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El oso de anteojos (Tremarctos ornatus), también conocido como oso frontino, oso andino, oso

sudamericano, ucumari y jukumari, es una especie de mamífero de la familia Ursidae.2 Es la


única especie viviente de su género.2

De tamaño mediano en comparación con otros osos, mide entre 1,30 y 1,90 m de alto, y pesa
en promedio entre 80 y 125 kg, siendo el macho más grande que la hembra. Su coloración es
uniforme, negra o café negruzca, con pelo áspero. El hocico es corto, de color café claro o
blanco, con manchas blanquecinas que se extienden alrededor de los ojos y la nariz a través de
las mejillas, bajando por el cuello hasta el pecho, y que varía mucho entre individuos. Posee
cinco dedos con garras largas y curvas no retráctiles, y las plantas de las patas poseen pelos
interdigitales que le ayudan a trepar árboles. De hábitos diurnos, solitarios, omnívoros,
terrestres y trepadores, su alimentación es predominantemente vegetariana.

Única especie viviente de la subfamilia Tremarctinae y único úrsido autóctono actual de


Sudamérica, se distribuye en la cordillera de los Andes, actualmente desde la región andina
alta (o "fría") del oeste de Venezuela hasta el norte argentino,3 con avistamientos en el Darién
en Panamá, abarcando desde desiertos costeros, bosques premontanos y montanos caducos,
semicaducos y siempreverdes, hasta páramos y puna.

Características

Oso de anteojos en el zoológico Matecaña (Pereira).

Lo que más caracteriza a esta especie es la presencia de manchas blancas o amarillentas en


torno a los ojos, que en ocasiones llegan a la zona de la garganta y pecho, aunque en algunos
especímenes pueden faltar totalmente las manchas claras en el rostro. El patrón del dibujo de
tales manchas varía de un individuo a otro. El color de pelaje más común es el negro, aunque
se encuentran ejemplares de color marrón y, con mucha menor eventualidad, de color rojizo.

Es uno de los mamíferos sudamericanos de mayor alzada. Su cabeza es grande en relación al


resto del cuerpo (característica en común con el Panda gigante), posee poderosa mandíbula
teniendo el cráneo dos importantes fosas maseteras. Su cuerpo llega a medir 1,8 m pero en la
actualidad es más frecuente encontrar ejemplares de 1,5 m. El peso de los machos adultos
ronda los 140 kg. Sus garras, muy adaptadas para trepar a los árboles, poseen afiladas uñas. Se
percibe una convergencia evolutiva: el cuerpo de estos osos llega a recordar al de los grandes
primates (de allí que en muchos lugares dieran lugar a mitos y leyendas referidas a "hombres
salvajes peludos que viven en las selvas").

Tremarctos ornatus tiene varias características anatómicas únicas entre los osos vivientes.
Según Mondolfi (1983) otros criterios que indican que el oso de anteojos es único entre los
osos actuales son las características bioquímicas de la sangre y el número cromosómico que es
de 52, mientras que en los otros osos actuales es de 74. Además, Ruiz-García (2000) agrega
que "Las seis especies del género Ursus poseen cariotipos prácticamente idénticos compuestos
por 74 cromosomas acrocéntricos. Por el contrario, el oso de anteojos posee un número
diploide de 52 cromosomas con dos brazos". En suma, el oso de anteojos presenta diferencias
tanto en el número como en la forma de los cromosomas.

Esta información resulta muy importante pues, sobre la base de datos moleculares es posible
estimar los tiempos de separación entre líneas filéticas emparentadas. Así, la divergencia de
Tremarctos de la línea basal constituida por Ursus se habría dado hace unos 12 millones de
años antes del presente. Por lo tanto, Tremarctos ornatus constituye una línea genética y
filogenética única

Hábitat y distribución

Habita casi exclusivamente en los bosques húmedos andinos con precipitaciones anuales
superiores a los 1000 mm (zonas perhúmedas), aunque también se le encuentra en páramos y
zonas semiáridas cuyas precipitaciones rondan los 250 mm. Mora preferentemente en los
pisos montanos que van de los 800 a los 3800 msnm aunque llega a altitudes de 4750 msnm.
En la cordillera de los Andes su distribución abarca desde el occidente de Venezuela y
atravesando Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia hasta el norte de Argentina.3 En el sector
andino norte se encuentra en la vertiente del Pacífico y de las cuencas Amazónico -
Orinoquense —norte— y vertientes del mar Caribe y del lago de Maracaibo (Venezuela) y
central (avistamientos e indicios en Acuzazú, Pusapno y Oxapampa). Vive a alturas que van
desde los 250 hasta los 4700 msnm o más. La especie ha sido reportada en la región del Darién
en Panamá, incluso se tienen registros recientes de la presencia de la especie informados por
cazadores de la región.[cita requerida]

Aparentemente, al inicio de la conquista española, en el siglo XV; el área de distribución de


este oso era más extensa, siendo comunmente avistado en casi toda la extensión de la
suramérica colonial española, viendo mermado su hábitat por la competencia humana en su
ingente necesidad de tierras de labor. En los páramos colombianos es un habitante común, y,
por la ignorancia de los campesinos vecinos a su hábitat; se le suele asesinar, creyéndolos
cazadores de ganado, hecho falsamente insustentado y que no ha sido demsotrado por
estudio científico alguno. Su población se cifra en 8000 individuos.4 En el Norte de Venezuela
suelen hallarse en la Cordillera de Mérida, en sus zonas de páramo, por su contigüidad con la
Serranía del Perija, situada en Colombia. En la vertiente occidental de los Andes centrales del
Perú (Lambayeque, Reserva Ecológica Chaparri).

Alimentación y costumbres

Oso de anteojos en el Parque Zoológico y Botánico Bararida en Barquisimeto, Venezuela.


Como casi todos los osos actuales, el oso de anteojos es omnívoro, aunque su dieta habitual es
preferentemente de origen vegetal: bromeliáceas, frutos, bayas, bulbos, raíces, cortezas, hojas
y hongos; un pequeño porcentaje de su dieta es de origen animal o derivada: insectos, miel,
huevos, reptiles, peces, roedores, conejos, pichones, y muy ocasionalmente, caprinos, ovinos,
camélidos y vacunos. Por tal régimen alimentario, el oso de anteojos es el úrsido más
herbívoro, tras el panda gigante. En su búsqueda de alimento desciende hasta zonas de
desierto y de bosques secos, donde se llega a alimentar de cactus, sapote, y troncos de pasallo.

Son de hábitos solitarios y mayormente diurnos. En áreas boscosas establecen senderos que
permiten un desplazamiento rápido entre áreas alejadas, así como la comunicación
intraespecífica a través de marcaje por medio de rasguños y olor (feromonas). Como la
mayoría de sus parientes úrsidos, están muy bien adaptados para trepar. En los árboles
encuentran gran parte de su alimento. En las ramas de los árboles suelen establecer
plataformas para su alimentación y/o descanso.

Plantígrados como todos los osos, sus "pies planos" les facultan para una postura erecta que
utilizan tanto para mirar a lontananza como para trepar árboles y rocas o para aparentar
mayor masa corporal en un acto de amedrentamiento que se refuerza con el erizado de su
pelo. No se conoce que tenga periodos de aletargamiento estacional. La hembra suele parir
dos oseznos.

Relación con el hombre

Cacería y explotación

La presencia del oso en los Andes meridionales quedó documentada en las crónicas de
colonizadores y exploradores europeos. Según el Inca Garcilaso de la Vega, eran escasos en
Perú, probablemente debido a las extensas cacerías anuales realizadas por los Incas.5

Estado de conservación

En el 2004 se consideraba que en toda Sudamérica quedaban unos 18 250 osos de anteojos en
vida silvestre. La mayor parte de la población se encuentra en Perú, seguido por Bolivia,
Colombia, Ecuador y Venezuela.

Ha sido intensamente cazado por el hombre, tanto porque se lo considera un peligro y una
"plaga" como por "deporte" e incluso por supersticiones (en varios lugares se cree que sus
garras poseen propiedades medicinales). Sin embargo ha sido un animal totémico para muchas
etnias originarias, y en esos casos, tales grupos evitaban su caza. Cumple importantes
funciones ecológicas como es dispersor de semillas, depredador y polinizador.
El análisis de las condiciones de hábitat y el riesgo de cacería en la Cordillera de Mérida en
Venezuela sugieren una gran prevalencia de zonas de conflicto que pueden amenazar hasta un
tercio del hábitat disponible.

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