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Aproximaciones a una concepción de la muerte en Baruch Spinoza.

Una crítica al pensamiento de Spinoza: Miguel de Unamuno y su


reflexión sobre la inmortalidad.

Ana Alicia López Vázquez

1.- Con motivo de esta exposición...

Una de las razones más importantes para elaborar una exposición, y más si tienes la libertad
de decidir el tema de la misma, es tener interés en aquello que te propones a analizar. Por ello
mismo no elegí cualquier tema al azar del que me fuera totalmente indiferente, sino que tenía que
buscar, de entre todos los temas que se hayan tocado en clases de Metafísica, aquel que a mi me
hubiese al menos rasgado algo el alma. Y tenía claro de qué iba a hablar, y se trababa ni mas ni
menos que de la muerte. Recuerdo un día en clases como se afirmaba, mientras se profundizaba en
el pensamiento de Spinoza, como éste no temía a la muerte. Me sorprendió tanto, sin la
imposibilidad de excluir mi propio pensamiento acerca de la misma, que hubiese alguien que no le
tuviese miedo a morir, que decidí que ese iba a ser el tema de mi trabajo. Ya solo me faltaba
enfocarlo adecuadamente.

El enfoque llegó en un momento en el que sin duda se me presentó de manera inesperada y


del que no es menos que cuente a continuación. Llegó el día de la fiesta de fin de curso de los niños
de mi pueblo. El ambiente era fantástico, las familias de los niños desesperados buscaban los
últimos asientos del pabellón, mientras comían, bebían, y reían mientras podían ver a sus hijos
realizar el baile final de curso. Luego te encontrabas a unos niños completamente descordinados
que seguían los pasos de baile que el profesor bajo el escenario realizaba para ellos los siguieran.

Recuerdo que estaban bailando los niños de cinco años, y entre esos niños, había en concreto
una niña, que bailaba al mismo tiempo en el que mi acompañante y yo no podíamos dejar de
mirarla, por si podría ser esta la última vez que podríamos hacerlo, pues la niña padecía una
enfermedad terminal. Y en ese momento, sin querer una respuesta, y con necesidad de hacerlo, le
pregunto a mi acompañante, ¿han encontrado alguna solución? Mi acompañante contestó, No, y
además, ella lo sabe. El otro día ella lloraba por ello mientras el profesor la abrazaba tan
fuerte...Y fue en este momento cuando todo aquel ambiente de diversión se detuvo para mi.

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Y en ese momento mi imaginación no paraba de pensar de mil maneras diferentes cuales
eran los pensamientos, sentimientos y sensaciones de una niña de cinco años que era consciente de
que iba a morirse, de cómo lo afrontaban sus padres en el día a día, y de cómo yo en ese momento,
pude sentirme tan angustiada hasta el punto en que aquí, y como si de una llamada trascendental se
tratase, me preguntara, ¿Cómo puedes tú, Spinoza, no temerle a la muerte? Parecía como si le
suplicase que me dijera cuál era el secreto para no temer a la muerte, o precisando un poco más, que
cuál era el secreto para no pensar en la misma, ser como dice él propio Spinoza, una persona libre,
pues, “Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte”. Y pensé que al menos podría estar
más cerca de ese secreto si me atrevía a profundizar en su pensamiento, y por ello, y por todo lo que
he contado, decidí elegir la muerte en Spinoza como tema de trabajo para la asignatura de
Metafísica.

Se me hace imposible en un primer instante, sin aun reflexionar acerca de qué es la muerte
para Spinoza, pensar en una vida en la que uno no le tema a su propia muerte, ni en general, a la
muerte. Y es que tenemos esa gran suerte de ser los únicos seres conscientes de nuestra propia
finitud, y por tanto, de nuestra propia muerte. Pues, por ejemplo, los animales mueren pero no saben
que mueren. Podríamos señalar como excepción el caso de los elefantes, los cuales cuando sienten
que está cerca su muerte, abandonan la manada, y guiados por su instinto, se dirigen a un lugar que
ellos solo conocen, para allí descansar y dormir su último sueño. Llaman a este lugar el cementerio
de los elefantes. Como consecuencia de nuestra finitud, llega la sed de inmortalidad, la ilusión de
vivir una vida que no termina cuando la muerte llega. Y es ahí cuando la filosofía se empieza a abrir
caminos, tal y como diría Hegel, por las distintas experiencias del pensar, por las distintas
reflexiones acerca de la muerte. Ya para Platón los hombre viven celosos de la inmortalidad, y por
ejemplo, Epicuro nos intentaba animar diciendo que no hay que tener miedo a la muerte, porque
cuando estás vivo no está la muerte, y cuando está la muerte ya no estás tú.

Y en esta historia de la filosofía en la que hemos encontrado distintos planteamientos acerca


de la muerte, me gustaría comentar la filosofía de Spinoza al respecto también argumentando una
filosofía diferente a la suya, y que podría atreverme a decir, contraria a la suya, al menos en algunos
aspectos. Esta es la filosofía, este el pensamiento, del escritor y filósofo español Miguel de
Unamuno. Para este la muerte podríamos decir que implica que la vida ya termina, que es la muerte
ya definitiva. Pero que, sin embargo, era necesario al ser humano la creencia de que nuestra mente
sobrevive a la muerte justamente para poder vivir, basándose en ello en la religión.

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En una de sus grandes obras, Del sentimiento trágico de la vida (1912), nos deleita con
algunos fragmentos al respecto tales como:

La existencia de Dios, no es algo exterior al ser,


sino como la máxima voluntad del hombre.
Tal vez ese Dios no existe,
pero cada individuo ha de creer en él
para recurrir a esa creencia
como Don Quijote creía en sus caballeros
y en sus princesas.

Por tanto, para este trabajo me dispongo a comentar, en primer lugar, no la concepción de la
muerte en Spinoza, por los motivos que veremos a continuación, pero si al menos una aproximación
a lo que podría significar en él la muerte a raíz de todo su pensamiento, y en concreto de aquel
pensamiento que aparece en su célebre obra Ética demostrada según el orden geométrico (1677).
Posteriormente comentaré brevemente la doctrina de la inmortalidad de Miguel de Unamuno, en
concreto la que aparece en su célebre obra Del sentimiento trágico de la vida (1912). Para
posteriormente comentar la filosofía de ambos en conexión, teniendo en cuenta las palabras que
dedica en propio Unamuno en su obra ya mencionada acerca de Spinoza. Por último, una breve
reflexión personal: ¿Qué poder tendrá sobre mi pensamiento la respuesta de Spinoza?
Sumerjámonos, para mi y para cualquier lector de esta exposición, en el camino que voy a realizar,
en el éxito o fracaso de mi intención, pero que a pesar de cualquier respuesta, el camino sea
provechoso.

2.- Una aproximación a la concepción de la muerte en Spinoza

Para empezar, comentar que para analizar la concepción de la muerte en Spinoza voy a
utilizar como bibliografía, por un lado, la obra de Spinoza que lleva por nombre Ética demostrada
según el orden geométrico (1677), y por otro lado, como guía ante una filosofía compleja la de
Spinoza, el artículo escrito por la filósofa argentina Diana Cohen, docente de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, que lleva por nombre: La muerte según
Baruch Spinoza: aproximaciones a una noción problemática. Este artículo podemos encontrarlo
dentro de su obra El suicidio: deseo imposible o la paradoja de la muerte voluntaria en Baruj
Spinoza (2003).

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Diana Cohen nos ofrece en su artículo, concretamente en ese resumen que ofrece al
comienzo, una visión esquemática, y en mi opinión completamente fantástica, acerca de aquellos
temas que pueden llevarnos hasta la noción de muerte para Spinoza. En ese ámbito de la Sustancia
onmiabarcadora, sobre lo que gira todo el pensamiento de Spinoza, la noción de muerte es un tanto
complicada de definir, porque Spinoza no ofrece la típica definición clásica acerca de la misma,
pero su filosofía puede darnos las claves para poder deducir la cuestión que nos interesa. ¹ De entre
todas las posibles aproximaciones a la muerte en Spinoza, nos vamos a centrar en solo una, que se
puede considerar como la más precisa. Esta aproximación se acerca a la idea de que si se
comprende la muerte como la destrucción del cuerpo, y si para Spinoza la materia es eterna, como
la Sustancia, ¿Se podría hablar propiamente de aniquilación?

Y aunque nos vayamos a centrar solo en esta aproximación, mencionar que Diana Cohen se
aproxima de otras dos maneras a una concepción de la muerte en Spinoza, por un lado, si se afirma
que la muerte llega cuando se pierde la identidad personal, podríamos ver si se corresponde o no la
noción de identidad en Spinoza con esta idea, sabiendo que, para este, solo hay una identidad
plenamente real, y es la Sustancia, por otro lado, si seguimos su pensamiento acerca de que hay algo
del alma que no perece con el cuerpo y es eterno, la noción de muerte podría abrir algunos
interrogantes metafísicos que podrían justamente chocar con la segunda parte de la Ética, donde se
ofrece una descripción puramente mecánica de la realidad.

Por tanto, y como ya he mencionado, vamos a centrarnos en la primera aproximación, que se


centra en la muerte biológica, en la que se destruye el cuerpo. Y por otro lado, vamos a centrarnos
en esa expresión tan reconocida de Spinoza que dice, Un hombre libre en nada piensa menos que
en la muerte. Parece ser que la libertad nos hace inmunes al pensamiento sobre la muerte. Por tanto,
habrá que ver qué significa en Spinoza la libertad. Vallamos a ello.

Centrémonos en la primera aproximación al concepto de muerte en Spinoza, que estará en la


respuesta a: Si se comprende la muerte como la destrucción del cuerpo, y si para Spinoza la materia
es eterna, como la Sustancia, ¿Se podría hablar propiamente de aniquilación?

Primero veamos que es el cuerpo para Spinoza, que es una proporción de movimiento y
reposo.

¹ Cohen, Diana: La muerte según Baruch Spinoza: aproximaciones a una noción problemática, pg. 41

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Vayámonos a la Cuarta Parte de la Ética, en concreto a la Proposición XXXIX, donde
Spinoza nos dice: ²Es bueno lo que provoca que la relación de movimiento y reposo que guardan
entre sí las partes del cuerpo se conserve, y al contrario, es malo lo que hace que las partes del
cuerpo humano alteren su relación de reposo y movimiento.

Para Spinoza lo que constituye la forma del ser humano consiste en que sus partes se
comuniquen entre sí, que sus movimientos tengan una cierta relación. Por lo que aquello que hace
que se conserve la relación de movimiento y reposo que hay entre las distintas partes del cuerpo
estará conservando la forma del cuerpo humano, y con ello, que el cuerpo humano pueda ser
afectado de muchas maneras, y al mismo tiempo, que pueda afectar de muchas maneras a otros
cuerpos.

Esta idea aparece en la proposición XXVIII, en la que nos dice Spinoza: ¹aquello que
propicia que el cuerpo humano sea afectado de muchísimos modos, o aquello que le hace apto para
afectar de muchísimos modos a los cuerpos exteriores, es útil al hombre, y tanto más útil cuanto
más apto hace al cuerpo para ser afectado, o para afectar a otros cuerpos, de muchísimas
maneras; y, por contra, es nocivo lo que hace al cuerpo menos apto para ello. Esta es, por decirlo
de alguna forma, la parte buena del contenido de la proposición.

Pero, por otro lado, podemos encontrar esa parte mala del contenido de la proposición, esa
parte en la que puede ocurrir que se provoque que las partes del cuerpo humano modifiquen esa
relación de reposo y movimiento, esa parte en la que un cuerpo no pueda ser afectado de esas
muchas maneras, ni pueda afectar a otros cuerpos también de esas muchas maneras y donde el
cuerpo finalmente se destruye. Por tanto, podemos llegar a concluir que la muerte del cuerpo
sobreviene cuando sus partes quedan dispuestas de tal manera que alteran la relación de reposo y
movimiento que hay entre ellas.

Pero, por otro lado, Spinoza no niega que pueda ocurrir en ocasiones que el cuerpo humano,
aun siguiendo con señales de vida, pueda, pese a ello, cambiar su naturaleza por otra totalmente
distinta. Y para aclararnos su idea Spinoza utiliza algún que otro ejemplo al respecto. Por tanto,
aunque nos diga en primera instancia que nada aun le impulsa a afirmar que el cuerpo no muere más
que cuando es ya un cadáver, la experiencia puede informarnos de algo un tanto diferente.

² Spinoza, Baruch: Ética demostrada según el orden geométrico, IV Parte, pg. 216
¹ Spinoza, Baruch: Ética demostrada según el orden geométrico, IV Parte, pgs. 215-218

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Recurre a un ejemplo concreto, en el que nos habla de una persona la cual ha experimentado
tantos cambios que sería difícil decir que sigue siendo esa misma persona. Nos habla de un poeta
español, que tuvo una enfermedad, de la que finalmente se curó, pero quedó tan olvidada esa
persona antes de la enfermedad, que se pensó como increíble que siguiera siendo la misma persona
que escribió esos versos, y finalmente parecía como un niño, por tanto, diferente.

Por tanto, para esta primera aproximación, podemos concluir que la muerte llega para un
cuerpo según la disposición de sus partes como un todo, de una cierta proporción que guardan las
partes del cuerpo con vida. Y cuando esta proporción se fractura, piensa Spinoza, el organismo deja
de funcionar y el individuo muere. ¹Y es curioso, usando el dato del artículo de Diana Cohen, que
Spinoza no solo se refiera con individuo al ser humano, sino que también se refiera a los animales
hasta incluso a los seres que nosotros calificamos como inorgánicos.

Pero aun no hemos contestado a la pregunta de esta primera aproximación, aquella que
preguntaba si la muerte de un cuerpo significaba su aniquilación. La respuesta es que no. Pero es
preciso argumentarlo. ²Para Spinoza solo existe una Substancia, que es causa de sí, indivisible y
eterna. Una substancia, que por tanto, no actúa sobre las cosas, sino en las cosas, por ser esta
Substancia onmiabarcadora inmanente. Y esta substancia infinita estará constituida por infinitos
atributos, y los atributos como tal no los podemos conocer, sino que conocemos los modos en los
que se nos manifiestas estos atributo. Conocemos el atributo de la extensión a partir del modo de la
corporeidad, y conocemos el atributo del pensamiento a través del modo de la mente. Y hay que
tener en cuenta que los atributos son infinitos mientras los modos por los que conocemos dichos
atributos son finitos. Por tanto, pensamiento y extensión son infinitos. Y si ocurre que nuestro
cuerpo muere, y con ello la persona muere, no es sinónimo de hablar de aniquilación. ³Así,
podríamos decir, que un cuerpo está necesariamente compuesto al infinito, a la potencia de la
Sustancia. Los cuerpos estarían en otra relación, y pasarían a componer un modo existente distinto,
correspondiéndole otro grado determinado de potencia de la Substancia.

Y ahora centrémonos en aquella parte en la que Spinoza nos dice que un hombre libre en
nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la
vida.

¹ Cohen, Diana: La muerte según Baruch Spinoza: aproximaciones a una noción problemática, pg. 45
² Apuntes de Metafísica, en concreto los del día 3-5-18
³ Cohen, Diana: La muerte según Baruch Spinoza: aproximaciones a una noción problemática, pg. 48

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¹
En la proposición LXVII, Spinoza nos dice, un hombre libre en nada piensa menos que en
la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida. Veamos brevemente en
qué consiste esta libertad en Spinoza. Para Spinoza podemos dejarnos llevar por los afectos o por la
razón. Como sinónimo de afecto podemos considerar el de opinión. En el primer caso, se obra sin
saber lo que se hace, en el segundo caso, se obra en voluntad a uno mismo, y se hacen esas cosas
que son primordiales en la vida, y son los que se dejan guiar por la razón. En el primer caso,
hablamos de esclavos, en el segundo caso, hablamos de libres. Para Spinoza un hombre libre es un
hombre que vive sólo según el dictamen de la razón, y no se deja llevar por el miedo a la muerte,
sino que sesea el bien directamente, esto es, desea obrar, vivir, o conservar su ser poniendo como
fundamento la propia búsqueda de la utilidad, y por ello, en nada piensa menos que en la muerte, y
su sabiduría es una meditación de la vida, y no de la muerte.

Y en esta meditación de la vida reside justo la expresión de Spinoza cuando nos dice que
cada cosa se esfuerza, cuanto está a su alcance, en perseverar en su ser. Las cosas se expresan
según cierta forma determinada de la potencia de Dios, y ninguna cosa tiene en sí algo por la que
pueda ser destruido, en tanto Dios esa la sustancia, por tanto, no hay nada que le prive de su
existencia, sino que por el contrario, nos oponemos a todo aquello que pueda privarnos de nuestra
existencia, y por eso se esfuerza en cuanto puede por perseverar en su ser.

3.- Miguel de Unamuno y una filosofía de la inmortalidad

No quiero morirme, no, no quiero ni quiero quererlo;


quiero vivir siempre, siempre, siempre,
y vivir yo este pobre yo que me soy y me siento ser ahora y aquí,
y por eso me tortura el problema de la duración de mi alma, de la mía propia.
(Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida)

Unamuno presenta un pensamiento que podemos decir se centra en dos cuestiones


fundamentales, sin intención la mía de reducir su pensamiento a dichas cuestiones. Estas son la
doctrina del hombre de carne y hueso y la doctrina de la inmortalidad. Y para nuestro propósito nos
interesa esta última cuestión, dedicando brevemente unas palabras a decir que Unamuno trabaja con
un hombre que es de carne y hueso.

¹ Spinoza, Baruch: Ética demostrada según el orden geométrico, IV Parte, pgs. 234-236

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Es decir, un hombre que nace, sufre y muere -sobre todo muere-, el que come y bebe y juega
y duerme y piensa y quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero
hermano.¹ Se atiene a lo sustantivo: el hombre concreto, un hombre de aquí y ahora, frente a ese
hombre abstracto que han elaborado muchos filósofos en tanto hacían filosofía en lugar de vivirla.
Pero vayámonos a como nuestro hombre de carne y hueso se enfrenta a la muerte y al problema de
la inmortalidad.

Podríamos decir que el centro del pensamiento de un hombre de carne y hueso reside en su
sed de inmortalidad. Ese afán de continuidad de uno mismo a pesar de la llegada de la muerte y un
afán de inmortalidad como la verdadera esencia de lo humano. Desde mi propia interpretación, creo
que concuerda con Spinoza en el sentido en que el hombre se esfuerza por perseverar en su ser, pero
ambos ven dicha sentencia en dos sentidos diferentes, por un lado, un Spinoza que piensa que el
hombre es ese esfuerzo, o en sus propias palabras, ese conato, que pone en seguir siendo hombre, en
no morir, por otro lado, un Unamuno que cree que ese afán de perseverar en nuestra vida reside en
la necesidad de vivir creyendo que el alma sobrevive a la propia muerte. Más adelante ahondaremos
en esta comparación.

Unamuno, defensor de ese hombre de carne y hueso, de ese hombre concreto, nos dice que
este no encuentra más soporte para la creencia en la inmortalidad que en la esperanza ². Podríamos
decir que la inmortalidad es en mayor parte una necesidad vital.

Y es a través de esté sentimiento trágico de la vida como el hombre es consciente de que es


un ser finito, temporal, y así asume su condición para pasar a cuestionarse acerca del propio sentido
de la vida. No podemos, en otras palabras, concebirnos como no existiendo

Pero aun más, Unamuno no se conforma con la continuidad de las almas, sino además, nos
habla de la continuidad de los cuerpos. En este sentido se vincula con la doctrina católica, y en
concreto habla de la figura de Jesucristo, pues éste, y con ello su cuerpo, sufrió tanto y padeció
tanto que con ello ganaría el «derecho de permanencia». La fe cristiana nació de la fe de que Jesús
no permaneció muerto, sino que Dios le resucitó y que esta resurrección era un hecho: pero esto no
suponía una mera inmortalidad el alma, al modo filosófico (…) Y puede, a partir de esto, afirmarse
que quien no crea en esa resurrección carnal de Cristo podría ser filócristo, pero no
específicamente cristiano¹.
¹ Unamuno, Miguel: Del sentimiento trágico de la vida, pg.3
² Unamuno, Miguel: Del sentimiento trágico de la vida, pg.23
¹ Unamuno, Miguel: Del sentimiento trágico de la vida, pgs. 32-33

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²
Y además, y para terminar con este breve repaso del pensamiento de Unamuno sobre la
inmortalidad, decir que en cada hombre de carne y hueso hay una lucha en este sentido entre la
razón y la fe. El tema de la inmortalidad cae fuera de los dominios de la razón. Por lo que dicho
problema entra en un ámbito que podemos denominar de la irracionalidad. Podríamos decir que la
razón ha tenido como oficio el explicar el mundo y la existencia, y por ello no ha necesitado de la
mortalidad o la inmortalidad de nuestra alma. Y por tanto, la fe en la inmortalidad es irracional.
Aunque en Unamuno la fe y la razón son ambas necesarias, y aunque pueda parecer esta
contradictoria, no lo es, pues Unamuno defiende la contradicción como parte esencial del ser
humano.

Después de este breve esquema sobre la doctrina de la inmortalidad en Miguel de Unamuno,


es hora de pasar a comparar esta filosofía con la de Spinoza, teniendo en cuenta, como he dicho
anteriormente, las palabras que dedica Unamuno a Spinoza en su obra célebre Del sentimiento
trágico de la vida (1913), y además, la exposición anterior sobre la aproximación a la concepción
de la muerte en Spinoza. En el esquema de esta parte de la exposición se mostrará, en primer lugar,
aquellas ideas de Spinoza que Unamuno se dispone a criticar, y que aparecen en la Ética de
Spinoza, en segundo lugar, el comentario de Unamuno a estas ideas, en tercer lugar, y cuando sea
necesario, mi interpretación en el intento de comentar las diferencias y similitudes entre ambos.

4.- Spinoza y Unamuno: dos filosofías, dos intentos de sobrellevar a la muerte

La esencia de un ser no es sólo el empeño en persistir por siempre, como nos enseñó
Spinoza, sino, además, el hambre y sed de eternidad y de infinitud
(Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida)

Primera idea

Libro III, Del origen y naturaleza de los afectos¹

Proposición VI: Cada cosa se esfuerza, cuanto está a su alcance, por perseverar en su ser

Proposición VII: El esfuerzo con que cada cosa intenta perseverar en su ser no es nada
distinto de la esencia actual de la cosa misma

² Cirilo Flores, Miguel: Tu mano es mi destino. Congreso internacional Miguel de Unamuno, pg. 463

¹ Spinoza, Baruch: Ética demostrada según el orden geométrico, III Parte: 123-184, pg. 130-131

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Proposición VIII: El esfuerzo con que cada cosa intenta perseverar en su ser no implica
tiempo alguno finito, sino indefinido.

Es decir, cada cosa, en cuanto es en sí, se esfuerza por perseverar en su ser. Y cada cosa, en
cuanto es en si, es sustancia, ya que para Spinoza, y como hemos comentado en algún momento de
esta exposición, la sustancia es lo que es por si y por si se concibe. Y además, el esfuerzo con que
cada cosa trata de perseverar en su ser no es sino la esencia actual de la cosa misma.

²
Para Unamuno, quiere decirse que tu esencia, lector, la mía, la del hombre Spinoza, la del
hombre Butler, la del hombre Kant, y la de cada hombre que sea hombre, no es sino el esfuerzo que
pone en seguir siendo hombre, en no morir. Y además, el esfuerzo con que cada cosa se esfuerza por
perseverar en su ser, no implica tiempo finito, sino indefinido. Para Unamuno, es decir, que tú, yo y
Spinoza queremos no morirnos nunca y que nuestro anhelo de nunca morirnos es nuestra esencia
actual. Y ahora vienen unas palabras que me parecen verdaderamente exquisitas, pues nos dice
también, y sin embargo, este pobre judío portugués, desterrado en las tinieblas holandesas, no
puedo llegar a creer nunca en su propia inmortalidad personal, y toda su filosofía no fue sino una
consolación que fraguó para esta su falta de fe. Como a otros les duele una mano o un pie o el
corazón o la cabeza, a Spinoza le dolía Dios. ¡Pobre hombre! ¡Y pobres hombres los demás!

Por tanto, vemos como en Spinoza podríamos decir que la realidad tiene como un cierto
ímpetu, un cierto dinamismo que le lleva a existir y a perseverar en ese estado. ³Esto nos lleva a
hablar de la importancia de la noción de potencia en Spinoza, ya que la auténtica condición del ser
no es el acto, sino la potencia. Y es la potencia porque es el existir del ser, es el despliegue del ser.
Por tanto, una de las claves de ética es el tratamiento de la noción de potencia.

Pero es un dato curioso ver como en Spinoza no solo ese esfuerzo en perseverar en el ser se
centra en los seres vivos, sino también en los seres inanimados. Y en cada ente se muestra de
diferente manera, en los animales se muestra a través de la supervivencia, y en los entes inanimados
es sencillamente ese esfuerzo, ese conato, por el que no se quiere llegar a ser nada, por el que se
quiere preservar siempre en el ser. Y este impulso de perseverancia en la existencia lógicamente
también se encuentra en el hombre.

² Unamuno, Miguel: Del sentimiento trágico de la vida, pg.5-6


³ Apuntes de clase de Metafísica, concretamente, los del día 23-4-18

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Spinoza nos dice en la proposición IX, ¹El alma, ya en cuanto tiene ideas claras y distintas,
ya en cuanto las tiene confusas, se esfuerza por perseverar en su ser con una duración indefinida, y
es consciente de ese esfuerzo suyo. ²Por aclarar, decir que es importante el concepto de indefinido,
que suena a infinitud, en contraposición a finitud. Tenemos que tener en cuenta aquí la diferencia
entre ente y ser, y ver como los entes son diversos, pero remiten a lo mismo, a un fundamento
común, que es el ser, y decir por tanto que la palabra finitud tiene sentido en el plano de lo ente,
pero se convierte en infinitud si hablamos en el plano de lo ser.

Segunda idea

Libro IV: De la servidumbre humana, o de la fuerza de los afectos¹

Proposición LXVII: Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría
no es una meditación de la muerte, sino de la vida.

Libro V: Del poder del entendimiento o de la libertad humana³

Proposición XLII: La felicidad no es un premio que se otorga a la virtud, sino que es la


virtud misma, y no gozamos de ella porque reprimamos nuestras concupiscencias,
sino que, al contrario, podemos reprimir nuestras concupiscencias porque gozamos
de ellas.

Pienso que estas proposiciones se podrían entender mejor en su contexto junto a otras
proposiciones que las complementen. Por un lado, Spinoza nos dice que quien se deja llevar por el
miedo, y hace el bien para evitar el mal, no es guiado por la razón. Pero un matiz en este
pensamiento puede reflejar la verdadera intención de Spinoza, cuando nos dice que es el deseo que
nace de la razón el que nos hace seguir directamente el bien y huir por tanto del mal.

Y es solo bajo el dictamen de la razón donde el hombre actúa según la virtud, haciendo el
bien, según ese modo de querer obrar, vivir o conservar su ser. Y es en esto en que se basa la
libertad del hombre, pues un hombre libre es aquel que vive sólo según el dictamen de la razón, y
con ello, no se deja llevar por el miedo a la muerte.

¹ Spinoza, Baruch: Ética demostrada según el orden geométrico, III Parte: pg.132
² Apuntes de clase de Metafísica, en concreto del día 23-4-18
¹ Spinoza, Baruch: Ética demostrada según el orden geométrico, IV Parte: pg. 235
³ Spinoza, Baruch: Ética demostrada según el orden geométrico, V Parte: pg. 278

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Sino que desea el bien directamente, es decir, desea conservar su ser buscando en la propia
vida, buscando su propia utilidad, y por esto mismo en nada piensa menos que en la muerte, y su
sabiduría es una meditación de su vida. Y no es que en ese actuar virtuosos siguiendo el camino de
la razón se llegue finalmente a ser feliz, sino que es la virtud misma la felicidad. Y no es que,
siguiendo ya más mi propia interpretación, en nuestra consciencia de reprimir nuestras
concupiscencias ya disfrutemos de la virtud, sino que, por el contrario, como gozamos de esa virtud
se reprimen solas nuestras concupiscencias.

En cuanto a Unamuno, este nos dice al respecto, ¹tomad al hombre Spinoza, aquel judío
portugués desterrado en Holanda; leed su Ética, como lo que es, como un desesperado poema
elegíaco, y decidme si no se oye allí, por debajo de las escuetas y al parecer serenas proposiciones
expuestas more geométricos, el eco lúgubre de los salmos proféticos. Aquella no es la filosofía de la
resignación, sino de la desesperación. Y cuando escribió lo de que el hombre libre en todo piensa
menos en la muerte, y es su sabiduría meditación no de la muerte, sino de la vida humana; cuando
escribía, sentíase, como nos sentimos todos, esclavo, y pensaba en la muerte, y para liberarse,
aunque en vano, de este pensamiento, lo escribía (…) ni al escribir que «la felicidad no es premio
de la virtud, sino la virtud misma», sentía, de seguro, lo que escribía.

Y ahora viene otra de esas frases magistrales de Unamuno, cuando dice, pues para eso
suelen filosofar los hombres, para convencerse a si mismos, sin lograrlo. Y este querer
convencerse, es decir, este querer violentar la propia naturaleza humana, suele ser el verdadero
punto de partida íntimo de no pocas filosofías.

Tercera idea

²
La filosofía de Spinoza es una filosofía, o al menos se le acusa, de panteísta, es decir, una
filosofía en la cual el universo, la naturaleza y la deidad que llaman Dios son equivalentes, de ahí su
famosa expresión Deus sive natura. Spinoza nos dice que Dios es la Sustancia, o la Sustancia es
Dios, y aquí afirma Spinoza que Dios y el ser la realidad coinciden, el ser, la realidad, es Dios. No
conocemos a Dios, estamos en Dios, no conocemos a la Sustancia, estamos en la Sustancia. Y esta
Sustancia es infinita.

¹ Unamuno, Miguel: Del sentimiento trágico de la vida, pg. 17


² Apuntes de clase de Metafísica, en concreto del día 23-4-18

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Ya mencionamos que Dios infinito posee infinitos atributos, y el ser humano, está de ese
entra infinitud de atributos sólo en dos, pensamiento y extensión, y participan en los modos en los
que estos se manifiestan: cuerpo y mente. Y como dato a aportar, decir que para Spinoza el cuerpo y
la mente son dos realidades que tienen que estar unidas, que los asuntos de la mente repercuten en
los asuntos del cuerpo, y que los asuntos del cuerpo repercuten en los asuntos de la mente.

¹
Para Unamuno, el panteísmo de Spinoza no salva el anhelo de inmortalidad del alma
racional. Decir que todo es Dios, y que al morir volvemos a Dios, o mejor aun, que seguimos en Él,
nada vale a nuestro anhelo. Pues si ocurre de este modo, antes de nacer estaríamos en Dios, y si
volvemos cuando morimos a donde antes de nacer estábamos, ocurre que el alma humana, la
conciencia individual, es perecedera. Para Unamuno, Dios, el Dios personal es el productor, y sobre
todo organizador de nuestra inmortalidad, y de aquí que se diga que el panteísmo no es sino un
ateísmo disfrazado. Para Unamuno tenían razón aquellos que llamaron ateo a Spinoza. Un
panteísmo lógico, el mas racional, que no salva el anhelo de inmortalidad, sino que lo disuelve y lo
hunde.
Cuarta idea:

Libro V: Del poder del entendimiento o de la libertad humana²

Proposición XXI: El alma no puede imaginar nada, ni acordarse de las cosas pretéritas,
sino mientras dura el cuerpo.

El propio Unamuno nos dice de Spinoza que éste en su quita parte de la Ética, en aquella
parte que dedica a hablar acerca del poder del entendimiento o de la libertad humana, quiere
dilucidar la vía que conduce a la libertad y a fijar el concepto de la felicidad.

Ya en estos momentos podríamos deducir que piensa Unamuno al respecto. Este nos dice,
¡El concepto! ¡El concepto y no el sentimiento! Pues vemos como la felicidad para Spinoza es un
concepto, y el amor a Dios es un amor intelectual. Al menos este es el pensamiento de Unamuno
sobre Spinoza.

¹ Unamuno, Miguel: Del sentimiento trágico de la vida, pg. 45


² Spinoza, Baruch: Ética demostrada según el orden geométrico, IV Parte: pg. 266

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Pero fijémonos ahora en la proposición que he mostrado en esta cuarta idea. Para Spinoza la
mente no puede imaginarse nada ni acordarse de las cosas pasadas, sino mientras dura en el cuerpo.
Nos dice el mismo Spinoza, el alma no expresa la existencia actual de su cuerpo ni concibe como
actuales las afecciones del cuerpo, sino mientras que éste dura, y consiguientemente, no concibe
cuerpo alguno como existente en acto sino mientras dura su cuerpo, y por ende, no puede imaginar
nada ni acordarse de las cosas pretéritas sino mientras dura el cuerpo.

Aquí recuerdo aquella parte en la que hablaba Spinoza de la memoria, y en concreto cuando
nos dice justamente que en ese afectar de nuestro cuerpo por más de un cuerpo al mismo tiempo,
cuanto más tarde el alma imagine a uno de ellos, recordará inmediatamente también a los otros. El
alma cuando imagina a un cuerpo es porque ha sido afectado por este, pues el cuerpo humano ha
sido dispuesto de modo que el alma imagine dos cuerpos al mismo tiempo, por lo que en cuanto
imagine a uno de los dos, inmediatamente recordará al otro. Esto explica qué es la memoria. Para
Spinoza, se explica a través de cierta concatenación de ideas que implican la naturaleza de las
cosas que están fuera del cuerpo humano, y que se produce en el alma según el orden y
concatenación de las afecciones del cuerpo humano.

Para Unamuno esta idea de Spinoza equivale a negar la inmortalidad del alma, pues un alma
separada del cuerpo en que vivió y que no se acuerda ya de su pasado, ni es inmortal ni es alma.
Aunque para Spinoza, como podemos ver en la proposición XXIII de su Quinta Parte, la mente
humana no puede destruirse en absoluto con el cuerpo, sino que queda algo de ella, que es eterno.
Por tanto, para este, y según el punto de vista de Unamuno, la eternidad de la mente es cierto modo
de pensar. Pero Unamuno no piensa lo mismo, y cree que no hay, por el contrario, tal eternidad de la
mente individual. De nuevo, según Unamuno, la eternidad de la mente individual es un engaño, y
cree, haciendo referencia a la filosofía de Spinoza, que no hay nada más triste, ni nada más anti-
vital que esa felicidad spinoziana, que consiste en el amor intelectual a Dios, y que se basa, y esta
idea es importante, en el amor que Dios se da a si mismo, el amor con que Dios se ama a si mismo.

Y es mediante este amor por el que propugnamos nuestra felicidad y con ello nuestra
libertad. Pero para Unamuno, nuestra felicidad, es decir, nuestra libertad, consiste en el constante y
eterno amor de Dios a los hombres, y no del constante y eterno amor de Dios a si mismo.

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5.- Conclusiones tras la exposición...

Después de estas ideas, decir que lo que me llevo de ellas es, más allá de todas las palabras
de Unamuno y de Spinoza, es algo que está implícito en ellas, y es justamente aquella desesperación
filosófica por dar un sentido a la vida, por dar un lugar a la muerte. En mi opinión, aunque Spinoza
diga aquello de que un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, el solo hecho de
decirlo, para mi, y creo que también es lo que piensa Unamuno, implica justamente lo contrario, es
decir, que pensaba en ella, y que no podía dejar de pensar en ella.

Por mi parte, nunca he pretendido a la hora de realizar este trabajo desvalorizar a ninguno
de los dos autores, sino, por un lado, presentar la filosofía de Spinoza con respecto a la muerte, y
por otro lado, mostrar una visión un tanto crítica al respecto de la filosofía de éste, que sería la de
Unamuno, porque siempre, o al menos creo yo, los contrastes nos hacen contemplar las cosas desde
un punto de vista mas completo.

Las conclusiones que me llevo tras la exposición hacen que adquiera un punto de vista, que
si no es el de los autores, al menos parte de estos. Creo, en primer lugar, que se puede vivir en esta
vida sin pensar en la muerte. Podríamos ser libres con respecto al pensamiento de la muerte. Creo,
en segundo lugar, que en el ser humano, generalizando, aunque en algunos se manifiesta mas que en
otros, existe esa necesidad de pensar que hay algo más allá de la muerte. Aunque luego,
dependiendo del contexto de cada persona, o mejor decir de cada comunidad, se ha ido dispersando
en distintas ideas, por mencionar alguna, la reencarnación, por mencionar otra, volver al cielo de
Dios. Por lo que pienso que la base de todas las doctrinas que a lo largo de la historia se han creado
está justamente el deseo de preservar nuestro ser a pesar de la llegada de la muerte. Y solo tenemos
que situarnos en los comienzos de las civilizaciones humanas, cuyo primer ritual era justamente
aquel que se dirigía al más allá.

Creo, en tercer lugar, que la necesidad de pensar que tras la muerte hay un algo más allá, no
quiero poner etiquetas a este algo, ni trascendente ni inmanente, es necesario, pero no suficiente
para que podamos vivir sin estar atados al pensamiento, al temor de la muerte. Con ello, pienso que
lo importante no está en imaginarse como se conforma ese algo, lo importante no es vivir sujetos al
pensamiento de la necesidad de la vida mas allá de la muerte, sino que lo importante está en la
práctica, en vivir disfrutando de la propia vida, porque quien disfruta de ella, en nada piensa menos
en la muerte. Es el propio placer en la vida el que te hace olvidarte de la muerte.

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Tampoco está en que nunca pensemos en ella, porque cuando algo relacionado te afecta, es
cuando te planteas el miedo, las dudas, la desesperación. Por eso, propongo que la solución está en
poder vivir la vida de la mejor forma posible, vivir bien, como diría Aristóteles. Pero cuando llega,
en cualquiera de sus manifestaciones, en la de algún ser querido, por ejemplo, es irremediable que
se piense en ella, porque esto es como todo, cuanto mas se acerca algo a ti, mas te afecta.

6. Bibliografía

• Apuntes de clase de Metafísica, curso 17-18

• Cirilo Flores, Miguel: Tu mano es mi destino. Congreso internacional Miguel de


Unamuno.

• Cohen, Diana: La muerte según Baruch Spinoza: aproximaciones a una noción


problemática.

• Spinoza, Baruch: Ética demostrada según el orden geométrico, Madrid, Orbis S. A, 1980.

• Unamuno, Miguel: Del sentimiento trágico de la vida.

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