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TEMA 9. LAS IDEAS ECONÓMICAS DE COLBERT. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

05.06.2015 07:32

La economía de un país ofrece grandes riquezas cuando se encuentra bien gestionada. El


liberalismo pone el acento en la libertad de los principales agentes económicos para actuar con
independencia a la hora de conseguir el máximo beneficio, que también brinda grandes provechos
al país en su opinión. Las monarquías de la Europa anterior a la Revolución contemplaron las cosas
de una manera muy distinta.

Los reyes y sus servidores carecieron en muchos casos de algo que pudiera considerarse una teoría
económica. Su idea de la riqueza del reino se cifraba en sus vasallos, tierras y tributos, que cabía
acrecentar por vía de conquista o adquisición matrimonial. Ante una epidemia, una hambruna o
una guerra especialmente desoladora se podían bajar los tributos por vía de gracia como medida
de fomento y reparación.

Con el desarrollo del Estado moderno a la sombra de las monarquías autoritarias comenzaron a
descollar una serie de oficiales encargados de la gestión de alguna parcela tributaria o financiera.
Algunos pusieron por escrito sus reflexiones de mejora, aprovechando la lluvia de publicaciones
tras la invención de la imprenta, y expresaron ya su preocupación por la mejora económica del
mismo reino, del país.

La experiencia del imperio español, desangrado económicamente pese a sus grandes recursos, y la
de las afanosas Provincias Unidas en el siglo XVII dieron mucho que pensar a los observadores más
atentos y dispuestos a extraer las debidas lecciones. Uno de ellos fue Jean-Baptiste Colbert (1619-
1683), que llegó a ser el contralor general de las finanzas de Francia bajo Luis XIV, el Rey Sol.

Partía de la necesidad de las autoridades de estar convenientemente


informadas de lo producido, consumido e intercambiado por el país a fin de
conocer la diferencia entre lo ingresado y lo gastado. La cantidad de oro y la
plata empleada en estos movimientos resultaba vital para establecer
convenientemente su valor. Colbert opinaba que el déficit de la balanza
comercial era un claro síntoma de las carencias de la estructura productiva
de un país y el camino seguro hacia su ruina. Tales puntos de vista coincidían
con los de pensadores españoles del siglo XVI como Luis Ortiz.

La hemorragia de metales preciosos, utilizando un símil médico, debía de ser


frenada y evitada en bien de la salud del reino. Propuso Colbert una serie de máximas generales
para dar valor a sus frutos y producciones.

La producción debería de acrecentarse con ingenio, ayudando a mejorarla según las habilidades
particulares de cada provincia. En otras palabras, se apostaba por la especialización productiva
para conseguir la mejora de los costes comparativos y lograr una mayor competitividad.
Las actividades comerciales del reino se tenían que orientar a
vender toda su producción al mejor precio para evitar la
acumulación de excedentes y el engrose del pasivo. En
consonancia también era obligado comprar lo mínimo y
desprenderse de las mínimas cantidades de oro y plata.

El coronamiento de tan saludables medidas supondría una


financiación en cómodas condiciones y el logro de un buen
crédito sin violentar el valor de la moneda propia, reflejo de la fortaleza o la debilidad económica
del país.

Tales planteamientos presuponían notables dosis de innovación, talento, laboriosidad,


organización, espíritu empresarial y austeridad en el gasto público que no eran del gusto del
dispendioso Luis XIV ni del interés de las grandes corporaciones de financieras que vivían de la
deuda del reino. Las guerras del Rey Sol se encargaron de frustrar los propósitos del colbertismo,
considerado la quintaesencia del mercantilismo.

Sus recetas gozaron de buena acogida en la España del siglo XVIII, donde una serie de gobiernos
intentaron reactivar la producción de manufacturas y el comercio con éxito variable. Su
insuficiencia vino dada por su omisión de las condiciones sociales en las que se desarrollan las
distintas actividades económicas, pues en un país polarizado socialmente y sometido
políticamente el fomento de la economía resulta mucho más complicado. El colbertismo se diluyó
en España ante la falta de una verdadera reforma fiscal y la ausencia de un parlamento capaz de
supervisar el presupuesto público al estilo inglés.

Durante mucho tiempo el colbertismo se juzgó como el


medio de las monarquías para extraer la savia del país de
forma más eficaz. El verdadero crecimiento económico
pasaría por deshacerse de semejante armatoste
intervencionista y dejar en plena libertad a la sociedad para
crear riqueza. Hoy en día vemos las cosas de forma más
compleja y el rechazo a los excesos autoritarios no nos
conduce a impugnar la intervención del Estado dentro de unos límites a la hora de fomentar la
productividad por la vía del terciario avanzado. Colbert no sólo es Historia.

TEMA 10

El Colbertismo es una doctrina económica creada por Jean Baptiste Colbert, economista y
estadista del siglo XVII.

El Colbertismo es una variante del mercantilismo que se aplicó en Francia durante el reinado de
Luis XIV. El ministro de aquella época, Jean Bapstiste Colbert instauró un sistema económico que
se basó en la acumulación de riqueza para lo cual, se impusieron fuertes restricciones al comercio,
protección de la industria local y permanente intervención del Estado en la economía.

Ideas centrales del Colbertismo


El Colbertismo se basó en la idea de que la riqueza de un país se mide por cuántos metales
preciosos pueda acumular. De esta forma, se evitaba la salida de riqueza a otros países a través de
restringir las importaciones y se promovía el consumo interno y la venta de productos locales en el
exterior.

Según el Colbertismo, la riqueza acumulada permitiría al Estado financiar sus gastos y promover el
crecimiento de la industria nacional.

Políticas del Colbertismo

Entre las principales políticas comerciales que se aplicaban con el fin de acumular riqueza se
encontraban:

Restricción de las importaciones a través de cuotas, impuestos o prohibiciones

Restringir la exportación de materias primas y fomentar la exportación de bienes terminados

Subsidios y ayudas a la producción nacional

Políticas a favor de la natalidad con el fin de potenciar la disponibilidad de mano de obra

Producción de bienes y servicios por empresas del Estado

Facilitar y promover la creación de empresas

Algunos datos de la vida de Colbert

Jean Bapstiste Colbert nació en Reims, Francia en el año 1619. A los 19 años comenzó a trabajar en
una oficina del Ministerio. A los 32 años fue nombrado intendente de la fortuna personal del
cardenal Mazarino, Ministro del Rey Luis XIV.

En el año 1661 fue nombrado Ministro de Luis XIV puesto que ocupó hasta su muerte en el año
1683.

Colbert fue uno de los fundadores de la contabilidad moderna.

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