Está en la página 1de 4

; QUIÉNES FUERON SALICIO Y N EM O ROSO ?

ADRIEN ROIG

Desde el siglo xvi hasta hoy día los seudónimos Salido Cam ilia, un seudónimo solo hubiera bastado para el poeta.
y N em oroso de la Egloga I de Garcilaso (ambos reaparecen Por otra parte, como Albanio habla sucesivamente con
en la Egloga II, y el último en la Egloga III) han llamado S alid o y con N em oroso, lucha contra ellos y éstos forcejan
y siguen llamando la atención de los comentaristas y crí­ contra él y hablan entre sí, no es posible que los dos seudó­
ticos del poeta. Vamos a precisar cuáles fueron las atribu­ nim os representen a un mismo ser.
ciones sucesivas en el pasado ; presentaremos la atribución En la Egloga I, el doble desdoblamiento va acompañado
actual y los motivos que nos han llevado a ponerla en duda ; de varias incoherencias que los críticos se aplicaron a re­
propondremos nueva distribución que intentaremos justi­ solver con nuevas hipótesis. En un mismo día el poeta
ficar y comprobar con el resultado de nuestras investi­ expresaría sentim ientos contrarios por su amada, celebrada
gaciones. con dos nombres diferentes: Galatea-Elisa. Grita Salicio
Si todos los comentaristas concuerdan en afirmar que su despecho y sus celos por la amante infiel, evocando un
S alid o es Garcilaso, grandes disensiones aparecen en cuan­ am or que fue correspondido y dichoso. Llora N em oroso,
to a N em oroso. Tres atribuciones han sido defendidas con en tono m uy diferente, la muerte de su bien, Elisa, y evoca
igual vehemencia: sus amores con sentim iento, pero con pudor y sin acri­
(1) N em oroso es Boscán, porque nemus es bosque: El m onia. Menéndez Pelayo invoca una tradición literaria
Brócense1 (1574) y Luis Zapata2 (M iscelánea ), Cervantes preexistente. M arañón, en Elogio y nostalgia de Toledo,
(el Q uijote). asimila la duplicidad Salicio-N em oroso con otros con­
(2) N em oroso es Antonio de Fonseca, el marido de trastes esenciales de Garcilaso, con la "m aravillosa ambi­
Isabel Freire, Elisa: Fernando de Herrera (1580), Tamayo valencia de su personalidad in terior," en sus amores, sus
de Vargas (1619) y José Nicolás Azara (1765). luchas civiles, su religiosidad. Entwistle6 cree qúe la
(3) N em oroso es Garcilaso: Manoel de Faria e Sousa,3 Egloga I fue compuesta en épocas diferentes: quejas de
Com entarios de Rim as Varias de Luís de Camoes (1689): Salido (1531-32), lamento de N em oroso (1533 o 1.534),
“ Garcilaso se representa con am bos.... El introducir nom­ versos finales (1536). Rafael Lapesa (La trayectoria de
bres sirve sólo al diálogo, pero la persona es una sola. Así G arcilaso) piensa que Salicio y N em oroso constituyen dos
en la Egloga de Garcilaso, lo mismo es Salicio que Nemo­ representaciones del poeta en épocas diferentes. Antonio
ro s o ." Esta solución sencilla, cómoda y unificadora tuvo la Prieto (Garcilaso de la Vegct) ve en las quejas de Salido
suerte de seducir a Doña Carolina Michaëlis de Vascon­ "u n torturante recuerdo en presente donde cada reproche
celos, en su edición de las Poesías de Sá de Miranda4 y a proclama intenso amor que en el mismo tiempo recoge
M enéndez Pelayo en la Antología de los poetas líricos N em oroso.” A sí, todos los críticos sienten una falta de
castellan os: "interpretación que defendida por él [M. de lógica que nos induce a pensar que sólo uno de los dos seu­
Faria e Sousa] parece muy descabellada, pero que en sí dónimos representa a Garcilaso.
m isma no lo e s ." Keniston en 1922 hace notar la acepción Notamos una gran diferencia en la presentación de los
de "v e g a " del latín nemus que justifica la apelación del dos cantos. Garcilaso, al principio, propone cantar el la­
poeta.5 m entar de ambos pastores. Empieza a realizarlo en cuanto
Con la caución de tales autoridades, ya nadie se atrevió a Salicio, lo que le aísla de este personaje. Pero, al llegar
a reexaminar el asunto. En estas condiciones, nuestro el turno de N em oroso, ya no puede proseguir su papel de
intento de plantear de nuevo el problema puede aparecer narrador e implora a las Piérides que le sustituyan. Las
como inconsciencia y presunción. Es, modestamente, el Musas lo dirán, pues, por la boca inspirada del poeta que se
resultado de largas pesquisas y de profunda meditación confunde con la de N em oroso: en este caso no hay dis­
sobre los textos. tinción sino identificación. N em oroso es Garcilaso, Salido
Varias contradicciones nos han llevado a poner en duda es otro "p a sto r."
el doble desdoblamiento del poeta, una vez en S alido, otra El estudio del empleo de los dos seudónimos y del voca­
vez en N em oroso. Para justificarlo, no se puede, en la bulario correspondiente confirma esta opinión. El poeta
Egloga I, invocar el diálogo: los pastores son dos y se nom bra más frecuentemente a Salicio, el otro (15 ocu­
quejan uno después de otro, en sendos soliloquios, sin rrencias) que a sí m ismo, N em oroso (9 ocurrencias). Le
entablar el diálogo. El autor hablaría de seis maneras di­ llama más naturalmente (7 empleos más como vocativo
versas sucesivamente para dedicar, presentar, cantar con el para S alido). Adjetiva 5 veces a Salicio con calificativos
nom bre de Salicio, unir los cantos, cantar con el nombre de afectivos: " t r is t e ," "a m ig o ," "h erm an o" y nunca a Ne­
N em oroso y concluir. En esta estructura el desdoblamiento m oroso, siempre empleado a secas. Por cortesía, Salido,
bajo dos seudónimos parece inútil e ilógico. el otro, comienza siempre el primero.
En la Egloga II, S alido y N em oroso no pueden repre­ A sí, el estudio de la estructura y del vocabulario de las
sentar ambos a Garcilaso. Ya que intervienen Albanio y tres Eglogas nos conduce a rechazar la tradicional identi­
ficación de S alido con N em oroso. La justificación por el L usitania" y adoptar, sobre el Tajo, esta singular perspec­
anagrama C ilaso-Salido es de poco valor: falta una í, sobra tiva, desde su desembocadura, río arriba, "hasta A ragón."
una s, y Cilaso corresponde vagamente a Garci Lasso. Pero A dem ás, S alido revela a las claras su identidad al regoci­
¿a quién representa S a lid o ! La contestación a esta pre­ jarse de la unión de las dos familias de Laso de la Vega y
gunta la hallamos en la Egloga N em oroso de Sá de M i­ la suya de los Sás:
randa. Al m uí antigo aprisco
Recordemos que Sá de Miranda tuvo relaciones amis­ De los Lasos de Vega
tosas y literarias con Garcilaso. La Egloga N em oroso fue Por suerte el de los Sás viste juntado. 11(518-20)
escrita para conmemorar el primer aniversario de la muerte Salicio es Sá, Sá de Miranda. En armonía con la cortesía
de Garcilaso, como lo indican el epígrafe, "E n la muerte del vigente en las relaciones literarias frecuentes entre poetas
pastor N em oroso Laso de la V eg a ," y el verso "H oy cumple peninsulares del siglo xvi, después de la muerte de Garci­
el año del buen N em oroso" (373). Unos versos aluden a laso, Sá de Miranda honra la memoria de su amigo to­
lazos entre las familias de ambos poetas. Sá de Miranda mando el seudónimo S alido que éste le había dado e inti­
confiesa su enorme deuda para con Garcilaso en el campo tula su llanto N em oroso del nombre que el propio Garcilaso
de la nueva poesía. M anifiesta su perfecto conocimiento había escogido para sí, y compone una égloga imitando al
de la vida y de las obras de su amigo. Alude a Elisa: difunto poeta venerado.
Elisa el tu cuidado Los amores de Sá de Miranda e Isabel Freiré habían
Q ue acá tanto plañíste empezado en Portugal, antes de la venida a Granada de la
Por m uerte (ai suerte) falta. (524-6) dama de honor de la reina. Estaban los dos solteros,12 si­
Elisa es la hermosa portuguesa, Doña Isabel Freiré,7 que tuación totalm ente diferente de la de Isabel con Garcilaso.
vino a Granada en 1526, entre las damas que acompañaban Este se había casado con Elena de Zúñiga el año antes (agos­
a la Infanta Doña Isabel de Portugal, que se casó con Carlos to de 1525) y no podía pretender casarse con Isabel. El amor
V . Teófilo Braga8 afirma que Isabel Freíre fue amada tam de Garcilaso no fue correspondido, no sería más que un
bien por Sá de Miranda, que la celebró poéticamente con el am or sin esperanza, a la manera de un trovador para su
nom bre de Celia. Carolina Michaëlis de Vasconcelos for­ dama, como lo atestigua toda su obra. Es inverosímil que
mula una opinión idéntica: "fundindo-a com a Elisa de Gar- G arcilaso, en la Egloga I, llame, por cuenta propia, a Isabel
'cilaso." En la Egloga Célia, Sá de Miranda da sobre la de "falsa p erju ra" y apele a Dios para que la castigue y,
amada m uerta datos que corresponden exactamente al fin además, sabiendo que ha muerto.
desdichado de Isabel-Elisa. En la nueva redacción de esta Por otra parte, no se compaginan bien con la situación
Egloga, su desaparición va unida con el recuerdo de la cruel m atrim onial de Garcilaso las invectivas a la amante infiel:
desaparición de Garcilaso: "tu. falso p ech o," "tu quebrantada f e ," "e l corazón m al­
vad o ." En los versos:
El gran Cario escuchaba (oh muerte ciega),
Cantando N em oroso de la Vega! (55-6) Viendo mi amada hiedra
de m í arrancada, en otro muro asida,
Cantava Laso en el Andaluzía, y mi parra en otro olmo entretexida (135-7)
Sincero aun lejos acá se oía. (327-8)
las tradicionales imágenes de la m ujer asimilada a la hiedra
Keniston9 notó el parecido del verso de la Egloga Celia,
o a la viña, plantas trepadoras, expresan los amores de
"C o rren lágrimas justas sin parar" (55), con el verso, once
S a lid o con Isabel que fueron dichosos. Por el tono y el
veces repetido, de S alido: "Salid sin duelo, lágrimas,
contenido los versos de Salido difieren totalmente de los de
corriendo" (7 0 ).10 La aproximación cobra mayor valor si,
N em oroso.
como lo creemos, S alido representa a Sá de Miranda y
En efecto, las quejas de N em oroso evocan, en una idea­
Elisa-Célia a la misma Isabel,
lidad de la hermosura física de Isabel que no carece de sen­
Habiendo sido Sá de Miranda el servidor de Isabel Freiré,
sualidad, pero velada por un pudor bien castellano, unos
es norm al que Garcilaso le integre en la Egloga I, para que­
am ores idílicos que participan de los juegos infantiles:
jarse de la amada común Galatea-Elisa. Lo confirma el
¿Q uién me dijera, Elisa, vida mía,
estudio de la Egloga N em oroso. Entre los pastores figura
quando en aqueste valle al fresco viento
uno llamado S alido. Garcilaso ha muerto. Sería ilógico que andávamos cogiendo tiernas flores,
Sá de Miranda le hiciese hablar y, más aún, para hacer el que avía de ver, con largo apartamiento,
elogio de sí m ismo. Diferentes versos carecerían de sentido venir el triste y solitario día
si se admitiera la identificación Salicio-Garcilaso: que diese amargo fin a mis amores ? (282-7)

Alzaste el tu Toledo; ¡A quí está el verdadero Garcilaso, en esta gravedad, re­


Correr más claro hiziste serva y digna contención, tan diferente de Salicio! Una
El grande Tajo al m ar Océano. (505-7) deducción se impone: S alido no puede hablar en nombre
de Garcilaso. Todo se vuelve lógico si Salido habla en nom­
Regando el buen terrón bre de Sá de Miranda.
De nuestra Lusitania hasta Aragón. (516-7)
Los críticos, a pesar de la errada interpretación de los
El posesivo tu referente a Garcilaso no puede ser pronun­ seudónimos, no se han dejado engañar del todo: afirman
ciado por. él. Sólo el poeta portugués puede decir "nuestra que las quejas de Nemoroso son lo más bello, lo más ge­
nuino del lirismo de Garcilaso (Menéndez Pelayo, Angel al m ar de Lusitania el nombre mío,
Valbuena P rat,13 Antonio Prieto: "esa voz a tí debida que donde será escuchado, yo lo fío. (247-8)
alcanzará su más extraordinaria intimidad en la palabra Es eco del pasado vivido, del lastimoso canto de Nemoroso
de N em oroso.... Porque es Nemoroso, por boca de Salicio, en la Egloga I, que retumba en el presente y se repercutirá,
quien se lam en ta," p. 701). con participación lírica del río confidente, dilatándose desde
Claro que todos los versos los compuso Garcilaso. Claro el T ajo al inmenso m ar portugués de día en día más ex­
que pudo transponer una parte de sus sentimientos en tenso. El último verso se refiere al amigo portugués, siem­
Salicio, pero en éste representaba a Sá de Miranda, otro pre atento, siempre fiel a la memoria de Isabel y fervoroso
am ante desdichado de Isabel. admirador de Garcilaso.
La distribución que proponemos suprime todas las con­
Para comprobar la exactitud de nuestra distribución de
tradicciones señaladas. He aquí la nueva interpretación:
los dos seudónimos, hemos investigado si existían otros
Garcilaso compuso la Egloga I después de aprender en
casos de empleo de ellos. No los hemos encontrado antes
Nápoles (1533-34) la noticia de la muerte de Isabel. Sá de
de Garcilaso y Sá de Miranda, lo que nos induce a creer que
Miranda ignoraba todavía la noticia fatal. Garcilaso ima­
son creación suya. En obras impresas del siglo xvi, no he­
gina las quejas y los celos de su amigo, a quien llama Sa­
mos hallado otro empleo de N em oroso, y conocemos dos
licio, contra la infiel, a quien da el nombre pastoral de casos apenas de utilización de Salido : en un soneto de Sá
Galatea, que le despreció. Después canta su propio la­
de M iranda15 y en otro de su amigo Antonio Ferreira.16
m entar con el nombre de N em oroso, que es su llanto por
En cada uno de estos sonetos, com o en la Egloga I de
la m uerte de su amada, llamándola, por decencia, con otro
Garcilaso, Salicio representa a un enamorado desdichado
nom bre: Elisa. Esta situación justifica el presente de los
que se queja y llora. El rarísimo empleo del seudónimo y
dos cantos: el amigo portugués habla de la amante como
la estrechez de las relaciones amistosas y literarias entre
si estuviera viva; Garcilaso (N em oroso ) le anuncia, a lo
Sá de Miranda y Antonio Ferreira inclinan a creer que
poético modo, la fatal noticia.14 En tal situación las invec­
Salicio designa a un mismo personaje. En el soneto de
tivas de Salicio, a destiempo sin culpa suya, adquieren
Ferreira es imposible que se trate de Garcilaso, ya que
nuevo dramatismo. El conjunto cobra una tensión digna de
Ferreira tenía sólo ocho años cuando murió Garcilaso. El
una tragedia vivida. En estas condiciones todo diálogo sub­
soneto se aplica muy bien a Sá de Miranda, a quien Antonio
secuente resulta superfluo. Llorando se recogen en el atar­
Ferreira admiraba como gran poeta. Ferreira, defensor de la
decer. lengua portuguesa, bien podía aconsejar a Sá de Miranda,
En la Egloga II, Salido y N em oroso siguen represen­
que escribió gran parte de su obra en castellano, que aban­
tando a los dos poetas que vienen al socorro de Albanio,
donase el idioma extranjero en sus poemas de amor. El
personaje histórico, conocido de ambos. Salicio empieza
soneto de Ferreira aparece como una respuesta a las quejas
por el elogio de la vida campesina: de su amigo en el soneto en eco (misma disposición de las
¡ Quán bienaventurado rim as: A BBA A BBA CDE CDE). El seudónimo Salido
aquél puede llamarse
designa a Sá de Miranda en su obra, en la de Garcilaso y en
que con su dulce soledad s'abraça,
y bive descuidado la de A . Ferreira.
y lexos d'empacharse S alid o deriva del apellido de Sá. Podemos pensar en una
en lo que el alma impide y embaraça ! (38-43) formación analógica a partir de Galicia de la Arcadia de
Im itación del Beatus ille de Horacio que, puesta en boca Sannazaro. Puede ser una derivación del latín salix, salicis,
de Sá de Miranda, cobra un valor autobiográfico. Este poeta el sauce,17 símbolo de lágrimas—las de Salicio corren
dejó, efectivam ente, la corte de Lisboa para gozar de una abundantes—y el árbol asociado a Galatea en Virgilio (B.
vida descansada en su quinta "das duas Igrejas." III).
En la Egloga III, sólo es nombrado N em oroso. Este hecho Acerca de N em oroso, nos parece aceptable la derivación
viene a corroborar nuestra interpretación. En efecto, si de n em as con la acepción de vega subrayada por Keniston.
Salicio representara, como N em oroso, al mismo Garcilaso, N em oroso es adjetivo español y portugués, con el sentido
¿por qué no aparece en la Egloga III, como es el caso en las del latín nem orosas, relativo a los bosques, "cubierto de
dos primeras? Los críticos, limitándose a intentar justificar bosque espeso," y utilizado ya en el siglo xvi porSan Juan
el doble desdoblamiento en la Egloga I, no han planteado de la Cruz y Camóes.
Un hermoso verso de la Egloga III de Garcilaso, "de ver­
el problema. Con su tesis no habría otro recurso que el de
des sauces hay una espesu ra,"ls nos parece ser el desenvol­
invocar la casualidad. Sólo Nemoroso es Garcilaso, y en­
vim iento poético de los dos seudónimos, en su sucesión
tonces es lógico que aparezca él, unido a la mitificación de
habitual: Salicio y Nemoroso.
Elisa, en el epitafio de la tapacería:
Nuestro estudio de la obra de Garcilaso relacionada con
Elisa soy, en cuyo nombre suena
y se lamenta el monto cavernoso, la de los poetas portugueses del siglo xvi nos ha llevado a la
testigo del dolor y grave pena conclusión de que Salicio representa a Sá de Miranda y nos
en que por m í se aflige N em oroso ha confirmado que N em oroso es bien Garcilaso. Esta nueva
y llama " E lis a "; "E lisa " a boca llena distribución de los dos seudónimos permite una interpre­
responde el Tajo, y lleva presuroso tación lógica de las tres Eglogas de Garcilaso, de dos églogas
y un soneto de Sá de Miranda y de otro de Antonio Fe­ la voz de un poeta amigo y , como él, desdichado; mani­
rreira; nos da una imagen más coherente de Garrilaso, fiesta claram ente las relaciones amistosas y literarias entre
contribuyendo a la distinción, en sus versos, entre lo que es el poeta castellano y el portugués, en un momento esencial
íntim am ente autobiográfico y lo que su lirismo traslada a para la renovación de la poesía peninsular.

U niversité de M ontpellier lll

1 C f . A n t o n i o G a ll e g o M o r e l l , Garcilaso de la Vega y sus comenta­ de su sobrino Garci Laso de la Vega y Guzmán con Doña Isabel de la
ristas ( G r a n a d a , 1 9 6 6 ) . Cueva, sobrina del Duque de Albuquerque, cf. Gallego Morell, Docu­
2 Memorial Histórico Español ( M a d r i d , 1 8 5 9 ) , p p . V - X Ï , 3 8 4 - 5 . mentos completos (Barcelona, 1976).
3 Rimas Várias de Luis de Camoes ( L is b o a , 1 6 8 9 ) , I V , p . 2 1 1 . 12 José V. de PinaMartins fíjala fecha del casamiento de Sáde Miranda
4 H a lle , 1 8 8 5 , pp. 8 3 1 -4 . "pouco antes de maio de 1530," en "Sá de Miranda e a Biblia," Arquivos
(Paris), 10 (1976), y Sá de Miranda e a cultura do Renascimento, I
5 A Critical Study o f His Life and Works (N e w Y o r k , 1 9 2 2 ) , p p . 1 2 3
(Lisboa, 1971).
y 242.
6 " T h e L o v e s o f G a r c ila s o ," Hispania, 1 3 ( 1 9 3 0 ) , 3 8 0 - 8 ; " L a d a te
13 "Isabel Freire en las 'Eglogas' de Garcilaso," Homenaje al Profesor
d e Y Egloga Primera.. Bull. Hisp., 3 2 ( 1 9 3 0 ) , 2 5 4 - 6 . Alarcos García (Valladolid, 1965-67).
7 I d e n t i f ic a d a p o r J o r g e d e S e n a , " I s a b e l F r e i r e , a a m a d a d e G a r c i­ 14 T. Navarro Tomás, ed., Garcilaso, Obras (Madrid: Clásicos Caste­
Diario de Noticias, L is b o a , 6 - I X - 1 9 7 3 .
la s o ," llanos, 1958), p. XXXVI.
8 Sá de Miranda e a Eschola Italiana ( P o r t o , 1 8 9 6 ), p. 4 8 . 15 Op. cit., núm. 88, pp. 74-5.
9 A Critical Study . . . , p . 1 5 i . 16 Poemas Lusitanos (Lisboa, 1598), L.II, XXXII, f. 23v.
10 C i t a m o s p o r la c u id a d a e d ic i ó n d e E lia s L . R i v e r s , Obras completas 17 Rivers, p. 265; Herman Iventosch, Los nombres bucólicos en San-
En el
( M a d r i d : C a s t a l i a , 1 9 6 4 ) , c o n la s c o r r e c c io n e s d e A lb e r t o B le c u a , nazaro y la pastoral española (Valencia, 1975), p. 110; Vittore Boccheta,
texto de Garcilaso (M a d rid : In s u la , 1 9 7 0 ) . Sannazaro en Garcilaso (Madrid, 1977), p. 141.
11 A l u s i ó n a l c a s a m ie n t o d e l p r o p io G a r c ila s o : s u s u e g r o I ñ ig o d e 18 Cf. Dámaso Alonso, "Garcilaso y los límites de la estilística" en
Z ú ñ i g a e r a p r im o h e r m a n o d e l C o n d e d e M ir a n d a , c f . E u s ta q u io F e r n á n ­ Poesía española (Madrid, 1950), y publicado por Elias L. Rivers en
d e z d e N a v a rr e te , Vida . . . ( M a d r i d , 1 8 5 0 ) , p . 2 3 ; o a l c a s a m ie n t o s e c r e t o La poesía de Garcilaso (Barcelona: Ariel, 1974).

También podría gustarte