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Ensayo: ¿Los alimentos transgénicos producen más beneficios que prejuicios?

El presente ensayo está dirigido a argumentar acerca de los alimentos transgénicos.

Según Mateo (2010), estos son “los alimentos obtenidos a partir de o con la participación de

seres vivos (plantas, animales o microorganismos) que han sido manipulados genéticamente,

mediante la incorporación, la inactivación o supresión de genes, lo que modifica su genoma;

en el primer caso, procedentes de la misma especie.” Dicho de otra manera, los alimentos

transgénicos son aquellos producidos a partir de un organismo modificado genéticamente

mediante la ingeniería genética. Esta tecnología se puede aplicar de distintas formas, por

ejemplo, para brindarle resistencia a un cultivo ante situaciones climáticas adversas como lo

son una sequía, temperaturas extremas o ante insectos y patógenos, que resultan nocivos para

su crecimiento, o para volverlo resistente a un herbicida, lo cual se traduce en un proceso

agrícola más eficiente y conveniente.

Los antecedentes de este tipo de alimentos se remontan a mediados del siglo 19,

cuando Gregor Mendel realizó un experimento en el que utilizó el cruzamiento de guisantes

para comprobar que ciertos rasgos de una especie se heredan en el producto final del proceso.

Más adelante, para 1869, Johann Miescher descubrió el ácido desoxirribonucleico (ADN),

pero no es hasta 1944 que Oswald Avery, demuestra que el ADN tiene la función de

transmitir la información hereditaria, por lo que quedó evidenciado que los genes están

compuestos de ADN. Sin embargo, en 1951 James Watson y Francis Crick, descubrieron que

la forma del ADN en el interior de la célula son dos filamentos que se entrelazan formando

una hélice doble. Es así, que la alianza de la ciencia y la tecnología unidas al conocimiento

de las leyes de la herencia y su transmisión generacional dieron paso a lo que hoy conocemos

como la biotecnología moderna, que incluye a la ingeniería genética y a la tecnología

transgénica. No obstante, el auge del cultivo de alimentos transgénicos responde al continuo


crecimiento de la población mundial, lo cual representa que existe una demanda nutricional

que se debe satisfacer, por lo que tanto el gobierno como el sector agrícola coinciden en que

resulta indispensable el desarrollo de nuevas técnicas de producción de alimentos que

garanticen la seguridad alimentaria a nivel mundial.

En lo que respecta al marco legal de esta práctica en Estados Unidos, en julio de 2016,

el Congreso aprobó la Ley Nacional de Divulgación de Alimentos de Bioingeniería, la cual

le impone al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos “que los fabricantes de

alimentos, los importadores y ciertos minoristas se aseguren de que los alimentos elaborados

mediante bioingeniería se divulguen adecuadamente.” En el caso específico de Perú, en el

año 2010 se promulgó el Código de Protección y Defensa del Consumidor (Ley 29571). El

artículo 37 de dicha ley establece que “los alimentos que incorporen componentes

genéticamente modificados deben indicarlo en sus etiquetas”. Por su parte, el marco ético

sugiere que el cultivo de alimentos transgénicos es un método controlado por medio del cual

se puede manipular el proceso agrícola a fines de crear protección frente a virus o herbicidas,

proveerle al cultivo mayor durabilidad y tamaño, crecimiento acelerado o la capacidad de

crecer en zonas estériles o bien añadirle proteínas. Cabe destacar que, a pesar de que las

modalidades mencionadas anteriormente están autorizadas, han originado un debate muy

controversial entre quienes apoyan esta práctica, porque encuentran en ella una mejora

significativa y muchas ventajas a nivel socio-económico y quienes señalan las repercusiones

nocivas que estos alimentos podrían tener para la salud humana y el bienestar

medioambiental. Por lo anterior, el siguiente ensayo persigue argumentar acerca de las

ventajas y desventajas de los alimentos transgénicos, no tan sólo para la salud humana sino

también para el medio ambiente.


Contenido:

El ser humano, a través de la historia de la humanidad ha utilizado distintos métodos

para obtener alimentos para su sustento diario y al mismo tiempo ha buscado estrategias que

le permitan mejorar los procesos de elaboración y las propiedades de los alimentos que

consume, dando paso al nacimiento de la Biotecnología. Esta última, es una ciencia dedicada

al estudio de la biología interrelacionada combinando la tecnología como lo sugiere su

nombre. Así es, que mediante la unión de ambas disciplinas se pueden obtener una serie de

avances tecnológicos los cuales poseen enfoques biológicos, agrícolas, farmacéuticos,

alimenticios y médicos. Uno de los grandes desarrollos que se ha podido obtener por medio

de la utilización de la biotecnología es la producción de organismos genéticamente

modificados (OGM). Los Organismos Modificados Genéticamente (OMG) u Organismos

Transgénicos, incorporan genes de otras especies, y adoptan características nuevas, que

nunca se hubieran podido crear mediante los mecanismos naturales. En otras palabras, los

Organismos Modificados Genéticamente (OMG), son producto de la aplicación de la

tecnología del ADN recombinante en el ámbito de la agricultura. Para poder comprender, el

proceso si una planta posee alguna característica deseable y se establece en cual zona parte

del ADN se realiza la codificación de dicha particularidad, esta puede ser extraída y

transferida a otro organismo que no la posee. En este punto cabe resaltar que se puede obtener

un OGM mediante diferentes técnicas genéticas como lo son la transgénesis o la cisgénesis,

ambas muy relacionadas pero distintas en su método de aplicación. Por esta razón, durante

los pasados años se ha abierto un debate intenso en cuanto a las repercusiones positivas y

negativas de este tipo de modalidad que cada vez más se está aplicando a la industria de

alimentos. Por un lado, se encuentran las personas que consideran novedoso y eficaz la

transferencia de genes que puedan aumentar las cosechas de alimentos aptos para el consumo;
del otro lado, los ecologistas y la comunidad científica dirigida a la salud, quienes consideran

que los alimentos transgénicos a largo plazo van a producir consecuencias funestas, tanto el

medio ambiente como en la salud pública a nivel mundial.

Según la literatura consultada, la comercialización de los alimentos transgénicos para

el consumo humano se remonta al 18 de mayo de 1994, cuando la Administración de Drogas

y Alimentos de los Estados Unidos (Food and Drug Administration) aprobó el comercío del

tomate "Flavr-Savr", cultivado por la empresa Calgene, al que se le realizó una modificación

genética para retardar su proceso de pudrición. En 1996, le siguieron otros países como

Canadá, Argentina y Australia, mostrando un desarrollo impresionante de 200, 000 hectáreas

en 1995 a más de 81 millones de hectáreas actualmente. No obstante, a pesar de que desde

hace más de una década muchos consumidores ponen en su plato algunos alimentos

transgénicos entre los que se encuentran el maíz, la soja, el tomate, las papas, la sandía, y la

remolacha, su ciclo de aceptación total aún no termina, debido a que gozan de mala

reputación y con frecuencia quienes desconfían de ellos ni siquiera saben que los consumen.

La mayor preocupación latente entre los consumidores es conocer si la ingesta de estos

alimentos puede ser un riesgo para su salud, debido a la variada publicación de informes

señalando que los alimentos genéticamente modificados pueden ser perjudiciales para el

sistema inmune, aumentar el riesgo de cáncer o la resistencia a los antibióticos. La presente

discusión tiene como objetivos describir y argumentar acerca de las perspectivas de quienes

favorecen y rechazan los alimentos transgénicos y sustentarla con la evidencia de los estudios

y artículos relacionados a este particular. Cabe resaltar que, los tres rasgos principales que se

han introducido a los cultivos transgénicos comerciales son la resistencia a insectos, la

tolerancia a herbicida y la biofortificación con vitaminas.


Para comenzar, las estrategias modernas de agricultura están dirigidas a contribuir

con la mejoría ecológica de la tierra y su mayor ventaja es reducir el empleo de pesticidas y

herbicidas. Así que si se compara la biotecnología tradicional con la moderna se puede notar

una expansión en las técnicas de la biología molecular para desarrollar nuevos y mejores

alimentos. Por lo que, Chaparro (2011), expone que “los beneficios de los alimentos

transgénicos están enfocados en la seguridad alimentaria, el medio ambiente, los desafíos del

cambio climático y el consumidor”. Por ende, los simpatizantes de este tipo de practica

sugieren que los alimentos transgénicos permiten desplazar los centros de cultivo agrícola a

los lugares donde se necesita más comida, que por lo regular son lugares que poseen suelos

áridos e infértiles. Quienes defienden esta postura alegan que el cultivo de alimentos

eficientes contribuye para que estos resistan todo tipo de condiciones atmosféricas como lo

son el frío, el calor y el suelo árido, logrando llegar a su término de cosecha. Asimismo, el

sector simpatizante sostiene que dado el incesante crecimiento de la población cada día se

esta necesitando una mayor cantidad de alimentos para cubrir la demanda existente. Por lo

que, Moreno (2016), afirma que la intensión de la ingeniería genética “es conseguir plantas

que produzcan rendimientos elevados, es decir, que con poco esfuerzo generen grandes

cantidades de producto.” En este contexto, esto pudiera suponer que los alimentos

transgénicos serían una solución permanente para erradicar el hambre en países

tercermundistas como lo son África y Haití; países que poseen terrenos infértiles pero que a

su vez poseen un alto volumen poblacional y donde por años sus residentes mueren de

hambre.

Entretanto, quienes se oponen a este tipo de practica sugieren que los alimentos

transgénicos empeoran el sistema socioeconómico, ya que apuntan hacia el capitalismo

favoreciendo una agricultura exclusiva y el consumismo desmedido. Históricamente ha


quedado demostrado que, en países primermundistas se desperdicia la comida y no se hace

prácticamente nada para que los alimentos no se pierdan. Según Ecologistas en Acción

(2014), el problema de la hambruna a nivel mundial no es por falta de producción, sino que

está motivado por un reparto inequitativo del acceso a la tierra, a las semillas y capital

monetario. Por lo tanto, los incentivos monetarios por parte del gobierno son necesarios para

el ciclo de la economía agrícola. Lo anterior, sumado a que generalmente los cultivos

transgénicos están protegidos por patentes, hace que estos representen un mecanismo que

frena el libre intercambio de conocimiento que es crucial para el progreso socioeconómico,

cuando se intenta erradicar el hambre a nivel mundial. Entonces si los alimentos transgénicos

representan el punto final de la hambruna a nivel mundial porqué este preciado regalo de la

Biotecnología es secuestrado una vez mas en favor de los grandes intereses de las potencias

mundiales.

Para exponer un ejemplo, Barona (2016), señala que “el arroz dorado no estará al

alcance de quienes por su condición de pobreza sufren carencias de vitamina A.” Por lo tanto,

la erradicación de la hambruna a nivel mundial no responde a los cultivos transgénicos, sino

que está relacionada con una política a largo plazo que pueda conciliar los intereses de la

agricultura, el comercio y la salud pública. Como punto final, en lo que respecta a suplir la

necesidad de alimentos Serrano y Olmo (2017), sugieren que “hoy por hoy el alimento se

maneja en base a las ganancias y no a la salud. Prefieren tirar alimentos antes que rebajar los

precios. Se coge la fruta y/o la hortaliza verde porque lo que interesa es que soporte largas

distancias de transporte o que aguante más en las cámaras, no interesa en qué estado llegan

al consumidor final.” Lo cual deja mucho que desear, en cuestión de cuáles son los objetivos

reales que tienen tanto el gobierno como el gremio agrícola en cuanto a la erradicación de la

hambruna y la nutrición de las personas. Lo anterior posee varias implicaciones, ya que


cuando un alimento no está en su termino no posee las mismas propiedades nutricionales que

cuando sí lo está. Entonces es necesario que los agricultores seleccionen el momento

oportuno para la cosecha y programen eficazmente los canales de distribución. Ahora bien,

si los alimentos transgénicos se pueden cosechar en su punto y aun así duran mas tiempo

antes de que se echen a perder, pues la solución es cultivar este tipo de alimentos. Claro esta

toda vez que los científicos y agricultores permitan que otros miembros de la comunidad

científica realicen investigaciones transparentes en las que se analicen los beneficios y los

riesgos de esta práctica.

En lo que respecta al etiquetado de los productos transgénicos los simpatizantes

defienden la postura de que los productos etiquetados como “transgénicos” se venden igual

que cualquier otro producto orgánico. Desde su perspectiva, los tres grupos implicados

reciben beneficios extraordinarios y el etiquetado de este tipo de alimentos es irrelevante, ya

que son más los beneficios que los riesgos; y el etiquetado solo representaría un aumento de

los costos de producción. En primer lugar, porque los alimentos transgénicos aportan a los

consumidores un mejoramiento de sus necesidades nutricionales y proveen mayor

disponibilidad de alimentos. En segundo lugar, porque los cultivos transgénicos se adaptan a

factores ambientales adversos, crecen y se desarrollan aceleradamente, lo que les posibilita

los productores aumentar la producción y reducir eficazmente de los costos. Finalmente,

porque el cultivo de dichos alimentos permite el uso más racional de la tierra, el agua y los

plaguicidas, o sea que los convierte en ecoamigables. Cabe resaltar que en Estados Unidos

no es obligatorio etiquetar los alimentos transgénicos, pero en Europa la ley exige marcar los

productos que contengan más de un 1 % de OGM . Sin embargo, independientemente de

todos los beneficios de los alimento transgénicos, no se puede perder de perspectiva el

derecho constitucional del consentimiento informado, porque los consumidores no se pueden


utilizar como “conejillos de indias” para medir los resultados positivos o negativos de los

hallazgo científicos. Por consiguiente, se deben crear campañas de concientización que

aborden acerca de las implicaciones de los alimentos transgénicos, cualquiera que estos sean,

por que a fin de cuentas las repercusiones a largo plazo las asumirá el consumidor y

ciertamente pueden ser hasta con su propia vida. Además, los expertos en la materia deberían

de unirse para crear un etiquetado a nivel internacional para que sirva para diferenciar los

procesos utilizados en el cultivo de alimentos transgénicos con ingeniería genética.

No obstante, el cabildeo de los opositores ha tenido como resultado, la aprobación de

leyes que promueven el derecho a la información, obligando a los productores y/o

distribuidores a informar en las etiquetas de sus productos la presencia de sustancias

transgénicas. Según Istas (1998), “la ausencia de un etiquetado claro y riguroso de los

alimentos obtenidos mediante la ingeniería genética sería también negativa para la propia

industria biotecnológica, ya que la transparencia informativa debe constituir una premisa

indispensable para ganarse la confianza del consumidor/a.” Como es de conocimiento

público toda nueva tecnología trae consigo incertidumbre y oposición en ciertos sectores de

la población. Sin embargo, si el gobierno decide invertir millones de dólares en la

investigación de los alimento transgénicos, también debería cumplir la responsabilidad social

de disipar dudas o temores en la población, porque a fin de cuentas estos alimentos son

colocados en los estantes del supermercado y pagamos por ellos. Lo cual hasta cierto punto

es una paradoja que inclina al consumidor a pensar que está pagando por morir a cuenta

gotas, si en todo caso la toxicidad de los transgénico fuera cierta. En definitiva, con el

etiquetado pertinente de los alimentos transgénicos se benefician todos los grupos de interés

y se les garantiza a los consumidores el derecho a la información acerca de lo que están

consumiendo sus familias.


Otro aspecto trascendental relacionado con los cultivos transgénicos es la

proliferación del uso de herbicidas y plaguicidas cada vez más tóxicos, lo cual se traduce en

grandes problemas ambientales y de salud pública. Quienes defienden el sector

biotecnológico argumentan que los cultivos transgénicos disminuyen el uso de agrotóxicos.

No obstante, los opositores aseguran que debido a la resistencia generada en las plagas cada

vez se necesita usar más cantidad de estos químicos. En adición, los cultivos transgénicos

representan la liberación de nuevos seres vivos al ecosistema, cuya dispersión y efectos en la

naturaleza no se pueden predecir, ni controlar. Por consiguiente, de esta discusión se

desprenden dos vertientes principales; una que gira en torno al hecho de que el cultivo de los

alimentos transgénicos ha agravado los problemas para la supervivencia del planeta y la otra

los posibles efectos nocivos generan sobre la salud. Los investigadores aseguran que desde

que se comenzaron a sembrar cultivos transgénicos la crisis climática se ha agudizado,

provocando el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la acidificación de los océanos,

la contaminación, agotamiento del agua dulce y la erosión de suelos. Parafraseando el

argumento de Chamas (2000), los cambios en los insectos y las plagas podrían estar

relacionados no sólo a la exposición a compuestos químicos, sino a la propia biología

relacionada con el sistema de defensa de las plantas transgénicas ante las plagas. Lo cual

sugiere que los cultivos transgénicos poseen una biología nueva a la cual el ecosistema no

está acostumbrado y no sabe cómo responder; por lo que genera inestabilidad y deterioro en

la función de sus elementos. En este punto se abre una caja de Pandora, puesto que quienes

practican la biotecnología deben ser responsables por mantener especies silvestres e inéditas.

En adición, el proceso de cultivo de los transgénicos debe ser riguroso, porque a pesar de que

es fascinante obtener frutos con propiedades envidiables, surge la interrogante de que


repercusiones provocan la combinación de genes utilizadas por ejemplo en los insectos

polinizadores.

Un ejemplo de la perdida de biodiversidad que se le atribuye a los cultivos

transgénicos es la desaparición de la mariposa Monarca, ya que se cree que la fumigación

para alejar las plagas de dichos cultivos ha provocado la extinción de la Asclepias syriaca,

planta utilizada por esta especie para poner los huevos y desarrollarse. Mercola (2014),

afirma que “las prácticas rurales y urbanas de uso de pesticidas y herbicidas están lentamente

matando las abejas, mariposas y pájaros. No faltará mucho para que sus efectos comiencen a

sentirse en los seres humanos si no ocurre un cambio de hábitos.” La extinción de todos esto

animales pudiera estar relacionada a la ralentización que provocan el ecoistema la conjunción

de un genoma con otro, por lo que hay que tomar conciencia de que el planeta Tierra solo es

uno y hay que cuidarlo. Por ende, la creciente dependencia de productos cada vez más

tóxicos constituye una preocupante amenaza no tan sólo para la agricultura sino también para

la alimentación saludable y para la biodiversidad vegetal y acuífera.

En lo que respecta a la otra vertiente relacionada a la salud pública, uno de los riesgos

de los alimentos transgénicos es la aparición de nuevos tipos de alergias, ya que estos

alimentos introducen en la cadena alimentaria nuevas proteínas que nunca se habían

consumido. Por su parte, la utilización de marcadores de resistencia a antibióticos en el

proceso cultivo de alimentos transgénicos ha provocado inquietud acerca de la probabilidad

de que estos cultivos fomenten la pérdida de nuestra capacidad de tratar las enfermedades

infecciosas con medicamentos antibióticos. Esto responde a que existe la posibilidad de una

“transferencia horizontal” de un gen de resistencia a antibiótico proveniente de un alimento

transgénico a los microorganismos que normalmente están alojados en la boca, estómago e

intestinos. El surgimiento de estas interrogantes es sumamente preocupante, debido a que de


ser cierto se esta poniendo en juego la salud publica a nivel mundial. Por tal motivo la

intervención de médicos y especialistas en investigaciones relacionadas a los alimentos

transgénicos urge, pero mas aun urge el pronunciamiento de las personas de interés que están

realizando esta práctica.

Sin embargo, los biotecnólogos y agricultores desmienten dicha hipótesis

argumentando que los alimentos transgénicos pueden aportar en la lucha contra la

desnutrición a nivel mundial; debido a que se ha logrado ciertos cultivos con vitaminas,

hierro, ácido fólico y antioxidantes. Los alimentos transgénicos suponen ser frutos de mayor

tamaño, más resistentes, duraderos, más nutritivos incluso pueden crecer más rápido que los

cultivos convencionales, lo cual representa un mejor abastecimiento de una población que

continua en vías de multiplicarse. Asimismo, por medio de la ingeniería genética también se

pueden producir alimentos más saludables, dotando a los cultivos de propiedades protectoras

contra ciertas enfermedades. Por ejemplo, el tomate morado, posee mayores niveles de

antocianinas tras insertar dos genes de la planta boca de dragón (Antirrhinum majus), lo cual

permite aumentar la esperanza de vida de las personas que padecen cáncer. La pina fortificada

con licopeno se obtiene a partir de la la inserción de un gen de la mandarina (Citrus

reticulata) y la sobre-expresión de un gen de la propia piña, otorgándole un característico

color rosado y una alta cantidad de licopeno, un potencial protector anti-cancerígeno. El arroz

fortificado con GABA (ácido gamma-aminobutírico) y alta concentración del péptido

RPLKPW funciona eficazmente para reducir la hipertensión como el colesterol. Las papas

con menos acrilamida e obtienen mediante el silenciamiento génico con ARN de

interferencia, formando 70% menos de acrilamida, el cual es un potencial producto

cancerígeno que se forma inevitablemente cuando las papas son cocinadas o fritas. Estos son

solo algunos ejemplos de los nuevos cultivos transgénicos enfocados en beneficios directos
para la salud del consumidor. Ahora bien, dependerá en gran medida de los marcos

regulatorios de cada país si estos descubrimientos son aprovechados por sus ciudadanos, o si

por el contrario su comercialización será finalmente retrasada o bloqueada.

La otra cara de la moneda según el sector opositor es la falta de evidencia veraz acerca

de las repercusiones a largo plazo, en cuanto a la biodiversidad y la salud humana. Por lo que

sostienen que los riesgos con respecto a los alimentos transgénicos están relacionados

principalmente con la presencia de alergenos la creación de nuevas toxinas; el desarrollo de

resistencia a antibióticos por bacterias patógenas y los posibles efectos negativos para la

salud a largo plazo.

A este punto del ensayo cabe mencionar que la ingeniería genética es una muy

rigurosa, ya que al menos en el caso de Puerto Rico y Estados Unidos la FDA, coloca pautas

muy rigurosas para que los alimentos transgénicos lleguen al consumo humano. Por ejemplo,

en 1996, la FDA y la OMS realizaron una publicación conocida como “Paper 61”, donde se

exponían las consideraciones de seguridad alimentaria de los alimentos transgénicos,

sugiriendo que son igual de seguros que los alimentos que se obtienen por cruzamiento

convencional. Este documento a su vez abunda acerca del concepto de equivalencia

sustancial y hace recomendaciones para que los demás países se interesen por conocer y

disipar sus dudas con respecto de los alimentos transgénicos. En el campo de los alimentos

la seguridad del consumo esta basada en la afirmación de que debe existir la certeza razonable

de que ningún daño se derivara de las condiciones previsibles de consumo. Por ende, la

comunidad científica debe considerar los siguientes:

1. Las características del nuevo gen introducido en el alimento: se refiere a saber que

propiedades le imparte este gen al cultivo que se quiere cosechar.


2. Su potencial presencia en la dieta: se refiere a la frecuencia con que las consumidores

incorporan el producto final a su ingesta diaria.

3. La preparación o procesamiento del alimento o de su componentes: se refiere a como

se prepara y cuales son sus usos, para descartar que suja una combinación perjudicial

a la salud humana.

4. Los aspectos nutricionales: se refiere a los nutrientes que aporta a la dieta

5. Los aspectos toxicológicos: se refiere a la toxicidad que pueden tener en el ser

humano y el medio ambiente.

Por su parte, al hablar de que la Biotecnología persigue la mejora genética de las

plantas hay que mencionar los objetivos específicos que se buscan obtener en el proceso,

entre ellos se encuentran los siguientes:

 Mejora de la productividad, mediante el aumento de la capacidad productiva

potencial de los cultivos.

 Mejora de la resistencia, mediante los gene que hacen a los cultivos resistentes a

plagas y a condiciones adversas.

 Mejora de la calidad, añadiendo valor nutritivo a los productos vegetales obtenidos.


Conclusión:

Los avances de la ciencia y la tecnología han ocasionado que la sociedad evolucione

en diferentes áreas, y en lo que respecta a este ensayo a la elaboración de alimentos

transgénicos, la cual emplea Biotecnología moderna. Como lo sugieren varios de los textos

consultados, la Biotecnología y específicamente la ingeniería genética encargada de los

Organismos Modificados Genéticamente (OMG) destinados a la alimentación es un

fenómeno que continuará en vías de desarrollo, no empecé a la existencia de las interrogantes

que se han plasmado en las investigaciones, los análisis y las discusiones que se han

producido en el transcurso de su evolución, sin que aún se le haya podido proveer una

respuesta.

No obstante, no se pueden obviar las repercusiones ambientales y sociales de la

aplicación de nuevas tecnologías a partir de la implementación de la ingeniería genética en

la producción de alimentos, debido a que la comunidad científica y el sector agrícola

cobijados en el marco de la responsabilidad, tienen el deber y la obligación de informar a

los consumidores tanto de sus beneficios como de sus posibles riesgos; con total y absoluta

transparencia. Lo anterior, debe a su vez motivar a los gobiernos para que velen por el

cumplimiento de las regulaciones nacionales e internacionales establecidas y para que

aseguren la utilización correcta y ética de la Ingeniería Genética.

Luego de revisar la literatura pertinente me inclino hacia la posibilidad de que la

ingeniería genética, puede ser muy útil para alimentar a una población mundial que va en

aumento y reducir los costos de producción y los daños medioambientales.

Lamentablemente, la acepción de que los alimentos modificados genéticamente son

perjudiciales ha desembocado en una acción restrictiva que obstaculiza el cultivo de

alimentos provechosos. Por lo tanto, considero que la si la ingeniería genética se ampara en


un enfoque científico y ético permitirá que los alimentos transgénicos se conviertan en

vehículo eficaz que ayude a incrementar la disponibilidad de alimentos a nivel mundial. No

obstante, es compulsoria la responsabilidad ambiental para mi total aval, ya que solo tenemos

un planeta Tierra. Me parece interesante como se pueden crear diferentes métodos que aíslen

las características especificas y se fusionen con otras en miras a proveer alimentos mas

nutritivos y especializados, como lo son los tomates morados para aumenta aumentar las

probabilidades de vida de los pacientes de cáncer.

A modo de conclusión, no estoy en favor de dos cosas que se desprenden de este tema,

en primer lugar, en las consecuencias adversas que pudiera tener el cultivo de los alimentos

transgénicos y en el secuestro de las patentes para el cultivo. En lo que tiene que ver con el

impacto climático, por lógica puedo deducir que si ya se le están incorporando sustancias

bacterianas a los cultivos que los ayudan a ser resistentes a las plagas, pues e puede deducir

que no hay un daño mayor al ambiente. Ahora bien, el secuestro de las patentes para el cultivo

me parece tan injusto en especial para los países tercermundistas en donde miles de personas

mueren de hambre anualmente. En lugar de registrar patentes, los precursores de los

descubrimientos deberían aportar el capital para crear planes de exploración en donde un

segmento de determinada población se vea beneficiado. Considero que de esta forma la

agricultura mundial no tendría que pasar por un proceso burocrático donde a fin de cuentas

solo se obtiene un detrimento económico y social. Finalmente, el día que todos

comprendamos que podemos subsistir con los recursos renovables, la solidaridad y la

sabiduría de las grandes mentes existentes, ese día todos veremos como se reparten los bienes

equitativamente.
Referencias:

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https://www.laverdad.es/ababol/ciencia/201306/22/alimentos-transgenicos-para-erradicar-

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Mercola, D. (2014). Los Organismos Genéticamente Modificados Están Matando a las

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