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Sillar
Sillar
Una r�plica de la fachada est� tallada con esmero en las canteras de donde se
extrae el sillar, enormes cadenas de farallones de m�s de veinte metros de altura
donde una cuarentena de trabajadores esculpen todav�a de manera artesanal los
bloques de sillar usados en las construcciones actuales, con las que se busca
conservar la tradici�n.
Entre ellos est� Lucio Quispe G�mez, quien cont� a Efe que lleva veinte a�os
trabajando en la cantera, pues comenz� a los 15 y aprendi� de sus abuelos un oficio
que exige fuerza y precisi�n al mismo tiempo.
Cada "tarea" est� compuesta por 200 bloques de sillar, con un peso de unos 48 kilos
cada uno, por los que el artesano recibir� mil soles (unos 310 d�lares).
"Yo puedo hacer hasta treinta bloques por d�a, pero depende de la habilidad, la
t�cnica y la edad, pues los m�s j�venes o menos h�biles apenas pueden hacer diez
por d�a", agreg� Quispe, originario de la vecina regi�n de Cuzco.
Primero tiene que subir a la cima del farall�n y quitar la tierra que lo cubre para
dejar al descubierto la ignimbrita, luego debe partir amplios pedazos de roca que
precipitar� al vac�o para, una vez abajo, trabajarlos con calma y a ojo, gracias a
la t�cnica perfeccionada con el paso de los a�os.
Sin embargo, hay sillar blanco suficiente para seguir engalanando la ciudad, pues
las cumbres que rodean a Arequipa guardan enormes dep�sitos de esta ceniza
compactada por las grandes erupciones acontecidas en los �ltimos siglos, como la
del volc�n Huaynaputina, cuya explosi�n cubri� de toneladas de ceniza y hasta
provoc� un calentamiento global.
En esas canteras se cre� recientemente la "Ruta del Sillar", un recorrido tur�stico
que las autoridades peruanas est�n impulsando para poner en valor uno de los rasgos
m�s caracter�sticos de la tercera ciudad m�s poblada del pa�s, lugar natal del
premio Nobel de Literatura de 2010 Mario Vargas Llosa.
Fernando Gimeno