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ANDRZEJ PERSIDOK

CRISTOLOGÍA

Y ANTROPOLOGÍA

LA MEDIACIÓN DE CRISTO

EN HENRI DE LUBAC

EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S . A .

PAMPLONA
FACULTAD DE TEOLOGÍA fNDICE

UNIVERSIDAD DE NAVARRA

«COLECCIÓN TEOLÓGICA»

134

TABLA DE SIGLAS ····•·••••···•••••••••·•••·••··••···••·•••••••••••·••·····•······•·••••••••••••· 13

P R Ó LO G O · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 17

INTRODUCCIÓN ·················································································· 21

CAPÍTULO I

Esta publicación ha sido posible gracias a la ayuda del Centro


LA «PARADOJA CRISTIANA
Académico Romano Fundación (CARF)
DEL HOMBRE» Y LA MEDIACIÓN

l . l. LA FINALIDAD SOBRENATURAL COMO EL «MOMENTO MEDIADOR»

EN LA NATURALEZA HUMANA .....•.......................................•........ 43

1.1.1. El surgimiento de la «antropología dualista» . 44

1.1.1.1. El «cambio de paradigma» en la teología me-

Primera edición: 2017


dieval . 45

1.1.1.2. La hipótesis de «natura pura» y el surgimiento

© 2017: Andrzej Persidok del «sistema moderno» . 47


Ediciones Universidad de Navarra, S.A. (EUNSA).
a) Cayetano, el padre del «sistema moder-
Campus Universitario s Universidad de Navarra> 3 1 00 9 Pamplona> España

+34 948 25 68 SO - Fax: +34 948 25 68 54 no» . 47


eunsa@eunsa.es
b) Francisco Suárez y la finalidad natural del

ISBN: 978-84-313-3197-9
hombre . 48

Depósito legal: NA 964-2017 e) La crisis bayanista y jansenista, consolida-

Imprime: ULZAMA DIGITAL, S.L. Poi. Areta, Huarte (Navarra). ción definitiva del «sistema moderno» . 48
Printed in Spain - Impreso en España.
1.1.1.3. Consecuencias del «sistema moderno» . 49

1.1.2. El proyecto de De Lubac: la recuperación de la antropo-

logía teológica . 51
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier furma de reproducción, distribución, comuni­

cación pública y transformación, coral o parcial, de esca obra sin contar con autorización escrita de los titulares 1.1.2.1. Alternativa para el «sistema moderno» - la
del Copyright. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de deliro contra la propiedad
«antropología tradicional» . 51
intelectual (Artículos 270 y ss. del Código Penal).
8 ANDRZEJ PERSIDOK INO!Cll 9

1.1.2.2. La recuperación de la noción de finalidad 52 2.2.2. El «deseo natural» en Surnature! 91

1.1.2.3. La unidad del plan divino de salvación . 54 2.2.3. El «deseo natural» en Le mystére du surnaturel 93

1.1.2.4. La visión de Dios corno el único fin último del 2.2.3.1. Puntos-clave de Le mystére du surnaturel 93

2.2.3.2. El impacto de Humani generis en Le mystére du


hombre . 55

a) La gratuidad de lo sobrenatural y el acto


surnaturel . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94

2.2.3.3. Cognoscibilidad del «deseo natural» 96


creador de Dios . 56

2.2.4. «Deseo natural» y el deseo de conocer . .. .. .. .. .. 97


b) La «ontología concreta» . 57

1.1.3. El lugar de la vocación sobrenatural en la constitución 2.3. LA ANTROPOLOGÍA DEL «ESPÍRITU» . .. .. . . . . . . . . 99

de la naturaleza humana - algunas voces polémicas . 59 2.3.1. El hombre corno espíritu 100

1.1.4. La «finalidad sobrenatural» y la «mediación» . 62 2 . 3 . 1 . 1 . «Naturaleza espiritual» . . . . . . . . . 100

2 . 3 . 1 . 2 . Espíritu como apertura infinita 101


1.2. PARADOJA v MEDIACIÓN . 63
2.3.1.3. Espíritu y cosmos 102
1.2.1. El concepto teológico de «paradoja» . 64
2.3.1.4. Espíritu e interioridad 108
1.2.1. l. La paradoja corno «contradicción aparente» .. 65
2.3.1.5. Aspectos epistemológicos de la «naturaleza es-
1.2.1.2. La paradoja corno rasgo propio del pensa-
piritual» . . . .. .. .. .. ... 108
miento católico . 66
2.3.2. El «espíritu en el hombre» 110
1.2.1.3. La paradoja y la dimensión escatológica del
2.3.2.1. Fuentes de la antropología tripartita 110
conocimiento . 68
2.3.2.2. Espíritu-pneuma en la antropología de los Pa-
1.2.2. La paradoja cristiana del hombre . 70
dres 112
1.2.2.1. Las fuentes teológicas de la paradoja del hom-
2.3.2.3. La «tripartición» corno idea-clave en la antro-
bre . 70
pología de De Lubac .. .. .. .. 115
1.2.2.2. La paradoja «ignorada por los gentiles» y «ne-
2.3.2.4. El «espíritu en el hombre» y la mística 116
gada por el buen sentido» . 72
2.3.3. «Espíritu en el hombre» y sentido espiritual de la Sagrada
1.2.3. La paradoja del Dios-hombre y la paradoja cristiana del
Escritura . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . 119
hombre . 74
2.4. CONCLUSIÓN 122
76
1.3. CONCLUSIÓN ·············································································

CAPÍTULO III
CAPÍTULO II
CRISTO MEDIADOR
LA ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA DE HENRI DE LUBAC
EN LA DNINIZACIÓN DEL HOMBRE

2.1. EL HOMBRE-IMAGEN DE Dros SEGÚN HENRI DE LuBAC. V1s1ÓN


3.1. LA PRESENCIA DE lA CRISTOLOGÍA EN LA OBRA DE HENRI DE
GENERAL · . 80
LUBAC 129
2.1.1. La «imagen de Dios» y el misterio . 82
3.1.1. Insuficiencia cristológica de la obra de De Lubac: dos

2.1.2. Hombre creado a «imagen y semejanza» . 83


críticas tempranas .. . . . . . .. .. .. . . .. .. . . . .. .. . . . .. . . . . . . .. . . . 130
2.1.3. «Imagen y semejanza» corno expresión del misterio de lo
3.1.1.1. Henri Bouillard: el método formal y la insufi-

sobrenatural . 84
ciencia cristo lógica . . . . . . 131

2.2. EL «DESEO NATURAL DE VER A Dios» EN IA TEOLOGÍA DE HENRI a) El artículo de Bouillard . . .. . . . .. .. .. 13 1

DELUBAC . 87 b) La reacción de De Lubac 132

2.2.1. El concepto tornasiano del «deseo natural de ver a 3. 1 . 1 . 2 . Juan Alfaro y la analogía entre la gracia de

Dios» . 89 < .risto y la gracia del cristiano . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. .. . 134


INDICE 11
ANDRZEJ PERSIDOK
10

4.2.3. El esquema de los «cuatro sentidos» como «ritmo» de la


3.1.2. Descubrimiento de la latente cristología lubaciana, a
mediación . . .. . . . . . . . . . .. .. .. . . . . . . . . .. . .. . . .. 189
partir de la última década del siglo XX 136
4.2.4. Cristo como mediador definitivo 192
3.1.2.1. Susan Wood y la hermenéutica de la paradoja
4.2.5. La «exégesis espiritual» y «lo sobrenatural» en la teología
en de Lubac 137
de Henri de Lubac 195
3.1.2.2. Centralidad del misterio de Cristo en la tesis
4.2.6. Cristo, mediador entre el tiempo y la eternidad 199
de Donath Hercsik .. .. . . .. .. . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . 139

3.1.2.3. La tesis de Étienne Guibert. Un estudio ex- 4.3. CONCLUSIÓN •••·•·•·•··••·•·•·•·•••••••••····•·····••·•··•••••••••·•···•••··•·•·•·••···•· 201

haustivo del misterio de Cristo en De Lubac . 140

3.1.2.4. Noel O'Sullivan: Cristo como clave de la teo-


CAPÍTULO V
logía de la creación de Henri de Lubac . 142
CRISTO MEDIADOR

146
3.2. CRISTO, MEDIADOR ENTRE Dios Y EL HOMBRE ··············••·········· Y LA RECAPITULACIÓN UNIVERSAL

3.2.1. Cristo, mediador entre la naturaleza y la gracia . 147


5.1. LA UNIDAD PRIMORDIAL DEL GÉNERO HUMANO .••....•••.••••••••••••.• 207
3.2.2. El Mediador que no es un intermediario . 149
5.1.1. La «unidad primordial» y la teología de la «imago Dei» . 208
3.2.3. La mediación y las «fórmulas de intercambio» . 150
5.1.2. La teología de la concorporatio . 209
3.2.4. El Mediador, la Encarnación y la Redención . 153
5.1.3. Unidad natural y unidad personal en el designio divino

3.3. SACRAMENTO Y MEDIACIÓN • • • • . . • . • . . . • . . . • • • • • . • . • . . . • • • . . . • . . . . . • . • • • • • . . • • • • • . . 157


de la recapitulación . 212

3.3.1. Jesucristo, sacramento de Dios . 158


5.2. LA UNIDAD DEL GÉNERO HUMANO ACTUALIZADA EN LA IGLESIA • 215
3.3.2. Jesucristo, el «misterio» propiamente dicho . 160
5.2.1. El vínculo entre la Iglesia y la naturaleza humana . 216
3.3.3. Sacramento y misterio . 162
5.2.2. La Iglesia, estado incoado de la recapitulación escatoló-

164 gica .
3.4. CONCLUSIÓN •···•····•·········•··················•·····•···•···•····•·····•··•·····••••·
218

5.2.3. La Iglesia, Cristo y el Espíritu Santo . 221

5.3. LA UNIDAD FINAL- EL UNIVERSO RECAPITULADO EN CRISTO •••.• 224


CAPÍTULO IV
5.3.1. La unidad final como forma Christi . 225
CRISTO MEDIADOR
5.3.2. El alcance cósmico de la unidad consumada . 226
EN LA HISTORIA DE SALVACIÓN
5.3.3. Unidad final en virtud y a imagen de la unidad de las

4.1. EL TIEMPO Y LA ETERNIDAD EN LA VISIÓN CRISTIANA .•..•••...•••.•.• 168


Personas divinas . 229

4.1.1. La consistencia ontológica del tiempo y de la eternidad 169 5.3.3.1. Persona e individuo . 230

4.1.2. La imagen de Dios y la consistencia ontológica de lo 5.3.3.2. La unidad consumada como imagen y efecto

finito . 170 de la unidad de las Personas divinas . 232

4.1.3. La apertura recíproca entre el tiempo y la eternidad . 172 5.3.4. Cristo, mediador en el designio divino de la recapitula-

4.1.4. Finalidad eterna de la historia . 173 ción . 233

4.1.5. Presencia de la eternidad en la historia . 175 5.3.4.1. Cristo mediador y la entrada de los hombres

4.1.6. Historia e historia de salvación . 177 en la vida trinitaria . 234

5.3.4.2. La necesaria «mediación de todos» . 236


4.2. CRISTO, MEDIADOR ENTRE EL PRINCIPIO Y EL FIN DE LA HISTO-

5.3.5. El papel del Espíritu Santo en la mediación obrada por


179
RIA · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·
Cristo . 237
4.2.1. La «exégesis espiritual» como cuestión propiamente teo-

181 5.4. EL LUGAR DE LA OBRA REDENTORA EN LA MEDIACIÓN DE CRISTO . 240


lógica .

185 5.4.1. La recapitulación realizada en la Cruz . 241


4.2.2. La «dialéctica cristiana» como modelo de la m e d i a c i ó n
12 ANDRZEJ PERSIDOK

5.4.2. La Cruz como «camino» y como «signo eficaz» de la TABLA DE SIGLAS

unión . . . .. . . .. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . .. .. . . 244

5.4.3. El «ritmo» del misterio: la Encarnación y la Cruz 247

5.4.3.1. La Cruz como pleno «desenvolvimiento» de la

Encarnación 247

5.4.3.2. El «ritmo» de los misterios 249

5.5. CONCLUSIÓN 251

CAPÍTULO VI

MEDIACIÓN Y MEDIADOR.

PRIMACfA DE CRISTO MEDIADOR

6.1. CRISTO MEDIADOR EN CUANTO «EJEMPLAR UNIVERSAL» DE LA


AM LUBAC DE, H. Ajfrontements mystiques, en: Révélation di­
CREACIÓN .. . . . . .. . . . .. . . . . . .. .. .. . . .. .. 258
vine. A.lfrontements mystiques. Athéisme et sens de l'homme,
6.2. LA TEOLOGÍA DE LA «CREACIÓN EN CRISTO» 260
París: Cerf 2 0 1 0 , 233-406.

6.3. CRISTO, MEDIADOR ENTRE LA UNIDAD Y LA MULTIPLICIDAD....... 263 ASH LUBAC DE, H., Athéisme et sens de l'homme. Une double

6.3.1. Teología del «semel locutus est Deus » .......•.•................. 264 requéte de Gaudium et Spes, en: Révélation divine. A.lfron­

6.3.2. Cristo como Verbum abbreviatum 266 tements mystiques. Athéisme et sens de l'homme, Paris: Cerf

2 0 1 0 , 407-514. (traducción española: Ateísmo y sentido


6.4. DE LUBAC Y EL «PANCRISTISMO» 270
del hombre, Madrid: Euramérica 1969).
6.4.l. El «pancristisrno» de Maurice Blondel 270
AT LuBAC DE, H., Anthropologie tripartite, en: Tbéologie dans
6.4.2. El «pancristismo» en la obra de Henri de Lubac 273
l'histoire, l. La Lumiere du Christ, Paris: Desclée de Brouwer
6.4.3. Cristo como «universal concreto» 275
1990, 1 1 7 - 1 9 9 (trad. inglesa: Tripartite Anthropology, en: Tbe­
6.4.3.l. «Universal concreto» en los escritos de Teil-
ology in History, San Francisco: Ignatius Press 1996, 117-200).
hard de Chardin 276
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budismo .. . .. .. .. . .. .. .. .. .. . . . . . .. .. .. . . . .. . .. . .. . . . . .. . . . . . . . . 277
El misterio de lo sobrenatural, Madrid: Encuentro 1991,
6.5. ,LA MEDIACIÓN O EL MEDIADOR? PROPUESTA DE UNA RELECTURA
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DE LA ANTROPOLOGÍA TEÓLOGICA DE HENRI DE LUBAC A LA LUZ
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6.6. CONCLUSIÓN 285 BUD2 LuBAC DE, H., Christ et Bouddba, en: Aspects du boudd­

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14 ANDRZEJ J>ERSIDOK

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(trad.esp.: Meditación sobre la Iglesia, Bilbao: Oesclée de
de Chardin, París: Cerf 2002 (trad.esp.: El pensamiento
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religioso de Teilhard de Chardin, Madrid: Taurus 1967).
MS LuBAC DE, H . , Le mystére du surnaturel, Paris: Cerf 2000
TdCh2 La Priére du pere Teilhard de Chardin, suivi de: Teilbard
(trad.esp.: El misterio de lo sobrenatural, en: El misterio de
missionnaire et apologiste, París: Cerf 2007.
lo sobrenatural, Madrid: Encuentro 1 9 9 1 , 7-259).
TdCh3 Teilhard posthume. Réflexions et souvenirs. Précédé de Blon­
MyMy LuBAC DE, H., «Mystique et Mystere», en: Théologies
del-Teilhard de Chardin. Correspondance 1919, París: Cerf
d'Occasion, Paris: Desclée de Brouwer 1984, 37-76.
2008 (trad.esp. de la primera parte: Blondel y Teilhard de
MOE LuBAC DE, H., Mémoire sur l'occasion de mes écrits, París:
Chardin. Correspondencia comentada por Henri de Lubac,
Cerf2006 (trad.esp.: Memoria en torno a mis escritos, Ma­
Zaragoza: Hechos y Dichos 1 9 6 8 ) .
drid: Encuentro 2000).
TdO LUBAC DE, H., Tbéologies d'Occasion, Paris: Desclée de
NG LuBAC DE, H . , Petite catéchése sur nature et gráce, en: Es­
Brouwer 1984.
prit et liberté dans la tradition chrétienne suivi de Petite
TH LuBAC DE, H., Théologie dans l'histoire, l. La Lumiére du
catécbése sur nature et grdce, Paris: Cerf 2 0 1 3 (trad.esp.:
Christ, II. Questions disputées et résistance au nazisme, Pa­
Pequeña catequesis sobre naturaleza y gracia, Madrid: Fun­
ris: Desclée de Brouwer 1 9 9 0 (traducción inglesa de las
dación Maior 2 0 1 4 ) .

p dos partes: Theology in History, San Francisco: lgnatius


LuBAC DE, H., Paradoxes, Paris: Cerf 1999 (trad.esp. de
Press 1996)
las primeras dos partes, Paradoxes y Nouveaux Paradoxe..

Paradojas; seguido de Nuevas Paradojas, Madrid: PPC BAICHL Bulletin Association Internationale Cardinal Henri de

Lubac.
1997).
PRÓLOGO

Volver a la teología de Henri de Lubac no tiene un interés mera­

mente histórico sino que aporta al estudioso la oportunidad de «recar­

gar» la razón creyente y así vivificar el proceso reflexivo sobre el mis­

terio cristiano. No siempre ha sido valorada su teología de ese modo,

y sabemos que durante un tiempo -antes del Vaticano II- los plan­

teamientos lubacianos fueron considerados como arriesgados, para,

después del Concilio, pasar, por el contrario, a ser juzgados como

demasiado temerosos y tradicionales. Desde hace años, sin embargo,

el pensamiento del teólogo de Cambrai es justamente apreciado por

su equilibrio y riqueza, y a sus obras se acude habitualmente para

comprender la verdadera renovación de la teología antes y después del

Vaticano II.

Una preocupación constante de Henri de Lubac fue superar las

rupturas, al parecer irreductibles, del mundo moderno. La más grave

de estas rupturas y la más dolorosa desde el punto de vista teológico

es la que se estableció entre el hombre moderno y Dios. La supera­

ción de esa ruptura radical fue una preocupación constante de De

Lubac desde el principio de su trabajo teológico. Sus tres primeras

obras tempranas, editadas en torno a los años de la Segunda Guerra

Mundial-Catholicisme ( 1 9 3 8 ) , Le drame de'l bumanisme athée (1944)

y Surnaturel (1946)- son, cada una a su manera, intentos de respon­

der al desafío que, para la fe cristiana, representaba la increencia con­

temporánea.

De Lubac estableció una relación entre la increencia del hombre

moderno con un aspecto de la teología corriente a finales de los años

30 y en los 40, cuando publicó sus primeras obras. Se trataba de la


ANDRZEJ PERSIDOK
PRÓLOGO 19
18

separación que mostraba la teología entre lo humano y lo divino, la En esta obra, lo mismo que en otros lugares de los demás escritos

naturaleza y la gracia, la acción humana y el don de Dios en la com­ lubacianos, no estamos ante una mera cristología «implícita», presen­

prensión del misterio cristiano. Maurice Blondel, que tanto influyó te en el fondo pero nunca expresada. Incluso si este fuera el caso, tal

en su joven amigo jesuita, había acuñado la expres�ón «extrinsecism�» «cristología implícita» ya sería un tema digno de ser estudiado, dado

para caracterizar a esta teología que no lograba mtegrar las dos �i­ que lo implícito no se configura independientemente de lo explícito,

mensiones esenciales de la salvación cristiana. Y a ese problema quiso sino que entre ellos hay una relación mutuamente transformadora.

responder el teólogo francés mediante una búsqueda incesante de la Pero, además, en el caso de De Lubac, Persidok cree que Cristo y la

justa mediación entre la acción de Dios y el mundo de los hombres. cristología es explícitamente objeto de consideración y de estudio. Su

Y así, no es difícil apreciar que, en todas sus obras, aparece con toda interés está más centrado en los aspectos soteriológicos, es decir, en

claridad la voluntad de integración, de mostrar la unidad del misterio el efecto que la presencia de Cristo tiene para el mundo creado que

en las consideraciones acerca de su constitución personal. La conclu­


cristiano.
De Lubac se ocupó de muchos aspectos de la teología y de mul- sión es que parece perfectamente legítimo hablar de cristología en De

Lubac y, con más seguridad aún, afirmar el papel central que Cristo
titud de cuestiones, pero no de todas. Entre las lagunas generalmente

reconocidas en la obra lubaciana suele señalarse de manera especial ocupa en su planteamiento teológico.

La tesis que el autor de la obra a la que estas líneas sirven de intro­


la cristología. Es cierto que no escribió ningun� obra. may?r sobre el
ducción ha formulado consiste en afirmar que la clave para compren­
misterio de Cristo, y parece por tanto que una invcsngacron sobre la
der la cosmovisión teológica del autor de Catholicisme es el principio
cristología del teólogo de Cambrai solo puede aspirar a una proyec­

ción discreta. Más aún, la investigación sobre su aportación a la cris­ de la mediación, y más en concreto, de Cristo mediador. Como ya se

ha afirmado más arriba, el proyecto teológico de Henri de Lubac tiene


tología podía consi?erarse agotada después d� las _tesis doctor�es de

Donath Hercsick, Etienne Guibert, y Noel O Sullivan sobre diversos como objetivo fundamental la búsqueda de la correcta articulación de

la relación entre el hombre y Dios, lo cual permitirá desactivar una de


aspectos cristológicos en la teología del teólogo francés. .

La obra de Andrzej Persidok parece, sin embargo, desmentir lo las causas principales de la separación entre la fe cristiana y la cultura

moderna. Esta articulación es pensada por De Lubac a partir de Cristo


que se acaba de afirmar. El joven teólogo Pº!ª�º se ha atrevi�o a volver

a las obras de Henri de Lubac con el proposito de descubrir la figura en su calidad de mediador. Esto quiere decir que todas las realizacio­

nes de la unión entre lo divino y lo humano en sus varios aspectos


de Cristo, no solo en los textos explícitos sino también en los presu­
-unión entre la naturaleza y la gracia, entre el tiempo y la eternidad,
puestos de toda la teología lu�acian�. A pesar de que se �a llegado a

hablar incluso de la falta de cristología en la obra de Henn de Lubac, entre la multiplicidad y la unidad- son pensadas, con expresión de J.
Milbank, «como anticipaciones de Cristo o entendidas como directa­
Persidok plantea la necesidad de repensar una afirmación como esta
mente atribuibles a su influencia».
ya que considera que, aunque no como cristología sist�mática, la �gu­
Persidok estructura su investigación en dos partes fundamentales.
ra de Cristo tiene una presencia central en el pensamiento [ubaciano.

De hecho, solo se puede entender a fondo la capacidad de «unir sin La primera ofrece en dos capítulos una especie de mapa de la antro­

confundir» que es una característica clave de su teología si se accede a pología teológica del autor de Meditación sobre la Iglesia. Analiza la

paradoja tal como la plantea, con tanta originalidad, De Lubac, así


su fundamento, que es el papel central que Cristo mediador tiene en
como los conceptos básicos que ha formulado para explicar el misterio
la reflexión del autor de El drama del humanismo ateo.

La relativa escasez de textos explícitamente cristológicos en el con­ del hombre a la luz del Evangelio. La segunda parte es la más amplia

(cuatro capítulos), y en ella el objeto de estudio es ya Cristo mediador


junto de la obra de De Lubac es compatible con que en realidad su
en eres aspectos esenciales: en la divinización del hombre, en la histo­
«sistema» teológico se mantenga por contar con Cristo como clave de
ria de la salvación y en la recapitulación universal. El último capítulo
todo el edificio. Persidok muestra que hay una omnipresencia de Cris­
ofrece una recapitulación final en la que se presenta la relación entre
to en toda su obra, tanto en las referencias parciales pero constantes
mediación y Mediador, para concluir en la primacía de Cristo media­
a su ser y misión, como por estar situado en el mismo punto focal de
dor.
sus desarrollos teológicos; así se aprecia, por ejemplo, en Catholicisme.
ANDRZEJ PERSIDOK
20

El resultado de la lectura de esta interesante monografía es com­ INTRODUCCIÓN

probar que Henri de Lubac ha enriquecido l� comprensión teoló�ica

de la relación de Dios con el hombre, que tiene su centro en Cristo

mediador. Se ha situado, con ello, en la línea patrística (san lreneo,

san Agustín) continuada por los medievales (sa?to Tomás, sa� Bue­

naventura) y cultivada por teólogos contemporaneos, que entienden

dinámicamente el cristocentrismo: Cristo no es solamente el centro

en torno al que gira todo sino también el movimiento que de Dios

trino llega al hombre, y de éste torna directamente ª. Dios: .

Digamos finalmente que con esta obra, Andrzej Persidok realiza

una notable aportación a la investigación teológica al mostrar la. �e­

cundidad del pensamiento de Henri de Lubac de cara a comprens1on

de la fe cristiana con fidelidad a Dios, a la Iglesia, al mundo y al hom­

bre: a todos a la vez, sin incompatibilidades conceptuales y sin reduc­

cionismos interesados. En Cristo mediador está la respuesta ofrecida La teología de hoy, si no quiere perder el contacto con su época y
por Dios y necesitada por nosotros para comprendernos mejor y para convertirse en un mero juego de palabras, necesita ser consciente de

vivir con plenitud esperanzada. que el rechazo masivo de Dios en el mundo occidental determina en
César Izquierdo
buena parte el terreno en que desarrolla su reflexión. Esto, que era una

realidad en el siglo pasado, no parece haber cambiado en la segunda

década del siglo XXI; en todo caso, se ha agudizado más todavía. Si la

teología no lo tuviera en cuenta se convertiría en un discurso artificial,

como una conversación en la que una familia evita deliberadamente

tratar de los asuntos graves que afectan a todos y en cambio se habla

de cosas sin importancia.

En el tiempo que siguió directamente al Concilio, varias obras

teológicas relevantes comenzaban por una exposición sobre el ateís­

mo, indicando de ese modo que había que contar con esa realidad
1•
al delimitar el contexto del discurso teológico Aunque su objetivo

principal fuera responder a la pregunta «quid sit Deus», no podían

prescindir de tratar con toda seriedad (y no sólo a modo de pura con­

vención) también de la cuestión «an sit Dem», a la que muchos daban

una respuesta negativa.

En Occidente, ya desde hace años, se observaba una ruptura entre

la cultura moderna y la religión cristiana; o, en otras palabras, la rup­

tura entre el hombre «moderno» y Dios. Preparada ya por el deísmo

de la «edad de las luces», en el siglo XIX fue ampliamente profesada

1 . A modo de ejemplo, podemos mencionar la Introducción al cristianismo de Joseph

l{:111:inger y El Dios de jesucristo de Walrer Kasper, cf. RATZINGER J., Introducción al cristia­
nismo: lecciones sobre el credo apostálico, Salamanca: Sígueme 2009; KAsPER, W., El Dios de

/rsucristo, Salamanca: Síg11t'mt· 200'i.


INTROOUCCIÓN 23
ANDRZEJ PERSIDOK
22

blan abiertamente del precio que hay que pagar por haber «matado a
por los filósofos, científicos y artistas, hasta alcanzar en el siglo XX
2•
Dios». Así, el postestructuralista Michel Foucault advierte: «No pen­
una difusión tan amplia que ya se pudo hablar de una «era secular»
séis que habiendo matado a Dios habéis construido un hombre que

valga más que Dios y que pueda tenerse en pie mejora". En el mismo
Según observa Charles Taylor, la filosofía basada en el rechazo de
espíritu, el filósofo Gianni Vattimo observa que «el humanismo está
Dios en el siglo XIX tuvo dos grandes corrientes. Una, heredera de la
en crisis porque Dios está muerto» y que «la verdadera sustancia de la
Ilustración, animada por una esperanza ilimitada en las ciencias y en
crisis del humanismo es la muerte de Dios-".
el progreso, pregonaba el triunfo final del hombre, que, al ser liberado
Aunque una gran parte de los pensadores sigue afirmando que
de la alienación que la religión suponía para él, alcanzó por fin la ma­
el hombre de hoy es destinado a una vida «sin cristos ni profetas, sin
durez. En esta corriente del «ateísmo humanista» destacan pensadores
9,
dioses y sin biblias» muchos parecen conscientes, más que sus prede­
como August Comte y Ludwig Feuerbach, así como los neopositivis­
cesores, de que valores tan fundamentales como el amor, la sociedad o
tas de la primera mitad del siglo XX y, hasta cierto punto, Marx y los
el sentido de vida son difícilmente salvables sin un fundamento tras­
marxistas3• La segunda corriente tiene su origen en Friedrich Nietzs­
cendente. En este sentido Ronald Stuart Thomas, poeta galés ator­
che, ciertamente uno de los filósofos más influyentes hasta nuestros
mentado por el aparente silencio de Dios en el mundo postcristiano,
días4• Autor del famoso anuncio de la «muerte de Dios», no compartía
habla del momento en que Dios se retira del mundo, dejando una
con los positivistas su optimismo y su fe en el hombre. La Ilustración,
llama de amor vacilante; es el momento en que los «demonios» que
lejos de ser un nuevo comienzo, fue para él una etapa de declive de la
antes. aterroriz;tban a la humanidad, enterrados hace mucho tiempo,
civilización cristiana5• Nietzsche sostenía que, junto con la «muerte»
resucitan, atraídos por el olor del cadáver (¿de Dios? ¿del hombrei)!",
del Dios cristiano, llegó a su fin el humanismo europeo. La única sa­
En cuanto a la actitud de los propios cristianos ante el problema
lida posible del nihilismo es ahora la superación del humanismo y la
de la ruptura entre la cultura moderna y la religión, los primeros en
búsqueda del «superhombre».
darse cuenta de la seriedad de la crisis fueron, quizás, pensadores pro­
Si los «padres» del ateísmo pertenecían todavía al siglo XIX, su
testantes. De ahí los intentos de la mediación entre la fe cristiana y la
influencia se extendió a todos los años siguientes, hasta la época pre­
cultura moderna, desarrollados ya en el siglo XVIII por filósofos como
sente. Como se ha señalado, a lo largo del siglo XX en la filosofía ha
Friedrich Schleiermacher -intentos que abocaron al «protestantismo
cambiado prácticamente todo -salvo el rechazo rotundo de la reli­
liberal», y también llevaron al surgimiento de la oposición frente a ése,
gión6. Lo que sí que ha cambiado, es la extensión del mundo de la in­
con el nombre emblemático de Seren Kierkegaard.
creencia. El ateísmo que antes era cosa más bien de «élites» científicas
En cuanto a la reflexión católica, en el siglo pasado hubo al menos
o artísticas (a veces disfrazado de «agnosticismo») pasó a ser una de
dos grandes intentos de enfrentarse con el problema del divorcio entre
las convicciones más extendidas en varios países del Occidente. Otro
l� fe y la -�ultura. El primero fue el movimiento modernista que, si
cambio consiste, quizás, en que varios pensadores «postcristianos» ha-
bien surg10 ya a finales del pontificado de León XIII, alcanzó su mo­

mento cumbre en la primera década del siglo XX. Se trata de un mo­

vimiento intelectual, presente especialmente en Francia, pero también


2. Para un análisis del proceso que llevó a la configuración de la «era secular», cf. TA­

YLOR, CH., A Secular Age, Cambridge, Massachusetts I London, England: Belknap 2007, en Italia, Alemania e Inglaterra, que en diversos campos de reflexión

especialmente 299-535.
3. Cf. DHA 141-278 (153-322); en lo sucesivo citamos las obras de Henri de Lubac de

la manera siguiente: el número que sigue directamente al título (o a la sigla) corresponde a la


7 ', FouCAULT, M., L'Archéologie du sauoir, Paris: Gallimard 1969, 275, citado en:
edición francesa, mientras que el número que aparece entre paréntesis se refiere a la traduc­
GESCHE, A., El sentido, Salamanca: Sígueme 2004, 63.
ción (pata las ediciones manejadas en el presente trabajo, véase la Bibliografía)._
8. VAITIMO, G. , El.fin de la modernidad, Barcelona: Gedisa 198 7 , 42-46.
4. Para la descripción del proceso que llevó desde Comte, Fe�erbach y N'.e.czsche a I�
9. FIERRO, A., Después de Cristo, Madrid: Trona 2 012, 548 .
más recientes formas del ateísmo filosófico, cf. Cf. Rurz DE LA PENA, J.L., Crisis y apologi«
10. «What I ?ªPPe�ed? Sudde?ly he was I gone, leaving !ove guttering / in his with­
de lafe. Evangelio y nuevo milenio, Santander: Sal Terrae 1 9 9 5 , 29-52.
drawal. And scennng I disaster, as files are attracted I to a carease, far down / in the subcon­
5. Charles Taylor se refiere a esta segunda corriente post-nietzscheana como «immanent
scious rhe ghouls I and che dernons we rhought I we have buried for ever resurrected», del
counter-Enlightement», cf. TAYLOR, CH., A Secular Age, 369ss.
poema Resurrections, en: T110MAS, R .S. , Selecttd Poems, London: Penguin Books 2004, 296.
6. Cf. Rurz DE LA PEÑA, J . L . , Crisis y apología de laft . . . , 102.
ANDRZEJ PERSIDOK
IN'J'ROOUCCIÓN 25
24

(filosofía, exégesis, historia, reforma interior de la Iglesia) procuraba por la patrística, el movimiento litúrgico, el estudio de Santo Tomás

responder al difícil problema de la supuesta ruptura existente entre la históricamente contextualizado, o los nuevos planteamientos en la fi­

doctrina cristiana y el pensamiento moderno, profundamente trans­ losofía católica. No obstante, el impulso que movía a los autores era,

formado a raíz de la «revolución del pensamiento» operada en el curso en buena parte, de carácter apologético: dar a conocer el cristianismo

11• en toda su riqueza para acercarlo al mundo moderno.


del siglo XIX
15•
El momento-cumbre de este movimiento fueron los años '30
Como es bien sabido, el modernismo fue un intento fallido. Sus
Entonces se fraguaron las ideas que poco a poco iban ganando sitio en
protagonistas profesaban una «doble pertenencia», a la fe y al mun­
la reflexión creyente hasta que, al final, abocaron en el acontecimiento
do intelectual contemporáneo, pero en realidad consideraban a estos
central para la vida de la Iglesia en el siglo XX que fue el Concilio
dos mundos como incompatibles y por eso veían como necesaria una
16•
Vaticano II
«modernización» del cristianismo, no sólo en las formas de expresión
Dentro del cuadro de la renovación teológica que preparaba el
sino en el mismo contenido de la doctrina'". De ahí las medidas se­
Concilio, ocupa un lugar eminente la obra fundamental de Henri de
veras aplicadas por el papa Pio X, que en la encíclica Pascendi (1907)
Lubac. Tanto su vida, como su producción literaria, son un testimo­
condenó el modernismo. Era una reacción necesaria ante el movi­
nio del gran afán de unir que le animaba. Especialmente consciente de
miento que en nombre de «modernidad» ponía en duda los mismos
la necesidad de responder al fenómeno trágico de la separación entre
fundamentos del catolicismo, como la divinidad de Jesucristo o el
la fe y la cultura, se empeñaba por igual en promover la unidad de la
origen sobrenatural de la Iglesia. No obstante, era cosa bien clara que
Iglesia. Su preocupación por unir lo separado y guardar la unidad de
los problemas planteados por el modernismo eran reales y que pronto
lo amenazado por la ruptura explican que se hable de su «vocación
o tarde la Iglesia tendría que afrontarlos.
mediadora» en unos tiempos turbulentos para el mundo y para la
A raíz de la convicción de que el modernismo era una mala reac­
Iglesia 17•
ción ante problemas verdaderos, surgió el segundo intento de acerca­
13•
miento entre la fe cristiana y la cultura moderna Después de la Pri­
El futuro teólogo y cardenal nació en Cambrai, en el norte de
mera Guerra Mundial, sobre todo en Francia y en Alemania nació un Francia, el día 20 de febrero de 1 8 9 6 siendo el tercero de seis hijos, en
18•
movimiento de renovación teológica que iba a marcar profundamente el seno de una familia profundamente católica Sus primeros años
el siglo entero". Varios de sus protagonistas eran jesuitas y dominicos discurrieron en ambientes que prolongaban la atmósfera católica de
que partían de la convicción de que la tensión entre el cristianismo y su familia: en los colegios jesuitas, de San José en Lyon y de Mongré

la modernidad es debida no al carácter anti-moderno de la fe, sino al en Villefranche, y luego en la facultad católica de Lyon, donde hizo un

hecho de que esa fe quedaba encerrada en el sistema rígido y abstracto curso de estudios en derecho.

de la neoescolástica. La solución que veían pasaba por el redescubri­ En 1 9 1 3 De Lubac entró en el noviciado lionés de la Compañía

miento de la riqueza de la tradición católica, y a partir de ella reanudar de Jesús, pero su formación pronto quedó interrumpida: fue movi­

el diálogo fecundo entre la fe y la cultura moderna. lizado en 1 9 1 4 y pasó los cuatro años que siguieron en los campos

El fenómeno de la renovación teológica bebía de varias fuentes, de batalla de la Primera Guerra Mundial. Esta experiencia le marcó

como, por ejemplo, los estudios bíblicos renovados, el nuevo interés

15. AuBERT, R, La teología durante la primera mitad del siglo XX, 30.

16. Ya en el discurso de apertura, pronunciado por Juan XXIII, el deseo de un acerca­


11. IZQUIERDO, C., Cómo se ha entendido el «Modernismo teológico»: discusión historio­
miento al mundo moderno aparece como uno de los propósitos principales del Concilio,
grdfica, en: CASAS, S. (ed.), El modernismo a la vuelta de un siglo, Pamplona: Eunsa 2008,
cf. JUAN XXIII, Discurso de la solemne apertura del del Concilio Vaticano JI, 11 de octubre
29-30; todo el ensayo 2 5 - 8 1 .
de 1962.
12. Cf. IZQUIERDO, C., Cómo se ha entendido el «Modernismo teológico»: . . . , 69.
17. La expresión, aculíada por Olivier de Berranger en un texto inédito, aparece en:
13. Cf. Fou1LLOUX, É., Une Églíse en quéte de liberté. La pensée catholíque frarlfaise entre
MouuNs-BEAUFORT DE, E., Anthropologie et mystique selon Henri de Lubac. «Eesprit de
modernisme et Vatícan JI (1914-1962), Desclée de Brouwer, París 1998, 74-80.
l'homme» ou la présenc« de Dieu en Ibomme, París: Cerf 2003, 876.
14. AuBERT, R., La teología durante la primera mitad del siglo XX, en: VoRGRIMLER. H.
18. Los daros biográficos aportados aquí provienen de: WAGNER, J.-P., Henri de Lubac,
(ed.), La teología en el siglo XX, Madrid: BAC 1973, 3-58; cf. V1LANOVA, E., Historia de la
l'aris: Cerf 2 0 0 1 , 11-27.
teología cristiana, III, Barcelona: Herder 1992, 867-905.
ANDRZEJ PERSIDOK
INTRODUCCIÓN 27
26

para siempre: aparte de ver de cerca los horrores de la gue�ra, cuyas En los años 30' y 40' fueron editadas las obras más conocidas del

imágenes nunca le dejaron del todo, fue gravemente hendo y, en teólogo. En ellas, en general, reunía artículos y conferencias previa­

consecuencia, durante toda su larga vida sufría fuertes dolores de ca­ mente publicados por separado. En 1 9 3 8 apareció Catholicisme; en
1•

beza. Pero hubo también otro aspecto: a través de las conversaciones 1944, Le drame de l'humanisme atbée; y en 1946, Surnature/2 Las

que mantuvo con sus compañeros en las trincheras, �e Lubac_ pudo tres obras, cada una a su manera, surgieron del impulso que buscaba

enterarse de la existencia de un inmenso mundo de la mcreencia que la renovación teológica de la primera mitad del siglo XX. La teología

no se identiflcaba con el ateísmo militante al estilo de la Tercera Re­ de De Lubac en particular respondía a la necesidad de dar respuesta a

pública. Según él mismo lo admite, estas conver�aciones con gen­ la separación entre la fe y la cultura que, en último término, significa

te sincera y de profundos ideales humanos que, sm embargo, no se la ruptura entre el hombre y Dio s .

sentían atraídos por la fe cristiana, fueron el primer impulso que le Las décadas fructíferas de los años 30' y 40' fueron también las

hizo reflexionar sobre la separación entre la fe y la cultura y buscar de la experiencia difícil de la Segunda Guerra Mundial y de la ocu­

19• pación nazi de Francia. Durante este tiempo, De Lubac participó en


caminos de remediarla

Vuelto de la guerra, De Lubac pudo terminar su noviciado y conti­ el movimiento de la «resistencia espiritual», una labor formativa que

nuar su formación espiritual e intelectual que, a causa de la legislación procuraba preservar a los franceses de la influencia ideológica y espi­

francesa, se realizaba entonces en casas situadas en territorio inglés. En ritual de los ocupantes nazis. Aunque no se trataba de una actividad

este período, destacan dos momentos: primero, durante los estudios política (De Lubac posteriormente negó haber participado en la Ré­

de filosofía, aparte de leer con fervor a San Agustín y a Santo Tomás,


sistance propiamente dicha), no era por eso menos arriesgada, como

De Lubac descubrió la filosofía de Maurice Blondel, que luego sería se comprobó con la muerte del jesuita Yves de Montcheuil, amigo y

una de las inspiraciones principales de su obra teológica; segundo, colaborador de De Lubac, en la prisión de la Gestapo.

durante el teologado, participó en un círculo de intercambio de id�as


Un hecho importante de la misma época es el inicio, junto a Jean

Daniélou y Victor Fontoynont, de la colección Sources cbrétiennes,


que se reunía en torno al Padre joseph Huby. Fue este profesor qmen
una edición bilingüe de las obras de los Padres de la Iglesia. La colec­
le animó a investigar la cuestión de lo sobrenatural.

Ordenado sacerdote en agosto de 1 9 2 7 , dos años más tarde De ción, comenzada en 1 9 43 , contribuyó de manera decisiva al redescu­

brimiento de la riqueza del pensamiento patrístico, una de las fuentes


Lubac fue nombrado profesor de teología fundamental en la Fa­

cultad de Teología de Lyon (y no en el seminario de los jesuitas de la renovación teológica en el siglo XX.

Lyon-Fourviere). Su lección inaugural, dedicada a la relación entre Otro hecho de gran relieve, tanto para la vida como para el pen­

apologética y teología, es testimonio de la preocupación constante samiento del teólogo, fue la controversia que se desarrolló acerca de

Surnaturel, considerado por algunos teólogos tomistas como un ata­


por buscar caminos de acercamiento entre l� fe cristiana y la c_ul_t�ra
22•
predominantemente laicista'". En 1 9 3 0 el Joven profesor recibió el que directo a los mismos fundamentos de la doctrina católica Junto

encargo de dirigir las clases sobre la historia de las relig!ones. Luego con algunas afirmaciones contenidas en la encíclica Humani generis,

diría que la preparación de estas clases, aunque laboriosa, tuvo su interpretadas como si fueran dirigidas directamente a De Lubac, las

efecto en confirmarle aún más en la «extraordinaria unicidad del polémicas acerca de Surnaturel trajeron como consecuencia para el

Hecho cristiano» dentro del mundo de las religiones. Además, las teólogo la retirada de la enseñanza en Lyon, y su traslado a París. El

clases dieron origen a sus estudios dedicados al budismo, este «ateís­ «tiempo de silencio» que entonces comenzó puede ser interpretado

mo oriental» que, ciertamente, le interesaba también a causa de las en clave de la «vocación mediadora» de De Lubac y de su búsqueda

analogías que guardaba con el hecho inquietante del ateísmo masivo incansable de la unidad, nunca de la ruptura. Aunque sufría a causa

en el Occidente.

21. Otras obras, publicadas en esta época, han sido: Corpus mysticum ( 1 9 4 5 ) , Proudhon

rt le christianisme ( l <J4'i), Dr la connaissanre de Dieu ( 1 9 4 5 ) , Paradoxes (1946).


19. cr CHANTRAINE, G . , Htnri de Lubac, t. l. De la naissance a la dimobi/isation (1896-
22. C[ p.e], BoYHR. CI t. «Narurc purt· et surnarurel dans le Surnaturel du Pere de
1919). París: Cerf 2007, 4 1 3 ; MOE 28 (58).
l ubac», (,'"J{t1riimum 28 ( l '>47), .179-.llJ'i.
20. La l e c c i ó n fue puhlicada luego como «Apol0Kétiq111· et 1héol0Kie•, en: Td() 9 7 - 1 1 1 .
28 ANDRZEJ PERSIDOK INTRODUCCIÓN 29

de la mala comprensión de sus obras, nunca hubo en él ni una sombra dimensiones: social, interior e histórica, que le confieren un carácter
23
de desobediencia o de una actitud de rebeldía ante la autoridad de la verdaderamente «católico», es decir, universal y total • La introduc­

Santa Sede. ción a la obra permite ver la intención apologética que está detrás de

La rehabilitación del teólogo comenzó cuando el Papa Juan XXIII ese intento. De Lubac escribe en ella que, así como en el siglo XIX la

le nombró, en el año 1 960, consultor de la Comisión Preparatoria «dificultad de creer» venía «en gran parte de una filosofía agnóstica y

para el Concilio que había anunciado. Desde su posición de perito, de las dudas concernientes a la Biblia y a los orígenes del cristianis­

Henri de Lubac influyó de manera considerable en algunos documen­ mo», ahora muchos dudan de su valor permanente precisamente por

tos conciliares, tanto por su participación directa en la elaboración de tenerlo por una religión «que se desinteresa tanto del futuro terrestre

los mismos, como a través de sus obras, algunas bien conocidas por como de la solidaridad humana», las dos grandes preocupaciones del
24•
varios Padres del Concilio. mundo occidental en la primera parte del siglo XX

En la época posconciliar, De Lubac participó activamente en la Si en Catbolicisme el teólogo ofrece sólo unas pocas consideracio­

vida de la Iglesia. Sus obras más importantes provienen de la épo­ nes acerca de la intención apologética de la obra, esa intención -que

ca anterior al Concilio (con excepción de Le mystére du surnaturel, subyace no sólo a este libro célebre sino a toda la obra del teólogo­

su exposición más completa de antropología teológica, publicada en queda expuesta con más claridad en una conferencia, pronunciada en

1 9 6 5 ) , pero después del Vaticano II siguió escribiendo sobre varios Grenoble en el mismo año de la publicación de Catholicisme, sobre las
25•
temas. Junto a Balthasar y Ratzinger, dio comienzo a la revista teológi­ «responsabilidades doctrinales de los católicos en el mundo de hoy»

ca internacional Communio. Con inquietud observaba cómo muchos En dicha conferencia, De Lubac parte del hecho de la «descris­

cristianos en esa época confundían el afán reformador y renovador en tianización» masiva que ha afectado no sólo al mundo de las ideas,

la teología y en la Iglesia con las ideas revolucionarias que por enton­ sino también a la vida cotidiana y a las costumbres, hasta romper la

ces sacudían las sociedades de la antigua Europa. El teólogo que veinte «corriente vital» por la que la religión pasaba de una generación a otra.

años atrás era considerado como sospechoso por sus ideas demasiado El autor señala que este mundo descristianizado, en sus partes ideoló­

alejadas del paradigma dominante en teología (el neotomista, basado gicamente más activas, posee unos rasgos que no siempre se perciben

en la hipótesis de «natura pura»), ahora fue acusado a menudo por los bien. Primero, está poseído por un deseo de totalidad; no busca so­

teólogos «progresistas» de retrógrado y conservador. A la vez, hacia el luciones parciales o distinciones netas en las ideas, sino un programa

final de su larga vida, le llegó el reconocimiento más importante por integral tanto para la sociedad como para cada individuo. Segundo, su

parte de la Iglesia: en el año 1 9 8 3 fue nombrado cardenal por el Papa idealismo y su rechazo de cualquier compromiso con el orden estable­

Juan Pablo II. Falleció en Paris el día 4 de septiembre de 1 9 9 1 . cido del mundo, esconden en realidad un verdadero impulso místico

(De Lubac llega hasta hablar, al respecto, de un «ateísmo místico»).

Tanto en la vida como en la obra de Henri de Lubac subyacía un Partiendo de este diagnóstico, el teólogo ofrece un programa de

deseo de unir lo que está roto y de mantener en unidad lo que estaba cómo se debe presentar la doctrina cristiana para remediar la ruptura

amenazado por la ruptura. La ruptura más dolorosa desde el punto entre ella y el mundo contemporáneo. Observa que, siendo la descris­

de vista teológico era la que se estableció entre el hombre moderno tianización un fenómeno vital que ha afectado a las mismas estructu­

y Dios, y ésta fue una preocupación constante del teólogo desde el ras sociales que garantizaban la transmisión de la fe, se debe acentuar

principio de su trabajo teológico. Lo atestiguan ya las tres obras tem­ que el cristianismo es un compromiso personal, vital, y no sólo una

pranas, editadas en torno a los años de la Segunda Guerra Mundial. tradición heredada. Señala también que, teniendo en cuenta el deseo

Esas obras: Catholicisme ( 1 9 3 8 ) , Le drame de'! humanisme athée (1944) de totalidad de los contemporáneos, en lugar de intentar explicar y

y Surnaturel (1946) responden, cada una a su manera, a lo que el je­

suita lionés, de acuerdo con sus contemporáneos, consideraba como el


23. MOE 25 (40).
desafío más serio que se presentaba ante la fe cristiana.
24. C VII ( l 5).
Catholicisme, según las palabras del propio De Lubac, fue un in­
25. «Les rcsponsabilités doctrinales des carholiques dans le monde d'aujourd'hui», en:

tento de mostrar el misterio cristiano en la unidad orgánica de sus tres PME 261-277.
INTRODUCCIÓN 31
ANDRZEJ PERSIDOK
30

personas que, lejos de oponerse de manera unilateral a la modernidad


demostrar las diversas «verdades de la fe», se debe mostrar la unidad
o conformarse con su corriente mayoritaria, vivieron en sí mismos la
del «misterio cristiano», sobre todo en cuanto unidad del misterio
terrible tensión entre la fe y la cultura de su tiempo, y salieron victo­
creído (dogma), y vivido (moral y sacramentos de la Iglesia). Final­
riosos. Tal vez en el carácter «paradójico» de estos dos pensadores se
mente, insiste en que, respondiendo al «impulso místico» presente en
puede ver un rasgo que les hacía especialmente cercanos al jesuita,
el mundo de la increencia, los cristianos deben redescubrir la dimen­
puesto que, como testimonian sus Paradoxes, él también vivía la rup­
sión mística de su fe. En vez de condenar las ambiciones desmesuradas

de los «místicos ateos», el cristiano debe mostrarles que el gran deseo tura entre el hombre moderno y Dios a un nivel mucho más profundo
27•

que les anima queda colmado solamente en el mis�erio cri�tiano, edi­ que el de los meros debates intelectuales

ficado sobre la afirmación fundamental de que «Dios se hizo hombre El tercer libro de los tres que hemos enumerado es Surnaturel. Esta

obra, quizás no tan leída como los otros dos libros, apenas traducida a
para que el hombre pueda devenir Dios».

Es bueno observar que De Lubac no se contenta con la imagen de otras lenguas y reeditada una sola vez (mientras que Catholicisme y Le

los no creyentes como personas que viven su vida superficialmente, drame de'! bumanisme athée tuvieron varias ediciones y fueron traduci­

materialistas desprovistos de cualquier profundidad espiritual. Como das a las principales lenguas del mundo), es, sin embargo, la que más

también lo repetirá más tarde, es consciente de que el encuentro entre eco tuvo en la teología y en la propia vida de Henri de Lubac.

el cristianismo y el ateísmo es un encuentro entre dos místicas y, por Aunque Surnaturel es una obra propiamente teológica, es fácil ver

tanto, aunque el diálogo en el nivel de las ideas puede ser fecundo,. l? que en su raíz está la misma intención de remediar la ruptura entre la

que queda, a fin de cuentas, es el «combate» entre dos fuerzas espm- fe y la cultura. Si, en Casholicisme, De Lubac es consciente de dirigirse

a los que viven en un mundo ya en buena parte descristianizado y


niales".
El segundo de los tres libros que hemos mencionado c�mo cen_tra- en Le drame de'! humanísme athée procura encontrar a los principales

les para el proyecto teológico de De Lubac es Le drame de l 'humanisme profetas de esa «descristianización», en Surnaturel se lanza a inves­

athée. Se trata de un ensayo, que procura confrontarse con las ideas tigar las causas profundas de la misma; esas causas del olvido de la

de los grandes pensadores anticristianos del siglo XIX: Ludwig Feuer­ dimensión teológica del hombre se encuentran, según él, en la misma

bach, August Comte y Friedrich Nietzsche, repres�ntantes no t'.111� teología. Como inspiración de Surnaturel se encuentra, ciertamente,

to de un ateísmo «burgués», cuanto de lo que el teologo denomino el pensamiento del filósofo francés Maurice Blondel que con su «fi­

«ateísmo místico». El libro, además de resumir lo que cada uno de losofía de la acción» emprendió una lucha contra el «extrinsecismo»,

ellos dijo acerca de la religión, apunta a la fuente común de todos los es decir, contra la postura intelectual que no admitía ningún vínculo

proyectos filosóficos antirreligiosos. Esta fuente. es el «trágic� equívo­ intrínseco entre el hombre y Dios. Este extrinsecismo fue compartido,

co» de considerar la visión del hombre creado a imagen de D10s y, por con fines distintos, tanto por los apologetas católicos de la corriente

tanto, dotado de un vínculo inalienable con él, como un yugo que neoescolástica, como por los filósofos naturalistas antirreligiosos. En

impide al hombre ser él mismo en lugar de como una liberación de la ese contexto adquiere un significado particular la carta que el día 3 de

tiranía del destino. abril de 1932 De Lubac envío al filósofo de Aix, en la que aparecía

De Lubac no se enfrenta con estos autores con una argumentación un esbozo de lo que iba a ser Surnaturel; como expresión de la idea de

polémica directa, sino que contr�pone a los profe�as del «humani�mo fondo de la obra que por entonces tenía planeada, el joven teólogo cita

ateo» dos pensadores contemporaneos, que, experimentando en si to­ unas frases del propio Blondel, según el cual «si demasiado a menudo

das las contradicciones que caracterizan al cristianismo vivido en la hoy el camino gener_al de la humanidad se aparta del cristianismo, es

época moderna, en su propio interior ganaron el «combate espiritual» quizás porque demasiado a menudo se ha desenraizado el cristianismo
28•
contra el ateísmo. Se trata del filósofo danés, Seren Kierkegaard, y del de las vísceras Íntimas del hombre»

novelista y pensador ruso, Fiódor Dostoyevski, que aparecen como

27. Cf. I' 1 6 9 ( 1 6 5 ) ; 1 7 1 (167).

211. et: MOE lll'J (.'Vi).


26. Cf. ASH 4 1 7 - 4 1 8 ( 1 8 - 1 9 ) ; 457 (74).
32 ANDRZEJ PERSJDOK
INTRODUCCIÓN
33

En Surnaturel, el jesuita francés localizó la causa de este «desenraí­ social y se desentendía de toda la parte dogmática; o el cristianismo

zamiento» precisamente en un planteamiento teológico, surgido al co­ exclusivamente social que llega hasta decir que la «verdadera religión

mienzo de la época moderna, que consideraba posible que el hombre es quitar el hambre»; o, también, la teología convertida en antropolo­

hubiese sido creado por Dios en un orden de pura naturaleza. Lo que gía, donde Dios ya no es más que una cifra de la profundidad espiri­
9•
apareció como una hipótesis en teología, en los siglos posteriores fue tual del hombre2

retomado por los pensadores antirreligiosos como punto de partida La actitud de De Lubac frente a estos proyectos fue claramente

para reconocer en la religión un añadido inútil o incluso nocivo que crítica. En sus apuntes del tiempo de Concilio, comenta que varias

se superponía al hombre, que aparecía como un ser consistente en sí versiones del «cristianismo renovado» daban la impresión de que «la

mismo, sin necesidad de referencia alguna al orden sobrenatural. El Iglesia, viendo que no interesa a los hombres con el mensaje de Jesu­

propósito de De Lubac consiste en plantear la relación de lo humano cristo, busca una actividad de recambio para sobrevivirs'". Situándose

y lo divino de tal manera que resalte el vínculo originario entre ellos, claramente a favor de la renovación conciliar, cuya validez nunca ha
31,
una relación sin confusión pero a la vez sin separación. puesto en duda el teólogo rechazaba a la vez todo tipo del «inte­

Los tres libros analizados muestran, cada uno a su manera, cómo la grismo secularizante», encarnado en teólogos más progresistas, más o
32•
obra de Henri de Lubac se inscribe perfectamente en la gran ambición menos cercanos a la revista Concilium En tiempos de confusión y

apologética, propia de la renovación teológica que comenzó antes del de embriaguez intelectual para muchos, su actitud fue sobria y clari­

Concilio Vaticano II: unir lo que está separado, mostrar la posibilidad vidente; frente al mundo moderno, cada vez menos cristiano, nunca

de la unión allí donde otros veían ruptura como una necesidad fatal. abandonó su gran deseo de unirlo a Cristo, pero tampoco cayó en la

Los años que siguieron inmediatamente al Concilio han demos­ tentación de confundir los órdenes. Cabe señalar aquí que esta actitud

trado la ambigüedad de varios planteamientos teológicos que busca­ supuso para él el pago de un gran precio: el progresivo aislamiento

ban el acercamiento entre el cristianismo y el mundo moderno. Teó­ dentro de su propia orden religiosa y, también, la experiencia de una

logos contemporáneos de Henri de Lubac, como Hans Küng, Edward verdadera «noche espiritual» de la que son testimonio algunos textos

Schillebeeckx o incluso Karl Rahner, al proponer una relectura de la personales del teólogo, recientemente publicados en el cuarto tomo
33•
doctrina cristiana, supuestamente para hacerla más comprensible al de su biografía

hombre moderno, no siempre lograron salvaguardarla en toda su in­ La comparación del período preconciliar de la vida de Henri de

tegridad. Vistos desde la perspectiva de años y a la luz de las repercu­ Lubac, marcado por la retirada de la enseñanza a causa de las sospe­

siones que tuvieron en la vida de la Iglesia posconciliar, sus proyectos chas de proponer en sus escritos una especie del modernismo redivivo,

teológicos, pensados en el marco del diálogo con un hombre ya ale­ y el posconciliar, caracterizado por su progresivo distanciamiento de

jado de la fe cristiana, a menudo dan la impresión de atenuar algo la

doctrina, para hacer menos molesta la tensión creciente entre el cris­

tianismo y el mundo, tensión que amenazaba, según pensaban, con 29. Sobre estas visiones del «otro cristianismo», cf. p.ej. FABRO, C., La aventura de la

una ruptura total. teologta progresista, Pamplona: Eunsa 1976, 1 1 - 1 7 7 ; GoNZÁLEZ DE CARDEDAL, O., La teolo­

gía en España (1959-2009), Madrid: Encuentro 2010, 68-10


El fruto de estos intentos de reformulación de la doctrina cristiana
30. LuBAC DE, H., Carnets du Concite, I, París: Cerf 2007, 104.

fue la convicción de que, aparte del cristianismo «de siempre», con 31. Cf. EA.
V 1 8 - 5 1 (23-57).

• 3�. Cf. CHANTRAIN�, G., LEMAIRE, M.-G., Henri de Lubac, t.N. Concite et aprés­
sus dogmas y oraciones, su Biblia y sus sacramentos, puede haber otro
Cancile (1960-1991), Pans: Cerf2013, 413ss; 433ss; 5 1 5 s s ; MADRIGAL, S., Tiempo de conci­
cristianismo, menos exigente y más «encarnado» en el mundo pos­
lio. El Vaticano 11 en los Diarios de Yves Congar y Henri de Lubac, Santander: Sal Terrae 2009,

cristiano con sus ideales, sus deseos y añoranzas. Esto muchas veces 214-224; 238-241.

33. Uno de los testimonios más chocantes de la «noche» que el teólogo atravesaba se
significaba simplemente un cristianismo circunscrito perfectamente
encuentr� en un� carta, enviada a Georges Chantraine el cinco de julio del año 1974: «Cinq
dentro del recinto limitado que la razón secular, única instancia que Jnurs et cmq nuits sans sommeil, la tete prise, les souvenirs brouillés; l' obsession des maux

organiza la vida de la sociedad, se inclinaba a concederle. De ahí sur­ de l ' É gl í se : la tenrarion du désespoir, a laquelle me fait seule échapper la médiocrité de ma

narurc; malgré quelques vaíns efforts, l'asile de la príere restant fermé. ( . . . ) . J e me trouve,
gieron, en el seno de la reflexión nominalmente católica, fenómenos
lmpuíssam, - er solíraire, - au centre <le la rornade», C�!ANTRAINE, G., LEMAIRE, M.-G.,
como el cristianismo político, que limitaba el Evangelio a su mensaje llmri dr l.ubac, t.lV., 522.
34 ANDRZEJ PERSIDOK INTRODUCCIÓN
35

las teologías progresistas, podría hacer pensar que hubo un cambio consideración y estudio. Es fácil observar que su interés va más en la

radical tanto en su actitud personal, como en su posición intelectual. dirección del efecto que la presencia de Cristo tiene para el mundo

Según esta visión, el joven teólogo, optimista e interesado en el diálo­ creado que en las consideraciones acerca de su constitución personal.

go con el mundo, a causa del trauma que supuso la «descomposición No obstante, como han demostrado también otros autores cuyas tesis

del catolicismos " observada después del Concilio, se transformaría vamos a estudiar más adelante, parece perfectamente legítimo hablar

en un integrista completo, defensor de un conservadurismo cerrado a de cristología en De Lubac y, con más seguridad aún, afirmar el papel

todo diálogo con el mundo. central que Cristo ocupa en su planteamiento teológico.

Creemos que esta visión radical de la evolución del teólogo es fal­ En algunos textos de carácter programático es el mismo De Lubac

sa. En nuestra opinión, en los dos períodos de su vida, la posición que el que apunta en la dirección de la lectura cristológica de su obra. Por

representaba, ciertamente vinculada con su gran amor a la Iglesia y el ejemplo, al final de la conferencia (ya analizada aquí) sobre «respon­

extraordinario conocimiento que tenía de su Tradición, era también sabilidades doctrinales de los católicos en el mundo moderno», en la

una consecuencia lógica de los principios teológicos presentes en su que el autor se ocupa de definir la tarea apologética frente a la socie­

reflexión desde el comienzo. Su oposición tanto al «sistema dualista» dad descristianizada, concluye:

de la neoescolástica como al «integrismo secularizante» de los teólogos

revolucionarios se basaba en la articulación peculiar de la relación en­ «A Jesucristo, entonces, se dirige toda nuestra fe. Es a él, sólo a él,

al que nos vincula todo nuestro compromiso personal. En él, por fin,
tre naturaleza y gracia, entre el hombre y Dios, que le permitía pensar
encontramos el artífice y la prenda de nuestra divinización, puesto que
los dos extremos en estrecha unión, pero sin confusión.
en él, como en la Zarza ardiente que ante los ojos de Moisés ardía sin
La capacidad de «unir sin confundir» que caracteriza al plantea­
consumirse, nuestra naturaleza humana es exaltada, hasta ser unida, sin
miento teológico lubaciano es debida -ésta es nuestra convicción de
confusión, pero en una unión total y definitiva, a la Dlvinídada".
fondo- al papel central que Cristo tiene en la reflexión del teólogo.

Esta afirmación puede parecer sorprendente. Es bien sabido que los


De Lubac rechazaba rotundamente las demandas de «encarnar»

mayores trabajos de De Lubac tienen como objeto de estudio cuestiones


al cristianismo en el mundo moderno (lo que, según él, a menudo
teológicas no directamente relacionadas con la cristología sino con otros 36)
equivalía a «cambiarlo» y «hundirlo» precisamente en nombre de
aspectos del misterio cristiano. Partiendo de este hecho, se ha llegado a
la única encarnación de lo divino en lo humano, que configuró para
hablar incluso de la falta de cristología en la obra de Henri de Lubac.
siempre la forma del misterio cristiano trasmitido por la Iglesia. En su
Hay que precisar en qué sentido se podría hablar así. Es cierto que
teología, en lugar de buscar soluciones conceptuales que permitieran
entre los numerosos escritos del teólogo, los referidos explícitamente
atenuar la tensión entre el dogma cristiano y la mentalidad tardorno­
a cristología no ocupan un lugar principal. No obstante, la omni­
derna, partía del mismo núcleo del dogma, en el que la tensión entre
presencia de Cristo en su obra, tratado varias veces e incluso situado
lo humano y lo divino queda incluida desde el principio como dimen­

en el mismo punto focal -como se puede apreciar, por ejemplo, en


sión interna de la unión: la Encarnación, paradoja de las paradojas37•
Catbolicisme- es algo que merece ser examinado con atención. No se
Este misterio, definido por el Concilio de Calcedonia como unión

trata de una mera cristología «implícita», presente en el fondo pero


«sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación» de dos natu­

nunca expresada. Incluso en el caso de que fuera así, tal «cristología


ralezas en una sola Persona, es el que sirve como paradigma y como

implícita» ya sería un tema digno de estudiar, ya que lo implícito no


prenda de toda un i ó n , cristianamente pensada, entre lo humano y

se configura independientemente de lo explícito, sino que entre ellos

hay una relación mutuamente transformadora. Pero, además, en el

caso de De Lubac, Cristo y la cristología es explícitamente objeto de 35. PME 276; luego, el teólogo repite dos veces: «el cristianismo, esto es Cristo», cf.
PME 276; 277.

36. «Plusieurs de ceux qui parlent aujourd'hui d'adapter le christianisme voudraient,

au fond, le changer. Plusieurs de ceux qui voudraienr, dísent-ils, l'«incarner» davantage vou­
34. La expresión es de Luis Bouyer, cf. BoUYl!R, L.. la descomposición del catolicismo, draicnt, au fond, l'enliser», I' 42 (40).

Barcelona: Herder 1970. j7. Cf. I' 8 (6).


INTRODUCCIÓN 37
ANDRZEJ PERSIDOK
36

humano; por otro, la necesidad de que Dios no se abstenga totalmen­


lo divino. Cualquier intento de remediar la supuesta ruptura entre

te de relacionarse con los hombres, de que les deje conocer la recta


la fe y la cultura moderna que no parta de este punto, o que procure

reformularlo en su misma sustancia, es, como se ha comprobado en


manera de vivir y que se comunique con ellos a través de la plegaria y
42•
los sacrificios, no sea quede reducido a una abstracción sin realidad
varias épocas de la historia de la Iglesia, un esfuerzo ilusorio y, a fin de

cuentas, de consecuencias nefastas.


En la doctrina cristiana, estas dos dimensiones de la mediación se

Como hemos mostrado, el proyecto teológico de Henri de Lubac dan unidas. Lo natural, perteneciente a la creación, y lo sobrenatural,

tiene como su impulso principal la búsqueda de la articulación correc­ divino, no aparecen como una simple relación personal entre Dios y

ta de la relación entre el hombre y Dios, lo cual permitiría desactivar los hombres, sino como un binomio fundamental en la estructura de

una de las causas principales de la separación entre la fe cristiana y la la misma realidad, los dos extremos que exigen una mediación. Por

cultura moderna. Todo esto nos conduce a la que es la tesis de nuestro otro lado, el problema de la mediación no queda aquí solucionado

trabajo: esta articulación es pensada por De Lubac a partir de Cristo en el nivel intelectual en términos abstractos, sino en la Persona del
43•
en su calidad de mediador. Esto quiere decir que todas las realizaciones «único mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús»

de la unión entre lo divino y lo humano -en sus varios aspectos, como La cuestión de la mediación en la fe cristiana queda, por tanto, solu­

unión entre naturaleza y grada, entre el tiempo y la eternidad, entre cionada de un modo paradójico: Cristo, siendo un ser concreto que

la multiplicidad y la unidad- son pensadas «como anticipaciones de


entró en la historia, es a la vez el mediador universal, cuya influencia
38•
Cristo o entendidas como directamente atribuibles a su influencia»
afecta a todo lo que existe y que sirve como fundamento de la unidad

Al hablar del «Mediador» nos vemos en la necesidad de decir algo 44•


de lo real

sobre lo que entendemos por «mediación». Se trata, ciertamente, de


Como es sabido, en el Nuevo Testamento se aplica el título de
una de las cuestiones ancestrales en la reflexión racional sobre la rea­ 45•
mediador a Jesucristo en dos sentidos complementarios En la Carta
lidad. La heterogeneidad en los seres y la equivocidad de los términos
a los Hebreos, el acento está puesto en la mediación sacerdotal, ascen­
hacen imposible una relación directa entre ellos: no es posible una re­
dente y vinculada sobre todo con la obra de Cristo, es decir, con su
lación inmediata entre el principio y fin, entre el todo y la nada, entre
sacrificio expiatorio que de nuevo abre a los pecadores el camino hacia
39•
lo temporal y lo eterno, entre lo finito y lo infinito En estos casos,
Dios". La Primera Carta a Timoteo, apunta, en cambio, al mismo ser
hace falta que se puedan reducir los dos términos opuestos a un punto 47•
de Cristo como base de su mediación En este sentido la reflexión
central4º. Este punto central es la «mediación» («medietas»), es decir,
posterior comprende la mediación de Cristo en virtud de su Persona,
un elemento de la misma estructura del ser que sirve como punto
48•
en cuanto unión perfecta de las dos naturalezas: humana y divina
medio ideal en el que se encuentran los opuestos".
Este segundo sentido es el que tiene en cuenta De Lubac en los lugares
Aparte de la noción filosófica de la mediación, las ciencias de re­
en los que habla explícitamente del Mediador".
ligión han puesto de manifiesto la importancia de la mediación en el

mundo religioso. La mediación, normalmente ejercida por un sacer­

dote, aparece aquí como una manera de conciliar las dos exigencias
42. PEPIN, J., Les deux approches duchristianisme, Éditions du Minuic 1 9 6 1 , 1 1 6 ; cf.

opuestas que están en la base de la religión: por un lado, la exigencia todo el capítulo 2, «La notion de médiation en histoire des religions»,

43. Cf. «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, el
de asegurar la trascendencia de D ios , su inaccesibilidad e íncognos­
hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo como rescate por todos», 1 Tm 2 ,5- 6.
cibilidad que viene precisamente de su superioridad respecto al ser
44 . Así, la problemática de la mediación crisrológica queda unida a la antigua cuestión

del «universal concreto», de la que vamos a tratar en el último capítulo de nuestro trabajo.

45. Sobre este tema, cf. IZQUIERDO, C . , «Cristo "Mediador". Perspectiva bíblica», 69 5-

732.
38. MILBANK, J., Teologia y teoría social Más allá de la razón secular, Barcelona: Herder
46. Cf. IZQUIERDO, C., «Cristo "Mediador". Perspectiva bíblica», 7 1 8-7 24.
2004, 304.
47. Cf. IZQUIERDO, C., «Cristo "Mediador". Perspectiva bíblica», 714-718.
39. IZQUIERDO, C., «Cristo «Mediador». Perspectiva bíblica», Scripta Tbeologica 40
48 . Así, como s e ñ al a Walter Kasper, en el dogma de Calcedonia se trata de la «cuestión
(2008), 697; todo el artículo 695-732.
fündamental de la salvación» así como del «problema especulativo fundamental de la media­
40. MoLLER, J., voz «Mediación», en: FRIES, H. (ed.), Conceptos fundamental.es de la
cl ó n » , cf. KASPER. W., jesÚJ, el Cristo, Salamanca: Sígueme 1 992, 281 .
teologia, 11, Madrid: Cristiandad, 1966, 992; la voz entera 992-996.
49. Cf. MyMy 64; C 298 ( 2 40), nota 3 (35); RD 72ss.
41. Cf. IZQUIERDO, C., «Cristo «Mediador». Perspectiva bíblica», 697.
38 ANDRZEJ PERSIDOK INTRODUCCIÓN
39

Si la tesis principal de nuestro trabajo es que la articulación de la a la primacía del fin sobre el principio, en el sentido de que el punto

relación entre el hombre y Dios es pensada por De Lubac a partir del final -telos- constituye la perspectiva desde la que se puede ver con

Mediador, también es verdad que, en algunos de sus escritos relevan­ exactitud lo que un ser fue desde el principio.

tes, la presencia del Mediador no aparece en el primer plano. En las Las obras de De Lubac testimonian la gran riqueza de fuentes de

obras dedicadas a la antropología teológica y al problema de lo sobre­ su teología. Esto no se refiere solamente a las innumerables citas, sobre

natural la cuestión parece ser, más bien, la búsqueda de la «mediación» todo patrísticas y de autores medievales, contenidas en sus escritos,

en sentido formal, como un momento estructural en la naturaleza sino también a sus ideas. Entre los varios autores que influyeron en él,

humana que la hace positivamente abierta a la unión con Dios. se debe mencionar a los Padres griegos (especialmente a San lreneo y

Un problema que se plantea a la hora de abordar la cuestión de Orígenes), San Agustín, Santo Tomás de Aquino y, entre los moder­

la «mediación» en Henri de Lubac es, por tanto, el siguiente: ¿cómo nos, especialmente a Maurice Blondel -quizás la influencia decisiva

mostrar la unidad de su visión teológica, que comprende tanto los en toda la vida intelectual del teólogo.

escritos dedicados a la antropología teológica, en los que la «media­ Frente a tal abundancia y complejidad de influencias, quisiéramos

ción» es considerada más bien en términos abstractos, como también expresar nuestro propósito de tratar a De Lubac como un autor origi­

otros, como por ejemplo los escritos sobre la dimensión social del nal, digno de ser estudiado por sí mismo, dentro de los límites de su

dogma, en los que el papel de Cristo, como mediador de la unidad propia obra. Nos interesa, principalmente, su propio pensamiento y

entre los hombres, está fuertemente subrayado? Es bueno recordar no la relación que mantiene con otros autores.

que, como se ha señalado, el pensamiento del teólogo lionés, aunque Esto tiene una importancia particular a la hora de abordar la an­

caracterizado por una unidad profunda, no tiene carácter sistemático, tropología teológica del jesuita francés. Frecuentemente se ha tratado

sino «sintético». Si la noción de «sistema» se refiere a una estructura de ella en el marco del pensamiento tomista. Esto responde solo en

en que cada elemento ocupa un lugar determinado en un conjunto parte a la intención del propio autor, que con Sumaturel y las obras

superior, la «síntesis» apunta a una coherencia en cuanto a las «ideas posteriores dedicadas al mismo tema, intervino en un debate coyun­

de fondo», pero que en el nivel de la expresión externa se caracteriza tural sobre el concepto del «deseo natural» y de la «naturaleza» en

por una cierta pluralidad". Santo Tomás. No obstante, como se podrá apreciar a lo largo de las
Nuestra intención es ser fieles a la «letra» de la obra de De Lubac. páginas que siguen, la antropología teológica del jesuita francés, aun­

Por tanto, no vamos a modificar sus ideas ni darle un desarrollo ul­ que expresada mayormente con lenguaje escolástico, en cuanto a su

terior, para que resalte más la coherencia entre varios campos de su «fondo», debe más a otros pensadores (Padres griegos, Blondel, etc.).
investigación. Para mostrar que Cristo mediador es clave de toda la

teología del autor de Catholicisme, situaremos su antropología teo­


El primer capítulo de nuestro estudio será dedicado a la antro­
lógica -lugar donde aparece la cuestión del vínculo innato entre el
pología teológica de Henri de Lubac. En este capítulo mostraremos,
hombre y Dios, interpretado por nosotros como «mediación» en el
primero, cómo esta antropología aparece como una antropología de
sentido formal- en el contexto amplio del designio salvífica de Dios.
«mediación», mediante una reflexión sobre la teología de la «ímago
Sólo a partir del estudio de este designio, será posible ver la relación
Dei» y mediante la recuperación de la noción tradicional de «finali­
entre el hombre y Dios con toda claridad. Este modo de proceder
dad». La segunda cuestión tratada en este capítulo va a ser el alcance
corresponde a dos rasgos importantes del pensamiento de De Lubac.
de la «paradoja» en la teología de Henri de Lubac. Presente en varias
Primero, el jesuita lionés nunca reflexionaba sobre el hombre como
obras del teólogo, la «paradoja» define la misma estructura de la «me­
un objeto aislado, sino siempre como un elemento incorporado en
diación». Además, el vínculo estrecho entre la «paradoja» y el dogma
el drama de la historia de Dios con su creación. Segundo, apuntaba
cristológico junto a la presencia de este concepto en varias obras del

teólogo, va a servir como un argumento fuerte a favor de nuestra tesis

sobre la fundamentación cristológica de toda su teología.


50. GurnEIU, É., Le Mystere du Cbrist d'apres Henri de Lubac, París: Cerf 2003, l 6- l 8;

cf. MouuNS-BEAUFORT DE, E., «L'acruallté paradoxale de Catholicisme», Communio (fr.) 3 1 El segundo capítulo está también dedicado a la antropología teo­

(2008), 9 1 ; todo el artículo 87-97. lógica de Henri de Lubac, estudiada ahora de modo más amplio y más
40 ANDRZEJ PERSIDOK
INTRODUCCIÓN
41

sistemático. El estudio se va a centrar en dos conceptos-clave en la vi­ En el cuarto capítulo, analizaremos el designio divino en cuanto
sión del hombre propia del teólogo francés: el «deseo natural de ver a historia de salvación. A partir de los textos que el teólogo dedicó a la

Dios» y el «espíritu en el hombre». Los dos son interpretaciones distin­ «exégesis espiritual» y que contienen en realidad una teología de la
tas de la antropología tradicional de la «imago Dei». Cada uno de estos historia, veremos cómo Cristo es mediador entre el principio y el fin
conceptos expresa, desde un ángulo distinto, el rasgo más importante de la historia, como también entre el tiempo y la eternidad.

del ser humano: su vínculo primordial con Dios y su vocación innata En el quinto capítulo, se va a estudiar el tema de la «recapitula­
a participar en la vida divina, lo cual le concede un lugar singular en el ción» del universo en Cristo, presente sobre todo en el primer libro
conjunto de los seres creados. A través del estudio realizado en este ca­ de De Lubac, Catholicisme. Veremos cómo el teólogo contempla la
pítulo, vamos a mostrar que De Lubac contemplaba al hombre como salvación como la unión que se realiza simultáneamente en dos di­

un ser dotado de una cierta potencialidad mediadora. No obstante, se mensiones: como unión entre el hombre y Dios y como unión de los

podrá apreciar que esta potencialidad natural del hombre exige, según hombres entre sí. Estas dos dimensiones de la unión final que son,
el teólogo, un complemento propiamente sobrenatural para ser eficaz por su parte, un cumplimiento de la vocación innata que el hombre

y, también, para ser plenamente inteligible. posee, se realizan gracias a Cristo. Primero, Cristo une al hombre

Una vez acabado el estudio de la antropología teológica de De con Dios en su Persona y, mediante la Iglesia, extiende esta unión a
Lubac, se pasará al análisis de la visión del designio divino propia del todos los miembros de la familia humana. Segundo, en virtud de esta
teólogo. Como ya hemos señalado, es dentro de este plan salvífica unión humano-divina, la humanidad es puesta en relación inmediata
como el hombre surge como un ser creado y alcanza su cumplimiento con el Dios Uno y Trino; participando en la vida trinitaria, puede
mediante la unión con Dios. El designio va a ser estudiado en sus perfeccionar su unidad a imagen y en dependencia de la unión entre
tres aspectos: el aspecto individual-interior, como designio de la divi­ el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En el mismo capítulo, intenta­
nización de la persona humana; el aspecto temporal, como designio remos mostrar cómo se articulan, dentro de la única mediación de
del cumplimiento de la historia en Cristo; el aspecto colectivo, como Cristo, los dos misterios cristológicos fundamentales: la Encarnación

designio de la recapitulación de la humanidad y del cosmos en el úni­ y la Redención.

co Cuerpo de Cristo. En estos tres aspectos de la economía salvífica, En el sexto y último capítulo, dedicaremos una atención especial a
estaremos especialmente atentos al papel que desempeña Cristo me­ las afirmaciones de De Lubac que hacen pensar en alguna misteriosa
diador. Estos tres aspectos constituirán, respectivamente, el objeto de presencia del Mediador en la creación del mundo y del hombre. Esto

estudio de los tres capítulos siguientes. nos llevará a considerar una hipotética influencia de la teoría de Mau­
El aspecto individual-interior es el objeto del tercer capítulo. No rlcc Blondel conocida como «pancristismo» en la teología del autor de
obstante, antes de pasar a este estudio, nos enfrentaremos con la opi­ Surnaturel. Las consideraciones contenidas en este capítulo nos van a
nión, ampliamente extendida, de que la cristología está prácticamente servir para proponer una solución del problema de la relación entre
ausente en la obra de De Lubac. Acudiendo a los estudios sobre la l.1 antropología teológica de De Lubac -centrada en la «mediación»
teología lubaciana publicados en los últimos años, mostraremos que corno potencialidad propia de la naturaleza humana- y los demás es­
Cristo ocupa en ella un lugar verdaderamente central. Una vez demos­ nitos del teólogo, en los que resalta más la única mediación de Cristo.
trada la relevancia de Cristo en la obra del teólogo lionés, pasaremos 1 �, solución que propondremos se basa en la afirmación de la «prima­
al análisis de los rasgos principales de la mediación cristológica, tal da absoluta del Mediador».

como la entiende De Lubac. Primero, pondremos de manifiesto la A lo largo de los seis capítulos de nuestro es tu di o , se podrá com­

diferencia entre el verdadero mediador y un intermediario. Luego tra­ p rob a r que la obra de Henri de Lubac que abarca tantos temas dis­
zaremos la presencia de la teología del «admirable intercambio» -ex­ tintos, está atravesada por algunos conceptos que frecuentemente se
presión tradicional de la mediación de Cristo en el pensamiento del rep it e n: la paradoja, la finalidad, la unidad, la «diferencia cualitativa
autor de Catholicisme. Al final, nos centraremos en los conceptos de lnflnita», la apertura, la «imagen de D ios », y otros. Este hecho cons­
«sacramento» y de «misterio», ambos utilizados por el teólogo para tituye, según creemos, una prueba de que su obra se caracteriza por

profundizar en la comprensión de la acción del Mediador. una profunda unidad . La clave de bóveda de esta unidad es el Verbo
42 ANDRZEJ PERSIDOK

Encarnado, contemplado por nosotros como el único Mediador uni­ CAPÍTULO I

versal.
LA «PARADOJA CRISTIANA
La obra teológica de Henri de Lubac surgió en unos tiempos en
DEL HOMBRE» Y LA MEDIACIÓN
que ya se podía vislumbrar que, el ocultamiento de Dios, la «noche

oscura» del espíritu humano, adquiría dimensiones de época y pro­


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porciones colectivas El autor se daba cuenta del camino cada vez

más difícil que el hombre moderno tenía que recorrer para descubrir a

Dios. De ahí el gran afán, compartido con otros teólogos de la época,

por establecer una «mediación» entre la fe cristiana y el mundo. De

Lubac supo que tal «mediación», a fin de cuentas, no es cuestión de

cambiar unos conceptos o de integrar en la teología nuevos plantea­

mientos filosóficos, sino de profundizar en la comprensión de Cristo,

en quien lo humano y lo divino ya está unido para siempre. Su teolo­

gía, en cierto sentido «mediadora», parte de la convicción de que sólo


. Una de las cuestiones más importantes en toda la teología de Hen­
Cristo, «Luz del mundo», es capaz de esclarecer plenamente al hom­
n de Lubac ha sido la visión cristiana del hombre. El teólogo la trató
bre su propio ser, el sentido de su existencia, el camino hacia Dios.
en varias obras, como, por ejemplo, en Surnaturel, Le mystére du sur­
Rechazando la tentación de una fe acomodada, pero convencido de
naturel o Petite catécbése sur nature et gráce. El propósito del presente
la necesidad de tender puentes, propuso un planteamiento teológico
ca�ítulo es poner de manifiesto cómo esta problemática puede ser .
en el que el impulso apologético se une con el cristocentrismo más
a_mculada como búsqueda de la «mediación» entre el hombre y Dios,
tradicional. A la separación entre el hombre y Dios respondió el teó­
situada en la misma naturaleza humana. El estudio se va a realizar en
logo desde el corazón del dogma, es decir, desde la paradoja del Dios­
dos pasos: primero, mostraremos cómo la antropología teológica de­
Hombre, único Mediador.
sarrollada en clave del concepto filosófico-teológico de finalidad sirve

a De Lubac para presentar al hombre como un ser, en cierto sentido,

mediador. Segundo, pondremos de manifiesto que tal visión antro­

pológica reviste la forma de «paradoja cristiana del hombre». Mos­

traremos la importancia que el concepto de «paradoja» tiene en el

pensamiento del teólogo lionés, subrayando la fuente cristológica de

las «paradojas» en teología. De este modo, quedará abierto el camino

para considerar la relación entre la paradoja del hombre, dotado en

su naturaleza de la «dimensión mediadora», y la paradoja de Cristo,

mediador humano-divino.

1. 1. LA FINALIDAD SOBRENATURAL COMO EL «MOMENTO MEDIADOR»

EN LA NATURALEZA HUMANA

51. La imagen de la «noche oscura» aplicada al espíritu moderno la utilizó afios más

tarde S. Juan Pablo II: «El hombre moderno, no obstante sus conquistas, roza también en

su experiencia personal y colectiva el abismo del abandono, la tentación del nihilismo, lo Henri de Lubac ha sido protagonista de una de las controversias
absurdo de tantos sufrimientos físicos, morales y espirituales. La noche oscura, la prueba que
teológicas más importantes del siglo XX: el debate acerca de la rela­
hace tocar el misterio del mal y exige la apertura de la fe, adquiere a veces dimensiones de

época y proporciones colectivas», S. JUAN PABLO 11, Homilía en la Celebración de la Palabra


c i ó n entre la naturaleza humana y lo sobrenatural. Este debate entró

en honor rk San Juan de la Cruz en Segovia (4 de noviembre de 1 9 !1 2 ) , n.!I. en su fase decisiva gracias a su obra Surnaturel, en la que, a través de

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