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437–456 437
EDUCACIÓN
Sección a cargo de
1. INTRODUCCIÓN
Una de las causas de las dificultades existentes en el aprendizaje de la ma-
temática, y más generalmente de la animadversión que algunos sienten hacia
ella, es, sin lugar a dudas, la práctica de una enseñanza en que los conceptos se
presentan en total desconexión con la realidad. Parece olvidarse de ese modo
que las matemáticas surgieron, sin embargo, para resolver problemas concre-
tos (baste con recordar los orı́genes de la aritmética y de la geometrı́a, sus dos
ramas iniciales); como también, por ejemplo, las consabidas manifestaciones
de Galileo, Klein o Kant relativas a la necesidad de contar con las matemáticas
para encontrar una explicación cientı́fica de la naturaleza.
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1
Pitágoras conocı́a, por ejemplo, la acción benéfica de la música, y compuso melodı́as para
el tratamiento de depresiones, arrebatos de cólera y todo tipo de alteraciones emocionales
[4].
2
De esa misma relación con la razón áurea también se han encontrado rasgos, por ejemplo,
en las sonatas de Beethoven y en algunas sinfonı́as de Mozart [3].
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3
En efecto; en el primero de ellos se afinan los instrumentos de cuerda con trastes en el
mástil –como la guitarra y el laúd–, los de tecla, el arpa y los instrumentos de viento en los
que para producir las distintas notas se precisan llaves, pistones o un mecanismo de orificios
(como los instrumentos de viento–madera). En el segundo lo suelen hacer los instrumentos
de cuerda sin trastes en el mástil, como el violı́n, la viola, el violoncello y el contrabajo;
aunque éstos también pueden ser afinados según los principios del sistema de Holder, que no
será estudiado en el presente artı́culo.
4
Ası́ sucede, por ejemplo, en el análisis de los sistemas dinámicos, cuyo modelo es muchas
veces una ecuación diferencial, o con los modelos probabilı́sticos [12].
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5
Anteriormente se habı́an designado las notas por letras, sistema aún vigente en los paı́ses
de habla inglesa: A (La), B (Si), C (Do), D (Re), E (Mi), F (Fa), G (Sol); y, con pequeñas mo-
dificaciones, en Alemania. Hay que hacer constar, sin embargo, que también se han empleado
otras denominaciones para ello [14].
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6
Por ejemplo, en la música hindú, en vez de estar dividida la octava en doce semitonos,
se divide en veinte pequeños intervalos llamados sruti, que corresponden aproximadamente
a nuestros cuartos de tono [14].
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Hay otra alteración llamada becuadro, a la que no se alude en este artı́culo. En la música
oriental también es normal que aparezcan más alteraciones de una misma nota.
8
Sol # y La b coinciden en el sistema temperado (se verá próximamente), pero no en
otros.
9
A veces se designa por La3 .
10
Por ejemplo, en el siglo XVII, a la nota La3 se le asignaba una frecuencia de 403 vibra-
ciones por segundo (hercios) en música de cámara y 374 en iglesias, el órgano de la catedral
de Estrasburgo se afina adjudicando a La3 393 hercios, etc.
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Este acuerdo creemos que no es respetado sin embargo en todos los paı́ses. Por ejemplo,
en Alemania se fija en 444 Hz la afinación de La, en Inglaterra se emplea a veces 438, 9
Hz, etc. Ante la disparidad de criterios, el Consejo de Europa y la UNESCO han tratado
de unificarlos y, aunque se ha recomendado la mencionada frecuencia de 440 Hz para la
afinación de La, pensamos que siguen existiendo aún algunas diferencias sobre ello.
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Mi Fa Sol La Si Do Re Mi .....
........
............
................................
........
.....
....
.....
. ....
.... ...
...
... ..
... ..
.... ..
..
... ..
.. ..
... ...
.. ..
.. .
... ..
.
... .
.... ..
.... ....
..... ....
.....
0@ 1
........ ....
..
........... ..
...................................
2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
R
@
Puente del mástil Puente de la caja
Traste 0 1 2 3 4 5
Nota Mi Fa Fa#=Sol b Sol Sol#=La b La
6 7 8 9 10 11 12
La#=Si b Si Do Do#=Re b Re Re#=Mi b Mi
TABLA I
Con este sencillo experimento los alumnos advertirán lo que ya habı́amos di-
cho en otro momento: que al reducir a la mitad la longitud de la cuerda, la
frecuencia se duplica. ¿Cómo son entonces entre sı́ estas dos magnitudes?
No ofrecerá dificultad concluir que las frecuencias de las notas son inver-
samente proporcionales a las longitudes de las cuerdas. Ası́ pues, si f y f 0 son
las frecuencias de las cuerdas de longitudes, respectivamente, l y l 0 , se tiene:
f /f 0 = l0 /l. Determinemos entonces las frecuencias de las notas de la esca-
la musical que estamos estudiando, que serán puntos de un cierto intervalo
[f, 2f ], aunque para más comodidad, podrı́amos considerar el intervalo [1, 2].
Con ese objetivo, midamos las distancias de cada uno de los trastes (hasta
el 12) al puente de la caja, ası́ como los cocientes de las anteriores distancias
obtenidas entre dos trastes consecutivos. En la guitarra con la que estamos
trabajando se han conseguido los siguientes valores (Tabla II):
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Observamos en ella que los cocientes c i son números casi coincidentes, que,
a la vista de la poca precisión de nuestras medidas (han sido realizadas con una
cinta métrica, aproximando sólo hasta los milı́metros), podrı́amos considerar
que son iguales, y que, por tanto, la octava está dividida en doce semitonos
idénticos. Parece entonces razonable tomar como valor común de todos los c i
a su media aritmética: c = 1, 059463999.
Ası́ pues, los cocientes entre las distancias de dos trastes consecutivos al
puente de la caja pueden ser tenidos como constantes. ¿Qué tipo de suce-
sión forman en tal caso esas distancias; esto es, las longitudes de las cuerdas
vibrantes? ¿Qué significado tiene ese extraño número c que hemos obtenido?
Seguramente varios alumnos sabrán contestar correctamente a la primera
pregunta: forman una progresión geométrica. Para responder a la segunda, se
les invitará entonces a que revisen las propiedades de esas progresiones y, a su
vez, expresen algebraicamente el resultado anterior. Debemos tener en cuenta,
sin embargo, que en los procesos de modelización, suele ofrecer dificultades
la introducción de una notación adecuada para instaurar una organización
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4. EL SISTEMA PITAGÓRICO
12
Es debido al español Bartolomé Ramos de Pareja, nacido en 1448 y catedrático de Música
de las universidades de Salamanca y Bolonia. Si bien, la última reforma musical para hacer
todos los semitonos iguales fue dirigida por el organista alemán Andreas Werckmeister, a
fines del siglo XVII, y su espaldarazo definitivo fue dado por Bach.
13
Los sistemas precedentes son el pitagórico, el de Zarlino (o de Aristógenes-Zarlino) y el
de Holder. Con el fin de no alargarnos, no nos ocuparemos de los dos últimos (para conocer
algo sobre ellos, puede consultarse por ejemplo [15]).
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Figura 1
14
Este experimento ya ha sido realizado anteriormente con la guitarra, pulsando en el
punto medio de una cuerda.
15
Todas estas apreciaciones son, por supuesto, subjetivas, y no suelen ser advertidas si no
se tiene una conveniente educación musical.
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En la siguiente ilustración se reproduce un grabado de Theorica Musical, de F. Gaffurio
(1492), en el que se observa cómo Pitágoras experimenta con campanas, vasos de agua y
cuerdas tensadas con diferentes pesos. Asimismo, junto a su discı́pulo Filolao realiza pruebas
con flautas, mientras que el sabio hebreo Jubal, padre de la música bı́blica, ensaya con
martillos sobre el yunque de los herreros.
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Al semitono cromático los pitagóricos lo denominaban apoteme.
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TABLA IV
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Figura 2
En fin, para no alargarnos, digamos que es posible que estas reflexiones les
lleven a organizar geométricamente los objetos matemáticos de los que se
dispone. Para ello, se construirá previamente una tabla de valores (Tabla V)
y después se representarán los puntos (x, y) en unos ejes:
x -6 -5 -4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
y 10 8 7 5 4 2 0 -1 -3 -4 -6 -7 -9 -11 -12 -14 -15
TABLA V
La # : p1 , Re # : p2 , Sol # : p3 , Do # : p4 , Fa # : p5 , Si : p6 ,
Mi : p7 , La : p8 , Re : p9 , Sol : p10 , Do : p11 , Fa : p12 , Si b : p13 ,
Mi b : p14 , La b : p15 , Re b : p16 , Sol b : p17 .
18
Se supone que los alumnos no saben hallar rectas de regresión ni conocen los métodos
de interpolación.
19
[x] significa parte entera de x.
20
p1 = 310 2−[1,583×10] = 310 2−15 , p2 = 39 2−[1,583×9] = 39 2−14 , ..., p17 =
3−6 2−[1,583×(−6)] = 3−6 210 .
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Figura 3
log3/log2 = 1, 584962502...,
CONSIDERACIONES FINALES
Las expresiones (1) y (3) por las que se obtienen en términos de poten-
cias los valores de las notas, tn y pn , en los sistemas temperado y pitagórico,
respectivamente, ponen de manifiesto lo ya dicho con anterioridad sobre la
naturaleza de tipo proporcional de la división de la escala en notas musicales.
Recordemos que en la primera de tales expresiones los exponentes son números
racionales y en la segunda son enteros, lo que supone que únicamente se en-
cuentren números irracionales entre los valores de t n , correspondientes a las
notas del sistema temperado (serı́a impensable la intervención de esa clase de
números en el sistema de Pitágoras, a la vista de la sensación de rechazo que
mostraron los miembros de su escuela ante el descubrimiento de los irracio-
nales, hasta el punto de provocar la que es considerada primera crisis de los
fundamentos de la matemática).
El carácter exponencial de los valores de las notas en una y otra gama
hace entrever asimismo, de algún modo, la traza de los logaritmos, presencia
que se hace explı́cita en la expresión (3). Eso mismo sucede en otros elementos
de la acústica musical, como las comas (intervalos más pequeños que pueden
percibirse en la práctica musical), los savarts (unidad de medida utilizada
para expresar las diversas comas y semitonos en los diferentes sistemas de
afinación), la Ley de Weber-Fechner...; pero de esos temas no vamos a hablar
en esta ocasión.
Para finalizar, resulta obligado decir que para recrearse en la música no es
necesario en modo alguno haber advertido sus conexiones con las matemáticas,
como no lo es tampoco, por ejemplo, tener conocimientos fı́sicos sobre la na-
turaleza del sonido. De la misma manera, el afinador de un instrumento suele
proceder de acuerdo con los cánones establecidos en alguno de los sistemas de
afinación, aunque en numerosas ocasiones afina “de oı́do”, ya que, afortuna-
damente, el oı́do humano no es una calculadora ni un cuentavibraciones.
El lenguaje en que está escrita la naturaleza, como afirmaba Galileo, es
el de la matemática, de la que asimismo se percibe su presencia en las más
variadas manifestaciones artı́sticas [11]; sin embargo, felizmente, la estructura
subyacente en tales casos no mediatiza la creación artı́stica ni pone trabas a
su disfrute...
21
Por mero cálculo se comprueba fácilmente que, en efecto, al cambiar 1, 583 por
1, 584962502 no se alteran los valores de pn .
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REFERENCIAS
[1] A. Bouvier et al., Didactique des Mathématiques. Cedic/Nathan. Paris, 1986.
[2] E. Castro y E. Castro, “Representaciones y Modelización”, en Rico (coord.),
La Educación Matemática en la Enseñanza Secundaria. ICE/Horsori. Barcelona,
1997, pp. 95-124.
[3] M. C. Ghyka, El número de oro, Vol. I. Poseidon. Barcelona, 1992.
[4] P. M. González, Pitágoras. El filósofo del número. Nivola. Madrid, 2001.
[5] M. de Guzmán, “Los pitagóricos”, en Historia de la Matemática hasta el siglo
XVII. Real Academia de Ciencias. Madrid, 1986, pp. 11-35.
[6] Sir J. Jeans, “Matemáticas de la música”, en Sigma. El mundo de las Ma-
temáticas, Vol. 6, Newman, J. R. Grijalbo. Barcelona, 1980 (8a ed.), pp. 214–
243.
[7] V. Liern, “La música y sus materiales: una ayuda para las clases de ma-
temáticas”. Suma, 14/15, 1994, pp. 60–64.
[8] D. Lorrain, “Quelques petits êtres ..”, en Musique et Mathématique. Aleas.
Lyon, 1997, pp. 111–122.
[9] H. Martin, “Las matemáticas y la música”, en F. Le Lionnais y colaboradores,
Las grandes corrientes del pensamiento matemático. EUDEBA. Buenos Aires,
1976 (3a ed.), pp. 523–530.
[10] R. Pascal, “Le nombre dans la composition musicale au XXe siècle”, en Musique
et Mathématique. Aleas. Lyon, 1997, pp. 51–62.
[11] J. Peralta, “‘Las matemáticas en el arte, la música y la literatura”. Tendencias
Pedagógicas, 3 (Vol. 2), 1998, pp. 235–244.
[12] S. Rı́os, Modelización. Alianza Universidad. Madrid, 1995.
[13] L. Robin, La pensée grecque et les origines de l’esprit scientifique. Albin Michel.
Paris, 1973.
[14] L. Stokowski, Música para todos nosotros. Espasa Calpe (Colección Austral).
Buenos Aires, 1946.
[15] J. Zamacois, Teorı́a de la Música, Libros I y II. Labor. Barcelona, 1975.
Javier Peralta
Facultad de Formación de Profesorado y Educación
Universidad Autónoma de Madrid
Cantoblanco, 28049 Madrid
Correo electrónico: javier.peralta@uam.es