R. H. Barrow:
“El Genio Practico Romano”EL GENIO PRACTICO ROMANO
Los mejores preferian tos hechos a las palabras,
SALUSTIO
es que hay alguno, que se encuentren fue-
merecen que se les compadezca por no
legios que les son negados. Has demos.
i1ge, mejor que ningin otro, el dicho universal de jus
la Tierra es la madre de todos’ y la patria de todos. Tats
pueden ir con toda tranquilidad donde quieran, lo mismo
in @ otra. Nada hay que temer
de las Puertas de Cilicia, ni de tos angostos ¥" desiertos
Gecesos de Arabia a Egipto, ni de las montafias inaccesi.
bles, ni de los tramos de rios nunca crucados, i de ins
iribus hostiles al extranjero. Para gozar de seguridad o
suficiente ser romano,o mejor dicho, ser uno de tus aii
fitos. Con tus actos has convertido en realidad las pale
bras de Homero, que afirmaba que la Tierra pertencce
todos. Has medido toda la Tierra, kas tendido sobre lor
vrios puentes de diversas clases, has dividido montanes x
construido caminos lanos para el trdfico, has poblado
con haciendas lugares desolados y has facilitado la vide
atendiendo a sus necesidades bajo ta ley y el orden.
En todas partes hay gimnasios, fuentes, porticos, tem-
plos, manufacturas, escuelas, y, con una frase técnica,
puede decirse que el mundo, que hasta ahora habla ade.
lecido, va recobrando la salud... Las ciudades se alsa
radiantes en su esplendor y en su gracia, y la Tierra ce
muestra tan acicalada como un jardin,
BLO aRfstinEs (siglo 1 d. ¢.)
Se dijo algo en un capitulo anterior acerca de las
diversiones de los romanos. Se sugirid que en ella
existia un cierto elemento burdo. Pero la fuente ti
Picamente romana de goce se derivaba en realidad
de la naturaleza de su propio genio, que era en todo
fundamentalmente. practic. Los romanos demostra.
ban su carécter especifico y disfrutaban de manera
especial con el gobierno de hombres y cosas. Respec-
131132 EL GENT PRECTICO
to al modo de gobernar a los hombres, ya hemos
visto algo al considerar el desarrollo y la organiza-
cidn del Imperio. Ahora conviene decir unas palabras
c | modo de gobernar las cosas.
"SEI romano amaba a su pais y le gustaba poser
tierras y aceptar el reto que éstas le hacian. La tierra
le proporcionaba Ia alegria de la propiedad y la
satisfaccion de hacerla producir. El siguiente poema
de Claudiano, aunque escrito cuando el Imperio se
acercaha a su fin, expresa el sentimiento que corre
a través de Ia literatura latina.
“Bendito el que, satisfecho con lo que el cantpo produce,
vi s heredades; |
cuyo techo paterno le vio joven y anciano; venturas
y que, mientras refiere una y otra vez sus aver ura.
sé apoya en un baston alli donde antes habia gateado;
el que nunca sintid el desea de huir de su terruno,
ni de beber en nuevas fuentes bajo un cielo extranjero.
No es mercader ansioso de ganancias. .
no teme las tormentas que azotan borrascoso mar;
mpoco soldado temeroso de ir a la guerra;
Mle sobresatta el ronco clamor del ruidoso foro.
Sin experiencia en los meno desconocido para el mundo,
unca contempld el pueblo vecino. - :
Si cmnbargo, se presentan a su vista objetos mds nobles;
herinosos campos floridos y el bello cielo estrella ‘o.
No cuenta los cainbios de cénsules, sino que computa |
la sucesion de los cénsules por la sucesion de los frutos.
El sazonado otofio trae consigo cargas de manzanas,
y las florecillas son el Iujo de la primavera. ‘i
‘Sus campos, que reciben el primer rayo de sol, ,
ven desvanecerse el tiltimo resplandor de sus rayos.
Erguidas columnas seftalan las horas que pasan,
sirviéndole de mojones a la par que de cuadrantes. all
Conocié aquel frondoso roble cuando era un débil tallo,
y recordaba como habia crecido toda ta arboleda 1
Las murallas de Verona le parecen tan remotas cone te
Benaco es para él el Golfo Ardbigo. .
Sin embargo, contempla tres goneraciones de su estiroe,
y sus nietos saludan al vigcroso anciano.
Dejad que otros naveguen en vano ide playa en playa...
Sus alegrias son menos y sus trabajos mds.’
EL GENIO PRACTICO 133
Indudablemente, si todos los romanos hubieran
obrado estrictamente de acuerdo con este ideal, no
habria existido el Imperio Romano. Sin embargo, cl
amor a la tierra ejercié una gran influencia. F] sol-
dado licenciado clamaba por su pequefia propiedad.
EI carifio de Horacio por su modesta huerta era sin.
cero. El rico no compraba sus casas de campo como
inversién 0 como vstentacién 0 por escapar del bulli-
cio de la ciudad tan sélo. El poeta que expresé
fielmente el amor del italico por la tierra —un amor
que reconoce gustoso tanto la ineludible esclavitud
del trabajo que la misma tierra le impone, como sus
recompensas y placeres— fue Virgilio, que escribié
‘sus Gedrgicas al principio del Imperio. En la segunda
hay un célebre pasaje en elogio del campo: Cuan
feliz es el agricultor —si supicra apreciar sus bene-
ficios—. Para él no hay ceremonias ni formalidades
sociales, ni el lujo de los grandiosos edificios y los
muebles primorosos; s6lo la paz y la honrada senci-
lez, la libertad que ofrece el campo abierto, los rui-
dos campestres, los animales de la granja y del mon-
te, la simple religién rastica, la reverencia que se
otorga al anciano y los tltimos vestigios de virtud,
antes de que ésta desapareciese de la Tierra. El
deseo primordial de Virgilio es conocer las leyes de
Ja Naturaleza y la forma en que se cumplen, el mo-
vimiento del Sol, las estrellas y las mareas y, si esto
no es posible, lo que desea en segundo lugar es vivir
con la Naturaleza, con los.arroyos, los bosques y 10s
dioses de! campo, ajeno a la politica, al Imperio y
a los reinos que se elevan y caen, indiferente a las
disputas de los tribunales, a las luchas por ambicién,
al aplauso del populacho y al destierro que espera al
fracasado. Es la tierra la que ofrece una vida digna,
Ja que sustenta al hijo y al nieto, la que aumenta las
cosechas, los animales y los viiiedos; he aqui una,
verdadera vida de familia, tradiciones de bondad e
inocente alegria. Este fue e! modo de vida eh que
fueron educados los viejos romanos, y por esto Roma
Hegé a ser lo més glorioso del mundo.
En el mismo poema hay otro pasaje 4gualmente
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