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Guión Cien Años de Soledad

Capitulo: VIII,IX y X

Integrantes: Raúl Astete, Nicolás Badilla, Catalina Inostroza, Carlos Gutiérrez y Sebastián Peña

Primer Acto:

Escenografía: En el escenario debe estar presente como estructura base, una mesa con sillas,
ambientación con imágenes en las paredes, procurando dejar el espacio suficiente, para que
los personajes puedan desplazarse sin ninguna dificultad cuando lo ameriten. Los mismos
personajes de la obra se encargarán de ir haciendo las modificaciones a la escenografía.

Capitulo VIII

Escena 1: En la ciudad de Macondo en un extremo del escenario se encuentra Aureliano


Buendía, con un aspecto cansado y extremadamente deshumanizado, y en el otro está
Gerineldo Márquez. Cada uno está sentado frente a una mesa, con una pluma en la mano y el
teléfono en otra.

Narrador: Aureliano Buendía y Gerineldo Márquez inician una conversación para definir temas
relacionados con la guerra.
Gerineldo: Aureliano, necesitamos reabastecer a las trincheras del sector oriente, todos los
botiquines de la zona se quedaron sin parche curitas.
Aureliano: (con una voz un poco alegre y cálida) Tranquilo Gerineldo, ellos sabrán como
arreglárselas, sólo nos queda confiar.
Gerineldo: Entiendo, ¡Viva el partido liberal!
(Ahora se acerca algún individuo del grupo sosteniendo un cartel que diga “poco tiempo
después -y algunas guerras perdidas-).
Gerineldo: Aureliano, hemos perdido a más de la mitad de nuestros adherentes, ya no nos
quedan más opciones, ¿qué debemos hacer?
Aureliano: (con la mirada-y la mente- perdida) beep, beep ,beep weeeuuu
weeeeuuuuweeeuuuuu (sonidos de mono)
Narrador: Lo que algún día fue para Gerineldo una pasión, hoy es simplemente un recuerdo,
por eso prefiere mantener su cabeza ocupada en otras cosas. Como en Amaranta, por
ejemplo.

Escena 2: Sale del escenario Aureliano. Gerineldo se levanta de la silla y ubica en frente de
Amaranta apenas ella aparece en el escenario, existe una conversación de buen trato entre
ambos.
Gerineldo: Buenas tardes señorita, ¿cómo ha estado?
Amaranta: ¿No gustaría pasar a tomar una taza de café?
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Gerineldo: Si no es mucha la molestia.
Amaranta: (suspiros) No, no lo es.

(Gerineldo y Amaranta entran y se sientan en la mesa, Gerineldo toma las manos de Amaranta
y las comienza a oler lascivamente).

Gerineldo: ¡AAAAAHHHHHH! podría estar aquí todo el maldito día joder, creo que la amo
(acompañado con más gritos orgásmicos, sin soltar las manos de Amaranta).
Amaranta: Gerineldo, ¿usted está hablando en serio? (aleja sus manos bruscamente).
Gerineldo: Es la única certeza que he tenido en mi vida, querida. Estoy dispuesto a dejar todo,
incluso la guerra por su mano (mirándola a los ojos).
Amaranta: ¿No crees que estamos un poco viejos para este tipo de juegos?, olvidémonos de
esto para siempre, además, yo a ti te quiero como a un amigo.
(mientras hablan, Gerineldo entristece. El teléfono suena y Gerineldo va a contestarlo, mientras
Amaranta se retira del escenario.)
Gerineldo: Hola, Gerineldo Márquez al habla.
Aureliano: (Aureliano se encuentra fuera del escenario quien llama a Gerineldo ): Al habla el
coronel Aureliano Buendía, he estado intentando comunicarme contigo, pero supuse que
estarías donde Amaranta. Llamaba para informarte que el pabellón social fue desbaratado, los
libros del rincón B12 ya fueron quemados. Esta información puede ser útil, sin embargo, sigo
creyendo que esta guerra está estancada… (Aureliano sigue hablando, con muchos
tecnicismos, pero es interrumpido por Gerineldo)
Gerineldo: (tocándose el corazón) ¡Aureliano! (tras este grito Aureliano se calla), está lloviendo
en Macondo (dice tristemente).
Aureliano: No seas pendejo, Gerineldo. La lluvia es algo completamente natural, y además
estamos en agosto. ¿Qué acaso crees que tengo tiempo para perder? (de manera violenta, la
llamada se corta)
Gerineldo: Dos meses sin hablar y aun así Aureliano fue muy agresivo. Por favor Aureliano,
cuídate el corazón, te estas pudriendo vivo (lo dice para sí mismo , se retira del escenario
Gerineldo).
Narrador: El transcurso de la guerra había privado a Aureliano de su escaza humanidad, pero
en el momento más crítico y decisivo, Aureliano comprendió que sufría por la incertidumbre de
su corazón. Fue entonces que, a modo de protección, decidió que ningún ser humano, ni si
quiera su madre, se le aproximara a menos de tres metros.

Escena 3: Aparece Aureliano Buendía, dos extras y Teófilo Vargas, quien se encuentra
enterrando un afilado cuchillo en la mesa. En este caso se encuentran los 4 sentados en una
mesa grande, con colillas de cigarros por montón y vasos de algún licor fuerte servidos en el
centro.

Aureliano: He convocado esta segunda asamblea entre los que yo considero las partes más
importantes del bando rebelde… (formal).
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Teófilo: ¿Por qué debería importarme a mí, Teófilo Vargas, como me consideres? Yo tengo el
poder, bastardo. No sabes nada, has nacido en una cuna de oro y ahora quieres jugar a la
guerra. Yo y mis hombres estamos dispuestos a pelear por la causa, pero no por un niñito
malcriado como tú (exaltado).
Aureliano: Tranquilo Teófilo… (Teófilo toma la silla y la estampa fuertemente contra el piso,
posteriormente se va).
Teófilo: Anda a laar (lentamente, casi deletreándolo. Acompaña aquella frase levantando su
dedo del medio).
Aureliano: (reemplazando aquella tranquilidad pacifica que en algún momento suscitó por una
veraz determinación) Este hombre es realmente peligroso para nosotros ¿Qué haremos con
él?
Extra 1: ¿Y si lo matamos?
Aureliano: (guarda silencio por un momento, como si estuviera reflexionando lo que aquella
persona dijo) No esperen a que yo dé la orden.
Narrador: Quince días después, el cuerpo del coronel Teófilo Vargas fue encontrado, había
sido casi completamente despedazado con un machete. Este hecho significó el verdadero
ascenso de Aureliano Buendía, el mismo día asumió el mando central. Ahora poseía tanto
poder que no era capaz de entenderlo.

Escena 4: Pasaron los quince días y debido a las consecuencias de la guerra, Aureliano se
ve obligado a negociar alianzas o tratados. En una de las entrevistas aparecen dos
empresarios que vienen a ofrecerle una oferta que se tienta a aceptar. En esta escena sería
correspondiente vestir a Aureliano con una manta (para denotar su decadencia mental) y a los
dos extras que estaban en el lugar con una corbata, para simular que son los empresarios. En
esta escena Gerineldo también se encuentra en la misma mesa.

Aureliano: Adelante caballeros, estoy dispuesto a escuchar sus propuestas


Extra 1: Tenemos muchos planes para ofrecerle, mire nuestro folleto (le entrega un cuaderno
con las propuestas escritas)
Aureliano: (leyendo) Bla Bla Bla, … “Queremos que renuncie a la lucha contra la iglesia, que
renuncie a la revisión de títulos de propiedad de la tierra y que también renuncie a la aspiración
de igualdad entre hijos legítimos y naturales”. ¿Entonces sólo estaríamos luchando por el
poder?
Extra 2: En un principio, después ustedes verán.
Aureliano: Bueno, viéndolo así…(pensando) creo que no tengo ningún inconveniente en
aceptar.
Gerineldo: (casi gritando) Me disculpa coronel, pero esto es considerado traición en 25
estados.
(Hubo un silencio que se hizo tan largo como para que la obra dure lo necesario y los
integrantes tengan un 7, antes de que la obra siga Aureliano mira su reloj)

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Aureliano: (Levanta la pluma que tenía en la mano y la revienta en la mesa, después suspira).
Entrégueme sus armas, ¡ahora!

Gerineldo: (consternado, pero aceptando su destino, se saca la pistola del calcetín y la deja
encima de la mesa, sigue sacándose armas del cuerpo indefinidamente).
Aureliano: Vaya al cuartel ahora, usted queda en disposición de los tribunales revolucionarios
(golpea con un martillo la mesa y dice caso cerrado)
(los dos extras de la mesa se levantan y esposan a Gerineldo).
Narrador: dos días después Gerineldo Márquez, acusado de alta traición, es condenado a
muerte. El remordimiento carcome el encadenado corazón de Aureliano y, agraviado por una
visita de su madre, recuerda que Gerineldo era lo más cercano a un amigo que tenía, por lo
que decide rescatarlo.
(Gerineldo, con su destino ya aceptado, las manos atadas y los ojos vendados, espera
tranquilamente la muerte. Sin embargo, aparece Aureliano)

Gerineldo: Oh gran deidad, no sé si llamarte Buda, Alá o Jesús. Pero por favor, considera mi
arrepentimiento.
Aureliano: No hay nada de que arrepentirse Gerineldo. Vámonos de aquí.
Gerineldo: Aureliano, por favor vete. Prefiero morir antes que verte transformado en un
chafarote.
Narrador: -Momento cultural: en algunos países de Centroamérica, la palabra chafarote se
utiliza para referirse a un militar de alto grado que es un ignorante o un insensato.
Aureliano: No tienes para que verme, ponte tus zapatos y ayúdame a terminar esta guerra de
mierda. No importa si perdemos o ganamos.
Narrador: Tras este hecho, Aureliano luchó incansablemente por terminar esta guerra,
dejando en su corazón una única certeza. Estaba luchando por su propia liberación. Sin
embargo, se había vuelta osado, pues aseguraba (esto lo dice el personaje, no el narrador)
Aureliano: “Morirse es mucho más difícil de lo que uno cree”

Escena 5: Se encuentran Amaranta y Úrsula en su casa, ellas ven a Aureliano entrar. La sala
de estar es lo único que se verá en escena y estará compuesta por un sofá, una mesa con un
teléfono y una alfombra.

Úrsula: Al fin tendremos a un hombre en la casa.


Aureliano: (entra y parece no reconocer a Amaranta)
Amaranta: Soy yo, Amaranta y aquí está Úrsula. ¿Qué no nos reconoces?
Aureliano: Es horrible como pasa el tiempo.
Amaranta: (ofendida) Cuando te vuelvas a ir, trata de recordar al menos como somos.
Aureliano: Os pido perdón, es que la guerra ha acabado con mi sentido de la decencia.
Narrador: Aureliano pasa algunos días en casa, hasta que llega Gerineldo.
Gerineldo: Buenos días Aureliano, es hora de ir a la ceremonia.
Úrsula: Aureliano, prométeme que pensaras en tu madre.
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Escena 6: Gerineldo y Aureliano llegan al mismo lugar de la escena 3 y 4, hay una mesa y están los dos empresarios que serán testigos de
la firma definitiva del tratado. En esta ocasión la mesa está mucho más limpia e incluso decorada con un florero.
Narrador: Llegan Gerineldo y Aureliano para firmar el tratado de paz, finalmente pondrán fin
algún fin a la guerra.
Extra 1: Aquí están los documentos, ¿quién comienza a firmar?
Aureliano: (levanta la mano para firmar el acuerdo)
Gerineldo: coronel, háganos el favor de no ser el primero.
(Entre la gente que está sentada en la mesa, el papel corre y las firmas ocupan ya casi todo el
papel.)
Aureliano (mientras firma) Finalmente paz, quizá transitoria, pero en esencia es paz.
(Se levanta de la silla y se dispara en el vientre)
Narrador: Así fue como Aureliano, para no aceptar su destino, se dispara en el vientre. Sin
embargo, se dispara en la mancha de yodo que anteriormente le había pedido a su médico
dibujar, una zona en la que la bala atravesaría de una manera limpia, sin tener implicancias
vitales.
(Integrante del grupo se desliza en una patineta por el frente del escenario captando la atención
con un cartel que indica cambio de capitulo.)

Capitulo IX
Escena 7
Se encuentran los hermanos en la sala de clases junto con el profesor Melchor, José lleva una
camisa verde, y Aureliano una blanca. Ambos poseen una cruz con su respectivo nombre. El
profesor imparte la clase. La sala corresponde a tres mesas con sus respectivas sillas, en cada
pupitre hay un cuaderno cerrado y no hay lápices a la vista. El único que parece estar poniendo
atención a la clase es el profesor en su pizarra.

Melchor: (Mirando a la clase) Y por esto es que la relatividad general no puede ser aplicada a
todos los ámbitos.
(Se gira para terminar de escribir la ecuación, mientras a su espalda los hermanos Buendía se
intercambian las camisas y las cruces con sus iniciales)
Melchor: (Volviendo hacia Aureliano, pensando que este es José) Entonces José ¿entendiste
algo?
Aureliano Segundo: (riéndose) Soy Aureliano Segundo, no José.
Melchor: (anonadado) Pero si tú tienes la camisa verde, no me tomen el pelo chicos
José: (adelantándose a Melchor) Yo también soy Aureliano profesor, o ¿acaso no se da
cuenta?
Melchor se desmaya.

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Escena 8
José pregunta al coronel Gerineldo por una visita al pelotón de fusilamiento, este a su vez le
comenta la necesaria autorización de Úrsula. Se encuentran caminando por el pasillo de la
mansión. Para esta escena no es necesario utilizar mesas ni sillas, ambos personajes caminan
por el escenario sin limitación alguna.
José: (Intrigado) Entonces, ¿si Úrsula me da permiso podrás acompañarme al pelotón de
fusilamiento?
Gerineldo: Por su puesto, como te lo prometí. Será tu obsequio de cumpleaños.
José: (Apurando el paso) ¿Qué estamos esperando? Vamos a buscarla ahora mismo.
Gerineldo: (Parado) Paciencia, todo llega a su tiempo. Incluso algún día podrías estar del otro
lado del fuego…
José: (Girándose hacia Gerineldo) No lo creo, y menos lo espero.
Gerineldo: (señalando a Úrsula, quien cruzaba en dirección a la cocina) Ahí va, mejor
démonos prisa antes de que la perdamos.
(Persiguen a Úrsula hasta su habitación)
José: (Con voz firme) ¿Puedo ver al pelotón de fusilamientos?
Úrsula:(Enojada) ¿Por qué mejor no te fusilas el cerebro y dejas de preguntar estupideces?
José: (Sorprendido) Vamos a ver, soy bastante grande ya como para estar pidiéndote permiso
por todo. (Mirando a Gerineldo) Podemos ir sin más, no necesitamos la autorización de esta
señora.
Úrsula: (Furiosa) Vaya mocoso por dios ¿Que dice usted coronel, puede controlarlo para que
no se le escape?
Gerineldo: Por su puesto señora, no ha nacido persona que pueda amansarme… Excepto…
(Añorando a amaranta)
Úrsula: (Riéndose) Aunque me duela, dejare a Manuela. Bastante de bromas, es tarde ya
debo descansar, que mañana a primera hora se acerque al pelotón y vea la triste realidad de
lo que genera esta guerra sin sentido. Ahora retírense.
Gerineldo: (Hacia José) Está hecho. Por cierto, (con los ojos vidriosos) ¿podría despedirme
de Amaranta? la he ida a buscar, pero no me toma en cuenta.

Escena 9
Mientas José descubría su verdadera vocación junto con Gerineldo en el campo de
fusilamiento, A Aureliano se le ocurría destripar los secretos guardados en aquella puerta
misteriosa de la casa, por lo que busca a Úrsula para que le brinde ayuda. Como en el caso
anterior, la escenografía en esta escena es algo más sencillo, sólo se requiere de una puerta
o separación para dar a entender que entran al cuarto de Melquiades y de una silla.

Aureliano Segundo: (Intrigado) Úrsula, ¿qué se encuentra en aquella habitación desgastada?


Úrsula: (Pensativa) Pues… es bien simple, el personaje que hizo posible todo lo que somos
hoy en día, Melquiades. Era su cuarto
Aureliano Segundo: (Llevándose el dedo a la boca en señal de pensar) ¿Por casualidad no
tienes las llaves?
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Úrsula: Si por supuesto déjame buscarlas, las debo de haber escondido por alguna parte
(Gritando) Sirvienta hazme el favor de traerme las llaves, ahora.
Sirvienta Nº1: Por su puesto señora, de inmediato señora. (Se retira y vuelve con un manojo
de llave) Aquí están
Úrsula: (Probando las llaves) A ver… veamos. tu … o tal vez tu … no … mhhh …. Ajam
(Acertando con la llave morada y entregándosela a Aureliano) Aquí están, toda tuya. Solo
procura limpiar este lugar. Huele horrible.
Aureliano Segundo: (inquieto) muchas gracias.
(Termina la conversación de Ursula y Aureliano Segundo, Ursula se retira del escenario y
aparece Melquiades quien se encuentra con un gran humo emanando de algún extraño lugar,
llega a mitad del pasillo, gira la silla y estaba ahí un ser extraño con barbas locas, que fumaba
un gran porro, además de estar repleto de blin blins y dientes de oro.)

Melquiades: (Con forma de Snoop Dogg) Pasa, pasa, Bienvenido a mi crib, toma asiento. ¿A
qué se debe esta visita?
Aureliano Segundo: (Incrédulo) Me habían dicho que estabas muerto
Melquiades: (dando una inhalación fuerte al pito que llevaba en su mano derecha) Por
supuesto que no, el alma nunca muere, ¿quieres aprender algo interesante?
Aureliano Segundo: (Inquieto) Por supuesto, ¿Qué debo hacer?
Melquiades: (Pensativo) Es bien simple, pásame esas hojas que están en la repisa
Aureliano Segundo: (Tomando el paquete de hojas, inspeccionándolo. Se lo entrega a
Melquiades con recelo) ¿Son textos para transmutar oro no? ¿Para eso quieres el papel?
Melquiades: (Dudoso) No, pero con las hojas antiguas haces unos porros de calidad
impresionante. (armando uno) Aparte te concentras más en lo que haces con ellos.
Aureliano Segundo: (Incrédulo) ¿Seguro? ¿Podrías convidarme un poco entonces?
Melquiades: (Levantándose de su asiento, abraza a Aureliano) Por supuesto hijo, bienvenido
al mundo de los alucinógenos, perdón del oro. Que tus pescados de oro queden hermosos.

(Se retiran los personajes del escenario mientras un Integrante del grupo se desliza en una
patineta por el frente del escenario captando la atención con un cartel que indica cambio de
capitulo)
Capitulo X
Escena 10
(Fernanda y Aureliano Segundo se encuentran en Macondo y discuten fuertemente. Fernanda
mantiene una dicción perfecta en todo momento, además viste como una virgen. Por su parte,
Aureliano Segundo viste ropa más sencilla para la vida en el campo.)

Fernanda (Con tono furioso se dirige a Aureliano Segundo): llevamos dos meses de casados
y no has podido olvidar a Petra Cotes, la vieja de tu amante, la hiciste vestir como reina de
Madagascar, que vergüenza. Volví a esta casa en el medio de la nada, únicamente para que
no siguieras llorando y suplicando.

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Aureliano Segundo (Con tono irónico): Te prometo Fernandita que nunca más, en toda mi
vida volveré a ver a esa mujer, ni a ninguna otra.
(Aparte, dirigiéndose al público): Mentira… ya sabe Dios qué volveré más temprano que
tarde.
Fernanda: (Con actitud desafiante y presuntuosa): Mira Aureliano Segundo creo que tú no te
das cuenta con quién estás casado… La ciudad donde crecí tenía treinta y dos campanarios
que tocaban a las seis y ¿Aquí?...
Recuerda que yo vengo de la realeza, en mi hogar, la casa señorial de la ciudad, solo se
escuchaban melancólicos ejercicios de piano, no como aquí que escuchan solo música de
carnaval…
Aureliano Segundo (Un poco irritado por la actitud de Fernanda): La vida no es tan mala aquí,
todos se conocen, además recuerda tú también que mi familia fundó este pueblo y no te olvides
que El Coronel Aureliano Buendía es mi familia también…
Fernanda (Interrumpe bruscamente a Aureliano): Bah, ese liberal revolucionario, quizá el día
menos pensado vuelva armar otra guerra…
Aureliano Segundo (Como dando una advertencia): Cuidado Fernanda… no te metas en esos
asuntos…
Fernanda (Con mucha seriedad): Yo solo digo que si quieres que me quede, las cosas van a
cambiar, yo no voy a vivir con una tropa de bárbaros:
Aureliano Segundo (Con tono militar, haciendo un saludo): ¡Sí, mi general!
(Fernanda saca una larga lista y comienza a promulgar los cambios de la casa, esta irá siendo
interrumpida por comentarios y gestos de Aureliano Segundo):
Fernanda (Con tono militar): Número uno, Nadie me va a volver a decir que venda mi bacinilla
de oro, a mí me gusta hacer ahí.
Aureliano Segundo: Pero Fernanda, esa bacinilla es ridícula, que mejor hagan pescaditos de
oro con ella.
Fernanda: Número dos, la gente se acostumbrará a mi dicción perfecta porque así se tiene
que hablar y la estúpida de Amaranta dejará de hablar en jerigonza.
Aureliano Segundo (Remeda las palabras de Fernanda): La gente se acostumbrará a mi
dicción perfecta porque así se tiene que hablar…
Fernanda: Número tres, desde ahora se come a la hora y vamos a arreglar la mesa grande
del comedor con manteles de lino, además me ponen los candelabros y la plata…
Aureliano Segundo (Sorprendido interrumpe a Fernanda): ¡Qué! … ¡Pero nos vamos a morir
de hambre!
Fernanda (Enojada le grita a Aureliano): Cállate tú… además Vamos a rezar antes de la cena.
Aureliano (Asustado hace un gesto de mantenerse callado y comienza a hacer como si
rezara).
Fernanda (Vuelve al tono militar): Número cuatro, Úrsula terminará con el negocio de los
animalitos de caramelo, yo no me junto con reposteros.
(Con un tono macabro) …Y finalmente se cerrarán las puertas de la casa para siempre…
Aureliano Segundo (Irónico): Eres tan hermosa como aburrida Fernanda, si vas a imponer
reglas piensa también en tus deberes, ¿o piensas que una vez al mes es suficiente?... No
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washita conmigo no, sino te gusta vas a tener que aceptar mis reglas, y mientras tú no cumplas
a cabalidad con tus deberes yo seguiré viendo a Petra Cotes.
Fernanda (Ofendida): Mira campeón haz lo que quieras no sacrificaré mi alma por un pecado
como ese.
(Fernanda y Aureliano Segundo dejan el escenario, Salen los dos de la mano, aparentando
ser una pareja feliz, Fernanda mantiene su rígida postura de Virgen y Aureliano marca la
distancia con ella.)

Escena 11
(Ingresa el Coronel Aureliano Buendía sentándose en la mitad del escenario y comienza a
fabricar los pescaditos de oro . De pronto comienza a sonar una voz en off que da la noticia al
coronel del jubileo).

Voz en off: Con motivo de celebrar un nuevo aniversario del tratado de Neerlandia, Se anuncia
el jubileo del coronel Aureliano Buendía a realizarse aquí en Macondo por orden del gobierno,
el presidente manda a decir que estará muy contento de asistir a tan importante
conmemoración…
Coronel Aureliano Buendía (Se levanta violentamente de la silla y grita con tono
amenazante): ¡Si viene el presidente lo mato!...Yo mato a su mama, a su papa, a su hermanito,
a su abuela y si su abuela está muerta la desentierro y la vuelvo a matar.

(El coronel vuelve a sentarse en su silla y a realizar sus labores, hasta que se escuchan unos
golpes en la puerta y la voz de Úrsula)
Voz en off de mujer: coronel Aureliano Buendía hay unas personas que quieren verte, te
prometo que no es sobre nada del jubileo.
Coronel Aureliano Buendía (Sin levantarse de la silla): Que pasen…
(Entra a la escena Aureliano Triste con mucha alegría abraza a su padre)
Aureliano Triste: ¡Hola Papá! Tus diecisiete hijos te vinimos a ver, en la cocina están todos
esperando, apúrate que vamos a hacer una fiesta, Úrsula dijo que hace tiempo no se celebraba
nada aquí, los muchachos rompieron la vajilla de Fernanda y ella nos quiere echar, pero
Amaranta y Aureliano Segundo nos invitaron a quedarnos.
Coronel Aureliano Buendía (De manera más animada): Aureliano Triste, no sé si te conocía,
pero bueno ¡quédate a vivir en Macondo! ¡Vive con nosotros un tiempo!
Aureliano Triste (Con tono alegre y esperanzador, Aureliano triste habla de manera
soñadora): Sí, me quedaré de hecho abriré una fábrica de hielo puede ser beneficioso para
todos, como sabes… en una de esas, si tengo éxito puedo traer la locomotora a Macondo.
Coronel Aureliano Buendía (Con orgullo): No creo que lo sepas, pero ese fue el sueño de tu
antepasado José Arcadio Buendía.
(Salen del escenario mientras la voz enuncia el final)
Voz en off: Aureliano Triste tuvo mucho éxito con la fábrica de hielo y partió a buscar la
locomotora, cuando todos habían perdido la esperanza de volver a verlo, trajo el ferrocarril a
Macondo.
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