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Imperio Carolingio
Imperio Carolingio
Capital Aquisgrán
Religión Cristianismo
Emperador
• 768-814 Carlomagno
• 814-840 Luis I
• 840-843 Lotario I
Población
• est. 15 000 000
Densidad 12,5 hab./km²
Pipino repartió el reino a su muerte en el año 768, entre sus hijos Carlos y
Carlomán. De todas formas, Carlomán se retiró a un monasterio y murió
poco tiempo después, dejando a su hermano como único rey. Este pasaría
más tarde a ser conocido como Carlomagno, en francés Charlemagne y en
alemán Karl der Große. Era un personaje poderoso, inteligente y
relativamente culto, que se convertiría en una leyenda para la historia
posterior tanto de Francia como de Alemania. Carlomagno restableció un
equilibrio de poder entre el emperador y el papa.
A partir del año 772, Carlomagno emprendió una larga guerra en la que
conquistó y derrotó a los sajones para incorporar sus territorios al Imperio
franco (las últimas incursiones de Carlomagno sobre los territorios sajones
están datada en 804 por los Annales regni Francorum). Esta campaña se
sumó a la práctica de líderes cristianos no romanos que provocaban la
conversión de sus vecinos por la fuerza. Los misionarios católicos francos,
junto a otros de Irlanda y de la Inglaterra anglosajona, habían penetrado en
territorio sajón desde mediados del siglo VIII, resultando en un aumento de
los enfrentamientos con los sajones, que se resistían a los empeños
misionarios acompañados de incursiones militares. El principal oponente
sajón de Carlomagno, Widukind, aceptó ser bautizado en el 785, como parte
de unos acuerdos de paz, pero otros líderes sajones continuaron con la lucha.
Tras su victoria en el 782 en Verden, Carlomagno ordenó la matanza masiva
de miles de prisioneros sajones paganos. Tras varios levantamientos más, los
sajones sufrieron la derrota definitiva en el 804. Esto expandió el Imperio
franco hacia el este, hasta el río Elba, algo que el Imperio romano solo intentó
una vez, y en lo que falló en la batalla del Bosque de Teutoburgo (año 9 d.
C.). Para poder cristianizar con más efectividad a los sajones, Carlomagno
fundó varias diócesis, entre las que se cuentan las de Bremen, Münster,
Paderborn y Osnabrück.
Al mismo tiempo (773-774), Carlomagno conquistó a los lombardos,
incluyendo de esta manera el norte de Italia en su esfera de influencia.
Renovó el donativo al Vaticano y la promesa al papado de continuar la
protección por parte de los francos.
En el 788, Tasilón III, duque de Baviera, se rebeló contra Carlomagno. Tras
aplastar la revuelta, este incorporó Baviera a su reino. Además de expandir
los horizontes de sus dominios, redujo de manera drástica el poder y la
influencia de los agilolfingos (la familia de Tasilón), otra de las familias
influyentes de entre los francos y sus potenciales rivales. Hasta el 796,
Carlomagno continuó expandiendo su reino todavía más hacia el sureste,
hasta la actual Austria y a partes de Croacia.
Carlomagno dividió el territorio en condados, marcas y ducados:
Condados: eran la unidad de la circunscripción administrativa encomendada
a un conde con el fin de cumplir las disposiciones reales, presidir el mallus
judicial, dirigir los contingentes militares, cobrar impuestos y ordenar el
gasto. Eran nombrados por el rey, que les otorgaba poder militar,
administrativo y judicial.
Marcas: en las zonas fronterizas el mando militar de varios condados se
unifica en manos de un marqués, aunque los condes conservaban el resto.
Así ocurría en las marcas de Gotia, Bretaña, Friul, Nordalbingia, Venda,
Marca Hispánica o la Marca Ávara.
Ducados: podían designar un título de prestigio que aludiese a una categoría
de mando elevada, sencillamente a un marqués, o a algún territorio autónomo
o externo al imperio.
El máximo poder del Imperio residía en el emperador, que tenía poder para
convocar las armas, administrar justicia y designar a los nobles que
gobernaban los territorios.
El palacio o corte era el núcleo de la Administración y estaba dirigido por un
chambelán (sucesor del cargo de mayordomo de palacio). A su cargo estaban
el copero, responsable de la bodega; el mariscal, responsable de la caballería
y el establo; y el senescal, responsable de los asuntos de la corte. Las otras
instituciones de la Administración eran la cancillería, que dirigía los asuntos
civiles y eclesiásticos, así como el tribunal palatino, que aplicaba las leyes a
los habitantes del Imperio.
Los condes percibían como pago a su gestión las rentas o usufructo de una
parte de fisco que la monarquía tenía en el condado, a esto se llama honor.
Dada la gran extensión del territorio imperial y el deficiente nivel técnico de
los medios de comunicación, los condes se aprovechaban y abusaban de su
poder para aumentar sus propiedades territoriales radicadas en el condado y
emparentar con familias poderosas del condado. Los inspectores de palacio
o missi dominici eran los encargados de que los marqueses y los condes
gobernaran según las directrices del Emperador, para ello acudían en parejas
a los territorios a comprobar el cumplimiento de las leyes. Sin embargo, los
condes salían de un ámbito reducido de terratenientes aristocráticos, y de la
misma forma los missi, de manera que aunque actuaban fuera de su esfera
de influencia, compartían los intereses de aquellos a quienes inspeccionaban.
Cuando la realeza fue fuerte, pudo imponer su autoridad sobre los condes,
pero cuando la realeza carolingia decayó en poder militar por las guerras
civiles y los saqueos normandos, sarracenos y magiares, resultó más difícil
desproveer a un conde de la jurisdicción del territorio asignado.