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Bioética Del Sida PDF
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RESUMEN
INTRODUCCIÓN
En un manuscrito del Siglo X, conocido como Marcianus graecus 538, que se conserva
en la biblioteca de San Marcos de Venecia, puede observarse una miniatura que parece
situarnos ante el problema que ahora nos ocupa. En ella se representa a Job, postrado
en su enfermedad.
Su esposa le sirve la comida por medio de una larga cuchara, mientras se tapa la boca
y la nariz, como para defenderse del hedor que supuestamente despiden las llagas del
enfermo.
La miniatura evoca toda una larga historia de marginación a que fueron sometidos
durante siglos determinados enfermos, sobre todo por motivos de grandes epidemias.
Ese dolor y las actitudes consecutivas las considerábamos anatematizadas para
siempre por las páginas de la Peste de A. Camus. Pero aquí de nuevo parecen recobrar
actualidad ante el SIDA. (1)
En la tarde del 6 de Octubre de 1980 en la Clínica del Dr. Dale en Estados Unidos, uno
de los doctores fue a interconsultar a su colega Michael Gottlieb, experto en células
rojas e inmunidad. Se encontraba ante un desconcertante caso de un paciente
homosexual con un cuadro de candidiasis pseudomembranosa bucal de brusca
aparición. A los pocos días fué dado de alta con tratamiento intensivo, a la semana
regresa al Hospital con un cuadro agudo de neumonía por Neumocistis Carini. (2)
En el año 1981, ante estos hechos, se crea en los Estados Unidos una “fuerza de tareas”
del Center for Disease Control (CDC) radicado en Atlanta, Georgia, como aparato de
vigilancia epidemiológica del Public Health Service de Estados Unidos con el propósito
de determinar factores de riesgo, realizar estudios de laboratorio, y acumular la
información diseminada con el propósito de combatir lo que eventualmente era una
nueva enfermedad. (3).
En los años siguientes apreció una verdadera explosión epidémica entre los casos de
riesgo en los Estados Unidos, especialmente en sus centros urbanos mayores donde
se observó un crecimiento exponencial del número de casos reportados. Se apreció
también la elevada mortalidad de los casos definidos como SIDA y comenzaron a
aparecer reportes crecientes en la mayoría de los países del mundo. (3)
A finales de 1982 los datos epidemiológicos indicaban claramente que el SIDA era una
enfermedad infecciosa transmitida por vía sexual y por transfusiones sanguínea. Por
entonces habían casos raros, pero indiscutibles, de transmisión en hemofílicos tratados
con extractos sanguíneos procedentes de bancos de sangre que habían sido
preparados de modo que mediante filtración fueran eliminados solamente eventuales
bacterias y hongos contaminantes, así las cosas, el causante de este mal no podía ser
sino un agente no retenido por los filtros, (es decir, filtrable): un VIRUS. (3)
En el año 1983, el grupo del Instituto Pasteur de París, dirigido por Luc Montagnier,
descubre como probable agente causal del SIDA un retrovirus LAV(Virus asociado a
linfoadenopatías) por haberse aislado primeramente en un paciente con este síndrome.
(3) (4) (5).
Meses mas tarde el grupo de trabajo dirigido por Robert Gallo, del National Cancer
Institute de Bethesda, Maryland, Estados Unidos, identifica como agente etiológico a un
retrovirus denominado HTLV-III (Humam-T-Leukemia-Linphoma-Virus III). (3) (5)
En nuestro país el Ministerio de Salud Pública crea a principios de 1983 una Comisión
Nacional por el área de Higiene y Epidemiología, estableciéndose un plan de medidas
inmediatas que se aplicaron en junio del propio año. Posteriormente, habiéndose
profundizado en el ámbito mundial el conocimiento de esta enfermedad, conocido el
agente causal y habiéndose desarrollado pruebas de serodetección, a partir del mes de
enero de 1986, se confeccionó un plan de control, de desarrollo progresivo,
meticulosamente elaborado, que permite garantizar la mayor protección posible a
nuestros ciudadanos, siendo nuestro país uno de los pocos en el mundo que garantiza
la serodetección al 100 % de los donantes de sangre. (3)
El VIH es uno de los problemas sanitarios más graves del mundo de hoy, y la situación
actual es peor de lo que se había previsto. Por afectar a la población activa en sus años
más productivos, representa un difícil obstáculo para el desarrollo. Las mejoras de la
supervivencia infantil y la salud del adulto que tanto trabajo costaron se han visto de
repente anuladas, al par que vemos en peligro las estructuras de sociedades enteras y
destruidos los sistemas de salud. (6)
América Latina y el Caribe es la tercera región del mundo mas afectada por la incidencia
del mal, después de Africa y Asia. (7)
Aunque las vías de transmisión están bien definidas existen pruebas fehacientes de una
mayor propagación en personas pobres y analfabetas de las Américas. (8) De los
adultos positivos al VIH el 20 % en América del Norte y en América Latina así como mas
del 30 % en la región del Caribe son mujeres, demostrándose también un aumento en
la tasa de infección por VIH-SIDA en los lactantes de estas regiones lo que refleja un
aumento de la transmisión del VIH de madre a hijo. (8)
Esta pandemia ha sido capaz de diseminarse en menos de dos decenios a mas de 190
países en todos los Continentes, por estos motivos esta enfermedad ha pasado ha ser
una situación de análisis constante por parte de la Bioética, dada las implicaciones que
la misma tiene sobre el individuo, su familia y el medio social en que el mismo se
desenvuelve. (1)
Por otra parte se ha ido difundiendo una mentalidad eugenésica que lleva a acoger la
vida humana solo en determinadas condiciones, rechazar la limitación, la minusvalía, la
enfermedad e incluso una actitud eutanásica ante enfermos incurables y moribundos a
los que no escapan los pacientes de SIDA en fases terminales de su enfermedad. (1)
La Bioética nace como una disciplina que se ocupa de conectar los principios éticos
con las acciones humanas de la técnica biomédica en desarrollo. (11)
El término Bioética fue acuñado en 1971 por el oncólogo Van Reusselaer Potter en su
libro "Bioethics: a bridge to the future" para determinar una reflexión moral sobre el
conjunto de las ciencias biológicas que sirven para mejorar la calidad de vida.(12) (13)
Para algunos estudiosos como Beauchamp, Childress, Walters, etc, admiten que la
Bioética es una parte, mas que una aplicación práctica de la Etica; es una Etica médica,
porque su campo material se restringe al de la actividad médica científica. (11)
Teniendo en cuenta, que muchas veces los pacientes a los cuales se le ha detectado
que son VIH positivos, sufren de discriminación tanto en su trabajo, en su hogar, en la
sociedad, y lo que es peor, en ocasiones por el propio personal de la Salud, que de
forma muchas veces inconsciente, violan los principios elementales de la Etica Medica
durante la atención a estos enfermos, decidimos realizar esta revisión del tema con el
propósito de que pueda servir a todos los que participan en la atención a estos enfermos,
y así poder humanizar mas aun el cuidado de estas personas.
DESARROLLO
ESTATUTOS DE LA BIOÉTICA
La importancia de la Bioética es hoy innegable, basta pensar, por una parte, que la
preocupación por la defensa de la vida humana incluye hoy una necesaria referencia a
la preocupación ética por la supervivencia de toda vida en el planeta Tierra, la Bioética
se une así a la ecoética. En este aspecto se hace cada vez más urgente él dialogo
interdisciplinar. Las ciencias médicas han de abrirse a las orientaciones estudiadas por
las ciencias jurídicas y ambas han de mantenerse a la escucha de la reflexión filosófica.
En el ámbito de las ciencias de la vida es más evidente que nunca que no basta con
orientar las actividades éticas de las personas particulares, es preciso considerar la
importancia de los ordenamientos legales, tanto nacionales como internacionales y
ordenar los recursos con vistas a una defensa de la vida y a una mejora de su calidad.
(1)
Ø Autonomía del Individuo: Uno de los principales aportes del llamado código de
Nuremberg consistió en destacar que la participación de los individuos en la
investigación médica debe ser absolutamente voluntaria, el derecho de las
personas de disponer de sus cuerpos, de su honor y de sus potencialidades (15).
Es el principio que regula las instancias éticas expresadas por el paciente que, en
virtud de su digualdad como sujeto, tiene el derecho de decidir autónomamente si
aceptar o rechazar lo que se trata de hacer con él, tanto desde el punto de vista
diagnóstico como terapéutico. Este principio tiene una inmediata relación con la
exigencia del consentimiento informado de la persona actual o potencialmente
enferma, este consentimiento informado del paciente, o de sus representantes
legales, es continuamente requerido sea para legitimar la experimentación
terapéutica sea para legitimar la licitud de operaciones quirúrgicas, o hasta de
procedimientos cada vez más rutinarios como el diagnostico prenatal. (1)
Los tres primeros principios, es decir, autonomía, beneficencia y justicia, guardan una
relación dialéctica estrecha entre ellos y son conocidos con el nombre de trinidad
bioética, se trata así de los tres grandes principios que entran en juego al tratar de
determinar la éticidad de un procedimiento médico-sanitario, afirmar que estos principios
éticos son absolutos supone negar que puedan tener excepciones, es decir, que existen
circunstancias en la que los principios no sean aplicables. si los principios son absolutos
deben cumplirse siempre y en cualquier circunstancia (16). Así de acuerdo al principio
de autonomía habría que respetar siempre la decisión de la persona implicada en el
experimento o terapia, siempre que haya sido debidamente informada y pueda otorgar
su consentimiento con plena lucidez, según el principio de beneficencia si el paciente
no puede otorgar su consentimiento o se niega a una intervención de emergencia que
podría dañar gravemente su vida o su integridad, en este caso el médico deberá
entonces tomar la decisión que mas convenga. (1)
Ø Realización del control: La realización del análisis para la detección del VIH
plantea otra larga serie de interrogantes, tal vez el más agudamente sentido sea el
de la invasión de la privacidad y libertad de las personas. La mayoría de las
declaraciones de derechos del enfermo, reconocen a este el derecho a que sea
mantenido en secreto su eventual permanencia en algunas instituciones
hospitalarias, de forma semejante el individuo puede sentir disminuidas sus
capacidades sociales, de relación o de trabajo, por el mismo hecho de haberse
sometido a un control de detección del SIDA. Otro grupo de problemas se relaciona
con las preguntas sobre la misma fiabilidad de los análisis, teniendo en cuenta las
inquietudes que podría desencadenar, sobre el temor a la intromisión de extraños
y la consiguiente perdida de confidencialidad, y sobre todo, se relacionan con el
temor a la discriminación social, tanto en el lugar de trabajo como en el resto de la
sociedad. (1).
Por otra parte si se ocultan los datos sobre estos pacientes será difícil proteger a su
familia, a su compañero o compañera sexual, siendo este aspecto el mas debatido
a la hora de brindar información o no a la persona en peligro real de contagio, (16)
prevenir las infecciones perinatales, evitar la transmisión por medio de
hemoexposiciones etc. Cuando el médico se encuentra con un paciente seropositivo
surge un conflicto ético entre la confidencialidad que le es debida y la necesaria
protección de todos los que rodean a dicho paciente, de ahí que a propósito del
SIDA, se planteé la posibilidad de una excepción respecto a la obligatoriedad del
secreto profesional. (1)
Una vez que los pacientes han sido informados caben muy diversas reacciones.
Unos por debilidad o por otras causas prefieren continuar con el estado de vida que
los ha llevado a tal enfermedad, otros, aún habiendo sido informados de su situación
parecen pretender ignorarla, otros, parecen que en su desesperación deciden
contagiar a otras personas y aún utilizar el medio de contagio como instrumento de
chantaje, y otros creen que a partir de ahora serán marginados por la sociedad. (1)
Actualmente podemos decir que el SIDA no es solo una enfermedad, sino que va
aumentando las proporciones de un hecho social de primera importancia, por lo
tanto esta enfermedad constituye para la ética una preocupación formidable sobre
todo porque sus raíces epidemiológicas se hunden en un terreno en el cual tienen
gran importancia el comportamiento de las personas. Un cierto tipo de conducta
constituye, un efecto, un factor de riesgo de la enfermedad, es decir, contribuye a su
difusión, sin que sea su causa en sentido estrictamente médico. (1)
El SIDA es sobre todo una enfermedad ó mejor aún todo un complejo de enfermedades
que desafían nuestra responsabilidad, tanto en el momento de articular los medios
adecuados de prevención, como a la hora de aplicar los métodos correctos de análisis
y control y más aún, en el cuidado y tratamiento de los pacientes afectados. (1)
Las responsabilidades éticas vinculadas al cuidado de los afectados por el SIDA son
innumerables. Nunca ha sido fácil para los profesionales de la Medicina el tratamiento
de las enfermedades de pronósticos infaustos, la dificultad surge a veces por parte de
los mismos profesionales, que, ante estas enfermedades y en particular ante el SIDA,
podrían rehusar el tratamiento a estos pacientes, las dificultades provienen en otras
ocasiones de los mismos pacientes, su frecuente situación de depresión ó perdida de la
memoria hace problemático el intento de obtener el consentimiento de tales pacientes,
tanto para un tratamiento ordinario como para una terapia experimental, igualmente será
difícil obtener un consentimiento informado para proceder a la utilización de medios
extraordinarios de mantenimiento ó reanimación ó bien para la retirada de tales medios
en el caso de que sean considerados ya como "desproporcionados". (1)
Estas circunstancias colocan el tratamiento de los enfermos de SIDA ante otros dos
problemas éticos:
El primero tiene lugar siempre que el enfermo resulta incapaz de firmar una decisión
personal sobre los medios extraordinarios que el personal médico debe utilizar o esta
autorizado a retirar, llegando al punto de no retorno, en la atención al paciente. (1)
En algunas sociedades los médicos aducen como razón a tal rechazo el propio
"derecho" a seleccionar sus propios pacientes, o bien afirman que el SIDA no existía
todavía cuando ellos cursaban sus estudios de Medicina en la Universidad, de forma tal
que no pudieron comprometerse, “en su contrato con la sociedad”, a prestar sus
servicios y asistencia a unos enfermos que todavía no existían como tales y cuya
enfermedad era aun desconocida, debemos recordar que aunque sea por una elemental
razón de humanidad, el paciente, cualquiera que sea su enfermedad, ha de ser tratado
con los medios disponibles en cada momento histórico y en cada lugar concreto, habría
que recordar también que los códigos de ética de la profesión médica impiden a los
profesionales de la salud a rechazar a un determinado paciente, discriminado por
razones sociales, raciales ó ideológicas ó de otra índole, habría que decir entonces que
mucho más escandalosa sería una exclusión y discriminación en razón de la misma
enfermedad, que constituye el objeto formal de la relación entre el paciente y el médico.
(1)
De todas formas habría que tener presente que el miedo exagerado al contagio, evitable
con una adecuada profilaxis, no viene sino a delatar un cierto miedo tabuistico que en
modo alguno se reduce a las culturas primitivas, así como un juicio moral sobre el
paciente que artificialmente trata de establecer distancias y levantar barreras. (1)
Teniendo en cuenta los habituales medios de transmisión del virus, resulta razonable
postular el máximo interés en la promoción de los medios adecuados de prevención y
profilaxis entre los que cuentan la introducción de una extensiva modificación
conductual, especialmente en el comportamiento sexual, utilización cuidadosa de
análisis, de donaciones de sangre y hemoderivados, así como el aislamiento de
personas ya afectadas, suscitando numerosos conflictos éticos, cada uno de estos
métodos que de ningún modo en ocasiones resultan fáciles de resolver. (1)
Sea por la novedad de las intervenciones a este nivel o por la enorme infraestimación
de su importancia, el hecho es que no disponemos todavía de ningún ordenamiento
ético que en este ámbito, sea en la práctica operativo y eficaz. (11)
Es cierto que la libertad de la voluntad sea tanto mayor cuanto mejor informada este,
sabemos que la ignorancia alcanza al hombre. Si conociésemos algunas de las
consecuencias de nuestros actos, muchos de ellos tal vez no llegarían a producirse. Se
es tanto mas libre, se goza de mayor libertad, no solo cuanto mayor y más exacta sea
la información recibida, con ser esta muy importante, sino, también cuanto más profunda
sea la formación desde la cual podemos valorar objetivamente esa información. (11)
El SIDA es una enfermedad infecciosa que no responde a los modelos tradicionales que
de este tipo de enfermedades teníamos y a las que antes con tanta eficacia se hizo
frente. Muchas de las estrategias que entonces se usaron para combatir las
enfermedades infecto-contagiosas resultan irrelevantes para la prevención del SIDA,
pues el contagio de esta enfermedad no depende tanto de factores ambientales, como
de comportamientos personales que por ser libres y voluntarios si pueden ser objeto de
predicción y autocontrol por parte de la personas. Esto quiere decir que el SIDA,
responde a modelos diferentes a los tradicionales y, por consiguiente, propicia otras
formas de intervención diversas a aquellas. (11)
Cierto es que si el SIDA está presente en nuestro mundo es porque existe el virus que
causa esta enfermedad, pero no es menos cierto que el virus causa la enfermedad
cuando alguien de forma voluntaria o involuntaria mediante su comportamiento, facilita
su contagio y transmisión, esto quiere decir que en la mayor parte de los enfermos el
contagio se ha producido como consecuencia de su comportamiento, por lo que es
lógico pensar que la mayoría de los programas preventivos insistan en estrategias y
medidas centradas en el comportamiento humano, es decir, estrategias que han de
influir sobre la conducta humana, y es lógico que esto sea así, pues es el procedimiento
más directo y eficaz de atajar el problema, al modificar los hábitos de comportamientos
que están implicados en el contagio y facilitan la transmisión del SIDA. (11)
Ahora bien, si estos hábitos de comportamientos que se han aprendido son, en cierto
modo, los responsables de la transmisión de la enfermedad, lo que habría que hacer
para prevenir el SIDA es la modificación de estos hábitos de comportamiento, es decir,
modificar los aprendizajes a cuyo través se formaron esos hábitos. He aquí un gran reto
de la educación para la salud en la prevención de esta terrible enfermedad: al
proporcionar los preservativos y animar a las personas a usarlos, no solo se les propicia
una barrera que impide el contagio del SIDA, sino, que sé esta modificando el
comportamiento del ciudadano y a través de esta práctica, imponerle una determinada
dirección a su manera de conducirse personalmente, lo que es mucho mas grave, al
suministrar el preservativo se esta estimulando una cierta conducta que, con la
repetición de actos (el consumo de mas preservativos) acabará por configurar y modular
una determinada facilidad para las relaciones sexuales (implantación y emergencia de
un nuevo hábito de comportamiento), por consiguiente, el uso del preservativo genera
un hábito del comportamiento y a través de este, una mayor facilidad para obrar con
mayor frecuencia. (11)
La modificación del comportamiento sexual exigirá siempre una referencia más amplia
a una educación moral general que tenga en cuenta el sentido de la vida y sus valores.
La cuestión del uso del preservativo ha sido abordada con un excesivo simplismo, como
si el instrumento usado pudiera eximir del análisis de las actividades íntimas del usuario.
Es sabido que los programas educativos dirigidos a una amplia audiencia tengan en
cuenta el hecho de que la conducta de muchos no corresponderá a lo que deberían
hacer y que en estas conductas sexuales muchos seguirán comportamientos
susceptibles de transmitir el SIDA, ya desde 1987 la OMS recuerda que el preservativo
no es el único medio de prevención, sino que lo menciona junto a la limitación del
número de compañeros sexuales y la continencia, por lo tanto, los principios éticos y
morales de las personas entran a jugar un papel fundamental en la prevención de esta
enfermedad (1).
Así el rechazo del uso del preservativo entre los jóvenes de 18 a 24 años lo atribuyen a
que genera una considerable pérdida de sensibilidad, y su aspecto sexual desagradable,
los que no lo utilizan entre 25 y 34 años de edad lo atribuyen a que su uso se limita a
las relaciones ocasionales (11).
En las minorías que los emplean se puede afirmar que no reina ni la satisfacción ni la
tranquilidad absoluta: el 43 % se inquieta por el riesgo que se rompa, el 26 % se queja
de contacto desagradable, el 21 % de que no se repliega, el 19 % manifiesta de forma
negativa la dificultad para colocarlo (11).
A pesar de todas estas quejas, la razón atribuida por el 88 % de los que lo usan es el
temor al SIDA y a otras enfermedades de transmisión sexual (11).
Los estudios más recientes sobre prevención, demuestran que la suposición de que los
preservativos ofrecen una protección fiable contra el VIH es una peligrosa ilusión, este
énfasis recae en el hecho de que la ausencia de proporcionalidad existente entre el
posible fallo de esa medida preventiva (15-20 %) y la gravedad de la enfermedad que
se adquiere (mortal), en un caso de peligrosidad como el SIDA no se concibe que una
medida preventiva pueda fallar, ni siquiera aunque sea en un ínfimo rango de posibilidad
(11).
La resolución del Consejo Ejecutivo de la OMS del 29 de Enero de 1992 afirma lo que
sigue:
La OMS quiere que se sepa que solo la abstinencia sexual ó la absoluta fidelidad
eliminan el riesgo de infección y que solo la abstinencia sexual ó la mutua
fidelidad de por vida entre parejas no infestadas elimina totalmente el riesgo de
enfermedades sexuales transmisibles. (11)
Debemos por lo tanto seguir trabajando sobre la importancia del uso del preservativo
sobre todo ante relaciones sexuales riesgosas, ocasionales y con desconocidos, pero
también debemos trabajar y educar sobre todo a nuestros niños, adolescentes y jóvenes
a evitar precisamente estos tipos de relaciones sexuales.
CONCLUSIONES
1. Los principios o estatutos de la Bioética (autonomía, beneficencia y justicia) a
pesar de mantener una estrecha Interrelación dialéctica constituyen en si una
contradicción, poniendo al personal de salud que labora con estos pacientes en
situaciones muchas veces difíciles de resolver.
2. Las políticas de salud publica deben destacar el valor del acceso voluntario a las
pruebas detectoras del VIH y el valor agregado de la orientación, que ofrece la
oportunidad de proporcionar apoyo a la persona infestada por el VIH.
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