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Crisis del siglo III

Artículo principal: Crisis del siglo III

El Imperio sufrió crisis y contratiempos graves durante el siglo iii, entre ellos el surgimiento del
Imperio sasánida, que infligió tres derrotas aplastantes a los ejércitos romanos y se mantuvo como
una amenaza latente durante siglos.16 Otros desastres incluyeron varias guerras civiles, invasiones
bárbaras y una gran mortandad durante la peste de Cipriano (desde 250 en adelante). Roma
abandonó la provincia de Dacia —al norte del Danubio— (271), y, por un corto período de tiempo,
el imperio se dividió en tres: un Imperio galo en Occidente (260-274), el de Palmira en el Este (260-
273), y un Estado residual en torno a Roma. Crecieron asimismo las amenazas bárbaras en la
frontera del Rin y del Danubio, causadas por agrupaciones bárbaras más grandes que habían
mejorado su agricultura y contaban con poblaciones mayores que antes.17 El Imperio superó la
crisis del siglo iii empleando su economía para sufragar las labores de defensa, pero a costa de
crear un Estado más centralizado y burocrático. Durante el reinado del emperador Galieno, la
aristocracia senatorial dejó de ocupar los principales mandos militares: sus miembros carecían de
interés en el servicio militar y demostraron incompetencia al mando.1819

División del Imperio en 260-69 d. de C.

División del Imperio en entre el 260 y el 269 d. C.

Reunificación y división política

Aureliano reunificó el imperio en 274; y desde 284, Diocleciano y sus sucesores lo reorganizaron
otorgando más poder al ejército. Juan Lido escribió más de dos siglos después que el ejército de
Diocleciano en un momento contaba con 389 704 hombres en tierra y 45 562 en las flotas, cifras
que puede que aumentaran después.20 Debido a las limitadas comunicaciones de la época, las
fronteras europeas y las orientales necesitaban contar con sus propios comandantes supremos
que las controlasen. Diocleciano trató de resolver este problema mediante el restablecimiento de
una sucesión adoptiva con un emperador principal (que ostentaba el título de «Augusto») y uno
menor (que tenía el de «César») en cada mitad del Imperio, pero este sistema de tetrarquía
degeneró pronto. El principio hereditario se restableció con resultados generalmente
desafortunados, y a partir de entonces, la guerra civil volvió a ser el principal método para decidir
qué contendientes alcanzaban el poder. Aunque Constantino el Grande (306 a 337) volvió a unir el
Imperio, hacia el final del siglo iv se aceptó en general la necesidad de dividirlo. A partir de
entonces, el Imperio existía en constante tensión, debida a la necesidad de tener dos emperadores
que habitualmente recelaban el uno del otro.16

Hasta finales del siglo iv, el Imperio unido retuvo el poder suficiente para lanzar ataques contra sus
enemigos en Alemania y contra el Imperio sasánida. El asentamiento de bárbaros fue una práctica
común: las autoridades imperiales admitían grupos potencialmente hostiles dentro del Imperio,
separándolos, y asignándoles tierras, reconocimiento y deberes dentro del sistema imperial. De
este modo, estos grupos proporcionaban trabajadores no libres (coloni) a los terratenientes
romanos, y reclutas (laeti) al ejército romano. A veces, sus caudillos se convirtieron en oficiales del
Ejército. Normalmente los romanos controlaban estrechamente el proceso y contaban fuerzas
militares suficientes para asegurar el sometimiento de los bárbaros; la asimilación cultural se
conseguía a menudo en una o dos generaciones.

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