Está en la página 1de 2

11 FEB 2015 - 4:55 PM

Rastrean el origen de mil palabras soeces


El políglota, Virgilio Ortega, presenta los resultados de su investigación en su libro
"Palabrotalogía".
Por: EFE

Políglota y profundo conocedor de la cultura grecolatina, Virgilio Ortega viaja "en el


tiempo" a la antigua Pompeya, poco antes de que desapareciera bajo las cenizas del
Vesubio, para documentar en un libro el origen de más de mil palabras soeces. Y lo hace
"con mucho humor y pocos prejuicios".

El resultado de ese viaje es "Palabrotalogía", una obra amena, culta y "nada pacata",
publicada por Crítica, que guarda una estrecha relación, incluso en el neologismo del
título, con "Palabralogía", el libro en el que Ortega reconstruía la etimología de centenares
de voces de la lengua española.

La diferencia es que ahora el autor, director editorial durante más de cuarenta años en
Salvat, Orbis, Plaza & Janés y Planeta DeAgostini, se centra sobre todo en las palabras
"guarras" que, como afirma en una entrevista con Efe, "son tan buenas e interesantes
como 'las otras', pero quizá por un pudor incomprensible han sido menos estudiadas por
los especialistas".

Ortega elige Pompeya, porque el volcán fue "una tragedia" para sus habitantes, pero "un
privilegio para nosotros: ha congelado la ciudad en el tiempo".

Se conservan sus edificios y obras de arte, y también las palabras que los pompeyanos
habían escrito en las termas, en las escuelas de gladiadores, en los mosaicos de los
suelos, en los lupanares.

"Hay más de diez mil grafitos", comenta este autor que, cuando menciona en su libro los
nombres de varias prostitutas o del "rufián" del lupanar, no se los inventa sino que los
toma de esas inscripciones.

Los grafitos son de todo tipo: políticos, gladiatorios y amatorios. Entre estos últimos,
algunos son muy poco románticos: "Aquí me tiré a la tira de tías", dice uno. "Nada más
llegar aquí, jodí y me volví a casa", afirma otro.

En una letrina pública, por ejemplo, hay un elocuente escrito en una de sus paredes:
"Encolpius hic bene cacavit" ("Encolpio aquí cagó bien"), señala Ortega antes de recordar
que con el verbo cagar (del latín "cacare") tienen que ver cagadero y cagatorio (el lugar
donde se caga).
A Diógenes le gustaba defecar en el ágora y, cuando alguien se lo reprochaba, decía: "Si
comer en el ágora no es indecente, tampoco lo será el descomer".

Y ya metidos en palabras "guarras", el autor, apasionado de las etimologías, comenta que


mierda viene del latín "merda", que se conserva tal cual en catalán, gallego e italiano.

Y la orina, del latín "urina". De ella derivan los urinarios. Sin la lengua del imperio romano
"tampoco podríamos 'mear'", del latín vulgar "meiare" y del latín clásico "meiere". Y ese
verbo significa lo mismo que "mingere", del que vienen micción y mingitorio (el lugar
donde se mea).

Como si se tratara de "un ensayo novelado", Ortega recrea la vida en Pompeya en el


verano del 79, "muy poco antes de la gran catástrofe"; se inventa personajes y diálogos y
cita a autores como Petronio, Catulo, Marcial, Cicerón, Ovidio y Juvenal.

Al visitar las termas públicas de Pompeya, el autor ve que las aguas están un poco
"guarras", un término que procede de la voz onomatopéyica "gorr-gorr" o "guarr-guarr". Y
de ahí derivan gorrino, gurriato, gorrón, gorrona o guarrería.

En un grafito de las termas se dice: "Si alguien quiere joder, que busque a Ática. Son 16
ases". Un verbo, el de joder, que viene del latín "futuere". En italiano se dice "fottere", en
francés "foutre", en catalán "fotre" y en gallego y portugués "foder", afirma Ortega.

El falo está representado por toda Pompeya y a veces está esculpido en las losas del
suelo. "Mal lugar para tropezar", reconoce este políglota, que sabe latín, griego, inglés,
francés, italiano, catalán y es un estudioso de los jeroglíficos egipcios.

De hecho, uno de los iconos más famosos de Pompeya es un potente falo con dos
turgentes testículos, bordeados por la inscripción latina "Hic habitat felicitas" ("Aquí habita
la felicidad").

Y hay grafitos fanfarrones: "Ventaja, y no pequeña, tengo en mi gran carajo: ninguna


mujer puede resultarme demasiado ancha". "¡Y luego dicen que el tamaño no importa!",
añade el autor antes de recordar que carajo viene del latín "characulum" ("palo", "verga"),
igual que el gallego "carallo" y el portugués "caralho".

En latín existen más de cincuenta palabras para mencionar la profesión de "puta", entre
ellas "meretrix" (meretriz), "concubina" (con quien se comparte otro lecho o cubículo, sin
estar casado con ella) y "culiola" (del latín "culus", culo, por ofrecer coito anal). En
Pompeya hay una "culibonia", pues tiene "un buen culo", comenta Ortega.

Y a veces utilizan eufemismos para designar la forma de reclutar clientes: la


"prostibulatrix" se queda ante su "prostibulum", la "circulatrix" prefiere circular, "hace la
calle".

Otros eufemismos son de carácter animal, como "lupa" (loba) o "pecora" (cabra, oveja), de
donde viene lo de "mala pécora".

http://www.elespectador.com/noticias/actualidad/rastrean-el-origen-de-mil-palabras-soeces-
articulo-543493

También podría gustarte