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El camino de Estocolmo

Leopoldo Puchi
En Washington se analiza y se debate sobre la pertinencia de mantener la misma
política seguida hasta ahora, destinada a provocar un cambio de gobierno por
medio de presiones que conducirían a un alzamiento militar o un golpe palaciego.
No hubo la respuesta esperada para el 23 de enero, no se concretaron las
operaciones preparadas para un pronunciamiento el 23 de febrero, ni se
obtuvieron los resultados esperados del trabajo de inteligencia realizado para el 30
de abril.
Y ahora las denuncias sobre hechos de corrupción en Cúcuta y las visibles
disputas entre los factores de oposición complican más las posibilidades de que se
logre el objetivo trazado en el flujograma inicial. Ya nadie piensa que en Venezuela
exista un gobierno paralelo, sensación que se había logrado crear en el extranjero
a principios de año.
ESTOCOLMO
De manera que los líderes estadounidenses reflexionan sobre los pasos a seguir.
Elliot Abrams se ha inclinado hacia la búsqueda de una evolución negociada, y del
texto de su artículo reciente se despende que se abandona la idea central de la
salida previa de Nicolás Maduro de la presidencia.
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos se ha mostrado reacio a incorporarse
efectivamente al proceso de diálogo, lo que se hizo notorio por la ausencia de ese
país en la reunión promovida por Suecia.
Adicionalmente, los voceros del departamento de Estado expresan formulaciones
contradictorias. Kimberly Breir, encargada del hemisferio, ha insistido en que sólo
una transición bajo Juan Guaidó funcionaría. Y el propio vicepresidente Mike
Pence dijo el martes en Miami: “Nicolás Maduro debía irse, y una vez que se haya
ido puede haber un camino hacia elecciones libres”.
LA INERCIA
Puede considerarse entonces que en Washington la inercia parece tomar la
delantera sobre posibles correcciones. La opción de una negociación tendría que
contemplar una reconsideración de los objetivos, ya que solo es viable un tipo
acuerdo en el que “nadie gana todo”.
De concretarse un acuerdo, Venezuela no pasaría de nuevo a hacer parte del
dispositivo geopolítico estadounidense en el marco de la doctrina Monroe, sino
que asumiría alguna modalidad de estatus de neutralidad. Y en lo interno, se
crearían formas para compartir el poder del Estado entre las fuerzas en pugna.
SANCIONES
No hay claridad entonces si de manera efectiva, Washington asumirá plenamente
la línea de las negociaciones. Y puesto que una intervención no luce como
inminente ni necesaria para un triunfo electoral de Donald Trump, es probable que
se continúe trabajando un levantamiento militar.
Mientras, sería recomendable que Washington revise la estrategia de las
sanciones, que penalizan fuertemente a los venezolanos comunes y pudieran
extenderse por meses o años, como señalaba el exembajador William Brownfield.

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