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Para iniciar esta reflexión, quiero afirmar categóricamente que Jesús de Nazaret
no optó preferencialmente por los pobres, tal como lo proponen algunos representantes
de la teología de la liberación, desde una visión marxista de la historia. Algunos líderes,
tanto políticos como cristianos, han pretendido hacer creer que Dios está parcializado con
los pobres. Dios, según lo revelan las Escrituras, es un Dios justo y exige justicia, por lo
tanto, un ser justo no puede favorecer a alguien por su condición económica, política o
social.
Lo que sí está muy claro en los Evangelios, es que Jesús de Nazaret predicó un
mensaje incluyente. El Reino de Dios está abierto para todos (ricos, pobres, extranjeros,
hombres, mujeres, etc.), Ahora bien, Jesús asume que aquellos que sufren las injusticias
de un sistema excluyente, es decir, los más pobres, deberían ser los primeros en
responder afirmativamente a su invitación de incorporarse al Reino; y que los religiosos y
los ricos, por haber puesto su confianza en otros dioses, tendrían mayor dificultad para
aceptar el llamado del Nazareno.
Hay varios pasajes en los que Jesús confronta a algunos ricos, y éstos rehúyen la
invitación de entrar al Reino de Dios. Pero también, muchos pobres rechazaron el
mensaje de Cristo, y dejaron de seguirlo (Jn. 6:60-71).
Por encima de la “opción preferencial por los pobres” está la decisión libre y
personal de aceptar el reto que plantea Jesús de Nazaret para integrarse a su propuesta
del Reino de Dios. Esta es la única condición, y si no lo es, que alguien me la diga.