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Asignatura: Seminario Historia

Profesor: Álvaro Menanteau

Alumno: Miguel Espinoza

Miguel Ángel Marín - El público – Tendencias y desafíos de la programación musical.

En este informe pretendo interpretar y dilucidar lo que plantea Marín en su texto


“Tendencias y desafíos de la programación musical”, y específicamente en el punto tres en el
cual habla sobre el público como uno de los factores determinantes de este campo.

Lo primero que nos plantea el autor es que el factor del público es el que genera mayor
interés y dedicación por parte de un programador musical, y que el motivo de este sería que el
público tiene un impacto directo en la denominación de “exitoso” en un programa musical al
ser los que demuestran a través de la asistencia, miden el éxito de la propuesta y además están
directamente relacionados con el financiamiento de estos éxitos de taquilla. Lo que puedo
interpretar de esta primera idea es que el público en parte podría influir muy directamente en
la planificación de un programador y de un intérprete, quizás más directo de lo que uno es
consciente.

Lo segundo que plantea el autor es que las instituciones son las que tienen que sostener
el ámbito artístico-musical, por ende, necesitan generar ingresos y además son quizás las más
indicadas para lograr este cometido, además el autor las cataloga como una especie de mecenas
de estos tiempos o lo compara con aquel concepto.

Lo tercero que plantea Marín es que el primer objetivo del “Programador Musical” es
captar público, además nombra el impacto de las redes sociales y su rol dentro de la
programación, pero aclara que, serían las características que tiene un programa musical el
factor determinante en la asistencia a este. Lo que entiendo es que siempre el programa o
propuesta artística sería lo mas importante para captar público, ya que sin este factor los demás
podrían ser estériles. Por lo tanto, hay un impacto directo del público hacia la elección del
programa musical.

Lo cuarto que se plantea en el texto es la dificultad que tendría un “Programador


Musical” para seleccionar las piezas y tratar de satisfacer las preferencias de un público,
resumiéndose esta decisión tan importante casi a la mera intuición de programadores e
intérpretes. Acá el autor expone tres comportamientos perceptibles los cuales podrían ayudar
a medir de manera un poco más “objetiva” la medición del “éxito” de un programa musical:

a) Intensidad de los aplausos


b) Abandonos a mitad de concierto
c) Índice de ocupación

Lo que siento es que el autor trata incesantemente encontrar una respuesta un poco más
racional con respecto al público, quizás algo estadístico, algo comparable o comprobable que
se pueda analizar y tener una respuesta concreta (Con respecto al público). Además, el autor
admite que estos comportamientos espontáneos por parte del público son tremendamente
determinantes a la hora de elegir un programa musical.

Ahora en este punto el autor comienza a asumir y barajar algunas tesis con respecto a
la existencia de varios roles o perfiles en un mismo público y a tratar este concepto de “público”
como algo plural y no singular, los cuales tendrían distintas expectativas y capacidades de
escucha dependiendo de las experiencias de cada individuo además de aclarar de que no se ha
podido comprobar una relación entre la capacidad de escucha y el estrato social de la persona.
A mi criterio esto dejaría en claro la importancia de una educación musical y que no sería tan
influyente a menos que sea un caso extremo la realidad económica de una familia, ahora solo
me refiero a la educación musical u conocimiento del repertorio ya que asistir a estos eventos
sería algo completamente distinto y si pudiese entrar a jugar un rol importante el estrato social.

Acá Marín cita a un sociólogo y filósofo de nombre Theodor W. Adorno, quien en los
años sesenta clasifico a los tipos de públicos u oyentes respecto a sus comportamientos en 8
grupos

1) Experto
2) Buen oyente
3) Consumidor cultural
4) Oyente emocional
5) Oyente resentido
6) Experto en jazz
7) Oyente entretenido
8) Oyente indiferente (No música y anti musical)

Me llama la atención en esta clasificación que exista un ítem al experto en Jazz de manera
exclusiva, si bien el jazz a grandes rasgos siempre ha estado en el limbo entre lo que es música
“docta” y “popular” sigue siendo un estilo como el Rock, Pop, Heavy metal, Trash metal, Etc.
Quizás no estoy tomando en cuenta la elaboración “superior” o más “compleja” que tendría el
Jazz y que quizás las alejarían de ser solo un estilo y quizás un campo más amplio, de igual
modo me planteo la siguiente pregunta a título personal ¿Qué factor hace que el Jazz tenga
un oyente propio o un perfil de escucha único?. Si, bien hay que acotar de que esta
clasificación se hizo a mediados de los sesenta por ende hoy quizás no lo aplicarían con tanta
propiedad. Bueno, Marín es más directo que yo y plantea de que estando de acuerdo o no con
estas clasificaciones un programador debe considerar al menos la existencia de distintos
públicos para desarrollar su trabajo y nos plantea su propia clasificación de los tipos de
públicos u oyentes en 5 grupos:

1) El experto y buen oyente


2) El consumidor de cultura
3) El emocional
4) El resentido
5) El entretenido
A partir de esta clasificación Marín plantea un nuevo desafío con respecto al la identificación
de cada uno de estos perfiles y el porcentaje que habría de cada uno de ellos en la sala de
conciertos, algo tremendamente complicado tomando en cuenta de que esto se está basando
en percepciones subjetivas. El autor de este artículo sigue empeñado en encontrar una
respuesta racional o comprobable quizás en números ojalá (Al menos eso pienso), pero,
aunque así fuera y pudiéramos elaborar estadísticas completas sobre los tipos de públicos en
una sala, ¿estos valores o cantidades no serían variables con respecto a la pieza puntual que
se ejecuta? En otras palabras, lo que planteo es que un oyente puede cambiar su perfil o
grupo de público dependiendo de la pieza que se está ejecutando, por ejemplo: yo voy a un
concierto y hay repertorio orquestal el cual no manejo muy bien y otro que no manejo nada
por ende, si comienzan tocando quizás la Sinfonía n°9 “del nuevo mundo” de Dvorak, podría
escucharla como experto y buen oyente como lo cataloga Marín, ahora posteriormente
interpretan la sinfonía 3 de Mendelssohn, podría pasar a ser un oyente emocional, y todo esto
en un solo concierto.

Finalmente, el autor alude al sector en el cual se maneja o se desarrolla un


programador, ya que tiene que complacer a los distintos tipos de público a pesar de que estos
muchas veces tiene preferencias inconscientes y que pueden entrar en conflicto consigo
mismos, pero sin embargo, estos son los que financian a las instituciones, para finalizar con la
siguiente pregunta abierta, ¿Implica esta circunstancia una cierta obligación moral por parte
del programador para atender a los gustos establecidos o, por el contrario, precisamente la
financiación pública impone, por así decir, caminar en movimiento contrario para favorecer lo
desconocido?. A mi criterio y mi humilde opinión es que debe haber un poco de ambos, una
parte de interpretar repertorio probado y aprobado por los públicos en general y también
aportar exponiendo nuevos repertorios o materiales para cumplir ese rol de prevalencia y de
enriquecimiento cultural.

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