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- EVACUACIONES
El tratamiento del enfermo irradiado debe empezar por una investigación para
evaluar el tipo de radiación predominante implicado en el accidente, y si se trata
de irradiación de cuerpo entero o de la afectación solamente de una región
corporal, si existe o no contaminación o riesgo de incorporación de material
radiactivo, o de si existen otros datos sobreañadidos a la radiación, como heridas,
traumatismos o quemaduras.
Cualquier condición que amenace la vida del paciente de forma aguda deberá ser
de tratamiento prioritario por los medios habituales.
1 Importante Los hospitales deben contar entre sus planes de emergencia con
un capítulo específico para el riesgo de irradiación, con una lista de los recursos
que pueden ayudar a resolver este tipo de problemas, y su localización.
TRATAMIENTO PREHOSPITALARIO.
TRIAGE.
Entre los elementos que más habitualmente aparecen como contaminantes pueden
citarse elementos fisibles pero no fisionados, como el Uranio 235 o el Plutonio
239, y elementos procedentes de una fisión nuclear, como los isótopos radiactivos
del Iodo, el Lantano 140, el Cesio 144, el Estroncio 90 o el Cesio 137, pero
también se han descrito contaminaciones por elementos radiactivos utilizados en
biología, como el Tritio o el Carbono 14, o en Medicina (Iodo 131, Estroncio 85,
etc.).
La piel sana puede permitir el paso de elementos muy solubles, como el tritio, en
forma de agua tritiada. La emisión habitual suele ser también alfa o beta, que
aunque son radiaciones poco penetrantes tienen una transferencia lineal de energía
muy elevada, es decir, pierden rápidamente hacia los tejidos la energía que
transportan, por lo que dan lugar a daños localmente muy importantes.
Otros elementos son substancias insolubles a cualquier pH, como ciertos metales
u óxidos de metales, como en el caso del Plutonio, o solubles a pH ácido, que
suelen acabar fijándose en el hígado y el hueso, como el nitrato de Plutonio.
Deben eliminarse todas las ropas del individuo, que deberán ser almacenadas en
contenedores especiales, y hacer especial énfasis en la limpieza y
descontaminación del pelo, que debe ser afeitado, los pliegues, las uñas, y los
dedos de las manos y de los pies.
Como medio para evitar ese problema, ha sido eficaz el alfombrar el suelo con
papel, aunque sea de periódicos viejos, que cuando haya finalizado la tarea se
recogerán en recipientes especiales. El personal debe vestir batas impermeables,
guantes quirúrgicos y calzas impermeables para los zapatos.
Todo este material desechado no debe salir del área acotada para la
descontaminación, y el personal que deje de estar en servicio deberá pasar un
control de actividad radiactiva, por si hubiera existido alguna contaminación
inadvertida. Inicialmente puede ser útil para evitar la contaminación por
inhalación el uso de mascarillas.
El averiguar si las quemaduras han sido ocasionadas por la propia radiación, o por
la onda de calor, si la causa ha sido una explosión nuclear, o por incendios
sobreañadidos al accidente nuclear, puede ser una tarea ardua. Hay que tener en
Esta profilaxis se efectúa con una solución de Lugol, que al proveer gran cantidad
de yodo no radiactivo al tiroides impide, por competencia, la absorción del
radiactivo.
El control, además de mediante los contadores citados más arriba, debe efectuarse
en la orina de las primeras 24 o 48 horas, en las heces, en los pañuelos , en las
gasas de las heridas o quemaduras, etc, y con menor eficacia en muestras de
sangre. Solo de esta forma se tendrá una idea del estado y eficacia de la
descontaminación.
Debe abrirse una historia clínica detallada como en cualquier otro enfermo, con
sus antecedentes patológicos, y anotando cuidadosamente las lesiones externas,
Diariamente, al menos durante los 3-4 primeros días, los enfermos requerirán una
exploración física completa, donde se haga hincapié en la aparición de nuevas
lesiones o en la extensión de las que ya existían, dada la tendencia habitual a
incrementar su extensión y profundidad sobre las estimadas inicialmente.
Las acciones deben de ser efectuadas lo antes posible, ya que los linfocitos pueden
desaparecer prácticamente en los primeros días, si la irradiación ha sido
importante. El tratamiento de las nauseas, vómitos, inquietud y fiebre será
meramente sintomático.
El descenso de plaquetas, es de forma más lenta, puede llegar hasta las 5-6
semanas. Luego suele recuperarse poco a poco, de nuevo las plaquetas de forma
más lenta. En este periodo pueden ser precisas transfusiones sanguíneas, y a veces
de plaquetas si aparecen hemorragias. En principio, en estos límites de exposición
no suele ser preciso el transplante de médula ósea.