/as Segundos/as Terceros/as
Mayores Hijos/as Hijos/as
cada 6 meses 27,3 12,5 28,6
cada tres meses 27,3 12,5 0
1 a 3 veces por mes 36,4 37,5 28,6
1 o 2 veces por semana 9,1 12,5 0
a diario o casi a diario 0 25 42,9

Fuente: Cuadro 22

Como puede apreciarse en el Gráfico 1, los encuentros de los padres con sus

hijos e hijas de otras relaciones tienden a ser mucho más espaciados. Así, por ejemplo,

el 27% de los entrevistados veía a los hijos/as mayores una vez cada 6 o más meses,

otro 27.3% les visitaba cada 3 meses y un 36.4% de una a tres veces por mes.

110
Por otra parte, de los que tenían un segundo o segunda hija de otra relación, un

12.5% les veía cada seis meses, otro 12.5% cada tres meses, un 37 de 1 a 3 veces por

semana y sólo un 25% les veía a diario o casi a diario, como ya anotamos (Gráfico 1).

En el caso de los hombres que tenían un tercer hijo o hija de otra relación (en

este caso el menor de los tres hijos), un 28.6% les veía cada seis meses, otra

proporción igual de una a tres veces por mes y un 42.9% a diario o casi a diario (Gráfico

1).

En suma, puede decirse que los hombres frecuentan considerablemente menos

a los hijos e hijas de otras relaciones. Adicionalmente hay que anotar que entre los

mismos hijos e hijas de otras relaciones también existen diferencias, pues hay algunos

que son vistos con mucha mayor frecuencia que otros, lo que podría estar marcado por

un tipo de relación muy distinta de los hombres con las madres de sus hijos. También

es posible notar que son las hijas e hijos de menor edad los que son más frecuentados

por los entrevistados.

Existen al menos dos interrogantes que serían interesantes de responder y que

quedaron fuera de los márgenes de este estudio: ¿tienden a ser menos frecuente s los

contactos de los padres, conforme es mayor el tiempo de la separación de la pareja?

Cuándo los hombres ven a los hijos e hijas de estas otras relaciones ¿cuánto tiempo

invierte en ellos y ellas? Y, nuevamente ¿es menor este tiempo dedicado conforme más

lejana está la separación?. Este tipo de indicadores, combinados, también pueden

111
hablar de la calidad de la relación y de los factores que inciden en la calidad de la

paternidad.

112
Cuadro 21
Frecuencia con la que ve a hijos e hijas
de la relación actual, por edad de las niñas, niños y adolescentes /1
Frecuencia con que le ve
A diario 1o2 3o4 1a3 Cada 3 En pocas No
o casi veces x sem. veces x sem. veces x mes meses Ocasiones Contesta Total
Edad Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel.

Hijo/a #1
Menor de 1año 27 45,8 2 3,39 2 3,4 2 3,4 1 1,7 1 1,7 35 59,3
1 a 4 años 9 15,3 9 15,3
5 a 9 años 9 15,3 2 3,4 11 18,6
10 a 14 años 3 5,1 1 1,7 4 6,8
15 a 19 años
Total 48 81,4 2 3,39 2 3,4 4 6,8 1 1,7 2 3,4 59 100,0
Hijo/a #2
Menor de 1año 10 50 10 50
1 a 4 años 2 10 1 5 1 5 4 20
5 a 9 años 3 15 3 15
10 a 14 años 2 10 2 10
15 a 19 años 1 5 1 5
Total 18 90 1 5 1 5 20 100
Hijo/a #3
Menor de 1año 5 71,4 5 71,4
1 a 4 años 2 28,6 2 28,6
5 a 9 años 0
10 a 14 años 0
15 a 19 años 0
Total 7 100 7 100
/1: Se trata únicamente de niños y niñas y adolescentes menores de 20 años

113
Cuadro 22
Frecuencia con la que ve a hijos e hijas
de otras relaciones, por edad de las niñas, niños y adolescentes /1
Frecuencia con que le ve
A diario 1o2 1a3 Cada cada 6 o En pocas
o casi veces x sem. veces x mes 3 meses más meses Ocasiones Total
Edad Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel. Abs. Rel.

Hijo/a #1
Menor de 1año
1 a 4 años 1 9,1 1 9,1 2 18,2
5 a 9 años 1 9,1 1 9,1 1 9,1 1 9,1 4 36,4
10 a 14 años 1 9,1 1 9,1 2 18,2
15 a 19 años 1 9,1 1 9,1 1 9,1 3 27,4
Total 1 9,1 4 36,4 3 27,3 3 27,3 11 100

Hijo/a #2
Menor de 1año
1 a 4 años 1 12,5 1 12,5
5 a 9 años 1 12,5 1 12,5
10 a 14 años 1 12,5 1 12,5 2 25
15 a 19 años 2 25 2 25 4 50
Total 2 25 1 12,5 3 37,5 1 12,5 1 12,5 8 100

Hijo/a #3
Menor de 1año
1 a 4 años
5 a 9 años 1 14,3 1 14,3 2 28,6
10 a 14 años 1 14,3 1 14,3 2 28,6
15 a 19 años 1 14,3 1 14,3 1 14,3 3 42,9
Total 3 42,9 2 28,6 2 28,6 7 100
/1: Se trata únicamente de niños y niñas y adolescentes menores de 20 años

114
2.3. Actividades que los hombres realizan con hijas e hijos

El último aspecto considerado con respecto a las prácticas de involucramiento

paterno es el relativo al tipo de actividades que realizan los hombres con sus hijos e

hijas. Es importante tener en cuenta las diferencias de edades que tienen hijos e hijas,

así como las diferencias existentes entre los entrevistados en cuanto a la experiencia

paterna, pues para el 53.5% de los entrevistados, el niño o niña que llegaron a inscribir

era su primer hijo o hija, mientras que el 45.1% de los entrevistados, ya era padre con

anterioridad45.

2.3.1. Con hijos e hijas de la relación actual

En todo caso, existen tres tipos de actividades que los hombres principalmente

realizan con hijas e hijos de la relación actual: en primer lugar y preponderantemente

los hombres se dedican a la recreación y al juego (ir al parque, salir de paseo, jugar

fútbol), seguidos por la conversación y otras muestras de tipo afectivo. En este grupo se

encuentran especialmente los hombres con hijos e hijas que ya no son bebés.

En segundo lugar, otros hombres señalaron que daban muestras de tipo afectivo

a sus hijos e hijas de la relación actual, especialmente aquellos con niños y niñas recién

45
No se pudo obtener información sobre este aspecto del 1.4% de los entrevistados. Aquí nos
referiremos a hombres con hijos e hijas de edades no mayores a los 19 años que contestaron a nuestras
interrogantes (57 en total).

115
nacidos o de muy corta edad. También desarrollaban otros juegos, acordes con tales

edades.

Son muy pocos los hombres que desarrollaban actividades de cuido (o

reproductivas), cifra que apenas alcanzaba el 12% de los entrevistados, cuando se

trataba de los hijos e hijas mayores de la relación actual; ascendiendo al 18% cuando

se trataba de los segundos o segundas hijas y al 25% con los terceros o terceras hijas,

lo que es comprensible pues estos últimos son los menores de todos.46

2.3.2. Con hijos e hijas de otras relaciones

Los hombres entrevistados señalaron una mayor cantidad de actividades, así

como combinaciones de estas, al momento de describir lo que hacían con los hijos e

hijas de la relación actual. Esto no fue tan marcado cuando describieron lo que hacían

con los hijos e hijas de otras relaciones. Efectivamente, con estos últimos hijos e hijas,

una mayor proporción de los hombres desarrollaba fundamentalmente un solo tipo de

actividad, siendo nuevamente mayoritarios la recreación y el juego. Sin embargo, una

gran proporción privilegió la “conversación” como forma de relacionamiento. Otros

hombres no fueron tan específicos al señalar las actividades y simplemente señalaron

que “pasaban tiempo juntos”, su hijo o hija y él.

46
Debe tenerse en cuenta que los hombres que tienen segundos/as y terceros/as hijos/as con la relación
actual son considerablemente menos: mientras que 57 hombres nos brindaron información sobre sus
primeros/as hijos, sólo 22 dijeron tener segundos/as hijos/as y únicamente 8 terceros/as hijos/as.

116
Si se combina el indicador relativo al tipo de actividades que los hombres

realizan con sus hijos e hijas, con el indicador que mide la frecuencia de los encuentros,

puede señalarse que las prácticas de involucramiento paterno con los hijos e hijas de

otras relaciones tienden a ser menos comprometidas que con los hijos e hijas de la

relación actual. Esto se acentúa aún más al considerar que el aporte económico para la

manutención de los hijos e hijas de estas otras relaciones también es menos constante

o en algunos casos inexistentes.

Esta serie de constataciones permite afirmar que una política pública que busque

el fomento de paternidades corresponsables tanto en lo económico como en lo

reproductivo, así como sensibles, debe tomar en cuenta esta diversidad. Efectivamente,

es necesario tener en cuenta el desarrollo de mecanismos que contemplen situaciones

paternas tan variadas, incluso para un mismo hombre, si se desea un cabal

cumplimiento de los derechos de niñas y niñas, así como de las mujeres.

117
Conclusiones

Cualquier balance en relación con el involucramiento paterno, debe considerar,


necesariamente, al menos dos aspectos medulares e interrelacionados
que pueden ser separados únicamente con fines analíticos: uno que tiene que ver con
el contexto social en el que se produce la paternidad y otro que alude a las
experiencias de vida más concretas, es decir, a las diferentes forma que asume la
paternidad desde la vivencia más específica de los individuos.

Del contexto

En lo que al primer aspecto se refiere, es claro que ninguna paternidad se


construye en el vacío y que, más bien, es definida por elementos contextuales, es decir,
por aquellos factores vinculados a las relaciones sociales que producen instituciones
económicas, culturales y políticas. Esta institucionalidad se operacionaliza en los
individuos particulares bajo la forma de mandatos, es decir pautas culturales
generalmente aceptadas y que tienden a orientar las concepciones de mundo y las
forma en que las personas actúan. Uno de los mandatos a los que especial atención
hemos prestado a lo largo de esta investigación es el de la proveeduría, mandato que
se configura como punto de encuentro y síntesis de varias tendencias sociales: por una
parte el mercado (que necesita de fuerza de trabajo), y por otra parte el patriarcado,
(que construye una masculinidad hegemónica que contribuye a legitimar y a reproducir
desigualdades entre mujeres y hombres y el dominio de estos últimos sobre las
primeras).

Es bien sabido que, como tendencia general, esta confluencia produce un

hombre con un guión definido de manera bastante clara. Se trata de aquél que tiene el

imperativo de trabajar remuneradamente, es decir, que debe vender su tiempo y mano

de obra en el mercado de trabajo, por lo general fuera del hogar y que al asumir la

proveeduría como mandato de su género en el ámbito de lo público, se le ha eximido

118
socialmente de involucrarse en el cuido de hijos e hijas, así como en todos los

aspectos de tipo reproductivo que de este cuido se derivan. Como hemos mencionado,

con esta posición no sólo contribuye a la supervivencia del grupo sino que adquiere

prestigio y poder. A este respecto debe tenerse en cuenta, como señala Gilmore

(1994:219) que “en general, tanto los papeles de los varones como los de la mujer

consisten en reproducir estructuras sociales en lugar de recorrer un sendero,

socialmente neutro e irrelevante, de autorrealización personal”.

Otra gran tendencia social que ha merecido la preocupación de ciertos estudios


sobre la masculinidad hegemónica, aunque adoleciendo de una explicación contextual
más amplia, tiene que ver con las dificultades de expresión de afecto. Si bien la procura
de tal contextualización no ha sido el centro de atención de este estudio, (lo cual es
una tarea pendiente) cabría una breve reflexión al respecto. Siguiendo la línea
argumentativa de Gilmore, debe señalarse que la manutención de la familia se lleva a
cabo en el marco de un mercado de trabajo competitivo, y que la tendencia en dicho
mercado está marcada por la existencia de recursos escasos. Por esta razón la
virilidad47 se configura en una construcción social que no es otra cosa que una
inducción a un alto rendimiento en la lucha cotidiana por tales recursos. Tal pareciera
que esta inducción lleva implícita actitudes competitivas que requieren en mayor o
menor grado de la agresividad y de cierta dureza. Como señalara Gilmore (1994:215)
en la gran mayoría de las culturas se le pide a los varones que actúen como “hombres
de verdad”, adoptando una “doctrina viril del logro”, que es una “virilidad bajo presión”.
Se trata de una masculinidad que, independientemente de las condiciones
socioeconómicas persigue el logro del éxito respondiendo al predominio de la ideología
del mercado.

47
Gilmore denomina virilidad lo que aquí se ha denominado como masculinidad hegemónica, siguiendo
otros estudios sobre la masculinidad.

119
A este respecto no nos es posible dejar de pensar en aquellos hombres de

nuestra investigación que, perteneciendo a familias de bajos ingresos, han iniciado a

trabajar a muy tempranas edades lo que, sin duda alguna, les ha implicado enfrentar

condiciones de adversidad económica que no se corresponden con el adecuado

cumplimiento de los derechos de la niñez y la adolescencia. Entonces, tales

rigurosidades y durezas tienen un correlato en la construcción de la masculinidad y en

el tipo de posibilidades expresivas, mismas que se encontrarían restringidas en este

tipo experiencia de vida. Nuevamente confluirían dos grandes tendencias: aquellas

producidas por las desigualdades estructurales asociadas al capitalismo y aquellas

generadas por el patriarcado que, buscando reproducir la dominación masculina,

tienden a reducir la capacidad de empatía con la experiencia de aquellas las mujeres y

las personas menores de edad y a todas aquellas distintas a la experiencia

heterosexual masculina, lo cual va claramente en detrimento de mayores capacidades

expresivas.

De las concreciones y las particularidades

Ahora bien, aceptar que estas dos grandes tendencias de la masculinidad


hegemónica (la proveeduría y las limitaciones expresivas del afecto) construidas en el
contexto del capitalismo patriarcal, tienden a configurar identitariamente a los hombres,
no significa que no puedan existir variaciones cuando se considera a hombres
particulares48, según la evidencia de nuestro estudio. Es esto lo que nos ha llevado a
hablar de masculinidades (en plural), mismas que tienen su correlato en formas de

48
Resulta fundamental llevar a cabo indagaciones que permitan profundizar en el conocimiento de las
diferentes experiencias de vida y sus implicaciones sobre la forma en que posteriormente los hombres
ejercen su paternidad. Esto puede dar pistas que contribuyan a configurar paternidades más involucradas
en las diferentes funciones (económica, afectiva, de cuido).

120
involucramiento paterno diferenciadas. De ahí que cuando hablamos de
involucramiento paterno no estemos hablando de un tipo o modelo de paternidad sino
de estilos paternales distintos, a cuyo conocimiento nos hemos acercado al observar las
distintas formas que asumen lo afectivo, la crianza y la proveeduría entre los hombres.

Debemos dejar muy claro que de la variación existente en las formas de


involucramiento paterno respecto del guión tradicional arriba anotado, no se colige
necesariamente la existencia de formas más corresponsables ni más involucradas. En
otras palabras, la diversidad no siempre significa formas paternas que redunden en
mejores condiciones para niñas y niños. Efectivamente, de lo analizado a lo largo de
esta investigación es claro que las diferentes formas de involucramiento y evasión
paternas tienen implicaciones diferenciadas sobre niños, niñas y mujeres. Esto quiere
decir que los mandatos tienen una adecuación diferenciada y son fuente de múltiples
contradicciones cuando se analiza la experiencia de los hombres concretos. Sobre esto
caben algunas reflexiones.

La proveeduría: la contradicción paterna hecha fetiche

Hemos insistido que la proveeduría marca fuertemente la identidad de los


hombres, gran parte de los cuales tienden a actuar en consecuencia con este mandato.
Sin embargo, en esta investigación hemos podido detectar entre al menos una parte de
los hombres, puntos problemáticos y múltiples paradojas que se generan en el marco
de este mandato

Una primera gran constatación alude a que existe una homologación entre la
masculinidad proveedora (la cual responde ante el imperativo de proporcionar el
dinero), y la paternidad. De esta equiparación deriva una paternidad altamente valorada
por la capacidad de consumo en el mercado de bienes y servicios. En su manera más
extrema, y según el propio testimonio de los entrevistados, se trata de una paternidad
que es medida en función del consumo, lo cual quiere decir que es un buen padre
aquel con capacidad adquisitiva y, por exclusión, no lo es quien no cuenta con tal

121
capacidad. En esta medida, la proveeduría determina fuertemente la forma en que los
hombres se relacionan con sus hijos e hijas.

Esta situación nos habla de una paternidad regida por el fetiche del dinero, y por
lo tanto se trata de una paternidad en la que existe un sobredimensionamiento de la
proveeduría como eje de relacionamiento con niños y niñas, lo cual tiene contradictorias
implicaciones.

En primer lugar, el mandato de jugar el rol de proveedor lleva asociada la


legitimidad de no asumir labores de cuido de niños y niñas, retirando a los padres de las
funciones de tipo reproductivo. Sin duda alguna esto ha significado una desigual carga
de trabajo que va en detrimento de las mujeres, como han mostrado los estudios
feministas. Pero, aún más, ha marcado un alejamiento paterno respecto de ciertas
necesidades vitales tanto de niños y niñas, como de los padres mismos.
Efectivamente, no todos los hombres (de hecho sólo una pequeña proporción de ellos)
disfrutan del involucramiento en el cuido de niños y niñas, al realizar tareas como
bañar, dar de comer, entre otras. Al menos una buena parte de los que realizan estas
tareas, las vivencian más como posibilidades de vinculación afectiva que como
mandato, lo cual redunda en beneficios de niñas, niños y padres, así como de las
mujeres que ven reducida su carga de trabajo.

En contraposición, la paternidad proveedora, reducida al hecho de llevar dinero

al hogar, se presenta como una forma de afecto fetichizado en la medida en que el

sentimiento es depositado en un objeto (el dinero), el cual se constituye no sólo en

mediador de la relación entre padres e hijos/as, sino en su medida afectiva. Si bien no

se puede subvalorar la importancia que reviste la función de la proveeduría, tanto desde

la perspectiva del esfuerzo material como desde su connotación afectiva, tal pareciera

que la demostración afectiva por vía del dinero tiende a generar otro tipo de situaciones

problemáticas. En primer lugar, este tipo de demostración, al tener como intermediario

122
el dinero, se manifiesta de manera considerablemente menos directa que la

demostración por vías gestuales y verbales, restringiendo el desarrollo de otros vínculos

afectivos y con esto el desarrollo integral de niños y niñas y la posibilidad de formas

distintas de vivir la paternidad. Nuevamente hay que decir que esto tiende a supeditar

una relación tan compleja como la paternidad al hecho llevar dinero, lo cual va en

detrimento por un involucramiento paterno de carácter integral.

Ahora bien, un segundo aspecto problemático de este sobredimensionamiento


de la proveeduría como sostén del vínculo parental, tiene que ver con un aspecto
crucial: la forma en que es concebido el vínculo familiar. Alguna de la evidencia
recabada en este estudio, señala que entre algunos hombres, la familia es definida en
un sentido restringido, es decir que cubre especialmente a los hijos e hijas que los
padres tienen con la pareja actual, dejando en algunos casos al descubierto aquellos
hijos e hijas de otras relaciones.

De manera consecuente con esta concepción, algunos consideran que si hay


una separación y la mujer establece una nueva relación de pareja, los hombres ya no
deben dar dinero a sus hijas/os. Desde esta lógica es muy factible que cuando los
hombres ven a sus hijos e hijas cobijados por otra familia a la que ellos no pertenecen
(una relación de pareja entre la madre y otro hombre), consideren que ya no es su
responsabilidad velar por las necesidades económicas de su prole. Con toda seguridad,
esta misma lógica se aplica a ellos mismos, es decir, como hemos visto, una vez que
algunos hombres establecen nuevas relaciones, dejan de involucrarse con los hijos e
hijas de sus antiguas relaciones, lo cual va en menoscabo del cumplimiento de los
derechos de sus hijos e hijas. Alguna evidencia presentada en el Capítulo 4 sugeriría
que tal falta de involucramiento no se restringiría únicamente a la proveeduría, sino a
las otras funciones paternas. Este “ausentamiento” no es de extrañar si se considera
que la proveeduría ha sido el vínculo más desarrollado mientras se asumió a los hijos
de esta relación de pareja. De esta forma, la demostración del afecto tiende a llegar

123
hasta donde llega el compromiso económico en el contexto de la relación de pareja, lo
que no es suficiente para el desarrollo integral de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

Existe un argumento más que contribuye a explicar la fragilidad del


involucramiento paterno. Es claro que el capitalismo patriarcal ha efectuado una división
sexista y dicotómica del mundo: lo público contra lo privado; lo productivo contra lo
reproductivo; el mercado contra lo doméstico. A esta altura de la historia, sólo las
mujeres llevan adelante una ruptura que les ha permitido ingresar cada vez en mayor
medida a lo público y al mercado, aunque significándoles dobles y triples jornadas de
trabajo, pues este ingreso no ha ido acompañado (al menos no en una magnitud
comparable) con el involucramiento de los hombres en el mundo de lo privado, lo
doméstico, lo reproductivo. Resulta claro que esta configuración dicotómica tiene
efectos sobre la concepción de mundo de mujeres y hombres, y especialmente entre
estos últimos dada su mayor resistencia a jugar un papel en lo reproductivo. Esta visión
dicotómica pareciera haber contribuido a producir una separación, igualmente
dicotómica, mediante la cual los hombres visualizan a sus hijos e hijas en edades
tempranas49 como parte de una unidad con la madre, respecto de la cual los hombres
tienden a relacionarse marginalmente.

En esta segmentación contribuye no sólo el hecho que el dinero se constituya en

mediador de la relación hombres-hijos/as, sino que por mandato sea la madre quien

tenga que satisfacer el resto de necesidades vitales de niños y niñas, lo cual la vuelve

en un intermediario más entre los hijos y los hombres (ciertamente no por elección

propia, ni mucho menos de manera consciente). Esto contribuye a explicar por qué la

ruptura de la relación de pareja tiende a ir acompañada de la ruptura de las relaciones

de ciertos hombres con sus hijos e hijas. Tal situación pareciera develar las profundas

contradicciones del mandato de la proveeduría, en la medida que este se ve

49
No disponemos de evidencia que nos indique que esta visión continúe a mayores edades.

124
acompañado de conductas evasivas bajo condiciones como las señaladas. Esto

muestra, igualmente, la ausencia de mecanismos simbólicos que produzcan

condiciones paternas de mayor madurez, falta de madurez que se concreta en el

hecho de que la relación padre-hijo/hija se encuentra supeditada a los vaivenes de la

relación de pareja (padre-madre), de la cual pareciera depender en alto grado.

En el Capítulo 4 precisamente hemos visto como niños, niñas y adolescentes

tienden a quedar descubiertos del involucramiento paterno cuando los hombres

establecen nuevas relaciones. Cabría preguntarse si tal separación paterna se vuelve

más acentuada conforme transcurre el tiempo de la separación de la pareja y conforme

los hombres y las mismas mujeres recomponen su familia. Si bien hemos sostenido

como factor explicativo del desinvolucramiento la falta de desarrollo de otro tipo de

vínculos más allá de la proveeduría, resultaría importante analizar si existe otro tipo de

factores generados en el contexto de la nueva familia que podrían contribuir a acentuar

tal desinvolucramiento paterno con la familia anterior. Con mucha seguridad, el

testimonio de las mujeres puede aportar a este propósito.

El afecto y la crianza, más allá de la proveeduría

Por el enorme peso que tiene en la identidad paterna en un contexto capitalista


patriarcal, la proveeduría ha ameritado especial interés a lo largo de este texto. Sin
embargo, existen otros aspectos que resulta importante recapitular, antes de realizar
algunas sugerencias que se derivarían de esta investigación.

Uno de los aspectos más interesantes entre una parte considerable de los
entrevistados, es la posibilidad de pensar el afecto sin necesidad de mediaciones. Es

125
en esta dirección que cobra fuerza la expresión por vías gestuales como el abrazo y el
beso (que involucran un mayor contacto físico), así como por vías verbales, lo que
implica explicitar el amor que se desprende del vínculo paterno.

Por otra parte, en la investigación logramos detectar diferencias entre el deber


ser de la paternidad, la cual se encuentra más asociada a mandatos de género, y la
paternidad vivida desde el propio disfrute de los hombres. Esta distinción nos permitió
captar interesantes variaciones, pues desde la perspectiva del disfrute en algunos
casos los hombres se involucran tanto en el afecto como en el cuido, en mayor medida
que desde el deber ser del mandato.

También hemos podido evidenciar la importancia que tiene el juego en el disfrute


de la paternidad y la demostración del cariño por parte de los padres. Sin embargo,
tanto el juego como la demostración de cariño por vías gestuales y verbales, contienen
diferencias de género. Efectivamente, ha quedado patente que los padres hacen
distinciones en todas estas prácticas dependiendo de si se trata de una hija o un hijo:
con los hijos se tiene juegos de mayor actividad física, con las hijas caben mayores
posibilidades de demostración por vía gestual y verbal. Esto sin duda es parte de una
pedagogía de género que no es neutra, y que contribuye en la reproducción de
diferencias: por una parte frena en mayor medida las posibilidades expresivas de los
niños, y por otra, tiende a delimitar y restringir la territorialidad de las niñas frente a los
niños, así como sus posibilidades de desarrollo corporal y cognoscitivo, elementos
fundamentales en la reproducción del dominio patriarcal.

Ahora bien, es importante tener en cuenta que, aún con estos importantes
sesgos, tal evidencia exige relativizar ciertas posiciones existentes dentro los estudios
sobre masculinidades que sostienen que los afectos no juegan ningún papel en la vida
de los hombres, obviando las distintas manifestaciones existentes al respecto. También
nos llama la atención al respecto de tomar en cuenta a los padres no sólo como sujetos
que deben proporcionar afecto, sino como seres que disfrutan de la paternidad y que

126
ambos factores están fuertemente asociados a una relación paternal más cálida y
estrecha.

Un último conjunto de observaciones alude a la función de la crianza. A este


respecto es fundamental destacar la preocupación que existe entre los hombres por los
proyectos de vida de niños y niñas, lo cual es canalizado mediante el interés en la
educación formal así como mediante la formación de valores transmitidos por los
padres mismos. Este es un punto muy alto en el involucramiento paterno que es
necesario explotar y fomentar. Sin embargo todavía es necesario profundizar en el
conocimiento acerca de cuáles son los contenidos de la formación de valores que
transmiten los padres, pues alguna evidencia podría sugerir que reproducen diferencias
de género que tienden a coartar la libertad de las niñas en particular.

Aún con las limitaciones anotadas, estas evidencias hablan claramente de la


posibilidad de construir paternidades distintas, más satisfactorias y con beneficios para
los distintos agentes involucrados. También son un llamado de atención para investigar
las relaciones sociales que les han dado origen, y que estarían marcando una
disidencia respecto a otro tipo de contextos sociales como los aquí analizados. Poder
identificar las características y diferencias que guarda esta diversidad de contextos
aportará pistas que orienten acciones transformadoras.

Retos para la construcción de paternidades involucradas

La complejidad que encierra la construcción de paternidades involucradas es

alta, pues es necesario avanzar hacia una construcción identitaria de los hombres que

no esté centrada en el mandato de la proveeduría y que, por lo tanto, éste mandato

deje de ser parámetro y medida de la paternidad. Es decir, se trata de desestructurar la

proveeduría como vínculo predominante y sobredimensionado de las paternidades.

Esto no significa en lo más mínimo que los hombres dejen de contribuir

127
económicamente a la manutención de su(s) familia(s)50, sino que deben trascender la

proveeduría como mandato patriarcal que se afinca en su identidad. Precisamente la

noción de involucramiento paterno, ha buscado dar elementos para problematizar el

fuerte contenido patriarcal que tiene el término responsabilidad en nuestro contexto, sin

dejar de considerar que los hombres deben asumir necesariamente su participación en

el cumplimiento de los derechos de niños, niñas y de las mujeres mismas. En este

sentido, el concepto de involucramiento buscaría trascender el término

“responsabilidad”, pero incluyéndolo ya no como mandato patriarcal, sino como

compromiso del cual los hombres se apropien necesariamente en el marco de los

arreglos de pareja alternativos al orden existente. En todo caso, se trata de una

discusión en ciernes que es necesario potenciar.

La tarea radicaría en avanzar hacia la configuración de una identidad inclusiva de


una mayor cantidad de formas de relacionamiento y en donde proveer no vaya en
detrimento del cuido, de la demostración y vivencia del afecto en condiciones de
igualdad para niños y niñas.

Así pues, se trata de la construcción de paternidades con valores humanos


distintos a aquellos asociados al dominio; a la desigualdad de oportunidades que se
derivan de las diferencias de género y de clase; distintos a la competencia y a la
depredación, así como a la falta de involucramiento en la resolución de las necesidades
vitales de los otros. Se trata de la transformación de un sistema de género que produce
y reproduce inequidades y patrones diferenciados, que no brindan espacios para la
elección de paternidades y maternidades desde formas distintas. Esto hace necesario
propiciar la transformación de aquellos factores sociales que generan paternidades

50
No podemos dejar de insistir que en la pareja pueden existir arreglos en que los hombres se dediquen
fundamentalmente a lo reproductivo, mientras que las mujeres asumen la proveeduría.

128
poco o nada involucradas con niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Mientras estos
factores sociales persistan, paternidades realmente involucradas no serán posibles.

Si bien esta tarea de transformación social resulta abrumadora, es igualmente


necesaria. Existen elementos que pueden contribuir con esfuerzos ya existentes que
nos interesa señalar.

En primer lugar, el concepto de involucramiento paterno aquí esbozado, si bien

es preliminar, puede brindar una orientación al respecto de las áreas en que es

necesario trabajar para el desarrollo de vínculos más fuertes entre los padres y sus

hijos e hijas. Debe ser tomada en cuenta la necesidad de problematizar la concepción

existente al respecto de la proveeduría y las diferencias de género al momento de

involucrarse en las distintas funciones.

Mientras tanto, deben ser aprovechadas otras situaciones que pueden potenciar

el involucramiento paterno: el cuido como situación de disfrute paterno y el interés por

la formación de niños y niñas, son aspectos a ser considerados como punto de entrada

en el fomento de tal involucramiento.

Un segundo elemento que resulta imprescindible en el cambio cultural es la

necesidad de independizar la relación que los hombres tienen con sus hijos e hijas del

tipo de relación que tengan con sus madres.

Asociado a lo anterior, un tercer elemento a considerar deriva de la

diferenciación que realizan los hombres con sus hijos e hijas, dependiendo de si se

129
encuentran o no cubiertos/as por la relación de pareja que en la actualidad mantienen.

Esto permitiría que los niños y las niñas no se encuentren sujetos al vaivén de las

relaciones de sus padres.

Desde esta perspectiva, el norte que orienta la construcción de nuevas formas

paternales es el desarrollo de un mayor involucramiento en las distintas funciones,

facilitando que los hombres dejen de ser personajes marginales para convertirse en

sujetos activos en la resolución de las distintas necesidades vitales de sus hijos e hijas.

Este es un cambio paulatino que puede generar angustia y resistencia, pero los

hombres pueden al mismo tiempo verse compensados con el desarrollo de vínculos

afectivos más fuertes y gratificantes para ellos mismos.

Deben buscarse espacios adecuados para desarrollar acciones formativas con


los hombres, desarrollando un trabajo directo con estos. Dada la preocupación de los
padres en relación con la formación de sus hijos e hijas, el kinder, la escuela y el
colegio puede ser espacios privilegiados para el fomento de este vínculo.

El desarrollo de talleres de sensibilización y de escuelas para padres en el

contexto de organizaciones sociales pueden ser mecanismos que faciliten la labor de

cambio. El personal masculino de las instituciones del estado es un público cautivo al

que se podría llegar con la coordinación interinstitucional adecuada.

Sin embargo, este es un camino que no depende únicamente del cambio cultural

de los hombres, pues un mayor involucramiento en labores de cuido y crianza (alistar e

ir a dejar a la escuela, asistir a reuniones de “padres” de familia, etc.) exigen mayor

130
cantidad de tiempo, y por lo tanto, cambios societales más complejos que contribuyan

con mejores condiciones económicas para proveer y para involucrarse plenamente en

las funciones paternas.

En el campo legal, el involucramiento puede ser fomentado con leyes que

promuevan las incapacidades o bajas por paternidad, y no sólo por maternidad, las

cuales pueden ir acompañadas por mecanismos de apoyo a los padres que se acojan

a ellas y que garanticen el efectivo uso del tiempo por parte de los hombres en las

labores de crianza. Esto no sólo pasa por el despliegue de dispositivos de seguimiento

y observación de los hombres que se acojan a estas incapacidades o bajas por

paternidad, sino de mecanismos de apoyo en el ámbito cultural que contrapesen las

tendencias simbólicas que van en detrimento del involucramiento paterno. Sin agotar el

tema, habría que señalar al respecto la necesidad de deconstruir entre los hombres

concretos, el fuerte peso que se otorga a la crianza como un asunto de mujeres. Esta

asociación, en el contexto de una cultura misógina y homofóbica, produce una gran

resistencia hacia el involucriamiento de los padres en este tipo de labores ante el temor

a ser percibido como “menos hombres”. Las escuelas para padres, grupos de “apoyo”,

talleres de sensibilización, entre otras formas de recreación cultural adscritas a centros

de salud, Ministerios y demás Instituciones del Estado, así como a organizaciones

sindicales y sociales en general, centros de trabajo privados, entre otros espacios,

pueden generar un efecto demostrativo de la posibilidad de construir formas paternales

alternativas y satisfactorias.

131
Sin duda alguna, estas experiencias deben ir de la mano de amplios procesos de
investigación que permitan una base informada para dirigir la toma de decisiones. En
nuestro medio, la investigación es aún incipiente, por lo que las aristas a indagar son
múltiples. Los resultados de nuestra investigación brindan algunas posibilidades de
indagación que es conveniente señalar para el avance en el campo de la
corresponsabilidad familiar, la vivencia de paternidades más plenas, la construcción de
proyectos de vida autónomos de las mujeres, entre otros aspectos. Un esbozo general
y no del todo exhaustivo, nos permite ubicar varias grandes vetas de investigación:

1. La historia de vida de los hombres como hijos, de manera tal que se analice la
manera en que sus propios padres y madres contribuyeron a configurar su
estilo paternal (desde la ausencia, la violencia, el involucramiento, los
mandatos, etc.). Utilizando una perspectiva comparada, esto puede dar pistas
de los diferentes tipos de socialización y sus efectos en la constitución de
diferentes formas de paternidad.
2. Los cambios generacionales en el ejercicio de las paternidades.
3. Las concepciones de las mujeres en torno a las paternidades y su incidencia
en la reproducción del modelo tradicional o en la construcción de formas
alternativas.
4. Las relaciones de poder que establecen los hombres tanto con la pareja actual
como con las pasadas, con miras a indagar acerca de cómo el ejercicio de
determinados tipos de paternidad inciden en la calidad de vida de las mujeres
(en lo económico, en el uso del tiempo, en la autonomía),
5. La influencia de las diferentes formas paternales sobre la definición de los
proyectos de vida de sus hijos y e hijas, indagando cómo dichas paternidades
inciden sobre su autonomía y el control de su cuerpo, sobre sus posibilidades
expresivas, su decisión profesional, etc.
6. Las fuentes ideológico-institucionales que refuerzan las concepciones
tradicionales de la paternidad o que facilitan formas alternativas.

132
Desde nuestra perspectiva, todo proceso de indagación debe tomar siempre en

cuenta que la paternidad es una construcción social que implica a diversos agentes,

tanto en la familia como fuera de ella, lo que la hace una experiencia fundamentalmente

relacional y diversa. En este sentido, en su configuración median y se entremezclan

relaciones de género, clase, etnia, opción sexual, de discapacidad, etc.

Por otra parte, es claro que la búsqueda del involucramiento paterno debe

ameritar un nuevo contrato entre mujeres y hombres, en el que la corresponsabilidad

sea la orientación principal, ameritando que tanto hombres como mujeres desempeñen

por igual las diferentes funciones necesarias para la crianza de hijos e hijas.

Sin duda alguna, todo apunta a que uno de los requerimientos esenciales en

materia de paternidad radica en el desarrollo de acciones que contribuyan a crear un

ambiente cultural que apoye y propicien cambios sustantivos entre los hombres, de

manera que, a su vez, estos se constituyan en sujetos activos de futuras

transformaciones.

133
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Leyes

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Instituto, 2001 (Colección Legislación; no.8 Leyes; no. 8)

Periódicos

La Nación, miércoles 17 de mayo del 2000, pág.8A.

La Prensa Libre, 31 de agosto de 2001, pág.13.

135
ANEXO 1

Pasos para la inscripción de hijos e hijas con el apellido del padre


¿Qué dice la Ley de Paternidad Responsable? 51

Establece un procedimiento administrativo ágil para la inscripción con el apellido del


padre, de los hijos e hijas de madres no unidas en matrimonio. Es un trámite
estrictamente personal y confidencial que puede utilizar la madre, en representación de
su hijo o hija menor de edad cuyo nacimiento aún no se encuentra inscrito en el
Registro Civil, al momento de declararlo solicitando que se investigue la paternidad. Las
personas ya inscritas sin el apellido del padre pueden iniciar un proceso judicial de
investigación de paternidad, el cual debe contar con el acompañamiento de un abogado
o abogada y presentarse al Juzgado de Familia más cercano al lugar de residencia.

Procedimiento de inscripción de hijos e hijas con el apellido del padre

Cuando el o la bebé nace...

• La madre puede declarar el nombre del presunto padre ante una persona
funcionaria del Registro Civil en las oficinas de esta institución o en el Hospital, para
lo cual es importante que la madre tenga a mano los siguientes datos del padre:
NOMBRE COMPLETO, NÚMERO DE CÉDULA, DIRECCIÓN EXACTA (para
notificarlo), LUGAR DONDE TRABAJA, TELÉFONO, FECHA DE NACIMIENTO.

• La persona que registra está en la obligación de explicar a la madre la


importancia de acogerse a esta Ley. Si la madre no tiene información sobre el
padre declarado, puede acogerse a la Ley, y posteriormente acercarse a la oficina
del Registro Civil más cercana a completar la información y así poder continuar con
el trámite.

• El Registro Civil notificará personalmente al padre declarado y le dará 10 días


hábiles para que se presente a esta oficina para que acepte o no la paternidad. Si
acepta la paternidad o no se presenta dentro de los 10 días, la niña o el niño se
inscribirá con su apellido y el de la madre.

• Si el padre declarado se presenta al Registro Civil y no acepta o duda de la


paternidad, se le dará una única cita de forma gratuita para realizar la PRUEBA DE
ADN en el laboratorio de la Caja Costarricense de Seguro Social y determinar con
certeza si es el padre o no.

En caso de ser citado al laboratorio de ADN: deben presentarse el padre declarado,


la madre y el niño o niña de manera PUNTUAL y deben llevar la CÉDULA DE
IDENTIDAD. En caso de que el padre declarado y/o la madre sean menores de edad,
51
Documento elaborado por el Área de Construcción de Identidades y Proyectos de Vida, Eje Corresponsabilidad en
la Crianza de niños y niñas del Instituto Nacional de las Mujeres.

136
deben ir acompañados de una persona conocida que porte algún documento de
identificación.

¡Recuerden que esta es una prueba científica 100% confiable en su resultado!

• Si el resultado de la prueba es positivo, el Registro Civil inscribirá al niño o la niña


con los apellidos del padre y la madre.

• Si el resultado es negativo, la inscripción se mantendrá solo con los apellidos de la


madre.

• Si el padre declarado no se presenta o se niega a realizar la prueba de ADN se


inscribirá al niño o niña con su apellido.

Cobro judicial de gastos de embarazo, maternidad y obligación alimentaria

Una vez inscrita la niña o el niño con el apellido del padre, la madre podrá gestionar el
cobro de gastos por embarazo y maternidad por un año después del nacimiento. Por
eso se recomienda guardar la mayor cantidad de facturas y comprobantes de gastos
en que la madre incurra para presentarlos al cobro. La cantidad reembolsada será
ordenada por un juez o jueza de acuerdo a las posibilidades económicas del padre.

• La inscripción de la paternidad permite que el niño o niña reciba el derecho a


alimentos, el derecho a la herencia y demás derechos derivados de la relación
jurídica padre/hijo o hija, desde el momento en que se inscribe con su apellido
hasta los 25 años, si estudia.

• Si el padre se niega a cumplir con esta obligación, la madre puede iniciar el trámite
de pensión alimentaria en el Juzgado de Pensiones Alimentarias más cercano a su
lugar de residencia.

137
138
139
ANEXO 2
Registro Civil: Informe de estado de aplicación de la Ley de Paternidad Responsable
del 27 de abril de 2001 al 31 de julio de 2002

Pruebas de Citas Pocos datos


Provincia Casos Casos en Declaración Casos por de A.D.N. A.D.N. Citatorios del padre
ingresados estudio voluntaria notificar Pendientes otorgadas devueltos 1/ declarado 2/

San José 3965 278 2310 574 49 178 364 252


Alajuela 921 58 370 209 27 77 101 79
Cartago 425 37 257 53 4 20 25 29
Heredia 968 --- 707 99 3 17 79 68
Guanacaste 505 --- 240 141 2 42 68 47
Puntarenas 630 21 312 123 20 54 42 58
Limón 952 63 484 181 12 49 107 56
Especial 2 0 --- --- --- 1 --- 1
Total 8368 377 4680 1380 117 438 786 590
Fuente: Departamento de Inscripciones del Registro Civil

1/ Se trata de aquellos citatorios que se envían a los padres declarados para que se presente al Registro Civil y que
por alguna razón no han podido ser entregados.
2/ Se trata de aquellos casos en que la información suministrada por la madre es incompleta.

140
ANEXO 3

FORMULARIO DE LA ENCUESTA SOBRE ACTITUDES DE LOS HOMBRES HACIA LA


PATERNIDAD

NÚMERO DE CUESTIONARIO__________
NOMBRE DEL ENCUESTADOR O ENCUESTADORA__________________________
LUGAR DE LEVANTAMIENTO DE LA INFORMACION__________________________
FECHA DE LEVANTAMIENTO DE LA INFORMACIÓN_____/____/____

PRIMER CUESTIONARIO

LEER AL ENTREVISTADO. Un grupo de profesionales, en colaboración con el Registro Civil, se


encuentra realizando una investigación sobre paternidad para saber qué es lo que opinan/opinamos los
hombres sobre este tema. Por esto, necesitamos su apoyo contestando algunas preguntas. Todo lo que
usted y los demás entrevistados contesten será estrictamente confidencial.

PRIMERA PARTE INFORMACIÓN GENERAL SOBRE EL PADRE

1. ¿Cuál es su edad, en años cumplidos? _______________

2. ¿Cuál es su nacionalidad?____________________

3. ¿En qué provincia de Costa Rica, o en qué otro país nació? ________________

1. San José 2. Alajuela 3. Heredia 4. Cartago 5. Puntarenas 6. Guanacaste


7. Limón 8. Nicaragua 9. Otro __________________

4. ¿En qué provincia reside actualmente?

1. San José 2. Alajuela 3. Heredia 4. Cartago 5. Puntarenas 6. Guanacaste


7. Limón

5. ¿Cuál es su ocupación? ________________

6. ¿A qué edad comenzó a trabajar? ________________

7. Se encuentra trabajando actualmente? 1. Si. 2. No

8. Cuáles son sus ingresos (en colones).

1 menos de 43.000 5 de 148.001 a 216.000


2 de 43001 a 70.000 6 de 216.001 y más.
3 de 70.001 a 95.000 7 Actualmente no tiene ingresos
4 de 95.001 a 148.000

141
9. ¿Cuál es el último grado o año que aprobó en la enseñanza formal?

1 Ningún grado 6 Secundaria completa


2 Prepratoria o Kinder 7 Parauniversitaria
3 Primaria incompleta 8 Universitaria incompleta
4 Primaria completa 9 Universitaria completa
5 Secundaria incompleta

10. ¿Cuál es su estado civil actual?

1.Casado 4.Separado 7. Separado en unión libre


2. Soltero 5. Divorciado 8. Divorciado en unión libre
3. Unión Libre 6. Viudo 9. Viudo en unión libre
10 Soltero en unión libre

11. Qué tipo de trámite viene a realizar:


1 Inscripción por notificación.
2 Inscripción por su propia cuenta.
3 Solicitud de prueba de ADN por duda de paternidad (pasar a pregunta 18)
4 Solicitud de prueba de ADN por rechazo de paternidad (pasar pregunta 18)

12. Edad de la madre del hijo/a que está inscribiendo, en años cumplidos.__________
13. Ocupación de la madre del hijo/a que está inscribiendo._______________
14. Estado civil actual de la madre del hijo/a que está inscribiendo.

1.Casada 4.Separada 7. Separada en unión libre


2. Soltera 5. Divorciada 8. Divorciada en unión libre
3. Unión Libre 6. Viuda 9. Viuda en unión libre
10 Soltera en unión libre

15. ¿Ha tenido algún hijo o hija que haya fallecido?

98. Si (cuantos) 99. No

16. ¿En el caso del hijo que está inscribiendo, qué es lo que sintió usted cuando supo que iba a ser padre?

17. ¿Hace cuanto tiempo nació su hijo o hija? (pasar a pregunta 19)

18.¿Cuál es la razón que lo motivó a solicitar la prueba de ADN? (pasar pregunta 23)

142
19. ¿Cuál es la razón que lo motivó para venir a inscribir a su hijo/a?

20. ¿Porqué no lo inscribió antes?

21. ¿Deseaba Usted tener este hijo?


1. Si 2. No

22. ¿Había planeado tener este hijo?


1. Si 2. No

23. ¿Es la primera vez que tiene un hijo?


1. Si (pase al segundo cuestionario. Pregunta 25) 2. No (siga)

SEGUNDA PARTE: OTROS/AS HIJOS/AS DE LA MADRE DEL/A HIJO/A QUE

INSCRIBE

24.¿Tiene hijos o hijas con la madre del niño/a que está inscribiendo o del que está pidiendo la prueba?
Especifique cuantos.(Nota: aclarar que incluye el que está inscribiendo)

_______ (99= ninguno. Pasar a pregunta 31)

25.¿Vive usted actualmente con la madre de este o estos os hijos?

1. Si. 2. No

26. Los hijos que ha tenido o ha adoptado con esta mujer ¿Con quién viven?

1.00 Con la pareja (pase a la preg. 29)


2.00 Con el entrevistado (pase a la pregunta 28)
3.00 Con la madre (pase a la pregunta 28)
4__ Con otros familiares (especifique con cuales)______________________
(pase a la pregunta 28)
5__ Otro (especifique)_______________________ (pase a la pregunta 28)
6.00 Algunos con la madre y otros con el entrevistado (siga: pregunta 27)

27.¿Cuántos de sus hijos o hijas viven con Usted?______________

28.¿Cuál es la razón por la que estos hijos e hijas viven con las personas que Usted mencionó con
anterioridad?

29. A continuación vamos hacerle una serie de preguntas sobre la relación que Usted tiene con estos hijos
e hijas comenzando con el mayor (ACLARAR: CON LA MADRE DEL HIJO QUE ESTÁ
INSCRIBIENDO).

143
2 4 5 6 7

Este hijo/a Edad Sexo del Con que Cuando lo/la ve qué ¿Aporta Ud.
Núm es: hijo/a frecuencia le ve cosas hace con el o ella Económicamente para
ero 1.Adoptado. 1. Hombre. (ya sea actividades mantenerle?
del 2.Asumido. 2.Mujer recreativas o de crianza 1-No aporta
Hijo/a 3.Biológico 2-Por medio de pensión
3-Aporta regularmente
4-Eventualmente

30. Califique si la relación que Usted mantiene con la madre de estos hijos es

1.00 Muy Buena


2.00 Buena
3.00 Regular
4.__ Mala (especifique porqué) ____________
5.__ Muy Mala (especifique porqué) ___________

TERCERA PARTE: HIJOS/AS DE OTRAS RELACIONES

31. ¿Tiene hijos/as de otras relaciones?

98. Si (cuantos)______ 99. No (Pase a la pregunta 38)

32. ¿Con cuantas mujeres tiene Usted hijos/as? ________

33.¿Con quién viven los hijos de esas relaciones?

1.00 Con el entrevistado (pase a pregunta 35)


2.00 Con la madre (pase a pregunta 35)
3.00 Con otros familiares (pase a pregunta 35)
4.__ Otro (especifique cuáles) ___________________________________ (pase a
pregunta 35)
5.00 Una parte del tiempo viven con la madre y otra parte con el padre (pase a 35)
6.00 Algunos hijos viven con la madre y otros con el entrevistado (pase a 34)

144
34. Cuántos de sus hijos o hijas viven con Usted? ______

35. Cuál es la razón por la que estos hijos e hijas viven con las personas que Usted mencionó con
anterioridad (Nota, Mencionar: con Usted, con la madre, otros familiares, etc., según la respuesta del
entrevistado)?

36. A continuación vamos hacerle una serie de preguntas sobre la relación que Usted tiene con sus hijos.
Por favor identifique a cada uno de sus hijos e hijas según de qué madre son, comenzando con el primer
hijo que tuvo

NOTA: PREGUNTAS PARA COMENZAR A GUIAR

Con cuantas mujeres ha tenido hijos (Llenar Casilla “Número de Madre)


Cuántos hijos tuvo con cada una de ellas (Llenar Casilla Número Hijos/as)

Madre Hijo/a Sex Edad Con que Cuando lo/la ve ¿Aporta Ud.
Número o frecuencia qué cosas hace Económicamente
1. le ve con el o ella (ya para mantenerle?
Núme Hom sea actividades 1-No aporta
ro) bre. recreativas o de 2-Por medio de
2. crianza pensión
Muje 3-Aporta
r regularmente
4-Eventualmente

37. Señale en cada caso, el tipo de relación que Usted mantiene actualmente con las madres de sus hijos
o hijas. Por favor comience con la madre del primer hijo que tuvo.

Muy Buena Buena Regular Mala Muy Mala


Madre N°1 1 2 3 4 5
Madre N°2 1 2 3 4 5
Madre N°3 1 2 3 4 5
Madre N°4 1 2 3 4 5

145
38. Cuando hay un problemas serios en la relación entre el padre y la madre ¿Considera Ud que esto
afecta negativamente la relación que los hombres tienen con sus hijos e hijas? Por favor señale porqué y
en qué cosas?

SEGUNDO CUESTIONARIO

CUARTA PARTE: MASCULINIDAD

39. ¿Cuál es el deporte, actividad... que más le gusta?

40. ¿Lo practica? 1. Si 2. No

41. ¿Cuales son las características q ue usted valora más de su personalidad como hombre?

42. ¿El hecho de ser padre figuraba entre sus aspiraciones? 1. Si 2. No

43.¿ En qué momento sintió usted que ya era un hombre?

44. Enumere por orden de prioridad, qué es lo que le hace a una persona ser hombre: (escojer
tres. Mostrar tarjeta N°1)

1 Tener su primer trabajo____ 6 Formar una familia____


2 Ser padre____ 7 Tener éxito en el trabajo____
3 Tener relaciones sexuales____ 8 No tener ninguna atadura a nada____
4 Ganar su primer sueldo____ 9 Otro(especifique)_______________
5 Tener una relación estable_____

45. ¿Qué considera Usted que es ser un buen padre?

46. ¿Cree que podría criar a su hijo o hija solo? Por favor justifique su respuesta.

QUINTA PARTE: AFECTO

47. ¿Cómo le demuestra usted a un hijo varón que se le quiere?

48. ¿Cómo le demuestra usted a una hija que se le quiere?

49. Escoja entre las siguientes opciones la forma más corriente en que Usted saluda o
saludaría a su hijo varón:
1. Dándole un abrazo
2. Dándole un beso
3. Dándole unas palmadas
4. Mediante un saludo verbal

146
5. Un apretón de manos
6. Otro (especifique)___________________________________________

50. ¿Les nace a los hombres decirles a los hijos varones que los quieren?
1. Si 2. No

51. ¿Porqué?

52. ¿ Les nace a los h ombres decirles a sus hijas que las quieren?
1. Si 2. No

53 ¿Porqué?

54 Escoja entre las siguientes opciones la forma más corriente en que Usted saluda o saludaría
a su hija:
1. Dándole un abrazo
2. Dándole un beso
3. Dándole unas palmadas
4. Mediante un saludo verbal
5. Un apretón de manos
6. Otro (especifique)__________________________________________

55. Un padre tiene que decirle a su hijo/a que le quiere


1. Cada vez que lo ve
2. De vez en cuando
3. En ocasiones especiales
4. Pocas veces
5. Nunca
6. Otro (especifique)______________________________________________

56. Para demostrarle a su hijo que se le quiere, cuales de las siguientes opciones que le
mostramos en la tarjeta escogería Ud. Puede escoger un máximo de tres opciones.(Mencione
por orden de preferencia)(Mostrar tarjeta N° 2)

1 Trabajando para que no le falte nada_____


2 Dándoles buenos estudios_____
3 Dándoles valores para la vida_____
4 Castigándolos para que sean personas de bien_______
5 Siendo cariñosos_____
6 Concederles lo que pidan_____
7 Abrazándoles y besándoles cada vez que está con ellos o ellas_____
8 Expresando con palabras cuanto se les quiere_____
9 Estando pendientes de sus trabajos escolares_____
10 Compartiendo con ellos y ellas actividades recreativas o de
diversión_____

147
57.Cuáles son los momentos que los padres disfrutan más con sus hijos varones. Mencione
hasta tres situaciones.

58. Cuáles son los momentos que los padres disfrutan más con sus hijas. Mencione hasta tres
situaciones.

59. En cual de las siguientes circunstancias especificadas en la tarjeta que le mostramos,


besaría usted a un hijo varón. (Mostrar tarjeta N° 3)

1 En cualquier lugar y circunstancia


2 Sólo en la casa
3 En lugares públicos como un parque o la calle
4 En el estadio
5 En ninguna circunstancia porque a los hombres no se les besa
6 Otro (especifique)_________________________________

60. En cual de las siguientes circunstancias especificadas en la tarjeta que le mostramos,


besaría a una hija. (Mostrar tarjeta N° 4)

1 En cualquier lugar y circunstancia


2 Sólo en la casa
3 En lugares públicos como un parque o la calle
4 En el estadio
5 En ninguna circunstancia porque a las hijas no se les besa
6 Otro (especifique)___________________________________

61. De las siguientes opciones especificadas en la tarjeta que le mostramos, señale qué es lo
que a los hombres más les gusta del hecho de ser padres. Escoja una de las
respuestas.(Mostrar tarjeta N° 5)

1 Bañar a los hijos/as cuando son bebés


2 Darles de comer cuando son bebés
3 Llevarlos a la escuela
4 Llevarlos a parques o lugares de juego
5 Jugar al fútbol
6 Cumplir llevando la plata a casa
7 Cuidar que no los falte de nada
8 Darles regalos porque simplemente les nace
9 Contarles sus experiencias para que aprendan
10Enseñarles a vestirse
11 Ninguno
12 Otro (especifique)________________________________

SEXTA PARTE: CRIANZA

Señale si está Muy de Acuerdo, De Acuerdo, En Desacuerdo o Muy En Desacuerdo con cada
una de las siguientes afirmaciones:

62. Llevar a los hijos e hijas al médico le corresponde a las madres

148
1. Muy de Acuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy En Desacuerdo

63. Los hombres no deben cambiar pañales

1. Muy de Acuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy En Desacuerdo

64 Es a las mujeres a quienes corresponde ayudarles a hijos e hijas en las tareas


escolares

1. Muy En Desacuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy de Acuerdo

65 Cuando la madrea falta es preferible que a los niños y las niñas les cuide otra mujer
de la familia y no el padre

1. De Acuerdo 2. Muy En Desacuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy de Acuerdo

66 No es responsabilidad de los hombres alistar a los niños y a las niñas para ir a la


escuela

1. En Desacuerdo 2. De Acuerdo 3. Muy de Acuerdo 4. Muy En Desacuerdo

67 Es asunto de las madres asistir a las reuniones de padres de familia de la escuela o


colegio

1. Muy de Acuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy En Desacuerdo

68 Acompañar a los hijos varones a las actividades deportivas es algo que sólo los
padres deben hacer

1. En Desacuerdo 2. De Acuerdo 3. Muy de Acuerdo 4. Muy En Desacuerdo

69 Acompañar a las hijas a las actividades deportivas es algo que sólo las madres deben
hacer

1. Muy En Desacuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy de Acuerdo

70 Cuando se trata de castigar a los hijos e hijas, las mujeres se pueden hacer cargo de
los castigos menores, pero es el padre quien debe impartir los castigos mas fuertes.

1. Muy de Acuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy En Desacuerdo

71 Las decisiones más importantes en la crianza de los hijos deben ser tomadas por los
hombres.

1. Muy de Acuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy En Desacuerdo

72 El ejemplo que los hijos varones deben seguir es el del padre, mientras que las hijas
deben seguir el ejemplo de las madres.

1. De Acuerdo 2. Muy En Desacuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy de Acuerdo

149
73 Cuando en la noche los bebés lloran son las mujeres las que deben atenderles.

1. Muy de Acuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy En Desacuerdo

74 A las mujeres les corresponde criar a los hijos siguiendo las decisiones del padre.

1. De Acuerdo 2. Muy En Desacuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy de Acuerdo

75 Darles las medicinas a los hijos les corresponde a las madres.

1. Muy de Acuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy En Desacuerdo

SÉPTIMA PARTE: PROVEEDURÍA

Si el hombre es quien provee económicamente el hogar, por favor mencione quien debe decidir
en qué se gasta la plata en los siguientes casos: (Leerles las respuestas)

76 la compra de la comida de los los/as hijos/as :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

77 la compra de los útiles escolares :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

78 la compra de la ropa de los los/as hijos/as :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

79 la plata que se les da a los los/as hijos/as para sus gastos :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

Si la mujer es quien provee económicamente el hogar, por favor mencione quien debe
decidir en qué se gasta la plata en los siguientes casos: (Leerles las respuestas)

80 la compra de la comida de los/as hijos/as :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

81 la compra de los útiles escolares :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

82 la compra de la ropa de los los/as hijos/as :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

83 la plata que se les da a los los/as hijos/as para sus gastos :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

150
Si tanto el hombre como la mujer son quienes proveen económicamente el hogar, , por
favor mencione quien debe decidir en qué se gasta la plata en los siguientes casos: (Leerles
las respuestas)

84 la compra de la comida de los los/as hijos/as :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

85 la compra de los útiles escolares :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

86 la compra de la ropa de los los/as hijos/as :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

87 la plata que se les da a los los/as hijos/as para sus gastos :


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________
Señale si está Muy de Acuerdo, De Acuerdo, En Desacuerdo o Muy En Desacuerdo en
las siguientes afirmaciones.

88 Estar sin empleo es una razón valedera para que los hombres no vean por sus hijos

1. Muy de Acuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy En Desacuerdo

89 Cuando un hombre no ama a la madre de sus hijos, es comprensible que no se haga


cargo de ellos.

1.Muy En Desacuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy De Acuerdo

90 En la familia, lo mejor es que sea el hombre quien lleve el dinero y que la mujer se
haga cargo de la crianza de los hijos.

1. En Desacuerdo 2. De Acuerdo 3. Muy de Acuerdo 4. Muy En Desacuerdo

91 Cuando los hijos son fruto de una aventura, los hombres no tienen porqué hacerse
cargo de ellos

1. De Acuerdo 2. Muy En Desacuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy de Acuerdo

92 Un hombre que no tiene trabajo no puede ser un buen padre

1. Muy de Acuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy En Desacuerdo

93 Cuando la madre de los hijos vive con otro hombre, los padres ya no tienen porqué
seguir dando plata para sus hijos.

1. Muy En Desacuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy De Acuerdo

94 La función más importante de un padre dentro de la familia es que lleve el dinero

1. Muy de Acuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy En Desacuerdo

151
95 Cuanto más dinero lleve al hogar un padre, mejor padre es.

1. Muy de Acuerdo 2. De Acuerdo 3. En Desacuerdo 4. Muy En Desacuerdo

Por favor señale quien es preferible que realice las siguientes actividades:

96 Ir a comprar los alimentos de los hijos e hijas


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

97 Ir a comprar los útiles escolares


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

98 Ir a comprar la ropa de los hijos e hijas


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________

99 Darle a los hijos e hijas dinero para sus gastos personales


1.00 la madre. 2.00 el padre 3.__ Otro (especifique) ___________
100. Cuando hay problemas serios en la relación entre el padre y la madre ¿Considera
Usted que esto afecta negativamente la relación que los padres tienen con sus hijos e hijas?
Señale porqué.

101.¿Con quién se crió Usted?


1. Con su padre.
2. Con su madre.
3. Con su padre y su madre.
4. Otro(especificar)_______________

102.¿ Cómo le educó a Usted la persona que lo crió?

103. ¿ Conoció a su padre?

1. Si 2. No (pasar pregunta 105)

104. ¿Cómo fue la relación con su padre?

105. ¿Ha oído hablar de la nueva Ley de Paternidad Responsable?


1 Si 2 No (pasar pregunta 107)

106. ¿Qué opina Usted sobre la nueva Ley de Paternidad Responsable?

107. Tiene alguna sugerencia que hacer o algún comentario sobre la encuesta que acaba de
contestar:

Agradecerle su colaboración al entrevistado y despedirlo. Notas:

152
Índice

Presentación

Agradecimientos y Reconocimientos

Indice de Cuadros y Figuras

INTRODUCCIÓN

El involucramiento paterno en la crianza


Variables para la medición del involucramiento paterno
Sobre las actitudes y las prácticas de involucramiento paterno
Apuntes sobre la masculinidad hegemónica
Aspectos de Orden Metodológico
Del perfil de la población entrevistada

Primera Parte: Actitudes Hacia el Involucramiento Paterno

Capítulo 1. La Masculinidad y el mandato de la proveeduría


1. Mandatos de la masculinidad y paternidad
2. El papel de la responsabilidad en la paternidad
3. A manera de cierre

Capítulo 2. Proveeduría vrs. Crianza en la Función Paterna

1. El mandato de la proveeduría en la función paterna


1.1. Factores culturales que fragilizan el involucramiento paterno

2. La Función paterna de la crianza: involucramiento en las tareas del cuido


2.1. El involucramiento paterno en la decisión acerca del objeto del
gasto y en la compra de bienes de primera necesidad

3. A manera de cierre

Capítulo 3: Afectividades paternas: ¿la expresión coartada?

1. Las concepciones acerca del significado de lo que es ser un “buen padre”

2. Involucramiento paterno en lo Afectivo: las vías de la demostración del afecto

2.1. El cuido: un factor muy poco considerado por los padres como forma de
demostración del afecto

153
3. La otra cara del involucramiento paterno en lo afectivo: el disfrute de los
padres

4. La demostración del afecto y el disfrute paternos siguen patrones de género

4.1 De la demostración del afecto

4.2 Del disfrute paterno

5. La gestualidad del afecto

Segunda Parte: Prácticas Paternas

Capítulo 4. Inscripción de niños y niñas y Prácticas Paternas

1. Inscripción de niñas y niños ante el Registro Civil

1.1. Los trámites realizados por los entrevistados ante el Registro Civil

1.2. La inscripción de niños y niñas: aspectos relevantes

1.3. Los tiempos de inscripción que emplearon los hombres entrevistados

1.4. Lo que motiva a inscribir a niños y a niñas

1.5. Motivos por los que no se inscribió a los hijos e hijas con anterioridad

1.6. Motivos para solicitar la prueba de ADN

2. Prácticas de involucramiento paterno

2.1. El aporte económico a la manutención

2.2. Frecuencia con la que los hombres ven a sus hijas e hijos

2.3. Actividades que los hombres realizan con hijas e hijos

2.3.1. Con hijos e hijas de la relación actual

2.3.2. Con hijos e hijas de otras relaciones

Conclusiones

154
Bibliografía

ANEXO 1 Pasos para la inscripción de hijos e hijas con el apellido del padre ¿Qué dice
la Ley de Paternidad Responsable?

ANEXO 2 Registro Civil: Informe de estado de aplicación de la Ley de Paternidad


Responsable del 27 de abril de 2001 al 31 de julio de 2002.

ANEXO 3 Formulario de la encuesta sobre actitudes de los hombres hacia la paternidad

155

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