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¿Está la Universidad, educando a Cúcuta?

Por. Jorge Enrique Ramírez


En el año 1998 en la universidad de Stanford (California) el pensador francés Jacques
Derrida, dicta la conferencia “La universidad sin condición” y parafraseando su contenido
el autor advierte de alguna manera al común de los ciudadanos sobre la necesidad de
interesarse por el papel que cumplen los claustros universitarios o llamados como tal en esta
Cúcuta y la región. Pregúntese ¿qué transformaciones o cambios socio culturales han
provocado en los últimos cinco (5) años los centros educativos de formación superior?.
Interrogante que se ajusta a las ideas de Paulo Freire cuando afirma que la educación debe
servir para que los educadores y educandos aprendan a leer la realidad para escribir su
historia; ello supone comprender críticamente su mundo y actuar para transformarlo.
Ahora bien, en medio de la crisis que soporta la ciudad a nivel de violencia, corrupción,
desempleo, pobreza, ausencia de horizontes e identidad, indisciplina social y ciudadana,
analfabetismo entre otros males ¿qué tanto se educa la ciudad desde la universidad?,
volviendo a las ideas de Derrida, una de las consecuencias del carácter de lo incondicional
de la universidad, es que la universidad tiene que ser la conciencia de la cultura y de la
sociedad, la universidad tiene que hacer oposición a los fantasmas que afectan nuestra Cúcuta
y región, como lo son los poderes mediáticos, ideológicos, económicos, políticos, religiosos
y culturales, en suma, a todos los poderes que limitan la democracia por venir.
Hay que insistir más en ello: si dicha incondicionalidad constituye, la fuerza invencible
de la universidad, aquélla nunca ha sido, de hecho, efectiva. Esta incondicionalidad muestra
asimismo la debilidad o la vulnerabilidad de la universidad. Exhibe la impotencia de la
universidad, la fragilidad de sus defensas frente a todos los poderes que la rigen, la sitian y
tratan de apropiársela. Porque es ajena al poder, porque es heterogénea al principio de poder,
la universidad carece también de poder propio. De esta manera, la universidad como espacio
de las humanidades, como centro del pensamiento crítico, como el lugar en el que nada está
a resguardo de ser cuestionado, ni siquiera la figura actual y determinada de la democracia;
la universidad tiene que hablar sin demora y sin tapujos en favor de la ciudad, del ciudadano
sobre todo de aquellos que necesitan apoyo para ver la luz de la dignidad.

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